
Las compañeras de Magdalena, Parte 05 (de Cazzique)
25 de enero de 2025 en Jovencitas, Incesto, Relatos SDPA
Viernes por la tarde, e l teléfono sonó y Magdalena corrió a contestar. Estuvo platicando algunos minutos con la persona que llamaba mientras que yo la podía ver desde el escritorio de mi oficina, el teléfono se encontraba en el pasillo a un lado. Traía puesto un pantalón de mezclilla que se amoldaba a su cuerpo perfectamente dejándome apreciar sus hermosas curvas, una playerita de tirantes bajo la cual se dibujaban las curvas de sus pechos bajo el sostén que traía. Su cuerpo se movía con la gracia de su juventud y al notar que yo la estaba mirando ella se contoneó sensualmente y me sonrió, le devolví la sonrisa imaginando lo que pronto estaría a punto de suceder.
Mi hija colgó el auricular y alegre se dirigió hasta la oficina, se recargó en el marco de la puerta con su amplia sonrisa y sin dejar de mirarme carraspeó.
– Mamá llamó, va a llegar un poco tarde.
– Muy bien pequeña... ¿Se te ocurre algo que podamos hacer mientras llega?
– No lo sé... se me ocurren varias cosas.
– Te voy a decir lo que vamos a hacer... ¡Quiero que te vistas como si fuéramos a ir a una fiesta! Algo bonito, con lo que te sientas muy bien... ¿Te parece?
– Sí...
– ¡Pues adelante!
Magdalena salió corriendo directamente a su cuarto y cerró con llave, escuche como abría la regadera y se metía a bañar. Yo entretanto terminé lo que estaba haciendo y luego subí a mi cuarto para comenzar a arreglarme también. Me bañé, me perfumé y me vestí con un traje oscuro, camisa blanca impecable y corbata. Me peiné y bajé. Como de costumbre todavía tuve que esperar algunos minutos antes de que Magdalena bajara.
Cuando la vi bajando no pude evitar pasar un poco de saliva y admitir que mi nena era toda una belleza. Traía puesto un vestido de color blanco ceñido a su cuerpo, se había recogido el cabello en un chongo, tacones blancos y medias naturales. Vaya se veía tremendamente sensual a pesar de su corta edad. Le tendí la mano y salimos al garaje, abrí la puerta del auto y luego me subí. La llevé a un tranquilo lugar al que nos encantaba ir siempre que había oportunidad, pedimos una cena ligera y agradable y por primera vez dejé que ella tomara una copa de vino tinto acompañando la cena.
Luego bailamos un par de piezas como si fuéramos un par de enamorados y claro que lo éramos. La gente se nos quedaba mirando pero eso no importaba, la gente del local sabía que ella era mi hija. Pasamos un par de muy agradables horas en el lugar y después regresamos a la casa, todo estaba a oscuras y no se escuchaba un solo ruido.
Tomando a mi pequeña de la mano subimos la escalera hasta mi habitación, nos detuvimos ante la cama y entonces le pregunté a Magdalena si le había gustado la velada. Me contestó que había sido algo sumamente romántico y estaba muy contenta. La besé, estábamos de pie, ella se colgó de mi cuello rodeándome con sus brazos; su lengua buscó rápidamente la mía y nos entregamos completamente a la alucinante droga del placer.
Mis manos recorrieron su espalda sobre la suave tela del vestido, llegue a su cabellera y le deshice el chongo, su cabellera quedó libre, se la acaricié. Nos quedamos mirando a los ojos y ese indescriptible placer de estar juntos, nos volvimos a besar, ella deshizo el nudo de mi corbata y desabotonó los primeros botones; metió las manos bajo la camisa acariciando mi pecho velludo.
– ¡Eres muy guapo, papá!
– Gracias pequeña... me vas a hacer sonrojar.
– En serio... me haces sentir cosas muy ricas... me encanta que me toques.
– Lo sé.
Volvimos a besarnos y mis manos buscaron el cierre del vestido, jalé la pequeña pestañita y fue bajando lentamente por los dientes que se iban abriendo y mostrando la suave piel de mi nena. Poniendo los dedos en sus hombros jalé lentamente los tirantes hasta dejarlos fuera y lentamente el vestido corrió por sus brazos delicados desnudando su parte alta.
Magdalena no dejó caer le vestido, esperó a que yo la mirara solamente desnuda de la parte del pecho, sus senos ocultos aun bajo el sostén. Puse mis manos en la prenda y acaricié las dos masas de carne ardiente que estaban debajo, ella gimió.
– ¡Que rico! ¡Sigue papi!
Amasé con delicadeza los pechos pero sin quitarle el sostén, no quería romper ese delicioso encantó de ir paso a paso. Mi hija dejó caer sus brazos y el vestido continuó bajando hasta caer completamente a sus pies. Sus pantimedias dejaban ver debajo las bragas blancas a juego con el sostén.
Me hinqué y la despojé de los tacones que traía. Puse mis manos sobre sus tobillos y lentamente fui subiendo hasta llegar a las rodillas, desde ese punto mis caricias se hicieron circulares abarcando lo más posible sus muslos, subiendo más lentamente. Después de atormentadores minutos por fin llegué hasta su entrepierna y comencé a rozar su zona genital, ella gimió nuevamente como cuando tomé sus pechos; mis manos recorriendo cada milímetro de su entrepierna y luego de unos instantes me puse de pie.
Ahora fue ella quién me comenzó a quitar las prendas, comenzó con el sacó y luego la camisa, me besó los pezones y continuó bajando por mi estómago. Desabrochó el cinturón y sus manos me acariciaron el palo ya erecto por encima de la tela del pantalón. Jaló el cinturón y buscó después el seguro del pantalón. La prenda se deslizó por mis pies hasta llegar al suelo. Cómo yo hiciera ella se hincó y me quitó los zapatos y los calcetines e hincada puso sus manos en mis nalgas. Me acarició los cachetes metiendo sus manos por debajo de los calzoncillos y luego jaló estos hasta mis rodillas.
Mi verga saltó frente a su carita y sonriendo la cogió con su mano. Lentamente me masturbó moviendo la piel de adelante para atrás y dejando que la cabeza se asomará completamente. Magdalena abrió su boca y dejó que la barra la penetrara, su calor y humedad me envolvieron enseguida. La sujeté por la cabellera con una mano y la fui guiando en sus movimientos. Su lengua me acariciaba la base del tronco cuando mamaba y cuando se la sacaba con su lengua recorría todo mi glande.
Al sentir que me estaba acelerando más de lo indicado la hice ponerse de pie y entonces le quité su sostén, me hinqué y le quité las pantimedias. Se veía hermosa, acerqué mi nariz hasta su entrepierna impregnándome de su agradable aroma de hembra. Puse mis dedos en los costados de las bragas y lentamente las fui jalando, descubriendo su intimidad. Le quité completamente las bragas sacándoselas por los pies y regresé con mis manos a su conchita. Le acaricié la vulva lentamente utilizando toda la palma de mi mano, ella abrió un poco el compás para dejar más espacio a mi mano. Abrí sus labios vaginales con los dedos y juguetee con su clítoris con ellos. Magdalena llegó a un orgasmo que mojó mis dedos y escurrió un poco por sus muslos.
Me levanté y tomándola en mis brazos la levanté hasta dejarla cómodamente recostada en la cama. Me acomodé a su lado y nos comenzamos a besar despacio, sin prisas, jugueteando con nuestras lenguas y nuestros labios. Besé después todo su cuerpo y como punto final de mis besos llegué a su entrepierna.
Le abrí los pétalos con los dedos y mi lengua entró profundamente entre sus rosados labios vaginales, con movimientos circulares recorrí cada una de las paredes y de sus pliegues. Pronto alcanzó el segundo orgasmo de esa noche.
Me recosté a su lado y ella se levantó para montarse sobre mí. Sus caderas se movieron hasta encontrar mi pene y con su manita lo sujetó para apuntarlo a su entrada. Lentamente se fue dejando caer y la barra la fue penetrando, la humedad de su vagina facilitaba completamente la penetración que en pocos segundos se hizo completa. Magdalena se quedó quieta con la verga enterrada hasta la raíz.
– ¡Que grande es papá! ¡La siento bien adentro!
Al terminar de decir esto apoyó contra mi pecho sus manos y sus caderas comenzaron a subir y bajar con delirante lentitud. Su vagina atrapaba fuertemente mi tronco que se movía a su ritmo. Puse mis manos sobre sus nalgas acariciándoselas con movimientos circulares y apretando levemente de vez en cuando. Los senos de mi nena se balanceaban lentamente con sus pezones erectos sobre mí. Levanté la cara para atrapar con mi boca uno de los pezones erectos que se me ofrecían y lo lamí y chupe. Pronto las caderas de mi nena comenzaron a ganar velocidad y en pocos minutos llegó a su tercer orgasmo, sus piernas se apretaron contra mis costados y su panocha se cerró apretando más fuerte mi garrote. Yo a estas alturas la sujetaba por la cintura y movía debajo de ella mis caderas lo más profundamente posible. Al menguar su orgasmo ella se dejó caer sobre mi cuerpo, besándome y diciéndome lo mucho que la hacía gozar.
Cambiamos de posición, en esta ocasión la hice colocarse en cuatro patas sobre la cama. Me acomodé detrás de ella y la penetré por la vagina. Mi verga se fue adentrando lentamente entre sus labios hasta que la metí entera. Me sujeté de las caderas de mi hija y me moví sin parar. Sus pliegues se rozaban contra mi tronco increíblemente y creí no poder soportarlo mucho tiempo pero afortunadamente la hice llegar a otro orgasmo más sin eyacular. Se la saqué de la panocha y sin cambiar de posición la empujé lentamente en su ano. Ella gimió al sentir como la iba penetrando. Empujé la verga con fuerza pues su culito es sumamente estrecho. Ella gemía y pujaba y dejó caer su cara contra las sábanas dejando su culo completamente en pompa. Mi verga la penetró hasta el fondo y me comencé a mover rítmicamente dentro de su ano. Llevé una de mis manos hasta su vulva restregando el clítoris y así proporcionarle un mayor placer. Después de unos minutos de estar trabajando en su ano ya podía sacar mi verga completa y ver como lentamente se comenzaba a cerrar la estrecha oquedad, pero antes de que se sellara de nuevo la volvía a clavar hasta el fondo. Esperé lo más que pude pero ahora si las sensaciones me estaban matando y sin poder detenerme comencé a eyacular con gran fuerza dentro de su agujero, la leche ardiendo golpeó lo más profundo de sus entrañas y ella soltó un gemido al sentirla, continúe moviéndome y empujando lo más profundamente posible dentro de su agujero hasta derramar toda la crema que tenía, ella comenzó a venirse segundos después de que yo lo hiciera y gritó con fuerza al sentir que terminaba, su culo se apretó más contra mi tronco regalándome las últimas sensaciones de esa noche.
Quedamos completamente rendidos de esa sesión y pronto nos quedamos profundamente dormidos. Cuando mi mujer escuchó que ya estábamos roncando salió del escondite en donde se encontraba, sus bragas estaban completamente empapadas, sus dedos igual, pegajosos y oliendo a su sexo.
La sesión había sido planeada para que ella pudiera ver todo sin interferir, con cuidado salió del cuarto y se baño en el cuarto de huéspedes, volvió a masturbarse mientras se bañaba y quedó profundamente satisfecha de la sesión que ella también se había dado mirándonos; desnuda se recostó en la cama y al igual que nosotros se quedó profundamente dormida.
Al día siguiente le pregunté lo que le había parecido y me pidió que deberíamos de repetir esa noche en otra ocasión. Por supuesto que le comenté que sabiendo que ella nos observaba me había puesto sumamente caliente y que me había encantado hacerlo de esa forma. Entonces le pedí un favor: “Me gustaría verte a ti con otra persona... ¿Te gustaría?” Mi mujer se quedó callada unos minutos y luego de meditarlo bien me comentó que sería muy excitante hacerlo. Terminamos de comer y por la tarde nos quedamos los tres mirando películas en la cama.
Continuará

Sueño hecho realidad (de Falkop3d)
24 de enero de 2025 en Relatos SDPA, Jovencitas
Una breve historia de un hombre adicto a la pornografia y a la pedofilia a traves de la historia de la internet.
Soy una persona normal (o eso creo yo); tengo actualmente 43 años y vivo desde que tengo uso de razón en una pequeña pero prospera ciudad del interior de la Argentina, casi en el centro del área sojera por excelencia. A lo largo de mi vida he tenido amoríos como cualquier otro ser terrenal y pero al igual que la mayoría, descubrí la pedofilia con el estallido de la internet. Al principio y como todos lo habremos hecho; accedía a páginas de porno en la web superficial buscando lo más común que se podía encontrar por aquel tiempo y también se podía acceder a la pornografía infantil; aunque generalmente esos sitios conllevaban el riego de infectar el ordenador con virus; lo que de una u otra manera te hacia acobardar o convertirte en un experto en informática como es mi caso. Aún recuerdo el nerviosismo y la excitación que me atacaba cuando podía acceder a las páginas de LS-Magazine, Dark Lolita o Premium Lolita y aun considero que aquellas fotografías no eran pornográficas y menos pedófilas ya que se trataban de niñas posando como si fueran modelos top model y que en cada cuadro se iban desnudando poco a poco.
Siempre fantasee con ser yo el fotógrafo o poder tener la posibilidad de estar con una niña como esas; pero solo era una fantasía ya que no me sentía capaz de realizar aquellos actos con mis propias hijas ya que el solo hecho de pensarlo me generaba un terrible cargo de conciencia que no iba con mi carácter de amoroso y protector padre. Después llegaron programas p2p como eDonkey y BitTorrent que continuaron evolucionando hasta el día de la fecha. Pero el encontrar material pedófilo se fue haciendo más difícil y complicado; así fue como llegue a la Deep Web y allí me deleite con las más oscuras y perversa depravaciones sexuales existentes. Pero mi afición por la pornografía rápidamente se convirtió en una obsesión y llego a costarme mucho, pues perdí un excelente trabajo en una importante concesionaria automotriz, un matrimonio de más de diez años y el que por varios años no volviera a ver a mis dos hijas ya que mi ex esposa se los llevo a otra ciudad y no me permitía verlas escudándose en que yo era un pervertido sexual y que las lastimaría.
Si algo he aprendido a lo largo de mi vida, es que esta es una maldita perra que se esfuerza en derribarte a como dé lugar; pero como cada acción tiene una reacción igual y en sentido contrario, cada vez que he caído, me he levantado por mis propios medios, sacudido el polvo por así decirlo y la he escupido en la cara diciéndole que no me derrotara tan fácilmente. Con el dinero que cobre al ser despedido injustamente de mi trabajo y a modo de terapia para no consumir pornografía; compre un radiotaxi y en el pasaba tanto tiempo que casi lo único que hacia al llegar a mi casa era dormirme profundamente. Eventualmente reincidía en mis exploraciones en búsqueda de pornografía en la web y terminaba saciando mis necesidades sexuales concurriendo a uno de los dos prostíbulos en la ciudad. Recuerdo que fue cuando cayó el sitio “LolitaCity” en la Deep Web que concurrí al prostíbulo y me encontré que había un par de nuevas meretrices (todas muy bellas por cierto); pero había una que a pesar de que decía tener 20 años y un cuerpo acorde a esa edad, tenía una espiritualidad inocente y casi infantil que me agrado desde el primer momento. Lo más llamativo de esta joven prostituta era que su rostro me hacía recordar a “ANYA OXI”; una erótica lolita porno infantil rusa de las series “VladModel” y ShowStar”.
Realmente quede prendado por aquella joven ramera y casi inmediatamente nos fuimos a una de las habitaciones. Sin mediar charla alguna nos desnudamos para después de recostarme en la desvencijada cama del prostíbulo. La muchacha me realizo una felatio en la que me demostró su maestría en el arte de satisfacer a un hombre y mientras lo hizo; me coloco un condón para que unos minutos después la fornicara vaginalmente. Al finalizar aquel acto sexual prepago; dialogue con la joven mujer y así supe que se hacía llamar Lulú y que hacía poco menos de un año que se dedicaba al más antiguo oficio de la humanidad. Yo por mi parte, le confesé su parecido con “Anya Oxi”; lo que la hizo preguntarme quien era pues no la conocía y al explicarle solo sonrió con picardía para después decirme que la próxima vez podía llamarla de esa forma y así lo hice cuando un par de días después; volví al prostíbulo y nuevamente requerí los servicios de Lulú. Estas visitas se fueron haciendo rutinarias y en cada una de ellas y a modo de juego previo al servicio sexual; comencé a llevarle y entregarle fotografías impresas a la joven meretriz. En su mayoría, todas eran sobre su homóloga infantil. Lulú siempre me hacía preguntas sobre distintas perversiones que le haría si no nos encontráramos en su sórdido lugar de trabajo y esto hacia que mi calentura se incrementara y que cuando la fornicaba la llamaba por el nombre de aquella lolita rusa.
Una fría y lloviznosa noche de invierno que no tenía previsto concurrir al burdel pues debía trabajar con mi radiotaxi; casualmente un viaje me dejo en las inmediaciones del lugar y a medida que me fui aproximando, descubrí que había un operativo policial allí. Continúe la marcha como si no me incumbiera lo que ocurría, pero a las pocas cuadras de entre la oscuridad observe que Lulú y otra joven meretriz se escondían de la policía. Increíblemente; Lulú reconoció mi vehículo y me hizo señas para que me detuviera y raudamente se subieron al automóvil. Realmente ni ella, ni yo sabíamos que hacer o a donde dirigirnos, así que conduje por un rato sin rumbo fijo por las afueras de la ciudad por un rato. Las dos jóvenes rameras solo tenían puesto unos bikinis diminutos y unos zapatos de tacón aguja; lo que las hacía temblar del frio y por los nervios de la situación vivida. Aunque suene increíble de creer; les ofrecí a las dos prostitutas alojamiento en mi casa a cambio de nada. Lo primero que hicieron Lulú y Sandra (así se llamaba la otra prostituta) fue darse una ducha caliente para sacarse el frio de sus cuerpo y como yo recordé que mi ex esposa se había dejado muchas prendas cuando nos divorciamos aludiendo que ya no le cabían y pidiéndome que las tirara a la basura; se las entregue a las dos rameras que supieron agradecérmelas dándome un fuerte abrazo y besándome las mejillas.
