A los 14 años yo salía mucho a jugar con mis amigos del barrio, los clásicos juegos de las escondidas, encantados, mata-gente, kiwi, etc. , en el grupo de juego estaban niños y niñas de 6 años hasta los 15 años, en ese grupo me llamaba la atención la pequeña Noelia, que tenía unos 7 años, y era la más bonita, por ello siempre que jugábamos aprovechaba en tocarla la cintura o cargarla cuando la alcanzaba, ya que iba por ella siempre primero o a veces ella se colgaba de mí y yo la frotaba contra mí.
Cuando jugábamos a las escondidas ella siempre quería irse a esconderse conmigo, yo aprovechaba para pegarla junto a mí, y al parecer a ella le gustaba, más adelante una de las chicas me dijo riendo que Noelia le había dicho que se había enamorado de mí, yo solo atine a reírme, ya que no podía hacer más cosas con Noelia, porque quizás le contaría a las demás, así que me conforme los toqueteos y caricias a su cuerpito.
Cuando tuve 17 años me mudé temporalmente a la casa de una tía, que tenía su casa de 4 pisos donde alquilaba cuartos y a la vez en el primer piso tenía un minimarket, por lo cual yo estudiaba en las mañanas preparándome para ingresar a la universidad y en las tardes atendía en el minimarket.
Ahí fue donde conocí a la pequeña Emily de 6 años, que era la hija de uno de los inquilinos de la casa, sus padres la mandaban a comprar y yo la atendía, le invitaba unos caramelos, y me gane su confianza, a ella la veía jugar en la calle, y a veces entraba a la tienda haciéndome la plática para que le regale algunos dulces, así que yo a veces aprovechaba que no había nadie en la tienda y la sentaba entre mis piernas para sentir ese traserito bien formadito que tenía, mientras hablábamos de cualquier cosa.
Siempre que la veía afuera la llamaba y ella entraba gustosa por su porción de golosinas, a veces la sentaba en mis piernas, pero para tenerla frente a frente, y mientras le preguntaba cómo le había ido en el colegio con mis manos le frotaba su traserito suavemente, cosa que a ella le parecía algo normal y no veía malicia en ello. A veces buscaba alguna galleta con relleno y lo ponía en mi dedo para ella lo chupara, eso me excitaba imaginando como seria si chupara mi verga. A los meses se mudó y ya no supe de ella.
A veces iba a las cabinas de internet del vecindario donde conocí a Claudia, que era una chica de 20 años que atendía el lugar, y tenía su hermana menor llamada romina de 7 años, yo iba para jugar en las computadoras en las noches, me hice muy amigo de Claudia, por eso ella me tenía confianza, ya veces me dejaba jugar más tiempo de lo normal, y a veces me decía que le cuidara el negocio por ratos cuando ella tenía que salir o tenía que cocinar o hacer alguna otra cosa.
Romina siempre andaba por las cabinas mirando lo que las otras personas jugaban, le gustaba mirar los juegos, con ella también agarre confianza y a veces se sentaba junto a mí y me enseñaba algunos juegos que ella conocía, por eso cuando Claudia me dejaba encargado por ratos que le cuidara el negocio, yo llamaba a Romina y le decía que me enseñe algún juego nuevo en la computadora, y la hacía sentar en mis piernas, ella emocionada me enseñaba y yo aprovechaba para frotar sus muslitos o su traserito y ella ni cuenta se daba por estar concentrada en la computadora. Estuve viviendo con mi tía 2 años de los cuales volví a mi casa cuando ingresé a la universidad, por eso ya no tuve contacto con Claudia y Romina.
Aquí termina la segunda parte, faltan dos partes más de mi historia con las niñas.
Continuará