Una nueva familia, Parte 4 (Final)

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    Esta publicación es la parte 4 de un total de 4 publicadas de la serie Una nueva familia
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    …Y la familia creció, solo pasaron algunas semanas desde que llegaron los 2 nuevos integrantes: Kevin y Deisy, todos estábamos felices.

    Acordamos que apenas cumplieran los 6 meses de vida, comenzaríamos a abusar de ellos, y también, en ese momento, realizaríamos el sorteo de los bebés.

    Durante los primeros meses de vida, solo nos dedicamos a ellos, todo lo que requiere a su desarrollo. Pero por la otra parte, no nos hemos olvidado de la pequeña Rayén y Yasenka. Guillermo continuaba totalmente obsesionado con Rayén, la pequeña estaba cerca de sus 7 añitos, y Guillermo era, prácticamente, un violador a tiempo completo de su pequeña hija Rayén; en medio de la noche ingresaba a su cuarto para follarla, cada mañana, el mismo la vestía y le daba desayuno para luego llevarla al colegio, y en las tardes la iba a buscar para traerla a casa, apenas entraban a casa, él se transformaba, la follaba salvajemente, la besaba por todos lados, la penetraba por todos sus orificios. En ocasiones, cuando cenábamos, el tenía en sus brazos, la alimentaba mientras que la manoseaba completamente.

    Por mi parte, seguía entreteniéndome con mi bebita Yasenka, ya con 2 añitos, me dedicaba a saborearla completamente. Una de las cosas que más disfrutaba, era que cuando lamía su pequeña, virgen y lactante vaginita, se orinara en mi boca, saboreaba su orina, sus fluidos y su panochita quedaba totalmente empapada, a la cual, decoraba con una rica lechita caliente.

    En ocasiones, juntábamos a Rayén con Yasenka, y realizábamos pequeñas orgías, en donde se lamían sus vaginitas unas a otras, Gema también participaba y las nenas chupaban su vagina entre sí y también sus tetas llenas de leche, y se estimulaban con consoladores, dildos y dilatadores. (Lo sé, estamos enfermos).

    Los meses pasaron, hasta que lo tan ansiado llegó. Los bebés cumplieron sus 6 meses de vida y unos días. Todos estábamos con nuestro libido a mil. Gema se encontraba en el dormitorio dándoles teta a los bebés antes del gran acto, y luego gritó: “Chicos! Vengan ya”, y la fiesta se desató. Al entrar a la alcoba, nos quitamos la ropa, con una erección a mil, y nos lanzamos a la cama. Como pequeños lactantes, con reflejos involuntarios, las manos recorrían sus inocentes y tiernos cuerpos, una piel suave, y, luego de quitar sus pañales, frotamos sus pequeñas áreas sexuales.

    Al cabo de unas horas, al ya poder saciar nuestra enferma perversión, Kevin y Deisy quedaron completamente abusados, los restos de semen en sus cuerpos eran evidentes, pero no importaba, eso solo era el puntapié inicial a una vida enfermiza.

    Ya al día siguiente, se realizó el sorteo de los bebés, lo cual se hizo de la siguiente manera: Gema vendó nuestros ojos, los míos y los de Guillermo, y mientras los bebés se encontraban en su siesta, en el dormitorio Gema tomó a uno de los bebés y lo puso en la cama y el otro lo dejó en la cuna. Gema al darnos el aviso de esto, nosotros debíamos entrar el dormitorio, con nuestros ojos totalmente vendados. Yo me dirigí a la cuna y tomé al bebé en mis brazos, mientras que Guillermo tomó al que se encontraba en la cama.

    Al encontrarnos vendados, Gema nos dice: “Ok, antes de sacarse la venda, metan la mano por debajo del pañal y sabrán con qué bebé se quedarán”. Al meter mi mano por debajo del pañal, sentí un pequeño pene, me quité la venda y dije: “Kevin es mío”. Guillermo por su parte dijo: “Deisy será mi zorra entonces”.

    A las semanas posteriores, y al tener en nuestro poder cuatro pequeños (tres niñas y un niño), sentíamos que algo más podíamos hacer para sacarle provecho a los nenes. Por lo que decidimos mudarnos a una zona bastante alejada de la gran ciudad. Una casa muy acogedora, piscina, muchos árboles, y un gran patio, lo que también significaba que podrían albergar muchos vehículos. Lo mejor de todo era que no habían vecinos alrededor, ni ruidos molestos. Ahí se comenzaría a escribir una nueva historia, pues, nuestro plan era solo uno: ¡Prostituirlos!


    Fin

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