- Recuerdos de mi niñez, Parte 01 (de Veronicca)
- Recuerdos de mi niñez, Parte 02 (de Veronicca)
- Recuerdos de mi niñez, Parte 03 (de Veronicca)
- Recuerdos de mi niñez, Parte 04 (de Veronicca)
- Recuerdos de mi niñez, Parte 05 (de Veronicca)
- Recuerdos de mi niñez, Parte 06 (de Veronicca)
- Recuerdos de mi niñez, Parte 07 (de Veronicca)
“Ya se había convertido en una costumbre que yo me pusiera encima de mi padre con las piernas abiertas y frotara mi vagina con su pene erecto hasta que a mi me venía el gusto o él eyaculaba entre mis piernas o sobre mi barriga, hasta que una mañana de verano en la que nos despertamos llenos de sudor por el calor pasado durante la noche, mi madre se levantó para preparar el desayuno mientras nos decía que nos quedáramos un poco más en la cama.
Nosotros estábamos desnudos, yo toda sudorosa con restos todavía del semen de mi padre en mi cuerpo, por lo que le dije que me iba a levantar para ducharme y lavarme todo eso, pero él me retuvo y me dijo que me quedara un poco más.
El también estaba todo sudoroso y al abrazarme, era como si nuestros cuerpos resbalaran por el contacto de nuestras pieles. Él empezó a pedirme que le besara y que siguiéramos con nuestros juegos, así que me puse encima de él y empecé a frotar mi vagina con su pene erecto.
Como esta vez, estábamos solos, sin mi madre al lado, teníamos más libertad para movernos y yo podía moverme sobre él de una forma más rápida, llevándonos a una gran excitación a los dos y el sudor de nuestros cuerpos, hacía que su pene resbalara entre mis piernas y parecía como si quisiera entrar entre ellas, presionándome cada vez más en mi rajita, abriéndola un poco más con cada roce y sintiéndome más excitada que en anteriores ocasiones.
Aunque si apretaba mucho, yo sentía algo de dolor, a la vez sentía un placer más fuerte y yo notaba que a él le pasaba parecido. Me sujetaba por las caderas para no perder ese contacto y él me movía hacia delante y atrás cada vez con más fuerza, hasta que en un momento dado, su glande entró completamente dentro de mi vagina, haciéndome dar un grito de dolor y placer a la vez, que me hizo temer que lo hubiera oído mi madre desde la cocina..
Era la primera vez que había conseguido penetrarme y yo deseaba que eso continuara, que su pene siguiera dentro de mí moviéndose y dándome tanto placer. Mi padre también grito cuando yo sentí como me mojaba por dentro ese líquido caliente que salía de su pene y que luego empezó a resbalar entre mis piernas con algo de sangre también, por lo que me asusté, pero mi padre me dijo que no pasaba nada, que eso era normal porque me había quitado la virginidad.
Yo no entendía muy bien lo que él quería decir, pero estuvo limpiándome con papel para que mi mamá no lo viera. Yo me sentía agotada y me quedé abrazada a mi padre cuando mi madre volvió a entrar en la habitación para decirnos que el desayuno estaba preparado:
.- ¡Vaya como estáis sudando los dos! Hizo mucho calor esta noche. Ir a ducharos antes de desayunar.
Mi padre me dijo que fuera yo primero y que me lavara bien (me dijo al oído).”
Después de vivir una situación así de un padre con su hija, la satisfacción se junta con el miedo de ser descubiertos y las manchas de sangre que habían quedado en las sábanas, llenaron de preocupación al padre:
“Había vivido un momento maravilloso junto a mi hija. La había desvirgado y me había corrido dentro de ella. Estaba como en una nube, pero las manchas de sangre que habían quedado en las sábanas me pusieron muy nervioso y traté de ocultarlas, diciéndole a mi mujer que había que cambiar las sábanas de la cama y yo mismo las lleve a la lavadora envueltas tapando las pruebas de lo que habíamos hecho a espaldas de ella.
Por suerte, parecía que no se había dado cuenta y me quedé más tranquilo, así que una vez que nuestra hija salió de la ducha, entré yo para lavarme bien también y quitarme los restos de la virginidad de mi hija de mi polla.”
Obviamente, una madre acaba dándose cuenta de esas cosas tarde y temprano y cuando fue a meter el resto de la ropa sucia a la lavadora para ponerla en marcha, se llevó una buena sorpresa:
“(.- ¿Qué es esto? Están manchadas de sangre. ¿Cómo puede ser? No será…… ¡Dios mío! Mi marido ha desvirgado a la niña. Bueno, menos mal que no tiene todavía la menstruación. ¿Cómo he dejado que esto llegara hasta aquí?)
Todas estas preguntas se amontonaban en mi cabeza, sin saber darles una respuesta, para al final sentirme yo un poco culpable de todo lo pasado.
Desde mi operación, había perdido mucho interés por el sexo, no me apetecía y encontré en mi hija la excusa perfecta para que mi marido se entretuviera con ella y pudiera satisfacerse al menos de alguna manera, pero no imaginaba que pudiera llegar a penetrarla, aunque no había contado con la calentura que estas prácticas iban a provocar en mi hija, y lógicamente ella también lo desearía, dejando que su padre se la metiera.
Pero ahora habíamos llegado a una situación en la que no había vuelta atrás. Mi hija había probado lo que es un hombre dentro de ella y no iba ya a renunciar a ello y mi marido había experimentado lo que es follar a una chiquilla, algo con lo que todos los hombres sueñan y entre los dos se las iban a arreglar para seguir haciéndolo, sin importar mi opinión.
