La depravación de una madre, Parte 04

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    "Yo creo que ella necesita un hombre." Dijo Pablito, con su manera de hablar.

    Patty dijo casi sin dejar de hablar a su hermano: "Mi amiga dice que cuando una mujer está buscando un hombre se porta muy cariñosa, o es muy regañona. Yo creo que mi mamá está muy cariñosa."

    "Si bueno, parece que el tipo de anoche la dejo cachonda. Y yo estoy casi segura que ahorita esta masturbándose, pensando en el palo de ese tipo."

    "Juanita que estás diciendo. Ver para creer." Dijo Pedrito.

    "Lástima que el tipo se fue tan rápido, me hubiese gustado ver más acción. De seguro el tipo hubiera cogido a mi mamá." De nuevo Patty dijo sin pensarlo mucho.

    "De seguro a Pablito y a Pedrito le hubiera gustado eso." Dijo Juanita.

    "Lo dudas acaso." Dijo Pablito.

    Mientras hablaban entre ellos escucharon la puerta del baño abrirse y a su mamá salir envuelta en un paño, que escasamente cubría sus nalgas. Ellos nunca habían visto a su mamá salir del baño de esa manera, siempre iba en una bata de casa que casi llegaba a los tobillos. Los niños se miraron entre sí como si querían decir: ¡tenemos razón!

    Su mamá fue a su cuarto, y al rato salió con una bata como era su costumbre. Cuando estuvo frente a ellos. Dijo: "Bueno niños, ¿Cómo estuvo la escuela hoy?"

    Todos asintieron con su cabeza como era su costumbre. Entonces Juanita dijo:

    "¿Mamá que paso con el tipo, que estaba huyendo de la policía?"

    María miro a Juanita con conocimiento, entonces dijo: "Escuché que lo aprendieron de nuevo. ¿Por qué preguntas?"

    "Pensé que iría a la policía a poner la denuncia."

    "¿Para qué? Es mejor tener la policía fuera de nosotros."

    "¿Mamá pero el tipo te estaba violando?"

    "Bueno casi. Pero que importa ya paso."

    "¿Mamá, eso sonó extraño?"

    María miró la cara de sus niños, como si todos estaban interesados en cada palabra que ella decía. "Si yo digo que me sentí un poco decepcionada. ¿Eso estaría mal para ustedes?"

    Los niños se miraron entre sí, luego como una sola voz dijeron: "No, claro que no" Patty agrego: "Lo de anoche estuvo Cool. Un poco asustada. Pero nada más."

    María cepillo la cabeza de la pequeña Patty, entonces dijo: "Yo también estaba un poco asustada."

    "¿Mami cuando viene de nuevo ese tipo?"

    "No, creo que venga más cariño. El está preso de nuevo."

    "Jajá, jajá Pablito y Pedrito se quedaron con las ganas."

    "Cállate Patty ¡Sapa!" Dijo Pedrito.

    "Basta de peleas entre ustedes, niños. A ver Patty. Termina lo que quieres decir. ¿Con las ganas de qué?"

    "Con las ganas de que el tipo te cogiera, y ellos ver todo."

    Las manos de Juanita fueron a la boca, mientras esperaba lo que fuera hacer su mamá. Ella nunca había permitido que ellos dijeran palabras vulgares. Pero en vez de un regaño o darle una bofetada, como había hecho con ella cuando tenía la edad de Patty y se le salía una palabra vulgar. Su mamá sonrió, por la travesura de su hermanita. Entonces dirigiéndose a Pedrito y Pablito, dijo: "¿Ustedes niños han visto a una mujer desnuda?"

    "Bueno no, a una mujer madura, pero yo he visto a Juanita y a Patty desnudas." Dijo Pablito.

    "¡Cállate Pablito! Mentira mamá." Dijo juanita.

    "Es verdad mamá. El otro día ella estaba bailando desnuda en su cuarto. ¡No me digas que no, juanita porque te vi! Ella estaba en la computadora. Cuando se dio cuenta que yo la vi entonces cerró la puerta. Y a ti también te vi Patty, también en la computadora."

    La cara de Juanita se puso roja como una remolacha. Quería salir corriendo a su cuarto. Era verdad lo que decía su hermano. Una vez él y Pedrito la vieron desnuda mientras ella estaba en la computadora. Aquel día había olvidado cerrar la puerta, porque sus dos hermanos estaban fuera jugando fútbol, pero empezó a llover y ella no se dio cuenta. Entonces cuando ellos regresaron a la casa. La vieron desnuda. Ella y su hermana les gustaba andar desnudas por la casa cuando están a solas. Pero ellas prometieron que ese sería su secreto. Ahora su mamá sabía el secreto. Y el miedo recorría por su cuerpo. María no estaba sorprendida por lo que había escuchado. Ella sabía que sus dos hijas eran exhibicionistas, justo como era ella. Ella también a veces andaba desnuda por la casa, cuando estaba sola. Y se imaginaba que alguien llegara a la casa, de repente y no le diera tiempo de vestirse. La visión de verse desnuda, delante de otra persona extraña, incluso sus hijos, la hacía temblar de emoción. María respiro profundo, entonces dijo:

    "Uhm, parece que aquí hay una casa llena de secretos. Me alegra que estemos siendo sinceros. ¿A ver niños, ustedes no tienen ningún secreto?"

