
La inquilina, Parte 03 (de Cazzique)
10 de enero de 2025 en Relatos SDPA, Jovencitas
Era miércoles y llegué puntual miré alrededor para verificar que nadie se encontrara por los pasillos de la vecindad, las ventas del departamento trece se encontraban cerradas y me acerqué hasta la puerta, vi que la cortina se movió y casi enseguida la puerta se abrió. Palma me miró sonriente y entré rápidamente al departamentito.
Ella cerró la puerta tras de mí y se quedó parada allí esperando a que yo iniciara la conversación, la miré acercándome lentamente, traía puesta una playera blanca y una minifalda de color rojo, huaraches y su cabello rizado suelto. Llegué hasta donde estaba la pequeñita y me agaché para besarla, ella me ofreció sus labios y nos enfrascamos en la candente lucha de lenguas por varios minutos.
Palpé las nalgas de la jovencita por encima de la tela de la minifalda y fui en busca de sus hermosas y delgadas piernas, las acaricié y fui subiendo poco a poco dándome cuenta de que la chiquilla no traía bragas, mis dedos se recrearon en los cachetes redondos y suaves de sus nalgas y seguí pocos segundos después el canal de su culo hasta llegar a su ano, acaricié suavemente el arrugado agujerito y luego seguí con mis caricias sobre los cachetes.
– ¡Vamos al cuarto! – me dijo la niña.
Palma se encontraba ansiosa y esta vez no se quedó parada al lado de la cama sino que se recostó abriendo sus piernas y mostrándome la rajada ya húmeda y su culo oscuro debajo. Me quedé de pié al lado de la cama y me comencé a desnudar rápidamente, mi verga pronto quedó completamente erecta ante la vista de la chiquilla que no me quitaba la mirada. Cuando quedé completamente desnudo me paré al lado de la cama e hice que la nena se sentara al borde de la misma, le acerqué mi tronco a la cara y ella enseguida se lo llevó a la boca. Su lengua comenzó primero a recorrerme el tronco dentro de su boca y yo sujeté su cabeza iniciando un leve movimiento de caderas.
Mi verga entraba y salía de su boquita y ella acariciaba con su lengua y sus labios, lo hacía ya muy bien a pesar del poco tiempo que teníamos practicándolo. Tras algunos minutos de estarme felando detuve a Palma o de lo contrario terminaría viniéndome, la levanté y nos besamos mientras la iba desnudando. Tampoco como era su costumbre traía brasier y cuando le quité la playera sus hermosos y pequeños senos quedaron al descubierto.
Me aparté un poco de ella para amasarlos, acariciarlos, besarlos y chuparlos a mi libre antojo. Mientras estaba en la deliciosa tarea sobre sus senos desabroché la minifalda que lentamente cayó al suelo dejando a la chiquilla solamente con los huaraches puestos. Me hinqué entonces quedando a la altura de su concha y desabroché las correas del calzado.
Palma estaba ya completamente desnuda cuando mis manos comenzaron a acariciar sus pantorrillas y lentamente fui subiendo por sus piernas, al llegar a sus muslos apliqué mis labios a la aromática conchita de la niña y metí ligeramente lengua entre sus pliegues, ella gimió al contacto de mi boca con su cuevita y abrió un poco las piernas deseosa de que yo hiciera más cosas allí. Pero solamente fue ese pequeño contacto y luego continué acariciándola, subiendo lentamente por sus caderitas, su cintura y finalmente sus senos.
– ¡Hoy te voy a enseñar algo nuevo! – dije después de que terminé.
– ¿Qué? – preguntó curiosa.
– No comas ansías, pronto lo vas a descubrir.
La tomé por los hombros y la hice darse la vuelta, quedó de espaldas a mí, le pedí que se montara en la cama y ella quedó de rodillas sobre ella aún dándome la espalda, sujetando sus hombros la fui empinando lentamente hasta que sus nalgas quedaron perfectamente perfiladas.
– Quédate así... ¡Veras que cosa más rica!
Me hinqué exactamente detrás de ella quedando sus genitales frente a mi cara, acaricié sus nalgas apreciando su bella figura y su juventud, los labios vaginales se apretaban debajo del arrugado ano. Pasé mi mano por todos los rincones posibles y después besé las nalgas, un cachete, luego el otro y finalmente el ano. Mi lengua se metió en el oloroso agujero trasero de Palma qué comenzó a experimentar deliciosas sensaciones y gemía levemente mientras yo estaba trabajando en su culito.
Dejé mucha saliva en su ano y empecé a empujar la punta de uno de mis dedos mirando como la pequeña oquedad se abría lentamente al hacerlo. Ella se dejó hacer sin poner resistencia a nada y mi dedo lentamente fue avanzando dentro de su estrecho recto. Finalmente tras algunos minutos de estar metiendo y sacando mi dedo vi que el ano de la niña comenzaba a ganar un poco de amplitud. Era momento de intentar con otro dedo más. Fue una labor un tanto difícil pero logré con un poco de esfuerzo meter mi segundo dedo en ella sin lastimarla, todo lo contrario, la niña lo estaba disfrutando tanto, qué llegó a un orgasmo tan solo con los manipuleos en su ano.
Cuando noté que el culillo de mí nena estaba ya perfectamente ensanchado como para meter algo más me levanté y abriendo con rapidez el portafolio que tenía sobre el buró, saqué un frasco de vaselina. Unté perfectamente el agujerito de Palma con la sustancia y puse mucho de ella también en la punta de mi pene, entonces sujetándola por las caderas le apunté mi verga al agujerito.
Muy lentamente comencé a penetrarla, el glande se fue abriendo camino suavemente a través de su esfínter. Sí le dolió, pero fue el mínimo dolor posible y la hermosa Palma lo soportó perfectamente. Mi verga se fue metiendo y metiendo hasta qué la mitad quedó dentro. Me apretaba espectacularmente el nabo y ni qué decir del exquisito calor de su interior.
Continué empujando muy lentamente en su apretado agujero y minutos más tarde lograba que mis vellos se apretaran contra sus nalgas, era una maravilla ver ese culito estrecho y joven perfectamente empalado por mi grueso tronco. Ella respiraba agitadamente y pujaba un poco. Le acaricié la espalda, su cabello y bajé las manos hasta sus tetas, las estuve amasando por varios minutos sin mover en lo más mínimo mis caderas. Esperé varios minutos sintiendo en mi verga los movimientos del intestino de la niña y cómo su esfínter se apretaba fuertemente contra mí.
Puse las manos en su cintura y entonces comencé a salirme de su cuerpo despacio, saqué mi verga únicamente hasta la mitad pues todavía sentía como su culito me rechazaba poderosamente. Nuevamente volvía e entrar y así se inició un lento mete-saca que se prolongó cerca de veinte minutos. En cada paso veía mí nabo entrar y salir lentamente abriendo y empujando la piel de su ano. Él que ya alguna vez haya tenido una experiencia similar comprenderá mi calentura al estar entrando y saliendo lentamente, mirando cómo en cada paso sucede algo delicioso con el culito penetrado, el olor que se desprende, el calor que se experimenta y las sensaciones de la persona que es penetrada, los ruidos que se escuchan y todo lo qué se me logre escapar.
En fin ya estaba bombeando el hermoso y apretado culito de Palma y al parecer ella estaba llegando a un segundo orgasmo. Sentí su esfínter apretarse más en esos momentos estrangulándome deliciosamente la base del garrote, me movía lentamente pues no quería venirme y miren que me costó mucha concentración el hacerlo pues era tan delicioso todo qué me era muy difícil contenerme. Cuando sentía qué estaba a punto de explotar me detenía por completo y respiraba profundamente tratando de bajar un poco la excitación.
Cuando sentí que me tranquilizaba un poco reinicié lentamente los movimientos de entrada y salida en la caliente y apretada cavidad, a ella la guiaba con mis manos sobre la cintura llevándola a un lado y al otro dependiendo de lo que iba sintiendo.
No pude más estallé llenado de leche caliente el intestino de la chiquilla y ella lo sintió, sintió cómo mi lefa le quemaba por dentro y terminó viniéndose junto con migo. Era delicioso el sentir como mi verga entraba y salía más rápida y suavemente con la profunda lubricación de mi semen.Me estuve moviendo así hasta terminar de eyacular completamente dentro de ella y tan caliente me encontraba que mi erección no se perdió.
Saqué mi verga de su agujero y le pedí que me la mamara, la nena se levantó y pudre apreciar como su anito comenzaba a cerrarse nuevamente y a expulsar el semen que le había dejado dentro. Palma se hincó en el suelo y sujetó mi verga completamente repleta de semen embarrado con una de sus manitas y la guió hasta su boca. Primero se metió la cabeza y la chupó delicadamente dejándola limpia del semen que tenía en la superficie. Luego meneó la barra a un lado y con su lengua fue recorriendo ese lado, saboreaba la leche que la barra tenía y así continuó hasta dejar completamente limpio con su saliva ese lado, continuó con el otro de la misma manera y finalmente se la metió en la boca, mamó una y otra vez mi tronco casi completo aunque todavía le faltaba meterse un buen trozo.
Palma no se detuvo ningún instante y pasados unos diez minutos nuevamente comencé a venirme, la chiquilla se tragó toda la leche que me estaba saliendo y no dejó que una sola gota se escapara, finalmente perdí la erección y me recosté en la cama a un lado de ella.
– ¿Te gustó que te la metiera por el culo?
– ¡Me dolió un poco!... Pero sentí muy rico también.
– Lo vamos a seguir haciendo para que te acostumbres a tenerla allí.
– ¿A ti te gusta lo que sientes?
– Sí... Me fascina cogerme a chiquitas como tú...
– ¿Has cogido con muchas?
– No muchas, pero si algunas... ¿Te gustaría verme cogiendo con una?
– No lo sé.
– Bueno si se da algún día lo practicamos.
– ¡Quiero más! – dijo casi suplicando.
– ¡No te preocupes!
Me levanté y miré el cuerpo desnudo de la chiquilla, le abrí las piernas y me recosté entre ellas, comencé a mamarle su conchita poniendo especial atención sobre su clítoris. Casi inmediatamente Palme llegó a un orgasmo qué me bebí por entero y no me detuve, por el contrarió comencé a meterle un dedo en su conchita mientras se la mamaba.
La caliente jovencita tardó unos cinco minutos en llegar a otro orgasmo más y seguía ardiendo, me sujetaba la cabeza para evitar que la dejara y yo contento continué chupándole su exquisita cosita. Los caldos no paraban y yo los bebía sin detenerme, ya tenía la lengua cansada pero era increíblemente satisfactorio estar con esa niña, así que soporté lo más posible y finalmente mi nena alcanzó un demoledor orgasmo que la hizo por fin pedir paz.
Nos quedamos recostados un buen rato en la cama, sin movernos y solamente contemplándonos, su cuerpo joven, delicado y deseoso de sexo era delicioso. Palma se estaba acostumbrando a la verga y le estaba encantando, lo único que me faltaba era desvirgar su cuquita.
Rompí el silencio diciéndole que le había traído un regalo, la chiquilla se incorporó mirándome y yo estiré mi mano hasta el portafolio que estaba en el buró, le di un paquete y le dije que no lo abriera ahora. Que lo abriera a solas y que lo usara la próxima ocasión en que nos viésemos.
Me levanté, me vestí y me retiré dejando a mi joven amante recostada completamente desnuda y con su culito ya reventado en la cama. Ella me miró cuando salí diciéndome adiós con su manita.
Continuará

La experiencia de mi hija Amy, Parte 06 (de Melkor)
10 de enero de 2025 en Relatos SDPA, Jovencitas, Incesto, Zoofilia
Fue muy agradable despertar a la mañana siguiente abrazando el cuerpo desnudo de la persona que amas. Desafortunadamente, era martes y tuve que apresurarme a sacar la basura, y Amy tuvo que prepararse para la escuela. Ambos logramos tomar un desayuno rápido antes de que Amy se apresurara a tomar su autobús. Mientras tanto, saqué la basura. Seguía lloviendo, pero dio señales de que iba a aclararse en poco tiempo. Luego me senté en mi oficina y comencé con mi último proyecto de trabajo.
Debí estar completamente concentrado en mi nuevo proyecto, porque me sorprendí bastante cuando escuché que Amy llegaba a casa. Sin darme cuenta, incluso había trabajado durante el almuerzo. La lluvia había parado, aunque todavía era un día bastante sombrío.
El plato de comida de Loki estaba vacío de nuevo, pero seguíamos sin ver ninguna otra señal de él. Amy estaba tan deprimida que me rompió el corazón. Se abrió paso abatida hasta su habitación y no la volví a ver hasta la cena. Intenté sacarla de su caparazón, pero sin éxito. Su depresión por la ausencia de Loki simplemente no podía ser superada. Una oferta de ir al cine fue tristemente rechazada y ella desapareció de nuevo en su habitación.
Pasé por su habitación de camino a la cama y la encontré acurrucada de cara a la pared. Le di un beso rápido en la mejilla y me volví hacia mi habitación. Cuando llegué a la puerta, me preguntó en voz baja: —Papá, ¿y si no vuelve? ¿Y si se ha ido para siempre?.
Regresé hacia ella y la envolví en un gran abrazo.
—Alguien se ha estado comiendo la comida que hemos dejado. Dudo mucho que Loki haya ido muy lejos. Sólo dale tiempo. Puede que haya estado solo por un tiempo. Puede que tenga que acostumbrarse a estar rodeado de gente otra vez.
Ella se relajó un poco ante ese pensamiento.
—Eso espero. Sólo espero que no tarde demasiado. Gracias, papi. —Le di otro beso rápido y me fui a la cama. Me quedé despierto un rato viendo la televisión antes de acostarme. Mi cama se sentía un poco más vacía sin mi pequeña conmigo, pero así eran las cosas.
Me desperté el miércoles y vi que hacía un día soleado y glorioso. Amy ya estaba abajo vestida para ir a la escuela, desayunando. Me miró con una sonrisa bastante débil cuando me senté frente a ella. Traté de entablar una conversación con ella sobre cómo le iba en la escuela, cuándo era su próximo examen y cosas así, pero no le di más que una respuesta superficial. Suspiré mientras ella salía deprimida por la puerta.
Para distraerme de su descontento, me sumergí en el trabajo. Quería intentar terminar este proyecto antes del viernes, cuando tenía que pasar el día en la sucursal. No tenía muchas ganas de hacerlo. Odiaba tener que soportar reuniones y presentaciones que parecían interminables.
El regreso de Amy de la escuela me tomó por sorpresa una vez más, aunque al menos esta vez me había acordado de almorzar. Era un día tan maravilloso que me sorprendió bastante que Amy no se pusiera el traje de baño y se dirigiera al patio. En cambio, se dirigió a su habitación nuevamente y no parecía que fuera a salir a la superficie en un futuro próximo.
Cuando salí a llenar el plato de comida de Loki, que estaba vacío, noté que el césped necesitaba ser cortado nuevamente. Pensé que ese era un buen momento para terminar con esa tarea. Tal vez me daría tiempo para pensar en alguna forma de sacar a Amy de su actual estado de depresión.
Terminé rápidamente de cortar el césped y tiré los restos de hierba en el contenedor que estaba junto al garaje. Una vez más, me pareció ver un atisbo de movimiento en la maleza que bordeaba el terreno vecino. Me detuve y observé con más atención durante un rato. Esperaba no estar viendo cosas debido a mis esperanzas de que mis niña fuera feliz.
Guardé la cortadora de césped y cerré la puerta del cobertizo, dándome la vuelta para regresar a la casa a limpiar cuando alguien apareció trotando por la puerta sino nuestro perro errante.
—¡Loki! ¡Ven aquí, muchacho! —lo llamé. Me sorprendió bastante que viniera hacia mí inmediatamente. Le rasqué detrás de las orejas y continué rascándole la espalda. Se sentó, disfrutando de la atención, meneando la cola vigorosamente. Le di varios golpecitos en el costado. —Conozco a alguien que estará muy feliz de verte.
Me dirigí a la puerta de la cocina, seguido por Loki. Se detuvo junto a su plato para perros y empezó a comer mientras yo abría la puerta del patio y llamaba a Amy.
—Amy, ¡tienes que venir aquí!
Escuché una respuesta bastante hosca: —No quiero.
Me reí para mis adentros, pensando que ciertamente así era.
—No, tienes que venir. Tienes visitas.
—Preferiría no hacerlo —gritó con petulancia—. ¿No podrías pedirles que vuelvan en otro momento?
—Amy, no voy a ser tan grosero. No deberías esconderte en tu habitación todo el día. Será mejor que bajes y saludes.
Me tocó a mí sonreír con sorna cuando la oí bajar las escaleras con resentimiento. Me las arreglé para borrar la sonrisa de mi rostro cuando se acercó, refunfuñando en voz baja. Pasó a mi lado mientras yo sujetaba la puerta y logró dar un paso antes de quedarse paralizada. Al parecer, acababa de notar al gran weimaraner gris comiendo allí en el patio.
La escuché susurrar con voz incrédula: —¿Loki?", y luego gritó alegremente: —¡Loki! ¡Eres tú! ¿Dónde has estado? ¡Te extrañé!
Hubiera preferido que ella estuviera frente a mí para poder ver el rostro de mi ángel en ese momento. Solo podía imaginar la tristeza que se desprendía de su rostro y que luego era reemplazada por la alegría radiante que el regreso de Loki había creado.
La cabeza de Loki se levantó de golpe al oír el grito exultante de Amy y pareció prepararse cuando ella prácticamente se le arrojó encima. Sollozó felizmente mientras acariciaba y acariciaba al gran perro, como para confirmar que realmente estaba allí.
Mientras tanto, Loki gemía en voz baja, moviendo la cola. Parecía angustiado por las lágrimas de Amy y comenzó a lamerle la cara. Me sorprendió que el perro grande pareciera haber aceptado tan rápidamente el afecto de Amy. Era como si siempre hubiera sido su perro.
El lamido continuó, provocando que Amy se riera de placer. Me hizo gracia cuando ese largo tiempo que le había recorrido la cara entró en su boca abierta y empezó a lamer el interior. Lo que realmente me sorprendió fue su reacción. Esperaba que se apartara por instinto, pero en lugar de eso movió la cabeza hacia delante para permitir que esa lengua entrara más en su boca. Vi su lengua batiéndose a duelo con la del perro grande, similar a ese beso erótico que habíamos compartido juntos la otra noche.
Me pareció una imagen increíblemente extraña y, al mismo tiempo, muy excitante. Allí estaba mi pequeña hija de doce años dándole un beso francés a un perro justo delante de mí, y no solo no me importó, sino que me excité al verla.
Dejé que esto continuara durante varios minutos antes de interrumpirlo tan groseramente.
—Amy, Loki, tendréis mucho tiempo para eso más tarde. Sin embargo, parece que sois unos jóvenes bastante sucios...— mientras asentía con la cabeza hacia la camiseta y los pantalones cortos ya sucios de Amy, —Antes de seguir adelante, creo que es necesario un baño.
Amy chilló de alegría ante la sugerencia.
—¡Esa es la idea más perfecta, papá! —dijo, un poco más pensativa. —Es un perro bastante grande, ¿podrías ayudarme? ¿Por favor?
Me reí de los dos antes de responder: —Por supuesto que lo haré. Vamos a llevarlos al baño. Creo que el sábado compramos champú para perros. ¡Diablos, compramos todo lo demás!—. Amy se rió de eso mientras los tres subíamos corriendo las escaleras. No me preocupaban demasiado las huellas de patas embarradas. Pensé que le pediría a Amy que las limpiara... más tarde.
Mi amor ya había preparado el agua del baño cuando llegué. Loki estaba dando saltos como un cachorro, olfateando por todos lados. Amy estaba de rodillas, con las manos extendidas sobre la bañera para revisar el agua cuando entré. Justo cuando parecía que estaba a punto de sentarse, Loki saltó hacia ella y olfateó su trasero vuelto hacia arriba, y lo arañó con la pata. Casi parecía confundido por la presencia de los pantalones cortos que llevaba puestos.
Amy miró hacia atrás y se rió: —¡Todavía no, niño travieso! ¡Ya habrá tiempo para eso después de tu baño!—. Me pareció muy excitante su referencia bastante casual a lo que ambos sabíamos que sucedería en breve. Me reí para mis adentros mientras me preguntaba cuánto más excitación podría sentirme considerando el conocimiento de que este perro grande pronto volvería a reproducirse con mi pequeña hija de doce años.
En realidad no fue tan difícil meter a Loki en la bañera. No podía creer la cantidad de suciedad y mugre que tenía. El agua rápidamente se volvió de un gris muy sucio. Terminamos cambiando el agua dos veces antes de que pudiéramos limpiar al perro grande.
No me sorprendió mucho que yo terminara limpiando la mitad delantera de Loki, mientras que Amy de alguna manera se las arregló para limpiar sus cuartos traseros. Noté que ella pasó bastante tiempo en su vientre, y se sobresaltó con culpa cuando notó que la estaba mirando frotando la vaina de Loki. Simplemente le sonreí y le entregué la jarra que había estado usando para enjuagarlo. Ella me devolvió la sonrisa tímidamente mientras terminaba de enjuagar ella misma su mitad del perro grande.
El pelaje de Loki era tan corto que no tardó mucho en secarlo. Cuando terminamos, lo miré con aprecio. Loki realmente era un perro hermoso, especialmente ahora que estaba limpio. No podía entender cómo era posible que estuviera deambulando por nuestra parte de la ciudad sin que ALGUIEN lo extrañara. Pero sin collar ni placas, parecía que realmente lo habían abandonado. Bueno, ahora era nuestro perro.
Ahora que el gran Weimaraner estaba limpio, Amy sorprendentemente se volvió tímida. Continuó abrazando y acariciando a su nuevo perro, pero se había vuelto pensativa. Me miró desde donde estaba arrodillada, acariciando al perro grande y dijo en voz baja:
—Lo quiero, papi, ahora mismo más que a nada en el mundo. Pero tengo miedo.
—Está bien tener miedo, cariño. Si quieres, estaré allí para ayudarte.
Amy se rió: —No iba a hacer esto sin ti, papi. Creo que me preocupa que duela.
Pensé por un momento y respondí sinceramente.
—Amy, es tan grande que creo que te dolerá otra vez, probablemente más que un poquito. ¿Estás segura de que quieres hacer esto?— Amy se mordisqueó el labio un poco y luego asintió rápidamente.
Casi como si esto fuera un detonante, Loki, que había estado sentado en silencio durante todo este intercambio, se inclinó y lamió la cara de Amy, lo que la hizo reír de nuevo. Amy se puso de pie, respiró profundamente y dijo: —Creo que es hora de bajar al patio—. Luego, con un brillo perverso en los ojos, agregó: —Y no te olvides de cerrar la puerta esta vez.
Nos reímos juntos mientras los tres bajábamos las escaleras. Loki se apresuró a adelantarse, todavía husmeando por todos los rincones de la casa, como si estuviera aprendiendo la ubicación de todo en su nuevo hogar. Sin embargo, después de unos pocos olfateos, volvió hacia Amy con un resoplido, como para decirle que lo aprobaba. No quiero decir que me ignorara por completo, se chocaba contra mi mano pidiendo que le rascara la oreja, pero ya era el perro de Amy. O tal vez Amy era su humana. Ya era difícil saberlo.
Amy se detuvo un momento en la puerta del patio y respiró profundamente. Antes de salir al patio con su nuevo perro, se volvió hacia mí y me preguntó en voz baja:
—Papá, ¿podrías traerme las cosas que necesito? Ah, y trae la cámara de video del armario. Quiero poder ver esto más tarde—. La petición de la cámara me dejó completamente anonadado, pero me emocionó al mismo tiempo. Me encontré deseando ver esta película con mi pequeña niña más tarde en la noche.
Me apresuré a recorrer la casa y recogí las cosas que pensé que harían que Amy tuviera una mejor experiencia. Me llevó muy poco tiempo y pronto me encontré afuera, en el patio, con los brazos llenos de suministros y viendo a mi pequeña hija, ya desnuda, retozando en el jardín trasero con su perro.
Ya me daba cuenta de que Loki no estaba jugando limpio. Amy se detenía y se daba vuelta, con Loki saltando en el mismo lugar frente a ella, mientras ella se movía de un lado a otro en un intento de engañarlo con la dirección en la que iría a continuación. Sin embargo, Loki en cambio se lanzaba hacia adelante y metía la nariz en su entrepierna y estornudaba. Esto provocaba un paroxismo de risas de Amy antes de que saliera corriendo y el juego continuara.
El olor que emanaba del coño aparentemente excitado de Amy también debió haber llamado la atención de Loki. A pesar del alboroto, había logrado vislumbrar la punta de su pene rojo que ya asomaba de su funda. Dejé mis cosas en su tumbona del patio y me dirigí a la puerta para cerrarla.
Amy se dio cuenta rápidamente de mi regreso, porque dejó de retozar y se dirigió al patio. Loki la siguió, aparentemente dividido entre el deseo de retozar y el atractivo aroma que emanaba de la niña que caminaba a su lado. El aroma de Amy debió haber ganado, porque se quedó atrás y comenzó a golpearla con la cabeza. Amy se rió de eso y la escuché decir: —Deja de hacer eso, niño tonto. Sé lo que quieres y te lo daré en un momento.
Casi me reí de mí mismo por su tono de regaño, mientras me dirigía hacia ella, donde ya se había sentado en la tumbona y se había asegurado de que la puerta estuviera bien cerrada. Loki hizo honor a su nombre por ser un tramposo. Ya estaba lamiendo la cara y el cuello de Amy. Ella todavía se reía mientras abría bien la boca para permitir que su lengua lamiera el interior. Él solo la provocó por un momento antes de comenzar a lamerle la barbilla y el cuello antes de detenerse en su pecho.
Amy jadeó de sorpresa cuando esa lengua ágil lamió sus pechos prepúberes, provocando que sus pezones se endurecieran como pequeñas protuberancias. La lamida se extendió más hacia su estómago, esa lengua talentosa girando alrededor de su ombligo provocó una serie de risitas.
Sentí envidia de ese perro enorme cuando su lengua finalmente llegó a la fuente de ese olor del pequeño coño de Amy que debía estar volviéndolo loco. Los ojos de Amy se abrieron y sus manos agarraron con fuerza el marco mientras esa lengua comenzaba a girar y lamer alrededor de su coño juvenil. Su respiración se aceleró y se hizo más profunda, y miró mi rostro con asombro. Mientras tanto, Loki había comenzado a hacer ruidos profundos al encontrar la fuente de ese olor excitante.
—¡Oh, Dios mío! ¡Oh, papá! ¡Oh, papá! ¿Eh, papá? ¡Creí que te había pedido que la trajeras!— Saqué la cámara y el trípode de la pila de cosas que había dejado y le pregunté dónde quería que lo colocara. Señaló hacia el final de su tumbona y de repente gritó —¡Aa ...
Amy siguió respirando con dificultad y gimiendo. No estoy seguro de si se había dado cuenta de que había abierto bien las piernas y había deslizado el trasero hacia adelante para permitirle a Loki un mejor acceso. No podía ni imaginar las sensaciones que estaba experimentando cuando esa talentosa lengua dividió los estrechos labios inmaduros de su coño y se hundió en las profundidades de su joven coño en busca de cada gota de jugo vaginal que estaba produciendo.
Acababa de terminar de configurar y poner en funcionamiento la cámara cuando, de repente, Amy agarró la cabeza de Loki y la apretó contra su pequeño coño mientras arqueaba la espalda y literalmente chillaba. Sus extremidades se trabaron y me preocupé por un momento de que Loki pudiera morderla accidentalmente durante el orgasmo obviamente atronador de Amy.
La visión de Amy llegando al clímax contra la lengua de su amado perro casi me hizo correrme. Logré recuperar el control, ya que sabía que aún habría más. Me alegré de que mi bebé se hubiera corrido tan rápido. Estaba pensando que haría que su experiencia de eyaculación fuera mucho menos dolorosa.
Finalmente soltó la cabeza de Loki y lo empujó suavemente lejos de su coño, sin duda sobreestimulado.
