
El día de campo
10 de noviembre de 2024 en Incesto, Violacion, Sexo en grupo, Relatos SDPA
UNA NIÑA DE 8 AÑOS ES LLEVADA POR SU PADRE Y UNOS AMIGOS DE "EXCURSIÓN" AL CAMPO.

Cuidando a Tanya, Parte 04
10 de noviembre de 2024 en Relatos SDPA, Jovencitas, Incesto
Desperté el domingo con un cuerpito junto al mío y recordé lo que había pasado el día anterior. Fui al baño y la dejé dormida. Cuando regresé la encontré fuera de las sábanas con el pulgar en su boca y sus piernas bien abiertas. Con su mano se estaba acariciando. Fui por mi cámara digital e hice inolvidable ese momento. Luego fui a hacer el desayuno.
Escuché una vocecita y cuando me volteé tenía frente a mí una niñita desnuda con una amplia sonrisa.
"Buenos días, tío"
"Buenos días ¿Dormiste bien?"
"Como un tronco." ¿Qué vamos a hacer hoy?"
"¿Qué te parece si desayunamos, nos bañamos y tenemos más sexo?"
"Eres tremendo, tío. Siempre pensando en sexo."
"Mira quien lo dice. Te caché frotándote tu puchita esta mañana."
"¡No es cierto!"
"Sí que sí. ¿Te lo demuestro?". Le enseñé las fotos y no lo podía creer. "Eres todo un ángel sexy."
"No soy sexy. Eso es para los mayores."
"Mira estas fotos. Mira tú carita mientras tienes tu mano, ¿en dónde?"
"Oh... hay veces que me despierto con muchas cosquillas ahí abajo y estoy toda mojada como si me hubiera hecho pipí."
"Así que tú también piensas en sexo. Así que eres muy sexy."
Le enseñé las demás fotos y fuimos a desayunar. Hicimos algunas cosas en el jardín y tuvimos un día normal excepto por el hecho de estar ambos desnudos.
Sonó el teléfono. Era mi hermana.
"Hola Don. ¿Cómo va todo?"
"Hola Mónica. Todo bien por acá. Acabamos de cenar. Parece que alguien quiere hablarte."
"Hola mami... si todo bien... si mamá... estoy toda bronceada... sí, me estoy portando bien... adiós."
Me pasó el teléfono.
"¿Mónica?"
"Veo que se la están pasando bien. Me imagino que no están usando la ropa con este clima. A Tanya le encanta estar sin ella. Rió."
"Es un ángel. Se está portando muy bien. Pero ¿recuerdas lo que platicamos el otro día? Pues ella ya empezó."
"¿Oh sí? Yo sabía que era curiosa. ¿Cómo respondiste?"
"Fue muy difícil resistirme..."
"Lo sé. Síguele la corriente si quieres y enséñale las buenas partes de ello si quieres. Confío en ti. Sé que la amas."
"Gracias."
"No hay problema. Escucha, la razón de mi llamada es para pedirte si puedes cuidarla por unos días más. La madre de mi marido no se siente bien y vamos a quedarnos para cuidarla."
"Está bien, no hay problema. Tengo la semana completa libre."
"¿Seguro? Muchas gracias"
"Por favor asegúrate de que utilice protector solar en todo su cuerpo, ya que tiene la piel delicada."
"¿En TODO su cuerpo?"
"Así es. Me imagino que ya hizo que le frotaras en todos lados, ¿verdad?"
"Bueno... pues sí."
"Está bien. Asegúrate de que mi niña sea feliz. Te quiero Don."
"Yo también."
"Te llamo el martes, ¿ok?"
"De acuerdo. Espero que todo marche bien."
"Yo también. Pásensela bien. Adiós."
Mónica colgó y Tanya me miraba cuestionante. "¿De qué se trata?"
"¿Quieres quedarte conmigo unos días más?"
"¡¡Sííí!!"
"Tus papás estarán de viaje un par de días más."
"Súper. Pero tío, le platicaste a mamá sobre... tú sabes."
"Sí. Ella sabe que estamos jugando."
"¿Qué dijo?"
"Que tú estás en control. Eres la jefa."
"Mamá me dijo que yo era la que tenía la decisión sobre mi cuerpo."
"Exactamente."
Tanya brincó y me abrazó con fuerza. Sentí como mi pene empezaba a crecer y se acomodaba entre sus piernas. Ella lo sintió y lo frotó con su vulva.
"¿Se siente bien?"
"Sí, cariño. Riquísimo. Por cierto, ¿cómo está tu colita?"
"Muy bien. Ya no me duele nada. Me gusta cuando tu pene frota mi colita y mi puchita... eh, vagina."
"Puchita está bien. Tiene muchos nombres y puchita suena bien en ti."
"Porque soy una niña, ¿verdad?"
"así es."
"Pero los niños no hacen esto." Exclamó frotándose con fuerza con mi pene y esbozando una gran sonrisa."
"Eres la mejor niñita del mundo." Le dije, besándole la frente y acariciando sus nalguitas.
"Y tú eres el mejor tío. Pero ahora suéltame debo ir arriba."
Me senté y prendí la TV. Tanya bajó toda limpiecita. Se sentó en mi regazo y miró la TV.
"Qué curioso, todos en la TV tienen ropa."
"Así es como vive la mayoría."
"Que cosa. Es mejor estar sin nada."
Se acurrucó y tomó mi mano depositándola entre sus piernas.
Estuve de acuerdo. Y empecé a acariciar su vulvita. Noté que estaba húmeda.
"Tío, ¿me puedo sentar en tus piernas?"
"Ya lo estás."
"Me refiero a realmente sentarme, como ayer."
En su mano apareció el frasco de lubricante. Mi pene tembló de emoción. Ella rió cuando lo sintió.
"Supongo que eso quiere decir un sí."
"Déjame checarte primero." Le di la vuelta y acerqué su traserito a mi cara. Separé sus nalguitas son mis manos y observé su anito. Estaba limpio y rosado. Supongo que se lo habrá lavado. Increíblemente no estaba irritado. Tenía razón cuando había dicho que estaba bien.
Tomé el lubricante y apliqué fuera y dentro de su ano.
"Tanya, mientras le pongo a mi pene ponle más dentro de tu colita."
Mi hermosa sobrina tomó un poco de lubricante con su dedo y se lo empezó a poner sobre su anito y dentro de él.
Cuando estuvo satisfecha se acomodó hasta que su anito y mi pene hicieron contacto y sin más preámbulos fue bajando permitiendo que mi pene desapareciera poco a poco dentro de ella. ¡Qué angosto se sentía! Sentí como su recto me masajeaba.
Poco a poco el pene fue entrando hasta que sentí sus nalguitas reposar en mis piernas.
"Ahora... podemos... ver la TV."
Increíble. ¿Cómo lograba esta chiquilla de cinco años tener todo mi pene dentro de ella?
"¡Se siente tan bien, tío! ¡Me hace cosquillas!"
Empecé a acariciar su pequeño clítoris con los juguitos que brotaban de su vagina. Ella empezó a gemir y a mover todo su cuerpo.
Hasta que una gran sacudida manifestó que Tanya había alcanzado su orgasmo. Su agujerito se contrajo con fuerza alrededor de mi pene haciéndolo eyacular con fuerza dentro de ella.
Cuando ambos nos recuperamos ella se recostó sobre mi pecho.
"Déjalo dentro de mí..." Así nos quedamos viendo caricaturas y programas infantiles. De vez en cuando se movía y masajeaba mi pene lo que hizo que eyaculara dos veces más. Eventualmente mi pene perdía tamaño. "Oh tío, se está poniendo pequeño." Al final salió de su cuerpo seguido por unas gotas de semen. Contrajo su ano evitando que saliera más.
"¿Necesitas ir al baño?"
"Creo que sí. Me siento toda llena."
La puse en el piso y fue caminando despacio hacia el baño manteniendo sus nalguitas juntas con sus manos. Vi un hilo de semen como se filtraba y bajaba por su pierna. Me costaba comprender a esta niña como había podido pasar la última hora con mi pene muy dentro de ella....
Continuará

Por fin
10 de noviembre de 2024 en Jovencitas, BDSM, Violacion, Relatos SDPA
— Mi mami… —Dijo llorando desconsoladamente la niña.
No importaba. Que llore, nadie la escucharía. Literalmente: estaban en el medio de la nada. Le había sorprendido este lugar porque era una especie de depósito o galpón en el medio del campo –a unos cuantos metros de la ruta para adentro-, que cortaba llamativamente la monotonía poste-vaca-poste a la cual estaba tan acostumbrado en la ruta.
Durante los cincuenta había sido una especie de fábrica de aviones, aunque ahora sólo quedaban partes herrumbradas y piezas oxidadas. Había merodeado el lugar varias semanas antes, y siempre estaba vacío. La ruta, por otra parte, era poco transitada, y llegar al lugar implicaba desviarse unos cuantos metros hacia dentro en un camino de tierra. Era perfecto.
Tiró una frazada en el frío suelo. La niña –que apenas rozaba los tres años- staba sentada en una caja de madera llorando. Esto lo molestaba: no quería problemas y aparte el ruido lo perturbaba. No le gustaba.
Se acercó a la niña y se puso en cuclillas frente a ella. Temerosa, la niña secó sus lágrimas con sus manitos. Se quiso sonar pero no tenía con qué. El hombre se sacó su propia remera y se la dio como pañuelo. La niñita se sonó y lo miró con miedo. El hombre sonrió: así estaba mejor.
Apenas la tocó nuevas lágrimas asomaron en sus ojos, y el llanto empezó a recomenzar, pero él lo ignoró. Acarició su cabello y toda su carita: acarició sus deliciosos y redondos cachetes, sus pequeñitas orejas, su delicada nariz; olió su largo y hermoso cabello; y luego la besó. Quería probar su lengüita, pero la niña no comprendía. Se la hizo sacar y la miró: qué pequeñita era, qué delicia. Le dijo que tenía que meterla en su boca. Luego la besó de nuevo y por fin la pudo probar, sentirla en su boca, qué rico, sus labios de niñita también eran deliciosos.
Luego le sacó la ropita y la llevó en sus brazos hasta la frazada convenientemente preparada antes. La tendió allí y se deleitó mirando su delicioso pecho completamente plano, jugó un rato con su panza y luego probó su pequeña conchita. Eso le gustaba de las niñitas: la tenían pequeñita y tierna y totalmente libre de pelos.
Mientras la probaba pensó en cómo le gustaría comerla. A veces creía que hasta literalmente. Muchas veces había pensado en comerse una niña, para poder sentirlas adentro suyo. Otras veces sentía lo contrario: quería penetrarlas completamente, llenar con su pene su pequeño cuerpecito y todos us huecos. De cualquier forma en ese momento quería comerla, sentirla dentro de él: besarla y abrazarla era una buena forma de imaginar cómo se sentiría. Pero no le gustaba la sangre y el sufrimiento, no sentía la menor inclinación a cortarla en pedazos y comerse, primero un brazo, luego una pierna, etc. Esa clase de cosas le daban asco y provocarle dolor a una niñita no era algo que ni remotamente lo atraía. Quería comerla de un bocado, sin sufrimiento: meterla completamente en su boca y tragarla. Abrir la boca y meterla. Limpiamente.
Por eso le gustaban tan pequeñitas: además de ser hermosas cada vez que veía una pensaba que esta sí, que era tan pequeñita que se la podría comer viva. Por supuesto, eso es imposible. Ni siquiera un bebe apenas nacido entraría, y mucho menos una nena de tres años. Era imposible y lo sabía, pero era algo que inconscientemente le atraía.
Abandonó sus pensamientos y volvió a la realidad. La hizo sentarse y sacó su pene. Le mostró la cabeza a la niña y le dijo que sacara la lengua y la lamiera con la punta de esta. La pequeña acercó tímidamente su lengüita a su cabeza y la lamió lentamente. Se notaba que era inexperta la pobre niña, se lo baboseo todo, pero no le importaba, al contrario, se la podría comer con baba y todo a ella. Luego acercó sus manitos a su miembro y la instruyó. Qué linda. Trató de contenerse, pero cuando ya no pudo más eyaculó todo en su carita.
Todas esas mentiras y estupideces del lolicon le habían hecho pensar que podría seguir, pero no: era fisiológicamente imposible. Por más que tuviera ganas de continuar, su pija no respondería por unos cuantos minutos, no importa cuánto intentara. Es inevitable.
Así que la llevó hasta una especie de canilla que sobresalía de una pared, e increíblemente seguía teniendo agua, y le lavó la carita. Disfrutaba de eso, de simplemente tocarla y guiarla. Solamente jugar con ellas le daba placer y lo excitaba.
Esperando, reafirmó para sí mismo la convicción de qué desagradable es hacerle daño a una niña. Esa clase de cosas jamás le habían gustado: pegarles, maltratarlas, hasta torturarlas. Nada de eso iba con él y jamás había podido entender qué tenía de excitante pegarle a una niña. Prefería tratarlas con delicadeza, amor, que es como se debe tratar a una criatura. Jamás les provocaría daño físico adrede. Sabía que habría daños psicológicos, pero eso era inevitable. Si pudiera evitarlos, decirles que todo iba a estar bien, que lo único que quería era disfrutar de sus cuerpecitos y nada más… Sólo quería eso: disfrutar de sus pequeños cuerpitos tan angelicales, nada más, no provocarles daño ni dolor, esa clase de cosas no se le hacen a una niña. Pasados unos minutos, la volvió a tender en el suelo y la penetró. En ese momento tenía otras ganas: quería llenarla, ocupar con su pene cada espacio de su pequeño útero.
