
Mamá PornoStar, Parte 03 (Final) (de Vudu Blanco)
5 de enero de 2025 en Jovencitos, Relatos SDPA, Incesto
Durante todo el día mi madre y yo nos evitamos. Pero a llegar la noche ella tomo la iniciativa.
-Creo que puedes empezar con tu "educación"
Yo simplemente no sabía que decir.
Desnúdate - Dijo mi madre con una voz muy sensual.
Lo hice deprisa, sin saber lo que iba a pasar, pero deséanos que mi madre se hubiera decidido a joder conmigo. La verga se me puso automáticamente dura.
A partir de ahora no te harás más pajas
¡¡¿Cómo?!!!- Me dejo completamente frió.
Como has oído. Un hombre debe poder controlar su eyaculación y la mejor es ponerte al limite. Mañana quitare los cerrojos de los cuartos de baño para que no hagas nada a escondida. Y por supuesto se acabo la pornografía
No me lo podía creer.
Ahora, te enseñare un truco de los actores porno. Siéntate en sofá.
Mi polla seguía dura y ella se sentó pegada a mí. Estaba vestida sol con un batín de seda blanca y al sentarse se abrió un poco dejando ver una lencería también blanca de encaje. Desde luego no era la lencería normal para ir por casa. Podía ver como algunos rizos de su coño se escapaban por los lados del tanga diminuto y sus tetas parecían escapar de las copas del sujetador semi-transparente.
Intenta contraer tu pené, hijo
Mama, no entiendo lo que quieres decir.
Que hagas fuerza con tu pollón. Como si contrajeras el culo.
¿Cómo se podía hacer fuerza con la polla? De todas maneras lo intente y me sorprendí cuando mi nabo dio un pequeño salto.
¿Lo ves? Hazlo varias veces seguidas.- dijo mi madre mirando fijamente mi polla en la que había aparecido una gota de liquido preseminal que brillaba en la punta.
Lo hice, mi pene saltaba arriba y abajo y mi madre no perdía detalle de su extraño baile. Al poco sentí una molestia detrás de los huevos y se lo dije a mi madre.
Es normal cariño. Esta bien por ahora pero quiero que repitas esto varias veces al día y que te enfureces en que cada vez dure al menos un minuto. Pero recuerda, nada de masturbarte, no quiero que desperdicies tu semen.
Parecía que todo se había acabado, dejándome con unas terribles ganas de pajearme delante de mi madre.
Mama. ¿Esto para que sirve?
Veras, así fortalecerán los músculos de tu pene. Podrás aguantar mucho más sin correrte. Pero cuando te corras tu leche saldrá con mucha más fuerza y a una mujer le encanta sentir como el semen la inunda.
Mama, me he fijado que los actores porno, se afeitan el pubis ¿Crees que yo debería hacerlo también?
Bueno, nene, eso lo hacen para que parezca más grande. Y creo que tu no lo necesitas.
De todas maneras me gustaría hacerlo; enséñame. ¿O tu también vas a decir que el tamaño no importa?
Bueno, cariño. La verdad es que el tamaño si importa aunque algunas mujeres que no lo quieran reconocer. Pero el tamaño no lo es todo, tienes que saber como hacer que una mujer se sienta a gusto contigo y otras cosas que iras aprendiendo.
Vale, vale, ¿Pero ahora me enseñas a afeitarme las pelotas?
Por toda respuesta me cogió de la mano sonriendo y me llevo al cuarto de baño. Hizo que me sentara en el bidet y saco la maquina de cortar pelo.
Solo voy a recortarlo para que quede más natural y además así no te picara cuando vuelva a crecer.
Puso la maquina en el número 3 y se coloco de rodillas entre mis piernas. El batín se había abierto por completo dejándome ver ese cuerpo delicioso. A pesar de la edad, su vientre era liso y los gruesos pezones se le marcaban claramente a través de la fina tela del sujetador. También la tela del tanga era muy fina y los pelos de su coño no solo se le salían por los lados, sino que empezaban a transparentarse en la mancha de humedad que había aparecido en su entrepierna.
Daba pasadas con la maquina evitando tocar mi polla, pero de vez en cuando sus manos rozaban la base de mi nabo y el contacto era electrizante. Ella intentaba disimular parándose para apartar su largo pelo negro ya que se le iba una y otra vez a la cara. Entonces me sonría con picardía y volvía al trabajo.
Termino recortando con una tijera y se quedo mirando mi carajo como si fuera una obra de arte.
Bueno, creo que al final te afeitare los huevos. ¿Quieres nene?
Claro, mama. Lo que tu quieras.
Mi polla estaba tan dura que latía y mis cojones estaban completamente encogidos. Mi madre tenia que tirar del escroto para tensar la piel antes de enjabonarme y pasarme la maquinilla. En un momento dado mi madre rodeó la base de mi polla con la mano y tiro hacía abajo, dejado mi capullo al descubierto y continuo afeitándome pero con mi polla bien agarrada. Mi liquido preseminal se derramaba lentamente desde la punta de mi nabo y caía por el tronco. Aunque no podía verlo, estaba seguro que ya debían estar manchando los pequeños dedos de mi madre. Ella sentiría sin duda su calor y su viscosidad, pero seguía como si nada. Solo me soltó la polla para afeitar también la base, dejándola al descubierto y realmente parecía que mi polla fuera un par de centímetros más larga.
Ya he terminado, pero ahora tengo que darte un poco de crema hidratante para que no se te irrite la piel.
Se untó las manos con la crema y comenzó a acariciarme dulcemente. Comenzando por la basé y subiendo lentamente. Descubrió el capullo y pasó las yemas de los dedos por la corona del glande; Haciendo que todo mi cuerpo se llenara de fuego frío, nunca había sentido nada parecido.
¡OH! Mira cariño. Te he cortado afeitándote los huevos.
En mi escroto había un hilillo de sangre, tan pequeño que yo no había sentido el corte. Mi madre cerro los ojos y se metió uno de mis huevos en la boca. Sus labios gruesos y sensuales lo sorbieron como si fuera un gajo de naranja. Una vez dentro de su boca lo chupo con fuerza y lo acarició con la punta de la lengua. Nunca creí que tuviera tanta sensibilidad en los huevos, era una sensación completamente diferente. Mi madre seguía con los ojos cerrados y con una cara de viciosa increíble. Abrió la boca, pero solo para atrapar el otro huevo y chuparme los dos a la vez. Su mano había vuelto apoderarse de mi polla pero ahora me estaba masturbando de forma descarada aunque con un ritmo muy lento, como si lo hiciera sin darse cuenta.
Inocentemente le acaricié el pelo y el hechizo se rompió. Mi madre abrió los ojos y se dio cuente de lo que estaba haciendo. Se puso de pie de golpe. Intentando comportarse como si nada hubiera pasado.
-Ya esta. Te ha quedado muy bien... Otra cosa debes dormir desnudo. Quiero que te sientas cómodo con tu cuerpo. Y recuerda que nos debes pajearte.
Y se fue dejándome solo en el cuarto de baño que estaba repleto del perfume de su coño. Tenia unas ganas locas de masturbarme pero me aguate. Simplemente repetí el ejercicio para tonificar mi pene hasta que no pude aguantar el dolor. Desde luego esa noche me costo mucho dormir.
La semana siguiente fue dura. Por la mañana tenia que ir a las clases normales, apenas almorzaba porque mi madre me puso a dieta y enseguida a las clases particulares, cada día de las semana una de las asignaturas importantes y ya casi de noche a clases de kendo (esgrima japonesa) para lo que tenia que ir hasta el centro de la ciudad donde estaba el mejor dojo, el único con un maestro japonés. Allí, una vez más, era la rareza porque todos los alumnos era ejecutivos estresados que me miraban mal. Era una rutina de aprender golpe y contra golpe, una y otra vez. Con un japones con muy mala leche gritándote al oído. Aunque era divertido cuando unos de esos ejecutivos se equivocaba y el maestro le pegaba en la cabeza. Luego soltaba lo que debían ser las peores palabrotas en japonés y nos miraba a todos como si le diéramos asco, mientras que soltaba ese silbido tan característico que traducido del japonés antiguo significa: no me toquéis los cojones.
Aprovechaba el poco tiempo libre que tenia para practicar el ejercicio de polla. Hasta lo hacia en los aseos del instituto, durante los recreos. Era muy duro, empalmarse y no poder hacerte una paja en condiciones. También busque las cintas por toda la casa, pero no encontré ni rastro, me temía que las hubiera tirado a la basura o algo asía. Por su parte mi madre cumplió con la promesa de quitar los cerrojos y más de una vez me pillo bañándome o meando, entonces se limitaba a recordarme que no podía eyacular. También ella empezó a pasearse por la casa con muy poca ropa, no sé si lo hacía a propósito, pero me estaba volviendo loco. Decidí que a ese juego podíamos jugar los dos; así que una que una mañana baje a desayunar completamente desnudo y con la erección mañanera. Al verme, mi madre se puso roja y se atragantó con el café, pero una vez más se comporto como si no pasara nada.
Cuando llego el fin de semana me sentí desilusionado al ver que mis "tias" llegaban normalmente para la reunión de la piscina. Hasta Camila estaba allí. Pero yo ahora las miraba diferente. La abstinencia de toda las semana me había puesto bien caliente y yo solo podía ver mi harem particular. Un grupo de hembras sabrosas. Tetas desbordante, los bikinis metiendose en los culos y los coños bien marcados, tapados solo por unos triangulitos de tela minúsculos.
Subía a mi habitación y me pasé la tarde escuchando música para no pensar. Era casi de noche cuando mi madre llamó ala puerta.
-Hijo, es hora de tu clase - dijo sonriendo.
Me llevó a su habitación donde había una cama de matrimonio y donde me esperaba mi primera maestra; mi "tía" Ángela vestida solo con un camisón de raso blanco. Era la más joven de mis queridas "tías". Tenia 31 años pero aparentaba mucho menos. Todavía actuaba para la productora de mi madre, en papeles de adolescente viciosa o disfrazada de gitana o de árabe, ya que era una latina de piel cobriza con los ojos rasgados, que ahora me estaban mirando con mucho mimo. Era un poco más baja que yo y tenia una cuerpo atlético, trabajado durante muchas horas en el gimnasio. Con hombros torneados y pechos naturales del tamaño de manzanas. El vientre le afeaba un poco al tener marcado los abdominales ligeramente. El culo era soberbio, redondo y alto, increíblemente duro por el ejercicio y una piernas simplemente perfectas.
-Ven nene. Acércate a mí.
-Vamos, hijo. Acercate.
Me temblaba la piernas de emoción y miedo. Ángela me abrazo y busco mi boca con la suya, metiendome la lengua y enroscándola en la mía.
-Siéntela, Siente su cuerpo y su deseo- dijo mi madre- pero no dejes que te domine. Tu debes ser quien mande en todo momento. Si le das suficiente placer a una mujer se volverá adicta a ti y te buscara como una droga, hará cualquier cosa por ti. Si dejas que ella te domine, jugara contigo y luego te dejara tirado como a un perro.
Ángela comenzó a acariciarme, mientras no dejaba de besarme y morderme suavemente los labios y yo por instinto hice los mismo, recorriendo su cuerpo. Poder sentir por primera vez la textura de unos pechos, sentir como se hinchaban de excitación en mis manos y como el pezón se endurecía. Meter la manos bajo el camisón y apretar con fuerza su culo, separando sus cachete y como salto de sorpresa cuando pasé mis dedos por la superficie rugosa de su ano.
Oye, tu sabes mucho para ser tu primera vez- Y me volvió a meter la lengua en la boca mientras que magreaba mi polla por encima del pantalón.
-Desnúdala- ordeno mi madre. Casi me había olvidado que estaba allí.
Aparte los tirantes del camisón que cayo al suelo por si solo. El cuerpo de Ángela quedó al descubierto. Los pechos eran redondeados con pezones anchos y morenos con una punta de casí un centímetro de largo. En su pequeño coño solo tenia una linea de vellos muy cortos y de un dedo de anchura; dejado a la vista sus labios vaginales y entre ellos asomaba tímidamente un clítoris del tamaños de un garbanzo atravesado por una argolla de plata.
-Vamos, chupale las tetas.- Siguió dando intrusiones mi madre, aunque su voz se estaba volviendo entrecortada.- Has que se sienta una mujer deseada.
Me agarré esas tetas como un desesperado, chupando y mordisqueando los pezones mientras que Ángela me acaricaba el pelo.