—¡Dios mío! ¡No puedo soportarlo más! Por favor, Loki, por favor, detente —se quejó, pero sorprendentemente siguió las instrucciones de Amy.
Me miró por la cámara, como para asegurarse de que tenía la cámara preparada cuando volvió a mirarme. Sus ojos se abrieron y seguí su mirada hasta los cuartos traseros de Loki, donde su pene de perro, que seguía creciendo, ya se había extendido al menos veinte centímetros fuera de su funda y seguía creciendo.
Ella se derritió hasta que quedó acostada de lado mirando directamente el impresionante equipo de Loki. Luego se acercó a la pata trasera de Loki, donde Loki amablemente le permitió acercar su parte trasera a su rostro. Ella se acercó y tocó suavemente su pene con su mano, luego me miró.
—Está caliente y se siente tan... extraño. No se parece en nada al tuyo, papi
Sonreí un poco ante su comparación, todavía un poco celoso de ese perro, pero mucho más disfrutando de las acciones de Amy con él. Me encontré ajustando mi erección ya dura como una roca por quién sabe cuántas veces esa tarde. No podía creer lo sexy que estaba mi pequeña acostada allí acariciando suavemente esa gran polla de perro. Luego me dejó completamente atónito.
Observé con incredulidad cómo mi pequeña Amy se inclinaba y abría esos hermosos labios, envolviéndolos alrededor de la polla de ese gran perro. Tanto Loki como yo nos quedamos completamente congelados, aunque Loki, comprensiblemente, gimió suavemente por la indudable y exquisita sensación de esos delicados labios, estoy seguro.
Por el movimiento de sus mejillas, me di cuenta de que estaba moviendo la lengua por todo el cuerpo del intruso que tenía en la boca. Luego, aparentemente decidiendo que era aceptable, movió la cabeza de manera constante más abajo en el eje y luego hacia atrás, aumentando la velocidad con cada embestida. Repitió el movimiento, moviéndose gradualmente más y más lejos, cada vez más rápido, por el eje de su polla de perro, hasta que después de unos 7 cm hizo un repentino movimiento de náuseas y se detuvo.
Entonces vi la escena más asombrosa que jamás había visto. Amy cerró los ojos como si estuviera concentrándose, respiró profundamente y lentamente comenzó a mover la cabeza más abajo en el eje de Loki. Sus hombros se levantaron dos veces en un reflejo nauseoso cuando la punta afilada de su pene debió haber chocado nuevamente en la entrada de su garganta. Entonces, de repente, la cabeza de Amy comenzó a moverse lentamente más abajo en su eje.
Mi mano todavía sostenía mi polla dentro de mis pantalones cortos de cuando la estaba ajustando antes, pero no se había movido. No importaba. Exploté en un orgasmo asombroso cuando vi el gran bulto formarse en la hermosa garganta de Amy mientras de alguna manera se las arreglaba para tragarse esa monstruosa polla de perro. ¡No podía creer que estaba viendo a mi propia hermosa hija de doce años tragando profundamente una polla de perro! Mi único pensamiento racional era "¿Dónde había aprendido a hacer eso?"
Loki gimió más fuerte ante la sensación. Pude VER los músculos de la garganta de Amy ondularse contra su pene. No tenía idea de cuánto había tomado, pero al menos había llegado hasta su nuez de Adán. Si hubiera sido mi pene el que estuviera en su garganta, no sé cómo habría durado más de unos pocos segundos.
Parecía que había pasado una eternidad, pero debieron haber pasado sólo cinco o diez segundos antes de que ella retirara la cabeza y soltara la polla de Loki de su boca con un jadeo. Respiró profundamente durante unos segundos y luego me miró. Una línea de baba todavía conectaba la punta de la polla de Loki con la comisura de su boca, pero no creo que se diera cuenta. Con una sonrisa torcida me miró y dijo con voz ronca: —¿Qué piensas? No estaba segura de poder hacerlo.
—¡Eso fue increíble, nena! ¿Dónde aprendiste a hacer eso?—, fue mi respuesta asombrada.
Su voz estaba volviendo a la normalidad. —Nunca había hecho eso antes, esa fue la primera vez. Leí sobre eso en una de nuestras historias pornográficas y pensé en intentarlo—. Se frotó la garganta. —No fue lo que esperaba. Tendré que intentarlo de nuevo más tarde. ¿Lo grabaste?
Bajé la mirada para comprobarlo. —Sí, lo tengo todo. Creo que te sorprenderás tanto como yo cuando lo veas.
Ella se rió y luego miró a Loki, que la miraba con reproche. Me imagino que estaba decepcionado por no tener su polla envuelta por el cálido vicio de la garganta de mi pequeña.
—Mira, ¡ya está chorreando! Alguien debe estar listo para el plato principal. —Se rió de nuevo, respiró profundamente y me miró—. Creo que estoy lista para él, papi. ¿Puedes ayudarme a prepararme? Quiero estar boca arriba para poder tocarlo.
—Lo que necesites, cariño. ¿Qué tal si le pones unos calcetines en las patas delanteras para que no te vuelva a arañar? Tengo algunos ahí mismo.
Amy se rió de nuevo, sentándose en un lugar donde podía agarrarlos con una mano mientras seguía rascando y acariciando al increíblemente paciente Loki con la otra. Levantó cada pata y deslizó cada uno de mis calcetines viejos sobre la primera de las patas delanteras del perro grande. La soltó para comenzar con la segunda, con lo cual cayó inmediatamente al suelo.
—¡Papá! ¡No se quedan en su lugar!
Acababa de descubrir cómo organizar las cosas para que Amy estuviera cómoda cuando su queja sobre los calcetines me llamó la atención. —Hay cinta adhesiva debajo de la toalla. Ten cuidado con el pelo de sus patas. Tienes que mover el trasero si voy a prepararte esto.
Amy se bajó de la tumbona y se arrodilló para que le resultara más fácil ajustar los calcetines. Mientras tanto, doblé el tercio inferior de la tumbona hacia el medio y coloqué un trozo de goma espuma que tenía en el garaje encima para hacer un cojín cómodo que cubrí con varias toallas.
Aún no se veía bien, así que le pedí a Amy que se acercara y se sentara en el extremo. Ella movió ese maravilloso trasero hacia adelante justo antes de que se deslizara fuera de la tumbona y se inclinó hacia atrás. Fue entonces cuando vi que esto obligaría a Amy a inclinarse demasiado hacia atrás. Ajusté la espuma hasta que Amy estuvo cómodamente apoyada, reclinada casi como si estuviera descansando en una silla de dentista.
Loki se quejó todo el tiempo mientras preparábamos todo. Sin embargo, Amy intentó calmarlo todo el tiempo. Una vez que todo estuvo listo, ajusté la cámara y me aseguré de que hubiera suficiente batería, luego miré a mi hermosa joven Venus descansando en su sofá. —Creo que estamos listos. ¿Estás lista? No creo que podamos parar después de esto.
Amy cerró los ojos brevemente para ocultar la preocupación que podía ver en el fondo de ellos. Estaba a punto de detener todo cuando Amy de repente asintió con la cabeza con firmeza indicando que estaba lista y abrió los ojos, esta vez con un destello de determinación. Estaba muy orgulloso de mi pequeña niña. Estaba a punto de ser preñada por este gran perro con su monstruosa polla de perro otra vez mientras yo observaba y ayudaba. Todavía parecía un sueño, pero no tan extraño como hubiera esperado.
Llamé a Loki mientras Amy le daba una última palmadita en el costado. Parecía confundido con estos extraños preparativos, pero se mostró sorprendentemente dócil. Debió ser el perro más inteligente que jamás había conocido. Lo guié suavemente hasta que estuvo entre las piernas bien abiertas de Amy. Su coño era tan hermoso, hinchado y tentador. Podía ver el botón de su clítoris asomando por la parte superior de la hendidura de los labios de su coño.
Loki se inclinó y le dio otro golpecito con la lengua a su coño, lo que hizo que Amy se encogiera hacia atrás en su silla. Seguí guiándolo hacia adelante. Debió haber captado la idea porque de repente saltó con su torso delantero hacia arriba y colocó sus patas delanteras a ambos lados de las caderas de Amy, y comenzó a arrastrarse hacia adelante.
La polla de Loki parecía completamente extendida, su nudo apenas visible ya se había extendido fuera de la funda. Era una herramienta impresionante, de veinticinco centímetros de largo, de la punta ya brotaba un flujo constante de líquido preseminal. Noté que el ancho era mucho menor de lo que ya sabía que se expandiría en breve. Miré hacia arriba para ver la mirada de Amy fija en esta enorme herramienta que estaba a punto de dejar que follara su pequeño coño amante de los perros.
En cuanto la polla de Loki tocó la piel de la parte interna del muslo de Amy, la confusión que sentía por su posición desapareció por completo. Sus caderas comenzaron a bailar y esa polla dura comenzó a golpear dolorosamente contra la entrepierna de Amy, muy abierta y deliciosamente sin vello.
Los dolorosos pinchazos sacaron a Amy de su miedo a lo que estaba por venir.
—¡Ay! ¡Loki, para! ¡Ahí no! ¡Ten cuidado! ¡Eso duele! ¡Ay!— Amy intentó alcanzar entre sus piernas y agarrar esa enorme polla de perro y evitar que la golpeara, pero el ángulo era demasiado incómodo.
El grito de Amy: «¡Papá, se supone que deberías ayudarme!» me hizo abandonar mi admiración por su coño diminuto y aniñado. Cuando agarré suavemente la polla de Loki, que avanzaba con fuerza, él emitió un gemido de frustración. Amy tenía razón. Estaba muy caliente, casi hirviendo.
Localicé la pequeña abertura de la entrada a su vagina juvenil. La alineé con cuidado y miré a mi hija pequeña, cuyos ojos estaban clavados en mi mano que sostenía la enorme polla de Loki, luego miré hacia abajo mientras la guiaba con cuidado hacia su destino.
Tan pronto como toqué esa punta puntiaguda contra esa pequeña abertura, el instinto de reproducción de Loki debió haberse activado a toda velocidad. Apenas saqué mi mano del camino cuando sus caderas se lanzaron hacia adelante, empujando con fuerza a ese monstruo de punta puntiaguda contra ese pequeño agujero.
Amy apretó los dientes y los ojos con fuerza ante el repentino dolor. Pude ver cómo sus nudillos se ponían blancos por el agarre que tenía en el marco de la tumbona. Pude ver las lágrimas en sus ojos, pero de alguna manera se las arregló para no soltarlas ni emitir un sonido mientras la punta puntiaguda de la polla de Loki golpeaba una y otra vez contra la pequeña entrada de su coño expectante.
Noté que con cada embestida la entrada se iba dilatando gradualmente más y más hasta que, aproximadamente en la décima embestida, la punta y el primer centímetro y medio más o menos se deslizaron abruptamente hacia adentro para quedar envueltos por el anillo de la entrada ahora accesible. Amy dejó escapar un jadeo y abrió los ojos, mirando su coño triunfante, pero casi me reí de su mirada de disgusto cuando vio los casi veinticinco centímetros que quedaban.
Mientras tanto, las caderas de Loki no habían dejado de moverse. De hecho, el ritmo había aumentado drásticamente. Amy bajó la mirada de nuevo y parecía tan asombrada como yo al ver a Loki, con un gruñido bajo, introducir lentamente su gran polla roja en su coño, que no dejaba de expandirse. La vi apretar los dientes de vez en cuando ante el inmenso estiramiento que estoy seguro de que estaba experimentando, pero aparte de eso, fue una soldado mientras el primero, el segundo, el tercero y, finalmente, el cuarto centímetro eran absorbidos lentamente por su coño tenso.
Me sorprendió la resistencia de Loki, no había forma de que pudiera acercarme, y mucho menos igualarlo. Sin embargo, allí estaba, sus caderas moviéndose a un ritmo fenomenal mientras permanecía a horcajadas sobre el pecho de mi pequeña con la lengua afuera y apenas jadeando. Simplemente no era justo.
Me di cuenta de que Loki había logrado llegar a la pared trasera de su coño juvenil cuando ella agarró el marco de nuevo y, sin quererlo, emitió un gemido bajo. Le froté suavemente la pantorrilla desde donde estaba agachado en señal de simpatía. Ella hacía muecas con cada embestida, pero aun así se las arreglaba para observar de cerca, emitiendo solo un gruñido ocasional mientras Loki embestía una y otra vez en su coño.
—Paa... ¡Ay! ¡Paa! ¡Ay! —intentó. Antes de que pudiera responder, cerró los ojos brevemente y luego los abrió y dijo con más firmeza—: Papi, creo que está atrapado en mí. ¡Uf! Está tan profundo y duele. —Hizo una mueca momentánea ante la siguiente embestida—. ¿Por qué no sigue? ¡Uf!
—Creo que ha llegado al final de tu vagina, bebé. La única forma de que llegue más lejos es cuando encuentre tu cuello uterino y pase a través de él hacia tu útero—, le aconsejé.
De repente, sus ojos se cerraron con fuerza y la primera palabra de dolor escapó de sus labios.
—¡Oh Dios mío, oh Dios mío, oh Dios mío! ¡Oh, Dios, papá, creo que lo acaba de encontrar!
El sudor se acumulaba en la frente de mi ángel. Me sentí terrible por el dolor que estaba soportando Amy, pero sabía que pasaría momentáneamente una vez que Loki penetrara la barrera de su cuello uterino. Extrañamente, sentí como si estuviera experimentando un flashback de cuando estaba sentada junto a April mientras gemía y gemía durante el nacimiento de nuestra niña. Luego, volví al presente mientras veía a Amy intentar dejar que esta enorme polla de perro ENTRARA en su útero, en lugar de que saliera un bebé. Fue increíblemente surrealista.
No me había dado cuenta de que me había adelantado y Amy había agarrado mi mano hasta que, con lo que imaginé que se sintió como un chasquido interno, su resistente cérvix finalmente se rindió y los siguientes cinco centímetros pasaron abruptamente a su coño extremadamente estirado. La punta y los primeros centímetros de su pene finalmente se habían abierto camino dentro del útero inmaduro de Amy.
Su grito silencioso fue acompañado por el agarre mortal que tenía sobre mi muñeca, tan fuerte que sentí que sus uñas se incrustaban en la piel de mi muñeca y antebrazo. Había tenido razón. Fue solo por un momento, porque su mano soltó mi antebrazo mientras abría lentamente los ojos de nuevo, respirando con dificultad.
Vi su mirada de asombro y alarma cuando volvió a mirar hacia abajo, entre sus piernas. La gran polla de perro de Loki ya se había hinchado más, fácilmente del tamaño de su muñeca. Más allá de los labios ya no visibles de su coño, solo quedaban cinco centímetros de la polla de Loki antes del bulto notablemente más grande de su nudo.
Estaba tan preocupado por el dolor de mi pequeña que me tomó un minuto notar ese pequeño bulto en su vientre, aproximadamente a mitad de camino entre la parte superior del hueso de su cadera y su ombligo. Lo que me llamó la atención fue que... se movía. Me tomó un momento darme cuenta de que se movía en conjunción con las rápidas embestidas de Loki antes de que me golpeara. Estaba viendo su polla empujando contra su vientre, ¡pero desde afuera!
—Amy... Cariño... Mira...— Amy estaba tan concentrada en recuperarse de la insoportable experiencia de la penetración de la polla de perro de Loki en su cuello uterino que me resultó difícil llamar su atención. Finalmente, mi voz llegó a sus oídos, porque levantó la cabeza sudorosa y me miró. Señalé en silencio esa burbuja que se movía en su vientre.
Sus ojos siguieron mi gesto y se abrieron en estado de shock ante lo que vio. Se llevó la mano al vientre, con la palma plana sobre ese bulto en movimiento. Volvió a mirarme con asombro.
—Papá, puedo... puedo SENTIRLO. ¡Oh, papá! ¡Realmente puedo SENTIRLO en mi vientre!
Por la luz de sus ojos, me di cuenta de que ya había olvidado por completo el dolor y la incomodidad que había soportado hasta el momento como resultado de aceptar la intrusión masiva de la monstruosa polla de Loki en su coño juvenil, extremadamente estirado. Extendió su otra mano, que un momento antes había agarrado la mía con fuerza, la agarró con suavidad y la guió hacia su vientre.
—¡Oh, papá! Quiero que sientas esto.
Pude sentir el bulto que se movía en su vientre tan pronto como puse mi palma sobre él. Fue una sensación sorprendentemente erótica, no solo saber que la enorme polla de Loki estaba incrustada en el útero de mi pequeña niña, sino sentirla de verdad. Sentí que podría haber mantenido mi mano allí para siempre, pero pensé que era mejor que Amy atesorara la sensación.
Volví a centrarme en el lugar donde Loki seguía penetrando rápidamente el coño increíblemente estirado de Amy. Me quedé asombrado al notar que había logrado hundir los últimos centímetros en el coño de mi pequeña... Me encontré pensando en el agujero del culo. Solo quedaba ese enorme nudo, que ya golpeaba contra la entrada de su coño.
Ese nudo iba a ser la parte más dolorosa hasta el momento si mi pequeña Amy iba a ser reproducida con éxito por su amante perruno. Amy confió en mí para ayudarla. Tenía que encontrar alguna manera de prepararla para la experiencia verdaderamente dolorosa más allá de lo que ya había logrado soportar. Sé que ella lo deseaba, pero sentí que tenía que hacer que ella LO DESEARA.
Continuará

Una propuesta indecente, Parte 08 (de iLLg)
10 de enero de 2025 en Relatos SDPA, Jovencitas
—¿Estás segura de que estás de acuerdo con esto, cariño?
Su padre conducía con la misma cautela de siempre, quizá más desde que recibió el nuevo todoterreno marca Toyota. Un coche de empresa, un regalo de "bienvenida a la dirección". Tal vez el regalo de Bill. Camila no estaba segura de que le sentara bien.
Bill.
Durante toda la semana, todos los pensamientos que había tenido habían vuelto a él y a lo que le había hecho, por ella en el baño en la víspera de Año Nuevo. Cada pensamiento le provocaba un hormigueo en la entrepierna, le humedecía el coño. Oh, Dios, era tan travieso, tan perverso. No podía hacer esto, ni siquiera por la nueva esperanza en los ojos de su padre. Estaba mal.
Oh, Dios, se sentía tan bien. Sus labios la acariciaban allí abajo, su lengua lamía su lasciva abertura hasta que ella se corrió... ¡Oh, Dios! Qué orgasmo... qué sensación... Ella lo deseaba de nuevo, lo había deseado de nuevo toda la semana; desde que se fue a la cama temprano el día de Año Nuevo había deseado esa sensación de nuevo, quería que ese hombre fuerte y seguro hiciera que su cuerpo cantara de nuevo. Se había masturbado esa misma noche, aunque estaba cansada, esa noche y todas las noches desde entonces, fantaseando con que Bill la tomara, que le quitara la virginidad (¡no! ¡para! ¡eso es perverso!), que la hiciera suya de la forma que él quisiera. Lo que había comenzado como una propuesta completamente indecente de su parte se había convertido en algo... más en su mente. Su cerebro dio un vuelco... y su gatito estaba mojado de nuevo...
"¡Ca-mi-la! ¡Cu-cu!"
¡Ups!
—Uh, lo siento, papi, estaba... soñando despierta. ¿Qué?
—Camila, cariño, has estado muy rara toda la semana. ¿Estás segura de que no te importa este fin de semana? Es un poco repentino, lo sé, pero, bueno, te gustan los caballos y Bill dice que a su sobrina le gustas mucho, así que... Y sabes que tengo que trabajar...
—Papá, está bien, de verdad. Será genial montar con Theresa, ella está bien, y Bi - El señor Kirchener dijo que podría tener un trabajo regular en los establos si quisiera.
Carlos se rió entre dientes. —Sí, lo sé. Cariño, sé que me odiarás por decir esto, pero solo vas a ayudar a que mi nueva carrera avance siendo amable con mi jefe, ¿sabes? Pero sabes que nunca te usaría así, ¿no?
¡Oh, papá! ¡Oh, Dios, papá, si tan solo...!
Casi, casi se me escapó. Casi, pero no del todo.
—Por supuesto, papá —respondió ella, mirando por la ventana las suaves colinas. Se volvió y le dirigió una sonrisa—. ¡Por supuesto, tonto!
Carlos le devolvió la sonrisa y luego se rió de nuevo. —En realidad, Bill dejó caer que no soporta a Theresa, que lo saca de quicio, así que le estás haciendo un favor más grande del que crees. ¡Ah, allá vamos!
Y unos minutos después, allí estaba ella, mirando los campos polvorientos y los potreros desde el balcón del segundo piso de la hermosa casa de campo de Bill, con un vaso de agua helada en la mano y el corazón palpitando con fuerza. Su padre la había dejado allí, con abrazos y promesas de no quedarse charlando demasiado tarde y estar de mal humor al día siguiente, y un hombre serio y de voz suave había cogido su bolso y la había acompañado hasta el balcón. —El señor Kirchener le pidió que lo esperara aquí, señorita. La señorita Theresa se está preparando para su lección de equitación de la mañana.
Era media mañana y el sol calentaba para esa época del año; en realidad, era una mañana preciosa para un buen paseo a caballo. Dejó el vaso sobre una mesa cómoda y cruzó los brazos sobre la barandilla del balcón. Un ruido procedente de la esquina de la casa la hizo darse la vuelta y, de repente, apareció la sobrina de Bill, Theresa, montada en un robusto poni, caminando con cuidado. La niña levantó la vista y la vio, luego la saludó con la mano, un saludo bastante regio, propio de una niña malcriada, pero bastante amistoso.
Camila la observó durante un minuto más o menos hasta que unas pisadas suaves detrás de ella la hicieron ponerse rígida. Un escalofrío le recorrió la espalda y luego volvió a la normalidad.
—Camila, mi angelita. Qué bueno volver a verte. Qué bueno. No, no te muevas, quédate ahí, déjame mirarte.
Ella se había dado vuelta para verlo, con el corazón acelerado y la boca seca, pero se dio la vuelta al oír su orden y se apoyó contra el balcón, agarrando con las manos la madera pulida mientras él se acercaba. Él se paró a su lado, ligeramente inclinado, y saludó a su sobrina mientras ella trotaba por el prado, siguiendo las instrucciones de una voz femenina que se oía desde fuera del balcón.
—Hola señor... Bill. Hola... ¡oh!
Su mano se posó suavemente entre sus omoplatos. Su columna volvió a estremecerse, esta vez como electricidad, cuando su dedo comenzó a trazar su camino hacia abajo.
—Sigue mirando a Theresa, angelita. Sigue saludando a Theresa. Ella monta bien, ¿no? Pero no tan bien como tú.
Ella tembló. Un suave gemido se le escapó cuando la mano de él, oculta a cualquier vista desde abajo, descendió lentamente para ahuecar su trasero a través de su falda de mezclilla. Sus dedos apretaron, su presión era perfecta.
—Mmm. Tu culo es precioso, Camila. Simplemente precioso. —Su voz era baja, un murmullo. Sus palabras provocaron temblores en todo su cuerpo, temblores que parecían terminar todos en un mismo lugar—. ¿Sabes lo que quiero hacer con tu culo, Camila? ¿Hmmm?
Su mano descendió aún más y, de repente, ¡le levantó la falda! ¡Oh, Dios! Su mirada se fijó en la chica del caballo y sintió que su falda se levantaba hasta que supo que su trasero estaba completamente expuesto. Los dedos de Bill recorrieron la hendidura de su trasero a través de sus bragas y, sin darse cuenta, ella empujó sus caderas hacia atrás. Sintió que lo hacía, las caderas hacia atrás, el trasero hacia afuera, la espalda arqueándose ligeramente, al mismo tiempo que gritaba: ¡No! ¡No seas una puta!
La risa de Bill fue entrecortada y provocó que la humedad palpitara en su gatito.
—¿Recuerdas lo que te hice la última vez, Camila, lo que hice con mi lengua? Piensa en eso ahora, piensa en mi lengua dentro de ti. Tu coño tiene el sabor más celestial, angelita, dulce y fresco y tan, tan hermoso. Mira a Theresa. Sigue saludando. Le gustas, piensa que eres genial. Sé que es molesta, pero es útil, ¿no? Te invito a que juegues con ella y yo puedo jugar contigo. Mmm, ¡tus bragas están un poco húmedas, Camila! Un poco húmedas aquí... justo aquí atrás, justo donde está tu coñito... ¡Bragas húmedas, niña traviesa! ¿Te gusta que te toque ahí... que te acaricie el trasero así... o tal vez la raja del trasero, así...? ¿O estás pensando en mi lengua, en cómo se siente en tu dulce y joven coño? Sigue pensando en eso. Sigue saludando a Theresa, pero imagina mi lengua dentro de tu coñito húmedo.
Estaba mareada. Sus dedos, sus palabras. Había usado la palabra más sucia que conocía y eso la hizo mojarse aún más. Sus dedos trazaron las líneas de su gatito desde atrás y la sensación era tan embriagadora que apenas podía concentrarse en el trote de Theresa, sus pucheros y sus movimientos de los brazos.
Bill se acercó un poco más. Ella percibió el dulce aroma a menta en su aliento.
—Voy a bajarte las bragas ahora, lentamente. Sigue mirando a mi molesta sobrina mientras trota en ese caballo. Sigue mirando y siente cómo se te bajan las bragas. Siente cómo te las bajo, Camila, bajando tus bragas lentamente por encima de tu trasero.
¡Oh, Dios, sí! ¡Lo estaba haciendo! Allí, en público, afuera, en el balcón, Theresa justo ahí abajo, él le estaba quitando las bragas. Ella gimió, involuntariamente, como un animal. Él murmuró su respuesta.
—Saca ese culo, Camila. Saca ese culo como una putita para que pueda sentir tus agujeros.
¿Como una putita? Sí. Sí, para él sería una putita. Sí, sí.
—¡Mmm, sí! ¡Estás mojada! ¡Mmm! ¿Ves? ¿Ves con qué facilidad se desliza mi dedo por tu coño? ¿Ves lo resbaladiza que estás? Te encanta, Camila, lo sabes. Te encanta que te toque. Quieres mis manos por todo tu cuerpo, lo sé...
—Mmm, ahí. Justo ahí, angelita. ¡Oh, puedo sentir tu calor! ¡Estás en celo, angelita, mojada y caliente! ¿Lo sientes? Mmm, sí que lo sientes... Mmm, tan caliente... Estás tan caliente ahí, en tu coño. Tu coño, Camila, tu pequeño coño caliente...
Su dedo la frotó ahora, resbaladizo entre los labios de su caliente gatito. Metió la mano debajo de ella, presionando su clítoris de una manera que hizo temblar sus piernas, y frotó largas y lentas caricias entre sus labios. Ella empujó sus caderas nuevamente, lasciva, y movió sus pies, abriendo sus piernas tanto como sus bragas ajustadas le permitieron para darle más espacio. Darle más espacio para tocarla, frotarla, tocar su... su coño. Su... ¡Oh Dios, su coño!
Y entonces su mano desapareció. Ella miró de reojo y captó sus ojos, que brillaban, quemaban los de ella. Cualquier cosa. Cualquier cosa.
—Toma, escupe —pidió suavemente—. Escupe en mi mano. Ella no está mirando. ¡Escupe! Una grande...
Sus dedos estaban justo en sus labios. Sin dejar de mirarlo a los ojos, ella escupió, babeando saliva sobre sus dedos como lo haría una pequeña puta. Él sonrió.
—¡Perfecto!
Hizo un gesto con la otra mano hacia Theresa y, de repente, sus dedos húmedos tocaron la raja de su trasero. Oh, Dios, ¿estaba...?
—Mmm, siente tu saliva goteando sobre tu culo ahora, angelita. Tu saliva, mi dedo...
La cabeza de Camila volvió a girar mientras Bill hacía círculos con su dedo dos veces, tres veces alrededor de su trasero, luego...
—Mmm, sí... ¡yeahhhh! ¡Directo a tu culo, angelita! ¡Joder, eso es dulce! ¿Lo sientes? ¿Qué tan profundo puedo empujarlo? ¿Qué tan profundo puedo empujar mi dedo en tu dulce culo mientras sigues sonriéndole a Theresa? ¡Mira, ella te está devolviendo el saludo! Saluda con la mano, Camila. Ella no sabe que tengo mi dedo justo en tu culo. ¿Te gusta eso? Sí, pero desearías que fuera mi polla, ¿no?
