…El tiempo avanzaba, la pequeña Rayén ya había cumplido sus 6 añitos y ya ingresaba a la escuela, lo cual significaba que permanecía gran parte del día allí. La bebita Yasenka también cumplió 1 año y medio de vida y nuestras perversiones con los nenas eran pan de cada día.
Con Rayén, cada tarde que llegaba a la casa de la escuela, Guillermo no se hacía esperar, y de inmediato le quitaba la ropa, y se la llevaba a la cama, ya con 6 añitos, el la trataba de una manera más fuerte. La penetraba de una manera más violenta, al menos, lo que él quería, que parte de su pene entrara en su ano o en su pequeña vagina. Y lo consiguió, después de varios días intentando, y de algunos sangrados, logra penetrarla analmente y descargar su esperma dentro de su ano. Prácticamente, Guillermo se convirtió en un acosador de su propia hija, siguiéndola a todas partes, si la nena iba al baño, el la seguía, si la nena se sentaba a ver televisión, el se colocaba a su lado y le acariciaba su piernas y le realizaba algunas tocaciones:
-“Déjame papi tranquila”, le decía Rayén.
-“Jajaja, nunca!”, le respondía Guillermo.
-“Mami, dile a papi que deje de molestarme”, le decía Rayén a Gema.
-“Deja de molestar, mocosa, y eso es lo que obtienes por andar provocando a los hombres”, le respondió Gema.
Guillermo no dejaba ni un minuto en paz a Rayén, y cada noche cuando la niña se iba a dormir, Guillermo se acostaba a su lado, realizándole tocaciones y dejando las sábanas mojadas de transpiración. El olor a sudor y sexo se sentía en el aire.
Yo por mi parte, cada día me divertía con mi pequeña bebita. El biberón se convirtió en un pene que contenía su carga de leche calientita, el cual la alimentaba a todas horas. A esta edad, la beba aún usaba pañales. Me pasaba parte del día en el living de la casa haciéndole sexo oral a la bebita, mi lengua saboreaba sus pequeños labios vaginales, y quizás con la estimulación, la bebita se orinaba a cada rato, lo cual me excitaba más de la cuenta, saboreando su orina. Algunas veces, la bebita también se defecaba, pero procedía a limpiarla y bañarla inmediatamente. La beba aprendía sus primeras palabras, y, además de pronunciar palabras básicas como “papá”, “mamá”, le enseñábamos nuestras palabras como “pene”, “leche”, “vagina”, entre otras.
En cuanto, a la propuesta de Guillermo a nosotros, no se hizo esperar, y al cabo de unas semanas, Gema nos dió la noticia de que se encontraba embarazada, quién sabe por quién de nosotros dos, pero eso no importaba, ya que solo nos interesaba el o la bebé.
Ambos la acompañamos y la apoyamos en todo su proceso de embarazo, la acompañábamos a las citas donde el doctor, las ecografías, y todo eso que envuelve al tema del embarazo.
En algún momento, durante una cita en el doctor, los tres nos llevamos una gran sorpresa: ¡Gema estaba embarazada de dos!, y a las semanas después, supimos el sexo de los críos: era una nena y un nene. Ese día llegamos a casa a discutirlo entre nosotros:
-“Así que dos bebés tienes dentro de esa panza. Eso te pasó por ser una perra come penes”, dije yo.
-“Jajaja, ustedes me embarazaron. Me parece perfecto”, dijo Gema.
-“Objetivo cumplido, ¡felicidades a todos!”, dijo Guillermo.
-“Y, en este caso, también haremos lo del sorteo de los bebés?”, dije yo.
-“Si, tranquilo, un bebé quedará para tí y el otro para mí, y así quedaremos en igualdad con los hijos”, me respondió Guillermo.
Todos concordamos que fue lo mejor, porque así obtendríamos los dos bebés en un solo embarazo, y así podríamos abusar de ellos más tempranamente.
Continuará