
Diario de mi viaje a África, Parte 03 (Final)
2 de enero de 2025 en Relatos SDPA, Jovencitas, Sexo en grupo
Día – Jueves, 29 de junio de 1865:
Querido diario, estoy que no me creo lo que me ha pasado. Mi cuerpo me duele, estoy resentida hasta en el alma, y sin embargo, estoy más contenta que nunca: me han hecho mujer. O al menos, eso me dijeron Motobo y Motubu después de lo ocurrido.
Cuando nos reunimos esta tarde, me contaron ese secreto que me moría de ganas de saber. Me quedé petrificada cuando me lo contaron: el troncho sirve para hacer mujeres a las niñas, metiéndoselo dentro. ¿y por donde se mete?. ¡¡por el culo!!. ¿De verdad podía algo tan grande entrar por algo tan chiquito?.
Pues sí, se puede. Desde que les conté lo de Kaluka ellos no han parado de acariciarme el culo, de tocármelo, y cuando les preguntaba me decían que ya lo sabría. Pues bien, ahora lo sé, y me he llevado un alegría enorme. A mis 13 añitos, voy a ser una mujer hecha y derecha. Al parecer, no paraban de tocarme para prepararlo para ser penetrado. Me dijeron que con toda la «leche» ingerida, ya era lo bastante fuerte para soportarlo (nota: menos mal). Me colocaron como los animales, a cuatro patas y apoyada contra un árbol, y mientras Motubu se puso detrás de mí, Motobo se puso delante para ayudarme a aguantar.
Y después, ¡¡que dolooooooooooor!!. Fue la cosa más intensa y horrible que viví nunca. Me dijeron que era normal la primera vez, pero que después ya no me dolerá más. Que suerte tuve de tomar tanta «leche» antes, si no, a saber cuánto más me habría dolido si hubiera ocurrido de otro modo. Después de unos minutos en que se quedó dejando que mi cuerpo aceptara su troncho dentro mío, se puso a bombear adentro y afuera, así durante un tiempo eterno hasta que consiguió descargarse dentro de mí(nota: una sensación tan extraña como fantástica). Mientras tanto Motobo me hizo abrir la boca para enseñarme a hacerlo con ella, sin falta de manos, y que bien lo hice, que conseguí que él soltara su líquido sin usar mis manos. Me quedé maravillada y a la vez dolorida por lo bien que lo había hecho todo y el dolor de esa primera vez. Luego cambiaron posiciones, y se pasaron largo rato hasta que seguramente se quedaron vacíos por varios días. Que feliz me sentí por ellos. Después del trote que me dieron, sé que dormiré como un lirón. Lo necesitaré para recuperar fuerzas y reponerme del ardor en mi pobre culito (por poco me dejaron coja). Lo más curioso es que, a pesar de todo lo sufrido, no pude dejar de sonreír. Me gustó tanto aquello…
Día – Miércoles, 5 de julio de 1865:
Querido diario, es pleno verano y el calor abrasa más que nunca. Debido a ello, y ya totalmente recuperada de mi conversión a mujer por Motobo y Motubu, me fui sola a refrescarme al río. Estaba empapada en sudor y una señorita no debe aparecer así. Al volver del río, ya más refrescada, y no lejos de donde vi a papá y Kaluka hace mes y medio, vi a Motobo y Motubu acercarse a mamá y hablar algo con ella (seguramente de lo de Kaluka).
Iba a acercarme a saludar, pero entonces ellos hicieron lo mismo que papá con Kaluka y se abalanzaron sobre ella para tocarla por todas partes, incluso por debajo del vestido (nota: ¿tendrá esto algo que ver por la afición de mamá de estar cerca de chicos de color?). No estoy segura, pero creo que ella intento resistirse a juzgar por sus movimientos, pero fue palpar los tronchos de ellos (que cogieron sus manos y las llevaron hasta «ahí» para que ella los tocara) y quedarse petrificada, creo que por no estar acostumbrada a tocar esas cosas(a diferencia de mí, que estoy más habituada). Luego se la llevaron a nuestro rincón secreto, enfadándome mucho (ya hablaré con ellos de eso).
Después, la desnudaron del todo, dejándola como dios la trajo al mundo, y debo decir que mamá es una mujer muy bella. Espero algún día heredar su cuerpo tan voluptuoso, ya que por lo menos heredé sus ojos verde brillantes que tanto aman mis amigos (lástima que el rubio de mi pelo ondulado sea de papá. Siempre he preferido más el castaño claro de mamá). Motobo comenzó a acariciar los senos de mamá largo rato, besándolos como hizo conmigo(nota: creo que mamá debía estar disfrutando muchísimo. Ponía unas caras…), a la vez que Motubu la acariciaba por su culo y sus piernas.
La pusieron de rodillas y la hicieron tragar sus tronchos a la vez, cambiando de uno a otro, y por la manera de tragar, creo que ella no había hecho algo así muchas veces. La apretaban muy fuerte contra ellos, y por los gestos de mamá, juraría que era por su falta de experiencia de ayudarles a descargar que ellos la sujetaban para enseñarla (jajajaja que torpe, conmigo lo tuvieron muy fácil). Cuando se cansaron, la pusieron a cuatro patas y la penetraron por detrás, tapando su boca para evitar los gritos (falta de costumbre, seguro). Ella se retorcía por todas partes como si algo la estuviese haciendo mucho daño pero ellos una vez más la sujetaron y acorralaron entre ellos para que no se resbalara(nota: que atentos). Después, se pusieron a moverse para poder descargarse, turnándose para quedar libres de malas acumulaciones. Lo raro fue que a pesar de hacer menos de una semana de hacerme mujer debían estar muy cargados, porqué estuvieron como 3 ó 4 veces cada uno.
Luego, lo inesperado: ¡¡la pusieron boca arriba y la penetraron por delante, y de qué manera!!. ¡¡Me hicieron mujer a mí antes que a mamá!!(¿Cómo era posible?). Se ensañaron largo rato en descargarse por delante hasta que se fueron dejándola allí (supongo que porqué estaba cerca de casa). Antes de vestirse, se fue hasta el río a bañarse (nota: normal, se habría ensuciado con algo) y luego se recompuso y volvió a casa. Me he quedado muy rabiosa por lo que vi, y voy a hablar con ellos seriamente. Tienen mucho que explicarme.
Día – Sábado, 8 de julio de 1865:
Querido diario, ni te imaginas lo patidifusa que me he quedado hoy. Solo de ver a Motobo y Motubu los abordé y los llevé allí mismo, yendo luego a un lugar aislado. Les pregunté que como pudieron penetrarla por delante y nunca hablarme de ello. Tras reponerse de una especie de incredulidad (nota: ¿de qué?), me contaron que como ella ya era adulta podían hacerlo sin problemas, que conmigo no lo hicieron porqué era muy chiquita.
Y fue que me contaron que la primera parte de hacerse mujer era ser penetrada por detrás, pero que la auténtica, la de verdad, era por delante (nota: ahora me explico lo de «hacer mujer a mamá antes que a mí»), por donde las chicas hacen sus necesidades. Al saberlo que me quedé muy triste porque he visto (y así lo dije) que no me quieren tanto como yo pensaba, que sí me hubieran querido, al menos me lo habrían dicho. Para disculparse me consolaron y abrazaron (me encanta que me rodeen los dos a la vez). Yo insistí para que me hicieran mujer, que quería ser para ellos la mejor mujer que jamás tuvieran. Me dijeron que se lo pensarían. Después me contaron con pelos y señales todo su encuentro con mamá y lo que hablaron. En resumen y según ellos, que fue un arrebato y no pasará nada, que no habrá problemas.
Luego, hicieron venir a un montón de amigos suyos (más o menos entre la mitad o una tercera parte de chicos del poblado) para que me hicieran mujer por detrás, para que mi cuerpo aprendiese a recibir sus tronchos. Las vi de todas las formas y tamaños: pequeños, largos, curvados, anchos, estrechos…debí estar como media tarde pasando de uno a otro, aprendiendo y disfrutando (como papá no estaba y mamá estaba en la escuela, tuve carta blanca). Me dejaron desnuda y no pararon de demostrarme su cariño con besos, caricias, mimos, y un montón de cosas más. Nunca me sentí tan feliz y tan querida como hasta ahora. Mi cuerpo fue explorado y recorrido por infinitas manos y bocas, y recibí toda su «leche» por todas partes, diciéndome que así mi cuerpo irá creciendo mucho mejor (nota: hay que ver como se preocupan por mí). Quedé exhausta, pero más contenta que cuando recibía mi regalo de navidad. Antes de volver a casa, me abracé a mis dos amores y les pedí ser una mujer completa lo antes posible. Me dijeron que pronto ocurrirá. Fue la mejor noticia del día. Estoy deseando que eso ocurra.
Día – Martes, 25 de julio de 1865:
Querido diario, este es un día que nunca olvidaré. Hoy me he hecho mujer. Mis dos amores vinieron a mí mientras trabajaba en el poblado, cuando ni me acordaba, y me dijeron que terminara lo antes posible ya que tenían una sorpresa para mí(lo que me pareció extraño, ya que llevábamos una semana sin ir, cuando lo normal es ir cada dos días…o cada día). Al estar solos, no hablaron ni una palabra, solo me dieron unos tremendos besos que me hicieron perder el sentido y la noción del tiempo (nota: ¿qué tendrían pensado hacerme?). Luego se pusieron a desnudarme con lenta parsimonia e infinito amor, arrinconándome entre ellos para no tener escapatoria (ni por la cabeza se me ocurriría escapar).
Sus manos me acariciaban, sus bocas se disputaban mis senos como buenos amigos que eran, y para cuando estaba tendida en el suelo con ellos sobre mí, me hicieron algo increíble, indescriptible: posaron sus bocas entre mis piernas y me lamieron. Me creí volver loca, me creí enloquecer de verdad. No podía parar de gemir, de jadear incontrolablemente. Como si ya lo hubieran hecho, ellos me guiaban con notable facilidad, me enseñaban cosas que nunca creí que pudieran existir. Más tarde, cuando ya creí que aquello no podía mejorar, Motobo , mi amor, se puso encima de mí, apuntó su poderoso troncho a mi entrepierna…y me hizo mujer.
Fue menos doloroso que en mi culito (evidentemente mis dosis casi diarias de leche han tenido su recompensa), y hubo algo de sangre (algo normal cuando es la primera vez, según dijeron ellos para calmarme). Tras la entrada inicial y unos momentos de quietud, Motobo se puso a moverse, y algo nuevo ocurrió: empecé a notar unas sensaciones increíbles, cada vez más intensas, como si algo creciera dentro de mí(nota: no hay palabras…). Nunca había sentido nada igual. Era como ser llevada por una titánica marea que fuera a partirme en dos, a desgarrarme como jamás nadie lo hizo. Motobo empezó a darme más rápido, y más rápido, y más…me abracé a él, me apreté todo lo que pude, crucé mis piernas por su cintura para darle más facilidades, me dejé llevar, y entonces… ¡¡la gloriaaaaaaaaaaaaaaaa!!. Fue como sentir el estallido de mil bombas, como el crujir de un enorme glaciar. Fue…el éxtasis. Tardé en recomponerme, y cuando lo hice, abrí mis brazos para recibir a Motubu y dejar que él me hiciera mujer. En susurros me dijo «esto es el amor», y yo lo respondí: «pues ámame». Y me amaron una y otra vez hasta que ya no pude más. Quedé empapada en sudor y anegada de amor. Sus besos y su forma de amarme fueron una bendición como jamás pensé en recibir. El resto del día, lo poco que quedaba de él, lo pasé sonriendo como una niña y jovial como hacía tiempo que no estaba. Hoy fue el mejor día de mi vida.
Día – Jueves, 10 de agosto de 1865:
Querido diario, si el amor es algo maravilloso (sobre todo vivirlo), verlo también es algo bello. Y lo mejor es que lo vi de quienes menos me esperaba: papá y mamá. No, no los espié ex profeso, si no que fue algo casual, como muchas de las cosas que me han pasado aquí (las cuales, dicho sea de paso, no cambiaría por nada del mundo): me dirigía a uno de los bebederos que hay cerca de casa cuando vi a papá mirar de forma extraña a su alrededor y luego esconderse. Movida por la curiosidad lo seguí, y en la parte posterior de la casa encontré a mamá, quien estaba tranquila trabajando con las criadas.
Éstas se fueron enseguida por orden de él, y luego, al estar solos, se abalanzó sobre ella y la desnudó rápidamente, besándola con mucha pasión según se veía. Viéndolos así, me parecía increíble que ellos fueran lord Edgard Hendricks-Winstone y lady Estelle, su abnegada esposa. ¿qué dirían mis hermanos mayores, Edmund, Jeremy y Camille (los cuales no vinieron al estar ya casados y con casa propia allá en Londres) si supieran todo lo que yo sé y lo que vi?. Sería un escándalo que se recordaría durante meses, quizá años. Ahora, sin embargo, toda la formalidad y el estirado refinamiento inglés habían desaparecido, y solo quedaba el salvajismo del continente negro. Papá era como un león de la selva que parecía querer comerse a mamá hasta los huesos. Ella, sin embargo, era toda pasividad, todo apatía. Se dejaba hacer por él, aunque no creo que se resistiera a ello.