¡Oh, Dios! ¡Acababa de introducirle el dedo en el trasero! Se sentía enorme, una monstruosa invasión de su cuerpo, una sucia, sucia violación, pero la sangre latía en su coño y sus jugos fluían de manera constante. Lo movió dentro de ella y se sintió... bien.
—¿Te gusta que te folle por el culo, Camila? Lo haré, angelita. Estará apretado y lo haremos despacio, pero te encantará la sensación de mi polla llenando tu culo. Te voy a follar por el culo, angelita, pero no la primera vez, no. La primera vez, Camila, angelita, la primera vez que estemos solas te voy a follar, pero te voy a follar tu dulce coño. Me vas a pedir que - 'por favor, Bill, por favor fóllame el coño, quítame la virginidad, conviérteme en mujer' - y lo haré. Pronto, nena, pronto te voy a convertir en mujer.
Su dedo palpó y le hizo cosquillas en el culo; su pulgar frotó su coño caliente y húmedo. Camila cerró los ojos, con la cabeza inclinada, respirando rápido y agitadamente. "Oh Dios, Bill, por favor, oh... ¡ohhhhhhhhh!"
El orgasmo la tomó por sorpresa, duro, caliente, intenso, una explosión en su coño. Sus rodillas se doblaron, su falda volvió a caer, pero Bill la atrapó. Ella se apoyó en él mientras la realidad la devolvía, y de repente él se apartó, aplaudiendo, mirando hacia el corral.
—¡Bravo! ¡Bravo! —Se volvió hacia ella, sonriendo—. Mira, Theresa ya casi ha terminado. ¿Quieres bajar a los establos, ensillar tu caballo y dar un paseo por el rancho? Sí, claro, pero tal vez sea mejor que te pongas los pantalones primero. Déjame mostrarte tu habitación y te veré abajo, ¿de acuerdo?
Camila asintió. No había nada más que decir.
Continuará

Pervirtiendo a unas nenas inocentes, Parte 20
10 de enero de 2025 en Relatos SDPA, Jovencitas, Incesto
Joaquín formalmente vestido estaba parado en el porche de la casa de las inocentes hermanitas, miraba hacia la calle, hacia media hora que la mamá de las niñas debía estar ahí, trataba de ser paciente, sin embargo eso no le quitaba la sonrisa, pues llego junto con las niñas, siguió el transporte escolar en su auto y entró con ellas, subió a la recamara de Pao y se la cogió por todos sus agujeros, se satisfizo como un cerdo con la inocente hermanita, la sodomizó, eyaculo en su culo y después le metió la verga en la boca provocando arqueadas de la pequeña niña.
Pero antes de cogerse a Pao entró al cuarto de Jo, la acostó boca abajo en sus piernas, le descubrió sus blancas y firmes nalgas y la nalgueó hasta que le dolió la mano; no era de placer, era de castigo; Jo lloraba, pero no pedía que parara, sabía que tenía que ser castigada por su acto.
Jo le pidió perdón y le dijo que la castigara cuanto mereciera, pero que por favor no dejara de cogérsela, Joaquín enérgicamente la mandó a la planta baja y le pidió que calentara la comida para su hermana, ese sería el castigo que él le daría, la nalguearía toda la semana y la dejaría en abstención sexual hasta que fuera suficiente la lección, tampoco le permitiría masturbarse, él la vigilaría de cerca.
Joaquín en posición de firmes miró como Carla estaciono frente a su casa su modesto vehículo, bajo apresuradamente, su cara era de pena y preocupación
—Discúlpeme Lic. Joaquín, pero es que mi relevo no llegaba y no puedo dejar sola la estación de enfermería, espero me entienda y me disculpe y no piense que no me interesa el bienestar de mis hijas
—No se preocupe señora Carla—dijo Joaquín con toda seriedad
—¿Pero por qué no ha pasado a mi casa?
—No es correcto, las niñas están solas y no puedo estar dentro sin un adulto presente
Joaquín trato de no carcajearse cuando menciono estar dentro de la casa, porque estuvo y no solo dentro de la casa, también de todos los huecos de Pao
—Tiene razón en eso, pero bueno pase por favor, ¿le ofrezco algo de tomar?
—Agua por favor
Entraron, las niñas estaban en la mesa haciendo tarea, ya habían comido, saludaron respetuosamente a su madre y al Joaquín
—Pase por favor sientes en el sillón, en un momento bajo, Jo dale un vaso de agua al Licenciado Joaquín
—Si mami
Carla se subió a cambiar y Jo le acercó el agua, iba seria, pues sabía que estaba molesta con ella, Joaquín serio e indiferente tomó el agua, Jo le dijo algo
—Papá por favor, ya perdóname…
—Cállate, ve y siéntate allá y no me hables
Joaquín inmediatamente la cayó y la mandó a la mesa, Jo hiso un puchero de querer llorar y se fue a sentar, él seguía muy molesto con ella, pero también veía la oportunidad de estar más con ellas, sin problemas con su madre y sobre todo también debía aprovechar el tiempo que estuviera con Carla pues en cuanto la vio sintió una muy fuerte atracción por ella.
—Discúlpeme licenciado por la tardanza, ya estoy lista para empezar
Joaquín abrió la boca como tonto cuando la vio bajando la escalera, traía un vestido que exaltaba sus curvas, y le daba un toque sensual de ama de casa, su cabello suelto la hacía lucir más que hermosa, sacudió su cabeza, pues debía ser frío y aparentar ser un trabajador social
—No… no…. No se preocupe— dijo Joaquín tratando de disimular el impacto que provocaba ella en él
—Bueno ¿Por dónde quiere empezar?
“Por metértela en la boca y sentir tus amígdalas apretar mi verga” pensó Joaquín sintiendo una erección
—Bueno a ver… si aquí está la encuesta, tengo su nombre completo y… si aquí es, dígame cuantas horas trabaja al día
—12 a 14 horas, hago mucho tiempo extra, yo sola mantengo a las niñas, la hipoteca y su escuela, sobre todo su escuela, usted sabe cuan cara es
—Si estoy consciente de ello
La encuesta continúo por dos horas, Joaquín alargaba las preguntas, incluso agrego otras, sobre todo las de su vida personal
—¿Actualmente tiene novio o pareja?
—¿Qué tiene que ver eso?
—Mucho, es parte de la evaluación
—Pues no, no tengo, pero no sé qué diferencia pueda hacer el que tenga o no
Ella tenía razón, pero a Joaquín le interesaba saber que tan disponible estaba.
—Bueno creo que es bueno que tomemos una pausa con el estudio, creo que será todo por hoy
—¿Es todo?
—Si
—Pensé que duraría más
“Claro que puedo durar más, por horas te partía ese rico culo que tienes” la mente de Joaquín seguía fantaseando
—Si, por hoy será suficiente— dijo lo que tenía que decir, pero pensó lo que realmente quería hacer
—Bueno gracias por haber venido y una cosa más, si solo van a ser dos horas por sesión ¿cree que pueda ser más tarde? así podría quedarme unas horas como tiempo extra, usted sabe, es por el ingreso que necesito
—¿A qué horas sería?— preguntó Joaquín adelantando sus pensamientos
—¿A las 8 estaría bien?— su mirada era de súplica, esa era la ventaja que él esperaba
—Eso sería muy tarde, normalmente cenó a las 10, eso obstaculizaría eso
—Lo puedo invitar a cenar yo aquí
—Sería un placer
Joaquín en su interior sonrió, su mente voló de nuevo, llegaría temprano con las niñas a cogérselas, bueno mínimo a Pao y por primera vez no tendría que salir corriendo, hasta se quedaría a cenar, eso sí era una gran ventaja
Se despidió y salió feliz, casi grita de emoción cuando subió a su auto.
Plaf
—¡Ahu!…
Plaf
—¡Ahu!…
Plaf
—¡Ahu! Ya papi por favor, ya no me pegues, perdóname
—No mi putita, pensabas que podías hacernos pendejos y salirte con la tuya, pues no, ahora así serás castigada
Las nalgas de Jo estaban más que rojas, había durado más el castigo, pues Joaquín ahora uso una sandalia, tipo como para después de bañarse, era suave, pero suficiente para provocar dolor, Jo tenía sus ojos rojos
Plaf
—Ay, ya papi de verdad, perdóname
Joaquín se detuvo y acarició las nalgas de Jo, no lo aceptaba del todo, pero ya no la quería castigar; Jo meneo sus nalgas tratando de provocarlo, Joaquín se excitó, pero fue fuerte
—Ya suficiente castigo por hoy– lo dijo con tono espetante, mientras la apartaba
—Gracias papi
Jo se levantó llorosa y lo beso en la boca de agradecimiento que detuviera el castigo, intento meterle lengua para iniciar una cópula, a ella realmente no le molestaban los golpes en sus nalgas, estaba acostumbrada, eran juegos rudos los que hacía Joaquín con ellas, lo que realmente extrañaba era una buena verga dentro de ella, sentir su orgasmo y como su raja se mojaba con las embestidas que recibía por sus agujeros
—Ya—Joaquín, con falsa indiferencia, la apartó al sentir la lengua de ella — ve a calentar la comida
Se levantó, estaba todo sudado, aun así caminó como un lobo hambriento y se metió a la habitación de Pao, ahí estaba ella, acostada y desnuda, ella lo vio y le sonrió, había escuchado el castigo que le dio a su hermana, pero no intervino, era su papá y estaba bien que le pegara para educar a su osada hermana.
—Hola mi putita
—Hola papi
La verga de Joaquín ya iba erecta, sus ojos desbordaban lujuria, su lengua relamía los labios, deseaba tanto a esa niña que para él era siempre como la primera vez.
—Ponte boca abajo
Ordenó Joaquín y Pao dócilmente se giró y quedó boca abajo con sus codos apoyados en la cama
—Abre tus nalgas—volvió a ordenar
Pao sonriendo abrió sus nalgas dejando sus huecos expuestos de una manera muy obscena
—¿Así papi?
—Si, así me gusta
—¿Me meto dedos para ti? – pregunto ella con el tono más tierno que pudo
—Hazlo
—¿Dónde? – pregunto Pao girando levemente su cabeza para ver su reacción
—Sorpréndeme
Pao soltó su nalga derecha, llevó su mano a la boca y escupió, esparció la saliva en los dedos y volteando a ver a su papá, los llevo a su culo, su entrecejo se frunció cuando ella solita forzó su esfínter, la verga de Joaquín dio un respingo y soltó una gota de líquido preseminal, no se masturbaba, porque sabía que si lo hacía podía soltar la leche antes de penetrar ese dulce culo
—Aaahhh
Gimió Pao sintiendo su rajita humedecerse por su auto dedeada, sus deditos empezaron a entrar y a salir, su velocidad no era fuerte, solo se estaba lubricando, ella sabía que su papá se saciaría con ella sin compasión, así que tenía que lubricarse bien, lo que ella no sabía es que ese acto excitaba sobremanera a Joaquín.
—Voy por ti
Dijo Joaquín ya loco de lujuria, tomó su verga y la guio al tan deseado agujero
—Ahu
Pao aulló al sentir la verga de su papá abrir su orto, dos empujones y esta entro hasta que sus huevos chocaron con la vulva, los movimiento de cadera empezaron Pao gimió intensamente, la cópula perversamente prohibida nuevamente comenzó.
Jo abajo aun sollozaba, sentía que sus nalgas le ardían, pero eso no era por lo que lloraba, se sentía muy mal por no poder coger con alguien, aun pensaba en sus amantes como la enloquecían, escuchó los gemidos de su hermana menor y fue su oportunidad, metió su mano bajo la falda y se masturbo a ojos cerrados escuchando los gemidos de hermanita menor.
—Aaahhh
Joaquín gemía mientras Pao le limpiaba la babosa verga, del culo de ella salía leche de Joaquín, ya había pasado hora y media cogiendo con ella, la puso en las posiciones más aberrantes que imaginó, por poco y la hacer cagar otra vez, pero Pao aguantó como campeona los embates en su culo sin cagarse, eso sí lo orino en la boca, Joaquín tenía gran destreza con su lengua y le provocó que escurriera orina, ella aflojó intencionadamente su esfínter y soltó orina en lal boca de su papá postizo, sabía que eso lo enloquecía.
—Ya papi, ya está toda limpia tu vergota
Pao le mostró su sonrisa chimuela orgullosa de haber limpiado la verga que le profano cuanto agujero dios le había dado
Si mi putita, ya lo vi, deja me doy un baño, mientras tu baja con tu hermana y empieza a comer
Joaquín se dio un buen baño y bajo limpio y cambiado, se puso la ropa formal con la que recibiría a la mamá delas hermanitas que pervertía, Pao y Jo lo miraron, pero solo habló Pao
Guau papi, que elegante te ves
Gracias mi putita
Jo con ojos hinchados vio a su papá, iba a opinar lo mismo pero no se quiso exponer a una grosería por parte de él, ella sabía cuan vulgar y ofensivo podía ser con ella, más ahora que estaba enojado; Joaquín se sentó y Jo se levantó sirviendo un plato para él
Esto huele bien—dijo Joaquín mientras devoraba el plato
Eran cerca de las 7 de la noche, Joaquín miraba la tele con Pao abrazada a él, Jo desde el otro sillón solo los veía
—Bueno, creo que ya es hora de esperar afuera a su madre—dijo apartando suavemente a Pao
—Si papi—dijo Pao acomodándose
—Papá—Jo habló por primera vez—quiero hablar contigo en la cocina
—¿De qué?
—Por favor, vamos a la cocina
—Está bien, pero que sea rápido, tu madre no debe tardar
Entraron a la cocina y Jo se volteó hacia él y antes de que él dijera algo ella cayó hincada a sus pies
—Papá, por favor perdóname, ya levanta mi castigo, llevas una semana sin tocarme, solo me pegas, ya por favor, perdóname
Jo arrodillada ante él lloraba abrazando sus piernas volteaba a verlo, Joaquín ya no pudo soportar más, desabrochó su pantalón y sacó su verga, Jo en cuanto lo vio se abalanzó sobre esta y la metió a su boca, Joaquín cerró los ojos y abrió obscenamente su boca, abrió nuevamente sus ojos, pero estos estaban en blanco
—Mmmggghhh
Sonidos guturales salían de la boca de Jo, Joaquín ya tenía demasiadas ganas de joderse a Jo, ese evento fue el detonante de su lujuria, la levantó cual ligera y la volteo, Jo sin cerrar los ojos se dejó hacer, una sonrisa pareció en su boca cuando sintió como su papá le desplazaba la pantaleta para penetrar su vagina, el dolor que sintió fue escandalosamente placentero
—Si papi si, hazme lo que quieras
Joaquín no se hiso del rogar y comenzó a penetrar esa deliciosa raja, Pao desde la sala vio cómo se balanceaba la cabeza de su hermana mayor por la embestidas, sintió coraje y celos, pues eso significaba que le había levantado el castigo y que ella ya no sería la favorita
—Papi te extrañaba… extrañaba tu verga dentro de mí… te amo… aaahhh… nunca lo volveré a hacer, te lo prometo… aaahhh
Joaquín arremetía sobre ella mientras la escuchaba, lo que no veía es que ella tenía los dedos cruzados, para neutralizar cualquier promesa que hiciera en ese momento.
—Jódeme fuerte, hazme acabar, si así aaahhh
Jo tuvo un orgasmo muy verdadero, no como sus promesas, sintiendo como la verga de Joaquín escupía leche dentro de ella, los cuerpos se relajaron, Joaquín la soltó, ella se zafó de él y se hincó metiendo su verga dentro de ella, la mamó con tanto esmero que esta recobró viuda dentro de su boca.
—Otra vez papi ¿sí? Ahora métele en mi culo, se está cerrando dónde ya no lo usas
—No mi putita, ya abusé del tiempo, será mañana
—¿Lo prometes?
—Si, arréglate y arregla todo para que no quede evidencia
Joaquín tomó su maletín y se fue al porche, se sentó en una banca y esperó; Media hora después el modesto carro de Carla se estacionaba frente a su casa, cuando ella bajó Joaquín se puso de pie para esperarla
—Hola Lic. Joaquín—saludó Carla
—Hola Sra. Carla—contestó amablemente él
—¿Por qué no ha pasado?
—Las niñas están solas y no es prudente
—Pero ya le he dicho que puede pasar, tiene mi permiso, es poco educado de mi parte que espera afuera
—Gracias agradezco su confianza, pero prefiero esperarla para entrar
Carla se sintió tranquila, ya había pasado una semana con las entrevistas y el estudio socio-económico, ella veía mucha honestidad y confianza en ese hombre; ese día se dio la entrevista y cerca de las diez de la noche los cuatro reían, Carla reía a carcajadas y lágrimas de risa salían de sus ojos
—Eso no puede ser cierto—decía mientras limpiaba sus ojos con una servilleta
—Me temo mi muy estimada señora que así fue, le hice el estudio a la familia equivocada y castigaron al niño inocente, solo porque yo confundí los apellidos
Joaquín era un gran contador de historias, casi ninguna era cierta, pero era bueno haciéndolo; no era el más guapo, pero si el más labioso, tenía a las tres embobadas en sus historias, la entrevista había durado solo media hora, ella lo invitó a cenar y ya llevaban más de una hora de estar riendo de las divertidas historias que él les contaba.
Carla no recordaba otro momento en el que se sintiera tan contenta, estaba consiente que ya llevaba una semana en el estudio socio-económico que él hacía.
Por alguna razón ella miraba impaciente el reloj, esperando a que dieran las 7.30 pm y salir a su casa, el trabajador social de la escuela de alguna forma la hacía sentir bien, era un hombre muy educado, correcto al actuar, le ponía mucha atención, su mirada era siempre a sus ojos y nunca bajo a su escote, eso era nuevo para ella, ya que estaba acostumbrada a ser devorada por las miradas de todos los hombres, pero este no era el caso.
—Vaya que es tarde— dijo Carla mirando el reloj— niñas alístense para dormir
—Mi estimada señora, creo que me tengo que retirar para que hagan su rutina antes de dormir— dijo Joaquín mirando su reloj tal y como ella lo hiso
—No, espere, le compre un postre
Carla, por alguna razón que ella desconocía, quería demostrarle que estaba muy agradecida con él por las atenciones que se tomó para con su familia y el problema tan grave que se suscitó; por otro lado el corazón de Joaquín dio un brinco, él no se esperaba eso, no pudo más que aceptar la oferta; 15 minutos después las niñas estaban en sus recámaras empezando a dormir y Carla bajo con sus pijamas, Joaquín como bobo la miró, pues la ropa era algo trasparente dándole un toque sensual sin caer en lo vulgar
—Joaquín compre este pequeño pastel para agradecerle todas las atenciones que ha tenido con nosotras—dijo ella sacando el pastel de la nevera
—Mi señora, no tiene porque, pues solo hago mi trabajo
—Si lo sé, pero modificó su horario de trabajo para adaptarse al mío, y eso no está en sus obligaciones, no sabe cuanta ayuda fue que me visitara en este horario, también sé que afecte sus hábitos, así que de alguna manera lo tenía que agradecer
Carla sirvió una rebanada de pastel en un plato, colocó un tenedor y se lo ofreció a Joaquín, él odiaba el pastel, para él era mejor una carne roja y una cerveza, pero tomó el pastel como si fuera el mejor manjar del mundo
—Es un pastel especial, la dueña es amiga mía y le pedí que hiciera el pastel que solo hace para familiares y amigos, este no lo encontrará en ningún otro lado
Joaquín miró el pastel que ella le daba, era una simple rebanada, pero intentó recordar otro momento como ese, uno en el que una mujer hermosa se tomaba molestias para con él.
—Gracias señora mía, es usted más que amable— él tomó el tenedor y lo probó, Carla se sirvió una para ella y juntos en la mesa degustaron el postre
—Me da mucha pena hacerlo venir tan tarde, pienso que tal vez su esposa se molestaría con esto
Carla agachó la mirada al decir “su esposa”, era la forma menos obvia que encontró para averiguar si él estaba casado o tenía algún tipo de compromiso, Joaquín era astuto y lo detectó
—No mi estimada señora, no tengo esposa, ni siquiera novia, estoy tan metido en mi trabajo que lo sentimental pasó a ser secundario
—Lamento escucharlo— dijo Carla, pero sonrió para sus adentros— y dígame ¿Cuánto más durará el estudio que nos hace? Y ¿Cuándo sabré los resultados y las acciones que haremos?
—Bueno creo que será la próxima semana también y después lo analizaré y vendré con los resultados y las acciones
—¿No vendrá en sábado o domingo?
—No, esos son días de descanso para todos
—Si, entiendo, yo también descanso sábados y domingos
Carla movía sus manos inquieta, estaba nerviosa, Joaquín sabio lector detectaba eso también, pero se desconcertaba por qué lo hacía, talvez quería proponerle que le ayudara a que pasara las pruebas y no metiera en problemas a Jo, él estaba expectante a eso.
—Sabe, usted ha sido demasiado amable con nosotras, quisiera compensárselo de alguna forma— Carla hablaba con la vista en el suelo
—Señora mía lo acaba de hacer, nunca antes alguien había hecho un detalle así conmigo—dijo como el caballero que aparentaba ser
—Bueno si, pero quisiera invitarlo otro día, nada formal, solo convivir, no quiero sonar atrevida, pero quisiera invitarlo a pasear con mis hijas y pueda ver otro aspecto de nuestras vidas y como convivimos
—Señora Carla no sé qué decir
Joaquín contestó lo que correctamente se esperaría que contestara, su verdadero “yo” se hubiera abalanzado sobre ella y profanado cuanto hueco pudiera
—Esto nunca me había pasado
—Discúlpeme, no quise hacer algo incorrecto
—Acepto
—¿Qué?— preguntó retóricamente Carla volteando a verlo, ahora su corazón brincó
—Acepto salir y convivir con ustedes tres, nada formal, solo convivir
—¿De verdad?— se dibujó una sonrisa en su rostro, después se puso rojo al sentir vergüenza por ser tan obvia de querer invitarlo a salir
—Créame que nunca lo había hecho en mi larga carrera, pero como dicen “siempre hay una primera vez”
—Gracias, de verdad es importante para mí y también es mi primera vez
Carla volvió a agachar la mirada y sonrojarse, ella no recordaba otro momento en el que invitara a alguien a salir, normalmente era al revés y ella siempre los rechazaba, ya sabía que solo querían sexo ocasional y un adiós, pero ella sentía que Joaquín era diferente a los demás.
—Bueno mi muy estimada señora me retiro, ha sido el mejor pastel que he comido en mi vida, vendré el domingo a las once de la mañana por ustedes tres
—¿No se lo lleva?
—No, prefiero que usted lo guarde y lo comparta con sus hijas y si queda algo podrá ofrecérmelo en nuestro próximo encuentro
Carla casi grita de emoción, este hombre era tan atento y considerado, sacrificaba quedarse sin pastel para que ella lo compartiera con sus hijas.
—Me despido
Dijo Joaquín en el marco de la puerta, tomó la mano de Carla, la llevó a su boca y la besó como un caballero medieval a su reina, no hiso el movimiento lento, pero tampoco rápido, lo hiso a una velocidad que fuera perfecta, Carla sintió su corazón palpitar
—Adiós—dijo finalmente al retirarse
—Adiós Licenciado
Carla se quedó mirándolo como subía a su viejo auto y partía rumbo a su casa, suavemente acarició su mejilla con el dorso de la mano que él había besado, discretamente la olió, aún quedaba el aroma de él, bajo su mano apenada por su osada acción.
Era domingo por la mañana, Carla miraba el techo de su casa, tenía casi dos horas despierta, pensaba en lo sola que a veces se sentía y como pasaban los años por ella; sentía que moriría sola, ya no encontraría pareja, su exesposo la abandonó cuando las niñas eran muy pequeñas, al parecer su secretaria era mejor partido para él, nunca supo más de su paradero, ella sola decidió mantener a sus hijas, pero la vida era cara en esa ciudad.
Riiiinnnggg
El timbre del teléfono la sacó de su trance, se levantó y levantó el auricular
—Hola
—Hola mi muy estimada señora,
—Hola Licenciado—contestó ella con una sonrisa en su boca
—Le hablo para recordarle que hoy pasaré por ustedes a las 11 en punto
—Si, lo sé, estaremos listas, pero ¿a dónde iremos?— preguntó ella emocionada como colegiala
—Bueno, ya usted que me lo deja a mí, primero iremos a almorzar a Pizza play, después iremos al cine y por último al parque por un helado
—Licenciado, pareciera que nos conociera de toda la vida, son las cosas que les encanta hacer a mis hijas
Joaquín sabía perfectamente los gustos de las niñas, por eso lo dijo, su madre solo veía grandes cualidades en él sin saber el oscuro y perverso mundo al que él había llevado a sus inocentes hijas
Eran las once con dos minutos y el claxon del vehículo de Joaquín sonó, las tres salieron, él abrió su boca como bobo, las niñas llevaban vestidos claros y holgados que les llegaba a medio muslo y Carla llevaba un vestido, solo que el de ella era un poco ajustado al cuerpo, acentuando sus perfectas formas de mujer, Carla al verlo levantó su mano al aire y lo saludó, ella también abrió su boca al ver el nuevo carro de él
—Hola licenciado
—Hola señora mía, hola niñas
—¿Es auto nuevo?—preguntó ella admirando el flamante vehículo
—Recién sacado de la agencia, ayer fui y lo compre, tengo ahorros y poco los uso, y pensé que si las iba a llevar a pasear, tenía que ser en un mejor carro
—¿Y el anterior?—preguntó ella mientras se subían las tres
—A la basura—contestó él con cara de falsa soberbia, los dos rieron
—Jajaja
—Jajaja
En pizza play las niñas jugaron todo lo que quisieron, Joaquín no escatimó en gastar billetes para canjear monedas, Carla quiso pagar pero él nunca la dejó, ni siquiera la cuenta de la comida
—Pero licenciado que pena, yo lo quería invitar no que usted me invite a mí, así no debe contar
—Mi estimada señora, no puedo permitirme dejar que usted siquiera toque su bolso, me educaron a la antigua y un caballero siempre invitará a una dama, nunca al revés
—Hay licenciado me da mucha pena—dijo Carla mientras se sonrojaba
—A mí también
—¿Cómo?—preguntó Carla no esperando esa respuesta
—Que a mí también me da pena, pero que me hable de usted
—¿Me pide que lo tutee?—dijo ella más intrigada que ofendida
—Si, si esto es informal, que sea en todo aspecto
—Bueno por mí no hay problema
—Perfecto Carla
—Perfecto Joaquín
—¿Qué te parece si nos vamos al cine?—dijo Joaquín con la mirada más educada que encontró en su cochino ser—me tomé la libertad de reservar asientos en la sala VIP
—Hay no Licenciado, eso es mucho
—Perdón—dijo el refiriéndose a que le volvió a hablar de usted, ella lo detectó
—Perdón… si… Joaquín—lo dijo cerrando sus ojos como tratando de memorizarlo– pero eso es mucho dinero
—Es poco para ver esa sonrisa en tu cara al igual que en el de tus hermosas hijas, ¿sabes algo? Tus hijas son las niñas más hermosas de la escuela, ahora que te conozco veo de dónde sacaron esa belleza inusual
—Joaquín, que cosas dices—dijo ella sonrojándose y poniendo un mechón de su cabello tras su oreja mientras apenada miraba el piso
—Ven, vamos por las niñas que luego se nos hace tarde
La tomó de la mano, ella se sorprendió, pero se dejó llevar, la situación fue tan natural que no pudo apartar su mano; llegaron a donde Pao y Jo golpeaban salvajemente a unos topos que se asomaban por agujeros
—Hola niñas veo que se divierten
Las dos voltearon sonriendo y las dos notaron que él llevaba a su mamá de la mano, Pao sonrió porque sintió que eso era algo que ella siempre quiso, un papá, sin embargo Jo se quedó seria mirando la escena, Carla lo notó y suavemente apartó su mano de la de Joaquín
—Vamos niñas, apurémonos que la película no tarda en comenzar
Caminaron los cuatro, entraron a la lujosa sala VIP, tanto las niñas como Carla estaban fascinadas con el lujo y atención que ahí recibían, todo era diferente, ella de reojo vio cuanto costaron los boletos, pensó cuantas horas extras tendría que hacer para comprar esos boletos
—Niñas pónganse cómodas
Se sentó primero Pao, después Jo a su derecha, Carla a la derecha de Jo y por último Joaquín a la derecha de Carla; la película comenzó, él y Carla compartieron palomitas, las niñas tenían una bolsa para cada una, además de VIP era cine en 3D, Joaquín sostenía las palomitas con su mano derecha y las colocaba cerca de Carla para que ella tomara palomitas, él lo hacía con su mano izquierda.
