Tía Teresa puta religiosa, Parte 1

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El siguiente relato erótico es un texto de ficción, ni el autor ni la administración de BlogSDPA.com apoyan los comportamientos narrados en él.

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Esta publicación forma parte de la serie: Tía Teresa puta religiosa
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Soy Mateo, tengo 16 años y tengo sexo con mi tía Teresa, que tiene 47 años; ella es enfermera. Ella es chaparrita, de piel morena, de pelo negro y largo, tiene un gran culo y unas tetas pequeñas y caídas. A ella le gusta usar zapatillas grandes que muestren sus pies; cuando descansa o va a salir a la calle, usa zapatillas. Ella usa ropa apretada como pantalones o faldas; también le gustan camisas cortas y transparentes cuando está en su casa, que a veces se pueden ver sus tetas caídas muy ricas con lunares.

Ella es una fanática religiosa; a ella siempre le gusta rezar e ir a sus eventos religiosos. A mí me gusta visitarla porque cocina muy rico y verla cuando se pone de rodillas me excita; empecé a tener relaciones por este problema que agradezco que pasara...

Un día, terminando mis clases e iniciando mis vacaciones de verano, me quedaría todas mis vacaciones en la casa de mi tía Teresa porque mis padres se irían de viaje, pero yo no quería ir porque sería aburrido viajar con ellos. Entonces mi madre le dijo a mi tía Teresa que si me podría quedar con ella, ya que yo no quería ir con ellos, y ella dijo que sí, ya que me quería conocer más y hablarme sobre su religión. Al llegar a su casa y mi tía Teresa abrirme la puerta, entré a su sala y siempre me habían sorprendido sus pinturas de la antigüedad, que eran de soldados romanos peleando y una pintura de gente desnuda acostada y caminando en un parque de la antigüedad.

Al sentarme en su sillón, me dijo que la pasaríamos muy bien, pero que en su casa existían reglas que no se tenían que romper, ya que tenía que ser bueno según su religión: regla uno, orar antes de comer y dormir; regla dos, obedecerla; y regla tres, y la más importante, dando las 10 de la noche, no salir de mi habitación para nada, ya que ella está ocupada con ciertas cosas. En ese momento le dije a mi tía que no se preocupara, que yo me portaría bien.

Pasé todo el día en mi cuarto acomodando mis cosas en lo que sería mi cuarto. Cuando mi tía me llamó a cenar, bajé y comimos los dos, pero primero oramos por los alimentos. En ese momento podía ver las tetas de mi tía desde mi asiento. Hablamos un rato y después subí a mi habitación para dormir. Antes de irme, me dijo mi tía que me acordara de las reglas; yo le dije que sí, que no se preocupara. Ella me dijo que por ninguna circunstancia saliera de mi habitación. Estando en mi habitación, me dio curiosidad lo que haría mi tía Teresa, entonces decidí bajar a averiguar a medianoche sin pensar en lo que vería a continuación...

Al salir de la habitación, escuché gémidos provenientes del cuarto de mi tía. Hhhmmm... Al acercarme a su puerta, podía escuchar a mi tía decir que era una puta pecadora, una sucia y cachonda. Yo me impresioné por su confesión; quedé sorprendido y excitado a la vez. No dude en abrir su puerta lentamente y acontecer lo que pasaba... Era mi tía Teresa que estaba arriba de una silla metiéndose un pene de plástico en su vagina mientras se veía en su espejo; ella estaba desnuda y solo con unas zapatillas transparentes como de puta. En ese momento me excité al verla en esa posición, viendo su culo negro con lunares y líquido saliendo de su vagina. En ese momento saqué mi teléfono y la grababa mientras me masturbaba lentamente. En ese momento mi tía decía que era una puta pecadora, pero que era la única manera de complacerse porque no se imaginaba estando con un hombre patán y pecador que solo pensara en sexo, infidelidad y no hacer nada. Así que ella estaba mejor así sola, pero que sentía culpa por hacer ese tipo de cosas. En ese momento, una de sus zapatillas resbaló de la silla, haciendo que cayera justo en el pene de plástico, haciendo que ella tuviera un orgasmo y arrojando líquido al espejo, y ella gimiendo de placer: ¡¡¡¡hhhhaaaaa!!!! En ese momento me vine en mi pijama; fue una sensación muy excitante y rica a la vez. Al ver al espejo, pude ver la mirada de mi tía viéndome en el espejo; era una mirada de enojo, sorpresa, lástima y pena a la vez. Lo único que hice fue seguir grabando disimuladamente y disculparme por romper las reglas. En ese momento ella se puso solo su bata y me dijo: "Hijo, ¿qué acabas de hacer? Rompiste las reglas, eres un pecador y te irás al infierno". Yo me quedé sorprendido por sus palabras, pero a la vez de ira al hablarme así. Entonces yo le dije: "Tía Teresa, yo seré un pecador, pero usted qué es, acaba de pecar por hacer esto". Le dije que no me importaría si me acusaba con mis padres, pero yo le diría a todos lo que hizo. En ese momento, mi tía Teresa se quedó helada, apenada y pensando en qué pasaría si yo hablaba... Entonces ella me dijo que lo hacía porque estaba sola, no tenía hijos, ni esposo, estaba sola. Al yo estar excitado, le dije sinceramente: "Tía Teresa, usted es una mujer muy guapa e inteligente, usted merece una persona que la entienda y la apoye". Entonces le dije sin pena: "Usted me necesita como hombre". Ella, sorprendida, me dijo que estaba loco y me arrepintiera por lo que decía, que me acusaría, y entonces le dije: "Tía, ¿quién la iba a querer si le contaba sobre esto que estaba haciendo? Aparte, ella me conocía, que era bueno, tranquilo, y me puso a prueba". Aunque muy preocupada, me dijo: "Sobrino, esto que haré me cuesta mucho, sé que voy a pecar por esto, pero confío en ti; aparte, no puedo dejar pasar esta oportunidad".

Me sentó, se quitó su bata y me bailó sensualmente diciendo que sería mía mientras chupaba su pene de plástico y yo grababa. Después me sentó en su hamaca y me chupó mi pene por primera vez; ella gemía del placer de sentir un pene real, y yo estaba muy excitado al sentir su lengua en mi pene; podía sentir alrededor de mi pene sus dientes; se sentía húmedo y caliente. En ese momento grababa cómo me devoraba mi pene mientras le decía que era una perra pecadora y le daba nalgadas mientras mi tía Teresa gemía: ¡Hhhaaaaammmm!

Después procedí a meterle mi pene en su vagina mientras ella, sorprendida de lo que le haría, le dije que a partir de hoy yo sería su hombre, su macho, su patrón, y ella, excitada, me dijo que sí aceptaría eso, aunque fuera un pecado lo que hicimos. Entonces procedí a meterle mi pene lentamente mientras la grababa cómo me la cogía, cómo se retorcía del placer y cómo gemía.


Continuará

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