El relato erótico "La depravación de una madre, Parte 03" es un texto de ficción, ni el autor ni la administración de blogSDPA.com apoyan los comportamientos narrados en él.
No sigas leyendo si eres menor de 18 años y/o consideras que la temática tratada pudiera resultar ofensiva.
- La depravación de una madre, Parte 00 (Introducción)
- La depravación de una madre, Parte 01
- La depravación de una madre, Parte 02
- La depravación de una madre, Parte 03
- La depravación de una madre, Parte 04
- La depravación de una madre, Parte 05
- La depravación de una madre, Parte 06
- La depravación de una madre, Parte 07
Al siguiente día María se enteró por la radio, que el reo que se había escapado había sido de nuevo encerrado. Entonces después de visitar al cliente para aquel día y convencerlo utilizando sus armas para reanudar de nuevo los negocios con ella. Ella se dirigió a la penitenciaría del pueblo.
Al entrar se dirigió a la oficina de información. De la oficina de información la remitieron a la oficina de retenidos. Cuando ella llegó a esa oficina, la puerta estaba abierta y una señora de unos cincuenta años estaba sentada detrás de un escritorio, revisando unos documentos. María se presentó y dijo que buscaba a un presidiario, llamado Arturo Gutiérrez que era familiar lejano de su esposo. Ella tenía entendido que estaba retenido en esa cárcel. (Ella sabía su nombre por las noticias de la radio) La señora buscó en la computadora que tenía enfrente. Después de mirar a María fijamente por unos instantes. «Dijo: Sí señora ese ciudadano está pagando su condena aquí en este recinto. ¿Por qué esta usted interesada en él?»
María noto el tonó extraño de la mujer, como si sospechara algo. Entonces rápidamente, tramo algo, y dijo: «Mi esposo me había contado, que ellos eran primos y habían crecido juntos en el pueblo, pero un día su primo Arturo había dejado el pueblo y nunca más supo de él. Pero un día él se enteró que estaba preso, pero nunca supo donde. Pero hoy escuche en las noticias que un tal Arturo Gutiérrez se había escapado de la cárcel, y lo habían aprendido de nuevo. Entonces me acorde de lo que me había dicho mi difunto esposo. Y quería salir de duda si este hombre era su primo.»
«¿Que sabe usted de este hombre?»
«Nada solo lo que ya le dije.»
«¿Su esposo le dijo alguna vez como era su físico?»
«No mucho, sólo que era moreno.»
La señora se quedo pensativa por un momento, entonces dijo: «Señora María. Creo que el primo de su esposo es la persona que esta privada de la libertad aquí.»
«¿Puedo saber porque está el señor Arturo, Preso
La señora estuvo unos instantes mirando en el computador. Entonces contesto: «Es por violación, y ahora por intento de fuga.»
«¿Tiene algún familiar cercano que lo viene a visitar?»
La señora de nuevo reviso su expediente en la computadora, entonces dijo: «Tiene su esposa y una hija de 15 años de edad, pero viven en el pueblo vecino. Su esposa ha venido unas veces a visitarlo en los cinco años que ha estado retenido.»
«¿Puedo saber la dirección de su esposa, me gustaría conocerla? Creo que a mi esposo le hubiera encantado conocer a la familia cercana de su primo Arturo.»
Dar direcciones a terceros, de los presos no estaba permitido pero María había sido tan convincente que la señora le dio la dirección, pero le advirtió que no le dijera a nadie. El pueblo cercano estaba a unos cuarenta minutos en carro. Entonces decidió que iría al siguiente día.
Al siguiente día después que los niños salieron para el colegio y ella quedo sola en la casa se alisto para ir a visitar a la familia de Arturo. Tenía algunos clientes en ese pueblo. Después de visitar un cliente y asegurar una venta, preguntó por la dirección y salió para allá. El lugar estaba a las afueras del pueblo por una carretera de tierra. Parecía ser una zona de granjas, cuando se acercaba al lugar, vio una pequeña casita de barro. Cuando María estacionó la camioneta al lado de la carretera y bajo, un perro grande empezó a ladrar desde la casa, dando la advertencia. Entonces una mujer de tez morena se asomo a la puerta, cuando vio a María y supo que no representaba ninguna amenaza, mando a callar al perro. María se acerco a la casita. Cuando estuvo frente a la puerta pudo ver que la mujer era más o menos de su edad, estaba en un estado bastante avanzado de preñez. Aunque la mujer había tenido una vida difícil, aún así se podía ver que conservaba un buen cuerpo a pesar que estaba desaliñada. La mujer vestía una vieja bata de casa, que apenas si le cubría medio muslo, abrazado a su pierna derecha estaba también un pequeño niño desnudo. María vaciló un momento, entonces después de unos segundos dijo: «Buenas tardes señora. Mi nombre es María de Hernández y vivo en San Jacinto. Y estoy aquí por motivo de su esposo.»
