Placer al final de la calle

ATENCIÓN

El siguiente relato erótico es un texto de ficción, ni el autor ni la administración de BlogSDPA.com apoyan los comportamientos narrados en él.

No sigas leyendo si eres menor de 18 años y/o consideras que la temática tratada pudiera resultar ofensiva.

4.8
(4)

Un solitario joven conocerá a dos personas, que le cambiarán su vida para siempre. Protagonistas: Alex de 21 años. Gema de 34 años. Rayén de 4 años.

Soy Alex, tengo 21 años, acabo de terminar mis estudios hace unos meses y ahora me encuentro viviendo en mi propia casa, trabajo totalmente independiente, lo cual, gracias al cielo, me alcanza para vivir y darme mis pequeños lujos.

En donde vivo es muy tranquilo, lo cual ya me adapté rápidamente.

Un día, que me encontraba podando el césped, llega un auto al frente de mi casa, se baja una mujer y una pequeña niñita. Noté que su vehículo venía bastante cargado, así que no dudé en ír a ayudarle.

-“Por favor, dama, permítame ayudarle.” Le dije yo.

-“Muchísimas gracias, vecino, es muy amable.” Me dijo esta mujer.

Mientras le ayudaba a cargar las cajas desde el auto hacia la casa, conversábamos.

-“Es nueva por aquí?” Le pregunté yo.

-“Sí! Me vine para acá, a estar tranquila junto con mi hijita.” Me dijo ella.

-“Es una pequeñita muy preciosa. Como se llama.” Le pregunté.

-“Rayén, y tiene 4 añitos”. Me dijo ella.

-“Muy linda”. Le respondí.

Mientras continuábamos descargando el vehículo, seguimos conversando y conociéndonos aún más. Se llama Gema, tiene 34 años, era separada, y trabajaba en una oficina hasta mediodía.

Luego de esto, seguí ayudándole dentro de la casa, le armé las camas, le instalé el refrigerador y todos esos elementos.

-“Bueno, creo que ya está todo en orden.” Dije.

-“Muchas, muchas gracias. Eres muy amable y nadie se hubiera dado el tiempo de hacer lo que hiciste. Por qué no te quedas a cenar con nosotras?”

-“De veras, para mi no es molestia, y menos si ahora somos nuevos vecinos. Por supuesto que me quedo a cenar.”

Mientras ella preparaba la comida, no podía dejar de observarlas. Ella tenía buen cuerpo, y la niñita, que decir, con solo mirarla, imaginaba mil cosas que le haría. Esa noche, cené y me fuí a casa.

Con el pasar de los meses, más que vecinos, nos hicimos muy buenos amigos. Un día que llegué a la casa de ellas, escucho la voz de Gema, que venía desde uno de los dormitorios, que dice:

-“Ven! Estamos aquí.”

Y ahí estaban, las dos en la cama, mirando televisión. Gema se encontraba en sostén y calzón, y Rayén, solamente con unos calzoncitos rosados. (Cabe destacar, que era un caluroso día de verano) Gema me dice que las acompañe a ver la televisión.

Luego del paso de unos minutos, noté que arriba del televisor había una pequeña cámara, y que parpadeaba una luz roja, y automáticamente detecté que estaba grabando. En ese momento, me aproveché de la situación, y dije:

-“Hace demasiado calor. Me quitaré la camiseta.” Dije.

-“Quítate también los pantalones, querido.” Gema me responde.

Quedando solamente en calzoncillos, regresé al lado de ellas. Hasta que una mano de Gema comienza a recorrer suavemente el estómago de Rayén, sus brazitos, y sus piernas. Yo, mientras, acariciaba el pelo de Rayén. En eso, Gema separa las piernas de Rayén, y lentamente le quita sus rosados calzoncitos. La niña no decía nada, pues, estaba pendiente de los dibujos animados de la televisión. En eso, Gema comienza a tocar suavemente los pequeños labios de la deliciosa vaginita de Rayén, mientras yo besaba su estómago y le hacia caricias en sus pequeños pezoncitos. Rayén reía a carcajadas y decía. Mientras, Gema se quitó su sostén y su calzón, mientras que yo, me quité mis calzoncillos delante de la carita de Rayén, y al quedar mi pene expuesto, abre sus ojitos y dice: “Que es eso!”, yo le respondí: “tu nuevo juguetito, todo para tí, mi amorcito.”

