Como psicólogo infantil siempre he sido muy reconocido, mi consultorio se encuentra en una de las zonas más exclusivas de la ciudad, las consultas son caras pero los resultados son satisfactorios para mis clientes, entre mis pacientes tengo a hijos de actrices, políticos, industriales y mucha gente bien acomodada en los estratos sociales, a decir verdad no me quejó en nada de mi trabajo ya que me ha traído gratas sensaciones, ahora les voy a contar la historia de una de mis jóvenes pacientes, se llama Abigail, hija de un industrial del calzado, su madre y su padre viajan con frecuencia y la niña pues carece del cariño y atención requeridos; es por eso que debe de recibir terapia para poder sobrellevar su vida en sociedad.
La primera vez que entró en mi consultorio llamó mucho mi atención, una chica esbelta de cuerpo, piernas largas, cara hermosa y cabellos dorados como los mismos rayos de sol; la primera sesión fue de lo más normal y en las siguientes comencé a tener más acercamiento con la pequeña. Durante las sesiones posteriores a esta comencé a acariciarla más descaradamente, pero solo por encima de la ropa.
Fue una ocasión en que la bella niña llegó con una minifalda cuando decidí adentrar más mi relación con la pequeña de 12 añitos. Traía puesta una minifalda de mezclilla con una blusa roja sin mangas en la parte alta ya que aquí en verano hace mucho calor, debajo no traía ni medias ni calcetas, sus piernas delgaditas de piel blanca y con una leve vellosidad dorada llamaron poderosamente mi atención.
Ella estaba recostada sobre el diván y yo me senté abajo a la altura de sus tobillos y me gire de cara a ella para poder tener una mejor vista de su cara y su cuerpo, puse una de mis manos en su tobillo y lo acaricié despacito, subiendo poco a poco, la noté nerviosa pero no dijo nada y esto me permitió continuar sobando sus piernitas delicadamente desde el tobillo hasta la parte en donde su minifalda de mezclilla me permitía. Así la niña me contaba sus problemas de soledad mientras que una de mis juguetonas manos logró introducirse debajo de esa minifalda, sus muslos suaves y tiernos me excitaron al máximo y una fuerte erección se dibujó mis pantalones.
Toqué las bragas de la pequeña y entonces ella cesó su narración, se quedo callada en espera de lo que yo le haría, mi mano se paseo por la orilla de las bragas hasta que llegué justo a su entrepierna en donde pude notar el calor que de ellas manaba, pase mi dedo por toda la rajada de la niña, la miré y ella me veía con miedo. Le dije que no tuviera miedo que ahora le iba a enseñar una nueva forma de amor, que con esto todas sus frustraciones se le iban a ir olvidando poco a poco ya que era como un escape, una válvula que permitía a los sentidos escapar de la realidad, casi como una droga pero sin ser mala. Me deslice del diván y quede hincado en el suelo, jalé sus tobillos para que las piernas de ella quedaran colgando, puse mis manos en sus rodillas y luego comencé a subirlas por los costados externos de cada una de sus piernas, subí hasta llegar a su cintura, la minifalda se levantó permitiéndome ver las bragas rojas de la niña, jalé la orilla de las bragas y estas lentamente fueron descubriendo las blancas pieles de la niña, su abultado monte de Venus quedó a ante mi vista y sus labios vaginales, lisos y abultaditos se mostraron ante mí. Terminé de quitarle las bragas y comencé a besarle las piernas, ella estaba recostada en el diván y con su carita levantada para poder observar lo que yo le hacia, mi lengua recorrió toda la longitud de cada una de las frescas piernas de la niña, se las bese y luego pasé mis manos por detrás, tomándola por las nalguitas y la jalé para acercarla hasta mi cara, su vagina quedo a escasos centímetro de mi y agachándome bese sus labios vaginales; saqué la lengua y la paseé por la caliente hendidura de la niña. Ella tenía los ojos azules muy abiertos y observando como le lamía su conchita, aún no sentía placer, pues era la primera vez que alguien le hacía esto.