Por segunda vez, vi el troncho de papá(el cual no pudo si no hacerme gracia al compararlo con las de mis amores) y como lo introdujo en mamá para amarla una y otra vez. Fue rápido y sin piedad y se descargó con algunos alaridos que a pesar de la distancia conseguí oír (nota: ¿tan necesitado estaba de descargar?). Luego se volvieron a vestir y retomaron a sus tareas. Me quedé preguntándome: «¿ya está?, ¿no hay nada más?». Entonces me di cuenta de que los ingleses somos muy ignorantes en todo eso, y me alegré de que yo hubiera aprendido tanto gracias a Motobo y Motubu. Y cuando creí que todo había acabado y me iba a ir, mis amores, al ver que papá volvía al poblado, pillaron por sorpresa a mamá y le enseñaron como se hace de verdad, con todas sus posibilidades. Mientras lo veía, no podía dejar de sonreír al recordar como me habían hecho mujer y de ver que a mamá también la querían mucho. Entonces sí que quedó bien satisfecha, tanto que apenas se movió (nota: eso me hizo pensar. ¿Cuántas veces habría ocurrido esto mismo sin enterarme hasta ahora?). Luego ellos se fueron, y ella, como pudo, volvió a lo suyo. Yo hice lo propio deseando cruzarme con ellos, y seguir ayudándolos a descargarse…
Día – Viernes, 25 de agosto de 1865:
Querido diario, una nueva lección sobre el amor me ha sido revelada hoy: el amor a tres bandas. Desde que me hice mujer, todos los chicos del poblado, al saberlo, han estado más tiempo conmigo, enseñándome formas distintas para ayudarles a descargar y recibir su amoroso troncho en mis entrañas (nota: el placer que recibo a cambio no tiene parangón). Al parecer, soy la mujer más amada de todo el poblado, porqué prácticamente todos los días alguno me pide ayuda para aliviarse (que encanto de chicos). Sin embargo, tanto ayudar a los demás y tanto trabajar me hizo descuidar a mis dos amores, a quienes no había vuelto a ver desde que estuve con ellos, justo después de verlos por segunda vez con mamá.
Así que, en cuanto los vi esta tarde, me froté un poco contra ellos como quien lo hace por accidente para decirles que era yo quien les necesitaba a ellos. Estuvimos jugando a las apariencias y a los frotamientos largo rato, en un cortejo que me calentó mucho (nota: me puso hambrienta de amor). Estar a la vista de todos provocándolos fue algo nuevo, y muy divertido. Los pobres quedaron hinchados a más no poder, me atravesaban con la mirada. Finalmente me cogieron entre los dos y me llevaron a nuestro nidito de amor. En un abrir y cerrar de ojos ya estábamos desnudos, con nuestros cuerpos rozándonos. Motobo se echó en el suelo y yo me puse encima de él, clavándome su troncho dentro de mí. En mitad de mis esfuerzos por liberarle, Motubu, pobrecito, no pudo contenerse, y me embatió por mi culito. No sabía que una mujer pudiera tener dos tronchos a la vez, pero así fue, y me encantó. Me sentí hembra, una hembra llena, amada, completa, enloquecí por dentro al sentir su amor por partida doble. No pararon de besarme y acariciarme como si yo fuera su diosa particular. Yo me encontraba perdida en un mar de amor, llevada por la marea de un lado a otro. Mis amores no hablaban, ni yo tampoco, solo se limitaban a quererme. Casi al mismo tiempo ellos se descargaron en mí y me transportaron al cielo del placer. Me quedé que no me lo creía. Ellos me tomaron la delantera y se cambiaron la posición. Nos pasamos el resto de la tarde sacando líquido. El cuerpo se me quedó agotado como si hubiera arado el campo durante horas seguidas(nota: me encanta sentirme así). Cuando acabamos, nos echamos los tres juntos, ellos a ambos lados de mí, acariciándome por los cuatro costados(nota: aunque sienten una soberana necesidad de ir a mis pechos). No quiero que se acabe nunca. Esto es el paraíso…
Día – Jueves, 31 de agosto de 1865:
Querido diario, que susto me llevé esta mañana al despertar. Tenía la cama manchada de sangre. Pensé que tanto descargar líquido en mí me había provocado algo y acudí a mamá y papá. Ellos se quedaron tan tranquilos, y me explicaron que lo que me pasó es algo bueno: significa que ahora ya puedo tener niños.
Cuando me dijeron «ahora ya eres mujer» sonreí para que no se extrañasen de mi conducta, pero lo cierto es que yo ya soy mujer desde hace meses. ¿Por qué me dirían eso? La respuesta, claro está, la tuve de mano de mis amores, los cuales me contaron lo mismo, pero más completo: me dijeron que esa es la señal definitiva que convierte a una niña en mujer, y que normalmente esa es la primera y las otras que ya recibí van después, pero que como me querían tanto, conmigo lo hicieron a la inversa (nota: ¿no son un encanto?). Parece que durante unos días no podrán descargarse dentro de mí porque hay riesgo de que conciba niños(algo que ahora no deseo), pero siempre tienen mi culito y mis manos a su disposición para satisfacerse…y satisfacerme. Me abalancé sobre sus hermosos y gruesos tronchos y mientras metí uno en mi boca (nota: eso me apasiona) acogí el otro con mis manitas.
Mientras cuidaba esos tesoros como si fueran lo más importante del mundo, Motobo , al cual se la acariciaba, llevó mi mano libre a mi entrepierna para que me acariciara yo misma(nota: es increíble cuanto saben), así que al tiempo que por un lado tenía la boca ocupada con uno y una mano con otro, yo aprendía el arte de amarse una misma. Mis deditos entraron en mí y me laceraban como suaves látigos de seda. Mi mano derecha se alternaba con los huevos de mis amores, los cuales besaba y acariciaba de vez en cuando para animarlo más, para estimularlo y que su «leche» tan rica saliera(nota: ¿cómo puede algo tan malo ser tan apetitoso?). Después de que consiguiera descargarles la primera vez, me dijeron que me tumbara en el suelo y me tocase yo, que esa era otra forma de descargar líquido: tocarse ellos viéndome tocarme yo sola. Sin rechistar me tumbé y comencé a explorarme: empecé por mis pezones, por acariciarlos solo con la yema de los dedos, todo muy suave…luego mi vientre, mi ombligo…y después mi ano y mi rajita, usando mis dos manos para hacer que ellos se tocasen. Al abrir los ojos iban haciéndolo a toda prisa, mirándome como leones en celo. Yo proseguí mis caricias y me dejé llevar, mis manos sabían donde tenían que ir(nota: ¿cómo lo sabían?) Hasta que me hicieron explotar de placer. Ellos se supieron a cada lado de mi cara y terminaron sus maniobras en mi boca, que recibió sus chorros de líquido a la vez. No me canso nunca de estar con ellos. Siempre aprendo algo nuevo…
Día – Miércoles, 6 de septiembre de 1865:
Querido diario, no puedo dejar de llorar. Papá ha recibido carta de su majestad: tiene orden de partir a Calcuta de inmediato. ¡¡Calcuta!!. Tenemos que irnos de África y partir a la india cuanto antes, al parecer papá es necesario para ayudar a las tropas asentadas allí. No es justo, no quiero irme, no después de todo lo que he vivido aquí, de todo lo que he hecho y ayudado a esta gente. Motobo y Motubu se han quedado tristes al saber de mi partida, sobre todo porque ahora volverán a pasar largas temporadas sin poder descargarse y sé que volverán a sufrir mucho, al igual que los demás chicos del poblado. Eso me puso más triste aún, y yo no pude hacer nada más que abrazarlos y llorar. Es curioso: viene aquí odiando este lugar y deseando marcharme, y ahora que me voy, no quiero hacerlo. Amo África, y no solo por Motobo y Motubu, si no por todas las cosas que he visto y experimentado.
Papá me ha dicho que en menos de dos semanas ya tenemos que estar en el barco y cruzar el océano índico. Al preguntar si podía ayudar, me dijo que no, que no los molestara en ningún momento mientras empacaban todas nuestras pertenencias para irse, y eso me hizo tomar una determinación: hasta el día que me marche, me pasaré todo el rato en manos de Motobo , Motubu, y quien se me ponga por delante. No voy a parar de sacarles líquido, a ninguno de ellos. Así se llevarán un grato recuerdo de Mary Elizabeth Hendricks-Winstone , y lo apuntaré todo con pelos y señales en estas amadas páginas de mi diario, las cuales me llevaré conmigo como eterno recuerdo del tiempo más feliz de mi vida. Lo mejor es que papá, viéndome tan afligida, me ha dicho que después de estar en la india (y volver una temporada a Londres), podríamos volver y quedarnos aquí.
Eso me haría la mujer más feliz de la tierra. Motobo y Motubu me han sugerido que si allí donde voy hay alguien con el mismo problema podría ayudarles del mismo modo en que lo hice con ellos, una promesa que pienso mantener como buena señorita inglesa que soy. Lo extraño es que aún faltan dos semanas para irme de áfrica, y ya estoy añorándola. Espero volver a ella lo antes posible, y de volver con Motobo , Motubu y todos los demás chicos del poblado. Necesitan tanto de mis cuidados…
Fin

Carola, Parte 03 (Final)
2 de enero de 2025 en Relatos SDPA, Jovencitas
El próximo día de Carola en escuela pasó como un sueño. Ella no podía prestar atención a lo qué estaba pasando en la clase porque ella pensaba en la casa de Felipe al término de sus clases y quería llegar lo más pronto para tener orgasmos. Miraba a sus compañeras de clases y se regocijaba, pensando en que ellas no tenían lo que ella sí, tenía. Don Felipe había dicho que ella era bonita, pero Carola nunca se había detenido a pensar en ello.

Pervirtiendo a unas nenas inocentes, Parte 12
2 de enero de 2025 en Incesto, Relatos SDPA, Jovencitas
Alvarado cenaba tranquilo, su flamante esposa no solo era bella, también era una excelente cocinera, su sazón era único y no sólo eso, además se cercioraba de preparar los alimentos más saludables para su familia, los cuatro en la mesa cenaban en silencio, estaban bien vestidos, era una familia bien “acomodada”.
Alvarado miraba su hija Diana que tranquilamente llevaba trozos de carne a su boquita, la veía degustando la fina cena que tenía enfrente, nunca la había visto de otra forma que no fuera su hija, pero desde tiempo acá, específicamente desde que se cogió a Jo, había empezado a verla de otra forma, no sería capaz de hacer algo con ella, pero su mente ya volaba en posibilidades que antes no tenía.
– Y ¿Cómo te va en tu curso mi amor?
La pregunta de su esposa lo sacó del trance, volteo a verla y ella atenta esperaba la respuesta, su mirada era limpia, tranquila, honesta, no tenía por qué ser de otra forma, tenía una vida plena y feliz
– Bien mi amor, es de lo más aburrido, pero es algo que me exigen en la escuela tomar
– ¿Y durará mucho?
– Sí, todo lo que resta del ciclo escolar
Alvarado había mentido para tener una excusa y poder perderse en las tardes y divertirse con las inocentes hermanitas, recordando eso su pene se quiso erectar, lo excitaban como nunca se había excitado en la vida, trato de tranquilizarse y pensar en otra cosa.
– Papá ¿me vas a ayudar con mi tare de mate?—la voz de Diana era la de una niña propia de sus 10 añitos recién cumplidos
– Si pequeña, pero ya sabes que no la haré por ti, sólo te explicaré como la hagas
– Pues deberías hacerla por mí, necesito ese “10”
– No, al terminar la cena nos quedaremos en el estudio y repasaremos ¿está bien?
– Si, ok
– ¿Que?
– Perdón, “Está bien”
Alvarado era un defensor de la lengua española y le molestaban de sobremanera los modismos, mas aquellos que incluyeran lenguaje extranjero.
Terminaron la cena, él fue a su recámara a cambiarse de ropa, se colocó su pijama y se dirigió a su estudio donde su hija de igual forma en pijama lo esperaba con los libros de matemáticas abiertos, los leía atenta como intentado descifrar los números que ahí veía, ni cuenta se dio cuando entró su papá, él desde el marco la admiro, su cara perfecta, su nariz respingada, su ojos grandes y de color verde, sus labios que prometían dar los más sensuales besos del mundo, y más allá de eso chuparían al pene del hombre más afortunado del mundo; ella sintió la mirada y lo volteo a ver
– Hola papá, ¿llevas mucho ahí?