No se había imaginado que su vagina sería tan pequeña. Por supuesto, no conocía nada de anatomía, sino hubiera sabido que el útero de una niña de tres años es minúsculo. Todavía no había penetrado ni la mitad de su pene cuando sintió las suaves paredes uterinas de la niña. Y no le bastaba, necesitaba llenarla completamente, confiaba en que sería fácil, tan pequeña era ella. Siguió empujando y entonces cayó en la cuenta de que la chiquilla estaba llorando descontroladamente, gritando. Lo molestaba profundamente, no podía concentrarse, deseó callarla, y como respuesta empujó más fuerte. Más fuerte. Su pene se agolpaba contra su delicado útero, la niña lloraba más. Empujó, quería llenarla, que su pene la llenara. Más fuerte. El pene atravesó y rompió las paredes uterinas en un descontrolado impulso y ya más de la mitad de su miembro estaba dentro de ella.
La niña había caído como en una especie de coma, sus ojos llorosos estaban como en blanco, su delicada belleza de ángel arruinada. Pero no podía detenerse a pensar, necesitaba seguir; empujó más fuerte y sintió con excitación cómo la cabeza podía sentir las vibraciones del pequeño corazón de la hermosura, la forma en que sentía las vibraciones de sus latidos. Miró su pancita y vio que se notaba el contorno de su miembro en el pequeño cuerpo de ella. Le excitaba aún más la comparación entre él, siendo tan grande, y ella, tan pequeña, era algo hermoso que fuera tan niña, tan bella. Siguió empujando, ya estaba completamente fuera de sí, necesitaba llenarla, que su pija y su semen la llenaran por dentro; trató de seguir empujando, ya estaba casi completamente en su interior. Quería liberarse, eyacular dentro de ella, eyacular dentro de un ángel, liberarse dentro de un ángel.
Más fuerte. Con alocada excitación pudo sentir, por fin, cómo la cabeza de su pene tocaba al pequeño corazón de la niñita, sentía sus latidos al lado suyo. Lo había logrado, y en un momento de felicidad, eyaculó todo completamente dentro de ella y bañó su corazón, la llenó con su pene y su semen, sus líquidos la inundaban, la desbordaban.
Fin

Cuidando a Tanya, Parte 03
10 de noviembre de 2024 en Relatos SDPA, Jovencitas, Incesto
Llegó la hora de la cena y llamé a “mi” niña.
“¿Lista para cenar?”
“Sí, muero de hambre.”
Cenamos juntos, ambos desnudos. Me gusta andar desnudo cuando estoy solo, pero al estar Tanya hacían las cosas mucho más interesante. ¡Y ella lo disfrutaba!
Después de cenar, miramos un rato la TV con Tanya sentada en mi regazo. Al acurrucarse hizo que una parte de mi cuerpo comenzara a crecer. Tanya lo notó y empezó a frotar su traserito.
Se recargó y con su mano tomó mi pene y lo acomodó entre sus vulvita. Sentía sus pliegues acariciarme a lo largo de mi pene.
“¡Mira, soy un chico ahora!”
Tomó con firmeza mi pene y comenzó a masturbarnos a ambos de forma efectiva. Tuve que decirle que se detuviera pues haríamos todo un lío.
“Oh, se nota que te gusta. ¡A mí también!”
Pensé que estaba en el Cielo…. Nunca en mi vida experimenté algo así; ¡¡mi sobrina de cinco años estaba acariciando su puchita y afirmaba que le gustaba!!
“Vamos, tomemos un baño,” le dije.
“¡Sipi!” Brincó de mis piernas dejando mi pobre pene abandonado. Aún no podía creer lo que estaba sucediendo entre ese preescolar y yo.
Subí las escaleras y encontré el baño cerrado.
“Espera, estoy en el WC”
Esperé.
“Puedes entrar ahora.”
Entré y la encontré cerca de la ducha. Ambos entramos a disfrutar del agua caliente y empecé a bañar a la pequeña. La bañe a fondo, hasta dentro de su anito. Tanya separó las piernas para que pudiera meter más mi dedo. Pero decidí que podíamos seguir más al rato. Le dije que era su turno de lavarme e hizo un gran trabajo lavando mi pene y mis testículos.
Después nos enredamos en las toallas y nos fuimos a la recamara.
“Ahora, ¿qué haremos?”
“Seguimos divirtiéndonos, ¿qué te parece?
“¡Sí!” Susurró en mi oído, “¿Vas a volver a chuparme ahí abajo?”
“A lo mejor. Tal vez más si tú quieres.”
La recosté en la cama. Abrí un cajón y saqué un tubo de lubricante.
“¿Qué es esto?”
Sabía que preguntaría pero sólo quité la tapa y le pedí que abriera las piernas. Ella lo hizo, revelando su pequeña vulva. Cuando dirigí el tubo más abajo ella me miró perpleja.
“¿Qué es eso tío?”
“Pronto los sabrás. No es nada peligroso.”
Apliqué una buena cantidad entre sus nalguitas y empecé a masajear su agujerito. Apliqué presión y entró casi sin esfuerzo. Tanya jadeó cuando sintió mi dedo invadirla. Formó una “o” con su boca y comprendió la razón del lubricante. Le metí por completo mi dedo y ella soltó un sonido de satisfacción.
“¡¡Tío Don!! Eso se siente tan rico. Más por favor…”
Comencé a meter y sacar mi dedo sintiendo como su ano se relajaba.
“¿Más, Tanya? ¿Quieres otro dedo dentro de tu agujero?”
“A lo mejor… se siente tan bien…”
Apliqué más lubricante y con cuidado empujé un segundo dedo junto con el primero. Despacio empujé ambos dedos dentro de la chiquilla.
“Ahhhhh…ahhhhhh… ahhhhh… ¿que… estás… haciendo?”
La respiración de Tanya estaba entrecortada mientras su ano era abierto.
Mantuve quietos ambos dedos dentro de la niña de cinco años.
“¿Duele?”
“Ahh… no… sólo se siente…. Tan… lleno”
Saqué los dedos casi en su totalidad y luego volví a meterlos hasta el fondo. Tenía una mirada de incredulidad. Estaba pasmada pero no incomoda.
Hora del dedo número tres. Le apliqué más lubricante y toqué su anito abierto.
“¿Otro, cariño?”
Me miró sorprendida. Y simplemente asintió. No dolía en lo absoluto sólo resultaba ser el sentimiento más extraño que hubiera tenido. Como si estuviera haciendo una bien grande pero al revés. Era tan sucio, pero se sentía tan bien.
El dedo número tres hizo su trayecto dentro de la niñita hasta que estuvo bien adentro. Sólo cuando se detuvo empezó a respirar.
“Debo… debo ir al baño.”
“No pequeña, acabas de ir. Sólo relájate y disfruta.”
Tanya relajó sus tensos hombros cerró los ojos y descansó su cabeza en la cama. No moví mis dedos por un rato y entonces abrió los ojos.
“¿Están… tres dedos… en mi colita?”
“Sí cariño y se ve increíble.”
“Quiero ver.”
Tomé un pequeño espejo y le di el ángulo correcto para que Tanya pudiera ver lo que le estaba pasando.
Ella se sorprendió al ver su vulvita abierta y debajo su ano muy estirado con tres dedos dentro.
“Wow, se siente bien lleno. Tienes tres dedo dentro de mí.”
“Te lo dije. ¿No me creías?”
“En realidad no. No duele para nada.”
“Tu agujerito puede estirarse bastante…”
“Sí… mi colita está bien grande. Se siente tan extraño… ¿los mueves un poco?”
Con el espejo de forma que pudiera ver saque y metí los dedos un poco.
“Se siente raro pero definitivamente se ve más raro.”
Ella tenía razón. Cuando sacaba los dedos parecía que su agujero tratara de absorberlos de nuevo. Cuando los metía el anillo desaparecía entre sus nalguitas firmes.
Moví los dedos un poco más rápido dentro y fuera de la colita lubricada de mi sobrinita. Parecía disfrutar el tratamiento y su respiración se sincronizaba con mis movimientos. Era todo un espectáculo.
Una chiquilla de cinco años no más de 1.20 mts. De alto con sus piernitas bien abiertas y entre su firme traserito metidos hasta el fondo tres dedos de un adulto. Gemía mientras sostenía sus piernas separándolas lo mayor posible. Sus ojos estaban cerrados y su boca abierta mientras se mecía de atrás hacia adelante.
Se veía tan pequeña, inocente y sexy.
Paré mis movimientos y despacio saqué mis dedos. Abrió los ojos.
“Tío, ¿por qué los sacaste?”
“Me preguntaba si podíamos tratar algo diferente… tú sabes todo acerca del sexo, ¿verdad?”
“¿Quieres decir el tener hijos?”
“Bueno… algo así”
“No puedo hacer eso… Soy muy chica para tener hijos y aparte no quiero tenerlos.”
“No me refería a eso precisamente. ¿Sabes lo que hacen las personas que quieren tener hijos?”
“Aja. Es cuando el hombre mete su cosa dentro de, eh… aquí.” Señaló su vagina.
“No puedo meter nada acá, tío. Aún está muy chica.”
“Lo sé cariño. Nunca lo haría, por lo menos hasta que crezcas más. Pero me preguntaba…”
“¿Qué tío Don? Preguntó calmadamente.
“Cuando la gente tiene sexo y el hombre le mete el pene a la mujer, ambos sienten muy rico… ¿me entiendes?”
“Creo que sí.”
“Para el hombre es como cuando lo hiciste esta mañana con tus manos, sólo que más rico.”
“Sí, eso fue divertido.”
“Cuando el pene entra en una vagina se siente mucho mejor pues la vagina le da unos apretoncitos muy ricos.”
“¡Mi vagina es muy pequeña para tu pene!”
“Lo sé y eso no quiero hacerlo. Dolería bastante. Pero, ¿no te imaginas otro lugar para meterlo?” La miré sonriendo.
Pensó por un instante.
“¿Te refieres a mi colita?”
“Exactamente. Para mí sería fantástico y por lo que he visto a mi niña también le gusta que jueguen con su colita.”
“Oh” Hizo cara de sorprendida y volteó a mi pene y luego a mis tres dedo tratando de comparar tamaño.
“Es más grande que tus dedos… no sé si mi colita es lo suficientemente grande para eso.”
“Todo depende de ti. De todas maneras podemos parar en el momento que tú lo decidas.”
Tanya no sabía qué hacer. Sin embargo la idea la emocionaba. Y después de todo sí le había gustado cuando los dedos estuvieron dentro de ella.
“¿Te gustaría meter tu pene en mi colita?”
La pregunta resultó increíble… imagínate, una niña de cinco años pidiendo que la penetre analmente…
“Oh Tanya, ¡me encantaría!”
“Ok, tratemos. Pero solo si eres bien cuidadoso. Si digo que paremos, paramos, ¿ok?”
“Por supuesto. ¿Quieres tratar ahora?”
“Sí.”
Una respuesta simple pero que me iba a cumplir mis mayores sueños. La pequeña no había empezado a ir a la escuela y sin embargo ahí estaba queriendo que le metiera mi pene en su colita.
Me recosté junto a ella y le dije que quería que ella se sentara encima de mí, así tendría todo el control. Se le hizo buena idea.
Tomé el lubricante y le apliqué una buena cantidad a mi miembro. Luego se lo di a Tanya para que se aplicara un poco. Me miró un poco avergonzada pero separó las piernas y se aplicó un poco en su anito. Cada vez me excitaba más.
“Cuando estés lista.”
Me miró sin saber a ciencia cierta que hacer pero se acercó. La levanté y la puse encima de mi pene. Ella separó las piernas y mi pene se frotó sobre sus labios. No puede resistirme y la froté varias veces. Le dije que ajustara su posición para que el pene estuviera en línea con el culito. Mientras alcancé a tocarlo y metí un poco mi dedo para poderlo relajar un poco.
“¿Lista Tanya?” tomé mi pene y lo puse donde había estado mi dedo. Me detuve un momento con la punta descansando sobre su agujerito rosadito y pequeño.
Tembló un poco y soltó un pequeño “oh”. Luego asintió soltándola entonces y dejando que ella tomara el control. Con una mirada de concentración empezó a empujar.
Tomó mi pene y ajustó su posición. Sentí la apertura de su agujerito y supe que estaba alineado correctamente.
Otra empujadita y sentí como se abría un poco. Tanya respiró profundamente y me di cuenta de que también lo había sentido. Empujó de nuevo. Nada pasó. Tanya se concentró más y unos dos centímetros entraron. Su mirada cambió a una mirada de horror mientras su anito se abría y la cabeza de mi pene entraba.
“Oh….está…. ¡está dentro de mí!”
Su respiración entrecortada al sentir su ano siendo abierto inmensamente. Lo detuvo ahí mientras su respiración se normalizaba. Su cara reflejaba una gran sorpresa, su boca y ojos bien abiertos. El sentimiento era exquisito. Su ano me apretaba mi pene con gran fuerza drenando casi por completo la sangre.
“¿Estás bien?”
“S…sí. Mi agujero está… tan grande, tío Don.” Y en eso ella volvió a empujar. Sentí el anillo interior como daba paso a mi glande y unos centímetros más entraron. Esto hizo que pegara un grito.