Yo tampoco me encontraba en condiciones de ofrecer a mi marido algo que superara al placer que habría disfrutado con su hija y mi situación se hacía muy difícil, viéndome obligada a cerrar los ojos ante la evidencia de que mi marido estaba teniendo sexo con nuestra hija, así que tuve que dejar pasar el tiempo como si nada pasara.”
Para una hija se hace extraño estar viviendo una situación así y que su madre pareciera que lo consentía, aunque no la dijera nada:
“Según me iba haciendo mayor, empecé a pensar que mi madre estaba enterada de todo y que había estado consintiéndolo, no se porque razón, si era porque ella no quería tener sexo con mi padre y estando yo allí, a ella la dejaba en paz y no la molestaba, o si era por algún pacto que habían hecho entre ellos, el caso es que me lo pregunté muchas veces en mi vida, sin que nunca haya llegado a enterarme de lo que pasó en realidad.”
Aunque su madre no podía dejar de darle vueltas a lo que estaba sucediendo, se desahogaba hablándolo con una vecina de confianza:
“.- ¿Qué tal te va ahora que el médico te quitó el sexo por una temporada?
.- Bueno, me voy aguantando, la verdad es que con las molestias que tengo, no me apetece nada.
.- Pero me habías dicho que ahora teníais a la niña durmiendo con vosotros todas las noches. ¿No te da pena que tu marido se descargue con ella?
.- No, porque veo que ella está encantada también, y así yo puedo descansar un poco.
.- ¿Y que sientes cuanto tu marido se pone encima de la cría para follarla en la misma cama que estás durmiendo?
.- Pues me aguanto sin decirles nada y espero a que acaben. La cría le hace correrse enseguida.
.- Uuumm, si que te ha salido caliente la chiquilla.
.- No sé si será por eso o por la calentura de mi marido de estar follándola. La primera vez que mi padre me la puso en la mano, era todavía más pequeña que ella y ya me gustaba.
.- Pero tu caso fue un poco distinto.
.- Si, ya te dije, que mi madre tenía muchos hijos ya y para que mi padre no se montara encima de ella, me ponía allí en el medio para darle respeto.
.- Jajajaja, te usaba de método anticonceptivo.
.- Pues sí, lo que pasa es que fue peor el remedio que la enfermedad, porque mi padre, al final acabó poniéndose encima de mí, pero suerte que tuve de no quedarme embarazada, aunque la verdad es que él me respetaba y siempre lo echaba fuera.
.- Y tú madre tan contenta….
.- Si, aunque alguna vez la oí decirle a mi padre que no me lo echara dentro, era lo único que le preocupaba, jajaaja.
.- Bueno, no te creas, que yo tuve que pasar lo mío también. Como me salieron las tetas primero que a mis hermanas, tenía a mi padre todo el día detrás de mi sobándomelas.
.- ¿Y que quieres? Todas pasamos por eso, ya lo sabes. Mis amigas me contaban lo mismo, y muchas acabaron como yo.
.- Ya lo sé, ahora el problema lo tengo yo, que mi cría se empeña en seguir durmiendo con su hermano, y ya no tienen edad.
.- Ya te avisé de que no la dejaras, que le iba a coger gusto y luego para quitarle eso, te iba a costar trabajo.
.- Es que era muy pequeña y creía que no iba a pasar nada. En fin, no sé que voy a hacer, esperemos que su hermano que ya es mayor, sea un poco responsable y tome medidas.
.- ¿Y tú marido que dice?
.- Pues que si hubiera hecho como vosotros, tenerla en nuestra cama, ahora no pasaría esto.
.- Claro, míralo que listo, así la tenía él.
.- Es que estos hombres, ya sabes, no se puede con ellos y hay que hacer de todo para tenerlos contentos.
.- Es que ya no sabe una que hacer. Yo suerte que tuve esta hija, porque en estas circunstancias, seguro que él andaría ya con otras por ahí.
.- Bueno, es que llegamos a una edad, que ya empiezan a cansarse de nosotras, y las que tenemos el remedio en casa, lo llevamos mejor que otras que no pueden atenderles como quisieran y tienen que ir a buscarlo fuera.
.- Ya te digo, si el mío llega todas las noches pronto a casa deseando meterse en la cama ya.
.- Si, es una suerte, porque ya ves lo que dice Luisa, que el suyo no llega hasta las tantas, y que a ver lo que estará haciendo por ahí.
.- Pues andará por la calle Maldonado, que ya sabes que por la noche se llena de crías que tienen que sacar algo de dinero para que viva la familia.
.- Si, es una desgracia, al final somos afortunadas y todo.”
Lógicamente, a la curiosidad de una hija no pueden escapárseles las conversaciones de su madre con alguna amiga y en una de esas ocasiones pudo escucharlo todo:
“Después de estar todo el tiempo escuchando escondida en el pasillo, estaba como paralizada, sorprendida de todo lo que acababa de oír. Acababa de recibir una de las lecciones de la vida que van pasando de madres a hijas.
Ahora con los años, recuerdo toda esa situación con mucha excitación y no se si serían los orgasmos mas fuertes que he tenido en mi vida, pero si los que más me marcaron y los que me abrieron las puertas de algo tan maravilloso de lo que disfrutar toda la vida.”
Continuará