En cierto momento y por obra del a casualidad la mano izquierda de Joaquín hiso contacto con la mano derecha de Carla, sus dedos se entrelazaron dentro de la caja de palomitas, al mismo tiempo los dos detuvieron sus manos y sus dedos se quedaron así por unos segundos, Carla lo volteo a ver y a través de los lentes 3D, compartieron una sonrisa cómplice, el suavemente acarició con sus dedos la mano de ella, por supuesto que ella no la apartó hasta que él dejó de acariciarla.
—Me encantan las palomitas—dijo él despacio y al oído de ella
—A mí también—contestó ella muy bajito para que solo él escuchara
A partir de ese momento los roces ya no fueron casuales, uno esperaba a que el otro tomara palomitas para meter su manos y que dentro de la complicidad de la caja sus manos se acariciaran, Joaquín a veces ni palomitas tomaba, su intención era solo acariciar, supo que era el momento y alejó la caja de palomitas colocándolo en el asiento vecino a su derecha.
Los asientos era casi en posición horizontal, Joaquín se acomodó y bajo su mano cerca de donde estaba la de Carla, con sus dedos la volvió a acariciar, ella volteo de reojo y acercó su mano a la de él, 10 segundo después sus manos estaban entrelazadas y así vieron el resto de la película, los dedos de él nunca se quedaron quietos, su pulgar era el que más se movía y acariciaba el dorso de la mano de Carla, el pene de Joaquín brinco cuando sintió como el pulgar de ella hiso lo mismo con el dorso de su mano, ahora la caricia era mutua.
La película acabó igual de aburrida que como comenzó, sin embargo el pene de Joaquín estaba duro como roca, tuvo que acomodarse para que no se notara su erección
—Jamás había disfrutado tanto una película—dijo Carla sentándose y estirándose, Joaquín vio con morbo su estético cuerpo
—Esa es la ventaja de la sala VIP—dijo Joaquín orgulloso acomodándose igual que ella
—Si es una sala única
Dijo ella volteándolo a ver, después vio como sus hijas se levantaron acomódense su vestido y sacudiendo las moronas de palomitas, Carla lo aprovechó eso y se acercó a Joaquín cerca de su oído
—Pero la compañía fue mejor—después de decir esto le dio un beso suave en la mejilla—gracias
La cuenta internacional dice que duro “un Misisipi” o cerca de “un Misisipi y medio” y eso fue más que sugerente, el caso es que Joaquín no supo que contestar, se quedó callado, esto iba más rápido de lo que él podía imaginar, salieron sonriendo los cuatro, las niñas no dejaban de hablar de la princesa en la película y la sala a la que nunca habían entrado
Llegaron al parque Joaquín nuevamente pagó ante las protestas de Carla, ahora ella lo tomaba del brazo y se recargaba en él, quejándose falsamente de cómo no la dejaba pagar ni siquiera un helado
—Anda Joaquín siquiera déjame invitarte un helado
—Carla, hermosa mujer, jamás de los jamases lo permitiría
—¿Crees que soy hermosa?—dijo ella sonrojada y coqueta
—La más hermosa del mundo
Dijo mientras con pulgar suavemente le limpio de helado la comisura de su boca, instintivamente ella a aflojo sus labios haciendo ver más sensual la escena, después se sonrojó por su propia reacción
—Joaquín—dijo mientras recargaba brevemente su cabeza en el hombro de él
Las niñas brincaban como locas, se divertían, los dos sentados en una banca las veían como cualquier papás, sus manos discretamente se rozaban y en ocasiones se sujetaban; Pao estaba en un columpio y torpemente intentaba mecerse, no lo conseguía, Joaquín lo notó, gentilmente soltó la mano de Carla y se levantó fue hacia Pao y sujetó el columpio, le susurró al oído
—Te voy a puchar, pero quisiera hacerlo con mi verga y cuando vinieras de bajada te la metería de lleno en ese culo que tienes
Ella volteo y coqueta le sonrió, abrió su boca emocionada cuando él la jaló para después empujarla, Pao sintió su corazón palpitar, era la primera vez que una figura paterna empujaba el columpio, recordó todas las veces que ella lo vio en otras niñas y lo envidió, la obscena frase de Joaquín de partirle el culo quedó como parte del cuadro, ella aun así era feliz
Carla veía emocionada como Joaquín empujaba a Pao en su columpio, no pudo evitar que una lágrima de emoción asomara, se contuvo y evito llorar a mares de felicidad, Jo desde una parte distante veía con recelo la situación, a ella no le parecía del todo bien lo que estaba pasando.
—Más fuerte
Gritaba Pao a Joaquín para que la empujara, una erección se desarrolló en él al escuchar a su nenita gritarle “más fuerte”, recordaba los momentos tan pervertidos que pasaba con ella y como le pedía que le diera más fuerte por el culo.
La tarde transcurrió y Carla le pidió a Joaquín si las llevaba a su casa, pues las tres estaban más que agotadas, el caballerosamente accedió y las llevó, se estacionó frente a la casa, las niñas bajaron y abrieron
—Me divertí mucho hoy, creo que fue una tarde muy productiva—dijo Joaquín
—Yo también Joaquín, no recuerdo un día como hoy
—Bueno Carla, me despido y vendré mañana a continuar con nuestro estudio
—¿Ya te vas? ¿No te quedas un rato con nosotras?
—No quiero interrumpir su rutina
—Para nada, déjame prepararte la cena ¿qué se te antoja?
Preguntó Carla con un brillo en sus ojos, Joaquín sacando al seductor desconocido, incluso para él, la tomó de las manos
—Creo que lo que este par de manos prepare será el mejor manjar que yo haya probado
—Ay Joaquín que cosas dices— dijo Carla roja como un tomate– anda bajemos y ponte cómodo
Entraron a la casa, él se sentó en el sillón principal, ese donde muchas veces se cogió a las dos hermanitas, Carla fue a la cocina y regresó con una cerveza en su mano, Joaquín la volteo a ver y abrió sus ojos sorprendido
—Espero que te guste esta marca de cerveza, las compré ayer, pensando en ti—dijo Carla mientras se la ofrecía con una sonrisa de oreja a oreja
Joaquín estaba ahora realmente sorprendido, tomó la cerveza sin dejar de verla a esos hermosos ojos que ella tenía, olió la fragancia que salía de la botella y bebió un sorbo pequeño
—Es perfecta—dijo Joaquín
—¿De verdad?—dijo Carla tomando la cerveza de la mano de él bebiendo un trago—espero no te moleste que le haya tomado, pero se me antojo
Joaquín tomó la cerveza y la llevó a su nariz y la volvió a oler
—Nuca me molestaría Carla, a decir verdad ahora huele mejor—bebió un trago—y sabe a manjar de dioses
—Es un adulador—dijo Carla sin poder ocultar su sonrisa—si quieres enciende la tele, ponte cómodo
Se fue a la cocina a preparar la cena, Joaquín encendió la tele y ahora una imagen de sus películas prohibidas llegó a su mente, su pantalón se abultó de inmediato, su trance fue interrumpido por las niñas que bajaron cambiadas, traían unos shorts ligeros, Pao fue al baño y Jo se sentó a su lado, estaba seria
—¿Qué haces?—preguntó Jo a Joaquín
—Nada mi putita ¿o de qué hablas?—dijo él frunciendo el entrecejo
—¿Qué haces con mi mamá? Te vi en el cine
—¿Estas celosa?—rio burlonamente
—No, pero es mi mamá, no quiero que salgas con ella
—¿Por qué no? Ella me gusta, además tú no tienes opinión, recuerda que aún estás castigada, así que no te metas en estos asuntos ¿oíste?
Jo ya no tuvo más remedio que callarse, ella seguía sin estar de acuerdo con lo que ahora pasaba entre su mamá y su amante adulto.
Pao regresó y se sentó al otro lado se recargo en su brazo y lo abrazó, sabía que su mamá no saldría de la cocina tan pronto
—Gracias papi, fue la mejor tarde de mi vida—dijo Pao en tono bajito para que solo él escuchara
—Por nada mi putita, aunque mañana me lo agradecerás con tu culito
—Si papi
Pao orgullosa lo volvió a abrazar mientras veían las noticias deportivas, Jo seria está al lado de ellos cruzada de brazos, escuchó toda la conversación y le molestó que no la incluyera en el agradecimiento del día siguiente
—O sea Pao te dará “las gracias”—dijo enojada haciendo la seña de entre comillas con los dedos– ¿y a mí no me pides nada?
—Claro mi puta mayor, pero contigo me arreglare hoy mismo en la noche, regresaré y nos veremos en nuestro nidito de amor
—¿Vendrás a cogerme?—la cara de Jo cambió de seria a expectante
—Si mi primor, vendré a partirte el culo como te gusta—dijo Joaquín con cara de perverso, Jo sonrió por primera vez, las miradas de los dos fueron interrumpidas por la voz de Carla desde la cocina
—Joaquín, ¿te gusta el picante?
—Mis putitas, las dejo tantito, voy a hacerle compañía a su madre en la cocina, ¡si, un poco de picante solamente!
Contestó casi gritando mientras se ponía de pie y caminaba a la cocina, las niñas se quedaron solas
—¿Estás viendo lo que está pasando?– preguntó Jo a Pao cuando Joaquín se perdió en la cocina
—¡Sí!, ¿no es emocionante? Imagínate que se casen, Joaquín pasará a ser nuestro papá de verdad—Pao no podía esconder su emoción
—Pero tonta, perderemos libertad y ya no podremos ver a nuestros amigos
—No me importa, prefiero un papá que un amigo
—¡Asshh!
Fue lo único que hiso Jo haciendo gesto de enojada cruzando sus brazos por delante, a ella le encantaba su libertad y esto lucía como un obstáculo
—Esto huele delicioso—dijo Joaquín acercándose por detrás de Carla que volteo a verlo con una sonrisa
—Es una receta secreta
—No refería al platillo, me refería a ti, tu aroma es embriagador
—¡Joaquín!
Él se sentó en la mesa de la cocina, recordó cómo se cogía a las niñas ahí, a veces mientras comía y otras después de comer, miraba con lujuria las curvas estéticas de Carla, como se mecía al preparar la cena, algo de nostalgia lo invadió de repente, nunca una mujer tan hermosa como ella lo había invitado a cenar, había mujeres hermosas en su vida, pero a todas les tuvo que pagar, con Carla era diferente, era demasiado obvio que sentía atracción por él, eso era nuevo, nunca antes una mujer hermosa se había fijado así en él; Carla volteo y lo sorprendió mirándola, sonrió cuando Joaquín brincó a ser sorprendido
—¿Qué tanto miras?—dijo ella en tono pícaro
—No miraba, pensaba
—¿En qué?— dijo ella con sonrisa de intriga
—Pensaba cuando una mujer, tan hermosa como tú, me había preparado una cena y se había tomado tantos detalles conmigo, creo que si te preocupa la evaluación, no debes estar preocupada, ya aprobaste, es sólo formulismo, no tienes que hacerlo para que yo las apruebe—dijo Joaquín agachando la vista, pensando en haber encontrado la respuesta a esas atenciones
Carla volteo y puso cara seria, pero sin demostrar enojo, tomó una cuchara y la metió a la olla donde guisaba, caminó hasta él y le dio a probar, Joaquín abrió la boca y probó, ese guiso de verdad sabía bien
—No lo hago por eso
—¿Entonces?
—No preguntes lo obvio—dijo ella mientras con una servilleta le limpiaba parte del guiso que estaba en la comisura de él y lo miró directo a los ojos
—No juegues con eso—dijo Joaquín sintiendo que su corazón estaba demasiado expuesto a ser roto
—No juego y ya no me hagas hablar más, eso te toca a ti, tú eres el hombre.
Dijo girándose rápido y regresando a su guiso, Joaquín le dio otro trago a su cerveza, las cartas estaban sobre la mesa, era todo o nada, se levantó y se paró atrás de ella, apagó la estufa, no quería accidentes, y la giró dejándola de frente a ella
—Talvez sea el trago de cerveza, talvez sea este momento, talvez sea que estoy ante la mujer más hermosa que haya visto, pero ya no puedo dentarme
—¿De qué hablas? ¿Qué quieres ha…?
Ya no pudo terminar la pregunta, Joaquín la tomó de los hombros y la acercó a él hasta besarla, ella puso resistencia pero solo un segundo, después de eso aflojó su boca permitiendo el beso entre los dos
Pao desde la sala se levantó y los vio besándose, una sonrisa apareció en su rostro, volteó con Jo que sería veía la tele
—Se están besando
—¿Qué?—preguntó Jo con una mueca
—Mira
Las dos vieron hacia la cocina y ella ya lo abrazaba colgada de su cuello, las manos de Joaquín bajaron de los hombros a su cintura, la pegó a él y sintió el gemido de ella al palpar con su pubis la erección de Joaquín.
Los tres cenaban escuchando una más de las anécdotas de Joaquín, reían con sus desenlaces, hasta Jo por un momento olvidó que estaba molesta con él por seducir a su madre, las historias de él sí que eran divertidas
—Bueno niñas, ya es hora de irse a la cama—dijo Carla
—Carla me retiro yo también, te veré mañana
—No te vayas, deja acuesto a las niñas y bajo—dijo Carla con mirada suplicante—me esperas ¿sí?
—Está bien, estaré en la sala
—Hay más cerveza en la nevera, por si quieres más—dijo ella sonriéndole amablemente
Joaquín se encogió de hombros resignado y sacó otra cerveza de la nevera y se sentó frente a la televisión esperando a Carla; 15 minutos después escuchó pasos en las escaleras y volteo abriendo su boca como un bobo, Carla bajaba en bata de dormir, sólo que era extremadamente sexy, le llegaba casi a la rodilla y estaba escotada, solo estaba cerrada por un cordón en su cintura, él imagino que debajo no traía ropa interior, bueno al menos eso quiso imaginar
—Hola Joaquín, ¿qué miras?
—Una obra de arte de la naturaleza—dijo mirándola sin disimulo
—Calla tonto, me refiero a la tele
—Ha nada, solo cambiaba de canal buscando algo interesante
—¿Y lo hallaste?
—Ahora si—dijo sin dejar de verla
—Cállate, jajaja
Carla se sentó a un lado de él y su bata se subió a medio muslo, Joaquín ya no veía la tele solo a ella, ella también lo veía a él sus manos se juntaron
—¿Qué tanto miras?
—A ti, en verdad que eres hermosa—dijo Joaquín tratando de dar el tono mas respetuoso pero sincero que pudo
—¿Te parezco hermosa?
—Si, y no solo hermosa, también demasiado sensual, elevas mucho mi mente
—¿Soy sensual?—dijo poniendo pose de coqueta
—Insisto, demasiado
Joaquín tuvo otro momento de valentía, el alcohol ayudaba, la jaló, pero lo hiso suavemente y la acercó a él, sus bocas nuevamente se juntaron, le soltó las manos y las puso en su espalda, ella le acariciaba los brazos, el beso parecía de dos adolescentes enamorados, la mano traviesa de Joaquín bajo por su espalda y llego a sus bien formadas nalgas, apretó la más próxima, Carla abrió los ojos asustada, pero después los cerró y continuó el beso.
—Carla eres hermosa—decía Joaquín mientras la besaba
—¿Crees que lo soy?—decía ella despegándose un poco, para después juntar su boca a la de él
—Eres un ángel
—¿y a todos tus ángeles les agarras las nalgas?—dijo riendo pícaramente
—No puedo decirte, nunca había estado con uno—dijo Joaquín devorándola con el beso, Carla sonrió con la respuesta de él
El beso continuó, la mano de Joaquín no le soltaba la nalga, su otra mano se dirigió al escote y se metió en él llegando al seno más próximo, ella traía sostén, Joaquín lamento eso, pero lo entendió, ella era una mujer decente.
—Aaahhh
Gimió ella al sentir los dedos de él entrar en su copa y con el dorso acariciar su firme y rosado pezón, ella estaba demasiado excitada, el magreo que le daba Joaquín estaba rindiendo frutos; Joaquín también estaba en el cielo, si hubiera sabido que acabaría magreándoce con la mamá de las hermanitas desde hace mucho que hubiera fingido ser el trabajador social.
—Aaahhh Joaquín
Joaquín hiso otro movimiento táctico, la mano que apretaba su nalga se fue hacia adelante, en dirección hacia la entrepierna de ella, llegó y sintió la humedad de esta a través de la pantaleta de encaje, el pene de él estaba duro como roca y brincó al sentir la sexy pantaleta de ella, si traía ropa interior, pero se puso la que considero más sexy.
El travieso dedo de Joaquín movió la pantaleta a un lado y palpó los labios mayores de ella, estaban muy peludos, obviamente para que se depilaría si nadie la iba a ver, Carla sintió los dedos y por primera vez lo detuvo, con su mano izquierda le tomó la muñeca y lo aparto de su vagina
—No Joaquín, mis hijas están arriba y no quiero que pienses mal de mí
—No Carla, no pensaría mal de ti nunca, agradecido estoy que me hayas invitado a pasar el domingo contigo y me dejaras besarte, es el día más feliz de mi vida
—¿Lo es?—dijo Carla con emoción en su rostro
—Si
Carla soltó la muñeca de él como dándole permiso de tocarla de nuevo, él no se hiso del rogar y sus dedos regresaron a la hermosa vulva de ella
—Aaahhh Joaquín, mis hijas están arriba
—Seamos silenciosos
Joaquín la acostó en el sillón y de un rápido movimiento desabrochó la bata, el cuerpo de Carla emergió en ropa interior, los ojos de Joaquín eran los privilegiados que la podía ver así, se abalanzó sobre ella y besó su cuello, lengüeteó sus mejillas, vio que el sostén se abría del frente y con su experiencia en eso lo desabrochó sin problemas, ella ladeo se cabeza de vergüenza, era la primera vez que un hombre veía sus pecho desde hacía mucho tiempo, de hecho él era el segundo hombre de su vida, se exesposo fue el único novio que ella tuvo.
—Carla eres hermosa
Diciendo esto con sus manos tomó el borde superior de su pantaleta y la bajó, ella levantó un poco sus caderas para facilitarle la acción, Joaquín la quitó pero la dejó atorada en un tobillo de ella, levantó ese pie y lo dejó sobre el respaldo del sillón
Vio su monte de venus en todo su esplendor, ella no se depilaba, el vello púbico sí que era abundante, acarició entre los labios y sintió la humedad de su excitación, ella suspiraba cerrando los ojos y los abría para ver que hacía él, Joaquín desesperado intentó abrir su cinto
—Espera Joaquín, vamos muy rápido, espera por favor
—Carla es que te deseo tanto—Joaquín estaba desesperado, babeaba como perro, su verga liberaba líquido preseminal.
—Pero no estoy tomando anticonceptivos, no puedo quedar embarazada, además no quiero que pienses mal de mí, yo no soy así, eres el primer hombre que me hace esto desde hace años
El Joaquín “original” se hubiera abalanzado sobre ella y violado, pero si quería tener una relación seria con ella debía ir a la velocidad que ella pedía, respiró hondo y trato de bajar su excitación, respiraba con la boca abierta, poco a poco se fue tranquilizando.
Me gustas mucho Carla, como nadie nunca antes, pero tienes razón, debemos ir despacio, tampoco quiero que pienses que solo quiero “esto” de ti.
—¿Me entiendes verdad?
—Si
Joaquín se enderezó, Carla aún estaba acostada con la bata abierta, lo mismo que su sostén, sus piernas seguían como él las había dejado, una sobre el respaldo y otra colgando hacia el suelo, su abundante monte de venus color castaño parecía la cereza en el pastel, se había tranquilizado, pero su verga no perdía erección.
—Está bien Carla, no tendremos sexo, tus hijas están arriba, prometo que no haremos nada que tú no quieras y sobre todo lo haremos cuando estés lista, ¿está bien?
—Si Joaquín
Carla sintió que su corazón brinco de emoción cuando escuchó las nobles y caballerosas palabras de él, no pudo evitar mirarlo y abrir su boca de deseo, era como la hembra sumisa que tiene que ceder ante su macho, Joaquín como sabio lector de expresiones lo detectó y decidió jugar su última carta con ella.
—Sólo por esta vez Carla, te haré caso de forma parcial, tengo que sentir algo de ti
Diciendo esto se agacho y la besó, ella le correspondió, bajo su rostro y chupo los pezones, uno a la vez, ella se estremeció, se sorprendió de sí misma que ya no hiso nada por detenerlo, le cedió el total control del momento, sintió como los dedos de él acariciaban su piel haciéndola erizar, ahora su boca estaba hurgando su ombligo.
Carla sintió un calambre cuando el bajo más y se topó con su vello púbico, sintió mucha pena, si hubiera sabido que llegaría a “tercera base” se habría depilado; aún y con pena, la excitación era demasiada, abrió su boca cuando el con las dos manos separó sus labio y metio la lengua en su introito.
—Aaahhh
No pudo evitar gemir quedito, tomó la cabeza de él con ambas manos, pero no era para detenerlo, al contrario, lo apretó contra ella, Joaquín sabio dominador de las artes linguales, hiso gala de sus conocimientos, sintió la salida de líquido del interior de su vagina en un orgasmo tras otro, él ingirió eso como el manjar de dioses que era
—Joaquín aaahhh
Carla estaba extasiada, a su exesposo no le gustaba darle sexo oral, solo que ella lo chupara, ella no le daba importancia, pues estaba enamorada, ahora sabía de todo lo que se había perdido, Joaquín con hábil lengua le arranco un orgasmo tras otro
Jo estaba despierta, no podía dormir, escuchó que platicaban luego fue silencio, después se escucharon ruidos raros, con al mayor sigilo posible, bajo las escaleras, sintió corrientes de calor en su cara, su boca tembló lo mismo que sus manos, cuando vio la escena en la sala, podía ver la pierna de su mamá sobre el sillón, su pantaleta atorada en el tobillo y más allá las nalgas de Joaquín que empinado lengüeteaba a su mamá, quiso llorar de coraje, pero se contuvo, estuvo tentada a ir y armar un escándalo, pero sabía que después sería doblemente castigada, se tragó su coraje y subió las escaleras, esta vez sí hiso ruido, pero nadie la escuchó.
Joaquín se levantó quedando hincado en el sillón, con su dorso limpió su boca, Carla estaba con su cabeza de lado, sus ojos cerrados y su boca abierta recuperando la respiración, finalmente los abrió y lo vio, por mero reflejo involuntario le sonrió, no podía ocultar el placer que había sentido
—Joaquín, me hiciste sentir lo que nunca había sentido
—Y ese solo es el comienzo, no será todo hoy, te lo prometí, pero cuando se llegue el momento, mi único objetivo en esta vida será que seas feliz en todos tus sentidos
Se levantó y se acomodó la ropa, Carla intentó levantarse, pero sus piernas no le respondieron, él caballerosamente le ayudo y ya los dos de pie se volvieron a besar, ella ni se molestó en cerrar su bata, las tetas de ella estaban en contacto con el pecho de él, la pantaleta había caído hacía unos momentos, se separaron mirándose con ojos de amor
—Preciosa, ya me tengo que ir, porque si no, no respondo
—Está bien Joaquín, gracias por ser paciente y por darme este momento tan delicioso—Carla no se reconocía así misma con lo que decía
Caminaron hasta la puerta tomados de la mano, ella cerró su bata y él abrió la puerta, sus bocas se juntaron por última vez, cerró tras de sí, ella se recargo en la puerta, se sentía muy feliz, talvez mañana se arrepentía, pero en este momento se sentía la mujer más feliz de la tierra
Joaquín se subió a su auto y desde ahí mando mensaje a Jo, ella estaba acostada en su cama, lo vio en las notificaciones pero no lo abrió, no quiso hablar con él, estaba demasiado enojada para contestarle, Joaquín esperó unos minutos, no vio respuesta y pensó que quizás se había quedado dormida, ni modo, la masturbación sería la única opción esa noche, mañana se desquitaría con ella.
Avanzó unos metros cuando el celular timbró del mensaje
—“Estoy despierta, te veo en el jardín”
Joaquín sonrió malicioso, después de todo tendría un agujero donde eyacular. Con el mayor sigilo se movió al patio trasero y espero entre los arbustos a Jo, la vio salir solo en bata, no dijo nada, llegó a donde él estaba y se hinco de espaldas a él, levantó su bata dejando sus nalgas desnudas, no llevaba ropa interior, Joaquín tampoco perdió tiempo hablando, bajo su cremallera y la penetró por su raja
La cogida empezó, ninguno hablaba, solo se escuchaban pequeños gemidos de ella, que apretaba su boca para no gemir a grito abierto, si estaba molesta, pero también estaba caliente, necesitaba ser cogida y masturbarse nunca era lo mismo para ella, gimió cuando sintió como él le sacaba la verga y la penetraba por su culo, estaba tan mojada que ni saliva ocupó
—Aaahhh papi
—Te amo mi princesa, nunca lo olvides, pasé lo que pasé siempre te amaré
—Aaahhh
Jo ya no pudo evitar gemir, Joaquín le tuvo que tapar la boca, eyaculo en el recto infantil, con los ojos en blanco moviendo su cadera como poseso, terminó se la sacó y se guardó el baboso pene en sus pantalones,
—Ve a dormir, tu mamá sigue despierta, no te vaya a ver
Se iba a retirar, pero Jo lo detuvo
—¿De verdad me amas?
—Sí, mucho
—¿Seguirás viendo a mi mamá?
—Sí, creo que tengo una oportunidad de hacer algo serio con tu mamá y no quiero desperdiciarla
—Tengo miedo
—¿De qué?
—De que las cosas cambien y ya no podamos hacer “esto”
—No mi amor, no te confundas, aunque sea pareja de tu madre, nunca dejaré de cogerte, siempre serás mía, aunque te cases, lo seguirás siendo
Jo dio una sonrisa de alegría, mínimo él le prometía que siempre sería suya, aunque la vida cambiara, seguirían siendo amantes, eso la tranquilizó un poco, se acercó a él y lo abrazo, sus bocas se juntaron intercambiando caricias linguales
—¿Prometido?
—Prometido
Continuará

La princesa y los panties, Parte 02
9 de enero de 2025 en Relatos SDPA, Jovencitas, LGBTQ+
Casi no pude dormir esa noche. Estaba muy emocionada. La luz a través de la ventana me despertó. Decido levantarme, bañarme, y ponerme un traje de baño. Uno especial, pues tengo una cita (de juegos) con una hermosa chica (de 6 años). Es un trikini con el abdomen casi descubierto, la espalda desnuda y con cachetero. Muy sexy en realidad, por lo que mejor me cubro ligeramente con una capita. Bajo el elevador casi temblando, y tras desayunar rápidamente, pues ya eran las 8:50, voy a recostarme en un camastro. La alberca está sola. Es temporada baja y además hoy es lunes. En eso, oigo unos pasitos y la veo. Allí está ella, con un traje de baño de dos piezas, con un top muy coqueto, verde con rosa, y un calzoncito verdecito, ajustadito, tanto que se notaban sus labios vaginales. Casi me muerdo el labio al verla.
– Hola Caro buenos días! Cómo me veo?
Me pregunta al tiempo que da una vuelta, lo que me permite ver su espectacular trasero, con su traje de baño dejando ver fácilmente más de la mitad de sus nalgas, e introduciéndose en su pliegue.
– hola Mel. Te ves divina princesa.
