Las compañeras de Magdalena, Parte 03 (de Cazzique)

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    Esta publicación es la parte 3 de un total de 6 publicadas de la serie Las compañeras de Magdalena
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    Ivonne recibió en su casa un paquete que venía con su nombre, firmó el recibo y corrió a su cuarto para ver de que se trataba, recostándose en su cama quitó con mucho cuidado el papel que cubría la caja y emocionada fue descubriendo que se trataba de un caro y hermoso teléfono portátil, dentro de la caja una nota le informaba de quien era el generoso benefactor:

    Para mi linda, hermosa y complaciente amiguita. Ricardo.

    Sí, efectivamente se trataba de mí. Enseguida ella marcó su primer número en el nuevo teléfono y esté se registró en la pantalla de mi propio teléfono. Me dio las gracias efusivamente por el regalo diciéndome que no debería de mandarle cosas tan caras. Obviamente le dije que eso y más se merecía por ser una pequeña tan hermosa, le pregunté que era lo que estaba haciendo y me contestó que se encontraba aburriéndose en casa. Inmediatamente le propuse que si lo deseaba podía pasar a visitarla. Emocionada la jovencita me dijo que no había ningún problema ya que su madre llegaba mucho más tarde.

    Después de que colgamos le dije a Magdalena que regresaba en un par de horas y ella siguió haciendo sus deberes. Salí de casa y manejé hasta la casa de Ivonne, me estacioné en su patio y toqué a la puerta, ella no tardó demasiado tiempo en abrir. Me hizo pasar a la sala y nos sentamos en el  sofá.

    Ella vestía una blusa color blanco de manga corta que dejaba apreciar su brasier debajo, traía puesto un pantalón de mezclilla que se amoldaba perfectamente a sus delicadas líneas y unos zapatos deportivos. Sonriendo la tomé de la mano y la acerqué hasta mí, inmediatamente la besé en los labios y ella respondió con intensa pasión. Nos pusimos de pie y continué besándola, mis manos se apoderaron de sus caderas y descendieron lentamente hasta sus nalgas, ella rió y se separó de mí pero sin soltar mi mano.

    Le pregunté a que horas llegaba su madre y ella me dijo que tardaría todavía varias horas, nos volvimos a sentar juntos en el sofá, esta vez mis manos acariciaban sus piernas y me fui acercando hasta su entrepierna, ella se dejó y siguió ofreciéndome sus labios. Luego de unos minutos mis manos se pasearon por sus senos y mi erección ya era más que obvia. Tomé una de sus manos con la mía y la puse sobre mi tranca, ella la sobó delicadamente de arriba para abajo y antes de que pudiera reaccionar yo me bajé la bragueta y saqué la dura tranca que quedó balanceándose en el aire.

    Le pedí que me la chupara y ella se inclinó de lado para comenzar a juguetear con mi palo, su mano se apoderó de la tranca e inmediatamente la rodeó con sus deditos, me masajeó por un par de minutos y luego acercó su boca. Comenzó dándome pequeños chupetones en el glande y con lentitud se fue tragando milímetro tras milímetro de mi tronco. El calor y la humedad de su boca eran deliciosos y mi tranca se comenzó a poner más y más dura todavía. Metí una de mis manos por debajo de su blusa para acariciar sus senos sobre la tela del brasier, ella no dejó de mamar mientras que la manoseaba. Cuando sentí que estaba a punto de venirme retiré a mi pequeña compañera de mi pene y entonces le dije que si quería que le diera el mismo tratamiento. Sin responder ella se arrellanó en el sofá e inmediatamente me incliné para besarla. Mis manos entre tanto se apoderaron de los costados de su playera y lentamente la fui levantando hasta que por fin salió por encima de su cabeza. Sus pequeños senos continuaban escondidos debajo de la tela del sostén. Haciendo a un lado una de las copas pude ver su hermoso pezón completamente erecto, lo mamé delicadamente mientras con una mano jugueteaba con el otro.  

    Ivonne comenzó a gemir levemente mientras que su respiración se agitaba. Me detuve y poniéndome de pie le pregunté en donde se encontraba su habitación, ella me dijo que en la planta alta. Le tendí la mano y luego la jalé, subimos las escaleras y me asomé a la primera de las puertas que estaban abiertas, era el baño. Continué con la siguiente, esta vez hubo suerte, era el cuarto de la jovencita. Entramos en la habitación y a los pies de su cama nos detuvimos, la comencé a besar acariciando su espalda y buscando el broche del sostén, lo encontré y la prenda se desprendió de su cuerpo. Mamé sus senos agachándome, pasando mi lengua por cada uno de ellos, concentrándome especialmente en los suculentos y duros pezones. Ella me sujetaba por la cabeza y gemía con delicadeza.

