Las niñas de mi tesis, Parte 03 (de DagonX)

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    Esta publicación es la parte 2 de un total de 4 publicadas de la serie Las niñas de mi tesis
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    – Primero lo primero, dime tu nombre.- sostenía una toalla grande dentro del baño y comenzaba a averiguar la identidad de mi pequeña ninfa a la que había terminado de limpiar de mi esencia que antes le cubría toda la carita.

    – Me llamo Samantha, y vos cuál es tu nombre.

    – Me llamo Javier, tengo 23 años y vos tu edad, que edad tienes Samantita.

    – Diez- dijo levantado sus manos y enseñando frente a mí los diez dedos de su mano.- diez años, pero este año cumplo once sabes, me vas a regalar algo?

    – Mmmm no sé, primero tienes que ganártelo, tal vez luego lo piense, ahora eres mía después de todo. Sabes lo que hacen las putitas verdad Samantita?

    – No, que hacen, yo solo te dije que quería ser tu putita sin saber, me explicas.

    – Tu deber como mi putita es el de hacerme feliz con tu cuerpecito, nada más, y a cambio yo te compro todos los dulces y juguetes que quieras si, estás de acuerdo?

    – Mmmm no sé, mi papi tal vez se enoje cuando le diga.

    – Ehh, no no no no, no le tienes que decir nada a tu papi, si no ya no te deja ser mi putita y te pega más fuerte de lo que te imaginas, entiendes, esto va a ser un secretito, no le tienes que decir a nadie, ni a tu hermano siquiera.

    – …. Pero me vas a comprar lo que quiera verdad?

    – Si, siempre y cuando no sea algo alocado como un poni o un auto.

    – No, yo solo quiero unas muñecas que mi papi no puede comprar porque tengo miedo pedirle nada más, él se enoja feo cada vez que le pido algo.

    – Si es eso no hay problema, pero ahora tienes que ganártelo. – la tome de su carita recién lavadita y la acaricie sus mejillitas rosadas mientras poco a poco acercaba mis labios a los suyos, sus grandes ojos celestes que me miraban con ternura hace un momento se cerraron automáticamente como anticipando el profundo beso que iba a darle en su boquita enjuagada.- Ven Samantita, hora de trabajar.

    Tener a una niña acostumbrada al sexo como Samantha fue en verdad un golpe de suerte, es cierto que niñas como el caso de ella había por montones en el mundo ultrajadas a la fuerza y provocando luego desconfianza de todo ser que se le acerque por el resto de sus vidas, pero toparse con una así a la vuelta de mi casa y de paso que el sexo salvaje y no consentido con alguien mayor que ella le pareciera lo más normal era uno en un millón. Con una niña así uno ya no debía esforzarse en hablar bonito ni en ganar su confianza de a poco, ya que algún otro idiota lo había hecho antes, quizá lo único que me disgustaba del asunto era que no iba a ser el primero o el único en hundirme dentro su pequeño cuerpo, pero eso eran solo detalles menores que estaba dispuesto a obviar.

    Aun con su uniforme manchado y sus labios enrojecidos por la brutal cogida oral de hace unos minutos, la cargue entre mis brazos como una noviecita y la iba besando como loco mientras la llevaba a su pequeña habitación rosada, ese era el lugar en el que quería hacérselo después de todo, no hay nada mejor que cogerse a una niña en su hábitat natural, no iba a dejar pasar esa fantasía así por así. Una vez dentro su habitación la tire violentamente en su cama haciéndola rebotar unas tres veces sobre el colchón, me miro con una sonrisa pícara y juguetona y empezó a dar brinquitos desenfrenados como si estuviera emocionada por lo que estaba a punto de suceder, me saque la camisa que traía puesta y deje al descubierto mi torso que si bien no era del todo musculoso tenia cierto aire de tonificación, Samanta solo miraba sentadita abrazando una almohada blanca que estaba a su lado y ocultando lentamente su carita detrás de forma juguetona.

