
Ojitos verdes, Parte 01
18 de noviembre de 2024 en Jovencitas, Incesto, Relatos SDPA
El padre de Karina accedió a los caprichosos gustos de la niña, que cumplía 14 años. “Ojitos verdes”, la llamaba su padrino, un vecino cincuentón del campo aledaño, al de la familia de la jovencita. Papá Rodrigo, acompañado de Alejandro el vecino y compadre, iban a viajar esa mañana, hasta al lugar donde encontrarían lo que seguramente iba a satisfacer los antojadísimos requerimientos de la chiquilina.
Ojitos Verdes, es una muñeca que camina, habla, canta, grita, llora y para peor siempre obtiene lo que quiere, y ahora pedía un loro parlanchín y un papagayo de hermosos colores.
Ojitos Verdes, es delgadita de cara, su cuerpito bien formado, sendos botoncitos de los senos queriendo llamar la atención ya demasiados pronunciados, caderas dispuesta a soportar muchas cosas, piernas bien formadas con nalgas blancas y gruesas por sus prácticas deportivas en el colegio de monjas donde asiste durante la semana bastante distante de la casa.
Ojitos Verdes, tiene boquita grande y carnosa. De mente ágil, y rápida de pensamientos que nada tienen que ver con su edad. Cabellos negros, lacios y largos hasta la cintura que con sus ojitos verdes, su sempiterna sonrisa y el gran murallón de sus grandes dientes blancos, hacían de la niña hermosa, un bello retrato de lo que es ser una agraciada personita que todo lo logra con sus lagrimitas y cariñosos abrazos y besos.
Era sábado, Insistió en querer ir ella también hasta la Estancia donde iban a comprar el obsequio requerido. Ya estaban los dos hombres en el asiento de la 4 x 4, cuando la mamá le pidió a Rodrigo que la llevaran mientras ella hacía los preparativos de la fiestita, a realizarse al día siguiente, domingo por la tarde. De un salto, Karina se encontró sentada a caballito, sobre las piernas del papá, abrazada a su cuello, con sus faldas que no le cubrían las rodillas, mientras Alejandro, el padrino, se divertía riéndose con muchas ganas, ante los mohines de la única hija del joven matrimonio de Rodrigo y Laura, que no aceptó viajar en los asientos traseros. Quería ir adelante para observar el camino.
Alejandro, puso en marcha el vehículo, se disponía a partir, cuando la mamá le alcanzó una toalla para cubrir las piernas de Ojitos Verdes, para que no tomara la resolana de esa calurosa tarde de la postrimería del verano…
Como todos los caminos de la enorme campaña de la comarca, por el que iban, éste, el tomado, era un desastre por los pozos y profundas huellas de carros a caballos, tractores y demás transportes habitué en la zona. Los pesados camiones lecheros eran los que mas dañaban esas rutas vecinales, así que el movimiento de los pasajeros de la 4 x 4, eran como estar dentro de una mezcladora de materiales para la construcción, cosa que causaba mucha gracia a la niña, que reía y se divertía saltando sobres las piernas del papá, al igual que Alejandro en el volante. No así Rodrigo. Él no reía. Estaba realmente preocupado ya que soportaba estoicamente el peso de la hija sobre sus piernas y que en cada frenada o salto de huella, la niña le apretaba los genitales.
En una frenada, la pequeña vio un gesto del papá y que ahogaba un gemido de dolor y entonces lo miró con cierta picardía y le dijo al oído:
- ¡papi… abrí las piernas, y viajo apoyada sobre tu rodilla derecha y no te aprieto!…
Al decir esto, Ojitos verdes dejó libre la pierna izquierda de Rodrigo que sintió un enorme alivio, quedando su rodilla derecha en la entrepiernas de la nena, que se friccionaba con ella en cada momento en que el vehículo saltaba por efectos del camino. De pronto en una pronunciada bajada, Karina se puso tensa con los pies apoyados en el piso de la camioneta, y las dos manos sobre la consola del vehículo arrastrando en el movimiento los genitales del padre que no podía hacer nada para sacarlo de entre la pierna de ella y su nalga y que con el movimiento y la alocada alegría y saltos de la niña, fue tomando forma y endureciéndose todo lo largo que era. Intentó evitarlo, pero la chiquilina jugaba con el padrino, cuando veía acercarse a un pozo y apretaba sus piernas con más fuerza, para no golpearse:
- ¡Ojitos Verdes…. – gritaba Alejandro…
- ¡Síiii, padrino…. me agarro fuerte!….
- ¡¡ ahí viene!!… ¡Cuidado!… – y la pick-up saltaba como un canguro, logrando arrancar fuertes carcajadas de la garganta de la niña que iba feliz en el viaje, mientras Rodrigo, no soportaba ese vaivén que le imponía el juego infantil, sobre su pene, que estaba a punto de explotar:
- Papito… ¿qué te pasa?… – preguntó la niña inocentemente, ante un gemido retenido y un gesto del padre:
- ¡Nada!… – respondió Rodrigo, cerrando los ojos con fuerza para evitar acabar ya, en los pantalones con fuertes chorros de líquido.- … ¡ vos seguís… no te preocupes por mí… ¡¡seguí… por favor….
- ¡Pero papi… si te hago mal, decímelo… – y bajando su manito la niña intentó separar su pierna de la del padre y se encontró con la enorme y dura cosa de papá. Lo miró. Sonrió con picardía. Su mente de chiquilina avispada, le hizo apretar con fuerza aquella barra ardiente, mientras ella apoyaba su rajita en la punta de la rodilla de aquel padre que ya no supo dominar la situación, mientras Alejandro, le preguntaba:
- Rodrigo, ¿se siente mal? ¿Quiere que nos detengamos?
- No, hombre, siga cuanto más rápido mejor… – lo dijo casi gritándole, mientras apoyaba su cabeza en las espalditas de Ojitos Verdes, apretándola casi con desesperación contra él, mientras la niña con suaves caricias de sube y baja por sobre la liviana tela del pantalón beige, fue masturbándolo, como jugando. Rodrigo se retorcía atormentado en el asiento. No aguantaba más. Sabía que iba a acabar en las manitos de su hija, la que alocadamente reía con cada pozo que volvía a tomar el padrino y frotaba casi con desesperación sus entrepiernas sobre la punta mas pronunciada de la rodilla de papá. Alejandro los observó detenidamente y sintió un enorme sacudón al oír un gemido placentero de su compadre, sintió la sangre subir a sus sienes y su pene endurecerse al máximo cuando Ojitos Verdes totalmente excitada, apreció los fuertes golpes del semen de papá contra la tela fina del pantalón. Sintió su mano mojada, pegajosa. La sacó del lugar y se la llevó a la boca.
La emanación del clásico aroma de una eyaculación, le hicieron girar nuevamente la cabeza al Padrino y observó el estado de Rodrigo, y la niña que seguía cabalgando sobre la rodilla de este, dando de pronto, enorme alarido por un tremendo orgasmo, la convulsión de la púber enardeció al hombre, sacándolo de sus cabales. La Cabina, con los vidrios bajos, permitía mantenerse dentro de ella el hedor al sexo.
Alejandro, frenó el vehículo, se miró con Rodrigo y éste le suplicó silencio. Que no se comentara nada ni una palabra de lo que allí había ocurrido. El padrino comprendió. Miró su propio falo, casi veinticinco centímetros endurecidos y apretándolo con fuerza, libidinosamente le habló por lo bajo:
- ¡Está bien, Rodrigo… pero ahora el resto del camino hasta la estancia, conducí vos!… – y lo tuteó, por primera vez, lo tuteó, mientras dejaba el volante y daba la vuelta para ocupar el lugar del padre de la niña. Rodrigo, se dio cuenta, entendió el costo del silencio. No podía hacer nada y mordiéndose los labios, la puso de pié a la niña, se cruzó al volante, mientras Alejandro tomaba su lugar. La pequeña y perversa Karina, con mirada de querer saber qué pasa, puso sus ojos en los de papá, angustiada y con lujuria y este le indicó que sí, que se sentara sobre la rodilla del padrino, siempre lo había hecho, y que siguiera divirtiéndose como hasta ahora. Se pusieron nuevamente en marcha, acercó su boca al oído de la niña, le beso la mejilla y le suplicó:
- ¿qué pasa si le cuento a mamá lo que me has hecho?…
- ¡No, papito… por favor, nunca se lo digas…
- Bueno, está bien, vos tampoco… es un secreto entre los tres…
- ¿Los tres?…- inquirió Ojitos Verdes:
- ¡Si! Alejandro vio todo lo que me hiciste…
Fin

Soldados, Parte 01
18 de noviembre de 2024 en LGBTQ+, Relatos SDPA, Jovencitas
Misión: Rescatar de un país ubicado en oriente medio a la hija del diplomático Edward Evans y a la amiga de la hija, llevarlas a un lugar específicamente resguardado, esperar hasta nuevas ordenes.
Total de elementos: 4 soldados y 1 Sargento en jefe con nivel 9 en seguridad internacional.
Acciones del día 001-A
Después de un mes de intensas negociaciones el Embajador Edward Evans, se vio imposibilitado a regresar a su hogar ubicado en un pequeño país de medio oriente las fricciones con los rebeldes lo obligaron a permanecer en Washington D.C. junto de el se encontraba su bella esposa Rachel, ambos habían aprovechado la junta internacional sobre seguridad realizada en Paris, para pasar unos días de paseo por esa romanita ciudad Europea, su pequeña hija de 9 años Nicole había decido quedarse con su amiga de colegio Emily y pasar esos días de vacaciones vagando en la exótica ciudad tan llena de hombres guapos, gustaban de salir a la calle vistiendo diminutos atuendos provocando que los hombres les llenaran de piropos en su extraño idioma, que aunque no los entendían, por la simple calentura de sus voces, se imaginaban a lo que se referían, ambas reían divertidas ajenas a los acontecimientos que se acercaban.
Ese día en particular ambas chiquillas tomaban un refrescante baño antes de salir a dar su acostumbrado paseo, el agua corría por sus delicadas curvas cubriendo los huecos en sus pequeños cuerpecitos una a otra se pasaban el jabón acariciando suavemente sus pezoncitos que apenas despuntaban como bellas promesas de unos bellos senos, sus dedos acariciaban la unión de sus glúteos rosados y firmes y levemente se pasaban su dedito por su diminuta rajita que apenas asomaban unos finos vellos en la entrada de sus virginales vulvas femeninas, leves gemidos escapaban de sus húmedas boquitas rojas al sentir la suave caricia, tímidas risitas se escucharon en el espacioso baño de la embajada americana, salieron envueltas en unas diminutas toallas blancas las cuales a duras penas cubrían sus nacientes senos y sus infantiles nalguitas, corrieron a la enorme cama matrimonial y juntaron sus boquitas en un deliciosos beso profundo.
Ese día habían quedado de verse con un joven de 15 años de nombre Dan hijo de un secretario de gobierno, que era el mas joven de la embajada a quien ellas veían con morbosa curiosidad, solamente Nicole había sido objeto de apasionados besos a escondidas con el joven y ahora era el turno de Emily de probar por primera ves en su corta vida unos labios masculinos ya que la única lengua que había entrado en su boca era la de Nicole en sus “inocentes” jugueteos en la ducha. Las dos sintieron humedecerse al ver llegar al apuesto joven en su camioneta, se fueron a la sala y Nicole fingió irse por unos refrescos para dejarlos solos y corrió a ubicarse atrás de la cortina para tener amplia visión de los acontecimientos, vio a su amiguita acercarse sensualmente a Dan quien solo se dejo hacer, sus manos recorrieron los suaves muslos de Emily subiendo hasta su húmeda rajita provocando que la jovencita abriera como platos sus bellos ojos azules, la boca de dan la atormentaba dulcemente sin dejarla tomar aire nunca había besado a un hombre y la voracidad con la que era tratada provocaba que su rajita mojara su pequeño calzoncito, el joven tomo su blanca mano y la deposito en su endurecida verga que pareciera romper su pantalón azul, lentamente la fue acostando y se monto sobre su frágil cuerpo que todavía tenia la inocencia de la infancia, sintió que sus piernas eran abiertas y algo duro picaba su cuevita, se levanto asustada había llegado demasiado lejos y suspiro aliviada al ver llegara su amiga, los tres rieron divertidos como si hubieran hecho una travesura, el joven se despidió de las dos amigas y al quedarse a solas se abrazaron emocionadas.
¿Qué paso?
“fue increíble, lo mejor que me ha pasado”
¿Le tocaste la polla?
“si, estaba bien dura”
¡Que atrevida eres, vi que no quitabas la mano!
Las dos amiguitas se fueron comentando sus avances con el joven, aun no se decidían quien de las dos daría el primer paso para convertirse en mujer y las dos estaban listas para lo que pasara con el joven Dan, charlando de sus aventuras las dos se quedaron dormidas.
Continuará

Fiesta familiar, Parte 05 (de Cazzique)
18 de noviembre de 2024 en Sexo en grupo, Relatos SDPA, Jovencitas, Incesto, LGBTQ+
Al día siguiente tuve que irme a trabajar temprano así que no pude ver por la mañana a mi hija Vanesa pero le llame por la tarde para ver como se encontraban las cosas por la casa y ahí nos la pasamos platicando como dos jóvenes novios cerca de una hora en el teléfono, platicando de cosas banales hasta que se me ocurrió preguntarle que si le gustaría hacerlo conmigo, ella se quedo un poco pensativa y me respondió que lo pensaría, luego de esto colgamos, yo me quede un poco extrañado de haberle echo este ofrecimiento a mi propia hija pero sabía que ya lo nuestro no tenía marcha atrás.
Cuando por la noche llegue a la casa Patricia, mi mujer, me recibió como de costumbre y le pregunte que en donde se encontraba Vanesa, me dijo que la había dejado salir con unas amigas y que al rato regresaría, no pude evitar sentir un poco de celos pero rápidamente me controle pensando en otras cosas, mi esposa me pidió que aprovecháramos la soledad de la casa para hacer el amor y yo inmediatamente la tome de la mano y la subí a nuestra habitación, allí la comencé a desnudar lentamente mientras la besaba y acariciaba, ella en tanto me iba desnudando, la verga la tenía a reventar y cuando los dos estuvimos completamente desnudos le dije que se pusiera de espaldas a mi, mi mujer así lo hizo y después se recargo en el tocador que tenemos en la recamara, sus grandes nalgas quedaron a mi merced y al instante que ella inclino su cuerpo su vagina peluda quedo a la vista, ella estaba con sus dos manos apoyadas en la orilla del tocador y viendo mis movimientos a través del espejo.
Me coloque detrás de ella con la verga apuntando directamente a su húmeda vagina y entonces la empecé a penetrar lentamente, ella arqueo el cuerpo al sentir como era traspasada por mi daga, cuando supo que la verga estaba totalmente dentro de su panocha sus caderas se empezaron a menear en círculos, las sensaciones en mi pito se incrementaron gratamente, mi verga bombeaba la vagina de mi esposa con gran velocidad, desde mi posición alcanzaba a ver como su culo se abría y cerraba mientras mi barra le entraba y salía, mis manos masajeaban las tetas de ella que se bamboleaban al ritmo de mis embestidas.
Patricia giró su cabeza para que yo la besara, me acerque a ella y saque mi lengua para juntarla con la de ella, mis manos seguían masajeándole las tetas, sus pezones estaban completamente duros, gran cantidad de jugos empezaban a escurrir por sus piernas y los chasquidos que estos producían se regaban por toda la habitación, las contracciones que su vagina generaban me estaban acercando cada vez a más a mi orgasmo, le pedí que me avisara cuando fuera a tener su próximo orgasmo y así venirnos los dos al mismo tiempo, así lo hizo y cuando me aviso que se venía yo acelere el movimiento de mis caderas para que la fricción de la verga en su interior aumentara y así fue, al mismo tiempo los dos estallamos en un orgasmo como pocos, mis mocos golpearon su interior con gran fuerza y hasta sentí que los huevos me dolían de tanta leche que deje salir, luego gruesas gotas de jugos míos mezclados con los de ella caían al suelo por entre las piernas de mi esposa, otra parte le escurría por los muslos y se resbalaba hasta sus rodillas, los gemidos y gritos de satisfacción se escuchaban por toda la casa.
Después los dos caímos rendidos sobre la cama, completamente desnudos y bañados en nuestros jugos, así nos quedamos dormidos.
Serían como las nueve de la noche cuando desperté y alcancé a ver una sombra que salía de nuestra habitación, era mi hija, mi esposa aun estaba tendida sobre la cama con las piernas completamente embarradas por nuestros jugos, tome mi bata y salí del cuarto, vi que la luz de abajo estaba encendida y entonces me dirigí hacia allá.
Vanesa estaba sentada en la sala, con sus pantalón de mezclilla hasta los tobillos y las bragas en las rodillas, una de sus manos masajeaba delicadamente su panochita, sus ojos estaban completamente cerrados, yo me acerque por detrás de ella para que no pudiera verme, cuando llegué a una posición en la que ella no me pudiera observar me detuve, mi verga estaba completamente dura.
