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    Olorarosas

    La niña que quería ser mujer, relato SDPA en blogSDPA.com

    La niña que quería ser mujer, Parte 3 (de Olorarosas)

    5 de marzo de 2025 en Relatos SDPA, Jovencitas, Sexo en grupo

    Esta publicación es la parte 3 de un total de 3 publicadas de la serie La niña que quería ser mujer

    Apenas vi asomar las cabezas de Ruth y su amiga por la verja del jardincito, me levanté de inmediato. No quería entablar ninguna conversación con las niñas en mi jardín a la vista y al oído de los vecinos y de las clientas del Super, así que entré a la casa y ellas me siguieron. Me senté en el sofá, Ruth se sentó a mi lado y como tantas veces hacía, me cogió el puro con una mano y con la otra empezó a acariciar mi polla.

    La amiga se acercó sonriente a nosotros, pero muy roja por la excitación y la vergüenza ¡aunque creo que ninguna de las dos sabía lo que significaba esa palabra! Las dos niñas se parecían bastante, Sobre 157-160 de altura, delgaditas, con tetitas ya bien definidas y con pezones prominentes. De repente, la mandona de Ruth le dice:

    --Irina, este es Arturo. Anda Irina, sácale la polla y demuéstrale que sabes hacer buenas mamadas. Trágatela hasta el fondo. Y no te olvides que desde ahora, Arturo es tu Amo, y su polla es tu dios.

    Irina, aún sonrojada me miró, sonrió, y se acercó a mí. Se puso de rodillas entre mis piernas y me sacó la polla abriendo mis pantalones lo que pudo. Apenas lo hizo, Ruth, mandona como siempre, le ordenó:

    --Así no, imbécil ¿no ves que si no te lo tragas todo, le saltará la leche y puede mancharte el vestido? Como tu madre vea las manchas y vea que son de leche de tío… ¡te mata! Además, ahora que te vas a levantar para desnudarte, aprovecha, coge aquella botella de coñac de la mesa y me la traes.

    Apenas Irina le trajo la botella de coñac, se la metió en la boca y se tragó una buena cantidad de licor. Luego siguió fumando el puro y como era su costumbre, se tragaba el humo ¡joder con los vicios de esta putita de 11 años! Y como Irina no se movía, le volvió a ordenar que se desnudara y me la mamara de una puta vez.

    No solo se desnudó Irina, sino también Ruth. Ninguna de las dos llevaba nada debajo de su ropa de calle. Ruth lo tenía prohibido por mí, pero Irina era nueva… Aunque luego supe que se lo había ordenado Ruth ¡la mandona Ruth!

    --Irina, ponte en el sofá a cuatro patas y le enseñas el culo y el coño a tu dios. Que sepa este camionero cabrón, lo puta que ya eres a tus 10 años y lo bien que lo vas a tratar –le ordenó Ruth-

    Irina nos sonrió a Ruth y a mí, y mientras se subía al sofá, se ponía de a cuatro, me pegaba todo su culo a mi cara para que viese bien su sexo y su ano. Aunque debo confesaros una vez más, que yo miraba a Ruth, pensaba en Ruth ¡y deseaba a Ruth!

    No sé qué Dios del Olympo me la envió para volverme loco, pero nunca he sido tan feliz con una mujer, como lo era con esa niña. Delgadita, un poco más alta de lo normal, con unas preciosas mandarinas bajo cada pezón, y aunque todavía tenía 11 años, era la mujer más puta que jamás había conocido. A su edad, no tenía reparos en hacerlo todo, incluso lluvia dorada. Es más, te exigía que la trataras fuerte, y solo hacía tres semanas que yo mismo había destrozado su virginidad. Y aun así, se entregaba con una pasión enorme. El sexo la volvía loca ¡y yo la iba a pervertir al máximo!

    Bebía licores fuertes hasta cansarse, pero nunca la vi muy borracha. Fumaba pocos cigarrillos, pero mi puro no lo dejaba cuando estaba conmigo y se tragaba el humo. Me juró que me traería varias amigas para hacer yo un puticlub de niñas, del que yo sería el puto Amo, el semental, y el chulo de las mismas… y ya me traía una nueva ninfa para desvirgar. Y a sus 11 años, se comportaba como si formase parte de mi vida. Y sinceramente, creo que ya formaba parte de mi vida y de mis vicios.

    Y como ya me daba igual ir a la cárcel por follarme a una niña o a cien, me preparé para hacernos todos un favor. Pero apenas empecé desde atrás a hurgar en su sonrosada e infantil vulva, me dice Ruth:

    --Mírala bien Arturo, aunque ya tiene 10 años, es virgen por los dos agujeros. Pero te aseguro que es muy buena mamona, las pollas de los compas de bachiller se las traga hasta el fondo. Ya quería empezar a follar con ellos porque quiere ser una puta de verdad y ganar dinero, pero quiero que seas tú su primer macho y su chulo ¡eres mi amigo! No tiene miedo a quedarse preñada y sabe que hoy le va a doler, pero no se quejará ¡ya lo verás!

    ***Sabe que has sido camionero y muy bruto, pero así aprenderá mejor a follar con toda clase de hombres. Yo haré que se acostumbre a fumar tus puros y a beber de este coñac barato que tienes, además, como tienes muchos amigos camioneros y ellos serán nuestros principales folladores, pues así nos acostumbraremos a ellos y sus gustos. Ya verás como Irina siempre será tuya y te hará todo lo que le pidas ¡pero no será nunca tan tuya, tan mujer, como lo soy yo!

    Yo estaba alucinado ¿qué cojones iba a fumar y beber yo con mi paga de pensionista? Al igual que el resto de la gente de mi barrio, todos necesitábamos dinero para vivir mejor. Pero no sabía si estaba más alucinado por lo que decía mi niña, o por lo cerrados que veía el coño y el culo de Irina. Por supuesto le iba a doler en los dos sitios y no solo hoy. Pero hoy le abriría solo el coñito. Esa pequeña vulva sonrosada, agresiva, y hasta hoy inexplorada, merecía una atención especial urgente ¡se veía tan estrecha su entrada!

    Agarré con mis manos ese divino culito y mi boca se pegó inmediatamente entre los glúteos. Mi lengua buscó, sobre su lisa y fina vulva, la grieta que me introdujese al interior de la sacrosanta cueva. Su agujero era tan estrecho que yo mismo pensé que sería imposible meter mi bastante gruesa polla. Mi lengua sí empezó a penetrar en esos virginales coño y culo. Y sus caderas empezaron a moverse al notar ese húmedo roce. Con mi rostro pegado entre sus glúteos, y mi lengua penetrando dentro de mi nueva niña, me sentí extraordinariamente feliz.