    De verdad esta niña estaba consciente de lo que sucedía? Quizá para ella solo se trataba de un inocente juego, uno que siempre había jugado con su padre; pero claramente aun obviaba las futuras consecuencias de tal juego si no se tomaban las debidas precauciones, tal vez después iba a ser yo quien le explique los placeres y riesgos de este singular jueguito, pero por ahora solo me dedicaría a disfrutar de ese angelical cuerpecito que me había llevado al borde del delirio por casi un mes.

    Subí a la cama aun con los pantalones puestos, y empecé a tocar las piernitas de Samanta con mis viriles manos, iba recorriendo poco a poco desde la punta de sus dedos hasta la suavidad de sus muslos, bien formados por esa caderita sensual.

    – Mi papi no tiene el cuerpo como vos Javier, y cada vez que me toca siempre está apretando y haciéndome doler mis piernas a veces me saca moretes también, pero vos me haces cosquillitas cuando me tocas, eso me gusta más je je.- la mire a los ojos celestes mientras hablaba y sentí en su mirada como en verdad esta niña ninfómana iba deseando que la tomara de una vez por todas.

    Al ver una foto que había en la cabecera de su cama confirme lo que me había dicho, en verdad su padre era un puto gordo con suerte, poder cogerse a esta preciosura de niña las veces que quiera, ahora sí que estaba celoso.

    – Tu solo estate quietita, ya vas a ver que en un rato te olvidas de tu papi y de lo que te hacía.

    Mis manos llegaron hasta su cintura curveada, y rápidamente desabotonaron la faldita a cuadros que cubría parte de sus piernitas, la saque de un tirón y las avente al piso, lo siguiente eran sus braguitas rosadas que cubrían su más preciado tesoro de mis ojos, se encontraban abrazando su cadera sensual con unas frágiles lazos fáciles de romper si se ejercía la fuerza necesaria en ellos que al verlos hizo que quisiera arrancarlos con violencia lo cual en efecto hice, haciendo que Samantita suelte un ligero suspiro al sentir como su frágil prenda se rompía y se deslizaba fuera de su cuerpo. Al ver nuevamente su carita vi que tenía la boquita abierta mientras empezaba a acelerar la respiración, ver como la iba desnudando la excitaba de cierta manera.

    Ante mí se encontraba lo que tanto habida deseado obtener, esa abertura mágica libre de vello púbico totalmente liso solo para mí, al ver como la miraba Samantha instintivamente iba abriendo más sus piernitas como si me invitara a hundirme en lo más profundo de esos jugosos labios rosaditos, solo unos centímetros nos separaban de la lujuria y yo rápidamente procedí con mi fechoría, bese salvajemente esos labios superiores e inferiores y tantee poco a poco con mi lengua en su interior, en cuanto procedí a ello Samantha se estremeció y rápidamente sus manos tomaron mi cabeza y la empujaban con fuerza hacia un costado, tratando de resistirse a lo que le hacía, pero fue inútil porque yo me hundí aún más en ella haciendo que suelte un grito de placer como nunca había oído antes, normalmente eso me asustaría si estuviéramos en el café internet de a lado frente a tantas personas escuchando pero acá me sentía en total confianza ya que no había nadie en los alrededores, dicho esto aumente aún más la velocidad con la que mi lengua se movía en su interior masajeando su clítoris como un enfermo, Samantha solo podía retorcerse y agitar sus piernas alrededor de mi cabeza mientras sus manos continuaban empujando desesperados por interrumpir el placer que iba generando en su cuerpecito. Mis manos que se encontraban sosteniéndola de su cintura subieron de a poco hasta sus crecientes pechos cuya redondez apenas si se notaba pero eran de lejos mucho más desarrolladas que las de Belén, comenzando de a poco el masaje erótico entre sus pezones rosados que se ponían duros con cada roce que hacía a sus alrededores, gemía cada vez más fuerte y sus movimientos se volvían cada vez más desenfrenados, pronto iba llegar al clímax, yo solo seguía concentrado en el movimiento de mi lengua, ciego a lo que me rodeaba, masajeando su vaginita y sintiendo el roce de sus piernitas abiertas entre mis orejas retorciéndose y haciendo un esfuerzo por liberarse de la excitación que mis labios le producían, habían pasado ya unos siete minutos de intenso trabajo oral por parte mía en su vaginita cuando repentinamente sentí sus cálidos jugos entrar en mis labios y salpicando mi rostro, estalló de una manera violenta y tomándome completamente por sorpresa, nunca me había imaginado en este tipo de situación con una mujer y menos aún con una niña, mientras se venía en mis rostro lanzo un grito de placer que se oyó por toda la casa vacía, seguido de múltiples gritos y gemidos ahogados por la lujuria que de seguro estaba sintiendo en el interior de su cuerpo , su cálido liquido corría entre sus piernas y se juntaba alrededor de la pequeña cama rosada en la que nos encontrábamos manchándola y dejándola humedecida.