Gema comienza a lamer la pequeña vagina de Rayén y a la vez estimularla, mientras que Rayén comenzaba a deleitar mi pene. Luego de un rato, Rayén logró que mi pene se pusiera bien duro, y cambiamos de posición con Gema. Mientras yo tocaba su pequeño clítoris, introducí lentamente un dedo en su pequeño culito, pero al percatarme de que le dolía, lo retiré. En eso Gema tenía su rica vagina en la carita de Rayén y hacía que se la lamiera, mientras ella tomaba sus pequeños brazos y los introducía y sacaba de su vagina. Después de darle unos pequeños y suaves golpecitos a la vaginita de Rayén con mi pene, comencé a penetrarla (no introducí mi pene, solo lo hacia sobre su vaginita), en eso, Gema se estaba masturbando con uno de los brazos de Rayén, que lo tenía dentro de su vagina. Cuando ya estaba por venirme, dije “me vengo”, y Gema también dice: “estoy por venirme”. Tomamos posiciones, y eliminé una rica descarga de blanca lechita calientita sobre la pequeña, pero deliciosa y excitante vaginita de Rayén, mientras que Gema se para y lanza un increíble chorro de orgasmo sobre la carita de Rayén. En eso Rayén, pestañeaba bastante, sin entender que diablos había ocurrido. Con una toalla le sequé su carita, y su vaginita seguía empapada con lechita. En eso Rayén dice: “que es eso?” y le respondí: “una lechita rica y calientita que todas las niñas lindas como tú se les derrama ahí.” Pasé mi dedo sobre la lechita y se lo pasé por su boquita, Rayén lo saborea y dice: “sabe raro.” Gema baja a la vaginita de Rayén y lame toda la lechita sobre la vaginita de Rayén. Cuando ya terminamos, Gema y yo nos miramos con una cara de total excitación y satisfacción, sabiendo que lo que habíamos hecho, era tocar el cielo, con esa pequeña maravilla de 4 añitos.

En eso, Gema se levanta de la cama, y va a preparar la bañera, vuelve en busca de Rayén y la deja jugando en el agua. Nosotros dos nos devolvemos a la habitación, me abraza y me nos damos un excitante beso, y en eso me dice: “Yo sabía que eras todo un depravado, al igual que yo.” Yo le dije: “yo sabía que había algo de raro contigo, y si, soy un amante de los infantes.” Ella me responde: “yo también, amor, y todo esto ya quedó grabado con la cámara.” Con eso, nosotros dos ya oficializamos nuestra relación amorosa.

Nos devolvemos a la bañera a limpiar a la pequeña Rayén. Gema lavaba su pelito mientras yo enjabonaba su cuerpecito, sobre todo su vaginita y su culito, no quitaba mi mano de ahí. La retiramos de la bañera, la llevamos a la habitación, la secamos y ella quedó en desnudita en la cama, y lentamente se durmió.

Nuestro romance entre Gema y yo cada vez se hizo más grande, y por supuesto que una sola cosa nos unía: Rayén y las tocaciones.

Pasaban los días, y nuestros “cariños” hacia Rayén eran más recurrentes, durante el día, pasábamos desnudos en la casa, y a cada rato le daba una rica tocadita a Rayén en su vaginita, o tal vez, cuando veíamos televisión en el sillón, la tenía entre mis brazos y contemplaba sus partecitas.

Todas las noches, cuando Rayén se iba a dormir, Gema y yo nos quedábamos viendo alguna película, viendo televisión o bebiendo vino. La excitación se apoderaba de nosotros, y como todas las parejas, manteníamos relaciones sexuales todos los días. Hasta que una noche, estábamos levemente ebrios, ya habíamos bebido varias cervezas, nos besamos, y entramos a la habitación donde Rayén dormía, nos acostamos a su ladito, y comenzamos a tener sexo, la cama se movía bastante, y Rayén despierta y dice: “Mami, que pasa?” Gema le responde: “cállate tonta, no vez que por tu culpa estamos aquí?”, mientras Gema se reía en mi oído, y yo le dije a Rayén: “sí, estúpida, sigue durmiendo, que mañana te daré tu merecido.” Terminamos de tener sexo, y nos quedamos profundamente dormidos. A partír desde esa noche, comenzamos a dormir los 3 juntitos en la cama, y molestar cada noche a Rayén e incomodarla cuando nosotros manteníamos relaciones sexuales a su lado.

Con el pasar de las semanas, llevábamos una excitante relación de pareja Gema y yo, y también con la pequeñita Rayén. Pasé un fín de semana fuera de casa, porque una empresa me había contratado para un trabajo. Cuando regresé el día lunes, vi a Gema, muy, muy felíz y nos besamos, también saludé y besé a Rayén. En eso Gema me dice: “amor, amor, ven, te tengo una gran noticia!”. “Que es, mi amorcito?” le pregunté, me entrega un papel y me dice: “lee esto.” Y ahí estaba, me llevé una gran, pero orgásmica sorpresa. Tres semanas de embarazo tiene Gema! La abracé fuertemente, la besé y le dije: “que rico, que hermoso, que felíz estoy, tendremos un lindo hijo.” “Estás felíz… y excitado?” me pregunta Gema. “Dios! Tengo tantas cosas en mi cabeza, que ya no puedo esperar, ni imaginar nuestro erótico futuro.” Gema me dice: “Amor, tendremos un bebito o una bebita, imagina como la pasaremos en sus dos o tres primeros añitos de vida.” La idea de ser padre a los 21 años, más me excitaba. En ese momento le dije a Gema: “le daré mi apellido a Rayén”. Nos besamos, tomamos a Rayén, y nos fuimos a pasar una excitante tarde en la habitación los tres juntitos.


Fin

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