    ¡Cuántos hombres darían parte de su vida, por hacer lo que yo estaba empezando a hacer con esta niña de aún 10 años! La niña empezó a gemir y a moverse. El olor que salía de esas partes sexuales me volvían loco ¡Qué carne más prieta… más suave… qué grietas tan estrechas! ¿No sería acaso un crimen romper esa virginidad y hacerla mujer, para que tantos otros hombres se vaciasen dentro de ella?

    --Toma, bebe –le dijo Ruth a Irina- Bébete lo que quieras y te iré dando el puro para que lo fumes. Cuanto más borracha y mareada estés, menos dolor notarás ¿Tú ves Arturo? Tus putas nos vamos a hacer camioneras, coñac barato y puros de mierda. El único que ganas eres tú. Te follas a unas niñas vírgenes de 10 y 11 años, las haces tus amantes, las haces putas, y encima ganas dinero con nuestros coños.

    --Y con vuestros culos y bocas –dijo Arturo- Porque los que os follen pagarán por todo. Queréis ganar dinero y yo os proporcionaré esas pollas y ese dinero. Sí, mi amada Ruth, acepto ser vuestro semental. Os follaré casi cada día. Disfrutaré con vuestros pequeños cuerpos y vuestros estrechos agujeros. Es posible incluso que sea yo quién os preñe primero, pero el tiempo que esté con vosotras voy a ser muy feliz y os haré muy putas. Y tú me gustas mucho Ruth, ya no eres realmente una niña, eres ya muy adulta, tú serás algo muy especial. Una puta depravada, superviciosa, sin complejos, y con constantes deseos de ser follada.

    --¿Quieres que sea tu novia Arturo? No me importa tu edad. Mi madre se emborracha casi todas las noches. Puedo emborracharla del todo todas las noches y me vengo a follar y dormir contigo. Y si me traes ya clientes, con ellos también follaré y ganaremos dinero. Podrías romper esa ventana que hay en el pasillo junto al baño y hacer una puerta que dé a la calle de atrás, junto al muro. Nosotras podemos entrar por allí y los clientes también ¡y nadie de la calle nos verá!

    --En mi casa, mi padre hace tiempo que se fue con otra chica, mi madre tiene una depre de cojones y se toma pastillas para dormir. Me puedo escapar y venir también todas las noches ¡Y dos putas ganan más dinero que una! –añadió Irina-

    Joder con las niñas. En este barrio humilde, casi no había una familia normal. Y posiblemente, en estos momentos, el más anormal y amoral de todos sus habitantes era yo. Pero vi que Irina se bebió una muy generosa ración de ese coñac barato ¿cómo son capaces estas niñas de trasegar tanto alcohol y drogas a su edad? Ruth le acercó el puro y la niña aspiró profundamente y tosió varias veces:

    --¿Tú ves como este humo es más fuerte que el de los cigarrillos y los porros? -Le dijo Ruth- Tú fuma estos puros poco a poco hasta que te acostumbres. Y te digan lo que te digan de los puros ¡tú te tragas el humo! ¡Hemos de ser las mejores putas del polígono!

    Me olvidé un poco de sus comentarios ¡y menudos comentarios sexuales hacían las niñas! Hasta había previsto Ruth, que la ventana del pasillo la echase a tierra e hiciese una puerta muy discreta ¡pues la haría! Y eso de pasar las noches con las dos… ¡gracias Baco!

    Proseguí jugando con mi lengua, la cambié de agujero y penetré su culo con ella ¡necesitaba saborearlo! Los olores anteriores me decían que hacía poco que había defecado y aunque bien limpio por fuera, al penetrar mi lengua noté el maravilloso y agrio sabor de sus excrementos infantiles. Y lamiendo ese sabroso agujero tan estrecho como el anterior, mi lengua, mi mente, y mi polla, desearon a la vez ser el dueño de ese cuerpo ¡de esos cuerpos tan menudos y frágiles!

    Para estar más cómodo, me levanté casi de golpe. Cogí los glúteos de Irina con mis dos manos. Mis dos pulgares separaron dichos glúteos, apoyé mi pollón sobre los pequeños y frágiles labios vaginales y empecé a apretar, pidiendo a los dioses ayuda para poder penetrar ese agujerito hasta el fondo.

    --No tengas miedo Arturo. A mi me hiciste mucho daño pero ahora ya ves que me la metes bastante bien y me duele solo un poco. Ella quiere ser puta, como yo, así que trátala como puta, no como niña y fóllala a tope ¡necesitamos dilatarnos!

    --Irina ¿de veras quieres que te la meta? Te va a doler.

    --Ya me lo han dicho Ruth, Marga y otras amigas, pero si quiero ser puta tienen que follarme y necesito tener los agujeros grandes, así que fóllame duro Arturo ¡como a Ruth! Ya verás como siempre te haré caso, no gritaré, y me portaré bien.

    Mientras hablábamos, más que nada para distraer a Irina y que se relajase, mi cuerpo no dejaba de hacer fuerza para meter mi polla en tan estrecho agujero. Algo parecido a eso de meter un camello por el ojo de una aguja. Pero por fin, metí de un golpe seco todo mi glande, y la chiquilla no gritó, pero lloró bastante fuerte. Yo la acariciaba, la besaba dulcemente… Y Ruth le daba más coñac, el puro que ya se terminaba ¡y también le daba besitos en las mejillas y en los labios ¡11 años, putas, y bisexuales…! Seguí metiendo la polla y vino un milagro en nuestra ayuda. ¡Irina se corrió abundantemente!

    La dejé descansar un poco. Lo que aproveché para hurgar con mi polla dentro de ella, y así mojar un poco más mi polla. Instantes después volví a empujar y noté, a pesar de su estrechez, que iba entrando mejor. La sacaba un poco, la volvía a meter. La volvía a sacar y meter… y cada vez más rápido, con más fuerza. Y la niña se tragaba el coñac y los mocos. Y de repente llegué al fondo de su matriz y no solo lo noté yo.

    --¡Ruth, Ruth! –gritaba la niña- Ya ha llegado la polla al fondo. Me la ha metido toda.

    ¡Qué más quisiera yo que meterla toda! Algo más de la mitad estaba dentro de ella ¡eso seguro! Y otra vez oímos la mandona voz de Ruth:

    --Ahora reviéntala Arturo. Ya la tienes dentro. Eres su semental, demuéstrale quien manda y para qué sirven una polla y un coño.