“¡¡Ahhhh!! ¡¡Ohhhh!! ¡¡Auch!!” Sus lágrimas comenzaron a rodar. Se dio cuenta de músculos que no sabía que tenía ahí dentro. Había ido demasiado rápido, pero sorprendentemente no se retiró. Después de un minuto la sonrisa volvió a su rostro.
“Eso le dolió a mi colita. Pero luego se calmó… ya no me duele.”
“Creo que mejor nos detenemos.”
“No. Se siente tan grande… y tan bien. Mi colita está tan llena.” Relajó sus piernas y empujó un poco más. “¡Tío! Lo siento dentro de mi pancita. ¡Hace cosquillas!” Casi medio pene estaba dentro de ella. Se detuvo por unos momentos con una mirada salvaje. Y en eso empezó a moverse hacia arriba y hacia abajo. ¡¡Ahora si la estaba penetrando tal como se debe!! No puedo describir la sensación de tener su pequeño recto frotándose alrededor de mi pene, sólo que si hubiera muerto en ese momento hubiera muerto como un hombre muy feliz.
Después de un rato sus piernas se empezaron a cansar y la posé sobre su espalda empujando sus rodillas sobre su pecho a lo que inmediatamente las tomó manteniéndose bien abierta.
Empujé un poco y Tanya respondió con unos gemidos.
Ahora podía ver bien lo que pasaba ¡y que vista!
Su puchita estaba bien abierta y se podía ver su vagina que no era más grande que la punta de un cerillo y debajo sus firmes nalguitas lo más separadas posible, entre ellas una línea carnosa que iba hasta su anillo rojo. Cuando empujaba todo lo que podía ver era un garrote incrustado en ella y cuando lo sacaba el anillo salía mostrando que estirado estaba alrededor de mi pene.
Nada de vello por ningún lado, y así permanecería por otros seis o siete años…
Yo era de tamaño estándar pero ella me hacía ver como un gigante. Cuando empujaba podía llegar a ver su pancita crecer.
Empuje un poco más hasta que Tanya se quejó y me dijo que no lo metiera más, pero por mí estaba bien. Era maravilloso ver su cuerpito y carita angelical y sentir esa presión alrededor de mi pene. No pude aguantar más y exploté. Por la gran presión pude de hecho sentir como la llenaba, como si estuviera orinando interminablemente dentro de ella hasta que paró.
Traté de recuperar el aliento y recobré los sentidos cuando habló.
“¿Puedes sacarlo, tío? Me duele mi colita.”
Fui sacándolo y me asombró ver como aún estaba duro. Cuando el glande salió dejó su ano abierto por un rato. Luego fue cerrándose dejando escapar un poco de semen. Me acosté a su lado mirándola con admiración.
“Cariño, esta ha sido la mejor experiencia de mi vida. ¿Cómo te sientes?”
Me regalo una sonrisa. “Se sintió como si hubiera tenido dentro una pierna, pero la mayor parte del tiempo se sintió rico. Está adolorido, voy al baño.”
Estuvo bastante tiempo en el baño pero por fin escuche cuando jaló el WC y se lavó las manos.
Entró en la recamara.
“¡Me duele! Toda la cosa blanca salió pero ¡casi no me pude limpiar!”
“Déjame traer algo que te hará sentir mucho mejor”
Encontré crema con anestesia. Le pedí que se recostara boca abajo. Separé sus nalguitas y le aplique sobre su anito. También apliqué un poco dentro dándome cuenta que aún se sentía abierto. Pero no había señales de sangre ni daños.
Le di una palmadita y le aseguré de que en la mañana estaría bien.
“Mmmm… mucho mejor tío.”
Nos abrazamos.
Ya me estaba quedando dormido.
“Tío.”
“¿Sí, cariño?”
“Sabes, me gustó tener tu pene dentro de mi colita. Me gusta también estar así abrazados. Te amo.”
“Yo también, duerme.”
Tomó mi mano y la colocó entre sus piernas. Con mi dedo acaricié desde su clítoris hasta su vagina. Me di cuenta de que estaba bastante húmeda. Tanya suspiró mientras la masturbaba.
Continuará

Cuidando a Tanya, Parte 02
10 de noviembre de 2024 en Relatos SDPA, Jovencitas, Incesto
“Buenos días, bella durmiente.”
Me desperté al sentir algo sobre de mí. Abrí los ojos y fui recompensado por la sonrisa más maravillosa y por la chica más hermosa sentada encima de mí. Su cabello rubio suelto y cuando bajé la mirada vi que estaba desnuda tal como el día que nació. Sus piernas estaban muy abiertas por estar sentada sobre mi pecho. No puede aguantar y dirigí la mirada en medio de esas pequeñas piernas. Ahí estaba de nuevo, esa puchita inocente, sólo que está vez ligeramente abierta, mostrando el interior de esa hermosa cuevita.
“¿Qué estás mirando, tío Don?” Tanya hizo una mueca.
“Oh, sólo a ti, cariño”
“No deberías estar viendo eso, tío. Eso está maaaaal,” ella rió. Al decir eso alzó las rodillas y se empujó un poco hasta que su vulvita estaba casi en contacto con mi nariz.
“¡Y esto también está muy maaaaaal!” dijo, tomando con ambas manos los labios de su vulvita y separándolos completamente frente a mí”
La última vez que la había visto de esta manera fue hace unos tres años cuando le estaba cambiando el pañal, y fue una mirada rápida. Ahora esta niñita estaba abriendo su vulvita a centímetros de mi cara, ¡y debo de admitir que era toda una imagen! En la parte de arriba podía ver su monte de venus y de la forma que la estaba separando permitía ver su pequeño clítoris.
Más abajo se podía ver la entrada de su vagina. Todo era muy suave y rosado. No me pude resistir y planté un beso al centro de su vaginita. Ella exclamó:
“¡Oh tío Don, está sucio ahí!”
“No cariño. Ya te dije que tú no eres sucia. Pero eso fue algo muy incorrecto.”
“Entonces tú eres un tío travieso. Pero, yo también soy una niña traviesa.”
“Eres muy hermosa ahí abajo, ¿sabías?”
“¿Tú crees? Siento raro ahí abajo.”
“¿Cómo si quisieras hacer más cosas malas?”
“Sí, supongo…” habiendo dicho esto volvió a recostarse acercando sus partes privadas a mi cara.
“¿Quieres que la vuelva a besar?”
“Sip…..”
Le di a su vulvita lampiña otro beso y luego seguí con varios más. Ella empezó a gemir cuando pasé mi lengua desde su vagina hasta su pequeño clítoris. Regresé a su vagina y la dejé un momento ahí, disfrutando el sabor de la chiquilla. Su respiración era errática y pude sentir y saborear los fluidos que empezaba a producir.
“Oh, para tío Don. Me da cosquillas y ¡¡tengo que hacer pipí!!”
Solté sus nalguitas y miré hacia su carita sonrojada.
“¿Te gustó?”
“Sí, pero debes parar. ¡No quiero hacer pipí en tu cara!”
“Ok. Podemos seguir más tarde, si quieres”
Ella brincó al suelo y quitó la cobija que me tapaba.
“¡Oh! ¡Otra vez está grande tío Don!” Hizo una mueca y bajó rápidamente las escaleras. Si sólo supiera lo que me hizo la pequeña traviesa….
***
Fue un día hermoso y deseaba pasarlo desnudo. Después de todo no había mucho que ocultarle a Tanya. Y seguramente estaría encantada también de no tener que tener ropa puesta. Me arreglé un poco y bajé a la cocina encontrándome a Tanya haciendo el desayuno.
“¡Estás desnudo, tío Don!”
“Así es. Al igual que tú, por cierto.”
“Esperaba que pudiéramos estar en la casa sin ropa. ¿Está bien por ti?”
“Seguro, cariño, pero ¿puedo estar también desnudo?”
“¡Sí!”
“Vamos a desayunar afuera, ¿te parece?”
“No, pues entonces me tengo que vestir.”
“No hay problema, afuera también podemos estar desnudos, ¿sabes? Los vecinos no pueden vernos. Ayúdame a llevar las cosas y desayunaremos en el balcón.”
Y así lo hicimos. Hice café y tuvimos un maravilloso desayuno bajo el sol, desnudos y felices.
Cuando terminamos decidimos bajar al jardín y tendernos en el pasto sobre unas toallas. Fui primero por unas bebidas y un poco de bronceador.
“Te pondré bronceador, Tanya. Recuéstate.”
Se recostó boca abajo y le comencé a aplicar en todo su cuerpecito sin olvidar por supuesto su firme trasero. Cuando mi dedo se coló entre sus nalguitas ella soltó una risita y me llamó tío travieso. Luego le pedí que se diera la vuelta y disfruté de ponerle bronceador enfrente. Sus brazos, hombros, pecho y pezones, luego su pancita hasta que casi toque su zona privada hasta terminar con sus piernas.
Me moví hacia arriba deteniéndome justo antes de su vulvita. La miré a los ojos y ella asintió.
“Está bien, quiero que me toques ahí ahora.”
Así que deslicé mis dedos acariciando alrededor de su vulva. Cuando me moví entre sus piernas alzó las rodillas y las tomó con sus manos. Abriéndose por completo para mí.
Un retrato verdaderamente hermoso. Apliqué bronceador por todos lados. Ella se retorció.
“¡Espera! Ahora regreso”
Corrió adentro de la casa y regresó cinco minutos más tarde. Se recostó y volvió a tomar sus piernas en alto. Lo que sea que hubiera estando haciendo dentro había quedado bien limpia. Su colita olía a limpio y aún estaba húmeda.
“¿Puedes poner un poco? ¿Y adentro también?”
A pesar de que el sol nunca iba a entrar ahí apliqué un poco dentro de la colita de la pequeña, sintiendo como el agujerito apretaba mi dedo al meterlo y sacarlo. Gimió al sentirlo dentro de nuevo y cerró los ojos con satisfacción.
“¿Quieres un beso ahí abajo?”
Tanya abrió los ojos y asintió. Me acerqué y le di a esa puchita una larga lambida. Luego pase mi lengua entre sus nalguitas hasta llegar a su anito rosado. Se retorció de nuevo pero no dijo nada. Tomé eso como una buena señal e hice más presión. El ano de Tanya se abrió un poco, y la punta de mi lengua entro por la puerta trasera, para su gran placer. Gimió un poco y metí y saqué mi lengua por un rato.
“Oh, tío Don, ¿Por qué se siente tan bien? Por ahí es donde hago caca.”
“Hay muchas cosas que no sabes aún, y esa es una de ellas. ¿Recuerdas en la mañana cuando pensaste que ibas a hacerte pipí?”
“Sí, fue extraño”
“No ibas a hacerte pipí. Lo que iba a pasar es que ibas a tener una sensación que las personas tienen cuando tienen sexo…”
“¿Era un orr-gasmo, tío Don?”
“Sí, cariño. ¿Cómo sabes de esto?”
“Mi mamá me dijo cuando me descubrió frotándome el otro día. Me contó acerca del sexo y todo eso y me dijo que era privado. Tú sabes lo que es incorrecto y todo eso.”
“¿Y entonces que pasó con todo lo que hemos estado haciendo? ¿No te dijo que nunca lo permitieras?”
“En realidad no. Dijo que tenía que tener mucho cuidado y que no permitiera que nadie me tocara que no confiara. Me dijo que las malas personas me podían hacer daño.”
“¿Así que yo no soy una mala persona?”
“¡Claro que no, tontito! Te amo y tú me amas. Es por eso que está bien.”
“Eres una chiquilla inteligente. No permitas que nadie te haga daño.”
“No lo permitiré. Pero ahora es mi turno de ponerte bronceador”
Y puso manos a la obra. Primero en mi espalda. Cuando llegó a mis nalgas se tensaron de manera automática, lo que hizo que soltara una risita. Cuando me di la vuelta, mi miembro estaba completamente rígido. Lo miró con curiosidad pero no lo tocó.
“Tío, ¿puedo?”
“Sólo si quieres, dulzura.”
“¿Pero tío?”
“¿Sí?”
“¿Cómo es que no tienes pelo ahí? Los mayores tienen mucho pelo en esa parte.”
“Me gusta más así.”
“A mí también me gusta más así. Como los niños de la playa, sólo que es mucho más grande. ¿Puedo ponerle bronceador?”
“Si quieres. ¿Pero recuerdas lo bien que se sintió cuando te acaricié esta mañana?”
“Me chupaste, querrás decir”
“Sí… se sentirá igual de bueno si me acaricias ahí.”
“¿Y sentirás como que quieres hacer pipí? ¿Y tendrás un orr-gasmo?”
“Sí, cariño. Y eso puede volverse muy sucio.”
“¿Por el esperma?”
Esta chiquilla sabía mucho.
“Así es. ¿Podrás con eso?”
“No lo sé. Nunca lo he visto. Mi mami dice que es como crema. ¿Es cierto?”
“Más o menos. Es pegajoso y huele diferente. Pero es inofensivo.”
Tanya no respondió, sólo puso bronceador en sus manos y comenzó a repartirlo. No sé si fue por instinto, pero cuando llegó a mis testículos lo hizo con sumo cuidado. Entonces tomó mi pene con ambas manos y empezó a subir y bajar. Yo suspiré.
“Oh cariño, ¡que delicia!”
Tanya sonrió y aceleró los movimientos. Miré sus manos mientras me masturbaba. Necesitaba ambas manos para lograr tomar mi miembro por completo. A los quince minutos sentía que iba a explotar.
“Oh Tanya, va a suceder. ¡Sigue haciéndolo!”