-Así... así... Son tuyas, has con ellas lo que quieras. Apriétemelas sin miedo.
Me aparto dulcemente, para empezar a denudarme mientras que volvía besarme. Mi madre nos miraba atentamente pero yo apenas podía pensar en ella. Cuando yo me quedo completamente desnudo. Ángela se sentó en la cama y me atrajo hacía ella. Y comenzó a chuparme la polla. Si la mamada de Camila había sido buena la de Ángela era fantástica. Depuse de todo eran actrices porno y sabían lo que hacían. Pero el estilo de Ángela era más refinado, le gustaba saborear la polla. Había momentos en que se la tragaba por completo y otros en que la recorría con su lengua increíblemente larga.
Cuando estaba apunto de correrme, intente avisarla, pero una vez más mi madre se impuso.
No. Ahora es el momento de dejarte llevar. Disfrútalo, mi niño, disfruta.
Ángela se tragó toda mi leche sin dejar escapar una gota, mientras me miraba buscando mi aprobación. Quise correspóndela comiéndole el coño, pero ella se negó.
Metemela, estoy deseando tenerte dentro.
Se tumbó boca arriba separndo la piernas. Con una mano se separo los labios del coño y con la otra cogió mi polla para guiarla hasta la entada de su vagina. El tacto de las paredes vaginales era como terciopelo húmedo, podía sentir como los músculo se cerraban alrededor del tronco de mi pene succionándolo, queriéndolo todo dentro. Me quede unos segundos quieto disfrutando del momento, hasta que Ángela me envolvió con las pierna obligándome a iniciar el movimiento.
-No te limites a meter y a sacar. Al entrar sube la cadera buscando más contacto con el clítoris y a sacarla baja para rozar el ano. No mantenga siempre el mismo ritmo, sorpréndela, incluso asústala. Pasa de un ritmo suave y profundo a uno rápido y salvaje. Y al contrario, baja el ritmo para que sea ella la que mueva las caderas buscando más contacto
La voz de mi madre tenia un punto de exitación. A través del reflejo de un espejo pude verla a los pies de la cama. Tenia la cara tapada por su largo cabello y su mano derecha estaba dentro de su pantalón frotándose el coño, mientras que con las izquierda amasaba una de sus grandes tetas. ¡Mi madre se estaba masturbando mientras que yo follaba por primera vez! A pesar de haberme corrido ya antes, pude sentir el orgasmo subir por mi espalda, pero conseguí pararlo a tiempo; parecía que el ejercicio había servido para algo.
Ángela no se había dado cuenta de lo que pasaba y me pedía más y más. Me agaró por el culo obligándome a follarla a fondo. Podía sentir la entrada del útero rozar con mi capullo en cada embestida, hasta que Ángela tubo su orgasmo y comenzó a jadear y a gritar.
-¡Sí.... Sí! ¡Me has reventado! ¡OH! ¡Qué gusto!
Entonces yo no pude aguantar más y me corrí dentro de su caliente coño. Parecía que el semen no iba a parar de salir mientras que yo bombeaba con mis ultimas fuerzas. Cuando me separe el semen salió a borbotones del coño de Ángela, mezclado con sus abundantes flujos vaginales.
- Es increíble, me has llenado por completo - susurro Ángela
Yo no sabía si mirar a mi madre, que seguía a los pies de la cama.
Fin

Una propuesta indecente, Parte 03 (de iLLg)
5 de enero de 2025 en Relatos SDPA, Jovencitas
Camila se despertó con esa extraña sensación inquietante de haber sido perturbada por algo que ya no está allí. Se quedó un rato acostada en la oscuridad casi total, escuchando los sonidos desconocidos que la rodeaban. No se oía ningún ruido de la calle, ni ningún resplandor suburbano más allá de la ventana de la cabaña. Un silencio, una oscuridad profunda, un aire fresco. Se quedó acostada en silencio, saboreando la paz, para nada perturbada por el ocasional susurro o chapoteo de la fauna salvaje que cazaba de noche, hasta que poco a poco se dio cuenta de que no podía oír los suaves ronquidos de su padre.
Compartían el alojamiento con Tony y Sophia, y un matrimonio cuyos nombres no recordaba. Camila y su padre estaban en una pequeña habitación individual, ella en la cama, él en un colchón inflable a unos metros de distancia. Camila miró por el borde de la cama, esforzándose por confirmar lo que le decían sus oídos: él no estaba allí.
Con cuidado, con suavidad, se levantó y buscó la puerta que daba a la sala de estar principal. La abrió con cuidado, sin saber muy bien por qué estaba siendo tan circunspecta, y se asomó. Con su gran ventanal que daba al lago, la sala de estar estaba mejor iluminada; la luz moribunda de las barbacoas y de la enorme hoguera arrojaba un resplandor rojizo por toda la habitación. Su padre estaba allí, sentado en un sillón junto a la chimenea vacía, medio vuelto hacia ella, inclinado hacia delante con los codos sobre las rodillas y la cabeza entre las manos. Parecía derrotado. Camila sintió que se le encogía el corazón y que las lágrimas le escocían en los ojos. Su padre parecía abatido, derrotado, con el rostro demacrado, dolorido.
Ella dio un paso hacia adelante sin querer. —¿Papá? —Él se estremeció al oír su voz y levantó la vista, su rostro adoptó una sonrisa tranquilizadora; y fue eso lo que hizo que ella llorara, ese acto protector, mucho más que la forma en que se veía sin su máscara—. ¡Oh, papá...! —gritó suavemente, corriendo hacia él, con lágrimas corriendo repentinamente por sus mejillas. Lo abrazó y sollozó.
—Ssh, nena, ssh ssh. Está bien, está bien nena. Ssh... —La abrazó, le acarició el pelo de esa forma en que siempre lo hacía cuando ella estaba triste. La abrazó, simplemente la abrazó, y finalmente ella se recuperó lo suficiente para preguntarle por qué estaba allí, sentado en la oscuridad—. Sólo estaba pensando, nenas. No podía dormir —respondió, con una sonrisa débil—. Nada por lo que debas preocupar a tu linda cabecita. —Le acarició el pelo húmedo de la cara, apartándole suavemente las lágrimas con los pulgares—. Está bien.
—Son las facturas, ¿no? ¿El dinero? —Él nunca podía ocultarle nada.
—No, nena, es solo que... es solo que, bueno... bueno... sí. —Suspiró y la abrazó de nuevo—. Sí, son las facturas, nena. Es solo que... —Se quedó en silencio. Camila escrutó su rostro mientras sus ojos vagaban por la habitación a oscuras, buscando algo que no estaba allí. Sonrió de nuevo, una sonrisa tan dulce y tan triste que la hizo llorar una vez más—. Sí, pero... ¡oye! No, no, vamos, nena, cálmate, cálmate, está bien. Estaremos bien, te lo prometo. Con un poco de suerte, ya sabes, solo una pizca, todo estará bien. ¡Oye! Dije que lo prometo... ¿y cuándo ha roto papi una promesa?
La abrazó de nuevo con fuerza. Camila se acurrucó contra su cuello, apretándolo fuerte. No tenía palabras para ofrecer, no podía ayudarlo más que con amor. Tal vez si lo abrazaba fuerte, si lo amaba con suficiente fuerza, tal vez eso sería suficiente. Tal vez eso les traería la suerte que necesitaban.
Después de un rato, la levantó (no sin comentarle lo grande que estaba) y la llevó con cuidado de vuelta a la cama. La arropó, la besó, le hizo prometer que no se preocuparía y luego se metió de nuevo en su saco de dormir. "Buenas noches, nena". "Buenas noches, papi. Te quiero". "Yo también te quiero, nena. Dulces sueños".
Ninguno de los dos durmió, aunque ambos fingieron hacerlo.
"Sí, este sábado, en la hacienda. Sólo los gerentes regionales y un par más. No, que se joda. Está fuera. Sí. Sí, eso estará bien. Sí. Ah, ¿y Estevan? Trae también a ese líder del equipo de la Cuarta, Carlos Morales. Sí, creo que podría... ¡veamos qué tan grandes son sus cojones! Sí, asegúrate de que sepa que es algo familiar, informal, trae a los niños. Vale, chao".
Bill Kirchener cortó la llamada y miró por la ventana panorámica de su oficina. Traigan a los niños. Tráiganla a ella. Traigan a Camila. Maldita sea. Se levantó y caminó lentamente hasta pararse frente al cristal y contemplar la ciudad. La niebla nublaba el horizonte. Camila. Cabello negro como el cuervo, ojos verdes salpicados de fuego, piel tan suave, la voz alta y clara de un ángel o una ninfa del corazón del bosque.
Su pene se hinchó al recordar su voz: "Hola, señor Kirchener, encantado de conocerlo". Abrió el teléfono y hojeó la carpeta de fotos del fin de semana. Solo un puñado, pero lo llevaron a una erección completa. Ese bikini blanco con cuello halter, primero con pantalones cortos y medias color crema en el partido de voleibol, luego braguitas de bikini puras en el agua más tarde; dos de esas, y la segunda atrapó su trasero de doce años justo en ese momento. Oh, maldita sea, justo en ese momento. Dolorosamente, perfectamente justo en ese momento.
Y ella tenía doce años. Ahora sabía que había cumplido años el mes pasado. Doce. Joder. Unas semanas antes había cumplido once años. Maldita sea, cada vez que se recordaba a sí mismo que ella todavía era una niña, cada vez, sentía que su lujuria por ella crecía. Joven, hermosa, inocente, perfecta. Su mente daba vueltas en torno a ella: quería amarla, protegerla; quería corromperla, follarla. Ser un padre para ella. Ser un amante para ella. Hacerla reír y sonreír y tomarle de la mano a ella, la hija que nunca había tenido. Hacerla arrodillarse y realizarle hasta el último acto sexual degradado con su dulce y joven cuerpo, una esclava de sus deseos.
Él sabía qué lado ganaría. El lado que siempre ganaba.
Camila.
El sábado, en su casa de campo, tenía una propuesta para ella. Sabía que era poco probable que su padre ascendiera mucho más en cuanto a potencial de ingresos sin ayuda y, por la última tarea clandestina de Torres, conocía los antecedentes familiares, sabía las deudas que tenían y había visto de primera mano el profundo amor que la hija sentía por su padre. ¿Qué haría una hija tan devota para ayudar a su padre, para ayudar a su familia?
Sus ojos volvieron a escrutar el horizonte ennegrecido. Su pene palpitaba. Le dolían los testículos.
¿Qué harías tú, Camila? ¿Qué harías para hacer feliz a papá?
—¿Qué pasa, papá? ¿Qué pasa? —En cuanto entró por la puerta principal, supo que algo había cambiado. Había una expresión distinta en su rostro, un cambio que nadie más podría haber notado, pero Camila sí. Camila podía leer a su padre como un libro, ¡como un libro para niños, incluso!, y había algo en sus ojos que no había visto en... bueno, en realidad no recordaba haberlo visto antes. Parecía peligrosa y seductoramente esperanzada. Su sonrisa de saludo era genuina, no una máscara solo para ella. Ella agarró sus manos y lo miró con seriedad. —¿Qué pasa?
Su padre sonrió y la abrazó, besándola en la coronilla de esa forma que ella juró que nunca se cansaría de hacer. "Bueno, nena... Hoy recibí la visita de Estevan da Silva. Es el jefe de mi jefe. Dijo que se avecinaba una gran oportunidad de fusión y que Bill quería que yo me encargara de ella". Bajó la mirada hacia su rostro cortésmente atento. "¿Bill? ¿Bill Kirchener? ¿El gran jefe? Lo conociste en el picnic. Creo que le agradaste. De todos modos, según Estevan, esta oportunidad parece importante, ¡y me la ofrece Bill!"
Camila no lo entendió del todo, pero su papá parecía tan emocionado, casi como un niño de nuevo, que ella estaba feliz por él. "Entonces, eso significa..." dijo, animándolo.
"Significa, cariño", se rió su padre, levantándola y haciéndola girar, haciéndola chillar como una niña pequeña otra vez. "¡Significa que el director ejecutivo se ha fijado en mí y quiere darme una oportunidad de demostrar lo que puedo hacer! Significa que me han invitado a ir a hablar de ello este fin de semana en su casa en el campo. *Nos* han invitado, de hecho. Estevan dijo que viniera, que trajera a la familia, es una fiesta informal para los gerentes regionales de fusiones y adquisiciones y sus familias... ¡y para nosotros!"