– Gracias, tu también te ves muy bonita y muy…
Creo que Mel buscaba la palabra correcta para describirme. Pero por su inocencia no sabía cual emplear. Pero mi sorpresa fue grande cuando finalmente la dice, a la vez que inconscientemente se muerde el labio inferior.
– muy… buena.
Riéndome, me levanto, la tomo de la mano y nos metemos a la alberca. Nadamos un poco, platicamos de esto y lo otro, de su escuela, de cómo su madre es divorciada y trabaja demasiado, al igual que su padre. De su hermana mayor que estudia en otra ciudad, de su gato y de su perro. De que iba a clases de gimnasia y natación también. De su soledad… Yo le platico de mi trabajo, de mi niñez, en fin. Fue una plática soprendentemente amena y relajada. La alberca aún estaba vacía. En eso, ella sale de la alberca, mostrando su infantil pero espectacular cuerpo reluciendo ante el sol de la mañana, y me dice:
– cáchame, Caro!
Y se arroja hacia mí al agua. La atrapo y nos sumergimos en el agua. La tomo de la cintura y salimos juntas, riéndonos. Sigo con mis manos en su cintura y ella me abraza del cuello. Nuestros rostros frente a frente. Sonriendo, sonrojándonos. Con el agua escurriendo en nuestras caras. La abrazo sujetándola más fuertemente, pegando su cuerpo al mío. El sentir su calidez me excitó demasiado. Era obvio que ella también estaba excitada, pues inconscientemente se frotaba los muslos uno contra el otro y los apretaba. Casi automáticamente, mis manos descienden poco a poco, hasta su cadera, y finalmente la tomo de las nalgas, quedándo sentada en mis manos. Estaba en el cielo. Sus firmes y redonditas nalgas estaban ardiendo. La pego más a mi cuerpo haciéndo que ella abra sus piernas y yo quede en medio de ellas, abrazada. Sentía su intenso calor genital en mi abdomen. Comienza, muy lentamente, por instinto, a mover sus caderas y a frotarse contra mí, mientras cierra los ojos. No podía creer que ésto estuviera pasando. Mi clítoris estaba a punto de explotar. Con mis dedos acariciaba sus glúteos lentamente, sintiendo su piel de gallina por mis movimientos. Acerqué mis dedos aún más al pliegue interglúteo, por encima de su bikini, y apreté cariñosamente sus nalgas. Estaba al límite. En eso, ella abre sus ojos, voltea alrededor, y al no ver a nadie más, me pregunta:
– Caro, alguna vez has besado a alguien?
Tragué saliva. Si las cosas iban como pensaba (y esperaba) que iban a seguir, sería un gran paso (y también uno sin vuelta atrás).
– sí, porqué princesita?
– se siente rico?
– pues, sí, sobre todo si es con alguien que quieres y que te gusta
se queda en silencio un momento, y con su rostro encendido me pregunta:
– me quieres?
– pues.. sí, princesa, claro que te quiero!
– y… te gusto?
Suspiro y finalmente salgo (de nuevo) del clóset:
– Sí, me gustas mucho.
Ella sonríe, y me dice dulcemente:
– me das un beso, por favor?
Me sentía en trance. Finalmente, sonrío, y sacando mi mano derecha del agua, le quito el cabello del rostro, la tomo de la barbilla y la acerco a mi cara. Ella cerró sus ojitos y yo, tras echar un último vistazo alrededor, también. Me voy acercando a ella hasta sentir sus suaves labios en los míos. Le doy un pequeño y tierno beso. Me retiro un poco. La veo sonreir y le pregunto:
– quieres otro?
– sí, sí, claro que sí!
En esta ocasión, abro mis labios un poco, y hago que ella también los abra. Tras un rato más largo, me retiro un poquito, ella sigue con su rostro hacia mí con su boquita entreabierta, y le doy otro beso, más apasionado, más largo, más sonoro, acaricio con mi lengua la suya, siento sus dientes, sus labios, su saliva mezclándose con la mía. Finalmente nos separamos, jadeando. Ella sonríe y se recuesta en mi pecho, abrazándome.
– me gustan tus pechos, son grandes y suaves. Crees que yo los voy a tener igual?
– seguramente, querida
Lo más seguro es que así fuera, considerando la figura de su madre.
Duramos abrazadas un rato, luego me suelta, la suelto y se echa a nadar otro poco, y comenzamos a juguetear de nuevo, salpicándonos, o cachándola cuando salía del tobogán, momento que aprovechaba para tocarla más.
Finalmente llegó más gente a la alberca y la intensidad de nuestros juegos tuvo que cambiar. Llegaron más niños, los cuales la invitaron a jugar. Le dije que fuera a divertirse y que yo la observaría desde fuera.
El ver a esa niña inocente jugar como cualquier otro niño en la alberca me causó algo de conflicto. Hace unos momentos estábamos besándonos y acariciándonos, y ahora, sólo era una niña más en la alberca. Pero a la vez, esa misma inocencia que me causaba culpa me provocaba más morbo y excitación.
Tras un rato, llega la madre de Mel, luciendo un traje de baño que resaltaba sus grandes senos y su espectacular trasero. Admito que me parecía sumamente atractiva, pero nada comparado con lo que sentía por Mel. Me quedo otro rato más, luego Mel y su madre salen a comer. Mi estómago me hace hacer lo mismo. Me dirijo al cuarto a cambiarme. Mientras lo hago, me quedo pensando en lo que hicimos Mel y yo. Tenía ganas de masturbarme, pero dejan de servir la comida a las 5 y ya tenía hambre.
En el restaurante no ví a Mel ni a su madre. Supuse que salieron a pasear nuevamente, lo que se confirmó con otro mensaje de Mel:
“mi mami y yo salimos a pasear de nuevo me gustó mucho lo de hace rato ojalá lo hagamos de nuevo tengo muchas ganas de verte y besarte otra vez cuando llegue te aviso tqm”.
Hora de la cena. Mi mente está un poco distraída, al grado que olvidé mis llaves en el cuarto y tuvieron que abrirlo por mí. En la cena ví a Mel y a su madre en otra mesa, algo lejos. Resignada, comí de prisa y salí a tomar la brisa nocturna. Sonó mi teléfono. Era Mel:
– Hola Caro donde estás?
– hola princesa, estoy en la playa!
– oye, mi mami va a salir hoy a un pueblo cercano y va a llegar hasta mañana…
Supuse que la señora consiguió alguna cita, nada extraño considerando lo atractiva que es.
– … y voy a estar solita… no puedes venir a acompañarme?
Ni en mis más locas fantasías aparecía este tipo de escenario. Pero, le dije que ahí la veía en un momento.
Por algún motivo, en mi cuarto, decido ponerme algo sexy. No me puse bra pero sí una tanga muy chiquita y sexy, que deja muy poco a la imaginación. Decidí ponerme un liguero incluso. No sé por qué lo traje conmigo, quizá en caso de tener suerte (aunque no era mi objetivo del viaje). Me puse un ceñido vestido largo, con una abierta casi hasta la cadera de cada lado, espalda desnuda y con un escote bastante generoso, y ante la ausencia de bra, mis pezones rosados resaltaban a través de la tela. Me maquillé, me peiné, me perfumé… cuello, pliegue de codo, abdomen, escote… y entrepierna.
Así, vestida para algo que no sabía si quería que pasara (o si pasaría en absoluto) me dirigí a su cuarto. En el camino resultaba obvio que atraía todo tipo de miradas: libidinosas, celosas, envidiosas, de admiración, tanto de hombres como de mujeres. Así, llego a su habitación. Toco a la puerta y oigo su vocecita:
– quién es?
– Soy Caro, princesa.
Ella abre la puerta, y entro. Ella se queda de pie, viéndome, con la boca abierta, y los ojos abiertos por completo. Era algo graciosa esa escena. Casi estaba babeando.
Ella por su parte se veía deliciosa. Un vestidito corto holgado con diseño floral, unas medias blancas hasta el muslo y dos colitas con moños blancos. Además, creo que se robó algo del perfume de su madre porque olía a tal. Me pregunté qué clase de pantaletita tendría debajo de ese vestido, pero dejé eso para después.
Conversamos un rato, vimos TV, bailamos un poco con los videos, y finalmente, nos sentamos en la cama, y nos recostamos. Ella me toma de la mano y me dice:
– muchas gracias por tus panties Caro, las voy a guardar muy bien como recuerdo.
Río un poco, y mirándola a los ojos le digo:
– de nada princesita, espero que no te las cache tu mami.
– yo también… pero…
Su semblante se pone un poco triste. Y me dice:
– … ya están secas, no huelen ni saben igual.
Trago saliva. Ésta es la charla sexy que estaba esperando. Tenía que ser sutil, suave, cariñosa, y dejar que pareciera que era ella quien toma la iniciativa.
– pues… si quieres te doy estas también. Ahorita están ya muy mojadas.
Voltea a verme y emocionada dice:
– en serio? Que bien!
Luego medita unos segundos y me dice:
– y por qué nos mojamos? Yo también me siento mojadita
– pues es algo que el cuerpo hace cuando nos sentimos bien con alguien y queremos que ese alguien nos bese y nos toque.
– … puedo olerlas?
Obviamente se refería a la tanga. Nos incorporamos y me dispuse a quitármela, pero se me ocurrió otra cosa. Con la voz temblando, el corazón a máxima capacidad, y con mis rodillas apenas soportando mi peso, le digo:
– si quieres, va a oler más rico si la hueles mientras la traigo puesta…
Éste era el momento de la verdad…
– está bien eso? No te vas a enojar o algo si lo hago?
– claro que no corazón… al contrario, voy a disfrutar mucho si lo haces.
Le doy un beso en los labios, y le acaricio el rostro. Me pongo de pie y me levanto el vestido dejándola ver mi tanga húmeda, y mi liguero.
– te vez muy bien con esas medias…
– gracias princesita linda…
Ella se hinca frente a mí. Coloca sus manos en mis caderas haciendo que me estremezca un poco. Cierra sus ojitos y se acerca casi hasta tocar me vulva con su nariz. El verla allí, hincada, tan cerca de mi zona íntima, con tan sólo 6 añitos de edad, me llevó al máximo de excitación. En eso siento su respiración en mi clítoris. Comienzo a jadear de placer. Ella me aprieta las caderas con sus manos las recorre hasta tocar y acariciar mis nalgas. Mi vagina sigue produciendo más y más fluidos. Es cuando ella pega su nariz en mi tanga, haciendo que deje escapar un gemido.
– estás bien? Te dolió?
Me preguntó mirándome a los ojos
– No princesa, al contrario, gemí porque se siente muy rico cuando haces eso…
Diciendo ésto, ella sonríe y pega su nariz a mi vulva, inhalando profundamente. Estoy ardiendo. Con mi voz quebrada le digo:
– también si quieres puedes probarla…
– ah! Sí de veras!
Y así, saca su lengua y procede a lamerme y a chupar la prenda. En su inexperiencia, sus movimientos eran bruscos pero se sentían divinos. No podía más, la tomé de la cabeza y con mucho cuidado, sin dejarme llevar por la pasión y exitación, la presioné contra mi vulva, muy suavemente para que no se asustara. El orgasmo recorrió todo mi cuerpo, hasta hacerme caer de rodillas, gimiendo, casi llorando de felicidad. Tratando de recuperar el aire, volteo a ver a mi joven amante, con su carita mojada por mis jugos, y quien se ve fascinada por lo que acaba de suceder. Le tomo el rostro entre mis manos y la beso apasionadamente.
– eso fue maravilloso Mel… fue maravilloso
– en serio?
Luego de pensar un ratito, algo pasó por la cabecita de Mel y me pregunta:
– Caro, a tí también te gusta oler panties?
– claro…
– quieres oler las mías?
Eso sin duda era algo de las muchas cosas que quería hacer esa noche, así que le dije:
– por supuesto cariño, pero tengo una idea mejor.
La pongo de pie y le desabrocho el vestidito. Se lo quito lentamente, mientras la beso en sus labios, cuellito, y hombros. Se ve algo nerviosa.
– Estás bien princesita?
– Sí, un poquito nerviosa…
– quieres que me detenga?
– n… no
– si algo que haga no te gusta o si te sientes incómoda, dime de acuerdo? Yo voy a hacer todo para que te sientas bien y sientas muy rico, como tú me hiciste sentir hace unos momentos. Pero si te sientes mal, o quieres que me detenga, dime. Te juro que no me voy a enojar y tampoco voy a dejar de quererte. Sale cariño?
Más tranquila, y sonriendo, asiente con la cabeza. Nuevamente comienzo a besarla en el cuello. Trato de contener mi impulso de saltar sobre ella y follarla apasionadamente. Al besarla la oigo gemir de placer, suavemente. Le deslizo el vestido que tenía ya a la altura de la cintura. Se lo quito por completo. Me hago un poco para atrás para contemplarla. Su torso desnudo muestra sus rozados pezones, erectos. Observo su vientre plano con su hermoso ombliguito, y su zona femenina está cubierta por unos calzoncitos de algodón, bastante tiernos, con las figuras de las heroínas de Frozen al frente. Éste último detalle me golpeó como un camión, pues volví a caer en la cuenta de que se trata de sólo una niña. Casi me hace detener todo por completo, pero al verla allí, semidesnuda, con sus medias sexys en sus piernas, con el pecho rubicundo, su mirada ansiosa, sus labios entreabiertos, me hicieron desear el seguir con ésto. Quería que esa niña fuera mía.
La tomo de las axilas y de un impulso la subo a la cama. La recuesto mientras la acaricio en el rostro y el cabello, besándola en los labios. Me excitaba demasiado el hecho de que ella respondía cada vez mejor a mis besos, y a veces era ella quien buscaba mis labios y metía su lengua en mi boca. Con mis labios y lengua recorro su cuello, su pecho y con ansias comienzo a lamer suavemente sus pezones, primeo el derecho y luego el izquierdo. Mientras lo hacía, volteaba a ver la carita de mi joven amada. Ella estaba cerrando sus ojitos, con el rostro encendido, gimiendo de placer, moviendo involuntaria y ligeramente sus caderas. Yo me sentía explotar, y pensé en masturbarme mientras hacía todo ésto, pero éste era su momento, y quería que lo disfrutara al máximo. Comienzo a besar su vientre y a lamer su ombliguito. Aún olía a jabón de baño y al perfume de su madre. Al llegar a su pelvis, comienzo a besarle los muslos y a lamérselos, haciendo que se estremeciera.
– estás bien querida?
Le pregunté. Ella, volteándo a verme, muy sonrojada, y mordiéndose el labio, me contesta:
– sí, si Caro… es que se siente muy rico todo esto que estamos haciendo.
Diciendo ésto, vuelvo a lamerle los suaves muslos. El delicado aroma de su vulva excitada me rodea. Elsa y Anna están ya un poco húmedas. Ese aroma infantil de sus genitales me está volviendo loca. Nunca había olido una fragancia tan deliciosa como la de una vagina infantil excitada. Me coloco frente a su vulva, aún cubierta por su ropita interior, e inhalo profundamente. No puedo más, y finalmente pego mi rostro a su calzoncito, inhalando su dulce perfume. Comienzo a acariciar su vulva con mi lengua a través de la tela de algodón, mientras ella mueve sus caderitas ansiosamente. Me incorporo la contemplo. Extasiada, disfrutando de mis caricias. Voltea a verme, un poco desilusionada porque me detuve.
– qué pasa? Por qué te detuviste?
Me pregunta. Con mucho cariño, le hago una petición:
– Mel, princesa… quiero hacerte algo aún más rico. Me dejas quitarte el calzoncito?
Ella me mira, tímida, y apretando sus ojitos y encendida como el carbón, asiente con su cabecita mientras se cubre la carita con sus manos.
– Segura? No me enojaré si no quieres dulzura.
– sí… estoy segura… pero…
Se sonroja aún más, si es que eso era posible.
– qué pasa cielo?
– … después tu también te tienes que quitar todo, si Caro?
Sonrío a la vez que le digo que así será. Con mi ansiedad al máximo, tomo los resortes de su calzoncito y comienzo a tirar hacia abajo. Queda al descubierto así su tersa y núbil vulva. Sus labios cubiertos por un suave vello como de durazno, dorado como el sol. Su vagina cerradita por completo, pero lubricada con su néctar infantil. El color de sus genitales hacía más que evidente que la niña estaba sumamente excitada. Casi lloro de alegría ante esa visión. Poco a poco, comienzo a acercar mi boca a sus genitales, mientras le digo nuevamente que si algo no le gusta, o si quiere que me detenga, me diga de inmediato.
Con suavidad comienzo a besar sus labios mayores. Yo misma siento un pequeño orgasmo al hacerlo. Comienzo a lamerlos, suave y delicadamente, como un gatito. Observo su carita mientras lo hago. La niña me mira, fascinada, mordiéndose el labio, con sus manitas agarrando las sábanas con fuerza. Comienza a menear sus caderas. Yo, sigo lamiendo, saboreando su infantil néctar. Lamo sus labios e introduzco mi lengua entre ellos hasta lamer los labios menores. Con mis dedos separo ligeramente sus labios hasta dejar al descubierto su pequeña uretra y encima, su clítoris. Su hermoso, hermoso clítoris, pequeño, rojito por su excitación, erecto. Comienzo a lamerlo muy delicadamente, pues sé que debía estar muy sensible. Ella comienza a gemir, más y más. Sus manitas comienzan a apretar aún más las sábanas. Su cabeza se echa hacia atrás. Comienza a mover sus caderas más bruscamente, haciendo más difícil en controlar mis lamidas. Siento que se moja más y más, y yo gustosa bebo sus jugos. Comienzo a lamer más rápidamente su clítoris. La niña me dice:
– Caro. Siento algo. Creo que me voy a hacer pis…
– no es pis querida. No pasa nada, deja que salga todo mi amor…
diciendo ésto, siento que unas manitas se colocan en mi cabeza, empujándo mi rostro hacia su vulva. La niña se estremece, se pone tensa de todo su cuerpo, y deja salir más néctar de su vagina. Está teniendo un orgasmo. Mi propia vagina estaba inundada.
Tras un momento, mi dulce amante se relaja, y jadeando, voltea a verme. Me acuesto a su lado, le doy un beso en los labios.
– eso fue increíble Caro… sentí demasiado rico. Te amo, Caro.
“Te amo”. Esas palabras tan hermosas casi me hacen llorar. Pero me contuve. No quise asustar a la pequeña. Así que la beso nuevamente, y la abrazo.
En eso, casi brincando, se sienta. Me asustó un poco. Creí que había escuchado algo en el pasillo:
– qué ocurre Mel?
– ahora me toca! Quítate los panties!
– claro, pero primero, besame un poco…
Y así lo hace. Siento su infantil boca lamiendo mis labios, mi cuello, mis orejas. Yo estaba extasiada. Mi clítoris estaba a punto de estallar, ansiaba venirme y ya. La niña comienza a jugar con mis pechos. Los soba, pellizca mis pezones, estaba muy divertida. Comienza a darles suaves besos y a succionar, bajo mi instrucción, mis grandes y erectos pezones. Ya no aguantaba, pero tuve que esperar un poco más. Finalmente, la niña me quita la mojada tanga, para lo cual le ayudo (a desabrochar el liguero) y se coloca en posición, con su rostro entre mis piernas. Miraba, fascinada, mis genitales.
– me gustas mucho Caro. Me gusta que tengas pelitos en tu colita. Me gusta mucho como hueles… me gusta ver como sale agua de tu cosita…
Yo sólo la miraba, ansiosa. Ella acerca su boca a mi vulva. Titubea un momento, y riéndose, pregunta:
– ehh … cómo le hago?
– recuerdas lo que yo te hice?, bueno, me gustaría que hicieras lo mismo conmigo…
Torpemente comienza a lamerme. Como puedo, le voy instruyendo dónde y cómo lamer, aún lo hace un poco brusco y arrítmicamente, pero sin duda es la sensación más excitante de mi vida. En ese momeno siento que necesito más, comienzo a decirle que lo haga más rápido y fuerte. Como puede, lo hace. No bastó mucho para que llegara el momento. Siento mis piernas tensarse y mi vagina contraerse. “Oh oh”, pienso. Estoy por venirme. Y yo soy una “squirter”. Esperaba que la niña no se asustara, pero ya no aguantaba más. Me vine en su carita y en su boca. Casi pierdo la conciencia tras la intensidad del orgasmo. Ella trepa hasta quedar acostada encima de mí. La abrazo dulcemente. Me dice:
– también sentiste rico verdad?
– así es Mel
– Salió mucha agua de tu cosita… tuve que tomármela casi toda. Sabía rara, pero muy rico…
La beso en los labios saboreándo mi propio néctar.
– Te amo, Mel…
Le dije, y antes de caer dormida, la escucho decir:
– y yo también te amo Caro…
Me despierto, aún con el cuerpo de mi infantil amante desnudo encima de mí. Con cuidado, volteo a ver el reloj: 6 am. Lenta y delicadamente, la recuesto a mi lado. Aún dormía. Tratando de no hacer ruido, comienzo a vestirme, y a buscar cualquier evidencia que nos delatara. A pesar de mis esfuerzos por no hacer ruido, Mel se despierta:
– qué haces Caro, a dónde vas?
– oh Mel, cariño, lo siento, no quise despertarte. Estoy vistiéndome pues ya es de mañana y voy a mi cuarto antes de que llegue tu mamá.
La niña asiente, se para, va al closet y se pone una pijama. Tras hacerlo, se vuelve a acostar.
– ya me voy princesita. Disfruté mucho lo de hoy.
Me acerco a ella y la beso tiernamente. Medio dormida, me dice:
– te veo al ratito en la alberca?
– claro amor. Te veo al ratito.
En mi cuarto, me recuesto otro rato, pensando en lo sucedido. Nunca me había sentido tan feliz en mi vida. Tan enamorada. Me parecía increíble que una niña de 6 años pudiera provocar éstas emociones en una treintona. Hundo mi cara en la almohada, y comienzo a llorar. Las lágrimas salen en abundancia. Algunas lágrimas son de alegría, porque es la primera vez que me sentía amada, y que yo amaba a alguien. Lágrimas de felicidad porque nunca había tenido un orgasmo tan intenso. Lágrimas de miedo: ¿qué pasaría si alguien se da cuenta de lo nuestro?. Lágrimas de culpa: ¿que tal si ella no sabía lo que hacíamos y después provoco un trauma en ella?. Lágrimas de incertidumbre: ¿que sería de nosotras una vez terminaran las vacaciones? Es decir, ella era de ota ciudad, retirada de donde yo residía. Todo ésto me provocaba tantas emociones que lloré por casi media hora.
Me dormí sin darme cuenta. Al despertarme, el despertador marcaba las 8:30. de prisa, me cambio, y bajo al comedor. Ya no había tiempo de bañarme, además la alberca se encargaría de eso no?.
Continuará

La inquilina, Parte 02 (de Cazzique)
9 de enero de 2025 en Relatos SDPA
Llegué puntual a la cita del departamento trece, toqué y casi enseguida me abrió Palma, se notaba que estaba sumamente nerviosa y hasta la voz le temblaba ligeramente; entré rápidamente al departamento que ahora estaba con las cortinas cerradas de antemano. Palma cerró la puerta con seguro y nos fuimos enseguida al sofá, la nena sonreía nerviosa y ayo estaba con la verga completamente tiesa tan solo pensando en lo que me esperaba.
La chiquilla traía ahora un vestido azul de florecitas blancas de una tela demasiado ligera y nuevamente no traía un sostén puesto. La acerqué a mi ambos sentados en el sofá y la besé, ella se dejó manipular sin poner resistencia estuvimos así algunos minutos besándonos y yo acariciándole su cuerpecito. Fui levantando su vestido para mirarle y tocarle sus piernas deliciosas y ella no puso ninguna objeción, todo lo contrario cuando comencé a acariciar sus muslos la nena abrió las piernas dejándome trabajar libremente en su entrepierna, hurgué sobre la tela de las bragas clavando ligeramente uno de mis dedos entre sus labios vaginales y ella se dejó hacer.
Me saqué el los zapatos con los pies y luego levanté la cadera, desabroché el cinturón y el pantalón salió completamente, la chiquilla me miraba la verga completamente erecta, le pedí que me la chupara como la otra vez y ella reclinó su cuerpo de lado comenzando a darme una rica mamada. Su boca se abrió para abarcar mi glande y lentamente se la fue metiendo, humedeciéndola con su saliva. Le empujé la cabeza para que se metiera más verga en la boca.
Con mi mano izquierda comencé a acariciar la espalda de la chiquilla y luego lentamente comencé a levantarle de nuevo el vestido, sus piernas quedaron completamente descubiertas y pude ver luego las bragas, sus nalgas paraditas y un poco de su espalda. Metí mi mano entre la piel de la chiquilla y sus bragas acariciándole las nalgas, las tenía deliciosas, mis dedos recorrieron la tersa piel de los cachetes y el canal que las separa para finalmente recrearse en el diminuto agujero trasero de la pequeña.
Estaba así cuando sentí que mis bolas se comenzaban a contraer y con la mano derecha sujeté fuerte la cabeza de Palma, ella supo enseguida que me iba a venir, esta ves se preparó a tiempo y yo comencé a descargarme, la leche que me salía producía en mi cuerpo estertores de satisfacción y no pude evitar un gemido prolongado, mis caderas también se activaron moviéndose ligeramente arriba y abajo. Algo de mi semen se regó por entre los labios y mi verga mojándome las bolas pero la chiquita siguió mamando sin detenerse. Finalmente me dejó la verga completamente resplandeciendo con su baba y limpia por completo de mi semen. Palma levantó su cara limpiándose con el dorso de la mano la boca que se veía hinchada y enrojecida.
– ¡Qué bien has aprendido! – dije.
– ¡Sí, estuve pensando en eso los tres días!... Pero ahora es tu turno. Me levanté con la verga guanga completamente y la hice levantarse, le di la vuelta quedando a sus espaldas y bajé el cierre del vestido, lentamente se lo retiré del cuerpo apreciando su espalda desnuda y sus bragas esta vez de color amarillo. La acomodé en el sofá casi recostada con las piernas volando y los pies en el suelo. Le quité los zapatos que traía y luego jalé por el elástico las bragas, su vagina con algunos vellitos se dejó apreciar y debajo el oscuro ano. El olor de hembra me impregno la nariz y me metí entre las piernas de la pequeña.
Comencé primero a jugar con mis dedos por todo lo largo de su hermosa rajada con sus labios hinchados y abiertos ligeramente. Le abrí los pétalos para inspeccionar su agujero y el clítoris que seguía escondido en su capucha. Tras una larga exploración de sus partes mis labios se apoderaron de sus pliegues vaginales y comenzó el cunnilingus; Palma me sujetaba de la cabellera acariciándome mientras le daba lengua a su vagina que enseguida se humedeció. Los gemidos de la niña comenzaron cuando dediqué toda mi atención sobre el clítoris que ahora comenzaba a asomar.
Sentí como mi verga comenzaba a extenderse lentamente ante la candente escena de esa niña abierta de par en par y dejándose sorber deliciosamente la vagina. Palma se comenzó a venir y sus pliegues vaginales se apretaron contra mi lengua que siguió metiéndose profundamente en busca de las mieles del joven cuerpo. Con los dedos abrí los labios vaginales y así poder entrar más profundamente en ella, quería secarla pero eso hubiese sido imposible ya que como antes lo había comentado Palma era muy caliente y se mojaba y se mojaba sin dejar tiempo a nada más. La chiquilla se retorcía bajo mis insistentes lamidas y no dejó de hacerlo sino hasta que menguó en ella el placer experimentado. El aroma de la chiquilla impregnado en mi rostro hacía qué mis sentidos se embotaran todavía más, quería penetrarla, cogérmela, pero tenía que ir con calma, pues era más satisfactorio el lento descubrimiento de las capacidades de la nena. Por fin me separé de su cuerpo dejándola retozar únicamente un par de minutos.
Era la primera vez que veía sus senos completamente desnudos y me levanté del suelo en donde me encontraba arrodillado, jalé delicadamente a Palma de una de sus manos haciéndola levantarse.
– Porqué no vamos al cuarto. – le dije.
– ¡Sí! – Dijo ella y caminó delante de mí.
