Fiesta familiar, Parte 17 (de Cazzique)

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    Esta publicación es la parte 17 de un total de 42 publicadas de la serie Fiesta familiar
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    Por fin llego la fiesta de cumpleaños de mi hija Vanesa, ella se veía radiante, feliz por que a su fiesta acudió gran can tidad de gente que a ella le agradaba, entre los invitados se encontraba mi papá, mi hermana, algunas tías y tíos, sus amigos y por supuesto nosotros sus padres; después de la fiesta ella se iba a ir de viaje, un viaje que le regalamos a Europa, nos pusimos de acuerdo con los papás de una de sus amigas que hace poco también cumplió sus quince años y decidimos regalarles esta viaje juntas ya que ellas se llevan muy bien y les sería más fácil andar juntas por aquellos lugares.

    La fiesta resulto ser todo un éxito, empezó como a eso de las cuatro de la tarde y toda la gente se la paso muy a gusto, amigos, vecinos y familiares convivimos muy felices hasta eso de la una de la madrugada cuando el cansancio empezó a vencer a muchos que se fueron re tirando poco a poco hasta que sólo quedamos los familiares y unas cuantas amigas de mi hija, y como ya también estábamos muy cansados decidí que rae momento de regresar a esas niñas a sus casas para que no fueran a tener problemas con sus padres. por haber llegado muy tarde a sus hogares.

    Salí para acomodar el auto en la entrada de la casa ya que como es costumbre yo las llevaría a sus casas terminada la fiesta. Vanesa se despidió de ellas ya que como eran bastantes no había espacio para que ella nos acompañara. Las que vivían más cerca serían las primeras a las que iría a dejar y así se fue vaciando poco a poco el auto hasta que solo quedaron dos pequeñas como de catorce años, les pregunté cual de las dos vivía más cerca de donde estábamos, una de ellas me dijo que vivía a unas cuantas cuadras de donde nos encontrábamos, la dejé en la puerta de su casa y como siempre esperé a que salieran a recibirla sus padres, luego de que salieron y nos despedimos le pregunté a mi última acompañante en donde vivía, me indico la dirección y nos dirigimos hasta su casa.

    Cuando llegamos a su casa todo estaba a oscuras debido a un apagón en el servicio público de alumbrado, con las luces del auto apenas y podíamos ver algo, me aparque frente a su casa y ella descendió del vehículo un tanto temerosa, se encamino hasta la puerta y sacó unas l laves, abrió y volteo a verme, luego regreso un poco asustada y me dijo que le daba miedo ya que sus padres no estaban en la casa pues se habían ido también a una fiesta, pero que ellos llegaban mucho más de madrugada. Me pidió de favor que si la podría acompañar solo unos minutos en lo que llegaba la luz. Apagué el carro y entonces los dos nos adentramos en la oscuridad de la sala de su casa, le pregunté que si tenían alguna luz de emergencia o unas velas para iluminarnos en lo que la luz llegaba, me dijo que en la cocina, me dirigí allá mientras que ella me iba diciendo en que mueble y en que cajón, efectivamente allí estaban las velas, tome una y la puse en un vaso, luego la encendí con los cerillos y me regresé a la sala con ella, se llama María y tiene catorce años efectivamente, en la mesa de la sala encontré también un recado, lo tomé y lo leí; era de la niñera y decía:

    Acosté a Luci a las doce de la noche, Mari no había llegado todavía, le dejo el libro que me encargó en la mesa del comedor y su cambio sobre éste. Le pregunté a María si Lucia era su hermana, ella me dijo que sí, que como no había querido ir a la fiesta la dejaron en la casa con la niñera pero le dijeron que cuando se durmiera se podía ir ya que María llegaría poco después.