Camila sonrió. El deleite de su padre era contagioso. —Entonces, ¿podemos ir a una fiesta en el campo? —preguntó. Carlos se rió. —Sí, ¡en el campo! Bill tiene una hacienda enorme y extensa, un lugar parecido a un rancho, caballos, todo. —¡Caballos! —Sí, nena —Carlos le guiñó el ojo—. ¡Caballos! Estevan dijo que Bill los mencionó en particular; aparentemente sabe que amas a los caballos.
Camila tenía un vago recuerdo de haber hablado con Bill Kirchener en el picnic, un hombre alto, mayor, distinguido y bien vestido, y probablemente había mencionado que le encantaban los caballos, que había montado a caballo en una época, que le encantaba montar a caballo. Sólo había pasado un minuto o dos hablando con él; parecía muy agradable, encantador incluso, de modales relajados... Bueno, había algo en sus ojos que la sobresaltó al principio. Una ferocidad. Algo... ¿hambriento? ¿Algo así como un animal que caza?
¡Qué más da! ¡Caballos! "Oh, papi, ¿crees que puedo ver los caballos?"
—Ya veremos, nena, pero podría ser posible, sí. Pero ¿entiendes lo que esto podría significar? —Él volvió a tomarle las manos, su rostro más serio pero sus ojos todavía llenos de posibilidades—. Si hago bien esta oportunidad, podría ser realmente bueno para mí en la empresa. Realmente bueno. ¡Bonos, tal vez un aumento... un ascenso! —La mantuvo quieta con su mirada, haciéndole entender—. Realmente podría ayudarnos, cariño, ¿entiendes?
Ahora sentía un escalofrío de emoción. "Oh, papá, ¿de verdad...? ¿De verdad podría...?" Sintió que las lágrimas le picaban los ojos, no lágrimas de tristeza, sino de algo más: orgullo, esperanza, miedo al éxito. Miró con seriedad a su padre; él le devolvió la mirada con firmeza, sus ojos mostraban las mismas esperanzas y temores que seguramente había en los de ella, luego la agarró, la abrazó de nuevo y se rió.
—¡Quizás, nena, quizás! Esperemos y veremos... ¡pero será mejor que eleves tu encanto de niña al máximo, por si acaso!
Continuará

Pervirtiendo a unas nenas inocentes, Parte 15
5 de enero de 2025 en Relatos SDPA
Jo y Pao salieron de la iglesia, Jo todavía iba limpiándose la leche de los labios, se pararon un rato en la esquina a esperar un taxi, Pao miraba a Jo que sonreía y parecía como si nada le pudiera quitar la felicidad
—Jo, creo que no debimos salir de la casa, eso es peligroso
—Ya tranquila, no ha pasado nada que no queramos que pase, tu solo no vayas a decir algo a Joaquín ni al profe Alvarado
—Si, está bien, pero igual tengo miedo, aún no estamos en la casa, siento que todos nos miran
—Ya te dije que tranquila, es más mira ahí viene un taxi… ¡taxi!
La pequeña Jo grito levantando la mano en señal de alto, el taxi disminuyo la velocidad y se detuvo cerca de las hermanitas, las dos se quedaron mirando indecisas, era el mismo taxista que las había traído a la iglesia, Pao miró a Jo que estudiaba la situación, la neurocinesis de Jo estaba a Mil por segundo, valoraba todas las posibilidades de subirse, hasta el hecho de que fue muy “casual” que fuera el mismo tipo que las había traído
—¿Subimos?—Pregunto Pao bajando el tono de voz, Jo la miró con seriedad y tranquilidad
—Si, vamos; hola buen día señor, nos podría llevar a esta dirección
—Hola niñas, ¿este es el lugar de dónde las traje verdad?
—Si, ya nos dimos cuenta que usted nos trajo, ¿qué casualidades tiene la vida verdad—Jejeje
Jo nerviosa contestó lo primero que se le vino a la mente, el tipo solo sonrió y abrió la puerta de adelante, Jo se subió en el asiento delantero y Pao lo hiso en el trasero, Jo volvió a usar la misma táctica, fingió llamar por el viejo celular
—Hola abuela… si ya.
Si, acabamos de confesarnos… si ya vamos de regreso… ¿el número de taxi?.
bueno es el mismo que nos trajo… si ¿verdad—Es mucha casualidad, bueno ya vamos para allá… si chao abuelita
Jo colgó y miro nerviosa al taxista que de reojo la miraba y continuaba con la vista al frente, manejaba tranquilo, parecía no tener prisa de llegar, pero no de mala voluntad, solo de la paciencia que pocos conductores tienen
—Oye niña
—¿Qué señor?
—¿Pasa muy seguido?—preguntó el hombre manteniendo la mirada al frente
—¿Qué?
—Que finjas hablar por eses viejo celular, que muy posiblemente ni encienda
Jo abrió los ojos como platos y su cara se puso roja como un tomate, sus manos temblaron lo mismo que su labio inferior, volteo a ver a Pao que tenía las mismas características faciales, las dos de verdad estaban muy asustadas, las habían descubierto en su truco de seguridad.
—Este no… yo si hable… mi abuela sabe que vamos para mi casa y yo…
—Tranquila niña, imagino porque lo haces, y tienes razón, deben cuidarse, dos niñas de su edad no deben andar solas, pero debes cambiar la estrategia, es demasiado obvio que esa cosa no prende y tú no llevas los tiempos correctos de una conversación
—¿Fue muy obvio?—pregunto Jo con más calma
—Si mi niña, demasiado, debes trabajar en eso
—Si lo haré señor, gracias por ser tan amable
—Pero dime algo y dime la verdad, ¿Ni tu abuela ni tu mamá saben que salieron verdad?
—Bueno no, les queríamos dar la sorpresa de habernos confesado y venir nosotras solas a la iglesia
—Mmm que interesante, o sea que la sorpresa será que ustedes se confesaron, pero ¿no les dijo el cura algo por ir solas—de hecho él no debe recibir confesiones de menores sin que estén los papás presentes
—Bueno le dijimos que mi mamá llegaría en cualquier momento
—¿Y funcionó?
—Sí, mucho, de hecho ya hasta podemos comulgar
—Que interesante
Jo se sintió más aliviada, miró a su hermanita menor que aun miraba con dudas la situación, pero Jo se relajó, hasta se le antojo platicar con el hombre
—Oiga y ¿cómo se llama usted?
—Oscar, pero todos me dicen “el puma”
—¿Por qué?
—Por mi color de ojos
Hasta ese momento Jo se percató que el hombre maduro tenía ojos color verde-azulado, un color demasiado intenso, ella los tenía claros, pero el color del hombre era muy intenso, Jo se sintió muy atraída por esos ojos, sus piernitas se cerraron contrayendo su vagina de excitación
—Y señor puma ¿trabaja usted todo el día?
El tipo sonrió, lo había llamado señor en señal de respeto y le había nombrado puma como su apodo, nunca se lo habían planteado así
—Jajaja, no me digas señor, sólo dime puma, puedes tutearme, no me molesta y si trabajo todo el día; eso pasa por no estudiar, ustedes nunca hagan eso, estudien mucho para que no acaben en un taxi como yo
—Bueno yo no lo veo mal, es un buen trabajo, conoce a mucha gente
—Eso sí, uno en este trabajo conoce de todo tipo de personas
—Y dígame ¿quién ha sido la persona más interesante que ha conocido?
—Bueno una vez lleve a un cantante al aeropuerto, lo reconocí a pesar de traer lentes, platique con él, era más sencillo de lo que parece en la tele, hasta me dio su autógrafo
—¿Y quién era?
—Vicentico
—No lo conozco
—Jajaja imagino él es de otra época, ustedes hoy en día solo escuchan música infantil
—¿Y quién más?
—Bueno, una vez lleve dos niñas hermosas que iban de hacer una travesura las muy pillas
—Jajaja ¿seremos nosotras?
—Si así es, son ustedes, ¡imagínate! pienso que tuvieron mucha suerte de que yo las llevara, si hubiera sido algún pervertido no sé qué les hubiera pasado, me estresa pensarlo
—Pero qué bueno que fue usted
Jo miraba fascinada al hombre de algunos cuarenta años, era robusto, alto, fuerte, con unos ojos que enamoraban a cualquier mujer, se sentía excitada solo de verlo, su culo aun guardaba leche del pastor y del cura, pero sin ningún titubeo lo acogería a él y también guardaría su leche, pero ya sería demasiado osado que él se la cogiera, ahora si sería un record en la vida cogerse a tres completos desconocidos en un solo día, y que los tres le retacaran el culo de leche, esto sin dinero, solo por puta lo haría.
Pao miraba con desconfianza al desconocido, le alarmaba la confianza que su hermanita había agarrado, veía ese brillo en la mirada de su hermana de que quería hacer algo más, estaba muy asustada por el simple hecho de haber salido de su casa, una cosa era coger bajo el resguardo de su casa y otra era salir a hacerlo fuera de ella, Jo seguía en la plática con el puma
—Oiga y ¿usted es casado?
—Soy divorciado
—Lo siento
—No te preocupes, está bien, ya lo superé, tengo dos niñas un poco mayores que ustedes que me visitan todos los fines de semana, me la paso bien con ellas, pero el domingo tengo que regresarlas con su mamá, para mí siempre el domingo ha sido el día más triste de todos, desde que era niño, los domingos representaban ir al martirio de la escuela, ahora representan el no tener a mis hijas a mi lado
—Debe sentirse solo
—Un poco a veces
—Bueno nosotras podemos ser sus amigas ¿verdad Pao?
Pao la miraba alarmada, ella no se sentía a gusto desde que salieron de la casa, asintió con la cabeza, pero solo lo hiso por compromiso, ella ya quería llegar a su casa y besar el piso de agradecimiento por haber llegado
—Gracias niñas, eso me hace sentir bien y ¿cómo se llaman?
—Ella es mi hermana Paulina y yo soy Johana, mi hermana tiene ocho y yo nueve, pero pronto cumpliré diez años
—Felicidades por adelantado
—Gracias, no le gustaría ir a mi fiesta
—No creo que sea correcto y que tu mamá lo apruebe
—Mmm si, ese sería un obstáculo, pero bueno, lo puedo invitar después y usted me da un regalo ¿le parece puma?
—Sí, eso sería muy lindo, pero con una condición
—¿Cuál?
—Tutéame, me siento raro que me hables de usted ¿está bien?
—Muy bien, entonces te invitare después de mi fiesta para que traigas mi regalo ¿así está mejor?
—Me parece perfecto, oye Johana
—Llámame Jo
—Ok Jo, quiero pintar el cuarto de mis hijas, quiero poner dibujos que a ellas les guste y quiero que sea una sorpresa, ¿cuál crees que sería el mejor para la recámara de ellas?
—¡Ponys! Eso les encantaría, a todas las niñas nos encantan los ponys
—¿Tú crees?
—Si, en mi recámara tengo esas pinturas, si quieres te la enseño para que te des una idea
—¿Tu mamá no se molestará?
—Ella no está
Pao casi siente un infarto al escuchar a su osada hermana invitar al taxista a conocer su recámara, los últimos tipos que habían entrado con ella habían terminado cogiéndosela, cierto es que ella también había cogido con los dos, pero no quería que fuera tan costumbre de ellas cogerse a cuanto tipo las abordara; Jo no pensaba así, su rajita ya era una mar de agua y las contracciones que presentaba hacía que tuviera que cerrar las piernas
—Bueno, si ya tienes la confianza de que entre a tu casa pues…
—Claro, si ya somos amigos, solo que será nuestro secreto, mi mamá no debe enterarse
El puma sintió palpitaciones en su pecho, se sentía muy atraído por Jo desde que la vio, era un hombre atractivo a las mujeres, él lo sabía, se había cogido a muchas mujeres de todas las edades, de todos los colores y de todos los estatus, casadas, solteras, con novio, etc.
Oscar el puma estaba acostumbrado a seducir mujeres, pero Jo era una niña, muy coqueta por cierto, él había aprendido a ver una mujer que se excitaba con él y eso lo percibía de Jo, que aunque niña, le demostraba que se estaba emocionando con él, solo que él no sabía hasta donde llegar con una niña inocente.
