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    Incesto genético, relato erótico SDPA en blogSDPA.com

    Incesto genético, Parte 02

    15 de enero de 2025 en Jovencitos, Sexo en grupo, Relatos SDPA, Jovencitas, Incesto

    Esta publicación es la parte 2 de un total de 3 publicadas de la serie Incesto genético

    Continuan los hermanitos y esta vez incluyen a sus primitos…


    De regreso de las vacaciones, seguimos los encuentros sexuales nocturnos con Leonardo; mi hermano.

    Hola, aqui estoy nuevamente, les voy a contar como sigue mi historia.

    De regreso de las vacaciones, seguimos los encuentros sexuales nocturnos con Leonardo; mi hermano. A las pocas semanas me indispuse por primera vez, esto me puso mas caliente en especial esos dias que no podiamos hacer mucho, solo le chupaba la verga a Leo y me tragaba su leche.

    Asi pasaron varios meses, ya tenía 14 años, cuando un dia nuestros padres nos anuncian que el viernes siguiente ibamos a tener que quedarnos con nuestros primos, porque ellos y nuestros tios tenian que ir a una fiesta solo para adultos y no iban a regresar hasta el sabado a la tarde porque quedaba fuera de la ciudad y se quedaban a dormir alla.-

    Llego el dia, y nos instalamos en casa de nuestros tios. Despues de cenar nos pusimos a ver television, Federico, mi primo mas chico, estaba aburrido y protestaba porque no nos habian llevado, a lo que Fernando, el mayor, le respondio:

    – Es que van a una orgia y nosotros no podemos participar en eso.

    Nos miramos sorprendidos con mi hermano, y al notar esto Fernando nos interrogo:

    – ¿No sabian que nuestros viejos y los suyos cogen entre ellos y hacen intercambio de pareja con otros amigos?

    – Sabiamos que cogen entre ellos a pesar de que son hermanos, porque los vimos en las vacaciones. Pero no que hacian intercambio de pareja – respondio Leonardo.

    – Valeria y yo lo sabemos desde hace 4 años. Y este – refiriendose a Federico- lo supo hace unos meses, cuando nos descubrio a Vale y a mi cogiendo. Pero no quiere participar, porque no le gusta este tipo de relacion.-

    Nosotros lo miramos incredulos, y al ver nuestra expresion, Valeria nos pregunto:

    – ¿Ustedes lo hacen?

    – Si, practicamos sexo oral y anal con Jorgelina.- respondio Leo.

    – Entonces sos virgen de adelante – dijo Vale entre risitas

    – ¿Vos no lo sos? – le pregunte.

    – No, al principio empezamos como ustedes, pero hace mas de un año Fede me desvirgo de la concha, te aseguro que es mucho mas lindo y placentero.

    – ¿Por que no hacemos intercambio de hermanas? – pregunto Fernando.

    Nos miramos con Leo, dudando de la propuesta, Leo miro a Veronica que ya se estaba acariciando en forma muy sensual.

    – Dale, vamos hacerlo – respondio Leo.

    – ¿Vos vas a participar? – le pregunto Fernando a su hermano

    – No, a mi no me gusta esto que ustedes hacen – le respondio.

    – Bueno, entonces andate a dormir, y no jodas mas.

    Federico se levanto y se fue a su dormitorio.

    Mi hermano ya se estaba besando a Valeria, mientras ella con una mano le acariciaba la entrepierna donde se notaba el bulto de su miembro hinchado.

    Fernando me llevo a un sofa y me empezo a besar mientras me acariciaba las tetas y yo respondiendo a sus besos y caricias tocaba su bulto, notando que era bastante mas grande que el de Leo. Despues de un rato, Fernando fue bajando la mano hasta llegar a mi sexo, metio la mano bajo mi falda y lo acaricio primero encima de mi tanguita para luego separarla y empezar a jugar con sus dedos en mi labio vaginales y clitoris. Mire hacia donde estaba la otra pareja y vi que Vale le estaba chupando la verga a mi hermano, esto me exito mas aun.

    Fernando se paro, me hizo parar a mi tambien, y comenzo a desnudarme, cuando termino el tambien se saco la ropa y pude apreciar en toda su magnitud su verga que era mas grande y gruesa que la de mi hermano. Sin que me dijera nada me arrodille comence a chuparsela con ansias, primero se la lami desde la punta hasta los huevos, donde me entretuve chupandolos y dandoles pequeños mordiscos, para luego volver a la punta y empezar a tragarme ese fruto que me estaban ofreciendo, lo hice muy suavemente hasta que me toco la garganta, en ese momento comence con un suave mete y saca.

    Fernando me detuvo, hizo que me sentara en el sofa con las piernas abierta y arrodillandose entre ellas comenzo a chuparme la concha y el orto, mientras tanto Leo y Vale estaban tambien desnudos haciendo un 69 sobre la alfombra.

    Despues de un rato Fernando me llevo hasta su dormitorio, donde nos tiramos en la cama y comenzamos a hacer el 69, el estaba sobre mi metiendome al maximo su verga en la boca mientras me chupaba la concha y metia dos dedos juntos en mi orto. Esto me puso al tope y comence a temblar a causa del orgasmo que me estaba viniendo, al darse cuenta de esto Fernando empezo a chupar con mas fuerza y a meter mas rapido los dedos en mi culito, cunado llego el orgasmo fue tremendo, saque la verga de mi boca y grite como una poseida mientras el seguia chupandome con enfasis.

    Cuando paso la oleada del orgasmo nos separamos y Fernando se paro al lado de la cama y me dio su pija para que se la chupara, me la meti en la boca y con una mano comence a masturbarlo, mientras la metia y sacaba de mi boca, el estaba gimiendo de placer y no tardo mucho en acabarse abundantemente dentro de mi boca, tanta fue la leche que derramo que no pude evitar que me chorreara por la comisura y cayera sobre mis tetas, el esparcio el semen por mis pechos y cara, mientras yo terminaba de limpiarle la verga a lengüetazos.

    Se acosto nuevamente a mi lado y nos besamos nuevamente, mientras el me acariciaba la concha y jugueteaba con sus dedos en mis labios vaginales, separandolos e introduciendo un dedo dentro de mi vaginita virgen y muy lubricada. Viendo que yo no me resistia y que lo disfrutaba se animo a meter un segundo dedo mientras yo me apoderaba con una mano de su verga que estaba poniendose nuevamente dura. Despues de pajearnos mutuamente un rato, Fernando saco de un cajon de la mesita de noche un paquetito de preservativos, y sacando uno se lo puso.

    – ¿Que me vas hacer? – le pregunte, sabiendo ya la repuesta.

    – Voy a desvirgar tu hermosa conchita.

    Dicho esto se tumbo encima mio, y separando y levantando un poco mis piernas comenzo a penetrarme despacio, me dolia mucho pero no me resistia no decia nada, cuando llego a la barrera que declaraba mi virginidad se detuvo para mirarme a los ojos, yo le sonrei y los cerre, esto lo tomo como un pedido de que continuara y sin mas de un golpe, me la clavo hasta el fondo, un dolor intenso me recorrio todas mis entrañas, haciendome gritar de dolor, Fernando se detuvo un momento para luego empezar con un mete y saca muy despacito, en pocos minutos el dolor dejo paso al placer y yo comence a gemir de placer, esto lo animo y aumento el ritmo de su bombeo, levante mas mis piernas y las cruce alrededor de su cintura, provocando que la penetracion fuera mas profunda. No tarde en tener otro orgasmo, aun mas intenso que el anterior, mientras el aceleraba sus arremetidas.

    Cuando se me paso, me saco su verga, haciendome poner en cuatro patas me volvio a penetra por la concha, que chorreaba mis jugos mezclados con algo de sangre, mientras metia dos dedos en mi ano, despues de bombearme un rato con fuerza la saco y sacandose el preservativo, apoyo la punta de su verga en la entrada de mi culito y con una leve presion me metio la cabeza de su hermosa verga, se detuvo un instante para que se dilatara un poco, y luego me la ensarto de golpe hasta que su huevos chocaron con mis nalga, haciendome soltar un gemido de dolor, espero un rato hasta que se acostumbro mi culito a su pija y empezo a bombear despacio mientras con una mano me masajeaba el clitoris, no tardo en venirme otro orgasmo, Fernando al notar que me venia acelero el ritmo, hasta que el tambien se corrio dentro de mi culo inundandolo con su semen.

    Nos tumbamos uno al lado del otro abrazado, estamos agotados pero satisfechos, yo mas que el, ya que habia sido cogida como nunca antes.

    Cuando nos recuperamos un poco, fuimos a lavarnos y despues nos reunimos con Leo y Valeria.

    Al entrar a la habitacion, ellos estaban abrazados tirados en un sofa, Leo me miro como preguntandome si me habian desvirgado, yo con una sonrisa asenti.

    Vale se levanto y acercandose a Fernando lo beso en la boca, yo hice lo mismo con Leo, pero el estaba algo distante conmigo no respondiendo a mis besos.

    – ¿Que te pasa? – le pregunte.

    – Es que queria ser yo el primero en metertela por ahi – me dijo señalandome la concha.

    – Bueno, pero las cosas se dieron asi, pensa que vos desde ahora la vas a disfrutar mas que el – lo console y volvi a besar, y esta vez respondio a mis besos poniendo su mano entre mis piernas.

    – Loe acostate en el piso que Vale te quiera montar – dijo Fernando.

    Leonardo se acosto y Valeria se monto sobre su verga que ya estaba dura, por las caricias que yo le habia hecho, clavandosela de golpe. Fernando se acerco a mi y tomando mi cabeza me la guio a su verga para que la mamara, mientras lo hacia no podia apartar la vista de la escena que estaban haciendo los otros dos.

    Fernando se separo de mi y dirigio a donde estaban cogiendo su primo y su hermana, se arrodillo detras de ella y sin mediar palabra la empezo a penetrar por el culo.

    Valeria se empezo a retorcer de gusto al sentir las dos vergas dentro de ella.

    – ¿Te gusta? – pregunto Fernando.

    – Siiiiiiiiii – respondio Vele entre gemidos.

    Viendo eso me empece a masturbar como loca, deseaba estar en lugar de mi prima, fui acelerando el rimo de mi paja a medida que ellos lo hacian hasta que senti que me venia otro orgasmo, que me termino de llenar de placer y morbo.

    Ambos chicos no tardaron en correrse dentro de Valeria, llenandole los dos orificios de abundante semen. Se separaron y Vale gateando se dirigio hacia mi y abriendome las piernas me comenzo a lamer la concha, disfrutando de mis jugos, el siguiente que se acerco fue Leo que le metio su tranca en el orto de Valeria y Fernando me puso su verga en la boca para que yo lo mamara.

    Asi estuvimos un largo rato, hasta que Leo, sacando su verga del culo de Vale me dijo:

    – Ahora te toca a vos.

    Se acosto en el piso y me monte en su verga, que la meti despacio dentro mi conchita, cuando estuvo toda adentro comence a moverme despacio a la espera de que Fede me la clavara por atras, cosa que no se hizo esperar, Fernando se coloco detras mio y apoyando la cabeza de verga en la entrada de mi cuevita, de un golpe me la enterro, haciendome gemir de placer y de dolor.

    Sentia como esas dos vergas entraban y salian en forma ritmica de mis dos agujeritos produciendome mas placer todavia, mientras Vale se estaba masturbando en el sofa.

    Estaba recibiendo la cogida de mi vida, gozando a lo loco con dos vergas dentro, cuando un grito de Valeria me hace abrir los ojos y veo que Federico nos estaba mirando desde la puerta de su dormitorio, mientras se pajeaba.

    Vale se acerco a el y sin decir nada se arrodillo y comenzo a chuparsela, sin que Fernando ofreciera algun tipo de resistencia.

    Entretanto a mi me estaban dando cada vez mas fuerte y esperaba que en cualquier momento me llenaran las entrañas de leche, cosa que paso a los pocos minutos, y cuando sentia los ultimos churros de leche que me inundaban, yo tambien tuve un orgasmos.

    Mientras pasaba esto, Federico estaba cogiendo a Valeria que estaba sobre el sofa en cuatro patas, el pendejo le daba sin asco como si la estuviera castigando, lo que le encantaba a la puta de mi primita, que gritaba y gemia de placer mientras lo insultaba. Nosotros ya no habiamos separado y mirabamos el show que nos mostraban esos dos. Federico sacando la verga de la concha de Vale, se corrio en la espalda de su hermana, yo fuera de mi por lo que estaba pasado esa noche me levante y corri a chuparle la pija a Federico para no desperdiciar su nectar. Una vez que se la deje bien limpia me dedique a lamer los restos de semen que quedaban en la espalda de Vale, que seguia gimiendo, subi por su espalda hasta llegar a su cabeza y haciendola girar le di un beso en la boca con los restos de leche que me quedaban de Fernando. Ella si bien se sorprendio de mi actitud, no ofrecio resistencia y respondio a mis besos y carias tocandome las tetas, el culo y terminando metiendo un dedo en mi conchita.

    Deje de besarla en la boca y pase a besar sus senos, luego su estomago hasta llegar a su concha que se la chupe como ella me lo habia hecho. Fernando aprovechando que yo estaba en cuatro patas, me ensarta su verga por el orto, la cual entro con facilidad debido a lo dilatado y lubricado que estaba, mientras Leo le daba la suya a Vale para que se la chupara y Fede se masturbaba.

    Asi estuvimos un largo rato, hasta que Vale tubo un fuerte orgasmo, casi de inmediato Leo se corrio en su boca y Fernando entre fuertes gemidos me lleno de leche.

    Fede se acerco a mi y puso su verga en mi boca para acabar en ella mientras yo tambien me corria.

    Nos quedamos tirados en el piso exhaustos, ambas chorreamos nuestros jugos mezclados con el semen de los chicos por nuestros orificio, estabamos muy cansadas pero satisfechas.

    Desde esa noche fuimos mas unidos que nunca, realizando casi todas las semanas nuestras “fiestitas privadas”, a las cuales mas adelante integramos algunos amigos y tambien algunos desconocidos. Pero eso les cuento en otra oportunidad.

    Espero que esta historia les haya gustado y quisiera que me escriban diciendo que les parecio.


    Continuará

    El ser, relato erótico en blogSDPA.com

    El ser, Parte 02

    15 de enero de 2025 en Zoofilia, Ciencia Ficción, Terror, Relatos SDPA, Jovencitas

    Esta publicación es la parte 2 de un total de 3 publicadas de la serie El ser

    Mi tía me dijo que solo había un problema con las comidas, y es que no podía darle de mamar una vez que se hubiera hecho de noche. No me quiso aclarar nada más sobre este tema, pero me aseguro, reiteradamente, que podía resultar muy peligroso para el ser.

    Este solía comer solo dos veces al día, por la mañana y por la tarde, pero si le daba una sola vez no pasaba nada. Eso sí, si lo dejaba con hambre podía intentar servirse él solo.

    Para evitar que lo hiciera me regalo un curioso sujetador suyo, al que mi tía había cosido un candado, que el ser no podía abrir. Me aconsejo que lo usara siempre que me fuera a dormir, y que cerrara bien la puerta; pues, aunque mi madre también era menopáusica, y a mi hermana aún le quedaban un par de años para hacerse mujer, no debía subestimar la habilidad del ser, pues podía escaparse de la casa y perderse para siempre en el bosque.

    La estancia a escondidas en casa de mi tía hizo que se me acumulara el trabajo del hogar y me pase el resto de la mañana trabajando sin descanso en casa, en cuanto hube acondicionado un escondite adecuado para el ser en mi dormitorio, en una cesta debajo de la cama.

    Apenas termine de comer me di una buena ducha de agua fría y me tumbe en mi cama para dormir la siesta, como suelo hacer, con un liviano camisón por toda vestimenta.

    El ser debía estar hambriento de verdad pues, en cuanto empece a jugar con él se aferro a uno de mis voluminosos senos, buscando el grueso pezon a traves de la tela para volver a amamantarse. Esta vez no pude resistir la tentación y me masturbe, muy dulcemente, con la yema de los dedos, mientras me despojaba de la fina prenda y le daba de comer.