    Los dos jovencitos se miraban entre sí. Como si uno le dijera al otro con la mirada, cuidado con hablar. María vio la mirada de confesión, entonces agrego: "No tienen de que temer, aquí todas estamos siendo sinceras. Yo ya les dije que soy un poco exhibicionista. Y sus hermanas también, parece que comparten mi fetiche. Pero de ustedes no sabemos nada. ¿Verdad niñas, que cualquier cosa que nosotras sepamos, de nosotras y de ellos, ninguna otra persona lo va saber?"

    Juanita, ya se había tranquilizado. Parecía que a su mamá no le importaba. Entonces ella y Patty se miraron y con una mueca, asintieron lo que su mamá acababa de decir. María todavía veía el temor en los niños. Entonces con una voz, que implicaba mando, como si estuviera regañando dijo: "¡Que les pasa, ustedes tienen bolas, o no!"

    Pedrito entonces dijo: "Bueno es que a nosotros nos gusta también jugar desnudos en los arbustos que están en la colina."

    "¿Qué hacen ustedes desnudos en la colina? Ustedes dicen la colina que esta próxima de la granja donde vive la zorra de Doña Elena que parece que tiene un hobby por estar embarazada. En el tiempo que la conozco ya ha dado a luz como a cinco."

    Patty dijo: "Ya tiene ocho hijos"

    "Y el mayor debe estar de la edad de Pedrito. ¿Bueno y que hacen ustedes desnudos en esa colina, detrás de los arboles, Acaso masturbándose mientras están fisgoneando para la casa de Doña Elena?"

    "Sí, bueno lo que pasa es que donde estamos se ve completico el lavandero que está al lado del baño de los obreros. Y parece que doña Elena lava cada tarde cuando los obreros se van a bañar."

    Pablito continuo: "Si mami. Ella siempre está lavando cuando los obreros van a bañarse."

    "¿Y qué tiene que ver que ella lave cuando los obreros se están bañando?
    Acaso ustedes tienen un fetiche por las mujeres que lavan."

    "No. Claro que no. pero siempre uno de los obreros va donde está Doña Elena y la coge allí mismo, detrás del lavandero, antes de meterse al baño."

    "Y siempre es uno diferente. Mami"

    "Yo siempre pensé que esa mujer era una zorra y no me equivoque. Y ustedes se masturban mientras ven a esa perra ser cogida por uno de sus obreros. ¿No es así?"

    "Al principio, solo mirábamos y nos regresábamos a la casa. Pero el otro día que no tuvimos clase, fuimos en la mañana. Entonces cuando llegamos."

    Pablito añadió: "Doña Elena y sus hijos estaban jugando desnudos en la grama del patio. Todos desnudos, mami."

    "¿Qué estaban haciendo desnudos?"

    "Estaban jugando con una manguera, pero mientras, doña Elena lavaba el burro, que ella siempre lleva para el pueblo."

    "también estaba desnuda. ¿No es así?"

    "Si. Entonces nosotros nos pareció muy divertido y nos desnudamos, también. Después de ese día nos gusta estar desnudos, escondidos entre los árboles. Entonces cada vez que estamos en el campo y sabemos que nadie nos ve, jugamos desnudos." La conversación terminó y cada uno se dedicó a sus cosas de costumbre, mientras María fue a preparar la cena. Después que los niños estaban acostados después de cenar, María fue a la salita donde estaba el pequeño altar de su esposo. Después de cambiar las flores y las velas, ella se arrodillo frente al retrato como era su costumbre. A pesar que ella se había masturbado en el baño, sin embargo la calentura que sentía no se le quitaba. Sentía rabia y frustración, cuando ellos eran pareja, ella se sentía satisfecha. Pero ahora sentía un vacio, y desde unos días para acá solo pensaba en sexo. María se levantó y fue a su cuarto. Mientras trataba de conciliar con el sueño, las imágenes de todas las cosas que había visto en la casa de la mujer del reo, y la conversación que tuvo con sus hijos, no se apartaban de su mente. Ella tenía que masturbarse de nuevo. Después de su orgasmo, quedo tendida en la cama, entonces pensaba, si acaso sus hijos no se irían a sus cuartos a masturbarse también. Una sonrisa se dibujo en su rostro. Parecían que el exhibicionismo corría por sus hijos también. Pero no solo en su familia. También parecía ser algo común, por lo menos eso parecía. Allí estaba Ana la esposa del reo, y también doña Elena, si lo que le dijeron Pedrito y Pablito era verdad. Ya era casi media noche y el sueño parecía haberse ido de ella. Menos mal que al siguiente día no tenía que ir a trabajar.

    Después de un rato más, ella decidió ir a la cocina por un vaso de agua con azúcar. Los días eran calurosos por esta fecha, por lo que María dormía en unos shorts de algodón holgados, sin pantaletas, y con una franela holgada de algodón. Ella se levantó de la cama y fue por su bata, pero entonces, pensó y dejo la bata, en cambió se quitó los shorts y la franela quedando desnuda, buscó la linterna que tenía en su cómoda y salió del cuarto así como estaba. La casa estaba a oscuras, y callada, entonces encendió la linterna, y empezó a caminar hacia la cocina. Después de preparar el vaso de agua, ella fue a la ventana de la cocina y la abrió, una brisa fresca entro recorriendo su cuerpo. La luna estaba llena y se podía ver a lo lejos. Incluso la carretera se veía iluminada. Todo estaba quieto, a lo lejos se podía ver la colina y los arbustos donde jugaban sus dos hijos varones, y de donde fisgoneaban a doña Elena. La calentura estaba de nuevo recorriendo su cuerpo. Parecía que había sido poseída por un espíritu del sexo. A ella no le importaba. Inconscientemente, ella empezó a frotar su coño, y se sentía bien. Quería regresar a su cuarto a masturbarse, pero entonces y comenzó a masturbarse allí en la cocina, con la ventana abierta.