Y así lo hizo. La chiquilla me estaba haciendo una chaqueta como si fuera lo más normal del mundo y al ver esa figura desnuda junto a mí me llevo a un clímax como nunca lo había experimentado. Traté de aguantar lo más que pude pero al final convulsioné y un geiser de semen emergió cayendo en mi abdomen, sus manos, su cara y su cuerpo. Mi hermosa sobrinita me había dado el mayor placer.
“Puedes parar ahora. Oh, ¡fue el mejor que he tenido!”
“¿Lo hice bien, tío?”
“Excelentemente. Fue la mejor sensación que he tenido en mi vida. ¡Gracias!”
Ella rió. “Fue divertido. Pero esto es bien pegajoso” Miró sus dedos y los olió.
“¿Huele mal?”
“En realidad no, sólo diferente, creo. ¿Yo huelo igual entre mis piernas?”
“Para nada. Yo creo que tú hueles delicioso. Pero entremos a lavarnos.”
Así que entramos y nos limpiamos entre risas.
“¿Quieres recostarte de nuevo en el jardín?”
“No tío. ¿Podemos ir a caminar?”
“Seguro. Podemos traer algo de almorzar y sentarnos bajo un árbol.”
Y así lo hicimos.
“¿Debemos traer ropa? A lo mejor allá hay gente.”
“No es necesario. Muchas personas toman el sol desnudos y aparte no está lejos.”
“Ok. No estoy acostumbrada a ir muy lejos desnuda.”
“Pues, es porque no vives en el campo. Y aparte a tus papás no les importa que estés dentro de la casa desnuda.”
“Supongo que tienes razón. Me gusta estar desnuda,”
Tomamos las toallas y el bronceador y nos dirigimos a un logar acogedor. Después de un tiempo ella habló:
“¿Tío Don?”
“¿Sí, cariño?”
“Supongo que no debo de contarle nada de esto a nadie, ¿verdad?”
“¿De qué?”
“De todo.”
“Pues ahora sólo estamos sentados como tantas veces lo hemos hecho en la playa.”
“Si, pero me refiero a lo que hicimos en la tina y en el jardín.”
“¿Quisieras poder hacerlo?”
“No lo sé. Como que es privado. He escuchado como hombres son malos con las niñas y que ellas deben de contarlo.”
“¿Eso es lo que te dijo tu mamá?”
“No… me lo dijeron en el parque. Mi mamá me dijo que estaba bien con buenas personas, Así que no lo sé.”
“Eres muy inteligente, Tanya. Así que debes hacer lo que creas que está bien. Pero debo decirte que muchos dirán que lo que hice estuvo muy mal. Puedo ir a la cárcel por eso.”
“Y ¿Qué pasa con lo que yo te hice? ¿Puedo también ir a la cárcel?”
“No. Porque eres una niña.”
“Eso es tonto. Yo te pedí que me lavaras mi colita, y eso estuvo mal.”
“Así es como funciona. En la mente de la gente yo soy el que tiene la responsabilidad.”
“Pero…”
“No hay pero que valga. Así son las cosas. Te toca decidir qué hacer.”
“Nunca lo contaré a nadie. No estuvo mal lo que hicimos.”
“Le puedes contar a tu mamá. Ella entenderá.”
“Oh, a lo mejor. ¿No te importa?”
“No, Tanya. De hecho he platicado de eso con ella y no le importa que te toque mientras tu así lo quieras.”
“¿Has hablado con mi mamá de mí?”
“Así es. Sabe que tú eres una chica muy inteligente y que un día ibas a hacer lo que hiciste ayer. Probablemente pensaba que esperarías unos años, pero te conoce.”
“¡No soy muy inteligente!”
“Sí que lo eres. ¿Cuántos niños de cinco años conoces que hablen como tú?”
“No sé. Supongo que ninguno de ellos.”
“Hay veces que actúas como un adulto.”
“¡También puedo hacer muchas cosas tontas! Mira”
Y Tanya tomó el frasco de mermelada y se la vació sobre su pecho.
“Ups.” Rió.
“Eso quiere decir que tendré que tomarme el tiempo de limpiar a esta niñita. ¿Sabes? Me apetece comerte.”
Me acerqué a su pecho y comencé a chupárselo lo que provocó una gran cantidad de risas.
“¡Tío! ¡¡Me haces cosquillas!!”
“Tengo que asegurarme que quedes bien limpiecita.”
Continué chupando su pecho poniendo especial atención en sus pezoncitos. Paró de reír y comenzó a respirar con dificultad. Noté que sus pezones empezaban a endurecerse. Empezó a gemir.
“Oh tío. Esto esta riquísimo.”
Fui bajando poco a poco hasta su pancita y su ombligo. Cuando me fui acercando a su pubis se quedó callada y sólo se escuchaba su respiración.
Miré abajo y me di cuenta de que también había que hacer limpieza de puchita. Me acerqué a su pubis y comencé a chupar alrededor sin ir al centro. Fue cuando sentí sus manitas tratando de acercarme a su vagina.
“¡Por favor, tío! Chupa mi puchita”
Comencé a chupar a detalle esa hermosa vulvita. Quitando primero la mermelada y para luego probar algo más rico. Tanya abrió por completo sus piernas y pronto empecé a darme un banquete de sus juguitos que brotaban de su huequito. Pasé mi lengua a su abertura anal y comencé a metérsela. Luego traté de localizar su minúsculo clítoris entre sus labios. Enloqueció.
“¡Me voy a hacer pipí!”
Trató de quitarme pero yo continué mi ataque a su vaginita hasta que de repente se puso rígida y su cuerpo empezó a temblar con su primer orgasmo de su vida. Me retiré de entre sus piernas.
Estuvo quieta por un minuto o dos.
“Oh, oh, oh…tío, ¿eso fue un orr-gasmo?”
“Sí pequeña, y uno muy bueno diría yo”
Me miró tiernamente echó la cabeza hacia atrás y suspiró:
“Delicioso. Mi mamá nunca me dijo que se sentía tan bien”
“no puedes explicarlo, tienes que sentirlo.”
“Fue muy, muy, muy rico. ¿Tú sientes igual?”
“Probablemente. Lo que sí sé es que me encanta.”
“¿Puedes hacerlo de nuevo?”
Miré esa carita de ternura. Que una chiquilla de cinco años te pida otro orgasmo es único. Es algo para ser experimentado.”
“Esperemos un rato.”
“Ok. Pero estoy toda pegajosa. ¿Me puedo lavar en el lago?”
“No sin mí. Vamos los dos.”
“¡Sí!”
Nos metimos y comencé a lavarla tomando especial atención entre sus piernitas. Con cuidado empecé a meter un dedo en su anito a lo que ella hacía presión para meterlo más. Me di cuenta que se encantaba. Su culito apretaba mi dedo y cuando lo saqué ella se quejó:
“¿Por qué lo sacaste?”
“Mis brazos están cansándose pero más al rato podemos seguir jugando.”
“Ok”
Recogimos las cosas y nos encaminamos de regreso.
Cuando llegamos le dije a Tanya que tenía que hacer unas cosas y que si podía jugar un rato por ella misma. Pasé la tarde viendo unas cosas de la semana.
Continuará

Cuidando a Tanya, Parte 01
10 de noviembre de 2024 en Relatos SDPA, Jovencitas, Incesto
“¿Puedo tomar un baño ahora?”
Tanya bajo las escaleras a toda prisa. Siempre me he preguntado cómo logra evitar caer, pero al parecer, tiene pleno control de la mayoría de lo que hace.
Tanya es mi sobrina – el orgullo y gozo de mi hermana y mi fuente de admiración y misterio. Ella es una de esas chiquillas que logran impresionarte con su inteligencia y perspicacia. Siempre está intentando entender el mundo y a las personas que las rodea. Casi nunca nada escapa a ella. Y cuando hay algo que no entiende insiste hasta lograr una respuesta que la satisfaga.
Siempre tuve muchas oportunidades de admirarla, pues al ser su único tío y soltero continuamente se me pedía que ayudara a cuidarla. Me resultaba difícil negarme cuando mi hermana me hablaba pidiéndome que la cuidara por la noche, un día o un fin de semana. Mi trabajo es muy flexible y me lo permite. Tanya siempre se comporta muy bien y puede pasarse todo el día en el jardín descubriendo nuevas cosas, en mi computadora o biblioteca.
Tanya tiene cinco años.
Cuando Tanya bajó las escaleras yo la estaba cuidando durante todo el fin de semana. Mi hermana y su esposo estaban de viaje visitando la familia que vivía muy al norte y querían hacer el viaje sin Tanya. Querían aprovechar y pasar unos días solos. Por mi parte no me importaba quedarme unos tres o cuatro días cuidándola. A Tanya no le importaba no ir, pues así tenía una oportunidad de pasar un buen tiempo con el tío Don. Ella llegó a mi casa con una maleta llena de ropa, muñecas, libros y lo que pueda ocurrírsete. Pasamos la mayor parte del día explorando mi propiedad que era bastante grande.
Era viernes por la tarde y el día estaba llegando a su final. Por lo menos para Tanya.
“¿Puedo tomar un baño ahora, tío Don?”
Me repitió, sacándome de mis pensamientos.
“Claro Tanya. ¿Puedes llenar la tina por ti misma?”
“¡Ya lo hice!”
“Que lista. Con el ruido de la TV no me di cuenta.
“OK, ¡estaré contigo en un segundo!”
“¡Súper! ¡Nos vemos arriba!”
Habiendo dicho esto Tanya subió las escaleras a toda prisa.
Apagué la TV y la seguí. Mi recamara está en la planta alta y el cuarto de al lado tiene una tina que Tanya disfruta mucho. Es lo suficientemente grande para que un adulto se acueste y para alguien de su tamaño funciona como una pequeña alberca.
Cuando entré al baño, Tanya estaba ajustando la temperatura del agua para que estuviera un poco más caliente. Ella sabía muy bien que no podía meterse a la tina por si sola. Ella ya se había quitado toda su ropa (su vestido y sus calzoncitos) y estaba ahí parada desnudita, y al agacharse a la tina pude ver sus nalguitas moviéndose frente a mí. Observé su figura admirando sus nalguitas duritas. “OK, dulzura, ¡adentro!
Demasiado tarde me di cuenta de mi error. Al brincar hizo una gran ola que me mojó toda la ropa.
“¡Ey, cuidado, señorita!”
Tanya se volteó. Abrió los ojos y exclamó.
“Ohhhhh…. ¡Perdóname tío Don! Lo hice sin querer”
Ella es inteligente pero tardará un rato en dominar bien la física.
Está a punto de llorar.
“No quise hacerlo, tío…. Yo… yo sólo….” Tartamudeó.
“Todo está bien pequeña. Sólo necesito secarme. Nada más no lo vuelvas a hacer, ¿está bien?”
“Lo prometo. Lo siento.”
Habiendo olvidado el accidente, empezó a bañarse. Tal como todo niño disfrutaba el agua y pronto todo era risas y sonrisas. Yo la observaba. Mi playera estaba empapada y trataba de exprimirla para quitar el exceso.
“Oh, está muy mojada, tío don…”
“Así es, señorita. Pero para mañana ya estará seca. No te preocupes.”
Tanya me miró. “No debes de estar con la ropa mojada. Mi mamá dice que puedes pescar un resfriado.”
“Ya me la quitaré. Sólo terminemos acá y te daré un gran abrazo en tu cama.”
Ella pensó por un momento. “No tío, así no. Mi cama se mojará toda.”
Sus ojos se abrieron. “¿Por qué no te la quitas ahora? Y entras acá conmigo”
“¿Quitarme mi playera y tomar un baño?”
“No, quítate toda la ropa, tonto! Ya no lo has hecho, cómo cuando yo era más chica.”
“Cuando eras más chica yo te tenía que ayudar y no podía hacerlo sin mojarme todo.”
Nos miramos y sonreímos. Ambos entendimos el chiste.
“Creo que no sería correcto entrar contigo, preciosa. Tú estás creciendo, tu sabes…”
“Oh, vamos. Nos hemos visto sin ropa antes. Recuerda que hemos ido a playas nudistas con el consentimiento de mis papás”
“Pero eso es diferente Tanya. Cuando estamos en la playa hay otras personas, pero acá estamos solos. No debemos hacerlo.”
“Sí, estamos solos. ¿Y eso qué?
Miré esa cara angelical. Realmente no entendía mis preocupaciones.
“La tina es muy pequeña, Tanya. Estaríamos demasiado cerca uno del otro, tú sabes…”
“¡Yo lo sé! Entonces puedes bañarme como lo hacías antes.”
“Ya eres lo suficientemente mayor para bañarte por ti misma. Además…”
“Ya se acerca de “las carisias malas” y todo eso. Ya no soy una bebe. Sólo quiero que me bañes, eso es todo. ¡Vamos!”
Ella estaba de pie frente a mí. El agua justo debajo de su pequeña vulva. Se veía tan pequeña, tan vulnerable, tan inocente. Y en su rostro esa mirada suplicante.
“Probemos algo antes, Tanya. No te muevas, por favor.”
Miré sus hermosos ojos azules y sonreí, tocando su hombro. Su sonrisa creció, como si supiera mis intenciones.
Tomé ambos hombros y fui bajando mis manos por la espalda, hasta que descansaron sobre su pequeño trasero. Una mirada cuestionante apareció. Fui bajando por sus nalguitas hasta llegar a sus rodillas. Luego pasé a la parte de enfrente y empecé a moverme hacia arriba. Miré sus ojos mientras iba subiendo hasta estas a centímetros de su pequeña flor. Pasé de nuevo a su trasero y de vuelta a querer tocar su vulvita. Y justo cuando estaba a punto de tocarla dijo:
“¡Alto!”
