Una joven transexual conoce a una joven madre y forman un romance en el que la hija de la mujer se involucra.
Me inicie en la prostitución y en la transexualidad cuando tenía tan solo 15 años. Pero mi historia personal no es la que quiero contarles; sino lo que me ocurrió un año atrás. Tengo 29 años, soy de tez blanca, mido 1.72 sin zapatos, mi cabello es negro y mis medidas gracias a las hormonas que tomo son 125-61-96.
Todos mis clientes son hombres que en su mayoría desean experimentar el cambio de rol o la bisexualidad. En ocasiones suelen pedirme hacer cosas muy locas como practicar tríos sexuales con sus esposas, ser sumamente dominante o sumiso y creía haber hecho de todo en los más de diez años que llevo trabajando en el oficio más antiguo de la humanidad; pero no estaba preparada para lo que les voy a relatar.
Como ya dije todo empezó hace un año atrás; me dirigía a mi lugar de trabajo habitual y como era verano había mucha gente caminando por la calle tomando algo de fresco después de un día muy caluroso. Cuando pasaba junto a un automóvil estacionado último modelo; vi y escuche a una mujer llorar desconsoladamente; me aproxime a ella por la otra ventanilla y le pregunte si se encontraba bien.
Con lágrimas que rodaban por sus mejillas una joven mujer comenzó a contarme que había sido obligada a casarse a los 15 años con un hombre al que nunca había amado y que este la había embarazado en su primera relación sexual y que este no solo la había alejado de su familia y amistades; sino que también del mundo en que vivían ya que prácticamente no la dejaba salir de la casa. También me conto que su esposo había fallecido hacía ya un par de años y que le había dejado una inmensa fortuna pero que sentía que su vida era sin sentido y sin razón.
No sé porque; pero termine consolando y reconfortando a esa joven mujer y olvidándome de mi trabajo. Estuvimos varias horas conversando y a pesar de haberle revelado mi condición de transexual, lo que pareció no molestarle.
Cuando estábamos por despedirnos; nos dimos un tierno beso en la comisura de nuestros labios que en segundos se transformó en un beso muy ardiente y fogoso. Inexplicablemente terminamos en un motel donde tuvimos una agotadora e increíble sesión de sexo y que cuando terminamos ella quiso darme mi tarifa pero yo me negué diciéndole que era mi forma de demostrarle que su vida no estaba desperdiciada como ella pensaba y que tenía muchas cosas por las que vivir.
Antes de que me dejara en mi casa; intercambiamos nuestros números telefónicos como si fuéramos amigas de casi toda la vida y así comenzamos una relación muy especial, en la que la joven mujer me llamaba para después tener tórridos encuentros sexuales.
Habían pasado dos meses de nuestra primera relación y Carmen (así se llama mi amante femenina) me había citado en su casa ya que según ella su hija estaría toda la tarde en lo de unas amigas y también se quedaría a pasar la noche ya que era viernes.
Estábamos de lo más compenetradas en nuestro romance que no escuchamos la puerta principal abrirse. Carmen estaba sodomizando mi trasero con un consolador con arnés mientras yo estaba en posición de perrito; cuando me pareció ver una sombra y dirigí mi vista hacia la puerta del dormitorio pero no vi a nadie. Unos minutos después; un ruido de algo que se cayó nos distrajo a mi amante y a mí. Fue entonces que vimos a la hija de Carmen en una esquina de la habitación y que una de sus manos se encontraba dentro de su pantalón y parecía dar caricias en su infantil vagina.
La joven madre y yo interrumpimos nuestro encuentro sexual y la niña avergonzada dijo que se había vuelto de lo de su amiga por que se había aburrido. Carmen y yo estábamos estupefactas y no sabíamos que hacer ya que la niña continuaba masturbándose observando nuestros cuerpos desnudos.
–Te gusta ver como tu mama me rompe el culo – le pregunte a la niña mientras una de mis manos sujetaba el falo plástico que poseía su madre adosado a su cadera.
–Si – respondió la niña de 11 años para después morderse los labios.
–Te gustaría ver cómo le hago lo mismo – pregunte nuevamente y con mi otra mano blandiendo mi verga como si fuese una espada.