    Mari tiene el cabello corto hasta los hombros, es lacio y de color negro, sus carita es muy hermosa, tiene un cuerpo delgadito y su piel es morena clara. Me senté en el sillón de la sala junto a la niña, platicamos un poco pero el cansancio la fue venciendo hasta que se quedó dormida, su cabeza estaba sobre mis piernas, yo también me recosté un poco sobre el respaldo del sillón y estiré mis brazos para relajarme un poco. Volví la cara y miré detenidamente la escena, la luz de la vela era muy tenue, Mari estaba recostada en el sillón con su cabeza en mis piernas , su delgado cuerpecito estaba recostado a lo largo del sillón con las piernas un poco flexionadas, traía puesta una minifalda color rojo de tela delgada, sus piernas desnudas solo con unas calcetas de color rojo también y ya no traía zapatillas, arriba traía una chamarra de mezclilla y debajo una blusa también de tela delgada de color blanco; la observé detenidamente por largos minutos, su respiración era muy profunda, la morbosidad me ganó y entonces puse una de mis manos sobre su hombro, la deslice por su brazo hasta llegar a su mano, ella no se inmuto, de su mano que estaba recargada en uno de sus costados pase a su pierna, suave, delicada, fui subiendo hasta llegar a la orilla de su minifalda, con la otra mano le subí la tela de la prenda, pude ver sus bragas de color blanco, las bragas se pegaban a su piel dejando poco a la imaginación, desde donde yo estaba podía alcanzar a ver como la tela se hundía entre los pliegues de su vagina, pase mis dedos delicadamente por esa parte, pude sentir el calor que manaba de su rajadita, empecé a acariciar levemente su panochita, paseaba mi mano por la rajadita hasta donde sus piernas me lo permitían y podía sentir como en la parte alta de su panochita su clítoris se iba poniendo duro, pocos segundos después Mari soltó un leve gemido y sus bragas se impregnaron con sus jugos.

    Fue cuando escuché un ruido detrás de nosotros, me volví para ver de que se trataba y me encontré con unos tiernos ojos que nos miraban sin decir nada, me quedé congelado sin saber que hacer, Lucia la hermana de Mari se acercó cuando vio que la había descubierto. Se m e quedó mirando y me preguntó que quién era yo, tartamudeando un poco le dije que era el papá de Vanesa, la amiga de su hermana Mari. Después de unos segundos de pesado silencio Luci se me quedó mirando y me preguntó que porque le hacía eso a su hermana, yo no supe que decir. Entonces la niña me dijo: “Te la quieres coger ¿Verdad?”

    Esto me asombro a la vez que me sorprendió, le pregunté que como ella sabía de eso, me comentó que ellas seguido cogían con su papá y que por eso se dio cuenta de que yo me la quería coger. Entonces me preguntó que qué hacia yo en su casa, le explique lo de la luz. Ella entonces pareció darse cuenta de que en efecto no había luz, me dijo que su hermana tenía el sueño muy pesado y que ya no se iba a despertar, me pidió que la llevara a su cama. Cargue a la niña y la llevé hasta su habitación mientras que Luci me guiaba con la vela, entramos y la acosté en la cama, la tapé y Luci salió, y yo detrás de ella.

    Cuando estuvimos de regreso en la sala le pregunté a la niña que si le gustaba coger con su papá, ella me respondió que al principio le dolía mucho pero que después se fue acostumbrando y ahora ya le gustaba más, pero que a veces su padre era un poco brusco con ellas. La observé detenidamente, cabello largo de color negro, cara larga con piel apiñonada, sonrisa agradable, ojos grandes y expresivos, un cuerpo delgadito que no alcanzaba a ver bien ya que traía puesta una bata larga hasta los tobillos, pero mientras caminaba por delante de mí en el pasillo pude ver unas nalgas respingonas y muy redonditas. Le pregunté si alguna vez había cogido con alguien más aparte de su padre. Lucia me contestó que sí, que una vez uno de sus tíos vino a la casa y también se las cogió. Entonces le pregunté qué si le gustaría coger conmigo; ella se quedó pensando por largos segundos y después sin decir nada meneo la cabeza en forma positiva y me miró con ojos más amigables.

    La tomé de la manita y le dije que me dijera en donde estaba su cuarto, ella caminó, y sin soltarme de la mano me encamino hasta su habitación, en la otra mano llevaba la vela. Cuando entramos yo le quité la vela y la puse en un lugar seguro, nos iluminaba bastante bien, me hinqué frente a la niña y le dije que me besara, ella acercó su carita a mí y saco su lengua, yo hice lo mismo y entonces comenzamos a besarnos, lo hacia bastante bien, su lengua se enredaba con la mía ya sea dentro de mi boca o en la suya. Me separé de la pequeña y le empecé a levantar el camisón poco a poco, ella levantó los bracitos cuando llegué hasta esa parte, la prenda salió y solo se quedó con las bragas de color blanco puestas. Me pu se de pie y me desnudé rápidamente, mi verga quedó a la altura de su carita, ella tomó mi pito con su manita y lo guio hasta su boca. Me la comenzó a mamar lentamente, su boquita se abría lo más que podía para recibirme, de vez en vez se la sacaba de la boca para chupar y lengüetear la cabeza de mi verga. Era toda una experta para hacer mamadas, se tragaba más de la mitad de mi verga, era delicioso sentir la boquita de esa niña tragándose todo ese pedazo de mi miembro. Después de chupármela por algunos minutos la detuve.