Con una de mis manos abrí los dos pétalos vaginales de la niña y quedó ante mi su rosado interior, palpé con mi lengua cada pliegue de la panochita que tenía al frente, seguí después lamiendo y metiendo y sacando mi lengua de sus cálidas profundidades, a los pocos minutos ella comenzó a regar con su néctar mi lengua, me bebí en su totalidad los juguitos que ella me estaba regalando. En su cara se dibujó una mueca de placer pero tenía los labios de la boca apretados y solo algunos gemidos ahogados se escucharon, sus ojos no se cerraron, continuó observando que era lo que le estaba haciendo; mamé por otros minutos más después de su venida, me levanté y observé como la niña estaba despatarrada con su minifalda levantada hasta la cintura y mostraba su ahora mojada panocha, sus labios vaginales lampiños y rosaditos se mostraban en su totalidad y debajo el ano, nuevamente me volví a agachar y esta vez tome entre mis manos sus piernitas y las levanté a modo que su ano quedara a la altura de mi cara, la pequeña no perdía detalle de lo que les estaba haciendo y enseguida puso sentir como su agujero trasero era lamido por mí lengua, comencé a hacer circulitos sobre la arrugada circunferencia y ensalivé muy bien todo, luego empujé con fuerza mi lengua hasta que vencí la resistencia que me ofrecía su pequeño agujerito, ella dio un saltillo al sentir la invasión pero a los pocos segundos se relajó más y su esfínter se fue abriendo poco a poco a mis lamidas y clavadas de lengua.
Me separé de la pequeñita dejándola nuevamente despatarrada sobre el diván, ella no se movía al parecer le estaba gustando lo que le hacía, me desabroche el pantalón y me lo bajé, la hice ponerse de pie y yo hincado comencé a acariciar sus piernitas y fui subiendo hasta meter mis manos debajo de la minifalda que nuevamente había caído hasta su posición original, toqué las nalguitas y la pepita de la pequeñita con cada una de mis manos y comencé a sobar con un dedo el clítoris sobresaliente de la pequeña, con la otra mano me comencé a masturbar despacio, al mismo ritmo con que la masturbaba a ella. Estuvimos así por algunos minutos pero por lo incomodo de la posición decidí cambiarla; tomé a la niña de la mano y con los pantalones en los tobillos caminamos lentamente hasta mi escritorio, la tomé por la cintura y la levanté dejándola sentada sobre la plana superficie, levanté con mis manos su falda hasta dejarla de nuevo sobre su cintura y mostrándome su pepita llevé mi manos hasta ella reiniciando los movimientos arriba y abajo sobre su clítoris a la vez que me meneaba el duro tronco que ahora le quedaba más a la vista. Abigail no perdía detalle de lo que estaba pasando, arriba, abajo, arriba, abajo continuaban los movimientos de mis dos manos y por como ella apretaba los labios me di cuenta que estaba a punto de comenzar a venirse, aceleré los movimientos de las dos manos y ella entonces soltó un gemido fuerte que se escapó de sus labios, de mi verga empezaron a salir poderosos y calientes chorros de leche que mojaron sus muslos y su vagina, uno tras otro los chorros de semen se estrellaban entre las piernas de la niña y bañaban sus muslos internos y panochita, ella también comenzó a venirse y un pequeño charquito de espeso jugo se comenzó a formar en la superficie plana del escritorio de bajo de ella. Lentamente los movimientos de mis manos fueron cesando y ambos nos comenzamos a relajar, ya completamente quietos nos miramos sin decir palabras, ella estaba sonrojada de su rostro y una sonrisa leve se pintaba den sus carnosos labios, sus azules ojos me invitaban a continuar con los toqueteos pero por ahora ya era suficiente; estirándome agarré de una cajita varios pañuelos y limpie las piernitas y la panochita de la niña, luego me limpié el palo y dejándola ahí fui por sus bragas que estaban colocadas sobre el diván a un lado de donde nos encontrábamos anteriormente; regresé hasta ponerme frente a ella y tomando una de sus piernitas metí la prenda, luego tomé la otra y también la hice colocársela, bajé a la chiquilla del escritorio dejándola de pie con las bragas en los tobillos, me agaché y lentamente fui subiendo la roja prenda hasta que se la acomodé bien, cubriendo su panochita hermosa, acaricie nuevamente las nalgas y la pepita ahora cubierta de nuevo por las bragas y después me levanté y acomode en su lugar la minifalda, me agaché y me subí la truza y los pantalones.