Buena chica.
Mi mano tocó su pancita hasta que se detuvo en sus pequeños pezones. No hubo reacción. Con mi mano izquierda tomé ambas nalguitas. Aún no dijo nada. Entonces son mi dedo hice presión y fue desapareciendo dentro de aquel valle. La mano de Tanya tomó mi mano quitándola.
“No hagas eso tío Dom. ¡Se supone que no debes tocarme ahí!”
Sonreí mientras mi otra mano trataba de tocar su vulvita. Tanya volvió a tomar mi mano y la retiró.
“¡Dije que no!” me dijo enojada.
“¿Por qué no?” Pregunté
“Estás tratando de tocar donde yo no quiero. Eso es malo.”
“¿Pero qué pasa si yo quiero?”
“No me importa”
“Por favor déjame tocarte.” Moví mi mano hacia su puchita.
“¡Dije que no!” dijo Tanya muy enojada.
“¡Muy bien Tanya, esa era la reacción que esperaba!”
“Yo lo se tontito” Su cara sonrió de nuevo. “¿Entras conmigo?”
La chiquilla de cinco años había jugado bien su papel. Supongo que no había razón para no bañarme con ella, lo hicimos tantas veces cuando era más chica.
Comencé a quitarme la playera y luego seguí con mis shorts y mi bóxer y me deslicé en la tina.
“¿Lista?” sonreí, haciendo como si fuera a brincar adentro.
“¡No brinques! Oh, tontito…” Tanya suspiró mientras entraba tranquilamente. Me senté dentro del agua con la chiquilla al otro lado. Ella brincó y de pronto tenía una chiquilla de cinco años sobre mi regazo. Me dio un gran abrazo.
“Yo sabía que entrarías. Ahora, báñame, porfa!”
Tanya se dio la vuelta y me pasó el jabón. Volteó y me regaló una enorme sonrisa.
“Debo de estar bien limpia, ¿recuerdas?”
Le devolví la sonrisa y comencé a enjabonarle los hombros, maravillándome de lo tersa que era su piel. Luego pasé a la espalda y a sus pechitos inexistentes. Le acaricié su ombligo haciendo que emitiera unas risitas. Mi mano continuó a su pancita, deteniéndose justo antes de la zona prohibida. Enjaboné sus piernitas manteniendo mi distancia de sus zonas privadas. Al pasar brevemente por su trasero ella dijo:
“¡Eso hace cosquillas, tío!”
“Lo siento, cariño.”
No, está bien. Son unas cosquillas agradables”
Con mis dedos tomé por completo ambas nalguitas por la parte de abajo.
Tanya me volteó a ver y sorpresivamente separó un poco las piernas y mis dedos se colaron dentro. Yo los quité rápidamente.
“Debo de estar limpia, tío Dom. Tu lavaste mi colita cuando era pequeña, ¿recuerdas?”
“Tú sabes que eso no es correcto, Tanya. Tú lávate ahí.”
“No es malo si yo lo quiero, tío.”
La chiquilla separó más sus piernitas y se agachó un poco, haciendo que sus nalguitas se separaran frente a mí.
“¡Puedo ver tu culito, Tanya!”
“Ya lo sé, tío. ¿Me lo lavas, por favor?”
Y ahí yo estaba, a un metro de su colita y había separado tanto sus piernas que podía ver completamente sus encantos. Su traserito su había abierto que podía ver su anito rosado y debajo su vulvita. Aún en esa posición estaban casi completamente cerrados, sin nada de vello.
Me maravillé de la belleza, sus nalguitas separadas con sus partes privadas casi sobre mi cara. ¿Por qué estaría haciendo esto? Miré abajo y la cabeza de mi adolorido pene erecto salía del agua. No había marcha atrás. Está coqueta chiquilla me estaba prendiendo. Estiré la mano y toqué su trasero con un dedo en el medio. Pensé por un momento si debería de estar haciendo esto.
“Por favor, tío”
Eso era toda. Esto es lo que Tanya quería aun cuando era algo incorrecto. Mi dedo entró más y se detuvo sobre su agujerito rosado. Ella tembló un poco cuando lo sintió sobre aquel lugar que sólo ella debí tocar. Empecé a acariciarlo, lo que hizo que ella suspirara.
“Ah…. Oh… Lávalo más, tío Don….”
Comencé a pasar mi dedo por aquel valle de mi sobrina de cinco años. De arriba abajo, hasta llegar a los labios suaves de su puchita. Y vuelta a su anito, está vez aplicando un poco de presión. Cuando volví a su vulvita mi dedo entró brevemente y eso hizo que Tanya suspirara de nuevo. Mantuve mi dedo un momento y comencé a acariciarla, ¡y me percaté de que estaba húmeda!
Pasé a su colita y en el proceso pasé los líquidos al otro agujerito.
“Te enseñaré cómo, tío Dom. Lávalo por dentro.”
Con ello, Tanya puso su dedito sobre su anito y comenzó a empujarlo. ¡No lo podía creer! Estaba masturbándose frente a mí.”
“Ahora tú. Porfa.”
Tanya movió sus nalguitas en señal de invitación. Despacio tomé más de sus juguitos y con cuidado hice presión sobre aquel agujerito suave. Poco a poco comenzó a relajarse y mi dedo entró un centímetro. Ella suspiró
“¡Auch!”
Me detuve.
“¿Dolió, preciosa?”
“No, tío.” Pero tu dedo es más grande que el mío. Lávame ahora, por favor…”
Así que empecé a “lavar” dentro de mi sobrina. Aplicando un poco más de presión, mi dedo entró aún más. Tanya relajó su agujero y mi dedo comenzó a moverse dentro y fuera sin problemas. Era todo un espectáculo ver mi dedo adulto moviéndose dentro y fuera de la colita de esta niñita. Poco a poco el dedo iba entrando más y más hasta que Tanya empujó su colita lo que hizo que mi dedo se deslizará hasta lo más profundo de su pequeño recto. Ella gimió al sentir como mis dedos descansaban sobre sus nalguitas dándose cuenta que el dedo había entrado completamente.
“Oh, tío, tengo que ir…. Sácalo…”
Lo saqué despacio y ella salió de la tina y se sentó en el WC. Su cara enrojeció mientras dejaba que saliera. Un sonido nada erótico llenó el baño y un segundo sonido confirmó que también había vaciado su vejiga. Finalmente se limpió, no queriendo verme a los ojos.
Salí de la tina y tomé una toalla. Afortunadamente mi erección había disminuido, y comencé a secarme. Ella tomó otra toalla y con la mirada al suelo me dijo:
“Perdona… no sabía…”
“No hay nada que pedir perdón. Tenías que ir y eso era todo”
“Sí, pero…” estaba muerta de vergüenza.
“¿Quieres ir a la cama ahora?”
“Supongo. Sólo me lavo los dientes.”
“De acuerdo. Mientras iré arreglando tu cama.”
Fui a la habitación de huéspedes y me aseguré de que la cama estuviera acogedora. Puse unas cuantas muñecas de Tanya en la cama y bajé la intensidad de la luz. Entonces la chiquilla llegó con la toalla alrededor de su cuerpo.
“¿Lista para ir a la cama?”
Se quitó la toalla y la puso sobre una silla y brincó a la cama. Separé las sábanas y la arropé dándole una nalgadita y le di un beso en la frente.
“Buenas noches pequeña. ¿Estás bien?”
“Sí, tío Dom. Buenas noches. Y gracias.” Cerró los ojos y puso su cabeza en la almohada.
Me di la vuelta para dejar el cuarto y cuando estaba por abrir la puerta escuche su suave vocecita. “¿Tío Don?”
“¿Si, Tanya?”
“¿Puedes venir un segundo?”
Me senté en la cama.
“¿Qué pasa, pequeña?”
“Yo…estoy avergonzada, tío. Se sintió tan bien, y luego…”
“¿Te gustó cuando te toqué ahí atrás?”
“Sí, Me gustó, pero luego se puso todo tan sucio…”
“Por eso no te preocupes. Si te gustó, eso es lo que importa. Tú no eres sucia para nada, Tanya.”
“Pero cuando yo… yo tuve que, tú sabes… no lo harás otra vez, ¿cierto?”
“Sólo si tú quieres, cariño.”
“Pero…” su voz se desvaneció, y miró entre mis piernas.
“Tu cosa está creciendo de nuevo, tío Don…”
“Sí, cariño. Hace rato también lo viste, ¿verdad?”
“Aja”
“¿Sabes por qué se pone grande?”
“Pasa cuando te gusta una chica, ¿no?”
“Si, básicamente.”
“Entonces, después de todo, ¿yo te gusto?”
“¿Después de qué todo, cariño?”
“Después de lo sucio que pasó”
“Así es.” Sonreí. “Aún después de aquello. Te amo, lo sabes. Pero ahora tienes que dormir. Mañana tendremos un día maravilloso.”
“Ok. Yo también te amo, tío Don.”
“Buenas noches, cariño”
Miré mientras cerraba los ojos y de un momento a otro estaba durmiendo y una sonrisa se dibujaba en su rostro.
Bajé al piso inferior y me senté en la sala ni poder creer lo que había sucedido. Empecé a masturbarme y el simple hecho de recordar su hermosa colita hizo que eyaculara con fuerza. Después fui a mi cuarto y me preparé para dormir. Después de todo yo también estaba cansado después de aquella erótica experiencia.
Continuará

Psicólogo
10 de noviembre de 2024 en Relatos SDPA, Jovencitas
Como psicólogo infantil siempre he sido muy reconocido, mi consultorio se encuentra en una de las zonas más exclusivas de la ciudad, las consultas son caras pero los resultados son satisfactorios para mis clientes, entre mis pacientes tengo a hijos de actrices, políticos, industriales y mucha gente bien acomodada en los estratos sociales, a decir verdad no me quejó en nada de mi trabajo ya que me ha traído gratas sensaciones, ahora les voy a contar la historia de una de mis jóvenes pacientes, se llama Abigail, hija de un industrial del calzado, su madre y su padre viajan con frecuencia y la niña pues carece del cariño y atención requeridos; es por eso que debe de recibir terapia para poder sobrellevar su vida en sociedad.
La primera vez que entró en mi consultorio llamó mucho mi atención, una chica esbelta de cuerpo, piernas largas, cara hermosa y cabellos dorados como los mismos rayos de sol; la primera sesión fue de lo más normal y en las siguientes comencé a tener más acercamiento con la pequeña. Durante las sesiones posteriores a esta comencé a acariciarla más descaradamente, pero solo por encima de la ropa.
Fue una ocasión en que la bella niña llegó con una minifalda cuando decidí adentrar más mi relación con la pequeña de 12 añitos. Traía puesta una minifalda de mezclilla con una blusa roja sin mangas en la parte alta ya que aquí en verano hace mucho calor, debajo no traía ni medias ni calcetas, sus piernas delgaditas de piel blanca y con una leve vellosidad dorada llamaron poderosamente mi atención.
Ella estaba recostada sobre el diván y yo me senté abajo a la altura de sus tobillos y me gire de cara a ella para poder tener una mejor vista de su cara y su cuerpo, puse una de mis manos en su tobillo y lo acaricié despacito, subiendo poco a poco, la noté nerviosa pero no dijo nada y esto me permitió continuar sobando sus piernitas delicadamente desde el tobillo hasta la parte en donde su minifalda de mezclilla me permitía. Así la niña me contaba sus problemas de soledad mientras que una de mis juguetonas manos logró introducirse debajo de esa minifalda, sus muslos suaves y tiernos me excitaron al máximo y una fuerte erección se dibujó mis pantalones.
Toqué las bragas de la pequeña y entonces ella cesó su narración, se quedo callada en espera de lo que yo le haría, mi mano se paseo por la orilla de las bragas hasta que llegué justo a su entrepierna en donde pude notar el calor que de ellas manaba, pase mi dedo por toda la rajada de la niña, la miré y ella me veía con miedo. Le dije que no tuviera miedo que ahora le iba a enseñar una nueva forma de amor, que con esto todas sus frustraciones se le iban a ir olvidando poco a poco ya que era como un escape, una válvula que permitía a los sentidos escapar de la realidad, casi como una droga pero sin ser mala. Me deslice del diván y quede hincado en el suelo, jalé sus tobillos para que las piernas de ella quedaran colgando, puse mis manos en sus rodillas y luego comencé a subirlas por los costados externos de cada una de sus piernas, subí hasta llegar a su cintura, la minifalda se levantó permitiéndome ver las bragas rojas de la niña, jalé la orilla de las bragas y estas lentamente fueron descubriendo las blancas pieles de la niña, su abultado monte de Venus quedó a ante mi vista y sus labios vaginales, lisos y abultaditos se mostraron ante mí. Terminé de quitarle las bragas y comencé a besarle las piernas, ella estaba recostada en el diván y con su carita levantada para poder observar lo que yo le hacia, mi lengua recorrió toda la longitud de cada una de las frescas piernas de la niña, se las bese y luego pasé mis manos por detrás, tomándola por las nalguitas y la jalé para acercarla hasta mi cara, su vagina quedo a escasos centímetro de mi y agachándome bese sus labios vaginales; saqué la lengua y la paseé por la caliente hendidura de la niña. Ella tenía los ojos azules muy abiertos y observando como le lamía su conchita, aún no sentía placer, pues era la primera vez que alguien le hacía esto.