    Al igual que la vez anterior en cuanto el ser hubo saciado su voraz apetito en mis dos generosos cántaros de miel se quedo tan dormido como yo, acomodado entre mis pechos como si fuera un simpático peluche. Al despertar, aproveche que estaba sola en la casa, como de costumbre, y el resto de la tarde me lo pase jugando con él en mi dormitorio, divirtiéndome horrores con sus pequeños tentáculos pegajosos y su curiosa trompetilla.

    Esa noche me di cuenta de que el sujetador de mi tía me venía demasiado pequeño, pues no solo no me lo podía abrochar, sino que mis poderosos globos se desparramaban por todas partes.

    Al final tuve que cortarle todas las tirantas y unirlas provisionalmente con un trozo de cuerda, hasta que pudiera confeccionarme uno similar pero de mi tamaño.

    Quedaba muy ridícula, con las viejas copas clavándose en la cima de mis pechos, pero al menos tenía la certeza de que el ser no llegaría hasta mis pezones durante la noche.


    Pero el ser seguía teniendo mucha hambre, y la mejor prueba de ello la tuve esa misma madrugada, cuando me desperté en mitad de un espasmo de placer.

    Alcance el segundo orgasmo, mucho más violento que el primero, cuando todavía seguía medio adormilada, y aun no me había terminado de darme cuenta de que era lo que me estaba pasando.

    Pronto vi claro lo que me sucedía, y es que el pequeño ser, aprovechando mi desnudez, se había deslizado hasta mi desprotegida intimidad, luego había introducido la gruesa y sensibilísima pepita de mi clítoris dentro de su trompetilla, quizás creyendo que era una especie de raro pezón, y libaba de ella con un ansia febril que me estaba volviendo loca.

    El tercer orgasmo de la madrugada lo obtuve cuando este empezó a introducir sus finos y resbaladizos tentáculos amarillos por mi encharcada cueva, explorando de una forma maravillosa mi virginal cavidad. Incluso llegue a obtener un cuarto orgasmo, de lo mas violento, cuando uno de sus largos tentáculos hallo la manera de cobijarse en mi angosto orificio posterior, obligándome a morder la almohada entre ahogados gritos de locura.

    El ser, cuando por fin se canso de intentar sacar leche de donde no había, retiro los tentaculos de mis cavidades y ascendió por mi cuerpo sudoroso, y termino por cobijarse de nuevo entre mis mullidos senos, acomodándose fácilmente en la amplia hendidura.

    Yo, ahíta de placer, me quede dormida enseguida, mientras cavilaba sobre lo fantástico que había sido todo, y en volverlo a repetir la experiencia en cuanto me fuera posible.

    La verdad es que durante las semanas siguientes no me costo mucho acostumbrar al espabilado ser a que debía darme mucho placer antes de que yo accediera a amamantarle, libando mi agradecido clítoris con sus tiernas trompetillas. Pronto nos acostumbramos, pues, a los dulces orgasmos que precedían ineludiblemente a su yantar.

    Dado que mi madre nos había mentalizado desde muy pequeñas de que era mucho más higiénico dormir sin ningún tipo de ropa interior, mis despertares solían ser realmente gloriosos.

    Pues el ser, que madrugaba mucho más que yo, en cuanto tenia hambre se dirigía, sin vacilaciones, hacia mi cálida gruta, donde libaba, ansioso, hasta hacerme rugir de placer. Obligándome a enterrar la cabeza en la almohada para mitigar mis jadeos.

    Pero era por las tardes, justo después de dormir la siesta, cuando mejor me lo pasaba.

    Y esto era debido a que dejaba que me provocara un orgasmo detrás de otro sin dejarle comer, obligándole a introducir los extremos de sus finos tentáculos en mis dos estrechos orificios, para que el gozo fuera todavía más intenso.

    El ser pronto aprendió la forma de agitar estos osados tentáculos en mi interior para acelerar mis orgasmos, volviéndome medio loca de placer. Después, como recompensa, dejaba que el ser se alimentara hasta la saciedad, mamando de mis grandes ubres inagotables.


    Continuará

    Desvergonzada fiesta, relato erótico en blogSDPA.com

    Desvergonzada fiesta, Parte 03

    15 de enero de 2025 en Relatos SDPA, Jovencitas, Jovencitos, LGBTQ+, Violacion, Sexo en grupo

    Esta publicación es la parte 3 de un total de 3 publicadas de la serie Desvergonzada fiesta

    Dos hermanitas rubias, de ocho y nueve años, arrodilladas, delante del desnudo joven, entre las robustas piernas varoniles, se turnan para lamer, mamar, chupar, ensalivar, tragar y succionar la enorme verga negra del hombre cómodamente sentado. La oscura cabeza del príapo apenas cabe entre los separados y abiertos labios rosáceos de las dos chiquillas. Las cuatro pequeñas manos agarran como pueden el enhiesto pene. Los macizos, redondos, abultados testículos son obstinadamente acariciados y frotados por las pequeñas manos infantiles.

    El hombre babea de felicidad. Tiene los ojos entornados. Sus grandes manos están apoyadas sobre las dos pequeñas cabezas trigueñas. Abundante baba infantil resbala, desde las dilatadas boquitas, a lo largo del imponente badajo de color, cayendo sobre los gordos genitales y el tupido vello púbico. Las dos crías se turnan cada cinco minutos con el gordo y abultado glande. Mientras una niña mama golosamente el turgente bálano, la otra cría chupa y lame los gordos testículos. También se entretienen a turnos con el redondo, hondo ombligo masculino. Lo ensalivan y lamen a conciencia. Lo chupan tercamente. Sus cuatro manitas no permanecen ociosas. Masturban frenéticamente el enarbolado príapo. El joven jadea excitado. Sus grandes manos despeinan las pequeñas cabezas infantiles.

    Las dos crías se afanan en empapar, ensalivar y mojar a conciencia el enorme príapo de arriba abajo. Las pequeñas lenguas lo dejan reluciente, limpio, brillante. Las dos niñas son tercas y obstinadas. A su lado está sentada una hermosísima joven rubia de cabellos en cascada. Dos niñas morenas, de diez y once años, están arrodilladas entre las piernas adultas, y se atarean en mamar, succionar, sorber, aspirar, ensalivar, lengüetear, mordisquear, besar, chupar y lamer los duros y abultados pezones femeninos, los sensuales mamelones de la hembra, con enorme fruición, sin respiro alguno. La bellísima mujer gime de gusto, embriagada.

    Suspira deliciosamente. Sus jadeos son profundos, ruidosos, escandalosos, cargados de intenso gozo sexual. Sus manos aprietan y ciñen las pequeñas cabezas infantiles contra los carnosos, abultados pechos, ahogando y sofocando a las dos crías.

    Las cuatro tiernas manos de las niñas se agarran con firmeza a las apetitosas mamas. Los hermosos pechos son lamidos y succionados glotonamente. Con frecuencia la excitada joven rubia aparta con ganas las cabezas infantiles de sus pechos, para besar ardorosamente a las sonrojadas, ruborizadas niñas, en sus mojados hocicos, para ahogar y sofocar a las pequeñas con su voraz lengua carnosa.

    Gran cantidad de fluida baba infantil resbala sobre los abultados y rollizos pechos. La hermosa mujer está tan excitada que balbucea expresiones soeces, groseras y desvergonzadas, palabras escabrosas, obscenas e impúdicas, dirigidas a las chiquillas.

    Tiene los ojos entornados. Babea de felicidad. Tras diez minutos la mujer separa las dos pequeñas cabezas. Y entonces se tumba boca arriba con las rodillas bien abiertas y flexionadas, impúdica, lasciva y sonriente. La mayor de las dos chiquillas, la de once años, se acomoda entre las separadas rodillas de la mujer para afanarse en chupar, lamer y ensalivar el clítoris, el sexo, la vulva femenina con fruición.

    La pequeña cabeza infantil está siendo apretada por las manos de la encantada señora. La otra niña, la de diez años, succiona y chupa con glotonería los pechos femeninos, una tras otro, y sus juguetones dedos pellizcan, estrujan, acarician, retuercen los endurecidos pezones, los rígidos mamelones. Las chiquillas se quitan a la vez los camisones blancos de algodón. Y gran sorpresa. Aparecen con sendos consoladores por delante, bien atados a sus delgadas cinturas. Los invitados aplauden a rabiar. Los olisbos son largos, gordos y duros. La mujer se acaricia los pechos y el húmedo sexo.

    Llama a las niñas con la mano para que hagan su trabajo. La mujer permanece tumbada esperando a las niñas. En un santiamén la de niña de once años ensarta a la adulta con su consolador, tumbándose sobre el cuerpo femenino. La mujer aúlla de placer al ser empalada por su orificio natural. Babea de felicidad. Se menea para acompañar a los vigorosos empujones de la divertida chiquilla.

    La hembra gime de placer, manteniendo los párpados cerrados. La pequeña embiste acaloradamente, como si le fuera la propia vida. La babeante mujer está jubilosa de inmenso placer. No cabe en sí de gozo. Anima con expresiones soeces a la entusiasmada párvula. La dos hermanitas rubias dejan sobreexcitado al joven negro y se acercan raudas a la mujer. Al
    momento los hocicos infantiles se pegan a las dos mamas femeninas. Teniéndolas agarradas con las cuatro manitas las encantadas niñas se afanan en chupar, relamer, ensalivar, babosear, mamar los rígidos pezones, las erectas aréolas.

    A la vez, una chiquilla de no más de doce años se ensarta a un respetable consolador. Con ganas lo empuja dentro de su dilatada vaginita. Está tumbada sobre la misma cama, a un lado, con las rodillas levantadas y las piernas muy abiertas, con el vestidito azul y las enaguas blancas arremangados por encima de la cintura. La cría empuja con pasión el pene artificial hasta lo más hondo posible. Suspira y gime de gusto. Se chupa el dedo pulgar con fruición, golosamente. Le ponen un plátano gordo y duro en la manita libre. Se pone contenta. Sonríe encantada.

    Comienza a clavarlo en el dilatado ojete, entre sus nalgas bien separadas. Lo hunde poco a poco, con gran cuidado. Menos mal que el recto infantil ha sido profusamente embadurnado y pringado de vaselina para la ocasión. Gime de sufrimiento. Su preciosa carita enrojecida se retuerce de dolor, en una excitante mueca, en un mohín expresivo. Algunas lágrimas cristalinas comienzan a formarse en sus linos ojos azulados. Los dos focos alumbran tanto el lampiño sexo y el carnoso culo así como el lindo rostro infantil, ya surcado por límpidos y fluidos lagrimones.

    La niña actúa con seriedad y firmeza. Lo va clavando bien adentro, poco a poco. De repente el fornido, hercúleo negro se acerca a ella, con el miembro bien empalmado en ristre. Se acomoda entre las rodillas de la pequeña. Extrae el imponente consolador de la cosita pequeña infantil. Se tumba sobre la chiquilla de cortas coletas rubias. La aplasta con su gran cuerpo sudoroso. Saca el plátano del ano infantil y lo sustituye a la fuerza por su propio príapo.

    La pobre cría deviene al momento sobrecogida y estremecida al notar el bulboso glande empujar con ímpetu contra su esfínter dilatado. Intenta resistir pero es en vano. La infeliz pequeña aúlla desgarradoramente. Se retuerce desesperada.

    La verga es enorme. Con un brutal, feroz golpe de riñones el negro hunde el enhiesto y macizo miembro viril entre los glúteos infantiles, sin importarle para nada el sufrimiento que experimenta la pequeña niña. Lo empotra muy dentro, hasta los redondos, bulbosos testículos. Embiste a la chiquilla salvajemente, sin aliviarse un instante, con duros, enérgicos, fogosos, impetuosos golpes de riñones. La pequeña rubia llora a lágrima viva, lastimosamente.

    Tiene empapadas las enrojecidas mejillas. Sus terribles gritos, sus desgarradores aullidos excitan hasta el delirio a los libertinos espectadores. Son música celestial para todos ellos. Están ya casi enloquecidos. Aplauden con ganas. El fornido negro está radiante de alegría. Babea de felicidad. La ensarta a placer. La clava a conciencia. No encuentra resistencia por parte de la pequeña, tierna víctima. La perfora y traspasa como si tratase de una ardiente mujer de color, sin tener en cuenta su tierna edad, tan sólo una niña de apenas doce añitos.
    El imponente príapo aparece y desaparece dentro del dilatado, dislocado ojete infantil, siendo clavado hasta la raíz, embestido hasta los redondos, henchidos testículos, que golpean una y otra vez los pulposos, carnosos, tiernos, redondos, lindos glúteos infantiles. La infeliz víctima ya no puede aguantar más el punzante e intenso dolor. Pierde el sentido. Queda inconsciente.

    Al momento echan sobre su empapado y mojado rostro abundante agua fría de una jarra. Para su desgracia recobra poco a poco el sentido. El encantado violador se muestra aún más animoso, feroz, furioso, fogoso que antes. Obstinadamente el sudoroso negro clava y embiste el enhiesto príapo hasta las entrañas de la infeliz pequeña víctima. La ensarta a placer, la empala a conciencia.

    En la pantalla aparece en primerísimo plano el retorcido rostro de la linda cría rubia. No hay engaño. Muestra claramente el horrible sufrimiento de la desesperada niñita. La mujer se revuelve lasciva, voluptuosa y lujuriosa. Ella suspira gozosa, contenta, profundamente. Está siendo excitada de maravilla, por sus cuatro preciosas alumnas, sus bonitas y lindas discípulas, las cuatro chiquillas de ocho a once añitos.

    El negro gruñe roncamente. Se aprieta contra las nalgas infantiles. Se mantiene quieto, empujando el miembro viril lo más profundo posible dentro del culo infantil. Está disparando potentes chorros de esperma viscoso y caliente, uno tras otro. No ha podido aguantar mucho tiempo. Ha sido excesivamente excitado por las dos hermanas de ocho y nueve añitos. Lo han puesto encendido, inflamado, enardecido. Se vacía hasta el último chorro dentro del delicioso culito.

    Aprieta fuertemente las nalgas infantiles entre sí, con sus sudorosas manos. Se estremece de cabeza a pies. Babea de felicidad. No pierde ni una gota de leche viril dentro del caliente trasero.

    El dilatado recto infantil es empapado, pringado con asombrosa cantidad de semen. Ya no cabe más. Empieza a desbordarse, desparramarse y rezumar en cuanto el negro extrae el palpitante, reluciente y esplendoroso miembro viril del rebosado, atiborrado y saturado culito.

    El copioso esperma se escurre sobre las nalgas y los muslos de la llorosa niña. Entonces el joven de color se tumba junto a la mujer y empuja el príapo dentro de la abierta boca, hasta los testículos. Viola las fauces femeninas hasta eyacular de nuevo.

    A la vez la chiquilla de diez años, tumbada sobre la señora, ensarta el culo femenino sin compasión alguna, con entusiasmo.

    El respetable olisbo es clavado y ensartado hasta la raíz en el dilatado ojete. La mujer babea de felicidad al ser enculada por la apasionada chiquilla. Goza como una desquiciada. Jadea
    fieramente, llena de placer. Las dos niñas mayores se turnan sobre la dama, alternándose en ambos orificios corporales.

    Los culitos infantiles se sacuden lindamente con los golpes de caderas. Las pequeñas actrices son conmovedoras. Su pericia es asombrosa. Su adiestramiento es prodigioso.

    A una orden se detiene la delirante actividad sexual.

    El grupo se deshace en medio de una atronadora ovación.


    Continuará

    Skater girl, relato erótico SDPA en blogSDPA.com

    Skater girl

    14 de enero de 2025 en Relatos SDPA, Jovencitas

    Mi nombre es Isabel, vivo en Valladolid capital y me dispongo a relatarles una cosa muy importante acontecida en mi vida hace nada mas unos pocos días.