Por supuesto que después de lo ocurrido comencé a darle una terapia con respecto a la nueva situación que ahora comenzaba a vivir, le pregunté obviamente si le había gustado lo que hicimos y ella me respondió que si, también le pregunté que si le gustaría seguir haciéndolo y ella también respondió afirmativamente, fue entonces que le explique que no debía de contar a nadie lo que hacíamos pues de lo contrario nos impedirían continuar con nuestras sesiones sexuales, ella meneó su cabeza haciéndome saber que había entendido la situación y que estaba dispuesta a callar lo que aquí pasaba.
Para la siguiente sesión la bella Abigail venía vestida con una falda tableada a cuadros que le llegaba por encima de las rodillas, calcetas blancas y blusa blanca, traía como toque coqueto una boina a conjunto con la falda, no pude por menos que experimentar en el instante una formidable erección. Al entrar ella fue directo al diván y el chofer se quedó en la sala de espera, cerré la puerta y entonces fui hasta donde ella se encontraba.
– Hoy vamos a aprender nuevas cosas. – le dije e inmediatamente sus ojos azules se encendieron. Me senté en mi escritorio encendí mi computadora, le dije a la niña que viniera hasta mi lugar y ella no tardó mucho en acercarse. La senté sobre mis piernas y cliqué sobre la pantalla el botón Play del reproductor, inmediatamente comenzó una película en donde una pequeñita como de siete u ocho añitos le daba una buena mamada a un pito anónimo que se veía enorme, le pedía a Abigail que no perdiera detalle pues ella me iba a hacer eso en esta sesión. Mis manos por supuesto que le acariciaban sus piernas y su entrepierna por encima de las bragas, terminado el video que duró cerca de cinco minutos y en el que al final se veía como la niña se tragaba el semen que luego le escurría por los labios. Nos pusimos de pie y llevé a la niña hasta el diván, la hice sentarse y entonces sin más me bajé los pantalones y el calzón, mi erección quedó justamente delante de ella y sin apartar la vista la niña se quedo inmóvil.
Tomé su manita con la mía e hice que la colocara sobre la gruesa y caliente tranca, con un poco de miedo la niña la dejó ahí pero no la movió, entonces le pedí que me lo acariciara meneando su manita a lo largo del pito, ella la comenzó a mover lenta y torpemente, la fui guiando en la forma en como debería de hacerlo y ella comenzó a tomar más experiencia en esto y a los pocos minutos ya me masturbaba ricamente; pasados unos minutos le pedí que se lo metiera en la boca acercándoselo casi hasta los labios, ella con mucho miedo pintado en la cara acercó su boca a mi glande y la abrió ampliamente, fue lentamente tragándose la roja cabeza de mi palo haciéndome sentir lo cálido de su boquita, poco a poco la verga se fue perdiendo a mi vista y la bella niña paró hasta que más de la mitad estaba adentro, su cabecita se comenzó a mover para adelante y atrás como había visto en el video.
–Aprieta tus labios alrededor del tronco. – le pedí y ella lo hizo, tuve que darle un poco más de instrucciones para que ella fuera aprendiendo como hacerlo bien, me la estuvo mamando cerca de quince minutos y ahora ya lo hacía como toda una profesional, sus labios se apretaban sobre el tronco y su lengua me acariciaba el glande cuando llegaba a éste. Comencé a experimentar un delicioso cosquilleó en mis bolas y de pronto sujetándola por la cabeza le disparé toda la carga de leche en su boquita, ella al sentirla trató de zafarse pero ya estaba bien agarrada, tuvo que tragarse toda la carga y ni siquiera una gota le escurrió, al final cuando se la saque de la boquita ella estuvo tosiendo por un par de minutos.
Para que la niña no se quedara sin su regalo yo me recosté sobre el diván y le pedí que se parara sobre mí, ella así lo hizo y tuve una formidable vista de sus bragas debajo de su falda, estiré mis manos y bajé las blancas bragas de la chiquilla, como continuaba parada pude apreciar su culito y su panochita muy bien. Acaricié sus piernitas desde abajo hasta llegar a sus nalguitas y lentamente la fui jalando hacia abajo, la hice que se montara sobre mí verga que ahora estaba flácida.