Vanesa continuaba sobándose la rajada delicadamente mientras que ligeros gemidos brotaban de su boca, la otra mano estaba bajo su blusa y con ella se acariciaba los senos, sus dedos se remolinaban suavemente sobre su clítoris, de vez en cuando uno de ellos se introducía ligeramente en la grieta, sus caderas se meneaban de adelante para atrás como si estuviese montada sobre una verga imaginaria, poco a poco los de dos de mi hija iban aumentando su velocidad hasta que un gemido apagado me indico que se estaba viniendo, descanso por unos instantes pero luego siguió sobando su panochita, no me pude contener más y tome mi dura verga entre mis manos y me la comencé a menear yo también al ritmo en que mi pequeñita lo hacia.
Estábamos los dos en una grata masturbada cuando noto un leve movimiento en el pasillo que viene de las escaleras, allí parada y observando la escena estaba Patricia, me quede helado, yo con la verga en la mano, masturbándome mientras que observaba a mi hijita de catorce años hacer lo mismo. Mi mujer me hizo una señal de que no hiciera ruido y luego se retiro hacia las escaleras y subió. Yo no supe que es lo que ella había pensado en esos instantes pero ya la verga se me había bajado del susto, así como había bajado sin hacer ruido subí las escaleras y con las piernas temblando me fui hacía mi habitación.
Patricia ya me estaba esperando sentada en la orilla de la cama, en un principio no dijo nada, solo se me quedo mirando con cara de que yo era un depravado, el corto silencio se me hizo eterno y bochornoso, luego ella lo rompió para preguntarme que si me había gustado lo que había visto. Me quede de una pieza, la conversación no iba por donde yo me lo había imaginado, mi esposa insistió, yo no conteste solo asentí con la cabeza, lo que después me pregunto mi mujer me dejo todavía más perplejo que antes; ella me pregunto que si me gustaría que Vanesa y yo lo hiciéramos. Ahora me le quede mirando yo a ella con cara de incredulidad, volvió a repetirme lo que me había preguntado y yo salí de mi trance e inmediatamente le conteste que si.
Mi esposa entonces me propuse que esa noche Vanesa se durmiera con nosotros y así poder hacer realidad la fantasía, claro que ella no sabía que Vanesa y yo ya nos entendíamos, solo que ahora con esto las cosas podrían ser diferentes.
Esa noche le pedimos a Vanesa que se acostara con nosotros y aunque le pareció un poco raro de inmediato acepto y después de cenar ya todos estábamos en la cama sin más ni más las caricias empezaron desde el momento de acostarnos, con un tomo más sexual que filiar mi hija era acariciada por mi esposa y por mí, Patricia tenia una de sus manos puesta en la pierna de Vanesa y la acariciaba, acercándose cada vez más a su entrepierna, mi hija me veía un poco extrañada pero poco a poco su excitación también iba en aumento. Mi hija y mi esposa ahora se acariciaban mutuamente sus vaginas, ya se había roto toda la vergüenza entre nosotros, yo solo las observaba aun sin intervenir, una de las manos de mi esposa me comenzaba a acariciar el bulto, esto prometía cosas muy calientes.
Patricia le dijo algo al oído que no alcance a escuchar pero ambas rieron, mi esposa continuaba con su mano sobre mi verga pero ahora empezó a apartar mi bata, la dura tranca quedo desnuda ante los ojos de ambas y mi esposa continuaba sobándola, Vanesa se me quedaba viendo completamente excitada. Patricia se levanto y entonces le dijo a nuestra hija que se acercara a donde estaba ella, ambas se colocaron a la mitad de la cama una acostada a mi izquierda y Vanesa a mi derecha, mi esposa tomo mi verga y se la llevo a la boca, empezó a mamármela como pocas veces haciendo que Vanesa no perdiera detalle, luego empecé a sentir como las dos bocas se colocaban en mi verga y chupaban al mismo tiempo, de vez en cuando dejaban mi verga y se daban un largo y caliente beso, nunca me hubiera imaginado esto, mi hija y mi esposa cachondeándo y chupándome la verga al mismo tiempo, me levante un poco para ver la escena, las manos de ambas en el cuerpo de la otra, ya las dos desnudas del torso, mostrando una sus grandes y bellos senos mientras que mi hija dejaba al desnudo sus pequeñas pero puntiagudas tetas las dos con los pezones completamente duros. Continuaron chupándomela un rato más hasta que Vanesa se monto sobre su mamá y se comenzaron a besar al instante que con sus piernas ambas se deshacían de los pantalones que traían puestos.
Ahora las dos desnudas restregaban sus cuerpos, la velluda vulva de Patricia se apretaba contra la desnuda panochita de nuestra hijita, sus bocas no se separaban mientras que sus manos acariciaban sus nalgas, la escena era digna de la mejor película pornográfica, luego de un rato mi esposa se puso de pie y le pidió a Vanesa que se acostara en la cama con las piernas abiertas, mi hija acepto de buena gana y mi esposa me atrajo junto con ella para que entre los dos le mamáramos su rica cosita a nuestra hija, nuestras lenguas se peleaban por encontrar el mejor lugar, a los pocos minutos un fuerte orgasmo de nuestra hija nos regalo los jugos que de su interior empezaban a escapar. La boca de mi esposa fue subiendo hasta que me dejo libre la pepita de Vanesa, ella se dedico a darle placer en los senos y de vez en cuando refrescaba su boca en la de nuestra hija, otro orgasmo de Vanesa fue ahogado por la boca de su madre que le estaba chupando la lengua en ese preciso instante.
Después de este orgasmo la dejamos descansar unos instantes, luego mi esposa se acostó y Vanesa se puso a un lado de ella, patricia le pidió que le mamáramos la rajada al igual que ella lo había hecho, ni tardos nos acercamos a la vagina de mi mujer y se la comenzamos a mamar de la misma forma, ella luego empezó a sentir el placer de nuestras bocas, mi hija enredaba su lengua con la mía y luego los dos pasábamos a chupar alguna parte de la panocha de mi esposa. Mis manos se entretenían en el culo de Vanesa, ella ya conocía mi dedo y nuevamente se lo deje ir en su interior por el culo.
Cuando mi mujer tuvo su orgasmo me pidió que la penetrara, Vanesa que estaba a la altura de nuestros genitales fue quién con su manita dirigió mi verga a la entrada de su madre, luego solo nos observó mientras cogíamos.
Otro orgasmo de mi esposa marco el alto para que ahora le tocara su turno a nuestra hija, Patricia me pidió que me acostara de espaldas sobre la cama, mi vega entonces quedaba completamente erecta, Vanesa se coloco en cuclillas sobre mi herramienta, mi mujer sujeto mi garrote y le dijo a nuestra hija que ella sola se fuera clavando hasta donde soportara, le informo que le iba a doler un poco pero que después el dolor dejaría paso al placer.
Vanesa entonces empezó a dejarse caer sobre mi verga, yo sentía como sus labios vaginales se empezaban a estirar a su máxima capacidad mientras que la verga iba penetrándole, apenas iba entrando la cabeza del pene cuando sintió un poco de dolor y se detuvo. Mi esposa le indico lo que debería de hacer, mi hija seguía todas sus instrucciones, se dejo caer otro poco y la verga le entro un poco mas de la cabeza, ya podía sentir como los músculos de su vagina se iban contrayendo sobre mi garrote, ahora mi hija volvió a sacársela y de nueva cuenta ala lugar anterior, así inició un suave vaivén sobre la punta de mi pene, pero poco a poco su propio peso la empezaba a vencer y la verga se iba adentrando más mientras que su vagina se dilataba un poco, ya casi entraba la mitad de la verga, ahora yo ya podía sentir la calidez del rico túnel de Vanesa, mi hija.
Patricia le dijo a nuestra hija que ahora subiera hasta la punta de la verga y después aflojara sus piernas y que se dejara caer con todo su peso sobre mi, que así la desvirgada sería de lo mas rápido y con menos dolor, mi hija entonces subió dejando solo la punta de la verga dentro de ella, yo coloque mis manos en su cintura, Vanesa dudaba en dejarse caer, decía que tenía miedo, entonces sin más preámbulos yo la jale de la cintura haciendo que se clavara la verga hasta solo dejar un pequeño pedacito afuera, al instante de caer un fuerte grito de nuestra hija casi nos deja sordos. Con la verga enterrada tres cuartas partes ahora yo podía sentir en todo su esplendor el calido túnel de mi hija y la fuerte forma en como me apretaba el tronco, poco a poco ella se fue moviendo de arriba a abajo, en pocos minutos el dolor fue cesando y los movimientos aceleraron, la sensación era avasalladora, el sentir que me estaba cogiendo a mi propia hija era algo sensacional, increíble, me estaba acercando a pasos agigantados a mi orgasmo y no lo iba a poder detener, la panocha de Vanesa apretaba de un modo que pocos hubieran podido aguantar mucho tiempo, sus labios vaginales se estiraban alrededor del tronco haciendo que la sensación fuera todavía más calida, sus jugos vaginales empezaron a escapar cuando un orgasmo la invadió y ahora la lubricación fue mayor, mis manos ahora masajeaban las tetas de mi niña, ella gemía por el orgasmo conseguido y pedía más verga pero yo ya no podía aguantar más y cuando sentí que Vanesa tenía otro orgasmo más estalle junto con ella, la explosión de leche fue de lo más placentero que en mi vida he experimentado, los chorros de esperma salían y salían inundando por completo la vagina de mi niña, mientras que la verga entraba y salía gruesas gotas de semen se escurrían por el tronco de mi verga e iban a parar hasta mi culo, mojando las sabanas que estaban debajo, mi hija se retorcía con los últimos espasmos que mi verga le estaba regalando mientras que la misma descargaba ya las últimas gotas de leche, era increíble. Mi hija se dejo caer sobre mi cuerpo y nuestras bocas se fundieron en un prolongado beso del más puro amor que un padre le pueda ofrecer a una hija.
Luego todos nos acomodamos en la cama y abrazados nos quedamos profundamente dormidos, satisfechos de haber vivido esa experiencia, nunca hubiera podido saber que mi esposa compartía esta forma de amar a nuestra hija y ahora me alegro de que me haya descubierto mientras me masturbaba observando a Vanesa en la misma situación.
De ahora en adelante las cosas en la casa iban a ser muy diferentes a antes, amor sobraría por toda la casa aunque a partir de ahora también abría que ser mas cuidadosos con los embarazos no deseados así es que hay que tomar todas las medidas pertinentes a nuestro alcance para no echar a perder nuestra ahora nueva forma de vivir.
Continuará

Sin querer queriendo, Parte 04 (Final)
18 de noviembre de 2024 en Jovencitas, Incesto, Relatos SDPA
Cuando llegamos al casino, ya estaba muy lleno el estacionamiento, así que bajé a Nora y a Nena en la puerta y con Sara me fui a estacionar, diciéndoles que fueran rápido con sus madres y les dijeran que ya habíamos llegado, que seguramente ya estarían preocupadas. Que Sara y yo íbamos a buscar un lugar... un lugar donde pudiera ahogarla de verga, pensé, ya me dolían los huevos de tanta caricia de esas delgadas y ligeras manitas.
A Sara la tuve que enderezar, retirar de mi pecho, porque no me dejaba de sobar la verga y en la puerta había algo de gente, sólo se me separó un poco pero me siguió acariciando el fierro. Cundo avancé por el interior del estacionamiento, ella sola se recargó en mi pecho y siguió sus frotamientos en mi pantalón saliéndosele un suspiro. – Qué, mi ́ja, qué tienes? Te gusta?, le pregunté. –Hay sí, tío, la tienes muy grande, está muy dura. –La quieres ver? –Sí, pero no nos ve nadie? –No creo, le dije desabrochándome los pantalones y sacándomela toda, bien parada, caliente y con la cabezota brillante de tanto juguito que me salió por el camino, ella la rodeo con su manita fría y delicada y me la fue apretando torpemente, le hacía falta capacitación, ese no era problema. Divisé un lugar en medio de dos pick-ups y me paré allí. Mal apagué el carro y me bajé la ropa hasta medio muslo. La verga salió infame, potente. –Qué te parece, Sarita?, pregunté orgulloso. –Hay tío, la tienes bien grandota y bien gorda, me dijo mirándola fijamente. –Ya habías visto otras? –Sí, un viejo nos la enseñó allá por la escuela, a una amiga y a mí, hace como un mes, pero no la tenía así. –Así cómo?, le pregunté sin dejar de masturbarme. –Así, tan grande, tan larga y tan gruesa. Sara es muy delgada, muy espigada y delicada, de cabello castaño claro, casi rojizo, de piel muy blanca, pálida. Se podría decir que es pelirroja por el color de su pelo y de su piel, ya ven que las pelirrojas son más blancas incluso que las rubias naturales, hermosa la niña en verdad. Sus ojos son verde olivo y su cara muy bonita, de familia, de boca muy rosita y de buen tamaño, no tiene la boca chica, para nada.
–Mira cómo me la jalo, quiero que me lo hagas tú, cómo ves, podrás?, le pregunté masturbándome todo el lomo de la vergona.
–Sí tío, pero no nos verán.
–No, apúrate, mira cómo la traigo.
– No te duele?, está muy hinchada.
–Sí, un poco, dale un besito en la puntita.
Hay mamita!, sin que le dijera cómo me la empezó a mamar delicioso, mientras yo me la jalaba para acabar pronto, no fuera a venir alguien y en la torre!, hasta el bote iba a dar. Luego de unos minutos, le dije que buscara un trapo bajo el asiento y le dije que me besara en la boca. –No sé cómo, tío. -Yo te enseño, mi ́ja, sólo abre la boquita y hazme lo mismo que le hiciste a mi cosa. La hinqué en medio de los asientos y con mi brazo derecho le rodeé la cintura y con la mano izquierda me seguí masturbando. Mmmm, qué ricos besos daba esta niña, qué rápido aprendió. Le daba la lengua en la boca y me la chupaba como si fuera una verguita o le cerraba mis labios y se los paraba como para dar besitos y me los chupaba igual, como si mamara verga, riquísimo. Cuando le dije que me diera su lengua, huy, qué delicia, muy fina y larga. Ahí sentí mi venida, sus besos eran demasiado. La retiré y le dije que me la jalara con sus dos manitas y que apuntara hacia el trapo, yo tomé la garra y empezó la danza de chorros de semen, 4, 5 , 6 ,7... bien espeso, bien concentrado.
–Eso es el espermatozoide, tío?, preguntó sin dejar de mirar como me seguía saliendo lefa.
–Los espermatozoides, reina, cómo sabes de
eso?
–En la escuela y con las amigas, tío, eso es lo que embaraza, vedad?
–Sí, mi ́ja, pero por la boca no.
–Se come?!, preguntó interesada. –Huy sí, vas a ver cómo te van a gustar cuando te los dé directo de mi vergota, mamita.
–Sí, verdad tío, es una vergota la que tienes tú. –Sí, reinita, una vergota para ti, pero si te gustó debes ser muy discreta y no comentar con nadie nada de esto, sí?.
–Con la que he platicado de ti es con mi prima Nena, es que a ella también le llama mucho la atención cómo la tienes. –Pues cuando me la ha visto?, pregunté admirado. –Nunca, pero es que se te nota mucho, en la casa cuando andas en shorts se te ve demasiado, bien rico, me dijo dándome un ultimo apretón, y Nena dice que le gustaría vértela alguna vez. Ya estaba!, sin querer queriendo, todo se iba dando.
Fin

La depravación de una madre, Parte 06
18 de noviembre de 2024 en Relatos SDPA, Zoofilia
Cuando estaban llegando a la casa vieron una camioneta vieja estacionada frente a la casa. Patty con su espontaneidad dijo: "Mi abuela, mami mi abuela está en la casa."
"Coño se me había olvidado que tus abuelos venían hoy a la casa para llevarlos a ustedes a su casa."
Los niños vieron a sus abuelos en el porche sentados en las sillas que estaban en el corredor. Ellos amaban a sus abuelos. Y cuando estaba vivo su papá, él siempre los llevaban los fines de semana. Sin embargo después que su padre había muerto, sólo habían ido unas pocas veces. María no tuvo buenas relaciones con sus suegros, esto es porque ellos nunca estuvieron de acuerdo con su matrimonio. Las veces que ella fue a casa de sus suegros se podía contar con los dedos de las manos. Ya tenían tiempo que no iban, por
lo que su abuela había pedido a María que los dejara este fin de semana."
Cuando estaban cerca, los niños corrieron y estaban abrazando a sus abuelos cuando llego María. María saludo a sus suegros y después dijo: "Perdóname mamá, pero estábamos paseando por el lugar y se nos hizo tarde."
"No se preocupe cariño, acabamos de llegar", respondió cariñosamente Doña Josefa. A pesar de sus 65 años se conservaba muy bien, ella se sentía orgullosa de su voluptuoso cuerpo, y lo cuidaba. Ocultaba las arrugas con maquillaje, y pintaba su cabello. Ella había aprendido aceptar a María como su nuera. Aunque no podía negar que al principio peleaba a su hijo para que rompiera esa relación. Ella comprendía el resentimiento que sentía María y no la culpaba. Mientras tanto Don José era un hombre de 70 años. Él estaba orgulloso de su cabello blanco, y a pesar de su edad mantenía en forma su cuerpo, por el duro trabajo de granjero. María les ofreció alguna merienda, y después que todos habían comido, y hablado de sus asuntos personales por cerca de una dos horas, los niños y sus abuelos salieron, dejando sola a María por dos días.