Aprecié en esos momentos como se movía su delicado cuerpo, sus nalgas rozándose con cada paso y el gracioso contoneó de las caderas casi inexistentes todavía.
Corrí detrás de la nena y la miré de pie a un lado de la cama, me quedé frente a ella y la besé en la boca, luego la fui recostando lentamente en el lecho y cuando estuvo por entero sobre el colchón me monté en su cuerpo besándola y acariciándola. Tras besar su boca algunos minutos bajé hasta los senos y los estuve chupando, sus pezones puntiagudos y largos eran de un color oscuro, mamé cada uno de estos y luego dediqué un par de minutos a el resto del seno, en cada uno tardé cerca de diez minutos produciendo un segundo orgasmo en ella tan solo con lamerle las ricas masitas de carne.
No seguí bajando por su cuerpo, me levanté y la hice girarse boca a abajo, me volvía montar sobre su cuerpo metiendo mí endurecido pene entre el canal que separa los cachetes de las nalgas, levanté el torso mirando como mi glande sobresalía en la parte alta de su culo. Lentamente comencé a mover las caderas haciendo que mi garrote se restregara entre esas deliciosas nalgas. Palma trataba de voltear par mirar lo que le estaba haciendo pero finalmente desistió y solamente se dejó hacer. Yo por mi parte sentía delicioso estar restregándome de esa manera tan delirante entre sus nalgas y de vez en vez apuntaba contra su ano solo empujado levemente sin intentar la penetración. Mis caderas es estuvieron moviendo rápidamente pero cuando sentía que estaba a punto de venirme bajaba la velocidad y así poder disfrutar más tiempo de las deliciosas sensaciones que esa pequeñita me estaba haciendo experimentar. La segunda vez que sentí que me venía me detuve e hice que Palma se levantara, me recosté yo en la cama y entonces con mi verga recostada sobre mi barriga hice a la chiquilla montarse a horcajadas sobre mí. Vi su panochita irse abriendo cuando iba ella hacia abajo y por fin sus labios vaginales posarse sobre el tronco de mi garrote. La cabeza salía por la parte delantera de su vagina.
– ¡Ahora te vas a mover como yo lo hice!... ¡Quiero que se restregué toda tú conchita en mi verga! – le dije.
La chiquilla comenzó a mover sus caderas adelante y atrás restregando su pepita sobre mi tronco de una manera deliciosa, ambos nos logramos masturbar así deliciosamente. Yo sujeté por las nalgas a Palma sintiendo como su anito se abría y cerraba con los movimientos y ella comenzó a gemir tras algunos minutos de estarse moviendo sobre mi cuerpo. Solté sus nalgas y le acaricie los pechos y así alternaba mis caricias sobre el bello cuerpecito de la nena, pronto comencé a sentir de nueva cuenta que me iba a venir pero ya no quise prolongar más la satisfacción.
Afortunadamente la bella Palma también estaba experimentando lo mismo y prácticamente tuvimos un orgasmo simultáneo. Mi leche salió disparada potentemente sobre mi estómago y entre sus pliegues y luego sentí sus jugos vaginales mojando el tronco de mi palo. La nena no terminó de moverse hasta terminar completamente su orgasmo.
– Chúpalo. – le dije cuando se detuvo.
Ella desmontó de mi cuerpo y comenzó a lamer el semen que estaba regado por mi piel, la chiquilla lo hizo perfectamente bien y poco después le pedía que se montara en mí, nos besamos largos minutos hasta que decidimos que era hora de terminar, nos vestimos y me comencé a despedir.
– ¡No le digas a tu mamá, pero ya has pagado lo que me debía!... para la próxima vez ya veremos como nos arreglamos. – le dije.
Me despedí de la chiquilla y quedamos de vernos una semana después. Su olor de hembra se me quedó en el rostro durante toda esa tarde.
Continuará

La experiencia de mi hija Amy, Parte 05 (de Melkor)
9 de enero de 2025 en Relatos SDPA, Jovencitas, Incesto
Dormí profundamente esa noche, me desperté con el olor del cabello de una niña con un toque de fresas y con mi brazo alrededor del cuerpo desnudo de mi hija que aún dormía. Me pregunté somnoliente qué había pasado con su camisón azul, pero no lo suficiente como para que realmente me importara.
Me di cuenta de que los rasguños y mordeduras que tenía ya se estaban curando bastante bien, y parecía que las áreas de sus pequeños pechos donde había olvidado ponerse protector solar habían logrado no quemarse. En general, parecía un pequeño bulto de dulzura, un pequeño bulto que, sin embargo, tenía que levantarse de la cama esta mañana.
Me incliné y le di un beso delicado en la mejilla. Ella sonrió somnolienta y se retorció en un intento de esconderse bajo las sábanas. La sacudí suavemente y le dije: —Buenos días, dormilona. Es hora de levantarse.
Oí una respuesta apagada que decía que no quería levantarse. Me reí y le respondí: —Vamos, cariño. Se nos hace tarde. Si no nos levantamos, nos vestimos y desayunamos, llegaremos tarde a la iglesia.
Ella se sentó como si la hubieran tirado de una cuerda y me miró incrédula.
—¿Iglesia? ¿Cómo podríamos volver a ir a la iglesia después de... Ya sabes.
—¿Sigues siendo la misma persona que eras antes del viernes? —Recibí un gesto divertido y aturdido de su cabeza—. ¿No vamos a la iglesia todos los domingos por la mañana después del desayuno? —Otro gesto—. ¿En qué se diferencia hoy de cualquier otro domingo?
Amy no tenía una respuesta para eso. Ya me estaba poniendo la ropa cuando logré sacar a mi ninfa desnuda de la cama y me dirigí hacia su habitación. Le di una palmada ligera en el trasero cuando pasó, lo que provocó un "¡Papáaaa!" mucho más despierto junto con un recordatorio de que se pusiera algo apropiado. También le recordé que se pusiera unas bragas, no me parecía correcto que fuera sin ropa interior a la iglesia. Escuché un suspiro de resignación de ella mientras se arrastraba hacia su habitación, pero esa era casi la rutina habitual del domingo por la mañana.
Después de vestirme y prepararme en el baño, bajé las escaleras y preparé el desayuno. No teníamos tiempo para nada elaborado, solo cereales, tostadas y café. Acababa de terminar de preparar el desayuno cuando Amy bajó las escaleras. Llevaba un bonito vestido azul oscuro con un cinturón ancho marrón, una blusa estampada y el collar de su madre. Me pareció muy bien.
Mientras yo limpiaba después del desayuno, Amy se dirigió a la puerta trasera que daba al patio. Me sobresaltó su exuberancia: —¡Papá! ¡Papá! ¡El plato de comida de Loki está vacío! ¡Debe haber estado aquí durante la noche!—. Corrió y se arrojó sobre mí, envolviéndome en un gran abrazo, casi haciendo que se me cayeran las cajas de leche y cereales. Esperaba que ese fuera el caso. Hubiera sido un día fantástico para mi Amy si Loki hubiera decidido aparecer hoy.
Llegamos a la iglesia con tiempo de sobra. Admito que estaba un poco aprensivo cuando cruzamos la puerta, casi como si esperara que me cayera un rayo. Imagino que Amy se sintió similar, ya que estaba inusualmente pensativa hasta que vio a varios de sus amigos y salió corriendo para hablar con ellos.
Al principio me preocupaba que dijera algo que nos metiera en problemas, pero se refirió principalmente a los detalles más pedestres de nuestro viaje de compras de ayer. Afortunadamente, no mencionó ninguna visita a Victoria's Secret.
Mientras tanto, me encontré con un grupo de mis propios amigos y conocidos. Hablamos de deportes, de las últimas travesuras de nuestros hijos (por alguna razón, yo no decía nada al respecto) y de los planes que estábamos considerando para el verano que se avecinaba hasta que llegara el momento de que comenzara el servicio dominical.
La rutina normal del domingo fue bastante tranquila. Después de la iglesia, nos unimos a varias familias para almorzar en el bufé local. Amy casi me hace atragantarme cuando inocentemente les dijo a sus dos amigas que estaban a su lado: —¡Mi papá me va a dejar tener un perro!—. Las chicas siguieron discutiendo qué tipo de perro debería ser. Al menos Amy tuvo el sentido común de liderar la discusión sin entrar en detalles, ya que ella ya sabía qué perro quería realmente.
El resto del día fue bastante normal, prácticamente una repetición de la tarde de ayer. Incluyó a Amy tomando sol y nadando desnuda, solo que esta vez con suficiente protector solar para evitar posibles quemaduras. Intentó convencerme de que me quitara mi bañador y me uniera a ella en su desnudez, pero yo me abstuve, prefiriendo evitar la posibilidad de recibir demasiado sol en algunas zonas bastante sensibles.
Más tarde, mientras yo estaba cocinando la cena afuera en la parrilla y Amy estaba adentro preparando la ensalada, noté un destello de movimiento en los arbustos al final del lote vecino, pero no estaba seguro de que fuera Loki. No se lo mencioné a Amy cuando salió. No quería que se emocionara o deprimiera demasiado, dependiendo de su reacción. Si era Loki, significaba que definitivamente estaba rondando por el vecindario y probablemente regresaría en poco tiempo. Por las dudas, volví a llenar su tazón de comida y cambié su plato de agua.
Nuestra velada volvió a ser similar a la anterior. Vimos una película, nos preparamos para ir a la cama y nos quedamos despiertos durante una hora viendo vídeos pornográficos y leyendo más historias sobre chicas y sus perros. Algunos de los diversos enlaces nos llevaron a otros sitios que contenían varios sitios eróticos, algunos bastante inusuales. Amy a menudo me hacía parar y echar un vistazo a algunos de ellos también. Parecía que mi hija pequeña había desarrollado un interés por el sexo bastante pervertido.
Para mi sorpresa, Amy maniobró las cosas para que mi pene semirrígido quedara anidado entre sus nalgas desnudas. Fue bastante placentero, pero ni de lejos tan placentero como cuando se deslizó un poco hacia adelante con indiferencia, se estiró hacia abajo entre sus piernas y agarró mi pene rígido. Movió sus caderas nuevamente y luego me congelé cuando me di cuenta de que acababa de colocar la punta de mi pene justo contra su ano. Luego suspiró satisfecha y se apoyó contra mí mientras hacía clic en otra página web. No sé cómo me contuve de empujar mis caderas hacia adelante y saquear el trasero de doce años de mi propia hija, pero lo hice. Ni siquiera estaba seguro de por qué me estaba conteniendo, solo de que debía hacerlo.
A pesar de esta increíble experiencia, lamentablemente me fui a dormir mucho antes que la noche anterior, ya que al día siguiente había clases. Hubo algunas quejas, pero Amy se fue a su habitación sorprendentemente rápido. Me quedé despierto un rato más en mi habitación, escuchando las noticias antes de irme a dormir. Pensé que había oído un ruido en el patio trasero mientras me quedaba dormido, pero no me molesté en comprobarlo.
Obviamente Amy se levantó antes que yo por la mañana. Me desperté con el sonido de sus gritos: —¡Papá! ¡Se acabó la comida de Loki otra vez! ¡Estuvo aquí anoche!
Sonreí para mis adentros mientras me preparaba para el día. Me sentí sorprendentemente bien mientras bajaba a desayunar. Amy estaba muy animada y estuvo dando saltos por la cocina hasta que llegó la hora de tomar el autobús escolar. Noté que llevaba esas mallas con una túnica larga y que tenía el pelo suelto. Me pareció bien, no quería que se notaran sus arañazos y marcas de mordeduras del viernes.
Después de que Amy se fue a la escuela, me senté frente a mi computadora en mi oficina y comencé a trabajar. Tuve un día sorprendentemente productivo. Terminé un gran proyecto antes de lo previsto, poco antes del almuerzo. Estoy seguro de que mi jefe estaría muy contento.
Yo también estaba contento, ya que esto me daba la oportunidad de hacer algo que realmente quería hacer desde el sábado por la tarde. Quería asegurarme de que no hubiera ningún aviso de un perro perdido o extraviado que coincidiera con la descripción de Loki. No estaba seguro de cómo manejaría Amy las cosas si resultaba que otra familia lo estaba buscando.
Busqué en varios sitios web, en el periódico, en Craigslist, etc. También llamé al refugio de animales local para ver si alguien había venido a buscar un Weimaraner grande de color marrón grisáceo. Me alegré cuando todas mis consultas dieron resultados negativos. Parecía que nadie estaba buscando un perro que coincidiera con su descripción, aunque me pareció bastante sorprendente. Loki era un perro hermoso, obviamente de raza pura y sin duda valioso. ¿De dónde había salido y cómo había llegado a rondar por nuestra casa?
No importa, solo significaba que el proceso de adopción sería mucho más sencillo cuando finalmente regresara. La idea me sorprendió bastante. Incluso yo ya estaba considerando a Loki como un miembro permanente de la familia, y en realidad solo lo habíamos conocido durante una hora mientras violaba a mi hija. En qué mundo tan extraño y confuso vivimos.
Todavía estaba trabajando en mi próximo proyecto cuando escuché que Amy llegaba a casa. Inmediatamente se asomó a mi oficina y me preguntó: —¿Lo viste? ¿Regresó mientras yo no estaba?— Casi me rompió el corazón ver cómo la luz abandonaba sus ojos cuando tuve que decirle que no, que no lo había visto ese día.
El resto del día fue bastante sombrío. No ayudó que el clima pareciera reflejar la decepción de Amy. Se había nublado y había comenzado a llover bastante fuerte. Terminé mi trabajo del día y nos sentamos los dos en el sofá a mirar televisión. Noté que se había cambiado la ropa del colegio y estaba usando nuevamente su vestido de verano.
Pronto se acurrucó junto a mí y agarró mi brazo, colocándolo sobre ella, esta vez subiendo descaradamente el dobladillo de su vestido y colocando mi mano sobre su trasero desnudo. Lo froté suavemente como antes, pero ella se retorció sin decir palabra hasta que estuve pasando mi dedo por la hendidura de su trasero. Me sobresalté cuando mi dedo se deslizó sobre su ano y descubrí que había algo... resbaladizo alrededor.
Amy me había estado observando mientras exploraba su trasero y sonrió ante mi descubrimiento. Froté mi dedo por todo lo que tenía en su trasero y lo coloqué en la entrada de su lugar más privado. Amy se apartó lentamente y, antes de que me diera cuenta, mi dedo se deslizó a través del anillo de su ano y rápidamente quedó envuelto por las estrechas paredes de su recto. La escuché soltar un suspiro que imagino que no sabía que había estado conteniendo y luego comenzó a ronronear lentamente.
No podía creer que estaba sentado aquí en nuestro sofá viendo la televisión mientras le tocaba el suave y sedoso trasero a mi hija prepúber. Pensé que había muerto y había ido al cielo. Le masajeé el interior del trasero durante unos 20 minutos, cuando noté que se estaba secando un poco. Lo saqué con un pequeño sonido de queja, le di unas palmaditas en el trasero, la moví hacia arriba y me puse de pie.
—Papá, ¿por qué paraste?— fue su triste respuesta.
—Lo siento, querida. Hubiera preferido seguir así el resto del día. Lamentablemente, tengo que empezar a preparar la cena. ¿Te gustaría ayudar?
Ella aceptó rápidamente y terminamos los dos en la cocina preparando la cena. Puede que haya cometido un error táctico al invitar a Amy a la cocina conmigo. La lluvia que caía a cántaros la hacía cada vez más pensativa y deprimida. Finalmente, habló: —¿Papá? ¿Cómo crees que le va a Loki con toda esa lluvia?
Traté de ser reconfortante con mi respuesta: —Es un perro inteligente, estoy seguro de que ha encontrado un escondite protegido de la lluvia donde estará cálido y seco.
Ella suspiró: —Supongo que sí. Sólo desearía que estuviera cálido y seco aquí.
—Yo también, cariño. Yo también—. Me sentí muy mal por la decepción de mi pequeña. Realmente deseaba que Loki regresara pronto. Esos cambios bruscos de humor se estaban volviendo terriblemente difíciles de controlar. Traté de distraerla con algunas preguntas sobre la escuela hoy, en particular su examen de matemáticas. Estaba muy orgullosa de que solo había fallado una pregunta, con la segunda puntuación más alta de su clase. También me aseguré de que no tuviera ninguna tarea para el día siguiente. Resultó que ya la había completado, ya sea en la misma clase o en el viaje en autobús a casa.
Después de cenar, nos sentamos de nuevo en el sofá para ver el programa favorito de Amy. Ella estaba muy emocionada y se sentó en el borde del sofá, saltando de alegría. Me perdí el episodio anterior en el que le estaba masajeando el trasero a Amy y realmente no me interesaban los concursos de talentos en general ni los de baile en particular. Sin embargo, el entusiasmo de Amy era contagioso y algunos de los bailarines tenían un talento fenomenal. De hecho, terminé disfrutando de la velada.
Después del programa, Amy se recuperó y dijo que era hora de divertirse más en Internet y de apresurarse y prepararse para ir a la cama. De manera bastante extraña, sugirió esperar antes de ducharse. Me pregunté qué tenía en mente con una prohibición tan extraña y me sorprendió estar sentado frente a su escritorio de computadora antes que ella.
No esperé mucho para que reapareciera. Entró con una toalla y un pequeño frasco con algo. Llevaba puesta una de mis camisetas viejas como camisón. Recuerdo que era su camiseta favorita.
Mientras se acercaba, me hizo un gesto imperioso para que me pusiera de pie. Le seguí la corriente y me puse de pie. Ella me hizo otro gesto para que me alejara de la silla y luego procedió a extender la toalla sobre el asiento.
Todo el proceso me pareció muy extraño, hasta que ella se acercó a mí y se arrodilló no empecé a tener una idea de lo que tenía en mente. Tampoco hablé, ni siquiera cuando agarró mis pantalones deportivos y los bajó bruscamente, dejándome desnudo, con solo una camiseta y con una erección que se estaba formando rápidamente.
Con otro gesto imperioso, mi hija de doce años me hizo un gesto para que volviera a sentarme en la silla, ahora protegida por una toalla. Luego se movió, todavía de rodillas, hasta que estuvo entre mis piernas, mirando mi polla extremadamente dura. Agarró esa misteriosa botella, quitó la tapa y la colocó sobre mi muslo y parecía que iba a verter lo que fuera en su mano. Sin embargo, antes de hacerlo, se detuvo y, con una sonrisa traviesa, me dio un beso rápido en la punta de la polla. Pensé que había saltado una chispa entre sus labios y mi polla, estaba tan estimulado.
Se sentó sobre sus talones y estaba a punto de verter el contenido de la botella en su mano cuando se detuvo nuevamente. Se inclinó hacia adelante y besó la cabeza de mi pene nuevamente, y no fue un beso rápido. Mi mente se congeló y mi respiración se detuvo cuando esos hermosos labios presionaron contra mi dolorida cabeza de pene durante lo que pareció una eternidad. Luego, demasiado pronto, terminó y se inclinó hacia atrás, vertiendo el contenido en su mano.
Mientras ella extendía su mano cubierta con lo que fuera hacia mi pene, rompí el extraño silencio con las primeras palabras pronunciadas.
—Umm, Amy, ¿qué estás usando?
Ella levantó la vista, encogió los hombros ante mi impertinencia y resopló: —Es aceite de oliva, papi, ahora cállate—. Luego extendió su mano aceitosa y comenzó a cubrir con cuidado la cabeza y el tallo con el aceite resbaladizo.
Cuando estuvo satisfecha, metió la mano todavía aceitosa entre sus piernas y se frotó un poco también en la entrepierna. Luego, se limpió la mano con la esquina de la toalla. Una vez terminados los preparativos, se levantó y se inclinó hacia delante para darme otro beso, esta vez en los labios. No era el beso de una hija ni de una niña de doce años, sino más bien el beso de una amante. Le devolví el beso con la misma pasión, mi deseo por mi pequeña ninfa anulaba cualquier sensación de lo correcto o incorrecto. Mi lengua exploró su boca, jugueteando con la suya, saboreando un delicioso toque de menta.
Finalmente, ella rompió ese beso maravilloso y nos miramos profundamente a los ojos. Vi su amor por mí en la ventana de su alma e imaginé que ella veía lo mismo reflejado en el mío. Luego se dio vuelta, juntó suavemente mis piernas y se sentó a horcajadas sobre ellas, de espaldas.
No podía creer lo que me estaba pasando cuando ella metió la mano entre sus piernas y agarró suavemente mi polla dura como el acero, y luego se bajó con cuidado mientras la alineaba con el ahora obvio objetivo de su ano.
Hizo una pausa cuando la punta tocó la abertura de su trasero, respiró profundamente y soltó el aire. Luego, lentamente, comenzó a descender sobre mi furiosa erección. La presión aumentó lentamente hasta que pensé que mi pene se doblaría por la mitad, hasta que la fuerza finalmente se volvió demasiada y su hermoso capullo de rosa se abrió, permitiendo que la cabeza de mi pene entrara en la suave y cálida caverna de su recto.
Ella hizo una pausa, respirando rápidamente por un buen rato antes de continuar bajando más. Ya no podía permanecer callado por la sensación extática de su increíble culo engullendo mi pobre y dolorida polla. Dejé escapar un gemido bajo de éxtasis. No sabía por qué no me corrí en ese mismo momento. La sensación continuó, hasta que con un ligero golpe, sus muslos tocaron los míos y ambos nos dimos cuenta de que su maravilloso culo había engullido por completo mi polla de veinte centímetros.
Quería desesperadamente agarrarme a sus caderas y embestir rápidamente su increíble trasero de doce años, pero logré contenerme. Este era un regalo increíble que mi querida Amy me estaba dando. No quería lastimarla potencialmente y quería que ella marcara el ritmo.
Después de un minuto más o menos, Amy se recostó sobre mí con cuidado. Instintivamente, extendí la mano y la rodeé con mis brazos, sujetándola fuerte, con mi polla dura como una roca todavía enterrada dentro de su aterciopelado trasero. Incliné mi cabeza hacia su oído y susurré: —Gracias por este regalo, Amy. Lo atesoraré por siempre.-
—Oh, papi, te amo, pero lamento que este sea el único regalo que me queda por darte. —Mi corazón se hinchó y se rompió al mismo tiempo por ella. La apreté más fuerte y le susurré de nuevo: —Cada día contigo es un regalo y un tesoro. No lo olvides nunca.
No sé cómo logramos manejar toda esa emoción, lágrimas y amor. Fue un momento que duró una eternidad y, sin embargo, fue muy breve. Amy fue la primera en recuperarse y comenzó a balancearse hacia adelante y hacia atrás; la sensación de su recto masajeando mi pene era increíble. Un breve "Papi, ayúdame" hizo que mis manos subieran para ayudarla a sostenerse mientras las embestidas se hacían más largas y más fuertes.
Traté de contenerme, pero la sensación del culo de Amy era demasiado. Mis bolas se agitaron y de repente exploté en el recto de mi propia hija, juro que sus músculos lo exprimieron hasta que no quedó absolutamente nada. La sensación de mi propio orgasmo mientras rociaba con una manguera el interior de sus intestinos también debió haber hecho que Amy se excitara. Sus gemidos aumentaron, su piel se sonrojó y, de repente, sus brazos y piernas se tensaron mientras los músculos se ondulaban hacia arriba y hacia abajo a lo largo de su longitud. La sensación de esos espasmos contra mi polla en su recto me habría hecho correrme de nuevo, si solo fuera posible.
Me relajé en la silla, abrazando a mi sudorosa hija mientras ambos disfrutábamos del resplandor de nuestros orgasmos. Sin embargo, sin importar cuán maravillosa fuera la sensación del culo de Amy envolviendo mi polla de esa manera, después de un orgasmo tan poderoso mi polla no pudo mantener su erección, se ablandó y se encogió hasta que se retiró suavemente de su hermoso culo.
Nos sentamos allí acurrucados por un tiempo antes de que Amy se retorciera y me diera un breve beso en la mejilla.
—Lo siento, papi, pero tengo que ir al baño. —La abracé una última vez y la solté, dándole una palmadita suave en el trasero mientras se apresuraba hacia el baño.
Mientras tanto, pensé que una ducha también sería una buena idea. No por lo que Amy y yo habíamos compartido, sino porque yo también estaba bastante sudado y también quería lavarme los restos del aceite de oliva que Amy había usado. Negué con la cabeza ante el uso de esa sustancia en particular por parte de Amy. Si ella quería tener sexo anal con más frecuencia, pensé que tendría que elegir algo más adecuado.
Había llegado al punto de lavarme el pelo cuando se corrió la cortina de la ducha y Amy entró en la ducha conmigo. Se me ocurrió que esto se estaba convirtiendo en un hábito bastante agradable. Nuestra ducha fue básicamente una repetición de la del viernes, solo que un poco más segura.
Mientras nos secábamos, Amy habló: —¿Papá? ¿Por qué no empiezas nada cuando hacemos algo? Hasta ahora soy yo quien lo hace todo. ¿Estoy haciendo algo mal?
Me acerqué a ella, la abracé y le dije con firmeza: —No, no pasa nada—. Después añadí, con cierta ironía: —A menos que otras personas se enteren, dudo que lo aprueben.
Amy se rió ante eso y luego dijo: —No lo diré si tú no lo haces, pero no respondiste mi pregunta. ¿Por qué?
Lo pensé un momento y respondí lentamente: —Me pareció lo correcto. Has crecido bastante en los últimos días. Creo que no quería apresurarte más allá del punto en el que TÚ te sintieras cómoda. Me gusta cómo están sucediendo las cosas. No creo que haya sido tan feliz desde que murió tu madre.
Eso me valió un abrazo casi doloroso, fue tan difícil.
—Gracias papi.
Ambos nos dimos la vuelta y terminamos de prepararnos para ir a la cama. Al parecer, los dos estábamos agotados por los acontecimientos de la noche. Amy se dio la vuelta para dirigirse a su habitación, pero esta vez fui yo quien extendió la mano y agarró su muñeca. Ella me miró por encima del hombro y yo asentí con la cabeza hacia mi habitación. Su rostro se iluminó y su sonrisa casi me cegó. Se apresuró a ir a mi dormitorio tan rápido que casi me tiró al suelo.
Nos acomodamos, ella se acurrucó contra mí y mi brazo libre la rodeó. Ella murmuró somnolienta un breve "Buenas noches, papá". Yo respondí algo somnoliento y ambos nos quedamos dormidos.
Continuará

Una propuesta indecente, Parte 07 (de iLLg)
9 de enero de 2025 en Jovencitas, Relatos SDPA
La fiesta era ruidosa. Había samba en el salón de recepción del oeste, disco en el este, un cuarteto de cuerdas tocando en el salón principal. Un puñado de niños pequeños se perseguían unos a otros, chillando, por el pasillo. Los invitados elegantemente vestidos charlaban y charlaban, su padre entre ellos. Había visto a Bill una vez, brevemente, hacía una hora tal vez, al otro lado del comedor abarrotado donde estaba el magnífico bufé. Su corazón había latido tan fuerte que había mirado hacia abajo, al terciopelo rojo aplastado, segura de que los latidos en su pecho eran visibles.
Era Año Nuevo, un agradecimiento de fin de año de Bill a sus lugartenientes y sus familias. Todos los vicepresidentes de Madrigal Investments estaban allí, su padre era el más nuevo, pero de ninguna manera el más tímido. Parecía adaptarse a esta vida corporativa de alto nivel como un pato al agua; estaba más feliz de lo que ella lo había visto en mucho tiempo, y por eso estaba agradecida a Bill Kirchener. Pero también era consciente de que había un trato de por medio, y su parte apenas había comenzado. Había pasado una semana desde la visita a la oficina, desde que Bill le había pedido que...
El recuerdo le hizo sonrojarse. Camila miró a su alrededor, temerosa de que alguien la viera y le preguntara por qué se sonrojaba, pero nadie le prestaba atención. La fiesta estaba realmente dirigida a adultos: la única chica que tenía una edad similar a la de Camila era Theresa, la sobrina de Bill, una chica bastante arrogante y malcriada con la gracia salvadora de estar tan loca por los caballos como la propia Camila. Theresa, por supuesto, montaba a caballo con regularidad en la hacienda de Bill; se había sorprendido y un poco confundido, pensó Camila con satisfacción, cuando Camila le había dicho que sí, que había estado allí y que había conocido a La Dama Oscura. Sin embargo, Theresa no se había quedado mucho tiempo, y ahora eran más de las once y se acercaba la gran celebración de medianoche.
