
Dos amigos, Parte 04 (de Cazzique)
12 de febrero de 2025 en Jovencitas, Incesto, LGBTQ+, Sexo en grupo, Relatos SDPA
Ni tardo ni perezoso Pedro comienza a quitarse la ropa y cuando queda por completo desnudo Juan le hace una seña para que se acerque y se ponga a un lado de él. Pedro obedece y cuando llega Claudia se voltea y comienza a chupársela a él, ella hace un buen trabajo con los dos y luego de esto los tres se dirigen hasta el sofá, Pedro se sienta y Claudia se coloca frente a él, abre las piernas y se hinca en el sillón, luego comienza a descender y con una mano toma la verga de Pedro, la dirige hasta su vagina y se la clava, sus caderas se mueven deliciosamente y la panocha de ella esta sumamente caliente y húmeda lo cual facilita el bombeo, comienzan a besarse de nueva cuenta. Juan se coloca detrás de su mujer y se agacha para comenzar a lamerle el ano, ella para un poco más el culo para que quede al alcance de su marido mientras se sigue moviendo para que Pedro pueda gozar.
Juan se esta varios minutos lamiendo y metiendo los dedos en el culo de su mujer y después se para y coloca la punta de su verga en la entrada trasera de ella, les pide que dejen de moverse en lo que se la mete por el ano, ellos se detiene y lentamente la verga de su marido comienza a penetrarla por el culo, los dos pitos la llenar por completo ahora y un lento bombeo comienza. Las sensaciones no pueden ser más agradables, el roce de las vergas en el interior y solo separadas por una leve membrana produce una exquisita sensación de placer, esto junto con qué a cada envestida sobre el ano de ella el esfínter de la pepa se cierra y aprieta fuertemente la verga de Pedro y también el esfínter del ano aprieta más, el placer que están experimentando hace que pedro se olvide por completo de las niñas. Los movimientos de los tres cada vez son más rápidos y los dos logran hacer que Claudia tenga un esplendoroso orgasmo que la hace gemir fuertemente, se viene a mares y moja por completo el palo de Pedro y todavía el jugo comienza a escurrir por las bolas de él y llegas hasta su ano. Por fin después de varios minutos más el primero en dejar su leche en el interior de Claudia es su marido, ella siente como la leche caliente le riega las entrañas y también comienza a venirse, Pedro sabe que se esta viniendo y acelera sus movimientos, de la gruesa y morada cabeza comienzan a salir chorro tras chorro de crema que golpea en lo más profundo de la vagina de Claudia y contribuye a que su orgasmo sea todavía más intenso.
La leche escurre por los dos agujeros abiertos de la mujer, primero se zafa Juan, lentamente la verga va desalojando el ano de ella y poco después Claudia se comienza a levantar, la verga aun dura de Pedro se sale de su panochita y cuando esta se zafa un chorro de leche escurre y lo moja, los tres están satisfechos y todavía calientes pero deben continuar en otro sitio; Claudia así desnuda comienza a subir las escaleras y su marido vas tras ella apreciando como se mueven sus nalgas conforme sube los escalones, pedro se queda un poco atrás pero también los sigue.
Claudia y Pedro se detienen en el pasillo a esperar a que llegué Pedro, cuando este se acerca lentamente abren una puerta, y después de que se cercioran de que todo esté en orden le hacen una seña a Pedro para que entre. Lo que ve lo deja asombrado, su hija y Carolina están desnudas y besándose ardientemente, las dos chiquillas voltean al escuchar el ruido en la puerta, Nicole se asusta pues no sabe que esto lo habían planeado antes Carolina y sus papás, trata de taparse inútilmente con una sabana pero se da cuenta de algo en lo que no había reparado, ve a su padre que esta completamente desnudo y Claudia y Juan también; Juan se acerca hasta donde están las niñas y sin más comienza a besar a su pequeña hija, ella lo recibe contenta y responde a las caricias de su padre recostándose y abriéndole las piernas, Juan se coloca de pie frente a la cama y toma por las caderas a su hija y la acerca para apuntar su verga a la vagina lampiña de la niña, se la comienza a meter lentamente y Nicole puede ver como la verga se va extraviando en la cueva de su amiguita; Claudia también va hasta donde se encuentras ellos y montándose en la cama se coloca a horcajadas sobre la cara de Carolina, la niña entonces comienza a lamerle la panocha a su madre a la vez que ella es cogida por su papá. Nicole y Pedro observan como ellos están cogiendo y entonces Pedro da dos pasos dentro del cuarto pero no se acerca más, su hija voltea a verlo y más relajada se pone de pie y se dirige hasta donde esta su padre, lo toma de la mano y lo encamina hasta la cama, cuando llegan ahí ella lo besa suavemente en los labios y luego se separa de él – Házmelo, papá. – le pide. Pedro no puede creer lo que acaba de oír y perplejo mira a su hija de nueve añitos, ella por toda respuesta lo vuelve a besar pero esta vez le introduce la lengua en la boca, el tarda un par de segundos en asimilar la situación y después comienza a responder a la lengua de su hija, la abraza y puede sentir sus duros senos clavándose en su torso.
Las manos de Pedro buscan entonces las tersas nalguitas de su hija y comienza a sobárselas tiernamente mientras con los dedos busca el ano y la parte baja de la vagina, siente como su hija ya se encuentra mojada de allí. Luego de terminar de besarla la recuesta en la cama pero con las piernas caídas en el borde del colchón, se hinca y tomando las piernitas de la niña las coloca en sus hombros, la panochita de su hija esta a tan solo unos centímetros de su cara y puede aspirar el agradable olor que de ella mana.
Saca su lengua y acerca su cara, el sabor de sus jugos es increíble, piensa él y sigue mamando la conchita de Nicole, ella se relaja y deja caer hacia atrás su cabeza para luego levantarla y ver como su padre le esta chupando la pepa, puede sentir como la boca de su papá se acopla perfectamente a sus labios vaginales y la lengua penetrarla hasta lo más profundo que puede, pronto comienza a experimentar la agradable sensación de un orgasmo que invade todo su ser.
La venida de Nicole es incontenible y gran cantidad de jugos comienzan a salir de su panocha, todos los jugos se los bebe su padre con satisfacción y no deja que se escape gota alguna, ella termina satisfecha de la rica mamada que su padre le ha dado y tomándolo por los costados de la cabeza lo empuja para arriba, sabe que es lo que sigue y lo quiere, su padre le sujeta las piernitas y se las abre para colocárselas en los costados, su verga ya esta apuntando hacia el frente y la niña estira su maniata para tomarla, la menea de adelante para atrás haciendo que la gruesa y reluciente cabeza brille a la luz, luego ella misma dirige la macana hasta su rajita y la coloca entre sus labios vaginales que se abren un poco cuando ella presiona, las caderas de Pedro empujan un poco y siente el calor intenso que antes había experimentado pero a la fuerza, esta vez es diferente, siente la panochita más lubricada y preparada para recibirlo. Comienza a empujar lentamente y la cabeza desaparece en el interior, la chiquilla se queja un poco pero le pide a su padre que continué, Pedro sigue empujando milímetro a milímetro su palo al interior de su hijita y poco a poco ella lo va recibiendo, faltan solo un par de centímetros para que se trague por completo el palo de papá, por fin lo siente, rico, llenándola, aunque experimenta un poco de dolor por la falta de costumbre no es demasiado y no más que el placer de sentirse amada. Las bolas de Pedro chocan entonces con el culito de su niña, por fin, la niña se ha tragado todo ese grueso garrote.
Lentamente Pedro comienza a bombear a la niña, su vagina le aprieta el palo como nunca antes hubiera sentido, ni la primera vez que se lo hizo sintió eso. Ella lo recibe con gusto y en su cara se refleja la satisfacción que experimenta, la vagina se ensancha para poder recibir tanta verga pero ella lo ha tomado muy bien, ahora el dolor se va esfumando y puede disfrutar completamente del placer que es estar siendo penetrada por su propio padre, se ha olvidado de lo anterior en verdad es un nuevo comienzo; la velocidad de las envestidas de Pedro es ahora mayor y pronto comienza a sentir que ya no puede más, un intenso placer lo inunda cuando de su cabeza expulsa el primer disparo de leche dentro de su hija, ella también gime con satisfacción cuando lo siente y se comienza a venir, la panochita se contrae en intensos espasmos que la hacen perder el sentido del tiempo y ella desea siempre estar así, sus jugos escapan sin césar y bajan hasta mojarle el ano, la leche de su padre sigue llenándola hasta que no es posible que la niña retenga más jugo y este también se escapa entre metida y sacada, ambos curvean sus espaldas por el placer que están experimentando.
Están cansados pero satisfechos y disfrutan de su paz interior alejados del mundo por solo unos segundos y después de eso vuelven a la realidad, ven a su lado que ahora Carolina esta haciendo un sesenta y nueve con su mamá mientras que su padre se la esta metiendo por el culo, Nicole observa como la gruesa daga de carne se introduce por ese pequeño huequito trasero de su amiga y se le antoja que se lo hagan así. Pero por el momento no dice nada, solo observa hasta que ve como comienza a escurrir el semen que su padre le deposito en el interior; cuando se la sacan observa como tiene abierto de par en par el ano y es entonces que ella le dice algo a Pedro en el oído.