    La sensación era agradable, y su coño quemaba, ella frotaba su coño y manoseaba sus tetas. De repente se dio cuenta que alguien de la casa podría ir a la cocina y verla allí, pensó, pero ya no le importó. Entonces en cambió ella tomo la linterna y la encendió luego salió de la cocina y empezó a caminar por la casa mientras con la mano libre no dejaba de estrujar su coño y tetas. Cuando estuvo frente al cuarto de Pablito y Pedrito, asió con cuidado la cerradura de la puerta y la giró, esta estaba sin seguro. Entonces abrió lentamente para no hacer tanto ruido por el crujido de la puerta y entro. El cuarto no estaba tan oscuro porque el reflejo de la luz de la luna traspasaba la ventana que estaba abierta. Ellos dormían en una cama grande que había sido de los abuelos. Los dos jovencitos estaban descubiertos por el calor que estaba haciendo. Ellos dormían en calzoncillos largos y holgados. María se acerco y se arrodillo al lado de Pedrito. Entonces acercó su nariz a la horca y con la mano suavemente toco la horca del calzoncillo. Como ella suponía estaba húmeda, y olía a semen fresco. Luego muy cautelosamente desbotonó la cremallera y abrió las alas del calzoncillo. A pesar que Pedrito solo tenía trece y el palo estaba flácido, María pudo ver que este medía unos buenos quince centímetros. Y era grueso como unos tres centímetros. La cabeza era más gruesa. Mientras miraba el guevo de su hijo, ella no dejó de masturbarse. Luego de unos minutos, fue al otro lado donde estaba Pablito. Con Pablito hizo lo mismo. Después de comprobar que su pequeño de once también se había masturbado, y después de unos minutos de admirarse también con el palo de Pablito. Ella se incorporó, entonces se quedo admirando los pequeños guevos de sus hijos por un rato, mientras no dejaba de estrujarse ella misma, las tetas y el coño. Entonces cerró la cremallera de los shorts con cuidado, y abandonó el cuarto. Después fue al cuarto de las niñas, pero cuando intentó abrir, la puerta tenía seguro. Ella se sintió decepcionada, le hubiese gustado entrar al cuarto de sus hijas también, pensaba. Entonces se imaginó que quizás la ventana del cuarto estaba abierta, como era con sus hijos, aquella noche estaba haciendo mucho calor.

    Entonces se dirigió a la puerta de servicio que estaba en la cocina, y daba afuera. Cuando se sintió afuera, la brisa baño su húmedo cuerpo. También el perro guardián, que siempre se echaba al lado de la cocina por la puerta de servicio vio que su ama salía de la casa. María también vio al perro que se acercaba a ella. En otras circunstancias, ella lo hubiese espantado con un "¡VETE!" pero en ese momento lo menos que ella quería era hacer algún ruido que despertara a los de la casa, pusiera en alerta los otros perros, de sus vecinos. Menos mal que el perro, rápidamente reconoció a María y se acercó, moviendo la cola. Cuando el perro estuvo al alcance de su mano, María le acarició la cabeza, que estaba más o menos a su cintura, mientras con muecas trataba de decirle que no hiciera ruido. Ella empujaba al perro como si quisiera que entendiera que regresara de nuevo a su casa, pero el perro, parecía no entender. María se cansó de hacerlo entender, entonces se rindió y dio media vuelta y empezó a caminar alrededor de la casa hacia la ventana del cuarto de sus hijas. Cuando llegó al cuarto, efectivamente notó que estaba la ventana abierta, aunque había una cortina que no permitía ver para adentro. Ella con cuidado retiró la cortina, y pudo ver la silueta de sus dos hijas en la cama, grande donde ellas dormían. Sus dos hijas estaban completamente dormidas, pero María también noto que la cabeza de una estaba para los pies de la otra. Ella buscó apoyarse en el protector de la ventana para ver bien, entonces de repente, sintió una lengua fría y babeada en su coño, desde atrás. María dio un salto en el sitio del susto, y ahogo un grito, que pudo haber despertado a todo mundo. Pero rápidamente se repuso y con la manó trataba de echar el perro hacía atrás, pero este era demasiado grande. Al momento toda la horca estaba completamente mojada de la saliva de perro. Pero también de su propia humedad. Ella nunca en su vida había sido lamida en su coño por alguna lengua. Pero este perro la tenía al borde de un orgasmo, casi en unos segundos. María no quería perder el equilibrio por lo que se apoyo a la ventana, y abrió sus piernas lo suficiente para darle mejor acceso a la lengua del perro. Al rato María estaba meneando su trasero en la cabeza de Guardián. El perro parecía no cansarse, y María ya había estado en esa posición por unos quince minutos, y tres orgasmos. Al fin el perro se retiró y María se soltó de la ventana. Cuando María se giró vio al perro lamiéndose su propio palo. Jamás en su vida ella se imaginó que un perro tuviera un palo de ese tamaño, este estaba colgando de su barriga y casi llegaba al suelo. María podía calcular unos treinta centímetros por lo menos de largo, y unos cinco de grueso. `Dios mío es enorme, y aún no está completamente fuera de su bolsaí, pensaba. María entonces regresó a su cuarto. Para entonces ya estaban cantando los gallos.

