
Fiesta familiar, Parte 33 (de Cazzique)
18 de diciembre de 2024 en Relatos SDPA, Jovencitos, LGBTQ+
El padre de Carolina estaba parado en el quicio de la puerta y no podía creer la escena que se estaba desarrollando en el interior, se notaba claramente la excitación en su cara y en su entrepierna se notaba un potente bulto, los chicos se espantaron al observar a el extraño que los estaba observando, el padre de Carolina entro en la habitación y cerro de tras de sí la puerta con el seguro. Las chiquillas se espantaron y corrieron hasta el interior del cuarto de baño y también ce cerraron con llave, Daniel se quedo congelado en la cama completamente desnudo y sin saber que hacer.
El papá de Carolina fue hasta la puerta del baño y viendo que estaba cerrada por dentro se volvió hasta la orilla de la cama en donde estaba Daniel y le dijo:
–¡Bien! Ya que las chicas se escondieron, tú tendrás que bajar esto... –
De pie como estaba desabrocho el cinturón y dejo caer los pantalones al suelo, bajo su truza se apreciaba una impresionante herramienta completamente erecta, luego procedió a quitarse los pantalones y se acerco a la orilla de la cama, tomo al chiquillo por la nuca y lo hizo sentarse en la cama, luego acerco su verga y la puso en los labios del jovencito; Daniel veía desde su posición la impresionante verga que apuntaba directo a su boca y la cerró con fuerza.
–¡Mira amiguito! si no lo haces voy a bajar y a contarlo todo... y ya veras lo que te pasa. –
Amenazó el papá de Carolina a Daniel, un poco espantado el chico abrió su boca y dejo que la gruesa y larga lanza del padre de Carolina se deslizara en el interior de su boca, al instante pudo saborear que después de todo no era tan malo el sabor del garrote y poco a poco abrió más y más hasta que logro meterse la mitad de esa hermosa verga, Armando el padre de Carolina empujo más al fondo y la verga se perdió hasta casi tres cuartas partes dentro de la boca del chiquillo, luego empezó a bombearlo en la boca, el chico empezó a sentir rico y sus mamadas se fueron haciendo más suaves y placenteras para el palo de Armando.
–¡¡¡Así mi rey... que rico la mamas... así... sigue así!!! –
Daniel llevo entonces una de sus manos a lo que sobraba del palo y comenzó a masturbarlo a la vez que lo mamaba, la otra mano se apoderó de una de las nalgas de Armando y busco entonces su ano; Armando se sorprendió cuando sintió que un dedo se comenzaba a introducir en su culo, nunca se lo habían echo y quiso protestar, pero era tanto el placer de la mamada que le estaba dando Daniel que no lo quiso interrumpir y lo dejo continua. El dedo de Daniel ya entraba y salía del agujero de Armando con facilidad y el muchacho se lo seguía cogiendo con el, las sensaciones placenteras del orgasmo se comenzaron a formar en la entrepierna de Armando pero estaba sintiendo tan rico que no quería que esto acabara, se separo del chico y entonces lo acomodo en cuatro a la orilla de la cama, se puso detrás del él y luego se hinco para poder mamarle el culo, así lo hizo, comenzó a mamarle las nalgas y poco a poco se fue acercando a su ano hasta que por fin se apodero de el agujerito y lo chupó y mamó con gran deleite, uno de sus dedos se introdujo en el cálido agujerito del chico y cuando notó que ya estaba bien dilatado se puso de pie y apunto su arma a la apretada entrada posterior de Daniel. Lentamente la cabeza se fue perdiendo dentro del culo del niño quien cuando comenzó a sentir el dolor de la primera vez dejó caer su cara contra el colchón y mordió con fuerza la colcha, el dolor era intenso pero estaba mezclado con cierta excitación que no le permitía oponerse a que le rompieran el culo; la verga continuaba avanzando lenta e inexorablemente dentro del ano apretado y caliente de Daniel, el niño comenzó a empujar su culo hacia atrás y a los pocos minutos las verga quedo completamente enterrada en ese apretado agujero. Armando sujeto por las ceras a Daniel y se movió en forma circular dentro del ano del chico sin siquiera sacarlo un poco, en la cabeza de su palo Armando podía sentir las palpitaciones internas de las entrañas del niño además de su intenso calor.
Lentamente fue sacando el palo hasta que solo la cabeza quedo adentro y de nuevo, lentamente regreso el palo a su anterior posición, el vaivén fue lento y profundo; Daniel sentía una mezcla aun de dolor y satisfacción cada vez que la verga lo volvía a partir, poco a poco la velocidad de las estocada aumentó y las sensaciones en Daniel también, su verga se volvió a poner dura y sentía como se balanceaba junto con las arremetidas que este señor le estaba dando en su ano, Daniel entonces se incorporo de nueva cuenta sobre sus brazos y de sus labios comenzaron a escapar leves gemiditos de satisfacción, cosa que excitó más a Armando y aumentó la velocidad en la bombeada, su verga se comenzó a inflamar y de pronto sus mocos salieron estrepitosamente contra lo más hondo del culo del niño, esté sintió el calor que lo comenzaba a inundar por dentro y la satisfacción fue total, por unos segundos ambos hombres se perdieron en un deleite que los transportó a otros mundos, cada cual a su manera, luego de que la verga de Armando terminó de expulsar su caliente y húmeda carga dentro de ese joven anito este se dejó caer a un lado de Daniel y con gran excitación le tomo la cara y la juntó con la suya para que ambos disfrutaran de un pasional beso que hizo que sus lenguas se buscaran y así permanecieron por largos minutos, luego de los cuales Armando le pidió a Daniel que se la metiera.
–Vi lo mucho que disfrutaste... ¿De verdad te gusto? –
–Si... nunca creí que fuera tan rico... al principio duele... pero después... – respondió Daniel.
–¿Te gustaría metérmela a mí? –
Daniel solo acento con la cabeza volvió s besar a su maduro compañero. Armando se separó después de algunos minutos de ese beso y se termino de desnudar quitándose la camisa que aun traía puesta, luego se acostó boca arriba y abrió sus piernas, le dijo a Daniel que se acercara y lo hizo hincarse sobre so pecho con las piernas a los lados de su cuerpo, su verga dura y gorda quedo en la cara del padre de Carolina y este procedió a mamarla con gran excitación, las estuvo chupando por algunos minutos y luego le pedió a Daniel que se la metiera, el chico se acomodo entonces entre las piernas de Armando y apunto su verga al ano de este.
–Espera. – Dijo Armando.
Se llevó una mano a la boca y metió dos de sus dedos en los cuales depositó gran cantidad de saliva, luego los llevó hasta su culo y lubrico muy bien el ano, luego le hizo una señal a Daniel para que continuara, el muchachito apunto su verga de nueva cuenta hacia el agujerito y presiono su cabeza contra él, despacito la verga se fue clavando y sin mucho esfuerzo la cabeza del palo se perdió en su interior, el tronco fue un poco más doloroso para Armando pero no mucho, este dejó que la verga del chiquillo que por cierto no era nada pequeña se fuera hasta lo más profundo de su ser, sintió después de varios minutos de esfuerzos como las bolas de Daniel chocaban contra sus nalgas.
Para estos instantes las dos chicas ya habían salido de su encierro y observaban la excitante escena de los dos machos dándose placer mutuo, entre ellas se comenzaron a acariciar y a besar mientras los dos hombres parecían ni siquiera notar su presencia.
Daniel comenzó entonces a cogerse lentamente a Armando, su verga sentía como el culo de su compañero lo apretaba con gran fuerza y le agradaba mucho la sensación, no era lo mismo que tenerlo dentro de una panochita como antes había experimentado pero también era una sensación muy agradable, pensando en esto siguió y siguió bombeando en el culo de su compañero, luego se agacho presionando la verga de Armando con su estomago y ambos se volvieron a besar en la boca. Los movimientos lentos y profundos de Daniel estaba causando deliciosas sensaciones que Armando nunca antes había experimentado, pero ahora por fin con la gran excitación que tenía podía disfrutar sin complejos del placer que dos hombres se pueden brindar en el campo sexual. Daniel sentía como el culo de Armando se contraía a veces cuando aquél apretaba su esfínter para proporcionarle a su compañero algo más de placer. La candente situación comenzó a concluir cuando Daniel sintió como una nueva eyaculación se estaba formando en sus huevos y después de varios segundos de seguir bombeando en ese rico culo no pudo más. Su pene comenzó a escupir el caliente contenido de sus pelotas y todo lo aventó en lo más profundo del culo de ese hombre de cuarenta años al que se estaba cogiendo con gran satisfacción. Para sorpresa de los dos Armando también logró llegar al orgasmo gracias a los apachurrones que el estomago del niño le daba en la verga, el estomago de Daniel estaba ahora completamente embarrado con el semen de Armando.
Los dos estaban muy exhaustos y solo pudieron observar como las chicas terminaban de masturbase una a la otra mientras que los observaban a ellos hacer el amor de esa forma, todos sonrieron con complicidad y las chicas ya sin el miedo de antes se subieron en la cama junto con ellos para poder descansar unos minutos.
Continuará

Cómic en inglés: "Ella and David", Parte 08 (Final)
17 de diciembre de 2024 en Imágenes L0L1 & Sh0t4

Cámara de fotos (de Eva)
17 de diciembre de 2024 en Sexo en grupo, Relatos SDPA, Jovencitas, Incesto, LGBTQ+, BDSM
"¿Me harías una foto, por favor?", preguntó una niña pequeña, de no más de diez años. Llevaba un vestido rosa acampanado y en su largo cabello rubio había una cinta rosa que hacía juego con el vestido. En sus pies llevaba zapatos Mary Jane rosas con calcetines blancos. Calcetines con un pequeño borde de encaje en la vuelta.
La mujer levantó la vista de la enorme catedral que tenía delante, que estaba mirando por el visor. Era mayor, de unos cincuenta años, y aunque había intentado mantener su figura a lo largo de los años, se le había engrosado la cintura y le pesaban las piernas. Tenía una mata de cabello castaño con mechones grises, pero tenía un rostro agradable y redondo, y junto con su impecable falda azul oscuro y su blusa blanca formal, parecía una matrona. Llevaba zapatos negros planos y sus piernas mostraban que llevaba medias de color carne claro. A pesar de estar ordenada y limpia, no tenía nada de especial.
Su nombre era Josie y no tenía idea de por qué esta niñita le preguntaba. "Cariño", dijo la mujer, mirando a la niña. "¿Dónde está tu mamá?"
"Se ha ido para allá", hizo un gesto vago hacia un grupo de personas que se encontraban a cierta distancia. Personas que estaban de viaje o de gira y que, como Josie, miraban el antiguo edificio y los árboles maduros que lo rodeaban. Josie miró hacia donde la niña le había hecho señas, pero no había nadie que buscara ansiosamente a un niño que se había alejado.
"Creo que tu mamá querrá saber dónde estás", dijo la mujer. No quería que la interrumpieran; quería sacar la foto de la catedral y seguir adelante. La luz se estaba apagando y realmente necesitaba capturar el resplandor de la luz del sol del atardecer sobre la enorme torre antes de que fuera demasiado tarde. Si la foto era tan buena como esperaba, tal vez podría venderla a alguna agencia o biblioteca.
Sus aficiones remuneradas requerían atención y, desde que descubrió la fotografía, se le había abierto un mundo completamente nuevo. Después de que su marido Terence la dejara por una mujer más joven, Josie necesitaba una distracción, algo que la distrajera de su mente y le permitiera no pensar en su desgracia. Él había dejado todas sus cámaras atrás cuando huyó a vivir con aquella treintañera de mente más vacía. Por su cuenta, Josie había descubierto lentamente un mundo sorprendentemente fascinante. Resultó que también se le daba bastante bien sacar fotos y, entre todas las cosas que él tenía (no tenía ni idea de que él tenía tantas cosas que le ocultaba), encontró una gran cantidad de cámaras y equipo.
"Sólo quiero que me saques una foto", dijo la pequeña, mirando la cámara de la mujer, una de las favoritas de su ex marido. "Me gusta que me saquen fotos", añadió.
"Seguro que sí, cariño", dijo la mujer, deseando que la madre recuperara a la niña
"Mi nombre no es cariño. Es Lauren".
"Lauren" repitió Josie. "Bonito nombre. Bueno, Lauren, no suelo hacer fotos de niños". No añadió que era demasiado arriesgado en estos días, con los paranoicos y los idiotas viendo pedofilia por todas partes. Sabía que algunas cosas la gente tenía que mantener en secreto. La mujer miró hacia la catedral y sintió una punzada de consternación: el sol se había escondido detrás de una nube y la luz que recorría la torre se había apagado. De hecho, se estaban formando nubes y por la forma en que el viento agitaba los árboles había lluvia en el aire. El momento había pasado.
"Mi mamá deja que la gente me tome fotos", dijo Lauren. "Sobre todo a las mujeres agradables".
Josie sonrió. ¿Soy una buena mujer?, pensó. Terence no lo creía, pero se había ido. La única persona que parecía pensar que era buena era su hija Kathy. La joven tenía 23 años y vivía lejos con su novio, Sam, así que Josie no la veía tan a menudo como le gustaría. Ah, sí, y a su amiga Helen, por supuesto. No hay que olvidar a la vieja y aburrida Helen, pensó la mujer. Ni siquiera saldría a ver algunos edificios antiguos mientras su amiga Josie tomaba fotos. "No puedo tomarte una foto, Lauren", dijo Josie. "A mamá podría no gustarle si lo hago sin pedirle permiso".
Además, pensó Josie, ¿qué haría con el retrato de una niña? Más concretamente, ¿qué debería decir para librarse de esa niña? Josie no quería ser niñera sin sueldo, por muy bonita que fuera la niña. Su interés era tomar fotografías, no supervisar a los niños.
Mientras Josie permanecía de pie, observando a los distintos grupos de personas, la niña se acercó a ella y deslizó su mano en la mano libre de la mujer. Josie se sobresaltó un poco; no esperaba ningún contacto. La niña hundió su mano más profundamente en la mano más grande de la mujer y le sonrió.
Una sonrisa desdentada que no estropeaba en absoluto el aspecto de la niña. En todo caso, la hacía parecer más atractiva. En lo más profundo del pecho de Josie, el corazón de la mujer dio un vuelco. Estaba ansiosa por volver a casa antes de que lloviera y había contemplado brevemente la posibilidad de decirle a la niña que fuera a buscar a su madre, pero no podía dejarla marchar. Cualquier cosa podía pasarle entre toda esa gente.
"¿Es tu hija?", preguntó una joven que estaba cerca, y Josie se fijó en ella. Tenía acento estadounidense y tenía esa mirada de boca abierta que tienen tantos ciudadanos estadounidenses. "¡Es tan bonita y luce tan celestial!".
Josie abrió la boca para decir que no era suya, pero antes de que pudiera decir nada, Lauren intervino: "Es mi mejor amiga", dijo con una sonrisa. "Me toma fotos y me cuida cuando mamá no está".
Josie sintió que se le ponía colorada un poco la cara. No estaba segura de que todo eso fuera del todo cierto.
"Bueno, pues eres una jovencita muy guapa y espero que cuides bien de tu amiga" Miró a Josie con expresión interrogativa. "Lo siento, no sé tu nombre, cariño.
"Josie" dijo la mujer que sostenía la mano de la pequeña Lauren. "Josie Talbot." En cuanto lo dijo, se preguntó si había sido prudente revelar su nombre. Si alguien pensaba que había secuestrado a la niña, revelar su nombre no era una buena idea.
"Me llamo Lauren Butler", dijo la niña. "Lauren Andrea Butler. Eso es porque Andrea es el nombre de mi mamá".