Todos se quedan recostados en la misma cama por espacio de una hora, duermen profundamente y se despiertan cuando sienten que alguien se ha parado, es Claudia quien sale de la habitación. Entonces todos comienzan a platicar de lo que han vivido, es entonces que Pedro le comenta a Juan que su hija como agradecimiento le quiere dar un regalo por haberlos unido de esa manera, esté en tono serio le dice que no es necesario que le regale algo, ella insiste pero le aclara que se lo dará después. En ese momento entra Claudia para informarle a todos que el baño esta listo y que los espera en el cuarto principal, uno a uno se van poniendo de pie y las primeras en llegar al cuarto principal son la niñas, después llegan Juan y Pedro. Claudia ya esta dentro del Jacuzzi y los espera, todos se meten entonces sintiendo como se cruzan sus piernas, unos con otros. El baño se prolonga por algunos minutos pues ellos platican mientras se relajan con el masaje de burbujas.
Son ya las diez de la noche pero a nadie se le antoja irse a dormir, están jugando en la terraza de la casa y disfrutando del tibio aire que sopla, es entonces cuando a una de las niñas se le ocurre decir que para terminar con el juego el que vaya perdiendo se tiene que desnudar. Todos están de acuerdo y comienzan el juego, el primero que pierde es Juan y sin más pensar se desnuda ahí en la terraza y se vuelve a sentar, le sigue su turno a Claudia, luego, Nicole y Pedro y al final quedo Carolina quién aunque no perdió también se desnudo. Todos se recostaron en las tumbonas que ahí estaban y disfrutaron un rato viendo las estrellas. Unos veinte minutos después Nicole se paró y se dirigió hasta la tumbona en donde se encontraba Juan, se agachó frente a el y sin más aviso se metió su verga en la boca, la niña comenzó a hacerle una rica felación que en pocos segundos logró poner dura su macana, la boquita de ella era inexperta pero lo hacía muy rico, sus labios se paseaban por la cabeza y luego recorría el tronco con ellos, luego se la metía y trataba de tragarse lo más que podía del garrote. Después de unos minutos y cuando vio que la herramienta de Juan ya estaba completamente dura – quiero darte el regalo que te prometí, ahora. – le susurró en el oído, luego se montó en la tumbona y le ofreció sus nalgas. Juan no tardó mucho en comprender y entonces comenzó a chuparle las nalguitas a la niña, los demás solo estaban observando desde sus lugares.
Después se relajó y dejó que la lengua trabajara sobre su agujero trasero, un dedo se comenzó a introducir, primero solo la puntita para después ir avanzando en su interior, al poco rato otro dedo más se unió a este y así ella comenzó a sentir solo un poco de dolor; Juan sabía muy bien como debía ensanchar el agujero de la pequeña para evitar al máximo el dolor. Nicole recibió después de unos minutos más otro dedo, su culito ya se encontraba muy bien lubricado y ensanchado al máximo, entonces Juan se puso de pie y colocó a la niña a cuatro patas sobre unas toallas en el suelo, se hincó detrás de ella y apuntó su herramienta al ano ya dilatado y comenzó a introducir su dura verga. Lentamente la gruesa cabeza fue ganando terreno, en pocos segundos está se perdió en las profundidades del apretado ano de Nicole, la chiquilla apretaba los dientes pues a pesar de que él había echo un buen trabajo dilatándola era su primera vez por el ano. Para lograr que la verga se metiera más Juan bombeaba ligeramente y ensalivaba muy bien el tronco, le llevó como veinte minutos lograr que el palo completo le entrara por el culo a Nicole, pero por fin lo logró y ya echo esto entonces sin sacarle la verga él se recostó en las toallas y la chiquilla quedó recostado boca arriba sobre Juan. Juan llamó a Pedro y este poniéndose de pie con la verga completamente erecta, pues se había estado masturbando mientras observaba como se cogían a su hijita. Se acercó a ellos y Juan lo mira y con una seña el comprendió lo que quería, Pedro se hincó frente a su chiquita y esta abrió las piernas de par en par, su papá le dejó ir la verga por la pepa y ella pudo sentirse completamente llena de verga, los dos comenzaron a bombear a la niña, rítmicamente los nabos entraban y salían de los apretados agujeritos de la niña y ella sintió que en poco tiempo se derramaría.
Para no quedar desplazadas Carolina y Claudia se comenzaron a besar y a tocar por todo el cuerpo, ellas veían como se estaban cogiendo los dos hombres a Nicole, los dedos de Claudia se clavaron en la panochita de su hija y los de la nena buscaron el ano de mamá, ambas estaban entregadas por completo en un interminable beso, sus lenguas se enredaban y cada una de ellas se la chupaba a la otra. Juan y Pedro dejaron que la niña terminara de venirse y luego le sacaron la verga, entonces llamaron a Carolina y le dijeron que le iban a dar el mismo tratamiento. Claudia le dio una nalgada a su hija mientras la mandaba con los dos hombres y llamó a Nicole a su lado.
Juan le pidió a su hija que se montara en él y ella lo hizo, su padre la beso en la boca y con una mano buscó su verga, luego la dirigió a la panochita de su niña y se la comenzó a meter, poco a poco la verga se perdió entre las apretadas paredes y ella sintió lo rico que esto era, fue también cuando comenzó asentir como los dedos de Pedro la estaban dilatando, era delicioso sentir como la invadían por los dos lados y soltó un fuerte gemido de satisfacción, sintió como el dedo se le introducía profundamente y al poco rato otro dedo más y más tarde la verga, nunca ella se había sentido completamente llena, era la primera vez que se la metían por los dos lados.
Inmediatamente tuvo un fuerte orgasmo que la hizo gemir como nunca antes, sintió que su cuerpecito se desmadejaba entre los cuerpos de esos dos hombres que la poseían. Se dejó llevar por el rítmico movimiento de sus cuerpos y muy pronto llegó a otro orgasmo más. Juan entonces fue el primero en comenzar a llenar de esperma la caliente panocha de su hija, se vino a borbotones y gimió fuertemente al sentir como sus bolas comenzaban a expulsar toda esa leche. Pedro por su lado solo unos segundos después de Juan comenzó a llenarle el ano con su espesa crema a la chiquita, disparo tras disparo llenaron a la niña en su interior con caliente esperma que pronto le escurrió a la chiquilla por sus dos agujeritos. Claudia le está mamando la panochita a Nicole y ella esta a punto del orgasmo, con una mano Claudia se masturba y también esta a punto de venirse, no tardan mucho y sienten de inmediato que sus vaginas comienzan a palpitar y un intenso placer les nubla el sentido, gimen y se retuercen mientras sus jugos comienzan a manar de su interior y Claudia se bebe los de la niña mientras los propios le escurren por entre los dedos y algunas gotas manchan el piso.
Esa noche durmieron todos en una habitación y al día siguiente fueron de paseo al lago, todo el tiempo que podían se la pasaban haciendo el amor, el domingo por la tarde se prepararon para regresar a la ciudad, el camino fue muy fue alegre, todos iban cantando y jugando, cuando llegaron a casa de Juan eran las siete de la noche y mientras las mujeres preparaban la cena los hombres bajaban el equipaje de la camioneta y separaban el da cada uno, luego subieron al Mercedes de Pedro sus cosas. Cenaron todos juntos y a eso de las nueve de la noche Pedro y Nicole se despidieron de sus amigos, durante lo que duró trayecto a casa ambos iban muy pensativos y no se dirigieron mucho la palabra, algo iba a cambiar y lo sabían ambos aunque todavía no estaban muy seguros de lo que pasaría.
Al llegar a casa Pedro bajó las cosas del auto mientras la niña iba a darse un baño, luego Nicole fue a su habitación y preparaba los libros que usaría el día siguiente en la escuela mientras escuchaba como corría el agua de la ducha en el cuarto de su padre, oyó cuando su padre cerró la llave del agua y luego no escuchó más, traía puesta una playera larga que le llegaba un poco arriba de las rodillas, no traía bragas, apagó la luz de su cuarto y se sentó en la cama, estaba apenas por recostarse cuando escucho leves toquidos en su puerta.
– Adelante.
– Hola hija, antes de acostarte quería decirte algo.
– ¿Qué es papi?
– Quería que supieras que lamento mucho como te traté la primera vez… tú sabes.
– No te preocupes papi.
– Debo hacerlo pequeña, fui un truhán, me comporte como un idiota. – dijo esto y la voz se le quebró y un par de lagrimas rodaron por sus mejillas.
– Papá… – dijo seriamente Nicole – Eso es cosa del pasado, yo te amo y no hay nada que perdonar, solo estaba sentida… pero en adelante será diferente, lo sé.
– Si mi amor, todo va a cambiar. También quiero que sepas que Juan y Claudia van a ayudarnos a cambiarte de escuela, una escuela especial, ya veras que te gusta.