—Ya llegamos—dijo el sintiendo su boca seca de nerviosismo
—Sí, pero no se estacione enfrente, alguien podría sospechar, mejor parece acá en este lado
Señalo la esquina contraría, el puma se estacionó con sus manos temblorosas, donde le dijeron y espero a que las niñas bajaran y entraran a la casa, después, según lo acordado por Jo, ella le hiso señas desde la ventana para que entrara, él todo nervioso miró a todos lados, esperó a que la calle estuviera sola y bajo de su taxi, caminó intentando lucir natural hasta la puerta de entrada, suavemente tocó la puerta y Jo abrió rápidamente
—Pasa
La casa estaba algo desordenada, Jo había olvidado que no habían recogido, que salieron de prisa a la iglesia después de que el pastor se las cogiera, la recámara de su mamá estaba en desorden, había mandado a Pao a tender cama y limpiar las evidencias de la reciente cogida, su hermana como buena menor le hiso caso y limpiaba la habitación mientras Jo le “mostraría” sus ponys al nuevo amigo de ellas.
Entraron a la habitación, Jo por delante y se hiso a un lado para que el puma pasara; una vez adentro ella le mostro con la mano la pared adornada con pinturas de ponys
—Estas son, ¿verdad que son bonitos?
—Si, están hermosos, ¿quién los pintó?
—No sé, mi mamá contrato a alguien y lo hiso, desde que tengo memoria estos dibujos están aquí
—Es una lástima
—Bueno si quieres le pregunto y a ver si se acuerda
—¿de verdad?
—Sí, yo le pregunto
Se hizo un silencio entre los dos, solo se miraron a los ojos, Jo se subió a la cama y se recargo en la pared donde estaba los dibujos, extendió sus manos a los lados ya acarició la pared, no dejaba de mirar a el puma, ni él a ella
—¿Se enojaría tu mamá si supiera que estoy aquí?
—Tal vez, pero yo no diré nada, ¿tú dirás algo?
—No te asusta que yo esté aquí contigo, no me conoces muy bien
—Nop, no me asusta
—¿Sabes que es peligroso que un adulto entre a la habitación de una niña tan bonita como tú?
—¿Soy bonita?
—No, más bien eres hermosa
Jo sonrió sintiéndose halagada por las palabras de su nuevo amigo, tenía una voz tan aterciopelada que con solo hablar enamoraría a cualquier mujer.
—Dijiste que no dirías nada, o sea que sabes guardar secretos ¿verdad?
—Si, se guardar secretos
—No te creo
—Ponme a prueba
Jo se agacho y puso sus manos en ambos muslo mirando directo a los ojos al seductor puma
—Ok, te diré un secreto, me gustas mucho
—Eso no es secreto
—¿Por qué?
—Puedo ver emoción en tus ojos
—Bueno, entonces te diré otro, quiero besarte
—Eso tampoco es secreto, se te nota que quieres hacerlo
—Bueno entonces dime ¿que sería secreto?
—Que lo hicieras, si lo hicieras entonces si sería secreto y a nadie se lo diría
Jo arqueo una ceja y lo miró sensualmente mientras dijo eso, su boca se entreabrió como una invitación, el pene del puma brincó dentro de su pantalón, su corazón dio brincos expulsando sangre a todo el cuerpo, sus manos recibieron los chispazos de sangre y lo impulsos eléctricos de los nervios motores que lo hicieron temblar, estaba desarrollando descarga adrenérgica y simpático mimética como nunca lo había sentido.
Con la boca seca, y sus manos y piernas temblando se acercó lentamente a Jo que se enderezo y se acercó a la orilla de la cama, quedaron los de frente, cara a cara, sus ojos se miraban y casi no parpadeaban
—¿De verdad guardarías el secreto?
Jo no contestó, se acercó a él y ladeo la cabeza para que las narices de los dos no impidieran el beso, sus bocas se unieron y la lengua de ella salió para introducirse en la de él, lo tomó con ambas manos del rostro para darle más pasión al beso, él estaba tan emocionado que se sentía un adolescente besando a la chica de sus sueños por primera vez.
Las manos de él estaba en sus costados, no se había movido, ahí estaba en posición de firmes, Jo soltó el rostro de él y bajo para tomar ambas manos y las guio a sus nalgas, las dejo ahí y ella lo tomó del tórax para besarlo con pasión
El puma estaba más que loco de excitación, acariciaba las nalgas por encima de la falda de esa hermosa y desinhibida niña, sentía la firmeza infantil de sus nalgas, las acariciaba y las apretaba, en eso si tenía mucha experiencia
—Quiero que guardes otro secreto
—¿cuál?
—Este
El puma bajo sus manos, levantó su falda y palpo las nalgas por encima de la pantaleta, su mano derecha se posicionó en el canal entre las nalgas y de ahí bajo hasta llegar a la zona donde estaría su rajita, una vez llegado presiono fuertemente hacía arriba arrancando un gemido de Jo
—Aaahhh, si ahí, que rico aaahhh, guardaré el secreto
El puma podía sentir toda la humedad en la raja de Jo, movía su mano con la maestría y experiencia ganada con los años, Jo acompañaba los movimientos con sus caderas, los dos se seguían besando y Jo gemía dentro de la boca del puma; se separó un poquito mirándolo a los ojos mientras respiraba toda agitada.
—¿Guardarías otro secreto?—pregunto el puma
—Si, ¿Cuál?
—Este
Metió su mano por dentro de la pantaleta infantil de Jo y palpo su rajita que era un charco de agua, metió un dedo arrancándole gemidos impropios de su edad, y después pasó el mismo dedo al culo de ella y lo acarició, estaba algo laxo por la reciente cogida, el metió tímidamente la primera falange del dedo, arrancando un gritito de placer y emoción de Jo
—Quiero que ahora tu guardes un secreto—dijo ella con la voz entrecortada y las pupilas todas dilatadas de excitación empezando a disfrutar el juego de los secretos
—¿cuál?
—Este
Ante el asombro de él, ella se hinco y con gran habilidad sacó la verga del pantalón y volteando a verlo a los ojos dio una sonrisa maliciosa y metió la enorme verga de él en su boquita
—Aaahhh chiquita aaahhh que buen secreto aaahhh
La tomó de la cabeza con ambas manos, sintiendo como ella le mamaba la verga y movía su cabeza de arriba abajo; ella sacó la verga de su boca y con la mano derecha lo masturbó rápidamente, lo volteo a ver y le preguntó
—¿Te gusta puma?
—Si me encantan tus secre…Aaahhh
No alcanzó a terminar, ella volvió a meter su verga en la boca y movió rápidamente su cabeza mientras mamaba con ganas el pene de su nuevo amigo; el sintió como un poco de líquido pre seminal salió, ella también lo percibió y puso sus labios solo sobre el glande y mamó el líquido pre seminal pasando su lengua por el meato urinario, el pobre puma no podía con tanto placer, sentía choques eléctricos cada vez que ella acaricia su meato con la lengua
—Aaahhh, ¿qué haces—Aaahhh chiquita… ¿cómo sabes hacer eso—Aaahhh
Ella no contestó, no podía, tenía el enorme pene dentro de su boca y no quería sacarlo, se deleitaba con el sabor a esmegma concentrado de todo el día, para ella eso ya era un manjar; Jo paso su mano por su raja y sintió su propia humedad, ya estaba lista para ser penetrada y lo haría
—Métemela
—¿Qué?
—Que me la metas
—¿y eso también será un secreto?
—si
Jo se quitó de donde estaba, bajo rápidamente su pantaleta y se volteó dándole la espalda, se hinco cerca de la pared donde estaban los dibujos y volvió a subir su falda
—Anda ven, métemela
—Pero chita te voy a lastimar
—No lo harás, anda ya no aguanto, lo quiero dentro
Ella misma abrió sus nalgas y recargó su cara en la pared, el puma vio el culo de ella, estaba todo desfigurado, conocía perfectamente un culo penetrado y ese era uno, era más que obvio que alguien se la cogía, sintió culpa, pero su calentura era mayor, se hinco atrás de ella y guio su verga a la rajita de Jo
—Si, métemela, aaahhh
El puma puso su verga en el introito infantil y empujo, Jo puso sus manos nuevamente en la pared para resistir el empuje de él, frunció su entrecejo, abrió su boca y labios al sentir como iba entrando en ella
El puma sentía la humedad en exceso que esa niña tenía, no tuvo problemas para metérsela, se fue desplazando dentro, a pesar de lo estrecha logro meterla todo de un envión
—Aaahhh chiquita, quemas mi verga con tu raja
—Si, siento rico, cógeme, anda ya hazlo por favor
No se hiso del rogar, sus cadera se movió hacia atrás y después hacia adelante, la sostuvo por las caderas, sus años de experiencia le indicaron que podía acelerar sin problemas; si, era más que obvio que esos huecos ya habían sido profanados.
La danza sexual empezó, la tenía fuertemente sujeta de las caderas y se movía como loco atrás de ella, se la cogía ya sin miramiento de que era una niña de casi diez años; Jo lejos de inhibirse con las potentes embestidas, se liberó mas
—Si, aaahhh que rico me coges puma, no pares aaahhh que rico
Jo sacó la lengua y lamió la pared, lamía la imagen de un pony justo donde debería estar el pene excitado del animal, el puma desde atrás de ella veía como la niña lamia su dibujo como si quisiera realmente chupar la verga de ese animal, eso lo prendió a él que arremetió con fuerza en la rajita infantil de Jo.
Johana pasó su mano hacía atrás y palpo la verga que la penetraba, puso dos dedos a cada lado del pene sintiendo la humedad con la que estaba embarrado
—Sí que rico aaahhh, siento tu verga como me abre toda por dentro si aaahhh… dame fuerte, no tengas miedo, dame fuerte si aaahhh… ay… ay… aaahhh que rica verga tienes
El puma le daba fuerte ante la petición de ella, se la cogía tan fuerte como si fuera una mujer de treinta años, la ventaja es que la rajita de Jo ya estaba acostumbrada a recibir vergas de adulto y sobre todo que ya se la había cogido varias veces ese día, por lo que su vagina ya estaba muy dilatada.
Jo se sostenía con una mano de la pared y la otra seguía en la entrada de su raja recibiendo su moco vaginal, a través de la verga del puma, ya cuando sintió que tenía mucho en los dedos, los llevo a su culo y metió dos de una vez, como ya se la habían cogido también por el culo no batallo para meter tres dedos, todo esto era vigilado por el puma, que ya echaba a volar su pervertida imaginación; Jo sacó los dedos y los chupó, volteo a verlo
—¿Se te antoja?
—¿Qué?— contesto el puma sin dejar de cogérsela
—Metérmela en el culo
El puma abrió sus ojos al máximo, casi eyacula de pura emoción, sacó su verga y la apuntó en el culo, Jo se soltó de la pared y se dejó caer sobre la cama poniendo su cara y pecho sobre esta, con sus dos manos abrió las nalgas para facilitar la penetración anal
—Si, así métemela, ay, es muy grande, pero sigue, ya casi entra aaahhh que rica verga, la siento en mi culo si aaahhh
Jo apretaba sus ojitos sintiendo como esa enorme verga la iba penetrando, era la más grande que su culo se había tragado hasta ese momento y la tercera que se metía en ese día de personas que nunca antes había conocido, se había convertido en una niña puta, con ese pensamiento apretó sus ojitos cuando sintió como él la tomaba de las caderas e iniciaba un mete y saque rápido en su culo, de hecho el puma sintió la libertad de cogérsela sin culpa, ese culo ya había sido penetrado ese mismo día, tenía demasiada experiencia cogiendo culos que sabía distinguir perfectamente uno virgen de uno no virgen e incluso si había sido dilatado previamente por otro pene.
—Si puma, me encanta, no eres un puma, eres un pinche tigre cogiendo aaahhh si así, no te detengas, no tengas miedo metérmela fuerte, puedo aguantar ay ay si aaahhh
Jo abrió sus ojitos y boca al máximo cuando el puma empujo su verga dentro de ella con mucha fuerza, casi la dobla del tremendo empujo de verga que le dio, la pobre niña puta sintió ver estrellitas con la empalada que le había dado, puso sus ojos en blanco mientras abría su boca, pero eso no limito que floreciera su lenguaje aprendido
—Si, cógeme como una puta ay, tu verga me parte el culo, lo siento muy rico como me lo partes, carbón, eres un cabrón
El puma desquiciado por el florido lenguaje de esa nena hermosa de ojos verdes, lo estaba llevando al punto máximo de excitación, volteo a la puerta y vio parada a Pao, los veía con atención, no sabía si detenerse, continuar o de plano invitarla a pasar; opto por mejor seguirse cogiendo a Jo y no meterse en embrollos con la otra niña, que cabe decir también estaba imaginando cogérsela.