· Max… ¿Esa es tu computadora? – pregunto Lulú con algo de inocencia.
· Así es – respondí yo encendiéndola.
· Tienes fotos nuevas para mostrarme – interrogo la joven ramera.
· Vos sos el que le da las fotos de nenas desnudas – pregunto algo asombrada Sandra.
· Si… pero eran para vos sola Lulú – le dije yo casi recriminándole que se las hubiera mostrado a todas las demás mujeres del burdel.
· Perdón Max… – respondió Lulú bajando su cabeza.
A pedido de Lulú comencé a reproducirle mi vasta colección de fotografías porno pedófilas a las dos rameras y mientras lo hacíamos conversábamos tonterías pero también comenzamos a revelarnos secretos inconfesables y así fue que supe ambas jóvenes prostitutas eran menores de edad cuando la policía allano el prostíbulo y por ello huyeron. Lulú resulto tener 15 y Sandra 18 años. Las historias de vida de las dos meretrices resultaron ser casi idénticas, pues ambas muchachas provenían de familias de clase media trabajadoras pero desintegradas ya que sus padres eran divorciados. Habiendo sufrido en carne propia los abusos verbales, psicológicos y físicos por parte de sus progenitores y de varios integrantes de sus familias; quienes las iniciaron sexualmente a muy temprana edad. Cada una de ellas también tuvo un motivo casi similar por el cual huyeron de sus casas y los designios del destino las unió en un mismo lugar ejerciendo el más antiguo trabajo del mundo. La conversación duro hasta ya avanzada la mañana y el cansancio de la trasnochada nos fue ganando lentamente a los tres y concluimos aquella jornada recostamos en mi cama. Yo no podía creerlo que aquellas dos jóvenes meretrices fuesen menores de edad y que a quien más admiraba fuera una quinceañera experta en todos los menesteres sexuales.
Mi propuesta de alojamiento provisorio se extendió a casi un año y durante ese tiempo, a la única persona que debieron satisfacer sexualmente fue a mí. Lulú me confeso que antes de conocernos había sido madre y que su pequeño hijo estaba al cuidado de su progenitora; pero una extraña tristeza la envolvía cuando hablo de ese tema y el mejor consejo que pude darle, fue que fuera a buscar a su hijo y que le diera el amor y el cariño que no había recibido ella misma y que tomara como una lección de vida cada cosa que le ocurrió para no volver a repetirlo. Con algo de dinero que le di como para que pudiera lograr aquel cometido y que prometió devolvérmelo en cuando pudiera; la quinceañera meretriz fue la primera en marcharse y fue una despedida muy emotiva y con algo de tristeza, pero confié que el destino soplaría a favor de aquella niña a partir de aquel momento. Sandra continuo conviviendo conmigo un tiempo más como si fuéramos una pareja de enamorados; consiguió un trabajo en una tienda de ropa, retomo sus estudios secundarios (gracias a mi insistencia para que concluyera con su aprendizaje) y sintiéndose segura y libre de su tortuoso pasado comenzó a vivir su nueva vida. Ella y yo continuamos una amistad que perdura aun y que en ocasiones mantenemos ardientes encuentros sexuales.
Fin

Novato en fiestas de menores
24 de enero de 2025 en Relatos SDPA, Jovencitas, Jovencitos, LGBTQ+, Sexo en público
Soy chileno, vivo en la capital, tengo 40 años, mido (+) 1.70 y soy bastante delgado gracias a que practico natación y montañismo, soy casado hace 15, tengo dos hijastras Ema de 18 y Ana de 12 años, era un buen esposo, un buen proveedor, sin vicios, cariñoso y estricto con mis hijas, estaba bien catalogado en mi trabajo, ERA un buen hombre… era. Mi esposa pasaba por una etapa de inapetencia sexual, la cual yo suplía con trabajo y la crianza de mis hijas. Ayudaba a mi hija mayor a entrar a la Universidad, y Ana estaba en octavo básico. Estaba en la edad de la rebeldía, rebeldía que yo cortaba con castigos y reprimendas. Había escuchado que se escapaba a las fiestas para menores y, sin que ella sepa, le había colocado un GPS a su celular, para vigilarla. Un día, en pleno invierno, cuando anochecía muy temprano, los profesores me avisaron que no había llegado a la escuela, pedí permiso para salir antes del trabajo y me fui tras ella.
El GPS me llevó hasta una casona antigua, con un letrero que decía fiestas para menores. Dentro, la música se escuchaba estridente. Entré buscando a mi hija, pensando que le daría unas bofetadas frente a todos sus amigos, para que aprendiera a escaparse de casa e irse a un lugar tan peligroso.
Al entrar me llevé una sorpresa: no era el tugurio oscuro, decadente y maloliente que esperaba encontrar, era un salón muy amplio, limpio, bien ventilado, con potentes extractores de aire, alucinantes luces, una larga barra de licores y un escenario central al medio de la pista. Todo muy bien organizado. Comencé la búsqueda de mi hija.
Al avanzar me dí cuenta lo sórdidas que son las fiestas actuales, en comparación con las mías. Habían chic@s de entre los 10 a 17 años, algunos se dedicaban a pasearse, tomar a alguien que le gustara y besarlo, no importando si era o no de su mismo sexo. Habían chico@s besándose de a 2, 3 o más personas a la vez. Otras chicas estaban en los rincones y, entre la penumbra se lograba vislumbrar que estaban de rodillas dando un sexo oral. Otras chicas se dejaban manosear o que las “perrearan”, mientras conversaban con otras amigas, como si tal la cosa. En el escenario central unas strippers de 18 a 20 años, bailaban desnudas o tenían sexo en vivo, con musculosos stripper masculinos. El ambiente estaba cargado de erotismo y la falta de sexo con mi esposa, provocó que me excitara. Rogué porque mi hija no estuviera aquí.
Cuando avanzaba hacia una escalera para subirme y ver mejor desde la altura, una mano me tomó y me arrastró debajo de ésta, alguien me abrazó por el cuello y me dio un beso. No había que ser un genio para darse cuenta de que era una jovencita. Era gordita, pero usaba colonia de adolescentes y su ropa estaba a la moda reguetonera. La aparté y le dije que era un viejo de 40 que buscaba a su hija, ella dijo algo pero con el ruido no la escuché y me fui. Caí en la cuenta que, dada mi contextura física y mi altura, sumado a la oscuridad y las fugaces luces, podría ser confundido con un chiquillo. De noche, todos los gatos son negros.
Siguiendo la búsqueda de mi hija, me metía a una pieza, apenas alumbrada por una luz roja carmesí. (9)Dí un vistazo y cuando me iba, cuando otra mano me agarró y me llevó para adentro. Era una figura bajita y muy delgada y, se lograba vislumbrar en la penumbra, una carita linda, aunque los rasgos no eran nítidos.
Por la música alta, tuve que gritarle:
_”Espera, no soy alguien de tu edad, soy un viejo, estoy buscando a mi hija”,
_¿Que edad tienes?, preguntó ella,
_Tengo 40, y soy bastante feo para alguien de tu edad, – le dije medio en serio, medio en broma-,… por cierto, ¿ que edad tienes?,
_Tengo 16, me mintió,
_¿De verdad?, a mi me parece que tuvieras 12, le dije con una sonrisa,
_Bueno… tengo 11…
Me abrazó por el cuello y me besó, colgándose de mí. Insistí en alejarla, pero ella me aferró con fuerza. La falta de sexo pasó la cuenta.
Habían pasado MUCHOS años, desde la última vez que abracé un cuerpo femenino esbelto, y la cintura de ésta chiquilla era como de una modelo. Esa sensación de fragilidad y sensualidad, su colonia fresca, su labios mojados, sus dedos cosquilleándome la nuca, su cuerpo pegado al mío, sobajeándose, sus gemiditos, sus jadeos, su corta edad, menor que mi hija… lograron erotizarme y que me naciera una fuerte erección, dureza que ella sintió en sus muslos al rozarme.
_”MMMHHH”-gimió fuerte- lo tienes bien duro… y grande… viejito rico”, me susurró al oído, agarrándome el bulto y masajeándolo a su entero antojo. Eso, sólo logró que me pusiera mas caliente. No lo pensé mucho para bajar mis manos y tantear su culo. Quedé sorprendido, pues bajo el ajustado leggins y sus 11 añitos, había un culo bastante grande para su menudo cuerpo, con nalgas gordas, redondas, gorditas y bien paraditas, unas auténticas almohadas de carne que mis manos apenas lograron abarcar. La manoseé a mi antojo, palpando cada centímetro de esa suave carne.
Cegado por la calentura, le dí un beso caliente, la suma de 40 años de besar mujeres de verdad, perras calientes que se lo devoran a uno, mis manos la recorrían entera, mi boca le comía el cuello y le mordisqueaba los pezones por encima de la tela, la acariciaba con suavidad y de golpe la estrujaba contra mí. Y, parece que eso le gustó mucho a la niñita, porque se volvió loca restregándose contra mí y manoseándome el pico, buscando la forma de sacarlo del pantalón.
_”Me dejaste muy caliente,… papito rico”, me dijo al oído. Yo mismo me saqué el pene y se lo mostré: 19 cms de largo y 6 cms de diámetro, duro como una rama de roble. La niña se puso de rodillas y enseguida me lo empezó a chupar. Y sabía como hacerlo. Con una mano estrangulaba la base del miembro, hinchándolo y dejándolo muy sensible, con la otra masajeaba el tronco y el glande, escupiéndolo y apretándolo, después se lo metía a la boca, sentía como sus mejillas se hundían por la succión, su lengua apretaba mi cabeza contra el paladar, se metían por el agujero de la uretra, me daba una seguidilla de exquisitos chupones, me lo raspaba con sus dientes, se lo sacaba y lo arañaba entero con medida fuerza, y lo volvía a repetir. NUNCA mi mujer me lo había chupado tan bien… y ésta pendeja, me estaba haciendo alucinar, sumado al morbo a que estábamos en un espacio público, rodeados de otros adolecentes.
Me concentré y regulé mi respiración todo lo que pude para no correrme. Ella chupaba y chupaba hasta que se cansó y me reprochó que no le haya tirado mi leche adentro. Le dije que era muy aguantador, cosa que a ella le gustó mucho. Me preguntó si andaba en auto y le dije que sí. “Vamos, llévame a dar un paseo”. La tomé de la mano y nos fuimos. Con las luces de la calle la pude ver mejor. Debía medir como 1.40 cm, cabello castaño, piel blanca, ojos claros, mirada caliente, coquetas pecas en la nariz respingada, labios gruesos y bien delineados, tetas chiquitas y con forma de limón, cintura marcada, vientre con cero grasa, piernas bonitas dotadas de muslos gruesos y bien torneados, culo grande y rico. Una joyita.
Nos subimos al auto y ella se me quedó mirando.
_”De verdad que eres viejo… te felicito, estás bien conservado… y no eres tan feo como me decías… y besas rico… y lo tienes grande”, me dijo en un susurro ronco, mirándome directo al bulto. Yo sonreí humildemente, me presenté y le pregunté su nombre y su edad. Se llamaba. Me lo volví a sacar y ella se agachó a chupármelo.
_”No quieres quedarte con las ganas… ufffff…de verdad me quieres sacar leche”, le dije, pero ella solo gimió y siguió chupando. Estábamos así, el auto bajo la sombra del árbol, las siluetas de otros chicos dibujándose contra las luces de la calle… entonces ví a mi hija. Estaba a unos 7 mts de mí, recostada contra un árbol, sus manos estaban en su espalda. La luz de un poste le pegaba de lleno, le veía su rostro angelical y coqueto. Frente a ella había una muchacha de unos 17 a 19 años, la cual tenía un cuerpazo impresionante, alta, con pechos enormes y turgentes, cintura estrecha, culo grande, piernas lindas, iba vestida como una puta, chaqueta de mezclilla corta, mostraba una cadena que llevaba en su sexy vientre, y su minifalda roja era tan corta que siempre estaba mostrando su ropa interior blanca. Un par de botas altas y blancas terminaban el cuadro.
La muchacha se acercó mas a mi hija y le rodeó la cintura con sus manos, Ana se dejó hacer, la abrazó por el cuello y se dieron un largo y ardiente beso. La muchacha no perdió tiempo, le desabrochó el jeans y le metió una mano en el culo y otra en la conchita de mi hijita.
Mi hija.. lesbiana… dejándose comer por una mujer 8 años mayor… una mezcla de ira, sorpresa y placer, (gracias a la incesante chupada de Eva), me invadió el cuerpo, nada podía hacer en ese momento. No podía ir y hacerle una escena, seguido por una mocosa de 11 años con rastros de mi semen en la boca. No me quedaba otra que seguir observando.
Eva estaba concentrada chupándome, provocándome oleadas de placer. Mi hija le comía el cuello a su pareja y sus manitos iban desde el culo de ésta, hasta sus grandes tetas. Le quitó la chaqueta, le levantó la polera y descubrió las tetas, las que no llevaban sostén. Parecían operadas, eran perfectas: gordas, paraditas y con pezones erectos. Mi hija se las engulló y devoró con devoción, haciendo que la otra echara la cabeza hacia atrás y le acariciara el cabello tiernamente.
Eva se apartó de mí, alegando que se le había acalambrado la boca, y que mis dedos en su conchita la habían calentado demasiado. “Quiero pico”, me reclamó. Le dije que se sacara el leggins y los calzones y se subiera sobre mí, mientras yo acomodaba el asiento. No quería dejar de vigilar a mi hija.
Se quitó la ropa y levantando su cintura se abrió la conchita con los dedos. “Mira- me dijo- ¿te gusta… te gusta la conchita de una niñita de 11 años?, me preguntó con tono muy cachondo.
_”Se vé bien rica… veamos que sabe hacer”, la provoqué. Eva se montó sobre mí, agarró mi pedazo, lo acomodó en la entrada de su conchita y comenzó a bajar muy lentito, haciendo presión y buscando la entrada para meterlo. Tardamos un poco, refregué la punta del glande sobre sus mojados labios vaginales y encontré el punto exacto, presioné un poco y entró la punta. Eva gimió muy rico y comenzó abajar. Su conchita se sentía muy caliente, apretada, mojada y tenía un suave aroma a mujer caliente. (2)Ella jadeaba y se quejaba mientras se penetraba solita. Al final, sentí con nitidez cuando toqué su cérvix.
_”Ohhhhhh, concha de tu madre…nunca me había comido un pico tan rico… me tienes llena… ¿te lo comí todo? (moví la cabeza negativamente, sólo había penetrado la mitad), mierda… creí que me lo había comido todo… no te muevas… déjame a mi solita… quiero hacerlo a mi gusto”.
_”Eva… mi pico es tuyo… haz lo que quieras con él”, le susurré al oído, logrando que la niña soltara una risita pícara. Lentamente comenzó a subir y bajar. Dios… la conchita parecía una tenaza al rojo vivo, me quemaba el pene, me dolía… y me moría de ganas por reventarle su conchita a clavadas. Era la mejor concha que me había comido en toda mi vida. La de mi mujer ni se le acercaba, la concha de esa mujer no servía para nada.
Eva subía y bajaba suavemente. Me acomodé para ver en que estaba mi hija. La ví de rodillas, la muchacha tenía las tetas al aire, los calzones por los tobillo y la cabecita de mi hija entre sus piernas… la joven movía sus caderas en círculos y de adelante para atras, echaba la cabeza para atrás y tenía una enorme sonrisa en la cara… mi hijita de 12 años se la estaba comiendo viva. Un orgullo morboso me invadió.
_”Eso así… cométela así…que sufra… que goce”, comencé a susurrar y Eva creyó que se lo decía a ella, por lo que comenzó a aumentar la velocidad, los jadeos y sus gemidos. La joven tomó la cabeza de mi hija y la levantó, le dio vuelta el cuerpo, le bajó el jeans junto con los calzones y enterró su cara en el culo de mi hija.
_”Uffff,… pero que puta… mira que metérselo así…”, susurré. Eva sonrió, diciendo que era porque lo tenía grande y grueso para ella. Mi hija movía el culo en círculos y echaba la cabeza para atrás. Nunca había observado el cuerpo de mi hija. Es muy bonito, tiene lindas piernas, un culo grande y gordo, si bien no tiene pechos grandes y algo de pancita. Con razón se la estaban comiendo rico. La joven terminó de comerle la concha a mi hija, se acomodó la ropa y le dijo algo al oído a Ana, se retiró por unos segundos y regresó con un chico. Por la estatura era un chico de no mas de 12 ó 13 años. Los presenta, mira para todos lados, asegurándose de que nadie la observe… y se quita toda la parte de arriba. Toma la cabeza del chico y la cabeza de mi hija y hace que cada uno le chupe una teta.
Eso me encendió muchísimo, gemí fuertemente y, desobedeciendo a Eva, le agarré el culo y comencé a metérselo con mi propio ritmo, lento pero haciendo presión en el fondo.
_“Ahhhhhhh, nooooo…. ouhmmm, no me lo metas así… me voy a correr muy pronto”, me reclamó la niña, pero no le hice caso y seguí follándomela a mi gusto.
La joven se dejó querer unos minutos con las bocas de esos niños. Después tomó las caras de ambos y los pegó a la suya. Se estaban dando un beso entre los tres. La joven manoseaba los genitales de ambos, sacó el pene del chico y empezó a pajearlo. Era un pene largo para un chiquillo, como de unos 15 cms, calculé, y muy delgado. Se arrodilló, lo puso entre sus tetas y le comenzó a hacer una paja rusa. Mi hija observaba todo atentamente, con una mano engarfiada a su conchita. Pasados unos minutos, soltó al chico, tomó a mi hija, la agachó hasta que su cara le quedó a la altura de su pene, y ella se acomodó arrodillándose detrás de ella. Mi hija comenzó a chupar al chico de inmediato, y la joven volvió a chupar a mi hija.