La mano de ella estaba acariciando el rostro de su padre y él la miró con más calma a los ojos, ella le sonrió dulcemente y entonces el se acercó para besarle la mejilla, fue un beso tierno, ella lo miró amablemente cuando se alejó de su rostro. Luego lo miro coqueta, el nuevamente se acercó y esta vez la beso con ternura sobre los labios, un beso corto, luego otro, esta vez más largo. Otro más y esta vez la lengua de él buscó en el interior de su boquita la suya, ella respondió al beso, se besaron así una y otra vez, ahora las manos de papá recorrían tiernamente las desnudas piernas de la niña, poco a poco avanzaba más y más y pronto ya la mano de su padre le sobaba con ternura la hermosa vagina, uno de sus dedos se introducía apenas levemente entre los labios vaginales y ella sintió que se mojaba, su respiración iba acelerándose, en un impulso desabotonó la camisa del pijama de su padre y acarició su pecho desnudo con sus pequeñas manitas, y lo volvió a besar.
Entonces Pedro tomo a su hija en brazos y salió del cuarto de la pequeña, se fue directo a su habitación, ella iba abrazada a su cuello y lo besaba con ternura en la cara, cuando llegaron él tiernamente la depositó sobre la cama y se sentó a un lado de ella, quedaron frente a frente, ella sentada con las piernas estiradas sobre la cama, continuaron besándose; las manos de Nicole buscaron la entrepierna de su padre y sintió el potente bulto que se formaba bajo la tela del pantalón, desabrocho el frente y sacó la enorme tranca de su padre y comenzó a masturbarlo lentamente. Él por su lado ya tenía sujeta la playera de la niña y se la fue sacando lentamente, la dejó desnuda, sus manos se apoderaron de los bellos senos de su hija y jugó con ellos tiernamente; sus pezones se endurecieron en las manos de su padre, la entrega era total. Pedro se puso de pie y terminó de desnudarse, luego se recostó al lado de la pequeña de nueve añitos y ambos quedaron frente a frente ya bien recostados sobre las mullidas almohadas, se besaron interminable cantidad de tiempo mientras que sus manos buscaban acariciar cualquier parte del otro. La verga de Pedro se anidó entre las piernas de su hija Nicole y con leves movimientos de su cadera y con la ayuda de Nicole poco a poco se la fue enterrando entre sus labios vaginales que se abrieron ampliamente para recibirlo. Así de lado Pedro comenzó a bombear en la rajadita de su hija, ya la verga se le iba completa y él sentía como la apretaba.
Cambiaron tres veces de posición y la niña se vino también tres veces en esta última Pedro comenzó a venirse dentro de ella, esta vez fue distinta a lo anterior ya que estaban solos, ahora eran ellos dos solos, era distinto por muchas razones y entre ellas el nuevo amor que en ambos renacía, el secreto de ser padre e hija, la paz que sentían en sus corazones. La leche salió con un fuerte impulso y ambos se sintieron fuera de este mundo, gimieron y suspiraron a cada disparo de él dentro de ella y así se quedaron después de terminar hasta que la verga perdió su dureza. Así también se quedaron profundamente dormidos hasta el día siguiente.
Continuará

Ashley en el centro comercial, Parte 01 (de Janus)
11 de febrero de 2025 en Relatos SDPA, Jovencitas, Sexo en público, Exhibicionismo
Esta historia se inspiró en un artículo publicado en Newsweek en agosto de 2003. Titulado "Este podría ser tu hijo", el artículo describía el Mall of America en Bloomington, Minnesota, como una especie de semillero de prostitutas adolescentes. El artículo, que relata las experiencias de una joven de diecisiete años llamada "Stacy", afirmaba que tenía relaciones sexuales con hombres a cambio de dinero o ropa. La historia ha sido desmentida desde entonces tanto por el Mall of America como por la policía de Bloomington, que afirman que el FBI no se ha puesto en contacto con ellos, como afirma el artículo. (Nota: A dia de hoy el articulo ya no está disponible en línea)
Ashley caminó a paso rápido hacia la entrada del Mall of America. Era un día típicamente caluroso en Minnesota y, en el instante en que la niña de doce años bajó de la miniván con aire acondicionado de su madre, el aire húmedo formó una pared opresiva a su alrededor. Apenas había dado una docena de pasos cuando sintió que le brotaban gotas de sudor en la frente. Cuando llegó a la puerta, se le había formado una mancha de sudor en la camiseta, debajo de la mochila.
Antes de entrar al centro comercial, Ashley se dio la vuelta y miró hacia la acera, donde su madre todavía la esperaba en la miniván, observándola entrar. Ashley la saludó con la mano y entró en el refrescante vestíbulo con aire acondicionado. Al mirar hacia atrás a través de las puertas de vidrio, vio a su madre alejarse de la acera y unirse al tráfico. "Por fin", pensó para sí misma.
Al igual que muchos niños de doce años que anhelaban su independencia, Ashley pensaba que su madre era un poco sobreprotectora. Hoy, Ashley iba a encontrarse con unos amigos en el centro comercial, pero su madre insistió en saber quiénes eran, dónde y cuánto tiempo estarían en el centro comercial. Además, su madre le había dado un teléfono celular y le había hecho prometer que llamaría si algo salía mal.
Ashley había aprendido a tolerar las exigencias de su madre. Incluso había aprendido a sortearlas en ocasiones. Como por ejemplo en lo que respecta a su vestuario. Su madre siempre vigilaba su vestimenta y se aseguraba de que su hija usara ropa razonable. Al principio, Ashley no tuvo problemas con esto hasta que descubrió que "razonable" generalmente significaba "aburrido". Pantalones cortos, zapatillas y una camiseta sensata eran lo que su madre le recomendaba, así que eso fue lo que se puso hoy para ir al centro comercial.
Pero también fue por eso que se dirigió inmediatamente al baño de mujeres en cuanto entró al centro comercial. Al entrar en el baño, Ashley cerró la puerta y comenzó a quitarse la ropa. Abrió su mochila y sacó algo de ropa que había comprado ella misma con el dinero que había ganado como niñera. Sus pantalones cortos ligeramente holgados fueron reemplazados por un par de jeans ajustados, la niña de doce años tuvo que sacudir su culo para que le entrara bien. A continuación, se puso una camisa blanca sencilla de Gap que se ajustaba mucho más al cuerpo que la camiseta que llevaba puesta anteriormente. Finalmente, sacó un par de chanclas floreadas y se las puso. Ashley hizo una bola con su ropa cómoda y la metió en su mochila.
Antes de salir del baño, la niña de doce años se miró en el espejo. Los vaqueros eran de un tono azul descolorido perfecto que le quedaban bien en el trasero, enfatizando sus sutiles curvas. La camiseta ajustada, por su parte, se ajustaba a su cuerpo como una segunda piel. Ashley todavía era algo plana para su edad y sus pechos eran apenas puntos angulares en su pecho. Todavía no había podido convencer a su madre de que le comprara un sujetador, pero su madre insistiría en que se lo pusiera si pudiera ver la forma en que los dos bultos puntiagudos sobresalían tentadoramente del pecho de la preadolescente.
Satisfecha con su aspecto, Ashley salió del baño. Se detuvo en una hilera de taquillas electrónicas y guardó su mochila. Estudió el entorno y memorizó la ubicación para poder recordar dónde recuperar su mochila. Una vez que estuvo segura de que no lo olvidaría, se fue a reunirse con sus amigas. Se dirigió a su lugar de reunión habitual: el Gap. Con destreza, la niña de doce años se dirigió a través del enorme centro comercial con sus interminables letreros de neón y sus constantes multitudes de compradores. Pronto vio a su amiga Laura sentada en un banco fuera del Gap.
—Hola Ashley, ¿qué pasa? —Laura la saludó con la mano.
Ashley se sentó en el banco junto a su amiga. —Todo bien. ¿Cassie aún no ha llegado?
—No pudo venir. Su madre la castigó porque hoy recibieron las calificaciones y sacó un 60 en inglés.
Ashley puso los ojos en blanco. —Eso es una estupidez. ¿A quién le importan las notas de inglés? Son vacaciones de verano.
—Sí—, asintió Laura. —Sus padres son unos idiotas.
—Bueno, supongo que tendremos que divertirnos sin ella—, dijo Ashley mientras inspeccionaba el centro comercial.
—Sí... —dijo Laura, y luego se quedó callada—. Um, en realidad, no puedo quedarme mucho tiempo hoy. Tengo una cita con el dentista en una hora.
—¿Qué?— exclamó Ashley.
—Me olvidé—, se disculpó Laura sin convicción. —De hecho, mi madre también está en el centro comercial ahora mismo y nos volveremos a encontrar en cuarenta y cinco minutos.
—Dios, qué fastidio—, se quejó Ashley. —¿Qué se supone que debo hacer todo el día?
—Pero mira —dijo Laura intentando poner buena cara a la situación—, todavía puedo hacer algunas cosas contigo por un rato.
—Hmmm—, dijo Ashley pensando. —¿Quieres ir al patio de comidas? Me muero de hambre.
Laura hizo una mueca. —Voy al dentista. No puedo comer nada.
—Bueno, de todos modos ven conmigo —le dijo Ashley.
Laura se encogió de hombros. —Está bien. Vámonos.
Las dos chicas se incorporaron al tráfico de gente y se dirigieron al patio de comidas. Mientras caminaban, Ashley observaba los rostros que pasaban a su lado. Los chicos de su edad evitaban rápidamente el contacto visual, pero los adolescentes mayores inevitablemente las miraban de reojo. Por lo general, observaban a Laura. Su madre era mucho menos conservadora y ese día Laura llevaba unos vaqueros ajustados que le llegaban tres dedos por debajo del ombligo. Para resaltar su vientre expuesto y plano, Laura también llevaba una camiseta corta sin mangas que se ceñía a su pecho en desarrollo. A diferencia de Ashley, los pechos de Laura eran dos montículos con forma de manzana sobre su pecho y los tirantes de su sujetador eran claramente visibles debajo de la camiseta sin mangas.