Ella nunca se acostumbro a estar sola, y al principio sentía la soledad pero luego se acostumbraba. Luego de dormir un poco para descansar, ella se levantó y miro el reloj, ya estaba anocheciendo. Ella estaba curiosa de lo que estaba sucediendo en casa de Don Tomas, principalmente por la tarima que estaban armando. Después que dejo todo en orden en la casa, ella fue a su cuarto para alistarse para salir. Ella miro los pantalones y franela que llevaba en la mañana. Ella quería sentirse como una prostituta callejera de mala muerte, entonces fue a una de las gavetas y saco un frasco de repelente para plagas. Se baño de repelente desde la coronilla hasta la punta de los pies. Luego fue al tocador y se puso maquillaje, como si fuera a trabajar de puta en la calle. Uso un lápiz labial negro para resaltar las grandes aureolas de sus tetas. Después uno rojo para los labios de la labia, entonces se miro al espejo y le gustó lo que veía. Se giro y vio sus grandes nalgas redondas, tomo de nuevo el lápiz labial negro y se agacho hasta que su culo estaba a la vista. Entonces pinto su culo con negro, y hizo un círculo grande. Después de colocar el lápiz labial en el tocador dio la espalda y el círculo negro parecía como un blanco, ella se sintió sucia y esto le gustó. Se puso los zapatos de goma que llevaba en la mañana. Era lo único que quería usar. Para terminar ella fue a la cocina y busco en un gabinete, entonces saco un frasco que había guardado hace años cuando su esposo lo trajo. Él le había dicho que se lo había dado un cliente como regalo. El cliente era de descendencia hindú y había traído varios frascos de esta medicina milagrosa como él lo llamaba y le dio uno a José. María lo había guardado en el gabinete porque ella no creía en medicina milagrosa. Pero esta noche ella quería saber la efectividad de la medicina. Saco el frasco y leyó las instrucciones en español que el amigo de José le había dado con el frasco.
Las indicaciones rezaban: Para hombres vaciar en un vaso una copa de la medicina y terminar de llenar con leche, en caso que pueda conseguir leche materna, llenar con la mayor cantidad que consiga, para mejores resultados. Para las mujeres vaciar en un vaso una copa de la medicina y terminar de llenar con leche. Si quiere mejores resultados usar la mayor cantidad posible de semen.
Ella saco un vaso y coloco la cantidad de medicina que indicaba las instrucciones después fue a la nevera por la leche, lleno el vaso. Y lo tomo. Luego hecho un último vistazo a todo para asegurarse que todo estaba bien, tomo una linterna y la cámara, miro por la ventana hacia la carretera y salió. Ella tenía que atravesar la carretera, para dirigirse a la colina. El temor de ser vista por alguien que apareciera de repente por la carretera, la excito. Para cuando llego a la carretera, ella empezaba a sentir un calor por todo su cuerpo. Ya no le importaba nada si alguien la veía, al contrario la excito. Cualquier inhibición se esfumo y se empezó a sentirse completamente desvergonzada. Ella cruzó la carretera y se metió entre los árboles que la llevaba a la colina. Cuando había caminado unos cien metros entre los matorrales, empezó a sentir un deseo incontrolable de orinar. Su coño le estaba picando y María tenía que estrujarlo con la mano para calmarlo. La sensación era extraña, ella nunca se había sentido así, pero era como si estuviera al borde de un orgasmo. Ella ni se preocupo por agacharse, sino que soltó el orines mientras caminaba, mojándose completamente sus muslos y piernas. Mientras orinaba sintió un orgasmo, que casi la hace gritar. Después que orino ella miro su coño y este estaba completamente hinchado. Los labios externos e internos eran tan gruesos como un pulgar. Pero la sensación de orgasmo no le pasaba. El coño le seguía picando y ella lo estrujaba duro hasta que quedó completamente rojo, el clítoris sobresalía de los labios y parecían un pequeño pene de un recién nacido. Entonces de repente sintió deseos locos de cagar, ella no se molestó en agacharse sino que extendió sus piernas, y la mierda salió dejando una gran plasta en el camino. Ella sintió una sensación de alivio, también el culo le estaba picando, ella llevo la mano a su culo. Y cuando lo toco sintió un alivio y un cosquilleo que recorrió todo su cuerpo. Su ano estaba suelto y podía meter la mano hasta la muñeca. Cuando metió su mano en el culo sintió un alivio, entonces saco su mano del culo y la llevo a su coño hinchado y boquiabierto. Se metió su mano y también sintió un alivio. Ella agarro la linterna de unos treinta centímetros de largo y unos cinco de diámetro y se la metió en su culo, no tuvo que hacer ningún esfuerzo, esta se deslizo fácilmente hasta que quedo fuera la pantalla.
Sintió un alivio que la hizo tener otro orgasmo, no teniendo otra cosa para su coño ella siguió caminando pero mantenía su mano adentro y jugaba con él. En el recorrido de unos 300 metros había tenido varios orgasmos. Cuando llego al lugar de observación donde había estado en la mañana ella estaba completamente exhausta. Llego y se tiro en la tierra para descansar y así estuvo por una media hora más hasta, que comenzó a sentir un alivio. Cuando se levantó ya la noche había caído sobre la montaña. Ella se sintió un poco sobrecogida al sentirse sola de noche, en una montaña. Fue a la piedra, abajo se escuchaba la música y una gritería. Tomo la linterna de su culo que aún la tenía allí, la linterna estaba toda llena de mierda.
Pero María no sintió repulsión. La encendió y se miro el coño, este todavía estaba hinchado y su clítoris sobresalía, ella apunto la luz a la piedra y se monto en ella. Limpio su mano en sus muslos y tomo la cámara para observar. Lo que vio hizo que su coño comenzara a picar de nuevo. Las mujeres estaban en pantaletas, y algunas incluso no tenían sostenes.
Las mujeres, los niños y los hombres estaban reunidos gritando y animando. Mientras en la tarima que estaban preparando en la mañana había dos mujeres, luchando entre ellas mientras una de ellas trataba de empujar a la otra al barrial. Las barras estaban divididas y se podía escuchar a los hijos animar a su mamá. Al rato una de ellas caía en el charco, donde la esperaban las otras mujeres que habían caído al charco completamente embarradas de pies a cabeza y estaban alrededor de la tarima esperando que cayera otra víctima. Cuando caía le caían encima y la sumergían completamente en el barrial hasta que estaba completamente embarrialada. Un hombre que estaba sentado con un lápiz y un cuaderno llevaba un record de las perdedoras y las ganadoras. Después se colocaba una pasarela de madera para que la mujer ganadora se bajara de la tarima y otras dos mujeres iban a la tarima. Cuando María llego ya habían luchado la mitad de las mujeres, y trascurrieron otras dos horas más hasta que quedaron dos mujeres nada más. Cuando quedo una ganadora explotaron los aplausos, y la mujer desfilaba por la tarima como si hubiese ganado una medalla de oro.
Después de declarar a la ganadora, los hombres comenzaron a desnudarse delante de sus hijos e hijas y esposas que para entonces estaban en el barrial llenas de barro a excepción de una. Solo un hombre no se desnudo lo que hizo suponer a María que probablemente era su esposo. Luego pusieron la tarima y los hombres fueron a la tarima. La ganadora era cogida por todos los hombres, delante de sus hijos y su esposo. Las mujeres que estaban en el charco salieron y fueron a los tanques para quitarse el barro. Una hora después la mujer quedaba completamente exhausta y llena de semen que la cubría completamente.
Entonces los hombres la agarraron como si fuera una muñeca de trapo y la lanzan al charco. Los niños y mujeres que para entonces están al lado de sus hijos mirando, aplauden y gritan hurras.
Después de esta orgía, la fiesta se da por terminada y poco a poco van abandonando el lugar. Mientras María miraba el espectáculo usaba la linterna como un falo. Y tomaba un video con la cámara. Después de terminar el show María se dispuso a regresar a su casa. Ella se sentía excitada y no quería que este sentimiento terminara. Entonces en vez de bajar a su casa, ella subió al otro lado de la montaña. Llego al claro donde se veía el convento. Este estaba bañado por la luz de la luna que estaba completamente llena. María empezó a bajar la colina hacia el convento. Minutos después estaba en el camino que iba al convento. Ella empezó a caminar en dirección a la montaña, después de caminar un kilometro aproximadamente, ella escucho un bullicio que sonaba a lo lejos, pero fuera del camino. Ella apago la linterna y se desvió por un potrero, cuando había caminado cierta distancia vio que más adelante estaba iluminado por lo que parecía fuego, ella avanzó cuidadosamente, y se escondió en una piedra grande, luego se asomo y vio una gran multitud de personas, que entonaban una especie tonada religiosa, todas estaban reunidas mirando al centro de la multitud, cada una de estas personas llevaba una antorcha.
María no podía ver quienes eran estas personas que parecían que llevaban una especie de atuendo que las cubría completamente, parecía ser negro, pero no estaba segura. Su excitación había cambiado a curiosidad y miedo. Ella quiso devolverse al camino, pero su curiosidad era más fuerte. Entonces ella empezó a acercarse más escondiéndose entre las piedras. De repente vio un árbol grande cerca del lugar donde estaba la multitud. Ella se acerco hasta que estaba protegida detrás del árbol. Ella tomo la cámara y empezó hacer tomas. No podía ver quiénes eran estas personas, pero estaba segura que era una especie de rito religioso. Ella no podía acercarse más entonces espero. Cuando finalizaron los canticos toda la multitud se agacho en señal de humildad y devoción. María pudo ver que el centro estaba colocadas como en un altar, velas en forma de palos fálicos encendidos, pero su tamaño era inmenso, eran de aproximadamente un metro de largo y unos diez centímetros de diámetro, había tantos como personas habían reunidas. Delante a modo de icono había un afiche grande de unos dos por dos metros de altura por ancho. Había dos falos grandes cruzados, haciendo una cruz. Alrededor de la cruz fálica, había dibujos. María miro fijamente y pudo visualizar las pinturas: en la parte superior izquierda había una especie de demonio con un órgano gigante que era tan largo como sus piernas, luego seguían dibujos de animales, había un burro con su miembro colgando, también un caballo, un toro con un miembro largo que casi llegaba al piso pero no era grueso como el del burro o el caballo, pero parecía estar enrollado como un espiral, un elefante y para finalizar había un hombre negro con un miembro gigante, que a María le recordó al reo.
Pero este era más grande. De repente detrás del afiche salió una figura con un manto negro que la cubría completamente. Se coloco entre el afiche y los falos encendidos. Se agacho delante de la cruz fálica en señal de humildad, luego se levanto y miró a la asamblea. Empezó rezando unas oraciones en un idioma que María no entendía, cuando terminaba la oración el grupo que estaba con la cabeza en la tierra boca abajo, decía "Amen"
Después de terminar las oraciones, dos personas de las que estaban en la multitud se levantaron y en forma ceremonial le quitaron la manta que la cubría. La persona que parecía ser la líder era una mujer de nos cincuenta años, blanca con grandes caderas y un cuerpo envidiable. La mujer estaba desnuda a excepción de la cabeza, que llevaba un velo como de una monja.
También salía de su coño un palo fálico de plástico gigante colgando que llegaba hasta sus rodillas y de unos diez centímetros de grueso, que sostenía con unas correas de cuero. Las tetas eran grandes, y llevaban dos anillos grandes con crucifijos fálicos que colgaban de ellas. Las dos personas que le quitaron el manto regresaron a su posición. Entonces la líder tomo una vasija del piso y rezo otra oración, cuando la multitud dijo amen al finalizar la oración levanto la mirada y vieron a su líder tomar una brocha, y untarla con el liquido que había en la vasija y bendijo las velas fálicas rociándolas. Después que termino su bendición ella se retiro. La multitud se incorporo y nuevamente tapo la visión a María. La multitud empezó a quitarse las mantas que las cubrían y María vio que todas eran mujeres, con los velos de monjas. Aunque estaban de espalda vio que todas tenían tatuajes en su cuerpo, aunque no estaba segura de que. Cada una de estas mujeres fue retirando su vela fálica. La líder estaba sentada en una silla que habían colocado en el altar delante del afiche. María se enfoco en la multitud y vio que casi todas las mujeres llevaban crucifijos colgando de sus tetas, también la mayoría tenía anillos grandes que atravesaban su clítoris, con un crucifijo colgando. Después siguió una orgía entre ellas. Algunas bañaron sus velas con aceite que estaba en la vasija y se montaron sobre estos miembros. María quedo sorprendida la capacidad que tenían estas mujeres para meterse estos monstruos. La mayoría de las que estaban jugando con estos falos se podían meter casi todo el palo, escasamente quedaban unos veinte centímetros fuera de sus coños. María vio a una mujer grande de casi dos metros de altura y unos ciento cincuenta kilos de peso. Pero no porque estaba obesa. Su cuerpo parecía de una físico culturista, que tomo el falo y se lo metió por el culo hasta que la base del mismo quedo entre las raja del culo. Media hora después la líder se sumo a la orgia, cogiendo con su palo que estaba colgando a su pareja. Cuando la líder se alejo del grupo, soltó las correas de cuero y tomo el miembro de plástico y lo halo. El palo era de dos cabezas y ella tenía metido como un metro de palo en su coño. María comprendió que la fiesta estaba por terminar y dejo de filmar, y se escondió bien. En los siguientes quince minutos se vistieron de nuevo con sus mantas y recogieron todo. Cada una llevaba su falo bendito y la antorcha, recogieron el afiche e hicieron un rollo y una lo cargo mientras otras la ayudaban con sus cosas. Cuando se había alejado suficiente, María las siguió a la distancia. El regreso era callado y como María había supuesto estas mujeres eran monjas del convento. Cuando la puerta del convento se cerró detrás de la última, María se acerco a la puerta y se quedo pensando en toda la aventura que había vivido esa noche. Ella empujo la puerta con cuidado y esta cedió. Ella asomo la cabeza y vio que no había nadie alrededor. Todo estaba oscuro a excepción de la luz de la luna. Ella pasó y camino unos metros luego se detuvo y miro alrededor, el patio del convento estaba cubierto de sembradíos, también noto que a lo lejos había un establo. Entonces escucho los gallos cantar y supuso que estaba por amanecer. Entonces regreso, salió del convento, ajusto la puerta y empezó a subir la colina para regresar a la casa.
Cuando ya se había tranquilizado de todas las emociones que había vivido, de nuevo se dio cuenta que estaba desnuda, caminado en la noche por una colina por donde jugaban sus dos hijos desnudos. Empezó a sentirse de nuevo excitada. Apunto la luz de la linterna a su coño y vio que este aún estaba hinchado y su clítoris parecía más grande, parecía un pequeño pene.
Llevo la mano a su culo y noto que su ano también estaba relajado. Ella apago la linterna y noto que la vista ya se había acostumbrado a la oscuridad, además el camino ya no era extraño para ella. Ella tomo la linterna y se la metió de nuevo en su culo, recordando la visión de la monja y el palo en su culo. Ella se sintió más excitada y empujo la linterna hasta que esta desapareció completamente en su recto. La excitación parecía hervir de nuevo en su cuerpo. Mientras subía por la colina ella se iba estrujando su coño, hasta que alcanzaba el orgasmo. Cuando llego a la cima de la colina ya había tenido tres orgasmos. Miro para la casa de Don Tomás y todo estaba tranquilo. Ella deseaba tener algo para meterse en su coño que le picaba constantemente. De repente ella recordó que en la mañana habían traído merienda, y la habían dejado en la cueva. Entonces se dirigió a la cueva. Pero esta estaba completamente oscura, pujo duro y saco la linterna de su culo que salió llena de mierda.
María la agarro sin ninguna repulsión y limpio la pantalla en sus nalgas. Ella encendió la linterna y entro a la cueva. La bolsa de la merienda estaba justó donde la habían dejado. Se sentó en la tierra y tomo la bolsa de papel, la abrió y estaba todo justo como lo había dejado. Ella vacio las cosas en la tierra y tomo un refresco de lata lo abrió y se la tomo, Calmando la sed que tenía. Luego agarro una bolsa de plástico y saco los panes rellenos que ella había preparado en la mañana. Tomo uno y se lo comió. Luego un pensamiento perverso cruzo por su mente. Agarro otro pan relleno y se incorporo poniéndose en cuclillas, y se lo metió en su culo, agarro otro y otro hasta que los cuatro que quedaban en la bolsa se los metió. Tomo una lata de refresco y se la metió en su coño, haciendo que ella exhalara un suspiro, entonces empujo la lata, se metió otra y otra hasta que tenía tres en su coño. Luego destapo la otra y se la tomo.