    Cuando María se despertó en la mañana, ya era casi mediodía, los niños ya estaban en la escuela. Ella estaba orgullosa de sus hijos, porque en días como el de hoy, ellos no dependían de ella, sino más bien ellos se las arreglaban. Lo primero que le vino a la mente fue la aventura de la noche anterior. María se toco su horca y noto que el short estaba pegajoso.

    Entonces se apoyo con el brazo y se miro, y noto que sus muslos estaban todos llenos de saliva seca de perro. Ella se levanto de la cama para meterse en la ducha, pero extrañamente el sentirse sucia la excito. Entonces revisó en sus apuntes, si aquel día recibía visitas, pero como tenía el día para ella, decidió quedarse así. Ella se levantó con sus shorts holgados de algodón y la franela holgada que usaba para dormir. Fue a la cocina y abrió la ventana, entonces miro el campo, y la carretera a lo lejos por donde pasaban de cuando en vez, un automóvil o una bestia arreada por alguien, a veces iban transeúntes que iban a pie al pueblo. Ella se quedo mirando la carretera por un tiempo, entonces desvió la mirada a los potreros y los sembradíos. Ella podía ver a lo lejos el reflejo de algún trabajador. Después miro la colina donde jugaban los niños, en las tardes.

    Ella entonces miro la perrera, donde probablemente estaba Guardián. Su coño empezó a picar, y María empezó acariciarlo a través del short. Abrió la puerta para salir donde estaba la perrera, entonces una sonrisa picara se dibujo en su rostro y fue a su cuarto. Busco y se puso una falda sin pantaletas que una vez había comprado, porque le pareció sexy pero nunca se la había puesto. La falda era de algodón y era apretada en su vientre y caderas pero holgada desde las caderas, era corta y escasamente cubría medio muslo. El objetivo de la falda era que la mínima brisa la levantara exponiendo sus nalgas y la horca de las pantaletas. Ella alguna vez pensó en usarla en el pueblo, pero nunca tuvo el coraje. Luego se puso una franela sin sostenes. Luego de verse en el espejo salió de la casa. Las personas que pasaran por la carretera, estaban como a cincuenta metros, y de seguro no pensarían nada extraño. Ella fue directo donde el perro, y justo como pensaba este estaba dentro de la casa, pero como era la costumbre de su hijo Pedrito lo amarraba con una cadena, para evitar que fuera a morder algún desprevenido. Guardián salió de su casa cuando sintió que alguien se acercaba, cuando vio a María movió la cola. María se detuvo frente al perro, sin saber qué hacer, miro de reojo para ver si tenía el palo fuera, pero no era así. Entonces ella se acercó al perro, acaricio su cabeza, miro a la carretera y levanto la falda, exponiéndole su coño. El perro olió la saliva seca y dio algunas lengüetadas al coño. María se mantenía mirando por si alguien pasara por la carretera. Después dio vuelta y le puso su culo, justo como había estado expuesta la noche anterior. El perro lamió por un rato, mientras María gemía, pero sin quitar la vista del camino. El perro no dejaba de babear que corría por sus muslos, María entonces se le ocurrió quitarle la cadena que lo sujetaba al cuello. Cuando el perro se sintió libre se abalanzo sobre ella, y casi la hace caer. María tuvo temor porque el perro era muy fuerte y de seguro la echaría al piso si lo intentaba de nuevo, y eso podría hacer que cualquiera que pasara por la carretera se diera cuenta y entonces, crearía un alboroto. Ella pensó rápidamente entonces corrió a la cocina. El perro perdió el interés y se echó al lado de la casita. El coño de María picaba y quería aporrearlo, cuando llevo su mano al coño este estaba completamente mojado con saliva que corría por sus muslo y goteaba en el piso, se sentía sucia pero también su calentura la tenía al borde. Ella se froto duro el coño con su mano, pero cuando estaba al borde del orgasmo, retiraba su mano. Esta sensación de estar en excitación, sin acabar le gustaba.

    Ella quería sentir de nuevo la lengua del perro. Pensó en llamarlo, o llevárselo a un sitio donde nadie la pudiera ver, pero el reto de ser expuesta a cualquiera que pasara, la excitaba aún más. Entonces salió de nuevo de la cocina y camino donde estaba guardián. El perro no parecía interesado. María se agacho, comenzó acariciándolo de cabeza a la cola, mientras miraba alguna señal de excitación. Entonces empezó acariciar la vaina del perro, como si quisiera masturbarlo. Segundos después un palo rojo empezó a salir de la vaina. Rápidamente este empezó a crecer y minutos después unos 30 centímetros de carne roja colgaban de la barriga. Este era más o menos el tamaño que ella había visto, la noche anterior.