Mi hija era bisexual.. era toda una putita insaciable… cómo la mocosa que me estaba montando… tenían 11 y 12 años…pero se sentía tan rico, era tan morboso, tan excitante. La calentura me daba mareos, tomé la carita de Eva y me la comí a besos, jadeando ruidosamente, mirando de reojo como mi hija estaba con un chico y una joven al mismo tiempo. Mis caderas comenzaron a moverse solas, mas rápido, mas fuerte, mas profundo, Eva comenzó a quejarse, a gemir con fuerza, una sonrisa le cruzaba la cara.
La joven soltó a mi hija, tomó al muchacho y lo tiró al prado, se montó sobre él y comenzó a cabalgarlo. Mi hija puso su culo sobre la cara del maldito pendejo. Estaba celoso, mi hija era puta con todos, menos conmigo… pero ya iba a solucionar eso. Llegando a casa le iba a decir lo que ví y le iba a chantajear… ya que la madre no me satisfacía, entonces lo iba a hacer la hija. Agarré el celular, enfoqué lo mejor que pude (los saltos de Eva sobre mí, hacían rebotar el auto) y grabé a mi hija.
Eva había agarrado ritmo propio, levantaba su culo hasta casi sacarme de ella y lo dejaba caer con todo su peso, tenía los ojos cerrados, la carita roja, los labios hinchados, la boca abierta y sonriente, comenzaba a reir, se mordía los labios, jadeaba, gemía, de sus ojitos salían unas lagrimas.
_”Ay…ay..ayayayayayyyyy…que rico… tu pene… tan duro… papito… dime que soy tu hija… sé mi papito… eso ,así… culéame rico…ahhh…ouhmmmmm”, gemía Eva, mientras bajo el árbol, la joven se salía del chico, tomaba a mi hija, la ponía encima de ella formando un 69, le abría el culo con sus manos e invitaba al chico que la penetrara. El chico no perdió el tiempo y se lo metió de un solo golpe y hasta el fondo. Mi hija lanzó un fuerte grito que escuché perfectamente, echó la cabeza para atrás sacando su lenguita y volvió a hundir su carita en la concha de la joven.
Eva hacía crujir el auto, su ritmo era endemoniado y rápido, me estaba dando muy duro, yo resoplaba intentando controlarme, pero mis caderas se habían acompasado a su ritmo. “Me corro..me corro…me corro”, me repitió en un hilo de voz, casi llorando. En un segundo de locura ensalivé 2 de mis dedos y se los metí de golpe dentro de su culo. Eva lanzó un fuerte grito, se levantó echando la cabeza para atrás, pude sentir como los músculos vaginales se contraían estrujando mi pedazo, echó la cabeza para atrás, un hilillo de saliva se le escapó por la comisura y se dejó caer hacia atrás. Su espalda chocó contra el claxon, el cual sonó alertando a todos alrededor. En un intento por apagarlo, pasé a encender la luces por accidente. Mi hija, la joven y el chico quedaron alumbrados por los focos, en cosa de segundos escaparon.
Eva estaba ida, la saqué del claxon y la coloqué en el asiento del copiloto. La tapé con una mantilla y la dejé descansando. Salí del auto, acomodé mis ropas, cerré el auto y tomé aire fresco. Pensé en todo lo que había hecho y en lo que había visto. Había descubierto muchas cosas esa noche: mi hija de 12 años era una puta bisexual, yo era un degenerado al que le gustó follarse a una niña de 11 años, mi mujer no servía de nada en la cama… ¿Qué haría ahora?.
Eva se recuperó, se vistió en el auto y salió. Me abrazó por el cuello y me dio un gran beso de agradecimiento.
_”MMMHHH… esto tenemos que repetirlo papito… no sabía que los viejos culeaban tan rico… eres MUUUUCHO mejor que mi pololo…¿quieres ser mi pololo (novio)?”, me preguntó con una sonrisa malévola y divertida.
_Debo confesarte que para tener 11 añitos,… eres muy caliente y me dejaste con ganas de más… creo que podríamos probar ser pololos… podría enseñarte muchas cosas.
Nos volvimos a besar, entramos al auto y tuvimos un segundo encuentro. En eso nos dieron las 10 de la noche, estuvimos dos horas y media en total, follando bien rico. Ella me dio su número de whatsapp y se fue a su casa.
Yo volví a mi casa, mi hija ya estaba allí. Mi mujer estaba fuera de la casa, en una cena de trabajo. Hablé francamente con Ana. Le dije que la había seguido, que la había visto, que la había grabado, que yo fui el que le tocó el claxon, y que le diría todo a su madre. Ella se puso a llorar, jurándome que jamás volvería a hacerlo, que fue un error, que su madre no debía saberlo, que ella haría lo que yo le dijera para guardar el secreto. Le dije que le iba a pensar.
Al día siguiente recibí una foto de Eva. Era una foto de su culo en calzoncitos y una invitación para visitarla en su casa el día sábado. Era hija única, sus padres saldrían de paseo y la dejaban a cargo de una prima de 20 años pero se ponían de acuerdo para que ella se fuera con uno de sus novios a “pasarlo bien”, a cambio de que Eva quedara sola en casa. Tener sexo, con una putita de 11 años, en casa de sus padres, en su cama infantil… era muy sucio, morboso, tentador y por lo mismo delicioso.
Había entrado en éste mundo, me nació la curiosidad de saber si otras niñas en el mundo hacían las mismas cosas y me puse a investigar por internet. Allí supe que había un programa llamado ARES, que era gratuito y que por allí, hombres y mujeres intercambiaban fotos y vídeos de sus amoríos con niñ@s, pero que éste comenzó a cobrar. Lamenté mi suerte, me hubiese gustado ver a niñas de todo el mundo haciendo cositas ricas. Habría compartido las fotos que Eva me envía todavía.
Fin

Preñada a los diez y ordeñada a los 11, Parte 02 (Final)
24 de enero de 2025 en Relatos SDPA, Jovencitas, Violacion
Los vientres fruto de mi semilla son deliciosos, estrechos, calientes y dejarlos llenos de los que le dio la vida es sin duda lo mejor. Tener a dos hermanitas de 10 y 6 años con sus vientres a reventar de leche de su padre.
Años 2008, recordaran en otro relato a Carlita un niña de quinto año de primaria con los pechos descomunales para esa edad, su vientre quedo marcado por mi verga y mi esperma dejándola preñada, después de un tiempo la encontré nuevamente con una enorme panza y disfrute nuevamente de su vientre y sus enorme tetas lactantes, 3 años después la encontré con su hija una nena hermosa de 3 años que vio cómo su madre era nuevamente inseminada con violencia quedando preñada nuevamente y mi hermosa niña Samanta producto de mi placer con carlita probo la verga que le dio la vida en lo profundo de su vientre adaptándose al grosor de su papi
Han pasado 7 años desde que mi bebe probo la leche directamente de su papa, era medio día pase por el mismo parque buscando un vientre estrecho y reconocí a Carlita por sus deliciosas tetas ya estaba grande 21 años y vestida como una puta y también vi a Samanta ya con 10 años con los enormes pechos que heredó de su madre y a una pequeña niña de 6 años jugando.
Espere hasta tarde vi como Carla se abordaba un carro dejando a sus niñas esperando en el parque donde la conocí, después de un rato entre en el baño del parque con cloroformo, algunos afrodisiacos ya con mi edad algunas viagras, ya era noche cuando Samanta y su pequeña hermana entraron al baño donde las esperaba, dentro sometí a Samanta con cloroformo sin que me viera la pequeña, cuando quedo desmayada la deje sentada en el retrete y cerré la puerta para dirigirme al retrete donde estaba la pequeña.
-hola preciosa cuál es tu nombre?
Se espantó cunado abrí la puerta, pero la tranquilice diciéndole que no le aria nada y que su hermana se había desmayado en el baño de a lado, le explique que tenía que darle una inyección a su hermana, la recosté en el suelo y le puse un fuerte afrodisiaco y un sedante, el nombre de pequeña es Caro le di un pastilla de yumbina diciéndole que era un calmante y me tome dos pastillas de viagra.
Estaba sentado y saque mi verga que ya tenía como piedra pajeandome frente a Caro mientras metía mi otra mano debajo de la playera de Samanta masajeando sus enormes tetas, la pequeña Caro comenzaba a mojarse pues ver como un extraño disfrutaba de su hermana era muy estimulante.
Levante la falda de Samanta y le quite sus calzoncitos para puntear su rajita mientras chupaba de sus enormes pechos pellizcándolos y mordiéndolos, probando el sabor de mi progenie, al sentir que la punta de mi verga estaba empapada de los jugos de mi hija de 10 años, subí sus piernas a mis hombros y empecé a hundir mi verga lentamente mientras que mi bebe de 6 años veía como inseminaba a su hermana, sin poder meter toda mi verga tope fondo con el vientre de mi nena, comencé a embestir con fuerza el útero de Samanta mientras besaba su boca y masajeaba sus esponjosos pecho, hasta que acepto todo el largo y grueso amor de su padre.
-Acércate Caro le voy a dar a tu hermana un bebe.
La pequeña estaba tocando su rajita y no podía dejar de ver como mi verga salía y entraba con violencia de vientre de su hermana, y con un fuerte empujón adentre mi verga hasta el fondo del estirado útero de mi hija de 10 años liberando mi semilla que fecundaría sus óvulos y que daría a luz a un bebe que será mío, dejando lleno su vientre me monte sobre mi nena y puse mi verga entre esos pechos dándome una rusa embarrándola de nuestra mescla de jugos de padre e hija, abriendo su boca para que mi hija de 10 años limpiara como es debido la verga de su padre devorándola hasta llegar a su garganta.
-Eso mi bebe chupa la verga de tu papi hasta el fondo, ven Caro tú también quieres probar la verga de tu papi.
Mi pequeña Caro invadida por la excitación de la yumbina se acercó lentamente chorreando de placer, mientras sujetaba la cabeza de su hermana embistiendo su garganta, tome de la cabeza a Caro y saque mi verga de la garganta de su hermana y mi pequeña bebe de 6 años agarro mi verga empezó a devorarla hambrientamente dando su primer beso la verga de su papa yo estaba a punto de lanzar mi segunda carga así que solté a Samanta y con las dos manos tome la cabecita de Caro y empecé bombear la garganta de mi bebe lanzando mi esperma en su boquita asiéndola tragar lo que le dio la vida, mi pequeña tenía la mirada de lujuria de su madre cuando la preñe por primera vez, pues abrasaba mi riata como si fuera lo más preciado que tuviera lamiéndola y besándola embarrando su cara y ropa.
Mi pequeña hija de 6 años estaba a punto de ser violada por su padre loco de la lujuria que me provoco pues me tenía enloquecido de placer al chupar y saborear sin control mi verga mientras estaba sentado en el retrete en un 69 hundiendo mi cara entre sus piernas saboreando la rajita de mi bebe mientras que empujaba mi verga lo más posible a su garganta sin poder resistir mas solté otra corrida dentro de su garganta, mi pequeña estaba lista a punto de darle a su papa su virgen vientre, mi glande rosaba sus hinchados labios vaginales chorreando de placer mientras estaba parada sobre el retrete con mi verga en la entrada de su rajita , la tome de la caderas y empecé a penetrar forzando su estrecha rajita abrirse aceptando el grosor de mi verga, lentamente la senté hasta romper su himen metiendo la mitad pero mi calentura fue tanta que de un solo sentón entro forzando su matriz y mi entrada a su útero, mi pequeña perdió el conocimiento cuando la senté de golpe sobre mi verga.
-tranquila mi amor tu hermanita aguanto menos a los 3 años, pero tú ya tienes todo el amor de papa hasta el fondo.
Sentí como el calor y estreches de su vientre abrasaban mi verga llevándome al cielo y mientras invadía su boca con mi lengua mientras el interior de su desmayado cuerpo se adaptaba a la enorme presencia de su papa, la cargue sin sacarle ni un solo centímetro y la puse arriba de su hermana panza con pansa y mientras del vientre de Caro saboreaba los grandiosos pechos de Samanta, estuve 20 minutos turnando a mis niñas rellenando sus matrices de leche, la primera en recuperar la conciencia fue la pequeña Caro mientras papi invadía su culito estirándolo bastante y Samanta despertó cuando papi invadía su garganta haciéndola tragar lechita mientras su hermanita sorbía la que se derramaba de su rajita estirada, mis niñas si poder negarse disfrutaban siendo tratadas como zorritas en celo estirando su huequitos y llenándolos de leche.
Para cuando mi verga ya estaba calmada mis niñas se quedaron tiradas con sus orificios bien abiertos y sus ropas llenas de nuestros fluidos.
Fin

Las compañeras de Magdalena, Parte 04 (de Cazzique)
24 de enero de 2025 en Relatos SDPA, Jovencitas, Incesto
Al llegar a casa estaba completamente caliente, entré a mi oficina que estaba vacía, le llamé a Magdalena y oí que me gritaba desde el cuarto de la televisión, de inmediato me dirigía hasta donde se encontraba y la vi sentada frente al televisor, estaba viendo los Simpson, su programa favorito. Me quedé parado en la puerta mirándola. Ella no separó la vista del televisor sino hasta que comenzaron los comerciales y entonces fue cuando me vio allí en el marco de la puerta.
– ¡Papá! No te había visto.
– ¿Ya terminaste tus tareas?
– Sí.
– Bien... ¿Me puedo sentar a tu lado?
– ¡Sí, claro!
Me senté a su lado y continuamos viendo la serie hasta que por fin terminó. Magdalena volviéndome a mirar se dio cuenta de que bajo mi pantalón se dibujaba un enorme bulto y entonces me miró.
– ¿Te fue bien?
– ¡De maravilla!
– ¿Y entonces eso? – dijo señalando mi entrepierna.
– Tu amiga es muy caliente, como tú. Pero ya no hubo tiempo de más.
– ¿Quieres que te ayude?
No contesté solamente moví la cabeza afirmativamente y mi pequeña se hincó entre mis piernas. Sus manos buscaron mi cinturón y lo desabrochó, luego bajó el cierre y sacó de entre mis calzoncillos mi erecto palo. Sin más lo metió en su boca y comenzó a felarme deliciosamente. Justo como a mí me gustaba. Su boca se amoldaba perfectamente a mi garrote y con sus manos me masturbaba de manera increíble. En apenas cinco minutos me comencé a venir y mi hermosa hija se tragó todo mi semen, sin dejar ni una sola gota escaparse. Siguió mamando hasta dejar completamente limpia mi verga qué ya no volvió a levantarse.
Cómo podrán darse cuenta ella me había ayudado a cogerme a Ivonne y no solo a ella sino a otras de sus amigas, ¿Pero cual era esa historia? Bueno pues si ustedes me lo permiten se las voy a contar a continuación:
Magdalena, mi hija esta a punto de ser presentada en sociedad y la historia se remonta un par de años atrás. Cómo ya les había comentado anteriormente tengo mi oficina en casa lo que me permite estar constantemente a solas con mi pequeña Magdalena. Bien pues durante esa época ella se encontraba realizando un trabajo de su colegio. Ya su cuerpo se encontraba hermosamente desarrollado, sus caderas amplias y una breve cintura, senos de buen tamaño, sus piernas largas y bien torneadas. Su cara hermosa de piel blanca y ojos de color café oscuro, grandes, llenos de vida. Su larga cabellera que le llega hasta la cintura. Todo esto la volvía una de las chicas más populares de su colegio, envidia de algunas de sus amigas y centro de atención de sus maestros. Por supuesto que su belleza nunca ha pasado desapercibida para mí y desde un poco antes de esa edad yo ya la veía como toda una belleza, obviamente los tabúes siempre me habían detenido en mis propósitos y no fueron pocas las ocasiones en que me vi obligado a tratar de comprender mis sentimientos para con mi pequeña, las cosas para ese entonces eran completamente normales, pero algo sucedió. Sí, algunos acontecimientos fueron cambiando el rumbo de las cosas y mis tabúes se fueron haciendo más débiles cada día hasta que en uno de esos días las barreras se llegaron a romper.
La primer situación que me llamó la atención fue encontrar que mi pequeña se estaba volviendo una mujer, lo descubrí un día cuando revisando sus útiles escolares me encontré entre sus libros una revista para adultos en la cual se veían muy explícitamente las penetraciones, esto hizo volar mi imaginación y mis celos, por supuesto. Me imaginé que ella se metía con sus compañeros y esto me hacía hervir la sangre. Desde esa ocasión cada que podía espiaba los movimientos de Magdalena y justamente esta situación me llevó a un hallazgo que no esperaba. Una tarde después de que ella llegó se encerró en su habitación y se puso a escuchar música, me acerqué a su puerta y toqué sin obtener respuesta, la puerta se encontraba cerrada con llave. No insistí más y pensé que posiblemente ella se drogaba o algo parecido. Al día siguiente volvió a ocurrir lo mismo y al siguiente día igual. Su comportamiento me comenzó a intrigar y trataba de encontrar alguna prueba de lo que hacía pero nada encontré, así que decidí jugar un poco chueco, todo por el bien de mi pequeña.
Antes de que llegara del colegio coloqué en su librero una cámara y comprobé que está me diera la mayor vista posible de su habitación, justo cuando escuché que ella abría la puerta de la casa y gritaba “¡Ya llegué papá!”, encendí la cámara y salí corriendo para mi oficina. Como de costumbre ella entró en su habitación y se encerró, ahora lo único que tenía que hacer era esperar que ella no descubriera la cámara para que cuando saliera de su habitación yo la pudiera recuperar.
Esa misma noche me encerré en mi oficina con la cámara en mi mano, saqué la memoria y la metí en mi computadora. Los primeros cinco minutos no pasó nada pues ella todavía no entraba en la habitación; por fin apareció con su uniforme verde y cerró detrás de ella la puerta metiéndole la llave, luego de esto ella aventó su mochila sobre la silla de su escritorio y se tiró en la cama, – hasta aquí nada fuera de lo normal. – El video continuó cuando ella se puso de pie y encendió su equipo de sonido, acomodó el volumen y se puso a bailar al ritmo de la música. Luego también al ritmo de la música se comenzó a desabotonar el suéter qué voló hasta perderse de foco, siguió la camisa y ella quedó en sostén, – En este punto pensé que debería de dejar de mirar, pero para mi gran sorpresa entre mis piernas se levantaba una potente erección: continué. – Sus manos giraron la falda al hasta que el botón quedó al frente y ella lo desabrocho. La falda calló al suelo dejando a mi hija solo en ropa interior, su cuerpo se veía hermoso. Se quitó los zapatos y las calcetas instantes después, ahora solo bailaba en ropa interior, su cuerpo sinuoso se movía sensualmente con la inocencia de su edad.
