El relato erótico "Cuidando a Tanya, Parte 01" es un texto de ficción, ni el autor ni la administración de blogSDPA.com apoyan los comportamientos narrados en él.
No sigas leyendo si eres menor de 18 años y/o consideras que la temática tratada pudiera resultar ofensiva.
- Cuidando a Tanya, Parte 01
- Cuidando a Tanya, Parte 02
- Cuidando a Tanya, Parte 03
- Cuidando a Tanya, Parte 04
“¿Puedo tomar un baño ahora?”
Tanya bajo las escaleras a toda prisa. Siempre me he preguntado cómo logra evitar caer, pero al parecer, tiene pleno control de la mayoría de lo que hace.
Tanya es mi sobrina – el orgullo y gozo de mi hermana y mi fuente de admiración y misterio. Ella es una de esas chiquillas que logran impresionarte con su inteligencia y perspicacia. Siempre está intentando entender el mundo y a las personas que las rodea. Casi nunca nada escapa a ella. Y cuando hay algo que no entiende insiste hasta lograr una respuesta que la satisfaga.
Siempre tuve muchas oportunidades de admirarla, pues al ser su único tío y soltero continuamente se me pedía que ayudara a cuidarla. Me resultaba difícil negarme cuando mi hermana me hablaba pidiéndome que la cuidara por la noche, un día o un fin de semana. Mi trabajo es muy flexible y me lo permite. Tanya siempre se comporta muy bien y puede pasarse todo el día en el jardín descubriendo nuevas cosas, en mi computadora o biblioteca.
Tanya tiene cinco años.
Cuando Tanya bajó las escaleras yo la estaba cuidando durante todo el fin de semana. Mi hermana y su esposo estaban de viaje visitando la familia que vivía muy al norte y querían hacer el viaje sin Tanya. Querían aprovechar y pasar unos días solos. Por mi parte no me importaba quedarme unos tres o cuatro días cuidándola. A Tanya no le importaba no ir, pues así tenía una oportunidad de pasar un buen tiempo con el tío Don. Ella llegó a mi casa con una maleta llena de ropa, muñecas, libros y lo que pueda ocurrírsete. Pasamos la mayor parte del día explorando mi propiedad que era bastante grande.
Era viernes por la tarde y el día estaba llegando a su final. Por lo menos para Tanya.
“¿Puedo tomar un baño ahora, tío Don?”
Me repitió, sacándome de mis pensamientos.
“Claro Tanya. ¿Puedes llenar la tina por ti misma?”
“¡Ya lo hice!”
“Que lista. Con el ruido de la TV no me di cuenta.
“OK, ¡estaré contigo en un segundo!”
“¡Súper! ¡Nos vemos arriba!”
Habiendo dicho esto Tanya subió las escaleras a toda prisa.
Apagué la TV y la seguí. Mi recamara está en la planta alta y el cuarto de al lado tiene una tina que Tanya disfruta mucho. Es lo suficientemente grande para que un adulto se acueste y para alguien de su tamaño funciona como una pequeña alberca.
Cuando entré al baño, Tanya estaba ajustando la temperatura del agua para que estuviera un poco más caliente. Ella sabía muy bien que no podía meterse a la tina por si sola. Ella ya se había quitado toda su ropa (su vestido y sus calzoncitos) y estaba ahí parada desnudita, y al agacharse a la tina pude ver sus nalguitas moviéndose frente a mí. Observé su figura admirando sus nalguitas duritas. “OK, dulzura, ¡adentro!
Demasiado tarde me di cuenta de mi error. Al brincar hizo una gran ola que me mojó toda la ropa.
“¡Ey, cuidado, señorita!”
Tanya se volteó. Abrió los ojos y exclamó.
“Ohhhhh…. ¡Perdóname tío Don! Lo hice sin querer”
Ella es inteligente pero tardará un rato en dominar bien la física.
Está a punto de llorar.
“No quise hacerlo, tío…. Yo… yo sólo….” Tartamudeó.
“Todo está bien pequeña. Sólo necesito secarme. Nada más no lo vuelvas a hacer, ¿está bien?”
“Lo prometo. Lo siento.”