    – hha, haa, haaaah, que… que es lo que me hiciste, huhh, haah.- suspirando y tratando de tomar un poco de aire Samantha se reponía de su reciente orgasmo y preguntaba con desesperación qué es lo que hormigueaba en su cuerpo, sus ojitos celestes iban derramando pequeñas lagrimas que iba limpiando de a poco con sus manitos.

    – Eso preciosa es un orgasmo, de seguro tu papi también te los provoca cuando te coge, pensé que ya estarías acostumbrada a esas sensaciones en tu cuerpito.

    – Si, pero no de esta forma, esto es más que con mi papi, debiste avisarme que ibas a hacer eso primero, generalmente mi papi solo me coge con fuerza y nada más luego se va y me deja con un hormigueo dentro, pero no como el tuyo.- su expresión comenzó a cambiar y claramente se veía el miedo y la duda en sus ojitos vidriosos.

    – Y eso que aún no te cojo Samantita, ahora si empieza lo divertido.

    – No, ya no quiero, tengo miedo.- mis manos la soltaron un instante debido a que ella lanzaba pequeñas pataditas al aire alejándome de su cuerpo semidesnudo lo mas que pudieran, pero eso solo me excitaba y enloquecía aún más, salto en un instante de la cama y se puso en plan de huir de mí lo más rápido que pudiera, quizá la idea de tener mi pene en su interior ya no le parecía divertida luego de haber vivido semejante orgasmo solo con el suave masaje de mi lengua.

    Verla escapar con solo su blusita de escuela puesta activo mi instinto salvaje y rápidamente la tome del brazo a unos pasos de la escalera a lado de la puerta de su habitación, ella forcejeo e intento rascarme y morderme, pero al ver que era inútil comenzó a pedir auxilio desesperadamente, acción que también era inútil ya que no había nadie que respondiera a su llamado en esta vacía casa, le tape la boca con mi otra mano y la volví a meter dentro su habitación, su carita llorosa me hacía sentir un poco de lastima pero luego recordé que era ella la que me había pedido mostrarle lo que se sentía tener un miembro de mi tamaño en su cuerpecito.

    – Ya te tengo putita, vas a ver que lo de hace rato no es nada con lo que te espera ahora, te va a doler un poquito al principio pero después la vas a pasar gozando.- la tenía en mis brazos con vista hacia mi mientras mi verga chocaba con su pechito acolchado, todavía forcejeaba pero yo la tenía controlada, la tire al piso alfombrado de su habitación y rápidamente empecé a besarla nuevamente con fuerza en su boquita, mi lengua se enlazaba con la suya cada tanto y nuestras respiraciones se chocaban con cada roce de labios, de alguna manera esto la calmo un poco, pero aun derramaba lágrimas de angustia que mojaban también parte de mis mejillas, la mire un momento desde mi posición y vi que estaba resignada a lo que iba a sucederle, muy bien, era hora de empezar, comencé a buscar su vaginita con mi miembro endurecido mientras ella solo observaba asustada como ese pedazo de carne poco a poco se perdía dentro su humanidad haciéndola sentir inmediatamente en otra dimensión.