    ¿Para qué sirve un coño? Y sobre todo, el coñito de una niña virgen de solo 10 años ¡Menuda pregunta! Para volver loco de placer a cualquier hombre que aprecie un coñito tan estrecho e inexperto. Su vagina, sus músculos vaginales, aprietan la polla como el mejor guante carísimo hecho a medida del placer. Envuelven la polla. La llenan de calor, de humedad. Está la polla tan apretada que parece que ha crecido de tamaño.

    Es como si en lugar de una polla grande, le hubieses metido un bate de beisbol de tan ajustada, y notas el placer de esa ninfa al ser tan brutalmente dilatada ¿Cómo no van a pagar los hombres lo que sea, por follarse a unas niñas como estas? Estarían locos rechazándolas.

    Pero ahora, esas niñas eran mías. Esos coños eran míos. Y el coñito de Irina era posiblemente más estrecho que el de Ruth. Aún tardarían muchas semanas las dos en estar dilatadas para ser folladas sin mucho dolor, “a su gusto”, por lo que hasta entonces, SOLO mi polla entraría en esos agujeros y me vaciaría en ellos ¡a mi gusto! ¡Qué par de putas tan maravillosas iba a crear! ¡Y sus madres durmiendo o borrachas mientras las follo!

    La respiración de Irina se iba relajando. Los brazos de la niña descansaban sobre el apoyabrazos del sofá. Ruth la besaba, la acariciaba. Y fui notando como todo su cuerpo, a pesar de que mi follada no era nada suave, se relajaba, se me entregaba. Y quise disfrutar de ese cuerpo y empezar a enseñarle el poder conjunto del uso de la fuerza y el de las caricias, como parte importante del placer y de la entrega total.

    Su cuerpo estaba sudado, pero no me importó. Hice un ligero hueco en mis manos para poder acariciarla sin que la palma de mi mano se pegase a su piel sudada. Mis manos empezaron a recorrer su cuerpo mientras mi polla seguía jugando, forzando, y dilatando su coñito. Cuando mis manos llegaron a la parte alta de su espalda y mis dedos acariciaron su nuca ¡un nuevo estremecimiento la sacudió! Otro orgasmo el primer día de su follada. Y mi polla empezó a moverse mejor. Muy apretada, pero con mejor deslizamiento. Sujeté su cuerpo por sus sobacos, y las yemas de mis dedos empezaron a acariciar sus tetitas ¡qué duras y prietas eran!

    Estaba yo muy excitado, por mi follada, y por ver como, al mismo tiempo, las dos niñas se besaban en la boca intensamente y hacían jugar sus dos lenguas como serpientes locas que se enroscaban y jugaban mientas las dos se acariciaban. Comprendí que mi polla y mis huevos ya no podrían aguantar tanta dicha y placer, y desde atrás la agarré de sus tetitas. Las apreté, las agarré con fuerza, arqueé su cuerpo hacia atrás mientras se la seguía clavando profundamente, y esta vez me aseguré de hacerlo con fuerza, para demostrarle quien mandaba de los tres.

    --¡Me duele! –le oí decir a la niña-

    --¡Rómpela Arturo! Métesela en la barriga si hace falta… ¡pero fóllala con fuerza! Demuéstrale que eres su Amo y su semental–me gritaba Ruth-

    Con su cuerpo arqueado la follé con fuerza. Sin pensar en sus 10 años. Como si fuese una puta más de las muchas que conocí en mi vida de camionero. Fuertemente agarrada por mis brazos y penetrándola una y otra vez hasta el fondo de su estrechísimo coñito, sin hacer caso de sus quejidos.

    Y los huevos se cansaron de mantener mi leche en sus depósitos y la sacaron a presión. Varias descargas de leche llenaron su vaginita ¡debería ser tan pequeña! Mi polla estaba pegada tanto a sus paredes, que el semen salía lentamente entre mi polla y sus músculos. Su cuerpo, estrechamente unido a mí, me transmitía todas sus emociones. Oía el aire de sus pulmones. Los rugidos que querían salir de su garganta. El estremecimiento de sus músculos… pero nos había jurado no gritar y contuvo sus gritos de dolor. Noté el estremecimiento de un último orgasmo. Su cuerpo empezó a pesarme ¡mi princesa se había mareado y se abandonaba en mis brazos! Pero la misión estaba ya cumplida ¡Irina ya no era virgen!

    Dejé el cuerpo de la niña de aún 10 años sobre el plástico del sofá, boca arriba, y apenas lo hice, me dice Ruth:

    --Qué cabrón eres Arturo… ¡menuda follada! Mira como está de agotada, sacando leche, sangre, sus propias corridas ¿Vas también a romperle el culo hoy? Y como has visto, no ha gritado. Cada amiga mía que te traiga para follar, ya te las traeré enseñadas para que te hagan caso. Podrás hacer con ellas todo lo que quieras… ¡y nunca te denunciaran!

    Y la muy puta me sonríe, me acaricia la mejilla, y me dice:

    --Hoy no me has follado. Pero esta noche dejaré que mi madre se emborrache del todo y vendré a pasar la noche contigo. Podremos estar toda la noche follando y por todos mis agujeros ¡Será nuestra primera noche! Déjame la ventana del pasillo abierta y entraré por allí.

    Me la quedé mirando y vi tanta ironía en su sonrisa y tanto vicio en sus ojos, que la polla se me puso más dura que el titanio. Y no me pude aguantar. La tiré contra el respaldo del sofá, le abrí los glúteos, y de un solo empujón la penetré vaginalmente. Seguía siendo estrecha, muy estrecha, pero la muy cabrona le dice a su amiga que estaba bajo ella:

    --Ves Irina. Solo hace tres semanas que me está follando y ya me la mete de cine. Tienes que tener aguante y paciencia, y ya verás como pronto te la podrá meter entera.

    Pero al follarme a Ruth, vi el cuerpo de Irina y que la pobre estaba destrozada, sudada, y sin arreglar. Me follé muy rápido a Ruth aunque ella me pedía tranquilidad, follarla sin prisas, y una vez me corrí dentro de ella, fui al baño y traje cosas para limpiar y rebajar la inflamación de Irina. Ya me estaba haciendo un botiquín bastante extenso, y tendría que ampliarlo con esas putitas de agujeros tan estrechos, para poder arreglarlas después de cada follada.

    Una vez limpia y seca, compartimos coñac y puro los tres, y un rato después de ir al baño, Irina estaba ya “casi” segura de poder ir bien a su casa a pesar del dolor de su entrepierna. Pero andaba como un pato, con las piernas abiertas y la mano derecha como agarrotada. Según me dijo días más tarde, había puesto su mano así porque tenía unas ganas enormes de rascarse en el coñito, pero claro, no podía hacerlo. Estaba muy inflamado y dolorido.