Habiendo olvidado el accidente, empezó a bañarse. Tal como todo niño disfrutaba el agua y pronto todo era risas y sonrisas. Yo la observaba. Mi playera estaba empapada y trataba de exprimirla para quitar el exceso.
“Oh, está muy mojada, tío don…”
“Así es, señorita. Pero para mañana ya estará seca. No te preocupes.”
Tanya me miró. “No debes de estar con la ropa mojada. Mi mamá dice que puedes pescar un resfriado.”
“Ya me la quitaré. Sólo terminemos acá y te daré un gran abrazo en tu cama.”
Ella pensó por un momento. “No tío, así no. Mi cama se mojará toda.”
Sus ojos se abrieron. “¿Por qué no te la quitas ahora? Y entras acá conmigo”
“¿Quitarme mi playera y tomar un baño?”
“No, quítate toda la ropa, tonto! Ya no lo has hecho, cómo cuando yo era más chica.”
“Cuando eras más chica yo te tenía que ayudar y no podía hacerlo sin mojarme todo.”
Nos miramos y sonreímos. Ambos entendimos el chiste.
“Creo que no sería correcto entrar contigo, preciosa. Tú estás creciendo, tu sabes…”
“Oh, vamos. Nos hemos visto sin ropa antes. Recuerda que hemos ido a playas nudistas con el consentimiento de mis papás”
“Pero eso es diferente Tanya. Cuando estamos en la playa hay otras personas, pero acá estamos solos. No debemos hacerlo.”
“Sí, estamos solos. ¿Y eso qué?
Miré esa cara angelical. Realmente no entendía mis preocupaciones.
“La tina es muy pequeña, Tanya. Estaríamos demasiado cerca uno del otro, tú sabes…”
“¡Yo lo sé! Entonces puedes bañarme como lo hacías antes.”
“Ya eres lo suficientemente mayor para bañarte por ti misma. Además…”
“Ya se acerca de “las carisias malas” y todo eso. Ya no soy una bebe. Sólo quiero que me bañes, eso es todo. ¡Vamos!”
Ella estaba de pie frente a mí. El agua justo debajo de su pequeña vulva. Se veía tan pequeña, tan vulnerable, tan inocente. Y en su rostro esa mirada suplicante.
“Probemos algo antes, Tanya. No te muevas, por favor.”
Miré sus hermosos ojos azules y sonreí, tocando su hombro. Su sonrisa creció, como si supiera mis intenciones.
Tomé ambos hombros y fui bajando mis manos por la espalda, hasta que descansaron sobre su pequeño trasero. Una mirada cuestionante apareció. Fui bajando por sus nalguitas hasta llegar a sus rodillas. Luego pasé a la parte de enfrente y empecé a moverme hacia arriba. Miré sus ojos mientras iba subiendo hasta estas a centímetros de su pequeña flor. Pasé de nuevo a su trasero y de vuelta a querer tocar su vulvita. Y justo cuando estaba a punto de tocarla dijo:
“¡Alto!”
Buena chica.
Mi mano tocó su pancita hasta que se detuvo en sus pequeños pezones. No hubo reacción. Con mi mano izquierda tomé ambas nalguitas. Aún no dijo nada. Entonces son mi dedo hice presión y fue desapareciendo dentro de aquel valle. La mano de Tanya tomó mi mano quitándola.
“No hagas eso tío Dom. ¡Se supone que no debes tocarme ahí!”
Sonreí mientras mi otra mano trataba de tocar su vulvita. Tanya volvió a tomar mi mano y la retiró.
“¡Dije que no!” me dijo enojada.
“¿Por qué no?” Pregunté
“Estás tratando de tocar donde yo no quiero. Eso es malo.”
“¿Pero qué pasa si yo quiero?”
“No me importa”
“Por favor déjame tocarte.” Moví mi mano hacia su puchita.
“¡Dije que no!” dijo Tanya muy enojada.
“¡Muy bien Tanya, esa era la reacción que esperaba!”
“Yo lo se tontito” Su cara sonrió de nuevo. “¿Entras conmigo?”
La chiquilla de cinco años había jugado bien su papel. Supongo que no había razón para no bañarme con ella, lo hicimos tantas veces cuando era más chica.