– No pequeña, solo veía lo bonita que eres
– Gracias—contesto ella con una sonrisa de pureza—ven explícame este de aquí que ni idea que es lo que me pide el ejercicio
Alvarado se sentó a su lado y como un padre amoroso le explico los ejercicios, ella atenta lo escuchaba mientras miraba el libro, tenía un lápiz sujeto con sus labios del borrador y mientras Alvarado le explicaba, miraba lo sensual que su pequeña se veía así; agitó su cabeza para disipar las ideas que se formaban dentro.
– Papi, ¿te puedo preguntar algo?
– Si mía amor, sabes que sí, dime de que se trata
– Hoy en clase nos hablaron de la menstruación, ¿es verdad que me saldrá sangre por dónde hago pipí?
– Jajaja si pequeña, eso significará que estas madurando y que serás ya toda una señorita
– Y ¿dolerá?
– Mmm puede haber algo de dolor, no te preocupes, ya hay pastillas para disminuir las molestias, cada mujer desarrolla diferente grado de dolor, esperemos que el tuyo no sea mucho
– También dijeron que nos crecerían los pechos y ¿sabes qué– Ya me están creciendo y me duelen
– Mmm ¿en serio– A ver muéstrame
Alvarado no supo por qué le pidió eso a su hija, eso le correspondía más a la mamá, pero admirar los tiernos senos infantiles de su hija fue demasiad tentador, hablo casi por reflejo.
– Si– Ella volteo a la puerta del estudio que estaba abierta y luego volteo a su papá.
– No te preocupes, nadie entrará, pero cierra y pon seguro para que estés más tranquila
Dianita fue y cerró tal y como dijo su papá y puso el seguro, regreso a donde él estaba y frente a él se fue desabotonando la camisa de su pijama, abrió por completo la blusa y su pecho quedó desnudo frente a su papá, no tría corpiño por lo que quedaros sus tetitas expuestas a la mirada fraternal, eran pequeñas, pero grandes para una niña de 10 años, los pezones ya abultaban como un montículo, el tubérculo mamario ya hacía su trabajo y los desarrollaba, Alvarado acaricio el derecho ante la sorpresa de ella que abrió los ojos entre asustada y sorprendida
– No te asustes mi pequeña, es solo que me cercioro que todo esté bien
– Si, está bien papi, tu eres mi papá y puedes tocarme, yo sé que nadie más puede hacerlo
Alvarado sintió algo de culpa, en la escuela les hablaban a los niños sobre el abuso sexual y como debían prevenirlo, él les había hablado mucho de eso, de hecho hacían sesiones familiares de cómo cuidarse cando ellos (los papás) no los estuvieran vigilando, pero nunca la previno de que el pervertido podría ser él.
– Si pequeña nadie más te puede tocar, yo lo hago porque soy tu papá y te quiero mucho
La niña lo abrazó como abrazaría una niña a su papa de adoración, él correspondió y la estrechó contra él, y sintió como ella se separó y abrió nuevamente la camisa del pijama, de hecho lo hiso más que la primera vez, Alvarado volvió a pasar su pulgar por el pequeño pezón y después lo hiso con la otra mano, lo hacía al mismo tiempo en los dos pezones, jugaba con el botón mamario, lo hacía suave, era con cariño, pero dentro de él de desarrolla un sentimiento malsano a su pequeña hija que dócilmente se dejaba acariciar por su papá.
Alvarado noto que ella abrió un poco su boca, inocentemente también disfrutaba las caricias, él la tenía sujeta del tórax y sus pulgares realizaban el masaje.
– Papá siento extraño, así como cosquillas
– ¿Dónde mi princesa?
– Aquí abajo
Señalo la entrepierna, era algo demasiado tentador para dejarlo pasar
– Déjame te reviso
Tomo el pantalón del pijama y se la bajo hasta casi los tobillos, la niña atenta observaba como de igual forma su papá la despojaba de su infantil pantaleta dejándola al nivel de su pantalón; la pequeña raja emergió brillante, no perdió tiempo, la mano de él se fue acercando y la tocó, por primera vez estaba tocando la raja infantil, ella sintió cosquillas y él la excitación más fuerte que hasta ese momento había sentido, el dorso de su dedo palpo la abertura y sintió el calorcito que emergía de ahí
– ¿Es aquí donde tienes cosquillas?
– Si
Diana Contesto con un hilo de vos, ella también estaba sintiendo cosas, cosas rara que nunca había sentido, era una niña inocente y pura, pero eso no limitaba que su cuerpo respondiera, también dentro de ella sabía que eso no sería del todo correcto, pero él era su papá y debía confiar en él y ya de paso disfrutarlo.
Ella no supo cómo, pero poco a poco se fue acercando a su papá hasta quedar muy junto a él y lo abrazó mientras el papá tiernamente le acariciaba la rajita, lo sujeto con ambas manos y a ojos cerrados recargo su cara en el hombro de este, él con la mano libre le correspondió el abrazo, mientras con su otra mano ya no acariciaba, ahora masturbaba rápidamente la rajita infantil.
Diana giró su cabeza hacía su papá de tal forma que sus labios quedaron rozando el cuello de él, los gemidos emergieron se su boquita por primera vez en su vida, estaba gimiendo de placer por las caricias malsanas que su papá le hacía; Alvarado estaba en la gloria, sentía como la rajita se humedecía cuando el aceleraba las caricias y como las caderas de ella comenzaban a moverse, correspondía las caricias, la pequeña e inocente dianita estaba siendo excitada por su padre.
Alvarado se retiró un poquito de su hija quedando los dos nuevamente de frente, la mano de él continuó situada en la rajita infantil y ahora se movía lentamente.
– ¿Cómo te sientes princesa?
– Bien… bien
La voz entrecortada de dianita no dejaban lugar a dudas, estaba muy excitada, Alvarado continuo moviendo su mano pero ya no tan rápido, ahora volvía a ser una simple caricia, su dedo estaba todo mojado
– ¿Qué fue esto papi?
– ¿No lo sabes?—ella negó con la cabeza aun con los ojos entrecerrados— esta humedad en tu rajita significa que estas madurando, que ya desarrollas excitación, es lo que hace a una mujer desear a un hombre
– ¿Ya soy mujer?
– Casi mi amor… casi, aún eres una niña, pero tu cuerpo empieza a madurar y ya da señales como esta y tus pechitos que empiezan a crecer
– Me gusto, sentí muy rico como nunca en mi vida
– Si mi amor, a mí también me gustó, pero debes prometerme algo, no le dirás a nadie de esto, a nadie
– ¿Por qué?
– Soy tu padre y te quiero, y nunca te haré daño, pero habrá personas que no lo entenderán igual y querrán hacernos daño, así que mi princesa a nadie debemos decirle.
– ¿A mamá?
– De momento no, ya hablaré con ella y la haré entender.
Alvarado mintió, claro que no le diría a su esposa, ella lo quería mucho y lo respetaba, siempre hacía lo que él ordenaba, pero esta era otra situación, una peligrosa que nadie debía saber; miro confianza en su carita y eso era la aprobación que él necesitaba, retiró la mano de la rajita y dianita sin poder evitarlo abrió su boca al sentirlo, la mano de Alvarado olía a raja, ella lo percibió, nunca la había olido así, su rajita aún se contraía emocionada mientras veía a su padre subirle la pantaleta y su pijama, se tomaron de las manos y se miraron a los ojos
– Ya mi amor, es tiempo de ir a dormir
– Si papi—se soltó y justo cuando se daba la vuelta para irse le pregunto—papi ¿tú también te mojaste como yo?—Alvarado sonrió de ternura
– No mi vida, yo me mojo así como tú, mi excitación es diferente
– ¿Cómo es?
– Mmm no creo que sea correcto enseñarte eso
– Pero si tú me acabas de tocar donde nadie debe y prometí no decirlo, será secreto, anda, por favor, es que ahora me da más curiosidad
Alvarado ya no sabía cómo reaccionar, su pene reventaba en el pijama, estaba sentado por lo que no se notaba, pero de que estaba súper erecto lo estaba, miró a su hijita que suplicante con esos hermosos ojos verdes le pedía saciar su curiosidad, tal vez eso fue lo que lo hiso ceder o el hecho de que esto era sumamente morboso, miro hacía la puerta
– Está bien hijita, pero ¿si pusiste llave verdad– Porque esto si nadie debe saberlo ni siquiera tu mamá, esto debe quedar entre tú y yo ¿de acuerdo?
– Si papi, prometido, nadie lo sabrá jamás
Dianita levanto la mano en señal de promesa, Alvarado suspiró y se puso de pie, por diferencias de estaturas ella quedo a nivel de sus pecho, pero su mirada estaba clavada en el bulto que ahora se notaba en demasía a nivel de la entrepierna de su padre; Alvarado tomó el elástico su pijama y lo bajo quedando solo en bóxer
Bueno mi princesa, hasta aquí llego yo, si tú quieres ver como es mi excitación deberás bajar tú el bóxer; dianita estaba frente a él y su curiosidad era mucha, tomó valor y torpemente bajo el dichoso bóxer el cual jalo el pene de Alvarado que cuando se zafó brinco como un resorte ante los ojos incrédulos de la niña.
Dianita esta frente a su padre con los ojos como platos y su boca abierta, nunca hubiera imaginado como era eso, ya había llevado biología en su escuela y les habían explicado cosas que muchas de ellas no comprendió y ahora veía el pene de un hombre duro como roca frente a ella, Alvarado de forma involuntaria lo movía haciéndolo parecer un potro brioso que quiere emprender el galope.
– ¿Así es?
– Si mi amor, así es, esto es una erección, esto va dentro de tu rajita
– ¿Mi rajita?
– Bueno no tu rajita, una rajita de mujer y en mi punto máximo, así como el tuyo cuando te mojaste mucho, yo suelto leche por aquí
– ¿Leche?
– Si leche que dejo dentro de la rajita y de ahí se forman los bebés
– ¿Cómo es la leche– ¿Cómo sale– y ¿como haces para meterla?
– Son muchas preguntas, bueno cuando esta duro lo meto dentro y me tengo que mover para excitarme más, cuando me muevo muy rápido y profundo siento muy rico y eso hace que libere leche que es la que forma los bebés ¿más o menos comprendes?
– No—Dianita negó con la cabeza sin dejar de mirar el pene erecto
– Bueno está bien deja te muestro
Se sentó sin subir el pijama ni el bóxer y prendió su computadora, abrió una página de porno y puso una que no estuviera tan fuerte, solo para ver la penetración, dianita se puso a un lado de él y miro el monitor, bajaron el volumen y las imágenes emergieron, un hombre enorme se disponía cogerse a la actriz que feroz lo mamaba, el tipo la acostó boca arriba y atoro su glande dentro del introito vaginal, empujo y este entro arrancando un grito de placer de la mujer, la danza sexual empezó y los gemidos de placer aumentaron, la puso en muchas posiciones, la actriz era muy flexible y finalmente se la cogió por el culo, la mujer gritaba toda sudada, en el punto máximo él se la sacó y se la metió en la boca eyaculando dentro de ella, la tipa se comió toda la leche, antes de hacerlo lo mostró a la cámara para después pasarla sin problemas, la escena terminó con una mujer chupándose los dedos y sonriendo feliz a la cámara
– ¿Eso es lo que le haces a mamá?
– No, esto es actuado, no encontré algo más suave, en realidad el sexo no es tan “así”
Y tenía razón hoy en día ya no hay porno suave, todo es salvaje y muy elevado, difícilmente hubiera encontrado porno tranquilo y rutinario.
– ¿Así avientas la leche tú?
– Más o menos
– ¿y mamá se la tiene que comer?
– No—Alvarado sonrió por la inocencia de su hija
– Quiero verlo ¿Puedo?—puso carita se súplica al pedirlo
– No mi pequeña, eso si no será posible, ya te toque tu rajita para que sintieras rico, ya te enseñe mi pene erecto, pero eso de soltar leche para ti no está bien
– Anda por favor papá, no le diré a nadie, será el secreto más grande que yo tenga, quiero verlo… necesito verlo
Dianita siempre había sido una niña curiosa, si alguien le decía “no debes ver por la ventana” ella hacía hasta lo imposible por asomarse, no podía quedarse con una curiosidad, tenía que hacer siempre las cosas ver, tocar, oler, etc.
más cuando le decían que no debía hacerlo, Alvarado sabía eso y subconscientemente lo hiso para retarla
– No mi bebé hermosa, no podemos pasar esa barrera, no sería responsable de mi parte.
Alvarado, por caliente y pervertido que era, seguía recordando que era su pequeña hija la que estaba pidiéndole le enseñara el pene y que soltara la leche para ella, no debía hacerlo, pero la carita de la pequeña era de una súplica que le doblaba el corazón
– Papi anda, de verdad prometido que no diré lo que me vas a enseñar, por favor
Alvarado no era tan fuerte, la miraba frente a él con sus manitas juntas en señal de súplica; finalmente termino asintiendo a la petición de su pequeña hija
– Está bien, pero de verdad será un secreto, no lo diremos ¿entendido?
