- Fiesta familiar, Parte 01 (de Cazzique)
- Fiesta familiar, Parte 02 (de Cazzique)
- Fiesta familiar, Parte 03 (de Cazzique)
- Fiesta familiar, Parte 04 (de Cazzique)
- Fiesta familiar, Parte 05 (de Cazzique)
- Fiesta familiar, Parte 06 (de Cazzique)
- Fiesta familiar, Parte 07 (de Cazzique)
- Fiesta familiar, Parte 08 (de Cazzique)
- Fiesta familiar, Parte 09 (de Cazzique)
- Fiesta familiar, Parte 10 (de Cazzique)
- Fiesta familiar, Parte 11 (de Cazzique)
- Fiesta familiar, Parte 12 (de Cazzique)
- Fiesta familiar, Parte 13 (de Cazzique)
- Fiesta familiar, Parte 14 (de Cazzique)
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- Fiesta familiar, Parte 16 (de Cazzique)
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- Fiesta familiar, Parte 18 (de Cazzique)
- Fiesta familiar, Parte 19 (de Cazzique)
- Fiesta familiar, Parte 20 (de Cazzique)
- Fiesta familiar, Parte 21 (de Cazzique)
- Fiesta familiar, Parte 22 (de Cazzique)
- Fiesta familiar, Parte 23 (de Cazzique)
- Fiesta familiar, Parte 24 (de Cazzique)
- Fiesta familiar, Parte 25 (de Cazzique)
- Fiesta familiar, Parte 26 (de Cazzique)
- Fiesta familiar, Parte 27 (de Cazzique)
- Fiesta familiar, Parte 28 (de Cazzique)
- Fiesta familiar, Parte 29 (de Cazzique)
- Fiesta familiar, Parte 30 (de Cazzique)
- Fiesta familiar, Parte 31 (de Cazzique)
- Fiesta familiar, Parte 32 (de Cazzique)
- Fiesta familiar, Parte 33 (de Cazzique)
- Fiesta familiar, Parte 34 (de Cazzique)
- Fiesta familiar, Parte 35 (de Cazzique)
- Fiesta familiar, Parte 36 (de Cazzique)
- Fiesta familiar, Parte 37 (de Cazzique)
- Fiesta familiar, Parte 38 (de Cazzique)
- Fiesta familiar, Parte 39 (de Cazzique)
- Fiesta familiar, Parte 40 (de Cazzique)
- Fiesta familiar, Parte 41 (de Cazzique)
- Fiesta familiar, Parte 42 (Final) (de Cazzique)
Patricia mi mujer estaba hincada frente a la mesa del comedor y frente a su cara y bien abierta de piernas se encontraba mi sobrina Montserrat, la lengua de Patricia estaba recorriendo de arriba para abajo por todo lo largo de la rajada mientras que las manos de ella acariciaban con ternura los erectos pezones, mi sobrina gemía quedamente aun, la experta boca de mi mujer poco a poco se fue devorando la rajadita de la niña y haciendo que se fuera inundando con sus propios jugos, para este momento uno de los dedos de mi mujer se estaba introduciendo dentro del apretado agujerito de mi sobrinita. Montserrat alcanzó a llegar a su orgasmo y todos los jugos fueron succionados por la boca de mi mujer.
Era el turno de que Montserrat le brindara placer a su tía, Patricia se sentó en una de las sillas y abrió sus piernas ampliamente dejando a la vista sus rajada completa, mi sobrinita se sentó entonces en el piso y acarició la vaina de su tía, su pequeña manita se paseó por toda la panocha de su tía, acarició con detenimiento el monte de Venus, los vellos púbicos y luego fue bajando despacio para encontrarse con el clítoris y más abajo los labios vaginales, la palma de la mano y los dedos acariciaron con calma toda esa zona provocando en mi mujer fuertes oleadas de satisfacción y logrando que la panocha se le humedeciera por completo, moviendo su manita de adelante para atrás en esos esquistos labios vaginales mi sobrina poco a poco le fue clavando uno de sus deditos, Patricia se acomodo mejor en la silla para que se abriera más su pepita y mi sobrinita pudiera acceder mejor a la concha, dos dedos eran ya los que se le clavaban a Patricia lo más profundo posible, su cabeza estaba echada para atrás y su boca se abría y cerraba para poder jalar mejor el aire a la vez que sus caderas se meneaban en un ligero giro. En varias ocasiones los dedos de Montserrat fueron a parar a la boca de su tía para que ella misma disfrutara de los jugos que le manaban del interior.