Con una de mis manos abrí los dos pétalos vaginales de la niña y quedó ante mi su rosado interior, palpé con mi lengua cada pliegue de la panochita que tenía al frente, seguí después lamiendo y metiendo y sacando mi lengua de sus cálidas profundidades, a los pocos minutos ella comenzó a regar con su néctar mi lengua, me bebí en su totalidad los juguitos que ella me estaba regalando. En su cara se dibujó una mueca de placer pero tenía los labios de la boca apretados y solo algunos gemidos ahogados se escucharon, sus ojos no se cerraron, continuó observando que era lo que le estaba haciendo; mamé por otros minutos más después de su venida, me levanté y observé como la niña estaba despatarrada con su minifalda levantada hasta la cintura y mostraba su ahora mojada panocha, sus labios vaginales lampiños y rosaditos se mostraban en su totalidad y debajo el ano, nuevamente me volví a agachar y esta vez tome entre mis manos sus piernitas y las levanté a modo que su ano quedara a la altura de mi cara, la pequeña no perdía detalle de lo que les estaba haciendo y enseguida puso sentir como su agujero trasero era lamido por mí lengua, comencé a hacer circulitos sobre la arrugada circunferencia y ensalivé muy bien todo, luego empujé con fuerza mi lengua hasta que vencí la resistencia que me ofrecía su pequeño agujerito, ella dio un saltillo al sentir la invasión pero a los pocos segundos se relajó más y su esfínter se fue abriendo poco a poco a mis lamidas y clavadas de lengua.
Me separé de la pequeñita dejándola nuevamente despatarrada sobre el diván, ella no se movía al parecer le estaba gustando lo que le hacía, me desabroche el pantalón y me lo bajé, la hice ponerse de pie y yo hincado comencé a acariciar sus piernitas y fui subiendo hasta meter mis manos debajo de la minifalda que nuevamente había caído hasta su posición original, toqué las nalguitas y la pepita de la pequeñita con cada una de mis manos y comencé a sobar con un dedo el clítoris sobresaliente de la pequeña, con la otra mano me comencé a masturbar despacio, al mismo ritmo con que la masturbaba a ella. Estuvimos así por algunos minutos pero por lo incomodo de la posición decidí cambiarla; tomé a la niña de la mano y con los pantalones en los tobillos caminamos lentamente hasta mi escritorio, la tomé por la cintura y la levanté dejándola sentada sobre la plana superficie, levanté con mis manos su falda hasta dejarla de nuevo sobre su cintura y mostrándome su pepita llevé mi manos hasta ella reiniciando los movimientos arriba y abajo sobre su clítoris a la vez que me meneaba el duro tronco que ahora le quedaba más a la vista. Abigail no perdía detalle de lo que estaba pasando, arriba, abajo, arriba, abajo continuaban los movimientos de mis dos manos y por como ella apretaba los labios me di cuenta que estaba a punto de comenzar a venirse, aceleré los movimientos de las dos manos y ella entonces soltó un gemido fuerte que se escapó de sus labios, de mi verga empezaron a salir poderosos y calientes chorros de leche que mojaron sus muslos y su vagina, uno tras otro los chorros de semen se estrellaban entre las piernas de la niña y bañaban sus muslos internos y panochita, ella también comenzó a venirse y un pequeño charquito de espeso jugo se comenzó a formar en la superficie plana del escritorio de bajo de ella. Lentamente los movimientos de mis manos fueron cesando y ambos nos comenzamos a relajar, ya completamente quietos nos miramos sin decir palabras, ella estaba sonrojada de su rostro y una sonrisa leve se pintaba den sus carnosos labios, sus azules ojos me invitaban a continuar con los toqueteos pero por ahora ya era suficiente; estirándome agarré de una cajita varios pañuelos y limpie las piernitas y la panochita de la niña, luego me limpié el palo y dejándola ahí fui por sus bragas que estaban colocadas sobre el diván a un lado de donde nos encontrábamos anteriormente; regresé hasta ponerme frente a ella y tomando una de sus piernitas metí la prenda, luego tomé la otra y también la hice colocársela, bajé a la chiquilla del escritorio dejándola de pie con las bragas en los tobillos, me agaché y lentamente fui subiendo la roja prenda hasta que se la acomodé bien, cubriendo su panochita hermosa, acaricie nuevamente las nalgas y la pepita ahora cubierta de nuevo por las bragas y después me levanté y acomode en su lugar la minifalda, me agaché y me subí la truza y los pantalones.
Por supuesto que después de lo ocurrido comencé a darle una terapia con respecto a la nueva situación que ahora comenzaba a vivir, le pregunté obviamente si le había gustado lo que hicimos y ella me respondió que si, también le pregunté que si le gustaría seguir haciéndolo y ella también respondió afirmativamente, fue entonces que le explique que no debía de contar a nadie lo que hacíamos pues de lo contrario nos impedirían continuar con nuestras sesiones sexuales, ella meneó su cabeza haciéndome saber que había entendido la situación y que estaba dispuesta a callar lo que aquí pasaba.
Para la siguiente sesión la bella Abigail venía vestida con una falda tableada a cuadros que le llegaba por encima de las rodillas, calcetas blancas y blusa blanca, traía como toque coqueto una boina a conjunto con la falda, no pude por menos que experimentar en el instante una formidable erección. Al entrar ella fue directo al diván y el chofer se quedó en la sala de espera, cerré la puerta y entonces fui hasta donde ella se encontraba.
– Hoy vamos a aprender nuevas cosas. – le dije e inmediatamente sus ojos azules se encendieron. Me senté en mi escritorio encendí mi computadora, le dije a la niña que viniera hasta mi lugar y ella no tardó mucho en acercarse. La senté sobre mis piernas y cliqué sobre la pantalla el botón Play del reproductor, inmediatamente comenzó una película en donde una pequeñita como de siete u ocho añitos le daba una buena mamada a un pito anónimo que se veía enorme, le pedía a Abigail que no perdiera detalle pues ella me iba a hacer eso en esta sesión. Mis manos por supuesto que le acariciaban sus piernas y su entrepierna por encima de las bragas, terminado el video que duró cerca de cinco minutos y en el que al final se veía como la niña se tragaba el semen que luego le escurría por los labios. Nos pusimos de pie y llevé a la niña hasta el diván, la hice sentarse y entonces sin más me bajé los pantalones y el calzón, mi erección quedó justamente delante de ella y sin apartar la vista la niña se quedo inmóvil.
Tomé su manita con la mía e hice que la colocara sobre la gruesa y caliente tranca, con un poco de miedo la niña la dejó ahí pero no la movió, entonces le pedí que me lo acariciara meneando su manita a lo largo del pito, ella la comenzó a mover lenta y torpemente, la fui guiando en la forma en como debería de hacerlo y ella comenzó a tomar más experiencia en esto y a los pocos minutos ya me masturbaba ricamente; pasados unos minutos le pedí que se lo metiera en la boca acercándoselo casi hasta los labios, ella con mucho miedo pintado en la cara acercó su boca a mi glande y la abrió ampliamente, fue lentamente tragándose la roja cabeza de mi palo haciéndome sentir lo cálido de su boquita, poco a poco la verga se fue perdiendo a mi vista y la bella niña paró hasta que más de la mitad estaba adentro, su cabecita se comenzó a mover para adelante y atrás como había visto en el video.
–Aprieta tus labios alrededor del tronco. – le pedí y ella lo hizo, tuve que darle un poco más de instrucciones para que ella fuera aprendiendo como hacerlo bien, me la estuvo mamando cerca de quince minutos y ahora ya lo hacía como toda una profesional, sus labios se apretaban sobre el tronco y su lengua me acariciaba el glande cuando llegaba a éste. Comencé a experimentar un delicioso cosquilleó en mis bolas y de pronto sujetándola por la cabeza le disparé toda la carga de leche en su boquita, ella al sentirla trató de zafarse pero ya estaba bien agarrada, tuvo que tragarse toda la carga y ni siquiera una gota le escurrió, al final cuando se la saque de la boquita ella estuvo tosiendo por un par de minutos.
Para que la niña no se quedara sin su regalo yo me recosté sobre el diván y le pedí que se parara sobre mí, ella así lo hizo y tuve una formidable vista de sus bragas debajo de su falda, estiré mis manos y bajé las blancas bragas de la chiquilla, como continuaba parada pude apreciar su culito y su panochita muy bien. Acaricié sus piernitas desde abajo hasta llegar a sus nalguitas y lentamente la fui jalando hacia abajo, la hice que se montara sobre mí verga que ahora estaba flácida.
– Muévete sobre ella y veras como empieza a crecer. –
Le dije a la bella Abigail; las caderitas de la pequeña se comenzaron a mover sobre mi flácido tronco y al contacto de sus labios vaginales sobre la parte baja de mi pene el nabo fue creciendo poco a poco, los movimientos de la niña fueron logrando que la verga se acomodara justo entre los regordetes labios y ahora se frotaba con más satisfacción, la piel de mi verga subía y bajaba junto con los meneos que los ahora mojados labios vaginales de ella le daban, la cabeza rojiza asomaba por entre las piernitas de la niña y podía muy bien apreciar como a cada uno de sus movimientos esta se perdía debajo de su conchita y volvía a salir casi al instante. Su respiración y sus jadeos se comenzaron a hacer más intensos a cada minuto y al poco la niña experimento un orgasmo que mojó toda mi tranca, ella se siguió moviendo hasta que menguó su placer.
Le pedí a la niña que me chupara la verga de nueva cuenta pero esta vez la hice otorgarme a la vez su panochita, quedamos en la clásica posición del sesenta y nueve, mi lengua al instante comenzó a hurgar entre las piernitas de la niña, ahora con ella encima de mí la visión de sus nalgas, su ano y su panocha eran perfectas, puse mis manos sobre sus nalgas y las acaricie detenidamente mientras que hurgaba con mi lengua en el interior de esa dulce y aromática panochita de niña, lampiña y aun virgen. Por su parte la niña también tenía una perfecta visión de mi pene en plena erección, lo meneaba de un lado para el otro y lo miraba detenidamente, posó sus labios sobre mi glande y lo besó tiernamente para poco a poco ir introduciéndoselo en la boquita, sus labios rodearon el glande y le dio varias chupadas solo en la puntita, ahora estaba empleando la espontaneidad y podía hacer con mi palo lo que quisiera, sentí como se lo tragaba casi por completo y comenzaba con un vaivén más o menos rápido, a veces se lo sacaba y meneaba la piel con su manita, otras besaba todo el tronco y la cabeza y en dos ocasiones paseó su lengua desde la base hasta la cabeza mientras lo dirigía con su manita. Yo la tenía ahora clavada con un dedo en su culo y lo meneaba como cogiéndomela mientras que mi boca y lengua se meneaban con maestría por toda la pepita abierta de la nena, con mi boca abarcaba por completo sus labios vaginales como si de un beso se tratara y le introducía mi lengua lo más adentro posible, luego pasaba mi lengua a lo largo de la rajada, desde el ano hasta el clítoris y viceversa, a veces me dedicaba en exclusiva a alguna parte en especial, ya sea a chupar los labios, acariciar con mi lengua su clítoris o a meter mi lengua dentro de su gruta vaginal. En ambos las sensaciones y placer se fue acumulando y simultáneamente sus jugos se soltaron en mi boca a la vez que mi verga inundó de nueva cuenta su boquita, esta vez ella solita se tragó mi semen por entero y no dejó que una sola gota escapara, sentí como se apretaban ontra mi palo sus labios evitando que la leche se escurriera, yo por supuesto que metía mi lengua lo más profundamente posible en su vagina para tragar lo más que pudiera de sus deliciosos jugos vaginales que manaban como una llave abierta, fue un largo e y placentero orgasmo que ambos disfrutamos intensamente, quedamos en esa posición por largos minutos hasta que ella se levantó poniéndose de pie a mi lado.
– Gracias doctor… lo disfruté mucho, ya me están gustando más las sesiones con usted. – dijo sonriéndome y tomándome de la mano, yo me incorporé y metí mis manos debajo de su falda y le acaricie largamente las nalgas y la panochita mientras que ella ponía sus manos en mis hombros y cerraba sus ojos, luego le puse sus bragas, esta vez sin limpiarle la conchita y yo me vestí también, terminamos con la sesión normas y antes de salir ella se acercó a mi escritorio en donde yo estaba tomando las notas de su terapia y me dijo:
– Estaré esperando la próxima sesión. – y salió del consultorio meneando sensualmente su cuerpo delgadito de niña.
Por supuesto que ella no era la única chiquilla que pasaba por mi consultorio pero si la que más me atraía, con otras chicas también hacia mis cositas, Eva, la hija de una bella actriz también tomaba conmigo sus terapias pero ella solo tenía siete añitos y con ella no hacía gran cosa, solo la hacía que me masturbara hasta que me sacaba la leche pero aun no se la daba a probar, solo en una ocasión le mamé su papayita; otra de mis pacientitas era Carmen con quien también practicaba ricos sesenta y nueves pero ella era tan intempestiva que a veces me mordía un poco el pene, ella tenía catorce añitos y su cuerpo era en verdad precioso, sobre todo me encantaban sus tetas, redonditas y con unos pezones pequeñitos pero bien paraditos de un color solo un poco más oscuro que su blanca piel; esta pequeñita me pidió un día que le diera consejos pues también quería que uno de los chóferes de su casa le hiciera lo mismo que yo le hacía, le pedí que, comenzara entonces a mostrarle a este chofer un poco más, que se descuidara cuando el la estuviera viendo y así llamaría su atención, y en efecto tres sesiones después me informó que este hombre ya la comenzaba a tocar y a besar y en la cuarta sesión él ya se la había cogido por el culo, cosa que a ella le fascino y me pidió que se lo hiciera yo, por supuesto que no me negué y se la dejé ir hasta que las bolas chocaron contra sus nalguitas, esta vez la sesión duró un poco más de lo pactado pero no cobre ese tiempo extra a su madre quien es esposa de un rico empresario.
