Contando cuentos para dormir... con ella

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    El siguiente relato erótico es un texto de ficción, ni el autor ni la administración de BlogSDPA.com apoyan los comportamientos narrados en él.

    No sigas leyendo si eres menor de 18 años y/o consideras que la temática tratada pudiera resultar ofensiva.

    4.8
    (15)

    Siendo el amigo de confianza de Mario (mi vecino) me ha pedido por primera vez que cuide a sus hijas por esta noche. Mishell de 15 años y Keisi, mi angelita de 5 años (aunque está cerca de los 6).

    Esa noche Mishell había decidido salir con su novio, diciéndome despreocupadamente que no la esperara, ya que quizá vendría después de media noche. Eran las 9 así que tenía mínimo 2 horas a solas con mi pequeña lujuria, así que le dije a Mishell que no le diría nada a su padre sobre dejarla salir con su novio.

    Una vez a solas, le dije a Keisi que era hora de dormir y apagué el televisor. La llevé a su cuarto para darle las buenas noches (supuestamente), ella dijo que iría al baño yo le dije que la esperaría, me senté en la cama mientras pensaba que excusa le planteaba esta vez para gozar con su cuerpo y sus reacciones de inocencia pura. Cuando volvió, ella se quitó los zapatos y se subió a su cama sobre su cobija rosada. Tomé sus pies y le quité sus calcetas, me acerqué a su pié izquierdo y lo empecé a besar, ella comenzó a reírse por las cosquillas, así que tomé ambos y los besé y lamí sin parar. Ella se reía a carcajadas retorciéndose sin control, pero yo no soltaba sus pies, entonces ella se volteó boca abajo dejando su culito en frente de mi. Tenía una licra celeste pero estaba toda metida dentro de su raya, osea entre las nalgas, nalgas que tenía apretadas a causa de las cosquillas.

    Entonces con una mano sostenía sus piecitos mientras los lamía, y con mi otra mano le acariciaba sus nalgas con desesperación y excitación. Su risa era fuerte, pero el echo de saber que no hubiera alguien en esa casa que se quejara de los ruidos (o sospechara), me hacía excitarme más. Tenía un hambre de vagina y una sed de sudor virginal.

    En mi vida sólo he tocado a dos mujeres, bueno, una y media, mi ex novia y la pequeña Keisi. Y debo decir que Keisi tiene unas nalgas muy pero muy suavecitas, mucho más que mi ex. Entonces la deje de tocar y ella sólo se quedó acostada boca abajo sin decir nada. Yo sólo podía pensar en comerme ese culito suyo, tan rosado y apetitoso, Yo nunca había sentido el sabor de su culo porque nunca tuve oportunidad (ni me atrevía), pero esa noche era el momento perfecto.

    Ella se acomodó sobre su almohada y yo la acobijé, entonces ella me dijo que aún no tenía sueño, por lo que le dije que le contaría un cuento para dormir. Ella no estaba acostumbrada a que le contasen cuentos, pues su padre nunca lo hizo y lastimosamente no tenía una madre que lo hiciera y mucho menos su hermana imnotizada por el internet y la moda. Así que sabía que debía contarle un cuento, pero con mi estilo, un cuento sexual.

    Me acosté a su lado comencé a inventarme mi cuento, llamado "El hada de los deseos", este era un hombre hada que sólo se aparecía por las noches cuando los niños se van a dormir. Le dije que una vez una niña llamada Kechi estaba a punto de dormir, cuando un hada se le apareció en la habitación. Él le preguntó a la niña si quería pedir un deseo y la niña le dijo que sí. Entonces el hada le dijo que ella debía tomar con sus dos manos su "varita mágica" -que sólo los hombres tenemos- y que debía besarlo mucho y acariciarlo hasta que el hada sintiera la magia que le cumpliría el deseo.

    La niña del cuento muy contenta aceptó, tomando la "varita" del hada con sus dos manitas, y luego ella había empezado a besarla, la lamía como lo haría un cachorro y la acariciaba cada vez más rápido, hasta que el hada sacó mucha leche mágica. Entonces el hada le dijo que ya podía pedir cualquier deseo, por lo que la niña deseó muchos dulces y chocolates. El hada le dijo que había una condición para que su deseo se cumpliera. La condición: "Que debía ser un secreto, o si no la magia desaparecería y su deseo no se cumpliría". Entonces la niña aceptó, y de pronto muchos chocolates cayeron en su habitación y Kechi vivió muy feliz para siempre.

    Terminé de contarle el cuento y a Keisi le brillaban los ojos, era el primer cuento que escuchaba con cariño y me dijo que era muy bonito. Entonces yo le dije:

    -¿Sabes que? Yo soy un hadaaa!- le dije mientras me ponía sobre ella de forma juguetona. Ella se reía y siguiéndome el juego dijo:

    -Hado! ¿¿eres un hado mágico??

    -Si lo soy- Le dije -Y te cumpliré un deseooo...!

    -Buenop quiero muchos chocolates!- Me dijo con inocencia.

    -Primero debes besar mi varita mágica- Le dije actuando mi voz.

    -Esta bien- Dijo sonriendo -¿Donde está?-

    Me arrodillé frente a ella (sobre la cama) me bajé el cierre del pantalón y logré sacar mi pene.

    -Es esteee- le dije cantando.

    Ella se quedó un poco abrumada, casi asustada. Y yo le dije:

    -Esta es la varita que solo nosotros los hados tenemos- guiñándole un ojo.

    -Oooh- dijo ella actuando también, mientras la veía con extrañeza.

    Tómala con las manos y bésala, acaríciala como en el cuento. Le decía.