María empezó a caminar colina abajo para la casa, con su culo y coño picando pero sintiéndose llena. Ella apago de nuevo la linterna y empezó a meterse la linterna en su culo, se esforzó y esta se abría paso entre los panes, hasta que la pantalla era cubierta por sus nalgas. Ella sentía que su culo iba a estallar, cuando camino otros doscientos metros ya casi llegaba a orillas de la carreta. No aguanto y empujo botando la linterna y los panes fuera de su culo. Ella sintió un alivio, entonces tomo la linterna que estaba llena de pan con salsa y mierda y se la metió de nuevo en su culo boquiabierto. No hubo necesidad de empujar, esta entro completamente en su recto. María agarro la masa de pan lleno de salsa con ensalada y tocineta y mierda que estaba amontonado en la tierra. Y empezó a untárselo por todo su cuerpo. María se sentía como una cerda, pero no sentía ninguna vergüenza sino más bien la excito. Los trozos que cayeron a la tierra ella los recogió, comenzó a tragárselos. Extrañamente el sándwich con sabor a mierda le pareció delicioso, después que se había comido todo se lamio los dedos. Cuando termino ella siguió el camino, llego a la carretera, y cruzo. Cuando entro a su parcela, escucho al perro ladrar en la parcela. Ella sabía que este no se quedaría tranquilo hasta que no la reconociera, entonces se dirigió a la perrera. Cuando el perro reconoció a su ama, dejo de ladrar y empezó a menear la cola.
El perro se acerco y empezó a oler a María, luego empezó a lamer su cuerpo, María dejo que la lamiera hasta que se cansó. Ella se alejó del perro y fue al patio de atrás, pero el perro la siguió. María se sentía sucia y excitada. Fue al chorro de agua que llenaba los tanques y abrió la manguera. El agua estaba fría pero María se empezó a quitar toda la suciedad, después que se había quitado toda la suciedad, se saco la linterna del culo y la lavo. Entonces tomo la punta de la manguera y se la metió lavándose su culo. Después que se baño recogió una toalla se secó y fue adentro de su casa. Cuando estaba por cerrar la puerta noto que el perro la había seguido, y se quedo mirándola como con una mirada de súplica o eso fue lo que le pareció a María. Un pensamiento perverso paso por la mente de María. "Porque no, total estoy sola." Ella fue por la cadena del perro y la puso en el collar, entonces lo llevo adentro. El perro se resistió, algunas veces que tenía la osadía de hacerlo era castigado.
María sabía porque no quería entrar, entonces tenía que hacer algo que hiciera que el castigo valiera la pena. Ella se acerco al perro, abrió sus piernas y con las dos manos abrió su coño hinchado y se lo puso en la nariz del perro. El perro inmediatamente lanzó una lengüetada que sorprendió a María, pero la sensación era agradable. Dejo que el perro lamiera su coño un rato. Ella miro de reojo bajo su barriga y vio que su miembro estaba saliendo de la vaina. Entonces ella se retiro de nuevo dentro de la casa y tiro de la cadena, esta vez el perro avanzó, después que había entrado, María tranco la puerta y llevando al perro por la cadena fue a su cuarto.
Cuando entro al cuarto se tiro a la cama, mientras el perro quedo de pie al lado de la cama. Se quedo pensando que hacer. El perro botaba mucha baba y de seguro no lo podía subir a la cama, también tenía días que no se había bañado, e iba a dejar la cama hedionda a perro. Ella se levantó de la cama y fue al closet. Entonces recordó que tenía unas colchonetas que una vez había comprado para hacer ejercicios. Dejo al perro en el cuarto y fue a un cuarto que usaban de depósito. Buscó hasta que hayo las colchonetas y las tomo. Cuando iba saliendo vio colgando de la pared un collar de perra con una placa que decía Bianca. Ella recordó que este collar era de la compañera de Vigilante. Su esposo había comprado la pareja, cuando eran cachorros, pero cuando la hembra justo había cumplido el año, murió arrollada por un camión. Ella se había soltado de la cadena y empezó a corretear otro perro que había entrado a la finca. El otro perro corrió a la carretera y Bianca fue detrás de él. Pero en ese momento bajaba por al carretera un camión cargado y se llevo a Bianca por delante. Matándola en el acto.
La muerte de Bianca había sido un duro golpe para todos. Entonces ellos habían guardado el collar como recuerdo. María bajo el collar y lo llevo al cuarto junto con las colchonetas. María tiro las colchonetas en el piso, después fue al espejo y se puso el collar, ella empezó a sentirse como una perra, pensó: "Me llamo Bianca, la perra de Vigilante" después miro sus pezones que estaban duros y habían crecido unos dos centímetros, y las aureolas estaban más marrones. Luego bajo la mirada a su coño y sus labias seguían hinchadas, y el clítoris sobresalía como un pequeño pene.
María golpeo su clítoris con el dedo índice, y la hizo brincar de placer. Entonces se giro y agacho un poco, su culo seguía relajado y parecía más grande, su cuerpo parecía hervir de excitación. Ella de nuevo tomo el maquillaje y se pinto sus cejas, se acomodo las pestañas, se maquillo su rostro y se pintó los labios con un color negro, haciendo resaltar sus labios que parecían más carnosos ahora. Luego tomo la pintura de labios negros y se pinto las aureolas, tomo el lápiz rojo y se pinto las labias, que sobresalían como unos pétalos hinchados. Agarro una pintura de unas negras y se pintó su clítoris haciendo que resaltara. Le gusto lo que veía. La acetona de la pintura de labios ardía en el clítoris creando una sensación de dolor y placer, pero poco a poco se fue esfumando a medida que la pintura se secaba. Se dio vuelta y se agacho exponiendo completamente su ano abierto. Tomo el lápiz labial rojo y lo pinto, después se miro en el espejo. Ella se sentía vulgar, pero cachonda. Fue al closet y saco unos tacones de unos diez centímetros de alto que había comprado pero nunca los había usado. Se los puso y camino. Cuando caminaba el cuerpo se movía sensualmente y sus nalgas ondulaban. Le pareció que ya estaba lista para su parejo, Pero faltaba algo, fue de nuevo al espejo y abrió sus piernas completamente, entonces con una mano empezó a sacar las latas de refresco que se había metido en la colina.
Cuando saco las tres latas su coño estaba boquiabierto completamente, y las latas estaban calientes. María fue a la nevera y después de lavar las latas las metió de nuevo a la nevera. Cuando se disponía a ir al cuarto, vio la leche, entonces se mordió su labio inferior y fue y saco la medicina y preparo otra bebida. Después de tomársela fue al encuentro de Vigilante. La reacción de la medicina fue casi inmediata, cuando llego al cuarto se sentía mojada en sus muslos.
Ella bajo la mirada y vio que su coño estaba más hinchado: sus labias florecían intensamente y estaban resaltadas por el color rojo del lápiz labial, su clítoris era más grande y grueso, sus muslos estaban todos mojados pero no de orines. La excitación que sentía era tan intensa que le pareció que estaba flotando en un mundo donde su mente lo único que le importaba era el sexo. Ella fue al espejo y vio que los labios eran más provocativos y los ojos brillaban, también vio que sus pezones eran más grandes y tenían como cinco centímetros de largo. Ella se los toco e inmediatamente la hizo chillar de placer. La imagen que ella vio en el espejo fue la figura de una diosa del sexo. Se voltio y sus nalgas parecían más grandes y redondas, y tenían una tez roja, su culo le picaba, entonces se agacho y vio que su ano parecía una flor. Mientras estaba concentrada admirando su culo, sintió una lengua fría y babosa en su cara, ella se le había olvidado momentáneamente del perro. Ella se abalanzó sobre el perro como una amante que no había visto en años y empezó acariciarlo. María se entrego a las lengüetadas del perro y empezó a besarlo en la boca dándole besos húmedos, después de los besos, María llevo a Vigilante al la colchoneta y ella se acostó boca arriba y acerco al perro. Este tenía parte del miembro fuera de la vaina, ella se metió bajo el perro y empezó a acariciar y mamar el pene del perro, como si de una chupeta se tratara, el perro en cambio empezó a lamer el coño de María, que la hizo temblar y gemir de placer.
María abrió las piernas completamente y levanto sus lomos para darle más acceso. "Eso bebe, chupa mi coño de puta. Chupa a tu perra." Repetía constantemente mientras ella se dedico a mamar y pasar el palo del perro que ahora era como de cuarenta centímetros y unos cinco de ancho en la parte más delgada y ocho en el medio sobre sus tetas. María gemía y se contorsionaba de placer. El perro empezó a bombear echando chorritos de cum bañando los pechos y cara de María. Ella abrió la boca y tomo un chorro de cum, tragando y saboreándolo, como si nunca hubiera tomado algo tan sabroso. María perdió la cuenta de los orgasmos, se incorporo y se puso en cuatro bajando sus tetas hasta que quedaron aplastadas en la colchoneta, abrió las piernas y con las dos manos extendió sus nalgas aparte exponiendo al perro un coño boquiabierto, hinchado, rojo, y el culo boquiabierto.
"Ven acá cariño. Cógeme, yo soy tu perra. Vamos" repetía
El perro parecía entender e inmediatamente se acomodo sobre la espalda de su perra y en unos segundos su pene había encontrado el hueco del coño, empujando con fuerza y metiendo todos sus cuarenta centímetros de un solo golpe, haciendo saltar y gritar a María. El perro se mantuvo bombeando y bombeando, mientras María gemía y chillaba, por cada choque como si fuera una corriente eléctrica que recorría su cuerpo.
"Sí, Sí, cógeme. Oh que rico. Vamos mi amor. Trátame como una perra.
"Soy tu puta. Oh si." María no dejaba de gritar y decirle al perro cosas vulgares, de ella misma. Una hora después el perro y María estaban enganchados por un nudo que creció dentro de su coño, como si fuera una bola criolla. El perro se bajo de la espalda dejando a María completamente bañada de baba de perro, entonces se giro y quedaron en posición opuesta. Después del último orgasmo que acababa de pasar, María trato de zafarse del perro pero el nudo era demasiado grande. Ellos quedaron enganchados por otra media hora, hasta que el perro halo y se soltó, entonces se alejo y se hecho en una esquina del cuarto, lamiendo su pene aún colgando fuera de su vaina. María cayó en la colchoneta, satisfecha y sin fuerzas. A los pocos minutos quedo dormida, en la colchoneta.
María se despertó estirándose, por un momento no supo donde estaba, y porque estaba tirada en la colchoneta, bañada de baba seca y semen.
Momentos después recordó todo y una sensación de satisfacción recorrió su cuerpo. Luego hecho una mirada alrededor y el perro no estaba. Ella se levantó, se miro en el espejo, y vio que sus labios aun estaban carnosos, aunque no tanto como antes. Los pezones seguían largos pero habían bajado su tamaño, su coño seguía hinchado pero no como antes sin embargo las labias se erguían orgullosamente del grosor de un dedo pulgar. Luego salió del cuarto y vio al perro echado al pie de la puerta de salida hacia el patio, giro la cabeza al reloj que colgaba en la pared de la sala, y vio que ya era mediodía. Ella fue y abrió la puerta y el perro salió corriendo al patio y jugando como si de un cachorro se tratara. María se quedó mirando al perro desde la puerta, los sentimientos que sentía ahora por Vigilante eran diferentes al de antes, ella había visto al perro como una mascota y un guardián que servía para proteger la casa, pero ahora veía al perro como si fuera parte de ella, el mismo sentimiento que ella sintió cuando se enamoro locamente de su esposo.
Ella fue a la cocina y preparo un plato de cereales para ella y comida para Vigilante. Ella regreso al patio con el alimento del perro, cuando se disponía llevarlo a la perrera se dio cuenta que todavía estaba desnuda, y la perrera estaba en el patio delantero, y cualquiera que pasara por la carretera la podría ver, sin embargo la sensación de andar desnuda la excitaba y no quería ponerse la molesta ropa. Ella salió y se acercó a la esquina de la casa, de allí a la perrera eran como unos veinte metros, desde esa posición ella podía ver si alguien iba por la carretera. Pensó, entonces se encogió de hombros, y salió hacia la perrera, con un movimiento rápido. Su corazón se aceleró, con temor, pero ella llevaba puesto los tacones altos y no podía ir más rápido.
Cuando llego a la perrera, vacio el alimento en el plato del perro, entonces miro alrededor. El miedo de quedar expuesta a cualquiera que pasara de repente, se tornó en placer, luego regreso a la casa, pero esta vez ya no le importaba si alguien la veía, y camino con paso lento, cuando llego a la esquina de la casa, una sensación de alivio pero también de frustración baño su cuerpo. Ella regreso a la casa, pero recordó que no podía dejar al perro suelto, entonces fue al cuarto por la cadena y regreso y amarro al perro, entonces regreso de nuevo a la perrera con el perro, lo amarro le dio un beso en la nariz. Le hablo como de un amante se tratara y regreso a la casa. Esta vez ella no tuvo ningún apuro. Si acaso, ella se tardo todo lo que pudo.
Ella regreso a la casa, entonces supo que en cualquier momento podían regresar sus hijos, fue al cuarto, se quito la correa de perra, lo miro sonrió, pensó: "Mi nombre ahora es Bianca, la perra de Vigilante." Después de recoger y lavar las colchonetas fue al baño se baño, y fue al cuarto a vestirse. Los sostenes le molestaban, porque tenía sus pezones demasiados sensibles, y las pantaletas apretaban su coño causándole molestias también. Ella pensó y se quito la ropa interior, entonces busco una falda y se la puso, luego una franela pero los pezones forzaban el tejido, pensó y dijo:
"Que diablos" dejándose la franela sin sostenes.
Después ella se dedico a las cosas de la casa, tratando de olvidar todo lo que había vivido en las últimas horas. Escucho una corneta y supo que sus hijos habían llegado, miro el reloj, y se dio cuenta que la tarde ya estaba cayendo, salió al porche y vio a sus niños bajando de la camioneta y corriendo a la casa. El abuelo había traído a los muchachos, pero como había hecho en las oportunidades anteriores no se bajo, sino que saludo con la mano, y después que los niños se dirigían a la casa, arranco y se fue. Los niños que iban llegando se abalanzaban contra su madre y le daban el beso de cariño. Todos notaron que su madre se veía diferente, pero no atinaban que era. Patty dijo.
"¿Mami que tienes en tus tetas?"
"Nada cariño. ¿Por qué? Ah ya se a que te refieres. ¿Es esto?" tocando un pezón a través de la franela, enviándole un calambre que recorrió del pezón a su coño. "Entremos que quiero mostrarles algo." Sin responder la pregunta. Los niños entraron.
Continuará

La niña que me conquistó
17 de noviembre de 2024 en Relatos SDPA, Jovencitas
Keisi es la hija de un vecino muy amigo mío, él tiene 2 hijas: Mishell de 15 años y Keisi de 5, viven solas en un apartamento al lado del mío. Mi amigo (Mario) trabaja a diario de 8 AM a 8 PM y Mishell es la responsable de cuidar de su hermanita Keisi cuando están solas.
Sucede que Mishell, como es de esperarse, ahora tiene novio (uno de esos adolescentes idiotas) y el problema es que ella quiere salir con él pero no puede dejar sola a Keisi, si su papá se enterara la mataría. Así que el afortunadísimo de cuidar a Keisi soy yo (al menos un par de horas). Mishell sabe que no puede dejar sola a su pequeña hermanita, pero como me conoce a mi -el buen amigo de su padre- me pidió que la cuidara, y pues yo acepté. Yo se lo que se siente tener 15 años y tener las hormonas alborotadas y todo eso (por cierto tengo 20 años). Así que con mucho gusto acepté quedarme a solas con Keisi >:P...
Ese día le dije que cuidaría a Keisi mientras ella se salía con su novio. Debo decir que me gusta Mishell con su cabello marrón y un cuerpo aceptable, ni gorda ni delgada, pero la verdad adoro a su hermanita Keisi, es una ternurita, con su piel blanca, cabello también marrón y unas nalgas redonditas, que cuando las veo me dan ganas de restregar mi cara contra ellas, usarlas como almohadas y dormir con ellas. Solo tiene 5 años, pero a aparte de su cuerpo, es su personalidad la que me encantó. me enamoró.
Al entrar al apartamento de mi amigo Mario y quedarme totalmente solo con Keisi me invadió una excitación que pocas veces he sentido. Rapidamente cerré la puerta y le dije a Keisi que fuéramos a ver la televisión. Me senté en el sofá, tomé a Keisi y la senté en mis piernas y obvio, sobre mi pene. Este se endureció y se erectó presionando las nalgas de Keisi. Aún con mi pantalón y su short y calzón, sentía sus nalgas en mí.
Veíamos una película en la que el protagonista abrazaba a su novia y besaba su cuello, entonces Keisi empezó a hablarme de su hermana y su novio, y por lo que me dijo deduje que ella estaba celosa de que su hermana tenía a alguien más con quien compartir cariño. Y es que a su corta edad ella sólo había tenido el cariño de su padre y su hermana Mishell, por lo que yo aproveché el momento y le dije:
-Keisi, yo te doy mi cariño... ¿Quieres mi cariño?
-Sí tío, -dijo sonriendo (Su papá les dice que me digan tío)
-Mishell tiene novio, pero me dijo que no le dijera a mi papá.
-¿Tu hermana te dijo eso? le dije
-Sip -Me respondió
Entonces la empecé a besar en la cabeza y las mejillas, y abrazándola fuerte le dije:
-Juguemos a ser novios, como en la película de la tele.