Ashley estaba acostumbrada a que Laura atrajera toda la atención, pero hoy notó que algunas cabezas se volvían hacia ella. Algunos chicos mayores y lindos. Incluso algunos hombres mayores. Sintió un rubor de orgullo.
Las dos chicas llegaron al patio de comidas, que estaba repleto de gente. Ashley tomó a Laura de la mano y la llevó hacia Johnny Rockets, un restaurante con temática de los años cincuenta y su lugar favorito. Encontraron un par de taburetes vacíos y se sentaron en el mostrador. Ashley pidió una Coca-Cola Light.
—¿Viste a todos esos chicos lindos allá junto al Express?—, preguntó Laura, sonriendo.
—Sí, estaban bien—, respondió Ashley. —Me gusta el chico de la gorra de béisbol.
—¡Estaba tan bueno! Ojalá fuera mayor para poder salir con él—, suspiró Laura.
—Deberías preguntarle. Lo vi observándote.
—¡Cállate! —Laura se rió entre dientes y golpeó a Ashley. Las dos chicas se rieron y susurraron mientras chismorreaban. Mientras tanto, Ashley siguió observando a la multitud de vez en cuando. La mayoría de las personas en el patio de comidas estaban sentadas en las mesas y comiendo, así que nadie les prestaba mucha atención a ella ni a Laura. Sin embargo, en una mesa, vio a un hombre sentado solo. No estaba comiendo ni nada. Simplemente le devolvió la mirada con atención. Ashley, cohibida, volvió a mirar a Laura. Sin embargo, cuando volvió a mirar al hombre, él seguía mirándola fijamente. Se dio la vuelta de nuevo e intentó reanudar su chismorreo con Laura.
Finalmente, Laura miró su reloj. —Oh, mierda—, dijo. —Tengo que encontrarme con mi mamá en cinco minutos en Macy's. Vámonos—. Agarró el brazo de Ashley y se bajaron de los taburetes.
Las chicas se abrieron paso por el patio de comidas. La zona que pasaba por delante de los restaurantes estaba mucho menos congestionada y Laura aceleró el paso, tirando de la mano de Ashley. Laura se movía tan rápido que al doblar una esquina casi chocó con alguien. Ashley lo reconoció de inmediato como el hombre del patio de comidas.
—Disculpe —dijo Laura apresuradamente, sin siquiera levantar la vista. Estaba a punto de continuar cuando el hombre habló.
—Ustedes dos son muy guapas—, dijo.
Laura se detuvo, desconcertada. —Oh...—, dijo. —Gracias.
—¿Te importaría si te tomo una foto?— Cuando habló, miró a Ashley, sin siquiera reconocer a Laura.
—¿Qué?— preguntó Laura.
—Creo que las dos sois muy guapas. Me gustaría tomaros una foto.
Laura le dirigió una mirada asesina. —Lo siento, señor, tenemos prisa. Vamos, Ashley...— Laura tiró de la mano de Ashley y continuaron caminando.
Ashley miró al hombre, que los observaba marcharse con una expresión impasible en el rostro. Era un hombre de mediana edad, probablemente de unos treinta años, pensó Ashley. Iba vestido bastante bien para el centro comercial, dejando de lado los pantalones cortos y las camisetas que usaban la mayoría de los compradores y luciendo unos pantalones oscuros y una bonita camisa abotonada. Su corte de pelo era impecable y elegante. Si hubiera llevado corbata y chaqueta, probablemente habría parecido un hombre de negocios.
—¡Dios mío, qué idiota! —murmuró Laura mientras las dos chicas caminaban—. ¡Quería sacarnos una foto! ¿Cree que somos estúpidas o algo así?
—No lo sé—, dijo Ashley. —Me pareció que era bastante amable.
—No seas tonta —espetó Laura—. Probablemente sea un violador o algo así.
Ashley decidió no discutir y caminaron en silencio. Llegaron a Macy's, donde encontraron a la mamá de Laura esperándola.
—Hola, señora Sweeney—, dijo Ashley cortésmente.
—Hola, Ashley—, respondió. —Lamento interrumpir tus compras. ¿Necesitas que te lleve a casa?
—No se preocupe. Tengo un teléfono celular así que puedo llamar a mi mamá.
—Hasta luego, Ashley —dijo Laura—. Llámame esta noche, ¿ok?
—Está bien, nos vemos luego.
Ashley se dio la vuelta y se dirigió a los casilleros donde había guardado su bolso. Estaba en el primer piso, recordó. Y estaba al lado de... No podía recordarlo. Se sentó en un banco a pensar con atención. Estaba concentrada y observando la alfombra que tenía frente a ella cuando vio que un par de zapatos se acercaban a ella.
—No estás perdida, ¿verdad?— dijo una voz de hombre.
Ashley levantó la vista. Era el mismo hombre que les había pedido que le tomaran una fotografía a ella y a Laura. No le sonrió, pero ella se dio cuenta de que estaba bromeando por la forma en que sus ojos brillaban y las comisuras de su boca se curvaban ligeramente hacia arriba.
—No —respondió Ashley—. Sólo estoy tratando de recordar dónde está mi casillero.
—Ya veo —dijo el hombre, sentándose junto a ella en el banco—. Eres Ashley, ¿verdad?
—¿Cómo lo supiste?
—Escuché a tu amiga decirlo.
—Oh. ¿Cómo te llamas?
—David.
—Encantado de conocerte.
—El placer es todo mío— le dijo el hombre. —¿Adónde se fue tu amiga?
—¿Laura? Se tuvo que ir. Dentista.
—Ah. ¿Ahora no tienes nada que hacer?
—Supongo que no. Probablemente debería llamar a mi mamá para que venga a recogerme.
El hombre no respondió a esto. Hubo un silencio incómodo por un momento.
—Um, oye —empezó Ashley—. Um, ¿hablabas en serio cuando dijiste... ya sabes, que querías sacarnos una foto?
—Por supuesto.
—¿Por qué?
—Ya te lo dije. Creo que eres muy hermosa. Me gustan las cosas bellas.
—Oh.
—¿Estarías dispuesta a dejarme tomarte una foto?
—Oh, eh, no lo sé —respondió Ashley, nerviosa.
—¿Por favor?
—Umm...
—Te tomaré la foto aquí mismo en el centro comercial—, ofreció. —No hay de qué preocuparse.
Ashley hizo una pausa y reflexionó. El hombre volvió a hablar.
—Y para endulzar el trato, incluso te compraré ropa nueva.
Ante esto, Ashley levantó las orejas. —¿En serio?
—De verdad. Te tomaré una foto ahora y luego te compraré un nuevo cambio de ropa. Yo lo elegiré.
—Hmmm—, reflexionó Ashley.
—Y te diré algo: si me dejas tomarte fotos con el nuevo atuendo, te daré 100 dólares que podrás gastar en lo que quieras.
—¿En serio? —preguntó Ashley de nuevo, sin creer lo que escuchaba.
—En serio.
Ashley meditó sobre la situación. El hombre, David, parecía bastante agradable. Estaban en un lugar público, así que no podría hacer nada raro. Un atuendo nuevo y 100 dólares parecían ser una recompensa excepcional por posar para algunas fotografías.
—Está bien —le dijo Ashley—. Lo haré.
—Maravilloso—, dijo, sacando una cámara digital de su bolsillo.
—¿Dónde quieres tomar la primera fotografía?
—¿Qué tal aquí mismo, en el banco?
—Bueno.
David se levantó del banco y se alejó unos pasos. Se agachó, apuntó con su cámara hacia ella y manipuló algunos botones.
—Perfecto —le dijo—. Estás muy guapa, Ashley.
Ashley sonrió y sintió que se le enrojecían las orejas ante el elogio. El flash se disparó y la cegó por un momento. David se levantó y volvió a sentarse en el banco.
—Toma—, dijo entregándole la cámara,—ésta es la foto.
Ashley tomó la cámara y estudió la pequeña pantalla LCD. La imagen no parecía especialmente excepcional. Para ella, parecía una niña normal de doce años sentada en un centro comercial.
—Qué bien—, dijo sin entusiasmo y le entregó la cámara.
Lo tomó y lo guardó en su bolsillo. —Eres una jovencita muy bonita, Ashley. No entiendo por qué no puedes verlo.
—Es que... no lo sé. Normalmente los chicos se fijan en Laura y no en mí.
—¿Y por qué crees que es eso?
Ashley lo miró, incómoda ante esa línea de preguntas. —No lo sé. Ella tiene tetas más grandes que yo. Y su ropa es mejor.
—¿Mejor? —preguntó David—. ¿Cómo?
—Ya sabes, son más sexys y esas cosas —suspiró Ashley.
—Bueno, Ashley —dijo David—, no puedo hacer nada con respecto a cómo está tu cuerpo, pero puedo decirte que creo que eres una chica excepcionalmente hermosa.
Ella lo miró a la cara. Él parecía muy sincero.