    Pero Ruth ¡siempre Ruth! Aún no había terminado con las sorpresas, y me pregunta:

    --Arturo ¿has follado alguna vez con niñas que sus padres son de África? Pero aunque son muy morenas, no son negras. Porque tengo dos hermanas de 9 y 11 años, Janna y Amira, muy guapas, muy mamonas, y que quieren pollas de verdad. Pollas a cambio de dinero. En su casa falta dinero y su madre las ofrece. Y no te olvides que esta noche la pasaremos tú y yo follando. No cierres la ventana.

    Y cerrando ella la puerta de la casa, desaparecieron las dos niñas… que ya se estaban haciendo mayores.


    Continuará

    La niña que quería ser mujer, relato SDPA en blogSDPA.com

    La niña que quería ser mujer, Parte 2 (de Olorarosas)

    19 de febrero de 2025 en Relatos SDPA, Jovencitas

    Esta publicación es la parte 2 de un total de 3 publicadas de la serie La niña que quería ser mujer

    --Eres un malnacido… un cabrón de mierda… un hijoputa… un pervertido pederasta… un maltratador… un violador sin entrañas…!

    Todos estos epítetos malsonantes, que Ruth me decía a través de la verja de mi pequeño jardín cada vez que pasaba con paso cansino, desde, o hacia su vecina casa, cuando me veía tomando la fresquita de las tardes ya casi veraniegas, tumbado a la sombra sobre mi hamaca, me sonaban tan a música celestial que me la ponían durísima. Tan durísima, que tuve que cambiar mis pantalones cortos de algodón ligero, por otros pantalones cortos vaqueros más largos y fuertes, para evitar que mi polla se saliese por los huecos de abajo.

    Pero lo peor de todo, es que esa polla mía echaba de menos a Ruth y deseaba su estrechísimo coño, que sin yo saberlo ni proponerme a ello, estrené y desvirgué dos tardes antes. De ahí su paso cansino. Su coño de todavía 11 años, era demasiado estrecho para mi pollón de camionero. Sus presunciones de experta putita infantil, me excitaron de tal manera que la traté con dureza. Con demasiada dureza, de la que ella posteriormente incluso presumió que le gustó ser follada así.

    Y qué deciros de mí. Muchas putas me he follado en casi 40 años de viajes nacionales e internacionales con el camión. Muchos de sus coños eran adolescentes, ¡pero el coño de Ruth...! El coño de Ruth era lo más maravilloso del mundo. Una pequeña colina púbica coronada por una pequeña y estrecha grieta ¡que yo abrí al mundo! Grieta que penetré con toda mi rabia y deseos masculinos agitados por las amenazas y gritos de mi niña. Sí ¡MI niña Ruth! Porque esa niña ya era mía, y estaba seguro de que lo sería para siempre.

    A pesar de su edad, mantenía esa colina perfecta y deliciosamente rasurada, ofreciendo sin obstáculos, una preciosa visión del cráter de la entrada de su vagina, de su cueva hasta entonces inexplorada. Mi lengua penetraba justa por esa grieta, pero el grosor de la misma y su rugosidad,  excitaban a su propietaria, la hacían moverse constantemente... ¡y se corría una y otra vez! Y mi niña me excitó como ninguna otra antes y la forcé. La obligué a mis deseos. Casi la violé.

    Y mi polla, con un coño así engrasado con mi saliva y por sus propias corridas, y ejerciendo fuerte presión con mi propio cuerpo, no tuvo problema “grave” en poder entrar en esa cueva sin estrenar. Sus paredes vaginales se pegaban a la misma. Era difícil muchas veces despegar mi polla de sus paredes, para poder follarla, metiéndola y sacándola a gusto de los dos (sobre todo del mío) y eso a ella, por extraño que parezca a sus 11 años, la volvía loca de placeres ¿acaso sería masoca?

    Poco a poco, a pesar de los movimientos de su cuerpo y sus gritos que yo tapaba con mi mano en su boca, mi polla cumplió sus funciones: La desvirgó completamente -- Llenó su coño de leche por primera vez -- Y le dio placeres que ella misma buscaba y deseaba ¡hasta me obligó a follarla bajo amenazas!

    Ahora, tumbado y relajado en mi pequeño jardincito, con mis ojos cerrados soñando, más que pensando, en esa follada gloriosa, con una sonrisa beatífica de santo varón en mis labios, yo pensaba en ella, en esa niña algo delgada para mi gusto, pero tal y como son ahora las niñas, quizá de 162-165 cm de altura, con una boca grandecita y labios muy adecuados para ser una gran mamona, con dos preciosas mandarinas casi naranjas como tetitas, y unas areolas y pezones dignos de más grandes pechos, dos largas piernas y un culo respingón más a mi gusto, más digno de llamarse culo, y que cuando llevaba sus ajustados pantalones, le marcaban unas preciosas y deseables curvas.

    Pero como el gran Calderón de la Barca decía: "Los sueños, sueños son". Y mientras pensaba-soñaba en mi deseada niña, me relajaba y me fumaba un estupendo cigarro. Intenté además saborear un buen vaso de coñac que había llenado poco antes, cuando de repente y a tientas lo cogía de la mesa para beber, oigo abrir la verja de la entrada de la calle, y oigo una voz casi susurrante pero mandona, que me dice:

    --¡Quieto ahí Arturo!

    ¡Era la voz de la maldita Ruth! ¡La maldita dictadora, siempre dando órdenes y con deseos de ser la mandona del barrio a pesar de su edad!

    --Oye machote ¿qué cojones vas a hacer con ese vaso? -me preguntó-

    Y solo tuvo que alargar su mano y ser ella quien cogiese mi vaso de coñac. Y como si fuese agua del grifo, se fue bebiendo el contenido del mismo ¡Joder con la puta! ¿Cómo era posible que esa maldita cría se bebiese como si nada, alrededor de las 3/4 partes del contenido de un vaso normal de cocina? Se limpió su boca con el dorso de su mano y mirándome a los ojos me dijo:

    --Jamás pensé Arturo, que fueses el mayor cabrón del mundo. No te imaginas el dolor de mi coño, sobre todo cuando me masturbo, y cómo me escuece por dentro cada vez que me corro... ¡y eso es algo que hago muchas veces cada día! El polvo de anteayer me destrozó el coño. Nunca me imaginé que tu polla fuese tan gruesa y que mis músculos vaginales fuesen tan inflexibles y no se dilatasen más... pero jamás pensé en gozar tanto, y tal y como te prometí ¡tú serás a partir de ahora, mi semental!