Jo seguía empinada diciendo majaderías y sandeces propias de un albañil en cantina barata, la niña le describía como sentía su verga dentro, como sentía que estaba compactando toda la mierda en su intestino, pero que eso no la detendría para mamarle la verga y limpiársela, que lo haría el hombre más feliz del mundo con su culo cada que él quisiera, no tendría que ir a buscar putas a los burdeles, ella le daría el mayor placer que podría pagar y ella se lo haría gratis, sólo por el placer de ser enculada por tan rica verga
—Aaahhh
El puma ya no aguanto la eyaculación, liberó mucha leche dentro del culo infantil de Jo que se remolineo como poseída por un demonio, sintiendo los lechazos en lo profundo de su intestino grueso.
—Aaahhh—el puma se seguía quejando del maravilloso orgasmo que tenía
—Aaahhh
Jo no se quedaba atrás y también gemía sintiendo su vagina convulsionar en un orgasmo tras otro, tanto flujo salió que escurrió por su muslo, apretaba las sábanas
—Niña que rico siento, mi verga nunca había soltado tanta leche
—Yo también siento rico puma, tu verga es enorme
El puma se enderezó un poco sacando la verga del dilatado culo de Jo, la niña se quedó en esa misma posición contrayendo su culo hasta dejarlo cerradito como antes.
—A ver, ahora cumple con lo que prometiste
—¿Qué?
—Dijiste que me limpiarías la verga con tu boca, hazlo
—Ah si
La cumplidora niña se levantó desde donde estaba y le mamó la verga ante la admiración de él, vio como limpio con su lengüita toda su verga, no quedó ni un solo rastro de leche ni suciedad en ella, cabe decir que poco falto para que desarrollara otra erección.
—Ya está puma, quedó brillando de limpio—Jo le brindo una sonrisa a su reciente enculador
—Si ya vi, quedó más limpia que antes, oye tu hermanita nos estuvo viendo
—¿Ah sí—Qué raro
—¿Qué raro qué?
—Que no haya entrado, a ella también le encanta la verga
—O sea ¿qué también me la pude haber cogido?
—Sip, a las dos nos pudiste haber cogido, no me importaría si también te la quieres coger a ella, ¡Pao! ¿Dónde estás—¡Ven a mamársela al puma!
—No
—¿No qué?
—No creo que se me pare, no soy propiamente un chaval
—Mande—Pao desde el marco de la puerta contesto
—Ven a mamársela al puma, a ver si logras parársela
Pao tímidamente se acercó al puma, su estatura era imponente, él estaba de pie a un lado de la cama con su verga de fuera, Pao se sentó en la cama y la tomo con sus manitas, la levantó, a pesar de estar flácida era enorme, la tomó con ambas manos y llevo el glande su boquita, la chupó tímidamente
—Mámasela bien, que se le pare, no que le aguade mas
El puma divertido por las palabras de la hermana mayor sonrió, tomó delicadamente la cabeza de Pao y metió y saco su verga de la boca de la niña para ver si s ele paraba, no hay que mentir que la sensación era exquisita, pero no desarrollo erección, su pene solo se llenó un poco más de sangre, pero no llegó a una erección.
—Ya chiquita no creo que se pare, debe pasar un rato y ya me tengo que ir, no sea que vaya a llegar alguien
—Volverás
—Claro ¿Cuándo pueden—¿Mañana?
—No sé, mejor déjame tu teléfono y nosotras te llamamos para hacer una fiesta, aún me debes mi regalo eh
—Jajaja claro que te voy a regalar algo, ten esta es mi tarjeta, llámame a cualquier hora, yo vivo solo y me puedes marcar cuando quieras
—Muy bien te marcare
—Bueno me retiro
El puma metió su pito en el pantalón y cerro su cierre, les dio un besito tierno en los labios a cada una y se despidió.
—Jo no debemos hacer esto, es peligroso, que si se entera papa Joaquín o Alvarado de esto
—No les dirás nada, no debes decirle, ellos no se enterarán, yo controlaré la situación, ¿quedó claro?
—Si
Pao se intimidaba mucho con su hermanita, sabía que si la acusaba podía meterse en problemas con ella, mejor llevaría la feta en paz
—Deberías haber cogido en el puma, tiene una verga deliciosa
—Pero está muy grande
—Igual te la tragarás, la próxima vez cogerás con el ya verás que rico se mueve, por cierto ¿qué horas son?
—Casi las siete
—Mmm tenemos una hora libre…
Jo se dirigió al teléfono y marco, el teléfono dio tres tonos de timbre y se escuchó una voz del otro lado
—Alo
—Hola papa, soy yo Jo
—Hola mi putita ¿qué pasa—¿Por qué me marcas?—Pregunto Joaquín entre emocionado y desconcertado
—Bueno lo que pasa es que mamá salió y regresa como en dos horas y tengo ganas de coger contigo, ¿vienes?
—En diez minutos llego
Colgó y 12 minutos después se escuchó el rechinar del carro de Joaquín, solo él sabía cuántos semáforos se pasó en luz roja y cuanta gasolina gasto al acelerar su carro en demasía, pero en cuanto colgó desarrollo una erección que no lo dejo pensar más y solo aceleró para allegar rápido a cogerse a su adoptiva puta hija
—Hola mis putitas ya llegué
—Ven corre a mi recamara, tenemos poco tiempo
Subieron los dos casi corriendo seguidos por Pao que ahora sonreía más tranquila, la presencia de Joaquín por alguna razón la tranquilizó; entraron a la recámara y JO se fue directo a la cama quitándose su calzón y empinándose
—Anda papi métemela, ya la quiero
—Si mi putita ya la traigo parada por ti desde hace rato
Se puso atrás de ella y su verga se perdió dentro como si penetrara un pastel tibio de manzana, su verga entro con una facilidad nunca antes sentida por él, pero ya no pensó más, solo se movió como loco atrás de ella y los gemidos de la niña marcaron el placer que sentía sentirse penetrada por su papá Joaquín bombeaba a Jo sin piedad, la nalgueo en varias ocasiones como ya lo tenía acostumbrado y jaló del cabello para levantarla y meterle la lengua en su tierna boquita
—Papi que rico siento, más… por favor… más fuerte si aaahhh
Joaquín aceleró sin piedad metiendo su verga en la rajita infantil que lo toleraba como nunca antes, veía como se retorcía de placer recibiendo su verga, se sintió orgulloso de sí mismo por haber entrenado tan bien a su hija
—Te voy a llenar la raja de leche
—No, ahí no, la quiero en mi culo
—Ah si mi putita, bueno entonces no te hare esperar
Saco su verga y la apunto al culo de ella, quiso ser agresivo y provocarle dolor, pero ante su sorpresa su verga se perdió dentro sin ningún problema
—¿Qué chingados pasó?
—Pregunto Joaquín sin dejar de cogérsela
—Nada ¿por qué?
—Tu culo está muy dilatado y mojado, lo mismo que tu raja
—Jo se asustó, no se dejó de mover mientras pensaba que contestar, Pao también se puso roja como tomate
Es que estaba muy caliente y no sabía cómo bajármela, mamá no se iba y me encerré aquí en la recamara y me metí una zanahoria
—¿Ah sí?
Pregunto Joaquín con duda, tendría que haber sido una zanahoria muy gruesa para dejar el culo así de dilatado
—Bueno, también un pepino, pero no muy grande ¿estás enojado por eso?
Pregunto Jo volteándolo a ver, Joaquín la miró sin dejar de penetrarla y se rio a carcajadas
—Jajaja a que mi niña tan puta, por eso querías caña eh, un pepino no te lleno como tu papa ¿verdad?
Puf Jo y Pao respiraron con alivió se la había creído y no habría problema con él, Joaquín se siguió moviendo enculando a su caliente hijita.
—Para la otra si quieres caña háblame, y no te andes metiendo cosas raras, ¿oíste?
—Si papi, solo me meteré tu verga
Joaquín arremetió en el culo de ella y sintió su eyaculación
—Aaahhh mi putita te voy a llenar la boca de leche
—No papa, en el culo, la quiero en el culo
Joaquín puso los ojos en blanco cuando sintió como la leche le salía y se la inyectaba en el culo, los dos bufaban como toros sintiendo su respectivo orgasmo; después se la sacó y Pao corrió a mamársela para limpiársela, Jo se acostó en la cama y sonriendo los vio, Pao mamaba con esmero, y logro desarrollar erección de nuevo, lo miró emocionada y Joaquín la acostó boca arriba, levanto su falda y desplazó su pantaleta a un lado, la verga se perdió dentro de la rajita de Pao que gimió en el oído de su papá postizo
—Aaahhh papi
—Mi putita, tú también recibirás tu ración de verga, estas aguadita, ¿tú también te metiste cosas el día de hoy?
Pao sin dejar de gemir asintió tímidamente, no era tanta su mentira, la pregunta era contestada textualmente, afirmando que si se había metido cosas el día de hoy, solo que no especifico que, sintió algo de culpa por traicionarlo y lo abrazó besando su cuello y recibiendo la verga de él en su rajita.
—Papi, te amo
Pao le dijo amorosamente al ya desquiciado en lujuria Joaquín que acelero más al escuchar amor de parte de Pao hacia él, nudo demostrarle de otra forma su amor que cogiéndosela salvajemente, para rematar empinándola y sodomizarla antes los gemidos y bufidos de Pao que termino en un lindo orgasmo anal empinada en la cama, recibiendo la leche de Joaquín.
Joaquín se la sacó y se la metió en la boca a Jo que seguía acostada a un lado de ellos viendo como cogían, la acomodó y se la metió en la boca, Jo la mamó y limpio, era la cuarta verga que limpiaba ese día y la tercera que su hermanita mamaba.
Una vez terminada la higiene, Joaquín se levantó y acomodó su ropa que nunca se quitó, se despidió de las dos con una suculento beso de lengua y salió, lo hiso de prisa porque no sabía a qué horas llegaría la mama de sus tesoros, se quedó afuera a vigilar que todo estuviera en orden
—Jo, ¿por qué le hablaste a Papa Joaquín—Por poco y nos descubre
—Si ya vi, no pensé que notara mis huecos dilatados, pero improvise, viste como se la creyo Jijiji
—Sí, pero no lo volveremos a hacer
—¿Qué coger con desconocidos?
—No, salir de la casa, si quieres mejor los invitamos—Pao le dijo a la atenta Jo que vio en su hermanita un brillo de complicidad
—Puta, eres igual de puta que yo Jijiji
Se acercó a su hermanita le dio un beso en la boca, las dos se besaron, prometía ser una noche de pasión entre las dos, como ya muchas habían ocurrido, acomodaron las cosas abrieron ventanas y lavaron sus rostros para no oler a sexo.
Afuera Joaquín vigilaba que todo estuviera bien, de repente llegó la mamá, venía vestida como siempre con su uniforme de trabajo, se desconcertó, algo no cuadraba, las niñas le dijeron que ella estaría toda la tarde con ellas, pero ella llegaba a la misma hora del trabajo y con uniforme, entonces ellas le había mentido, eso sería algo que tendría que investigar.
Continuará

Una niña y su perro (de MandyNdaddy)
4 de enero de 2025 en Jovencitas, Zoofilia, Violacion, Relatos SDPA
Charlotte Gray, de nueve años, abrió la puerta de entrada de su casa y entró. Justo cuando estaba cerrando la puerta, oyó el familiar sonido de Lucky bajando corriendo las escaleras. Se dio la vuelta, se preparó, extendió los brazos y gritó: "¡Aquí, muchacho! ¡Aquí, muchacho!". Lucky, un husky de Alaska adulto, llegó al rellano de la planta baja, ladró una vez y luego se puso de pie sobre sus patas traseras mientras sus patas delanteras aterrizaban sobre los hombros de Charlotte. La fuerza de su embestida la empujó contra la puerta y la hizo jadear. Luego, Charlotte se rió cuando Lucky comenzó a lamerle la cara. Dejó que la lamiera durante un minuto y luego dijo: "Está bien, está bien, basta. ¿Quieres comer algo?".
Lucky volvió a ladrar, justo en su oído.
"Está bien, muchacho."
Charlotte apartó a Lucky y comenzó a caminar por la sala de estar hacia la cocina, cantando: "Almuerzo, almuerzo, almuerzo". Lucky la siguió, moviendo la cola frenéticamente.
