El relato erótico "Mi papi y yo" es un texto de ficción, ni el autor ni la administración de blogSDPA.com apoyan los comportamientos narrados en él.

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La niña de tres años quiso saber qué era eso. Era curiosa e inocente por naturaleza y preguntaba con candidez infinita.

-Esto se llama pene, corazón, y se pone así de duro y grande cuando bebitas tan hermosas y buenas como vos lo tocan y lo acarician.

-¿”Pene”? Preguntó la niñita de 3 años al tiempo que acercaba sus manitos al miembro erecto de su padre para explorarlo.

-Sí, y le gusta que bebitas lindas y buenas como vos lo acaricien y lo besen.

La criatura comenzó a palpar lentamente el falo erecto de su padre. Llevó sus manitos por el palo y lo sintió entre sus dedos ¡Vaya que era duro! Y palpitaba. Sentía cómo su pene pegaba pequeños saltitos cada vez que pasaba sus deditos fríos de niña por la punta del “pene” de su papi.

– Así mi amor, acariciálo más. Pasá tus manitos por la cabecita.

-¿Cabeza? La niña miró la punta del miembro. Era redonda y brillante y lisa, y no parecía tener la misma piel que recubría el resto del “pene”. ¡Qué divertido! Podía jugar a las escondidas con la cabeza del pene de su padre: la escondía, la sacaba, la escondía, la sacaba…

Ambos estaban sentados con las piernas cruzadas sobre la enorme cama matrimonial de su papi. Su mami al parecer había sido mala y se había ido con otro hombre que no era su papi hacía tres meses, pero eso no le importaba a ella, porque ahora él la cuidaba exclusivamente y le daba todos los regalos del mundo y le compraba todo lo que quería.

De hecho, no extrañaba a su mami: la había visto muy poco en su corta vida, la mayoría de las veces borracha o gritándole a su papito. A él sí que lo amaba, ¡la trataba como una princesa y siempre le compraba cosas! Además, desde que su mamá se había ido, dormía de nuevo junto con su papi, ¡como cuando era una beba! Cuando su madre se fue, esa misma noche sintió cómo la puerta de su habitacioncita de princesa empapelada de rosa se abría y sentía a su papi entrar y acostarse al lado de ella en su camita.

La cama era muy pequeña para ambos, ¡y su papi era grande, muy grande! Se tuvo que acurrucar bien apretada contra él para que entraran juntos y entonces sintió cómo papá le olía el cabello y se lo acariciaba. Eso le causó mucha gracia y la puso contenta, porque sabía que tenía un pelo rubio muy hermoso y muy largo que le llegaba hasta la colita casi y estaba orgullosa de su pelo porque quería que esté siempre lindo para su papi. Éste se apretó más fuerte desde atrás contra ella y le olía el pelo y su respiración se volvió media rara y empezó a hacer cosas raras con las manos y se las metió en el pantalón de él, eso fue raro, pero estaba bien pensó.

Poco después sintió que una especie de cosa pegajosa le rociaba la parte de atrás de su pijamita de nena, eso fue más raro aún, ¡su papi se había hecho pis en la cama! Pero no era pis, no, era más pegajoso y era extraño, lo tocó con sus dedos y lo olió y su papi le dijo que lo pruebe y se lo lleve a la boca. Ella lo hizo porque lo quería mucho y porque él era muy bueno con ella y lo probó y no era feo, tenía un gusto raro. Desde esa noche dormía todos los días en la cama de su papá. Era divertido, porque ahora que su mami se había ido, le había dicho que ahora le tocaba a ella ocupar su lugar y que lo que hacen los mamis y los papis es dormir juntos en la cama, así que ella lo hacía, aparte se divertía ¡lo quería mucho a su papito! Siempre le compraba cosas y le daba muchos besos y abrazos; cuando su mami se fue, ese mismo día le empezó a dar besos en la boca, como a mamá, le metía la lengua, eso era muy divertido, le hacía sentir cosquillas en la pancita y su papi la besaba y le baboseaba toda la cara pero eso está bien porque eso es lo que hacen los mamis y los papis.

