Recuerdos de mi niñez, Parte 01 (de Veronicca)

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El siguiente relato erótico es un texto de ficción, ni el autor ni la administración de BlogSDPA.com apoyan los comportamientos narrados en él.

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Esta publicación es la parte 1 de un total de 8 publicadas de la serie Recuerdos de mi niñez
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Esta es la historia del despertar sexual de una niña, parecida quizás al de muchas otras, de lo que se dan cuenta cuando ya de mayores, comparten esa experiencia o escuchan otras similares.

Todas las niñas tienen bonitos recuerdos de cuando compartían cama con sus padres, algo que en algunas de ellas se acaba convirtiendo en un vicio difícil de corregir, siendo vividas estas experiencias de distinta forma por cada integrante de la familia, siendo comunes las conversaciones de este tipo:

.- Vamos, hija, vete ya a tu cama a dormir, que ya eres mayor para dormir con nosotros.

.- Déjame un poco más, mamá.

.- Sí, déjala, a mí no me molesta. Cuando se duerma ya la llevo yo.

.- La estás consintiendo mucho. Tiene que acostumbrarse a dormir sola, porque se va haciendo mayor y no está bien que duerma con sus padres, aunque parece que a ti te encanta tenerla en la cama con nosotros.

.- Bueno, mujer, es que me da pena. Mira, que se ponga, aquí a mi lado para que a ti no te moleste.

Toda esta situación es vivida desde el punto de vista de la hija de un modo diferente al de sus padres, debido a su edad y tiene sus propios pensamientos:

“Cuando era pequeña me encantaba dormir en la cama con mis padres, lo que a mi madre no la gustaba nada y me mandaba a mi habitación después de discutir entre ellos, porque a mi padre no le importaba que yo estuviera allí.

Al poco rato, solía volver a su habitación cuando ya estaban dormidos y me metía en su cama, al lado de mi papá, para que mi madre no se diera cuenta. Mi padre me hacía un hueco, me abrazaba y me dejaba dormir con él. Yo sólo dormía con las braguitas y mi padre estaba desnudo, por lo que era una sensación muy agradable sentir su cuerpo junto al mío y su pene que se le ponía duro lo sentía entre mis nalgas, lo que sin saber por qué, me causaba una cierta inquietud por lo que provocaba en mí.

No recuerdo como empezó todo, si fui yo la que provoqué lo que pasó luego o fue mi padre el que hizo que se despertara ese instinto sexual en mí. Lo que si recuerdo es como yo sentía su pene, como se lo agarraba y lo acariciaba, así como sus testículos, algo que me tenía fascinada, notando como palpitaba en mi mano como si fuera un pajarito de los que a veces él ponía en mi mano del nido que teníamos en el patio.

En otras ocasiones, me despertaba a media noche y mi mano inconscientemente siempre iba a parar al mismo sitio y me encontraba su pene muy pequeño, pero era solo ponerlo en mi mano y notar como empezaba a crecer y ponerse duro, hasta que no cabía en mi mano y con mis dedos no llegaba a abarcar todo su grosor.

Creo que para mi, en aquel momento, eso era el juguete más interesante que podía tener, y acabo convirtiéndose en mi favorito, era como algo mágico todo lo que sentía al estar en contacto con eso que me resultaba tan desconocido para mi, el calor que sentía en mi cuerpo, los nervios, la excitación que cada vez iba a mas. Muchas veces, de tanto jugar con él, al cabo de un momento, notaba como se mojaba mi mano, yo no sabía porque, pero luego aprendí que ese líquido caliente y pegajoso salía de su pene cuando yo se lo tocaba.

Esta situación se prolongaba durante muchas noches empezando yo y otras él se ponía a acariciarme y cuando sus dedos llegaban a mi vagina, no podía evitar lanzar unos gemidos, que hacían que mi padre me tapara la boca, para que no se despertara mi madre que dormía al lado.

Cuando todo esto sucedía cuando yo me había quedado dormida en el medio de los dos, mi padre me ponía en su lado de la cama para molestarla lo menos posible con nuestros movimientos.

Sus dedos frotándome la rajita me llevaban a una sensación prácticamente de desmayo, que hacían que me quedara profundamente dormida y cuando me despertaba por la mañana notaba que tenía las bragas mojadas y mi cuerpo manchado y como pegajoso.

En alguna de estas ocasiones, creo que mi madre llegó a despertarse y medio en sueños, me decía que me fuera a mi cama y que no me moviera tanto, que no la dejaba dormir. Me asustaba un poco el que pudiera enterarse, porque en el fondo, yo sentía que lo que hacíamos a ella la iba a enfadar, pero cuando empezaba a escuchar sus ronquidos, mi padre me colocaba encima de él y con suaves movimientos me movía para rozarse su pene con mi vaginita, que cada vez se iba poniendo más mojada hasta que yo sentía tanta calentura que temblaba todo mi cuerpo y mis gemidos se hacían tan fuertes que mi padre me ponía la almohada en la boca para no que no se oyesen mis gritos.

Ya llevábamos unos cuantos días haciendo eso, y yo lo buscaba cada noche en la que me metía en su cama a la hora que fuera, esperando a que se durmiera mi madre, o en las otras ocasiones en que ella me dejaba allí ya por cansancio. En una de esas ocasiones recuerdo que yo me había quedado en el lado de mi madre, estando ella en el medio de la cama y después de un rato en que parecía que ella estaba dormida, sentí la mano de mi padre como me acariciaba pasando la mano por encima de mi madre, y yo me puse muy nerviosa con mucho miedo de que ella se despertara y se diera cuenta, pero no podía evitar seguir gozando de sus dedos frotándome por toda la rajita, y yo creo que hasta empecé a gemir. De pronto sentí que mi madre se movía y me asusté bastante, pero ella me cogió con los brazos y me puso en el medio de la cama, dándose ella la vuelta para seguir durmiendo y dejándome ya totalmente a disposición de mi padre sin que la molestáramos.

En ese momento, me quedé más tranquila, al ver que ella seguía durmiendo y yo ya podía agarrársela a mi padre sin ningún impedimento para darnos gusto mutuamente una noche más.

Me sorprendió cuando una de las noches, mi padre me dijo que me metiera debajo de las sábanas para que le diera besos a su pene. Yo no sabía muy bien como hacerlo y él me decía que con la lengua lo chupara y me lo metiera en la boca. Se me hacía difícil al principio, pero enseguida empecé a sentir como me gustaba hacerle eso, como me llenaba la boca y jugaba con él como un caramelo delicioso, hasta que ese líquido blanco salió disparado dentro de mi boca, teniendo que sacarla porque era pegajoso y me hacía toser.”


Continuará

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