Charlotte había recibido a Lucky como regalo en su sexto cumpleaños, que había sido hacía más de tres años. En ese entonces era un cachorro, apenas un perrito diminuto, y sus padres la habían llevado a la tienda de mascotas para que lo eligiera. Se había enamorado de él en el momento en que lo había visto y no permitió que sus padres la obligaran a mirar a otros perros antes de decidirse. Supo de inmediato que Lucky era su perro. Les había prometido a sus padres que lo cuidaría, alimentándolo todos los días y sacándolo a pasear para que pudiera hacer pis, y limpiando sus desastres cuando tuviera accidentes en la casa, y había hecho todo eso. Había sido la mejor mamá perruna del mundo, lo que pensó que era justo, ya que Lucky había sido el mejor perro del mundo.
En la cocina, Charlotte abrió una lata de comida para perros y la puso en el plato de Lucky, le dio un abrazo y luego lo dejó comer. Lo observó durante unos momentos antes de salir de la cocina y volver a atravesar la sala de estar para luego subir las escaleras hasta su dormitorio.
Normalmente, cuando Charlotte llegaba a casa de la escuela, lo primero que hacía (después de alimentar a Lucky) era sentarse y hacer su tarea. Pero recientemente, tal vez durante las últimas dos semanas, había estado haciendo otra cosa. Algo malo. Lo había descubierto un día cuando se estaba bañando y lavando entre sus piernas; se había dado cuenta de que si se frotaba su lugar especial, se sentía bien. Y si se lo frotaba en el punto justo, se sentía aún mejor, casi como si su barriga fuera a explotar, pero en el buen sentido. Desde entonces se había estado frotando todos los días, tanto en el baño por la noche como cuando llegaba a casa de la escuela. Sabía que era malo, pero no podía evitarlo; se sentía demasiado bien como para parar. Entonces, ahora que tenía unos minutos a solas, decidió seguir adelante y hacer su cosa mala rápidamente.
Se quitó la blusa primero, luego se sentó en el borde de la cama y se quitó los zapatos y los calcetines, luego se bajó los pantalones y la ropa interior hasta los tobillos. Se los quitó, completamente desnuda ahora, y se arrastró hasta la cama. Se tumbó boca arriba con la cabeza sobre la almohada y abrió sus delgadas piernas a cada lado tanto como pudo. Charlotte suspiró, relajándose, luego comenzó a tocar su lugar especial con las yemas de los dedos. Se frotó lentamente, con suavidad, trazando la suave línea de su coño con los dedos. De inmediato comenzó a sentir más calor allí abajo, y sonrió un poco para sí misma.
Continuó frotándose durante un minuto más o menos, luego empujó con cuidado la punta de un dedo entre los labios de su coño. Lo empujó hasta el segundo nudillo, aproximadamente la mitad de su dedo índice, luego comenzó a moverlo hacia adentro y hacia afuera lentamente mientras usaba su otra mano para frotar el pequeño botón justo en la parte superior de su coño. Cuando hizo eso, las buenas sensaciones se intensificaron de inmediato, lo que hizo que Charlotte perdiera el aliento. Lo dejó escapar, junto con un pequeño gemido, luego continuó frotando su botón y empujando su dedo dentro y fuera de su lugar especial. En casi nada de tiempo, el calor que generó creció dentro de ella, recordándole a un globo que estaba a punto de estallar. Charlotte se tocó y frotó su botón más rápido, conteniendo la respiración ahora, y finalmente el globo estalló, enviando una ola de placer acuoso que se derramó a través de ella, y gimió y suspiró al mismo tiempo. Cuando terminó, se relajó en la cama, dejó caer las manos a los costados y pensó: Vaya, eso siempre se siente tan bien.
Tal vez, pensó, podría mostrarle a Robin cómo hacerlo. Estoy segura de que le gustaría.
Charlotte cerró los ojos y pensó en Robin, su mejor amiga en el mundo. Habían tenido una fiesta de pijamas recientemente, y mientras estaban acostadas en la cama, hablando antes de irse a dormir, se habían besado y abrazado un poco. A Charlotte le había gustado hacer eso, y después de que pararon, sintió ganas de tocarse, así que mientras Robin se dormía, Charlotte había deslizado su mano dentro de sus bragas y se había frotado hasta que sintió esa explosión especial. Y solo pensar en Robin ahora, en besarla y en cómo sería mostrarle cómo frotarse, tal vez incluso tocar el lugar especial de Robin con sus propios dedos, hizo que Charlotte quisiera jugar consigo misma nuevamente. Deslizó una mano hacia abajo entre sus piernas.
En ese momento Lucky entró por la puerta y saltó al final de la cama.
—¡Lucky! —gritó Charlotte—. Vete, muchacho, estoy ocupada.
Lucky no hizo caso a su orden. Meneó la cola mientras inclinaba la cabeza y comenzó a lamer el dorso de la mano que Charlotte tenía sobre su coño.
—Para —dijo Charlotte, sonando un poco irritada, pero luego se rió. Movió su mano hacia arriba para rascarle a Lucky detrás de las orejas, pensando que él seguiría su mano, pero en cambio mantuvo su cabeza abajo mientras continuaba lamiendo, y ahora su lengua se deslizaba húmeda sobre su coño. Charlotte respiró profundamente, sorprendida tanto por lo que su perro estaba haciendo como por lo agradable que se sentía. Era diferente a cómo se sentía cuando se tocaba a sí misma, pero se sentía igual de bien, así que aunque sabía que debía hacer que Lucky se detuviera, no quería hacerlo. En cambio, contuvo la respiración y continuó acariciando la cabeza del perro mientras él continuaba lamiéndola.
Lucky lamió su coño como si estuviera bebiendo de su plato de agua, y Charlotte sintió que regresaban esas sensaciones especiales que había tenido cuando jugaba consigo misma. Crecieron y crecieron, el globo cálido dentro de ella se hizo cada vez más grande, hasta que finalmente estalló de nuevo, lo que la hizo jadear y hacer pequeños ruidos de gatito mientras el calor se derramaba a través de su joven cuerpo.
—Guau —dijo con voz temblorosa—. Me sentí muy bien. Gracias, Lucky.
Le dio unas palmaditas en la cabeza a su perro. Lucky respondió con un ladrido emocionado, moviendo la cola como un loco y empezó a lamerle la barriga y el pecho. Charlotte se rió y lo abrazó, pensando en lo que Lucky acababa de hacerle. Era una travesura, por supuesto, más travesura que tocarse a sí misma, y sabía que debería sentirse mal por ello, pero no lo hacía. Simplemente amaba demasiado a su perro. Especialmente ahora.
Lucky siguió dándole besos de perrito, esta vez por toda la cara, y al mismo tiempo empezó a hacer algo un poco extraño, algo que Charlotte nunca le había visto hacer antes: empezó a mover las patas traseras juntas, y a emitir un sonido que era mitad gruñido y mitad gemido a la vez. Charlotte pensó que tal vez tenía ganas de hacer pis o algo.
—Está bien, muchacho —dijo—. Te llevaré a dar un paseo. Pero primero tengo que vestirme.
Ella lo empujó suavemente y comenzó a sentarse, pero de repente Lucky, todavía haciendo ese extraño sonido de gruñido, usó sus patas para darle la vuelta y ponerla de lado.
—Lucky —dijo Charlotte—, ¿qué estás haciendo? Déjame levantarme.
Pero Lucky no la escuchaba. Siguió manoseándola, raspándole la piel suavemente con sus garras y dándole la vuelta para que quedara boca abajo. También seguía haciendo esa cosa rara con sus patas traseras y su comportamiento parecía volverse más frenético. Empujó su nariz en su trasero y comenzó a lamerle el coño nuevamente.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó Charlotte de nuevo. Extendió la mano hacia atrás y apartó la nariz de su perro, luego se puso de rodillas. De repente, Lucky se arrastró sobre ella, gimiendo y gruñendo aún más mientras hundía sus patas en sus hombros. Su peso obligó a Charlotte a tumbarse sobre la almohada, pero su trasero todavía estaba en el aire. Ella soltó un pequeño grito de sorpresa.
—¡Basta ya! —gritó—. ¡Deja levantarme!
Pero Lucky seguía sin escuchar. Llevó sus patas hasta su cintura y clavó sus garras en sus caderas, luego empujó sus propias caderas hacia adelante. Charlotte sintió que algo tocaba su coño, acariciándola como una nariz, aunque obviamente no era la nariz de Lucky. Era dura y cálida, y antes de que Charlotte pudiera darse cuenta de lo que era, la punta se empujó dentro de ella. Se sentía inusual, como su dedo, pero uno realmente grande, pero no se sentía mal. Lucky siguió empujando y entró más, y de repente Charlotte sintió un dolor punzante dentro de ella.
—¡Ay! —gritó—. ¡Ay, ay, ay! ¡Lucky!
Lucky solo gruñó mientras empujaba su cosa (eso fue lo que Charlotte se dio cuenta que era, su cosa) más profundamente en su coño. Charlotte jadeó y trató de escapar, pero su perro era demasiado grande, demasiado fuerte, y él pudo mantenerla prácticamente en su lugar mientras introducía el resto de su cosa de chico en ella.
-¡Lucky, para! ¡Perro malo!
La única respuesta de Lucky fueron más gruñidos mientras comenzaba a bombear sus caderas, sacando su cosa un poco y luego empujándola dentro de ella, una y otra y otra vez. Charlotte estaba abrumada, en parte por el dolor en su lugar especial, pero también por la magnitud de lo que estaba sucediendo; Lucky le estaba haciendo la Cosa Realmente Mala, la cosa que solo hacían los adultos. Ella era solo una niña, solo nueve años y medio, no se suponía que estuviera haciendo la Cosa Realmente Mala. Podría meterse en problemas si su mamá y su papá alguna vez se enteraran. No solo eso, sino que podría quedar embarazada y terminar teniendo cachorros. Entonces sí estaría en problemas. Pero no parecía haber ninguna manera de evitar que Lucky se lo hiciera. Estaba indefensa mientras él metía repetidamente su gran polla de perro en su pequeño coño, gruñendo, gruñendo y gimiendo. Todo lo que podía hacer era esconder su cara en su almohada y esperar a que terminara.
Lucky siguió, bombeando y bombeando su miembro profundamente en su cuerpo, hasta que finalmente se detuvo, emitió un extraño sonido de ladrido, como si estuviera herido o algo así, y de repente Charlotte pudo sentir su miembro palpitar mientras algo cálido llenaba su coño. Pensó que era algún tipo de líquido, y pareció derramarse dentro de ella para siempre. Había tanto que comenzó a gotear de su coño y bajar por sus muslos. Lucky mantuvo su pene alojado dentro de ella hasta que terminó, luego de repente lo sacó de ella y saltó de la cama. Ladró de nuevo, sonando feliz, luego salió corriendo de la habitación.
Charlotte, sintiéndose aturdida y dolorida en su coño y alrededor de sus caderas, lentamente se giró sobre su espalda, luego se sentó y abrió las piernas. Miró su coño y vio que estaba todo mojado con una sustancia lechosa blanca. También había un poquito de sustancia roja, y pensó que podría ser sangre. Se asustó, pero también se enfureció. Iba a darle a Lucky la paliza más grande de su vida. Pero no de inmediato. Primero tendría que limpiarse.
Se levantó de la cama y fue al baño, cerró la puerta y la bloqueó para que Lucky no pudiera entrar y atacarla de nuevo. Cogió una toallita y la pasó por debajo del agua tibia del lavabo, luego se sentó en el inodoro mientras se limpiaba y, mientras lo hacía, pensó en lo que acababa de pasarle. Lo realmente malo, sí, pero también en lo que Lucky le había hecho antes de eso. La parte de lamerla. Charlotte tuvo que admitir que le había gustado eso. Se había sentido bien. Realmente bien.
Mientras recordaba cómo Lucky la lamía, se frotó el coño con la toallita húmeda y tibia y pronto el dolor desapareció y empezó a sentirse bien de nuevo. Automáticamente volvió a pensar en Robin y en lo agradable que sería besarla y abrazarla. Entonces se le ocurrió la idea de que Robin la lamiera de la misma manera que Lucky lo había hecho y las agradables sensaciones entre sus piernas se volvieron aún mejores.
Tal vez, pensó, pueda lograr que Robin me lama así en nuestra próxima fiesta de pijamas. Y tal vez incluso pueda lamerla a ella también. Dijo que le gustaban los besos y abrazos que nos dábamos, así que sé que le gustaría.
Charlotte sonrió, sintiendo una oleada de amor y deseo crecer dentro de ella. Tal vez no le pegaría a Lucky después de todo.