    --¿Cómo que tu semental? –pregunté yo asombrado-

    Y antes de que me diese cuenta y pudiese evitarlo, su mano se posó encima del bulto de mi pantalón y lo empezó a acariciar, mientras una demoníaca sonrisa se dibujaba en su preadolescente y mamona boca. Nunca tenía en cuenta el supermercado que tenía frente a mi casa con tanta gente entrando y saliendo, o a los que nos viesen desde la calle, o desde las ventanas y balcones. Y encima, me coge también el puro y empieza a fumarlo ¡tragándose el humo!

    --Si Arturo, mi semental. Ya te lo dije anteayer cuando me destrozaste el coño. Y ahora he venido para que me hagas madre por el culo. Y me vas a follar cada día. Y me vas a enseñar a ser la mejor puta de la ciudad. Y como estás jubilado del camión por tus problemas en tus rodillas, te dedicarás a buscarme clientes para follar como puta. Y no te preocupes, ya verás cómo te voy trayendo unas amigas del cole, de mi edad y más niñas, para que puedas explotarnos a todas y ganar un buen dinero con nuestros coños, bocas, y culos. Y ahora vamos para dentro ¡quiero salir dentro de una hora con el culo bien dilatado, y abierto para siempre!

    Y la muy puta casi consigue que me corra allí fuera ¡es buena la putita, muy buena... Sin vergüenza y sin prejuicios! Y al igual que dos días antes, no me pude contener y un intenso calor interior me invadió. La miré a los ojos y vi que no iba de broma. Se ladeó su camiseta de tirantes para enseñarme una teta y demostrarme que no llevaba sostén. Y se levantó por delante la pequeña falda y tampoco llevaba bragas. Y agachándose un poco sobre mí, me dijo suavemente al oído:

    --¿Estás seguro, pederasta de mierda, que no deseas abrirme el culo y disfrutar de ese estrecho agujero? Vamos pedazo de cabrón, demuéstrame lo camionero que eres... Hazme puta, pero sobre todo ¡hazme mujer!

    Se puso el puro en la boca y lo siguió fumando como si el camionero fuese ella. Me levanté un poco acojonado por su forma de comportarse al aire libre, y pensando que si ella quería que le abriese el culo ¿quién coño era yo para negarme a ello? Pero joder ¡era una cría de aún 11 años!

    Al dirigirme a la entrada de mi casa, vi como ella cogía la botella de coñac sin abandonar el puro, y pensé en el lio que me estaba metiendo con esa niña con unos vicios tan perversos. Pero ¿acaso no se vive solo una vez? Pues yo iba a disfrutar de ese cuerpecito y de todos sus agujeros llenándolos de leche de estupenda calidad. Y si encima me iba a traer amiguitas ¡dioses benditos!

    Esta vez no me detuve en el salón y el sofá. Sinceramente deseaba follarla duro, muy duro, pero bien. Me la llevé a una habitación interior, aparté las sábanas y colcha, y al girarme mientras me desnudaba, vi que la niña se estaba llevando la botella de coñac a la boca y bebía un largo trago directamente ¿acaso se estaba emborrachando para aguantar el dolor de la enculada? Dejó la botella en una mesita y el puro en un cenicero y sin más preámbulos, se quitó la camiseta y la faldita quedándose totalmente desnuda. Y al ver ese cuerpecito, tan maravilloso y angelical al mismo tiempo, me calenté sobremanera y le pregunté:

    --¿Estás segura Ruth que quieres que te abra el culo? Mira mi polla, te va a doler. Piensa como te duele aún el coño.

    --Desde anteayer conozco tu polla y sé el dolor que me provocaste. Soy muy joven Arturo, “casi” una niña, pero si algo he aprendido en mi corta vida, es que si quieres algo en serio te la tienes que jugar ¿acaso no te la estás jugando tú follándote a una niña de 11 años y pudiendo ir a la cárcel? Necesito dinero, quiero ser puta y quiero que tú seas mi maestro, mi semental, y mi chulo. Así que adelante ¡Hazme un buen agujero! Porque yo soy quien sufrirá y tú quién gozará.

    Y como tenía razón, me decidí abrirle ese agujero para siempre.

    Metí la mano en el cajoncito de la mesita de noche y saqué una botellita de lubrificante, y tal y como estábamos de pié la abracé, y mis dedos, gruesos y rudos, empezaron a jugar con su culo y a ponerle una generosa ración de aceite mientras intentaban dilatarla un poco. Pero ese abrazo no fue pensado y trajo consecuencias. La niña se abrazó estrechamente a mí, empezó a mover sus caderas, y ese movimiento me venía muy bien para engrasarle el culo... pero me venía fatal para mi polla, porque la niña la estaba rozando de forma consciente,  como una profesional… Puso mi polla durísima, y a mí a punto de correrme.

    Me aparté un poco de ella. Dejé de masajear su culo y de engrasarlo para la gran penetración y la besé. Fue besarla en su boca infantil y meter mi lengua dentro de ella y mi Ruth se corrió. Y fue correrse y Ruth aún se me abrazó más estrechamente a mí, mientras me preguntaba con voz ronca por el deseo:

    --Arturo ¿Serás mi semental para siempre y serás mi chulo como puta? Sabes que nos conocemos unos años y a pesar de mi mal carácter  te tengo cariño y confianza. Necesito que seas mi maestro, que me perviertas y me hagas viciosa, que me busques clientes, y necesito que me cuides y me protejas como un buen amigo ¿lo harás?

    Noté la calidez de su cuerpecito. Noté también como temblaba por su excitación y miedo. También pensé que nunca tuvo padre, y su madre era una borracha inculta y le dije:

    --Si Ruth, si eso es lo que quieres, lo haré. No sé cómo, pero lo haré.

    Y fue oír eso, soltarse de mí, arrodillarse ante mí y meterse mi polla en su boca. Su boquita hacía tiempo que era lo único que no era virgen. Sabía mamarla de maravilla, y yo ya no podía aguantarme más o me correría en su boca ¡y lo que yo quería era su culo! La aparté de mí, ella entendió y con una rara sonrisa, ella misma se tumbó en la cama poniéndose la almohada bajo su vientre. Separé sus duros glúteos y vi ese ansiado cráter lleno de crema y muy brillante ¡pero extraordinariamente pequeño... estrechísimo! Le metí un pulgar y lo roté cierto tiempo. La niña gemía, pero no lloraba.

    Intenté meter otro dedo, pero era imposible meter más de la mitad, y retiré mi pulgar mientras pensaba cómo romper ese culo... sin romperlo de verdad. Y de repente la niña me dice:

    --Ya sé que es muy estrecho. Yo misma me he metido deditos y no caben más de dos de los míos. Pero haz lo mismo que hiciste con mi coño, pon la punta de tu polla en el agujero y déjate caer ¡y no hace falta que me tapes la boca, porque no gritaré! Llorar, lloraré seguro, pero no gritaré ¡ya lo verás!