    La sensación que recorría en mi cuerpo era indescriptible, se estaba estrecho dentro su vaginita pero los fluidos de su corrida anterior habían hecho más fáciles para mi miembro el seguir entrando casi sin dificultad, nunca había sentido algo así en mi vida, con cada centímetro que penetraba su cavidad me apretaba aún más, la calidez y suavidad que rodeaba a mi pene hacia que quisiera hundirme aún más en su interior, luego de unos segundos había llegado justo al tope de su intimidad, claramente pude sentir como mi punta iba tocando algo raro, debía ser su útero no había otra respuesta, el recibir casi a totalidad a la bestia que había visto en las películas porno de su padre hizo que Samantha nuevamente soltara un grito de dolor, aún más fuerte que los anteriores, seguido de otro y otro. El escuchar esos desenfrenados gritos de angustia uno tras otro hizo que mi cuerpo se estremeciera, y se paralizara un instante, Samantha seguía gritando y sus manos empezaron nuevamente a dar pelea, velozmente las tome y las estrelle contra el piso alfombrado mientras lentamente iba sacando mi masculinidad de su interior para nuevamente volverlo a meter.

    Sus piernas, abiertas a los costados de mi cuerpo, pataleaban descontroladas sin poder hacer nada para evitar la salvaje cogida que su dueña estaba experimentando en ese instante, el bombeo de mi sexualidad se había vuelto más fluido y Samantha con cada empuje que recibía en su interior liberaba un grito fuerte de dolor mezclado también con sus sollozos y gemidos. Su cuerpo temblaba con cada embiste de mi punta con su útero y de su interior empezaba a salir el mismo fluido que había manchado tanto mi rostro como su cama de princesita, esto lubricaba sus paredes vaginales con cada ida y venida de mi pene haciendo que poco a poco el dolor disminuyera dando lugar solo al placer. Una vez que había sentido que sus gritos de agonía se habían convertido solo en pequeños gemidos y suspiros empecé a acelerar los movimientos de mi pelvis y a penetrar aun con más fuerza haciendo que nuestros cuerpos chocaran con cada embestida salvaje produciendo un ligero sonido que me ponía a mil al escucharlo, el sudor de nuestros cuerpos se mezclaba con los aromas eróticos que salían despedidos con cada esfuerzo de placer que liberábamos a cada minuto. Mis salvajes empujes la hacían retorcer y los orgasmos llegaban cada minuto dentro de ella de seguro estaban a punto de enloquecerla, solté sus manitas las cuales sostenía contra el piso e instantáneamente fueron a para a sus dorados cabellos apretándolos y jalándolos con fuerza, en cambio yo me dirigí a su blanca blusita y la desabotone completamente dejando a la vista sus infantiles pezones que fui acariciando mientras la seguía penetrando con fuerza.

    Luego de diez minutos desenfrenados pare un momento para tomar un respiro y poder ver la expresión en su rostro que estaba totalmente rojo y ahogado por la excitación, en verdad esta niña era de aguante, una verdadera fiera, ya que aún mantenía un ligero tono de consciencia aun después de todo lo sufrido. Su agitada respiración se entremezclaba con la mía y nuestros ojos se encontraron como aquella primera vez, sonrió ligeramente con sus cabellos dorados totalmente desparramados en el piso y las manos tocando su vientre que no dejaba de producir ese hormigueo sutil en su interior que la enloquecía con cada minuto que pasaba.

    – Ya casi acabamos preciosa, solo un poco más y vas a estar completamente satisfecha.

    – Vamos, hazlo rápido, hah, hah, hah, ya no aguanto más este hormigueo.

    – OK, ven aca.- la tome de su cuerpecito infantil y la levante del piso duro quitando rapidamente su blusita blanca dejándola completamente desnuda para después ponerla de cuatro.- ya lo habías hecho de perrito con tu papi Samantita?

    -Hah, hah, si varias veces, pero generalmente él prefiere la de misionero.

    – Pues a mí siempre me ha gustado de esta forma, ahora eres mi perrita.

