Gisella: Hermana y Ninfómana

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Mi hermana tiene tres cosas enormes, sus dos pechos y un trastorno sexual. Desde muy pequeña que se masturbaba a diario y a todas horas, no sé cuando fueron conscientes mis padres pero era imposible no verlo. Compartíamos habitación, ella dormía en la cama de abajo de la litera y todas las noches se masturbaba a mi me molestaba al principio aunque después pasé a hacer lo mismo escuchando sus jadeos.

Ella no era consciente que lo notaba porque no sólo lo hacía en la cama, sino en el sofá tumbada bocabajo o cualquier otra circunstancia. A veces simplemente se encerraba en el cuarto y precedía con la misma postura. Yo siempre me hacía el disimulado pero de reojo mientras estaba con el ordenador la veía ponerse roja y gemir en silencio y he de reconocer que me excitaba.

El problema se ha hecho tan grande que mis padres han tenido que asumirlo y hacer algo, con mucha discreción, eso si. Ahora mi hermana tiene dieciseis años y un cuerpazo, y se comporta a veces como una auténtica cerda o como una enferma. No es que haga lo mismo que cuando tenía nueve años, ahora es mucho más exagerado. Tiene su propio cuarto y se masturba igual, en su cama, en la mía, en el baño, en el sofá… Cuando estoy yo delante no se corta a veces pienso que le da igual, se tapa con la mantilla y la escucho jadear, hago que no me entero.

Pero es una enfermedad. Hace vida normal pero de repente se excita y necesita desahogarse, pierde el control  y se comporta como una salida, o algo peor. Podría enumerar un catálogo de barbaridades y guarradas pero no terminaría. Se ha cepillado a medio instituto y ha protagonizado escenas ciertamente bochornosas, ya es conocida como la puta del barrio. Ante semajante situación mis padres tomaron conciencia y la llevaron a un médico.

La han sometido a un estricto control, la verdad es que no sé exactamente en que consiste el tratamiento pues lo llevan con mucha discreción y no sé si mi hermana es consciente del problema. Pero el caso es que no le dejan salir de casa y la tienen controlada todo el tiempo,  a mi me han contado a medias pero sin decirme exactamente que le pasa… como si no lo supiese ya…

Pero no parece ir mejorando mucho. Cuando mis padres no están me hacen quedarme con ella. La veo y me da pena porque lo pasa mal, pero verla en el sofa como se excita es increiblemente excitante. Hace una semana por ejemplo, estabamos en el comedor y la vi sudar, estaba como nerviosa, dios parecía como si tuviese un monazo de la hostia, calculo que llevaba como dos dias sin masturbarse (mis padres le obligan a dormir con ellos). Se tapó con la manta y comenzó a masturbarse delante de mis narices, estaba tan ida que empezó a gemir como una cerda. No pude resistirlo, me tapé yo también e hice lo mismo. Dios como chilló al correrse.

Se puso a llorar totalmente desconsolada al terminar, no sabía que hacer así que me acerqué y le abracé, no sabía decirle nada. Me apretó con todas sus fuerzas y siguió llorando, podía notar sus enormes pechos y el tacto de su cuerpo. Así pasamos unos veinte minutos hasta que terminó de llorar, no nos digimos nada.

Durante la semana siguiente mis padres estuvieron encima de ella todo el tiempo. Ella tomaba una medicación pero creo que se la saltaba cuando podía sin que se enteraran. Casi me parecía una crueldad porque realmente lo pasaba mal. Era mi hermana, pero no podía evitar ponerme a cien viéndola cachonda, que digo, salida perdida, con aquel cuerpazo. Cuando mis padres no la veían se ponía contra la pared con una mano en un pecho y la otra en su sexo y comenzaba a frotarse, ponía una cara de salida increible, a mi me ponía cachondísimo pero a la vez me daba lástima.

Llevaba seis días de control casi total, yo la veía deseperada, no sé si mis padres la veían igual  pero si se daban cuenta disimulaban. Tras la cena mi madre se fue a duchar y mi padre se puso a hacer unas tareas. Se levantó y fua hacia el pasillo, se apoyó en la pared y empezó a frotarse delante de mis narices. Su rostro era el de un animal en celo. Me acerqué a ella, le abracé, me apretó con fuerza pero no paró, de repente empezó a tener espasmos, perdió la fuerza en las piernas que le empezaron a temblar con violencia, tuve que agarrarla para que no se cayera. Quedo unos minutos así. Fuimos a la cocina para que bebiera agua, le temblaba todo el cuerpo. No sabía que decirle. Mi padre volvió, disimulamos.