—Sin embargo —continuó—, puedo ayudarte si quieres verte más sexy. Puedo comprarte ropa mejor. Ese era el trato, ¿no?
—Sí...
—Bueno, venga, vámonos entonces.
David caminó rápidamente hacia la calle principal y bulliciosa del centro comercial. Ashley se puso de pie de un salto y corrió tras él.
—Lo primero es lo primero —dijo David—. Me he dado cuenta de que no llevas sujetador.
Ashley miró su pecho y se sonrojó. Sus pezones eran claramente visibles y sobresalían de su camisa.
—No te avergüences—, le dijo David. —Creo que te ves mucho más sexy sin sujetador, pero sé que las chicas jóvenes lo prefieren. ¿Quieres que te compre uno?
Ashley se sintió cohibida por su atrevimiento, pero era verdad. Se sentiría más adulta y bonita si usara un sostén como las chicas mayores.
David la guió hasta la tienda GapBody. Salieron diez minutos después, Ashley llevaba una pequeña bolsa que contenía un sujetador de media malla talla 32A. El proceso continuó mientras iban a otras tiendas para armar el nuevo conjunto de Ashley: Express, Abercrombie, Victoria's Secret...
—Bueno, Ashley—, dijo David, —creo que ya terminamos de comprar. ¿Quieres ir al baño a cambiarte y ponerte tu ropa nueva?
—Bueno.
—Toma —dijo David, entregándole un cortaplumas—. Puedes usarlo para cortar las etiquetas de precios.
Ashley se dirigió al baño. Como ya había hecho antes, se encerró en un cubículo y comenzó a desnudarse, solo que esta vez se quitó toda la ropa, incluida la ropa interior. Se estremeció un momento. Incluso en el cubículo, se sentía raro estar desnuda en el centro comercial sin llevar nada más que sus chanclas. Abrió la bolsa de ropa.
Primero se puso el sujetador. A Ashley le gustaba ponérselo, enganchando las tiras detrás de la espalda. A continuación, metió la mano en el bolso de Victoria's Secret y sacó unas braguitas tipo tanga. Tuvieron que comprar la talla XS, pero eran unas braguitas tipo tanga de verdad. Ashley se las puso, sintiendo la fina tira de tela que se deslizaba entre la hendidura de su trasero. El triángulo de tela acunaba perfectamente los labios carnosos de su sexo. Llevar ese tipo de ropa interior la hacía sentir mayor.
A continuación, se puso una camiseta de tirantes de encaje de Abercrombie que se ajustaba muy bien a su joven cuerpo. Era de un color granate oscuro que contrastaba bien con su pelo rubio que le colgaba en una cola de caballo. A Ashley le atrajo esta camiseta de tirantes por sus tirantes de encaje y el material semitransparente que dejaba al descubierto su nuevo sujetador negro. La camiseta de tirantes también era corta y el dobladillo terminaba justo por encima del ombligo.
Finalmente, sacó un par de pantalones cortos de Express. Eran muy cortos, con una costura interior de apenas cinco centímetros. Además, tenían un tiro muy bajo, lo que dejaba al descubierto su vientre liso y plano. Ashley se puso los pantalones cortos y los abrochó. Palpó detrás de ella y tocó la cintura de los pantalones cortos. Eran lo suficientemente bajos como para que se le viera la tanga. Era perfecto.
Ashley metió su ropa vieja en las bolsas de la compra. Estaba a punto de salir del baño cuando su reflejo en el espejo le llamó la atención. Parecía una chica completamente diferente. La camiseta de tirantes de encaje y transparente se ajustaba a su joven cuerpo como un guante y su sujetador negro era evidente debajo de ella. Los pantalones cortos eran muy reveladores y cuando se dio la vuelta, pudo ver claramente la tanga subiendo por encima de la cintura.
Al salir del baño, vio a David esperándola. En cuanto la vio, una amplia sonrisa se dibujó en su rostro. Se sonrojó al ver su reacción. Le sonreía con una mirada casi de orgullo, como si fuera su padre o algo así.
—Ashley—, susurró, —te ves absolutamente deslumbrante. No puedo creer lo que veo. Nunca había visto a una chica tan bonita como tú antes.
La joven, que no estaba acostumbrada a esos elogios, no pudo evitar sonreír ampliamente. Estaba demasiado contenta para hablar.
David la tomó del brazo. —Vamos—, dijo. —Vamos a tomar algunas fotografías en el Campamento Snoopy, ¿te parece? Allí la iluminación es mejor.
Ashley asintió. Camp Snoopy era el parque de diversiones cubierto del Mall of America, con juegos y atracciones. Mientras caminaba, no pudo evitar notar cómo los adolescentes la miraban con lascivia cuando pasaba por allí. Casi estalló de orgullo.
David se abrió paso por el Campamento Snoopy. Parecía estar familiarizado con su distribución. Finalmente llegaron a un banco solitario en un rincón del parque de diversiones. El banco estaba protegido de otras personas por un denso follaje artificial de árboles y plantas tropicales.
—Toma asiento—, le dijo.
Ashley se sentó en el banco, sin saber qué hacer. David sacó su cámara digital de nuevo y empezó a sacar fotos. Empezó a darle instrucciones, pidiéndole que girara un poco la cabeza, que posicionara las manos, que rotara el torso... Ashley empezó a disfrutar mientras él tomaba fotos. Se sentía glamurosa, como una modelo.
—Eres maravillosa, Ashley. Hermosa —decía David—. Así es, gira la cabeza hacia mí y sonríe... Perfecto. Mira hacia la luz... Cierra un poco los ojos... Excelente... Bien, ahora mírame... Bien, relaja un poco la parte superior del cuerpo...
Ashley hizo pucheros, sonrió y miró pensativa a la cámara. Realmente le gustaba esa sensación. Las poses de la niña de doce años se volvieron más relajadas y atrevidas. Ashley miró por encima del hombro y dejó que su cabello le cayera sobre los ojos. Separó ligeramente los labios en lo que esperaba que fuera una mirada sexy. David reaccionó con aprobación, animándola a continuar.
—Eso es hermoso, Ashley, simplemente hermoso.
Luego, Ashley se sentó frente a él con las rodillas juntas pero los pies separados. David le sonrió y continuó tomando fotografías. De repente, Ashley no sintió nada y dejó que sus rodillas se abrieran solo un par de centímetros. David no pareció notarlo, ya que siguió tomando fotografías. Ella dejó que sus rodillas se abrieran un poco más. Sabía que los pantalones cortos eran tan cortos que estaba siendo un poco reveladora, pero a la preadolescente no le importó. Ashley echó un vistazo rápido a los pantalones de David y notó un bulto inconfundible en su entrepierna. Verlo hizo que su corazón saltara.
—Se ve genial, Ashley—, le dijo David mientras la miraba de arriba abajo. Luego agregó: —Así de fácil. No pares.
Ashley sintió un escalofrío de excitación que le recorrió la columna vertebral mientras abría más las rodillas. David siguió tomando fotografías. La jovencita continuó abriendo poco a poco las piernas hasta que estuvo completamente abierta ante David. Sentándose derecha, colocó las manos en las caderas y frunció los labios en una expresión sexy.
David dejó de tomar fotografías por un momento. Vio un ojo asomarse detrás de la cámara.
—No puedo creer lo sexy que te ves así, Ashley —dijo con voz ronca—. ¡Dios mío! Es increíble. —Sus ojos se posaron entre sus piernas por un segundo antes de desaparecer detrás de la cámara nuevamente.
Ashley se miró brevemente para ver lo que él estaba mirando. Sus piernas abiertas revelaban una imagen clara de su entrepierna, los agujeros sueltos de los pantalones cortos revelaban su ropa interior negra debajo. Metió la mano entre sus piernas para ajustar el centro de los pantalones cortos que dividían su entrepierna. Accidentalmente, sus dedos rozaron su cuerpo y se sorprendió al sentir su piel contra su dedo. La braguita tipo tanga, que era una talla más grande porque era tan joven, se había subido y el delgado triángulo de tela ya no cubría su área de la entrepierna. En cambio, ahora solo había una delgada tira de tela que corría entre sus labios vaginales, los pliegues de piel suave acunaban tentadoramente la tela.
Así que eso era lo que David estaba viendo y fotografiando. La idea hizo que Ashley se sintiera sucia y excitada al mismo tiempo. Sintió que se le empezaba a formar algo de humedad entre las piernas. Estaban en el centro comercial y alguien podría doblar la esquina en cualquier momento y verla exponiéndose a ese hombre con una cámara. Por alguna razón, la idea de que la atraparan solo hizo que Ashley se sintiera aún más mojada entre las piernas. Con valentía, apartó la entrepierna de sus pantalones cortos, lo que le permitió a David ver sin obstáculos toda su entrepierna. Lo vio tragar saliva mientras desaparecía detrás de su cámara de nuevo.
Mientras él seguía tomando fotografías, Ashley dejó que sus manos vagaran por su pecho hasta llegar a sus pechos sin desarrollar. Se acarició los pezones a través de la camiseta de malla y el sujetador por un momento, mirando directamente a la cámara. Se sentía emocionante actuar así frente a la cámara. Metió la mano debajo de su camiseta y sacó los tirantes del sujetador de sus hombros para que colgaran libres sobre sus brazos. La holgura adicional le permitió bajar un poco el sujetador. Ashley miró nuevamente el bulto en la entrepierna de David. Observó cómo una de sus manos frotaba el bulto por un breve momento. La niña de doce años se dio cuenta de que casi se estaba masturbando frente a ella.