    Se trata de la primera vez que he echo el amor y ha sido maravilloso. Tengo 13 años y voy al colegio de la E.S.O. como todas las chicas normales de mi edad. Aunque guardo unas cuantas diferencias con la mayoría de ellas. En concreto hablo de que la mayoría se dedican a fumar tabaco y salir con chicos y etc.. Y yo guardo unas costumbres muy diferentes, desde pequeña que me ha gustado mucho el deporte y últimamente suelo dedicar mi tiempo libre a la práctica del skate. Este es un deporte muy estrechamente relacionado con los chicos. A diferencia de otros como el básquet o el voleibol pero chicas skaters la verdad no he conocido nunca a ninguna. Acostumbro a practicarlo por mil sitios diferentes. Hay montones de calles y parques con sitios especiales donde puedo practicar mis arriesgadas figuras skaters. Mas de una vez me he metido trompicones y esto me ha echo ser previsora y llevar siempre las protecciones adecuadas de rodillas y codos. El pasado miércoles me encontraba yo haciendo skate en el parque de buena esperanza. Es un parque con abundante vegetación pero tiene unos cuantos escalones y barandillas que lo hacen muy atractivo para mi y muchos de mis amigos. Hay que reconocer que llevaba un día bastante triunfal, me habían salido figuras de las mas difíciles que sé y halagada por tanto triunfo me dispuse a probar una cosa que solo había visto hacer a mis compañeros con mas talento. Se trataba del double grind imposible. Es una figura un tanto complicada incluso para un chico con ya unos años de practica. Es complejo de explicar en letra pero lo resumiré en que se trata de bajar unos escalones pero patinando con el skate por su barandilla. Estaba yo con el corazón aceleradísimo. Por la practica que ya llevaba esa tarde y por el reto que me suponía hacer esa figura tan complicada con la cual además podria congratularme delante de todos mis amigos y demostrarles que no por ser chica iba a ser inferior a ellos. Me lance a ello, tarde o temprano tendría que poner valor y no me paré a pensarlo ni nada sino que tomé carrerilla y me dispuse a intentar mi double grind imposible.

    ¡shock! ¡scratch! ¡tumble!¡tumble!¡tumble! ¡ooooooooooooh! El trompazo fue brutal, nunca había tenido una caída tan bestia y las protecciones que llevaba lo único que protegieron es mis puntos débiles de rodillas y codos. Pero digamos que los escalones se recrearon con todo el resto de mi cuerpo. Quedé unos instantes en el suelo intentándome aclarar quien era, donde estaba y qué tenia roto. No sabia qué tenia roto porque me dolía todo.

    No sé de donde salió el ángel de mi salvación que de pronto apareció arrodillado a mi lado y me pregunto.

    -”angel”- eh chica, un poco mas y te matas. Donde te duele ?

    -”Isa”- uy uy uy todo me duele todo!

    -”angel”- venga guapa, relájate que el mundo no se ha acabado.

    Yo tenia las manos en los costados que eran los que mas habían sufrido el aterrizaje y el puso sus manos sobre las mías ayudándome a apretar para mitigar el dolor. Yo hice lo que me dijo y me calmé un poco para evaluar los daños. A la que lo conseguí observé que me había echo bastante daño. Mis rodillas y hombros no tenían nada pero me dolía mucho el torso que había recibido el impacto de los escalones y también me dolía mucho el culo.

    -”angel”- como te sientes ? crees que te puedes levantar ?

    -”Isa”- no lo se, me duelen muchas cosas, pero creo que en las piernas no me he echo nada.

    -”angel”- que te parece ? lo probamos ?

    -”Isa”- bueno va, me ayuda usted ? El señor me cogió de los brazos y trato de ayudar a levantarme.

    -”Isa”- ay ay ay ay ay. Me duele! déjeme déjeme!

    Con el mismo cuidado con que me levantó, me volvió a dejar en el suelo.

    -”angel”- parece que se ha puesto difícil la cosa, no te puedes levantar ?

    -”Isa”- que va, me duele aquí en el culo, perdón por decirlo. Pero es donde me duele mucho y creo que lo hará durante unos cuantos días.

    -”angel”- mmm tienes una madre que pueda venir a recogerte ?

    -”Isa”- pues mi madre está trabajando. Y ahora que lo pienso mi padre también porque le toca turno de tarde hoy.

    -”angel”- a que hora terminan ?

    -”Isa”- Mi madre a las ocho.

    -”angel”- vale, pues que te parece si te entro aquí a mi casa y la esperas hasta las ocho en que le pegarás una llamada ?

    -”Isa”- oh es usted muy amable, como se lo puedo pagar ?

    -”angel”- no me tienes que pagar nada hija, mi recompensa en ayudarte.

    -”Isa”- pues muchas gracias, donde vive usted ?

    -”angel”- aquí delante del parque, estoy aquí muy a menudo porque como lo tengo delante casa.

    -”Isa”- vale pues como lo hacemos para llegar a su casa ? tenga en cuenta que no me puedo ni levantar.

    -”angel”- tranquila chica, desde los 14 años a los 34 estuve trabajando de camionero y no pesas ni la mitad de los paquetes que repartía yo.

    Ni tardo ni perezoso el señor ex-camionero me cogió como quien coge un bebe y se encaminó a su casa. Fui yo que sustenta en sus brazos y con sus llaves, abrí la puerta. Me dejó en el sofá y se sentó a mi lado.

    -”angel”- bien chica, quedan como cuatro horas para que puedas llamar a tu casa. Espero que mi casa te parezca acogedora durante este rato.

    -”Isa”- sí gracias, tiene una casa bonita. Como se llama usted ?

    -”Francisco”- Me llamo francisco, y no soy un usted, trátame de TU que yo haré lo mismo contigo.

    -”Isa”- vale Francisco, vives solo ? No parece haber nadie en tu casa.

    -”Fran”- sí chica, mi mujer me dejo hace años. Pero no hablemos de ello. Seguro que una chica tan guapa como tu tiene mil cosas a explicarme. Me ha sorprendido verte con el patinete, normalmente no veo mas que chicos.

    -”Isa”- sí, ya lo se que es raro una chica skater pero mira, a mi me gusta mucho aunque esté siempre rodeada de chicos.

    -”Fran”- como va tu espalma y -ejem- tu culo ?

    -”Isa”- pues me sigue doliendo, pero creo que no me he roto nada porque he oído que si te rompes algo el dolor es grandioso.

    -”Fran”- quizá mejor que te desmontes todas esas rodilleras y cosas que llevas no ? Vas a estar aquí unas 4 horas.

    Me saqué entonces todos esos trastos y me acomodé lo mejor que pude en el sofá en el que me iba a pasar toda la tarde. Fran se fue un momento a la cocina y regresó con un par de vasos, en uno había vino y en el otro agua. Supuse que el agua era para mi y el vino para el y así fue. Encendió la tele y me preguntó qué solia mirar y yo le dije que nada porque raramente miraba la tele. Puso un canal en que se veía uno de esos reportajes sobre animales y dejo el mando en la mesita.

    -”Fran”- Isabel, tengo un tacto especial para los masajes, quieres que te haga uno en la zona afectada y veras como se disipa un poco el dolor ?

    -”Isa”- mmm de verdad sabes hacer masajes ? mi madre también sabe y muchas veces me ha echo después de alguno de mis habituales trompicones. Que hago ? Me quito la camiseta ?

    -”Fran”- mmm pues sí, estaría bien, yo no me atrevía a pedírtelo pero si que saldrá mejor si te quitas la camiseta.

    -”Isa”- me siento confiada aquí con usted, uy perdón, contigo. Me tratas como si fuera tu propia hija. Tienes hijas ?

    -”Fran”- si que tengo, e hijos. Pero todos se fueron de mi casa ya hace años para crear sus propias vidas.

    Yo me saque la camiseta quedando ante él vestida solo con el sostén. Debido a que practico tanto deporte mi sostén no esta muy hinchado que digamos y eso le sacó la importancia que hubiera tenido si gastara yo una talla 120 de sostén. Mi costado apareció ligeramente amoratado y él se sentó a mi lado dispuesto a aplicarme la terapia masajista.

    -”Fran”- túmbate de lado.

    Así lo hize y él, con una suavidad extrema, empezó aplicar sus manos a mi costado. Acababa de sufrir yo un moderado trauma y para tener un masaje un efecto positivo, este tenia que ser aplicado con un esmero profesional. Y Francisco estaba provisto de ese esmero. Lo que me había dicho que tenia un tacto especial para los masajes era verdad porque sus tiernas manos estaban alejando esa pincharte sensación que me afectaba hacia pocos minutos.

    -”Isa”- es verdad lo que me has dicho, lo haces muy bien. Fuiste masajista ?

    -”Fran”- nooo, no tanto. Lo que pasa es que de joven me movia en circulos de atletismo y muchas veces hice masajes a compañeros y se un poco como va esto.

    -”Isa”- cuantos años tienes ?

    -”Fran”- 53, y tu ?

    -”Isa”- yo 13, jeje, no se tantas cosas como tu.

    El masaje era fenomenal. Había traspasado ya el fin terapeutico que tenia con los golpes y me estaba haciendo gozar verdaderamente con la delicadez con que era aplicado.

    -”Fran”- esto, Isabel, estas en sostenes delante mío y esto no parece escandalizarte para nada. Quieres que te haga el masaje también en el - culo- con perdón ?

    -”Isa”- si claro, gracias por preguntármelo. Yo no me habria atrevido.

    Me bajé el short que llebava quedando este en mis rodillas y me tumbe boca abajo ofreciendo mi -culo- a las manipulaciones de Francisco. No sentia ningun tipo de miedo por estar practicamente desnuda ante un desconocido porque Fernando era de total confianza. Las manos de Fran siguieron entonces sus manipulaciones por una zona que noté que era especialmente sensible. No le informe de nada de esto porque no sé, me cortaba decirselo. Y es que me estaba excitando sexualmente. Habia vivido esas sensaciones de excitación, contadas veces en mi vida y digamos que no las vivia con la misma equipareidad que un helado de nata o un yogur de fresa. Francisco no se cortaba un pelo y metia sus manos por dentro de mis braguitas para acariciar el moflete dañado. Mi cabeza estaba viviendo sensaciones con la misma intensidad del dolor de hacia un rato pero tranformadas en placer. En un momento dado en que sus manos estaban manipulando mi muslo y su dedo, no se si sin querer o aposta, rozó mi sexo. Se me escapo en debil gemido.

    -”Fran”- que te pasa ? te duele ?

    -”Isa”- noo.

    Continuó entonces su estimulación por el mismo sitio. Yo estaba tumbada boca abajo, con los ojos cerrados y la boca abierta a causa de las placenteras presiones de Francisco. En esto que su mano se metió, como anteriormente, por dentro de mis braguitas. Y acariciando lentamente mi moflete se fue desplazando hasta rozar con un dedo mi sexo. -Mmmmmmmm- Recorria arriba y abajo mi rajita metiendo la punta del dedo y haciendome suspirar silenciosamente.

    Sin tan solo pedirmelo me bajo las bragas hasta la misma altura que los shorts, en las rodillas. Y noté como empezó a besarme ambos mofletes del -culo- mientras abria y abria mi entrepierna con los dedos. Su dedo se acabó metiendo en mi rajita mientras que su lengua terminó en mi agujerito del culo.

    -”Isa”- ooooooooooh, señor Franciscoooo.

    -”Fran”- jeje, tratame de TU.

    -”Isa”- jajajajajaja.

    Con mi estallido de risa me giré e incorporé en el sofa.

    -”Isa”- nunca habia echo esto!

    -”Fran”- mmmmm encuentro fenomenal ser tu primero.

    Francisco me cogió de las manos y empezó a besarlas. -muac-muac- fué subiendo sus besos por mi muñeca, mi brazo, mi hombro, mi cuello hasta llegar a mi moflete de la cara. En el que se detuvo unos instantes, besando ya con humeda saliva que con sus labios pegaba a mi cara. Yo esperaba que me diera entonces el primer beso de mi vida pero no. No se si para torturarme o para hacerme gozar mas pero se dirigió otra vez a mi cuello y con la boca y los dedos me bajo ambos tirantes de los sostenes. Una vez que tuvo mis pechitos al aire se dedicó a lamerlos y a chuparles el pezonzito cosa que me arrancó gemidos ya no tan mudos con los de antes.

    -”Isa”- mmmmmmmm mmmmmmmm Franciscooo Franciscooo.

    Con un pequeño manoseo me desató el sosten y lo tiró al suelo. De nuevo se dedicó a chuparme el cuello mientras con las manos me pellizcaba los pezonzitos. Sentia que el momento de mi primer beso se acercaba y no erré. Una vez me tuvo totalmente excitada por el cuello y los pechos. Se dirigió a lo que yo mas deseaba. Comenzó con debiles picos que yo respondí con fervor hasta que él mismo y con la ayuda de su lengua, me abrió la boca metiendomela y tropezando con la mia que tanto ansiaba su llegada. Sus manos me seguian acariciando mis costados mientras el me besaba con hombria. De pronto noté que sus manos se metian dentro de mis braguitas por los lados. Se dispondria a quitarmelas? pensé yo. Y tampoco erré esta vez, pues estirandome un poco en el sofa, me las quitó y las tiró encima de los sostenes.

    -”Fran”- ya estas totalmente desnuda.

    Diciendo esto se levantó y empezó a despojarse de sus vestimentas. Camisa fuera, camiseta fuera (yo no perdia detalle de su desnudo) pantalon fuera y acabó con los calzonzillos que ni corto ni perezoso se saco tambien tirandolos al monton que se habia formado con mis ropas y las suyas.

    Se sentó a mi lado y volvió a abrazarme con sus besos pero esta vez me metió la mano entre piernas. Su dedo se metia avido en mi rajita y mis gemidos ya no cabian en mi boca. Mi mano tambien se metió en su entrepierna y encontre un pene flacido.

    -”Fran”- tocalo, tocalo y veras lo gordo que se pone.

    Siguiendo sus indicaciones lo fuí acariciando como quien acaricia un perro y crecio mucho. Se hizo el doble o el triple que cuando lo vi salir de los calzoncillos.

    -”Fran”- apoyate aqui encima del respaldo del sofá, veras como te encantará.

    -”Isa”- que vas a hacer ? me vas a hacer el amor ? -

    ”Fran”- si chica, te da miedo ?

    -”Isa”- no, mmmm no mucho jeje. Pero me han dicho que la primera vez duele.

    -”Fran”- es verdad, en algunas ocasiones duele un poco la primera vez. Pero tu no te preocupes porque duele solo al principio y en un instante desaparecerá todo el dolor.

    -”Isa”- vale pues, vamos a hacerlo.

    -”Fran”- lo dicho, incorporate y apóyate en el respaldo del sofa mirando hacia allí.

    Me puse exactamente como me dijo y él se puso detras de mi. Me metio el dedo en la rajita durante un ratito hasta que ante mis gemidos se decidió. Apuntó su pene en mi rajita y me cogió del lado con una mano. Su introducción empezó muy suave, apenas notaba yo que eso tenia que doler. Hasta que llegó a un punto en el que noté que dolia.

    -”Isa”- ay! ahi duele.

    -”Fran”- vale guapa, ha llegado el momento. Te va a doler un poco pero tu no le hagas caso porque en un instante pasará.

    Me cogió entonces con las dos manos la cintura y empujó suavemente la suya para ir introduciéndomelo. Como dijo, yo notaba dolor pero haciéndole caso ni grite ni salte ni nada de eso. De pronto empujó repentinamente hasta el fondo. Lo noté porque su cintura impactó en mi trasero. Yo no pude reprimir un gritito.

    -”Isa”- aaaaaaaaaaah.

    -”Fran”- ya está chica, lo malo ya ha pasado.

    -”Isa”- uy, a ver si es verdad.

    -”Fran”- sí chica, veras que bien lo vamos a pasar. Cógete bien del respaldo que te hare volar.

    Como habia echo ya media docena de veces, seguí sus indicaciones y me cogí fuerte del respaldo. Él me la metió de nuevo lentamente llegando al final repentinamente como la primera vez.

    -”Isa”- ooooooooh.

    Prosiguió entonces un mete-saca sin parada lento y potente que me elevo, como dijo, a las estrellas.

    -”Isa”- ooooooh ooooooh ooooooh.