La señora miro un momento a María, pensó que quizás era alguna especie de empleada del gobierno, que venía de la cárcel a traerle noticias de su esposo, invitándola a entrar a la casa. María siguió a Ana dentro de la casa, el lugar era pequeño con una sala grande que servía de cocina y comedor y dos cuartos, y un baño. Ana trajo una silla del comedor y la puso a un lado de María para que se sentara, mientras ella permanecía de pie, y el pequeño que nunca se apartó de ella. María dijo, después de sentarse:
«Yo no trabajo para la penitenciaría, pero ayer conocí a su esposo. ¿Usted sabía que él se escapo de la cárcel, aunque ya lo aprendieron de nuevo?»
María agrego: «Ayer cuando iba huyendo de la policía irrumpió en mi casa, pero cuando escucho la sirena de la policía salió corriendo, y esta mañana me entere por las noticias que fue aprendido de nuevo.»
Ana empezó a sentir temor. Ahora supo que su esposo se había metido en más problemas, y probablemente, esta mujer venía a informarle de alguna demanda, contra su esposo. Su rostro se puso blanco de miedo. María noto el miedo de Ana, entonces agrego: «Sí señora su esposo podría pudrirse en la cárcel, si yo lo denuncio.»
«No señora María, por favor no haga eso, mi hija y yo estamos esperando que salga de la cárcel, para que se haga cargo de nuevo. Desde que él está en la cárcel, mi hija ha tenido que trabajar duro para mantener a su hijo, y a mí. Pero cada día es más difícil para nosotras, las cosas van de mal a peor. Por favor señora.»
María se quedo pensativa mirando a Ana, entonces dijo: «¿Cómo es que él fue a la cárcel?»
«Todo fue su culpa. Yo se que él es un bastardo pervertido, pero nosotras necesitamos de él, ahora.» «Si usted me dice que fue lo que paso yo podría considerar, si lo demando o no.»
«Nosotros éramos una familia, y éramos felices hasta que nos mudamos para acá hace unos seis años. Mi esposo empezó a trabajar en la hacienda de Don Alejandro, como capataz. Todo iba bien, hasta que un día, llego borracho y acompañado de unos trabajadores de la hacienda. Mi niña y yo dormíamos, pero él me obligo a levantarme y atender a él y a sus amigos. Me obligo a servirles cerveza, y entonces me sentaba al lado de él hasta que alguno terminara su cerveza y yo le servía otra. Yo me sentía como cualquier cabaretera del pueblo. Después de aquel día, esta situación se volvió una rutina los fines de semana, yo empecé a acostumbrarme. Yo empecé a disfrutar de sus chistes vulgares y obscenos, incluso empecé a tomar cerveza con ellos, cuando estaba mareada, incluso los animaba a contar más chistes. Mi esposo se emborrachaba de tal manera que perdía el control y empezaba a tratarme como si yo fuera una prostituta. Cuando se refería a mí, era de `zorraí, `perraí, a veces hasta me decía `putaí delante de sus amigos. Al siguiente día, después que se le pasaba la borrachera me decía que no se recordaba de nada que haya dicho o hecho. Me fui acostumbrando a sus vulgaridades. Un día después que estaba borracho me obligo a vestirme como una prostituta, yo al principio me negué, pero entonces los amigos empezaron a retarme y a decir cosas que me hicieron sentir muy cómoda. Aquella noche después de vestirme de prostituta, empecé a sentir un sentimiento de libertad y placer, entonces empecé a actuar como tal, para todos los hombres. Los hombres empezaron a tomar libertades conmigo, y a manosearme. Yo miraba a mi esposo, pero a él no le importaba. Empecé a desear que llegara cada fin de semana. Luego de unas semanas, yo ya estaba completamente descarada, incluso empecé a usar faldas cortas sin pantaletas, los tipos me sentaban en sus regazos y manoseaban mi coño, yo en cambio acariciaba sus guevos. La mayoría eran hombres negros y estaban bien dotados, pero ninguno igualó a mi Arturo. Mi esposo parecía disfrutar viéndome en semejante vulgaridad. Y yo lo disfrutaba aún más. A más cosas perversas me hacían yo más lo disfrutaba. Un fin de semana se presentaron con un perro gran danés que era uno de los perros guardianes de la hacienda. También traían un collar de perro y una cadena, unos tacones altos, una minifalda de cuero, y una cosa que parecía un sostén de cuero, pero las tazas eran unas tiras. Yo pregunté qué significaba todo eso, pero nadie me dio una respuesta creíble, en cambio echaban bromas entre ellos. Yo al rato también estaba riendo y llevándole la corriente. Yo ya había perdido cualquier decencia que me quedara. Después que todos estaban borrachos y yo estaba alegre y excitada, portándome como una vulgar puta mi marido saco las cosas de la bolsa y me las tiro, y me dijo que me las pusiera. Ya no me importaba, así que corrí al cuarto que estaba vació y me puse aquel equipo, la falda escasamente cubría mis nalgas, y me quedaba estrecha, las tetas parecían estar amarradas con las tiras de cuero alrededor, yo me sentía desvergonzada, entonces salí meneando mi culo y mostrando mis tetas con orgullo, los hombres me aplaudieron. Yo me sentí más sucia, e incluso les di la espalda y me agache tocando mis dedos de los pies con mis manos, y mis piernas estaban completamente abiertas, para darle una buena vista a mi coño peludo, y mojado. Entonces un hombre saco, el collar de perro y me lo puso en el cuello, y otro amarro la cadena al collar.