– Si papi
Alvarado de nuevo se puso de pie y la pequeña noto el pene que seguía erecto y una gota emanaba del meato urinario, miró con atención como su padre bajo su mano y acarició su pene cuan largo que era, movió su mano y el prepucio se retractó dejando ver un glande brilloso; el olor llegó a las fosas nasales de la pequeña, cuyas alas nasales se abrieron percibiendo el olor a feromona que de ahí sale, por instinto se acercó para olerlo más, y Alvarado también por instinto se hiso hacia atrás
– ¿Qué pasa papi?
– Nada es que pensé que lo ibas a meter a tu boca
Los ojos verdes de la pequeña miraron directamente a los ojos de su padre, eso no había pasado por su cabeza pero ahora la idea ya estaba ahí, lo quería pedir, pero sabía que su padre se negaría, por lo que solo se conformaría con ver; miró de nuevo el pene que era zangoloteado por la mano derecha de Alvarado.
– Papi la leche no sale
– Es que aunque no lo creas estoy nervioso y tardó más
– ¿Si te ayudo será más rápido?
– No sé, podemos probar
Alvarado ya empezaba a sumergirse en el mar de lascivia, lo hacía en el punto donde ya no hay retorno; la pequeña levanto su mano y lentamente se dirigió al pene paterno, lo tomó y se asustó, era más duro de lo que ella imaginaba, el pene de Alvarado era como una roca y este además brinco al sentir la suave mano de su hijita.
Dianita lentamente movió su manita de arriba abajo, Alvarado ya no lo sujetaba, solo se dejaba llevar lo la caricia infantil
– Mi amor, tienes que moverlo más rápido
Dianita recordó parte de la película porno, recién vista, donde la chica masturbo al tipo, y si lo hiso muy rápido, así que aceleró su manita cuán rápido pudo, volteo a ver a su papá que ya cerraba los ojos sintiendo un enorme placer, eso la animó a colocar su otra mano y ahora a doble mano lo hacía, su cara estaba cerca y el fuerte olor a esmegma la penetraba hasta el hipotálamo, liberando los neurotransmisores de excitación, ella percibió desconcertada como la temperatura de su rajita aumentaba, sentía cosquillas y estas iban en aumento, se volvió a sentir igual de bien que cuando su padre la masturbo, estaba descubriendo el placer de dar placer.
Alvarado estaba sumergido en el mar del placer, sentía como su hija sujetaba el pene con las dos manos y lo masturbaba a mediana velocidad, no lo hacía como una adulta, pero el simple hecho de tener la intención elevaba a su padre muy por lo cielos; Dianita por su parte seguía masturbándolo con entusiasmo, estaba muy cerca del glande, veía como la gota pre seminal iba creciendo y el olor la invadía hasta muy dentro de su cerebro, ya estaba excitada de nuevo y su cuerpo por instinto respondía, no supo que fue lo que la empujó y su boca de acercó al glande que estaba brillosos y jugoso, sus labios se posaron sobre este.
– Aaahhh
Fue el gemido que Alvarado no pudo evitar soltar al sentir la boquita de su hija posarse sobre el glande, la niña por “instinto puro” paso su lengua por el meato y extrajo la gota, la saboreo con su lengua y paladar, era nuevo, sabía raro, pero no desagradable, regreso al pene y lo chupó, sus manos se seguía moviendo y su boquita chupaba
Alvarado con ambas manos tomó la cabeza de su hija que ya le mamaba el pene sin disimulo; las caderas de él respondieron e iniciaron una danza sexual, gemía quedito para no hacer tanto escándalo, sentía como el pene cobraba mayor dimensión debido al grado de excitación que tenía, la niña seguía chupando el glande con devoción, él posó sus manos en la nuca de esta y la empujó a meter más en su boca, la niña se dejó hacer, para ella eso era totalmente nuevo.
Alvarado seguía de pie ante su hija que devoraba el pene sin disimulo, sus piernas le flaquearon, se dejó caer hacía atrás y cayó sobre el sillón de su escritorio, al hacerlo, su hija retiró sus manos y el pene salió de su boca dejando un puente de baba que se estiró al máximo para después romperse, él ya ciego de deseo la jaló sentándola sobre él y la atrajo a su cara, la besó con loca pasión metiendo su lengua en la boca de la pequeña, que asustada Abrió los ojos al máximo; ella sabía lo que era un beso entre esposos y así se lo estaba dando su papá, no sabía cómo reaccionar, Alvarado abrió los ojos y miró los ojos abiertos como platos de su hija que asustada se dejaba besar, la culpa lo invadió hasta lo más hondo de su ser, acaba de besar en la boca a su hija metiéndole la lengua y ella se asustó porque un beso en la boca, con esta abierta y metiendo la lengua solo lo hacían los adultos y eso si lo conocía, la retiro de él
– Perdón m bebé, perdón, me deje llevar y no debí
– ¿Por qué lo hiciste?— la pregunta era más de curiosidad que de reclamo
– Porque te amo y me hiciste sentir cosas muy lindas y me deje llevar, perdón no debí hacerlo
– ¿Te hice sentir lindo?
– Si mucho
Ella misma se acercó a él, suavemente lo tomó de la cara con ambas manos y lo jaló un poco para volver a besarlo, por instinto inclinó su cabeza, ya había visto cómo lo hacía su mamá, su entrepierna quedó a la altura del desvanecido pene, Alvarado había perdido la erección por la culpa de hacer lo que había hecho con su hija, pero ella sintió como el pene fue recobrando vida desplazándose a través de su entrepierna.
Alvarado volvía a perderse en el placer, sus manos acariciaron los hombros de su hija mientras la besaba sintiendo como ahora era ella quien le metía la lengua, sentía esa tibieza combinada con suavidad, la lengua inexperta de su hija le estaba dando mucho placer, las dos lenguas se enroscaron y él la abrazó.
Mientras se besaban Dianita soltó el rostro paterno y lentamente bajo sus manitas hasta tocar nuevamente el pene de su padre, ella sintió como el gemido de placer de este quedó ahogado dentro de su boca, el pene brincaba como potro garañón en las manitas de Dianita que empezaron a subir y bajar masturbándolo nuevamente.
Dianita soltó el pene de su mano derecha y bajo su pijama y pantaleta al mismo tiempo hasta donde pudo, regresó la manita y soltó la izquierda para bajar desde el otro lado sus ropitas, estas cayeron hasta sus tobillos, levanto alternativamente los pies para sacarlas y quedó desnuda de la cintura hacia arriba.
Dianita tomó una de las manos de su padre y al guio a su rajita, el dedo incide de Alvarado rozó nuevamente la abertura y se empapó de los jugos que de ahí salían; el cuadro no podía ser más enternecedor, Alvarado y Dianita desnudos de la cintura hacía abajo, el moviendo su mano con rapidez en la rajita, mientras ella lo masturba con sus dos manos, unidos en un beso a lengua suelta y ojos cerrados; Dianita lo deja de besar, abre sus ojos verdes y lo mira
– Papi, te amo
– Y yo a ti mi bebé
El estudio estaba relativamente alejado de las habitaciones donde dormían su esposa e hijo, pero no debían gemir muy fuerte porque se arriesgarían a ser escuchados; Dianita lo miraba directo a los ojos, los cuales estaba entrecerrados por el placer que la niña sentía, Alvarado estaba loco de excitación nuevamente y más se aloco cuando vio cómo su niña soltó el pene, se agachó, lo metió a su boca y mamo moviendo su lengua por el frenillo.
Dianita movía su tierna cabecita de arriba abajo, trataba de imitar a la actriz porno que había visto hacía un rato, se cansó de mamar, le dolía la quijada y recordó como la chica blanca como la leche y delgada montó al negro enorme, se armó de valor y ante el asombro de su padre se subió a horcajadas sobre él y apuntó el glande en su rajita, Alvarado la sostenía de las nalgas y miraba la cara de dolor de la niña intentado meter su pito en la rajita
Ay
Fue el pequeño quejido que dio al intentarlo, Alvarado la sostuvo por las nalgas y evitó que bajara más, sabía que no podría y solo se haría daño
– Papi duele, pensé que podría meterlo, pero no cabrá
– Si mi amor, eres muy pequeña para soportar mi pene
– Pero quiero hacerlo, quiero que sientas muy rico
– Si, lo sé pero mi bebé eres muy pequeña
– Y ¿si me muevo así sientes rico?
Dianita posó sus labios mayores sobre el pene erecto que descansaba sobre el vientre de Alvarado, se deslizó sobre este sin meterlo, los jugos que salían de la rajita ayudaron mucho
– Si mi amor, siento muy rico
Eso bastó para Dianita que inició una danza sobre el pene de su padre, no lo metía pero la sensación para él era divina, sus facciones desencajadas no daban lugar a duda, dianita puso todo su esfuerzo para darle placer a su padre, se movía lo besaba, se recargaba en él
Alvarado por su parte estaba en el séptimo cielo, por reflejo nato guio una mano a la división entre las nalgas y palpo el pequeño y claro culo de su hija, ella gimió cuando su padre empezó a estimular su ojete y casi grita cuando sintió que el mete una falange del dedo medio, Alvarado lo sacó solo para escupirlo y regresarlo al hoyo posterior infantil, este regreso hasta la falange media y lo metió y saco por un rato, cuando vio que se lubricaba lo volvió a sacar y lo llevo a la boca de la niña que por reflejo chupo, ya más ensalivado regreso al hoyo y lo introdujo, ahora forzó el dedo índice que también quería entrar, entre gemidos ahogados de su niña dentro de su boca logro forzar un segundo dedo, la excitación era mucha, Dianita no dejaba de moverse ni de besarlo y sus dedos ya entraban a salían como pequeño pistones del culo infantil,
– Aaahhh aaahhh aaaahhhh
Dianita se separó de su padre para gemir a gusto, su placer estaba llegando al punto máximo que una mujer puede alcanzar, Alvarado también sintió cosquillas en sus huevos y estos explotaron liberando leche que cayó sobre su vientre haciendo un charco de leche
– Mmmmm mmmmm mmmm— Alvarado gemía sin parar
– Aaahhh aaahhh
Y dianita no se quedaba atrás en los gemidos que ya eran más fuertes pero en ese momento nada importaba.
Alvarado cuando termino de eyacular se inundó en la mayor culpa que se podía sentir, acaba de hacerle sexo manual a su hija, había hecho chuparle la verga y terminó eyaculando pasando su pito por la húmeda rajita, cerró sus ojos ya que no podía verla de frente, dianita lo notó y tiernamente se recargo en el pecho de su padre, en ese momento sintió algo en su culo y recordó que su papá aún no le sacaba los dedos, pujo un poco y estos fueron saliendo lentamente, al hacerlo hiso ruidos extraños en el trasero donde este se volvía a cerrar.
Dianita respiraba en el pecho de su padre y este recuperaba la respiración a ojos cerrados, ninguno de los dos hablaba, el silencio era casi ensordecedor, se podía escuchar el vibrar de la lámpara al recibir corriente eléctrica, finalmente dianita habló
– ¿Qué pasa papi– Te quedaste callado
– Hija, perdón por lo que te hice, estuvo mal, no debes comentarlo a nadie
– ¿Ni a mamá?
– A ella menos, se enojaría porque hicimos cosas que solo los adultos pueden hacer
– Si, lo entiendo, no diré sobre esto
– Y no lo podremos hacer de nuevo, esto lo olvidaremos también nosotros ¿de acuerdo?
– ¿Por qué– A mí me gustó
– A mí también, mucho, demasiado, pero no es algo que un padre y una hija deban hacer, lo olvidaremos ¿está bien?
– Si
Contesto resignada la confundida dianita, se levantó y ubico su ropa, la levantó y se la pudo delante de su papá, total ya la había visto desnuda, él aún con su aguado pito de fuera la veía, terminó de cambiarse y sin que él pudiera evitarlo, dianita con su dedo índice tomó semen regado en el vientre de su padre y lo llevó a su boca, chupo su dedo paladeando el sabor del semen
– Mmm con que a esto sabe la leche tuya, no está mal
– Hija no…
– Está bien papi, sólo quería saber a qué sabía y no sabe mal
Una sonrisa emergió de su tierna boquita, era una niña traviesa y siempre se salía con la suya, Alvarado resignado sonrió con ella, eso la animó y tomó otro poco de leche y la llevo a su boca, solo que esta vez tomó más, un hilo caía de su dedos y ella rápidamente lo atrapó su boquita, eso empezaba a excitar a Alvarado y su pene brinco un poco ante la mirada atenta de dianita que sin disimulo lo veía y una sonrisa de diablilla emanó de ella, se miraron directo a los ojos y ella se acercó a besarlo, Alvarado reaccionó rápido y la detuvo
– Ya hija, fue suficiente, ve a dormir
– Si papi—dianita resignada lo besó en la mejilla, él le correspondió y beso su frente
– Y recuerda ni una palabra de esto, y esto nunca pasó
– Si, está bien
Dianita se dio la media vuelta y salió del estudio, Alvarado miró como contoneaba su culito, se levantó y se subió su bóxer y pijama tomó un pañuelo y limpio el semen de su abdomen, lo olió y estuvo a punto de pasarlo por su lengua, pero se detuvo sacudiendo su cabeza, y desconcertándose del porque lo iba a probar.