    Las voces de personas que reían en la carretera, la distrajeron de la tarea, e hizo que ella soltara la vaina, y se acomodara, en una posición decente, entonces miro a la carretera. Era una familia que iban caminando hacia el pueblo, los niños jugaban y reían cuando pasaron frente a la casa, vieron a María y al perro; entonces el esposo y la señora, dirigieron un saludo con los brazos, mientras seguían sin prestar atención a lo que estaba haciendo la mujer. María volvió su atención de nuevo al perro, mientras admiraba el tamaño de ese guevo, se maravillo que pasaría si ella seguía manipulando la vaina. Pero con el perro echado sería muy difícil. Entonces ella tomo la cadena y amarro de nuevo al perro, mientras lo animaba a levantarse, halándolo. El perro se resistió al principio pero después se levantó y siguió a María. María llevo al perro a un árbol que estaba cerca y lo amarro asegurándose que no se pudiera echar de nuevo, en la posición donde estaba, se ocultaba de la carretera, y al menos que alguien verdaderamente se fijara, ella podría no ser vista. María se agacho de nuevo, y empezó a manosear la vaina del perro, de una manera desenfrenada, al rato ella ya estaba echada en la grama, y el perro presumía sus treinta centímetros, que tenía antes. María ya no le importaba nada y desvergonzadamente empezó a bombear el palo del perro, a los minutos este estaba de unos 40 centímetros de largo y cinco de diámetro, con una hinchazón en el centro que era como de 8 centímetros de diámetro, de repente el perro empezó a bombear y un chorro de cum baño el rostro de María que la tomó por sorpresa. Parte del chorro fue directo a su boca que la tenía abierta, María trago y el sabor no le pareció nada malo. María quedo en la grama, mientras se reponía del orgasmo que había tenido sin ni siquiera tocarse, de repente el ruido de un motor le dijo que era el autobús del trasporte escolar. "Coño, los muchachos" dijo en voz alta y rápidamente se repuso y llevo al perro de nuevo a la perrera. Entro justo a la casa cuando a lo lejos se podía ver l silueta del autobús.
    María corrió a la ducha.

    Mientras María estaba en la ducha escucho la voz de Patty que decía: "¿Mami, mami, podemos bañarnos afuera con el chorro del tanque? Hay demasiado calor."

    Había días, especialmente en verano, que los niños acostumbraban a bañarse en el patio trasero de la casa. El patio detrás de la casa daba a los cafetales. Y en estos días los trabajadores estaban recogiendo caña, por lo que ellos tenían privacidad. María grito: "Esta bien cariño, mientras yo preparo la comida." Ella escucho los niños gritar de alegría y todos corrieron a sus cuartos a prepararse, para el baño.

    María sentía unos deseos locos de masturbarse, pensando en toda la aventura que había vivido en las últimas horas, pero ella quería estar en fuego, y cachonda, como una perra en calor. Después de bañarse, fue al cuarto y se puso una bata de casa. Pero sin ropa interior, luego fue a la cocina y preparo la comida. Luego de terminar, como una hora después, fue donde los niños. Los niños habían abierto el chorro de un tanque aéreo grande que utilizaban para llenar los tanques donde se limpiaba el grano de café, en temporada. Ellos habían tapado el desagüe del tanque y estaba casi lleno. El tanque era pequeño y a lo más llegaba a la cintura de Pedrito. Pero del tanque caía una chorrera. Los niños llevaban puesto los shorts que siempre usaban cuando se bañaban en la chorrera: las niñas y los niños las franelas largas y shorts que llegaban a las rodillas. María llego hasta donde ellos y se sentó en un banco que estaba alrededor de una mesa grande de cemento que estaba al lado del tanque. Unos segundos después se levantó y regresó a la casa, los jóvenes se extrañaron, se miraron entre sí, pero siguieron con sus juegos, luego escucharon la máquina de coser, y como media hora después su mamá regreso de nuevo.

    Los niños se quedaron mirando lo que traía en la mano. Cuando estuvo de nuevo en el asiento, María dijo: "Juanita. Patty tomen póngase esto." Entonces le lanzó a cada una unas prendas. Las jovencitas se quedaron mirando, y Juanita dijo: "MAMÁ que le hiciste a mi pantalón de jean."

    "Tú tienes suficientes pantalones de Jean para estar preocupándose por uno. Vamos dense prisa, y no hagan que me arrepienta. Y ustedes niños, quítense esos shorts."

    Pablito dijo: "¿Mami y que nos vamos a poner?"

    "Se quedan en la ropa interior. Aquí todos somos familia, porque la pena. Vamos niñas que esperan. Y no usen ropa interior."

    María miro como sus dos muchachos descascaraban los pantalones cortos y quedaba en ropa interior. María noto que los muchachos, estaban cachondos, y trataban de ocultar sus palos, cubriéndose con el agua del tanque que ya estaba casi lleno. Al rato Juanita y Patty salían de la casa. Las quijadas de Pedrito y Pablito casi se caen cuando vieron, a sus hermanas. Mientras que a las niñas no parecía importarles, como sus hermanos las miraban, si acaso, les gusto. Ellas llevaban shorts calientes, pero más cortos aún, vulgares, era la palabra. Ninguna joven o dama decente usaría. Las nalgas quedaban completamente expuestas, y la horca del short quedaba prácticamente encajada. Las franelas estaban justo por debajo de sus tetas, que con el mínimo agache, estas quedaban expuestas. A María le gusto lo que vio y dijo:

    "Ve, así está mejor. Ahora si se pueden quitar todo el sucio. ¿Yo voy a traer la comida y todos vamos a comer aquí afuera que les parece?" todos aplaudieron. Las jovencitas parecían cómodas exponiendo sus cuerpos a sus hermanos, y a ellos no parecía importarles tampoco, al rato estaban de nuevo jugando, como si toda la vida ellos se habían vestido de esa manera.