    Dicho aquello comencé nuevamente con el bombeo salvaje de hace rato, haciendo que Samantha soltara un gemido fugaz para volver nuevamente a soltar otro con cada empuje de mi dura asta dentro de su cálido ser, mis manos sostenían sus caderas curveadas como si fueran tenazas y empujaban su cuerpo contra el mío de manera violenta haciendo que mis bolas chocaran con la redondez de sus nalguitas suaves con cada penetrada que le daba. Su mirada se dirigió hacia el suelo y sus manitas le empezaron a fallar haciéndola desplomar nuevamente contra el piso alfombrado, su traserito también cedió y al poco rato la tenía ensartada de espaldas otra vez en el suelo, no me importo y yo seguí con lo mío, profanando más y más su interior hasta el punto del agotamiento, podía sentir como mi esencia se preparaba para liberarse de mí para adentrarse en la pequeña niña que tenía encajada contra el piso gimiendo como puta cada vez más rápido y cada vez más fuerte, era hora, ya no podría contenerlo por más tiempo, los embistes se volvieron más acelerados y violentos y en unos segundos toda la blanca esencia que tenía guardada en mis bolas se depositó dentro del estrecho útero de la pequeña niña de diez años.

    – Ahhhh si, ahhh si, si, si, AHHHH, Samantha.

    – AHHHHHH, ay, ay, ay, ay, ahhhh, ha, ha, ha, ha, ya… ya… ya basta AAYY, ya basta, ya acabaste, uuy eso estuvo… muy adentro, siento algo caliente en mi vientre, que has hecho, hah, hah.

    Samantha no paraba de jadear y retorcerse en el suelo mientras yo caía exhausto encima su curveada espalda, mojada por el sudor y manchada con un poco de semen que había liberado después de acabar en su interior. La voltee y la abrace fuertemente contra mí, al hacerlo pude oír los latidos de su corazón golpear como tambor de guerra mi pecho duro y pude observar las lágrimas que caían por sus mejillas esta vez de placer y no de dolor, acaricie su suave cabello rubio y le di un beso en la frente.

    -Estuviste fantástica Samantita. Has hecho realidad una de mis más grandes fantasías que tenía reprimida dentro mío desde hace bastante tiempo, si te hice daño al principio fue porque estaba perdido por la lujuria que tu cuerpito provoco en mi te pido perdón mi princesita.

    – No Javier, no te preocupes por eso, pero uff esto de verdad fue de otro mundo para mí. Al principio si me dolió, pero luego ya empezó a sentirse bonito, puede que me acostumbre a eso. – la oí decir ya más calmada y volviendo a tomar esa actitud de niña grande, se puso de rodillas y se acercó sus labios a mi boca besándola lujuriosamente.

    – Y ahora que Samantita, quieres seguir con nuestro acuerdo secreto, o prefieres que lo de hoy sea lo último.- solté la pregunta cuando dejo de besarme, ella solo me miro y haciendo una mueca de reflexión contesto.

    – Fuiste muy rudo conmigo Javier, mi boca se va aponer toda hinchada por la cogida que me hiciste por ahí cuando entraste y por un rato pensé que tu cosa iba a partirme en dos cuando empujabas fuerte, no se Javier… tal veeez… – hizo una pausa dramática mientras yo estaba listo para oír su negativa a la propuesta, después de todo tenía razón la había tratado mal desde el principio, con solo el hecho de violar su boca de la forma en que lo hice no merezco perdón, supongo que era hora de volver a la rutina de siempre y acabar la tesis para así poder graduarme e irme muy lejos de acá. Volví mi atención nuevamente hacia ella mientras me daba su respuesta definitiva.

    – Tal vez, no se… pueda acostumbrarme. Sí, creo que puedo acostumbrarme a tu forma de jugar, pero para la otra avisas antes de entrar a mi casa para que me prepare está bien?

    Yo quede impactado con su respuesta, aun después de como la había poseído salvajemente ella aun confiaba en mí, mi cara se llenó de alegría y mis memorias hicieron un nuevo lugar para este momento colocándolo en el primer puesto entre los mejores recuerdos de mi vida. Todavía tendido en el suelo, Samantha apoyo su cabecita en mi cuerpo y descanso al fin de todas las emociones que había experimentado en esos últimos cuarenta minutos, totalmente agotada y somnolienta, tomo mi brazo y se cubrió con ella, era una escena tierna y romántica como salida de una película.

    – Samantha, eres la mejor.


    Continuará

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