Subió a su habitación y su esposa ya estaba dormida, al sentir que él se acostaba a su lado, se volteo y lo abrazo, él respiro el delicado aroma de ella, la miro un momento, sus facciones perfectas, la paz con la que dormía, por un momento sintió envidia, su conciencia ya estaba corrompida y no podía dormir con esa paz, pensando en lo sucedido se quedó dormido, pero sus pensamientos lo siguieron hasta sus sueños y le brindaron una pesadilla de la que el despertó a media noche transpirando sudor y con respiración agitada; la fatiga lo volvió a vencer y se quedó profundamente dormido.
– Aaahhh aaahhh
– Papi sí que gusto me das aaahhh aaahhh
Alvarado enculaba salvajemente a Jo que empinada en el escritorio lo recibía con un gusto impropio de una nena de esa edad, la bombeaba sin piedad y más aceleraba cuando ella le decía papá, lo desquiciaba y la apretaba fuerte de sus caderas, Jo lo percibía y cuando veía que le bajaba a la intensidad nuevamente lo llamaba papi, provocando que Alvarado arremetiera con fuerza en su culo infantil.
Alvarado apretó sus dientes cuando sintió la eyaculación proyectarse en el recto sigmoides de Jo que también gimió mordiendo sus labios para no gritar de placer; terminó de eyacular y se desabotono de la niña, cayó sentado en el sillón con su verga de fuera aun escurriendo jugos, Jo se quedó empinada sobre el escritorio, aún se movía de la cadera, la leche escurría por sus muslos, Alvarado presenció como el dilatado ano fue recuperando su posición de cerrado, cuando lo cerró por completo se levantó y lo miro con una sonrisa de diablilla
– ¿Te gustó papi– Hoy estuviste muy precoz, pensé que duraríamos más
– Es que no ando concentrado, me desquicia cogerte
Jo puso su dedo meñique entre sus diente mordiéndolo con picardía, su mirada coqueta de niña traviesa-inocente
– Papi ¿hice algo mal?
– No mi amor, soy yo, traigo cosas en la cabeza, anda ven mámamela un rato para que la limpies
Se agacho y metió la verga de su maestro en la boca y no se levantó hasta que la limpio totalmente.
– Jo dime una cosa, ¿te gusta lo que hacemos?
– Sí, mucho
– Pero, por ejemplo, si Joaquín no hubiera tocado a su puerta, vaya si no se hubieran conocido, no estarías haciendo esto, dime ¿eso estaría bien– Digo ¿no ocuparías esto para ser feliz?
– No sé, cuando él llegó yo no tenía ni puta de idea de que se trataba, empezó tan poco a poco, que para cuando acorde ya lo tenía encima cogiéndome, la verdad no sé si estaría deseando coger con alguien si Joaquín no me lo hubiera hecho, pero lo hiso y ahora ya sé que se siente y lo disfruto; disfruto estar con usted profe y acá entre nos, me gusta más con usted que con Joaquín, usted la tiene más grande, su boca huele rico, su cuerpo es de un hombre fuerte, cuando me posee, siento su fuerza en mis huecos y me mojo mucho, a veces solita me hago cosas pensando en usted; la verdad me hubiera gustado que usted fuera realmente mi papá y que hubiera sido el primero.
– ¿Te hubiera gustado que fuera tu papá?
– Sip, mucho, imagínese coger a cualquier hora del día, amante las 24 horas del día, eso estaría estupendo
– Sí, creo que si
– ¿Por qué lo pregunta, no me diga que está pensando en su hija?
– No sé
– Eso estaría padre
– ¿Qué?
– Pues eso, que se cogiera a su hija, que usted fuera el primero, creo que si yo fuera ella me gustaría así, debería invitarla un día a la casa y yo le ayudo a convencerla
– ¿tú crees?
– Sí, eso estaría bien “hot”, hacer un trio o una orgía, si quiere hasta invitamos a Joaquín
La cara de Alvarado cambió cuando escucho el nombre de su socio, ella lo notó
– Bueno a él no, pero los 4 la pasaríamos bien, ¿qué dice?
– No sé, hay que pensarlo
En eso sonó el timbre que anunciaba el fin del descanso, Alvarado guardo su verga y abrocho su pantalón, Jo se arregló el vestido después de ponerse su pantaleta y limpiarse el semen del culo.
– Ah profe, recuerde que este día no podremos jugar en mi casa, mi mamá estará, avísele a papá Joaquín para que no vaya.
– Si yo le aviso
Salió la niña de la oficina y él se quedó nuevamente pensativo, muchas ideas locas pasaban por su mente, pero sabía que la mayoría serían solo fantasías para él, su verdad era Jo y Pao, las dos niñas que podía cogerse, su hija era una fantasía que solo estaría en su mente.
El día transcurrió de forma rutinaria Alvarado dio sus clases y regresó temprano a su casa, su esposa Margarita se asombró cuando él llegó, no lo esperaba temprano
– Hola mi amor ¿qué haces aquí?
– Se suspendió el curso el día de hoy y vine acá, la verdad me da gusto porque hoy en especial me sentía cansado, ¿los niños?
– Arriba haciendo sus tareas
– Mi amor ¿es problema si tomo una siesta– Me siento muy agotado
– No mi amor, ve descansa, te hablo cerca de la cena
Alvarado se retiró a su recámara y durmió profundamente, había pasado mala noche, repuso energías y no regresó a este mundo sino hasta que su hijo Samuel lo llamó para la cena, bajo y cenó vestido en pijama, le dio mucha pereza cambiarse para la cena, su familia lo hiso con la ropa adecuada para el momento y a pesar de que él no la llevaba nadie le reclamo o cuestionó su vestimenta.
– Samuel, dianita levanten sus platos por favor y llévenlos a la cocina, después quiero que se vayan a lavar los dientes y se preparen a dormir
Margarita había dado las instrucciones rutinarias de antes de dormir, los dos niños obedecieron, cuando dianita se disponía a ir a su recámara regreso con sus papas
– Mamá, te recuerdo que papá me tiene que ayudar con mi tarea, necesito repasar—Alvarado palideció cuando escuchó la voz de su hija
– Es verdad no lo recordaba, ve ponte tu pijama y bajas al estudio, mi amor—dijo dirigiéndose a su marido—me voy a dormir, para mí también el día fue ajetreado
Alvarado en silencio recibió el tierno beso de su esposa directo en sus labios y vio como ella con la paz y tranquilidad que la caracterizaba se perdió en las escaleras rumbo a su habitación; se levantó y se dirigió al estudio donde encendió su portátil y espero a su hija que a los pocos minutos entró, sólo que esta vez ella desde el principio cerró con llave la puerta, Alvarado sintió palpitaciones viendo como su hija con naturalidad ponía llave y se dirigía a él, llevaba una libreta que ni siquiera era la de matemáticas, agarró la primera que tuvo al alcance para no perder tiempo de bajar con su papá, su mirada era diferente a otros momentos, podía adivinar deseo en sus ojos
– Hija, yo…
No le dio tiempo de decir más, se acercó rápido a él lo beso en la boca, metió su pequeña lengua en la de él, la succionó suave y fuerte, lo abrazó y lo jaló para que el hiciera lo mismo, cuando se sintió abrazada por su papá, bajo sus manitas hasta la entrepierna paterna, libero el pene y lo masturbo como ya sabía hacerlo.
Los jadeos empezaron, la mano adulta con habilidad desnudó a la niña, lo gemidos de esta escaparon de su boquita sintiendo la lengua paterna en su rajita, ella misma se llevó el pene de su padre a la boca y mamó orgullosa de hacerlo mejor que la primera vez, lo percibió por los movimientos de este haciéndole una cogida oral, mientras lo hiso él le metió dedos en su rajita y culo, la masturbo hasta que ella tuvo que sacar el pene de su padre de la boca para poder gemir a gusto
Después vino el placer del padre que la empinó en el escritorio y le puso el pene en la rajita y lo empujo, esta vez ella aguantó y logro meter el glande, hiso un mete y saca de lento a moderado, y sin poder evitarlo descargó leche en el introito de su pequeña hija que ya no disimulo los gemidos.
Alvarado se quedó un rato con la verga atorada en el introito y cuando se aguado se liberó sola, dianita se levantó y nuevamente lo besó en la boca, Alvarado había eyaculado nuevamente en su hija, se había propuesto que no lo haría nunca más y no pudo resistirse a hacerlo nuevamente, y esta vez había llegado más lejos, le había metido el glande y había eyaculado dentro de ella, pero esto no parecía incomodar a su hija que feliz lo besaba aojos cerrados, lo hacía con amor.
Alvarado pensó que si ya había pecado de nuevo, mínimo tendría que valer la pena, la tomó de su cabeza y la llevo a su verga haciendo que ella la metiera de nuevo en boca y succionara las últimas gotas, dianita como una niña dócil lo hiso, cuando Alvarado sintió que ya no saldría más leche la quito y la besó en la frente
– Mi chiquita ¿por qué lo hiciste?
– Porque todo el día he pensado en ti, me toqué varias veces y sentía como latía, no lo pude evitar; no te preocupes, sé que no debo decirle a nadie menos a mamá, para poder seguir haciéndolo
– Si bebé, no debes decirlo, anda ve a dormir, mañana será otro día
Dianita sonriendo coqueta salió del estudió dejando sólo a su Alvarado, nuevamente la culpa invadió a su padre que con el ceño preocupado subió a su recámara, se acostó al lado de su esposa y trato de cerrar los ojos, en eso estaba cuando la luz de la lámpara del buró de ella lo hiso reaccionar
– Alvarado, me dio sed– dijo su esposa seria– me levante y bajé por agua a la cocina, vi cerrado el estudio y me acerqué, escuche ruidos extraños, yo sé muy bien que ruidos, me quedé y vi salir a Dianita acomodándose el pijama, ¿qué hiciste con ella?
Alvarado sintió que la sangre le helaba la frente, su esposa los había escuchado y no podía ocultar que fueron ruidos sexuales, no sabía que decir, su boca estaba seca y su mente en blanco del pánico, miraba sólo la su esposa que dé pie a un lado de él lo miraba con recriminación.
Ahora si estaba en problemas…
Continuará

La parada de descanso, Parte 08 (Final) (de Janus)
2 de enero de 2025 en Jovencitas, Sexo en público, Relatos SDPA
Después de su último encuentro con Richard, Amanda se quedó dormida en su regazo. Sin embargo, no fue un sueño reparador porque, como antes, él seguía acariciándola mientras dormía. La joven se despertaba de vez en cuando y encontraba su mano dentro de su ropa interior. La estaba provocando, haciéndole cosquillas. Las piernas de Amanda se tensaban y luego se retorcía, indefensa ante sus caricias. Sin embargo, justo cuando su excitación estaba ganando impulso, él se detenía y la dejaba en un estado de frustración.
Con el tiempo, los sentimientos se calmaban y el cansancio se apoderaba de ella. Amanda se quedó dormida otra vez, solo para despertarse con los dedos de él tanteando contra la humedad entre sus piernas. La acariciaba hasta que ella sentía que los dedos de sus pies se curvaban dentro de sus zapatillas. Pero luego, de repente, él retiraba la mano, dejando que la torturada niña de ocho años volviera a dormirse.
Amanda perdió la cuenta de cuántas veces la despertó. ¿Seis veces? ¿Doce veces? Se dio cuenta de que su ropa interior se estaba humedeciendo bastante, pero estaba demasiado oscuro en el camión para ver mucho más. El zumbido del motor la adormecía fácilmente, pero su toque la despertaba con la misma facilidad.
Finalmente, Amanda se sumió en lo que pareció un sueño prolongado. Soñó que estaba en una parada de descanso otra vez, sentada en el cubículo. Estaba concentrada, tratando de orinar cuando de repente el pestillo de su cubículo vibró. El corazón de Amanda saltó en su garganta y se congeló cuando Richard entró. El pánico y la impotencia la paralizaron. En su sueño, Amanda estaba segura de que había cerrado la puerta del cubículo con llave. ¿Cómo había entrado tan fácilmente? Entonces la versión onírica de Richard se arrodilló ante ella mientras ella permanecía sentada en el asiento del inodoro. Para su horror, Amanda sintió que abría las piernas para él, permitiéndole un acceso sin obstáculos a su raja desnuda. Él extendió la mano y entró en contacto con su zona sensible.
La sensación era eléctrica.