La idea sólo sirvió para alimentar el estado de ánimo exhibicionista de Ashley. Con un último tirón, bajó el sujetador hasta que sus pezones quedaron claramente visibles a través de la parte superior de malla transparente. Con una mano, metió la mano dentro de la camiseta sin mangas para pellizcarse y masajearse el pezón. Observó cómo la mano de David volvía al bulto en su entrepierna. Podía ver el contorno de su pene a través de la tela de sus pantalones mientras se acariciaba. Al volver a llevar la otra mano a su entrepierna, Ashley descubrió que la delgada tira de tanga entre sus labios vaginales estaba completamente empapada. Estaba a punto de apartarla y comenzar a tocarse con los dedos cuando escuchó voces desde la esquina.
Ashley se sentó rápidamente en el banco y se colocó los tirantes del sujetador sobre los hombros. David guardó rápidamente su cámara y se sentó junto a ella en el banco. Ella acababa de ponerse el sujetador cuando una mujer con un cochecito y dos niños apareció por la esquina. Ashley intentó parecer normal y simplemente le sonrió a la mujer, que aparentemente no sospechó nada. La vieron desaparecer por la esquina.
Ashley suspiró. David la miró.
—Creo que deberíamos parar—, dijo.
—Supongo que sí —respondió Ashley de mala gana.
—Hiciste un muy buen trabajo por mí—, le dijo. Metió la mano en su billetera y sacó varios billetes. —Toma. Dije $100 pero te doy $150.
Ashley, con los ojos muy abiertos, tomó los billetes. Nunca había tenido tanto dinero en las manos. De repente, David se puso de pie.
—Tengo que irme —explicó—. Fue un placer conocerte, Ashley. —Y luego desapareció por la esquina sin decir nada más.
Ashley parpadeó. Si no fuera por el dinero en efectivo que tenía en las manos y la ropa nueva que llevaba, podría haber pensado que todo el episodio había sido un sueño. Contó el dinero que tenía en las manos. Siete billetes de veinte y uno de diez. Todo por dejar que un hombre le tomara fotografías. Y además, disfrutaba de la experiencia de ser traviesa frente a una cámara. Ashley reflexionó sobre el incidente por un momento antes de dirigirse al vestíbulo principal del centro comercial para gastar su dinero.
Continuará

Tempranos inicios lésbicos, Parte 01
11 de febrero de 2025 en Relatos SDPA, Jovencitas, LGBTQ+
Las chicas comenzaron a llegar como a eso de las cuatro de la tarde, las primeras fueron Clarisa y Eva; yo estaba ayudando en la cocina con los bocadillos que estaba preparando Bernarda, una de las sirvientas de la casa. Mamá se encontraba en el jardín que está detrás de la casa junto a la alberca preparando las casas de campaña que ocuparíamos para la pijamada. Aún faltaban por llegar dos de mis compañeras de colegio y una de mis vecinas.
Victoria mi vecina llegó como al cuarto para la cinco ya todo estaba preparado y me encontraba ya platicando con las demás en la sala mientras que Bernarda se encarga de terminar con los últimos de talles para la reunión con mis amigas. Por fin cómo a las seis de la tarde llegaron Lisa y Berenice las últimas que faltaban, subimos a la plata alta de la casa, a mi habitación y comenzamos a prepararnos entre platicas y chistes.
Las chicas sacaban de sus bolsas la pijamas y yo busqué dentro de mis cajones un muy bonita que me acababan de comprar mis padres, las edades de todas variaban desde los 9 hasta los 12 años. Debo decirles que mi nombre es Ilse y que en ese entonces tenía 20 años recién cumplidos.
La pijamada comenzaría a las siete de la noche por lo tanto todavía teníamos tiempo para arreglarnos, en la casa solo se encontrarían un par de sirvientas y nosotras pues mis padres saldrían a una de tantas recepciones a las que los invitaban, mamá me avisó como a eso de las seis y media que ya se iban, mis amigas y yo estábamos bañándonos por partes de dos en dos y ya se podrán imaginar el griterío y las risas por toda la habitación. Mientras que unas terminaban y se comenzaban a cepillar el cabello y a ponerse las pijamas las otras se bañaban, así mi turno fue el último junto con Lisa, estábamos solo en bragas y corpiño cuando nos metimos al baño. Al cerrar la puerta nos desnudamos y abrimos la llave del agua caliente, inmediatamente nos metimos bajo el chorro del agua que comenzó a mojar nuestros cuerpos. Lisa con sus 12 años tenía una cabellera rubia y ojos de un azul claro, muy bonitos, su cara agradable y labios muy bien delineados, su cuerpo delgado de piel muy blanca, sus senos ya estaban muy bien formados para su edad aunque aun no terminaban de crecerle por completo, en su entrepierna apenas y se dibujaba un poco de vello y yo le estaba haciendo burla por ese motivo. Yo pues a mis 10 años tengo el cabello castaño y piel blanca, cara agradable con ojos color marrón, mis pechos eran casi del tamaño de los de Lisa aunque tenía menos edad, también delgada y piernas largas, como ya supondrán todavía no me crecía ningún vello entre las piernas y tampoco a ninguna de las demás compañeras y por eso me burlaba de Lisa.
Nos enjabonamos entre ambas y jugueteamos tocándonos las nalgas o los pechos sin nada de malicia, solo como un juego infantil. Poco después salimos para desenredarnos el cabello y ponernos nuestras pijamas. Las demás chicas casi habían terminado así que tuvieron que esperarnos un poco. Por fin a las siete y media de la noche comenzamos a bajar al piso de abajo, Bernarda la sirvienta nos estaba esperando aun con su uniforme puesto y nos guió hasta el jardín en donde se encontraban las casas de campaña, nos explicó en donde se encontraban los bocadillos, frituras y refrescos y al terminar me pidió permiso para retirarse, obviamente como ya no había nada que ella pudiera hacer le dije que no había problema y ella se retiro a su habitación dentro de la casa. Nosotras nos quedamos en el jardín a un lado de la piscina y comenzamos a buscar el lugar que se nos hiciera mas cómodo para quedarnos ahí, había muchos edredones y cojines así que nos comenzamos a acomodar al frente de las dos tiendas y a un lado de la alberca.
Comenzamos a platicar de las cosas de la escuela y los chavos y pendejadas de las que siempre se suelen platicar en esas pijamadas, así nos aventamos como dos horas y mientras que platicábamos comíamos de los diferentes platos con papás, salchichas y otras cosas que había. De pronto a una de las chicas se le ocurrió preguntar:
¿Y si traemos un poco de bebida?
¿Alcohol? – preguntó otra.
Sí… ¿Apoco no se les antoja?
Bueno… a mí si me gustaría probar – dijo Berenice.
¿Sabes en donde guardan las botellas? – me preguntó Victoria.
¡Claro! – dije.
Te acompaño por una. – dijo Lisa.
No espérenme aquí, ahora les traigo una.
Lo dije y salí corriendo en dirección a la cocina, entré y me dirigía hasta el bar que se encuentra en la sala, pero ahí había puro vino blanco y tinto, eso no se me hacía como para nosotras así que me encaminé hasta las habitaciones de los sirvientes para ver si todavía estaba despierta Bernarda y preguntarle donde guardaban los demás licores. Bajé unas escalera por el pasillo que conduce hasta las habitaciones de la servidumbre y encontré una de las puertas abiertas, inmediatamente me dirigí hasta esta. Al acercarme pude ver el resplandor del televisor encendido y alcancé a ver por el corto pasillo que conduce al interior parte de la cama, para no importunar me detuve en la entrada e iba a tocar la puerta cuando escuche un gemido que llamó mi atención. Con curiosidad me acerqué un poco al interior y otro gemido me dejó quieta por un instante, asomé solo la cabeza y me quedé paralizada por el cuadro que se me ofrecía.
Sobre la cama se encontraba toda desnuda Bernarda, ella tiene 20 años, su cabellos oscuro y lacio le llega hasta la cintura, su piel es morena clara y tiene unos senos generosos así como las caderas, pues ella estaba ahí tendida y moviéndose sus caderas de arriba para abajo armónicamente, pero eso no era lo más increíble, sus manos sujetaban entre sus piernas una densa cabellera también oscura y que pude reconocer como la de Toña, la otra sirvienta, su cabeza se movía al ritmo que las caderas de Bernarda y sentí en mi pecho un agudo aguijón que se me clavaba y mi respiración se hizo mucho más agitada, continúe mirando ahora con más énfasis y escuchaba los cada vez más fuertes gemidos de Bernarda, pronto ella pareció ahogarse y casi estalló en un grito. Toña la otra mujer como de 40 años se separó de entre las piernas de Bernarda y entonces pude ver claramente lo que ella le hacía pues Bernarda le iba a hacer lo mismo. Toña se montó sobre la cada de Bernarda y pude verle sus nalgas y su ano y poco más abajo sus labios vaginales bien abiertos, la chica sacó su lengua y comenzó a juguetear con los pétalos de Toña qué no tardó en comenzar a girar lentamente sus caderas; mi respiración se agitaba cada vez más y por primera vez sentí que mi entrepierna se hacía agua, mi mano se posó sobre mi vagina y la palpé por encima del pantalón rosa de seda que traía, la sentí palpitar y justo iba a meter mi mano para tocarme directamente cuando escuché un ruido que venía de la entrada a los cuartos.