"¿No es adorable?" dijo la mujer estadounidense. Era un poco más alta que Josie y tenía una buena figura: normalmente a Josie no le importaba el aspecto de las demás mujeres, pero ésta tenía un busto alto y juvenil, caderas bien redondeadas y entre ellas una cintura que en los viejos tiempos se consideraría bien encorsetada. No podría haber medido más de 60 centímetros si fuera así. "Ahora, Lauren Andrea Butler" dijo la mujer. "Me llamo Jamie Lee Larsen. Encantada de conocerte. ¿Por qué no le preguntas a tu mejor amiga si le gustaría venir conmigo y compartir un café, perdón, tal vez una taza de té, y tú puedes tomar un delicioso helado? ¿Qué dices, cariño?"
"Sí, por favor" dijo Lauren sonriendo, casi saltando de alegría. "Me gusta mucho el helado." Luego, mirando a Josie, le preguntó: "¿Podemos irnos, tía Josie? ¿Por favor?"
¿Tía Josie? A Josie le dio vueltas la cabeza. "No lo sé" empezó a decir. La mujer respiró hondo. Tendría que explicarle que hacía diez minutos nunca había visto a esa niña y que su madre estaba cerca y...
La lluvia les cayó encima. Gotas de lluvia grandes y gordas. "Vamos", dijo la americana, tomando la otra mano de la pequeña Lauren. "¡Hay un café por aquí y podemos escapar del maldito clima inglés!" Estaba tirando de la niña y la niña iba con ella y la niña todavía sujetaba con fuerza la mano de Josie. Mientras se dejaba tirar de ella, la mujer miró desesperada a su alrededor, esperando que la madre se dirigiera hacia ellos para reclamar a su niña. Pero los grupos de turistas se estaban dispersando bajo la lluvia repentina y nadie se dirigía hacia ellos.
Josie la siguió y se preguntó en qué diablos se había metido.
Josie insistió en que se sentaran en la ventana del frente del café, desde donde podían ver el lugar donde habían estado todos los turistas, pero la lluvia caía a borbotones por la ventana y el interior se empañó. Josie no podía ver gran cosa. Cada vez que alguien entraba al café, empapado por la lluvia, ella miraba hacia arriba con la esperanza de que fuera la madre de Lauren.
Nadie las miró, o si lo hicieron, nunca dijeron una palabra. Nada que ver con Jamie Lee, que no paraba de parlotear y animar a la pequeña Lauren a hablar (cosa que hacía sobre cualquier cosa, aunque las dos parecían llevarse bien) y a tomar más helado. Josie apenas había probado el té cuando la ansiedad empezó a apoderarse de ella.
"¿Estás bien, cariño?", preguntó la mujer estadounidense. "¿Te preocupa algo?"
"Me gustaría saber dónde está la madre de Lauren", dijo Josie. "Estoy segura de que ya debería estar aquí".
Fue entonces cuando Lauren soltó una bomba: "Se fue con un hombre".
"¿Con quién?" preguntó Jamie Lee.
"No sé. Dijo que quería darle algo a mamá. Dijo que le daría uno".
«Oh, mierda», pensó Josie. «La madre de Lauren es prostituta y trabaja para el turismo. En algún lugar detrás de una pila de mampostería vieja, estaría haciendo una mamada a un hombre con camisa hawaiana. ¿Cuánto ganaría por tragarse el semen de unos turistas alemanes? ¿Lo aceptaría en euros o insistiría en que le dieran en libras esterlinas? Esto, pensó Josie con tristeza, era un desastre.
"Bueno" dijo Jamie Lee, sin mostrarse preocupada, "tal vez tu mamá regrese pronto, cuando el hombre le haya dado lo que necesita."
Josie se preguntó si esa mujer americana era estúpida. Seguramente entendía lo que estaba pasando, pero aparentemente no. Pero ahora podía dejar a la niña con esa yanqui. Lo que sucediera a continuación no era asunto suyo. La mamá de los labios húmedos podía encontrar a su hija con Jamie Lee. "Tengo que irme", dijo, poniéndose de pie.
"No te vayas, tía Josie", dijo Lauren mirando a la mujer que estaba de pie. "Aún no me has sacado una foto, lo prometiste."
Josie quería decirle que no había hecho nada parecido y la mujer americana la miró, ligeramente divertida por todo esto. "Sí, no te vayas, tía Josie", repitió Jamie Lee. "De hecho, ¿por qué no vienes a mi habitación de hotel con la pequeña Lauren y te tomas una foto o dos allí?" En realidad no lo dijo como una pregunta.
"No, será en otra ocasión" dijo Josie, sintiendo que cuanto antes pudiera escapar, mejor.
"Ah, pero insisto" dijo la americana, de repente sonando mucho menos amistosa. "Después de todo, ¿no sería terrible si alguien dijera que usted se llevó a esta niña?"
"Sí, lo sería", pensó Josie con tristeza. "Pero... ¿y si viene la madre de Lauren?"
"Dejaré un aviso en la recepción del hotel. Uno de los empleados se lo dirá a cualquiera que venga a buscar a su hija".
Parecía un plan peligroso y Josie no quería saber nada de eso. Quería decir: “Escucha, vaca ingenua... La madre de Lauren, cuando termine de chupar la polla, llamará a la policía antes de empezar a preguntar a unas camareras tontas en un café caro si habían visto a su hija”. Pero no lo hizo. Simplemente volvió a sentarse.
"Qué bien", se rió Lauren. "Me voy a tomar una foto".
La habitación de hotel de Jamie Lee era sorprendentemente grande. La mayoría de los hoteles para turistas ofrecían habitaciones estrechas con un baño en la esquina y dos camas individuales separadas por un pie. Esta tenía grandes ventanales que no daban al aparcamiento, un baño que no estaba atornillado y una cama doble. Además, tenía espacio suficiente para columpiar a un gato, si tenías uno a mano.
Lauren corrió y rebotó en la gran cama, riéndose mientras lo hacía tan pronto como entraron. Josie tenía serias dudas sobre esto, pero tal vez si se rendía ahora podría escapar más tarde. Dejar a esta perra de Jamie Lee con la hija de la prostituta.
Habían tomado un taxi desde el café y hasta que se fueron, Josie había rezado para que la madre viniera y encontrara a Lauren, pero no había aparecido y la niña no parecía angustiada. Jamie Lee tampoco parecía preocupada. Charló con la niña en la parte trasera del taxi mientras este avanzaba con dificultad bajo la lluvia y Josie se sentó en silencio mirando por la ventana. Estaba segura de que la encontrarían culpable de secuestro o algún delito similar.
Jamie Lee había pagado con un billete de veinte libras y le había dicho al taxista que podía quedarse con el cambio. Como el viaje hasta su hotel había costado menos de la mitad de esa cantidad, el taxista parecía muy satisfecho con la propina.
Una vez que estuvieron en la habitación, Josie decidió terminar con esto rápidamente. Dejó su bolso con cuidado a un lado y luego se volvió hacia la niña. "Está bien, niña, siéntate quieta en esta silla y te tomaré una foto. Un lindo retrato". La mujer señaló una silla cerca de la ventana, junto a un escritorio de aspecto antiguo. "Solo una foto", pensó. "No me importa si sale bien. Les daré una dirección falsa y desapareceré, diciendo que podrían pasar a tomar la foto".
"No mi cara, tontita" dijo la niña desde donde estaba acostada boca arriba en la cama, apoyada sobre los codos. "Me gustan las fotos de cuerpo entero" Para horror de Josie, la niña tenía las rodillas levantadas y las piernas separadas. Su falda rosa le caía sobre las caderas y sus bragas blancas estaban a la vista. "Y luego puedo quitarme las bragas y tú puedes tomar una foto de mi coño."
Josie miró a la niña boquiabierta y miró a Jamie Lee como si quisiera decir: "Oye, esta niña es una pervertida. Saquémosla de aquí". Pero Jamie Lee no parecía sorprendida. Todo lo contrario.
"Buena idea, bonita", dijo la mujer estadounidense. Se acercó a la cama y, para consternación de Josie, agarró las bragas de la niña y las bajó por las delgadas piernas de la pequeña. "Primero, vamos a quitarnos estas tontas bragas y luego a hacer la foto del coño", dijo.
"Braguitas, no bragas" corrigió la niña, pero no se resistió. Incluso levantó las caderas para que a Jamie Lee le resultara más fácil bajarlas. Se las quitó y el yanqui olisqueó la entrepierna con aprobación.
"Huele realmente delicioso", dijo la mujer más joven.
"Genial", dijo la niña con otra risa característica.
Josie no podía creer lo que estaba viendo, pero tampoco podía apartar la vista de la pequeña y desnuda raja de la niña. Su coño estaba allí, justo frente a ella, una delgada línea de coño inmaduro. Josie pensó que la niña probablemente era como su madre, una especie de futura prostituta o una chica de buenos momentos en formación.
Entonces, para mayor asombro de Josie, la americana se inclinó y le dio un beso en los labios a Lauren. Primero en los labios de su lindo rostro y luego en los labios del coño de la pequeña. Y de los dos, el que estaba entre las piernas de la niña duró más.
"Oh, mierda", susurró Josie y huyó hacia la puerta.
Estaba cerrado y detrás de ella Jamie Lee y Lauren se reían juntas.
"Creo que será mejor que tomes las fotografías, ¿no?" preguntó Jamie Lee. "Entonces tal vez piense en dejarte salir, Josie."
Josie tomó, en total, unas cincuenta fotografías, aunque perdió la cuenta por el camino. Había fotos de la niña con la falda levantada y las bragas bajadas. Fotos de ella desnuda, posando de diversas maneras en la cama. Había imágenes de ella con las manos entre las piernas tocándose. Fotos de la niña también en cuclillas en la cama, con su pequeña raja sobre la cara de la americana. Fotos en las que la joven lamía hacia arriba, con la punta de la lengua bailando sobre el coño de la niña.
Había fotos de la niña desvistiendo a Jamie Lee, revelando el ajustado corsé que la mujer usaba debajo de su vestido. Fotos que mostraban a la niña apretando las pequeñas y altas tetas de la estadounidense antes de que salieran de las medias copas de encaje negro y la niña chupara los grandes y orgullosos pezones con entusiasmo. Incluso los mordió, por lo que la cara de Jamie Lee se arrugó de dolor, pero el yanqui no se opuso. Luego más fotos de la niña besando a la mujer y metiéndole el puño o mientras chupaba los labios inferiores de la joven y luego golpeando las tetas de la estadounidense después de haber metido las bragas de Jamie Lee en su boca.
La niña yacía boca abajo en la cama, con su lindo trasero en exhibición y la cara de la mujer entre sus pequeñas nalgas, la lengua bailando en el agujero trasero de la niña y Lauren sonriendo por encima del hombro por lo que la mujer traviesa le estaba haciendo. Finalmente, fotos de la niña follándose a una Jamie Lee llorosa con su pequeño pie desnudo. Una humillación casual, lenta y deliberada, prolongada para negarle a la mujer un orgasmo rápido. Manteniéndola al borde de la satisfacción. Josie pensó que la niña era realmente cruel cuando se acercó para capturar los dedos de los pies de la niña que se retorcían desapareciendo en el coño de la mujer.
Pero la niña finalmente permitió que la americana llegara al clímax y Jamie Lee le agradeció chupando su pequeño coño mientras la niña yacía boca arriba, ronroneando de placer.
Tal vez fue la excitación la que lentamente fue abrumando a Josie, pero en algún momento Jamie Lee tomó la cámara y luego fotografió a Lauren follando con los pies a la mujer mayor desnuda. Incluso tomó fotografías de la niña chupando las tetas caídas y mayores de Josie mientras ella se agachaba y metía los dedos en el coño de la inglesa. Haciendo que la mujer mayor suplicara por más y suplicara que le permitieran correrse, pero cuando le dijeron que no, la mujer traviesa tuvo que esperar.
Y esperar y esperar hasta que finalmente le permitieran llegar al clímax con un grito y una veintena de efusivos y sinceros agradecimientos.
"Ahora bésense ustedes dos", dijo la chica mientras saltaba de la cama. "Quiero ver cómo juegan a ser lesbianas. Hagan eso de besarse y lamerse".
Lamentablemente, la niña no tomó ninguna foto de la mujer mayor desnuda y de la estadounidense en corsé, unidas en un 69 en la cama, satisfaciéndose mutuamente. Pero Lauren estaba demasiado ocupada dándole palmadas a todos los traseros que podía, instando a las perras a lamer más rápido.
Las perras con mucho gusto lamieron más rápido.
Josie, desnuda, tardó casi 45 minutos en salir de la red de cuerdas que habían usado para atarla a la silla y otro minuto más en recuperar su ropa, que estaba tirada en el baño. Lauren o Jamie Lee se habían meado encima y estaban frías y empapadas. Pero había un secador de pelo en la habitación y Josie se sentó en el borde de la cama arrugada y se secó lo mejor que pudo antes de ponérsela.
Por supuesto, no acudiría a la policía, ni siquiera a la dirección del hotel. Como había dicho Jamie Lee al salir con su sobrina Lauren, la policía preferiría, antes que nada, ver con malos ojos a las mujeres que tienen relaciones sexuales con niñas menores de edad. El chantaje estaría mucho más abajo en la lista.
"Lo mejor es que dejes pasar esto, cariño", había dicho la americana. "Y gracias por la cámara", sonrió. "También guardaremos las fotos para nuestro propio placer, pero al menos tienes los recuerdos".
"Y a mí me encató jugar contigo", dijo la pequeña Lauren mientras se despedía con la mano en la puerta, sosteniendo la mano de Jamie Lee. "Pero amo más a mi tía Jamie. Me gustó darte bofetadas, Josie, y me encantó cómo me lamías el coño. Casi tan bien como con la tía".
A mí también me gustó, pensó Josie. Si pudiera hacerlo de nuevo, lo haría. Bueno, no es del todo inútil.
Josie reflexionó que nunca hubo una madre prostituta. Solo una estafa que involucraba a la tía Jamie Lee y a la niña, una especie de rutina de súplicas de "tómame una foto, señorita". Sin duda, otras mujeres mayores y solitarias habían caído en esa trampa, y Josie era solo otra víctima. Cuando se vistió, la pareja ya se había ido hacía rato, y probablemente ni siquiera habían pagado la cuenta del hotel. "Ya era hora", pensó Josie con un suspiro, "de escabullirme antes de que sea demasiado tarde. Volver a casa y achacar esto a una desventura".
La mujer cogió su bolso y lo revisó. Le habían quitado el dinero, por supuesto, pero no las tarjetas de crédito. Bueno, eso ya era algo.
Pero no habían encontrado la pequeña cámara de vídeo escondida en el lateral del bolso, la que había mirado silenciosamente hacia la habitación y había grabado todo lo que ocurría allí. La calidad no sería muy buena, pero sería suficiente para disfrutar mientras Josie se masturbaba delante del ordenador.
Lástima que no tuviera su cámara fotográfica favorita, pero tenía algunas más para llevar consigo cuando saliera a tomar fotografías de castillos y cosas así. Salir con la cámara secreta de su bolso para poder filmar a niñas inocentes jugando. Era sorprendente la cantidad de niños aburridos que había en los viejos monumentos polvorientos, hartos de esperar. Niñas que hacían volteretas y tal vez se bajaban las bragas para la amable mujer.
Fin

Espinacas (de Janus)
17 de diciembre de 2024 en Relatos SDPA, Jovencitas, Incesto, Jovencitos
—Chris, ¿puedo comer espinacas esta noche?
Su hermano estaba demasiado ocupado escurriendo una olla grande de espaguetis como para responder de inmediato. Grandes columnas de vapor se elevaban del fregadero de la cocina, envolviendo su cabeza en una niebla translúcida. Ellie se rió mientras sus gafas se empañaban. Chris dejó a un lado el colador de espaguetis para limpiar los cristales con su camisa.
—Lo siento, Ellie —dijo—. No hay espinacas esta noche. ¿Puedes poner la mesa para mí en su lugar?