Amanda nunca había sentido tanto éxtasis antes. Era tan poderoso que ni siquiera podía respirar. La sensación aumentaba cada vez más a medida que Richard la manipulaba. Ella estaba estirando aún más las piernas cuando…
Se despertó. Desorientada, parpadeó varias veces mientras enfocaba la vista. Seguía en la camioneta de Richard, excepto que estaba acostada en un colchón en la parte trasera de la camioneta. Travis yacía a su lado, durmiendo pacíficamente debajo de una manta verde militar. Amanda escuchó voces bajas que hablaban. Aguzó el oído y escuchó un momento antes de darse cuenta de que eran su padre y Richard, ambos sentados frente a la camioneta.
La camioneta estaba detenida. Amanda se sentó para mirar por la ventana y vio que estaban estacionados en el estacionamiento de un restaurante y una gasolinera. Las sombras alargadas y el canto de los pájaros le hicieron suponer que era temprano por la mañana.
Amanda se recostó. Alguien la había metido cuidadosamente en un saco de dormir, así que se acurrucó en él hasta que incluso su nariz estuvo cubierta. Sin embargo, olía raro, una extraña combinación de moho y humo de fogata, mezclado con un olor que le resultaba extrañamente familiar. Olfateando, Amanda se dio cuenta de que debía ser el saco de dormir de Richard. La niña retrocedió con disgusto ante la idea de estar dentro de él. Reconoció el leve olor de su sudor. A pesar de su aversión, olió nuevamente el material, saboreando su innegable aroma masculino. Era un almizcle profundo con un olor extrañamente picante y agrio que...
De repente, los recuerdos de la noche anterior volvieron a Amanda. Sintió un escalofrío de miedo mientras su mente repasaba los acontecimientos. Lo que él le había hecho. Lo que la había obligado a hacer. ¿Había sucedido realmente? Se llevó la mano a la cabeza, donde sintió los mechones secos que le enredaban el pelo. Recordando más, se tocó la parte delantera de la camisa. Levantó la tela de algodón incrustada de su pecho plano y se la llevó a la nariz. Amanda se dio cuenta con consternación de que el penetrante olor agrio provenía de ella.
Una oleada de vergüenza la invadió cuando la niña de ocho años recordó su vívido sueño, cómo había permitido tan voluntariamente que él la tocara. Un delicioso cosquilleo se apoderó de su mente cuando recordó la pura sensación de excitación que la había invadido justo antes de despertar.
“Esto está mal”, se dijo Amanda. “No debería estar pensando esas cosas…”. Sintiéndose culpable, obligó a su cuerpo a olvidar las sensaciones sensuales y adictivas que había estado experimentando los últimos días.
Pero no pudo. Con cautela, Amanda deslizó una mano por debajo de la banda elástica de su ropa interior. Con suavidad, pasó un dedo entre los pliegues de piel sin vello, mordiéndose el labio al rozar accidentalmente su pequeño y sensible botón. Era extraño pensar que, no menos de una semana antes, no tenía idea de su existencia.
—Estoy mucho más mojada de lo habitual —pensó Amanda, mientras se secaba la mano contra el saco de dormir. Cerró los ojos, deseando volver a dormirse. Estaba a punto de quedarse dormida cuando oyó su nombre en la conversación que se estaba llevando a cabo delante de la furgoneta.
“Amanda es una chica encantadora”, dijo Richard.
—Muchas gracias —respondió su padre. Ambos hablaron en voz baja, pero Amanda pudo escuchar claramente la conversación.
“Los niños crecen muy rápido hoy en día”, comentó Richard.
—Es cierto —convino su padre—. Pronto ambos serán adolescentes.
“A veces, demasiado rápido”, dijo Richard. “A veces me alegro de no tener hijos propios. Me preocuparía demasiado”. Su padre guardó silencio, por lo que Richard no se detuvo. “En mi barrio, en casa, había una joven llamada Christina a la que descubrieron… teniendo relaciones con hombres que ni siquiera conocía”.
—Dios mío —dijo su padre, incrédulo—. ¿Cómo ha podido pasar eso? ¿Qué edad tenía?
—Alrededor de nueve años —le dijo Richard—. Ella se encontraba con hombres en los baños de un parque de la ciudad. Luego... —Se quedó callado—. Los niños todavía están durmiendo ahí atrás, ¿verdad?
Amanda cerró los ojos rápidamente. —Sí, puedo oír a Travis roncando —dijo su padre después de un momento—. Amanda ni siquiera se movió cuando la metí en ese saco de dormir. Estoy seguro de que ambos están profundamente dormidos.
—Bueno, de todos modos —continuó Richard—, ella estaba, eh, complaciendo manualmente a estos hombres. Haciéndoles pajas, ¿sabes?
—Dios mío —repitió su padre. Ambos permanecieron sentados en silencio. Amanda escuchó atentamente mientras esperaba que Richard siguiera contando su historia.
“Los masturbaba y luego se bajaba los pantalones”, dijo. “Luego les pedía que la tocaran”.
“¿Ella se lo pedía?”, preguntó su padre, incrédulo.
—Así es —le dijo Richard.
“¿Una niña de nueve años?”
El corazón de Amanda empezó a latir furiosamente mientras escuchaba a escondidas la conversación. Se imaginó a Christina, una chica un poco mayor que ella, encontrándose en secreto con esos hombres en el baño de un parque. No entendía por qué, pero la idea la excitaba enormemente. Sintiéndose culpable, deslizó una mano entre sus piernas. Ahora estaba definitivamente más húmeda. Sintió el familiar hormigueo cuando sus dedos comenzaron a acariciar su punto especial.
“Sí, una niña de nueve años”, dijo Richard. “Yo mismo no lo podía creer. Ni nadie en el pueblo podía creerlo. Resulta que le gustaba que la tocaran así. Eso fue lo que le dijo a la policía”.
"Increíble."
“Le preguntaron dónde había aprendido a hacer eso”, dijo Richard. “Tocar a los hombres, claro. Que la toquen. Ella dijo que alguien cercano a ella le enseñó a hacerlo”.
“¿Lo encontraron?”
—No. No, para entonces se dio cuenta de que estaba en problemas y que quien le hubiera enseñado esas cosas estaría en problemas aún mayores. No dijo quién había sido.
“¿La policía no pudo hacer nada?”
—No. Pensaron que era alguien cercano a ella, probablemente una figura de autoridad. Pero vivía con su madre, una madre soltera. Intentaron interrogar a algunos sacerdotes locales, a sus maestros... pero no tuvieron suerte.
«¿Cuánto tiempo pasó hasta que alguien se enteró?», preguntó su padre.
“La niña dijo que empezó a los siete años”. Richard miró por la ventana mientras hablaba. El hombre misterioso la tocaba, a ella le gustaba. Le enseñó a tocar a un hombre. Dijo que tenía ocho años cuando empezó a visitar el parque”.
Los dedos de Amanda recorrían ahora sus resbaladizas partes privadas. Se sentía terriblemente avergonzada de excitarse con la pervertida historia de Richard, pero no podía detenerse. Su cuerpo había estado ansiando la liberación toda la noche, en particular porque Richard la había estado provocando sin piedad. La niña de ocho años solo necesitaba sentir esa oleada de felicidad nuevamente, solo una vez más y luego se detendría... Amanda podía decir que se estaba acercando.
En ese momento, sin embargo, Travis estornudó tres veces en rápida sucesión. El corazón de Amanda se hundió. Sabía que esa era la señal de que estaba a punto de despertar. Efectivamente, se dio vueltas en la cama varias veces antes de soltar un enorme bostezo. Su padre y Richard guardaron silencio. A regañadientes, Amanda sacó la mano de sus calzoncillos.
Travis se sentó y se estiró. —Oye, ¿dónde estamos? —preguntó mientras se frotaba los ojos.
—Buenos días, dormilón —dijo su padre—. Baja la voz o despertarás a tu hermana.
“Decidimos parar y descansar anoche”, le dijo Richard. “Simplemente estacionamos en el estacionamiento de un restaurante para pasar la noche”.
—Oh —dijo Travis. Estiró el cuello para mirar a través de las ventanas sucias de la furgoneta Volkswagen—. Tengo que ir al baño —anunció—. Y también tengo hambre. —Se bajó del colchón, pisando accidentalmente a Amanda en el proceso.
—¡Ay! —gritó—. ¡Cuidado, estúpido!
—¿Tú también estás despierta, Amanda? —le preguntó su padre—. Anoche estabas tan cansada que pensé que dormirías hasta el mediodía.
—Tengo que ir al baño —repitió Travis mientras se ponía los zapatos—. ¿Podemos ir a comer también?
—Claro —convino su padre—. Vamos a desayunar todos antes de emprender la marcha de nuevo. ¿Deberíamos comer en el restaurante en el que estamos aparcados?
—Ve tú —le dijo Richard—. Creo que me acostaré un rato y tomaré una siesta.
—Está bien —respondió su padre—. ¿Amanda? ¿Lista para el desayuno, cariño? Ella había permanecido en silencio, procesando tranquilamente la conversación.
—Está bien, papi —se oyó decir Amanda. Se sentó en el saco de dormir—. Prefiero quedarme aquí en la furgoneta y dormir un poco más. No podía creerlo. Era como si sus cuerdas vocales hablaran por voluntad propia. Amanda tuvo un flashback de su sueño con Richard en el baño.
—Eso suena bien, cariño —dijo su padre. Travis abrió la puerta de la camioneta y saltó. Su padre hizo una pausa para besarla en la frente—. No te preocupes si tienes hambre más tarde. Siempre podemos parar a comprar algo en el camino.
La puerta se cerró de golpe. Amanda vio a través de la ventana sucia cómo su padre y su hermano se alejaban. Luego se volvió para mirar a Richard. Se miraron fijamente durante un largo momento. Amanda podía sentir que su corazón se aceleraba mientras la sangre latía entre sus oídos.
—Bueno, Amanda —dijo Richard, levantándose—. Me alegro de que estés aquí para hacerme compañía durante mi siesta. —Encorvado, se dirigió al colchón en la parte trasera de la furgoneta. Amanda se dio cuenta de que estaba cerrando las cortinas de algunas de las ventanas mientras se acercaba. Ignoró las ventanas sucias, y solo se molestó en correr las pequeñas cortinas de las ventanas más limpias. Cuando llegó a su lado, la furgoneta estaba bastante más oscura, aunque todavía había mucha luz que se filtraba por las ventanas que había dejado abiertas.
Con mucho cuidado, Amanda se volvió a acostar y dejó que el saco de dormir cayera sobre ella. Le llegaba hasta la barbilla, casi hasta la nariz. Tenía mucho miedo de estar sola con Richard, pero una parte de ella también sentía una oleada de expectación.
—Salgamos de ese saco de dormir, cariño —le dijo con dulzura. Ella oyó el silbido de la cremallera metálica. Entonces Richard levantó el saco de dormir a un lado, su primera y única defensa.
—¿Qué es esto? —dijo Richard, sonriéndole—. ¿Te estás tocando? Amanda se sobresaltó y se dio cuenta de que su mano había regresado sin darse cuenta a su ropa interior, y que su dedo se rascaba perezosamente su montículo sin pelo. Se sonrojó profundamente, muy avergonzada. Con docilidad, la niña de ocho años retiró la mano de su ropa interior.
—Oh, Amanda —dijo Richard, burlándose de ella—. Deberías dejarme hacer eso por ti, cariño. ¿No te gustaría? —Comenzó a acariciarle la barriga, deslizando las manos por debajo de su camiseta de algodón. Amanda se sintió igual que en su sueño. De repente, le costaba respirar y su cuerpo estaba tenso. Luchó contra el deseo de hacerse un ovillo.
—Mi pobrecita Amanda —continuó Richard—. Llevas mucho tiempo deseando que alguien te toque, ¿no? Has estado deseando que hubiera alguien que te tocara. Pero ¿tocarte dónde? —Dejó que sus callosos dedos se hundieran bajo la banda elástica de su ropa interior, acercándose peligrosamente a sus partes íntimas.
Amanda contuvo la respiración. La pequeña nunca se había sentido tan abrumada por deseos tan contradictorios. Sentía vergüenza. Incomodidad. Miedo. Todas esas emociones se agitaban en su cabeza mientras Richard la provocaba, haciéndole cosquillas en la zona debajo del ombligo.
Pero también sentía algo más. Su joven cuerpo estaba tenso en un poderoso estado de excitación. Era ese doloroso deseo lo que la había hecho quedarse con Richard, lo que le impedía retroceder ante su toque. Incapaz de evitarlo, Amanda empujó ligeramente sus caderas en el aire, instando a Richard a seguir adelante.
—Amanda —la arrulló—. Eres tan hermosa, tan sexy. Te daré lo que quieres, cariño. Te daré lo que has estado soñando... —Su mano se deslizó más abajo hasta que ella sintió que le abría el montículo y que su áspero dedo se adentraba en su húmeda zona rosada. Amanda se estremeció cuando él hizo contacto con su pequeño y sensible clítoris.
Richard disfrutó cada momento. No podía creer que ella hubiera decidido quedarse con él. Dado que probablemente esta sería su última oportunidad con la niña, quería aprovecharla al máximo. La acarició con destreza, saboreando la sensación de su pequeño bulto y observando con deleite cómo se retorcía en el colchón. Su pequeña boca colgaba entreabierta en una exhibición cautivadora de sexualidad juvenil.
