Vivir en la ciudad es extraño luego de haber vivido casi toda tu vida en una zona rural, ¿no? No hablaré de mi puesto que no soy importante, pero solo comentaré que soy hombre.
Esto ocurrió hace unos 4 años en un verano. Los movimientos feministas estaban tomando más impulso y parece que los gobiernos estaban buscando formas menos directas de decir que no importa nada. Yo estaba en casa, aburrido, sin nada que hacer, viviendo solo, asique decidí asistir a una de las marchas feministas que tanto se hablaba. Tuve un viaje de 30 minutos, llegué, tomé prestado algunos objetos y, cuando ví mejor mi alrededor… algo despertó en mi que logró sacarme de mi estado de inactividad mental.
Niñas menores de 15 años haciendo twerk, otras andaban desnudas, algunas abrían sus labios inferiores y orinaban en completa libertad. Esto me hizo desear hablar con ellas y saber si eran como las mayores, deseaba hacerles lo que sus madres gozaban pero tuve que seguir "la lucha de las mujeres".
10 minutos de marcha después, una niña de entre 8 a 10 años tironeó mi pantalón y me hizo seguirla a un callejón cerrado, tras un contenedor de basura. Tenía la piel morena, una playera infantil con colores cálidos en rayas horizontales, pantaloncitos cortos rosados, cabello negro largo hasta la espalda, cara pícara, ojos café y estaba gordita como una niña promedio. Ella me dijo que quería ver "mi salchicha permanente", y claramente no supe que era. La miré raro pero me dijo más cosas como "colita de serpiente", "cíclope lechero", "rociador de crema", o el nombre que me hizo entenderlo, "Delicioso Señor Rosado". Sí, una niña de 8-10 años estaba ofreciéndome sexo oral y mi sueño instantaneo se hizo real de inmediato.
Nervioso, saqué mi erecto pene y ella empezó de inmediato a lamer mi miembro. El suave tacto de su lengua, junto a la adrenalina de la situación me cortó la respiración por momentos. Ella aprovechó en lamer, besar, acariciar y chupar toda mi virilidad con un entusiasmo que delataba que no era una primeriza. Sé que esto es loco, pero que una preadolecente desconocida quien se negaba a dar su nombre me estaba haciendo el mejor oral que alguna vez hubiera imaginado en un lugar público es de los relatos más salvages que alguna vez podría alguien haber imaginado.
No sé cuanto duró con mi miembro viril dentro de su boca y su mano derecha masajeando mis gónadas pero cuando solté mi blanca semilla, lo tragó como si fuera un jugo más y ahí acabó… o quizás no.
Tras esto, la niña se desnudó por completo y me dijo que me siente en el suelo. Santo cielo, eso no era una niña, era una pequeña súcubo y quería terminar lo que empezó. Cuando mi espalda se recargó en la pared de ladrillo y mi trasero tocó el suelo, ella se puso encima de mi cadera y comenzó a meter profundamente mi pene en su adiestrada vagina precoz. Su labia era más promiscua ahora y los eufenismos quedaron de lado cuando dijo cosas como "me gusta cuando mi conchita se traga la verga de papi". No tenía idea de cuan lasciva era pero cuando la ví, ella me sonreía en la cara y me montaba con fuerza. Sus nalgas infantiles golpeaban mi cadera y mis testículos aplaudían al son de su cabalgata.
Otro tiempo pasó antes de descargar otro orgasmo masculino en su interior pero ahora era el momento de la apuesta final. Ella se puso de perrita y pidió hacerlo otra vez mientras se abría los glúteos para exponer toda se retaguardia. Me dijo que le diera con todo lo que tenga así que cual animal en celo empecé con la ronda final con tanta fuerza como pueda soportar.
"Eso es, papi, tu bebé es una niña muy mala", "castiga a la pequeña puta con tu venosa poronga", "apuñala mi babosa concha con esa carnosa verga"… todo lo que ella comentaba no lo gritaba pero se notaba la lujuria en sus palabra. Esto no duró mucho pero la intensidad en como… "me la garchaba" era bastante brusca. La rellené por última vez y luego descansamos satisfechos tras el climax.
Regresé a la marcha y tras 2 horas de caminar me fuí a mi casa. Asistí a más marchas, pocas feministas estuvieron dispuestas a sexo casual, pero la mejor parte fue ser niñero de madres solteras, encargándome de esas deseosas, rebeldes, hambrientas y pequeñas putas. Todas anhelando un encuentro o más con "El Delicioso Señor Rosado".
Fin
Bien