Fin

Agustina, la hija de mi prima, Parte 01
4 de enero de 2025 en Relatos SDPA, Incesto, Violacion
Hola, me llamo Eddy, soy un chico, bueno, quizá ya un hombre, de 30 años. Hace ya 14 años que conocí a la hija de mi prima, una bebita a la que tuve en brazos. Pasó el tiempo, y si bien no nos veíamos casi nunca, nuestra relación era buena, hasta que ella cumplió los 8 años y sus padres se separaron.

Mamá PornoStar, Parte 02 (de Vudu Blanco)
4 de enero de 2025 en Incesto, Jovencitos, Relatos SDPA
La expresión salvaje en el rostro de mi madre la hacía más atractiva. Una mujer de 35 años, con un largo pelo negro hasta el culo con unas curvas impresionantes y vestida solo con un diminuto bikini celeste del que se había escapado una de sus tetas de tamaño más que considerable en la que destacaba un grueso pezón de color canela.
En ese momento muchas cosas me pasaron por la cabeza, pero la ultima fue la idea de la bronca que me echaría mi madre. Delante de mí tenia dos hembras muy sensuales y el video seguía en marcha, llenando la habitación con los gemidos de la película.
¿Cómo podía pensar en nada más? Camila estaba de rodillas y mi madre la agarraba con fuerza por el pelo. Y aun así no dejaba de sonreír con lujuria, en esa posición destacaba su gran culo de negra madura; voluminoso, alto y duro. Entonces hizo algo increíble. Saco su larga lengua y le dio un lametazo al coño de mi madre por encima de la tela del bikini y refregó su coño contra el pie de mi madre; que la aparto con fuerza, haciendo que Camila gritara de dolor
-¡Me das asco, Camila!
-¡Oh, Teresa!- Dijo Camila recuperando la expresión de perra en celo- El chico tiene derecho a saber de donde saca el dinero su mama. Ya es todo un hombre. Esta en la mejor edad para pervertirlo.- Todo esto lo decía mientras se pasaba las manos por el coño y las tetas, sin disimulo, pero de pronto su expresión cambió a rabia- ¡Deberías agradecerme el favor! Míralo, es un montón de grasa estúpida, ninguna mujer se fijara nunca en él.
Mi madre le bofeteo y Camila se hecho a reír como una loca.
-¡Vete de aquí, Camila! - Le grito mi madre.
Camila recogió su ropa, pero no se preocupó de ponérsela. Se fue completamente desnuda, moviéndose lentamente y sonriéndome con malicia.
-Contigo hablare después, muchachito- dijo mi madre que aun no se había dado cuenta de que tenia una teta fuera y yo estaba con mi polla al aire, tan dura que me dolía y solo podía fijarme en ese pezón delicioso y materno, que estaba pidiendo que lo chuparan.
Cuando me quedé solo en la habitación, me volví a fijar en el video que había avanzado bastante. Seguía con el tema sado ligth. Mi madre estaba atada a un potro y una china sin apenas tetas se la estaba follando con la mano. ¡Era increíble! Le metía toda su pequeña mano en el coño. Había primeros planos de su coño completamente dilatado y rojo, manando flujo vaginal sin parar. Su ano también estaba dilatado y no tardo en recibir un consolador que la china metía y sacaba alternativamente. Cuando sacaba su puño del coño, metía el consolador en el culo y al contrario, de manera que nunca la dejaba descansar.
No lo pude evitar, comencé a pajearme lentamente, sentía el corazón apunto de explotar y la cabeza me daba vueltas.
-Bueno, hijo, tus "tías" ya se han ido. Ahora podemos hablar.... ¡Joder! ¿Es que no puedes parar?
Me había vuelto a pillar. Era la segunda vez que me cortaban la corrida y mis huevos se contrajeron dolorosamente en señal de protesta. Mi madre se abalanzó a apagar el televisor y cuando creía que se iba a poner a gritarme, me sorprendió.
Termina.
¿Cómo, mama?- dije yo sin poderlo creer
Termina, veamos lo hombre que eres.
Y se sentó en mi cama mirándome fijamente. Ya se había metido la teta dentro del bikini. Pero al sentarse, la braga se tenso marcando claramente los labios de su coño. Yo volvía a pajearme delante de mi madre. No sentía vergüenza, al contrario, la miraba fijamente, estaba claro en quien pensaba mientras mi mano se movía arriba y abajo. Ella también me miraba y en un momento creía que separaba las piernas para que la viera mejor. Esta vez iba a correrme y nada me detendría. A mediada que sentía llegar el orgasmo, iba bajando el ritmo, cada vez más lento, quería hacerlo durar. Cuando por fin me corrí, fue como si me vaciara por completo, El semen atravesó la habitación cayendo en la alfombra. Mi madre y yo nos mirábamos directamente a los ojos.
-Bien, ahora que te has clamado; hablaremos. La razón por la que nunca has conocido a tu padre, ni a tu familia es que yo me quedé embarazada a los 21 y tus abuelos me echaron de casa. Del tipo que me dejo embarazada es mejor no acordarse. Yo estaba sola y sin recurso. Intente varios trabajos honrados pero no hay muchas opciones para una mujer embarazada. Cuando me ofrecieron lo de las películas porno estaba desesperada. Lo acepte por ti. ¿Entiendes? Yo no tenía dinero para afrontar tu nacimiento. Era un dinero fácil y luego no puede dejarlo. A la productora le gustaba mi forma de "actuar" y cada vez me pagaban mejor. Pero todo lo hice por ti. ¿Entiendes?
Mi madre se había levantado y caminaba por la habitación y en un momento dado recogió con los dedos un grueso goterón de semen que había caído sobre uno de los muebles jugando con él de forma distraída.
-Como ya ha habrás visto. Todas tus "tias" eran mis compañeras de trabajo, algunas se han retirado y otras siguen en el negocio. Son la única familia que tenemos. Y para todas ellas, tu eres su hijo. Ten en cuenta que sus historias son parecidas a la mía. Ellas tampoco tienen demasiado cariño. ¿Quieres hacerme alguna pregunta?
-¿Y tu te has retirado?
Mi madre se chupó los dedos antes de contestar. Un escalofrió me recorrió la espalda. Mi madre se había tragado mi semen.
Bueno, si y no. Ya no actuó, pero monte mi propia productora de porno. De hay sale el dinero. Pero el porno es algo que no quiero que te salpique. Entiéndeme, no me gusta que me veas haciendo esas cosas, no me siento orgullosa. Además la pornografía no es real. No quiero que tu concepto de sexo lo aprendas de una película.... Supongo que Camila tiene razón en una cosa. Estas en la mejor edad para aprender. A partir de ahora me ocupará de que aprendas como tratar a una mujer.
¿Tu me enseñaras?
Mi madre se puso roja como un tomate
- Yo...eh...sí... no... quiero decir que tus tías estarán encantadas de enseñarte... aunque claro yo tendré estar presente... quiero decir supervisarlo todo. 14 años es una edad muy buena para que un chico pierda la virginidad.
- Entiendo, mama.
-Otra cosa, partir de ahora darás clases particulares para mejorar tus notas y practicaras algún deporte. Haremos de ti un hombre perfecto y las chicas se pelearan por ti. No le hagas caso a lo que dijo Camila. ¿De Acuerdo? Los fines de semana los dejaremos para tu educación... hum...especial.
Y se fue llevándose todas las cintas y dejándome dos ideas en la cabeza. Mi madre había chupado mi semen y en al menos una de esas cintas, aparecía mi madre con 21 años, siendo follada mientras estaba embarazada de mí.
Continuará

Una propuesta indecente, Parte 02 (de iLLg)
4 de enero de 2025 en Relatos SDPA, Jovencitas
"Guarda mis llamadas hasta el lunes, ya terminé". Bill Kirchener cerró el iPhone y lo guardó en el bolsillo de su chaqueta. Ya basta. Ya basta de trabajo por un par de días. Él iba a pagar por este maldito picnic, así que iba a disfrutarlo. Bueno, tal vez "disfrutarlo" era un poco exagerado: pasar el rato en la orilla del lago con un grupo de zánganos, gerentes intermedios y sus familias no era su mejor idea de pasar un buen rato, pero mantenía a las tropas entretenidas, las mantenía luchando por la buena causa de poner dinero en los bolsillos de los accionistas. Y como él era el mayor accionista individual, eso le parecía bien a Bill. Podía soportar un poco de adulación de clase baja por eso.
Además, un par de las esposas de este grupo eran bastante atractivas y, de hecho, reconoció a una morena (¿Ingrid? ¿Inés?) con la que se había acostado un tiempo el año pasado. Había sido una mujer muy guapa; una vez se la folló en su barco, si no me falla la memoria. Su marido había conseguido un aumento por ello, aunque él no lo sabía. Ese habría sido un memorándum que valdría la pena leer: "Al director de Recursos Humanos: denle a Frank o Bob o a quien sea un aumento de 3.000 dólares; su mujer es una excelente chupapollas. Bill".
Sonriendo ante esa idea, Bill salió a la terraza que daba al más bonito de los albergues. Saludó con la cabeza a Torres, su asistente personal, que como siempre esperaba pacientemente cerca. Algunos directores ejecutivos tenían asistentes personales a montones; Bill tenía una secretaria de agenda en la oficina, y Torres se encargaba de hacer las cosas que a veces simplemente eran necesarias. "Sírvete una cerveza", dijo Bill al pasar, "ya terminé por hoy". Torres inclinó la cabeza ligeramente, su manera de expresar su entusiasta agradecimiento.
Bill, que había acogido con asentimiento las sonrisas y los gestos de aprobación de varias personas y había dejado caer una palabra aquí y allá con algún servil adulador, se dirigió al improvisado bar de la playa, el corazón del picnic. Todo estaba calculado, por supuesto: le gustaba que sus empleados pensaran en él como un amigo, un mentor, una figura paterna, pero los despediría a todos mañana mismo sin mirar atrás si eso mejoraba el resultado final.
Después de aceptar una cerveza fría de uno u otro de sus gerentes de fusiones y adquisiciones en el bar de la playa, se dirigió a la orilla del lago, donde algunos de los niños estaban jugando al voleibol. Eva había dicho que llevaría a Theresa a esta reunión, aunque Bill aún no los había visto. Bill tenía debilidad por su hermana pequeña, pero su hija, su sobrina, le resultaba profundamente irritante. Era una niña malcriada. Necesitaba una buena paliza, pero, por desgracia, hoy en día no se podía hacer eso a los niños, tan centradas en los niños parecían estar las cosas.
No, no había ninguna Theresa a la vista (ni al alcance del oído), gracias a Dios. Bill bebió un sorbo de cerveza y sacó el teléfono del bolsillo para poder fingir que estaba ocupado y no tener que hablar con nadie. El partido de voleibol parecía ser un asunto de chicos contra chicas, con niños que iban desde los de tercer grado hasta los adolescentes; mucho ruido y risas, un poco demasiado frívolo para él. Tal vez sacaría una moto acuática en un rato. Eso sí, esa chica con la espuma del pelo castaño era bastante linda (¿qué edad tenía, catorce? Algo así). Mmm, no está mal.
"Me pregunto si mis gustos se están volviendo más jóvenes", reflexionó, mirando el juego con cierta indiferencia. Unos viajes de negocios atrás en el Lejano Oriente se había follado a un par de prostitutas adolescentes, tenían dieciséis años, o eso había dicho el hombre, lo que podría haber significado cualquier edad entre catorce y veinte, pero la sola idea de su juventud había sido un gran estímulo. Las había arrodillado una al lado de la otra en la cama y las había follado por detrás, dándose la vuelta, las dos riendo y charlando alegremente. Claramente se habían afeitado ahí abajo, pero ese aspecto de coño suave definitivamente tenía algo a su favor. Hmm, me pregunto.
Los gritos y graznidos del juego le hicieron levantar la vista. Mmm, qué más da. Estos chicos son demasiado ruidosos. Es hora de que alguien le consiga una moto acuática.
Y entonces la vio.
A menos de diez metros de distancia, acababa de sacar la pelota y estaba preparada, con una expresión de deleite en su rostro, para ver el resultado. El pelo largo y oscuro le caía sobre los hombros; pelo negro, negro azabache, el negro brillante de las sábanas de seda de los opulentos burdeles turcos. Su rostro era un sueño de belleza: la belleza sencilla, abierta y perfecta de la juventud, suave, libre del peso de la vida y el rigor de la edad. ¡Su saque era bueno! La radiante calidad de deleite infantil en su rostro lo dejó sin aliento. Saltó arriba y abajo, estrechando la mano de la morena de catorce años, que de repente parecía desaliñada, sin gracia y vieja.