No pudo esperar más. Richard se desabrochó los pantalones, liberando su erección. Con satisfacción, notó cómo Amanda observaba cómo él comenzaba a acariciar su miembro con una mano, mientras la otra estaba ocupada en sus bragas.
Amanda yacía inmóvil sobre el colchón mientras Richard la acosaba. Sin saber qué más hacer, se quedó con las manos a los costados mientras los dedos de él trazaban pequeños círculos entre su raja desnuda. Richard se acercó a ella hasta que estuvo arrodillado a su lado, su rodilla rozando su hombro. Tan cerca, que su pene parecía enorme ahora. Se alzaba sobre ella y él se masturbaba, su largo miembro a solo unos centímetros de su rostro. Amanda recordó que, apenas dos días antes, no tenía idea de cómo era el pene de un hombre hasta que Richard la sorprendió en la ducha de ese campamento.
La niña de ocho años se quedó mirando el enorme pene, estudiando las venas que lo recorrían, la punta morada que lo coronaba y la pequeña hendidura que tenía en el extremo. Con solo mirarlo sintió… ¿qué? Amanda no podía categorizar lo que estaba sintiendo. Le resultaba extraño tener el pene de Richard tan cerca de su cara, pero al mismo tiempo se sentía fascinada por él. Sentía una extraña conexión con él, como si lo deseara… de alguna manera. Amanda luchó contra el impulso irracional de darle un beso.
Richard empezó a respirar con más fuerza mientras se apretaba el pene con el puño. Disfrutaba de la mirada atenta de Amanda mientras él se masturbaba para ella. Echó un vistazo por las ventanas que no tenían cortinas que cerrar, solo para asegurarse de que nadie los interrumpiera. Sin embargo, el estacionamiento estaba vacío.
Volvió a prestar atención a la niñita que yacía frente a él. Richard podía notar que sus dedos la acercaban cada vez más a donde ella quería ir. Ella todavía estaba rígida como una tabla, pero tenía las piernas ligeramente separadas. Ni siquiera tuvo que pedirle que lo hiciera. Decidió divertirse un poco con Amanda antes de que ambos se corrieran.
—¿Te gusta esto, Amanda? —le preguntó—. ¿Te gusta cómo te toco?
Sus ojos se apartaron de su pene y se encontraron con los de él. A Richard le encantaba eso. Su rostro era pura lujuria, su respiración entrecortada por la excitación. Él aligeró el contacto entre sus piernas.
—¿No te gusta esto? —bromeó—. Entonces tal vez sea mejor que pare… —De hecho, levantó el dedo del valle húmedo mientras hablaba.
—No, no —gimió Amanda sin palabras. Él sonrió diabólicamente mientras sus caderas se elevaban, buscando su dedo.
—Quieres que continúe, ¿no? —dijo. Su dedo rozó con la mayor suavidad posible su pequeño clítoris. Amanda abrió más las piernas y empujó de nuevo con las caderas.
—Dime qué quieres, Amanda —le dijo—. ¿Quieres que pare?
El conflicto estaba claramente escrito en el rostro de Amanda. Podía sentir que sus orejas se ponían rojas. “¿Por qué está haciendo esto?”, pensó, frustrada y humillada. Estaba cada vez más cerca de esa maravillosa sensación, tan cerca…
—No —dijo Amanda, tan bajo que apenas pudo oírla.
—¿Dijiste algo? —preguntó Richard—. No te oí.
—No —repitió Amanda, con un tono de voz apenas susurrante—. No pares.
—Muy bien, entonces. ¿Qué quieres? Dime.
El corazón de Amanda latía con fuerza. Solo deseaba desesperadamente esa maravillosa sensación. "Por favor", dijo. Eso fue todo lo que pudo decir. Su rostro estaba rojo como una fresa.
—¿Por favor, qué? —preguntó Richard. Dejó que su dedo presionara con fuerza contra su punto de placer sensible. Amanda jadeó involuntariamente y dejó de lado su vergüenza.
—Por favor… por favor… —dijo, y su respiración entrecortada le dificultaba hablar—. Por favor, tócame —soltó, esperando que fuera suficiente.
—Buena chica, Amanda —le sonrió Richard—. Todo lo que tienes que hacer es pedirlo, ¿entiendes? —Comenzó a acariciarla con seriedad otra vez. Ella gimió en respuesta, con el rostro enmascarado por el deseo. Sus ojos volvieron a su pene erecto.
«A ella le encanta mi polla», pensó Richard con orgullo. La idea lo excitaba enormemente: una niña de ocho años hipnotizada por su polla. Richard podía sentir que sus testículos se tensaban en anticipación de su orgasmo.
Amanda estaba a punto de lograrlo, sólo un poco más y podría tenerlo. Tenía las manos apretadas a los costados y finas gotas de sudor le salpicaban la frente. De repente, Richard se relajó y comenzó a acariciarla suavemente.
—No pares, por favor —suplicó Amanda. Toda la timidez que le quedaba había desaparecido.
—Quieres que te haga sentir bien, ¿no es así, Amanda? —preguntó Richard. —Lo haré, cariño, te lo prometo. Creo en el principio de que las damas son lo primero, pero no siempre... —Richard comenzó a apretar rápidamente su pene, dejando a Amanda a su aire. Sin embargo, después de unos segundos, volvió a acariciarla. Su toque era mucho más áspero e intenso ahora, pero funcionó.
Richard se corrió justo antes que Amanda. Gimió y ella vio que su pene se contraía antes de lanzar chorros de líquido blanco en forma de arco al aire. El orgasmo largamente esperado de Amanda se desplomó en ese instante, su cuerpo se tambaleó en espasmos musculares mientras la pequeña finalmente recibía su dulce liberación.
—Ohhh, ohhh… —gimió. A través de la neblina del placer embriagador, Amanda podía sentir los chorros calientes del fluido de Richard ardiendo como fuego mientras salpicaban su cuello y mejilla. Sintió la humedad cálida caer sobre su camisa ya manchada, haciendo que el algodón se pegara a su piel. Era una dicha, una dicha sin filtro. El gemido de Amanda llenó la camioneta mientras levantaba sus caderas del material nuevamente, instando a los dedos de Richard a presionar más fuerte contra su cuerpo tembloroso. A Amanda ya no le importaba, su incomodidad anterior había valido el precio de la entrada. Cerró los ojos, deseando que esta sensación durara para siempre.
Por supuesto que no. Podía sentir que el cálido placer se desvanecía, retrocediendo como la marea. A ciegas, trató de capturarlo, de retenerlo, pero se le escapó de las manos. Richard se deshizo de su ropa interior y se sentó a su lado en el colchón.
—Bueno, Amanda —suspiró—. Espero que lo hayas disfrutado, cariño, porque probablemente será la última vez que podamos divertirnos así. —Se puso a mano los pantalones y guardó su pene. Amanda se sintió incómoda. Se incorporó y se movió hacia el otro lado del colchón.
—Gracias por hacerme lugar —dijo Richard. Se acostó en el lugar que ella había dejado libre y se puso el saco de dormir sobre los hombros—. Amanda, cariño, tienes un gran globo de esperma que está a punto de gotear de tu barbilla, cariño. Será mejor que lo limpies.
Amanda no sabía qué era el semen, pero se tocó la barbilla y sintió la sustancia pegajosa que le había rociado. Sus fosas nasales se arrugaron al detectar nuevamente ese olor acre y agrio. Quería ir a lavarse las manos y la cara.
—¿Por qué no vas a desayunar con tu padre y tu hermano? —sugirió Richard—. Voy a dormir un poco. Amanda se dio cuenta de que la estaba despidiendo, así que se puso las zapatillas. Hubo un silencio incómodo mientras se ataba los cordones y salía de la furgoneta. Amanda se sentía confundida. Había conseguido esa maravillosa sensación que deseaba, pero ahora que el placer había terminado, se sentía culpable de nuevo.
La niña de ocho años sintió la necesidad de contarle a alguien lo que había pasado para que le explicaran la situación. ¿Por qué se sentía tan desesperadamente… sucia? Amanda intentó no usar su mano derecha, cubierta de la sustancia viscosa, mientras buscaba a tientas la puerta del auto. Un poco de la sustancia también le había caído en el cabello y podía sentir el mechón de pelo mojado rozándole la mejilla mientras caminaba. Amanda se apresuró a ir al baño, preocupada de que alguien pudiera verla.
Aunque la idea de hablar con un adulto le parecía atractiva, estaba completamente descartada. Amanda era muy consciente de su naturaleza cómplice en la situación. Lo que había entendido al escuchar a escondidas la historia de Richard sobre Christina, Amanda sabía que existía una gran probabilidad de que ella también se metiera en problemas.
Se deslizó hasta el baño del restaurante sin que nadie se diera cuenta. Resignada a la situación actual, Amanda comenzó a lavarse las manos y la cara. Su estómago se agitó un poco ante el olor amargo de los fluidos de Richard y esperaba poder quitarse lo suficiente del cabello para que nadie más pudiera detectar el olor.
Fin

La pequeña gatita (de Chjor)
1 de enero de 2025 en Relatos SDPA, Jovencitas
Una historia sobre una vecina que se viste de gatito y el hombre que se enamora de ella. Esta es la primera de una serie de historias; próximamente, "El pequeño cachorro", "El pequeño conejo" y otras. A medida que avanzan las historias, también avanza su relación.

Reloj despertador
1 de enero de 2025 en Relatos SDPA, Jovencitos, LGBTQ+
Me desperté, como siempre, con un par de pequeñas manos empujándome suavemente, instándome a darme la vuelta. Dado mi ritual para despertarme, uno podría preguntarse por qué prefiero dormir boca abajo, a lo que respondo que darme la vuelta y ver el juguete que me han elegido es una parte tan importante del ritual como cualquier otra.
Sin embargo, ritual es una palabra muy recargada. Es más como si los niños que me enviaban todas las mañanas, desnudos y lubricados, fueran mi despertador.
La elección de hoy fue acertada. Tendré que felicitar a Jonas más tarde, ya que lleva unos días seleccionando ejemplares de primera calidad. El juguete era un niño blanco, joven, por supuesto, probablemente no mayor de once o doce años. Su piel era blanca como la leche. Todavía poseía un poco de la grasa infantil típica de su edad y aún no había alcanzado del todo la estatura desgarbada y huesuda que indica la pubertad.
Me di la vuelta hacia él y cerré los ojos, dejándolo hacer el trabajo para el que había sido entrenado. Levantó la manta de encima de mí, dejando que mi pene de tamaño moderado al aire libre. Sus suaves manos, parte del régimen de entrenamiento por el que pasan todos los miembros de mi prole, se envolvieron delicadamente alrededor del eje e inhalé un poco mientras sentía el calor de su boca rodeando la cabeza. Lo chupó obedientemente, su lengua tocando todos esos lugares en los que se estremece el pene de todo hombre. Este juguete, como cualquiera de los otros de mi colección, probablemente podría encontrar esos lugares mientras dormía.
La mamada fue el aperitivo, una que preferí hacer rápido porque había cosas importantes que hacer hoy. Chasqueé los dedos una vez y el chico se subió a la cama sin decir palabra, se sentó a horcajadas sobre mis caderas y usó esos pequeños y delicados deditos para guiar mi polla hacia su agujero. Como era de esperar, Jonas se aseguró de que estuviera bien dilatado y lubricado antes de enviármelo. Un hombre de mi posición no tenía tiempo que perder en estrenar juguetes.
El chico colocó sus manos sobre mi pecho, sobre mis pezones y comenzó a cabalgar. Me recosté, dejándolo hacer el trabajo que se le exigía. Sin hacer ruido, como era de esperar, deslizó su pequeño cuerpo hacia arriba y hacia abajo, su estrechez acariciando y apretando mi polla exquisitamente.
Oh sí, dejé escapar un suspiro, Jonas definitivamente recibiría elogios por esto.
Esto continuó durante varios minutos maravillosos. El juguete siguió haciendo todo el trabajo, evitó el contacto visual y no emitió ningún sonido.
Como siempre ocurre en esos pequeños trozos de cielo, la vida real se entromete. La puerta de mi dormitorio se abrió y dos de mis empleados entraron para darme el informe matutino. Ni Millicent, mi asistente, ni Andrew, mi adjunto, miraron con recelo la actividad en mi cama. Era algo que habían visto todas las mañanas durante años.
Mientras Millicent sacaba mi agenda del día de la carpeta que llevaba y se la entregaba, Andrew observaba cómo el juguete que estaba sobre mi regazo continuaba su lenta y lujosa penetración. Claramente, sonreí, Millicent sería la que daría la información. Andrew estaba demasiado distraído y probablemente pasaría una hora con uno de los juguetes antes de ponerse a trabajar.