Cuando Patricia alcanzó el orgasmo mi sobrinita no tuvo piedad de ella y entonces se puso a mamarle la rajada sin descanso, su lengua palpo los tibios labios vaginales de mi mujer y despacio se fue introduciendo en su rajada en busca de los jugos que continuaban saliendo sin descanso. Con las manitas mi sobrina abría de par en par la rajada de su tía y su nariz y boca se incrustaban profundamente, la lengua de ella giraba buscando las paredes vaginales y provocando en su tía espasmos de pasión, las manos de mi mujer se posaron en la cabecita de la niña impidiendo que se separara de su concha; por segunda ocasión mi mujer logró alcanzar un fuerte e intenso orgasmo que la hizo gritar y gemir gracias a la experta boca y lengua de su sobrina de once añitos.
Patricia tardo un par de minutos en recuperar el aliente que su sobrina le había robado y luego se puso de pie, tomo de la mesa una de las velas que estaba colocada en un candelero y regresó en busca de la niña, mi mujer le pidió a Montserrat que se acostara en el suelo y luego ella se arrodilló junto con la niña, sus bocas se encontraron y sus lenguas comenzaron una danza deliciosa, luego la boca de mi mujer comenzó a recorrer el cuerpecito blanco de su sobrinita; primero busco sus orejas a las cuales chupó con delicadeza y su lengua se introdujo en el oído de la pequeña, provocándole estremecimientos de placer, despacio fue bajando entonces hacía su cuello y lo besó con intensidad para después continuar su camino hasta que llegó a los pequeños senos de la niña, allí se dedico a chupar con fruición cada uno de los senos, prestándole gran importancia a los puntiagudos pezones en los cuales su lengua se recreó, mamándolos, lamiéndolos y chupándolos con golosidad hasta arrancar de la garganta de su sobria gemidos de satisfacción y placer; el recorrido de su boca continuó bajando ahora por el plano estomago de la niña en donde se detuvo para jugar un rato con el bello ombligo al que chupó y lamió por varios minutos, siguió bajando despacio hasta que se topó con el monte de Venus y de bajo de él la separación de sus labios vaginales, mamó la panochita por un par de minutos y luego tomó la vela que tenía ya a un lado, la ensalivó detenidamente y luego puso la base en la entrada de la vaginita; despacio fue empujando la vela al interior de la rajadita, los labios vaginales cedieron a la presión y lentamente se fueron abriendo dando paso al miembro de parafina, la panochita de Montserrat se iba tragando la vela poco a poco sintiendo lo delicioso de la penetración en su pequeño ser, sus caderas por instinto se comenzaron a menear en pequeños círculos y por fin después de un par de minutos la vela le llegó hasta lo más profundo de su vagina.
La mano de mi mujer comenzó a extraer la verga de cera mientras que los pliegues de la panocha de mi sobrina se agarraban fuertemente al palo, lo fue sacando despacio y luego lo volvió a empujar al fondo, así fue adquiriendo un paso más o menos rápido provocando que Montserrat comenzara a segregar y segregar jugos y más jugos que se escurrían de sus labios vaginales y regaban su culito, una buena parte de la vela quedaba todavía fuera de la niña y era de donde Patricia se sujetaba para meter y sacar el largo instrumento.
Rápidamente mi mujer se levantó y se trajo otras dos velas más del candelabro y lo dejo vació, regresó a su posición anterior y ella misma se introdujo una de la velas hasta lo más hondo de su panocha, luego la apretó con sus piernas y así se comenzó a masturbar con la vela adentro, apretando y soltando. La otra vela fue a parar al ano de mi sobrinita, ahora entraban y salían de su cuerpo joven dos palos de parafina que entraban y salían alternadamente; varios minutos después las dos se comenzaron a venir en abundancia y entre gemidos y gritos de placer, mi mujer subió hasta quedar al nivel de Montserrat y entre las dos buscaron sus bocas y se unieron en besos cachondos y caliente mientras que las velas seguían profundamente clavadas en sus conchas y ano de Montserrat.
Fue un orgasmo prolongado, casi interminable que dejó a las dos sumamente agotadas y tendidas sobre la alfombra del comedor, aún con las velas clavadas las dos se quedaron quietas por varios minutos hasta que mi mujer se incorporo y retiró los improvisados consoladores que las había llevado al máximo éxtasis.
Continuará