¡Ilse!… ¿Estas ahí?
Inmediatamente me dirigía hasta la entrada dejando ese increíble espectáculo y vi que Eva y Clarisa me estaban buscando.
Aquí estoy. – dije nerviosa.
¿Qué pasó?… Te tardaste mucho y te venimos a buscar. – dijo Clarisa.
Sí… ¿Que paso con eso? – preguntó Eva.
¿Con qué? – pregunte espantada.
¡Pues con el alcohol que viniste a buscar!
¡Ahhh, eso!… Pues es que no lo encontré. – dije nerviosa.
Pues pregúntale a tu “chacha” (sirvienta).
¡Nooo!…
¿Por qué no?
¡Es que ya se durmió!
Pues despiértala. – dijo Eva dirigiéndose al pasillo.
¡No!… vámonos. – le dije jalándola.
¿Qué te pasa? – preguntó Clarisa. – Estás temblando.
¡No es nada!… Estaba pensando en que si ella le dice a mis padres. – argumenté rápidamente.
¡Sí… tienes razón! – dijeron las dos.
Salimos de ahí nuevamente al jardín junto con las demás. Todavía temblaba cuando llegué con mis otras compañeras y no pude borrar de mi mente las candentes imágenes de mis criadas teniendo sexo. Entre todas bromeábamos, reíamos y gritábamos aunque yo solo lo hacía para disfrazar el gran nerviosismo y la fuerte impresión que me había llevado.
Por fin el sueño comenzó a hacer mella entre nuestro grupo, eran las dos de la madrugada y ya cansadas decidimos acostarnos, una de las tiendas fue ocupada por Eva, Berenice y Clarisa mientras que en la otra quedamos Lisa, Victoria mi vecina y yo. No tardaron ellas en quedar profundamente dormidas y yo solo daba vueltas entre los mullidos edredones tratando de borrar esas ardientes escenas de mis criadas pero no lo conseguí. Con cuidado salí de la casa de campaña y entré en la cocina, baje de nuevo las escaleras que daban a los cuartos de la servidumbre y me asomé a la puerta aun abierta de la habitación de Bernarda; todo estaba en completa calma y silencioso, me adentre sin hacer ruido y la vi allí completamente desnuda sobre la cama y profundamente dormida, aun podía percibirse el olor almizcleño del sexo. Salí de su habitación y vi la otra puerta abierta, entré y allí se encontraba completamente dormida Toña. En realidad no sé que es lo que esperaba encontrar, posiblemente tenía la esperanza de que ellas siguieran enfrascadas en esa deliciosa batalla en la que las había cazado, pero no, no estaban ya así.
Salí de ese lugar dirigiéndome de nuevo a la casa de campaña y junto a mis dos amigas qué seguían profundamente dormidas. Me recosté en mi lugar, en medio de las dos y traté de borrar esas imágenes de mi mente, poco a poco me fui quedando dormida y no sé que horas serían cuando volví a despertar, esta vez sudando y respirando agitadamente, una extraña sensación me oprimía el pecho. Sin pensarlo llevé una de mis manos a mi entrepierna y comencé a masajearla por encima de la suave seda del pantalón. Mis caricias me aliviaban un poco y tuve que bajar un poco mi pantalón y mis bragas para poder tocar directamente mi piel, uno de mis dedos se paseó por todo lo largo de mi rajada una y otra vez. Victoria se movió y esto me asustó, me quedé quieta y asustada volví a subir mis bragas y mi pantalón a su lugar pero eso en lugar de apaciguarme me tenía más incomoda. Entonces me giré, Lisa me daba la espalda y sin dudarlo mucho me abracé al cuerpo de mi amiga, su calor era delicioso, su cabello olía a mi shampoo de hierbas y hundí mi nariz en él. Al principio mi mano acariciaba su estomago muy levemente pero poco a poco la fui subiendo, teniendo como objetivo acariciar sus hermosos senos, no tardé mucho en toparme con uno de estos y primero lo comencé a rozar con las yemas de los dedos, ella solo tenía puesta la delgada tela de su pijama, igual de seda, y pude notar cada una de las líneas de su pecho, su pezón no estaba erguido pero claramente lo podía sentir en mis yemas.
Subí una de mis piernas sobre las suyas pegándole lo más posible mi vagina contra las nalgas y comencé a menearme con mucha delicadeza. Su pezón comenzó a levantarse ante mis caricias y lo pude por fin pellizcar tiernamente con mis dedos, esté era durito y largo y rápidamente busque la parte baja de su camisa para poder sentirlo directamente, metí mi mano sintiendo el grato calor de su piel suave y pronto me apoderaba de esa deliciosa teta de mi amiga, mi palma completa abarcó su senos y pude sentir su suavidad y calor, entre mis dedos tomaba el pezón y lo acariciaba. Luego de que reconocí completamente su seno y viendo que ella no se despertaba tomé valor y decidí internarme en su entrepierna. Mi mano bajó acariciando su estómago hasta llegar al elástico de su pantalón, metí mis dedos lentamente y bajé más, pero quedó mi mano entre la seda del pantalón y las suaves bragas de algodón de mi amiga, no me detuve y seguí bajando hasta tener en mis dedos las curvas de sus labios vaginales, las recorrí lentamente por varios minutos y luego sacando mi mano la llevé hasta mis fosas nasales aspirando la fina fragancia que ella había dejado impregnada en mis dedos.
Me enardecía aun más y ya sin pensarlo volví a meter mi mano entre sus piernas, esta vez bajo las bragas, sentí su imberbe pelambrera y juguetee con sus vellitos unos minutos, luego continúe bajando y encontré el principio de sus labios, bajé más la mano para apoderarme de toda su vulva, sentir esa calor directamente. Con movimientos lentos comencé a masajear sus labios que poco a poco se fueron abriendo y dejándome lugar para meter un poco uno de mis dedos, poco después algo de su jugo me comenzaba a mojar.
¿Qué me haces? – preguntó medio adormilada Lisa.
Me quedé fría pues no pensaba que ella despertaría y traté de retirar mi mano casi enseguida.
¡Nooo! – dijo – Continua, se sienta tan bien.
¿Te gusta? – me atreví a decirle levemente en el oído.
Sí…
Regresé mi mano a donde estaba y continúe moviéndola arriba y abajo ahora con más cinismo, Lisa gemía casi inaudiblemente y se dejaba hacer. Levanté un poco la cabeza y sin más le besé un cachete, ella se volvió a mirarme sorprendida.
¿Qué me estas haciendo?… ¡Me gusta!… ¡Siento muy rico!
Sí… lo sé… no temas…
Pero… pe…
No la dejé continuar, miré sus labios llenos y no pude evitar pegar los míos a los de mi amiga, el beso en si no fue más que la conjunción de nuestros labios una y otra vez hasta que de pronto Lisa se separó de mi y pude sentir como sus piernas se apretaban sobre mis dedos y cerraba sus ojos.
¡Si… haaa… haaa… rico…!
Gimió tratando de hacer el menor ruido posible y así permaneció unos segundos, luego abrió sus ojos y mirándome me regaló ella un beso.
¡Que rico se siente!… ¿Quieres que te haga lo mismo?…
¡Sí! – contesté emocionada.
Me recosté boca arriba y bajé mi pantalón junto con las bragas hasta mis muslos mientras que Lisa se giraba a mi lado, me miró sorprendida cuando notó mi entrepierna desnuda y con la mirada me hizo una seña de que allí estaba Victoria. Le dije que no se despertaría. Lisa entonces con mucha delicadeza puso su mano sobre mi entrepierna y lentamente la comenzó a mover pero solo rozándome los labios vaginales. Poco a poco fui sintiendo cómo uno de sus dedos se fue abriendo paso entre mis pétalos y su mano me abarcaba toda la concha.
¡Así… qué rico… así! – le dije con voz entrecortada por la excitación.
¿Qué sientes?
No lo sé… ¡Pero que rico!
Yo también lo sentí. – me dijo.
Su mano no dejó de moverse hasta que por fin algo más grande me hizo soltar un gemido ahogado, una ola intensa me nublaba los sentidos y mi cuerpo se arqueó un poco, esta sensación barrió toda mi columna e hizo que mi piel se erizara como si tuviera mucho frío pero sintiendo todo lo contrario. Luego un delicioso cansancio se apoderó de mi cuerpo y abrazando a Lisa le di las buenas noches, ella hizo lo mismo y no despertamos sino hasta que escuchamos el sonido de las otras chicas ya levantadas. Salimos de la casa de campaña y ya estaba ahí Bernarda ofreciéndonos un rico desayuno. Nunca me había fijado bien en ella pero ahora la veía completamente diferente, le vi sus nalgas suaves y bien dibujadas en su uniforme, sus pechos generosos sobresaliendo y mostrando su valle cuando se agachaba.