– Muévete sobre ella y veras como empieza a crecer. –
Le dije a la bella Abigail; las caderitas de la pequeña se comenzaron a mover sobre mi flácido tronco y al contacto de sus labios vaginales sobre la parte baja de mi pene el nabo fue creciendo poco a poco, los movimientos de la niña fueron logrando que la verga se acomodara justo entre los regordetes labios y ahora se frotaba con más satisfacción, la piel de mi verga subía y bajaba junto con los meneos que los ahora mojados labios vaginales de ella le daban, la cabeza rojiza asomaba por entre las piernitas de la niña y podía muy bien apreciar como a cada uno de sus movimientos esta se perdía debajo de su conchita y volvía a salir casi al instante. Su respiración y sus jadeos se comenzaron a hacer más intensos a cada minuto y al poco la niña experimento un orgasmo que mojó toda mi tranca, ella se siguió moviendo hasta que menguó su placer.
Le pedí a la niña que me chupara la verga de nueva cuenta pero esta vez la hice otorgarme a la vez su panochita, quedamos en la clásica posición del sesenta y nueve, mi lengua al instante comenzó a hurgar entre las piernitas de la niña, ahora con ella encima de mí la visión de sus nalgas, su ano y su panocha eran perfectas, puse mis manos sobre sus nalgas y las acaricie detenidamente mientras que hurgaba con mi lengua en el interior de esa dulce y aromática panochita de niña, lampiña y aun virgen. Por su parte la niña también tenía una perfecta visión de mi pene en plena erección, lo meneaba de un lado para el otro y lo miraba detenidamente, posó sus labios sobre mi glande y lo besó tiernamente para poco a poco ir introduciéndoselo en la boquita, sus labios rodearon el glande y le dio varias chupadas solo en la puntita, ahora estaba empleando la espontaneidad y podía hacer con mi palo lo que quisiera, sentí como se lo tragaba casi por completo y comenzaba con un vaivén más o menos rápido, a veces se lo sacaba y meneaba la piel con su manita, otras besaba todo el tronco y la cabeza y en dos ocasiones paseó su lengua desde la base hasta la cabeza mientras lo dirigía con su manita. Yo la tenía ahora clavada con un dedo en su culo y lo meneaba como cogiéndomela mientras que mi boca y lengua se meneaban con maestría por toda la pepita abierta de la nena, con mi boca abarcaba por completo sus labios vaginales como si de un beso se tratara y le introducía mi lengua lo más adentro posible, luego pasaba mi lengua a lo largo de la rajada, desde el ano hasta el clítoris y viceversa, a veces me dedicaba en exclusiva a alguna parte en especial, ya sea a chupar los labios, acariciar con mi lengua su clítoris o a meter mi lengua dentro de su gruta vaginal. En ambos las sensaciones y placer se fue acumulando y simultáneamente sus jugos se soltaron en mi boca a la vez que mi verga inundó de nueva cuenta su boquita, esta vez ella solita se tragó mi semen por entero y no dejó que una sola gota escapara, sentí como se apretaban ontra mi palo sus labios evitando que la leche se escurriera, yo por supuesto que metía mi lengua lo más profundamente posible en su vagina para tragar lo más que pudiera de sus deliciosos jugos vaginales que manaban como una llave abierta, fue un largo e y placentero orgasmo que ambos disfrutamos intensamente, quedamos en esa posición por largos minutos hasta que ella se levantó poniéndose de pie a mi lado.
– Gracias doctor… lo disfruté mucho, ya me están gustando más las sesiones con usted. – dijo sonriéndome y tomándome de la mano, yo me incorporé y metí mis manos debajo de su falda y le acaricie largamente las nalgas y la panochita mientras que ella ponía sus manos en mis hombros y cerraba sus ojos, luego le puse sus bragas, esta vez sin limpiarle la conchita y yo me vestí también, terminamos con la sesión normas y antes de salir ella se acercó a mi escritorio en donde yo estaba tomando las notas de su terapia y me dijo:
– Estaré esperando la próxima sesión. – y salió del consultorio meneando sensualmente su cuerpo delgadito de niña.