Ellie hizo una mueca, pero hizo lo que le pidió. Fue a buscar los cubiertos y los platos para cuatro personas, aunque algunos días sus padres trabajaban tan tarde que Chris y Ellie estaban empezando a preparar el postre cuando finalmente llegaban. Sus días de trabajo hasta tarde eran la razón por la que era responsabilidad de Chris preparar la cena. Ellie ayudó tanto como pudo, pero, al tener solo nueve años, solo podía ofrecer una cantidad limitada de ayuda. Sin embargo, a los diecisiete años, Chris era lo suficientemente responsable como para encargarse de la mayor parte de la tarea por sí solo.
La noche siguiente, Ellie estaba haciendo sus deberes cuando oyó que la puerta principal se abría y se cerraba. Fue a la cocina, donde encontró a Chris sacando del frigorífico una variedad de sobras. Todavía llevaba puesto el uniforme de fútbol.
"Hola Chris".
"Hola Ellie".
"¿Puedo comer espinacas esta noche?", preguntó esperanzada.
"Lo siento, pequeña, esta noche no". Debió haber sido una práctica de fútbol agotadora porque cojeaba un poco. Ellie suspiró para sí misma y comenzó a poner la mesa.
Al día siguiente, Ellie regresó de la práctica de piano y fue recibida por el olor de alitas de pollo asadas al horno antes incluso de entrar en la casa. Su hermano estaba en la cocina, como de costumbre. Le daba la espalda, pero ella podía verlo midiendo aceite de oliva y mezclando especias.
"¿Adivina qué?", dijo.
"¿Qué?".
"¿Quieres espinacas?".
Sus ojos se iluminaron de inmediato. "¿Lo dices en serio?".
"Claro". Chris le entregó una ensaladera grande llena de verduras. —Aquí tienes.
Ellie tenía los brazos llenos con la ensaladera, así que le dio una patada en la espinilla. —¡Eso no tiene gracia!
—¡Ay! —dijo él, esquivando su segunda patada—. Ve a poner esa ensaladera en la mesa antes de que se te caiga.
Ellie dejó la ensaladera con un fuerte golpe. —No me gusta que te burles de mí —se quejó Ellie.
—Solo estaba bromeando —dijo él—. ¿No quieres comer espinacas y ser fuerte como Popeye? Solías comer tantas espinacas que mamá tenía que comprar varias cajas.
—Eso fue hace mucho tiempo —replicó Ellie—. Ya no creo en Popeye. Apoyó la cara en la encimera, con las rodillas dobladas como si no pudiera soportar su propio peso. Luego suspiró, un sonido ronco y triste. —Hace MUCHO TIEMPO que no como espinacas.
—Bravo —dijo Chris, aplaudiendo. —Te mereces un premio de la Academia a la mejor actriz.
Ellie frunció el ceño a su hermano. Su ceño se profundizó cuando él comenzó a tararear la canción de Popeye. Solo se detuvo cuando notó que ella no se reía. —No te enojes conmigo —la consoló. Hizo una pausa antes de continuar—: Puedes comer espinacas esta noche.
Ellie lo miró con cautela. —¿En serio?
—Sí, en serio —dijo—. Ven a mi habitación cuando termines de prepararte para ir a dormir.
Ellie le dio un abrazo alegre. ¡Por fin! Bailó de felicidad mientras ponía la mesa. Chris se rió de sus pies que golpeaban el suelo y sus hombros que rebotaban, pero a ella no le importó. Esperaron obedientemente hasta las 6:30, pero sus padres no aparecieron, así que comenzaron a cenar. A pesar de su anterior desdén por Popeye, Ellie comió dos grandes porciones de ensalada.
Esa noche, Ellie fue a la habitación de su hermano. Había música sonando, pero se detuvo cuando llamó a la puerta. "Pasa", llamó.
Ellie asomó la cabeza por la puerta. "¿De verdad puedo comer espinacas esta noche?", preguntó. Él estaba acostado en su cama, leyendo. Ellie ya se había puesto el pijama, pero él todavía llevaba vaqueros y una camiseta.
"Por supuesto", asintió. Ellie entró en la habitación y cerró la puerta detrás de ella.
"Mamá y papá se quedaron dormidos frente al televisor", dijo.
"Deberíamos cerrar la puerta de todos modos", decidió Chris.
Ellie se sentó en la cama. Observó cómo su hermano se bajaba la cremallera de los vaqueros y la ropa interior. Su camiseta era tan larga que ocultaba parcialmente su abdomen, pero no lo suficiente como para ocultar lo que tenía entre las piernas. "Se está poniendo muy peludo ahí abajo", observó Ellie. "¿Alguna vez dejará de ponerse tan tupido?"
Chris se encogió de hombros. "No lo sé".
"¿Puedo ayudar a que se ponga duro?", preguntó Ellie.
"Está bien", asintió Chris. Usó una mano para levantarse la camiseta, revelando los músculos de su estómago que estaban bien definidos por su tiempo en la sala de pesas. Pero no eran la atracción principal. Ellie se deslizó hacia adelante en la cama y levantó el tubo que colgaba entre sus piernas. Primero, la niña de nueve años le dio un pequeño beso y luego lo sacudió de un lado a otro con la mano. A esto le siguió otro beso y una lamida tentativa. Usando ambas manos, Ellie lo sacudió de nuevo. Para su satisfacción, la cosa de Chris se puso cada vez más dura hasta que sobresalió directamente de su cuerpo.
—¡Lo hice! —gritó Ellie. A veces, se empecinaba en permanecer flácido a pesar de sus mejores esfuerzos y entonces Chris tenía que ayudar.
—¡Buen trabajo! —la felicitó. Chris se lamió la palma y comenzó a acariciarse. Ellie se sentó en su cama, con las manos descansando pacientemente en su regazo. Le gustaba verlo hacer esto. Siempre le sorprendía cómo su cosa podía transformarse de flácido a puntiagudo en cuestión de segundos. Ellie vigilaba atentamente la hendidura que coronaba su bulbosa corona.
—¡Veo un pequeño goteo! —anunció después de unos minutos—. ¿Está lista la espinaca?
—Casi —respondió su hermano. Dejó lo que estaba haciendo para escupir en su mano. Cuando reanudó, tenía el ceño fruncido por la concentración—. La espinaca está casi lista…
La habitación estaba en silencio, excepto por el ruido rítmico de la mano apretada. Los pies de Ellie colgaban de su cama, moviéndose nerviosamente con anticipación. Su hermano, de pie a sólo unos metros de ella, se acercó. Tuvo que caminar como un pato debido a los vaqueros amontonados alrededor de sus muslos.
"Está bien", dijo. "¿Estás lista para comer mis espinacas?"
Ellie se sentó derecha y se inclinó hacia delante. "Lista", respondió. Su boca se abrió lo suficiente para que él deslizara su punta purpúrea dentro. El resto de él permaneció fuera de sus labios donde su puño todavía trabajaba furiosamente. Ellie escuchó a su hermano aspirar una respiración profunda.
"¡Oh! ¡Oh!", jadeó. Ellie sintió que algo chorreaba en su boca. Podría haber tragado en ese momento, pero la niña de nueve años lo sabía mejor. Una segunda gota de líquido cálido aterrizó en su lengua, luego otra. Sus labios se apretaron alrededor de su corona estriada para asegurarse de que no se le escapara ni una gota.
Cuando su mano finalmente dejó de tirar, Ellie pudo notar que había un charco bastante grande esperando en el fondo de su boca. Fue solo entonces que se atrevió a intentar tragar. No fue fácil, ya que sus labios todavía se extendían a su alrededor. Su lengua protestó, chasqueando contra su miembro ahora flácido. Lentamente, con cuidado, Ellie lo retiró de su boca hasta que solo sus labios permanecieron fruncidos contra su punta gomosa. Entonces pudo tragarlo todo de un gran trago.
Su boca ahora estaba vacía, como si nada hubiera salido de él. Ahora podía recostarse y frotarse las mandíbulas doloridas. Ellie deseó haber traído un vaso de agua. Aunque hacía tiempo que se había acabado, el regusto de su depósito permanecía en sus papilas gustativas.
"Hiciste mucha espinaca", comentó Ellie, limpiándose la boca con la manga. "¿Crees que eso significa que me sentirás especialmente bien?"
"Siempre y cuando te lo hayas comido todo", respondió Chris.
"Estoy bastante segura de que me lo comí todo", dijo Ellie. "¡Espera! Está saliendo otra gota". Se levantó de la cama y se arrodilló frente a su hermano. Sacó la lengua justo a tiempo para atrapar la baba que le caía de su coño. No sabía muy bien, pero se la tragó de todos modos.
“Ojalá hubiera una manera más fácil de conseguir esa sensación agradable”. Ellie se quitó los pantalones del pijama y se tumbó en la cama. Chris se colocó entre sus piernas abiertas.
—Así son las cosas —dijo su hermano con simpatía. Le dio unas palmaditas en la cabeza—. Popeye solo se vuelve fuerte cuando come espinacas…
—Y yo solo puedo volverme fuerte si como TUS espinacas —rió Ellie.
—¿Estás lista para sentirte fuerte? —preguntó Chris.
Ellie asintió. —Ya estaba empezando a sentirme fuerte incluso antes de que me corrieras en la boca. Cerró los ojos cuando Chris empezó a lamerle entre las piernas. Era una buena chica y se comió todas sus espinacas. Ahora recibiría su recompensa.
Fin

Fiesta familiar, Parte 32 (de Cazzique)
17 de diciembre de 2024 en Relatos SDPA, Jovencitas, Jovencitos, LGBTQ+, Sexo en grupo
Este día nos preparábamos para recibir visitas, le habíamos organizado a las chicas una recepción de bienvenida por su llega da del viejo continente, a la fiesta vendrían por supuesto Marina mi hermana, Montserrat mi sobrina, Maria otra de las amigas de Vanesa, Ramiro y Carmina el maestro de Montserrat y su sobrina ¿recuerdan? Y también senos unirían los padres de Carolina que llegaban como a eso del medio día.
Preparamos todo para la recepción, fuimos al súper para comprar lo que nos faltaba y arreglamos la casa para tal ocasión, como ya sabíamos lo que iba a ocurrir también preparamos todas las habitaciones de la casa y así cada quien pudiera estar más a gusto por si lo deseaba.
La primera en llegar fue mi hermana Marina, venia acompañada con mi padre, cosa que me dio mucho gusto ya que creímos que estaba de viaje. Marina venía despampanantemente vestida con un vestido cortito de tela muy ligera, sus piernas sin medias se veían fantásticas blancas y largas, su cabello le caía por los hombros, suelto y sedoso, sus pezones se marcaban en la tela del vestido indicando que no traía puesto brasier; solo de verla mi verga se puso completamente dura, pero me tuve que contener ya que lo mejor vendría más tarde. Mi padre venía vestido con una ropa sport normal, nos saludamos y nos pusimos a platicar en la sala de la casa. Mi padre le dijo a Vanesa que le tenía un regalo especial que estaba esperando para más tarde.
Los siguientes invitados fueron los padres de Carolina, su madre una mujer como de unos 38 años, de figura delgada, cabello largo y castaño, una cara muy hermosa, senos grandes y unas piernas de campeonato, se nota que las cuida muy bien, su padre hombre alto bien parecido de piel blanca, musculoso y de trato agradable, les ofrecimos a ellos una habitación por si deseaban cambiarse ya que justo venían bajando del avión. Ellos aceptaron y subieron junto con su hija para descansar un rato y poder bañarse y cambiarse.
Luego llegaron a casa Carmina, Montserrat y Ramiro que además venían acompañado por Daniel un amiguito de las pequeñas, él es un chico de 14 años de piel blanca, cabello castaño y ojos verdes, muy simpático. Carmina se veía muy bien, su piel blanca, sus cabellos rubios y sus ojitos azules, traía puesto un vestidito rojo cortito y se le podían ver las bragas de color blanco cuando se sentaba descuidadamente, también mi sobrinita Montserrat traía una blusita blanca y una mini falda de mezclilla, su cuerpecito se dibujaba muy rico con esa ropa, sus largas piernitas se apreciaban sumamente apetecibles.
La última visita que esperábamos era Maria, otra delas amigas de Vanesa de 14 años, una niña muy hermosa pero nos informo que solo venía de pasada ya que se tenía que ir pronto porque iba a salir con sus padres al extranjero.
Todos estábamos platicando en la salar y las niñas y Daniel decidieron ir a jugar a las habitaciones de arriba, solo nos quedamos los adultos en la sala y las chicas nos comenzaron a platicar todas las cosas que habían vivido en Europa, ya habían bajado los padres de Carolina y la pequeña así que la fiesta ya había comenzado. Comenzamos a servir las bebidas para estar más a gusto, pusimos una música ligera y nos pusimos todos a platicar.
Entre tanto en la habitación donde estaban las niñas y Daniel las cosas eran diferentes. Los chiquillos se habían puesto a jugar a las escondidillas y le había tocado buscar a Daniel, por lo tanto lo encerraron en el baño y se puso a contar hasta cien mientras que las dos pequeñitas buscaban en donde esconderse. Pronto encontraron su escondite en mi recamara, las dos chiquillas se metieron en la regadera de nuestro baño y comenzaron a esperar a que Daniel terminara de contar.
Estaban las dos niñas de pie recargadas en la pared de la bañera, una a lado de la otra se sus manitas estaban entrelazadas, cuando sintieron que todo estaba en silencio comenzaron a esperar a que el pequeño Daniel las encontrara, Montserrat se movió entonces y se coloco frente a Carmina, le acarició tiernamente el rostro y luego acerco su cara a la de ella para depositar un tierno beso en los labio de su amiguita, ésta respondió al beso y pronto sus lengüitas comenzaron a entrelazarse hurgando en la boquita de su compañera, las manitas de Carmina buscaron entonces las nalguitas de mi sobrina y cuando encontraron su objetivo comenzó a sobarlas por encima de la mini falda de mezclilla, Montserrat se colgó del cuello de su amiguita en un fuerte abrazo para impedir que sus bocas se separaran.
El niño entre tanto estaba buscando a las dos chicas sin mucho excito; Montserrat se separó por unos instantes de Carmina y metió sus manos por debajo del vestido rojo de su amiguita, palpó las b ragas de la niña paseando su manita por la tierna panochita que se podía sentir muy caliente y ya algo húmeda, los deditos buscaron el cause de la rajadita de su compañera y lentamente la fue sobando el canal que se dibujaba en las braguitas de Carmina quién soltó un leve gemido al sentir como los dedos de su compañera se paseaban por su vagina. Las bocas de las dos pequeñas se volvieron a fundir en otro apasionado y prolongado beso; en esas circunstancias las encontró Daniel quién no supo que decir al ver lo que las dos niñas estaban haciendo, se quedo parado, completamente congelado viendo la excitante escena y sin saber que hacer o decir.
Las dos chiquillas lo voltearon a ver no muy impresionadas de esto ya que ellas lo habían preparado de esta manera, se separaron y se acercaron entonces al lado de Daniel, Carmina lo beso en los labios con ternura, solo un beso tierno, el chiquillo se puso entonces rojo como un tomate pero aun no salía de su asombro inicial. Montserrat se colocó detrás de su compañerito y lo abrazo posando sus manos en su pecho mientras que le besaba con pasión el cuello y las orejas; para este entonces Carmina empezaba a pasear su lengua por los labios del chiquillo que lentamente iba abriendo su boca, disfrutando de la agradable sensación que estaba empezando a experimentar. Pronto el chiquillo comenzó a sentir que algo en su entrepierna comenzaba a tomar vida, su verga se comenzaba a poner dura, sus manos también comenzaron a responder y entonces abrazo a la bella niña rubia que lo estaba besando, su lengua salió y se encontró entonces con la de ella y comenzaron ahora si un beso más formal a intenso.