Bien pues por fin llegó Abigail a su sesión, esta vez traía puesto un vestido de esos que están sujetos a los hombros por un par de tirantes, la falda le llegaba hasta los tobillos, entró y se sentó como siempre en el diván, me acerqué a ella y tomando su carita entre mis manos me agaché para besar sus labios, ella nunca había besado y fue aprendiendo de cómo yo la iba besando, mi lengua buscó la suya y pronto nos enfrascamos los dos en un prolongado y jugoso beso; mis manos entonces retiraron uno de los tirantes de su vestido verde y luego el otro, la hice ponerse de pie y la pesada prenda cayó al suelo, ella quedo solo con su blusa larga que cubría hasta sus bragas, sus pálidas piernitas largas y ricas quedaron desnudas, me agache y le quite sus zapatos y calcetas, luego hincado le fui desabotonando los botones de la blusa hasta que por fin se la quité, traía abajo un brasier que de algodón que me ocultaba sus tetas que se veían aunque pequeñitas, firmes y puntiagudas. La abracé y la volvía a besar, sentí el calor de su cuerpecito y sus brazos también me rodearon el cuello; estuvimos varios minutos besándonos y luego me separé de ella para quitarle la estorbosa prenda que aun le quedaba, con nerviosismo quité el brasier y aprecié ese par de hermosas tetitas, un par de perfectos montecitos que aun no colgaban, en su parte frontal unos hermosos pezones de color carne se dibujaban, todavía no estaban erectos así que tuve que mamarlos, mis labios se pasearon por toda la tetita y luego me apoderé de su pezón, lo lamí hasta conseguir que se pusiera rígido como una roca, este creció y quedo como un pequeño botoncito, puntiagudo y apuntando directamente a mi cara, lo estuve mamando por largos minutos mientras que mis manos se apoderaron de sus nalgas y se las acaricié hasta el cansancio, su cabecita se echó para atrás y cerró sus ojitos disfrutando de la tremenda mamada de tetas que le di.
Cuando me separé de ella pude apreciar en su cara la satisfacción obtenida, me paré y me desnude, ambos ahora completamente, su manita se apoderó de mi palo y me lo estuvo meneando un par de minutos, luego me recosté completamente en el diván e hicimos un sesenta y nueve pero solo hasta que ella se vino, yo aun no quería terminar, después me incorporé e hice a la niña ponerse en cuatro patas, me coloqué de tras de ella y mamé su culo por largos minutos, le metí un dedo en el culo hasta que se lo tragó todo, puse mi verga entre los cachetes de sus nalgas y me masturbe con ellas por largos minutos, luego le pedí que se recostara boca arriba y yo me hinque entre sus piernas.
Me acomode de tal modo que su vagina quedó a la altura de mi verga y sujetando sus piernas por la parte trasera de las rodillas la hice abrirse ampliamente, con movimientos de mi cadera acomode el pene en la entrada de su pepita y empujé logrando que se clavara el glande y penetrara casi completo, la pequeña Abigail me miró a la cara comprendiendo mi intención y luego regresó su mirada hasta su entrepierna, yo aun tenía la duda de si penetrarla o no pero mi calentura era más, seguí empujando y con dificultad logré que se tragara por completo la cabeza de mi pito.
Esperé un par de minutos, sintiendo como su calor interior y su humedad me invadían, traté de empujar más verga en su interior, costó trabajo pero lentamente la macana fue entrando pero solo hasta donde el himen de la niña lo permitió; me detuve pues sabía que le iba a doler, esperé solo un par de minutos y la fui sujetando con más fuerza de las piernas para evitar que las cerrará a la hora de romper su membrana, me incliné un poco y entonces empecé a empujar con fuerza, ella se contrajo por el dolor que la invadió, trató de cerrar las piernas y me gritó que parará a la vez que unas lagrimas comenzaban a salir de sus ojitos; yo seguía empujando con fuerza pero era difícil, de pronto sentí como se comenzaba a desgarrar su himen y la verga se iba adentrando ahora más, seguí haciendo presión y el glande traspaso por completo la barrera, ahora aunque su vagina en realidad era estrecha sentí como el nabo se deslizó lentamente hasta lo más profundo de la niña, ella estaba sollozando y cuando por fin logré que mi verga estuviera bien adentro me quedé quieto en espera de que pasara este doloroso momento, pasados un par de minutos comencé a sacar mi verga de su interior y esta venia acompañada con un poco de sangre, saque solo tres cuartas partes de mi garrote y volví a arremeter lentamente, en mi glande podía sentir como los pliegues interiores de la niña iban siendo separados para permitir la intromisión del barreno, una y otra vez bombeé en la apretada gruta hasta que esta fue relajando un poco sus músculos y permitió que la verga se deslizara ahora con mayor soltura pero sin dejar de apretar deliciosamente, el llanto de la pequeña Abigail fue pasando y comenzó sentir un poco de placer, su carita paso de la mueca de dolor a una leve sonrisa y curiosidad al ver como la larga daga se le clavaba hasta lo más profundo, su respiración se agitó en breve y algunos leves gemidos comenzaron a inundar el ambiente; yo continuaba meneándome de adelante para atrás, metiendo profundamente mi vaina dentro de su conchita apretada y ella ahora comenzaba a gozarlo en realidad, estaba completamente abierta de piernas lo que me permitía ver como su lisa y lampiña vagina era partida a la mitad por el grueso tronco de mi garrote que entraba y salía sin misericordia de su intimidad. Las contracciones de sus paredes interiores alrededor de mi verga y sus gemidos me indicaron que pronto la pequeña comenzaría a venirse, aceleré mis embestidas dentro de su coñito y en efecto a los pocos minutos ella se comenzó a convulsionar presa de un potente orgasmo, cosa que me levantó el lívido hasta su máximo y comencé a eyacular en su interior, mis embestidas entonces se hicieron menos fuertes pero más profundas y traté de regar con mi leche lo más profundo de su intimidad, ella sintió mi leche caliente llenando su interior y soltó un fuerte gemido en señal de que su orgasmo se volvió más intenso por la sensación de la leche inundándola, sus caderas se movieron de arriba para abajo tratando de sentir más placer y las últimas embestidas de mi parte regaron hasta la última gota de mi semen en sus adentros, a cada embestida un poco de leche se derramaba de su vagina y mojaba sus nalgas, en verdad fue algo agotador pero realmente satisfactorio, era la primera vez que desvirgaba a una de mis pacientes y la grata experiencia me invitaba a seguir haciéndolo. Quedamos completamente exhaustos, me dejé caer sobre el cuerpo delgadito y pálido de la niña y ella soportó mi peso, así por algunos minutos estuvimos y luego poniéndome de pie la vestí primero a ella y luego me vestí yo.
Las siguientes sesiones con ella ya no fueron solo masturbación sino sexo puro, nunca se la metí por el ano ya que era muy estrecha y temía lastimarla, solo me limitaba a meterle un dedo profundamente, pero eso sí, por la pepa cogíamos hasta quedar extenuados, en una sesión posterior logramos coger hasta cuatro veces seguidas sin pausas, la niña en verdad me tiene loco; Abigail siguió tomando sus terapias y hasta el día de hoy no deja de visitar a su psicólogo, ya cuenta con 15 añitos y es una hembra preciosa, después de ella también logré desvirgar a otras niñas y hasta a un par me las cogí por su culo, todas niñas preciosas y que además tiene mucho dinero, sus padres notaron que su carácter cambio y se volvieron más abiertas y desenvueltas y hacían recomendaciones a sus vecinos y amigos, eso sí, solo atiendo a niñas; los precios de mis consultas aumentaron también por lo eficiente de mis servicios y bueno, pues la verdad no me puedo quejar ya que es un trabajo que deja muchas satisfacciones, ¿No creen?
Fin

La sirenita y su príncipe
10 de noviembre de 2024 en Relatos SDPA, Jovencitas, Incesto
Esto me pasó hace unos cuatro años, vivía en la parte costera de una ciudad que no viene al caso, alla la vida es muy relajada, yo soy biólogo marino y en ese tiempo me dedicaba al surf.
Cerca vivian varios parientes pero en este momento solo importa la familia de una prima, viviamos cerca que nos visitábamos a pie como es la actividad general por ahi
Para no alargar la historia, mi prima tenia una hija que siempre nos visitaba a mi novia y a mi, caia de sorpresa y como las puertas pasaban cerradas pero sin seguridad entraba nomas y en algunas ocasiones nos pillaba a punto de tener sexo, claro nos cortaba y yo me quedaba con una ereccion que no se podia esconder
Mi sobrina por cierto tenia 10 años alrededor, le encantaba todo lo referente a la sirenita como no podia ser de otra manera en su mundo de fantasia y a mi me decia Eric, a lo que se asi se llamaba el principe del cuento y como pasaba bronceado y tengo ojos azules y un parecido al personaje toda la familia comenzo a llamarme asi
Entonces mi sobrina era muy apegada a mi y yo la queria mucho tambien, asi se dieron las cosas, empezare contando cosas de mas atras porque esto no fue de golpe
Había ido a nadar con un speedo a una piscina de agua dulce y cuando volvi a mi casa me esperaba mi novia que se puso calentona cuando me vio asi y en unas y otras estaba a punto de darme una mamada cuando llego mi sobrina y mi novia se puso de pie de inmediato, yo me acomode mi miembro para volver a guardarlo pero se notaba una carpa
Mi novia se fue a la cocina avergonzada y mi sobrina se acerco y me abrazo poniendome la cara en el miembro y no dejaba de verlo, cuando le iba a poner las manos encima le dije que para ir a la cocina, la lleve y la deje con mi novia y me fui a mi cuarto a cambiarme
En otra ocasion que estaba yo en su casa tomandome una cerveza con el esposo de mi prima, me dirigi a la cocina y aparecio ella, le voy a llamar ariel como la del cuento, me saludo y le pregunte si queria tomar algo, me dijo que un helado asi que fui a la nevera
-cual quieres?
-el de uva
Justo ese era de hielo, porque si habian otros de crema en vaso, pero el de uva era de los que vienen en palillo, un popsicle
-abremelo – me dijo
Lo abri y se lo di pero no lo tomo
-tu damelo – me dijo
Asi que se lo di de mi mano a su boca, recuerdo eso porque yo soy muy relajado pero eso me atormento un poco
Me vio a los ojos y puse el helado a la altura de su boca, entonces ella se lo metio y chupo
Chuapaba despacio haciendo ruido por lo que goteaba, no podia dejar de pensar que parecia que chupaba una polla
Pero el helado no se acababa y yo ya estaba mucho tiempo en la cocina, no tenia ninguna ereccion, solo esas ideas
-no quieres tomartelo solita ariel?
Con una sonrisa me dijo – te gusta como chupo?
Y yo no se porque le conteste “me encanta” y cuando cai en cuenta de la respuesta segui tomalo tu y sigue con tu heladito
-una mas – me dijo y le dio una chupada que yo mismo me moje sin ereccion alguna
Ariel estaba mamando el helado hasta que lo mordio
Volvi donde mi cuñado nervioso y ariel conmigo con su helado en la mano jugando en el balcon, luego se sento encima mio y el ruido de como comia el helado me excitaba asi que me fui a mi casa
Asi pasaron semanas y todo normal como siempre, mi sobrina pasaba conmigo, me abrazaba, ibamos a la playa, yo no notaba nada fuera de lo normal al menos
Hasta el dia en que yo dormia una siesta y mi novia no estaba, mi sobrina entro con su mochila rosada de la sirenita y yo estaba boca arriba durmiendo, la escuche que entro al cuarto y se puso encima mio como no era la primera vez
Me abrazo y yo a ella bastante dormido, seguia en lo mio, ella se quedo quieta, no se si dormida pero pego su rostro al mio y tenia su boca muy junta a la mia
Entonces senti que metio la punta de su lengua en mi boca, me movi un poco, dejenme decirles que estaba bastante bruto, llegaba de surfear y trabajar bajo el sol asi que no tenia mucha reaccion y como les comente la vida es tan tranquila que por lo menos yo no veia mala intencion en nada
Entonces de nuevo pego su boca a la mia y empece a despertar, su manito estaba adentro de mi traje de baño y me masturbaba a la altura del glande
Me masturbaba, yo no estaba excitado pero apretaba y soltaba rapido mi miembro que no se demoro en ponerlo duro a tal punto que ya no lo empuñaba por completo con su manito
Con los ojos cerrados alcance a gemir y entonces reaccione
-ariel que haces? – poniendola a un lado
-jugando
Yo no sabia que decir, mi glande asomaba por arriba del traje de baño y ella se acerco a mi pecho
-mejor durmamos – le dije
-tio Eric juguemos
-nooo, a que?, duérmete sirenita
-juguemos a la sirenita, tu eres mi principe
-ya – le dije mas que dormido, era como si estuviese borracho que no reaccionaba
Ella se solto de mi y metio la mano en mi traje de baño de nuevo y comenzo a masturbarme otra vez
Recuerdo que tome aire profundamente y ahora si estaba despierto, en esos pocos segundos ella habia bajado mi traje de baño y me estaba mamando lo que podia
Mi respiracion se corto
-ariel….no….no….que haces?….ahhhh
Entonces si recorde que lo anterior no era un sueño
-jugando a la sirenita – me dijo sin soltarme el miembro
Yo manteniendo la calma le pregunte – donde aprendiste ese juego?