    Y ella tomó mi pene con sus manos, sin decir nada, la besó por de bajo y los lados.

    -En la punta- le ordené con "voz de hado" -Lámela como lo un perrito-

    Ella la besó y la lamió ¡no podía creer que lo hiciera! pero lo estaba haciendo, más que excitante era alucinante. Casi me corría con sus primeros chupetes con esa boquita suya, ¡¡es que jamás lo había sentido!! su saliva era tan caliente y la cabeza de mi pene apenas cabía en su boca.

    Ella casi no me masturbaba, obviamente, ella no sabía cómo, simplemente me tenía agarrado el pene fuertemente, y sólo me la acariciaba cuando yo le decía, luego lo olvidaba y se detenía. Pero me seguía lamiendo el pene, eso era casi suficiente para hacerme acabar. Era algo tan irreal... Mi linda Keisi, una niña de 6 lamiéndome el pene... Casi grito de placer, pero no lo hacía, solamente hacía:

    -Hummm...- como haría un mago meditando.

    Keisi veía como yo me retorcía, ella pensó que jugaba por lo que no se detuvo. Entonces la detuve (para no acabar) Y le pregunté:

    -¿Tú tienes una varita mágica?

    -No yo no porque soy una hada mujer- Dijo jugando.

    -¿Enserio? y entonces ¿Que tienen las hadas mujeres allí?- le pregunté viendo su entrepierna.

    -Nada- dijo sonriendo y apenada.

    -Déjame ver- Le dije mientras le bajaba la licra, entonces vi su calzoncito de niña, el cual también le bajé. Ella se puso nerviosa, pero intenté relajarla diciéndole:

    -Que hermosa- mientras veía su vagina de niña.

    -Si...- dijo algo insegura.

    -Yo también quiero que me cumplas un deseo- le dije.

    -¿Y cuál es tu deseo?- preguntó con grandeza.

    -Primero te besaré y lameré para pedir mi deseo- Le dije

    Ella no me respondió. Sin pensarlo me acerqué a su vaginita y la lamí, la lamí sin control sin detenerme. Ese sabor virginal, una parte que ninguna lengua había saboreado antes. Ella sólo me miraba normalmente, no sabía si le gustaba o no, pero como no me decía que me detuviera, yo seguí lamiendo su muy mojada vagina, empapada con mi propia saliva.

    Con mis dedos indice y de enmedio empecé a acariciar suavemente su conchita, apenas se le abría, no tenía mucha piel. Era muy tierna, como un durazno ¡pero de piel!. En su agujero ni siquiera cabría mi dedo meñique, por lo que solo intenté penetrarlo con mi lengua (obvio no podía) pero me dio gusto su textura y sabor. A ella también parecía gustarle, o al menos darle cosquillas, porque me sonreía cada vez que la volteaba a ver. Era increíble lo caliente que estaba su vaginita, y el olor a sudor de niña era excitante, demasiado. Por último le dí muchos besos, algunos rápidos y otros muy lentos y largos, sus labios vaginales con mis labios, era un beso perfecto y caliente.

    A punto de estallar en orgasmo, decidí decirle que siguiera besando mi varita, así que la tomó de nuevo y esta vez parecía que quería devolverme el favor, porque lo hacía más rápido. Además parecía salivar más, ya que las gotas de saliva caían de mi pene a su cama. Tenía sus manitas tan apretadas en mi pene que sé que ella sentía las palpitaciones antes de mi orgasmo, estaba apunto, era el cielo y un grito entrecortado salió de mi.

    Comencé a eyacular y eyacular con fuerza, primero en su boca pero ella se hizo hacia atrás, así que seguí eyaculando en su carita de ángel, un poco confundida me soltó el pene. -Es la leche mágica!- le dije aparentando tranquilidad. Tomé su cabeza para acercar su cara en mi pene y me masturbé con mi otra mano, para que chorro tras chorro de los últimos, cayera en su cara y boca.

    Tras el último chorro, me limpié la punta con su boca que la tenía cerrada. después de tomar un respiro vi que su cara estaba bañada en semen, ella estaba frunciendo el ceño y yo casi me carcajeaba de la risa, pero para no enfadarla, rapidamente tomé algo para limpiarla y le dije:

    -Felicidades, sacaste mucha leche mágica!- Actuando como un hado. -Cuál era tu deseo?-

    -Muchos muchos chocolates- Me dijo, pero seguía viendo el pene que ahora se me ponía flácido, me acerqué a ella y con honestidad le dije:

    -Mañana tendrás muchos chocolates, te lo prometo-

    Ella solo me sonrió. -Pero será nuestro secreto, si le dices a alguien tu deseo no se cumplirá y no volveré a ser tu amigo- le dije.

    -No no no- Me dijo preocupada -Es un secreto te lo prometo!- me dijo poniendo su dedo frente a su boca (seña de silencio).

    -Muy bien mi princesita, estuvo muy divertido, pero vamos a lavarte la cara en el lavamanos- Le dije, para que no quedara con olor a semen. Sé que su hermana podría reconocerlo, y no me arriesgaría a que dejaran de confiar en mi. Así que no podía dejar cabos sueltos.

    Después de lavarle la carita, la acosté, la cobijé y le dije -dulces sueños- antes de besarla en la frente. Al día siguiente llegué a su casa por la tarde, y le dije a Mishell que traía un regalo para Keisi, eran varios chocolates. Cuando se los dí se alegró tanto, pero disimuladamente le guiñé un ojo y ella también me guiño un ojo, sonriendo. Fue así como supe que podría tener una relación con ella, al menos por un tiempo más.


    Fin

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