    Su velocidad iba en aumento, lentamente pero sin parada sus embestidas eran mas poderosas cada vez. Transmitiendo esa energia a mis gemidos que igualmente iban en aumento y no se como se llevaba Francisco con sus vecinos pero seguramente ese dia recibió algun comentario suyo por el escandol que pegué. Sus manos me cogian fuerte de la cintura y sus penetraciones eran totales dentro de mi. Sacaba su pene casi del todo, quedando solo la puntita dentro de mi sexo y lo metia en su totalidad, impactando su cintura en mi trasero. Ooooooh cada vez que lo pienso me parece sentir lo mismo que sentia en ese momento. De pronto el ritmo de Francisco adoptó la mayor intensidad que tuvo y acompañó mis gemidos con los suyos. Yo sentia como por dentro me estaba echando liquido. Seria ese semen que echan los hombres cuando hacen el amor. Ese extraño sentir provocó en mi una sensación increible, perdi toda mi fuerza y me dejé caer en el respaldo del sillon. Fernando no paraba de penetrarme pero eran sus ultimos momentos pues su velocidad habia decrecido considerablemente. Acabó del todo sacando su pene de dentro de mi y se estiró al sofa. Yo me abrazé a el y me tumbe encima suyo. Le empezé a besar el pecho, continuando por la barriga, hasta llegar a besar ese bendito pene que me acababa de hacer el amor. Estaba totalmente flácido pero tenia un sabor maravilloso. Lo lamí y chupé como quien come una piruleta hasta dejarlo perfectamente limpio. En acabado me tumbe encima de Fernando en la posición denominada - fetal- y me dormí hasta las ocho o asi. Momento en que me despertó, nos vestimos y llamé a mi madre. Mi madre llegó en un rato y hablo con Fernando. Al cual agradeció soberanamente que me hubiese tenido en su casa todo ese tiempo.

    La verdad es que yo sí que tenia razones para agradecerme a Fernando. No creo que tarde mucho en re-visitar el parque de buena esperanza, a ver si re-encuentro a mi angelito.


    Fin

    Incesto genético, relato erótico SDPA en blogSDPA.com

    Incesto genético, Parte 01

    14 de enero de 2025 en Relatos SDPA, Jovencitas, Incesto, Jovencitos

    Esta publicación es la parte 1 de un total de 3 publicadas de la serie Incesto genético

    La historia de como dos hermanitos empiezan en el mundo sexual



    Hola, me llamo Jorgelina, tengo 27 años, soy de Rosario, Argentina, soy rubia, ojos marrones claros, delgada, cuerpo normal y desde haces 3 años estoy casada, echo que no altero la relacion con mi familia.

    Les voy a contar como comence con la practica del incesto, esto sucedio cuando tenia 13 años y en otros relatos como se fue ampliando el circulo.-

    Desde chica, mi familia fue muy unida, siempre estabamos junto a mis tios y primos. Mis tios eran por parte doble ya que el hermano de mi madre se caso con la hermana de mi padre. Yo tengo un hermano 2 años mayor que yo, que se llama Leonardo y 3 primos Fernando que en ese momento tenia 16, Valeria de 14 y Federico de 11.-

    Todo empezo un verano, en el como de costumbre fuimos las dos familias de vacaciones juntos a Mar del Plata.-

    Alquilamos una casa de dos plantas, cerca del mar, los dormitorios estaban en la planta alta y abajo habia una sala grande, una cocina comedor, un comedor enorme y el garaje par 3 autos.-

    Una noche me desperte con muchas ganas de orinar, eran como las 2 de la madrugada, me levante y fui al baño. Cuando sali del baño siento unos ruidos extraños en la planta baja. Despacito me acerco a la escalera y me asomo para ver que pasaba. Lo que vi me dejo helada, en la sala estaban mis padres y mis tios desnudos.-

    Mi madre estaba sentada en un sillon con las piernas abiertas y mi tia arrodillada delante de ella chupandole la concha mientras mi padre estaba detras de ella cogiendola y mi tio le metia la pija en la boca a mi madre. Me quede mirando sin poder dar credito a mis ojos, era alucinante ver como estaban cogiendo los cuatro. Tan absorta estaba mirando que no senti que habia alguien detras de mi, cuando me di cuenta casi grito del susto pero mi hermano me tapo la boca enseguida, para que no gritara, haciendome señas que guardara silencio se arrodillo a mi lado y miro un rato lo que estaba pasando en la sala. En ese momento mi tia estaba siendo penetrada por mi padre y mi tio a la vez, mientras que mi madre besaba y acariciaba los pechos de mi tia.

    Leonardo me hizo señas que lo siguiera, y me llevo hasta el baño. Ahi me conto que el hacia mas de un año que sabia lo que hacian nuestros padres con los tios, y que eso sucedia casi todas las semanas. Y el los espiaba y despues se hacia unas pajas de campeonato recordando lo que habia visto. En eso note un bulto prominente en el slip de mi hermano, el al notar que miraba hacia ese lugar me dijo:

    – ¿Queres ver como me pajeo?

    – Bueno – conteste mas por curiosidad que por morbo.

    Saco su pija que estaba re dura y comenzo a pajearse, con fuerza, mientras yo miraba con los ojos como platos. El al ver mi expresion me dijo que si no queria tocarla, sin responderle extendi mis manos y le tome el miembro con ambas manos y lo acaricie suavemente, despues de un rato lo comence a pajear despacio como habia visto hacerlo a las mujeres abajo y sin pensarlo lo empece a mamar con torpeza hasta que mi hermano tubo un espasmo y saco la pija de mi boca y se corrio salpicandome con su semen la cara y el cabello. Tenia todavia la pija chorreando leche en mi mano y acerque mi boca a ella y comence a lamerla para limpiarla, el sabor del semen no me desagrado y termine mi trabajo, sin dejar rastros de semen en el.-

    Esto, si bien sorprendio a mi hermano, lo volvio a excitar y en pocos segundos volvio a estar con la pija dura.

    – Bajate la bombacha – me ordeno.

    – ¿Que me vas hacer? – le pregunte asustada.

    – Te la voy a chupar yo a vos – y sin decir mas me acosto en el piso, me saco la bombacha y comenzo a chuparme la conchita con ansias. Me levanto las piernas y tambien me trabajo mi ano, y empezo a chuparme alternativamente la concha y el culo hasta que me arranco el primer orgasmo de mi vida, que me hizo temblar de placer.

    El se incorporo y se volvio a pajear mirandome y acariciando desde mis tetitas hasta mi sexo. Aumento la velocidad del meneo de la pija hasta que entre gemidos se corrio nuevamente, derramando su esperma sobre mi vientre y mi sexo. Luego me beso suavemente en la boca y me dio una toalla humeda para que me limpiara y le limpiara yo la paja a el.

    Salimos despacio del baño y nos fuimos cado uno a su dormitorio.

    Al dia siguiente me levante y fui a desayunar, estaban todos ya en la cocina desayunando. Mire a mi hermano y el me sonrio con complicidad, actuando con normalidad al igual que mis padres y tios.-

    Esa noche permaneci despierta hasta tarde en la cama tratando de oir lo que pasaba en la casa, pero no oi nada.

    Al levantarme me tope con mi hermano en el pasillo que me pregunto.

    – ¿Por que no viniste anoche? Te estuve esperando, no sabe lo que te perdiste, hicieron de todo y yo me pajie 3 veces en el baño.

    – No queria mirar y lo que hicimos la otra noche esta mal – le respondi, siguiendo mi camino.

    Durante todo el dia mi hermano, me estuvo persiguiendo por todos lados y cuando podia me tocaba el culo o las tetas, inclusive el sexo, o apoyaba su verga dura en mi culo.-

    Despues de cenar me fui a costar ya que estaba muy cansada, me dormi casi de inmediato. Pero a la madrugada me desperte, me levante sin hacer ruido y fui al baño. Cuando estaba por entrar siento ruido abajo y me acerco a la escalera, sabiendo lo que iba a ver, a mis padres cogiendo con mis tios. Mire durante un rato como mi tia era penetrada por mi padre y mi tio a la vez y a mi madre tirada en un sillon metiendose un consolador por el culo. Esto me puso un poco caliente y decidi ir al baño a masturbarme.

    Entre al baño, me desnude y sentandome en el inodoro comence a masturbarme. De pronto la cortina de la ducha se corre y aparece mi hermano totalmente desnudo y con la pija al palo, se acerco y sin decir nada me la acerca a la boca para que se la chupe. Yo sin protestar la tome con mi mano libre y comence a pajearlo mientras me la metia en la boca. Despues de un rato asi me la saco y me dijo que me acostara en el piso boca arriba, obedeci su orden y el se me puso encima para hacer un 69. Se empezo a mover como si estuviera cogiendo, llegandome a tocar la garganta con la verga, mientras me comia la concha y el orto con ansias. Despues de un rato comenzo a masajearme el orto con un dedo, el cual fue metiendo despacito dentro de mi culito virgen, yo quise protestar pero no pude por que en ese momento me vino un orgasmo mas intenso que el de 2 noches antes. Cuando Leonardo se dio cuanta de esto acelero el ritmo de la mamada, haciendome llegar a la cima del placer.

    Cuando termino mi orgasmo, Leonardo se levanto y me hizo poner en 4 patas y me chupo el orto y volvio a meter un dedo dentro moviendolo como si me estuviera cogiendo, dilatando de esta manera mi orificio.

    Tomando un frasco de crema para el cuerpo me unto el orto y tambien su pija, y coloco la cabeza a la entrada de mi cuevita, presionando despacio hasta que mi esfinter cedio y comenzo a penetrarme despacio, yo solte un gemido de dolor.

    – No hagas ruido que nos van a descubrir – me regaño Leonardo, siguiendo la penetracion despacio, pero sin parar. Cuando tuvo mas de la mitad de su verga dentro de mi culo, empezo con el mete y saca lentamente desoyendo mis suplicas para que me la sacara, ya que me dolia mucho.

    A cada arremetida me la iba clavando mas profundo hasta que la tuve toda a dentro, siendo el dolor insoportable, se me caian las lagrimas del dolor pero lo dejaba hacer ya que me estaba gustando a pesar de todo. No se cuanto tiempo estuvo cogiendome por el orto pero a mi me parecio una eternidad hasta que por fin entre gemidos y convulsiones se acabo en mi interior. Yo senti como su leche golpeaba dentro de mis intestinos inundandolos.-

    Cuando la saco vi que la tenia toda sucia de mierda, leche y sangre. Esto ultimo me asusto y lleve mi mano a mi culito dolorido y comprobe que sangraba un poco, Leonardo me reviso y comprobo que solo era una pequeña lastimadura, me hizo lavar bien y el tambien lavo su verga.

    Luego me vesti y cuando estaba por salir del baño, mi hermano me detiene y me besa en la boca con pasion mientras me acaricia el culo que acaba de romper, apretada contra el siento su verga dura contra mi vientre, la comienzo a tocar, mientras seguimos fundidos en un beso apasionado. Me separo de el y arrodillandome comienzo a chuparle nuevamente la verga mientras lo pajeo. Con esto lo puse a 100, y en poco minutos me acaba en la boca sin hacer nada por evitarlo, yo trago la mayor parte de su leche y el resto se me escapa por la comisura de la boca, le lamo lo resto de leche dejandosela totalmente limpia.

    Despues de enjuagarme la boca y un tierno beso en los labios nos vamos a dormir cada uno en su cama.-

    Desde ese dia y durante todo el tiempo que estuvimos en esa casa, casi todas las noche nos reuniamos en el baño para hacer el 69 y que Leonardo me cogiera por el orto, ya que despues de 2 o3 veces lo empece a disfrutar mucho hasta me producian orgasmos maravillosos.


    Continuará

    El ser, relato erótico en blogSDPA.com

    El ser, Parte 01

    14 de enero de 2025 en Jovencitas, Zoofilia, Ciencia Ficción, Terror, Relatos SDPA

    Esta publicación es la parte 1 de un total de 3 publicadas de la serie El ser

    Una jovencita se tiene que hacer cargo de un raro ser… con necesidades poco corrientes.


    Sé que hay ciertas cosas que la gente de ciudad desconoce, o no quiere conocer, y que mi historia no pasara de ser considerada como una increíble fantasía, o como una mentira muy gorda. Pero he vivido toda mi vida en un pueblo que solo sale en algunos mapas locales de Galicia. Y por eso las cosas en las que nosotros creemos no tienen por que ser las mismas en las que creen ustedes. Así que piensen lo que quieran acerca de mi relato.

    Como mi padre falleció hacia ya varios años era mi madre la que trabajaba las pocas tierras que nos quedaban, y yo la que cuidaba de la casa y Virginia, mi hermana pequeña.

    Por cierto yo me llamo Lurdes y, en aquella época, aun no había cumplido los 16 años.

    De mi aspecto solo puedo decirles que siempre he estado muy bien dotada de delantera, quizás para compensar que no soy muy guapa; y ya desde niña notaba como las miradas de los hombres de la aldea se posaban muy descaradamente en mis firmes y abultados senos, las pocas veces que acompañaba a mi madre al mercado, haciéndome sentir muy abochornada.

    Pues desde que iba al colegio era consciente de que mis espectaculares pechos atraían a los chicos como imanes. Ya por aquel entonces había tenido que enfadarme con algunos de los compañeros de clase por no saber tener las manos quietas, dado que casi todas sus bromas y travesuras tenían como único objetivo el ver o tocar mis prominentes senos.

    Creo que ese fue el principal motivo que hizo que mi tía recurriera finalmente a mí.

    Ella siempre ha vivido en el monte, lejos del pueblo, y de los hombres; sobre todo desde que murió mi padre, su hermano mayor. Por eso, cuando me pidió que fuera a verla a solas a su apartada casa del bosque fui enseguida, pues pense que podía estar enferma.

    Cuando llegue a su casa me tuvo un buen rato charlando de tonterías, hasta que por fin encontró la confianza suficiente como para contarme cual era su curioso problema.

    Me llevo a su dormitorio, y allí pude ver al animal más raro que había visto en mi vida; y que, aun hoy, no sé de donde salió, ni como sabia mi tía tantas cosas acerca de él.

    Para que se hagan una idea les diré que era como una preciosa bolita de pelo naranja, de apenas dos palmos de alto por solo uno de ancho.

    Tenía unos ojitos lilas, muy redondos y pequeñitos; y, en lugar de poseer nariz y boca, tenia una especie de fina trompetilla rosada, que no paraba de olisquear el aire, de una forma muy graciosa. En vez de tener brazos y pies tenía seis tubitos de pelo que, aunque le hacían andar de un modo un tanto raro, como hacen los insectos, le servían también para ponerse erguido, o sentado, si le apetecía. Los dos tubitos del medio casi no los movía, pero del interior de los otros cuatro le salían tres finos tubitos, de color amarillo pálido, que le servían como manos.

    Estos pequeños tubitos me recordaban a los tentáculos de un pulpo, pues eran un poco pegajosos, aunque no manchaban, y él los usaba para agarrar las cosas que le acercaban.

    No sabía si era macho o hembra, pues solo se le veía un pequeño orificio por detrás; que supuse que le serviría para evacuar las heces. Estuve un rato jugando con él, dejando que atrapara mis dedos con sus suaves tentáculos; o que oliera mis manos con su trompetilla, la cual me hacia unas cosquillas terribles cuando succionaba delicadamente mi piel.

    Mi tía no me dio demasiadas explicaciones, pero por sus palabras me di cuenta de que lo consideraba una especie de criatura celestial; o, por lo menos, un amuleto que le daba suerte y protección. No me dijo cuánto tiempo hacia que lo tenía, pero lo más seguro es que lo llevara escondiendo desde hacía ya bastantes años, así que no tarde en preguntarle porque había esperado tanto tiempo en enseñármelo, y porque lo hacía justamente ahora.

    Ella, bastante triste, me explico que el ser, al que se negaba a darle un nombre, solo podía pasar de una mujer a otra, y que si lo conocían la gente del pueblo, o de la ciudad, no tardarían en quitárselo y llevárselo, para estudiarlo a fondo y experimentar con él.

    Después me aclaro que el estrambótico ser era tan solo un bebe, y no podía tomar otra cosa que no fuera leche materna. Había probado a darle todo tipo de comidas pero desde que ella lo tenía solo había conseguido que tomara leche humana para poder alimentarse.

    Ni tan siquiera le servía la leche preparada en las farmacias, solo aceptaba la que él tomaba directamente. Yo estaba la mar de sorprendida, pues sabía que mi tía nunca había tenido hijos, pero me aclaro que él se las apañaba solo para amamantarse de las hembras.

    Aunque había un problema, el ser solo podía obtener leche de aquellas humanas que estuvieran en edad de procrear, y a mi tía le acababa de llegar la menopausia.