    El siguiente día era libre en el colegio. Entonces María propuso que aquella noche fuera a la feria del pueblo, todos estaban aplaudiendo. Cuando había ferias en el pueblo los habitantes estaban casi todo en las calles disfrutando de todas las actividades que se organizaban. Las otras veces que habían ido a una feria fue con su papá. Ellos iban y se divertían en los juegos que montaban y después comían algo, y luego regresaban a la casa. María se puso una falda corta de las que usaba a veces cuando iba al pueblo; escasamente le cubría medio muslo y era suelta, que la brisa la hacia volar, acompañada con una camisa a medio abotonar que dejaba al descubierto los globos de sus tetas, acompañada con botas de cuero de tacón alto y sombrero de vaquero. Cuando ella salió del cuarto, los niños estaban esperando en la sala, los varones no podían creer lo que veían, su mamá en verdad era un monumento para ver, y aunque estaban un poco asombrados por la manera de vestir de su madre, ya se estaban acostumbrando a esta nueva conducta de su madre. Mientras las niñas estaban vestidas con su habitual ropa, cuando salían al pueblo, para las ferias: pantalones y camisas con botas y sombrero de vaquero. Cuando María
    vio a sus hijas dijo:

    "Juanita, ya es hora que empieces a salirte de ese closet, anda y te pones algo sexy."

    "¿Mamá, que estás diciendo?"

    "No es lo que siempre has soñado. Que otros te vean."

    "Sí, bueno pero es..."

    "Nada, cuando yo era de tu edad me moría por vestir sexy, y yo se que tu quieres lo mismo. Vamos deja de ser tan mojigata."

    La pequeña Patty dijo: "¿Yo también, puedo mami?"

    "Si cariño, ahora vayan."

    Las dos jovencitas se pusieron faldas de jean que casi llegaban a las rodillas, y franela, botas de cuero y sombrero. Cuando salieron del cuarto, no era lo que María esperaba, entonces dijo: "No está mal, pero las faldas necesitan un arreglo." Entonces ella arreglo las faldas de las chicas y cuando se las dio dijo: "vayan y se las ponen, y Juanita no use sostenes."

    Las dos muchachas se pusieron las faldas que ahora les quedaban más arriba de medio muslo. Las tetas de Juanita eran grandes y redondas y se amoldaban claramente al tejido de la franela. Mientras a Patty, los dos limoncitos también se amoldaban a la franela. Las dos jovencitas rápidamente se acostumbraron a las miradas de sus hermanos. Las tres mujeres definitivamente no iban a pasar desapercibidas. "Nos vamos" dijo María y todos salieron para la camioneta.

    Los niños se montaron en la parte trasera de la camioneta, mientras las niñas iban acompañando adelante a María. Rodaron en silencio un rato, entonces Juanita se animó a decir:

    "Mamá usted cree que sea correcto que vayamos vestidas así, que van a decir de nosotras."

    "Para ser franca me importa un comino lo que digan de nosotras. Siempre quise ser yo misma. Pero me abstuve por causa de tu padre. Pero como te dije es hora de salir del closet."

    "Si, pero que van a decir de Patty y yo los amigos del colegio que de seguro deben estar en la feria también."

    "Por lo que se de tus hermanos, ellos ya saben que tu eres una exhibicionista, así que cual es tu preocupación, además si en el colegio no lo puedes hacer, estos son los momentos. Mira cariño todo mundo por estos días no le importa como tu vistes o como te comportas. Las fiestas las inventaron para que las personas se liberaran de sus ataduras y como decía mi padre, echar una canita al aire. Apuesto que hasta tus profesores, te van a tragar con sus miradas de pervertidos, y agradecerán que una muñeca con un cuerpo como el tuyo, lo muestre. Ellos son hombres también, lo que pasa es que en el colegio tienen que ocultar su verdadero yo. Ya vas a ver." Con eso María soltó una mano del volante y la llevó debajo de la falda, y empezó a quitarse las pantaletas. Cuando Juanita supo cual era su intención dijo:

    "¿Madre que estás haciendo?"

    "Haciendo el paseo más interesante. Siempre quise hacer esto. Y estoy en humor para hacerlo. Pero no le digan nada a tus hermanos."

    Patty dijo: "¿Mami yo también puedo?"

    "Si cariño si usted quiere, y tu hermana también, este será nuestro pequeño secreto. Okey."

    Las niñas miraron a su madre, entonces sonrieron y Patty y juanita siguiendo los pasos de su madre se quitaron sus pantaletas. Entonces María metió las suyas en la guantera y las muchachas hicieron lo mismo. Cuando llegaron a la feria María estacionó la camioneta, después de echarse una mirada entre ellas, se bajaron. Los niños ya estaban abajo y mirando la gran cantidad de gente que había. María dio dinero a los niños y estos se perdieron en la multitud. Entonces las mujeres hicieron lo mismo. María notó inmediatamente como las miradas de hombres, jovencitos y hasta de niñas y mujeres se posaban sobre ellas. Mientras estaban mirando un grupo de música tocando, unos jovencitos se acercaron a ellas, eran compañeros de Juanita. Cuando ella los vio sintió como si quisiera que la tierra se la tragara. Los jovencitos la saludaron y Juanita le presentó a su mamá.