También le tocaba su cuerpito mientras la besaba, le acariciaba su colita y su pelo y a veces la tocaba por debajo de su bombachita que hacía poco había empezado a usar porque ya era una nena grande y los pañales son para nenas chiquitas y ella ya no era una beba, era una nena grande. A ella le gustaba cuando su papi le tocaba el lugar suavecito y sin pelos por donde hacía pipí, la hacía sentirse raro, pero no malo, era lindo, sentía como cosquillas en la panza y no sabía porqué pero entonces mientras su papi la besaba le daban ganas de besarlo más fuerte y de que su papi la tocara más, no sabía hasta donde podría llegar el robusto brazo de su papá pero lo único que sabía era que quería que llegara lo más profundo posible, quería sentir los dedos de su papi hasta el fondo de su cuerpito.

Hacía dos meses que jugaba juegos especiales con su papi. Él le había dicho que no se lo tenía que decir a nadie porque era un secreto entre ellos dos y ella de cualquier forma no quería contárselo a nadie porque le gustaba y aparte le había dicho que si le decía a alguien él ya no podría hacerlo más y lo separarían de ella y eso era algo que no quería ¡quería estar con su papi por siempre! Así que no se lo decía a su señorita ni a ninguna de sus compañeritas de jardín, aunque ellas sí le contaban cosas que le hacían sus papás cuando sus mamás no estaban y que le gustaban así que suponía que estaba bien, ¿no? Cuando estaban solos la llevaba a su pieza y a la cama donde dormían y cerraba la puerta y luego la acostaba en aquella, que era muy cómoda pero las frazadas estaban siempre un poco desparramadas y la pieza un poco oscura, pero eso no importaba porque su papi la cuidaba y luego la desvestía poco a poco y le sacaba su vestidito. ¡Su papi siempre quería que usara vestiditos! Eso era otra de las cosas que le gustaba, que siempre le compraba vestidos lindos y preciosos para vestirse, siempre uno nuevo cada semana, los tenía de todos los colores, pero los que más le compraba su papi eran rosados y blancos ¡que eran los que más le gustaban!

A ella le encantaba probarse siempre las nuevas cosas que su papá le compraba, cuando venía de trabajar venía con un vestido de princesa muy pero muy hermoso todo rosado como a ella le gustaba y como el que salía en la tele en la propaganda de princesas de Disney, así que se lo dejaba poner por su propio papi, él siempre insistía, y luego se miraba en el espejo ¡vaya que era muy hermosa! Ella sabía que su edad eran los tres primeros dedos de su manito y le gustaba vestir vestiditos de princesa o de angelito y su papi la miraba cuando se los probaba ante el espejo y le decía que era muy hermosa y que era su propio angelito ¡y eso la ponía muy contenta a ella porque quería estar muy linda para su papi! Le decía “te amo mucho hijita” y luego la abrazaba y la besaba y le gustaba cómo le hacía caricias y cosquillas en sus lugarcitos.

Su papi la acostaba en la cama y le sacaba su ropita. Primero le sacaba el vestidito blanco o rosado que llevaba puesto ¡y luego le daba besitos en la pancita! Eso siempre la hacía reírse porque le hacía muchas cosquillas y se sentía muy rico y luego su papá le daba besitos por donde hacía pipí pero él ya le había enseñado que se llamaba “vagina” y que como ella era una nena muy chiquitita y muy hermosa tenía una vaginita preciosa le había dicho y luego le encantaba darle besitos y lamérsela, lo cual también la hacía sentirse raro, pero raro diferente, le gustaba mucho y sentía cosas en la pancita y quería que su papi continuara besándole su “vaginita” por siempre. Mientras lo hacía su papi hacía no sabía qué con algo que tenía entre sus pantalones pero luego lo sacaba y sentía cómo le rociaba de ese mismo líquido raro su vaginita. Su papi nunca le había dicho cómo se llamaba eso y porqué no tenía una cosa de nena como ella. Ahora le explicaba por primera vez: se llamaba “pene” y le gustaba que nenas lindas y buenas como ella lo acaricien y lo besen. Nunca había tenido la oportunidad de tocarlo antes.