Comencé a quitarme la playera y luego seguí con mis shorts y mi bóxer y me deslicé en la tina.
“¿Lista?” sonreí, haciendo como si fuera a brincar adentro.
“¡No brinques! Oh, tontito…” Tanya suspiró mientras entraba tranquilamente. Me senté dentro del agua con la chiquilla al otro lado. Ella brincó y de pronto tenía una chiquilla de cinco años sobre mi regazo. Me dio un gran abrazo.
“Yo sabía que entrarías. Ahora, báñame, porfa!”
Tanya se dio la vuelta y me pasó el jabón. Volteó y me regaló una enorme sonrisa.
“Debo de estar bien limpia, ¿recuerdas?”
Le devolví la sonrisa y comencé a enjabonarle los hombros, maravillándome de lo tersa que era su piel. Luego pasé a la espalda y a sus pechitos inexistentes. Le acaricié su ombligo haciendo que emitiera unas risitas. Mi mano continuó a su pancita, deteniéndose justo antes de la zona prohibida. Enjaboné sus piernitas manteniendo mi distancia de sus zonas privadas. Al pasar brevemente por su trasero ella dijo:
“¡Eso hace cosquillas, tío!”
“Lo siento, cariño.”
No, está bien. Son unas cosquillas agradables”
Con mis dedos tomé por completo ambas nalguitas por la parte de abajo.
Tanya me volteó a ver y sorpresivamente separó un poco las piernas y mis dedos se colaron dentro. Yo los quité rápidamente.
“Debo de estar limpia, tío Dom. Tu lavaste mi colita cuando era pequeña, ¿recuerdas?”
“Tú sabes que eso no es correcto, Tanya. Tú lávate ahí.”
“No es malo si yo lo quiero, tío.”
La chiquilla separó más sus piernitas y se agachó un poco, haciendo que sus nalguitas se separaran frente a mí.
“¡Puedo ver tu culito, Tanya!”
“Ya lo sé, tío. ¿Me lo lavas, por favor?”
Y ahí yo estaba, a un metro de su colita y había separado tanto sus piernas que podía ver completamente sus encantos. Su traserito su había abierto que podía ver su anito rosado y debajo su vulvita. Aún en esa posición estaban casi completamente cerrados, sin nada de vello.
Me maravillé de la belleza, sus nalguitas separadas con sus partes privadas casi sobre mi cara. ¿Por qué estaría haciendo esto? Miré abajo y la cabeza de mi adolorido pene erecto salía del agua. No había marcha atrás. Está coqueta chiquilla me estaba prendiendo. Estiré la mano y toqué su trasero con un dedo en el medio. Pensé por un momento si debería de estar haciendo esto.
“Por favor, tío”
Eso era toda. Esto es lo que Tanya quería aun cuando era algo incorrecto. Mi dedo entró más y se detuvo sobre su agujerito rosado. Ella tembló un poco cuando lo sintió sobre aquel lugar que sólo ella debí tocar. Empecé a acariciarlo, lo que hizo que ella suspirara.
“Ah…. Oh… Lávalo más, tío Don….”
Comencé a pasar mi dedo por aquel valle de mi sobrina de cinco años. De arriba abajo, hasta llegar a los labios suaves de su puchita. Y vuelta a su anito, está vez aplicando un poco de presión. Cuando volví a su vulvita mi dedo entró brevemente y eso hizo que Tanya suspirara de nuevo. Mantuve mi dedo un momento y comencé a acariciarla, ¡y me percaté de que estaba húmeda!
Pasé a su colita y en el proceso pasé los líquidos al otro agujerito.
“Te enseñaré cómo, tío Dom. Lávalo por dentro.”
Con ello, Tanya puso su dedito sobre su anito y comenzó a empujarlo. ¡No lo podía creer! Estaba masturbándose frente a mí.”
“Ahora tú. Porfa.”
Tanya movió sus nalguitas en señal de invitación. Despacio tomé más de sus juguitos y con cuidado hice presión sobre aquel agujerito suave. Poco a poco comenzó a relajarse y mi dedo entró un centímetro. Ella suspiró
“¡Auch!”
Me detuve.