Ella me vio con su sonrisa chimuela, falta de un par de dientes. Yo sólo podía pensar en que esa boquita con dientes de leche debía hacerme una mamada.
- ¿Entonces jugamos a ser novios? le repetí
-Si ¡bueno juguemos! -dijo con su infantil manera de hablar.
-Pero lo de Mishell me lo dijiste a mi, y ella te dijo que no lo dijeras -le reproché-
.... Se quedó callada.
-Mira no debes decírselo a nadie ¿escuchaste?
-Está bien -me dijo Keisi.
-Tampoco lo que estamos haciendo -le dije- ¿Me prometes que no le dirás a nadie lo que estamos haciendo?
-Lo prometo con el corazón -Me dijo-, tal como dicen en las caricaturas que ella mira. Y yo solo me reí y dije, ok esto es nuestro secreto mi amor.
Su forma de avergonzarse solo me excitaba más. Puse un rostro sereno y lentamente me acerque a su carita de angel, juntando mis labios con los suyos, la besé. La besé tiernamente y una electricidad recorrió todo mi cuerpo, pero yo seguí besando su tierna boquita "virgen de besos", no usé lengua para no abrumarla, pero eran beso tras beso tras beso... saboreé su saliva de niña, ella cerraba los ojos, supongo que porque en las películas lo hacían así, o tal vez por instinto. A mi solo me pareció tierno y romántico de su parte. Inocentemente romántico.
Mi pene estaba demasiado duro, sé que ella lo debió sentir, pero no me importó. Me dolía porque presionaba mi pantalón y el peso del cuerpesito de Keisi sobre mi pobre pene, pero estaba tan excitado y extasiado como para dejar de hacerlo. Fue una experiencia muy fuerte, mi primer beso con la niña de mis sueños... Solo puedo imaginar como fue la experiencia para ella, se que de alguna manera fue excitante para ella, no se bien lo que una niña de 5 años puede sentir, pero se que le gustó demasiado, porque no dejaba de hacerlo, ella simplemente hacía lo que en las películas hacían, pero yo sé que estaba muy emocionada, sentía su respiración por la tremenda experiencia, en su corta vida de contacto corporal.
Mientras la besaba, la abrazaba y le tocaba sus nalgas con libertad, con confianza, las acariciaba hasta meter mis manos dentro de su short y dentro de su calzón sintiendo la piel de su tierno culito. Ella abrió los ojos y dijo:
-¿Tío?
-Los novios se tocan mucho porque se aman, -le dije- ¿tú me amas? -le pregunté
-Te amo mucho tío, si, si si -dijo para convencerme de seguir jugando con ella.
-Entonces tócame también -Le dije-
Proseguí a meter mis dos manos entre su short y sentir sus nalgas con mis palmas, apretándolas. Ella abrazó mi cabeza y mi nuca, ya que sus pequeños brazos no podían rodear mi torso y espalda.
Con mi dedo hurgaba entre su ano, ella empezó a reírse y me dijo:
-¡No tío, me da cosquillas! moviéndose y apretando sus nalgas.
-Aguántate, así hacen los novios -Le dije cariñosamente.
Ella retorcía su cuerpo y apretaba sus nalgas para sacar mis dedos de su ano, inutilmente. Mi mano derecha tenía mas fuerza y firmeza que los músculos de su culito, así que me deleité tocando su ano virgen, sintiendo esa textura nunca antes tocada como yo lo hacía en ese momento. Keisi no paraba de reírse y sólo me abrazaba más y más fuerte con sus bracitos.
Bajé hacia su vagina, pero allí la toqué suavemente ya que no quería lastimarla o hacerla sentir mal. Al tocarle la vagina ella tomó una postura diferente y su espalda se puso recta. Me miraba con extrañeza a los ojos, y yo le dije:
-Sigue besándome "mi amor", y le besé el cuello. Yo sentía ligeros mareos, el besarle el cuello era alucinante por momentos. Me puse caliente y yo sé que ella también, pues la temperatura aumentó en ambos. Ella también me besó el cuello brevemente, lo sentí muy placentero y le dije que siguiera, entonces siguió besándome todo el cuello con su "boquita de pez", era tan tierna y ala vez tan excitante y sensual...
Seguí tocando lentamente su vagina, sintiendo su textura y saboreando el momento. Lo hice durante uno o dos minutos, saqué mi mano de su entrepierna y me la olí, luego lamí mis dedos para saborear ese virginal sabor a niña. Por más que deseaba hacerle el cunilingus, no podía, obviamente porque se volvería una experiencia mucho más impactante de lo que era en ese momento, y no quería que le contase a alguien sobre eso.
Mojé mi boxer y mis pantalones con el líquido presiminal (pre-semen) y a ella también le mojé un poco el short, entre sus nalgas. Se sentía el olor a semen, pero rápido tomé un pañuelo que estaba cerca y lo frotaba en su culito, secando la mancha de pre-semen que le había dejado impregnada.
Por último la abracé fuerte de nuevo, besando su cuello nuevamente y ella el mío, y con una mano me desabroché el pantalón y saqué mi pene mojado, también le bajé levemente el short y el calzón a Keisi, como para sentir sus nalgas con la cabeza de mi pene. Obviamente la abrazaba fuerte y la mantenía ocupada con nuestros besos para que no se diera cuenta de mi pene.
Me masturbaba rápido pegando fuertemente mi lubricado pene en sus nalgas y llegando a su ano, obviamente sin penetrarlo, pero el solo hecho de rozarlo tanto con su ano de niña, era suficiente para llevarme casi al orgasmo. Entonces besé salvajemente su boca a punto de tener mi orgasmo, Ella sentada sobre mí, en el sofá, con mis pantalones abajo y su short también abajo, besándonos y yo masturbándome, eso era el paraíso. Me masturbé hasta que me corrí, me empecé a correr entre sus nalgas y chorros salían disparados en su espalda expuesta, ella parecía no sentirlos pues el estímulo de los besos era suficiente como para distraerla en la pasión de sus infantiles hormonas.
Terminé de correrme en su cintura trasera, suspiré y tomé el pañuelo, limpiando el semen de su espalda y el de sus nalgas, hasta asegurarme de que estuviera seca. También limpiaba mi pene, mientras le preguntaba:
-¿Te gustaron mis besos?
-¡Hay sí tío! dijo sonriendo, luego me abrazó tiernamente.
Que niña tan cariñosa, pensé. Rápidamente le acomodé su ropa y disimuladamente me subí mis pantalones, con mi pene aún erecto y dolido.
Me limpie el sudor de la frente (también tenía mi espalda sudada), tomé unas toallitas húmedas (pañuelos húmedos con aroma) y limpié la espalda de Keisi para quitar el olor de semen con la que la había dejado. También limpié sus nalgas, diciéndole que se habían ensuciado con un sobre de ketchup que había en el sofá, ella me creyó tan inocentemente.
Casi una hora después llegó Mishell y me agradeció mucho el haberme quedado con Keisi, no sin antes pedirme por favor que no le dijera nada a su papá. Naturalmente le dije que no se preocupara, que podía confiar en mí cuando quisiera.
Me despedí de Keisi guiñándole un ojo y ella me lo guiñó también. Así me despedí de la niña que me conquistó con su suave culito de angel.
Fin

Carolita, la hija del coronel
17 de noviembre de 2024 en Relatos SDPA, Jovencitas, Sexo en grupo
Esta relato sucedió aproximadamente hace unos 6 meses, esto sucedió en un sitio donde yo preste servicio un “Cuartel Militar”. Resulta que la protagonista de esta historia es una niña llamada Carolita, Carolita es una niña de 9 años de edad pero si ustedes la vieran es una niña que parece una Diosa.
Es de piel blanca, tersa y suave, cabellos con un olor indescriptible ojos bellos e intensos es una niña en pocas palabras deliciosa por así decirlo, que despertaría el morbo en cualquier hombre. Carolita es la hija menor de 3 de un Coronel del ejército, sus 2 hermanas mayores son una de 16 llamada Laurita y la otra María de 12 años pero carlita es su consentida por su inocencia y delicadeza además de ser la más pequeña de sus hijas.
Resulta que cierto día la madre de Carolita y sus hermanas salieron de viaje, para verse con su papa que se desempeñaba como comandante de la guarnición del cuartel. Llegó el día en que la esposa del Coronel y sus hijas llegaron al cuartel para ver su papa, Carolita fue la primera en bajar del auto a abrazar a su papa que la esperaba dijo “papi ya llegamos” mientras que sus otras hermanas llegaron a saludarlo y lo abrazaron, mientras las pequeñitas saludaban a su papa, mientras que los soldados del cuartel no le quitaban la mirada de encima a las preciosas hijitas del coronel sobre todo a Carolita que era la más linda de todas.
Resulta que llego la tarde y el coronel esperaba su reemplazo para irse a casa con las pequeñas y su esposa y resulta que le avisaron que su reemplazo llegaría en 2 días por lo retirado del cuartel, aconteció que su esposa le dijo a su esposo que no esperaría 2 días por que no estaba preparada para esperar tanto y tendría trabajo mañana y no podía faltar así que ella se regresaría con sus hijas a la ciudad esa misma tarde; les dijo a sus hijas que se regresarían por lo que Carolita monto un llanto, que no se regresaría por quería estar con su papi y ella se iba con él cuando llegara el reemplazo de su papa y al final la consintió y ellas se fueron de regreso a casa y Carolita se quedo con su papi en el cuartel con los soldados sin pensar lo que le esperaba.
Paso la tarde y Carolita paso el día jugando con papa en la oficina cuando llego la noche ceno con su papi y se fue a dormir, mientras en la barraca de los soldados el sargento estaba hablando con nosotros. El es un hombre alto negro de esos negros prietos de contextura fuerte y nos dijo: "muchachos vieron a las hijas del comandante huyyyy que buena están, hmmmm están riquísimas demasiado buenas las grandes están pa que lleven verga ya" y un cabo que estaba allí dijo "si, están sabrosas pero la mas deliciosa es la más chiquita le vieron el cuerpecito que se gasta la niñita hmm que rico, sin contar el culote que tiene, le cabria mi polla completica"; uno de los soldados que estaba acostado le dijo al sargento ”sargento que tal si mañana nos gozamos a esa muchachita nos calentó a todos” él le dijo "si, mañana probaremos coñito y culito de niña jajajajajajajajajajaja".
Llego la mañana y Carolita se desayuno con papa y él le dijo a ella "mi chiquitica me tengo que ir a inspeccionar a las tropas que están en el campamento afuera, vendré dentro de 3 horas no vayas a salir de la oficina y no le abras a nadie"; él se fue en el jeep y dejo Carolita sola jugando le la PC en su oficina y comiendo golosinas, al cierto rato tocaron la puerta de la oficina y Carolita con voz suave y tierna dijo: ”quien es” y le respondió "soy el sargento, abre la puerta por favor" y ella le dijo: ”no puedo, mi papi me dijo que no la abriera la puerta a nadie", con lo que el sargento dijo "no bebe, el me dio órdenes de que te cuidara y estuviera acompañándote todo el tiempo ; abre", y ella inocentemente le abrió sin pensar lo que le esperaba; el entro y la saludo le dijo "hola gusto en conocerte cómo te llamas preciosa", ella respondió “me llamo Carolita”, y cuántos años tienes, ella le dijo "tengo 9 años voy para 10", "guao" dijo el sargento "eres toda una mujercita ya; ven acompáñame a salir te voy a presentar a mis soldados", le agarro la mano a la pequeña y se la llevo al almacén de uniformes y utilería un recinto escondido lejano a todo. Llegaron al almacén y le dijo el sargento Carolita quieres jugar a los soldaditos ella le dijo con voz emocionada “si si quiero jugar como se juega que tengo que hacer” y él le dijo bueno ya eres una soldadita y tienes que hacer todo lo que yo te diga y dejarte hacer lo que hagamos como una orden y ella le dijo está bien el sargento ya no aguantaba su calentura, estaba excitado al ver esa pequeñita tan rica obedeciendo a sus peticiones, bueno empecemos dijo el sargento cuando de repente apareció el cabo y 2 soldados y le dijo Carolita ellos son mis soldados y vinieron a jugar ella dijo: “que bien que divertido vinieron a jugar conmigo jajajajaja se miraban ellos; el sargento dijo estamos todos empecemos le dijo a uno de los soldados cierra la puerta pásale el seguro y de repente el sargento empezó a decirle palabritas caliente a las niña como:
Mi niña que rica estas
Estas bonita
Que cuerpazo tienes
Y los demás también empezaron a decirle:
Niñita rica bebita deliciosa estas apetecible Y ella se sentía halagada con lo que decían era la primera vez que le decían esas cosas, después empezaron a manosearla a tocarla le tocaban la carita el cuello empezaron acariciarle las piernitas le decían “hmmmm ufff ohhh que rica piernitas tan suaves jugosas que delicia ahhh los soldados estaban en un frenesí con esa pequeñita a su disposición le quitaron su vestidito naranja que llevaba puesto y la dejaron en panty que era color rosa de fresita y miraron ese cuerpecito en todo su esplendor y dijeron que deliciosa niñita ohhhh ya los soldados estaban súper cachondos, ya tenían las vergas paradas listas para dársela a esa pequeñita, en ese momento el sargento acuesta a la niña en una colchoneta que buscaron le quitaron el panty y miran el pequeño tesorito de la niña ven ese coñito suave rosadito sin nada de vellos estrechito, como el de una niña de esa edad y le dicen mi niña que rico conejito esta delicioso ella diciendo “por donde hago pis” y el sargento dijo ese mismo mi niña y él fue el primero probar ese rico manjar que esa niñita estaba proporcionando; la niña tenía que obedecer, ya que el juego consistía en hacer todo lo que el sargento le mandara y la orden del sargento a la pequeña fue: “Carolita abre las piernas es una orden” y ella obedientemente lo hizo y el empezó a meter la cabeza en ese coñito tan delicioso el olor era indescriptible único de un coñito virgen rosadito de niña era fenomenal y empezó a chupar ese hoyito con frenesí empezó a meter la lengua en el coñito de Carolita, y succionaba y lamia con ansias, la pequeña se retorcía de placer era la primera vez que experimentaba esas cosas y le encantaba eso decía “hmm que rico es esto me gusta hmm que delicia así así no pare siga así” mientras los otros soldados y el cabo se estaban desnudando para empezar gozarse a la muchachita.
El sargento estaba devorándose ese coñito decía:
“Hmm ohhh si que delicia que ricura”
“Este coñito tengo que estrenarlo”
“ohh hmm siii que mamacita rica tengo aquí “
Carolita solo se estremecía del gran placer que estaba sintiendo el juego le encantaba. Rato después el sargento le dice a los demás “ahí les dejo ese rico coñito disfrútenlo pero solo chúpenlo nada mas, yo seré el primero en meter mi verga ahí: los 2 soldados y el cabo empezaron a turnarse en hacerle el sexo oral a la niña primero fue el cabo metió su lengua hasta el fondo, empezó a chupar con frenesí Carolita estaba que deliraba de placer decía:
“Hmm que rico”
“Que delicioso se siente”
“No paren por favor”
“Ellos decían “pero que putica resulto la niña pide más”
“Es toda una zorrita”
Los soldados seguían en su faena comiéndose el coñito de Carolita se rotaban mientras el sargento se desvestía; se quito su uniforme solo quedo en bóxer y les dijo “ya basta me toca sentir la boca de la niña vamos a ver como lo mama”; Carolita no entendía lo que él decía y luego se acerco a la colchoneta donde estaba ella y le dijo “mi putica ves como me tienes bájame el bóxer y tendrás una sorpresa”. Carolita asustada se paro se acerco al sargento y este le dijo “antes de bajármelo acaríciame las piernas niñita quiero sentir tus suaves manitos” ella obedeciendo lo hizo le acariciaba lo tocaba el se sentía extasiado al tener esa pequeñita puta a sus pies; ahora bájamelo le dijo la pequeña se los bajo y para su sorpresa vio una tremenda verga pero un pollón negro de casi 25 cm era grande grueso y toda parado, Carolita se asusto al ver ese monstruo en su rostro; sus ojos se abrieron con esa verga al frente, él le dijo: “Carolita quiero que te metas mi verga en tu boquita chúpalo mamita, ella temerosamente dijo: “es que es muy grande y no sé si me cabra” “no importa si no te cabe completo solo empieza observándolo y después dale un besito y luego abres la boca muy ancha y te lo metes hasta donde te llegue,” ella obediente lo hizo primero lo vio después con sus pequeñas y suaves manos lo agarro; él se sentía en la gloria luego lo le dio un besito como le habían dicho y después abrió y su boca y se lo metió la verga del sargento era muy grande apenas le cabía algo no llegaba a la mitad el sargento estaba lleno de lujuria al sentir la boca esos labios de esta pequeñita de 6 años él le decía ahora “chúpalo” no sé cómo hacerlo” dijo Carolita “imagínate que estas comiendo una paleta primero la lames le pasas tu rica lengüita y después la chupas ricamente hmm y mi verga es una rica paleta además si la chupas mucho te dará una sorpresita” ay qué bien Carolita empezó con la faena se lo metió hasta donde podía y empezó a chupar esa gran verga “hmm ohhh siii mamacita sigue así lo haces bien, mamas de maravilla ahora pásale tu lengüita rica, lame mi cabecita” lo hizo “ohhh siii que rico se siente eres una putita muy buena y obediente; ella seguía chupando esa gran polla mientras los soldados y el cabo se desvestían; al hacerlo los 3 hombres desnudos se fueron a donde estaba Carolita que seguía chupando verga, el sargento los vio se sonrió y miro Carolita y le dijo mira quienes vienes allí ellos también quieren que les hagas lo miso que a mí; ella miro a los 2 soldados y el cabo desnuditos completamente pero lo que miraba era sus vergas paradísimas pero no eran más grande que la del sargento; ella pensó que estas si le cabían en su boquita.