    Y con mi polla acariciando siempre su ano, me fui moviendo sobre su cuerpo. Lo acariciaba, palmeaba con fuerza sus glúteos, lo masajeaba, lo besaba... Alternaba el dolor y la caricia, y ella se iba relajando mucho. De vez en cuando me paraba, hacía una pequeña presión con mi capullo en ese virgen agujero... y seguía acariciándola y golpeándola. Y así la engañé. Porque en uno de esos momentos de hacer presión con mi polla en su ano, lo dejé justo en la entrada del túnel bien engrasado, y me dejé caer sobre ella empotrando casi la mitad de mi polla en su culo a la primera ¡y no gritó!

    Sus manos agarraron con terrible fuerza las sábanas. Sus nudillos se pusieron blancos. Sus piernas se tensaron brutalmente. Notaba como sus músculos anales apretaban mi polla con enorme fuerza, y cómo su cuerpo se curvaba como un arco momentos antes de disparar la flecha. La acaricié, la besé. Dejé mi polla allí enterrada sin moverla, y mi niña ¡sí, MI niña! se fue relajando, y tal y como se iba relajando, yo empecé a mover mi polla lentamente, sin prisa alguna. Algunas veces la saqué casi toda, la llenaba de lubrificante y la volvía a meter. Y poco a poco, empezó a moverse mejor dentro de su estrechísimo culo.

    Y mi mano empezó a masturbarla al mismo tiempo que follaba su culo. Lo intentaba hacer sin demasiada fuerza para no hacerle daño por la ligera inflamación que aún perduraba de la follada vaginal ¡y se corrió muy pronto! Pero al mismo tiempo, me dice con su mala leche habitual:

    --Más fuerte cabrón, házmelo más fuerte que tengo ganas de correrme miles de veces!

    Y la masturbé más fuerte. Y follé su culo más fuerte. Y el cuerpo de mi niña empezó a estremecerse, a dar pequeños saltos. Elevaba su culo para que la follase mejor y la penetrase más profundamente. Y la fui follando mejor ¡joder, que estrecha era y como apretaba mi polla! Y de la misma manera que yo disfruté follando su pequeño coño, ahora empecé a disfrutar con ese culo tan estrecho y a la vez tan profundo ¡toda mi polla enterré ese primer día! Desgraciadamente todo en esta vida tiene fin... y dando un grito ¡si, si, el que gritó ahora fui yo!, me corrí intensa y profundamente.

    Dejé pasar unos pocos minutos, con mi cuerpo sobre ella y mi polla totalmente clavada en su culo preadolescente, los dos en un profundo silencio. Poco a poco me fui levantando y sacando mi polla de su ano. Fui al baño, traje una jofaina con agua calentita, una esponja, jabón y una toalla, y me dediqué a limpiar sus dos agujeros. Los sequé. Le puse crema antiinflamatoria en los dos, me senté unos instantes en la cama mirando su desnudo, sudado, e infantil cuerpo, y seguimos en total silencio.

    Cuando Ruth notó que ya estaba seca y yo ya me volvía al baño a dejar las cosas, ella se levantó lentamente, se puso su camiseta y su faldita, sus chanclas, y empezó a andar. Cogió de nuevo la botella de coñac, bebió un largo trago, y con paso inseguro y tambaleante, pero en total silencio, se marchó a su casa.

    Pero al verla desde atrás como se iba, también vi como en su pierna izquierda se iba deslizando, desde arriba a abajo, parte del semen que yo había introducido en su culo ¡y sonreí! Sí, sería o posiblemente ya lo era, su semental. Y ella sería todo lo que ella quisiese ser conmigo, porque yo tenía muy claro que nunca podría renunciar a ella.

    Durante dos días no la vi, pero en las dos siguientes semanas vino ocho veces a follar y en cada ocasión le follaba un agujero... prestando además, una atención cariñosa al otro. Se la daba a mamar todos los días, para que se acostumbrase al grosor y longitud de mi polla y lo hacía de categoría. Estábamos juntos entre una hora y media y dos horas maravillosas, y me fui olvidando de los posibles problemas con los vecinos chismosos. Pero un día...

    Casi tres semanas después de abrirle el culo, abrió la puerta del jardincito y entró con una preciosa amiga de enormes ojos y sonrisa, y me dice:

    --Arturo, esta es mi amiga Irina. Es de mi clase y también quiere ser puta, y yo le he dicho que tú le enseñarás y le buscarás clientes. Aún tiene 10 años y seguro que nunca has follado una niña de 10 años y que solo hace dos meses ya ha tenido la regla. Serás nuestro chulo y Amo ¿verdad cariño que le enseñarás y follarás como haces conmigo?

    Y mientras me hablaba sonriendo, me guiñaba un ojo. Con una mano levantaba la faldita de Irina para que viese su desnudo coñito y con la otra, me acariciaba mi amada polla ya dura de verlas ¿cómo negarme a ser el maestro sexual de esas dos angelicales bellezas? De dos niñas, que tantas y depravadas enseñanzas necesitan a tan tierna edad. Por supuesto, les enseñaría todos los vicios posibles ¡ABSOLUTAMENTE TODOS!


    Continuará

    La niña que quería ser mujer, relato SDPA en blogSDPA.com

    La niña que quería ser mujer, Parte 1 (de Olorarosas)

    12 de febrero de 2025 en Relatos SDPA, Jovencitas

    Esta publicación es la parte 1 de un total de 3 publicadas de la serie La niña que quería ser mujer

    Como todas las tardes desde que comenzó el buen tiempo primaveral, saqué mi hamaca y mi mesita auxiliar al jardín delantero de mi casa, deposité sobre la mesita una botella de coñac, un vaso, una cajita de puros medianos, y me dispuse a distraerme mirando y a veces hablando, con las vecinas que acudían al supermercado frente a mi casa. Pero apenas me senté en la hamaca, una enfadada y gritona voz infantil, me sobresaltó.

    --Arturo ¿se puede saber que cojones te pasa a ti, para decirme delante de la puta y borracha de mi madre, que soy una cría?

    Quien a casi grito pelado me hablaba así desde la calle, en la otra parte de la verja del jardín, era Ruth, una vecinita mía de 11-12 años, casi normal en todo menos en su maldito genio y en sus tetas, que eran maravillosas y crecientes mandarinas perfectamente comestibles.