Las manitas de Montserrat comenzaron a bajar de su pecho al estomago de Daniel y ahí entonces desabrocho el cinturón del mu chachito, luego el pantalón y sin dejarlo caer su manita se introdujo para poder palpar la fuerte erección que se ocultaba bajo la tela de sus calzoncillos, la mano cálida se paseó de arriba abajo por todo lo largo del tronco, pudo sentir Montserrat que su amiguito tenía una verga de buen tamaño, con una cabeza gordita, luego bajo un poco más y sopeso los testículos, se sentían muy calientes y gordos, luego entonces procedió a poner sus manos en los costados del pantalón y de un jalón lo dejó caer al suelo. Daniel no podía reaccionar a nada ya que el beso con Carmina aun continuaba y no quería dejar de sentir la caliente boquita de su compañera además de las ricas caricias que mi sobrinita le había proporcionado en su pene. Luego de que su pantalón calló al suelo Montserrat se dedico a quitarle la camisa, las expertas manitas de mi sobrina despojaron al chico de camisa, zapatos y calcetines, solo dejándolo en calzoncillos, luego es acomodo de nuevo detrás de el mientras se agasajaba con sus nalgas paraditas comenzó a besar su espalda y poco a poco fue descendiendo por el camino de su columna hasta llegar a los dos cachetes, puso sus manitas a los costados de sus caderas y sujeto el elástico de los calzoncillos de Daniel y fue haciendo que lentamente descendiera la prenda, dejando al descubierto los dos bellos cachetes de las nalgas de su compañerito. Sus labios se posaron en las nalgas y besaron despacito cada una, luego recorrió el canal del culo y se puso a darle pequeñas lengüeteadas en el ano. Carmina mientras esto sucedía fue besando el cuello del chico y bajando hasta sus pechos, mamó cada uno de los pezones y siguió bajando hasta toparse con la gruesa y larga verga de su compañerito; curiosa la observó por algunos minutos y luego con su manita comenzó a acariciar lentamente la piel tersa y suave del garrote, lo rodeo con sus deditos y comenzó una lenta masturbación de arriba para abajo a lo largo del pene, dejando libre la rojiza cabeza cada vez que recorría la piel hacia atrás, su boquita no se pudo contener y se abrió lentamente para dar cabida al prepucio, lo lamió delicadamente y luego lo abrigó entre sus labios metiéndose cada vez más y más de ese delicioso y joven vergón; lo chupó, mamó y succionó con mucha t ernura y delicadeza mientras que Daniel experimentaba intensas sensaciones que jamás había sentido, con una lengua en su ano y una boca en su pene.
Instintivamente las manos de Daniel se posaron en la cabecita rubia de Carmina y comenzó a menear lentamente sus caderas p ara recibir más placer de esa deliciosa boquita, el culo de Daniel estaba completamente lubricado y entonces mi traviesa sobrinita decidió que uno de sus deditos se perdieran en el cálido agujerito, puso su dedo medio en la entrada del ano y lentamente lo fue introduciendo hasta que se perdió en él la primera falange, Daniel no protesto por esta intromisión en su intimidad trasera y comenzó al poco rato a disfrutar de todo el dedo que ya entraba y salía con gran agilidad. Las sensaciones se fueron acumulando en la cabeza y los genitales del chico transportándolo a un mundo que nunca antes había explorado, más y más placer se fue reuniendo y de pronto una gran explosión le invadió los pensamientos, era algo nunca antes sentido por él, de su pene gruesos y potentes chorros de esperma comenzaron a inundar la boquita de su amiguita quién con un poco más de experiencia en estas artes, pronto comenzó a tragarse todos los chorros de caliente semen que eran depositados en su boca, el dedo de Montserrat contribuía a hacer de esta venida algo sumamente fenomenal ya que masajeaba la próstata del chico haciendo que sus mecos salieran disparados con más potencia y en más cantidad gracias a la motivación que su dedo le daba.
Daniel sintió que las piernas le fallaban y se dejó caer al suelo separándose de sus dos bellas compañeritas, las chicas sonrieron al verlo totalmente ido de este mundo disfrutando de su primer experiencia sexual. Montserrat y Carmina se comenzaron a besar apasionadamente, mi sobrinita pudo saborear el elixir de su compañero gracias a la boca de Carmina que había guardado un poco para ella; el beso fue largo, prolongado, caliente y húmedo, sus lenguas no dejaban de luchar una contra la otra y sus labios no se separaban, succionaban y sorbían de la boca contraría todo cuanto podían, las manos de las chicas sobaban sus nalgas con gran excitación y desesperación, las ropas ya comenzaban a estorbarle s y entre las dos se comenzaron a quitar las prendas. Montserrat tomo el vestido de su amiguita por la falda y lo elevo para que pudiera salir por su cabecita, Carmina quedó solo con los zapatos, las bragas y su corpiño que estaba ocultando sus puntiagudos pezones que se marcaban claramente en la tela. Por su parte Carmina desabotono la blusa de Montserrat y la libero de este estorbo, la pequeña no traía nada bajo la blusa y sus bellos senos paraditos y firmes quedaron a la vista, sus pezones duritos mostraban su excitación.
La boca de Carmina se apodero de uno de los pezones de mi sobrinita y lo chupó y mamó por largos minutos mientras que sus ma nitas hacían que la minifalda de mezclilla cayera al suelo dejando ver las bragas blancas y bajo de ellas las largas piernitas blancas de la pequeña. Daniel ya se había repuesto un poco y sentado en el suelo observaba la escena sin poder ponerse de pie, su verga estaba completamente dormida sobre uno de sus muslos. Montserrat se separó un poco de su amiguita y termino de quitarle los zapatos y las calcetas, ahora Carmina se encontraba solo en bragas, las manos de mi sobrinita se pasearon por sus nalgas y su vagina sin quitarle las bragas, un poco de humedad se dibujo en la parte baja de la prenda, Carmina ya no pudo soportar más la tortura de permanecer en bragas y ella sola se quitó rápidamente estas y las arrojó a los pies de Daniel, él las tomo y entonces curioso las observo por algunos segundos para luego llevárselas a la nariz y aspirar el excitante elixir de la intimidad de Carmina. La pequeña rubia se acostó entonces sobre una toalla que colocó en el suelo del baño y abrió sus piernitas, mostrándole a Montserrat su aún lampiña vagina completamente abierta y empapada con sus propios jugos, mi sobrina inmediatamente termino de desvestirse, solo quedándose con sus bragas puestas y se acostó boca abajo frente a su compañerita, se agacho entre sus piernas y con su lengua busco las labios vaginales a los cuales comenzó a mamar con ternura y excitación, pronto su lengua salió en busca de el agujerito y el clítoris de la niña y comenzó a darme una deliciosa mamada que se prolongo por varios minutos bajo la mirada curiosa y nuevamente excitada de Daniel. Carmina comenzó a jadear y a gemir fuertemente al sentir que una fuerte venida comenzaba a estallar en el interior de su panocha, Montserrat se bebió todos l os jugos que salían de la rajadita pelona de su amiguita hasta dejarla completamente exhausta en el suelo del baño.
Mi sobrina se puso de pie dejando a su amiga tendida y con las piernas completamente abiertas y su vagina escurriendo, se acerco hasta donde estaba Daniel quien ya tenia el pene completamente rehabilitado y listo para la acción, el chico continuaba sentado en el piso y ella se puso frente a él abriendo sus piernitas y dejando frente a la cara de este su vagina rosadita y lampiña solo con unos muy finos bellitos en la parte de arriba de su conchita. Puso sus manos sobre la cabeza de Daniel y lo empujo contra su vagina, el chico no sabía que hacer pero ella lo fue guiando.
–Saca tu lengua y pásala por toda la rayita. – le dijo ella.
El chico fue siguiendo las instrucciones de la niña y rápidamente fue aprendiendo lo que se tiene que hacer con una joven rajada de niña, su lengua se movía de arriba debajo de la rajadita y luego sus labios atraparon los pliegues vaginales de mi sobrinita para chuparlos, a instrucciones de Montserrat el chico busco el botoncito localizado en la parte superior y lo comenzó a lamer y mamar con delicadeza, luego con s us deditos descapuchó el botoncito y mamó el pedacito de carne , mi sobrina se comenzó a venir gracias a la boca de su compañero y entonces le indico que se tragara todos los jugos que de su panochita salieran. Al principio el sabor de mi sobrina se le hizo un poco raro a Daniel pero en pocos minutos logró tomarle el gusto y hábilmente se los bebía todos mientras que sus manos acariciaban las nalgas paraditas de mi hermosa sobrina y al igual que ella lo había echo con él uno de sus dedos se perdió en el ano apretado y calientito de ella.
Daniel seguía sentado en el suelo del baño con las piernas tendidas al frente, Montserrat entonces se puso en cuclillas frente a su compañero, tomo la verga con una de sus manitas y la apuntó a su rajadita, puso la cabeza del pito de Daniel entre sus labios y lentamente se fue dejando caer abrazada al cuello de él. La macana se fue enterrando en esa húmeda y caliente cueva hasta que las nalgas de ella chocaron en las piernas de su amiguito. Daniel sentía que estaba tocando el cielo con la manos, era algo delicioso sentir como el cálido cuerpo de su compañera se meneaba sobre el y su apretada conchita se movía a lo largo del tronco de su verga. Las manos de él se apoderaron de las nalguitas que subían y bajaban para poder clavarse en su estaca y la fue entonces guiando en el movimiento del vaivén. La boca del chico se apodero entonces de uno de los pezones de Montserrat y lo chupó con gran deleite y satisfacción, lamió todo el seno y luego se fue con el otro, la atención especial la recibían los pezones a los cuales dedicaba largar lamidas y chupadas que a mi sobrina la estaban transportando al paraíso. Sus caderas se movían circularmente a la vez que se meneaban de arriba para abajo. Carmina entonces se puso de pie y no queriendo perderse las extraordinarias sensaciones del sexo se dirigió hasta donde ellos estaban y Montserrat fue la que le hizo un espacio. Mi sobrina se recostó un poco hacia atrás y se apoyo con los brazos en el suelo, le pidió a Carmina que se pusiera como antes ella lo había echo con Daniel; Carmina se puso entonces frente a Daniel con las piernitas abiertas entre las cuales estaban en el suelo Daniel y encima Montserrat, su vagina justo frente a la cara de el chico y sus nalgas paraditas y sedosas en la cara de Montserrat.
No hubo nada más que decir, los labios y la lengua de Daniel buscaron entonces la panocha hermosa de su amiga y la boca de mi sobrinita buscó las nalgas y el ano. Por ambas partes Carmina estaba recibiendo placer mientras que sus manitas sobaban sus firmes senos. El acoplamiento de los tres no podía ser más perfecto, todos estaban recibiendo y dando placer.
Montserrat en pocos minutos logro tener otro orgasmo más pero con el pito de Daniel en su interior, terminado su orgasmo Carmina se puso en su lugar y ella tomo el lugar de Carmina y así continuaron cogiendo hasta que Carmina también logro correrse. Daniel había aguantado tanto por la venida tan potente que antes había tenido.
Los tres descansaron por algunos minutos, se pusieron de pie después y recogieron sus ropas, luego se fueron a la recamara y ahí comenzaron de nuevo, Carmina se puso en cuatro sobre la cama y le dijo a Daniel que se la metiera por el culo, el chico excitado al máximo se coloco detrás de ella y apuntó la verga al pequeño orificio de su amiguita, pero cuando se disponía a meterlo Montserrat se lo impidió. Le explico que antes de cogérsela por el culo tenía que tener su palo bien mojadito para que no la lastimara y también tenía que lubricar muy bien el culito de ella, le dijo entonces que le mamara el ano y lo dejara bien lubricadito mientras que ella le mamaba su fierro acostada bajo él. Daniel con un poco de rechazo se acerco a las nalgas de su amiguita Carmina y no con poco asco sacó la lengua para comenzar a mamar el ano, se dio entonces cuenta de que este no sabia nada mal y ya con más gusto y placer comenzó a meter la lengua en el apretado agujero a la vez que se ayudaba con las manos separando los cachetes de las nalgas para dejar completamente expuesto el ano. Montserrat como había dicho se acomodo debajo de Daniel y se introdujo su duro palo en la boca, mamándolo con mucha saliva para que el instrumento quedara muy bien lubricado. Después de varios minutos estaban ya listos y Daniel se volvió a acomodar detrás de Carmina, Montserrat se puso a un lado de su amiguita y le separo los cachetes de las nalgas para dejar a la vista y alcance de Daniel su arrugado y apretado ano, el chico apunto con su mano la verga en la entrada y empujo despacio permitiendo que la cabeza de su garrote se fuera clavando lentamente, el esfínter del culito de Carmina apretaba deliciosamente y hacia más lenta la penetración, pero poco a poco la barra de carne se fue abriendo paso en el culito de la niña y pronto la cabeza se perdió en su interior, el tronco fue entrando y entrando también hasta que por fin ese apretado culo logró comerse t oda la larga carnosidad del muchacho. Daniel comenzó a moverse detrás de Carmina sujetándose de las caderas de esta mientras que se besaba en la boca con Montserrat, la verga entraba y salía del apretado anito que con tanta fuerza lo apretaba, la chiquilla jadeaba y pronta estaba para alcanzar un nuevo orgasmo que la hizo gritar con fuerza cuando explotó en su panocha , grito que se alcanzó a escuchar en la sala. Los padres de Carolina se quedaron algo fuera de contexto pero al ver que los demás no nos inmutábamos continuaron con la platica, solo el señor se puso de pie y se disculpó diciéndonos que iba al baño.
Daniel siguió bombeándose a Carina por largos minutos más, Montserrat se había acomodado debajo de su compañera y ambas se estaban besando ardiente mente en la boca mientras que una de las manos de Carmina exploraba en los pliegues vaginales de mi sobrina; Daniel comenzó a sentir como en sus pelotas se comenzaba a formar otro nuevo orgasmo y pronto de la punta de su pene comenzaron a escapar candentes chisguetazos de leche que se depositaron en lo más profundo del culo de su hermosa amiguita Carmina, quién al sentir como era inundada por el semen de su compañero también se comenzó a venir, los movimientos de su mano sobre la panocha de Montserrat también se hicieron mucho más rápidos y logró hacer que la pequeña llegará al orgasmo y los besos entre las dos se hicieron más ardientes y profundos a la vez que sus gemiditos se apagaban gracias a sus bocas unidas, las caderas de ambas se meneaban circularmente mientras que las ultimas estocadas de Daniel eran dadas profundamente dentro del ano de Carmina; de pronto el chico paró en seco y se quedo mirando a la puerta de la habitación, alguien los estaba observando desde el quicio de la puerta.
Continuará

Ella dijo... (de Janus)
16 de diciembre de 2024 en Relatos SDPA, Jovencitas
Me despierto con un ruido extraño. Al principio, creo que sigo soñando. Suena como un sonido mágico, como algo sacado de una película animada. Me toma un momento darme cuenta de que es solo el sonido de las palomas arrullando.
Me siento en mi cama y miro por la ventana. Son muchas palomas. Como una bandada entera que está anidando en el árbol de mirto. Estaría más tranquilo si cerrara la ventana, pero me gusta el aire fresco de junio. Miro mi reloj y me doy cuenta de que es hora de levantarme de todos modos.
Desearía poder dormir hasta tarde porque no me siento descansada en absoluto. Siempre he dormido boca abajo, pero eso tenía que terminar. Miro mi reflejo en el espejo detrás de la puerta de mi armario, examinando los dos bultos tiernos en mi pecho que sobresalen a través de mi camiseta sin mangas. Estaba emocionada cuando comenzaron a crecer. No tanto ahora que me duelen. Me doy vuelta, observo mi perfil en el espejo. Levanto mi camisa, entrecierro los ojos para ver si son más grandes. No.
Suspiro.
Una vez lo busqué en Internet. Dicen que la mayoría de las niñas empiezan a crecer a los once años. Pasé el año pasado esperándolas y ahora están (apenas) aquí. Justo a tiempo, porque cumpliré doce en unos días. Supongo que estoy cumpliendo con el cronograma. La ternura es terrible, pero a las dos les duele lo mismo, así que espero que eso signifique que crecerán juntas al mismo ritmo. No quiero ser una de esas niñas desequilibradas en las que una es más grande que la otra.