Luego el sargento saco su polla de su boca y le dijo mira zorrita chúpales la verga a ellos; ella obedientemente espero a que la rodearan esos 3 tipos; 2 de ellos le apuntaron la verga a la cara y le dijeron chúpalo ella agarro las 2 vergas con sus manos y empezó a lamerlas, ellos se retorcían de la lujuria al sentir la mano de esa niña la boquita deliciosa y esa lengüita rica:
“Ohh siii ahhhh sigue chupando”
“Hmmm que rico putita”
“Mámalo así eres toda una experta mamadora”
“Que zorrita eres niñita no me imagino cómo serán tus hermanas iguales de zorras”
Mientras Carolita mamaba esa 2 vergas el cabo estaba acostado por debajo de Carolita chupando su coñito “hmm que rico coño de esta niña me va hacer acabar antes de que me lo mame ahh siii” el cabo metía su lengua mientras Carolita lo mamaba y sentía algo delicioso en su conchita seles escuchaban sus gemidos solamente hmm hmmm ghhh por que su boca la tenia llena con 2 vergas; el sargento solo veía tocándose la verga esperando a que terminara de mamar ; luego de un rato el sargento le dice a Carolita:
"vamos a jugar otro juego" "y de que trata" dijo ella: trata de meter mi verga en un agujerito delicioso que tienes tu y es donde te metimos la lengua hace poquito "pero me va doler";"no para nada un poquito y después te gustara el sargento mando a los soldados y el cabo a que sacaran sus vergas de la boca de la niña y la mando a que se pusiera en 4 patas y que levantara el culito ‘’hmm esa la pose que quería ver” se acerco mojo sus dedos y empezó a sobar el coñito de la niña sobaba y masajeaba esa conchita ella gemía “hmm ohh que rico sargento que rico me mojo mas me orinoooo” aguanta Carolita aguanta pronto te orinaras luego le dijo que lamiera un poco su verga para lubricarla, después que ya estaba bien húmeda le dijo ponte de nuevo como estabas de a perrito él se levantó y se colocó atrás de ella, y abriendo sus piernita, le colocó el pene en la entrada de su vaginita y comenzó a metérmela, ella gemía de la excitación y los nervios, suavemente empezó a empujar y le metía un poquito de la cabeza de su pene, ella sentía como su vaginita se ensanchaba, para dejar entrar ese poquito del pene de el sargento, luego lo sacaba y volvía a meterla otro poquito, ella gemía y movía su cadera sin poder contenerse, y empujaba para que le la meta más, pero el sargento con sus dos manos en su cadera, regulaba el avance y retroceso y de esa forma no le causaba ningún dolor, sino por el contrario, ella se moría por que le meta más, pero el seguía metiéndole solo un poquito, ella sentía que las paredes de su vaginita apretaban la cabeza del pene del sargento, y se moría de nervios y curiosidad, le pidió que quería ver como entraba, porque estaba muy excitada y todo eso era nuevo para ella, se la sacó despacito y luego él la acomodó acostada de espaldas en la colchoneta, agarrando sus piernitas por los tobillos, se las dobló llevándolas hacía adelante, sus muslos casi tocando su barriguita y se las abrió totalmente, y su cadera se levantó hacía arriba, abriendo tanto su sexo, que quedó expuesto y totalmente abierto á su vista, levantando su cuello pudo ver que el sargento estaba como hincado, con su pene a la altura de su abierta chuchita. Se acercó más y comenzó a empujar y a abrir aún más sus labios vaginales con la punta de su pene, luego soltó una de sus piernitas y llevando la mano a su pene, lo acomodó bien en la entrada de su rica vaginita, y comenzó a empujar, y su vagina se abrió y su cabeza se enterró dentro ella, ella miraba lo que le hacía y cuando la sintió dentro de ella, abrió la boca y lanzo un pequeño quejido más de emoción que de dolor, y cuando empujó más y vio como le entró un poco más de su pene, lanzo otro quejido, esta vez le dolió un poquito, y sintió como la cabeza del pene de el sargento, abría al máximo las paredes de la vagina de Carolita . El sargento me miró y me dijo:
Te está doliendo mi zorrita?
No sargento!, pero la siento caliente y me está apretando dentro de mi chuchita, Hay! Uhhhh!, me gusta sargento!, mirá sargento!, me entró otro poquito!, hmmmm! Hmmmm!, ahhhh!,ahhhhh!, sargento!,dime papi mi zorrita putita me gusta que me digas papi, papitooooo!!!!! HHHAAAYYY!!!!!!!!!! Grité cuando sentí que me entró otro poco.
Ahhhh!!!! Siiiiii!!!!!! Papito me gusta mucho, entró otro poquito!!! MMM!!!! Comenzo a mover su cadera, al ritmo que le marcaba el movimiento que hacía el sargento con su pene entrando y saliendo de su chuchita, ella pujaba y gemía mientras el sargento la cogía, sin meterle todo su pene, la estaba cogiendo con la cuarta parte de su pene, pero ella sentía, como si le hubiera entrado todo, su pene entraba un poco y salía, entraba y salía, apretado su vaginita y le causaba mucho estremecimiento en todo su cuerpo.
Te la voy a meter toda dijo el sargento y de repente le enterró todo lo que pudo hasta llegar al fondo ella con un grito: “AAAAAAYYYYY!!!!!!!!!!!!!! !!!!!!, ahhh!!!, ahhhh!!!!!!
Ella grito sin poderse controlar, cuando la sintió entrar hasta el fondo apretada por su chorreante vaginita, y luego comenzó a jadear fuerte, y cuando sintió que su erecto y caliente pene entró hasta donde pudo dentro de ella, Carolita sentía su vaginita totalmente llena con su caliente y duro pene, sentía también un ardor dentro y algo como un liquido caliente en el fondo de su vaginita, cerró los ojos mientras algunas lagrimas se le escapaban, el sargento le decía: ya sos mía zorrita mira que te meto mi verga huyyyy que delicia mami mientras los otros 3 hombres se pararon al frente de ella y empezaron a pasar sus vergas en su cara para que se las chupara “hmm si que delicia que rico mami que rico sigue chupando verga mientras el sargento le daba duro por detrás a la niña ella gemía pero no se escuchaba mucho por que tenia las vergas en su boca después de a estar así por un rato el sargento se acostó y la puso boca arriba y se puso a metérsela ahhhhhhh siiiiiii mami que ricooooo Carolita pensaba que la iba partir en 2 gemia de dolor y placer a la vez “hmmmmmm siiiiiii que rico pero despacito papi despacito que me dueleee” mientras le seguían pasando la verga por su cara para que siguiera mamando el sargento metia cada vez más rápido jadeaba ahhhh siii mientras ella gemia de placer el sargento le decía yaaaaa me vengoooooooo ahhhh me corroooo ahhhh te voy a dar mi lecheeeeee ahhhhhhhhhh mientras choros y chorros de lechita caliente se llenaban en el interior de su vaginita mientras descansaba le saco su verga chorrante de leche escurriéndose aun; y le dijo chúpala putita déjala limpia y ella se la metió le paso su rica lenguita se chupo los restos de semen caliente y espeso que quedaban, luego le dijo que terminara de acabar a los 3 soldados que ya se venían; agarro 2 vergas con cada mano y empezó a pajearlas mientras que el otro soldado se pajeaba e mismo apuntando directo a su cara cuando de repente salieron los chorros de semen directamente a la cara de la niña; le cayó en su boquita en su cabello un momento después las 2 vergas empezaron a salirle leche también Carolita estaba repleta de lechita en su cara mientras ellos exclamando placer decían hmmm haa que delicia de niña mejor que cualquier puta; ella se limpio su cara con sus dedos y los restos se los metió a la boca; luego la vistieron salieron de uno en uno para evitar sospechas y le dijeron esto queda entre nosotros te gustó le dijeron a ella dijo me encanto sobre todo la leche me fascino bueno no digas nada y veremos si después te penetramos varios a la vez ella se fue a la oficia y espero que su papi llegara cuando llego la encontró jugando en su oficina y le dijo mi niña como la pasaste y ella le dijo la pase de maravilla.
Fin

Sin querer queriendo, Parte 03
17 de noviembre de 2024 en Relatos SDPA, Jovencitas
Tanto que hablamos el dia de ayer de esta historia, les dejo de una vez el tercer capitulo. . En mis relatos del 9 y 12 de Julio pasados, les dije como empezaron mis contactos sexuales con mi cuñada Maru de 15 y mi sobrina política Nora de 11 años. Algunos comentarios de Ustedes, amables Lectores, han sido de reprobación absoluta hacia ellos, lo que me hizo, apenado, dejar de relatarles mis vivencias de recién casado; otros, los más, son de satisfacción, felicitaciones y de ánimo para seguir con mis crónicas. Bueno, ante esto último, con permiso de los ofendidos, continúo: Los siguientes días fueron de alternancia; entre la pequeña Nora y la bella Maru me dejaban, a veces, literalmente seco.
Sin desaprovechar las oportunidades que se presentaban, a veces me vaciaba en sus boquitas dos veces en un día, en cada una por separado. Las oportunidades eran pocas, había a veces demasiada gente en casa, y no siempre era posible estar con una de ellas a solas, por lo que no podía darme el lujo de dejarlas pasar. Los 5 ó 6 minutos con que contaba, con alguna de esas pequeñas calenturientas los exprimía al máximo. Con la excusa de mandar a alguna de ellas a la tienda a comprarme refrescos, cigarros o lo que fuese, cuando subían a dejármelos las esperaba con la verga bien parada y ya medio masturbada para que con un par de mamadas, vaciarles chorros de espesa leche en sus boquitas cada vez más golosas. Ya ni gestos le hacían a mis mocos. Incluso la más pequeña ya conocía el ritmo de mi venida y sin separarse de mi cosota, como ella le decía, se los pasaba por la garganta, rumbo a su estomaguito.
Era de no creerse, tan chiquilla! A veces, por la mañana, cuando mi esposa tenía que llegar temprano a su trabajo por Balance mensual, regresaba de dejarla como a las 6:30 am y me volvía acostar, cuando andaba de tarde o de noche en mi trabajo. A las 8:00 am, me despertaba porque sentía algo raro en mi calzón, me lo estaban quitando! Era Norita, la rubia de 11 años, que se le escapaba a su mamá y abuela y se subía a "despertarme" a mamadas. Ya mejor me los quitaba y me re-acostaba sin calzones para que no batallara si venía y se escurría entre mis sábanas con su boquita hambrienta buscando lo que tanto le gustaba: 8 pulgadas de vergona de macho de 26 años. No sé si esto lo entenderán mis detractores, pero no hay nada mejor en el mundo que empezar el día despertándote con una buena mamada de una boca tan pequeña y perfecta, sintiendo la frescura de unas manitas que apenas alcanzan a rodearte la verga y al descubrirte de las sábanas encontrar un angelito de cabellos de oro, lacios y brillantes, mirándote con sus ojos azules mientras hace esfuerzos valientes por meterse lo más que quepa de tu, por la temprana hora, super hinchada vergotota.
Supongo que a esa edad, hasta ellos, los negados, amanecen empalmados, no? Bueno, qué mejor que tener un despertador como el que yo tenía. Ese angelito no se separaba de mi serruchón hasta que le daba su ración de leche para su cereal, o los martes de super, cuando no la dejaba que me reventara para aguantarle jugando la mañana completa, tiempo que su abuela se tardaba en el mandado. Esas mañanas eran de verdad infames, no había agujerito que no le lamiera. Sus hermosas y llenitas piernas y nalguitas eran víctimas de mis dientes y de mi lengua. Su boca, a eso de las 11:00 am, resollaba de mi leche. Ya para esas horas se la había besado hasta el cansancio, metiéndole toda la lengua hasta la campanilla y se la había llenado varias veces con mi suero espeso. A veces, cuando regresaba mi suegra de sus compras, la niña ya estaba acostada otra vez, fatigada de tanto abuso al que la sometía su querido tío político.
Eso sí, ya bien bañada y con la boca lavada varias veces con su cepillito dental. –Se durmió la niña otra vez?, preguntaba la señora. –Sí, se acaba de dormir suegra, dijo que anoche no pudo dormir, que oía ruidos y tenía miedo, le di de desayunar y le dije que se metiera a bañar, luego la vi cabeceando en la silla y le dije que se recostara hasta que usted regresara, que yo la iba a cuidar, le decía yo amablemente preocupado. –Esta niña!, es muy miedosa, no dudo que haya estado con el ojo pelón toda la noche, pobrecita. Cuando mi suegra salía a algún trámite o encargo, yo buscaba la forma de separar a Maru o a Nora aparte con alguna excusa, para que las otras niñas no notaran sus ausencias. Con mi cuñada los avances eran notables, nuestros besos eran autenticas batallas de lenguas y salivas, su destreza al besar me ponía muy caliente. En mi cama nos dedicábamos a disfrutarnos mutuamente, como una pareja de amantes, con largos y húmedos besos y caricias de las más excitantes. Enseñándole a disfrutar de los hombres. Ya no sólo yo gozaba de mis abundantes venidas, sino que ella también tenía múltiples orgasmos ayudada con mi lengua, cuando le quitaba el calzoncito y me clavaba de cara en sus ingles, a disfrutar de la dulzura de sus partes sonrosadas. Hasta se puede decir que hubo un cambio en la rutina de nuestros "juegos", ya que si al principio el mamarme la verga era el número estelar, ahora el chuparle la vagina se había vuelto el eje de nuestra relación. La muy perrita incluso andaba por la casa sin calzón, sólo con un vestido holgado, o blusa y falda, pero esta ultima siempre holgadita, suelta. Eso facilitaba que en donde estuviéramos, en donde nos encontráramos, ya sea en la sala, el comedor, la escalera, un baño, la lavandería, etc., ella, después de un par de minutos de besos lenguetosos, me pudiera poner de rodillas y levantándose la falda, me hiciera comerle el coñito aunque fuera un ratito.
El colmo sucedió como al mes de la primera vez, incluso en esa ocasión se desvirgó, así es, ella sola se desvirgó, me explico: Precisamente, en la lavandería, mientras su madre estaba en la cocina, a 5 metros de nosotros, salí con Maru "a buscar una herramienta", debajo del lavadero, en unas cubetas de plástico con fierros. Mientras mi cuñadita vigilaba a mi suegra por la ventana que estaba justo sobre el lavadero, se levantó la falda hasta la cintura y se abrió los pétalos de su conchita brillosa y muy húmeda, como andaba siempre últimamente. Ante ese delicioso espectáculo no me quedó más remedio que irme de boca entre sus hermosas piernas y limpiar con mi lengua esa humedad excesiva que se le formaba involuntariamente desde que supo lo que era tener un hombre haciéndole los honores con la lengua a su vaginita. Incluso su mamá no dejaba de comentarnos algo, no dejaba de platicar con nosotros mientras yo atendía oralmente a su hijita de 15 años. De vez en cuando yo sacaba mi lengua de las profundidades de Maru para responderle y agarrar algo de aire, pues la zorrita me agarraba de las orejas y me sumergía entre sus piernas casi ahogándome con su coñito. De repente me separó bruscamente de ella, se bajó la falda y me dio la espalda como si lavara ropa, yo me retiré de ella y disimulado me puse a buscar en la cubeta. Falsa alarma!, sólo pareció como si su mamá fuera a salir con nosotros. Así de espaldas a mí, le levanté la falda y la recargué en el lavadero y me puse a besarle y lamerle las nalgas y las piernas por atrás, de ese modo ella podría vigilar mejor a la señora. Sin dejar de hacer ruido con los fierros para que mi suegra pensara que todavía buscaba algo, hice que Maru subiera su pierna derecha en el lavadero, ofreciéndome un panorama completo de su vagina y culito, perfectos y juveniles.