El cabello negro de la muchacha se arremolinaba mientras celebraba, retorciéndose sobre sus hombros desnudos, enroscándose alrededor de su cuello maravillosamente esbelto. Llevaba un top blanco sin mangas, y el contorno de sus pechos suaves y perfectamente en ciernes lo golpeó como un golpe en el esternón. Se quedó sin aliento; su corazón latió con fuerza; la sangre se le apresuró a subir a la cabeza, a la entrepierna. Su vientre era plano, liso, increíblemente perfecto, su piel de un glorioso color café suave. Llevaba pantalones cortos de mezclilla y unas medias largas y blancas cubrían sus piernas. Tenía... ¿doce, trece años?
Sus pantalones cortos le quedaban ajustados en el trasero, ajustados de una manera que haría dudar a las chicas mayores, ajustados de una manera que casi detuvo los latidos de su corazón para siempre. Sus piernas se extendían en curvas gloriosamente atléticas desde los tobillos hasta los muslos, uniéndose armoniosamente, hipnóticamente, para crear el trasero más fabuloso que había visto nunca, en cualquier lugar. Las putas malayas de dieciséis años que recordaba eran esperpentos en comparación. Tobillos, pantorrillas, muslos, trasero, vientre, pechos, hombros, cuello, toda la perfecta extensión femenina que culminaba en ese rostro absolutamente hermoso con alas de cuervo.
No había otra mujer, ninguna niña en el mundo. Sólo estaba ella.
—¡Viva Camila! ¡Vamos, chica! —La voz de la morena le llegó desde muy lejos. Bill se tambaleó, con la vista nublada, los dedos blancos donde apretaban el iPhone. Su cerebro nadó un poco hacia la realidad; de repente, se dio cuenta de la erección que llenaba sus pantalones cortos, la humedad fría en la punta amenazaba con filtrarse a través de la seda de sus pantalones de traje. ¡Mierda! ¡Cuidado!
Camila.
Respiró de nuevo, relajó el agarre del teléfono y se alejó un poco hacia un pino cercano. Camila. El juego se había detenido y el ángel en forma humana llamado Camila estaba de pie charlando con algunos de los niños mayores, con los brazos estirados en alto, la cadera esbelta ladeada de una manera hermosa, modesta e infantil que hizo que su corazón se acelerara de nuevo. Mientras la observaba, con los ojos clavados en cada poro de su rostro, ella echó la cabeza hacia atrás y se rió de algo que dijo uno de los niños. No había artificio en esa risa, ningún cálculo femenino en ese movimiento de su cabello. Ella todavía era una niña; no tenía idea de lo absolutamente hermosa, lo terriblemente, lo poderosamente deseable que era. Eso hizo que él la deseara más.
Y él la deseaba. La deseaba con todas sus fuerzas, muchísimo, muchísimo. Era una niña y él la deseaba en cuerpo y alma para poseerla, acariciarla, amarla, follarla.
Maldita sea. Su erección palpitaba.
Camila.
Él la quería y Bill Kirchener conseguía lo que quería.
Continuará

La pequeña conejita (de Chjor)
4 de enero de 2025 en Jovencitas, Relatos SDPA
"Eres una conejita muy linda", le dije. "¿Puedo acariciarte?"
Ella asintió, sus peludas orejas blancas con interiores rosados se movieron junto con ellas.
En la televisión, la voz del narrador entonó: "La conejita del este..."
La pequeña conejita se inclinó hacia delante, levantando su trasero en el aire.
"...se aparean promiscuamente..." continuó el narrador.
Puse mi mano sobre su cabeza y acaricié su cabello. "¡Qué conejita más tierna!"
"...las hembras a veces tienen cinco o más parejas durante una cría".
La pequeña conejita se sentó de nuevo sobre sus patas traseras, levantó las delanteras hasta el pecho y miró la televisión. En la pantalla, una conejita estaba agachada boca abajo en el suelo, con la espalda arqueada y el trasero en el aire, mientras otro la montaba. El macho hizo varios movimientos rápidos con las caderas y unos dos segundos después la hembra saltó hacia delante.
"Las conejas hembras no entran en celo, sino que ovulan en respuesta al apareamiento".
El macho saltó hacia la hembra y la montó nuevamente, moviendo sus caderas.
La conejita me miró y arrugó la nariz.
"Las hembras de conejo de cola de algodón pueden parir entre tres y cuatro veces al año, con entre cinco y ocho crías por vez, y generalmente están listas para aparearse nuevamente poco después de dar a luz".
La pequeña conejita me miró, sentada sobre sus patas traseras, y movió la nariz.
"Es debido a esta promiscuidad y al apareamiento casi constante", continuó el narrador, "que el conejo se ha convertido en un símbolo de la sexualidad".
La conejita y yo miramos la pantalla del televisor, que mostraba a una mujer desnuda con orejas de conejita y sus pechos y región púbica borrosos.
La pequeña conejita me miró y movió su pequeña nariz rosada.
"Es también la razón por la que los conejitas son una molestia en algunas zonas agrícolas..."
Agarré el control remoto y apagué el televisor.
- ¿Eres un símbolo de sexualidad, conejita? - Le pregunté.
La conejita me miró un momento. Se mordió el labio inferior y asintió levemente. "Sí", dijo en voz baja con su vocecita infantil y aguda.
-Ven aquí, conejita -dije.
La pequeña conejita caminó lentamente hacia donde yo estaba sentado en el sofá.
Extendí la mano y agarré su camisa. "Las conejitas normalmente no usan ropa, ¿verdad?"
La conejita me miró un momento y luego sacudió levemente la cabeza. "No", dijo en voz baja, con su vocecita infantil y aguda.
Le levanté la camiseta. Ella levantó los brazos para que yo pudiera quitársela. Se le cayeron las orejas de conejita. Las recogí y se las entregué, y ella se las volvió a poner.
Miré el pecho desnudo de la conejita que tenía delante, tan pálido, tan pequeño. No tenía pechos; sus pezones eran bastante anchos, pero no habían erupcionado, planos contra su pecho flaco.
Sus pezones eran tan rosados como las flores de manzano, tan suaves como borlas, tan delicados como flores silvestres.
Me incliné y acaricié la barriga de la conejita mientras agarraba la cinturilla de sus pantalones cortos y los bajaba.
Los pantalones cortos y las bragas de la conejita cayeron a sus pies.
Le besé la barriga. Luego me recosté y miré su coñito desnudo de nueve años, suave y blanco, con su monte de Venus elevándose provocativamente desde su vientre, sus pequeños labios pálidos desapareciendo entre sus piernas.
"Se te cayó tu colita", le dije. La cola estaba pegada a sus pantalones cortos con un poco de cinta adhesiva; le quité la cola y la pequeña conejita se dio vuelta de modo que su pequeño y flacucho trasero de niña de nueve años quedó frente a mí.
Le pegué la cola a su trasero desnudo, luego moví mi dedo hacia abajo desde la cola, hasta su trasero. Lo empujé entre sus muslos hasta que toqué el pequeño coño de nueve años de la niña. Introduje un dedo en ella, solo un poco. Estaba cálida y húmeda.
La conejita se alejó un paso de mí y luego se puso de rodillas. Se agachó y se inclinó, con la panza en el suelo, la espalda arqueada y el trasero en el aire. Me miró. Tenía la cara roja y una mirada seria, tal vez un poco preocupada. Pero movió su naricita rosada.
Me arrodillé detrás de ella, bajé la cremallera de mis pantalones y saqué mi polla.
Empujé la cabeza de mi pene dentro de la brillante carne rosada de su vagina.
Mi cabeza parecía enorme contra la pequeña abertura de la vagina de la niña. Toda su suave hendidura estaba completamente oculta debajo de la cabeza de mi pene; podía sentir su humedad, pero solo contra la punta de mi pene, que era todo lo que me atrevía a presionar dentro de ella. No tenía intención de entrar más por miedo a lastimarla; solo quería tocar su húmeda niñez con la cabeza de mi pene mientras me masturbaba.
Pero cuando comencé a masturbarme, casi involuntariamente comencé a mover mis caderas hacia adelante y hacia atrás, y ella hizo lo mismo, levantando su trasero aún más alto, y en un minuto mi cabeza estaba a medio camino dentro de sus suaves labios húmedos; mientras me masturbaba, me retiré y luego empujé hacia adentro, su coño de nueve años dándole a la mitad superior de mi cabeza pequeños y dulces besos.
—Cindy —dije en voz baja—, quiero introducirlo un poco más dentro de ti, ¿te parece bien?
La conejita me miró y asintió. "Sí", dijo en voz baja, con su voz aguda y infantil.
Agarré mi polla, tiré hacia atrás y empujé hacia adentro.
La espalda de la pequeña conejita se arqueó aún más, hizo una mueca y emitió un pequeño y agudo sonido: "¡Ahhh!".
Toda mi cabeza estaba ahora dentro de la pequeña conejita, su pequeño coño de nueve años se extendía a su alrededor. Me aparté. Mi cabeza estaba cubierta de sangre por el himen roto de la pobre niña.
Tomé un pañuelo de papel y limpié la sangre de mi pene, luego limpié también la sangre de su vagina. Después empujé mi cabeza hacia ella.
El cuerpo de la conejita se tensó cuando la penetré y volvió a hacer una mueca de dolor. Pero no fui más allá; simplemente empujé mi cabeza hacia ella, luego me retiré y volví a empujarla, dejando que su pequeño coño de nueve años me hiciera una mamada.
Me envolví la polla con la mano y empecé a masturbarme mientras su coñito me hacía una mamada. Era increíble lo diminuta que era; cada vez que él la empujaba, mi cabeza tenía que apretarse para entrar en su pequeño agujero. Pero estaba caliente y húmeda, y en menos de un minuto, mi orgasmo comenzó.
"¡Oh, Cindy! ¡Oh, cariño! ¡Me voy a correr!"
La pequeña conejita me miró y movió su pequeña nariz rosada.
Fue la eyaculación más increíble que he tenido jamás. Un chorro enorme de semen salió disparado de mi polla hacia el coño de nueve años recién desflorado de la conejita.
"¡Oh, Cindy! ¡Toma mi semen! ¡Toma mi leche!"
Cuando terminé de tener un orgasmo, me retiré de ella y ella se desplomó de costado. Me acosté a su lado y me incliné para besarla y ella abrió bien la boca. Luego nos quedamos allí, turnándonos para explorar la boca del otro con nuestras lenguas.
Mientras nos besábamos, llevé mis manos a su pecho y comencé a tocar suavemente sus pezones. Ella llevó sus manos a mis pezones y comenzó a tocarlos a través de mi camisa; rápidamente me quité la camisa y ella comenzó a pasar sus dedos por el vello de mi pecho, luego bajó hasta mi vientre.
Cuando sus dedos llegaron a mi vientre, desabroché mis pantalones y los bajé. Ya estaba a media asta de nuevo. Ella bajó aún más la mano y tocó mi pene.
"Cindy, ¿crees que podría ponerlo dentro de ti otra vez?"
La conejita me miró y asintió. "Sí", dijo en voz baja, con su voz aguda y infantil.
La empujé suavemente hasta ponerla boca arriba y me subí encima de ella. Introduje mi cabeza en su diminuta vagina de nueve años. Todavía estaba bastante húmeda por nuestro acto sexual anterior y la penetré con bastante facilidad, a pesar de que su agujero era muy pequeño y mi cabeza muy, muy grande. No obstante, pude empujarla un poco más adentro esta vez, la mayor parte de mi cabeza se aventuró más allá de los restos de su himen y dentro de su diminuto canal vaginal. Sin embargo, esto era lo más lejos que estaba dispuesto a llegar. Honestamente, tenía miedo de destrozar a la pequeña niña.
Me retiré y empujé hacia adentro, mi cabeza pasó a través de su anillo himenal; hacia atrás, luego hacia adentro; hacia atrás, luego hacia adentro. "¡Oh, Cindy, oh, mi pequeño conejita!"
Ella me sonrió y movió su pequeña nariz rosada.
—¡Oh, Cindy, te amo! —grité mientras mi semen fluía de mí hacia su pequeño cuerpo de nueve años nuevamente.
"¡Yo también te amo!" gritó ella con su voz aguda y infantil.
Cuando terminé, dejé mi pene dentro de ella y nos abrazamos fuertemente. “Cindy”, le susurré al oído, “eres la cosa más dulce, más maravillosa y más hermosa del mundo”.
El pequeño conejita sonrió y movió su pequeña nariz rosada.
Fin