Abro mi armario y examino mis opciones para hoy. La idea de usar un sujetador me hace estremecer, así que elijo una camiseta holgada y un par de jeans cómodos para usar en la escuela. ¡La última semana de escuela! Mi corazón se levanta un poquito en mi pecho. Estoy lista para las vacaciones de verano. Dejo la ropa de hoy en la cama y me dirijo a la cocina para desayunar.
Donde me saluda una sorpresa. Veo a alguien sentado en la mesa de la cocina con una camiseta blanca y calzoncillos. —Oh, hola Jason —digo. Es lo último que esperaba esta mañana.
No creo que él me estuviera esperando porque su mirada de sorpresa se transforma en una sonrisa. —Buenos días, Alice —dice, levantándose para darme un abrazo. Su pecho roza el mío, lo que me hace estremecer cuando mis pechos se rebelan por el contacto. No solo eso, sino que siento que algo en sus boxers también roza mi estómago.
Me siento incómoda. —No sabía que ibas a estar aquí hoy —digo.
—Mi proyecto en el trabajo terminó antes de lo previsto, así que decidí venir unas semanas antes para sorprender a tu mamá —dice, y agrega como una ocurrencia de último momento—, y a ti también.
—¿Mamá ya se fue a trabajar?
Asiente. —A las 6 am, muy temprano. Como siempre.
Sin querer, bostezo. Supongo que no dormí bien en absoluto anoche. Estoy a punto de decir algo más cuando noto que Jason me mira fijamente. Específicamente a mi pecho. Anoche me puse mi camiseta sin mangas extra ajustada para dormir porque es mejor que tener las sábanas irritándome el pecho toda la noche. No me importa si mi mamá me ve con esta camiseta, pero Jason… No ayuda que mis pezones puedan sacarle un ojo a alguien ahora mismo.
Cruzo los brazos sobre el pecho con timidez. "Um, debería ir a prepararme", murmuro, saliendo de la cocina. Ya estoy en mi habitación cuando me llama.
"¿Quieres que te prepare algo para desayunar? ¿Omelette? ¿Muffin inglés?"
"No, gracias, probablemente solo tomaré cereales". Vuelvo al espejo y observo mi pecho. ¿Qué ve Jason en él? Ponte un par de pantalones cargo y prácticamente podría ser un niño de la cintura para abajo.
Me dirijo al baño, donde me lavo la cara y me aplico crema hidratante. Mientras me cepillo el pelo, el recuerdo inesperado del abrazo de Jason vuelve a mi mente. Cómo había algo en su ropa interior que me presionaba. No es hasta que me miro al espejo que me doy cuenta de que me estoy sonrojando.
No sé por qué estoy tan avergonzada. La última vez que vi a Jason fue el mes pasado, cuando vino de visita desde Maine. Mi madre había venido a recordarle que el taxi del aeropuerto lo estaba esperando y Jason colocó estratégicamente su bolso de mano sobre su abdomen para ocultar el bulto evidente. Había entrado en mi habitación para despedirse rápidamente, pero terminó quedándose veinte minutos. Esa fue la última vez que…
Ahora tengo la cara muy roja. Dejando a un lado los recuerdos, termino de peinarme recogiéndolo en una cola de caballo. Estoy aplicando pasta de dientes en mi cepillo de dientes cuando escucho un golpe sordo en la cocina, seguido de un murmullo indistinto. "¿Estás bien ahí afuera?" Grito.
“¡Sí, estoy bien! ¡Todo está bien!”
Da igual. Una vez que termino en el baño, regreso a mi habitación para vestirme. Mis ojos se posan en el atuendo desaliñado que dejé antes en mi cama. El unicornio en la camiseta de repente parece infantil. Hurgo en mi armario y actualizo mi atuendo para el día. Finalmente vestida, me miro una última vez en el espejo: camisa negra ajustada y falda vaquera ajustada. Clásico, pero un poco aburrido. Me pongo unos calcetines turquesa y miro de nuevo en el espejo. Mejor. Apago la luz de mi dormitorio y me dirijo a la cocina.
“Eso fue rápido”, dice Jason cuando me ve.
“Tomaría más tiempo si mamá me dejara usar maquillaje”, me burlo. “Sigue diciendo que no soy lo suficientemente mayor”. Mientras me muevo por la cocina tratando de encontrar algo para el desayuno, siento que los ojos de Jason siguen cada uno de mis movimientos. Mi corazón se acelera, pero no sé por qué.
Jason se aclara la garganta. “Se acerca tu cumpleaños. ¿No es esta semana? Vas a cumplir doce años, ¿verdad?
“Sí. Dijo que podría empezar a usar maquillaje cuando cumpla doce años, pero apuesto a que cambiará de opinión”. Termino sirviéndome un poco de leche con chocolate y tomo asiento en la mesa.
Jason frunce el ceño. “¿Eso es todo lo que vas a desayunar?”
“No tengo mucha hambre”. Es verdad. En cambio, mi estómago es una masa de mariposas. Como si estuviera a punto de saltar al campo antes de un gran partido de fútbol.
“Sé exactamente cómo te sientes”. Se frota los ojos con las manos. El cabello de Jason está tan desordenado que me pregunto si durmió anoche. “Odio sonar como un cobarde, pero este jet lag realmente me está pateando el trasero. Vamos, café… haz tu trabajo”.
Antes de darme cuenta, estoy de pie con la cafetera en la mano. “¿Querías un poco más?”
¿Por qué actúo así?
“Gracias, Alice”. Jason me sonríe con sincera gratitud. Le devuelvo la sonrisa y nos miramos a los ojos por un momento.
“De nada”. Estoy tartamudeando porque de repente siento un tirón dentro de mi cuerpo. ESE tipo de tirón. Me doy cuenta de lo que mi mente me ha estado diciendo inconscientemente. Mi pie comienza a golpear nerviosamente el piso de la cocina. Estoy tratando de pensar en algo que decir, pero mi mente está en blanco. “Es una linda mañana”, observo.
Me doy una patada mental. Suena como si estuviera hablando con mi abuela.
Jason toma otro sorbo de café. “Es lindo. Estaba pensando en lo mucho más acogedor que es todo en California”.
Mi mente está acelerada, preguntándome cómo llevar la conversación hacia donde mi cuerpo quiere que vaya. “Quise decir, bueno para nosotros. No es muy frecuente que, ya sabes, podamos estar solos juntos”. No puedo creer que esté diciendo esto. ¿Es demasiado obvio? Escaneo el rostro de Jason, pero parece ajeno a ello.
“Las mañanas tranquilas son definitivamente las mejores”. Hace una pausa. “¿Estás seguro de que no quieres algo para desayunar? No es problema”.
¿Por qué sigue obsesionado con prepararme el desayuno? “No, no quiero nada”, le aseguro.
“No lo sé, chaval. Dicen que los niños que desayunan obtienen mejores notas”.
“Bueno, no quiero COMIDA”. Me estoy poniendo de mal humor y le doy demasiado énfasis a esa última palabra. Estoy desgarrada. Mi cuerpo quiere algo, pero mi mente no cree que sea una buena idea y no puedo decir quién va a ganar.
“Haz lo que quieras”.
Siento que mi cerebro va a sufrir un cortocircuito. Cuando era más joven, adoraba el helado suave que servían en los restaurantes de comida rápida, aunque siempre me revolvía el estómago. Mamá siempre intentaba disuadirme de pedirlo, advirtiéndome de lo enferma que me sentiría unas horas después. Ese tipo de lógica nunca funcionó conmigo.
“¿Jason?”
“¿Sí, Alice?”
Mis manos están inquietas y miro mis calcetines turquesas mientras hablo. “¿Sabes esa… cosa que a veces hacemos?” Me siento mortificada mientras trato de encontrar una manera de abordar verbalmente lo que hacemos juntos. “¿Crees que podríamos hacerlo ahora mismo?”
Jason frunce el ceño. “Lo siento, Alice, no estoy seguro de lo que quieres decir. ¿Qué cosa?”
Una sonrisa nerviosa se dibuja en mis labios. “Sabes…” Me río, no porque esté sucediendo algo gracioso, sino porque estoy muy avergonzada.
“¿Quieres ir al parque de patinaje?”
“No, tonta. Quiero… No me atrevo a decirlo, así que hago un gesto de impotencia que solo sirve para hacerme sentir aún más estúpida. Respiro profundamente, me armo de valor y digo: "Quiero que me toques".
"¿Tocarte?"
Mi cara está roja como una remolacha. "Quiero decir ahí abajo", digo suavemente. Me siento muy culpable por decir esto, pero no sé por qué. Jason no dice nada durante unos segundos, lo que me hace preguntarme si realmente está mal que le pida esto. ¿Y si se enoja y dice que no?
"Oh, cariño…", dice, tomando mis manos. El alivio fluye a través de mí como el agua en un desierto. Me atrae hacia sí hasta que estoy sentada en su regazo, sus brazos envueltos alrededor de mi cintura. La barba incipiente me rasca la oreja. "¿Me extrañaste?", susurra. Tiene aliento a café, pero su aliento se siente agradable contra mi cuello. Antes de que pueda responder, sus manos vagan hacia mis piernas desnudas.
Aunque apenas me toca las rodillas, siento esa familiar oleada entre mis piernas. Pero puedo sentir algo más de él presionando contra mi espalda y me está avergonzando de nuevo. Sin quererlo, dejo escapar una pequeña risita.
“Oye, te hice una pregunta”, incita Jason. “¿Me extrañaste?”
Sus manos ahora se mueven debajo de mi falda, apretando la parte superior de mis piernas. Estoy respirando rápido, como si hubiera corrido la longitud de una cancha de fútbol. “Sí”, admito. Su mano toca mi ropa interior, pero suavemente, apenas haciendo contacto. Abro mis piernas un poco más.
“Yo también te extrañé. ¿Pensaste en mí?”
Recuerdo las noches frustradas acostada en mi cama. “Sí”, admito de nuevo.
“¿Te emocionaste cuando pensaste en mí?” Jason desliza sus manos dentro de mi ropa interior.
“¡Sí!” Cada respuesta provoca una oleada de vergüenza y excitación simultáneas. A pesar de estar completamente vestida, me siento completamente expuesta.
—¿Y qué te imaginabas cuando pensabas en mí? —Su dedo acaricia mi parte más íntima y se siente tan bien que ya estoy a punto de explotar. Solo hacen falta unos segundos más, pero Jason deja de tocarme de repente ahí abajo.
—¿Qué te imaginabas cuando pensabas en mí? —repite.
La respuesta se forma instantáneamente en mi mente. Siempre es la misma: no tengo ropa puesta y Jason me está tocando, haciéndome sentir bien, cuando alguien entra inesperadamente en la habitación y nos pilla en el acto. Generalmente mi mamá, pero a veces un maestro o incluso un vecino. No sé por qué, cómo o cuándo comenzó esta fantasía, pero es demasiado vergonzoso para revelarlo.
—Pensé en lo que estás haciendo ahora mismo. Es una respuesta simple y, en mi opinión, buena. Espero a que Jason comience a tocarme de nuevo, pero no lo hace. En cambio, me levanta de su regazo hasta que estoy de pie. No estoy segura de lo que está pasando y me confundo aún más cuando me levanta y me sube a la mesa de la cocina para sentarme frente a él.
Es un poco incómodo porque me está mirando de nuevo. Miro a otro lado, luego lo miro de nuevo a él, esperando que no me mire. Pero no se detiene. Esto sucede varias veces hasta que finalmente le pregunto: "¿Por qué me miras así?"
"No puedo evitarlo. Eres tan bonita". El cumplido me hace sonrojar. Él continúa: "No recuerdo que usaras sostén la última vez que te vi".
"Mamá me lo compró hace dos semanas".
Sonríe. "¿Puedo verlo?"
La idea de que Jason vea mi sostén con sus pequeñas copas es mortificante. "¿No podemos, ya sabes, volver a lo que estábamos haciendo?" Una vez más, me tropiezo en cómo describir lo que hacemos.
"¿Solo un pequeño vistazo?", suplica.
Razonando para mí misma, decido que cuanto antes le dé lo que quiere, antes podremos volver a la parte del contacto físico. Me saco la camiseta por la cabeza y la dejo a un lado con cuidado, ya que tendré que usarla en la escuela.
"Es súper linda", asiente con la cabeza con aprobación. "¿Cuántos sujetadores compraste?"
"Cuatro. Mamá no quería comprar más porque dijo…" Me quedo en silencio.
"¿Qué?", pregunta.
"Nada". Siento una oleada de calor en las orejas mientras me sonrojo. Mamá dijo que no quería gastar demasiado dinero en sujetadores si me iban a quedar pequeños.
"¿Puedo ver lo que hay debajo? Por favor?" Dudo, pero luego Jason toca mi rodilla. La idea de que me dé esa sensación es como una zanahoria en un palo. Me río nerviosamente. Aunque estoy desnuda en mis fantasías, me incomoda estar desnuda frente a Jason en la vida real. De mala gana, me quito el sujetador y lo coloco sobre mi camiseta en la mesa.
Jason tiene esa extraña sonrisa en su rostro nuevamente y no puedo entender por qué. Es como si se estuviera riendo de alguna broma privada. Me muevo incómoda sobre la mesa e intento actuar despreocupada mientras sus ojos recorren mi cuerpo. En realidad ya no me siento excitada, solo avergonzada. Ojalá mis pechos no fueran tan pequeños y de aspecto extraño.
Extiende la mano y, sin preguntar, toca mi pecho. Hago una mueca cuando sus dedos rozan mis tiernos pezones. Aunque es un toque muy ligero, es lo suficientemente doloroso como para hacer que mis hombros se tensen. Espero que haya terminado de tocarlos. Tal vez lo esté haciendo, porque mueve mis pies para que descansen sobre sus piernas mientras se sienta.
Luego me mira. Expectante. Sin estar segura de si estoy haciendo lo correcto, abro un poco las piernas con cautela. Es extraño lo difícil que puede ser ese acto si no estoy excitada. Pero debe haber sido correcto, porque Jason mete la mano debajo de la falda y me quita la ropa interior. Veo esa extraña sonrisa en su rostro de nuevo mientras tira mi ropa interior sobre su hombro, donde cae sin contemplaciones al suelo de la cocina.
Su mano desaparece, oculta a mi vista, mientras se mete debajo de mi falda. Jason comienza a tocarme de nuevo entre las piernas. Aunque es lo que yo quería, esta vez se siente raro. Raro, como si no me sintiera en absoluto emocionada por ello. En todo caso, casi quiero parar. Miro con nostalgia mi sujetador y mi camiseta sobre la mesa, mi ropa interior en el suelo, deseando poder recuperarlos.
Me siento allí durante un largo rato, sintiéndome confundida. Me estoy cansando de sentarme, así que me inclino hacia atrás hasta que estoy acostada sobre la mesa. Eso se siente un poco mejor. Jason sigue tocándome, así que cierro los ojos. Entonces, como por arte de magia, se siente bien de nuevo. Me doy cuenta de que no me gusta estar cara a cara con Jason cuando me toca. Si no puedo verlo, o si tengo los ojos cerrados, se siente más como mi propia fantasía.
Se necesita un poco de concentración, pero la sensación de excitación va regresando poco a poco. Empieza en la parte baja de mi vientre, justo debajo del ombligo, antes de inundar de repente la zona entre mis piernas en un torrente. Jason me toca siguiendo un patrón muy deliberado. Se siente mejor cuando toca un punto determinado, pero luego se aleja de él antes de regresar unos segundos después. El ir y venir constante me deja en un cálido estado de anticipación que se siente maravilloso.
