Creo que todo este ambiente idílico se torció a partir del día en que tuve que acompañar a mi madre al mercado de un pueblo vecino. Pues ese día nos marchamos tan temprano para hacer el viaje que no me dio tiempo de darle de mamar, y regresamos cuando ya era muy de noche.
Recordando el consejo de mi tía me abstuve de darle de comer, aunque me daba mucha pena ver el ansia con que buscaba mis pechos cuando lo acurruque entre mis brazos para dormir, como de costumbre. Tan desesperado estaba que no dudo ni un instante en deslizarse por encima de mi cuerpo hasta incrustarse en mi desnuda intimidad, succionando mi clítoris con un ansia y frenesí desconocido hasta el momento.
Pronto perdí la cuenta de la cantidad de orgasmos que obtuve esa noche, pues cuando me quede dormida, de puro agotamiento, en mitad de uno de ellos, el ser todavía seguía libando de mi dulce almejita y sepultando a la vez una cantidad abrumadoramente desconocida de tentáculos en mis dos acogedores orificios.
Sin embargo a la mañana siguiente me sorprendió que apenas tuviera ganas de mamar, pero lo achaque a que también él estaría cansado después de una noche tan tormentosa. Menos mal que a la tarde ya volvió a succionar mis pezones con su hambre habitual, calmando así mis inquietudes.
Durante los días siguientes se volvió a repetir el proceso, ya que apenas si tenia ganas por la mañana, pero merendaba con un ansia barbara. Tarde todavía casi una semana mas en darme cuenta del sutil cambio que se estaba operando en todo su cuerpo.
Aunque al principio pensé que eran solo figuraciones mías pronto tuve que aceptar la realidad, y es que el suave pelaje del ser se estaba volviendo de un color mucho mas oscuro, tornándose casi rojo; al mismo tiempo su tamaño se incrementaba, y ya media casi cincuenta centímetros.
Pensé que se estaba haciendo ya mayor, y que los cambios serian algo natural, por lo que decidí restarle importancia. Por desgracia todo su cuerpo estaba creciendo de igual forma y pronto, con gran pesar, tuve que empezar a prescindir de sus agradables visitas a mi intimidad, pues sus tentáculos eran ya tan gruesos que llegue a temer que me desvirgaran, si continuaban entrando con tanta facilidad en mi angosto interior.
Ademas succionaba y libaba con tanta fuerza de mi clitoris que me hacia hasta daño.
Por otra parte su trompetilla era ya tan grande que cuando se acoplaba a mi pezón, abarcaba una buena parte de mi seno.
La cosa no tendría mayor importancia si no fuera por que su succión también era mucho mas violenta y me dejaba los sensibles pitones totalmente irritados y algo morados al acabar de mamar.
Ahora, cuando el ser se amorraba a mis grandes fuentes, sus tentáculos, cada vez más largos y fuertes, me rodeaban todo el torso, incluidos los brazos, dejándome totalmente inmovilizada sobre la cama mientras calmaba su voraz apetito.
Pues, a medida que crecía de tamaño también aumentaba su necesidad de alimento, pasándose cada vez mas tiempo pegado a mis jugosos pezones.
Sin embargo, después de apagar su sed volvía a ser el maravilloso peluche que tanto me gustaba, enroscándose, mimoso, a mí alrededor, hasta quedarse dormido.
Continuará