Camila suspiró, aburrida. Su padre estaba enfrascado en una conversación con algunos de sus nuevos compinches, aprendiendo los entresijos políticos de los altos mandos de Madrigal y mucho menos interesado en mantener a su hija entretenida. Decidió que necesitaba orinar. El rubor que sintió al recordar la... petición de Bill no se había limitado a su rostro. Había sentido ese hormigueo entre las piernas que la había acompañado mientras se desvestía para él, una reacción dulce, confusa, inesperada. Había estado segura de que se sentiría sucia y humillada, y así fue, en cierto modo, pero había habido algo más allí, algo más profundo, más oscuro, placentero. Había querido desnudarse para él, había querido sentir su (¡oh, Dios mío!) polla. Estaba mal, mal, mal, mal, sabía que estaba mal, pero se sentía bien al mismo tiempo, sucio, mal y bien. Él la deseaba, realmente, realmente la deseaba, tal vez la amaba, y eso era alucinante...
Le preguntó a un camarero de bata blanca dónde estaba el baño más cercano y siguió sus indicaciones por la gran escalera curva que conducía al segundo piso. Era extraño que no hubiera un baño en la planta baja en una casa tan grande, pero bueno, ¿a lo largo de este pasillo?
—Camila —su voz era suave, pero electrizante. Ella se quedó helada—. Ven por aquí, mi angelita.
Estaba allí, en las sombras de un pequeño pasillo a la derecha. Se dio la vuelta, incapaz de hacer nada más. Vio su sonrisa, sus ojos brillando en la oscuridad. Una puerta se abrió detrás de él, una luz suave parpadeó y lo silueteó. Era un baño.
Ella lo siguió, con pasos lentos, el corazón palpitando de nuevo y las manos repentinamente resbaladizas. La puerta hizo clic detrás de ellos. La habitación estaba tenuemente iluminada, decorada con elegancia, con suelo de mármol y accesorios dorados. Un inodoro, un bidé, un lavabo y una bañera, todo en estilo de principios del siglo XX, blanco y dorado, lujo discreto y gusto exquisito.
Su mano le pasó el pelo por detrás de la oreja. Sus ojos la cautivaron de nuevo. Su pulgar le acarició el rostro, que se sonrojó de nuevo, con las mejillas calientes. Sonrió. "Mi dulce angelita, te he extrañado. ¿Cómo estás?"
De algún lugar recuperó la voz. "B... bien, gracias. Sr... Bill. Bueno. Necesito hacer pis". Ahora más que nunca, pensó, mientras sus pensamientos daban vueltas.
—Lo sé —respondió en voz baja—. Adelante, no hay vergüenza entre nosotros.
¡Dios mío! ¡No, no puedo hacer eso! —¡Pero...!
Él se llevó un dedo a los labios para pedirle silencio y luego dio un paso atrás para apoyarse contra la pared. Se cruzó de brazos. Ella podía ver el bulto en sus pantalones de vestir. Sus ojos eran amistosos, pero intensos, oh, tan intensos. Oh, Dios, no...
No podía decir cuánto tiempo permaneció allí, desgarrada por tantas formas de indecisión, pero tal vez fue solo un segundo o dos. Medio en trance, se volvió hacia el baño, levantando lentamente, muy lentamente, el hermoso terciopelo rojo de sus faldas. Se había enamorado de ese vestido en el momento en que lo vio, y una parte de ella, ahora se daba cuenta, había preguntado "¿le gustará a Bill?". Oyó su suave inhalación: le gustaba, o al menos le gustaba la forma en que subía por sus muslos. Volviendo al tiempo real, se sujetó las faldas bajo los brazos y rápidamente se bajó las bragas, agradecida de no estar usando medias. Se sentó rápidamente, usando el terciopelo arrugado como escudo para ocultarse.
Él sonrió con indiferencia. —Me encanta tu vestido, mi Camila. ¿Pensaste en mí cuando lo elegiste?—
Oh Dios, estaba leyendo sus pensamientos. No podía orinar. —No... no puedo orinar...
—Claro que puedes. Es natural. Todo entre tú y yo es natural, no hay nada de qué avergonzarse, nada que ocultar.
Pasó una eternidad. Camila cerró los ojos y su vejiga finalmente ganó la partida. Orinó rápidamente, consciente todo el tiempo del hombre que la observaba a un par de metros de distancia. Estaba en silencio, pero su presencia golpeaba sus párpados cerrados como alas oscuras. El chorro de orina sonaba como una cascada, ensordecedor en el silencio.
Ella miró a su alrededor en busca de papel, luego abrió las piernas rápidamente para limpiarse. Estaba a punto de levantarse cuando él apareció de repente, justo frente a ella. Levantó la vista hacia su rostro y el deseo desnudo que había allí la hizo gemir suavemente. Él extendió la mano por encima de su hombro, se sonrojó y luego, lentamente, deslizó la mano sobre la piel desnuda de su hombro, bajó por el corpiño de su vestido, atravesó su mano y agarró la parte delantera de su falda.
Él estaba arrodillado frente a ella, entre sus piernas. ¡Oh, Dios! Sintió sus manos sobre sus muslos desnudos, cálidas, secas, firmes, dominantes. Cuando la atrajo suavemente hacia él, ella no opuso resistencia. Él le separó los muslos; ella sintió que se abría para él.
—Oh, Camila... —murmuró—, qué flor tan bonita.
Como si estuviera soñando, vio cómo su cabeza se inclinaba hacia abajo. Una parte de ella observaba, distante, horrorizada, cómo otra parte abría las piernas y empujaba el trasero hacia adelante sobre el asiento del inodoro para recibirlo.
¡Oh, esto estuvo mal, sucio! ¡No, no! ¡Oh, Dios, no!
Oh sí, sí, sí, sí, por favor bésame justo ahí...
—¡Ah!
Su lengua acarició su gatito. Se sentía suave, firme, cálido, húmedo, ansioso, experto y absolutamente electrizante. Su mente se arremolinó, burbujeó y estalló; la sangre corrió por su cuerpo, su gatito repentinamente caliente. Oh Dios, ¿cómo pudo hacer eso? ¿Cómo podía sentirse tan...? Pequeños sonidos escaparon de su boca, suaves oclusivas, jadeos, mientras su lengua acariciaba su gatito hormigueante, jugando entre sus labios separados, bailando alrededor del pequeño, caliente y sensible lugar en la parte superior. Oh Señor, se sentía tan bien...
Su cuerpo empezó a hacer cosas que su mente parecía tardar en notar. Sus piernas estaban bien abiertas ahora, tan abiertas como podía, y los suaves labios exteriores de su gatito estaban abiertos para su boca. ¿Cuándo había hecho eso? ¡Era demasiado, demasiado sucio! Oh Dios, pero ella lo deseaba... Su vestido parecía estar arremangado bajo su barbilla, su vientre al descubierto como si quisiera exponerse más a él, estar más desnuda para él, entregarse a él por completo. ¡Y oh Dios! Su otra mano estaba abajo en su entrepierna, los dedos cerca de su gatito, manteniéndolo abierto. ¡Estaba sosteniendo su gatito abierto para que este hombre pudiera lamerla!
Sus muslos temblaban, la tensión los sacudía. En el punto donde se encontraban, un caldero de dulce intensidad burbujeaba, hirviendo dentro de ella. Sus ocasionales frotamientos de su gatito no eran nada, nada comparado con la boca y la lengua de Bill, aquí en este baño adornado, una fiesta de Año Nuevo audible a través de la puerta. Cerró los ojos. Su rostro estaba caliente. Todo su gatito hormigueaba. Sus círculos alrededor de su botón, su clítoris, la hicieron jadear. Su lengua exploró su himen y ella quería, tanto deseaba, que lo reventara, que tomara su virginidad, que la convirtiera en mujer. Oh, Señor, ella quería su pene, su polla, lo quería dentro de ella, en su gatito... ¡Oh, Señor, en su boca! ¿Qué estaba pasando? ¿Qué le estaba haciendo? Unas horas antes había sido una jovencita nerviosa y vergonzosa... ¡ahora quería chupar la polla de este hombre y sentir que la penetraba, la llenaba, eyaculaba dentro de ella!
¡Oh Dios! ¡Eyacula en ella!
—¡Ohhhhhhhhhhhhhh!
Su coño explotó. Una repentina tensión de todos los músculos de su cuerpo y una repentina liberación: cada pizca de tensión se estrelló contra un pequeño lugar. Arqueó la espalda y empujó las caderas hacia adelante, deslizándose en el asiento mientras comenzaba a correrse en su boca. Sus labios rodearon su coño, su lengua lamió su clítoris y su orgasmo ardió a través de su joven cuerpo como un dulce incendio forestal.
—¡Oh! ¡Oh! ¡Oh!
Su puño estaba rígido dentro de su vestido fruncido. Sus bragas estaban estiradas y vibraban entre sus pies. Su otra mano estaba en el cabello de él, presionando su rostro entre sus muslos abiertos mientras se corría y se corría. ¡En su cabello! ¡Empujándolo hacia adentro!
—¡Oh! ¡Oh! ¡Oh! ¡Ohhhh Dios! ¡Ohhhh Dios! ¡Oh Dios!
Espasmos, olas, ondulaciones...
La realidad volvió lentamente. Sus muslos temblaban y respiraba con dificultad. Podía sentir su rostro y su pecho calientes y hormigueantes. Toda su entrepierna burbujeaba; su gatito se sentía cálido y húmedo.
Ella abrió los ojos.
Él estaba de pie, mirándola, sonriendo. No era una sonrisa maliciosa, ni arrogante, sino una sonrisa de deleite. Ella bajó la mirada, incapaz de sostener su mirada.
—¡No, angelita, no hay vergüenza! No hay vergüenza entre nosotros. Eres hermosa, una chica hermosa, hermosa, y yo soy un privilegiado. Aquí...
Él se inclinó para levantarle la barbilla. Ella lo besó suavemente antes de darse cuenta de que estaba saboreándose a sí misma en sus labios.
—Ay, angelita, Camila —murmuró, y ella sintió el temblor en sus dedos. Levantó la mano, golpeando el bulto duro como el hierro en la parte delantera de sus pantalones, pero él se apartó. Ella vio el esfuerzo de voluntad en su rostro y su corazón dio un vuelco.
—Ya casi es medianoche, mi ángel. Yo iré primero. Únete a nosotros para la celebración pronto. Y el año que viene —dijo sonriendo, con una dulce sonrisa torcida— vendrás a visitar a La Dama y tendremos... más tiempo.
Él se fue, cruzó la puerta y la cerró detrás de él. Ella reunió la presencia de ánimo para levantarse del asiento y volver a cerrarla con llave, luego se desplomó sobre el mármol. Apretó los muslos con fuerza, maravillándose de la sensibilidad de su gatito. Se quedó allí unos buenos minutos, sintiendo que el pulso de su sangre volvía lentamente a la normalidad, sintiendo que el calor en su rostro y cuello disminuía lentamente. Hora de irse. Hora de encontrar a papá para la ovación de medianoche.
Y en el Año Nuevo... ella y Bill tendrían más tiempo...
Oh Dios...
Continuará

Pervirtiendo a unas nenas inocentes, Parte 19
9 de enero de 2025 en Relatos SDPA, Jovencitas, Incesto
Miércoles
Jo estaba sentada sobre la piernas de Alvarado, se besaban metiéndose la lengua mutuamente, el acariciaba las nalgas por encima de la falda, no estaban cogiendo, no tenían tiempo, Jo lo había ido a visitar a su oficina, lo extrañaba, tenía mucho sin tener intimidad a plenitud, solo lo poco que podían coger a la hora del descanso
—Aaahhh
Jo gimió al sentir la mano de Alvarado apretar su nalga, ella estaba sentada sobre sus piernas, estaba de lado, ni siquiera se había subido su falda, de hecho sus piernas estaban juntas, por alguna razón ellos en ese momento, solo querían besos y caricias.
—Aaahhh
Volvió a gemir la niña ante las malsanas caricias que su profesor, amante y padre sustituto le daba, ella dócilmente solo lo sujetaba del hombro, lo hacía suave, quería verse sumisa ante él, su raja estaba toda mojada, podía sentir la enorme erección de su profesor.
Jo no estaba preocupada por ser penetrada, ella tenía planes para ese día recibiría una visita especial, ese día recibiría al cura que la confesó, él tipo que se excito cuando ella le contó cómo se mojaba, como deseaba ser tocada por adultos, como miraba con deseo a su profesor, a su tío y las personas que visitaban su casa, obvio que sólo le mintió, ella quería animarlo a invitarla a lado de él, cosa que funcionó a la perfección, el pervertido cura la invitó a estar a su lado y lo demás no tardó.
Riiiiiiinnnnnngggggggg
El timbre del final de descanso los sacó de su magreo, se separaron brindándose sonrisa de amor, Jo se levantó y acomodó su falda y Alvarado empezó a respirar más tranquilo para bajar su erección.
—Te extraño papi, ¿por qué ya no quieres venir a la casa?
—He estado ocupado, yo también te extraño, a ti y a Pao, de verdad pronto iré
—Bueno, hoy no tuvimos de coger tiempo, espero que mañana si ¿ok?
Dijo Jo viendo divertida como Alvarado levantaba la ceja, lo hiso a propósito, pues sabía cuánto le molestaba que usara palabras extranjeras.
—Ay Perdón, como se dice… ha si, ¿Está bien?—dijo mordiéndose el meñique
—Si, está bien, pero recibirás un castigo por usar palabras que no debes
—¿en serio?—lo preguntó Jo más emocionada que asustada
Alvarado sonrió, sabía que esa niña era una diablilla que le encantaba ver como reaccionaban las personas ante sus actos, estaba excitado, pero tampoco estaba preocupado por coger, sabía que llegando, tanto su hija como su esposa, lo esperarían para coger por horas.
—Te veo de rato papi
—Si mi amor
Jo salió de la oficina, como siempre lo hiso con mucha prudencia y discreción, su rajita latía, estaba muy mojada y en la tarde recibiría la visita de su amigo el cura.
Damián era un adulto joven, tenía 30 años, estaba recién ordenado como sacerdote, era el más joven de su generación, cabe mencionar que además de eso era muy atractivo, sus finas facciones lo hacían un hombre muy deseable para todas… y todos.
Estaba impartiendo un curso prematrimonial, hablaba de la fidelidad y el apego a los dogmas religiosos, como educar a los hijos en el camino de dios y el compromiso de los padrinos en la formación cristiana.
Mientras lo hacía no podía dejar de ver el escote de una chica de 25 años que estaba sentada al lado de su pareja y futuro esposo, la chica lo miraba directo a los ojos y en varias ocasiones lo sorprendió mirando su escote, pero no parecía molestarle, eso Damián lo detectaba, sus miradas cuando se cruzaban llegaban a ser cómplices.
—Bueno ya casi finalizamos la sesión, quisiera saber si tiene alguna duda
Algunos presentes levantaron la mano y él les fue pacientemente contestando sus preguntas; terminó la sesión con una oración mientras todos se tomaban de las manos, su mano derecha sostenía la mano izquierda de Nidia, la chica del escote; a ojos cerrados él decía la oración y sentía como ella lo apretaba diferente, en cierto momento él ya más animado, acarició con su dedo pulgar el dorso de los dedos de ella quien hiso lo mismo con su pulgar, el movimiento de ella fue igual de suave y sutil en total aprobación.
—Amén—dijo Damián finalizando la oración
—Amén—contestaron todos
Se soltaron de las manos, cabe decir que Damián y nidia lo hicieron despacio, como disfrutando el momento, los presentes empezaron a hablar entre ellos, el futuro esposo de Nidia se puso a hablar con una pareja, esto fue aprovechado por Nidia quien se acercó a Damián
—Hola padre
—Hola nidia, ¿te gustó la sesión?
—Si, de hecho me gustó más la oración final— sus pupilas se dilataron mientras dijo esto– usted siempre sabe que decir
—Gracias Nidia, que bueno que mis palabras te reconforten
—Padre hablando de eso, quisiera, si se puede, hablar con usted, necesito un consejo.
—Puedes venir a la iglesia cuando quieras, sabes que siempre estoy aquí
—De hecho me gustaría que no fuera aquí, ¿cree que se podría?
Eso era lo que Damián esperaba, sonrió, sabía que la había flechado, era su oportunidad de oro para liberar al demonio que tenía dentro y satisfacer sus más bajos instintos
—Claro Nidia, ten este es mi teléfono privado, quisiera que por favor no se lo des a nadie más, tú sabes, a veces se necesita privacidad
—¿Y a mí prometido?—pregunto nidia intentando ver si estaban en el mismo canal
—Preferiría que no, sin embargo es tu decisión lo que le quieras ocultar a él
—Prefiero ocultárselo y que quede entre nosotros y nadie más lo sepa. ¿Cree que esta semana podría usted ir a mi casa? por las mañanas estoy sola y hay pocos vecinos en la calle
—Claro—los ojos de Damián chispearon, si, liberaría el demonio que en pocas ocasiones podía liberar
Nidia tomó la tarjeta y la guardó mirando hacía su prometido que distraído seguía hablando con los demás.
Damián con ojos de lujuria miró como ella se acercó tiernamente a su prometido y mirándolo antes a él, beso a su novio tiernamente en la mejilla; el pene de Damián se erecto sin poder evitarlo, era la sutil invitación a pecar por parte de ella; sintió que algo vibro en su bolsa y miró su teléfono, tenía un mensaje, su pene brincó más cuando lo leyó
“Hola Damián, ¿crees que mi confesor personal tendrá la tarde libre para jugar?”
Era el mensaje de Jo, lo enviaba junto a una foto de su rajita lampiña, con dos dedos separaba sus labios dejando ver su abierto y muy penetrado introito
“Por supuesto, sólo dame tu dirección y la hora a la que quieres que llegue”
Eran cerca de las tres de la tarde cuando Damián tocaba la puerta de la casa de las hermanitas, traía una maleta con accesorios, le encantaba usarlos, nunca había estado con una niña, aunque esa era una fantasía de él, nunca lo había hecho, pero tenía una gran colección de pornografía prohibida de todo tipo, desde el amateur casero, hasta el de los filmes de alto costo, miles de veces se masturbo con su colección, pero eso no se equiparaba a lo que habría de sentir al penetrar una rajita infantil, esa sensación ni el sexo anal más bizarro se lo hubiera dado.
—Hola
La puerta se abrió y ante él apareció Jo, iba descalza, con la blusa abierta dejando ver su corpiño transparente, traía sus coletas y la falda escolar, en su mano derecha traía una manzana, la cual mordía; era la viva imagen del pecado, el motivo por el que él sería expulsado del edén.
—Hola Jo, luces muy bonita
—¿Le parece?— contestó Jo de forma retórica, sus labios estaban húmedos por el jugo de la manzana
—Sí, mucho—contestó él saboreándose a la niña que devoraría
—Pase, no se quede ahí parado, ¿gusta manzana?—ella abrió su boca sensual mientras le ofrecía el fruto prohibido
Damián pasó al mismo tiempo que mordía la manzana de Jo, no titubeo en ser expulsado del paraíso, el trozo de manzana solo recibió 3 masticadas y después fue tragado por él, mientras pasaba por su garganta pensó si se le quedaría atorado como a Adán, pero no, este se deslizo sin problemas hasta su estómago, talvez porque adán se arrepintió a última hora, Damián ni en el lecho de su muerte lo haría
—¿estás sola?
—Nop, mi hermana está conmigo
—¿Y ella…?— pregunto dando a entender si sería un problema para ellos dos
—No, ella no se meterá, se queda en el estudio en el ordenador o le pongo una película y nunca sube, estaremos solos y cómodos los dos en mi habitación— Jo lanzó una mirada sexy y coqueta e hiso mucho énfasis en el “solos y cómodos”
Damián casi eyacula de la emoción, miró sentada en la sala a Pao, estaba correctamente vestida, tenía un plato con fruta y comía ensimismada en sus caricaturas, notó la presencia del cura y le sonrió saludándolo
—Pao, él es el cura Damián, ya te había hablado de él, me confesará para mí primera comunión, por favor no nos interrumpas, estaremos en mi habitación y sobre todo recuerda que es una sorpresa para mamá, así que no le digas nada ¿está bien?
—Si Jo
Jo lo tomó de la mano y lo guio a la planta alta, él la siguió un poco atrás de ella, llevaba en la otra mano su maleta de “utensilios”, en las escaleras dejó que Jo se adelantara dos escalones, quería verle el culo, ese culo que dentro de poco profanaría salvajemente.
Entraron de la mano a la habitación de Jo adornada por ponis en las paredes, no hubo más palabras, Jo cerró la puerta y volteo a verlo, se quedó parada con las manos juntas atrás de ella, él la miró y se acercó, la tomó con ambas manos de la cara y la beso, Jo con una sonrisa abrió su boca y sacó su lengua.
Eso fue el principio, después las manos desesperadas de Damián se dirigieron a las nalgas de Jo, ella gimió y cerró los ojos al sentirse libidinosamente manoseada por el cura, este no perdía tiempo, estaba como desesperado, movía rápido sus manos, estrujaba ambas nalgas, subía y bajaba sus manos, Jo se concentraba en excitarse, pues calculaba que no tardaría mucho en ser penetrada
Damián la cargo cuan ligera que era y ella enlazó sus piernas a su cintura, sin dejar de besarla Damián caminó hasta la cama, se dejó caer sobre ella, sus manos desesperadas desabrochaban su pantalón, sacó su verga y solo hiso a un lado la suave pantaleta de Jo.
Jo se sintió algo decepcionada, pues pensó que le modelaría el conjunto que se había puesto especialmente para él, pero este ni cuenta se dio como eran sus ropitas, solo sacó su verga y la dirigió a la rajita de Jo, no estaba lo suficiente mojada ni excitada
—Despacio Damián tenemos tiempo
Él seguía intentando penetrarla, sus estocadas eran torpes, ya una vez la había penetrado en la iglesia, pero en esa ocasión ella estaba llena de semen y muy dilatada por el pastor, eso facilitó la penetración, ahora ella estaba sin dilatar, no lo suficiente mojada y ya se empezaba asentir incomoda
—Tranquilo Damián, déjame hacerlo a mí
Él se detuvo un poco, su respiración era agitada, estaba todo desesperado, Jo escupió en su mano y la llevó a su rajita, la mojo por fuera y un poco por dentro, tomo el durísimo pene de Damián y lo apuntó a su rajita, metió el glande, Justo cuando lo iba a sacar Damián empujó, metió la mitad lastimándola, ella gritó
—¡Ay Damián!, que te esperes, te dije que yo lo hacía— dijo Jo algo molesta
—¡Cállate puta! Serás mía
Sacó su verga solo un poco y la metió de nuevo, esta vez llegó hasta el fondo, lo hizo tres veces seguidas
—Ay me lastimas
—Antes te gusto cuando te hice así, eres muy puta y te terminará gustando
—No, espérate, así no— Jo intentaba zafarse sin éxito
Jo pensó que ya no era tan buena idea hacerlo con él, pero él era más fuerte que ella, la tenía totalmente sometida, sentía como la verga de él entraba y salía, ya no era tan placentero como antes, incluso se desfloración solo le dolió un poco y después fue placer, esto en cambio no era nada cerca al placer
Jo sintió como sus manos fueron atadas al mismo tiempo que era penetrada, hiso un ademán para zafarse, pero solo vio estrellitas al sentir la fuerte bofetada de Damián, le cruzó la cara y ella ahora si cayó en pánico, sus manos quedaron inmovilizadas, Damián la bombeaba ella empezó a gritar
—Ay no… no… así no… ay me lastimas
Damián sacó un trapo de su bolsa y se lo metió en la boca, eso le silencio los gritos, las arremetidas empezaron más intensa
Puta te gusta, lo sé, te gusta que sean agresivos y salvajes contigo, conozco las de tu clase, entre más duro les den a las putas, más les gusta
El sudor de Damián empezó a caer en la cara de Jo, ella ya tenía lágrimas, Damián la tomó de la cintura, la levantó y la giró en el aire dejándola caer en cuatro, Jo como una perra llorosa volteo y vio como él dirigió su pene a su raja, la tomó de las caderas y la penetró una y otra vez sin contemplación ni lastima, se sentía en el paraíso violando a esa pequeña niña
Plaf
Una sonora nalgada retumbó en la habitación donde tantas veces ella había sido cogida de muchas formas, pero esta fue diferente, esta si dolió en lo más profundo
Plaf… plaf… plaf… plaf
Una y otra vez recibió castigo en sus nalgas, las lágrimas ya parecían gotas pesadas de lluvia, grito con intensidad cuando sintió un chicotazo en sus nalgas
—Mmmggghhh
Solo pudo hacer sonido guturales, pues el pañuelo hacía su función como silenciador, Damián ya había sacado su cinto y ahora era su herramienta de tortura, Jo estaba tan asustada que gritaba por mero reflejo, sentía como era penetrada, pero eso ya no le importaba, su miedo era a un daño serio sobre ella, por primera vez en su vida tuvo miedo a morir
—Toma perra, toma puta, eso es lo que te gusta ¿verdad?… te voy a dar lo que tú quieres
Jo ya era un muñeco sin sentido propio, su cerebro se había desconectado y su alma abandonado, solo quedaba el cuerpo vacío. No sintió cuando fue desnudada por completo, su mirada estaba perdida, tampoco sintió como el pervertido y sádico cura le ató las manos junto a los pies, la acostó boca arriba y escupió en su verga mucha saliva
—Te voy a dar por el culo, ¿oíste? Y te va a gustar, eso es lo que las putas quieren, verga en el culo
Jo solo se agitó cuando fue acosta boca arriba, Damián con una mano la sostenía de la cuerda que ataba sus pies y manos juntos, la jalaba hacia arriba, mientras con la otra mano dirigía su verga al culo de Jo, la verga entró, Jo estaba tan perdida que su esfínter se relajó por mero reflejo; la verga entró hasta el fondo y salió solo para regresar, sus huevos chocaron con sus nalgas.
—¿Te gusta verdad?— Damián, desde hacía un momento, tenía un demonio dentro que lo controlaba
Damián ahora la sostenía, con sus dos manos, de los tobillos y muñecas, sus caderas se movían obscenamente de atrás a adelante, ya no traía pantalón, solo la camisa y el saco, sudaba, eso le daba un aspecto más grotesco; Jo, totalmente ida, se mecía al compás de las arremetidas que su violador le daba.
—¡Dime que te gusta!… ¡Dímelo!
Jo no contestaba, su mirada perdida y sus lágrimas denotaban lo traumada que estaba, no contestaba, sólo miraba la nada
—¡dímelo! Te estoy diciendo que me digas cuanto te gusta
No hubo respuesta, Damián loco de sadismo, sostuvo solo con la mano izquierda los tobillos y muñecas, mientras la derecha se elevó y cayó sobre el rostro de Jo
—¡Dímelo!
Un cachetada más y no hubo respuesta
—¡Dímelo!
Otra cachetada
—¡Dímelo!
Esta vez no fue cachetada, su puño derecho se estrelló sobre el pómulo izquierdo de Jo, Damián nunca había experimentado tanto placer, su mente hervía, el maltratar a esta niña lo llevaba a los más oscuro y podrido de su mente, pero eso lo enloquecía de lujuria, ya no razonaba bien.
No era la primera vez que ocurría, en el seminario durante su formación una novicia tuvo la misma suerte, sólo que fue encubierto por el arzobispado, Damián era el hijo ilegitimo del mismo obispo, él sabiendo las consecuencias de los actos de su hijo bastardo, tuvo que encubrirlo, despidieron al novicia y jamás supieron de ella, Damián sólo recibió un regaño y una penitencia de una semana, después de eso sus pecados fueron expiados
—¡Dímelo!