También noto una extraña presión que no puedo identificar porque tengo los ojos cerrados y no me atrevo a mirarlo por miedo a perder la sensación de bienestar de nuevo. Es como si me estuviera empujando mientras me frota. La presión aumenta hasta que siento un fuerte empujón, como si me estuvieran llenando. Es una sensación celestial.
Mis sentidos están demasiado abrumados como para considerar lo que está sucediendo, así que simplemente lo disfruto. Se siente cada vez mejor hasta que de repente hay un empujón MUY fuerte que va acompañado de una explosión de placer tan poderosa que jadeo en voz alta. Es tan maravilloso que mi cuerpo se sacude de sorpresa y siento que mi mano tira algo. Me siento muy llena y nunca antes había sentido algo así.
"Oh, Dios", pienso para mí misma. ¿O lo dije? No lo sé. No solo estoy a punto de tener esa sensación extra buena, sino que se siente como una especialmente grande. Todo mi ser está al borde del abismo.
Y, así, la sensación de plenitud desaparece como si alguien hubiera dejado salir todo el aire de un globo. ¡Puf! Había estado flotando entre las nubes, pero volví a caer al suelo. Oí el sonido de Jason disculpándose. Me toma un segundo comprender sus palabras.
“¡Lo siento! Debería haber sido más gentil. ¿Te lastimé? ¡No fue mi intención!”. Mientras tartamudea, me incorporo sobre mis codos.
“No…” ¿Él cree que me lastimó? Me doy cuenta de que Jason cree que hizo algo malo. Ahora que lo estoy enfrentando de nuevo, los viejos sentimientos de vergüenza y culpa regresan. Si hizo algo malo, ¿no debería haberlo disfrutado como lo hice? “Quiero decir, sí, está bien”, responde Alice temblorosa.
“¿Te dolió mucho?”, pregunta con preocupación.
Le sigo el juego. “Solo un poquito”.
“¿Quieres parar? ¿Deberíamos parar?”
Lo que realmente quiero es acostarme para que pueda seguir haciendo lo que estaba haciendo. La sensación de saciedad me deja perpleja. Mi mente corre hasta que recuerdo algo que sucedió una vez en una fiesta de pijamas de chicas. “¿Me metiste algo?”
“Fue mi dedo”, admite. “Pensé que estaba bien, pero supongo que no. Lo siento mucho”.
Mis amigos y yo habíamos hablado largo y tendido sobre la absoluta rareza del sexo. Como tenía curiosidad, una vez intenté ponerme un marcador entre las piernas, pero no me pareció nada especial. El dedo de Jason, sin embargo, era una historia diferente. Parecía mucho más grueso que el delgado marcador que había usado. Y definitivamente me pareció especial.
No estoy segura de cómo responder a sus disculpas. “Al principio estuvo bien”, digo. Solo entonces noto el charco de leche con chocolate en la mesa. “Perdón por haber tirado mi vaso”.
“No te preocupes por eso. Puedo limpiarlo más tarde”.
La leche derramada está lo suficientemente lejos como para que pueda volver a acostarme en la mesa. A pesar de la interrupción, mi corazón no ha dejado de latir con fuerza. Cierro los ojos. Es vergonzoso, pero aún siento ese tirón, en lo más profundo de mi cuerpo. Sé lo que quiero, pero espero que Jason no piense que soy una rara. Abro las piernas de nuevo y contengo la respiración.
Su mano regresa, enviando oleadas de alivio y anticipación. Oigo el sonido de la silla raspando el suelo mientras se acerca un poco más. No me importa sentirme avergonzada. No me importa sentirme culpable. Todo lo que sé es que se siente tan bien.
La sensación de excitación regresa rugiendo. Lo deseo tanto que casi puedo saborearlo, sin importar que no sé a qué sabría. Me imagino envolviendo mis brazos alrededor de esa sensación y dándole un gran mordisco. Sería tan satisfactorio.
Jason está tocando ese punto especial, concentrándose en él, presionando fuerte contra él. He estado pensando en esto durante semanas. Me estoy acercando cada vez más cuando siento la mano de Jason alrededor de mi tobillo. Me mueve la pierna hasta que siento que algo toca la parte inferior de mi pie. Es algo muy firme y muy cálido.
“¿Puedes sentir eso, Alice?”, me pregunta.
—Sí.
—¿Sabes qué es eso?
Es muy obvio lo que es. No puedo creer que esté usando mi pie para tocarlo. Parece incorrecto. Mi corazón late fuerte mientras respondo: —Sí.
—¿Qué es? Dime.
—Es… —Mi mente se bloquea. Se siente tan travieso decir esa palabra. Lo intento de nuevo. —Es tu… —Mis labios están tratando de formar el sonido de la "p" cuando la presa se rompe. De la nada, la buena sensación se estrella contra mi cuerpo. Salvajemente, sin control. Se siente tan bien que nunca quiero que termine. Mi pie todavía está pisando la cosa de Jason y se siente duro incluso contra la piel más gruesa de mi planta.
A través del rugido en mis oídos, escucho jadeos que reconozco como los míos. Qué ruido tan peculiar. ¿Realmente podría hacer un ruido como ese? Mis puños se aprietan hasta que las uñas se clavan en mi piel, recordándome que la realidad se esconde detrás de este mundo de placer. Sin embargo, tal vez no debería haberlo hecho, porque el dolor hace que todo se enfoque: el techo de la cocina, la mano de Jason alrededor de mi tobillo, el sudor en mi frente.
Estoy agotada. La buena sensación me ha abandonado, dejándome como un caparazón. Es como si hubiera un vacío dentro donde no siento nada en absoluto. Desafortunadamente, eso solo dura un segundo antes de que el vacío se llene con la variedad de emociones que había estado reprimiendo. Vergüenza. Culpa. Pena.
Oh, Dios mío.
¿Por qué acabo de hacer eso?
"Oh, Dios, mira la hora", digo sin convicción. Me incorporo, mortificada por estar en topless frente a Jason. Me siento muy expuesta y no me gusta. Agarro mi ropa y me visto en un tiempo récord.
No me atrevo a mirar a Jason a la cara. En cambio, corro a mi dormitorio para buscar mi mochila. Me echo la carga sobre los hombros. Jason dice algo sobre el almuerzo, pero yo ya estoy afuera de la puerta. Estoy caminando hacia la esquina cuando veo que se acerca el autobús. Con una sincronización perfecta, se detiene en la acera, las puertas se abren y subo.
Se siente inusualmente silencioso cuando subo al autobús. ¿La gente me está mirando? ¿Hay algo en mi cara que les permite saber lo que acaba de pasar? La idea de que alguien sepa mi secreto me hace sentir náuseas. Pero el autobús comienza a moverse y me aleja. Mi ansiedad se desvanece ligeramente a medida que aumenta la distancia.
Saco un cepillo para el cabello de mi mochila, uso mi teléfono como espejo y me arreglo para lucir presentable. Me quito la banda elástica del cabello y lo recojo en una cola de caballo nueva. Casi me siento mejor hasta que me doy cuenta de que olvidé por completo ponerme la ropa interior. En mi mente, todavía puedo verlo tirado en el piso de la cocina. Rezo a Dios para que Jason lo note y lo guarde antes de que mi mamá llegue a casa.
Fin

Colegiala, la nena de la familia, Parte 03 (de Ariel el Argentino)
16 de diciembre de 2024 en Relatos SDPA, Jovencitas, LGBTQ+, Sexo en público, Sexo en grupo
-Dale que nadie nos ve… mmmm… ¿ves? Ya tenes la verga mas que dura tontito
-Bueno…
-Hace una semana no te veía tontin, te escondías de mi? ¿Acaso no te gusta este cuerpito?
-Mira que sos una puta con todas las letras eh, no hay anda que hacerle…- Dije a Luciana. Estaba arrodillada ante mí, aferrando mi verga con su mano y mirándome fijamente. Situados en el estacionamiento de un boliche al que fui con unos amigos. Ella al verme ahí sin más me agarro de la mano y me arrastro. Y no hay mucho más que decir… antes de que pudiera hacer algo que la tenia entre mis piernas sacando mi verga…
-Me encanta cuando la tenes así dura tontin…- Me hacia gemir la muy puta. Me la chupaba con fuerza, rápido. Estaba recostado contra una pared, ambos ocultos en la oscuridad entre los autos. ¿Qué podía hacer? Al verla así en el boliche, con una minifalda tan corta y trasparente que dejaba poco de su hermoso y enorme culo a la vista. Una remerita con un tremendo escote que hacia estallar sus tremendas tetas, una botas de caña alta, maquillaje bien de pornstar… no podía hacer nada, de verla me empalme…
-Vos te lo buscaste- Dije más que caliente. La agarre de la cintura y la di vuelta contra la pared bruscamente. Baje su tanga y sin ninguna ternura pase mis dedos por su conchita. Estaba toda mojada ya. Pero no se la iba a llevar tan fácil. Moje mis dedos en sus fluidos y embardune su ano. Apoye la punta de mi verga mientras hacia presión con mi cuerpo, dejándola atrapada. Ella solo reía. Clave mi verga de un solo estocón hasta los huevos.
-Aaaahhhyyy si forro! Clávamela en el culo!- Grito. ¿Tenia ganas de gritar? Comencé a bombear aforrándome a sus tetas. Las saque afuera de la remera por el escote. No había nada que hacerle, los pechos grandes eran mi obsesión, y Luciana tenia de los mas grandes que vi en mi vida. Se los estruje mientras mi verga entraba y salía de su culo.
-Así putitoo… Asiii… más fuerte, no podes más fuerte forrito… Más fuerte!!- jadeaba ella fuera de si. Dios… la estaba culeando con toda la furia y ella pedía mas. La culeava violento, aplastándola contra la pared, no tenía piedad… y Luciana lo gozaba como nunca. Acabe dentro de su culo ya sin poder aguantarme. Lance chorros de semen dentro de su recto sin parar. Apreté sus tetas con fuerza. Luciana Lanzo un grito que hizo eco en el estacionamiento.
-Huuuuff dioss… mmmmm… me hiciste acabar tres veces tontito- me dijo acomodándose su caballera rubia. Yo estaba agitado sin decirle nada.
-Después hablamos, la pase lindo, besitos- Me dijo y salio caminando como si nada hubiera pasado.
Me fui del boliche sin más. Aunque aun me quedaban ganas de meterle un par de polvos a Luciana, era mejor irse. Ella tenia razón, la estaba evitando. Hacia una semana que evitaba todo encuentro con Luciana o Jazmín, incluso con Jesse. Desde su cumpleaños, tenia un terror atroz de que Jazmín supiera de las fotos.
Había dejado pasar unos días por las dudas, metiendo excusas sobre trabajo y estudio. Pero jazmín tampoco había dado señales de saber de ellas. Me llamo dos veces en la semana y también decía que tenía mucho que estudiar.
“Te extraño…” era mensajitos como ese los que me mandaba Jesse al celular. Esos mensajitos me llenaban de vida. No se como había aguantado en no ir a su colegio. Pero le había dicho que el lunes le iba dar su regalo de cumpleaños. Jazmín no me había dicho nada, así que pensé que no sabía nada de las fotos. Aunque creo que esa era una mera excusa que me ponía para ver a Jesse.
Por suerte ese domingo no tuve noticias de nadie hasta la noche. Me la pase poniéndome al día con el trabajo y cosas. Esta relación con las 3 hermanas me estaba consumiendo en vida.
“No me aguanto hasta mañana, jiji” Me mando Jesse un msj alrededor de las 10 pm. Me encantaba su “jijiji” al final de los mensajes, era muy tierno. Sin falta, ella todas las noches me decía por msj “me voy a dormir, tkm… besitos”. Era un amor… me la imaginaba así, tan linda durmiendo con su pijama que resaltaba todos su tremendo.. Dios… no podía dejar de pensar en ella! Y al fin llego ese lunes.
Me sentí un chico de 15 años mientras caminaba hacia el colegio de Jesse. Sentía cosas en el estomago y algo de nervios. Espere a unas cuadras de allí por 20 minutos que me parecieron días enteros. Hasta que vi a Jesse doblar la esquina. Me quede mirándola embobado. Si había algo que me obsesionaba más que los pechos grandes eran los uniformes de colegiala. Y si había algo que me obsesionaba aun más que eso era Jesse…. Que cumplía todo. Mi angelito estaba un poco más alta (aunque seguía siendo bajita) pero su cuerpo era más atlético. Si cinturita se había afinado y sus piernas tenían ya una forma increíble, perfecta. Aunque aun trababa de ocultar su tremendo cuerpo bajo ropas unos talles más grandes, no eran tan amplias como antes. Ver sus piernas moverse bajo su faldita era algo que dejaba embobado a cualquiera… y ni hablar de mirar su pecho y ver como sus grandes senos se abultaban bajo la camisa con la corbatita cayendo entre ellas.
Jesse me vio y sonrío. Me atonto aun más eso. Supe que jamás perdería esos rasgos de su cara. Una carita dulce y tierna, con grandes ojos azules. Tenía el pelo con dos trencitas cayendo sobre sus hombros y un flequillo en la frente. Un nuevo corte de pelo que le sentaba genial. Cuando llego hasta mi me pare del banco y ella sin mas me abrazo. Hundió su cabeza en mi pecho y se aferro a mi con fuerza.
-Te extrañe…- Me dijo. Levanto la cabeza y me encontré con su mirada, de esas miradas que hacen que los hombres hagan cualquier cosa por esa chica. No me importo que nos vieran, la bese con dulzura. Sentí electricidad al tocar sus labios. Jesse levanto un piecito al besarme. Fue un beso perfecto.
Caminamos una al lado del otro en silencio durante algunas cuadras. Yo tenía las manos en los bolsillos y Jesse en un momento tomo mi brazo y se pego a mí. Éramos toda una pareja de enamorados paseando. Caminamos por el centro hasta llegar al complejo de cines casi sin hablar. Lo extraño y a su vez muy reconfortable era que no me sentía para nada incomodo estando en silencio con ella.
-¿Y que película quiere ver la princesa? – Jesse ya no se sonrojaba (mucho) cuando la piropeaba. Solo me miraba con una amplia sonrisa. Se ponía el dedo en la boca y miraba la cartelera de cine, pensando cual elegir. Podría haberme pasado horas mirándola hacer eso.
-Esta, dicen que es linda- Me dijo señalando la película “amor y prejuicio”. Compre las entradas y un tarro de pochocho y gaseosa. Jesse no dejaba de sonreír, si fuera menos tímida estaría saltando de aquí para allá seguramente. Yo la miraba sin parar, casi no podía quitar los ojos de ella. Era mi colegiala y deseaba que nunca creciera, que se quedara así para siempre.
Una ves que entramos a la sala, note que estaba vacía. Solo entraron una pareja que se sentó en medio de la sala y un señor de unos 60 años dos filas debajo de nosotros, pero lejos a un costado. Yo lleve a Jesse a la última fila, al medio. Tener a Jesse sentada a mi lado de nuevo me hacia sentir los pies en el aire. Se acurrucaba en el asiento recostándose en mi hombro. Y comía pochocho de a uno y muy despacio. Yo la miraba y la miraba.
-Ay… ¿que me miras tanto?- me pregunto riendo.
-Que sos lo más hermoso que vi en mi vida, me quedaría mirándote así siempre- le dije y ella se quedo mirándome a los ojos, largando un profundo suspiro. Me acerque a ella y la bese suavemente. Me enloquecía sentir esos labios carnosos y tiernos. Jesse sabía a caramelo. Comencé a sentir calor… mucho calor. Besar a Jesse me enloquecía. Pero no quería ser siempre el depravado sexual que terminaba empomándola en cualquier logar. Esta era una salida romántica que le había prometido. Y también me había prometido a mi mismo ser un caballero con ella.