Después de eso, los hombres me llevaron allí al patio, cerca de donde usted dejo la camioneta. A mí no me importaba, aunque era luna llena y todo estaba iluminado pero a esa hora nadie pasa por la carretera. Entonces un hombre soltó el perro que habían amarrado a la entrada de la casa. El perro sabía lo que hacía, porque este inmediatamente se abalanzó sobre mí tumbándome a la grama, y empezó a bombear sobre mí, como si yo fuera una perra. Yo me sentía como una perra y empecé a actuar como tal, al poco tiempo el perro me estaba cogiendo a la vista de todos, y yo amaba todo aquello. Luego el quedo atado conmigo y así duro por unos minutos.
Después bombeo toda su carga en mi coño. Al rato se separó y se fue a echar, yo quede allí como en un trance, después los hombres empezaron a cogerme, todos a la vez, por cualquier hueco que yo tenía, mientras mi esposo miraba. Desde aquel día, yo empecé a sentirme como una vulgar perra, y puta y empecé a actuar como tal. A mi esposo no le importo, empezó a cambiar conmigo y ya no me tocaba. Pero entonces, empezó a dirigir sus cariños a mi pequeña niña, que para entonces tenía diez años de edad. Sus tetas estaban floreciendo, aunque para entonces su cuerpo parecía como de trece años. Yo lo note pero no me importo, porque de alguna manera, sentía que no tenía vergüenza para reclamar algo. Pero un día mi pequeña, le empezó a crecer la barriga y entonces supe que estaba embarazada. Yo ya sabía de quien era. Yo le había perdonado que me hubiera convertido en una prostituta, pero aquello era demasiado. Entonces fui y lo denuncie. El fue preso, y todos sus amigos se perdieron de por aquí por temor. Entonces mi vida retornó de nuevo a lo que era antes. Como pude ayude a mi hija que tuviera su hijo. Pero las cosas empezaron a ponerse mal, entonces mi hija dejó de estudiar y se fue a trabajar para sustentar la casa. Aquí no hay trabajo, y terminó trabajando de noche en un paradero, atendiendo a borrachos y camioneros. Mi esposo estaba por salir de la cárcel, no entiendo porque quería escaparse, ahora no se que pasara, pero yo tenía la esperanza que regresara, y entonces volver de nuevo a tener nuestra vida normal como era antes, por eso le ruego señora que no lo denuncie.»
María estaba cachonda por la historia que le había contado Ana, le hubiese gustado descascarar sus pantaletas y masturbarse allí. Después de pensar un poco dijo: «¿Y tu hija donde está?»
«Ella aún está durmiendo, porque trabaja hasta tarde en la noche.»
«¿De quién es el hijo que usted lleva?»
«Es de mi esposo, yo salí preñada, en una visita que hice a la cárcel.»
Mientras hablaban la puerta de uno de los cuartos se abrió, entonces una joven que parecía mayor para tener quince años de edad, salió con un paño cubriendo su desnudes. La jovencita estaba preñada con lo que parecía de unos seis meses de embarazo. María y la joven embarazada se miraron, entonces Anita miro a su mamá diciendo: «¿Quien es esta señora mamá?»
«Es una señora que vino a traernos noticias de tu papá. Su nombre es María.
Señora María. Ella es mi hija Anita.»