    Como estaba de pie le bajé las bragas dejando al descubierto su lisa panochita, solo se le veía una rayita muy lisita. Acosté a Lucia sobre su cama y le pedí que abriera sus piernas, ella me preguntó que si ya se la iba a meter, le dije que no, que primero se la iba a chupar, ella se quedó un poco extrañada, me hinque frente a ella y le sujete las piernas en el aire, acerqué mi cara a su panochita y le empecé a lengüetear la rayita. Pasé la punta de mi lengua por la rajadita de la pequeña, el característico olor de las damitas de esa edad me invadió la nariz, es alg o exquisito, Lucia me dijo que estaba sintiendo muy rico así que continué con la mamada, ahora introduje un poco la lengua y recorría cada uno de sus labios. Cuando los labios se dilataron un poco encontré su túnel y entonces le introduje lo más que pude la lengua, la niña se estremeció y un fuerte orgasmo la invadió, la dejé descansar unos instantes para después seguírsela chupando.

    Busqué la parte alta de su vagina y entonces con los dedos abrí de par en par sus labios, su rosado interior me mostró su delicado clítoris escondido por su capucha. Puse la punta de mi lengua sobre el pequeño botoncito y la comencé a mover en forma circular, una risa incontrolable salió de mi pequeña amante. Luego se controló un poco y empezó a disfrutar de la mamada sobre su pequeño clítoris, después de unos minutos una nueva venida invadió el cuerpo de mi pequeña amiguita.

    Me puse de pie y le pedí que me la mamara nuevamente para dejarla muy bien lubricada, le pedí que le pusiera mucha saliva, luego me recosté yo en la cama y le dije que se sentara en la macana, ella se acomodó sobre mi y con una de sus manitas fue guiando mi verga al mismo tiempo que meneaba su cuerpecito hacia abajo. La punta de mi garrote toco por fin sus labios vaginales, la saliva permitió que fuera poco el roce y la cabeza de mi garrote se escabullo hacia el interior de la panochita, los labios se abrieron ampliamente pero mi amiga no se detuvo y siguió empujando hacia abajo, tragándose más y más de mi palo, lo apretado y cálido de su interior era algo fantástico, la niña era toda una experta en el arte de coger, cuando la verga más o menos le entró un poco más de la mitad ella se detuvo y lentamente inició el regreso, en poco minutos el bombeo dentro de la panochita de la niña era más rápido. Su frente estaba perlada de sudor mientras que su delgado cuerpecito se movía de arriba para abajo incrustándose y sacándose mi verga.

    Cuando la niña se canso de subir y bajar por mi palo la recosté en la cama y me la continué cogiendo, la verga ahora se deslizaba más suavemente, su vagina ya recibía ahora un poquito más de mi pito, en el prepucio podía sentir como se restregaba cada pliegue de la hermosa Lucia y veía como sus labios vaginales estaban abiertos de par en par apretando mi verga como si fuera un guante de hule. Le pregunte a mi linda amante que si ya reglaba, ella me contestó que aún no, entonces esperé un poco hasta que ella comenzó a tener otro orgasmo y entonces le vacié la carga de leche de mi pistola en el interior de su vaginita, ella soltó un gritillo cuando sintió que la leche invadía su interior. Continué meneándome dentro de esa panochita hasta que mi verga perdió su dureza. De la vagina escapaba todo mi esperma, mi amiguita se paró y me chupó la verga hasta que me la dejó completamente libre de los jugos que le habían quedado. Luego de que terminó me agache y la besé, le dije que me había encantado coger con ella. Lucia me dijo que nunca le habían mamado la rayita y que le había gustado mucho como se lo hice, me dijo que si algún día podría venir para volverlo a hacer. Le dije que claro, qué cuando ella fuera a mi casa se lo haría, ella me sonrío y me dijo que ya sabía en donde vivía y que muchas veces iba con su hermana a visitar a Vanesa. Por supuesto que yo recordaba haberla visto en varias ocasiones.

    La acosté en su cama, me vestí y cuando vi que ya estaba bien dormida salí a la sala, apagué la vela que traía en la mano y la puse en la mesa del comedor, salí de la casa y me dirigí hacia la mía pensando en lo rico que una niña de nueve años puede coger.


    Continuará

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