Al día siguiente mis padres tenían un pequeño viaje de fin de semana. Aunque no querían dejar sola a mi hermana decidieron dejarla a mi cargo.  Yo casi temía la situación. Cuando al fin se marcharon volví a entrar en casa tras haberles ayudado con las maletas, mi hermana estaba en el sofá. Llevaba unos días que no hablaba, perecía enfadada. Me senté en la butaza y me puse a ver la tele con ella. De repente me miró y le cambió la cara, puso cara de cerda, empezó a jadear sin tocarse, su respiración era muy fuerte. Entre jadeos logró susurrar algo así como “no aguanto más”, comenzó a tocarse, cada vez parecía  mas ida.

Daba una mezcla de pena y morbo verla así, con aquel cuerpazo, con tan poca ropa… Había perdido el control, comenzó a masturbarse y a restregarse contra el sofá. Cada vez chillaba más, me puso muy cachondo. Me saque la polla y empecé a masturbarme mientras la obervaba, era alucinante verla en ese estado, poseída por el instinto más básico. Pero de golpe me vió y se avalanzó sobre mi, comenzó a sobarme y a manosearme mientras me pedía que apagara su fuego, me lo pedía por favor y con una desesperación que me puso los pelos de punta.

Me asusté, la aparté y subi a mi cuarto corriendo. Desde allí ecuché como se masturbaba y gritaba como una cerda. De repente se hizo un silencio. Me preocupé, pero la puerta se abrió. Allí estaba ella, semi desnuda, parecía que le acabasen de dar una paliza, la ropa medio rota, despeinada, sudada, y con una cara de loca que daba tanto miedo como morbo. Me quedé paralizado al ver como se acercaba a mi cama jadeando, haciendo el mismo ruido que podría hacer cualquier animal.

Pero al ponerse encima me dejé llevar. Comenzó a besarme con cierta violencia y le correspondí manoseándola. No hablaba, no podía más que emitir sonidos extraños y jadeos, estaba totalmente animalizada, su respiracíon era muy fuerte y no hacía más que chuparme por todas partes. Me imbuí de esa animalidad cuando me puse a mamar sus enormes tetas, sentía una ansiedad similar a la que se puedes sentir al comer algo delicioso tras días de ayuno. Más brutal fue cuando empezó a chupármela parecía que en cualquier momento iba a arrancármela de un mordisco.

Pero sin duda el climax fue el coito. Jamás imaginé que alguien pudiese gemir tanto. Fue tal la intensidad que me llenó el cuerpo de arañazos, de hecho parecía que la estuviese matando. Al acercarse al orgasmo me agarró con fuerza, se le pusieron los ojos en blanco, su respiración se aceleó de tal modo que creía que le iba a dar algo. De golpe explotó en mar de lágrimas, chillidos y espasmos. No podía más, la saqué y me corrí. Se quedó casi un minuto arqueándose y llorando a la vez que chillando como si la estuviesen matando.

De repente se quedó quieta. Me acerque y le abracé. Le cambió la cara, emergió una sonrisa que no le había visto en mucho tiempo, no dijo nada, se durmió.

Al despertarse vino corriendo hasta mi, yo estaba preparando la comida. Sentía un gran remordimiento. Pero no así ella por lo visto, estaba radiante, animada, muy contenta. Me abrazó con mucha fuerza. No hablamos del tema. Por la noche volvimos a hacerlo, de hecho todo el fin de semana lo pasamos haciendo el amor de una forma salvaje. Dude que en mi vida pudiera estar con una mujer que esté tan buena como mi hermana y con esa sed salvaje de sexo, posiblemente fue el mejor sexo de mi vida anterior y futura.

Al llegar el domingo le dije que no podía volverse a repetir. Lo cierto es que ella había estado muy bien, contenta, animada y  de repente su aparente mal estado de salud se le había quitado. Cuando llegaron mis padres, al verla tan conenta alucinaron, de hecho creían que era fruto del tratamieto y que mi hermana se estaba curando. De hecho tal vez era lo que necesitaba para estar bien.

– Bueno, ya veo que estar mejor y que pasar el fin de semana con tu hermano te ha ido bien – dijo mi padre delante de los dos – creo que va siendo hora que dejes de dormir con nosotros, tal vez debería dormir con tu hermano en la litera si no os importa.

Mi hermana sonrió, dijo muy animada que sí. Todos me miraron, tragué saliva, no podía decir otra cosa “Sí claro… no tengo ningún inconveniente” Todos se alegraron, miré a mi hermana, me clavó una mirada viciosa, se mordió el labio inferior y sonrió.


Fin

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