Sin percatarme mi mano se movía de arriba para abajo sobre mi pantalón, masajeándome suavemente la potente erección que estaba debajo. Magdalena continuó bailando por espacio de varios minutos más en ropa interior y entonces se quitó el brasier. Sus senos no eran ni grandes ni pequeños, simplemente hermosos, firmes con unos pezones puntiagudos y ya duritos. No pude apartar la mirada de ese movimiento rítmico y sensual y dejando de pensar en que a la chica que veía era mi hija. Las bragas descendieron lentamente mostrando sus partes más privadas, un monte de Venus prominente y sus caderas contoneándose al ritmo de la música, desnudas, completamente sensuales, al girarse pude apreciar su hermoso trasero, llenito, redondito y muy apetecible. – En ese instante me sacaba la verga del pantalón y me masturbaba directamente. – Sus manos suaves se comenzaron a pasear por su cabello, acariciándolo como si fuese una bailarina exótica, su cuerpo seguía contorsionándose y ya no pude más, en ese instante un intenso chisguete de esperma salió disparado con gran fuerza y cayó sobre mi escritorio, a este le siguieron otra y otro más menos intensos pero que me llenaron de leche la mano, la verga, el pantalón y los calzoncillos. Me quedé tendido en mi sillón mirando como ella seguía bailando y entonces detuve el video; había sido suficiente para mí, mi mente era un completo torbellino de sensaciones, imágenes, el cuerpo de mi hija, mi verga moviéndose rápidamente, todo, todo lo que estaba pasando.
La noche fue terrible, no pude dormir y me tuve que masturbar en el baño dos veces, no quería que mi mujer se diera cuenta de lo que estaba haciendo. La imagen de Magdalena no se apartaba de mí y me torturaba con mil cuestiones morales, el que haya pasado por eso me comprenderá.
Total que olvidé el video por un par de días y todos mis intentos de espiarla, me sentía el ser más vil y depravado de la tierra. Entonces busqué por Internet algo sobre el tema y descubría cientos de páginas dedicadas al tema, paginas de ayuda psicológica, paginas de relatos y paginas pornográficas al respecto. Escribí a una de las páginas de ayuda y me comentaron que debía de visitarlo inmediatamente, me dieron una dirección de un centro y acudí – claro, todo anónimamente. – encontré algo completamente diferente y bastante deprimente. Gente que había sido abusada, padres golpeadores y abusadores, cosas como esas; pero mi situación no era por ese lado, lo mío era mucho más profundo.
Regresé decepcionado a casa y no volvía a tocar el video de Magdalena, por lo menos mientras pensaba más detenidamente en mi situación. Pensé mucho y por fin después de mucho meditarlo decidí que nada había de extraordinario en desear a una chica bella y joven, aquí el problema era que se trataba de mi hija. Obviamente me dije que secretamente la podría desear pero que nunca pasaría nada entre los dos y qué por ese motivo no había ningún inconveniente con mis pensamientos. Decidí deshacerme de ese video que al principio había sido la causa de todo este malestar. Me senté en la computadora y por última vez vi las escenas del video: Sí, su cuerpo era maravilloso, pero esta vez no despertó en mí ninguna sensación extraordinaria, posiblemente haya sido la sorpresa de la primera vez, continué viendo la pantalla y por fin llegué al punto en donde me había quedado. Nada extraordinario sucedió durante los próximos cinco minutos, ella seguía bailando frente a su espejo, pero entonces después de esto todo cambio: Todo.
Magdalena después de terminar la pieza musical se sentó en la orilla de la cama y luego se dejó caer, otra pieza comenzó pero ella no continuó bailando. Su cuerpo estaba tendido en la cama, con sus pies en el suelo. De pronto sus manos comenzaron a acariciar sus pechos, lo hacía delicadamente, así unos cuatro minutos; su mano descendió lentamente acariciando su estomago y luego su vientre. Acarició con ternura y delicadeza sus labios vaginales, su boca se abrió reclamando más aire y su pecho se comenzó a agitar más. Sus piernas estaba un poco cerradas pero lentamente el compás se fue abriendo más y más. No podía ver directamente su sexo, pero veía su mano moviéndose de arriba para abajo y luego en forma circular. Los ojos cerrados y la otra mano apretando una teta, pellizcando el pezón. Poco a poco la mano ganaba velocidad y las expresiones en su rostro iban cambiando junto con su respiración cada vez más agitada. Por fin su boca se abrió ampliamente sin cerrarse y su cuerpo se tensó, las piernas se estiraron hacia el frente y volaron un poco, era el orgasmo, sí mi hija se masturbaba y estaba llegando a un orgasmo, tranquila, relajada, disfrutándolo a pesar de su poca edad. Nunca lo hubiera imaginado si no lo estuviera viendo.
Y cuando me di cuenta nuevamente me estaba yo masturbando, mi verga se movía frenéticamente impulsada por mi mano derecha. Arriba, abajo más rápido, el glande salía portentoso en la parte alta y los espasmo comenzaban. Uno, luego otro y otro chisguete de esperma, caliente, espeso y un prolongado gemido de satisfacción. Sí, definitivamente gozaba con la imagen de mi pequeña. No sabía que iba a suceder de ahora en adelante pero estaba seguro de qué no iba a ser nada desagradable, ni para ella ni para mí.
Lo primero que comenzó a suceder es que de un día para otro comencé a acercarme más a mi hija, le preguntaba por su colegio, por sus amigas, por sus amigos y también si ya tenía novio o aún no. Ella notó desde el primer momento mi acercamiento y lo tomó como algo normal, no me recriminó nada y lo acepto con mucho agrado. Ese nuevo inicio fue acercando más a Magdalena con migo y apenas en dos meses ella me confiaba muchos de sus problemas. Comenzamos a realizar juntos sus tareas escolares y nuestros contactos también se comenzaron a hacer más seguidos. Nos abrazábamos, nos besábamos, pero todo sin pasar de un limite.
Algo diferente pasó una de esas tardes: estábamos haciendo una de sus tareas, buscábamos en Internet alguna información, yo estaba frente a la maquina y ella había ido a la cocina por algún refrigerio, entró en la oficina y como no había otra silla cerca se sentó sobre mis piernas. Nada fuera de lo normal pero entonces comencé a sentir sus formas; ella se movía con forme iba encontrando algo y sus nalgas se apretaban contra mis piernas, se hacía para adelante, para atrás y en cada movimiento yo podía sentirla. Obviamente no pude evitar que lentamente se me comenzara a formar una erección y Magdalena siguió restregándose sobre mí como si nada pasara. ¿Acaso me sentía? Indudablemente debería de ser así. ¿Acaso era que ella también quería entrar en el juego? Eso no lo sabía, pero podría averiguarlo. De que era arriesgado lo era, pero tenía que intentarlo. De esta manera sabría si continuaba o paraba en mis intenciones.
Cómo no queriendo la abracé por la cintura sin que ella prestara mayor atención a ese hecho, le acariciaba delicadamente el estómago y no había protestas, mi mano se fue deslizando muy lentamente hasta descansar sobre su muslo, sí, muy cerca de su entrepierna. Intenté registrar cualquier síntoma de incomodidad por su parte pero nada sucedía. Mi verga seguía completamente erecta y sus nalgas restregándose sobre ella, mi mano ahora se movía muy levemente sobre su vientre y ella parecía no percatarse.
¿Debía entender eso como una aceptación del juego? ¿O simplemente en realidad no se daba cuenta? Decidí dar un paso más; mi mano hizo presión ahora un poco más notoria sobre su entrepierna, ella traía su falda gris escolar lo que me impedía bajar un poco más la mano, como no obtenía ninguna respuesta por este medio y no era seguro que entendiera mi insinuación decidí intentar en otro lado. Mi mano fue subiendo nuevamente por su estómago y no se detuvo allí, subió un poco más y con el filo de los dedos rocé uno de sus senos. Lo sentí firme, ella no hizo ningún comentario ni se movió como para zafarse. Mis dedos se comenzaron a mover lentamente acariciándole la teta, ella seguía como sin nada. No había duda, ella estaba aceptando el juego, pero obviamente no debía ir muy rápido debería de darle su tiempo y que lo fuese disfrutando igual que yo. Por ese día las cosas no pasaron de ahí.
Eso sí, al terminar la tarea tuve que meterme al baño y me masturbé lentamente hasta conseguir un suculento, relajador y prolongado orgasmo que ensució todo el suelo, así que después de relajarme un poco tuve que limpiar.
El día siguiente volvió a suceder, pero esta vez Magdalena venía vestida con una playera y debajo una lycra de color rojo que se ceñía perfectamente a sus delicadas curvas, nuevamente me senté en la computadora mientras que ella buscaba en la cocina algo para beber, el ritual fue el mismo exactamente. Entró en la oficina, buscó una silla que no había y se sentó sobre mis piernas, de inmediato mi mano se posó sobre su estómago, esta vez la erección ya estaba lista pues de solo verla vestida de esa manera me hervía la sangre.
Vi su bien formado traserito posarse sobre mi erección, la presión no se hizo esperar y los movimientos; que delicia. Ya no había muchas barreras que traspasar. Mi mano comenzó a bajar lentamente por su estómago hasta caer mi muñeca sobre su muslo, mis dedos estaban ya rozando su vulva. Ella fingía no darse cuenta pero me di por enterado de que su respiración se comenzaba a agitar levemente.
Mis dedos se comenzaron a mover circularmente sobre su vientre, trataba de sentir cada una de las líneas de su entrepierna y no tardé en encontrar una leve hendidura qué comencé a masajear delicadamente. Seguí la delgada rayita que se dibujaba en la lycra, comenzaba a sentir sus abultados labios marcándose perfectamente sobre la delgada tela. No hice ninguna pausa hasta llegar a la parte más baja de su vagina y regresé por el mismo camino, una vez, otra vez, ella no decía nada. Ahora todo en la habitación estaba silencioso y ambos seguíamos fingiendo buscar algo en la red; pero seguramente nos encontrábamos más concentrados en las sensaciones que experimentábamos.
Muy lentamente fui acercando mi cara hasta su cabello, el delicioso olor de su shampoo me invadió las fosas nasales, me acerqué más y le di un delicado beso, sentí como su cuerpo se tensaba un poco. Mi mano seguía jugueteando con la pepita de mi nena. Noté que su cuello se inclinaba un poco al lado permitiéndome mejor acceso hasta su cuello, con la mano libre retiré la cabellera y dejé descubierto el costado de su cara, le besé tiernamente el cuello, otro beso, otro más. En cada ocasión los besos se hacían más prolongados. Ella abrió un poco el compás de sus piernas dejándome avanzar un poco más con mi mano sobre su vagina. Le restregué mi pene entre su culo moviéndome lentamente debajo de ella que seguramente lo sentía perfecto. Mi lengua comenzó a buscar su piel y ella entonces cerró sus ojos y soltó un prolongado suspiro.
Seguí besándola sin parar, su cuello, la oreja, con la mano la hice girar la cara y entonces lo más delicioso del mundo, sus labios. Mis labios se posaron sobre los de mi pequeña y comenzamos a moverlos, nos chupábamos alternativamente y poco a poco mi lengua invadió su cavidad bucal, ella ardiendo de deseo me entregó sin más su lengua y nos enredamos en una deliciosa batalla de placer. Nuestros labios completamente unidos se restregaban, se abrían, apretaban, se pegaban más. Mi mano ahora estaba completamente metía entre sus piernas y sobando esa deliciosa sajada que ya comenzaba a humedecer la tela de la lycra.
Solté la conchita de mi nena y entonces comencé a levantarle la playera, ella se tensó y calmándola le dije que no tuviera miedo. La playera salió por su cabeza, ella levantó las manos para facilitar mi labor, quedó únicamente con un corpiño en el cual se marcaban perfectamente sus senos, sus pezones ya erectos al máximo. Me apoderé de sus pechos con ambas manos acariciando desde atrás y la volvía a besar en los labios. Estuve amasando las tetas firmes de mi bebe por varios minutos y luego metí por debajo del corpiño las dos manos, su cintura breve, su estómago plano y seguí subiendo, por fin pude acariciar directamente sus senos, estaban muy calientes y ella gimió al sentir mis manos pasearse directamente sobre su piel. Atrapé sus pezones entre mis dedos y los apreté con delicadeza una y otra vez, los estiraba y los masajeaba. Ella entonces gimió regalándome la certeza de que se estaba viniendo sin siquiera haberle tocado nuevamente la vulva.
Magdalena al terminar su orgasmo se quedó recostada contra mi pecho y respirando agitadamente mis manos seguían amasando sus senos, sus pezones erectos. La hice incorporarse y le quité el corpiño, por primera vez veía directamente ese par de hermosos pechos, seguía acariciándolos y volviéndola a recostar contra mí me agaché para chupárselos. Mi lengua se apoderó de ese pezón rosadito y lo lamí sin descanso por muchos minutos, luego lamí todo el seno. Volví a bajar mi mano hasta su conchita notando lo mojada que se encontraba la lycra por sus jugos. Sobé nuevamente mientras chupaba su teta y así permanecí hasta lograr que Magdalena se viniera por segunda ocasión. Esta vez la dejé descansar y nos quedamos así casi media hora. Luego le puse sus ropas y le pedí con mucha delicadeza que se fuera a terminar su tarea al cuarto y que mañana continuábamos con la búsqueda. Antes de que saliera le di un beso muy ardiente en los labios y ella me sonrió, me encerré en la oficina y sentándome en mi sillón me masturbé hasta mojarme completamente los pantalones. Fue delicioso. Al día siguiente volvimos a repetir el ritual que habíamos diseñado para nuestros encuentros solo que en esta ocasión las cosas fueron más rápidamente, ella se sentó e inmediatamente comencé a meterla la mano debajo de la blusa. Agarré sus tetas y las amasé con excitación, ella se recargó en mí girando su cabeza para besarnos, mis labios encontraron los suyos y nuestras lenguas se buscaron. En poco tiempo voló su blusa y quedó desnuda de la cintura para arriba, pero en esta ocasión las cosas variaron un poco.
Mis dedos buscaron el broche de su falda y luego bajé el cierre de ésta, seguía sentada pero mis manos tuvieron más libertad de acariciarla, me paseaba sobre las bragas sintiendo cada uno de los pliegues y curvas de su cuerpo. Magdalena comenzó a gemir cuando mis dedos se pasearon a lo largo de la rajada que se dibujaba perfectamente en la delgada tela de color blanco. Pasé mi dedo entre estos dos calientes pliegues una y otra vez hasta regalarle a mi nena su primer orgasmo de esa tarde. Ella meneaba sus caderitas en muy ligeros círculos restregando de esta manera sus nalgas sobre mi palo completamente erecto. Después de su primer orgasmo la hice levantarse y aunque con un poco de vergüenza ella dejó que su falda resbalara de su cuerpo y cayera a sus pies. Por primera vez contemplaba su cuerpo de esa manera, en vivo, a todo color y en todas sus dimensiones. Puse mis manos sobre sus caderas y la atraje hacía a mí que levantándome un poco logré colocar mi boca sobre una de sus tetas, se la mamé y mientras mis manos se dedicaban a acariciar su hermoso trasero, metía los dedos entre el canal que separa los cachetes y buscaba en la parte baja su ano; apretaba los cachetes y los amasaba.
La pequeña Magdalena solamente echaba para atrás su cabeza dejando que su cabellera rozara levemente mis manos. No pudiendo contener más la satisfacción de tenerla así comencé a bajarle las bragas, dejando al desnudo sus partes más privadas, ella no lo evitó. Me separé un poco de sus tetas para poder admirar ese hermoso monte de Venus apenas manchado por unos pocos vellitos que comenzaban a crecerle. Sin esperar más mi mano se paseó por toda la zona, acaricié sus labios vaginales y su monte de Venus, así varias veces para luego concentrarme únicamente en la parte alta de su vagina. Localicé el clítoris y comencé a juguetear con él. Magdalena no tardó en comenzar a gemir y mover su cuerpo con sensuales contoneos y a los dos o tres minutos un nuevo orgasmo, esta vez, más intenso que el anterior. Gritó, gimió y lloriqueó por las sensaciones tan intensas que estaba experimentando. Sus muslos estaban completamente empapados con su propio néctar. Después de que terminó su orgasmo la senté en mi sillón dejándola descansar unos instantes.
Ante su atenta mirada comencé a desnudarme completamente y al quitarme los pantalones por primera vez vio lo largo de mi palo dibujado en la tela de mis calzoncillos. Lentamente retiré los calzoncillos y la verga fue quedando al descubierto. Mi hija asombrada veía con incredulidad lo largo y grueso de mi pene.
Me acerqué y le pedí su mano, la puse sobre mi duro garrote y ella tímidamente lo comenzó a reconocer con su tacto, su delicada manita recorrió muy lentamente cada una de las líneas de mi tronco, sopesó las bolas y jugueteó con el glande. Le pedí que atrapara con sus dedos el grosor del tronco y ella me obedeció. Luego le dije que comenzara a mover lentamente su mano de adelante para atrás, qué dejara que la cabecita saliera completamente de la piel que la cubría; con curiosidad ella comenzó a recorrer la piel de mi pene hasta dejar que la cabeza púrpura quedara completamente descubierta, la apreció detenidamente y luego regresó por el mismo camino. Así lentamente comenzó a aprender como debería de masturbarme, le fui indicando las velocidades y ritmos que yo deseaba. Magdalena aprendió muy bien y después de pocas instrucciones continuó moviéndome la piel del palo. Las sensaciones se me fueron acumulando poco a poco y de pronto estallé, sorprendió a mi hija el primer disparo de leche que le pegó en los pechos, le pedí que no parara. Ella continuó moviendo su mano logrando sacar chorro tras chorro de leche que le iba pegando en el cuerpo. Por fin mi garrote perdió su dureza y ella lo soltó, se miró toda llena de jugos y después de ver que me comenzaba a recuperar preguntó:
– ¿Qué es, papá?