    El ser llevaba ya dos días sin comer y mi tía no vio más solución que pasármelo a mí, para que yo lo cuidara, y alimentara; manteniéndolo escondido de la gente. Yo, al principio, pensé en negarme, pero el ser era tan tierno y dócil que no supe oponerme a los deseos de mi tía, máxime cuando sabia que la pobre no tenía ninguna otra amiga que pudiera ayudarla.

    Siguiendo sus instrucciones me quite la holgada camisa, y el aparatoso sujetador, para dejar que el ser se acercara a mis grandes pechos desnudos. Nada mas hacerlo, salieron disparados todos sus tentáculos, hasta conseguir rodear mis dos prominentes senos.

    Era la mar de divertido ver como su pequeña trompetilla se desplazaba de una colina a la otra con rápidos y nerviosos movimientos. Eso, unido al insidioso roce de los tentáculos, que no paraban de explorar toda la superficie de mis tetas, hizo que muy pronto se me endurecieran los gruesos pezones. Ya que estos, en consonancia con mis pechos, son también desmesurados, por lo que el simpático ser no tuvo ningún problema a la hora de encontrarlos.

    En cuanto dio con uno de ellos pego su curiosa trompetilla directamente encima, y uso todos sus tentáculos para agarrarse, firmemente, a ese globo en concreto.

    Durante las fiestas mayores de mi pueblo, algunos años antes, un avispado muchacho de un pueblo vecino consiguió engatusarme lo suficiente como para que le dejara acariciar mis pechos mientras nos besábamos, amparados en la oscuridad de un estrecho callejón.

    El muy pícaro no se conformo solo con eso y, aprovechándose de la debilidad que me estaban provocando sus hábiles maniobras, consiguió soltar casi todos los botones de mi liviano vestido, deshaciéndose a continuación del corsé con una soltura bastante sospechosa.

    Sus manos se multiplicaron a partir de ese momento, masajeando mis pechos por todas partes, dándome tanto placer que hasta le permití meter la cabeza dentro de mi vestido, donde estuvo un buen rato chupándome los pezones. Como no le deje hacer nada más, a pesar de su insistencia, no le volví a ver jamás por mi vera. Y no me arrepiento de ello.

    Y el ser, acoplado a mi pezón, me hizo recordar aquella noche. Con una salvedad, que el ser lo hacía mucho mejor. Lamía, chupaba, y mordía, todo en uno.

    Era una sensación rarísima que me estaba excitando como nunca había estado, y que me obligaba a apretar con fuerza las rodillas para que mi tía no se diera cuenta de la turbación que sentía.

    Solo sufrí un momento, cuando sentí como si me hubiera clavado una fina aguja hasta lo más hondo de mi sensible pecho. Pero mi tía se apresuro a calmarme diciéndome que eso era normal, y que solo dolía la primera vez. El dolor ceso enseguida, y pronto note como el ser absorbía algo de dentro de mí. Debía estar verdaderamente hambriento, pues mi tía me dijo que lo normal eran unos diez minutos y el ser estuvo casi quince antes de pasar, él solo, en busca del otro seno desnudo.

    Allí repitió la operación, dándome mayor placer aun si cabe, mientras yo miraba asombrada como salía de mí enrojecido e irritado pezón la última gota de mi leche.

    Aunque ya me lo esperaba, me dolió lo mismo que la otra vez, y me alegre de que no me tuviera que volver a doler nunca más. Cuando acabo de mamar recogió sus tentáculos y se quedo dormido, casi de seguida, enroscado en mi regazo.

    Parecía una especie de gatito pequeño, pero mucho más encantador. Y, cómo no, decidí hacerme cargo de él, sin tener ni idea de todo lo que nos sucedería a continuación.


    Continuará

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    Desvergonzada fiesta, Parte 02

    14 de enero de 2025 en Sexo en grupo, Relatos SDPA, Jovencitas, Jovencitos

    Esta publicación es la parte 2 de un total de 3 publicadas de la serie Desvergonzada fiesta

    Una mujer coloca bien atado un cinturón con olisbo monstruoso alrededor de la cintura de la niña recién enculada. Esta sonríe mientras se enjuga las lágrimas sobre los mojados, empapados párpados. Gran cantidad de semen rezuma de su amoratado y dilatado ano, resbalando hacia abajo por muslos, corvas y pantorrillas. Ahora es su turno, para vengarse. Sonríe pícaramente. El hombre se arrodilla a cuatro patas, pone manos y piernas sobre la cama. La pequeña está ya arrodillada delante del viejo. Empuña con decisión la empinada verga, para empujarla, a duras penas, en la boca de piñón, entre los muy abiertos labios, entre los muy separados dientes lechosos. Chupa y mama con fruición, como si fuera un rico pirulí. De vez en cuando lo saca, para ensalivarlo y lamerlo por varias veces.

    Copiosa baba infantil empapa el enhiesto príapo, que aumenta considerablemente de tamaño cuando la niña mayor con ahínco clava por detrás el monstruoso falo entre las nalgas del adulto. Él da un grito de agudo e intenso dolor. Ella se anima al momento. Ella está encantada de vengarse. Con gran entusiasmo la pequeña embiste el imponente príapo en el culo adulto, entre las rechonchas nalgas varoniles. Se agarra con sus pequeñas manos a las recias caderas del gozoso hombre, babeante de felicidad. Los invitados aplauden a rabiar. Con obscenas palabras animan a la enardecida chiquilla.

    La niña está muy contenta de tomarse la venganza con su querido amigo. No siente compasión alguna. Sonríe contenta. Asalta, ataca, ensarta, empala y clava el culo varonil con inaudita desvergüenza, con fogosidad frenética. Y así durante diez interminables minutos. La pequeña actriz es obstinada, tenaz, terca, resistente. Muestra mucho aguante. Parece no cansarse. El hombre se sujeta con ambas manos a la pequeña cabeza de la cría de nueve años, de pupilas enteramente dilatadas, a la que viola ferozmente. La niñita aguanta las feroces embestidas del inflamado amante.

    No puede zafarse, no puede soltarse, no puede mover la cabeza. Copiosas lágrimas cristalinas resbalan sobre las enrojecidas mejillas infantiles. Al fin el adulto inunda y colma con abundantes chorros de semen la babosa boquita infantil. La niña de nueve años traga y engulle el esperma como puede, sin darse un respiro. Algo de leche viril se escurre y resbala por las comisuras labiales. Sonríe contenta. Sólo entonces el lindo trío se deshace.

    Ha terminado el impresionante show.

    Cansados, sudorosos y sonrientes se levantan. Saludan contentos. Cerrados aplausos salen de los entusiasmados espectadores cuando ellos tres abandonan el gran salón. El hombre marcha cojeando ostensiblemente. Las niñas salen agarradas de las manos. La más niña se seca el empapado hocico con la mano suelta. La mayor sonríe al hombre.

    De su delgada cintura cuelga aún el macizo badajo de látex negro.

    Las “novicias” mayores, de diez, once y doce años, sueltan y dejan libres los enhiestos, endurecidos y empapados príapos viriles para meter las cabezas entre las rodillas y muslos de sus pequeñas amigas, las “aprendices” más niñas, las de siete, ocho y nueve añitos. Y tal como han sido enseñadas, se afanan en chupar, ensalivar, lamer y mamar con fruición las tiernas, pequeñas vulvas, los lampiños, frescos sexos infantiles. Los excitados varones quedan entonces aliviados de la enorme tensión que gozaban por las obstinadas mamadas, las tercas chupadas de las impúberes pequeñas. Las crías se menean, se retuercen de gusto sobre los desnudos muslos varoniles. Gimen, suspiran profundamente. Sus manitas acarician las cabezas de las mayores.

    Los hombres besan a las niñas más pequeñas con fruición, con las lenguas muy dentro de las forzadas boquitas infantiles, de las que cae y resbala sin cesar abundante baba. Las pequeñas manos de las crías son frenéticamente friccionadas y frotadas contra las inflamadas, macizas, empinadas vergas de los viciosos libertinos.

    Sobre la gran pantalla sucede al fin lo que todos esperan con ganas. El imponente príapo negro está ya inundando, chorro a chorro, la pequeña boca infantil con enorme cantidad de semen viscoso, que al instante comienza a resbalar y caer por las comisuras labiales, a brotar y rezumar por los pequeños orificios nasales. La asfixiada, sofocada, enrojecida virginal niña trigueña aguanta valientemente, y traga con fruición la leche viril tanto como puede. Los angelicales ojos azules están semicerrados a causa del semen que aún resbala. Los invitados aplauden a rabiar, fascinados por la soberbia escena real. Los otros tres penes se acercan a la cabeza de la párvula para disparar potentes chorros de esperma, que golpean los mofletes, las orejas, la nariz, la frente, el cogote, la cara, el rubio pelo de la hipnotizada pequeña….

    Empieza otra exhibición. Dos adolescentes, muchacho y muchacha, están ya acoplados sobre una silla, totalmente desnudos. La chiquilla de catorce años cabalga el miembro viril del chaval de quince años, a su vez bien asentado sobre el sillón. Ella le da la espalda. Está sentada sobre los genitales del chico, con el erecto miembro viril clavado profundamente entre las tersas nalgas femeninas. La chica se mueve frenéticamente sobre el embelesado muchacho. Las manos del adolescente manosean y pellizcan a placer los pequeños pechos de su amiga.

    La muchacha sostiene en sus manos un grueso falo artificial. Ahora es el turno de una niña de diez a once años recién salida al escenario. Sin titubear un instante la chiquilla se quita la braga y se sienta a horcajadas sobre el pubis de la adolescente, y ella misma se introduce el macizo príapo de látex negro en su pequeña cosita pequeña. Monta sobre la muchacha. El chico es lo suficientemente fuerte y atlético como para soportar el peso de las dos féminas.

    El muchacho empuja fuerte y rápido, como puede, fogosamente, y así la chavala clava una y otra vez el miembro postizo en la pequeña vaginita infantil. La niña se abraza a la chica. Apenas se mueve por cuanto todo el trabajo es hecho por su compañera. Comienza pronto a llorar lágrimas cristalinas y a gemir de dolor, pero aguanta las apasionadas embestidas de los dos adolescentes. El gordo y macizo falo postizo desaparece por completo en la vaginita. De repente paran. El trío se deshace mientras estalla una sonora ovación. Ahora los tres se arrodillan sobre la cama, uno detrás del otro, con la niña en primer lugar, de cara a los lujuriosos espectadores, manteniendo las nalgas bien levantadas. Enseguida el muchacho ensarta el culo infantil con su empinado pene mientras que la muchacha hace lo mismo con el joven, colocado delante de ella.

    Es fascinante el espectáculo. La muchacha empuja violentamente el miembro artificial. Sodomiza con furor a su amigo, tomándose la venganza. El empalmado, punzante pene es empujado bien adentro, empalando, taladrando y rellenando el angosto ano infantil, con trémula, compacta, recia, maciza, dura carne viril. La cría solloza y gime, llora y gimotea, lloriquea y suelta fluidas lágrimas cristalinas.

    La pequeña aguanta el punzante, lacerante, hiriente, agudo, intenso dolor. Aún no está habituada. El fuerte joven encula a la chiquilla de manera impetuosa y apasionada, profundamente, sin importarle el sufrimiento de la niña. El tieso miembro viril es empujado, una y otra vez, en el dilatado, agrandado, ensanchado recto infantil. Es hundido muy adentro en cada embestida, desapareciendo casi por completo en cada fogosa arremetida. El ano infantil ha sido bien engrasado y pringado con vaselina. El príapo va y viene cómodamente, sin ser sacado del inflamado, hinchado, amoratado, caliente orificio. La niña de diez años se retuerce de dolor.

    Lágrimas cristalinas resbalan sobre sus mofletes enrojecidos y empapados. Está rabiosa con el chico. Pero aguanta bien. No puede soltarse. Su cintura es asida por las dos manos del quinceañero. El joven clava y ensarta el duro falo entre las lindas, carnosas nalgas, tan hondo como es posible. Ensarta el tieso, rígido príapo hasta casi los lampiños testículos. Tras unas cuantas salvajes y entusiasmadas embestidas se derrama entre gritos delirantes, inundando el angosto culo infantil con copiosos chorros de viscoso semen, lechoso, pegajoso y caliente. Ellos tres están ahora quietos, agotados. Se separan y levantan. Salen fuera.

    En el siguiente espectáculo actúan simultáneamente dos adultos, hombre y mujer jóvenes, y cuatro niñas, con edades comprendidas entre los ocho y los once años.


    Continuará

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    Los pechos de mi tía Karina

    13 de enero de 2025 en Relatos SDPA, Incesto, Jovencitos

    Era época de navidad, la familia se juntaba en casa de mis padres a pasar nochebuena. Yo tenia trece años en ese entonces, y era un pibe flaco, no muy alto, pero tampoco petiso. Y como buen chico que esta entrando en la adolescencia, me masturbaba dos o tres veces al día. Mis toqueteos iban dedicados a chicas de revistas, a mi vecina que rajaba la tierra… pero ese 24 de diciembre, les dedique todas a mi tía Karina.

    Recuerdo bien que yo estaba en mi cuarto jugando a los videojuegos, cerca del mediodía. Ya me aburría de pensar que tendría que pasarla con mis familiares, mis primos, que son de mi edad, no venían porque se iba a casa de papá. Pero venia su madre con mi primita de, en ese entonces 8 años, y su hermana, la tía Karina, de 20 años.

    -venia a saludar!!..- Había gritado mi madre, y yo baje de mala gana al living. Primero vi a mi tía vieja, que me saludo con un beso que casi me succiona el cachete, una de sus asquerosas costumbres. Luego a mi primita Maria, que me saludo con un “hola” tímido y se fue corriendo. Pero al ver a Karina… guau… no la veía hace bastante, unos años, pero como estaba!… Mi tía era un camión infernal, morocha de ojos celestes, labios gruesos, de esos creados para una buena mamada. Es alta, con el cuerpo firme por donde se lo mire, un culo de infarto, redondo, grande, duro, que lo hacia ver con unos ajustados jeans gastados, que se le metían por todos lados. Luego tenia una musculosa blanca que dejaba su cintura fina afuera.. y lo mejor, sus pechos eran enormes, no me acordaba que fueran tan grandes, parecían querer saltar fuera de la musculosa…

    -hola sobrino!…- Me dijo y me dio un beso que hizo que mi cuerpo comenzara a hervir. Además, como yo soy más bajito que ella, se inclino un poco dejando a la vista el escote de sus tetasas. Yo apenas la salude tartamudeando y me fui a mi cuarto, tenia mi verga a full, recontraparada, y sin pensarlo dos veces, cerré la puerta y me masturbe, acabando abundantemente en menos de un minuto.

    Ya más tranquilo, baje a comer con la familia. A la tarde llegaban otros tíos míos y mis abuelos. Mi primita era re tranquila, no molestaba para nada. Pero la cuidaba Tía Karina, que yo no dejaba de mirarle sus tetasas disimuladamente. Aunque ella cada vez que me miraba, sonreía de tal forma que me hacia sonrojar.

    En la mesa charlaron de todo, y me entere de que tía Karina ya no estaba mas de novia, había cortado hace tres meses, y venia de una relación de 3 años. Y que ella prefería venir acá a pasarla en familia a salir con sus amigas (porque siempre se hacen estas reuniones familiares, y Karina no venia porque estaba con el novio o sus amigas).

    No me animaba a estar cerca de mi Tía, así que la esquive toda la tarde. Peor la espiaba desde la escalera o la ventana.

    Ella había salido con mis padres al parque detrás de mi casa, al lado de la pileta. Y yo escondido desde mi ventana, la miraba mientras me sobaba la verga por arriba del pantalón. Me volvían loco esas tetasas, y me di cuenta de que a mi padre también, porque tampoco dejaba de mirárselas.

    Mi viejo a la noche comenzó a hacer el asado de todas las navidades. Yo baje porque ya estaba aburrido de estar en mi cuarto. Y sin poder evitarlo, tía Karina vino a hablarme.

    -al fin saliste de tu cuarto, que tenes hay tan interesante?..- Me pregunto riéndose mientras frotaba su mano en mi cabeza, desparramando mis cabellos.