–Si – volvió a responder la niña.
–Te gustaría jugar con nosotras – dije yo sonrientemente.
–Yoli… – dijo sorprendida Carmen ante mi propuesta.
–Porfa… mami… porfa – dijo la niña aproximándose a donde estábamos su madre y yo.
–Tarde o temprano tendrá algún tipo de experiencia – dije yo.
–No se… – dijo Carmen algo pudorosa.
–Porfa mami… me pica mucho la conchi – dijo la niña aun con su mano dentro de su pantalón.
–A ver… – dije yo para después comenzar a quitarle el pantalón a la niña.
En cuestión de segundos, la niña quedo completamente desnuda frente a nosotras y se notaba que debajo de sus pezones comenzaban ya a formarse sus pechos. Carmen beso suavemente a su hija y después lo hice yo.
Susana o Susy como le llamamos nosotras tiene el cabello rubio, ojos celestes y el mismo rostro angelical de su madre y que para quienes no las conocieran fácilmente podrían pasar por hermanas y no como madre e hija.
Después de aquel primer beso; Susy acaricio los pequeños pechos de su madre y después los míos. A continuación y con el mismo orden beso los pezones de cada una de nosotras mientras su madre y yo comenzábamos a acariciar su cuerpo infantil.
Carmen sabiendo que mis conocimientos sexuales eran mayores a los suyos me pidió que tratara con suavidad a la niña y que llevara el control de este trio sexual. Después de eso; comencé a lamerle la vagina a la niña mientras esta y su madre se fundían en un apasionado beso.
Unos minutos más tarde; Carmen le enseñaba a su hija como mamarme la verga mientras Susy estaba recostada sobre mi formando un 69. La niña no resistió mucho tiempo y tuvo un orgasmo muy ruidoso con alaridos y gemidos que retumbaron en la habitación.
Sin darle tiempo a que se recuperara; me coloque entre las piernas infantiles de Susy y dirigí mi verga a su virginal gruta infantil. La niña sollozo por mi introducción a pesar de que lo hice suavemente; pero entendió que el dolor era pasajero ya que era su iniciación sexual.
Carmen volvió a penetrar mi ano con su consolador mientras yo penetraba la vagina de su hija y así estuvimos un largo rato. Cuando anuncie mi llegada; Carmen estaba teniendo su orgasmo y Susy comenzó a moverse más intensamente para que llegáramos juntos a nuestro clímax y así sucedió.
Mientras tomábamos un descanso; Susy comento que sentía como mi esperma salía de su vagina recientemente desvirgada y su madre se zambullo entre sus piernas y comenzó a lamerla. Esto hizo que la niña comenzara a gemir y que yo le depositara mi verga en su boca para que la volviera a erguir.
Poco después; Carmen le ordeno a su hija que se colocar sobre ella y con el consolador que aun llevaba puesto comenzó a penetrarla vaginalmente. Yo me coloque detrás de la niña y comencé a lamer su canal trasero y su orificio anal. Utilizando mi saliva como lubricante y mis dedos; logre dilatar el ano de Susy y sin avisarle que la penetraría dirigí mi verga así aquel agujero virgen. Solo me vasto hacer un poco de presión y me introduje casi por completo en él. La niña de 11 años dio un grito cuando la sodomice pero su madre lo acallo besándola fogosamente.
Carmen y yo comenzamos a movernos casi sincronizadamente por más de media hora y los tres llegamos a nuestros orgasmos, lo hicimos juntos. Las tres nos dormimos abrazadas ya que este último encuentro fue muy agotador para nosotras.
Pasamos aquel fin de semana fornicando de mil y una formas. Carmen me dijo que me amaba y me pidió que no me fuera. También me pidió abandonara la prostitución para quedarme con ella y su hija. Yo acepte porque sentía lo mismo por la joven madre de 27 años y así iniciamos un romance en el que también es participe Susana.
Hoy; madre e hija están embarazadas gracias a mi esperma. Carmen está en su quinto mes de gestación y Susy esta de siete meses.
Fin
Un relato muy directo de un autor clásico.