Por supuesto que ella no era la única chiquilla que pasaba por mi consultorio pero si la que más me atraía, con otras chicas también hacia mis cositas, Eva, la hija de una bella actriz también tomaba conmigo sus terapias pero ella solo tenía siete añitos y con ella no hacía gran cosa, solo la hacía que me masturbara hasta que me sacaba la leche pero aun no se la daba a probar, solo en una ocasión le mamé su papayita; otra de mis pacientitas era Carmen con quien también practicaba ricos sesenta y nueves pero ella era tan intempestiva que a veces me mordía un poco el pene, ella tenía catorce añitos y su cuerpo era en verdad precioso, sobre todo me encantaban sus tetas, redonditas y con unos pezones pequeñitos pero bien paraditos de un color solo un poco más oscuro que su blanca piel; esta pequeñita me pidió un día que le diera consejos pues también quería que uno de los chóferes de su casa le hiciera lo mismo que yo le hacía, le pedí que, comenzara entonces a mostrarle a este chofer un poco más, que se descuidara cuando el la estuviera viendo y así llamaría su atención, y en efecto tres sesiones después me informó que este hombre ya la comenzaba a tocar y a besar y en la cuarta sesión él ya se la había cogido por el culo, cosa que a ella le fascino y me pidió que se lo hiciera yo, por supuesto que no me negué y se la dejé ir hasta que las bolas chocaron contra sus nalguitas, esta vez la sesión duró un poco más de lo pactado pero no cobre ese tiempo extra a su madre quien es esposa de un rico empresario.
Bien pues por fin llegó Abigail a su sesión, esta vez traía puesto un vestido de esos que están sujetos a los hombros por un par de tirantes, la falda le llegaba hasta los tobillos, entró y se sentó como siempre en el diván, me acerqué a ella y tomando su carita entre mis manos me agaché para besar sus labios, ella nunca había besado y fue aprendiendo de cómo yo la iba besando, mi lengua buscó la suya y pronto nos enfrascamos los dos en un prolongado y jugoso beso; mis manos entonces retiraron uno de los tirantes de su vestido verde y luego el otro, la hice ponerse de pie y la pesada prenda cayó al suelo, ella quedo solo con su blusa larga que cubría hasta sus bragas, sus pálidas piernitas largas y ricas quedaron desnudas, me agache y le quite sus zapatos y calcetas, luego hincado le fui desabotonando los botones de la blusa hasta que por fin se la quité, traía abajo un brasier que de algodón que me ocultaba sus tetas que se veían aunque pequeñitas, firmes y puntiagudas. La abracé y la volvía a besar, sentí el calor de su cuerpecito y sus brazos también me rodearon el cuello; estuvimos varios minutos besándonos y luego me separé de ella para quitarle la estorbosa prenda que aun le quedaba, con nerviosismo quité el brasier y aprecié ese par de hermosas tetitas, un par de perfectos montecitos que aun no colgaban, en su parte frontal unos hermosos pezones de color carne se dibujaban, todavía no estaban erectos así que tuve que mamarlos, mis labios se pasearon por toda la tetita y luego me apoderé de su pezón, lo lamí hasta conseguir que se pusiera rígido como una roca, este creció y quedo como un pequeño botoncito, puntiagudo y apuntando directamente a mi cara, lo estuve mamando por largos minutos mientras que mis manos se apoderaron de sus nalgas y se las acaricié hasta el cansancio, su cabecita se echó para atrás y cerró sus ojitos disfrutando de la tremenda mamada de tetas que le di.
Cuando me separé de ella pude apreciar en su cara la satisfacción obtenida, me paré y me desnude, ambos ahora completamente, su manita se apoderó de mi palo y me lo estuvo meneando un par de minutos, luego me recosté completamente en el diván e hicimos un sesenta y nueve pero solo hasta que ella se vino, yo aun no quería terminar, después me incorporé e hice a la niña ponerse en cuatro patas, me coloqué de tras de ella y mamé su culo por largos minutos, le metí un dedo en el culo hasta que se lo tragó todo, puse mi verga entre los cachetes de sus nalgas y me masturbe con ellas por largos minutos, luego le pedí que se recostara boca arriba y yo me hinque entre sus piernas.
Me acomode de tal modo que su vagina quedó a la altura de mi verga y sujetando sus piernas por la parte trasera de las rodillas la hice abrirse ampliamente, con movimientos de mi cadera acomode el pene en la entrada de su pepita y empujé logrando que se clavara el glande y penetrara casi completo, la pequeña Abigail me miró a la cara comprendiendo mi intención y luego regresó su mirada hasta su entrepierna, yo aun tenía la duda de si penetrarla o no pero mi calentura era más, seguí empujando y con dificultad logré que se tragara por completo la cabeza de mi pito.