    -nada… nada interesante…- Dije yo tímido, tratando de no mirarles las tetas.

    -estas grandote y muy bonito sobrino…- Me decía ella haciéndome ponerme colorado de vergüenza y calentura. Al rato me fui acostumbrando a esta con semejante mujer a mi lado, y charle con ella de lo mas bien. Me pregunto como iba en la escuela, como eran mis amigos… Yo le pregunte de su novio, y ella me dijo “ya fue haciendo un gesto con la mano restándole importancia.

    -y tenes una noviecita?…- Me pregunto picaramente.

    -no..no…- Le dije yo tímido, no tenia ni novia ni siquiera había dado un beso. Tía Karina se rió y seguimos hablando, de películas, de programas de Tv. , resulto ser una mina muy copada, que sabia como mantenerme entretenido (aparte de que ya lo hacia con sus dos globos)… me daba consejos, me decía que no me dejara pisotear, que pase tiempo con la familia y amigos…

    Casi a las doce, yo ya me había cambiado con mi mejor ropa, unos jeans azules y una camisa negra, porque quería que mi tía me diga nuevamente algo al respecto. Mi primita tenia un vestidito rojo y correteaba por el parque con estrellitas.. Luego vino la tía Karina.. dios… Me quede con la boca abierta la verla. Se había atado sus largos cabellos negros con una larga trenza. Tenia unas botas de cuero negras caña alta con tacos en sus interminables piernas… Luego tenia una falda ajustada marrón, que tenia tajos a los costados y que la caminar dejaban todas sus piernas a la vista… para gracia mía y de mi padre, que no dejaba de mirarla. Y lo mejor, tenia una camisa blanca ajustadísima la cuerpo, que destacaban increíblemente sus tetasas. Además de que tenia los botones de arriba desabrochados, dejando un gran escote que me dejaba tonto al mirarlo.

    -feliz navidad!..- Me dijo tía Karina abrazándome cuando se hicieron las doce. Además de que todos nos saludamos, claro. Luego brindamos, yo con gaseosa, y los mas grandes con shampan. Luego de tirar fuegos artificiales, todos nos quedamos afuera en el parque festejando, comiendo pan dulce y esas cosas.

    -toma.. proba… pero no le digas a nadie que yo te di…- Me dijo tía Karina dándome una copa de zampan. No me gusto mucho en ese entonces, pero me tome como 4 copas junto a mi tía, que comenzaba a reírse tontamente. Como a las 2 de la mañana, mis tíos se fueron a acostar a mi primita Maria. Recuerdo mirar como me sonreía mientras hablaba con tía Karina, esos labios rojos, su escote.. Estaba re tonto con ella. Sin que mis padres se enteren, probé vino, sidra y un licor… cosa que me puse medio borrachín, ya que me reía de cualquier cosa.

    A las tres de la mañana, mis padres y mi tíos se fueron a tomar un café al comedor. Tía Karina dijo “me voy a acostar, creo que estoy algo borracha”, y me dio un beso en la mejilla, cerca de mis labios, y se fue tabaleándose.

    Mis padres y tíos se fueron a dormir un rato después, y quede yo solo.

    -ya que estamos acá…- Me dije y agarrando la botella de zampan que estaba por la mitad, me fui al living a mirar Tv. Me senté en le sillón mientras tomaba shampan con una copa. Nada en la Tv., Películas de Jesús, alguna de Papa Noel, festejos en otros países… Así que me quede viendo una película de papá Noel media pedorra, pero era lo que había.

    -me das una copa sobrino?..- Sentí que me decía a mis espaldas, era mi tía Karina. Se sentó a mi lado mientras yo le serbia torpemente el shampan.

    -con esta borrachera no me podía dormir.. –Me dijo riendo y tomándose la copa de un trago. Estaba oscuro, peor podía ver que estaba con la nariz colorada, fruto de su embriaguez. Yo también estaba medio borracho, o mareado… y no se como tía Karina se fue recostando en el sofá, hasta quedar en mi hombro acurrucada. Yo estaba de lo mas bien hasta el momento, pero sentirla tan cerca, su calor, su aroma.. su escote… hacían que me descontrole, y mi verga comenzaba a palpitar bajo mis jeans.

    -que película aburrida…- Me decía ella riendo y recostándose mas en mi.

    -pone el brazo así, sino vas a estar incomodo…- Me decía ella pasando mi brazo por encima de ella, rodeándola. Su cabeza estaba sobre mí estomago, yo decía por mis adentros “se va a dar cuenta!”, Porque mi verga no paraba de crecer. Y así sucedió. Tía Karina mientras mirábamos Tv., me preguntaba cosas sin sentido, si hacia deportes, si me gustaba las películas de terror… Mientras hablaba y yo contestaba torpemente, ella jugaba con uno de sus dedos, haciendo círculos en mi pierna. Mi verga ya estaba al tope, y comenzó a golpear en mi pantalón pidiendo libertad.

    -sobrinito!…- Exclamo ella incorporándose, quedando sentada mirando mi bulto palpitante, con una sonrisa de oreja a oreja.

    -discúlpame tía.. yo, yo…- Balbuceaba yo muerto de vergüenza, mas porque tía Karina se reía tapándose la boca con la mano, sin dejar de mirarme le bulto.

    -porque te pusiste así?…- Me decía ella entre risas. Yo no sabia que decir, me quería matar.

    -porque… porque… sos muy linda y…- Intentaba explicar yo.

    -ahh.. en serio estas así por mi?… te gusto sobrino?- Me decía ella mirándome fijamente, sonriendo picaramente.

    -y si… soy muy linda… y…- Tartamudeaba yo.

    -y que te gusta de mi?…- Me preguntaba ella sin dejar de mirarme a los ojos. Yo trataba de mantener la miraba allí, porque ella estaba un poco inclinad ay dejaba todo su escote a la vista, y no quería que me viera mirándole las tetas. Pero mis ojos se escaparon un segundo hacia allí.

    -ah… hups… se me ve todo.. con razón…- Dijo ella mirándose el escote y cerrándoselo. Luego me miro y dijo “te gustan?”.

    -ss—ssi…- Le dije yo sin saber que decir, si sí o no.

    -alguna vez estuviste con una chica?…-

    -n..nno..-

    -todavía nunca diste tu 1° beso?…

    -nno..no…- Respondía yo avergonzado.

    -.. ahh… queres que te enseñe a besar?…- Me dijo ella riendo, mirando hacia los lados a ver si había alguien escuchando.

    -enserio?…- Le pregunte yo sin poder creerlo. “claro tonto, no voy a dejar que mi sobrino de su 1° beso a su noviecita sin saber como hacerlo”. Yo me rei tontamente.

    -a ver veni, acércate…- Decía ella riéndose. Luego, lentamente, me agarro la cara con sus manos, lo cual me hizo temblar de la emoción.

    -proba mis labios muy… muy suavemente…- Me dijo acercándose. Yo cerré mis ojos, y nuestros labios chocaron. Me sentí en el cielo, ella me besaba de una manera que me hacia volar. Si saber, nuestras bocas se abrieron y ella me metió su lengua dentro de mi boca. Yo no sabia bien que hacer, así que hice lo mismo, era maravilloso. Mi verga estaba por estallar. Tía Karina me besaba cada vez mas apasionadamente, yo no sabia donde poner mis manos, pero ella me tenia agarrado de la cabeza. Y si querer, instintivamente, mis manos fueron a su cintura, y subieron hasta sus pechos, los cuales apreté un poco. Inmediatamente tía Karina se separo.

    -vas rápido sobrinito!… no hagas eso con tu noviecita la 1° vez porque te pega una cachetada.. jaja.. Tanto te gustan?…- Me dijo riendo, agarradose sus pechos que apenas podía agarrar con sus manos.

    -me fascinan…- Le dije fuera de mi, mirándole como se agarraba las tetas.

    -te las dejo ver como regalo de navidad, pero solo mirar…- Me dijo ella sonriendo, y comenzó a desabrochar los botones. Cada botón era una eternidad para mí, pero luego se tres botones y faltando 4 mas, saco sus tetasas afuera de un tirón. Yo me quede con la boca abierta sin poder creerlo, tenia frente a mi dos globos, los pechos mas maravillosos que podía imaginar.

    -te gustas?…- Me dijo apretándoselos.

    -Son… son.. hermosos.. -decía yo atontado, sin dejar de mirarlos. Mi verga parecía estallar en cualquier momento. Tía Karina miro hacia los lados, y en un susurro, me dijo: “tocalos”.

    -que?..- Dijo yo sorprendido. “tócalos, antes de que me arrepienta”… Y no lo dude, acerque mis manos tímidamente, y agarre sus dos tetasas una en cada mano.

    -guauu…- Exclame masajeándoselas, sonriendo con la boca abierta. Eran tan grandes que no podía agarrarlos con mis entonces pequeñas manos. Los apreté, los masajie, hasta que comencé a jugar con sus pezones, que estaba poniéndose duros como espinas…

    -una ratito mas y ya esta…- Dijo tía Karina cerrando su ojos, parecía que le gustaba que le pellizquen los pezones. Así que comencé a jugar con ellos, pellizcándolos suavemente.

    -buenooo… basta….- Comenzó a decir ella sin abrir los ojos.

    -un ratito mas, un ratito mas…- Decía yo sin despegar mis manos de sus globos. Ella respiraba cada vez mas fuerte, y como tenia los ojos cerrados, comencé a acercar mi cabeza. Tenia que probar esas tetasas con mi boca.

    -dale sobrino… ya esta…- Decía ella susurrando, justo cuando yo le pegue una lamenton al pezón, y sin mas, hundí mi cabeza entre sus tetas. Comencé a mamarlas desaforado, succionando sus pezones, recorriendo con mi lengua toda esa carne…

    -no.. no… para… – Me decía ella pero me apretaba mi cabeza con sus manos, hundiéndolas mas entre sus pechos. Yo no podía para de mamarlos, pasaba de una teta a la otra, las masajeaba a la vez que las chupaba, llenándoselas de saliva. Tía Karina comenzaba a jadear, y seguía susurrando “para… basta…”. Ella comenzó a recorrer con sus manos mi espalda, rasguñándomela. Creo que no sabia lo que hacia, o lo hacia instintivamente, porque su mano llego a mi entrepierna… y con una rápido y experto movimiento, saco mi verga afuera.

    -aahhhhh…- Gemí yo al sentir su cálida mano aferrándose a mi tronco. Y no pude evitar comenzar a venirme, eyeculando en su mano. Ella no dejo de agarrarmela, sino que me la meneo hasta que salió la ultima gota, dejando su mano completamente encastrada. Yo jadeaba con los ojos cerrados, había dejado de mamarle las tetas mientras acababa.

    Cuando abrí las ojos, tía Karina estaba mirándose la mano llena de mi semen. Luego se la acerco a la boca lentamente, y dudando un poco, comenzó a lamerse la mano. Yo no lo podía creer, mi tía se estaba comiendo mi leche, y mi verga nuevamente cobraba tamaño.

    -mmsshpp…- Emitía su boca mientras se chupaba los dedos. Yo me masturbaba con mi verga al palo mirándola. Cuando tía Karina termino, me miro a los ojos, y luego miro como me masturbaba.

    -esto no esta nada bien…- Decía ella como hablando consigo misma, mordiéndose el labio inferior.

    -no esta nada bie.. pero ya estamos acá no?…- Dijo y se inclino sobre mi verga, la agarro con su mano, y sin mas se la engullo hasta tenerla hasta la garganta. Yo temblé un poco el sentir esos labios rodeando mi pene, y más cuando sentí su lengua frotándola. Luego se la saco lentamente, nunca me olvide de la imagen de ella, de su boca con mi verga saliendo poco a poco.

    -dios… hace cuanto no probaba una de estas…- Dijo ella mirándome la verga, masturbándola con su mano. Yo jadeaba y dejaba que ella haga lo que quiera, estaba fuera de sí y eso a mí me ponía de lo mas contento. Le pego unos lametones a mi verga, chupaba mis huevos, comenzó a mamarla de una manera que me volvía loco, se metía hasta la garganta mis 15 cm que tenia en aquellos años…. Subía y bajaba su cabeza rápidamente…

    -aahh…aahhhh…- Jadeaba yo en un estado de éxtasis, tenia a una tremenda mujer mamándome la verga, y era nada menos que mi tía veinte añera. Luego de un rato, yole tenia la cabeza con una mano, y la trenza con la otra para que no le moleste… pero me la chupaba tan rápido, y tan desaforadamente, que comencé a eyecular de nuevo.

    -acabo tía.. acaboooo….- Le avise, ero ella no se la saco, sino que se la metió hasta los huevos y trago cada gota de mi eche que salía disparada hacia su garganta. No desperdicio nada, y me la mamo un poco mas, dejándomela limpia y brillante de saliva.

    -huuu… esto o esta bien… no estaba bien lo que hicimos…- Decía ella pasándose la mano por la boca, limpiándose la saliva. Yo la miraba, estaba hermosa, un poco despeinada y con sus tetasas afuera. Luego me miro y comenzó a reírse, y yo también comencé a reírme…

    -bueno, aprendiste algo mas que a dar un beso…- Me decía entre risitas. Pero mi verga seguía firme, dura y palpitante. Notaba que ella no quería mirármela, pero se le escapaba la mirada hacia allí. Mas porque yo me la meneaba lentamente.

    -este… bueno, terminemos lo que empezamos…- Dijo ella mirándome la verga, y parándose, metió sus manos bajo la pollera y se saco la tanga que llevaba puesta. MI tía me iba a coger, yo tenia los ojos abierto como platos, y comencé a sudar de nervios.

    -tu tía te va a hacer hombre sobrinito, el mejor regalo no?..- Dijo ella sonriendo mientras se subía . Yo estaba sentado en el sofá, y ella colocando sus manos en mis hombros, acomodo sus piernas alrededor de mi cintura y se sentó. Luego agarro de verga, y sabiendo un poco, comenzó a frotarse por su vagina.

    -aahhh… siii….- Decía ella tirando su cabeza hacia atrás, y se bajo de golpe, enterrándose toda mi verga hasta desaparecer dentro de ella. Yo lance un gemido y la agarre de la cintura, la sensación era increíble.

    -mmmaaahhh… hace tres meses…. que bien se siente…- Decía ella moviendo sus caderas en circulo. Luego, lentamente, comenzó a moverse, levantando su impresionante culo y bajándolo, penetrándose con mi verga.

    -chupame las tetas como hacías recién sobrino… aahhhh…- Y yo enterré mi cabeza entre sus globos, mamandoselos como ella me pedía. Tía Karina bajaba y subía por mi verga, jadeando dulcemente, disfrutando de cada penetración. Yo jadeaba mientras mamaba sus tetas, y mis manos masajeaban su culo perfecto y redondo, ayudándolo a subir y a bajar.

    -aahhh…. te gusta la tía sobrino?? Aahhhh…- Decía ella mordiéndome la oreja, moviéndose en mi verga cada vez mas rápido.

    -aahh…aaahhh… te gusta cogerte a la tía?…aahhhh…- Yo no podía hablar, estaba muy ocupado jadeando con sus tetas en mi boca.

    -aaahhhhh…aahhh… ya sos todo un hombrecito… para que te cojas… aahhh… a la tía… ahhhh…. cuando quieras….- Gemía ella y comenzó a temblar, tiro su cabeza hacia atrás, acabando en un tremendo orgasmo. Luego, siguió cabalgándome. Al rato acabo una vez mas, y me cabalgaba mas rápido…

    -aahhh.. así sobrinito… asii…aahhhh…- Decía ella saltando ya sobre mi.

    -acabo tía… acaooo!…aahhh!!!…- Comencé a balbucir yo. Y la tía Karina se bajo de un salto, y arrodillándose entre mis piernas, agarro mi verga, pero no llego a metersela en la boca que saltaron los chorros de semen. Le embardune la cara, pero ella sonreirá tratando de agarrarlos. Luego, me mano la verga hasta dejarla limpia, y se limpio la cara con la mano, tragando de sus deditos toda mi leche. Yo la miraba jadeando y respirando fuertemente. Ella me miro sonriendo, luego, como volviendo en si, miro hacia todos lados y dijo:

    -no esta bien lo que hicimos… vamos a dormir que si se entera alguien me matan!…- Dijo metiendose sus enorme pechos en la camisa y subiendo rápidamente las escaleras, hacia el cuarto de huéspedes donde dormía con mi primita Maria.