Dudo mucho que esta pequeña hubiera estado alguna vez expuesta de semejante manera ante un hombre, estaba completamente a mi merced. Mis nervios estaban al límite, por lo que veía y por lo cerca que tenía a mi suegra. Ya estaba pensando en levantarme e irme de ahí, cuando la adolescente, como si hubiera leído mi mente, deslizó una de sus manos por entre su abdomen y el lavadero y con sus dedos se abrió la vagina y se empezó a mover como si fornicara, deslizando su grupa deadelante hacia atrás, sabiendo que yo la miraba extasiado hincado entre sus blancas y sedosas piernas. Sin hacerme mucho del rogar me puse a recorrer con la lengua toda la extensión de sus rajaditas, que al tenerla en esa posición se convertía en una sola, alternando mis lengüetazos entre su vagina y su culito, llenándoselos de saliva, sintiendo como ella movía furiosamente sus caderas sobre mi boca sin dejar de "lavar la ropa" fregándola sobre el lavadero de concreto al mismo ritmo en que me fregaba sus intimidades en la cara. Estábamos muy descontrolados, yo lamía, chupaba y mordía con furia y ella se movía enloquecida sobre mí, sobre mi rostro. Metí mi dedo medio en su vagina y lo movía con fuerza, luego el índice, sin dejar de seguir lamiendo y chupando su coñito, escuchando a su madre hablar y hablar mientras hacía de comer en la cocina, a una pared de nosotros. Maru no medía sus movimientos, se azotaba contra mis dedos con violencia, de repente sentí como mis dedos vencían la resistencia interna de su vagina y se iban hasta los nudillos, ella se detuvo de sopetón y se quejó sordamente, mordiendo una de las prendas mojadas que tenía lavando. En eso se escuchó la voz de una de las niñas que le decía a su abuelita que la buscaba un señor en la puerta de la casa y se fue a atenderlo. Mi cuñadita empezó de nuevo, el movimiento de sus caderas poco a poco y yo volví a la carga lengueteándo todo lo que podía, empezando otra vez mis atenciones orales en esa vaginita tan ardiente. Con mis ojos cerrados, confiado en que mi suegra andaba atendiendo a la visita, me dediqué a saborear con deleite la carnita tierna y blanca que me ofrecían.
En eso estaba cuando sentí en mi boca un cambio de sabores, al abrir mis ojos vi que ese sabor diferente era el de la sangre de Maru que salía de su coñito. La contuve de las nalgas para que ya no se moviera tanto y poder verle la papita y pude comprobar que estaba muy abierta y manchada de sangre, saliva y moquillo vaginal, todo revuelto haciendo un morboso coktel. Ella sola se había desvirgado con mis dedos al azotarse tan duro contra y sobre ellos. –No te duele?, le pregunté. –No, ya no, ahorita sí me dolió mucho, pero ya no, por que?, me respondió de espaldas a mí como estaba y aun jadeando de lo caliente que andaba la jovencita. Sin mencionarle lo que le pasó sólo le dije poniéndome de pie y bajándome los shorts a las rodillas: --Porque te la voy a meter toda, mamita. Ella me preguntó si allí mismo y yo ni le respondí, la agarré de la cinturita tan estrecha que tenía y le acomodé la cabezona de mi verga en la puerta vaginal, recostándola sobre la ropa que lavaba, untándole el glande de abajo para arriba, sintiendo como temblaba nerviosa por lo que le iba a hacer, pero sin decir ni hacer nada, sumisa, entregada. De un empujón se le fue la cabeza y media verga. De su garganta salió algo así como el quejido de un sapo y yo tomé otro trapo mojado del lavadero y se lo puse en la boca para ahogar sus quejidos tan extraños, a que mordiera garra porque yo no pensaba retroceder.
Otro empujón y le metí casi todo el fierro dejándoselo allí unos segundos. Ella solita se empezó a menear sobre la vergota que me decía que tenía: -Hay papacito, que vergota tienes, la siento bien grandota y gorda, me dijo cuando se quitó la prenda mojada que tenía en la boca. –Te duele?, le pregunté. –Un poquito, pero la siento rica, me dijo volteando a verme sobre su hombro con su carita desfigurada por la presión que mi tan inflamada masculinidad ejercía en su estrecha mini-vagina.
La agarré de las caderas y empecé el vaivén con suavidad, con calma. Se me hacía muy pequeña, muy delgadita en comparación con su hermana, mi esposa, 10 años mayor que esta criatura y con un trasero más ancho y redondo, en donde mi verga se veía más acorde, más proporcionada. Aquí no había proporción, la invasión de mi garrote en el cuerpo de esta adolescente era casi grotesca, pero increíblemente, su vagina se abría y se hormaba con naturalidad al ancho yde esta familia no sólo eran bellísimas, sino que estaban hechas fisiológicamente para el sexo, para su gozo y el de sus hombres. Ya tenía probadas a la de en medio de las hijas, mi esposa, buena en verdad en la cama (bueno... siempre y cuando no estuviera embarazada como ahora), a la más pequeña de las hermanas, esta que tenía atravesada con mi camotazo, con el que cualquier adolescente de 15 años, no importa peso y estatura, ahorita estaría berreando de dolor, y de la más pequeña de las nietas, Nora de 11, quien me visitaba asiduamente en mi cuarto para comer caramelo y atole, golosinas que se estaban convirtiendo en sus favoritas.
Le empujé a Maru otro centímetro de verga y topó. Ella no dejaba de menear suavemente sus caderas como si supiera de qué se trataba. Increíble! Su ojetito se salía, se eyectaba de su cuerpo como un pequeño granito, como si dentro de su abdomen mi vergona impulsara lo que había ahí haciéndose espacio. Ahora sí con ritmo, se la dejaba ir sin reservas hasta el fondo, hasta que sentía que topaba. De mi 8 pulgadas, le metía 6 ó 7, macizo, sin tregua. Con facilidad la levantaba del piso y la sostenía en el aire entrando y saliendo con confianza, con firmeza, haciéndola mujer. -Pásele, véngase a la cocina que estoy en la estufa haciendo la comida!, escuchamos la voz de su mamá, de mi suegra que invitaba a pasar a su visita con ella. De rayo se la saqué a Maru y le bajé la falda mientras me deslizaba al suelo de nuevo. Ella siguió como si lavara ropa y yo así en cuclillas me subí el short como pude. Escuchando la voz de mi suegra y de su invitado, le levanté la falda a la ex-señorita y la hice que volviera a subir una pierna al lavadero, quería ver "mi obra".
Su vagina estaba escurriendo babita, ya no había sangre y el boquete que dejó mi grueso barrote era notable, se abría y cerraba como pidiendo más. Le bajé la pierna del lavadero y le bajé la falda. Ella se medio agachó y en secreto me dujo: -Quiero más, llévame para arriba contigo. – Cómo?, y qué le digo a tu mamá?, le respondí. –Inventa algo, o ya no me la quieres meter?, me preguntó con una vocecita muy cachonda. Me enderecé y en voz alta dije que era por demás, que no encontraba lo que buscaba. Casi al mismo tiempo Maru y su madre me preguntaron qué era lo que buscaba y yo les respondí que eran unos taquetes para fijar un cortinero, que tendría que ir a la ferretería a comprarlos, dándole un pequeño empellón a mi cuñadita para que se ofreciera. –Yo voy a traértelos, me dijo. –Pero estás lavando, no quiero interrumpirte. –No te preocupes, ya terminé, sólo me faltan unas cuantas prendas, insistió. Yo por supuesto, volteé a ver a mi suegra, buscando algún comentario y lo encontré: -Sí, que vaya ella, la ferretería está a una cuadra, descuida hombre, me dijo amablemente la señora. –Bueno, respondí agradecido, vamos, Maru, para arriba para que me ayudes a "presentar" el cortinero en la pared y medir los agujeros, y para darte dinero, cómo ves? – Vamos, yo te ayudo, me dijo mi nueva mujer. Ella subió por delante, en la misma escalera se levantaba la falda para que yo fuera viendo su precioso traserito descalzonado. Esta perrita de veras que era muy putilla y caliente. En cuanto entramos a la recamara me eché sobre la cama y me bajé el short diciéndole que se montara arriba de mí y se metiera toda la verga en su cosita. Cuando me vio el camote dudó un poco, su cara lo decía todo: cómo era posible que semejante barbaridad le pudiera entrar en su pequeñéz?!.
Cuando se lo metí en la lavandería ni lo vio, por lo que no tuvo tiempo de razonar, de analizar las proporciones como yo, cuando la tenía empinada sobre el lavadero y veía en primer plano tan desigual invasión. –Ándale mi hijita!, no tenemos tiempo, búllele!, le dije impaciente y sin dejar de sóbramela, sintiendo cierta sensación perversa al ver su mueca de miedo, zarandeándomela desde la base, enseñándosela completa, asustándola apropósito. Ella con la falda a la cintura y a los pies de la cama no se decidía, su lógica juvenil le dictaba que no era posible que algo así le cupiera. Era imposible!, le decía su cerebrito calenturiento. -Hay cuñis, la tienes enooorrrrme de grande!, me da miedo... -Nombre chiquita, no tengas miedo, ya te la metí toda allá abajo, ven... ven que te la voy a dar rico, como hace ratito. -Y si me lastimas, la tienes bien gordota y dura, mira cómo se te ve! -Cómo? -Muy así... muy grandísima, muy gruesa. No me va a caber en mi pipi. Me va a doler mucho, mejor te la chupo mucho, si?, me dijo pasándose los dedos por la vaginita y con carita de caliente, mirando fijamente mi verga masturbada muy lentamente por mí. -Me la quieres chupar mucho? -Sí, mucho mucho mucho, te la quiero mamar mucho. -Por qué?, no que te asusta.
Porqué me la quieres mamar?, dime. -Porque la tienes muy buena y muy rica. Me encanta cómo se te pone. -Qué es lo que más te gusta? -Toda. Me gusta toda, la tienes super. -Pero más más?, que es lo que más te gusta, la cabezota?, mira cómo se me vé. -Sí, la cabezota. Parece un corazón al revés, mira cómo se hincha! Ándale déjame chupártela mucho, luego me dejo que me la metas. -No hay tiempo, mira, tráete ese bote de aceite Ménem y úntame la vergota, ándale apúrate. Con sus blancas manitas me empapó la verga desde la base hasta la cabezota, con esto mi barrote alcanzó casi las 9 pulgadas. Ella también disfrutaba mucho de esta nueva caricia, con su boquita abierta me masturbaba con las dos manos, de arriba abajo y de abajo para arriba, muy lento viendo somnolienta, de lo caliente que se ponía, como me brillaba poderoso y grosero el vergonón, cabezón y venoso, musculoso y fuerte. Cuando volvió a ponerse aceite en las manos y lo esparció sobre mi fierro, me enderecé y le metí la lengua en la boca, sin dejar de besarla la recosté boca arriba en la cama, donde yo había estado antes, le subí las enaguas y me coloqué entre sus piernas moviendo bien mi lengua para que no se me asustara. Dejé su boca y bajé por su cuello mientras subía su blusa por encima de sus preciosos senos. Me prendí chupándole del izquierdo y la sentí estremecerse, con mi mano guié a ciegas mi vergona y se la puse en la entrada de su vaginita haciendo el primer intento, se retiró un poquito, quejándose bajito como asustada, como si viera momentáneamente un ratón.
Me subía a su boca y se la volví a invadir con la lengua, sabiendo lo que le gustaban los besos, siempre si dejar de apuntar mi macana a su chochito. Ahora sí entró la cabezona, el resto se fue solo por la acción y ayuda del aceite lubricante. –Ya mi alma, ya te la metí toda, te duele, qué sientes?, le pregunté. –Siento rico, la siento muy dura y gruesa, pero no me duele, ¿ya no me va a doler? –No, ya no te va a doler, de aquí pa ́l real te la voy a meter rico sin que te duela, mamacita.
Dicho esto, se la estuve bombeando por cerca de 7-8 minutos, se la saqué y la limpié, la mandé a la ferretería, por los taquetes, que la viera su madre, y cuando regresó ahora sí, la hice que se me montara y se encajara todo mi camotón en la vaginita y así le sonamos otros 10 minutos, con ella montada sobre mí y yo mamándole la delicia de pechos que tenía o prendido a su boquita, pasándonos saliva y suspiros mutuamente. Al final la hice que me embadurnara de aceite la verga otra vez y que me masturbara con ambas manos mientras me chupeteaba la cabezona, después de otros 5 minutos exploté en lechazos, con una cantidad y presión que no sólo la asustaron a ella, sino a mí también: Los dos primeros chorros casi alcanzaron el abanico de techo, de regreso uno se estrelló en mi pecho y el otro en su cabello, el resto, 6 ó 7 chorros acabaron en mi estomago y en sus manos. Me chupó la verga otros 2 minutos, hasta que me sacó la última gota y se metió al baño a lavarse y acicalarse un poco, traía la falda y la blusa bien mascadas, pero le valió y se fue. Allí me quedé tirado, seco y muerto, no había duda: las mujeres de mi nueva familia estaban hechas para eso, para el sexo y todavía me faltaba probar algunas, se dejarían??
Reprobable. Abusar de adolescentes introvertidas y de niñas menores de 15 años, lo es, ni cómo defenderme; pero, era esto un abuso? De ninguna manera las forcé, o sí? Aproveché su curiosidad, su morbo, éste bastante desarrollado por cierto. Por inercia, sin presiones las cosas se fueron dando solas. La lívido de estas criaturas era muy alta. A pesar de su corta edad su sensualidad estaba presente en todas sus actitudes, al caminar, al comer, al hablar. Todas, las cuatro, Maru mi cuñada de 15 años, Sara y Nora, hermanas, de 12 y 11, respectivamente y Nena, prima de aquellas de 12 años, emanaban encanto y feminidad mayúsculos por todos lados. No busco disculpas a lo que hice, ni las necesito, me tocó a mí y ni modo. En muchas reuniones o fiestas, las visitas masculinas, los hombres vaya, que venían a la casa, no podían disimular sus miradas morbosas sobre alguna de ellas, otros más, otros menos, pero la gran mayoría soñaban con esos cuerpecitos tiernos y esas caritas tan bellas. Y es que a veces, las niñas se vestían sinceramente muy poco. Como recordarán ustedes, por esos finales de los 80 ́s, las minifaldas de likra eran lo último, bien cortas y muy embarradas causaban furor entre las adolescentes y jovencitas mexicanas. El maquillaje muy cargado era también muy de moda y en esa casa de puras mujeres, (sólo mi suegro y yo éramos varones, como se los digo en mi primer relato) maquillarse desde tan corta edad, no era ningún problema, así que incluso las niñas se esmeraban en pintarse ojos, mejillas y labios y se peinaban y alborotaban sus cabellos, con tal de parecerse a alguna de las cantantes de los grupos Timbiriche, Flans y demás especimenes musicales del momento. Con sus pies calzados con tacones medianos, esos sí no tan altos y sus muy cortas falditas envolviendo sólo la parte superior de sus muslos, aparecían en la fiesta caminando con inusitada perfección, como pequeñas señoritas, bien derechitas y saludando a todos los presentes, incluso bien perfumadas. Algunas con blusas de manga larga o corta y botones, otra con camiseta de tirantes y otra sin ellos, sólo con una blusa de tubo, tapándose el busto y enseñando su ombliguito. Ya se imaginarán a los caballeros, jóvenes y adultos, con sus cochinas miradas lo decían todo: Algunos pensaban simplemente que "prometían", y que en un futuro estarían listas para lo que fuera; muchos otros ponían cara de impaciencia, de no poder esperar, y de si por ellos fuera ya las tendrían en una cama refocilándose con sus dulzuras, se les notaba la impotencia, eso, su rostro denotaba una terrible impotencia, una terrible desesperanza.
Y yo era el afortunado!! Vivía con ellas! Eran mi familia. Anochecía y amanecía con ellas, y ya había probado a dos... Y vaya que las seguí probando. Con Maru, mi cuñada de 15, ya tenía sexo completo, cogíamos casi a diario, sólo cuando le bajaba la regla le daba vacaciones, y a veces ni eso, pues la muy golosa no se aguantaba "esos días" y me atendía a mamadas. Se hizo una auténtica experta en el sexo oral, las sesiones con ella eran verdaderos ataques bucales. No sólo me comía la verga sino que mis huevotes eran abatidos con su lengua y boca sin misericordia. Se podía meter todo mi costal testicular y chuparlo por largos minutos, infamándomelo hasta que ya no le cabía en la boca, terrible. Completamente abierto de piernas, de espaldas en la cama, me lamía y mordisqueaba el escroto y me lengüeteaba el culo mientras me masturbaba muy lentamente. Otras veces me tendía boca abajo y le decía que me lamiera las piernas y las nalgas, ella sola, sin que se lo pidiera, me las abría con sus blancas manos y me lengüeteaba el ano haciéndome sentir la gloria en vida. A veces me hacía eyacular sin necesidad de jalármela; así como estaba, boca abajo, me venía a cántaros sobre las sábanas sólo con sentir el estilete de su lengua jugueteando con mi culito. Dejándome bien dormido, exhausto, inconsciente, ella se iba sin decir nada.