    María podía sentir la lujuria en las miradas de los jovencitos y se sintió como una madre pervertida. Pero extrañamente en ves de sentir vergüenza, su coño empezó a picarle. Al momento ella se sentía cómoda en medió de estos niños. Juanita también había perdido la timidez y todos estaban hablando y sonriendo de los chistes que echaban, mientras María miraba e intervenía de vez en cuando. Los jovencitos invitaron a Juanita a ver el grupo que estaba tocando en otra tarima, era un grupo juvenil. Juanita invito a su mamá y las tres fueron. Cuando llegaron, el lugar estaba lleno de jóvenes. Algunos bailaban, otros cantaban al ritmo de la música y otros más estaban tomando alguna bebida alcohólica. María pensó que estaban demasiado jóvenes para estar injiriendo bebidas alcohólicas, pero qué más da, ella no era quien para corregirlos. Al rato María y las niñas estaban metidas dentro del grupo de jovencitos y jovencitas. Juanita se había apartado de ella. María empezó a buscarla con la mirada y la vio rodeada de jóvenes, que la estaban manoseando, mientras ella trataba de salirse del grupo. El impulso maternal de María fue ir donde su hija y sacarla de allí. Pero su coño le dijo que se quedara tranquila. Después de un rato noto que Juanita ya no hacia tanta resistencia y empezó a aceptar el manoseo de estos jovencitos. Después de unos treinta minutos María se acercó donde estaba su hija, cuando los muchachos vieron a su mamá venir, rápidamente dejaron tranquila a Juanita, mientras ella buscaba acomodarse su ropa. María hizo como si no hubiera notado nada. María miro de reojo los bultos que sobresalían en las horcas de los jovencitos, y también la mirada soñadora de Juanita. El coño de María le picaba y ella sintió envidia de su hija. Como si no hubiera notado nada, se disculpo de los jóvenes y se despidió, sacando a sus niñas de allí. Cuando iban saliendo de la multitud vio a Pedrito y Pablito que estaban reunidos con un grupo de jovencitos. Los dos jóvenes vieron a su mamá acercarse, María los llamo. Entonces uno de los niños dijo: "¿Esa mujer es tu mamá?"

    Pedrito respondió, "Sí" mientras él y su hermano se alejaban.

    Cuando estaban todos reunidos y caminando por el lugar María dijo a Pedrito: ¿Qué significa todo ese alboroto que tenían ustedes y sus amigos?"

    "Nada, solo nos divertíamos."

    "Nada ya veo. ¿Por qué ese chico dijo si yo era tu madre? Que tenían conmigo"

    Pablito dijo: "Bueno mami, todos nos estábamos divirtiendo por ti"

    "Que significa que se estaban divirtiendo de mi, Pablito"

    "Mis amigos decían que nunca habían visto a una vieja mas buena, en toda su vida. Uno dijo que le gustaría que usted fuera su mamá para tenerla siempre en casa, y otro dijo que le gustaría llevarte a la cama. Y todos nos reímos. Cada uno de ellos tenía algo que decir de usted mamá."

    "Así que sus amigos estaban, hablando cosas sucias de su mamá en sus caras y ustedes se reían de lo que decían. Que par de machos tenemos en casa muchachas. Con hombres como ellos en la casa no tenemos de que preocuparnos." Las muchachas se reían. "¿Eso era todo?" continuo María.

    Pablito continuo "uno de ellos dijo me gustaría ver las nalgas de esa vieja, apuesto que son redondas y grandes, entonces otro dijo a que no te atreves y vas y le levantas la falda. Entonces todos empezamos a burlarnos del chamo, y él fue donde usted estaba, y te levantó la falda. Suficiente para que todos viéramos tu trasero. Mamá. ¿Usted no se dio cuenta?"

    "Como diablos me iba a dar cuenta, con todo esa multitud apretando. Así que tengo dos hijos que le gusta andar fisgoneando, no. ¿Y luego que paso?" María sabía que alguien le había levantado la falda, pero no le importo. También estaba consciente que los jovencitos que estaban alrededor de ella no apartaban sus miradas de sus tetas y su culo, como si la estuvieran desnudando con la mirada. Algunos incluso se atrevieron a manosearla en atrevimiento. Ella lo notaba pero no le importaba, más bien le gustaba ser el centro de atención de estos pequeños pervertidos.

    "Eso fue todo, porque usted se fue donde estaba Juanita."

    "Mejor nos vamos ya para la casa. Que se está haciendo tarde" Fueron donde estaba la camioneta. La camioneta estaba estacionada en un lugar apartado cerca de unos arbustos. Cuando se acercaron escucharon voces y el gemido de una mujer. Se acercaron sigilosamente y vieron en un claro que había, y bañado con la luz de una bombilla del poste a un grupo de jóvenes no mayor de dieciocho años rodeando a una mujer en sus últimos treinta, que estaba desnuda y completamente absorta en chupar los guevos de cada uno de estos jóvenes. María y sus hijos se escondieron en un lugar donde no los pudieran ver y se quedaron mirando aquel erótico espectáculo. Entonces como si se hubiesen puesto de acuerdo, los cuatro niños dijeron: "Es la profesora Laura."

    "¿Laura la profesora de Pedrito? No me diga, que pequeño es el mundo. ¿Si no me equivoco ella tiene dos hijos de unos quince y diecisiete años, y su esposo no es acaso Marcos el director del colegio? Vaya, vaya."

    Los cinco no podían creer lo que veían sus ojos, entonces María, dijo: "No hagan ningún ruido, ya vuelvo, voy por la cámara que tengo en la camioneta."

    María fue a la camioneta y saco una cámara fotográfica que siempre llevaba en sus paseos, ella era fanática a la fotografía, y su esposo le había regalado una cámara en su último cumpleaños. Era una cámara profesional y podía sacar fotografías nítidas aún en escasa luz. Y lo más importante era que no necesitaba de flash. Ella tomo la cámara y rápidamente regreso con sus hijos. Enfoco la cámara y empezó a tomar fotografías de la profesora chupando los guevos de estos jóvenes. Cuando iban a partir vieron una sombra que estaba detrás de otro árbol escondido a lo lejos. María enfocó la cámara y vio al personaje, que se estaba masturbando. Entonces enfoco la cara en la lente y dijo: "Vaya, vaya que tenemos aquí. El director es un mirón y le gusta ver a su esposa, teniendo actos sexuales sucios con extraños." Entonces paso la cámara a sus hijos para que vieran. Después de hacer una toma demás, ella invito a sus hijos a dejar el lugar antes que alguien los viera.