– Es mi esperma pequeña... es lo que soltamos los hombres.
– Esta caliente.
– Si pequeña... así me pones tú, muy caliente.
– ¿Te gustó, papá?
– ¡Me ha encantado! ¡Fue fascinante!
Le comencé a explicar que como ella se venía así mismo nos sucedía a nosotros los hombres pero lo hacíamos de esa manera. También le explique que los hombres solamente soportamos una venida y que por el contrario ellas se pueden venir varias veces. Así terminó la sesión de ese día. Para la tarde siguiente le tenía preparadas nuevas cosas a Magdalena, esta vez la llamé a mi cuarto cuando llegó de la escuela, ella acudió casi de inmediato y cuando entró le pedí que se quedara parada allí en el marco de la puerta, me acerqué hasta ella y la besé en la boca, su lengua me respondió al instante. Me abrazó y por supuesto yo hice lo mismo. Un par de minutos después la comenzaba a desnudar. Quedó completamente desnuda y luego me desnudé yo. La llevé hasta el baño y nos metimos en la regadera, la mojé para luego comenzar a enjabonarle todo el cuerpo, me enjaboné y así comencé a abrazarla y besarla –solamente nuestras caras no tenían jabón. – Las sensaciones de esta práctica son deliciosas, los cuerpos se restriegan dulcemente y cada roce es una caricia. Terminamos por fin de bañarnos luego de largos minutos y llevé a mi hija hasta la cama después de secarnos.
Con delicadeza fui tendiendo a Magdalena en el colchón, aprecié su hermoso y delicado cuerpo para luego comenzar a besarla desde los pies hasta la cabeza, tardé varios minutos así hasta llegar a su boca y besarnos nuevamente, ella gemía y respiraba con gran dificultad. Me separé de ella y acomodándome entre sus piernas las fui abriendo poco a poco, su vagina se mostró completamente ante mí, me agaché y pasé la lengua por toda su vulva, ella se retorció por la inesperada sensación. Me agarré de sus caderas y comencé a lengüetearle la concha sin parar. Busqué sus rincones más escondidos llevándola desde las risas a los gemidos y pujidos. Magdalena en pocos minutos me regaló con sus jugos qué sin demora saboree buscándolos por todos sus rincones.
Descansamos unos segundos y luego le enseñé como se debería de hacer el sesenta y nueve, su boca engulló mi barra de carne justamente como se lo había enseñado y así nos comenzamos a mamar hasta lograr el delicioso orgasmo. Está vez me vine en su boca y ella se sacó la verga después del primer disparo, toda la cara le quedó llena de esperma. Le dije que debería de beberse toda la leche sin desperdiciar gota alguna para la próxima vez.
Ella me dijo que lo haría, pero que la había tomado desapercibida. Solamente logró tragarse un poco de mi peche en el primer chorro que le disparé en lo más profundo de su boquita. Durante el sesenta y nueve le estuve metiendo un dedo en su ano hasta que logré clavárselo completamente.
Nos quedamos dormidos en mi cama y despertamos cuando comenzaba a oscurecer, Magdalena me pidió que se la mamara otra vez y definitivamente que no me pude contener, la abrí de piernas a la orilla de la cama y yo hincado en el suelo le mamé su conchita, esta vez metiéndole la lengua lo más profundamente posible que pude mientras que la ensartaba con mi dedo medio por el ano. Llegó a su primer orgasmo y ella me pidió más, yo ya estaba completamente duro y le pedí que practicáramos de nuevo el sesenta y nueve, ella enseguida dijo que sí. Esta vez quedé encima de ella, Le abrí sus pétalos con los dedos y lamí sus paredes internas, su clítoris estaba completamente fuera de su capuchón mostrándose orgulloso, lo lamí también una y otra vez, ella se vino pero no dejó de mamarme, me apretaba con sus labios la verga de forma deliciosa y me vine apenas unos segundos después de que ella logró su orgasmo, esta ocasión si se tragó toda la leche que le deposité en la boca, hizo un gran esfuerzo pero lo consiguió. Quedamos completamente complacidos y ella se fue a su cuarto luego de volvernos a bañar, yo me quedé profundamente dormido y ni me enteré de a que horas llegó mi mujer.
Los siguientes días, fin de semana no pudimos hacer nada pues a Magdalena le bajó. Durante esos días me dediqué sacar el trabajo que no había podido concluir por nuestros encuentros en la semana.
Fue hasta el día martes después de que mi hija llegó del colegio cuando pudimos hacer algo nuevo. La idea por supuesto era irle enseñando nuevas cosas a Magdalena, pues bien, después de que llegó del colegio la llamé de nuevo hasta mi habitación, ella solo tardó un par de minutos en llegar, traía su uniforme escolar y se veía hermosa con par de trenzas que se había hecho.
– ¿Ya terminó bien tu regla? – pregunté.
– ¡Sí, desde ayer!
– Bien... hoy vamos a aprender cosas nuevas.
No contestó pero emocionada meneó su cabecita afirmativamente. Me coloqué frente a ella y la besé, nuestras manos comenzaron a recorrer mutuamente nuestros cuerpos, ella centró sus caricias en mi entrepierna poniéndome completamente erecto; yo por mi parte me concentré más en sus nalgas. Luego de unos minutos comenzamos a desnudarnos hasta que sobre nuestros cuerpos no quedó ni una sola prenda. Nos fuimos a la regadera y repetimos la sesión de caricias con jabón por todo el cuerpo de la semana pasada. Por fin después de salir fuimos enseguida a la cama, ella se acostó al centro de la misma mientras yo terminaba de secarme y de admirar su hermoso y juvenil cuerpecito. Como primer paso comencé por mamar su rica vagina, con mis dedos abría sus labios y lamía las paredes interiores para luego pasar hasta su clítoris.
Ella se vino y la dejé descansar, luego me monté sobre su cuerpo acercando mi verga hasta su cara y se la di a chupar, la dejé que mamara solo un par de minutos pero diciéndole que quería que usara mucha saliva. Cuando separé de su boca la verga ella me pidió más pero por el momento eso bastaba, me acomodé entre sus piernas y le pedí que las abriera lo más posible. Mi hermosa hija abrió sus piernas mostrándome como su vulva se me ofrecía completamente, ligeramente sus labios se abrieron mostrándome su rosadito interior. Acomodé mi verga entre sus labios vaginales y ella sorprendida por la acción levantó la carita para ver que iba a pasar.
– ¿Me la vas a meter?
– ¿No quieres? – contesté con otra pregunta.
– ¿Duele?
– ¡Solo un poco!
Magdalena no dijo nada más solamente me sonrió moviendo su cabeza en señal de un SÍ rotundo, con la mano empuje un poco el pene al interior de sus labios y sentí su ardiente piel quemándome el glande. Ella gimió un poco al sentir la intromisión pero abrió un poco más el compás de sus piernas, sujetándoselas por detrás de las rodillas con las manos. Empujé lentamente mi verga y ella comenzó a quejarse a cada nuevo milímetro que avanzaba, cuando rasgué su himen ella soltó un ensordecedor grito de dolor y comenzó a llorar. Yo seguí sin embargo empujando mi pene ahora más de prisa en su interior, sabía que si se la sacaba le iba a costar más trabajo volver a aceptarla.
Magdalena tragaba saliva y sus lagrimas le rodaban por los costados de la cara hacia atrás humedeciendo su cabellera, le acaricié la cara regalándole una sonrisa amplia que ella respondió un poco adolorida aun.
– ¿Te he lastimado mucho?
– ¡Me dolió demasiado papá!
– No te preocupes, el dolor irá pasando y vas a comenzar a sentir rico.
Efectivamente, el dolor se iba quedando en el pasado y Magdalena comenzaba a dar pequeñas muestras de placer, las expresiones de su rostro comenzaron a cambiar y los gemidos de satisfacción a aumentar. Mi verga entraba y salía a un ritmo regular de su apretada panocha y aunque aun no me animaba a metérsela completamente ya solo quedaba fuera una cuarta parte. Sus pliegues se comenzaron a humedecer más y la penetración se volvió más fácil. Ella seguía sin soltar sus piernas completamente abiertas y yo moviéndome sobre su cuerpo pero sin dejar caer mi peso completo. Mi hija se acercaba a su orgasmo, lo sabía pues su respiración era cada vez más agitada y los gemidos más intensos. De pronto sentí como su vagina se comenzaba a contraer una y otra vez sobre el tronco de mi garrote, me apretaba deliciosísimo y no pude soportarlo más, le solté toda la carga acumulada de los día pasados en su pequeña panocha, ella me sintió y me pidió más mientras yo me movía frenéticamente en si interior. Empujé mi leche lo más profundamente posible, quería dejársela completamente dentro, ella gemía y me decía que esto era lo más maravilloso del mundo. Por fin ambos terminamos riendo sin poder contener las exquisitas y a la vez dolorosas sensaciones de este fabuloso orgasmo.
Me quedé dentro de ella hasta que la verga perdió su dureza, luego lentamente me fui retirando, mirando como salía de su apretada y ahora dilatada panocha. Un poco de sangre se apreciaba entre nuestros jugos que escurrían por las nalgas de Magdalena, ella gimió cuando sintió como salía de su interior mi garrote y vio como éste estaba completamente flácido y mojado con nuestros fluidos.
– ¿Te ha gustado? – pregunté.
– ¡Sí! He sentido algo muy rico... ¿Pero?...
– ¿Qué pasa mi vida?
– ¿Puedo quedar embarazada? En la escuela dijeron que el esperma embaraza.
– No te preocupes hija... yo ya estoy operado y no me salen espermas, solo el líquido.
– ¡Ah! Qué bueno.
– ¿Qué sentiste?
– No sé... es algo muy rico... sentí que volaba o no sé.
– ¿Te gustaría hacerlo de nuevo?
– ¡Sí!
Le dije esto último cuando comencé a sentir que mi vara estaba nuevamente dura, ella se volvió a sujetar las piernas dejando las completamente abiertas, pero le dije que ahora íbamos a cambiar de posición. Me recosté en la cama con mi palo completamente duro recostado sobre mi vientre, le pedí que se montara y ella comprendió que era lo que deseaba. Se paró sobre mi con sus pies en mis costados, lentamente se comenzó a sentar, vi su vagina como se fue abriendo mientras se iba encuclillando. Quedó a la altura de mi pene y con su manita lo tomó para guiarlo a su interior. La gruesa cabeza se posó entre los labios y ella la movió para adelante y para atrás buscándose el agujerito. Por fin se fue dejando sentar y mi garrote la fue penetrando, ahora ella podía medir mejor la cantidad que quería recibir y para mi sorpresa se la fue metiendo lentamente y pasó el punto en el cual yo me había detenido, mi garrote entró completo y ella quedó perfectamente empalada.
Puse mis manos en sus caderas y comencé a guiar sus movimientos, ella al principio lo hizo muy bruscamente, la fui guiando, pidiéndole que lo hiciera lentamente, que lo disfrutara milímetro a milímetro. Ella lo comprendió y sus movimientos se hicieron más suaves y rítmicos, su vagina me apretaba deliciosamente en esa posición.
Yo me dediqué a acariciarle todo el cuerpo, su cara, sus senos, bajé por su estomago y juguetee un ratito con sus labios vaginales buscándole el clítoris, luego pase por sus muslos y hasta sus rodillas para luego regresare y concentrar mis caricias en las nalgas de mi pequeña, le metí un dedo en el ano y entonces sus músculos vaginales se apretaron más, era deliciosamente increíble que su panocha me apretara tanto. Ella entonces me avisó que se iba a venir, yo comencé a empujar mis caderas contra su vientre para así aumentar la velocidad, me sujeté de sus caderas y no paré. Al mismo tiempo nos comenzamos a venir entre gemidos y gritos delirantes de placer. Los chasquidos en nuestros sexos aumentaron y sentí como los jugos que salían de su rajada rodaban por mi palo y se escurrían hasta mis bolas y culo hasta por fin llegar a las sábanas de la cama.
Nos quedamos retozando cerca de una hora, platicando de lo mucho que habíamos disfrutado, de su escuela, de sus amigos y amigas, de sus profesores, de su madre. Luego nos metimos en la regadera y bajamos a cenar, poco después llegaba mi mujer y nos saludaba. Vi en los ojos de Magdalena una mirada retórica contra su madre pero sin llegar a ser agresiva, cenamos y luego nos fuimos a dormir.
Por supuesto que al siguiente día se volvió a repetir la sesión, esta vez fue en su habitación, saliendo del baño nos dirigimos a su cuarto y ella se recostó en la cama, me monté en su bello cuerpo y comenzamos a besarnos y acariciarnos, total que quedamos de lado en esa ocasión, frente a frente. Le apunté la verga a su entrada vaginal y lentamente la comencé a penetrar, ella ya estaba completamente húmeda. La verga se fue abriendo paso entre sus pliegues lentamente hasta llegar al fondo de su apretada panochita. La hice subir una de sus piernas en mí para así poder tener mejor acceso y estar más cómodos. Ella me restregaba los pechos y me besaba frenética diciéndome lo mucho que me quería. Los chasquidos producidos por nuestros jugos con la entrada y salida del garrote se escuchaban por toda la habitación; Magdalena llegó a su primer orgasmo y yo aún seguía como nuevo. Descansamos unos segundos e inmediatamente después le pedí que cambiáramos de posición, esta vez la puse a la orilla de la cama empinada, su culo en esa posición se veía hermoso, me acomodé detrás de ella apuntando con la mano mi garrote entre sus labios vaginales abultaditos y apretaditos por la misma posición. Restregué el palo de arriba para abajo a lo largo de la rajada y lentamente la comencé a penetrar cuando éste se lubricó un poco. La penetración fue lenta y llegué hasta lo más profundo de su vaginita sintiendo como le tocaba el útero. Comencé a bombear mientras que mis manos se recreaban en las hermosas formas del trasero de mi hija, me sujetaba de su cintura y de las caderas y acariciaba los dos cachetes redondos y tersos de sus nalgas.
Ella obtuvo así su segundo orgasmo esa tarde y yo traté de retener el mío lo más posible, afortunadamente lo conseguí; luego de eso le pedí a Magdalena que se recostara de nuevo en la cama pero esta vez en la misma orilla en que estaba, sus piernas quedaron colgando y le pedí que se las sujetara como la vez pasada. De esta manera su vagina quedaba completamente expuesta así que se la mamé varios minutos, pero luego mi lengua fue buscando la parte de abajo, sí, su hermoso ano arrugadito y apretado. Se lo comencé a lamer y trataba en cada ocasión de irla penetrando con la lengua, poco a poco su agujero fue cediendo y mi lengua lo penetró, a la lengua le siguió después un dedo que se estuvo entreteniendo varios minutos, luego otro dedo más. Estaba dilatando perfectamente su agujerito pues el siguiente paso era mi verga. Me entretuve demasiado tiempo en esa labor pues su culito estaba completamente estrecho. Por fin cerca de veinte minutos después de haber comenzado pude ver que ya mi garrote se podría abrir paso por allí. Me levanté y le pedí a mi hija que aguantara lo más posible lo que iba a venir pero que si sentía que la lastimaba de más me lo dijera y yo se la sacaría. Apunté el glande en el ano y comencé a empujar. Muy lentamente mi barra se fue incrustando y abriendo a su máximo ese estrecho canal, mi hija se quejaba pero no pedía que se la sacara así que continué empujando cada vez más tronco en su interior. Tenía la cara roja y los ojos vidriosos cuando por fin llegué hasta su fondo, pero no pidió en ningún momento que se la sacara, sí, mi hija se había tragado toda mi barra gruesa y larga por su apretada entrada posterior. Me quedé quieto viendo ese hermoso y apretado agujerito con mi barra bien clavada y poco a poco comencé a retirarme. Casi a punto de salir regresé hasta dentro, ella se quejó pero lo soportó.
Bombee lentamente al principio y poco a poco fui ganando velocidad, le pedí a Magdalena que mientras yo me la cogía de esa manera ella se tocara el clítoris y la vagina, le fui indicando como hacerlo. Ahora mientras que me la cogía por su ano ella se masturbaba la vagina. Las sensaciones eran tan intensas que creí no poder aguantar hasta que ella se viniera pero aguanté, ella comenzó a decirme que se estaba viniendo y yo ya no pudiendo soportar más ese delicioso pero enloquecedor cosquilleo le solté mi carga de esperma, en su interior sintió el calor de mi leche que le encantó, sus músculos se apretaron con fuerza y su esfínter me estranguló la barra de caliente carne que estaba en ese instante soltando su carga en lo más profundo, fue increíble y desquiciante. Mi hija gritaba que le diera toda la leche y se masturbaba metiéndose en la panocha un par de dedos. Fue una experiencia sumamente delirante tanto para ella como para mí que no creí nunca coger con mi hija de esa forma y además no creí que soportara el tamaño de mi barra por su apretado culito. A ella la deje en su cuarto mientras que yo me retiraba a mi habitación para asearme y después poder descansar un rato, luego de que los dos estuvimos listos me fui a mi oficina a terminar el trabajo que tenía, mientras que ella se puso a terminar su tarea escolar. Mi mujer llegó tarde como de costumbre y cenamos los tres juntos, luego nos fuimos a dormir, en esa ocasión mi esposa me pidió que me la cogiera y no obstante haber cogido locamente con Magdalena le pude responder, no lo creía estaba tan caliente como en la tarde con mi hija. Ahora con mi mujer.
Las cosas siguieron su rumbo como de costumbre, aunque las sesiones se comenzaron a hacer menos frecuentes pues nunca le iba a aguantar el paso a las dos mujeres de mi casa, definitivamente ellas son muy calientes, lo mismo que su servidor.
Bien pues en una de esas tardes en que Magdalena y yo nos encontrábamos en mi habitación cogiendo frenéticamente de pronto la puerta se abrió, los dos volteamos a mirar y allí se encontraba mi mujer. De inmediato nos cubrimos presas de la vergüenza en esos momentos, mi mujer salió corriendo y se metió en la oficina cerrándose con llave. Después de que medio me pude poner los pantalones le dije a mi hija que fuera para su cuarto y que no se preocupara, que yo iba a hablar con su mamá. Magdalena preocupada me preguntó entonces que si ya no lo volveríamos a hacer.