    --Me paso la vida diciéndole a mi madre que ya soy una mujer ¡en todo!, para que pase de mí, me deje fumar, tomar licor, y hasta me deje follar cuando yo quiera, y vas tú, y ayer le dices al saludarla estando conmigo, ¿a dónde vas con esa niña tan guapa? Niña, niña… ¿cómo voy a ser una niña con las ganas de follar que tengo y hacerme mujer total? Tú mismo ¿quieres follarme y verás cómo te hago feliz?

    Me la quedé mirando fijamente y muy sorprendido. Llevaba un vestido corto pre-veraniego que permitía ver unas piernas con muslos macizos, culo relativamente marcado ya, cuerpo proporcional con el resto, un rostro agradable, con una boca algo grande de labios relativamente carnosos, bonitos ojos que en estos momentos arrojaban rayos laser contra los míos... y esas preciosas tetitas bien desarrolladas y que debían tener unos preciosos pezones que se le marcaban perfectamente.

    Pero a veces y aunque ya tengas 61 años y montañas de experiencias sexuales, no eres consciente que, mientras mis ojos miraban esa tetuda niña, mi cerebro miraba y pensaba otra cosa más pasional para hacer con ella, y mi polla empezaba a crecer, y tal y como estaba yo tumbado en mi hamaca con pantalones cortos y ligeros, el crecimiento de mi polla se notaba más que perfectamente. Y esta niña ¡porque era una niña!, lo notó y apreció, dejó de gritarme, sonrió, abrió la puertecita, se acercó a mí, y sin importarle que mi pequeño jardín diese a la calle, puso su mano sobre mi polla y la acarició.

    Yo me levanté más rápido que si me hubiese picado un escorpión, y sin darme tiempo a pensar, la muy hijaputa me dice con voz muy suave:

    --O me follas ahora mismo o empiezo a gritar que quieres violarme, y toda la calle se enterará y tú irás a la cárcel. Menuda polla se te ha puesto ¡violador! Me gusta su grosor y la quiero toda.

    Yo no podía creerme lo que me estaba pasando. Una maldita cría me estaba poniendo entre la espada y la pared, casi en la misma calle y una calle relativamente transitada, y la muy cerda seguía sonriendo mientras me decía:

    --No se te olvide Arturo, las muchas veces que en la escuela nos previenen de los violadores y pederastas como tú. Y hasta mi madre, que es más puta que las gallinas, me previene y me habla de esto ¿de dónde crees que aprendo estas cosas? Pues ya sabes y no pierdas el tiempo, quiero polla, necesito polla, y la quiero ahora.

    --Ruth, aunque yo quisiera follarte, ahora no es posible entrar tú conmigo en mi casa. Mira esas mujeres que están frente al Super, nos están mirando porque tú me has estado gritando. Ven dentro de un rato, dejaré la puerta del patio trasero abierta y la de mi casa también. Podrás entrar por allí y hablaremos. Solo eso ¡hablaremos!

    --Que no Arturo, que no. No quiero hablar. Ayer me ofendiste como nunca nadie, me humillaste, me trataste de niña ante mi madre, y quiero demostrarte que ya no lo soy. Quiero fumar, quiero emborracharme, pero sobre todo quiero follar. Y me tiene igual chillar que me violas desde este patio que desde dentro de la casa, así que si entro será para que me folles ¿queda claro o tu cerebro no entiende lo que entiende tu polla...? Mira como la tienes de dura. No voy a perder esta oportunidad única de chantajearte…

    --De acuerdo, te follaré. Ven dentro de un rato y cuando nadie te vea entrar.

    Extraordinariamente enfadado, recogí la hamaca, entré con ella a la casa, la deposité como siempre junto al armario de la entrada y me dirigí al salón, me senté en el sofá y encendí un cigarrillo. Estaba tenso, desorientado, nervioso, sin saber qué hacer, porque ¿qué puede hacer un adulto como yo, soltero, camionero de toda la vida, ardiente follador nato de jovencitas, con una cría de unos 11-12 años que encima me chulea y chantajea. Y antes de darme cuenta, oí como la puerta del patio se cerraba casi sin ruido y entraba ella ¡pero ya no era ella!

    En esos pocos minutos se había cambiado. Ahora llevaba una holgada camiseta ultraligera de tirantes, quizá de su madre, que casi dejaban la totalidad de sus pechitos al aire. Y una faldita de cuadritos como del cole, pero que solo le tapaba algo más que el culo. Sus labios estaban ligeramente maquillados de rojo suave. Me miró desde la puerta del salón y sin más, se quitó la camiseta y con ella en la mano se acercó lentamente.

    Dios mío, yo os había dicho que tenía un par de mandarinas preciosas pero no era cierto. Sus tetas, que ya no tetitas a esa edad, eran casi naranjas con unas areolas y pezones preciosos y muy destacables, que me la pusieron mucho más dura aún, si eso era posible.

    Dejó la camiseta sobre el sillón y ahora su rostro ya no era sonriente, era más bien tenso. Cogió un cigarrillo y empezó a fumarlo con toda naturalidad mientras su mano derecha se introducía dentro de mis cortos pantalones, y poco a poco iba agarrando mi polla sin oposición por mi parte. Cuando la pudo coger bien y comprobó su grosor, dijo:

    --Joder Arturo ¡menuda polla... me vas a destrozar!

    --Entonces Ruth, mejor lo dejamos, porque no tienes ni idea de cómo dilatará tus agujeros, del tiempo que puedo estar follándote sin cansarme, ni de la cantidad de leche que saca

    --¡Ni de coña! Jamás he tenido nada parecido a esto entre mis manos o en mi boca, y ¡ya era hora! Vas a follarme y no solo ahora, sino que, posiblemente, todos los días vendré a veros a los dos. No tienes ni idea de las ganas que tengo de follar a tope aunque me preñen.

    Mientras dejaba el cigarrillo quieto entre sus labios, abrió el corchete de su falda y la dejó caer ¡no llevaba bragas y estaba rasurada! Dioses del Olympo ¡qué vulva más majestuosa y poderosa! Era un imán para mis ojos. Una preciosa colina sin césped, maravillosamente sonrosada entre sus dos piernas, y en la que se destacaba un pequeño corte en su centro ¡la entrada de su divina cueva y que yo iba a atravesar sin misericordia alguna! Se quitó el cigarrillo de la boca, expulsó su humo hacia mi rostro, y sonriendo me dijo:

    --¿Te gusto, cabrón de mierda? He tenido suerte de encontrarte a ti con esa preciosa polla que estoy tocando. Te voy a convertir en mi macho personal, en mi semental, vas a hacer todo lo que yo te ordene o te denunciaré por violarme. Vas a ser mío hasta que me canse de ti… ¡si me canso! Y no pierdas más el tiempo ¡fóllame ya! No debes pensar en mis años, sino en mis ganas de ser follada ¡Seguro que nunca has tenido una oportunidad como esta!