Anita y María, se saludaron informalmente, mientras sacudían sus manos. Entonces Anita salió de la casa a la parte de atrás, al baño. María siguió con la mirada a Anita hasta que dejo la sala, entonces dirigió la mirada a Ana que estaba sentada en otra silla de la mesa y con el niño sentado en su regazo. Entonces María dijo: «Me puede regalar un poco de agua.»
Ana se volteo para bajar el niño de su regazo. La mirada de María se enfoco en la horca de Ana. Ana se levantó a la cocina por un vaso con agua, mientras el niño se quedo sentado en la silla, donde estaba su abuela. Cuando Ana regresó se dirigió a la mesa al lado de María para colocar el vaso de agua sobre la mesa. De repente la mano de María tomo por las caderas a Ana, atrayéndola hacía ella. Y antes que Ana reaccionara otra mano levanto la falda de su bata, exponiendo su trasero desnudo. Rápidamente la mano de María bajo a la horca y toco el coño peludo de María, entonces dijo ante la mirada atónita de Ana:
«Así que tú estabas jugando con este sucio coño, antes que yo llegara, déjame adivinar. ¿No me digas que estabas jugando con el perro, de razón salió de aquí, y que hacía el niño, mientras tanto?»
Ana estaba paralizada por el sorpresivo cambio de actitud de la mujer. Ella no atinaba que hacer, porque en verdad la mujer tenía razón, ella estaba jugando al perro y la perra en calor, mientras su nieto jugaba y chupaba de sus tetas. María no soltaba su coño, en cambio lo aporreaba con su mano, Ana quería alejarse, pero la excitación que fluía por su cuerpo no la dejaba. Como pudo ella atino a decir: «Por favor señora María suéltame, que mi hija puede entrar en cualquier momento.»
«Tengo razón verdad perra. No me mientas.»
«Si señora.»
«Si señora que cosa. Perra.»
«Yo estaba jugando con el perro, mientras mi nieto jugaba con mis tetas.»
«¿Entonces porque quiere que regrese tu pervertido marido? Déjame adivinar: a usted le importa un comino que tu hija tenga que trabajar duro por usted y el niño. ¿Lo que quiere es que tu marido regrese, para que te trate como una vulgar perra de nuevo, verdad?» Con voz entrecortada, y ya con el calor que fluía por su cuerpo ella respondió casi gritando, sin importar si su hija escuchaba: «Si, quiero que mi marido me trate como una vulgar perra.»
«Tu hija sabe que usted juega a la perra, mientras ella no está. Y que esta pervirtiendo a su hijo.»
«Ella siempre a amado todo esto, antes de quedar preñada, de Danielito. Cuando era apenas una niña de nueve, se levantaba con la bulla de los borrachos y se quedaba mirando a través de un hueco que tiene la pared de su cuarto, todo lo que nosotros hacíamos, incluso me dijo que el día que salimos a la calle con el perro, ella salió sin que nadie la viera. Vio todo y después no dejaba de masturbarse. Después que su papá estaba en la cárcel, me contó que ella fue la que sedujo a su papá, y se sentía culpable porque él estaba en la cárcel. Aunque nosotras jugamos, no es lo mismo que cuando estaba Arturo.»
María siguió fastidiando el coño y las nalgas grandes de Ana, entonces con voz de excitación y burla dijo: «¿Cuánto desea que tú esposo este aquí, con usted y su hija?»
«Mucho, haría lo que sea porque él esté aquí con nosotras.»
«¿Cualquier cosa? ¿Te gustaría que yo no lo acusara, verdad?»
«Si señora, yo y mi hija le estaríamos agradecidas de por vida.»
«Sin embargo es una pena, porque aunque yo me olvide del asunto, su pervertido esposo tendrá que permanecer quien sabe cuánto tiempo más por tratar de escapar.»
La mujer dejo de menear sus caderas. Entonces con tono triste. Dijo: «Si es cierto.»
«Sin embargo tengo una propuesta para ustedes. Será mejor que vaya por tu hija y le cuente porque estoy aquí, dígale todo con detalles y después yo quiero que estén juntas, para que oigan lo que tengo que decir.»
Con eso María soltó a Ana y dándole una palmada que le dejo marcada la mano en la nalga, la empujo fuera. Ana dio un salto en el sitio, por la picada que le dejo el manotazo. Sin embargo aún asombrada por lo que María dijo, ella se apuro afuera por Anita. Cuando regresaron, tanto madre como hija. María estaba sentada esperando.
Madre e hija se acercaron. Ana ya se había acostumbrado a María, sin embargo Anita aún estaba recelosa. María dijo, después que las dos mujeres de pie cerca de ella: «¿A ver Anita, te gustaría que tu papá, regresara pronto para que este con ustedes?»