– No te preocupes... ¡No dejaría de hacértelo nunca! – le dije. Salí a buscar a mi esposa y después de buscarla por varios minutos me di cuenta de que se encontraba en la oficina. Le pedí que me abriera la puerta pero fue inútil.
No quedaba de otra más qué esperar, y pasaron cerca de dos horas antes de que se oyera el seguro de la puerta al quitarse, entonces me levanté del sillón en que me encontraba y antes de que ella saliera entré yo en la oficina pidiéndole que se sentara.
– ¿Cómo te atreves? – dijo indignada.
– ¡Mira, no tengo nada que aclararte!... Lo viste todo. A tu hija le encanta y no pienso dejar de hacerlo con ella... Ahora piénsalo bien, no te exijo que sea ahora, piénsalo bien... Tienes dos opciones, la primera y más radical es irte de casa, y por lo que acabas de ver tu hija no te seguirá... La segunda es resignarte y aceptar la situación cómo está... Tu todavía me gustas físicamente y te amo, podemos seguir compartiéndolo todo como hasta ahora, tú hija no tiene por que ser una rival; somos parte de la misma familia. – Me quedé callado, dando tiempo para que ella entendiera muy bien mis palabras. - ¡Piénsalo bien! Podemos seguir siendo lo de siempre, las cosas no cambian por que me acueste con la nena... a ella le encanta y sé que a ti también... Podemos compartirlo como siempre hemos compartido todo.
No dije más y salí de la oficina dejando a mi mujer sentada, penando en lo que le acababa de decir. Era verdad, ella me fascinaba aun física y emocionalmente pero ahora la decisión corría por su cuenta. Subí a mi habitación y me desnudé, me metí a la cama pero sin dormir, pensando también en lo que sucedería. Las cosas no se veían nada fáciles a partir de esté momento. No sabía lo que pensaba mi mujer pero podía entender perfectamente que si de por si era difícil sorprender al marido con una amante, lo era mucho más cuando esa amante se convierte en la propia hija del matrimonio.
Pasaron un par de horas y todavía me encontraba meditando en lo ocurrido cuando escuché que la puerta del cuarto se abría, me volví y vi a mi mujer parada en la entrada de la habitación, en su cara ya no se veía la aflicción que se notaba cuando bajé a platicar con ella; me miró directamente a la cara y preguntó:
– ¿Tienes fuerza?
La pregunta me dejó perplejo, pues no entendía a que tipo de fuerza se refería ella, entonces sorprendido vi como se despojaba de su blusa mostrándome sus hermosos senos, grandes y con los pezones completamente rígidos. Caminó hacia la cama y en el trayecto dejó también caer su falda, sus piernas bien torneadas se dibujaban en la semi-oscuridad del cuarto, llegó a la orilla de la cama y entonces se rasgo las bragas. Su mata de vello quedó medio oculta por la tela desgarrada inmediatamente me incorporé y comencé a acariciar sus caderas, luego terminé de quitarle los harapos en que se habían convertido sus bragas y quedó completamente desnuda. Mis dedos se perdieron entre sus piernas y mi boca se pegó a sus senos.
– Quiero poner un par de reglas... ¿Puedo? – dijo desconcertándome un poco más.
– ¡Adelante! – dije.
– La primera: Voy a aceptar que te acuestes con Magdalena, sin celos y cuando tu quieras, pero con la condición de que cuando ella encuentre a alguien tu no interfieras.
– ¡Eso no lo tienes ni que pedir!... ¿Cuál es la segunda?
– Qué alguna vez me permitas estar presente cuando se lo hagas... Sin que ella lo sepa.
– Las veces que tú quieras, solo tienes que pedírmelo y arreglamos el encuentro.
– ¡Entonces a partir de ahora vamos a comenzar una nueva familia! Hicimos el amor como nunca antes lo hicimos y desde ese momento mi hija y mi esposa se convirtieron en cómplices, aunque nunca se mencionaban nada entre ellas sabían perfectamente cuando cogía con una o con otra.
Continuará

El mercadillo
23 de enero de 2025 en Violacion, Relatos SDPA, Jovencitas
Me dispongo a relatarles una cosa que me ha ocurrido hoy en el mercadillo. Ha sido muy fuerte y aún no se lo he contado a nadie. Hoy es el domingo justo anterior al próximo día de navidad, por lo tanto yo de 9 años, mi hermanita de 6 y mi mama nos hemos ido al mercadillo del domingo para comprar unas cuantas cosas para el próximo día 25.
El mercado estaba lleno claro, pues casi todo el mundo ha pensado lo mismo que nosotras y se ha ido a hacer la compra. Mi hermanita aún no sabe quien son los reyes, por lo tanto solo hemos comprado adornos y los regalos ya fueron a comprarlos mamá y papá hace unos días. El caso es el siguiente; en un momento dado estábamos las tres paradas delante de una parada donde mamá observaba toda una serie de ropa interior y complementos. Yo le he acompañado un rato pero al cabo me he aburrido y la he dejado que escogiese sola.
Ha sido en un momento que de pronto la callejuela donde estábamos paradas se ha llenado de mucha gente. No sé porqué debe haber sido, quizá por casualidad, pero el caso es que de pronto nadie se podía mover hacia ningún lado. Yo he pensado que ya pasaría pero estaba armándome de paciencia cuando de pronto he notado que una gran mano me acariciaba mi culito. Al principio he pensado que la mano me tocaba ahí porque estaba inmovilizada a causa de la presión de la gente, pero no era un simple contacto inmóvil.
La mano se movía lentamente como la mía cuando acaricio a Sheila, mi gatita, y me presionaba flojito el culo como si fuera yo mismo que estuviera acariciando a Sheila. Extrañada por ello, y con ciertas dificultades, me he girado para ver quién era que me estaba tocando. Era un hombre grande, quizá de la edad de papá, que justo cuando me he girado me ha sonreído. Yo aún lo estaba mirando como preguntando por qué hacía eso, cuando me ha vuelto a poner la mano, pero como me había girado entonces la ha puesto en mi entrepierna.
Su mano me tenía cogida como si fuera una botella de la entrepierna, entonces yo he empezado a notar como una fuerza muy grande, como electricidad, que me surgía de ese mismo sitio donde el señor me tocaba. Me ha venido calor de repente y mis caderas han tomado vida propia, pues yo acompañaba con ellas el tocar de ese hombre en mi entrepierna. Hemos estado un rato así, no sé cuánto ha sido pero a mi me ha parecido mucho. De pronto el atasco de la callejuela donde estábamos se ha deshecho, la gente ha empezado a caminar y todos nos hemos podido volver a mover. El señor me acababa de soltar la entrepierna cuando he notado que me cogía de la mano y me llevaba con él. Yo me he girado para llamar a mamá pero el ruido era más fuerte y no me ha oído. No me he atrevido a decirle nada al señor porque se le notaba fuerte y quizá me pegaba.
Conmigo cogida de la mano nos hemos metido por una de las calles al lado del mercadillo. Yo le preguntaba hacia dónde íbamos pero él ni tan solo me miraba y seguía caminando decidido conmigo cogida fuerte. En seguida se ha parado delante de un portal y ha tocado todos los timbres como si hiciera una broma. Han salido muchas voces y él ha dicho: soy yo. La puerta se ha abierto y hemos entrado y yo ya tenía un poco de miedo. Una vez dentro, él ha abierto una puerta pequeña y hemos entrado en una sala muy grande que parecía una fábrica como las que hemos ido a ver a veces con el cole. Estaba todo un poco sucio y había máquinas grandes y tubos gruesos que salían de la pared. El me ha sentado en uno de esos tubos y se ha puesto a besarme el cuello. Yo le decía: señor, qué quiere? Pero él no me ha hecho caso y me seguía besando en cuello y también la boca me ha besado.
Su mano se ha vuelto a poner en mi entrepierna y yo notaba la misma electricidad que antes en el mercadillo. Otra vez mis manos han vuelto a tomar vida propia y yo lo abrazaba y lo acariciaba mientras él me hacía esas cosas. Yo llevaba una corta falda y eso creo que le ha facilitado las cosas porque me ha bajado mis calzoncitos y me tocaba mucho más fuerte mis entrepiernas, tanto que he empezado a hacer ruido. No he llegado a enterarme pero en un momento dado lo he visto que se había sacado los pantalones. Tenía un pene enorme comparado con las fotos que he visto en los libros de colegio, y además estaba mirando para arriba. Yo aún sentada en la gruesa tubería, se ha arrodillado un poco y me acercaba el pene a mi vagina. He notado que me tocaba el la entrepierna con el pene y yo no cesaba de temblar, no sé si de miedo, de frío o de qué.
El resto no lo recuerdo muy claro, solo recuerdo que me ha dolido mucho cuando se ha acercado a mí y yo he empezado a llorar. Y él se ha empezado a mover y ha sido una sensación extrañísima, como de mezcla de llorar, risa, dolor, gritar, saltar y abrazarle. Me ha tenido mucho rato así y yo creo que hasta debí llorar sangre porque ha sido pero que muy fuerte. Al cabo del rato pero, ha parado. Pero yo no he cesado de llorar y ha sido él que me ha consolado con más caricias y besos, y al final me he calmado.
Él se vistió y yo me puse otra vez los calzoncitos. Entonces él se ha puesto a hablarme, me ha dicho que lo que habíamos hecho tenía que mantenerlo en secreto porque las personas grandes lo hacen así. Yo no lo he entendido del todo pero le he hecho caso. Cuando he vuelto al mercadillo a buscar a mi mamá y mi hermana las he encontrado angustiadísimas. Me han dicho que llevaban más de una hora buscándome y yo les he dicho que me había perdido.
Con prisas hemos acabado de hacer las compras y hemos vuelto a casa. Algo me dice que le cuente a mamá lo que me ha pasado porque aún me duele un poco la entrepierna. Pero ese señor parecía decir la verdad cuando decía que los grandes lo hacen así sin contar nada, y voy a hacerle caso y no lo contaré a nadie de mi familia.
Fin

Preñada a los diez y ordeñada a los once, Parte 01
23 de enero de 2025 en Sexo en público, Relatos SDPA, Jovencitas
1997, Es la historia de Catalina una inocente niña de 10 años que se dirigía solita a la primaria desde una comunidad a las 5 de la mañana, la vi de para casualidad mientras que estaba estacionado en un parque descansando sobre mi VAN apreciando el calzoncito manchado de sangre que dejo una pequeña putita de 5 años que subió a mi VAN para que la llevara al cine, cuando vi a Catalina en su uniforme de primaria caminando mientras que con cada paso votaban sus descomunales pechos, parecía una zorrita con su falda acortada y sus pechos votando, pidiendo a gritos ser rellenada.
No podía dejar pasar esas enormes tetas pues fueron las culpables de poner como roca mi pene y con un poco de cloroformo en el calzón, la lleve a los baños del parque, donde nos encontrábamos sobre el piso dándome una rusa con sus enormes tetas, estrujándolas y estirándolas de sus pezones mientras le metía por su culito una dosis liquida de Yumbina y cuando estuve a punto de votar mi primera corrida, tome mi hinchada verga y mientras liberaba mi esperma se la metí lo más que pude en su boca haciéndola reaccionar saboreando y tragando mi esperma, se asustó al principio y se sacudió pero no le sirvió de mucho pues estaba sobre ella tenía mi verga en medio de su pechos limpiándolos con cada movimiento ya cansada la amarre de las manos, boca y tape sus ojos.
Empecé a sobar mi glande sobre su rajita que tenía alguno que otro pelito mientras que con una mano seguía estrujando y estirando sus sensibles pechos que la hacían jadear, cuando sentí llegar mi segunda corrida de un solo golpe violento mi glande forzó la entrada a su útero soltando toda mi semilla en su interior pintando su interior de blanco, pude percibir como la pequeña zorrita tuvo su primer orgasmo y con el dejo de resistirse dejándome arremeter sin contenerme casi todo mi pene hasta el fondo de su útero, una zorrita tetona de 10 años jadeando mientras es inseminada por enorme verga mientras le estiran sus tetillas un extraño.
Ya en posición de fraile y Carlita cooperaba montando desesperadamente por otra corrida dentro de su útero.
– Ahhh Carlita vamos a tener una zorrita igual de tetuda que tú.
– Seee!!! Seeee!!! dame mas Aaaa!!! Aaaa!!
Cuando termino toda rellena y desmallada por forzar tanto la entrada de mi polla a su útero estaba amaneciendo, la deje tirada en el piso del baño de mujeres con su rajita roja escurriendo de sangre y esperma, no me fui sin antes hacerme una última rusa en sus enormes pechos aventando mi última corrida dentro de su mochila limpiándome en sus libros de 5 grado.
Pasaron alrededor de 7 meses en los cuales no volví a ese pueblo donde deje inseminada a Carla en aquel baño público, hasta que una madrugada pase cerca del mismo parque y vi a una niña con una enorme panza caminando por la carretera, me adelante rápidamente y aparque dentro del parque, pues fue grande mi sorpresa ver Carlita caminando con su mismo uniforme de primaria del cual sobresalía una enorme panza y sus enormes pechos que parecían haber crecido, tenía más que dura mi verga, la situación fue muy parecida termino con una dosis anal de Yumbina en el mismo baño, dormida recostada en el piso mientras que disfrutaba de su enormes pechos estrujándolos y pellizcándolos mientras pequeños chorros de leche brotaban manchando su uniforme.
Cuando la preñada de Carlita recobro el conocimiento se encontraba acostada, atada, tapada de ojos y boca, mientras que el pene del mismo extraño que la insemino por primera vez estaba haciendo una visita forzosa al bebe que se encontraba creciendo en su útero, mientras que sorbía de uno sus pechos una deliciosa leche materna mientras la otra era bruscamente ordeñada, podía sentir como pataleaba la pequeña zorrita que crecía en su interior con cada intensa arremetida que sentía, parecía que me estaba cogiendo a mi niña incluso antes de que naciera.
Chupaba con gran fuerza sus pezones succionando toda su tibia leche mientras que nuestra aun no nacida nena sentía la verga que le dio la vida, Carlita solo gemía con cada intensa embestida forzando su vaginita estrecha a estirase resistiendo mi monstruosa anaconda dentro mientras nuestra nena compartía espacio con la verga de su papi, no tengo idea cuantas corridas fueron las que arroje en el interior de carlita pues aun después que amaneció y perdió el conocimiento seguía ordeñando sus pechos y violando el espacio de nuestra no nacida nena, dejándola tirada manchada de leche esperma y sangre procedí a limpiar mi verga entre sus pechos lavando mi verga con leche materna recién ordeñada y secándome entre sus libros de historia de 6 año de primaria.
Carlita aun después de nuestro segundo encuentro nunca entendió, siguió pasando por ese parque por la mañana pero ahora con uniforme de secundaria y nuestra niña de la mano que a los 3 añitos probó lo que es tener la verga de su papi dentro de su útero junto a su madre.
Continuará

Marcelita, Parte 02
23 de enero de 2025 en Relatos SDPA, Jovencitas
Cuando íbamos por el camino me dijo que era mejor no comentarle a mi mama que me había bañado y que habíamos jugado, yo sabia o inconscientemente algo me decía que lo que había hecho y permitido al señor Alberto era algo prohibido, y eso me excitaba, a pesar de mi corta edad. Cuando llegamos a mi casa el me entrego a mi madre platico un rato con ella y ella le agradeció el haberme llevado a distraer, el agradeció la confianza a mi madre y le dijo que a partir de ese momento el cuidaría mejor de mi, ya que el me adoraba y sentía por mi como una verdadera sobrina. Fue entonces cuando ese día no podía dormir de pensar en todo lo que el señor Alberto había hecho conmigo, también imaginaba lo que me decía, y sabia que a los hombres mayores les gustan las niñas como yo y aunque era pequeña me imaginaba a esos señores todos ellos muy guapos diciéndome que era hermosa y esas cosas que me decía mi tío, eso me hizo también pensar que como me había gustado el juego de mi tío, me hizo pensar en que también me gustaría jugar con ellos, aunque no podía entender mi sentimientos era algo que yo lo estaba permitiendo. Días después yo estaba un poco turbada y con emociones encontradas, sin embargo yo quería disfrutar o sentir sus caricias de hombre en mi cuerpecito, yo sabia que eso era cosa de tiempo. A la semana, una vez que las cosas se normalizaron, mi tío Alberto me dijo, Marcelita, tengo unos regalos para ti y quiero que los veas. Saco de su guardarropas una bolsa y empezó a sacar ropita muy delgadita y fina, no sabia que era pero se me hacia hermosa.
Me dijo te compre esta ropita para que mi Marcelita empiece a modelar, quieres empezar hoy?, yo encantada e ilusionada acepte, me dijo quítate la ropita yo te voy a vestir. Me quito la ropita escolar y me desnudo por completo, me dijo te voy a vestir muy sexy, porque tienes un cuerpo muy cachondo y una nenita como tu puede relucir mucho en esta ropita. Me puso unas pequeñas medias de licra negra, un resortito que ahora se que se llama liguero, una tanga traslucida color negro que dejaba ver mi toda mi panochita y detrás todas mis nalgas paradas, y un top semitransparente, después para rematar me puso unas pequeñas zapatillas que me dijo eran de princesa, yo no sabia usarlas me dijo que después me enseñaría a caminar con ellas.