Su papi le había explicado que lo hacía sentirse muy pero muy bien cada vez que acariciaba su pene y que lo ponía muy feliz que lo besara y lo lamiera, ¡así que ella lo hacía porque quería que su papi esté contento!

Ahora ambos estaban sentados con las piernas cruzadas en la cama de su papá. Ella miraba el enorme y erecto pene de su padre. Era muy enorme y se preguntó cómo había hecho para esconderlo siempre. Su papi le explicó que no siempre estaba así de duro y de grande, que sólo se ponía así por bebas hermosas que se portaban bien, como ella. Eso la hizo ponerse contenta ¡su papi creía que era hermosa y que se portaba bien! Como sabía que le gustaba y lo hacía sentirse contento, empezó a tocar el falo de su papá.

-Hijita, tomálo con las dos manos, así, y acariciálo de arriba para abajo mi amor. Su papi guió con sus fuertes manos las pequeñas manitas de ella y le enseñó a hacerlo sentirse bien. Luego le dijo que se llamaba “masturbación” y que era cuando nenas hacían muy pero muy felices a sus papis. ¡Esa era una palabra muy rara! Trató de pronunciarla bien pero no le salió y se rió y su papi también se río.

-Sos una hijita muy buena y tengo mucha suerte de tenerte. Te quiero mucho hijita.

Luego la besó en los labios y le metió la lengua en la boca como solía hacer porque la quería mucho. Luego le acercó su carita a su pene y le dijo que lo lamiera y le diera besitos a la cabeza.

Su papi comenzó a ponerse raro. Le dijo que lo acariciara más rápido a su pene y ella lo hizo mientras seguía dándole besos.

Luego pasó algo bien raro, ¡salió un líquido del agujerito de la cabeza del pene! El líquido blanco y pegajoso comenzó a rociarle toda la cara, ella no quería, pero su papi sostenía su cabeza firme y dejaba que se llenara de una cosa blanca. Eso no le gustó, ¿por qué le hacía esa cosa fea su papi? Cuando terminó de salir líquido del pene, ¡toda su carita había quedado enchastrada! Sentía la sustancia en sus labios y en sus mejillas y en sus párpados y en su frente. Sacó su lengüita de nena y la probó. ¡Era la misma cosa de cuando su papi había dormido con ella! A ella no le gustaba, pero tampoco le desagradaba, así que se pasó la lengua por los labios para deleite de su padre que veía cómo su hijita se tragaba todo el líquido que había salido de él.

Cuando su pene ya no largaba más, su papi aflojó sus manos de su cabeza y la soltó y se tiró un momento en la cama como si estuviera muy cansado. Luego se volvió a sentar y le dijo que lo que había hecho era algo muy bueno, porque a los papis lo que más contento los pone en el mundo es que las nenas hagan eso y traguen lo que salía de ellos. Le explicó que se llamaba “semen” y que cuando una nena se lo traga eso lo hace muy pero muy feliz a su papi y que también le gustaba verla con su “semen” por toda la cara, que eso lo ponía muy contento y que era un acto de amor porque ella lo quería mucho y él la quería mucho a ella. Entonces comprendió que si quería poner contento a su papi tenía que tragar todo su semen y que por eso él le había sostenido la cabeza, para que lo tragara y lo hiciera feliz.

Luego de esto lo perdonó a su papi, porque no sabía eso, así que se levantó y corrió a abrazar a su padre que la recibió con los brazos abiertos y la abrazó bien pero bien fuerte contra él. ¡Verdaderamente amaba a su preciosa hijita!


Fin

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