    Mis manos acariciaron esas deliciosas caderas y nuevamente bajaron hasta encontrar sus nalgas, las acaricié sintiendo su firmeza y juventud. Pasé la mano por cada rincón oculto de sus líneas delicadas y finalmente busqué el botón que sujetaba sus pantalones. Lo desabroche y pude reconocer debajo la suave telas de sus bragas, metí mis manos acariciando hasta donde podía llegar y delineando en lo posible el borde de su ropa interior. El cuerpo de Ivonne se contoneaba deliciosamente invitando a su pantalón a rodar por sus piernas, pero estaba muy bien ajustado y no parecía querer abandonar su lugar. Con un poco de ayuda el pantalón me fue dejando mirar esas bragas de color blanco y los contornos delicados del cuerpo de Ivonne.

    Quedé por fin de rodillas frente a la hermosa jovencita y le quité los zapatos y por fin le pude sacar completamente el pantalón, terminé con las calcetas y el regreso lo hice lentamente, mis manos recorrieron las pantorrillas, los muslos y finalmente la entrepierna de la jovencita que se contoneaba mientras trataba de coger todo el aire posible.

    Con mis dedos recorrí cada uno de los pliegues que se formaban en la tela de sus bragas, debajo sus labios exteriores, mis dedos se hundieron con todo y tela y está salió impregnada con sus fluidos, metí mi cara entre sus piernas disfrutando de ese delicioso y excitante aroma, bajé lentamente su bragas dejándolas en sus muslos y lamí la rajada completamente, ella se estremeció y sus manos instintivamente se posaron en mi cabeza. No paré de mamar su concha, ella abrió más el compás de sus piernas, solo lo que las bragas se lo permitían. Pasé mis manos a sus nalgas y acaricié sin prisa sus cachetes para luego buscar con uno de mis dedos su apretado y arrugado ano. Lentamente comencé a penetrarla con el dedo hasta lograr que la mitad se perdiera en su agujero. Mi lengua entretanto se dedicaba a lamer el clítoris ya erguido de la jovencita.

    Sus caderas se pegaron a mi cara permitiéndome completo acceso a su vagina. Chupé con más vehemencia su clítoris y ella en cada una de mis lengüeteadas fue acercándose más y más al éxtasis. Su cuerpo se tensó justamente en ese momento y de sus boca escapó sin poder ella contenerlo un hermoso y excitante gemido, tan largo y prolongado como su propia venida. Su néctar lentamente comenzó a correr por sus muslos y mi lengua lo buscó con golosidad, lamí todo lo que pude de esa sustancia acre. Mientras tanto ella seguía tensa y disfrutando intensamente de su orgasmo.

    Por fin cesó su venida y ella más relajada se dejó caer en la cama, yo me levanté y comencé a desnudarme, su cuerpo joven me mostraba sus líneas sin reparos, su cabellera estaba desordenada. Quedé de pie completamente desnudo ante esta hermosa y bella jovencita, mi pene apuntaba directamente hacia su cuerpo, inclinándome completamente la saqué de su éxtasis con un beso en los labios y poco a poco dejé que el peso de mi cuerpo la aplastara, sentí como mi verga se restregaba contra su vagina y moví mis caderas arriba y abajo, restregándolo por toda la rajada de mi pequeña compañera. Ella me abrazó por el cuello evitando que me retirara y entonces sujetando su carita continué besándola.

    Dimos varias vueltas sobre el colchón de su cama, ella quedó arriba de mí y en otra vuelta volvió a quedar debajo de mi cuerpo. En esta posición la hice separar sus piernas, sentí su vulva suave completamente a mi disposición y levantándome un poco aprecie ese erótica escena, mi glande grueso apuntaba directamente contra sus labios, comencé a apretar sin intentar penetrar, la punta se clavó un poco y ella asustada pero sin decir nada no dejaba de mirar su entrepierna. Sujeté mi verga con la mano dándole más dirección, volví a acomodarla entre sus labios pero en esta ocasión la moví de arriba abajo por todo lo largo de la ardiente rajadita. En cada pasada mi glande se untaba con sus jugos, así seguí hasta que la cabeza de este brillaba con los propios fluidos de la chiquilla. Me acomodé nuevamente y apunté ahora directamente a su agujero que ya se veía un poco más, empujé, ella respingó y gimió por el dolor; lo volvía a intentar y en esta ocasión logré penetrar un poco más, ella reculó volviendo a zafarse. Me volví a acomodar y la sujeté por los muslos, con las caderas apunté nuevamente mi garrote erecto y cuando estaba justo en su centro empujé logrando clavar el glande, ella gimió y se movió pero no se pudo zafar de mi sujeción. Continué empujando y ella en un momento gritó pidiéndome que se la sacara pero por el contrario seguí empujando hasta que sentí claramente como me abría paso entre sus apretadas paredes vaginales. 