Después saco su cámara de video y me dijo mi amor debes posar porque este video lo voy a enviar a unos amigos que tengo en una agencia de modelos y seguramente les vas a encantar. Entonces el se acercaba y me tomaba mi cintura para abajo, me volteaba, me recostaba en la cama, me decía abre tus piernitas, yo le mostraba toda mi calva panochita que se veía por debajo del mi tanga, me decía ahora voltéate, para el culo, tu hermoso culo Marcelita, entonces yo arqueaba el cuerpo y paraba el culo como el me lo pedía. Después de algún rato de seguir mostrando todo mi cuerpecito en esa ropita, me abra las piernas, me empinaba el culo y acercaba su cámara a mis nalgotas, después de un buen rato me dijo ahora vamos a actuar como en las películas, entonces se acomodo en la cama dejo su cámara en un lugar donde los dos saldríamos muy bien y dijo, preparada mi chiquita, yo emocionada le dije si, bien Marcelita, ahora debes decir las cosas que el otro día dijiste a la cámara, Y debes decir que te gusta mi verga y la de los señores, que quieres conocer muchas vergas y te gustaría que fueran de hombres velludos, vergudos que les gusten las niñitas morenitas y de culito grande como tu, ok? Si señor Alberto, a mi me gustaría conocer a otros señores que les guste yo, quiero tener amiguitos como tu ,tío que me quieran y que me den su cariño. A mi me gustaría ver como son sus cosotas de otros señores, a mi me gusta lo que usted me enseña tío.
Entonces empecé la letanía del otro día, pero ahora sabia perfectamente que significaba cada cosa y además estaba consciente que de verdad quería seguir aprendiendo, y conocer a otros señores, altos y fuertes, que me acariciaran e hicieran conmigo cositas y me enseñaran sus vergas y yo sentirlas en mi culito paradito y panochita. “Hola, me llamo Marcelita, y tengo 7 años, me gustaría ser actriz y estoy modelando con la ropita que me regalo mi tío” Entonces mi tío empezaba a tomarme el culo y a acariciarme mis nalgas, a sobarme mi partecita, después decía sigue mi amor, es importante que digas a la cámara que te gusta hacer y que te gustaría que hicieran esos señores que deseas conocer. “Me gusta sentir su vergota bien parada de mi tío, el me enseña a jugar con mi colita y siento bonito, me gustaría conocer a muchos señores que me quieran enseñar y que quieran jugar conmigo” “Quiero jugar con ellos y que me pongan su verga en mi culito y lo laven como tu tío, también quiero jugar con sus vellitos” “ Mi tío dice que estoy bien culoncita, y eso le gusta, espero que a los señores que me vean también les guste mi cuerpecito, quiero que me carguen” Después de eso mi tío Alberto me empezó a besar y lo deje empecé a seguir sus caricias el me abría las nalgas, las cerraba, después su pantalón lo tenia ya levantado de su cosa, se bajo el pantalón y saco su enorme vara, como desesperado se desnudo por completo y empezó a tocarme todo mi cuerpo lentamente.
Acerco su verga a mi boca y me hizo chuparla, yo solo podía tomar su cabezota, a mi me empezaba a gustar cada vez mas este juego prohibido. Estaba desesperado, me bajo mi sexy tanguita y me dijo Marcelita, me toca hacerte mujer, entonces el tomo su palo y sin decirme ni preguntarme nada, se unto un poco de crema en su enorme verga, no sabia que íbamos a hacer y empezó a pasar su verga durísima en mi panochita y mis labiecitos gorditos empezaban a abrirse al paso de cada restregada, empezó el goce nuevamente, después él en estado ya animal, me quería penetrar, después de verme vestida como una putita quería cogerme así con esa ropita de prostituta, porque eso era lo que parecía y el tenia muchas ganas de cojerme y descargar toda su leche que llevaba guardada, el me recostó, me puso crema en mi panochita, la masajeaba muy rico, yo no entendía, pero sabia que haríamos algo rico, entonces el nuevamente puso su verga en mi rajita y empezó a empujar, mi vaginita a pesar de mis 7 añitos también ya estaba un poco desarrollada, la verdad es que lo hizo tan pacientemente que no sentí, la adormeció y así estuvo, no me penetro toda, solo metió su cabeza y unos centímetros mas fueron suficientes para estarme gozando, me dijo que gozaría de mi panochita hermosa, que se calentó mucho viendo como se me marcaba la rajita en mi traje de baño el día del balneario, pero que quería ir por partes, que me gozaría poco a poco que no había prisa, entonces empezó a acomodarme en diferentes posiciones, me ponía de a perrito, mi cuerpecito no quedaba a su nivel y me agarraba de las piernas, casi volaba, después me cargaba y suavemente me metía su verga hasta donde no me quejaba, me succionaba suavemente mi pecho plano, lengüeteada mis pezoncitos, me volteaba y me ponía de a caballito, montada, el me subía y bajaba, regulaba mi estrechez, aunque no lo disfrute mucho, si sentía que mi cuerpo aunque aceptaba una parte de su verga no estaba preparado para ello, pero mi excitación de sentir a un hombre haciéndome algo inimaginable para mi inocencia y perverso para el, me hizo disfrutar, entonces de repente me dijo me vas a cabalgar, se levanto de la cama y empezó a subirme a bajarme suavemente, reacomodo la cámara y se acercaba a ella muy de cerca y seguramente grababa nuestros sexos entrelazados, que se veían sucios y retorcidos, imagínense en la imagen grabándose una escena de la vulva de una niña de primaria de 7 añitos, siendo penetrada lentamente por una verga venosa de un señor, entrando y saliendo muy suavemente.
Movida por las manos del pervertido que tomaba las dos nalgas de mi culo las masajeaba, metía su dedo en mi ano, las abría mostrando mi hermosos globitos, y debajo su gran verga enterrándose por mi panochita, y el disfrutando al máximo, bufando, gimiendo y diciéndole a la cámara las barbaridades mas locas de el y la niña y de su gusto de ella por su verga. Me ensuciaba mi tierno y virginal coñito, salía y entraba lentamente, con la crema que se había puesto en todo su tronco y sus líquidos preseminales lubricaban muy bien mi panochita, la cual recibía y apretaba su cabezota y esos centímetros mas de verga, después de un rato de administrarse se empezó a convulsionar y empezó a eyacular dentro de mi, yo sentía caliente y sentía que de mi panochita salía algo calientito, el aventaba chorros de semen y mi cuerpito de niña lo recibía y a la vez lo expulsaba bañándole toda su verga que aun palpitaba en mi panochita. Me bajo de su pitote ya semi parado y me llevo a bañar, me lavo y me dijo que si sentía raro, no, le dije siento como la otra vez tío, siento ardorcito rico en mi panochita, ese día estuvimos un rato platicando, realmente el convenciéndome y lavándome el cerebro que lo que hacíamos era muy bonito y que lo hacia porque me quería. Los relatos que aqui expongo sucedieron y tal vez a muchos les parezca fantasia, no me importa lo que crean, se que fue realidad porque lo vivi y a traves de mis pocos años he leido relatos, he aprendedido a escribir un poco mal, y si a alguien le calienta lo que me paso desde que tenia 7 años hasta cumplir mis 15 que bien, sin embargo si creen que de verdad escribo bien es porque conozco perfectmante como les gusta que los relatos sean escritos, continuare relatando mis vivencias … Después de llevarme a mi casa llegue y me metí al baño y revise mi panochita la cual estaba roja de la fricción del pito del señor Alberto.
Esa noche no dejaba de pensar en que eso aunque era absurdo me gustaba, sentir en mi boca su vergota, palpitando en mi boquita, sentirla con mi lengüita, recordar cuando me tomaba sentir sus manos de hombre en mis suaves y bronceadas nalguitas, sentir su verga bien parada y dura rozándome mi panochita y mis nalgas, sentirla en todo mi culo, eso me excitaba a pesar de mi corta edad, tal vez porque nací puta y solo era cosa de tiempo. Días después de cogerme, yo lo seguía visitando, nos besábamos de lengua, el me enseño, me tomaba mis nalguitas y las agraciaba, decía que las tenia de seda, me decía que tenia un cuerpo hermoso, que yo era una modelo pero en niña, le gustaba mucho mi carita angelical, me besaba mi cuellito y me subía de caballito en su sillón y me restregaba su gran verga, luego en subía de frente a el y e quitaba mi camisita y me succionaba todo mi pechito, tomando mis dos tetitas pequeñitas y metiéndolas en su boca, deleitándose y succionándolas suavemente, disfrutando de mi como una verdadera mujer, toda su experiencia de hombre ahora era dada a mi cuerpo sin limitaciones, yo recibía las carias expertas de ese hombre del cual me empecé a enamorar y a fanatizar, a mi todo eso me seguía gustando pero mi ansiedad de que me cogiera otra vez era ya muy repetida en mi mente. Días después lo visite un sábado, ese día le dije que quería modelar y jugar con su verga, y quería que me metiera su cosota en mi panochita, el contento por mi pedimento, me dijo que me había comprado mas ropita sexy y que quería muchos videos míos para enseñárselos a los señores de la agencia, me dijo que esta vez actuaríamos y filmaríamos una película, me dio un guión muy sencillo, a grandes rasgos íbamos a actuar y a jugar muy rico según el, donde el seria un vendedor a domicilio y yo una niñita que quería ser grande y quería que el me vendiera la ropita que ofrecía.
Después de explicarme todos los detalles y que debía decir y que hacer el empezó la grabación. El salio de la casa dejo la cámara grabando dentro de la estancia y toco la puerta, así empezaba la película, yo estaba emocionadísima, me sentía una verdadera a actriz, una modelo y una estrella, la cámara empezaba a garbar, yo estaba sentadita viendo las telenovelas. Entonces escuchaba la puerta y salía a ver quien seria, entonces empezaba todo lo planeado. -Buenos días hermosa, se encuentra tu madre? -No señor, estoy sola mi mami regresa hasta la noche, para que la busca? -Traigo ropa muy bonita que me gustaría mostrarle. -La puedo ver, mi mama no esta pero a mi me gustaría que me comprara unos vestiditos ¬-No nenita, la ropa que traigo es para mujeres, no para niñas y de verdad que me gustaría enseñarte la ropita y otras “cosita” porque se ve que eres una niña muy cariñosa. -Señor yo ya soy grande y me gusta la ropa de mi mamita, a veces cuando no esta ella yo me pongo su ropa y me visto como ella. -Que linda niña, cuantos años tienes preciosa -Tengo 7 añitos y me llamo Marcelita, y usted señor? -Yo me llamo Alberto, por cierto y tu padre. -No vive con nosotras, mi mama se dejo de mi papa cuando yo estaba en su panza. -Creo que necesitas un poco de cariño y veo que te gusta platicar con los grandes. -Si, señor me puede enseñar la ropita. -Ok, puedo pasar? Te la quieres probar?, si, ok, entonces quítate tu ropa, No me da pena.
Si dices que ya eres grande a las niñas grandes no les da pena, entonces me empezaba a desvestir, el en ese instante me miraba morbosamente y me decir que me gustaba, me pasaba la ropita y me la ponía, las medias de niña mujer que me puso me hacían ver muy sexy , la verdad es que toda la ropita que me compraba era muy erótica, pero el hacia de sus fantasías vistiéndome a mi, a su niña, a su culoncita de primaria, a su morenita de culo respingon, para deleitarse, grabarme y cogerme a su antojo. Nuevamente me hacia caminar en su habitación, me subía a la cama, me decía súbete la faldita, enseña tu panochita, voltéate y para tus nalguitas, ponte a gatas, para tu culito y yo lo hacia sonriente y complaciente, también me ponía unas lycras completas que cubrían todo mi imberbe pero curveado y bronceado cuerpecito de nena, mostrando mis partecitas y mis labios de mi panochota en la transparente tela que hacían ver mi cuerpo fenomenal, levantaban más mis nalgas paraditas, me abrían las nalguitas, mostrándose mas generosas mis enormes nalguitas de niña, por el frente se me metía la lycra en mi rajita pelona, sentía como me dividían mis labiecitos de mi panochita, mis piernitas enfundadas en esa tela se veían mas gorditas y sexys, después me ponía falditas y lencería muy fina y muy sexual, me hacia que le modelara. El en ese entonces me dijo para que veas yo también me voy a probar unas truzas y de caballero y los dos vamos a estar igual, entones se levantaba y en su pantalón se le veía su enorme verga grande haciendo un bulto como queriendo salir, yo nuevamente admiraba esa vergota que sabia que muy pronto recibiría en mi panochita, la historia y la grabación estaba quedando al punto, entonces el se saco el pantalón y traía una tanga que era de tela muy delgada y como en la vez del balneario pero esta vez mas claro se veía su enorme vergón gordo, cabezón y lleno de venas, yo me sentía en la luna, quería que eso nunca acabara, era muy erótico y sabia como calentarme, entonces me dijo niña, ahora tu quítame mi truza y ponme otra, y yo te pongo otra ropa, te ha gustado la que te he enseñado? Si Señor, me gusta pero no se si este bien que le quite y le cambie su ropa, no nenita, como tu eres muy cariñosa, yo se que tu lo harás, si te da pena yo lo hago. Entonces el saco su vergota bien parada y me la acerco a la cara, mira me dijo para que ya no te de pena, te la enseño se llama verga, y las mujeres les gusta jugar con el porque las hace mas bonitas. Porque señor? Porque cuando juegan con el se siente muy bonito.
A mi me gustaría estar bonita señor, pero si eres hermosa, tienes unos ojos hermosos y alegres, pestañas grandes y bonitas, tu boquita es un corazón, tu piel canela es hermosa y tienes un bonito cuerpo, date vuelta déjame verte, entonces el vio mis nalgotas y mi culo y dijo además tienes un cuerpecito hermoso, piernitas torneadas y culito respingon, podríamos utilizar mi verga que así debes llamarle o también le puedes decir vergota, para lo para que sigas así de hermosa y puedas ponerte cada vez mejor. Te gustaría? Si señor, yo quiero ser hermosa siempre, como se juega? Yo te voy a enseñar tu debes dejarte hacer lo que yo te diga, además tenemos mucho tiempo y tu mama llega hasta la noche. Si señor, yo quiero aprender, entonces así como estaba vestidita que en ese momento llevaba un conjunto de lencería de lycra completamente pegado a mi cuerpecito de color blanco, me empezó a acariciar desde las pantorrillas y se sentó en el sillón de su sala, empezó a jugar con mis nalguitas, las sobaba, me acariciaba mis piernas mi panochita, entonces me dijo híncate, me dijo es hora de que juguemos, entonces el puso su verga en mi boca y en ese momento sabia que tenia que hacer, el juego de la filmación seguía, yo le decía que grande esta su verga señor, me gusta mucho, me gusta darle besitos y chupaditas es muy rica, me voy aponer mas bonita señor Alberto? Si mi preciosa pásale la lengua como si fuera un helado, cuando la metas a tu boquita y la chupos debes hacer ruido, quiero oír como lo haces, entonces empecé a chupar su verga y a hacer ruidos como si sorbiera un helado, le hacia ver las estrellas, me estaba especializando en mamar su enrome verga, aunque no me cabía toda al menos ya me entraba mas de la cabeza, sorbía y succionaba mi saliva y chupeteaba la verga riquísimo.
Después de un momento me dijo, donde duerme tu madre, quiero jugar allí contigo vas a ser mujercita de verdad, entonces me llevo a su habitación, apago la cama y al instala en su recamara, la coloco en su cuarto y llego lo que quería, me empezó a besar muy ardientemente mis tetitas infantiles e imberbes, con sus manos rompió la pequeña licra por mi panochita hinchada de la excitación, lisa y brillante por mi sudoración y al empezó a succionar, hacia ruidos hermosas, me llenaba de saliva, me metía su lengua y la recorría des el nacimiento de mi culo hasta mi calvo triangulo de Venus, así sin un solo pelito en mi panochita yo estaba siendo disfrutada por ese señor que planeaba muy bien, como disfrutarme, cogerme y hacer de mi su putita hermosa. Después de sobarme me dijo para que seas hermosa Marcelita, debes meterte este ahí donde te mame, tu pacochita, así se llama, ahora tu panchita debe succionar toda mi enorme verga lentamente así, tu panochita disfruta y mi verga te hace mas hermosa. Entonces me puse encima de el, se embadurno nuevamente la verga con una crema me fue metiendo lentamente su pitote que estaba como una barra de hierro caliente, mi panochita lubricada y ensalivada le gustaba sentir como ese enorme ariete era presionado e invadido.
Entonces yo decia las cosas mas sucias y me gustaba decir esas palabrotas, a mi tio Alberto le calentaban mucho y le ponian su pitote mas grueso y tieso, yo empezaba: “Señor Alberto que rico me entra su vergota, esta muy grande y sabrosa, me voy a poner muy bonita verdad?, se siente muy delicioso señor, yo estoy chiquita pero me gusta que me enseñe señor, yo quiero ser grande” “Que bueno que te guste chiquita, eres una niña muy buena y yo te voy a enseñar a meterme mi verga en tu panochita y culito ricura, así cuando tu mami no este yo te pueda seguir metiendo mi verga o si no es aquí tu vayas a mi casa para que sigas disfrutando de mi verga y te pongas hermosa” “Si señor Alberto y quiero que me compre cositas y regalos y ropita y yo le voy a dejar que me haga lo que quiera” Entonces mi panochita después de estar forzandose con la punta de su poronga por fin cedió y sentí un pequeño dolor, que se fua atenuando en mi interior, mi dervirgacion habia iniciado, su verga de hombre estaba forzando en su niña de 7 añitos la rotura de mi virginal coñito, aunque la primera vez no me habia dolido era porque la penetración no fue completa, esta vez solo sentia que a cada metida lenta de su vergon de señor iba abriendo mas mi pequeña tela, el me estuvo consolando fue muy tierno conmigo me sabia tratar, con el dialogo tan cachondo que me daba solo sentí un pequeño desgarro como una cortadura, muy rápida, después sentí un poco de dolor y trate de olvidarlo, su verga entraba y salia, muy rico, mi panochita sentía cuando su cabeza jalaba mis labios al salir y luego los volvía a meter, cuando entraba, me gustaba sentirlo muy dentro de mi, es algo indescriptible, me sentia de el, me sentia protegida, el me daba su verga suavemente y yo sentia su poder de hombre, me encantaba tenr su verga dentro de mi, acariciando mi niñez dentro de mi panochita.