-Ahí comienza la peli- Le dije cuando las luces se apagaron. Jesse se acomodo y la rodee con mis brazos. Tenia que controlarme. Pero la película, a pesar de ser una buena película, me aburría. Así que cuando mis ojos se acostumbraron a la oscuridad, comencé a mirar a Jesse de nuevo. Ella estaba muy compenetrada con la película. Mire sus piernas… cada día que pasaba Jesse tenia mejor forma, estaba mas atlética. Mire sus pechos, era increíble, pero estaban más grandes. El los dos enormes bultos que se armaban bajo la camisa eran cada vez mas evidentes…. Me volvió loco ver sus pechos… hacia días no los tocaba… mi verga comenzó a palpitar dentro de mi pantalón. Quite mi mirada de sus pechos… observe su cara, Jesse bebía gaseosa del sorbete. Era excitante verla… parecía que estaba mamando mi… dios, no podía dejar de calentarme mirándola. Mirara hacia donde la mirara, todo en ella me hacia subir la temperatura, mi verga se endurecía… mi mente se perdía… mi brazo que la rodeaba por sus hombros se movió un poco… lentamente baje mi mano hasta su pecho y comencé a acariciarlo.
-Ay basta…- Susurro Jesse riendo contenida. Le gustaba, y eso me ponía aun mas loco de deseo. Era un juego para ella.
-Solo un poquito…- Le susurre al oído y apreté su teta con mi mano. Jesse pego un respingo. Comencé a hacer círculos con mi dedo donde estaba su pezón.. Este se endureció y se notaba através de la tela.
-Ay nos van a ver…- Me dijo riendo mirándome. Cuando volteo su carita hacia mi sus labios se encontraron con los míos. Ya no fue un beso suave, sino que la bese con pasión, la atraje hacia mi y comencé a besarla moviendo nuestras lenguas. Jesse se perdía… sabia que eso la perdía… La tome de la cintura con una mano mientras con la otra masajeaba sus tetas por encima de la camisa. Comencé a besar su cuello, Jesse respiraba más fuerte.
-Nos pueden ver… me decía con su vocecita entrecortada…-
-Estamos en la oscuridad, nadie nos ve..- le aseguraba yo sin dejar de besarla. Jesse iba a decir algo, pero mi mano se metió entre sus piernas apretando. Ella hundía su cabeza en mi pecho suspirando fuerte. Corrí hacia arriba el apoyabrazos que molestaba. Tome de las piernas a Jesse y las subí arriba de las mías. Ella tímidamente me abrazaba. Mi mano hurgueteada entre sus piernas y se metía bajo su pollera. Mi lengua jugaba con la suya. Corrí hacia un lado su bombacha de algodón y comencé a frotar su clítoris. Jesse apoyo su cabeza en mi pecho y se aferro a mi remera con sus manos. Mis dedos se movían rápido en su conchita. Jesse me mordía la remera y movía sus caderas instintivamente.
-Mmmmmmmm…- Se la sentía jadear contenida. Mientras uno de mis dedos frotaba su clítoris, otro entra y salía. Jesse ya estaba pérdida, súper excitada, fuera de si. Acaricie sus cabellos al sentir que temblaba. Que me calvaba as uñas. Que me mordía el pecho. Estaba acabando en mi mano.
-Huummmmmmmm…. –Jadeo largamente y quedo quita. Respiraba fuerte agitada. Me miro y estaba toda colorada. La bese de nuevo y ella me beso… Mientras lo hacia baje el cierre de mi pantalón y dirigí una de sus manos ahí. Jesse se puso nerviosa. Pero tenia esa sonrisita picara que me encantaba. Miro hacia todos lados.
-Nadie nos ve princesa…- Le susurre al oído. Sentía su manita entrar en mi pantalón y agarrar mi verga. Me sentía en el paraíso. Jesse aprendía… y no tardo mucho en sacar mi verga afuera. Se reía sola con la boca cerrada mirando mi verga. La apretaba con su mano y miraba a su alrededor a ver si alguien nos veía. Yo besaba su cuello y eso la encendía… su manita comenzó a moverse de arriba hacia abajo masturbándome. Se sentía de lujo… me recosté para estar cómodo y gozar de la paja. Pero Jesse se separo de mi, miro de nuevo hacia todos lados, y luego riendo se arrodillo en el suelo y sin mas se pego un lametón a mi verga. Dios, mi colegiaba si que aprendía! Ese lametón me hizo sentir una descarga eléctrica. Lamió varias veces haciéndome gozar de una manera que solo Jesse podía hacer. Luego se la fue metiendo en la boca… sentía la calidez de sus labios rodeando mi verga y su lengua moverse… La deje hacer lo que quisiera…. Me mamaba la verga despacio, disfrutándola, como si hace mucho no saboreara ese caramelo.
Mientras ella seguía en eso, note que el viejo de 60 años que estaba lejos de nosotros nos miraba. Lo sabía por el reflejo de los anteojos que llevaba. Y tan poco me importaba todo que el viejo se levanto y camino hacia nosotros. Se sentó a unos 4 asientos de nosotros y nos miraba fijamente… miraba a Jesse mamar mi verga. Me excitaba mal tener a ese viejo que ni en sueños podría tener a una chica como Jesse mamándole la verga. Me sentía poderoso. Antes de que Jesse se diera cuenta la saque de mi verga y la atraje hacia mi besándola. Le fui sentando sobre mí quedando frente a frente. Corrí su bombachita hacia un costado y coloco mi verga en la entrada de su vagina. Jesse me miraba fijamente y no dejo de hacerlo cuando la fui bajando hasta ensartarle toda mi verga.
-Huuufff…mmmm…- Bufaba ella contendiendo todo gemido. Me abrazaba fuerte. La tome de los cachetes del culo y la subí un poco… para luego dejarla caer. Cada vez mas rápido, la hacia subir casi hasta sacarle toda mi verga y se la volvía a enterrar. Jesse tenía su cabeza apoyada en mi pecho y no se daba cuenta del viejo. Este, cuando lo mire, tenia su verga afuera del pantalón y se la masajeaba. El viejito al tenia totalmente dura! Tenia la miraba clavada en la penetración. Si yo fuera el viejo y viera a esa tremenda colegiala clavarse una verga en medio de un cine, también estaría así de erecto.
-Mmmm!..mmm!!!!!!!...- Comencé a subir a Jesse y a bajarla tan rápido que comenzó a clavarme las uñas de nuevo en mi espalda. Ella tenia sus rodillas alrededor de mi prácticamente saltaba sobre mi verga. Temblaba de nuevo en otro orgasmo... y mientras lo hacia, aproveche para darla vuelta, Jesse se dejaba manejar como yo quisiera… La puse de espalda a mí y la senté de nuevo.
-Por ahí n…- intento decir al sentir que acomode mi verga en la entrada de su culito. Pero mi verga estaba lubricada con sus jugos y con un poco de fuerza la fue penetrando. Ella se recostó sobre mí y aproveché para abrazarla. Con una mano la agarre de las tetas y las apreté con fuerza. La otra la tenía en su entrepierna y frotaba su vagina. Jesse ya no tenía nada que morder. Así que apretaba los dientes para no hacer ruido.
El viejo miraba con la boca abierta y se ajeaba fuerte. Y respiraba de una manera que parecía que le estaba por dar un ataque al corazón. Yo movía mis caderas bajo Jesse y penetraba su anito sin piedad. Ella se retorcía arriba mío sin saber de donde agarrarse. Le estrujaba las tetas y metía dos dedos en su vagina.
-Mmmmmmmm…- jadeaba mi colegiala. Pero en un momento giro su cabeza hacia un costado y vio al viejo. Jesse no dijo nada, solo se lo quedo mirando. Mi verga seguía entrando y saliendo de su culito. Ella respiraba fuerte. Sus tetas parecían estallar bajo la camisa. Su cuerpito se contorsionaba, comenzaba a temblar en un tercer orgasmo. En ningún momento dejaba de mirar al viejo, de mirar como este se pajeaba con ella.
-Huummmghhhhhhhh- Jadeaba apretando los dientes acabando de nuevo. Pero yo aun no acababa y le iba a dar al viejo el espectáculo de su vida. Baje a Jesse de mi y ella como leyéndome el pensamiento se arrodillo en el suelo. Estaba como mareada. Ella solita agarro mi verga con su mano y comenzó a pajearme. Yo ya casi no aguantaba mas la situación, estaba por acabar. Y cuando Jesse pego un lametón no aguante mas y comencé a acabar a chorros sobre su cara. Jesse abría la boca y dejaba que mi leche la embardune toda. El viejo se agarra el pecho y también eyaculaba. Apenas si largo unos pocos chorros. Se quedo mirándonos casi súper agitado mientras Jesse relamía mi verga. Mi nena se paso los dedos por la cara y se comía mi leche… era increíble lo sacada que estaba. Pero luego de que termino, me miro a mí, miro al viejo y se puso totalmente roja. Y rápidamente se sentó a mi lado ocultándose del viejo.
-Ya termino la función le dije al viejo- Pero este se acerco unos asientos mas a nosotros y jadeando nos dijo.
-Pago lo que sea por estar con ella, lo que sea, solo digan el numero, la plata no es problema…- Jesse se ocultaba detrás de mi temerosa.
-Tengo que decir que no…- le dije riendo.
-Bueno, se cuando me dicen que no… igual les dejo mi tarjeta, lo que sea por ella..- Nos dijo y me dio su tarjeta. Luego se paro medio tambaleándose y se fue de la sala. Ella lo miro ocultando su carita de ángel en mi brazo. Pero no me hablaba.
La pareja que estaba en el cine ni se dio cuenta de lo sucedido. Cuando salí con Jesse de la sala ella se ocultaba en mi brazo temerosa y avergonzada. Yo la miraba y me reía. Ella me miraba y se reía vergonzosa. Estaba toda colorada y con los pelos revueltos.
-Ay que vergüenza… ese señor…- me dijo Jesse con su vocecita. Yo me reí.
-Ese señor es mi… profesor de historia…- La noticia me cayo como un balde de agua fría. Con razón Jesse estaba tan avergonzada. Para tranquilizarla le dije:
-No te hagas drama princesa, me vas a decir que no la pasaste bien?-Le pregunte. Jesse solo me miro y sonrío. Salimos a la calle y caminamos un rato de la mano. Jesse como si nada hubiera pasado comenzó a contarme cosas del colegio, que tenia muy buenas notas en gimnasia y en dibujo, y que algunos chicos se le acercaban a hablar con ella. Eso me puso un poco celoso a la vez que estaba preocupado por que pasaría con ese profesor que nos vio en el cine…
-Pero jamás les daría importancia.. Son tan inmaduros…- Me dijo. Era verdad, si había algo que tenia en Jesse era la confianza de dejarla hacer lo que quisiera que sabia que siempre me iba a dejar contento.
-Si ese profesor intenta hacerte algo, corres, gritas y llamas a alguien, o me llamas a mi si?- Le dije ya sin aguantarme. Me había quedado preocupado. Y esta vez fue Jesse la que me tranquilizo.
-Esta bien, pero no creo que haga nada…-
Estábamos charlando así cuando al doblar una esquina sentimos una voz.
-Hola la la- Mire hacia atrás y saliendo de un bar estaba Luciana. Nos miro a los dos de arriba abajo son una sonrisa perversa.
-¿Pasándola bien en el cine los tortolitos?- nos dijo mirando su celular.
-La salida al cine que le prometí a Jesse- le dije algo seco.
-Mmmm… bueno, lamento arruinar su velada pero tengo que charlar con mi hermanita. Y ahora es el momento ideal.- Dijo Luciana agarrando de la mano a Jesse y sacándola de mi lado. Jesse me miro y agacho la cabeza. Estaba por tomar de la mano a Jesse y traerla conmigo de nuevo, pero Luciana me dijo que no con la cabeza. Comprendí que ella tenia poder sobre mi y que tenia que ceder ante sus locuras.
-Bueno, voy a dejar que te despidas de tu novio.. Ay perdón si no es tu novio!- Decía Luciana riendo. –Anda y dale un rico beso, dale- y empujo a Jesse hacia mí. Mirando a Luciana, Jesse, que también estaba sumisa ante las órdenes de su hermana, se paro de puntas de pie y me beso.
-Así me gusta! Que lindos se ven!- seguía riendo Luciana. –ahora vamos hermanita, tenemos muchas cosas que hacer!- Dijo y se llevo a Jesse de la mano. Maldición ¿Qué se traía Luciana con Jesse? No podía hacer nada, Luciana sabía todo y tenia miedo de que hablara con Jazmín. Me sentí impotente… con Jesse no… pero no podía hacer nada. Así que arrastrando los pies, me fui a mi casa.
Ya hacia bastante que no veía a Jazmín… todas las señales indicaban que había visto las fotos, otro opción no había. Y desde ese día, Jesse también estaba algo rara. No me enviaba mensajes de texto al celular como siempre lo hacia. Algo estaba pasando y no sabía que era.
…”Estoy dispuesta a hacer todo por amor”… era la ultima frase de un mail que me había mandado Jesse. La frase me daba vueltas por la cabeza. ¿Y si me escapa con ella para nunca más volver? Como en las películas. Al final, solo quería estar con ella… pero también estaba de novio con su hermana, andaba con la otra… soy una basura.
Mire las fotos que Luciana nos había sacado aquella vez. Por dios, si Jazmín vio esto no hay excusa que valga. Era las fotos más pornográficas que vi en mi vida. Y Jesse, mmmm mierda me calenté de solo verlas. No podía evitarlo. Mirando las fotos le dedique una paja increíble… pero mientras lo hacia por mi mente pasaba la imágenes de jazmín, de jazmín con Jesse… las dos conmigo… Luciana, Jesse y jazmín… las tres… estaba obsesionado! Ni siquiera Luciana aparecía en esos días…
Una vez al día le mandaba un msj a Jesse, pero siempre me respondía lo mismo. “Estoy bien, besos”… era muy extraño. Le pregunte si pasaba algo con sus hermanas, o si el viejo profesor del cine había hecho algo, pero Jesse respondía lo mismo. “no pasa nada, estoy bien, besos”. Esas no eran las palabras de mi colegiala, algo feo se estaba por venir. Encima mis tiempos también se habían complicado y no podía pasar a la salida del colegio de Jesse, esa hubiera sido una buena oportunidad de hablar con ella.
Cuando ya no entendí nada, mi teléfono sonó… era jazmín.
-Hola Javier…- Tenia la voz rara. Me trataba bien, pero no como siempre. Pero si había visto las fotos debería estar enojada o algo así.
-Disculpa por la falta de tiempo, veni un rato a casa así nos vemos…- me dijo Jazmín. Estaba rara, pero llegue a la conclusión de que no había visto las fotos. Actuaría de otra forma, las fotos eran escandalosas!. Así que sin más ese día fui a la casa de mi novia. Por las dudas me iba preparando para lo peor, algo me decía que las cosas no andaban bien.
-Hello morocho- Me dijo Luciana cuando me abrió la puerta. La hija de puta tenía puesto tan solo un pequeño top y unos shorts de jeans que apenas si tapaban sus partes íntimas. Pero no, la mire a los ojos y la salude normal, tenia que ir con cuidado.
-Hola Javier- Me saludo Jazmín dándome un pequeño beso en los labios.
-Estoy cocinando, ahí vengo- Dijo y se metió en la cocina. Estaba preciosa, un pantalón de vestir negro y una camisa clarita. Sus cabellos peinas hacia atrás con un rodete. Pero el delantal le daba un toque sexy. Respire profundo, no había visto las fotos.
-Espero que nos divirtamos esta noche- Me dijo Luciana pasando por mi lado sin antes tocar mi bulto. Que hija de puta, jazmín estaba de espaldas a ella, pero Luciana por como la conocía no tendría dramas de hacerlo con jazmín mirando. Me senté en la cocina a observar a jazmín. Luciana quedo en el living mirando tv.
-Y como van las cosas con la Facu- Le pregunte a jazmín que preparaba una salsa.
-Bien, nos dan mucho trabajo- Decía sin darse vuelta. Yo miraba hacia la puerta esperando ver al tercer ángel, a la pequeña princesa. Pero Jesse no aparecía.