Otro puñetazo, ya era demasiado para sostener, miró su obra de arte, Jo tenía el pómulo izquierdo morado y la sangre salía por su nariz y boca, esto fue más de lo que pudo aguantar, eyaculó en las entrañas de Jo gritando de placer.
Pao miraba la tele, sólo la miraba, pues su mente estaba en la planta alta, se preguntaba como estaría siendo cogida su hermana mayor, Jo era tan audaz, hacía cosas que ella nunca haría, la curiosidad le picó demás, sabía que no debía intervenir, Jo lo quería para ella sola, talvez después la invitaría, pero esta era solo de Jo; pero a Pao le pico la curiosidad, iría sólo a ver como antes lo había hecho, talvez se masturbaría viendo y regresaría a ver la tele
Iba subiendo las escaleras, escucho los gemidos del cura, sí que estaba gozando y como no, si su hermana era una verdadera maestra de las artes amatorias, el cura era afortunado de tener a Jo.
Escuchó golpes, eso la asustó, la última vez Jo salió toda roja de la cara y las nalgas, el cura le había pegado, a Jo le encantó, ese pensamiento la tranquilizó, se acercó a la puerta y notó que no tenía seguro, sonrió, sabía que Jo la había dejado así por ella quería subir a ver, amaba a su hermana era tan considerada con ella.
Lentamente abrió la puerta y casi grita cuando vio a su hermana, ella tenía sangre en la boca y nariz, el cura la sostenía de forma rara, de los tobillos y muñecas al mismo tiempo, eso era demasiado, más cuando vio la mirada perdida de Jo, eso no era normal, salió corriendo a la planta baja, sus manos temblaban, ¿qué debía hacer?
Recordó lo que una vez ella le dijo, “si algo sale mal le hablas a papá Joaquín”, corrió al teléfono y busco en los contacto, marcó
—Aló
—¡Papi! ¡Ven por favor! ¡Corre!—era la voz angustiada, no más bien asustada y en pánico de Pao—el padre le está pegando a Jo, grita mucho y no la suelta
—¡¿Qué?! ¿Cuál padre? ¿De qué me hablas?— Joaquín estaba asustado y desconcertado, escuchaba la asustada voz de Pao que le gritaba y no entendía nada.
—¡Ven por favor! ¡Corre! ¡Ayúdanos!
Supuso que algo andaba mal, tomó sus llaves y salió casi corriendo, arrancó el vehículo y rechinando llantas partió rumbo a la casa de las hermanitas, llegó estacionándose y vio como salió un hombre alto y joven, iba vestido con ropas de sacerdote, caminó rápido pero tranquilo, abrió su lujoso auto y antes de subir movió su cabeza a los lados como estirando su cuello, Joaquín bajo al mismo tiempo que él arrancaba, entró a la casa de las niñas, la sala estaba sola, subió corriendo a la recámara de Jo y escuchó llanto, abrió la puerta y se puso pálido con lo que vio.
Joaquín entro a la recámara y casi se desmaya al ver a Jo atada de mano y tobillos estaba desmayada, tenía sangre en su rostro, Pao llorando lo miraba sin saber que hacer
—¿Qué demonios pasó?
—Él le pego, lo invitó y subieron, después subí a ver y él le pegaba, te marque y cuando ibas a llegar él bajó, tuve miedo y me escondí en la cocina, pensé que también a mí me iba a pegar
—Demonios—gritó desesperado
Se acercó a Jo y la desató, la levantó, las manos de Joaquín temblaban, estaba asustado, Jo abrió los ojos y vio a Joaquín, el alma regreso a ella
—¡Papá!
Gritó y se abrazó a él, la camisa de Joaquín se manchó de sangre de Jo, pero eso a él no le importó, le preocupaba que había pasado
Alvarado estaba en la sala, pasaba un momento agradable con su hija, Diana Perla estaba sentada a horcajadas sobre él, lo besaba metiéndole la lengua, su falda tapaba su entrepierna, traía puesta su pantaleta, no había penetración pero sus caderas se movían con mucho ánimo rozando su rajita sobre el bulto duro de su padre, los dos gemían con mucha pasión.
Su esposa estaba en la cocina, lavaba platos antes de preparar la cena, su hijo la acompañaba y desde hacía unos minutos se dejaron de escuchar ruidos de lavada de platos, posiblemente estaban teniendo un momento íntimo madre-hijo.
Así era felices ahora compartiendo el sexo entre los cuatro, sus tardes eran sumamente placenteras y las variantes ahora eran mucha; Alvarado metió la mano bajo la falda escolar de su pequeña hija, ella gimió al instante de ser tocada obscenamente por su padre, se separó de él para poder gemir sin que la lengua paterna le estorbara, los dedos de Alvarado masturbaban la húmeda raja infantil, ella empezó a moverse y de repente el teléfono de él sonó, escuchó el timbre y supo quién era, pues lo tenía personalizado para Joaquín, se separó un poco de su hija y tomó su teléfono
—Hola Joaquín
—¡Ven por favor a la de ya a la casa de las niñas, pasó algo muy cabrón, creo que estamos en problemas!
—¿Qué pasó?
—Es larga la historia y grande el problema, ¡ven a la de ya!
Alvarado sintió que su corazón se aceleró, su boca se secó y pene perdió erección, su niña lo notó, vio la cara de preocupado de él
—¿Pasó algo papi?
—Sí, tengo que irme
—¿No me cogerás?—preguntó ella dulcemente
—Luego mi amor, esto tengo que resolverlo ya
Se levantó y se arregló su ropa, fue a la cocina para avisarle a su esposa que se iría por unas horas, que tenía un problema en la escuela y debía atenderlo, al entrar vio a su esposa apoyada en el fregadero y a su hijo penetrándola desde atrás, lo hacía con mucho vigor, ella tenía los ojos cerrados y la boca abierta por el placer que sentía.
—Mi amor tengo problemas en la escuela, tengo que irme, no sé cuánto tarde, te hablo cuando venga de regreso
—Si mi amor—dijo entre jadeos su esposa abriendo los ojos y volteándolo a ver—no tardes aaahhh
Salió Alvarado imaginándose mil y un cosas que pudieron haber pasado
Alvarado llegó a la casa de las “inocentes” hermanitas, tocó y Joaquín de inmediato abrió, vio su camisa con sangre, eso lo asustó
—Entra ya— le dijo Joaquín a Alvarado, esté pálido entró, miró a su alrededor y vio la cara de asustada de Pao y casi sufre un infarto cuando vio a Jo, ya se había bañado, ya no tenía sangre, pero su pómulo esta hinchado y morado, tenía hielo para desinflamarlo
—¿Qué pasó? ¿Qué le hiciste?— dijo Alvarado recriminándole a Joaquín
—Yo nada, esta pendeja invitó a un cura a coger y este le empezó a pegar mientras se la cogía por el culo y así la dejó, Pao me habló porque se asustó
—¿Qué? ¿Estabas cogiendo con él?— le gritó Alvarado a la llorosa Jo
—Esta gran puta, lo hacía a nuestras espaldas quien sabe desde cuándo— dijo Joaquín con los ojos rojos de cólera
—Por favor perdónenme, se me hiso fácil snif snif
—Vas a tener que contarnos todo y desde ahorita te digo que recibirás un castigo
Alvarado habló lleno de coraje, ahora sus manos temblaban, pero de ira, Joaquín no se quedaba a atrás, los dos crispados miraban Jo que llorando les explicó cómo fue todo, solo contó la versión del cura, no mencionó al puma ni al pastor; hiso mucho hincapié en que se le hiso fácil, que pensó que sería una travesura y ya, cada que terminaba una frase pedía perdón, incontables perdones salieron de hinchada boca, Alvarado serio la miraba, mientras ella hablaba él pensaba en una solución para el problema.
—Y eso fue todo, por favor perdónenme, no lo volveré a hacer
—¿Qué opinas?— preguntó Joaquín a Alvarado
—Tengo una idea, pero necesitamos movernos rápido…
Alvarado habló y contó su plan, era descabellado y tal vez no funcionaría, pero era lo único viable, todos asentían escuchándolo
Carla, mamá de Jo y Pao, estaba sentada en la estación de enfermería del cuarto piso, revisaba una hoja con indicaciones médicas, mientras lo hacía el médico de guardia la miraba con deseo, ella lo notaba y le molestaba, no le gustaba que la miraran así, ella sabía que de un momento a otro la abordaría y la invitaría a salir y ella tendría que rechazarlo de la forma más educada y amable posible, porque si no tendría una enemigo despechado intentando vengarse o hablaría mal de ella diciendo lo puta que era, pero que lo ocultaba con una fachada de mojigata.
—Hola señorita Carla, la veo muy atareada ¿verdad?
—Si algo— contestó ella sin voltear a verlo
—Siempre me he preguntado qué es lo que hace en su tiempo libre
—Pues cuido a mis hijas
—Mmm ya veo y con todo respeto, ¿No le gustaría….?
¡Ringggg!!!!!!
El timbre del teléfono de la estación de enfermería la salvó, era un “salvado por la campana”, ella volteo y le brindo una sonrisa amable de “tengo que contestar”, levantó el auricular
—Medicina Interna, buenas tardes
—Buenas tardes, me gustaría hablar con la Srta. Carla
—Si soy yo, ¿quién me busca?
—Soy el profesor Alvarado, por principio no quiero que se alarme, le hablo para notificarle que su hija la alumna Johana tuvo una riña con otra alumna
—¿Qué?
—Repito, no quiero alarmarla, pero por reglamento, el trabajador social y una servidor la llevaremos a su casa, ella nos dio este teléfono de localización y le pido por favor, se dirija a su casa para vernos ahí y hablar del evento
—¿Mi hija está bien?— dijo Carla con cara de alarmada mientras era observada por el médico de guardia
—Si está bien, pero tenemos que hablar en su casa
—Ahí estaré en media hora
—Si, también llegaremos a esa hora
Carla miró al médico al colgar, este le iba a preguntar falsamente si necesitaba ayuda, la verdad no le interesaba nada más que llevarse a la cama a esa suculenta enfermera, pero ella se levantó y sin decir nada salió del área rumbo a la oficina de su jefa inmediata; ahí le explicó a su jefa que tenía una urgencia familiar y que debía salir a su casa, el permiso fue concebido.
Llegó lo más rápido que pudo a su casa y vio parados a dos hombres en su porche, los dos lucían sacos nuevos y elegantes, su corazón se aceleró de angustia.
—Buenas tardes señora Carla, soy el profesor Alvarado y él es el Lic. Joaquín, es trabajador social
—Buenas tardes señora Carla
—Buenas tardes ¿qué fue lo que pasó?
—Antes que todo quiero que sepa que las cosas ya están bajo control, en estos casos nos hacemos acompañar de un trabajador social para resolver estos asuntos; la esperamos en el pórtico de su casa porque no es correcto que entremos, sus hijas sin embargo ya están dentro esperándola, quisiera si nos permite pasar con usted y hablar con más tranquilidad
—Si, por favor pasen
Carla casi grita cuando vio el pómulo morado de Jo, además de un poco hinchado su labio superior, Jo la miraba con miedo
—¿Pero qué te pasó?
—Señora Carla quiero que se tranquilice, la alumna Johana tuvo una pelea con otra niña
—¿Pero cómo es posible que la haya dejado así?
—Estamos aquí porque la señorita Johana inició la pelea y la otra niña sufrió lesiones más fuertes
—¿Qué?
—Si, la señorita Johana la golpeo con un libro en la cara, fue una pelea muy seria, en este momento otro maestro con un trabajador social están en la casa de la otra alumna explicando lo sucedido y tratando de que esto quede sin demandas penales
—¿Demanda penal?
—Sí, quiero que mire esta foto
Alvarado le mostro una foto de las que tenían en los archivos, se veía una alumna con la boca más lastimadas y el ojo cerrado, además múltiples golpes en el resto del rostro, la alumna había sufrido una caída severa de 2 metros y los maestros tomaron fotos para el archivo, era un “As” bajo la manga, tanto Alvarado como Joaquín esperaban que eso fuera suficiente
—¿Quién es ella?
—Es la señorita Jazmín, ambas pelearon se golpearon, pero como puede ver Jazmín se llevó la peor parte, no queremos conflictos entre padres ni problemas legales
—¿Pero qué hiciste Jo?
—Perdón mami, ella me ofendió y le di una cachetada y después ella me la regresó, todas rieron y volví a golpearla, no recuerdo mucho, solo recuerdo termina sobre ella golpeándole el rostro con mi libro de historia
—¿Pero qué te dijo?
—Me dijo que era una huérfana de padre, que era una bastarda de alguien, no es la primera vez que me molesta, esta vez exploté, perdóname mamá
Carla se quedó callada, no sabía cómo reaccionar, seguramente era bulling escolar, su hija sufría bulling y ella no lo sabía, estaba molesta quería demandar a los padres de jazmín por bulling, pero como quedó peor que su hija no sería una demanda ganable y posiblemente acabaría peor.
—¿Qué debo hacer?—preguntó Carla entre resignada y molesta; esa era la pregunta que Alvarado esperaba.
—Bueno por principio quiero que firme este acuerdo, es para ambas partes, en él se menciona que no será resuelto mediante vía legal, se hará a través de los trabajadores sociales, quienes harán sesiones además de estudios de familia para buscar prevenir futuros eventos
Alvarado tenía pleno conocimiento de manejo de estos eventos, así que no tuvo problema de hacerlo, Carla respiraba ya más tranquila al escuchar la palabra trabajador social en lugar de ministerio público; Joaquín aprovechó el momento y habló
—Bueno señora Carla, yo tendré que venir varias veces a la semana para hacer el estudio socioeconómico y detectar focos de agresión como quién cuida a las niñas, como se alimentan y otras cosas.
—Buena ellas son cuidadas por mi madre
—Mmm no, eso no siempre es bueno, tendré que ver si ella es apta para hacerse cargo de sus hijas
Carla palideció, ella sabía que su madre era de la escuela antigua, de esas abuelas que aconsejaban que debes soltar el primer golpe, que si alguien te insulta debe recibir el puño en su boca, tenía tan arraigada esa convicción que nunca la ocultaba, Carla estaba segura que su madre tomaría venganza y fastidiaría el acuerdo de negociación pacífica.
—Aunque mis hijas han demostrado un gran nivel de madurez y se cuidan solas
—Bueno eso ya lo veremos, vendré mañana, usted debe decirme a qué horas es posible me reciba
—Temprano, no me quedaré a trabajar, sólo cubriré mi turno, cuantas sesiones serán
—No puedo decir un número, pero deben ser entre 10 y 15
—Está bien
Dijo Carla resignada pensando en el impacto económico que tendría en esas semanas; por lo pronto tendría que buscar la manera de evitar que su madre fuera esos días a su casa, ella podría arruinar todo
—Bueno, señora Carla, créame que nos da mucha pena por el suceso, pero nos da gusto su cooperación para prevenir estos sucesos; esta es mi tarjeta para cualquier duda, es la extensión de mi oficina en la escuela y mi teléfono personal está al reverso, me permití apuntar la del licenciado Joaquín ya que él olvidó sus tarjetas de presentación
—Si, una disculpa en la siguiente visita le traeré mi tarjeta personal
—Gracias, me da mucha pena todo esto, cooperaré con todo lo que me digan
Salieron los dos más aliviados, habían logrado tranquilizar a la madre de las niñas, habían ensayado lo que iba a decir cada uno, la ventaja que tenían es que Jo era una excelente actriz, se pararon los dos antes de subirse a sus respectivos autos, Alvarado habló sin mirarlo
—A las diez pm pararé por ti
Joaquín serio como en un funeral contestó
—Te espero
Eran casi las 10 pm cuando Joaquín estacionó su auto frente a la casa de Joaquín, este salió y llevaba ropa negra, traía un gorro que se convertía en pasamontañas, miró hacia Alvarado que vestía igual, subió al auto.
—Andando— dijo Joaquín mirando al frente
Alvarado arrancó y 15 minutos después se estacionó frente en una plaza cercana a la iglesia donde se encontraba el padre Damián, caminaron hasta llegar la puerta principal que aún estaba abierta, acababa de terminar la misa nocturna.
La iglesia tenía columnas que facilitaban el esconderse, entre ellas caminaron escuchando como los monaguillos se despedían del sacerdote y salían, no notaron la presencia de los hombres que tras las columnas los vieron salir.
Ese fue el momento, Joaquín fue a cerrar la puerta y puso seguro, Alvarado bajo su gorro y el pasamontañas lo cubrió, volteo a ver a Joaquín que había hecho lo mismo, caminaron con sigilo hacía el vestíbulo donde Damián contaba las ganancias del día, los vio entrar y levantó las manos
—Hijos por favor no me roben, es una iglesia pobre
—No venimos por el dinero, venimos a cobrar otro tipo de deuda—dijo Joaquín mientras se acercaba por un lado y Alvarado lo hacía por el otro
—¿Deuda? ¿De qué hablan?
—Sabes, hoy estuviste con una niña, la maltrataste
—Damián palideció cuando entendió de qué se trataba
—Pudiste solo habértela cogido e ido; pero no, fuiste más allá y la golpeaste salvajemente
Joaquín hablaba pausadamente, haciendo que sus palabras penetraran en la mente del cura haciéndolo temblar de miedo, ese era su don
—Por favor, tengo dinero, se los daré, no me hagan daño, soy hijo del obispo, esto tendrá repercusiones
—¿Hijo del obispo? ¿No tienes idea quienes somos verdad?—dijo Joaquín con un tono tan amenazante que hasta Alvarado sorprendió— Somos más poderosos que él, por si no lo sabías la lava nuestro dinero, así que somos dueños de esto, te metiste con la niña equivocada
Damián tembló, sabía que su papá, el obispo, lavaba dinero para la mafia, sabía de lo que eran capaces, se sintió perdido, bajo su vista y esto fue aprovechado por Alvarado que le puso un puñetazo en peno rostro.
Damián vio estrellitas por el golpe, pero recobró la vista al sentir como Joaquín le golpeaba el estómago, el aire salió de sus pulmones, fue todo lo que reconoció.
Unos minutos después Damián yacía en el piso, apenas si podía abrir los ojos por lo hinchado que los tenía, su rostro estaba todo desfigurado por los golpes recibidos, lo último que escuchó fue la voz de Joaquín
—Este será tu castigo, pero si quieres tomar represalias tendrás algo más fuerte que una simple paliza, la versión oficial de esto es que te robaron y pusiste resistencia, si dices que fuimos nosotros, incluso a tu padre, desataremos una guerra
Damián seguía temblando, pensaba que lo matarían a golpes, sin embargo solo iban a golpearlo, sintió alivió y asintió a lo que Joaquín le decía.
Ah y otra cosa, tendrás que rezar tres padres nuestros y tres aves marías como penitencia—Joaquín no tenía reparo en humillar al sacerdote que se había atrevido a tocar su pequeña
¿Qué?—preguntó Damián intentando abrir los ojos
¡Qué empieces a rezar idiota! ¿No oíste? tres padres nuestros y tres aves marías como penitencia, a menos que quieras otra paliza
¡No por favor!
Damián todo tembloroso se hinco y junto sus manos, empezó a rezar ante los dos tipos que lo habían golpeado, sus palabras salían apenas, pues estaba al borde de las lágrimas, nunca en su vida había tenido tanto miedo, termino de rezar y trató de abrir los ojos para ver a sus verdugos si ya lo dejarían en paz.
Muy bien cabroncito, has sido un buen penitente, ahora solo besa la bota de amsolución
Joaquín con ojos chispeantes miraba con odio al hombre y cuando este temblando se acercó a besarla, Joaquín le dio una patada directo a la boca, el hombre gritó de dolor y cayó d elado arrojando sangre por la boca, ese fue el broche de oro que él quería, Alvarado sonrió satisfecho
Salieron los dos de la iglesia, la calle estaba desierta, volvieron a cerrar la puerta y caminaron al auto, mientras lo hacían se quitaron sus pasamontañas que regresaron a ser gorros, subieron al auto y arrancaron
—¿Crees que diga algo o tengamos más problemas con él?—preguntó Alvarado a Joaquín
—No creo, no viste como se cagó de miedo cuando le dije que éramos de la mafia, no hará nada, es un pollito asustado
Llegó Alvarado hasta la casa de Joaquín, este bajo y se despidió sólo con un saludo militar, Alvarado le respondió igual y arrancó, se sintió orgulloso de su amigo, de como hicieron un gran equipo y actuaron como si estuvieran entrenados para ello; acababan de vengar a Jo, pero esa niña no se libraría de su castigo.
Alvarado llegó a su casa, su hijo y esposa veían la televisión, él la tenía abrazada y ella estaba recargada en su hombro, las luces ya estaban apagadas.
—Hola
—Hola mi amor ¿Cómo te fue? ¿Hiciste mucho ejercicio?— preguntó su esposa sin voltear a verlo
—Si algo ¿y dianita?
—Está arriba esperándote— su esposa ahora si volteo a verlo y le sonrió coqueta y le dio un guiño de complicidad
—Subiré con ella
—Si mi amor, al rato te alcanzo en la recámara ¿o dormirás con perlita?—la pregunta fue tan tranquila como si le preguntara si tomaría agua o no
—No, dormiré en nuestra recámara, solo estaré un rato con ella.
Subió las escaleras y al entrar a la recámara de su hija su pene brincó, ella llevaba un baby doll color rosa, muy transparente, su madre se lo había regalado comprándolo en una tienda especial para gente de baja estatura.
Dianita estaba boca abajo y leía un libro erótico, últimamente se le permitía leer lo que ella quisiera así que ahora antes de dormir leía historias eróticas, más las de incesto entre padre e hija, se mojaba tanto que se tenía que masturbar metiendo deditos en su rajita
Alvarado con mirada de lobo se subió en ella rosando su erección en desarrollo entre las nalguitas de ella
—¿Qué lees mi amor?— Dianita dio un brinco de susto y volteo a verlo
—¡Ay! Hola papi, me asustaste— le dio un piquito en la boca y continuó hablando— estoy leyendo una novela francesa que se llama “George le curieux”
—¿Ah sí? ¿Y de qué trata?
—De un hombre que empieza a desear a su hija y la espía cuando se baña, cuando se cambia, cuando pasa con poca ropa por su casa, etc.
—¿Y está buena la novela?
—Súper cachonda, estoy muy mojada
Alvarado apoyó ambas manos en la cama quedando sobre su hija, y se sentó en los muslos de ella, Diana perlita continuó boca abajo, pero subió su suave y trasparente baby doll y bajo su sexy pantaletita, Alvarado desde arriba veía todo desarrollando una erección con el espectáculo de su hija.
Dianita quedó desnuda de la cintura hacia abajo, ella regreso a su libro dejando sus nalgas a merced de su padre, antes de leer su libro miró los nudillos de las manos de él, los vio muy rojos y en algunos había descamación de la piel, datos inequívocos de una pelea
—¿Papi, qué te pasó? ¿Peleaste?… aaahhh
No pudo hablar más, los dedos de Alvarado se introdujeron en su rajita, si estaba muy mojada, tanto que Alvarado sintió que enterraba sus dedos en yogurt tibio, los metió y los sacó y conforme lo hacía avanzaba la velocidad, Dianita cerró los ojos de forma involuntaria y abrió su boca sus cabellos se mecían al ritmo de la dedeada de su padre
—Léeme algo de tu libro
Alvarado le pidió a su hija que le leyera, quería ver si ella era capaza de leer mientras tenía un orgasmo.
“George el curioso miraba a su hija dormida, ella boca abajo estaba en lo más profundo de su sueño, su piel era iluminada por la luz de la luna, parecía una poesía, era como si la luna hubiera sido creada solo para iluminarla a ella; George pensaba que era tan hermosa que si la tocaba desaparecía, su pene como siempre estaba en el punto más alto de excitación, su mente nublada no le permitía pensar o ser prudente…”
—Aaahhh
Dianita gimió sin poder evitarlo, Alvarado torció sus dedos y estimuló su punto G, Dianita sintió un fuerte chispazo que inundó su cerebro ya excitado.
—No pares continua
—Si papi… aaahhh
“Bajo su cremallera, lo hiso lento, no la quería despertar, su pene brincó fuera de su pantalón, él lo tomó con mano derecha e inició la tan ya conocida masturbación…”
—Aaahhh papi aaahhh
Dianita no pudo seguir leyendo el pene de Alvarado se introdujo en la sobre encharcada rajita infantil de su hija, el peso de él la oprimió sobre la cama, Dianita quedó con su carita pegada al libro, el movimiento no le permitía seguir leyendo, cerró un ojo y con el otro leyó la frase en su libro erótico
“eyaculo sobre su piel”
Eso la hiso tener un orgasmo de locos, sus gritos empezaron a inundar la habitación, lo gemidos de ella serían escuchados por su madre y hermano que veían la tele en la sala, Alvarado metió su mano en la entrepierna de ella y llegó a su clítoris, lo estimuló con un dedo haciendo que Dianita se moviera sin control y presentara orgasmos múltiples
Aaahhh… aaahhh… aaahhh
Ella estaba en la locura, no sabía por qué, pero su padre había llegado demasiado excitado, se le veía el placer que sentía al penetrarla y hacerla orgasmarce una y otra vez, ella estaba feliz, no podía controlar sus orgasmos, sus caderas se movían por sí mismas, sentía que orinaría de un momento a otro, no sería la primera vez
—¡Papi! Aaahhh
Un chorrito de orina mojó la mano de Alvarado, él como respuesta arremetió con su durísima verga en la rajita de su hija, sacó los dedos de la entrepierna y se los dio a probar a su hija, ella sacó la lengua y de una forma obscena lamió el orín de los dedos de su padre, parecía una producción cara de hard sex.
—Mi amor voy a eyacular
—Si papi hazlo… hazlo… así… aaahhh… aaahhh
Dianita apretó las sábanas con sus manos al mismo tiempo que sus ojitos se cerraban fuerte, su boca abierta emitía gemido tras gemido, Alvarado no se quedaba atrás y se movía como poseso eyaculando todo el semen dentro de su hija.
Una vez más el acto incestuoso se había consumado, Alvarado cayó fulminado al lado de su hija ella con las piernas temblorosas se levantó y mamó la verga paterna, lo hacía con tanto entusiasmo que Alvarado sintió el inició de una nueva erección, pero no quería coger de nuevo, tenía que guardar energías para su suculenta mujer.
—Ya mi amor, debemos descansar
—Otra vez papi, anda
—No bebé, debemos dormir, te extrañe hoy, pero ya hay que dormir
—Bueno, pero mañana si verdad
—Si mi amor, mañana si
Se levantó Alvarado justo cuando su esposa iba caminando por el pasillo hacia su habitación
—¿Ya nos vamos a dormir?
Pregunto su esposa mientras veía hacía el interior de la recámara de Dianita, la vio boca abajo con su rajita toda roja y escurriendo semen, sonrió mirando a su esposo
—Si mi vida ya vamos—contestó Alvarado caminando tras ella
Su esposa miró sus nudillos todos rojo, lo miró a los ojos, Alvarado se vio sorprendido por ella, agachó la mirada tratando de no darle importancia al asunto, su mujer lo entendió
—¿Debo preguntar qué pasó?—dijo ella arqueando la ceja
—No, mejor no, igual ya quedó todo arreglado
—¿Ganaste?
—Sabes que siempre gano—dijo Alvarado mientras se desnudaba
Se acostó en la cama, no se bañó, estaba tan cansado, había sido un día muy estresante para él, esas hermanitas se habían pasado con la travesura, Jo tendría que ser reprendida, pero ¿cómo castigas a una niña que no vive contigo? Tendría que pensar en el castigo y este tendría que ser ejemplar
Sintió como su esposa desnuda se acostó a su lado, le dio la espalda, Alvarado sintió sus firmes nalgas, su erección regreso, se volteo hacia ella y puso su verga en el culo de ella y esta entró hasta la mitad, seguramente su hijo se la había estado cogiendo por el culo, que importaba, ahora la vida era así, se movió un rato hasta sentir que sus huevos explotaban, eyaculo en el recto de su esposa, mientras ella mordía una almohada y gemía quedito, le sacó la verga y la abrazó
—Descansa amor
Fue lo que escuchó de su esposa antes de que sus ojos se cerrar y cayera en un profundo sueño.
Continuará