    Ella estaba llorando pero ya tenía buena parte de mi tranca completamente clavada en su vagina y seguía recibiendo más, su calor increíble envolvía completamente mi tronco. Avancé considerablemente dejándole más de la mitad completamente dentro y entonces me detuve. Sin sacarle completamente la verga comencé a bombear, ella seguía lloriqueando pero ya no se quejaba de dolor. En cada nueva embestida mi garrote lograba ganar unos cuantos milímetros más, sus labios vaginales se abrían a su máximo pero también ella se humedecía más y más, esto permitió que la penetración se fuera haciendo más fácil cada vez, por fin la logré penetrar por entero, mi verga gruesa se sentía fuertemente aprisionada dentro de ese delicioso agujero. Cuando la tuve completa dentro de la jovencita me quedé quieto disfrutando de las agradables sensaciones que me transmitía. Su vagina pulsaba y se apretaba con fuerza alrededor de mi tronco. Seguía sollozando pero su carita comenzó a dibujar una leve mueca de placer.

    Inmediatamente comencé a bombear con mucha lentitud, mirando como mi grueso tronco se clavaba entre esos delicados pétalos y abriéndolos ampliamente. Sus pies se balanceaban en el aire al ritmo de mis embestidas y poco a poco sus quejidos de dolor se fueron transformando, lentamente las caderas de Ivonne se fueron moviendo, dándome a entender que le estaba gustando lo que le hacía. Sus ojos nuevamente se volvieron a abrir para mirar como ese grueso instrumento la penetraba, con sus manos se sujetó de mi cuello y nos volvimos a besar; elle gemía con más intensidad en cada minuto que pasaba y pronto me estaba pidiendo más. Yo no iba a poder aguantare mucho tiempo a un ritmo rápido así que de vez en vez me detenía para dejar que las sensaciones se fueran haciendo menos intensas y así poder aguantar más tiempo, lo logré. Ivonne llegó a su primer orgasmo con una verga dentro, sus muslos se apretaba y sus músculos vaginales me hacían experimentar su potencia apretándome la tranca con fuerza. Yo casi no me movía sino que solamente empujaba mi verga completamente sepultada y aflojaba para volver a mi posición inicial.

    Después de su orgasmos la dejé descansar por un par de minutos pero sin sacársela, ella me avisó cuando estuvo lista y nuevamente la comencé a bombear, esta vez ya más relajado y pudiendo regalarle un segundo orgasmo. El cuarto estaba invadido de gemidos de ambos, chasquidos de nuestros sexos completamente húmedos y el olor a sexo, de los rechinidos leves de su cama bajo nuestro peso y de ese ambiente cómplice que estábamos creando a nuestro alrededor.

    Por fin ella comenzó a venirse por segunda vez con una verga dentro de la vagina o por tercera de ese día y yo ya no me pude contener por más tiempo, mi verga comenzó a soltar su caliente carga dentro de la pequeña, nuestro orgasmo fue simultaneo y muy satisfactorio, toda mi piel se erizó mientras que indescriptibles y fuertes sensaciones invadían mi cuerpo entero. Ella gimió y me abrazó con fuerza, el estallido fue increíble, por completo nos perdimos de este mundo un par de segundos.

    Finalmente quedé tendido al lado de su delicado cuerpo, acariciándola, disfrutando los últimos momentos de ese día con ella, con la amiguita de mi hija. Por fin la había desvirgado y al parecer ella estaba completamente contenta con el hecho. Me levanté y fui a su baño, me aseé y ella entró detrás de mí. Le pregunté si le había gustado, ella respondió que sí. Me dijo que en su cama había una mancha de sangre, le dije que eso era normal, era su primera vez. Ella entonces me comento que tenía que lavarla para que su madre no la viera, le ayudé a lavar la colcha y con la secadora de cabello la dejamos como nueva. Comenzaba a oscurecer y me despedí de ella, me volvió a agradecer el regalo, nos besamos como despedida, una despedida que se prolongó media hora, entre besos y caricias ya íbamos a volver a hacerlo, pero ya era tarde y entonces me despedí de Ivonne.


    Continuará

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