“¿Dolió, preciosa?”
“No, tío.” Pero tu dedo es más grande que el mío. Lávame ahora, por favor…”
Así que empecé a “lavar” dentro de mi sobrina. Aplicando un poco más de presión, mi dedo entró aún más. Tanya relajó su agujero y mi dedo comenzó a moverse dentro y fuera sin problemas. Era todo un espectáculo ver mi dedo adulto moviéndose dentro y fuera de la colita de esta niñita. Poco a poco el dedo iba entrando más y más hasta que Tanya empujó su colita lo que hizo que mi dedo se deslizará hasta lo más profundo de su pequeño recto. Ella gimió al sentir como mis dedos descansaban sobre sus nalguitas dándose cuenta que el dedo había entrado completamente.
“Oh, tío, tengo que ir…. Sácalo…”
Lo saqué despacio y ella salió de la tina y se sentó en el WC. Su cara enrojeció mientras dejaba que saliera. Un sonido nada erótico llenó el baño y un segundo sonido confirmó que también había vaciado su vejiga. Finalmente se limpió, no queriendo verme a los ojos.
Salí de la tina y tomé una toalla. Afortunadamente mi erección había disminuido, y comencé a secarme. Ella tomó otra toalla y con la mirada al suelo me dijo:
“Perdona… no sabía…”
“No hay nada que pedir perdón. Tenías que ir y eso era todo”
“Sí, pero…” estaba muerta de vergüenza.
“¿Quieres ir a la cama ahora?”
“Supongo. Sólo me lavo los dientes.”
“De acuerdo. Mientras iré arreglando tu cama.”
Fui a la habitación de huéspedes y me aseguré de que la cama estuviera acogedora. Puse unas cuantas muñecas de Tanya en la cama y bajé la intensidad de la luz. Entonces la chiquilla llegó con la toalla alrededor de su cuerpo.
“¿Lista para ir a la cama?”
Se quitó la toalla y la puso sobre una silla y brincó a la cama. Separé las sábanas y la arropé dándole una nalgadita y le di un beso en la frente.
“Buenas noches pequeña. ¿Estás bien?”
“Sí, tío Dom. Buenas noches. Y gracias.” Cerró los ojos y puso su cabeza en la almohada.
Me di la vuelta para dejar el cuarto y cuando estaba por abrir la puerta escuche su suave vocecita. “¿Tío Don?”
“¿Si, Tanya?”
“¿Puedes venir un segundo?”
Me senté en la cama.
“¿Qué pasa, pequeña?”
“Yo…estoy avergonzada, tío. Se sintió tan bien, y luego…”
“¿Te gustó cuando te toqué ahí atrás?”
“Sí, Me gustó, pero luego se puso todo tan sucio…”
“Por eso no te preocupes. Si te gustó, eso es lo que importa. Tú no eres sucia para nada, Tanya.”
“Pero cuando yo… yo tuve que, tú sabes… no lo harás otra vez, ¿cierto?”
“Sólo si tú quieres, cariño.”
“Pero…” su voz se desvaneció, y miró entre mis piernas.
“Tu cosa está creciendo de nuevo, tío Don…”
“Sí, cariño. Hace rato también lo viste, ¿verdad?”
“Aja”
“¿Sabes por qué se pone grande?”
“Pasa cuando te gusta una chica, ¿no?”
“Si, básicamente.”
“Entonces, después de todo, ¿yo te gusto?”
“¿Después de qué todo, cariño?”
“Después de lo sucio que pasó”
“Así es.” Sonreí. “Aún después de aquello. Te amo, lo sabes. Pero ahora tienes que dormir. Mañana tendremos un día maravilloso.”
“Ok. Yo también te amo, tío Don.”
“Buenas noches, cariño”
Miré mientras cerraba los ojos y de un momento a otro estaba durmiendo y una sonrisa se dibujaba en su rostro.
Bajé al piso inferior y me senté en la sala ni poder creer lo que había sucedido. Empecé a masturbarme y el simple hecho de recordar su hermosa colita hizo que eyaculara con fuerza. Después fui a mi cuarto y me preparé para dormir. Después de todo yo también estaba cansado después de aquella erótica experiencia.
Continuará