    Tiró el cigarrillo al suelo y se puso a mi lado en el sofá, ofreciéndome toda la panorámica de su culo y su cuerpo. En ese momento perdí todo mi juicio y mis principios si alguna vez los tuve. Tenía un culo carnoso, sonrosado, prieto, y con dos pequeños agujeros de placeres celestiales a mi vista, a mi lado y para mí. Me arranqué, más que quitarme, el pantalón y el calzoncillo, y me tiré sobre Ruth.

    Su cuerpo era grácil, ligero, suave. Su piel, aunque ligeramente sudada por el calor y los nervios, era sencillamente placentera. Mis manos acariciaban, resbalaban por todo su cuerpo, y cuando mi fuerte y grande mano derecha cogió su vulva y la estrechó con fuerza, casi se corre del placer. La besé con fuerza en la boca, le metí mi lengua hasta el fondo de la misma, y ella se arrojó sobre mí, y me abrazó nerviosamente devolviéndome cada uno de mis besos mientras me decía:

    --Hazme feliz Arturo, fóllame duro y hazme tuya para siempre. Nunca me trates como niña. Trátame con dureza. Sé mi maestro sexual.

    No pude aguantarme más. La cogí con mis manos y la tiré sobre el brazo del sofá entre las risas nerviosas de la niña que “creía saber” lo que vendría ahora. Ese culo y esos dos infantilmente estrechos agujeros me atraían con locura. Jamás había visto y mucho menos disfrutado, de esta posibilidad de hacerlos míos y de gozar con ellos y menos aún a mi edad. Pero Ruth quería follar duro y yo la iba a follar duro sin importarme nada más que mi placer. No pensé en complacerla a ella, sino en complacerme a mí y a mis pervertidos deseos.

    Separé sus glúteos, incliné mi cabeza sobre ese pequeño espacio que los cobija y mi lengua penetró con fuerza, con furia, con un desbordante deseo de sentir esa sensación tan primitiva del sabor anal y del vaginal de una preadolescente. Mi lengua penetraba alternativamente en cada agujero y jugaba unos momentos con él llenándolo de saliva, mientras la niña me insultaba, me pedía más, y que la follase de una puta vez. Estaba muy excitada, tan excitada, que en pocos minutos tuvo una corrida que la estremeció. Sorbí tan maravillosos néctares recién salidos de su fuente, y me di cuenta que su cuerpo se había relajado.

    Aproveché ese orgasmo y esa relajación suya. Me incorporé, me acerqué desde atrás a ella, y sin avisarle, apoyé mi glande en la entrada de su pequeño y húmedo coñito y me dejé caer sobre ella... tapando con mi mano su boca para que no se oyese el enorme rugido que iba a salir de su garganta... ¡y que realmente salió! Su grito fallido fue brutal, pero no solo no sentí compasión por ella, al revés, me excité como jamás creí posible.

    Con el peso de mi cuerpo y la humedad de saliva y orgasmo en su coñito, mi polla casi la penetró hasta el fondo en ese primer golpe. Mientras seguía con mi mano tapando su boca, mi otra mano agarraba su cuerpo para que dejase de moverse. Si la niña quería ser follada, iba a ser terriblemente follada. Ya no me importaba lo que me pasase si me denunciaba, solo quería satisfacer mis deseos más salvajes, deseos que ella misma había provocado. Sus tetitas eran duras y mis manos las aplastaban. Sus pezones estaban desarrollados y los pellizcaba cruelmente. La estaba volviendo a calentar.

    Mi polla, pese a la fuerza que yo hacía, se movía lentamente, muy ajustada a sus estrechas paredes, como pegada. Tan estrecha era, que incluso pensé en que me estaba follando a una niña “muy virgen”. Pero ¿cómo pensar que Ruth pudiese ser virgen con esa forma de hablar, de fumar, de desear llenarse de licores, y de dirigirse sin respeto a las personas maduras como yo? Pero pensase yo lo que pensase, su coño era muy estrecho. Mi polla se pegaba a las paredes y el cuerpo de la niña bailaba para todas las partes, ya que no es nada cómodo follar en un sofá estando yo de rodillas detrás de una niña, alta, pero de poco peso, solo tumbada sobre el brazo.

    --¡Para, para, maricón de mierda, para, que me estás destrozando y me haces mucho daño! Para, Arturo por favor! Esa polla es enorme ¡No puedo más!

    --No Ruth, no voy a parar, tú deseabas follar y follar duro, y te estoy follando tal y como querías. Me es igual que me denuncies porque el placer de esta follada me durará hasta más allá de mi tumba. Como me es igual si te quedas preñada, porque te estoy follando sin condón y me voy a derramar dentro de ti, voy a llenarte de semen. Jamás he follado a una niña como tú y lo voy a gozar.

    --No joder no, no me tomo nada y estoy entre dos reglas ¡No me preñes Arturo!

    Pero si, a pesar de sus gritos y lloros la follé duro. Aunque ella se corrió otras dos veces, y la segunda vez fue tan intenso su orgasmo que me mordió la mano que intentaba tapar su boca. Jamás he deseado a nadie como la estaba deseando a ella. Creéroslo ¡la estaba deseando! Ni jamás había follado a nadie con las ganas que tenia de destrozarla a ella. Mi polla entraba y salía muy apretada, extraordinariamente apretada a su vagina, y ese mismo placer me impulsaba a hacer locuras, a disfrutar lujuriosamente de ese pequeño cuerpo tan lloroso e inquieto.

    Y la seguí forzando. Pellizcaba sus pezones, agarraba como loco sus tetas mientras mi polla destrozaba y dilataba como nunca ese coñito. Y ya cuando el cuerpo de la niña era una madeja de lloros y mocos, me corrí dentro de ella. Totalmente dentro de ella, Le entregué hasta el último espermatozoide y sin importarme nada más que mi placer.

    Poco a poco fui dejando ese cuerpecito sobre el brazo del sofá, mientras yo sacaba mi polla de su estrechísimo canal vaginal y disfrutaba viendo como poco a poco, mi espeso semen abandonaba esa preciosa y estrecha cueva. Cuando de repente, oigo como la muy puta de la niña, con voz baja, entrecortada y nerviosa, me decía:

    --Qué cabrón ¿has disfrutado mucho follándote a una niña virgen y con ese pollón de bestia? Joder, no me imaginaba tanto dolor y placer ¡ha sido una pasada!

    ¡Joder con la niña... realmente era virgen... hasta ahora!


    Continuará