Me hacia el amor muy despacio y muy rico, desde ese tiempo y hasta ahora sé que los hombres mayores son excelentes amantes, te gozan muy rico y te hacen gozar enormemente, me cogia muy rico, tomaba mis nalguitas respingonas y me masajeaba bien rico, me metia la punta de su dedo en mi anito y luego lo sacaba y lo chupaba, le gustaba el sabor de mi culo, me decía que rica esta mi nenita, te voy a coger hasta que estes grandecita preciosa, ya hemos hecho lo mas importante, ademas te voy a presentar a otros señores que como yo les gusta jugar con niñitas como tu, tu panochita aprieta muy rico mi vergota cabezona, te voy a tener que coger muy seguido, que rico te dejas coger Marcelita, te adoroooooooo, eres una diosa bebita, que rica piel, que carita tan hermosa, que culo, eres lo mas caliente y lo mejor de mi vida, me vuelves loco. Yo estaba empalada con su palote, seguí el ritmo que el marcaba, me calentaba el pensar que otros hombres y sobre todo señores les gustaria jugar conmigo, me imaginaba levemente como seria jugar con ellos y como me enseñarian a coger tambien, eso me hacia cosquillas en mi estomaguito.
El tio Alberto me seguia cogiendo muy lindo, me subia y me bajaba sobre su poronga muy lentamente, me decia mira Marcelita como te comes la verga de un señor vergudo, que caliente me pones eres una niñita muy caliente, de seguro alguno de tus profesores estaria contento de tenerte asi como yo, ensartada y disfrutando mi verga, luego me movia a un ritmo mas rapido, después de estarme cogiendo por más de 50 minutos nos colocamos al borde de la cama y me puso de frente ensartada en su verga, me seguía cogiendo lentamente mientras me besaba, nuestras lenguas se fundían, nuestros besos hacian unos ruidos muy calientes que llenaban toda la habitación, yo ponía mis ojitos en blanco, su verga entrando en mi pequeño ser, era algo sensacional, a mi tierna edad y yo siendo cogida por ese señor, aprendiendo cosas que nadie imaginaba en una pequeña de primaria. Mis pequeñas tetitas eras succionadas lentamente y a la vez mordisqueadas sin causarme dolor, me hacia cosquillas su bigote, me balanceaba muy rico, y jugaba con los vellos de su pecho y sus brazos, me gustaba sentir a mi hombre, que me dominara y me enseñara a coger, que me diera su verga en mi cavidad de nena, después así ensartada se paraba y subía mis piernitas morenitas y torneadas a su pecho, me sacaba casi toda la verga y después me dejaba caer con violencia ensartándome toda en su pitote, era algo riquísimo, yo sentía como entraba hasta muy dentro de mi ser y mis paredes interiores de niña eran excitadas. Por primera vez sentí un orgasmo, eran unas cosquillas y un placer que no quieres que termine, su cabezota al rozar mis labios hacia sentirme en las nubes, después de seguir disfrutando de esa gran cogida que me dio el señor Alberto el se acomodaba arriba de mi, me cogia despacio ya que su cuerpo era muy grande para mi y casi me aplastaba, me montaba en diferentes posiciones me ponía a gatas parando el culo, esa posición me dolía, me abría mis caderitas de niña, gracias también a eso desde esa edad en adelante desarrolle unas caderas, mejor culo y hermoso cuerpo, tanta verga de don Alberto y después las demás vergas de los señores que me dieron tremendas arremetidas, asi como sus venidas y cogidas, de los cuales ya les platicare.
Entonces mi culito de corazón al estar en esa posición era penetrado por su vergon enorme, el se ponía en posición de jugador de sumo detrás de mi, yo debajo de el en cuatro patas y me encajaba su verga, así me disfruto largo rato, me meneaba, sus huevos peludos rozaban mi panocha, casi me metía sus huevotes, después de tenerme así cuando ya iba a eyacular, me tomo de la cintura así de a perrito y se levanto de la cama siguió cojiendome en el aire impulsándome para adelante y luego jalándome hacia el, mis nalgotas se eschuchaban al chocar con su ingle y huevos, así se vino dentro de mi y yo nuevamente por la enorme cantidad de esperma con mi sangre mezclada, que fue poca, le llenaba el tronco de su verga con mis fluidos mezclados con los de el y así hasta que después de eyacular en toda mi panochita, escurriendo todo el tronco hasta sus huevos eludos, me dijo: “Marcelita, eres muy cariñosa y la ropita que te enseñe te la voy a regalar, no debes contarle a tu mami que te visite, de ahora en adelante será nuestro secreto y te daré mas verga para que sigas igual de hermosa. Entonces se levanto me dio unos besos muy cachondos, me succiono mi lengua y chupo mis tetitas que ya estaba rojas de tanta mamada. Yo jugué con su lengua, me acariciaba mis enormes nalgas, me bajo y yo le tomaba la verga con una mano y se la acariciaba de arriba a abajo.
Se la volvi a mamar hasta que quedo toda flacida. Se levanto y apago esa cámara que fue testigo de toda esa cogida inolvidable que me dió, a su pequeña de 7 años, me llevo al baño, me lavo mi panochita desvirgada, y después de darme unas pastillas para el dolor e inflamación, descansamos, comimos, mas tarde me llevo a mi casa. Mi mama no imaginaba ni por error que yo hacia las cosas mas sucias y perversas con ese señor que llamaba tío. Mi querido amante, don Alberto.
Fin

Las compañeras de Magdalena, Parte 03 (de Cazzique)
23 de enero de 2025 en Relatos SDPA, Jovencitas
Ivonne recibió en su casa un paquete que venía con su nombre, firmó el recibo y corrió a su cuarto para ver de que se trataba, recostándose en su cama quitó con mucho cuidado el papel que cubría la caja y emocionada fue descubriendo que se trataba de un caro y hermoso teléfono portátil, dentro de la caja una nota le informaba de quien era el generoso benefactor:
Para mi linda, hermosa y complaciente amiguita. Ricardo.
Sí, efectivamente se trataba de mí. Enseguida ella marcó su primer número en el nuevo teléfono y esté se registró en la pantalla de mi propio teléfono. Me dio las gracias efusivamente por el regalo diciéndome que no debería de mandarle cosas tan caras. Obviamente le dije que eso y más se merecía por ser una pequeña tan hermosa, le pregunté que era lo que estaba haciendo y me contestó que se encontraba aburriéndose en casa. Inmediatamente le propuse que si lo deseaba podía pasar a visitarla. Emocionada la jovencita me dijo que no había ningún problema ya que su madre llegaba mucho más tarde.
Después de que colgamos le dije a Magdalena que regresaba en un par de horas y ella siguió haciendo sus deberes. Salí de casa y manejé hasta la casa de Ivonne, me estacioné en su patio y toqué a la puerta, ella no tardó demasiado tiempo en abrir. Me hizo pasar a la sala y nos sentamos en el sofá.
Ella vestía una blusa color blanco de manga corta que dejaba apreciar su brasier debajo, traía puesto un pantalón de mezclilla que se amoldaba perfectamente a sus delicadas líneas y unos zapatos deportivos. Sonriendo la tomé de la mano y la acerqué hasta mí, inmediatamente la besé en los labios y ella respondió con intensa pasión. Nos pusimos de pie y continué besándola, mis manos se apoderaron de sus caderas y descendieron lentamente hasta sus nalgas, ella rió y se separó de mí pero sin soltar mi mano.
Le pregunté a que horas llegaba su madre y ella me dijo que tardaría todavía varias horas, nos volvimos a sentar juntos en el sofá, esta vez mis manos acariciaban sus piernas y me fui acercando hasta su entrepierna, ella se dejó y siguió ofreciéndome sus labios. Luego de unos minutos mis manos se pasearon por sus senos y mi erección ya era más que obvia. Tomé una de sus manos con la mía y la puse sobre mi tranca, ella la sobó delicadamente de arriba para abajo y antes de que pudiera reaccionar yo me bajé la bragueta y saqué la dura tranca que quedó balanceándose en el aire.
Le pedí que me la chupara y ella se inclinó de lado para comenzar a juguetear con mi palo, su mano se apoderó de la tranca e inmediatamente la rodeó con sus deditos, me masajeó por un par de minutos y luego acercó su boca. Comenzó dándome pequeños chupetones en el glande y con lentitud se fue tragando milímetro tras milímetro de mi tronco. El calor y la humedad de su boca eran deliciosos y mi tranca se comenzó a poner más y más dura todavía. Metí una de mis manos por debajo de su blusa para acariciar sus senos sobre la tela del brasier, ella no dejó de mamar mientras que la manoseaba. Cuando sentí que estaba a punto de venirme retiré a mi pequeña compañera de mi pene y entonces le dije que si quería que le diera el mismo tratamiento. Sin responder ella se arrellanó en el sofá e inmediatamente me incliné para besarla. Mis manos entre tanto se apoderaron de los costados de su playera y lentamente la fui levantando hasta que por fin salió por encima de su cabeza. Sus pequeños senos continuaban escondidos debajo de la tela del sostén. Haciendo a un lado una de las copas pude ver su hermoso pezón completamente erecto, lo mamé delicadamente mientras con una mano jugueteaba con el otro.
Ivonne comenzó a gemir levemente mientras que su respiración se agitaba. Me detuve y poniéndome de pie le pregunté en donde se encontraba su habitación, ella me dijo que en la planta alta. Le tendí la mano y luego la jalé, subimos las escaleras y me asomé a la primera de las puertas que estaban abiertas, era el baño. Continué con la siguiente, esta vez hubo suerte, era el cuarto de la jovencita. Entramos en la habitación y a los pies de su cama nos detuvimos, la comencé a besar acariciando su espalda y buscando el broche del sostén, lo encontré y la prenda se desprendió de su cuerpo. Mamé sus senos agachándome, pasando mi lengua por cada uno de ellos, concentrándome especialmente en los suculentos y duros pezones. Ella me sujetaba por la cabeza y gemía con delicadeza.
Mis manos acariciaron esas deliciosas caderas y nuevamente bajaron hasta encontrar sus nalgas, las acaricié sintiendo su firmeza y juventud. Pasé la mano por cada rincón oculto de sus líneas delicadas y finalmente busqué el botón que sujetaba sus pantalones. Lo desabroche y pude reconocer debajo la suave telas de sus bragas, metí mis manos acariciando hasta donde podía llegar y delineando en lo posible el borde de su ropa interior. El cuerpo de Ivonne se contoneaba deliciosamente invitando a su pantalón a rodar por sus piernas, pero estaba muy bien ajustado y no parecía querer abandonar su lugar. Con un poco de ayuda el pantalón me fue dejando mirar esas bragas de color blanco y los contornos delicados del cuerpo de Ivonne.
Quedé por fin de rodillas frente a la hermosa jovencita y le quité los zapatos y por fin le pude sacar completamente el pantalón, terminé con las calcetas y el regreso lo hice lentamente, mis manos recorrieron las pantorrillas, los muslos y finalmente la entrepierna de la jovencita que se contoneaba mientras trataba de coger todo el aire posible.
Con mis dedos recorrí cada uno de los pliegues que se formaban en la tela de sus bragas, debajo sus labios exteriores, mis dedos se hundieron con todo y tela y está salió impregnada con sus fluidos, metí mi cara entre sus piernas disfrutando de ese delicioso y excitante aroma, bajé lentamente su bragas dejándolas en sus muslos y lamí la rajada completamente, ella se estremeció y sus manos instintivamente se posaron en mi cabeza. No paré de mamar su concha, ella abrió más el compás de sus piernas, solo lo que las bragas se lo permitían. Pasé mis manos a sus nalgas y acaricié sin prisa sus cachetes para luego buscar con uno de mis dedos su apretado y arrugado ano. Lentamente comencé a penetrarla con el dedo hasta lograr que la mitad se perdiera en su agujero. Mi lengua entretanto se dedicaba a lamer el clítoris ya erguido de la jovencita.
Sus caderas se pegaron a mi cara permitiéndome completo acceso a su vagina. Chupé con más vehemencia su clítoris y ella en cada una de mis lengüeteadas fue acercándose más y más al éxtasis. Su cuerpo se tensó justamente en ese momento y de sus boca escapó sin poder ella contenerlo un hermoso y excitante gemido, tan largo y prolongado como su propia venida. Su néctar lentamente comenzó a correr por sus muslos y mi lengua lo buscó con golosidad, lamí todo lo que pude de esa sustancia acre. Mientras tanto ella seguía tensa y disfrutando intensamente de su orgasmo.
Por fin cesó su venida y ella más relajada se dejó caer en la cama, yo me levanté y comencé a desnudarme, su cuerpo joven me mostraba sus líneas sin reparos, su cabellera estaba desordenada. Quedé de pie completamente desnudo ante esta hermosa y bella jovencita, mi pene apuntaba directamente hacia su cuerpo, inclinándome completamente la saqué de su éxtasis con un beso en los labios y poco a poco dejé que el peso de mi cuerpo la aplastara, sentí como mi verga se restregaba contra su vagina y moví mis caderas arriba y abajo, restregándolo por toda la rajada de mi pequeña compañera. Ella me abrazó por el cuello evitando que me retirara y entonces sujetando su carita continué besándola.
Dimos varias vueltas sobre el colchón de su cama, ella quedó arriba de mí y en otra vuelta volvió a quedar debajo de mi cuerpo. En esta posición la hice separar sus piernas, sentí su vulva suave completamente a mi disposición y levantándome un poco aprecie ese erótica escena, mi glande grueso apuntaba directamente contra sus labios, comencé a apretar sin intentar penetrar, la punta se clavó un poco y ella asustada pero sin decir nada no dejaba de mirar su entrepierna. Sujeté mi verga con la mano dándole más dirección, volví a acomodarla entre sus labios pero en esta ocasión la moví de arriba abajo por todo lo largo de la ardiente rajadita. En cada pasada mi glande se untaba con sus jugos, así seguí hasta que la cabeza de este brillaba con los propios fluidos de la chiquilla. Me acomodé nuevamente y apunté ahora directamente a su agujero que ya se veía un poco más, empujé, ella respingó y gimió por el dolor; lo volvía a intentar y en esta ocasión logré penetrar un poco más, ella reculó volviendo a zafarse. Me volví a acomodar y la sujeté por los muslos, con las caderas apunté nuevamente mi garrote erecto y cuando estaba justo en su centro empujé logrando clavar el glande, ella gimió y se movió pero no se pudo zafar de mi sujeción. Continué empujando y ella en un momento gritó pidiéndome que se la sacara pero por el contrario seguí empujando hasta que sentí claramente como me abría paso entre sus apretadas paredes vaginales.
Ella estaba llorando pero ya tenía buena parte de mi tranca completamente clavada en su vagina y seguía recibiendo más, su calor increíble envolvía completamente mi tronco. Avancé considerablemente dejándole más de la mitad completamente dentro y entonces me detuve. Sin sacarle completamente la verga comencé a bombear, ella seguía lloriqueando pero ya no se quejaba de dolor. En cada nueva embestida mi garrote lograba ganar unos cuantos milímetros más, sus labios vaginales se abrían a su máximo pero también ella se humedecía más y más, esto permitió que la penetración se fuera haciendo más fácil cada vez, por fin la logré penetrar por entero, mi verga gruesa se sentía fuertemente aprisionada dentro de ese delicioso agujero. Cuando la tuve completa dentro de la jovencita me quedé quieto disfrutando de las agradables sensaciones que me transmitía. Su vagina pulsaba y se apretaba con fuerza alrededor de mi tronco. Seguía sollozando pero su carita comenzó a dibujar una leve mueca de placer.
Inmediatamente comencé a bombear con mucha lentitud, mirando como mi grueso tronco se clavaba entre esos delicados pétalos y abriéndolos ampliamente. Sus pies se balanceaban en el aire al ritmo de mis embestidas y poco a poco sus quejidos de dolor se fueron transformando, lentamente las caderas de Ivonne se fueron moviendo, dándome a entender que le estaba gustando lo que le hacía. Sus ojos nuevamente se volvieron a abrir para mirar como ese grueso instrumento la penetraba, con sus manos se sujetó de mi cuello y nos volvimos a besar; elle gemía con más intensidad en cada minuto que pasaba y pronto me estaba pidiendo más. Yo no iba a poder aguantare mucho tiempo a un ritmo rápido así que de vez en vez me detenía para dejar que las sensaciones se fueran haciendo menos intensas y así poder aguantar más tiempo, lo logré. Ivonne llegó a su primer orgasmo con una verga dentro, sus muslos se apretaba y sus músculos vaginales me hacían experimentar su potencia apretándome la tranca con fuerza. Yo casi no me movía sino que solamente empujaba mi verga completamente sepultada y aflojaba para volver a mi posición inicial.
Después de su orgasmos la dejé descansar por un par de minutos pero sin sacársela, ella me avisó cuando estuvo lista y nuevamente la comencé a bombear, esta vez ya más relajado y pudiendo regalarle un segundo orgasmo. El cuarto estaba invadido de gemidos de ambos, chasquidos de nuestros sexos completamente húmedos y el olor a sexo, de los rechinidos leves de su cama bajo nuestro peso y de ese ambiente cómplice que estábamos creando a nuestro alrededor.
Por fin ella comenzó a venirse por segunda vez con una verga dentro de la vagina o por tercera de ese día y yo ya no me pude contener por más tiempo, mi verga comenzó a soltar su caliente carga dentro de la pequeña, nuestro orgasmo fue simultaneo y muy satisfactorio, toda mi piel se erizó mientras que indescriptibles y fuertes sensaciones invadían mi cuerpo entero. Ella gimió y me abrazó con fuerza, el estallido fue increíble, por completo nos perdimos de este mundo un par de segundos.
Finalmente quedé tendido al lado de su delicado cuerpo, acariciándola, disfrutando los últimos momentos de ese día con ella, con la amiguita de mi hija. Por fin la había desvirgado y al parecer ella estaba completamente contenta con el hecho. Me levanté y fui a su baño, me aseé y ella entró detrás de mí. Le pregunté si le había gustado, ella respondió que sí. Me dijo que en su cama había una mancha de sangre, le dije que eso era normal, era su primera vez. Ella entonces me comento que tenía que lavarla para que su madre no la viera, le ayudé a lavar la colcha y con la secadora de cabello la dejamos como nueva. Comenzaba a oscurecer y me despedí de ella, me volvió a agradecer el regalo, nos besamos como despedida, una despedida que se prolongó media hora, entre besos y caricias ya íbamos a volver a hacerlo, pero ya era tarde y entonces me despedí de Ivonne.
Continuará