Cuando despertaba, estaba muy tapadito, con todo el abdomen pegajoso, y el culo bien mojado de saliva de princesa, sabroso... Nora, la rubia de 11 años, seguía siendo mi despertador cuando venía y se escurría por debajo de mi sábana y me despertaba comiéndome la verga, o los martes de mercado, que la dejaban "a mi cuidado" y le daba unas cabeceadas con el chile bárbaras en su papita y colita. No se lo metía, tenía miedo de lastimarla, pero eso sí, se la pasaba por todos lados, ya hasta la había enseñado a masturbarme con sus muslos, parada y yo sentado en la cama se la ponía entre las piernas y me la sentaba en el regazo y ella empezaba el vaivén, hasta parecía que la verga era de ella, le salía mucho por delante, también la enseñé a masturbarme con sus suavecitos pies. Además mis ataques orales a su vaginita eran a veces larguísimos, me enloquecía su sabor y a ella le encantaba que me la comiera con tanta devoción. A veces se la dejaba muy roja e hinchadita por tanto chupete y fricción de mi lengua y de mi verga. Ya no me venía en su boca. en uno de esos martes salvajes, se le revolvió el estómago de tanta leche que le di y vomitó todo, ni siquiera había desayunado, así que lo que aventó fueron puros mocos míos, pero en cantidad!, ya le había vaciado tres venidas en la boca y le cayeron de peso. Me asusté de a madre y ya no se la di a beber. Ella quería, le encantaba el sabor, pero yo no le daba, sólo le daba los últimos chorritos y la dejaba que me limpiara la verga con la boca, no quería broncas. Pero... siempre hay un pero.
Mi esposa se incapacitó por maternidad. 40 días antes 40 días después del parto, casi 3 meses con ella en la casa!! Casi me da un soponcio cuando me trajo el papel de incapacidad, carajo! Y ahora cómo le iba a hacer?, con ella el sexo estaba vetado y con mis ninfas, iba a estar muy complicado. Tendría que buscar el modo, si no me iba a morir de la calentura .Además todavía me faltaban las otras dos nenitas. De estas dos pequeñas beldades la que más me llamaba la atención, siempre, era Nena, la morenita de 12 años. Todas en su estilo, se veían hermosas, pero esta divinidad acaparaba miradas y morbididades, mías y de quien la viera en las fiestas familiares. Por esas fechas se festejaron los 35 años de matrimonio de mis suegros. En un salón para fiestas se hizo la celebración, con cena, música en vivo y baile. Salimos de la casa rumbo al casino y como mi coche era compacto, un VW Caribe, automático, de 4 puertas, mi esposa se fue con una de sus hermanas en un carro amplio, donde fuera más a gusto y no "saltara tanto", dijeron. A mí me tocó el sacrificio llevarme a la niñas, a las tres nietas. Como siempre, ellas eran las últimas en terminarse de arreglar, así que me abrí una cerveza y me dispuse a esperar a sus majestades.
Estábamos en la ultima semana de septiembre del 87, era una tarde templada que prometía una noche deliciosa. Y vaya que estuvo deliciosa. Por fin, después de tres cervezas y de que les empecé a chiflar para presionarlas, como lo hacemos en los partidos de fútbol, cuando queremos que el arbitro pite el final, aparecieron. Sara y su hermana Nora, de pantalón, preciosas y bien maquilladas, discretas... pero Nena, IMPRESIONANTE!! Con una minifalda negra satinada, apretada y muy cerrada de abajo, como se usaban entonces, a medio muslo, marcándole toda la muslera y las caderas, blusa de tubo color blanco, tapando solo su busto todavía escaso pero suficiente para lo que se ofreciera, y para finalizar zapatos cerrados de tacón completo, la ocasión lo ameritaba y se los autorizaron, y sin medias. Mucho más maquillada que sus primas, con sus ojos muy resaltados con delineador y mucho rimel. Fuuiii-fuuuiii, le silbé embelesado sentado donde estaba, ella coqueta se giró sobre sus pies, mostrándose, mamacita!! La falda se le embarraba en el abdomen y el bajo vientre, pues sus nalgas la jalaban hacia atrás! Se podía adivinar bajo la delgada tela brillante de la falda su ombliguito, su grupa y la parte delantera de sus muslos, deliciosa.
–Cómo quedé, tío?, te gusto?, preguntó muy coqueta, demasiado, sabiendo que yo ya la traía en jabón, (ya eran varios meses que le daba sus arrimones a su tía Maru y a su prima Nora, no creía que nunca nos hubiera visto, o ellas no hubieran platicado algo, todo se decían). La verga me dio un brinco y se me paró completamente, se miraba imponente la niña, incluso aparentaba más edad.
–Hermosa, divina, chiquita mía te ves muy linda, le contesté arrastrando las palabras y sin dejar de mirarle la falda, confirmándole que sí, en efecto, la traía en jabón. Cerré la casa y empeñado en que Nena se fuera adelante conmigo en el carro, mandé a las hermanitas por delante con las llaves y a ella la agarré de la cintura y la hice caminar a mi lado, muy despacito, sintiendo su cuerpecito y diciéndole en secreto que se veía hermosa, oliendo su perfume e insinuándole mis deseos de hombre. La verga me dolía, el pantalón del traje color beige que traía se deformaba, no podía contener semejante erección. Cuando por fin llegamos al carro, Sara se había sentado adelante, de copiloto y Nora su hermana, atrás.
Me lleva la chingada!, pensé, ni pedo, qué le decía. Abrí la puerta de atrás del carro y agarré a Nena de la cintura con mis dos manos, parándola delante de mí, como invitándola a subir, pero cuando ella se puso de espaldas a mí, aproveché la penumbra, ya anochecía, y la atraje a mí y le pagué toda la verga en el trasero paradito y pasé una de mis manos a su abdomen, a su pancita diciéndole que me había mareado con las cervezas que me tomé, por el aire de la noche. –Hay tío, no vayas a chocar!, me dijo algo preocupada. –No mi ́ja, ahorita se me pasa, le contesté mientras le restregaba todo el fierro en sus picudas nalguitas y le sobaba la barriguita, haciéndola que las echara más para atrás. Con la otra mano le quité el cabello de uno de sus hombros y se lo besé, confiado, cariñoso, con su culito perfectamente montado en mi vergona por los tacones tan altos que traía y sus largas piernas. Dócilmente se dejó hacer, por lo satinado de la faldita que traía, mi verga se deslizaba suavemente de una nalga a otra y en medio de ellas sintiendo claramente la división divina de su colita. Después de dos ó tres minutos, la subí al carro y casi me deslumbran sus muslos, la mini se le subió casi hasta el calzoncito, qué piernas, que bruta! Chingado!, cómo me hubiera gustado ir viendo esas delicias todo el camino.
Cuando cerré la puerta vi claramente sus ojazos café claro y bien maquillados posados sobre el salchichón que se me notaba claramente por el color del pantalón, revisando con curioso morbo lo que le había restregado en el trasero. Ya cayó!!, pensé feliz. Me subí al volante y emprendimos el camino al salón de fiestas, a media hora de la casa. La verga se me notaba escandalosamente, no lo podía evitar, hasta la voz de Nena me excitaba mucho, cuando platicaba algo el fierro me brincaba dentro del pantalón, sentía claramente como me iba goteando la cabezota como si su voz le mandara saltar; de buenas que traía el saco para taparme cuando llegáramos.
Al pararme en un semáforo, volteé a ver por el espejo de lado derecho y sorprendí a Sara, sentada a mi lado, mirándome fijamente la verga, viendo cómo se movía sola, cómo se zarandeaba dentro de mis pantalones. Al pasar por una tienda de conveniencia, me detuve y me bajé a comprar unas cervezas para el camino y pedí el baño, eché una buena meada y me acomodé la verga y los huevos por fuera de la trusa y al otro lado, es decir apuntando a la derecha. Me quité el saco y me tapé con él el bultón. Pagué y me subí al coche. Allí mismo en el estacionamiento bien iluminado de la tienda, puse el saco en medio de los asientos y me abrí una cerveza, dejándole ver a Sara el salchichón completo que se me notaba ahora clarito, hasta la cabezona se me dibujaba perfectamente en la delgada tela del pantalón. Ella hasta se recargó en la puerta, casi sentada de frente a mí, para ver mejor mi vergona oculta.
Así seguí manejando y en otro semáforo, volteé a verla y le agarré la cara acariciándole una mejilla. –Tienes sueño, chaparrita?, le pregunté. –No, tío, porqué?. –Te ves cansadita, ven, le dije. Vino y se metió debajo de mi brazo, con su carita en mi pecho, cariñosa. Ya por las cervezas todo me valía madre, así que con la otra mano le agarré la suya y la puse sobre la protuberancia de mi pantalón, sin decirle nada, solo besándole la cabeza, haciéndola que mirara hacia abajo, a verme la verga mientras me la acariciaba. Así seguí mi camino, y como el carro lo había comprado automático para que mi esposa lo manejara, iba de lo más a gusto, con una preciosa nenita de 12 años, recostada en mi pecho, apretándome y sobándome la verga y tomando cerveza. Mientras las otras dos iban atrás mirando por las ventanillas el camino, sin imaginarse lo que veníamos haciendo adelante.
Continuará

Fiesta familiar, Parte 04 (de Cazzique)
17 de noviembre de 2024 en Relatos SDPA, Jovencitas, Incesto
Estaba amaneciendo y yo me quede pensando en todo lo que había ocurrido la noche anterior con Vanesa, las cosas se habían salido de control y al parecer ambos lo habíamos disfrutado, todo esto me tenía sumamente confuso y no sabía como reaccionar ante mi pequeña hija y ante mi esposa ya que ahora ambas se habían convertido casi en rivales.
Me levante y vi a Patricia mi mujer profundamente dormida, quien sabe a que horas habrá llegado a la casa después de la juerga con sus amigas. Mis pasos se dirigieron a la ducha y ya ahí me quite la pereza con un buen regaderazo, al terminar de ducharme salí de mi habitación y baje hasta la cocina para preparar algo de desayunar, estaba en la preparación de unos ricos huevos estrellados cuando mi hija se poso frente a mi y me dio un ligero beso en los labios, yo me eche un poco para a tras para apreciarla mejor, lucía fantástica, su cabellera suelta caía a los costados de su linda carita, sus senos se marcaban perfectamente bajo la playera que traía puesta, de color blanco, una pequeña minifalda de color azul marino remataba el esplendoroso panorama bajo el cual sus blancas piernitas desnudas se apreciaban de una manera muy sensual.
La acerque más a mi y entonces le devolví el beso que ella me había dado pero esta vez fue mucho más cachondamente, empezamos a juntar nuestros labios lamiendo nuestras lenguas dentro del interior de su boca, mis manos se posaron sobre sus nalgas y las empecé a masajear en forma circular en tanto les daba pequeños apretones. Ella se abrazo de mi cuello y pego su cuerpo al mío haciéndome sentir sus puntiagudos senos apretándose contra mi pecho, nuestras lenguas seguían batallando sin dejar un segundo de moverse.
Cuando nos separamos yo continué preparando el desayuno y ella se puso a preparar un licuado, a los pocos minutos y ya casi cuando terminábamos la preparación del desayuno fue cuando Patricia bajó, los tres nos sentamos a degustar los alimentos preparados y entre platica y platica transcurrió todo como normalmente sucedería. Solo que esta vez alguna que otra mirada de complicidad se daba entre Vanesa y yo. Luego del desayuno Patricia subió para bañarse y arreglarse en lo que mi hija y yo lavamos los platos y recogimos la mesa.
Esa tarde iríamos a dar un pequeño paseo por un pequeño bosque que se encuentra cerca de nuestro vecindario, mientras que mi esposa corría por ahí Vanesa y yo tomamos nuestras bicicletas y nos adelantamos en la pista, luego tomamos un pequeño sendero y nos perdimos en la espesura de la hierva que se hacia más densa en la parte alta de un pequeño montecito, llegamos hasta ahí y bajamos de nuestras bicicletas, casi instantáneamente nos fundimos en un caliente beso que erizo nuestra piel y nos hizo estremecer de pies a cabeza, mi mano busco la dureza de sus senos y pronto la calidez de su piel fue palpada por mi palma y mis dedos los cuales recorrieron milímetro a milímetro la delicada piel de mi nena.
Inmediatamente su pezón se puso erecto al sentir las caricias que le proporcionaba, baje la cabeza para chupárselo mientras que pasaba mis manos a sus bien formaditas nalgas, ella empezó a soltar ligeros gemidos en señal de que le estaba gustando la sesión de caricias que su padre le proporcionaba, después de un rato su blusa cayo al piso y sus bellos y bien paraditos senos quedaron libres y a merced de mis labios y manos, Vanesa me tomaba por la cabeza para impedir que separara mi cara de su pecho, mi lengua recorría cada una de las tibias masas de carne y se detenía especialmente a chupar cada uno de los delicados y sensibles pezones.
Las manos de Vanesa tampoco se detenían e inmediatamente buscaron el cierre de mi pantalón para bajarlo y sacar mi dura barra de carne caliente, las pequeñas manitas de mi niñas masajeaban deliciosamente mi herramienta de arriba para abajo, yo fui el que se desabrocho el pantalón y termine por dejarlo caer al suelo, luego separe mi boca de los senos de mi niña y la tome por la cabeza dirigiéndola hasta donde estaba la cabeza hinchada de mi verga, ella me miro desde abajo y lentamente fue abriendo su boquita, la punta de mi garrote se le fue incrustando lentamente hasta que casi la mitad del tronco fue devorado, luego con las caderas inicie un lento movimiento de mete-saca cogiéndome a mi hija por la boca, las sensaciones se agolparon en mis sienes y sentí que pronto me iba a correr por la forma en que todo esto se estaba sucediendo. Entonces y para que no hubiera sorpresas le avise a mi hija que pronto me iba a venir y que me gustaría que ella se tragara mi semen. Ella no dijo nada, solo continuó chupándome el garrote sin detenerse y acelerando un poco más sus movimientos.
Fueron como dos minutos más los que su boca continuó tragándose mi verga y de pronto gruesas y espesas gotas de mocos fueron directamente a depositarse dentro de su garganta, los disparos tomaron un poco por sorpresa a mi hija quién trato en un principio de separarse de mi pito pero luego desistió y siguió tratando de tomarse lo más que pudiese de mi semen. Algunas gotas de leche le escurrían por la barbilla y caían pesadamente a la maleza. La venida fue sensacional parecía no tener fin, gotas y gotas de semen se tubo que tragar mi pequeña hijita pero el trabajo fue de lo más fino y sabroso que alguien me haya echo antes.
Vanesa se puso de pie y yo la vi a la cara, su lengua salía para saborear los restos de semen que le caían por la barbilla, acerque mi cara a la suya y nuevamente me fundi junto con ella en un beso que nos hizo caer a la hierva, su saliva mezclada con mis jugos era un delicioso néctar que le devolvió las fuerzas a mi agotada macana.
Como la maleza picaba un poco pusimos nuestras prendas a modo de cama y luego acose a mi pequeña niña sobre ellas, baje hasta donde su minifalda dejaba ver y la levante, traía debajo unas licras que cubrían su ansiada vulva, acaricie por encima de la tela su monte de Venus y la separación de los labios vaginales, mi hija se estremeció y dejo escapar un pequeño gemido de satisfacción, mis manos recorrieron toda la rajadita de mi niña y luego tomaron la lycra por los costados y la fueron bajando hasta que está salió por los pies, la blanca piel de su vagina quedo al desnudo y entonces pude abrir con mis dedos los labios rozados de su vagina, mi lengua se perdió rápidamente dentro de ellos buscando su cueva en la cual chupe delicadamente los pliegues interiores y sus labios gruesos, las manos de Vanesa fueron a posarse directamente sobre sus erectos pezones a los cuales ella misma masajeo para darse más placer. Mi lengua se perdía dentro de la rozada panochita de mi hija, su túnel de amor se contraía apretando mi lengua delicadamente, uno de mis dedos se baño en los jugos que escapaban de la rajadita de mi hija y muy lentamente se lo fui incrustando en el ano, ella no se quejo y entonces después de un rato toado mi dedo entraba y salía de su culito el cual lo apretaba fuertemente como si de un guante de hule se tratase, con mis labios y mi lengua entretanto hacía proezas en su panocha, chupaba, succionaba y lamía cada una de las paredes y los labios vaginales a demás de darle pequeños lengüeteos sobre su clítoris que estaba completamente fuera de su capucha y duro como una piedra y no fue mucho tiempo el que paso para que un fuerte orgasmo la hiciera su presa. Me separe de mi hija y pude apreciar como estaba de húmeda su vagina, con los labios rojizos por la mamada que le acababa de dar, los labios un poco separados, su ano se alcanzaba a ver un poco dilatado ya que mi dedo acababa de salir de este, los líquidos mezclados con mi saliva se escurrían por toda esta parte desde la parte baja de su vagina hasta alcanzar el ano y perderse entre el canal de su culo, su panochita se apreciaba muy bien gracias a que aun no le crecía tanto el bello, solo una tenue capa de pelusilla y a la luz del día.
Los dos nos quedamos tirados en la hierva, viendo el cielo, tomados de la mano, profesándonos nuestro amor en silencio; luego de unos minutos nos pusimos de pie, nos dimos otro profundo y prolongado beso y nos pusimos nuestras ropas, nos quedamos mirando, su juventud, su belleza, sus formas, toda ella era un delicioso manjar que cualquier viejo como yo estaría dispuesto a comerse.
Quien sabe que pensaría ella pero por la forma en que me observaba parecía estar completamente perdida por su propio padre, en sus ojos se expresaba un amor que solo se puede ver entre dos novios, no el de una hija a su padre, esto era diferente.
Subimos a nuestras bicicletas y salimos en busca de su madre a la cual encontramos pocos minutos después, luego los tres nos dirigimos a casa.
Continuará