Millicent empezó a revisar mi agenda: reuniones detalladas con varios líderes de la industria y políticos. Yo era un hombre muy poderoso con mucha influencia en el campo de la tecnología. Nadie pasaba una tarjeta de identificación o ingresaba una contraseña en ninguna terminal de seguridad del mundo sin usar al menos algunas de las patentes que poseía mi empresa. La influencia me permitió obtener ciertos... beneficios, algunos de los cuales estaba feliz de compartir con mis leales empleados.
Millicent prestó poca atención al chico que estaba en mi regazo. Su preferencia eran los miembros jóvenes del sexo débil y prefería usar técnicas extremas con ellas. Junto a su oficina había una habitación con varios instrumentos para su placer que yo sabía que usaba con regularidad. Andrew generalmente da las instrucciones por las mañanas cuando Jonas me envía a una chica.
El chico se movió en mi regazo, se puso en cuclillas sobre mi polla y se inclinó hacia atrás y colocó las manos detrás de él. Lo hizo en silencio, por supuesto, pero me di cuenta de que estaba empezando a cansarse. Sin embargo, no permitiría que su ritmo disminuyera. Estaba demasiado bien entrenado para eso.
Hablé con mis subordinados sobre las próximas reuniones durante unos minutos más antes de que, al concluir la reunión, los despidiera con un gesto de la mano. La energía del chico comenzaba a flaquear y chasqueé los dedos otra vez. Sin decir palabra, se inclinó hacia atrás mientras yo me inclinaba hacia delante. Se tumbó boca arriba y doblé sus piernas sobre mis hombros y comencé a penetrarlo.
La expresión de alivio y cansancio en su rostro era evidente, lo que me hizo empujarlo con más fuerza. Este chico podría haber parecido divino, pero necesitaba urgentemente más entrenamiento. Mis juguetes no debían expresar ninguna emoción mientras los usaba. Podía notar que se estaba sintiendo incómodo con la velocidad y la ferocidad con la que lo follaba, pero ya estaba retrasado. Cualquier buen juguete habría logrado hacerme correrme a estas alturas.
Me metí en él varias veces más, mi polla se estremeció en su estrechez mientras vaciaba mi carga de la mañana en él. Se quedó allí pasivamente y lo aceptó, como era su deber. Me retiré de él con un *plop* y de inmediato se puso a cuatro patas y comenzó a lamer la colcha donde se habían derramado algunos de mis jugos antes de tomar mi polla en su boca y limpiar la mezcla de semen y lubricante. La chupó hasta dejarla limpia, luego retiró una toalla de su posición habitual debajo de mi cama y me secó la polla.
Sin decir una palabra más, se levantó y salió de mi habitación, sosteniendo la toalla contra su trasero para evitar que el semen dentro de su culo goteara sobre mi bonita alfombra. Caminaba torpemente, con el paso de alguien a quien han follado demasiado fuerte.
"El juguete recibió su merecido", pensé mientras comenzaba mi día.
Fin

Disciplinando a una actriz infantil
1 de enero de 2025 en Jovencitas, BDSM, Relatos SDPA
Nota del autor: Esta historia se inspiró en una foto de Dakota Fxnning recibiendo una sanción disciplinaria. Por supuesto, es una foto falsa, pero uno puede soñar...

Contando cuentos para dormir... con ella
1 de enero de 2025 en Relatos SDPA, Jovencitas
Siendo el amigo de confianza de Mario (mi vecino) me ha pedido por primera vez que cuide a sus hijas por esta noche. Mishell de 15 años y Keisi, mi angelita de 5 años (aunque está cerca de los 6).

Diario de mi viaje a África, Parte 02
1 de enero de 2025 en Relatos SDPA, Jovencitas, Incesto
Día - Miércoles, 10 de mayo de 1865:
Querido diario, mis amigos Motobo y Motubu me han contado el lunes que tienen otros amigos en su misma situación.
Pobres de ellos, el estar así. Les dije que podían acudir a mí, que los ayudaría, y ellos me llenaron la cara de besos y arrumacos. No puedo creer que sean tan afectuosos conmigo. Todos los días, y siempre fuera de la vista de mis padres, no paran de rozarse conmigo, de abrazarme, de tocarme por todas partes.
Cuanto me quieren, es increíble(nota: ¿por qué en Londres esto nunca pasaba?. Es fantástico recibir tanto amor de la gente a la que quieres). En más de una ocasión sus manos tocaron por accidente mis pechos, pero enseguida se disculpan.
Lo cierto es que esos toques accidentales me provocan unas sensaciones muy intensas, casi agradables. Hoy fue la primera vez que se lo permití, y lo cierto es que son muy delicados conmigo, y sus caricias me producen un efecto extraño. Me calman y a la vez me turban (nota: ¿por qué será esta excitación?).
Se nota que me quieren mucho. Poco después llegaron tres amigos suyos cuyos nombres ahora mismo no recuerdo, pero que llevaban aproximadamente entre 10 y 15 días sin descargar (que espanto).
Fueron muy amables conmigo, y dado que papá y mamá prácticamente me dejan sola(a veces durante casi todo el día), no tuve problemas para atender sus necesidades, de modo que no demoré más su alivio.
Ellos estaban encantados de poder descargarse, sobre todo por la razón de que, aún con la dificultad que supuso para mí tragar su "leche" esa primera, estoy ganando experiencia y aprovecho cualquier oportunidad para saber más acerca de ella.
Mis caricias y esfuerzos tuvieron su fruto y recibí en la boca de cada ellos lo que tanto deseaban sacar. Lo tragué todo y sí, el sabor es diferente en cada hombre (que curioso, ¿verdad?).
Se quedaron muy contentos y les dije que volvieran siempre que me necesitaran. Volví a casa a tiempo para cenar más contenta que nunca.
Me encanta ayudarles. Me necesitan tanto…
Día - Jueves, 25 de mayo de 1865:
Querido diario, hoy he sido testigo de algo muy curioso.
Era muy de tarde, después de hacer todas mis tareas, y anduve paseando antes de ir a casa cuando vi de lejos a papá. Iba a saludar, pero vi que fue directo hacia una de las mujeres del poblado. Kaluka, creo que era su nombre, que además era prima de Motobo y Motubu.
Debían ser amigos, porqué fue acercarse y ponerse a frotarse contra ella tal y como Motobo y Motubu hacen conmigo prácticamente a diario para recordarme cuanto me quieren(y que me encanta. Me dan tanto cariño…).
Creo que Kaluka no estaba de humor para hablar con él porqué hizo señas como para que fuera a casa, pero él no lo hizo.
Luego, la sorpresa: la dejó semi-desnuda, allí al lado de su tienda y se puso a acariciarla por todas partes hasta bajarle el vestido y dejar sus pechos al aire(nota: que bien ha aprendido papá las costumbres de áfrica, lo hacía tan bien como Motobo y Motubu, y ahora entiendo su afición a las chicas con mucho pecho). ¡¡dios de mi vida, que enormidad!!.
Yo tengo pecho, sí, pero no pensé que una mujer pudiera tener algo "así". La única diferencia entre ella y yo era que el mío se mantenía firme y recto, mientras que las suyas estaban caídas, aunque sus ropas hacían aparentar lo contrario.
Acto seguido, contemplé lo que jamás creí ver en mi vida: ¡¡papá se bajó los pantalones asomando su troncho!!. Desde luego no estaba ni tan hinchado ni tan largo como los de mis amigos, pero sí que estaba pidiendo un desahogo (nota: ¿es que mamá no se encargaba de eso?). Me impactó no solo verla, sino también como la puso entre el pecho de Kaluka e hizo que ésta lo estrujase fuertemente entre él y luego lo menease (no sabía que pudiera hacerse así, tendré que preguntar a mis hermanos favoritos).
Creo que papá ya había hecho eso más veces, dado lo fácil que le fue convencerla y ponerse a tono. Luego entendí que aún siendo mi padre, también es hombre y necesita desahogarse (nota: ¿estaría mal que yo lo ayudara a aliviarse?). Kaluka se entregó a fondo y al igual que yo, se tragó toda la "leche" de papá.
Luego se metió con ella en la tienda, y yo me volví en la casa para pensar en todo lo que vi y dejarles a solas. Supongo que tendrían cosas que hacer…
Día - Viernes, 9 de junio de 1865:
Querido diario, Motobo y Motubu se han quedado de piedra al saber lo de Kaluka, pero más sorprendidos se quedaron con mi petición: usar mi pecho para descargar sus tronchos, como hizo la propia Kaluka.
Aparte de decirme que ya procurarán saldar el tema de Kaluka con mamá (nota: ¿por qué con ella?), ellos quedaron encantados con la idea.
Cierto es que vergüenza me daba enseñarles mis pechos, pero después de meses de bañarnos juntos y aliviarles, y dado lo mucho que me quieren, no siento temor alguno, así que me desvestí de cintura para arriba, dejándolo al alcance de su vista. Ellos tomaron uno cada uno, haciendo algo que me volvió loca de placer: se pusieron a besarme en mis pezones con tanto amor que me creí desmayar (nota: ahora sé para que sirven. ¿Cómo puede algo tan pequeño dar tanta felicidad?).
Me dijeron que así los preparaban para cuando pusieran sus tronchos. Por un instante me sentí llegar al cielo, pero luego pararon y empezamos a probar.
Lo cierto es que para ser mi primera vez, no lo hice mal del todo.
Me extrañó mucho la pasión con que sus tronchos ardían al contacto con mi cuerpo, pero me agradó porqué quedaban justo delante de mi boca y era más fácil que con las manos(y así no las agoto tanto como hasta ahora me pasaba).
Su "leche" llegó como una bendición que es, ahora he descubierto que me encanta, y como me dicen que me hace más fuerte, pues mejor aún. Luego volvieron a besarme los pezones, incluso a pasar la lengua por ellos.
Ay que cosa, me sentí morir y luego renacer, fue indescriptiblemente bello.
Después nos estuvimos besando largo rato antes de separarnos para dedicarnos a las otras tareas que tenemos que hacer en el poblado(es el cuento de nunca acabar).
Antes de irme, Motobo y Motubu me dijeron que la próxima vez me revelarán un secreto sobre la "leche". Me corroe la impaciencia. ¿Qué será ese secreto que tan celosamente se habrán guardado hasta ahora?.
Día - Lunes, 19 de junio de 1865:
Querido diario, hoy he hecho la cosa más sibilina de mi vida, y todo gracias a Motobo y Motubu.
Justo después de contarles lo de Kaluka y decir que ya lo hablarían con mamá, ellos se miraron un instante y luego, sonriente como ellos solos, me sugirieron que, si papá necesitaba descargar tanto y usó a Kaluka de ese modo, yo podría ayudarle para que no sufriera de esa manera(nota: pues no les falta razón).
Si bien la idea me pareció un tanto extraña el ayudar a descargar a papá (francamente, nunca imaginé que él sufriera de lo mismo), lo cierto es que ellos tienen razón, y es deber de todo inglés ayudar al que lo necesite (fue el mismo papá quien me lo enseñó).
Esperé varios días a fin de resolver todas mis dudas sobre si hacerlo o no, y una vez resolví que lo haría hice caso de la sugerencia de ellos de hacerlo por la noche, cuando él durmiera, a fin de no molestarle por el día debido a lo ocupado que está. Total, que ayer entré en el dormitorio de papá a altas horas de la noche (como el de mamá queda algo distante, ella no me oiría).
Descorrí las sábanas y luego desabotoné su pijama hasta que encontré su troncho, el cual era lo más pequeño que vi en mi vida, todo arrugado y encogido. Por fortuna, mis expertas manos lo trataron con mucho mimo y enseguida conseguí levantarlo.
Tuve que contenerme la risa una vez más debido a su forma (ni tan grande ni tan gorda como las de Motobo y Motubu) y él casi se despertó, pero solo farfulló algo ininteligible y siguió durmiendo.
Sin pensarlo dos veces, lo acogí en mi boca y empecé a mover la cabeza y a usar mi lengua para ayudarlo a descargar (nota: pobre papá, tenía que hacerlo). Mis esfuerzos surtieron el efecto deseado y se le endureció más aún. Redoblé esfuerzos con la punta de mi lengua en la punta de su troncho, y mis manos en sus bolas, y por fin, ¡¡zas!!, papá descargó en mi boca.
Me lo tragué todo como una señorita, pero el sabor no fue de mi agrado. Demasiado salado para mi gusto, aunque no puedo negar que me sentí muy bien por haberlo ayudado.
Luego lo dejé tal y como estaba antes y me fui a dormir. Esta tarde vi a Motobo y Motubu y les conté lo ocurrido. Se mostraron muy felices por ello, y me dijeron que si papá estaba tan mal, lo ayudara de vez en cuando (nota: no está mal pensado, así descansaría mejor). Después lo celebraron conmigo a base de profundas descargas en mi boquita(o mejor dicho, directamente en mi garganta jajaaja).
Sobre lo de papá aún no he decidido nada, pero si tanto necesita aliviarse, quien mejor que su amantísima hija para hacerlo…
Continuará