«Si, señora me gustaría mucho.»
«Si yo les digo que yo puedo sacar a su esposo de la cárcel para que este con ustedes lo más pronto posible, ¿les gustaría eso?»
Madre e hija se miraron una a otra, incrédulas. Sin embargo Ana dijo: «Nos gustaría mucho, señora. Pero nosotras no tenemos dinero para pagarle.»
«No es necesario que ustedes tengan dinero, yo les propongo sacar a su esposo de la cárcel a cambio de unos favores, además ustedes podrían ir a vivir a mi granja, y su esposo trabajaría para mí. ¿Qué les parece?»
Las dos mujeres no podían creer lo que oyeron. La expresión de sus rostros dijo montones, entonces María agrego: «Me parece que están de acuerdo. Bueno lo que yo quiero es tomar unos videos de ustedes.»
Madre e hija dijeron al unísono. «¿VIDEOS?»
«Si Videos. No se hagan. El material que ustedes hacen se puede vender a buen precio. Por supuesto que yo escogeré mis clientes. Yo no voy a tomar riesgos. Así que ustedes no tienen de que preocuparse. Tal vez hasta ustedes podrían ganar dinero, si todo va bien. Y puedan salir de la miseria. ¡Digan de una vez, lo toman o lo dejan, Porque ya me estoy cansando de tanta habladera!» Ana dijo: «Por mi está bien. Yo no tengo nada más que perder. ¿Qué dices Anita?»
«Por mi está bien mamá, si usted está de acuerdo. ¿Pero que puede pensara papá?»
«Me importa un rábano lo que tu papá piensa. Él nos metió en todos estos problemas. Si no le parece. Que se vaya al carajo.»
«Así se habla Ana. Bueno ya basta de hablar, Entonces estamos de acuerdo. Toda esta charla me tiene demasiado excitada. Porque no me muestran algo de lo que ustedes hacen cuando están a solas.»
Ana miraba a su hija. Luego de unos segundos, empezó a desabotonar su bata, y la dejo caer al piso, quedando completamente desnuda, mostrando su avanzada barriga que parecía que iba a explotar. Sus tetas grandes colgaban como dos melones. Y sus pezones eran negros y grandes y alargados. Después fue donde su hija y soltó la toalla que la cubría, dejándola caer al suelo. Anita estaba un poco rellena, pero sus kilos de más, la hacían más apetitosa. Las tetas eran grandes casi como las de su madre y, tenía aureolas grandes alrededor de sus pezones, su coño estaba afeitado completamente. Estaba hinchado, con labias grandes. Su barriga redonda. Ana le dio a su hija un beso profundo como de amantes, entonces le dijo: «Cariño hoy te prepare tu comida favorita. ¿Por qué no vas por el mantel, mientras yo preparo las cosas? Ok.»
Anita fue al cuarto y trajo un mantel de plástico que lo extendió en el piso, ante la mirada excitada de María. Ana trajo una olla de pasta y la coloco en el mantel, luego Ana y Anita fueron de nuevo a la cocina y trajeron, la salsa, mayonesa, pan, y otras cosas que pusieron en el mantel. Entonces llamaron a Danielito, y los tres se sentaron en el mantel.
Echaron la salsa y mayonesa en la pasta y revolvieron. Después que estaba todo preparado. Ana saco pasta con la mano y la dio en la boca a Danielito, también Anita hizo lo mismo. Mientras Danielito tragaba, ellas comían la pasta también, una le daba a la otra. Al rato acostaron a Danielito en el mantel boca arriba y luego vaciaron sobre su pequeño cuerpo, pasta desde los pies a la cabeza. El niño parecía acostumbrado a tal trato. Después las dos mujeres comían directamente con sus bocas la comida regada sobre el cuerpo del niño. Incluso lamian todo alrededor de su cuerpo. Ana se concentro en la entrepierna del niño y comía, lamía y chupaba el pequeño pene de su nieto. Después voltearon de espaldas al niño e hicieron lo mismo. Ana de nuevo se concentro en las nalgas del niño, limpiando todo alrededor. Después las mujeres empezaron a untarse la comida por todo su cuerpo, y empezaron a jugar entre ellas, lamiendo, a veces una se llenaba la boca y luego se la daba a la otra en la boca, a veces incluso al niño. Al rato tenían una orgía las dos mujeres. Sin importarle que María estaba mirando. Después de unos treinta minutos, madre e hija y nieto quedaron echadas en el mantel, todos sus cuerpos cubiertos de comida. María se levanto. Diciendo: «Okey muy pronto tendrán noticias de su esposo.» Con eso salió.
Fin