    Cuando ya iban a dejar el lugar, Juanita dijo: Mira Pedrito esos dos que están de espaldas no son Jorge y Gabriel."

    Pedrito miro fijamente y dijo "si ellos son" Patty y Pablito también dijeron "Si ellos son"

    "¿Quiénes son Jorge y Gabriel?í" repuso María.

    Juanita dijo: "Los hijos de la profesora Laura."

    "Vaya, vaya. Bueno vámonos" y todos salieron a la camioneta.

    Cuando iban rumbo a la casa, todas estaban calladas, entonces María dijo: "sorpresas te da la vida, la vida te da sorpresas. Quien lo creería que el director de la escuela y su esposa e hijos, tuvieran una vida sexual tan libre. ¿Qué piensas ustedes niñas?"

    "No se mamá, todo me parece Cool." Dijo Patty.

    "Creo que todos somos unos hipócritas." Dijo Juanita.

    "Si incluso nosotras." Respondió María. "Yo te vi que estabas muy a gusto con esos chicos, no es así juanita."

    "Mamá porque no me ayudaste, usted sabías que esos niños me estaban fastidiando y usted solo miraba."

    "Cuando vi como te estaban manoseando, quise ir y sacarte de allí, pero pensé, que sería mejor si tu enfrentabas esta situación por ti misma, no va ser la primera vez, ni la última. De todas maneras yo estaba pendiente, por si alguien se pasaba de la raya. Pero al rato me di cuenta que tu no necesitabas ayuda, como diría mi papá tenía la situación bajo control creo que si yo no voy a sacarte de allí, los que estarían en problemas serían esos niños"

    "Mentira. Eso no es cierto"

    "No es cierto, tus ojos, no creo que engañaran ni siquiera a Patty"

    "Es verdad mami, Juanita estaba excitada."

    "Ve, así que porque no eres sincera. ¿Te gustó verdad? No me mientas"

    "bueno si, fue lindo."

    "Ve que no es tan difícil." Con eso María alargo la mano y levanto la falda de Juanita, y metió su mano hasta tocar el inflado coño de su hija. Juanita estaba tiesa por este inesperado asalto de su madre.

    Solo atino a decir "¿Qué haces madre?"

    "Esta es la mejor manera de comprobar si una mujer está mintiendo. Vaya, vaya pero si estas toda empapada. Mijita cuantos orgasmos has tenido."

    Patty también se levantó la falda y dijo: "Mami yo también estoy mojada."

    María soltó a Juanita y toco a Patty: "Si cariño, ya veo que tengo dos pequeñas mujerzuelas por hijas. ¿Quiere saber si tu madre también está disfrutando de todo esto? Ven y mete tu mano bajo mi falda y toca mi coño."

    Las dos muchachas no podían creer lo que estaban escuchando, estaban consientes que su madre estaba actuando raro en los últimos días, pero nunca se imaginaron semejante petición. Sin embargo la pequeña Patty salto del asiento y se acurruco al lado de su madre. María abrió sus piernas hasta que la rodilla izquierda toco la puerta. Patty levantó la falda de su mamá y sin ninguna timidez asalto el coño de su madre. María no esperaba que su hija fuera tan impulsiva y el toque de los pequeños dedos con su coño todo mojado hizo que diera un salto en el asiento. "Cariño si no tienes cuidado vas hacer que me orine aquí mismo."

    "Mami estas toda mojada, mira" sacando la mano y mostrándola a su padre.

    María tomo la mano y se la llevó a la boca y chupo dos dedos de su pequeña Patty ante la mirada atónita de las muchachas. "Si seguro que es mi cum, bueno esto también me hace una mujerzuela. No es así."

    Patty agrego: "¿Mami porque tú no tienes pelo allí abajo, como Juanita?"

    "Eso es porque me lo afeite. Cariño. Mi coño ahora parece un coño de bebe pero crecido. ¿Quieres verlo?" entonces sin esperar respuesta María se levanto del asiento y levantó la falda hasta la cintura mostrando a la pequeña Patty y a Juanita un coño calvo, grande y mojado, también boquiabierto. ¿Te gusta, a ver muéstrame el tuyo?"

    Patty se incorporo como pudo y levanto su falda hasta la cintura dejando a la vista un imberbe coño, hinchado por la excitación y brillante. María lo miro y dijo: "Cariño que lindo coñito tienes entre esas piernas. Vamos Juanita ahora muéstranos el tuyo."

    Juanita estaba toda cachonda para el momento y sin decir nada levantó su falda hasta la cintura, dejando a la vista un coño inflado con escaso vello alrededor, sus muslos estaban húmedos. María elogio a Juanita diciendo: "Cariño si yo tuviera un coño como el tuyo de seguro me gustaría andar desnuda todo el tiempo."

    "Mami, no es justo" dijo Patty.

    María dijo: "El tuyo tampoco tiene que envidiarle nada a ninguno, cariño"

    Madre e hijas siguieron el camino sin siquiera molestarse en acomodar sus faldas. Después de un rato Juanita dijo: "Mamá, parece que a Pedrito y Pablito no le importo en lo más mínimo que su madre estuviera expuesta a todos, si acaso, creo que estaban disfrutando de eso."

    "Eso es porque ustedes tiene dos hermanos pervertidos."

    "Y usted no piensa corregirlos."

    "Para que, a ellos les gusto y a mí también, entonces todo está bien". Las tres reían entre sí.

    Continuará

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