-Esta bien la salsa así?- Dijo jazmín dando de probarla con una cuchara. Estaba deliciosa. Jazmín me miro y me dedico una leve sonrisa. Algo el pasaba, estaba rara. Y si no eran las fotos, que podría ser? Me acerque a ella y la abrace por detrás.
-¿Estas bien Jazmín?- Le pregunte cariñoso. Ella quedo silenciosa unos segundos.
-Si, solo tuve muchos dolores de cabeza en estos días, ya se me va a pasar…- Dijo y siguió con la comida. Jazmín era más enérgica, mas activa. Había algo que no me decía. Pero sabia bien que no tenia que presionar, ella contaba las cosas cuando le parecía contarlas.
-Ay… hola Javi.. er… -Escuche esa vocecita que tanto me fascinaba. Me di vuelta y ahí estaba Jesse. Ella me miro y corrió la mirada avergonzada. Note que Jazmín nos miraba de reojo.
-Hola Jesse- Le dije sin acercarme a ella. Estaba increíblemente bonita. Con ropa de entrecasa, un pantalón de jogging, unas pantuflas y una remera rosada… quería ir y abrazarla y comerla, pero me tenia que contener.
-¡Cada día estas mas grande hermanita!- Luciana apareció también en la cocina y abrazo a Jesse por detrás. Le agarro las tetas a Jesse y las apretó riendo. Jesse solo bajo la mirada toda sonrojada. Jazmín que miraba todo corrió la mirada y siguió con la comida.
-Ayuda a Jesse con la mesa Javi, que ya van a llegar mis papas- Dijo Jazmín y Jesse se desprendió de Luciana. Ahora sentía la mirada de las dos hermanas en mi nuca. Luciana se había sentado a cortar pan, jazmín en la cocina. Y Jesse y yo acomodando los platos. Ella me miraba un poco pero bajaba mirada tímida. Yo la miraba y le sonreía. La situación era tensa con las otras dos hermanas mirando.
Pero por suerte eso fue lo máximo que paso en la cena. A los 10 minutos llegaron los padres y la tensión se rompió. Aunque jazmín no dejaba de mirar que hacían Jesse y Luciana. Jesse no me dirigió la palabra, solo me miraba, y Luciana solo se reía viendo todo. La madre que me hablaba sobre cuando me comprometía con jazmín, o el padre haciendo comentarios de cómo estaba creciendo la nena de la casa, Jesse.
-La nena tiene dos cosas que crecen más rápido que ella- Comento Luciana. Jesse casi escupe al juego que estaba tomando y se puso totalmente colorada. Su padre río ampliamente.
-¡Mi nena esta creciendo!- Solo dijo riendo. Yo mire a Jesse, la verdad que si estaba creciendo. A pesar de su baja estatura… había crecido machismo desde que comenzó todo. Era igual de alta que Luciana. Luciana era una enana ya, a su edad media 1,62, al igual que Jesse. Pero Jesse crecería más. La nena de la familia era las más hermosa de las tres sin duda. Y esta destinada a convertirse en una autentica diosa. La gimnasia hacia su cuerpo más atlético, su cintura más delgada… una cola aun mas redonda… sus tetas crecían sin control… las tendría igual o más grandes que Luciana… tuve que parar de pensar en eso porque me estaba empalmando mal.
-Ya es tarde… me voy yendo a casa- Dije ya a las 11 de la noche. Los padres ya dormían. Al final salvo esos detalles, todo había trascurrido con normalidad. Jesse se había metido en su cuarto y Luciana en el suyo. Jazmín me acompaño a la puerta.
-Si tengo tiempo este fin de semana salimos dale- Me dijo dándome un beso. Que raro se comportaba. Me fui caminando lento hacia mi casa. Jazmín no había visto las fotos, pero ya me explicaría que pasaba, seguro era algo con la facultad. Jesse… Luciana le había hecho algo a Jesse, de eso estaba seguro. Estaba muy rara la princesita y eso me preocupaba.
Me senté en un banco a esperar el colectivo. Mientras estaba ahí pensaba en Jesse, que hacia que se comportara de esa manera, tan distante. No se cuanto tiempo pase ahí sentado, pero cuando me di cuenta el colectivo ya estaba ahí y lo deje pasar. Y sin siquiera meditarlo, comencé a caminar de nuevo a la casa de las 3 hermanas.
Ya eran las casi la una de la madrugada. Al llegar estaba la casa a oscuras. Todos debían estar durmiendo. La casa era de dos pisos, bastante grande. La casa no tenia rejas así que camine alrededor de la casa. Ya había hecho esto antes cuando conocía a jazmín. Me metía en las noches a su cuarto sin que nadie se diera cuenta. Mire la ventana de Jazmín… ¿y si me metía a su cuarto? Le daría una buena sorpresa, tal ves una visita arreglaría todo con ella. ¿Pero quería arreglar todo con ella? Unos metros al costado estaba la ventana de Jesse… ahí quería entrar… pero si me descubrían si que se podría todo. No se si fue una excusa barata, pero me prometió que la próxima vez subiría al cuarto de jazmín. Quería ver a Jesse, tenia que verla.
Subí lentamente sin hacer le menor ruido por la enredadera de la pared hasta llegar a su ventana. Por suerte no estaba cerrada. La abrí y con cuidado me metí dentro de la habitación. Ya solo el perfume que impregnaba todo me saco todo miedo y tensión que podía tener. Me quede un rato quieto esperando que mis ojos se acostumbraran a la oscuridad. Solo se escuchaba la respiración de Jesse. Estaba acurrucada en su cama bajo las mantas. Solo se veía su cabeza de cabellos amarillos.
Lentamente me dirigí hacia ella. Sentía la adrenalina de la situación invadirme. Sabía que no estaba actuando en mis cabales. Me saque mis zapatos lentamente observándola. Me senté a su lado en la cama y acaricie sus cabellos. Jesse seguía dormida. No se escuchaba ruido alguno en la casa. Eso me tranquilizaba mas, me hacia sentir que nada ni nadie podría interrumpir este momento. Me deslice bajo las mantas. El calor humano que emitía Jesse me enloquecía. Pase mis manos por su cintura lentamente para no despertarla aun. Arrime mi cuerpo hacia ella, quedamos acostados en cucharita. Sentirla tan cerca mío, acostado con ella…. Bese su cuello despacio. Jesse suspiro. Mis manos se deslizaron por su cuerpo. Acaricie sus pechos por sobre el pijama. Dios… que bien se sentía…. Los apreté un poco… deslice mi otra mano mas abajo… pase por su pancita y la metí bajo la ropa. Mis dedos se metieron entre sus piernas. Pase mi dedo por su rajita por sobre la bombachita. Jesse suspiro más fuerte. Se acomodo dormida y pego su cola en mi bulto… mi verga estaba durísima, todo esto me tenia excitado.
Desabroche mis jeans y saque mi verga afuera… con toda la paciencia del mundo baje el pantalón de su pijama un poco. Su culito redondo, firme quedo ante mí. Baje su bombachita… mmmmm… tenia ganas de penetrarla ya, pero debía esperar…
Aforrándola contra mí comencé a acariciar todo su cuerpo. Jesse no despertaba, respiraba más fuerte. Mis dedos se deslizaron bajo su bombachita y acariciaron su clítoris. Jesse suspiro largamente. Mis labios besaban su cuello y mi otra mano se metía bajo su pijama y se aferraba a sus enormes tetas. Sin que guié mi verga ni nada, esta sola se fue metiendo entre los cachetes de la cola de mi pequeña. Estaba perdido en un mundo de placer. Mis caderas empujaban, sentía que mi glande se abría paso por su agujerito trasero. Jesse comenzó a jadear cada vez mas fuerte despertando. MI verga se metía lentamente en su culito sin piedad. No se si Jesse estaba despierta o no, solo la vi aferrar sus manos a la sabana y morder la almohada.
-Otra vez… Lu… -Susurro Jesse pero no le di importancia. Mi verga ahora comenzaba a salir, luego la volvía a meter. Jesse se dejaba hacer, comencé a besar su oreja. Jesse volteo su cara hacia atrás y me vio.
-Sos… mmm.. Javi… sos…- La bese con pasión comenzando a culearla mas fuerte. Jesse me besaba con lujuria. Después de un buen rato de estar así en cucharita culeándola, la di vuelta. Los ojitos de Jesse brillaban en la oscuridad. No decía nada. Pero notaba que sonreía. Agarre sus piernas y las abrí. Jesse no decía nada, y las piernas no oponían resistencia. Estaba como idiota mirándola cuando me di cuenta que las piernas de Jesse estaban completamente abiertas, formando una letra T al revés. ¡Dios! ¡No sabia que tenía tanto estiramiento! Jesse al ver mi cara de asombro rió picaramente.
-¿Desde cuando sos una contorsionista de circo?- Le susurre besándola.
-Te dije que era buena en gimnasia…- Me dijo ella riendo.
Acomodo sus piernas juntas y las coloque sobre mis hombros. Jugué con mi verga pasándola por su conchita o por su anito. Jesse jadeaba divertida, pero se notaban sus ganas de que la penetre. Recostándome sobre ella, agarre sus tetas con mis manos. La imagen era increíble, sus tremendas tetas tapaban la parte de debajo de su cara.
-¿Dónde te gusta mas? ¿Acá?- Le dije pasando mi verga por su rajita.
-¿O acá?- Pasando mi Verga por su anito. Jesse movió la cabeza diciendo que si en su anito. Esta chica me estaba por volver loco. Comencé a meter de nuevo mi verga por su culo. Jesse al sentirla cerro los ojos y apretó los dientes. Comencé a bombearla fuerte, sacándola despacio y metiéndola de un empujón.
-Bueno… tenía pensado algo para esta noche… pero esto es mejor- Ambos miramos hacia el costado de la cama. Ahí parada estaba Lucina completamente desnuda. Ni nos dimos cuenta cuando entro a la habitación.
-Sigan en lo suyo- Nos dijo subiéndose a la cama. Luciana se coloco detrás de mí. Sentí sus enormes tetas aplastarse en mi espalda.
-Metesela con furia… rómpele todo ese culito hermoso a la nena de papa- Me decía Luciana al pido pasando la lengua. Me volvía loco, eso me enloquecía. De repente Luciana tiro de mí y me saco de Jesse. Ella se acostó sobre su hermanita y la beso con pasión. Me quede bobo mirando la escena. Y mas aun cuando vi que Jesse no se resistía, si no que la besaba con la misma pasión con la que lo hacia Luciana.
-¿Qué haces ahí, metémela en el culo ahora!- Me Ordeno Luciana apretando las tetas de su hermanita. Jesse me miro, no sonreía ni nada. Tan solo me miraba. Penetre a Luciana con fuerza, sin lubricarla ni nada.
-¡Asi!- Jadeo conteniéndose. Comencé a culearla con fuerza. Jesse quedaba aplastada bajo nuestros cuerpos. Luciana besaba a su hermana y chupaba sus tetas. Jesse comenzó a jadear, Luciana le metía dedos en su rajita mientras yo la culeaba sin piedad. Estaba con las dos hermanas a la vez. Las miraba atontado, si alguien entraba ahora se armaba el lío del siglo. Mire la puerta, mire a las dos hermanas. Mire como mi verga entraba y salía de ese enorme culo. No aguantaba más. Comencé a llenarle el culo a Luciana sin poder contenerme más.
-Tu noviecito me esta llenado el cuelo de leche…- Decía Luciana a Jesse. Yo quede jadeando. Luciana me miro y dijo.
-Ahora te vas- me la quede mirando como si hablara en otro idioma.
- Agarra tu ropa y salís por donde entraste, tengo que hacer unas cositas con mi hermanita, la mas putita de la región….- Jesse solo me miro neutral.
-Pero…- Proteste.
-Te vas o sabes lo que puede pasar- Me dijo Luciana son una sonrisa perversa. Aun seguía sobre Jesse. Me vestí rápidamente y salí por la ventana. La última imagen que vi fue de Luciana sobre Jesse a punto de besarla. Me sentí tan basura cuando sentí mi verga endurecerse de nuevo.
Pasaron unos días sin ninguna novedad. Mi única excusa para ir a la casa de las 3 hermanas era visitando a Jazmín. Pero al llamarla me dijo que estaba muy ocupada, que no podía. Jesse no contestaba mis mensajes. Volvió a responder “estoy bien, beso” y nada mas. Me tenía como loco saber que Luciana tramaba algo con la nena.
Unos días después llame a Jesse por teléfono pero no me atendió. Volví a llamarla, nada. Era muy extraño. Solo recibía los mismo mensajes “estoy bien, besos” y nada mas. Me dedique a mis cosas. Jazmín estaba ocupada, y Jesse seguro no me hablaba por alguna cosa que Luciana le dijo. Las cosas se estaban poniendo muy extrañas.
“Mañana pasame a buscar al colegio, pero anda una hora mas tarde”
Unos días después de no recibir ninguna noticia, Jesse me envío ese mensaje. Al fin la podría ver! ¿Pero porque una hora mas tarde? Tampoco importaba mucho, iba a ver a mi colegiala preferida. Aunque tenía cosas que hacer, suspendí todo para estar disponible.
Salí de mi casa ese día muy tranquilo. Pase por el kiosco y le compre unos chocolates a Jesse. Jesse salía a las 13 hs del colegio, así que tenia que estar a las 14 hs ahí. Cuando llegue no había nadie. El colegio estaba vacío. Me pregunte que haría Jesse en el colegio cuando ya se habían ido todos. Ya estaba en la puerta pero no había señales de Jesse. Mire hacia un lado y hacia el otro. Nada. Me recosté contra el muro a esperar. A los cinco minutos veo a Jesse salir de las instalaciones y dirigirse a la puerta de entrada, donde estaba yo. Me la quede mirando como idiota. Tenia el cabello atado con una coleta y su faldita flameaba al caminar. Sus pechos se bamboleaban un poco a cada paso. Al verme me dedico una sonrisa.
-Hola Princesa…- Dije.
-Hola…- Me dijo ella algo extraña. Abrió el portón del colegio. –Pasa…- Me dijo y comenzó a caminar hacia las instalaciones de nuevo. Estaba rara, no me habia dado un beso, ni siquiera un abrazo.
-¿A dónde vamos Jesse?- Ella Me miro y algo sonrojada me dijo.
-Es… una sorpresa…- Y siguió caminando. La seguí sin más. Nunca había entrado al colegio de Jesse. Era un colegio enorme. Jesse me llevaba por los pasillos sin decirme nada. Caminaba unos pasos delante mio, su faldita ondeaba al caminar. Era un movimiento hipnótico.
-Bueno, acá es…- Me dijo Jesse. Estábamos en la puerta del aula de historia. Jesse saco un bañuelo del bolsillo y me lo dio.
-Te… te tenes… que vendar los ojos…- Me dijo completamente sonrojada y corriendo la mirada. Yo confiaba completamente en ella. Y sabía que si darme esa venda ya le daba vergüenza, preguntar la pondría aun mas incomoda. Me ate la venda en los ojos y quede a oscuras.
-Listo…- Dije a Jesse. Ella me tomo de la mano, sentir su cálida manita me erizo la piel. Escuche la puerta abrirse. Jesse me guío dentro del aula. Escuche una risita que no era de Jesse. Una risita inconfundible.
-Luciana- Dije en voz alta.
-Hola cuñadito rompecorazones- Me dijo ella. –Te vas a sentar acá, tenemos una sorpresita para vos. Las manos de Luciana me empujaron y caí sentado en uno de los bancos.
-Ahora te quedas quietito- Dijo Luciana. Tomo mis manos y las llevo hacia atrás y las ato con una tela.
-¿Que queres Luciana?- Le dije pero tampoco me resistía. Ahora ella me estaba atando los pies a las patas de la silla. Quede completamente inmovilizado.
-Es una sorpresa, si te digo deja de ser sorpresa- Me dijo muy divertida.
Continuará