Esperé un par de minutos, sintiendo como su calor interior y su humedad me invadían, traté de empujar más verga en su interior, costó trabajo pero lentamente la macana fue entrando pero solo hasta donde el himen de la niña lo permitió; me detuve pues sabía que le iba a doler, esperé solo un par de minutos y la fui sujetando con más fuerza de las piernas para evitar que las cerrará a la hora de romper su membrana, me incliné un poco y entonces empecé a empujar con fuerza, ella se contrajo por el dolor que la invadió, trató de cerrar las piernas y me gritó que parará a la vez que unas lagrimas comenzaban a salir de sus ojitos; yo seguía empujando con fuerza pero era difícil, de pronto sentí como se comenzaba a desgarrar su himen y la verga se iba adentrando ahora más, seguí haciendo presión y el glande traspaso por completo la barrera, ahora aunque su vagina en realidad era estrecha sentí como el nabo se deslizó lentamente hasta lo más profundo de la niña, ella estaba sollozando y cuando por fin logré que mi verga estuviera bien adentro me quedé quieto en espera de que pasara este doloroso momento, pasados un par de minutos comencé a sacar mi verga de su interior y esta venia acompañada con un poco de sangre, saque solo tres cuartas partes de mi garrote y volví a arremeter lentamente, en mi glande podía sentir como los pliegues interiores de la niña iban siendo separados para permitir la intromisión del barreno, una y otra vez bombeé en la apretada gruta hasta que esta fue relajando un poco sus músculos y permitió que la verga se deslizara ahora con mayor soltura pero sin dejar de apretar deliciosamente, el llanto de la pequeña Abigail fue pasando y comenzó sentir un poco de placer, su carita paso de la mueca de dolor a una leve sonrisa y curiosidad al ver como la larga daga se le clavaba hasta lo más profundo, su respiración se agitó en breve y algunos leves gemidos comenzaron a inundar el ambiente; yo continuaba meneándome de adelante para atrás, metiendo profundamente mi vaina dentro de su conchita apretada y ella ahora comenzaba a gozarlo en realidad, estaba completamente abierta de piernas lo que me permitía ver como su lisa y lampiña vagina era partida a la mitad por el grueso tronco de mi garrote que entraba y salía sin misericordia de su intimidad. Las contracciones de sus paredes interiores alrededor de mi verga y sus gemidos me indicaron que pronto la pequeña comenzaría a venirse, aceleré mis embestidas dentro de su coñito y en efecto a los pocos minutos ella se comenzó a convulsionar presa de un potente orgasmo, cosa que me levantó el lívido hasta su máximo y comencé a eyacular en su interior, mis embestidas entonces se hicieron menos fuertes pero más profundas y traté de regar con mi leche lo más profundo de su intimidad, ella sintió mi leche caliente llenando su interior y soltó un fuerte gemido en señal de que su orgasmo se volvió más intenso por la sensación de la leche inundándola, sus caderas se movieron de arriba para abajo tratando de sentir más placer y las últimas embestidas de mi parte regaron hasta la última gota de mi semen en sus adentros, a cada embestida un poco de leche se derramaba de su vagina y mojaba sus nalgas, en verdad fue algo agotador pero realmente satisfactorio, era la primera vez que desvirgaba a una de mis pacientes y la grata experiencia me invitaba a seguir haciéndolo. Quedamos completamente exhaustos, me dejé caer sobre el cuerpo delgadito y pálido de la niña y ella soportó mi peso, así por algunos minutos estuvimos y luego poniéndome de pie la vestí primero a ella y luego me vestí yo.
Las siguientes sesiones con ella ya no fueron solo masturbación sino sexo puro, nunca se la metí por el ano ya que era muy estrecha y temía lastimarla, solo me limitaba a meterle un dedo profundamente, pero eso sí, por la pepa cogíamos hasta quedar extenuados, en una sesión posterior logramos coger hasta cuatro veces seguidas sin pausas, la niña en verdad me tiene loco; Abigail siguió tomando sus terapias y hasta el día de hoy no deja de visitar a su psicólogo, ya cuenta con 15 añitos y es una hembra preciosa, después de ella también logré desvirgar a otras niñas y hasta a un par me las cogí por su culo, todas niñas preciosas y que además tiene mucho dinero, sus padres notaron que su carácter cambio y se volvieron más abiertas y desenvueltas y hacían recomendaciones a sus vecinos y amigos, eso sí, solo atiendo a niñas; los precios de mis consultas aumentaron también por lo eficiente de mis servicios y bueno, pues la verdad no me puedo quejar ya que es un trabajo que deja muchas satisfacciones, ¿No creen?
Fin
Me encantaría una serie de historias con este psicólogo