    Me acomode la ropa, y fui a mi cuarto. Estaba con el cuerpo caliente, tenia calor. No sabia si lo que había pasado era aun sueño, así que me pellizque, pero no paso nada, era verdad. Me desnude y quede solo en calzoncillos, apague la luz, y me metí en la cama. Que iba a hacer al otro día? Y si tía Karina estaba enojada conmigo?… Pero el recuerdo de sus tetasas en mi boca, de mi verga entrando y saliendo de ella me puso la verga dura de nuevo. Pero decidí no masturbarme de nuevo, guardara mi leche para la tía Karina, si ella la quería, claro. Pero al rato de mirar el techo, porque no podía dormir, se abrió la puerta de mi cuarto y entro tía Karina.

    -no puedo dormir… mira.. sí vos no decís nada, yo no digo nada, así que mañana hacemos como si nada paso si?…- Me dijo parada la lado de mi ama. Estaba oscuro, pero podía ver que estaba vestida solo con una camiseta y una bombachita chiquita.

    -no digo nada tía…- Le dije yo medio triste de saber que todo terminaba. Y tía Karina fue esta la puerta, la cerro, y volvió, metiendo en mi cama. Yo no esperaba eso.

    -solo dormir eh?… nada de nada ahora, a dormir…- Me dijo ella tapándose con mis sabanas y acostándose de costado, dándome la espalda. Yo no sabia que hacer, me dijo que olvidara todo pero se acostaba en mi cama.

    -y tonto? No vas a abrazar a tu tía?… Me dijo, y agarrandome del brazo, hizo que yo la abrazara desde atrás, colocándonos en cucharita como una pareja de noviecitos.

    -quería dormir abrazada, hace much… pero? Otra vez estas duro sobrinito?…- Me dio sintiendo mi verga dura entre sus piernas. Tanteo con su mano, y la agarro, apretándomela.

    Yo no me movía ni hacia nada, porque creía que ella estaba enojada de mi estado. Pero tía Karina acomodó su cola, y coloco la punta de mi verga en la entrada de su vagina.

    -una vez mas y a dormir si?…- Dijo y empujando su culo hacia atrás se enterró mi verga nuevamente.

    -movete sobrino,..aahhhh.. así….aahhh….- Comenzó a jadear ella, Yo la agarre de la cintura y comencé a bombearla. Ahora metía mi verga a placer, y lo hacia rápido, fuerte, la metía hasta que mi vientre chocaba contra los cachetes de su cola, la sacaba un poco, y la volvía a meter fuertemente…

    -aahhh… esooo…aahhh….- Jadeaba ella mordiendo la almohada. La penetraba como poseído, ahora si parecía un sueño, me estaba cogiendo a mi tía en mi cama. Lego ella, entre jadeos, me dijo.

    -para para, a ver…- Yo no entendía, se saco mi verga y se acostó boca abajo, y agarrando las almohadas, se las coloco bajo su estomago, dejando su cola en pompa.

    -dale, subite arriba mío y metela sobrinito…- Yo me subi, y torpemente, con la verga en la mano, la apunte a su vagina.

    -por hay no tonto… mas arriba, en el otro agujero…- Hay entendí, tía Karina quería que se la meta por el culo.. dios, iba a penetrar ese maravillosos culo, no creí que iba a llegar hacerlo. Apunte mi verga a su agujerito, pero cuando apoye a cabeza, ella dijo.

    -espera, deja caer saliva primero, también ensalívate el gusanito, y después metela.. pero despacito ok?…- Seguí sus instrucciones, deje caer un chorro de saliva en su ano, ella se lo habría con sus manos. Luego escupí mi mano y ensalive mi verga, y si poder ya contenerme, apoye mi verga en su agujero, y empuje.

    -ahhhggg!… despacito bruto!…- Me dijo cuando metí la cabeza de mi verga de golpe. Me contuve, estaba super excitado, y comencé a hacer fuerza, metiendo mi verga hasta hacerla desaparece dentro e ella.

    -aahhh… así… movete.. despacio…- Lentamente comencé a culearla, la metía y la sacaba. MI verga entraba perfectamente, no me apretaba demasiado, era perfecto. Tía Karina ronroneaba como una gata, parecía estar disfrutándolo mas que nunca a la culeada que yo el daba.

    -aahhh…aahhhh…aahhhh…- Sus gemidos eran suaves. Mis manos buscaron sus tetas, me aferré a ellas para comenzar a masajearlas.

    -pellízcame los pezones… aahhhhgg… ssii…- Pellizque sus pezones, mientras comenzaba a bombea mas rápido. Aferrado a sus tetasas. Recosté mi cabeza en sus espalda, disfrutando el momento.

    -así… aahh… eso sobrinito… mas… mas…- Penetraba mas fuerte, mas rápido, tía Karina mordía las sabanas para no gritar. Mi verga entraba y salía, taladrándola sin piedad. Sentí que venia mi orgasmo, mi cuerpo temblaba. Tía Karina se aferraba a las sabanas y arqueba la espada.

    -acabo tía!!…aaahhhggggg!!!!…- Dije comenzando a eyecularle en las entrañas, estrujándole sus tetasas mientras me descargaba. Tía Karina también acababa, gritando silenciosamente, apretando los dientes. Con dos fuertes estocadas, termine de llenarle la cola de leche, y quede jadeando exhausto sobre ella. Tía Karina También, respiraba fuertemente con los pelos en la cara, sudorosa. Y así nos quedamos dormidos, yo sobre ella, con mi verga dentro suyo.

    A la mañana siguiente, me desperté solo en mi cama, desnudo. Al bajar a desayunar, Tía Karina me saludo alegremente con un beso en la mejilla, y me miro sonriente revolviéndome el cabello. Luego me dijo al oído:

    -no ve voy hasta mañana…

    Bue, quise hacer un relato corto y no me salió, es tan largo como siempre, jeje… Si esto en verdad sucedió o no, se los dejo a decisión de ustedes. Espero que mientras lo leían la allá pasado “bien”, se puedan tocar un rato y esas cosas locas que se hacen…


    Fin

    Desvergonzada fiesta, relato erótico en blogSDPA.com

    Desvergonzada fiesta, Parte 01

    13 de enero de 2025 en Relatos SDPA, Jovencitas, Sexo en grupo

    Esta publicación es la parte 1 de un total de 3 publicadas de la serie Desvergonzada fiesta

    Es viernes por la noche. En el solitario, apartado “orfanato” va a empezar una singular fiesta. Los invitados son los pocos “socios de honor” de la organización, fundadores incluidos, todos ellos hombres muy poderosos e influyentes, muy acaudalados, de gran prestigio, todos ellos fanáticos libertinos.

    Es la acostumbrada fiesta del mes, que comienza el viernes al anochecer y dura dos días completos con sus sendas noches. Esta vez es diferente. Se da la bienvenida a un muevo “socio de honor”, el decimosexto, un rico capitalista, gran filántropo de la infancia abandonada, de la niñez huérfana, propietario de varios hospicios para niños y niñas.

    Después de la cena, y tan sólo vestidos con ligeras batas de seda, desnudos por debajo, han entrado en el “gran salón”.

    Son dieciséis varones por encima de los cuarenta años. Allí les esperan treinta y dos niñas “novicias”, vestidas para la ocasión con ropas amplias y ligeras. Son aprendices y todavía no han terminado el periodo de instrucción. Aún no han sido desvirgadas. Sus edades oscilan entre los siete y los doce años. Los sonrientes caballeros toman asiento alrededor de las pequeñas mesas redondas.

    Las novicias esperan de pie ante los hombres, sin atreverse a levantar la mirada del suelo entarimado. A una señal de la “maestra de ceremonias”, tal como han sido enseñadas, todas las niñas levantan las faldas bien arriba y giran despacio por varias vueltas, mostrando sus intimidades corporales de delante y de detrás, enfundadas en las ceñidas bragas. Los hombres sonríen. Las pequeñas en un santiamén tiran de las bragas hasta los desnudos pies. Se agachan para recogerlas del suelo. Con las faldas muy levantadas repiten los mismos movimientos.

    Se arrodillan en el suelo, formando un amplio círculo, con la cabeza sobre la tarima, entre los brazos doblados, con los desnudos culitos graciosamente respingados, levantados, curvados y abombados, directamente orientados hacia los encantados adultos.

    Un aplauso general trona en el salón, junto con entusiastas expresiones. Las niñas se levantan sonrojadas y avergonzadas. Con las bragas en la mano se dirigen hacia sus respectivos “hombres”. Sonrientes les ofrecen las prendas como si fuesen flores. Los adultos las cogen encantados. Las huelen varias veces, inspirando profundamente su delicioso perfume. Las batas de seda se abren, permitiendo aparecer en todo su esplendor los miembros viriles, ya erectos y empinadas.

    Las chiquillas los miran azoradas, turbadas y ruborizadas, con los ojos muy abiertos, sorprendidas por los tamaños y grosores, las longitudes y medidas. Boquiabiertas miran fijamente a los enhiestos príapos varoniles, gordos, rígidos, erectos, hermosos.

    Como han aprendido se sientan por parejas sobre las rodillas y regazos de los adultos, posando directamente las desnudas nalgas sobre la carne masculina, dejando sueltas y libres las amplias faldas. No deben apretar ni juntar los muslos, ni cerrar las rodillas, ni montar una rodilla sobre la otra. Sus intimidades deben estar siempre bien accesibles, indefensas, vulnerables y asequibles.

    Las más atrevidas, las mayores, se abrazan a los hombres para prodigarles caricias y besuqueos sin fin. Sus labios recorren las caras de los adultos, sus lenguas relamen y ensalivan los rostros sofocados, sus perlados dientes mordisquean las zonas erógenas accesibles de los encantados varones. Sus suaves dedos pellizcan y retuercen los mamelones masculinos, las puntas de los tiernos dedos friccionan sin descanso los endurecidos pezones varoniles.

    Los hombres literalmente babean. Los caballeros manosean a las indefensas niñas sin descanso. Todos ellos están restregando las sudorosas manos bajo las faldas infantiles, entre las apartadas rodillas, por las abiertas entrepiernas.

    Las chiquillas no rechistan, y se dejan hacer sin resistencia, aunque todas ellas fruncen y tuercen los morritos de desagrado, de malestar. Les hacen daño. Poco a poco las manos de los hombres se acomodan haciéndose suaves, tiernas, dulces, melosas, delicadas. Las crías lo aprecian. Ahora ya gimen de gustito, apoyan las cabecitas en los anchos hombros varoniles, separan aún más las rodillas y los muslos. Suspiran profundamente. Ahora ya están sonrientes.

    Se acomodan para dejarse hacer. Los hombres las ensalivan y lamen a conciencia. Las besan y mordisquean a placer. Las ahogan con apretados y apasionados besos. Las tiernas niñas apenas pueden respirar. Pero no se quejan para nada. Se dejan hacer. Se mecen de gusto, rozando sus tiernas nalgas contra las desnudas intimidades masculinas.

    También las manos varoniles se mueven libremente por debajo de las blusas desabrochadas y abiertas, por debajo de las pecheras desabotonadas de los pequeños vestidos infantiles, y también por debajo de los aflojados tops. Los tiernos pechitos, las suaves areolas y los pequeños pezones de las chiquillas son manoseados, apretados y pellizcados sin rubor alguno, impúdicamente.

    Ellas gimen de gusto. Las manitas de las niñas más pequeñas no se libran de cumplir con la forzada masturbación. Muy pocas de ellas actúan libremente, por sí mismas. Son aún tímidas. Las más son empujadas y sacudidas por las gruesas manos varoniles, permaneciendo bien apretadas, empuñadas y comprimidas alrededor de los enhiestos príapos. Bien pronto los dedos de los varones se abrirán paso dentro de los anos infantiles.

    Las niñas mayores son atrevidas y pasan a la acción enseguida. Se agachan para afanarse en chupar, mordisquear y lamer los mamelones masculinos, los erectos pezones varoniles, tal como han sido enseñadas, sin sentir pudor alguno. Los caballeros gimen de placer, babean de felicidad, suspiran de gusto. Sus empinados príapos crecen, endurecen y engordan aún más, hasta casi reventar, obstinadamente masturbados por las diminutas manos de las más pequeñas. Los hombres expresan contento con la educación recibida por las pequeñas “novicias”.

    Al fondo, sobre una gran pantalla de cine, y en primerísimo plano, la dulce carita de una tierna niña rubia, de unos ocho añitos, está siendo chupeteada, lamida y besada por dos mujeres jóvenes mulatas, de labios gruesos, carnosos y untados de carmín rojo. La chiquilla de trenzas trigueñas mira boquiabierta a la cámara, atontada, aturdida, embobada, con los grandes ojos celestes muy abiertos y las azules pupilas enteramente dilatadas. Está muy sonrojada y ruborizada. Las pequeñas y blandas orejas, los sonrojados mofletes, el delicado mentón, el delgado cuello, las finas cejas, la pequeña nariz respingona, los tiernos y rosáceos labios, los diminutos dientes de nácar, los suaves párpados, las tersas sienes son repasadas a conciencia por las obstinadas y hambrientas bocas femeninas, sin dejar resquicio alguno, dejando sobre la cara infantil visibles rastros de diluido carmín rojo.

    La dulce, tierna carita de la niña ocupa la gran pantalla, enfocada en primerísimo plano. Las mujeres suspiran de gozo, gimen de placer, y susurran a la cría expresiones soeces, groseras y desvergonzadas, muy escabrosas, obscenas e impúdicas, que causan enorme bochorno y rubor, que sólo se usan entre adultos lujuriosos, que suenan extrañas a los inocentes niños. Nadie se atrevería a piropear tan desvergonzadamente a una tierna, angelical, ingenua niña. Es muy desvergonzado, pero raramente excitante.

    Entran unas cuantas párvulas de once a catorce años. Traen bandejas con bebidas, que reparten entre las mesas ocupadas por los dieciséis adultos y sus treinta y dos “novicias”. Las niñas camareras visten desvergonzadamente. Llevan diminutos tops y cortos faldellines blancos, abiertos del todo por los costados. Dejan al descubierto espaldas, caderas, cinturas, muslos y culitos. Piropos impúdicos estallan entonces. Mientras las chiquillas sirven atareadas y diligentes, las manos masculinas osan a deslizarse sin pudor bajo los cortos faldellines para manosear los desnudas nalgas a conciencia. Las chiquillas lanzan obscenos grititos y cimbrean las nalgas con delicia.

    Preparan el espectáculo. En medio de los caballeros y sus “niñas” colocan una gran cama. Las luces iluminan el centro. Alrededor del escenario artificial la oscuridad es casi total, permitiendo a los invitados actuar de manera libre, desinhibida, sin pudor.

    Sobre la pantalla de cine aparece en primerísimo plano un enorme miembro viril de unos veinticinco centímetros de longitud y ocho de diámetro. Está empinado, rígido y erecto. Es negro, como el azabache, muy enhiesto. La bulbosa y brillante punta se roza obstinadamente contra los entreabiertos labios de la atontada chiquilla, y fuerza con inusitada facilidad la tierna abertura.

    La niña es forzada a abrir la boca lo máximo posible, hasta casi dislocarse y descoyuntase. Sus pequeños dientes de nácar son fácilmente separados por la gruesa carne varonil. Poco a poco el gordo príapo va penetrando en el interior, pero sólo la menor porción. Es demasiado grande, y la boca de la niña es bastante pequeña.

    La chiquilla deviene congestionada, falta de aire, y debe respirar desesperadamente a través de los diminutos orificios nasales. El aire entra y sale con fuerza, cada vez más rápido, provocando un silbido encantador. Para ser perfectamente enfocada por la cámara, la enorme verga debe entrar angulada, torcida y ladeada en la pequeña boca infantil.

    El henchido glande infla, hincha, ahueca y agranda uno de los dos mofletes de la aturdida niña, una y otra vez. Las jóvenes mujeres han desaparecido de la escena para no da lugar a distracciones. En su lugar aparecen, por ambos lados de la angelical carita infantil, dos grandes príapos, cuyos bulbosos glandes enrojecidos, surcados por azuladas venas henchidas, se deslizan, aprietan, friccionan y rozan contra los sonrojados, ruborizados mofletes y contra las tiernas, blandas orejas de la inocente niñita rubia.