Y saco de su mochila su pequeña compu rosada por supuesto, como la consentida que era y me mostro un video salia la misma pelicula de la sirenita, la de disney, ella estaba con el principe en la arena y luego salia el principe con una ereccion y ella se lo sacaba y le mamaba hasta venirse, era porno, yo no lo creia y luego el principe se la follaba de todas las formas y asi escena tras escena, el video no duraba mucho pero la sirenita metia la mano en el pantalon del principe y le sacaba la polla para comersela
-quien te dio eso?
-una amiga de la escuela – dijo pero no me soltaba el miembro y siguio moviendolo de arriba a abajo
-yo soy tu sirenita – me dijo, hizo el mismo gesto de zorra que hacia la sirenita en el video imitandola en todo y me siguio mamando
Entre que yo me preguntaba que hacer me arranco un gran gemido de placer y perdi la cabeza
-si mi amor, yo soy tu Eric – le decia embistiendola en la boca
Cerre los ojos y sentia su lengua, sus labios, sus dientes hacer su trabajo, le llenaba la boca y ella succionaba y hacia el ruido como si fuera un helado derritiendose y lo era de todo el liquido preseminal que salia
-mi amor, ya no – le dije casi ahogado y la puse encima mio
No era mi intencion pero mi polla saltaba golpeandole el culito, entonces me beso como pudo, pegando su boca a la mia y metiendo la lengua, yo no hice mas, estaba en la cama bajo ella
Despues igual que en el video se me sento encima aplastandome el miembro entre su conchita y mi estomago, me puso las manos en el pecho y empezo a moverse, como a los 15 minutos de estar asi, sudabamos mucho y ella se notaba que lo disfrutaba porque empezo a gemir mas que yo o no se si imitaba al personaje del video
Yo tambien comence a moverme hacia arriba, sosteniendola que no se despegue y entre esas de lo mojados que estabamos mi glande se acomodo y de a poco el resto hasta la mitad casi
Di entonces una embestida hacia el techo y quedo clavada completamente, ella quizo como gritar y se quedo quieta como si le hubiese clavado un cuchillo, me clavo las uñas en el pecho y yo segui embistiéndola mas y mas fuerte
Ella gritaba, gemia
-si, si, mi sirenita aaaa aaaaaaaaa
Vi que puso los ojos en blanco y segui dandole placer un buen rato mas hasta que no aguante y me vine dentro de ella, la leche corria por sus piernas y sangre
Una embestida mas, otra mas y otra mas, hasta soltar la ultima gota de mi cuerpo
Con mi miembro adentro de ella aun trate de recuperarme y volver a la conciencia, entonces vi mas sangre y me asuste
-mi amor, estas bien?
Ella seguia en el orgasmo, le puse cremita para que no se inflame y la limpie, le di besitos en su conchita y cuando volvio en si, sonreia
Acordamos que era solo nuestro juego, etc y nos quedamos viendo tele un rato hasta dejarla en su casa y que este bien
Después seguiríamos jugando a la sirenita, pasarían muchas otras cosas que nunca pensé que yo haría, con su amiguita y más, que contare en otro momento hasta que se hizo de un novio y yo volvi a la ciudad y aun ella me llama Eric.
Fin

La morita
10 de noviembre de 2024 en Jovencitas, Sexo en público, Relatos SDPA
Estaba un día en mi habitación cuando oí pasar por afuera unas alegres voces hablando en un idioma desconocido.
Vamos a poner que yo me llamo Pedro, jeje, no és mi nombre. Pero no lo diré para no entrar en la lista del FBI de los delincuentes más buscados del mundo. Jaja no será tanto, no he cometido ningun acto de terrorismo internacional ni nada parecido pero digamos que mi forma de ser está bastante alejado del ideal occidental de persona.
El caso és que yo vivo en un pueblo de la costa brava de Girona. Como todas las cercanías, mi pueblo está bastante plagado de los comunmente llamados moros. Inmigrantes de marruecos por si me lee algun americano que no entiende. Antes de ir al grano os haré entender más o menos que tipo de persona soy. Soy un hombre de 27 años y me creo bastante diferente al resto de personas por unas cuantas razones.
Comenzando por que soy bisexual/transvestido de closet (me gusta tomar el papel femenino en una relación homo), aunque eso no és del todo lo que me destaque entre mis tocayos. Después está que me gustan las niñas pero no quiero que se me incluya dentro del fenomeno mediatico de estos últimos tiempos que han puesto todo hombre al que le gusten las niñas, a la altura de un delincuente común. Sí, repito que és verdad que me siento atraído por esas tan inocentes personas de entre 5 y 12 años pero de ninguna manera soy un pederasta violador asesino. Pues nunca le haría daño a una de ellas.
Esta frase de que “nunca les haría daño” la oí alguna vez por la tele. Hablando del comportamiento habitual de los pederastas y entonces pensaba yo: a ver si soy yo uno de esos pederastas de que habla la tele? Pero NO! Creo que esas personas de las cuales se han extraído esas pautas de comportamiento patológico eran de verdad personas enfermas de la cabeza cuyo cerebro y alma estaba en mal estado y esa pauta en concreto de “nunca les haría daño” era unicamente heredado de cuando eran personas normales (buenas) que les gustaban las niñas.
És todo más complicado de lo que acabo de escribir pero más o menos esto és una introducción al tema. Pero bueno, que yo no estoy para debates éticos ni nada de eso. Él que me crea, que me crea y él que no, pues que no me crea y tan contentos. Yo nunca cometeré un delito penalizado por la constitución española ni la constitución divina y… vamos al grano.
Todo comenzó un día que estaba yo en mi habitación (vivo aún con mis padres) después de comer. Cuando de pronto oí unas alegres vozes femeninas hablando en otro idioma. Yo me giré hacia la ventana (vivo en una planta baja) y vi dos chavas moras que pasaban por delante de ella mientras hablaban casi a gritos en su idioma. En ese mismo instante yo sentí como una llamada de que tenía que conocer a esas chavas.
Cogí mis llaves de un revuelo y casi corriendo salí de mi casa para encontrarme con ellas. Cuando hube salido las ví como a un tiro de piedra que seguian caminando hacia quiza “el cole”? Las alcanzé en un momento y en cuanto ello les dirigí la palabra. Les dije algo como que mi nombre era Pedro y que hacía días que las veía cada día pasar por delante de mi casa a la misma hora (todo inventado) y que quería ser su amigo o quería conocerlas o algo así. Pero bueno, ellas me contestaron con la evasiva de que no vivían aquí, que vivían lejos y nos despedimos en un instante.
Después de ese día traté un poco de observar si de verdad cada día pasaban por delante mi casa y así era. Como daté, cada día a las 3 pasaban por delante, debían dirigirse al colegio pero muy tarde digo yo que iban, a las 3 en punto. Fue entonces que planeé mi segundo encuentro con ellas.
Primero traté de aprender unas cuantas palabras en marroquí. Un cliente de mi tienda moro me enseñó unas cuantas frases. Me dijo, entre otras, unas palabras mágicas que me enseñaron como decir “hola-aelem” y “te quiero conocer-briz ata harraf elik” fue entonces que tuve algo con lo que intentar conocerlas.
Cada día, al mediodía, salgo a pasear a mis dos perros por el pueblo y a veces incluso me acerco al campo para que tengan sus vicios de oler y mear y etc. Uno de esos días lo programé para a las 3 pasar por delante de mi casa y encontrarme con ellas.
Las vi a lo lejos, como a un par de travesías de mi casa y al momento de ellas verme, vi como una de ellas se metía por otra calle, como si se asustase de verme. Yo continué mi caminar hasta que llegué a la que se había quedado en el centro de la travesía. Trataba de llamar a su amiga que estaba ya lejos en la otra calle y parecía haber escogido otro camino. Se la veía fantástica, girada a mi le veía un traserito inchado que desnudo debía estar para comérselo. Yo me le acerqué y le solté toda la plática que tenía aprendida.
-Ahelem.
Ella se giró y.
-bhit ata harraf alik.
Entonces ella me soltó una larga parrafada en su idioma que evidentemente no entendí una torta. Yo le excusé que no hablaba marroquí y que unicamente un amigo me había enseñado esas palabras porque yo quería conocerla.
Después de ello le volví a soltar otra nueva plática que tenía preparada de que yo no era ningun ladrón y que unicamente quería ser su amigo. Charlamos unas cosas más, me dijo que se llamaba Zenia y que se iba porque tenía que ir al colegio y yo le pedí su telefono. Pero me dijo que no la llamara porque sus padres no la dejaban tener amigos y menos amigos españoles. Yo le dije que la llamaría de una manera que ella sabría que era yo: llamaría, colgaría y volvería a llamar para así ella me reconociese y cogiera el telefono ella. Hasta ahí lo conseguí todo, me dió su teléfono y me despedí de ella dandole un beso en el moflete.
Mmmm si tenía destreza conseguiría quedar con ella algun día. Esperé al domingo pues trabajo el resto de la semana y me dispuse a llamarla. Lo hize por la mañana esperando que ella estuviese en casa y entendiera mi señal de llamar/colgar/llamar de nuevo. Y así fue, cogió el telefono una voz que inconfundiblemente tenía que ser ella. Quedé con ella para irnos al cine. Fantástico!
No me acuerdo de que película escogimos porque la verdad és que no miré mucho. A los cinco minutos ya tenía la lengua en su boca y las manos danzando por su fenomenal cuerpo. Le desabroché la blusa y le chupé un poco las tetas mientras le metía la mano entrepiernas y la estimulaba esa divina rajita obteniendo el primer gozar sexual de su vida de esa morita. Entretanto corría la peli, yo iba pensando donde me la podía llevar para kilarmela pero tenía dudas. Porque en mi casa estaba mi madre y en el localillo que tengo encima de la tienda estaba mi padre trabajando en la tienda y no era cuestion de que me viese subir con una chica.
Entonces lo pensé: soy un tio valiente, porque no ir al lavabo del cine? Y si nos ve alguien? A tomar por culo, vamos a probar suerte.
Estabamos en una de las filas de asientos que estan más arriba, por lo tanto más cerca de la puerta y dudo que nadie se fijara en nosotros cuando salimos. Tan pronto salimos de la sala de visionado nos encontramos en la puerta del lavabo. Fantástico, tenía el paraíso a dos pasos de mi y tenía el corazon a mil revoluciones tal soldado del vietnam.
Con Zenia cogida de la mano nos metimos en la sección femenima de lavabos y sin esperar un segundo nos metimos en uno de los particulares cerrados. Digamos que soy muy fogoso porque la cogí de ese inchado trasero y la eleve hasta mi altura para pegarla contra la pared y comerla.
Fue todo muy pasional, su ropa cayó al suelo como si fuera yo un leon que me estuviera comiendo una gacela. Los sostenes casi que se los arranqué, descubriendo unos senos evidentemente apropiados a su edad. Se los comí de nuevo mientras le bajaba los pantalones y las braguitas. Sería capaz de quilarmela en el lavabo del cine? Por esos momentos aún tenía dudas y para disiparlas me bajé los pantalones mostrandole mi tieso cipote.
Ella lo tocaba con curiosidad al ser el primero que veía pero digamos que la situación no estaba para romanticismos. Después de masturbarnos mutuamente unos instantes, la giré preparandola a mi follada. Tenía un culo divino, nada de el tipico culo de niña flaca infantil. Sino un femenino y inchado culo que le marcaba verdadera diferencia genérica.
No me estuve para historias y se la metí bastante directamente. Ella soltó un gritito pero por fortuna éramos los únicos en el lavabo. No sé cuantos orgasmos le arramcaría pero seguro que muchos pues seguía el ritmo de mi follada con un gemir propio de una personada agonizante en su lecho de muerte.
No tengo una picha muy grande la verdad. Segun me dijo una furcia hace tiempo, la tengo normal tirando a grande jaja. Bueno, volvamos al tema, estuve un buen rato follandola. Me gusta alargar cuanto más posible el juego de follar y para eso juego con mi ritmo de meterla sacarla, cambiando mi velocidad constantemente y metiendo en ocasiones solo la puntita y de pronto por sorpresa meterla toda jaja.
Bueno, ya me estoy enrollando otra vez, lo que quiero contar és esa historia de la morita. Como vi que no tenía la edad de tener la regla y yo soy un tío sanisimo que siempre follo con preservativo e incluso soy donante de sangre, me corrí dentro de ella. És una gozada poder correrse dentro de una tía sin tener que temer miedos a embarazos o contagios de mierda, ni de ella a ti ni de tú a ella. Aún recuerdo el precioso tacto que tenían esas nalgas cuando yo impactaba en ellas en mis profundas enbestidas finales.
Daría miles de euros por volver a tenerla? No, no me gusta el puterío. Me gustó durante un tiempo pero digamos que me acabó rallando. Por volver a estar con ella no daría nada. Si gozé ese día con ella és porque me lo merecía y agradezco a la personalidad divina que me lo concedió.
En acabado el polvo la ayudé a vestirse y nos fuimos cual pareja. No la he vuelto a llamar porque me da miedo esa manera de ser de los moros. Que si su padre descubriese que me follé a su hija, debería temer por mi vida.
Fin
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