    Una de las dos grandes manos del joven negro aprieta el cogote, la cerviz, la nuca de la indefensa chiquilla. Su enorme príapo va y viene dentro de la babosa boquita infantil. Un cuarto príapo se restriega obscenamente contra la parte superior de la pequeña cabeza infantil, despeinando, en su incansable frote, la trigueña cabellera de la niña. La inocente pequeña está siendo bien violada.

    Una niña sale al escenario tirando de los empinados penes de dos jóvenes blancos, desnudos de cabeza a pies. Son de entre veinticinco y treinta años, y ella tendrá doce añitos a lo sumo. La cría es rubia, de pelo corto y ojos azules. Su piel es blanca rosada. Viste pequeña braga y top muy ceñidos de blancura inmaculada. Los dos jóvenes la desnudan en un santiamén.

    Ella es limpia de pubis y sus pechitos apenas comienzan a brotar. Ella lleva la iniciativa como una actriz porno de primera. Empuja a los chicos para que caigan sentados sobre el borde de la cama. Se arrodilla en el suelo entre ellos dos. Con maestría de adulta prostituta excita hasta casi hacer derramarse a ambos jóvenes, empleando durante diez largos minutos sus dos manos, pero sobre todo su boca deliciosa.

    Una vez puestos como borricos en celo, se coloca a cuatro patas sobre la cama. Cimbrea y oscila el culo graciosamente, mostrándolo impúdicamente al chico que se coloca arrodillado justo detrás de ella. El hombre agarra a la niña con ambas manos por las caderas. Enseguida la ensarta por la cosita pequeña, clavando el príapo hasta bien el fondo. Aguijonea y empuja con inusitada violencia.

    La chiquilla aúlla de dolor, pero aguanta pues está acostumbrada. Su ligero cuerpo infantil es mecido hacia delante y hacia atrás, en un vaivén gracioso. La chiquilla gime de dolor. El miembro es demasiado largo, y punza al golpear la delgada pared cosita pequeña una y otra vez. El chico es fuerte, potente, vigoroso, resistente. Embiste y arremete obstinadamente, sin importarle los gemidos lastimosos de la ensartada chiquilla.

    El liviano cuerpo infantil va y viene con las violentas sacudidas. El segundo chico sujeta con fuerza la cabeza de ella por atrás, por la nuca y el cuello. Con la mano libre empuña el rígido y enhiesto príapo para empujarlo entre los labios y dientes de la pequeña. Con suma facilidad es hundido muy adentro, ahogando a la desvalida niña, forzándola a respirar angustiosamente a través de los orificios nasales. Y así, zarandeada por delante y por detrás, la frágil niña aguanta con valentía las violentas embestidas de los jóvenes varones.

    El de delante no tiene que hacer esfuerzo alguno. Está más bien quieto, salvo que sus manos aprietan y sujetan la pequeña cabeza infantil por la nuca, por el cogote. El enorme miembro viril va y viene dentro de la babosa boca, sin esfuerzo alguno de su parte, y arrastra consigo copiosa saliva infantil que cae afuera. El delgado cuerpo es empujado hacia delante por el vigoroso actor, siempre arrodillado tras la pequeña, forzando al segundo príapo a hundirse pasivamente bien adentro de la linda boquita.

    De repente el joven de hinojos se queda bien erguido y apretado contra las nalgas infantiles, con el miembro bien plantado dentro de la chiquilla. Gime con intenso placer. Babea de felicidad. Está lanzando violentos chorros de semen caliente, tan profundo como le es posible. Vierte hasta la última gota, hasta el último chorro. Se vacía del todo. Suda copiosamente. Está enrojecido por el esfuerzo. Jadea ruidosamente. Respira con ganas. Ahora su compañero empuja violentamente el duro miembro viril, bien plantado dentro de la boca de la infanta. Mientras tanto sujeta con ambos manos la pequeña cabeza por detrás. Hace sufrir a la niña como nunca antes. Grandes lágrimas cristalinas resbalan ahora sobre los enrojecidos mofletes, mojándolos profusamente.

    La chiquilla solloza entrecortadamente por el intenso dolor que sufre. Su boca está desencajada, a punto de romperse. Las lágrimas impiden ver a la cría. Tiene los párpados bañados en ellas. El hombre pretende vaciarse cuanto antes. Y lo consigue. Dando un grito de intenso placer comienza a evacuar muy adentro de la pequeña boca, chorro tras chorro, hasta vaciar los testículos por completo, no permitiendo ninguna gota verterse afuera. La niña traga todo lo que puede, como ha sido enseñada, contenta de cumplir con su deber. Hilos de semen resbalan por las comisuras de su pequeña boca inundada, abarrotada de gran cantidad de esperma.

    El primer actor se retira entonces, contento para dejar el lugar a una exuberante mujer, de entre treinta y pico y cuarenta años justos, de grandes pechos y anchas caderas, rubia de cabellos en cascada. Es muy hermosa, muy bella. Está del todo desnuda, salvo un cinturón amarrado a sus caderas, del que pende un enorme y respetable olisbo. Se arrodilla tras la chiquilla y en un santiamén ensarta el monstruoso instrumento de látex en la lubricada y mojada cosita pequeña infantil. La chiquilla aúlla y grita de punzante dolor. Durante cinco minutos la mujer viola a la niña sin miramiento alguno. Los invitados aplauden a rabiar la soberbia actuación de la experimentada actriz, y más cuando, al separarse, se levantan y van al camerino. La niña cojea ostensiblemente, sollozando lágrimas cristalinas. Su linda carita expresa gran sufrimiento, dolor. Gimotea lastimosamente.

    Sobre la gran pantalla, la angelical niña trigueña está siendo violada bucalmente sin pudor alguno. Está del todo hipnotizada, atontada, aturdida. Parece no enterarse de los continuos golpes del abultado glande a su garganta escocida y dolorida, a su hinchado e inflado moflete. Parece no enterarse del continuo rozamiento del duro miembro viril contra sus dientes de blancura inmaculada, contra sus empapados labios rosáceos. La cría tiene los ojos extraviados, las pupilas dilatadas como platos.

    Lágrimas cristalinas se han formado en los ángulos de los azulados ojos infantiles. Ya comienzan a resbalar, a caer. La angelical chiquilla tiene los sonrojados pómulos mojados de brillante y pegajoso líquido seminal, al ser obstinadamente frotados y rozados por los dos henchidos, gordos bálanos, a punto de reventar, de explotar…….. Los adultos ya tienen arrodilladas entre sus desnudas piernas a las novicias mayores, quienes glotonamente lamen, chupan, mordisquean y maman los abultados bálanos.

    El espectáculo continúa. Una niña de unos doce años, delgada y alta, entra en el escenario con dos niños más jóvenes, de once y diez años.

    Rápidamente se desnudan del todo, y la niña se sienta en la cama, frente a la audiencia. Ella es muy guapa, de pecho plano y lampiña de sexo. Los dos niños se sientan a ambos lados de ella, sobre la cama también. La niña comienza a jugar con los penes infantiles, poniéndolos erectos y empinados poco a poco. Los dos chiquillos tienen los hocicos pegados a los pequeños pechos de ella. Chupan los endurecidos pezones infantiles con fruición. Sus manos se turnan para acariciar el sexo femenino con ganas.

    La niña gime de placer con los ojos casi cerrados y la boca entreabierta.

    Los dos pequeños se turnan de hinojos entre las separadas y abiertas rodillas de la niña. Se afanan en lamer con fruición el sexo infantil, el coñito lampiño, las tiernas labios, el clítoris mojado y duro, dando largos, duraderos, obstinados lengüetazos. La audiencia aplaude a rabiar. La manita femenina manipula sin parar el enhiesto y endurecido príapo infantil. Lo frota y manosea sin descanso. La chiquilla ahoga al niño sentado con su lengua intrusa. Se besan con disfrute. Se morrean a la francesa.

    Ahora es el turno de la pequeña actriz. Se arrodilla ante los dos chiquillos sentados uno junto al otro. Ella toma uno de los dos penes infantiles en su boca, y lo chupa con fruición. A la vez masturba con alegría el miembro empinado del otro crío. Los niños están muy excitados. Babosean como idiotas, embelesados, sumamente enrojecidos. La experta niña manosea y pellizca los pequeños testículos lampiños. Repasa y repasa ambos pirulís con su boca de piñón.

    Los deja bien relucientes y limpios, como nuevos. Los deja bien ensalivados, mojados, resbaladizos, empapados, tersos y suaves. Ya es la hora de pasar a mayores. Los tres niños se preparan como si lo tuvieran muy ensayado. Forman un sándwich, con la chiquilla en medio de los dos chavales, con el más pequeño arriba, arrodillado tras la niña, y con el mayor abajo, tumbado debajo de la cría, soportando el peso de ella, que lo cabalga como una amazona.

    Y así copulan los tres a la vez, con ganas y energía, como si les fuera en ello la vida. La niña es doblemente penetrada por ambos orificios. Está enardecida. Los críos empujan los príapos con energía y entusiasmo, vigorosamente, queriendo vaciarse tan rápido como les sea posible. No lleva mucho tiempo a los chavales inundar de semen los interiores de la gozosa y contenta párvula. La pequeña está entusiasmada. Goza de lo lindo, grita con delirante frenesí. Jadea ruidosamente.

    Todo el mundo puede escuchar sus profundos y obstinados gemidos de inmenso placer. La chiquilla babea de felicidad. Anima con expresiones desvergonzadas a los dos niños varones. Reciben un cerrado aplauso de los espectadores al levantarse. Hilos de abundante esperma resbalan sobre las piernas de la chiquilla. Apenas puede caminar, agotada.

    Las novicias más jóvenes acarician, manosean y pellizcan los mamelones varoniles. Como han sido enseñadas se agachan para lamer, chupar y ensalivar los endurecidos pezones, las erectas tetillas. Son muy tercas. Los excitados hombres tienen que tirar bruscamente de las cabezas de las niñas mayores para evitar vaciarse y explosionar dentro de las suaves, mojadas y cálidas boquitas. Descansan brevemente, y con rudeza empujan las pequeñas cabezas hasta sus levantados y empinados miembros.

    Sobre la gran pantalla, la virginal niña trigueña está aguantando como puede las obstinadas embestidas de los cuatro enhiestos príapos. Está siendo golpeada una y otra vez. Media hora larga dura ya la excitante violación. La pobre cría apenas puede respirar. Está enormemente sofocada, muy enrojecida. Resuella frenéticamente a través de los pequeños orificios nasales, en ruidosos, desesperados y rápidos silbidos.

    Está seca ya. No es arrastrada ya la baba infantil hacia afuera de la dislocada boquita. Los angelicales ojos azulados permanecen abiertos y dilatados, sin apenas poder ver. Están cubiertos, empapados y mojados por abundantes lágrimas cristalinas. Es entonces cuando al fin los tres penes descargan copiosamente, uno a uno, en un breve intervalo de tiempo, lanzando calientes y pegajosos chorros de leche viril sobre el pelo, los mofletes, las orejas, la nariz, la frente, el mentón, los labios, los ojos, los párpados, las cejas, etc. de la niña, no desperdiciando ninguna gota de semen, no permitiendo que ninguna gota de esperma caiga sin antes golpear el rostro, la cabeza, la cara de la asustada pequeña.

    La chiquilla mantiene bien apretados los párpados, bien cerrados los ojos para resguardarlos. Los tres actores, antes de desaparecer, restriegan a gusto los amoratados, abultados, hinchados glandes con el chorreado pelo rubio de la niñita. Se secan los gordos bálanos a conciencia con el suave cabello trigueño. Espesos hilos de leche viril resbalan y caen sin cesar sobre la frente, la cara, las mejillas, el mentón, la nariz, las orejas de la niña. La violación bucal se desarrolla incansable, obstinadamente.

    El enhiesto miembro viril va y viene dentro de la desencajada boquita infantil. La gran mano negra aprieta y ciñe estrechamente la cerviz de la indefensa párvula. La pequeña cría no puede zafarse. Está a punto de atragantarse…

    Seguidamente es el turno de dos niñas y un hombre cincuentón. Él es corpulento, velludo, calvo. Ya entra en el escenario teniendo el príapo empinado, bien en ristre.

    Sobre la cama se recuesta boca arriba. Las dos crías, una de once años y la otra de nueve, se afanan en mamar, chupar, engullir, succionar, relamer y mamar su enhiesto y enderezado miembro viril, repasándolo de arriba abajo con sus mojados labios, con sus carnosas lenguas. La más pequeña, de diminuta boca de piñón, se esfuerza y atarea con el redondo y turgente glande, que apenas cabe entre sus tiernos labios del todo abiertos.

    Lo ensaliva copiosamente, lo empapa de fluida baba, dejándolo bien brillante y reluciente. La otra chiquilla, más diestra y veterana, relame y chupa los lampiños y gordos testículos varoniles, así como la raíz y el tronco del henchido, rígido, tenso príapo.

    A una señal del complacido hombre, las dos crías dejan de mamar y chupar. Sus pequeñas manos agarran el grueso, enderezado falo. Lo sacuden, agitan y menean de arriba abajo, sin parar un instante, furiosamente. Se divierten de lo lindo. El hombre hace otra señal. La chiquilla mayor ya sabe lo que tiene que hacer. A horcajadas, bien separada de muslos, se monta sobre el bajo vientre del hombre. Con una mano agarra la enorme verga y la inserta despacio en su pequeña cosita pequeña. Una vez bien adentro, la cría comienza a balancearse y mecerse de arriba abajo, como si fuera una experta amazona, apoyando las manitas sobre el peludo pecho del encantado adulto. Cabalga con nerviosas y enérgicas sacudidas de caderas.

    El enhiesto miembro desaparece en el interior de la cosita pequeña infantil una y otra vez, a velocidad cada vez mayor. Las manos del hombre palpan las carnosas nalgas, manosean los regordetes glúteos de la pequeña actriz.

    La otra cría no pierde el tiempo. Sujeta en su pequeña mano un enorme falo artificial. Debe obedecer lo mandado. Así que, sin dudarlo un instante, lo empuja, lo inserta, lo hunde, lo clava bien dentro del dilatado y distendido ano varonil. Debo empujarlo y menearlo sin parar, friccionarlo, rozarlo, frotarlo contra el ancho y expandido recto varonil. La actriz mayor, que sólo viste calcetines blancos y corta camiseta colegial blanca, así como un lazo blanco en lo alto de la cabeza, cambia rápidamente de orificio. Esta vez toca el turno al lindo culo. Agarrando el enorme príapo por la raíz, lo clava y hunde en su angosto, ceñido, estrecho y apretado ano. Grita, gruñe y aúlla de intenso dolor, pero está ya un tanto acostumbrada.

    Queda bien empalmada y encajada a la enorme verga. Está bien empalada y ensartada. Y así fornica con el encantado cincuentón, quien babosea de delirante placer carnal. La experta actriz infantil monta a horcajadas sobre el hombre, cabalgándolo con vigorosos, fogosos, impetuosos, ardorosos, incansables golpes de nalgas. Copiosas y grandes lágrimas resbalan sin parar sobre las ruborizadas, enrojecidas mejillas de la pequeña. La experimentada niña actriz solloza y llora de dolor, gimotea y suspira de sufrimiento, se queja, gime y se lamenta lastimosamente. El ardiente y apasionado cincuentón empuja sus caderas, su pelvis hacia arriba, una y otra vez, con el fin de facilitar la labor de la cría más pequeña.

    El agrandado y expandido ano varonil es forzado, violado salvajemente por la infatigable, entusiasmada y emocionada párvula. El excitado adulto goza mirando la cara de gran sufrimiento de la niña mayor, empapada de lágrimas. Grandes aplausos de ánimo estallan entre la concurrencia. Los enardecidos invitados revientan en soeces y desvergonzadas expresiones, en extremo excitados por la dolorosa violación anal de la cría a cargo del cincuentón. Este no aguanta por más tiempo. Pronto se vacía, hasta el último chorro, entre las deliciosas nalgas infantiles, como es lo decente.

    Pero no acaba aquí el soberbio espectáculo.


    Continuará