Lisa me miraba con complicidad y yo a ella, nos reíamos la una a la otra sin que las demás se dieran cuenta y de repente me sorprendía mirándola a los senos o la entrepierna. Después del desayuno continuamos parloteando, gritando y danzando por todo el jardín hasta que llegó la hora en que vinieron a recogerlas y tristemente me despedí de ellas, de todas de beso aunque debo confesar que el de Lisa fue más cercano a su boca. Mi amiga me habló más tarde y estuvimos platicando muy largo rato, sin mencionar nada de lo que había ocurrido, solo gozando de nuestras voces y pensando en lo que habíamos disfrutado.
Continuará

Fertilidad y prosperidad (de Rockerguy)
11 de febrero de 2025 en Relatos SDPA, Jovencitas
Soy Adrian y tengo 18 años recien cumplidos y voy a contarles mi alocada experiencia de ayer. Ademas no soy un muchacho musculoso, nisiquiera tengo un six pack. Solo tengo un cuerpo intermedio, ojos verdes, estatura de ‘5 “5 y cabello corto castaño. Me gustan las niñas de 4-10 años de edad y siempre he fantaseado con lamerle la rajita a una.
No se por qué, tal vez este fetiche se desarrollo por tantos años de adicción al porno. No soy un monstruo y generalmente cuando de sexo se trata soy delicado con una mujer. Actualmente tengo una novia la cual amo con mi vida y cada vez que tenemos la oportunidad tenemos sexo. Mi novia se llama Jasmin y no es una modelo que digamos pero aun asi la amo. Sus caracteristicas son:
Cabello rubio largo hasta la espalda
Ojos marrones
Nariz aguda
Labios algo gruesos
Estatura ‘5 “5
Busto copa A
Nalgas redondas y suaves
Caderas anchas
Piel rosadita
Aún no le he dicho sobre mi fetiche por miedo a perderla, la amo y no quiero que se me vaya de mi vida.
Ayer fui a un parque acuatico con mi papá, y su esposa. Estaba realmente lejos de casa ese parque asi que me puse a escuchar musica mientras viajabamos. Pasaron dos horas después y llegamos a nuestro destino. Me bajé del auto y todos caminamos al parque. Al hacer la vi a mucha gente distinta, niños, adultos, ancianos, etc… Pero me llamó la atención varias niñas de diferentes familias en la fila. Se veian hermosas, Blancas y trigueñas, rubias y castañas y todas con su respectivo traje de baño, desde una pieza hazta dos piezas. Los pequeños bomboncitos gritaban y otros reían, pero a todas las niñas las deseaba manosear; pero no pensé mucho en eso pues aún estaba en la fila y no queria que se formara un obvio bulto en mis pantalones.
Llegamos a la ventanilla de pago y nos cobraron $70 por tres personas. ‘Ouch!’ Yo pensé pero no le di importancia al Claro sufrimiento de mi papá. Pagamos y entramos al parque el dual estaba cundido de gente. No sabia a donde ir primero, obvio a los casilleros. Fuimos todos y nos pusimos bloqueador solar y fuimos a las picinas.
Alli me deleité con todas las niñas que veia de las edades de 3-8 añitos de edad. Se veian tan dulces…todas jugando en el agua…correteando por aqui y por alla…algunas con dos piezas y otras solo con una…tube que esconderme en el agua porque se me estaba endureciendo mi pene. Ya me estaba tranquilizando cuando por poco me da un ataque cardiaco al pasar por mi lado al parecer la niña MAS PUTA DEL MUNDO.
jaahhhhh, jaaaahhhhhhh, jaaahhh. Mis ojos no podian creer lo que veian. Casi me vengo de golpe. Trate de disimular la Mirada pero no podia me estaba babeando al ver esa tanga que un poco mas y no le cubre nada. Tenia un top que solo tapaba sus pezoncitos y las dos piezas eran amarillas. Aayyyyyy………mori. Me tube que quedar toda la tarde en el agua porque mi pene lo que queria era chingar.
‘Maldita sea la hora en que vi a esa niña, ahora no puedo ir a ningun lado’ dije.
Luego de un largo rato me tranquilize y me fui al baño para hacerme una deliciosa paja para calmar el estres. Luego de salir del baño al fin pude visitar las otras atracciones:
Chorreras de agua
Trampolines
Rios artificiales…etc
En una de las atracciones vi a una mujer y a un hombre que al parecer eran pareja porque no se dejaban de tocar las nalgas sin verguenza alguna. Ella tenia un dos piezas muy atrevido rojo y el solamente tenia una pieza muy pequeña en su parte baja. Yo no me sorprendi mucho esta vez, aunque ella estaba caliente como el sol, pero no tan caliente como la niña de hace rato, oh Dios estaba poniendome duro otra vez con solo pensarlo.
Luego fui a los casilleros a buscar algo y veo que alli estaba la niña más puta de todas. Mi pene se empesó a endurecer. Su tanga era tan pequeña que literalmente podia ver sus labios vaginales. Esta niña era blanquita y pelo largo hasta sus nalgas rubio con ojos azules como el cielo. Ella solo me sonrió y buscó en su casillero algo de bronceador y me dijo que por favor se lo pusiera.
‘¿Me lo puedes poner? Es que no quiero ensuciarme las manos jiji.’
‘Claro princesa y mas si se lo pongo a una preciosura como tu’ le dije
‘Jijiji OK ponme en todo el cuerpo’
¿Que? ¿quiere que se lo ponga en todo el cuerpo? ¿Incluso en sus nalgas y su…cosita? No lo podia creer, tenia a una putita por niña en mis manos, no podia perder esa oportunidad. Mi pene se me paró tanto asi que me asusté. Le puse bronceador en el pecho, hombros, pancita, piernas y pies. No me atrevia a tocar sus parties intimas, el cerebro que tenia en el pene me decia que si pero el miedo me dijo que no. ¿Que tal si ella no le gusta y me acusa?
Me meteria en problenas graves.
‘Vamos, ¿que esperas para ponerme bronceador en el resto de mi cuerpecito?’ Sera posible que una niña se me estuviera ofreciendo? Y que tal si era una trampa de la policia para atrapar pedófilos? No sabia que hacer, no sabia que decir. Asi que me armé de valor y le toque sus suaves y delicadas nalguitas, con el corazón a mil y mirando a todos lados. Ella no profirió queja alguna, asi que proseguí a tocarle su dulce toto; imaginense como estaba mi pene.
Ella empezó a respirar agitadamente y yo no podia mas. La llevé a un lugar mas privado, un lugar entre los arbustos y ella solo me miraba.
‘Eres linda y bella y los jovenes como yo les gustar las niñas como tu’
Ella se sonrojó y me dio in besito en la boca. Ya que la tenia en mis manos la besé apasionoadamente, le bajé la tanguita y le empece a lamer la raja yo lami y lami y lami hasta que me de tengo y le pregunto ‘cuantos años tienes?’ ‘Ocho’ luego de eso segui con mi labor lamedora.
Me quite los pantalones y le dije que me hiciera una mamada. Que rico….que rico… Ella me estaba haciendo una mamada celestial hasta que me vine dentro de su boca. Ella solo tragaba y tragaba y me ordeñaba. Yo gemi como un pendejo. Nos vestimos y nos fuimos por lados separados.
Encontré a mi papá y nos fuimos.
Fin

Dos amigos, Parte 03 (de Cazzique)
11 de febrero de 2025 en Relatos SDPA, Jovencitas, LGBTQ+
En la comida del siguiente día Juan y su familia se ponen a planear cual seria la mejor forma de ayudar a Pedro y sobre todo a la pequeña Nicole que ahora debe de sentir un rechazo hacia su padre a la vez de temor cuando el esta cerca de ella. Entre todos deciden lo que cada uno tiene que hacer y entonces repasan por última vez sus deberes en este plan, ahora ya saben todos lo que tienen que hacer. Por la tarde de ese mismo día Pedro recibe la llamada de su amigo Juan y este lo invita a un desayuno en una de sus casas de campo, así sus hijas se conocerán y ellos seguirán viéndose como antes, además le comenta que posiblemente hay una forma de ayudarlo en su problema.
Al siguiente fin de semana Juan encamina su vehículo, un hermoso Mercedes Benz plateado por las calles de su colonia y sale de está, busca entonces la dirección que su amigo le diera, la pequeña Nicole va en el asiento trasero con cara de enojada, no habla y trata de no mirar a su padre, así que solo va observando como pasan las casas y los carros en la calle.
Por fin después de unos minutos llegan a casa de Juan y su familia y Pedro estaciona su carro frente a la casa, sale y toca el interfón, una de las sirvientas contesta y cuando esté se anuncia le explica que lo esperan, entonces abre la puerta del zaguán con un mando a distancia y Pedro se vuelve a meter al Mercedes para adentrarse en la casa de su amigo, estaciona el carro a un lado de una bella camioneta Escape color amarillo encendido.
Juan sale a recibir a los visitantes y en la puerta están paradas Carolina y Claudia, ellas se acercan después y saludan a Nicole que aún no se baja del carro, cuando la niña ve a Carolina entonces se decide y baja, su expresión de enojo cambia un poco, luego Claudia la saluda y las tres se meten en la casa. Juan le explica a Pedro hasta donde van a ir, la casa de campo no esta lejos, es cerca de la ciudad pero si van a tardar aproximadamente un par de horas en llegar. Luego de pasar las maletas del Mercedes a la escape, los hombres entran en la casa, las chicas se encuentran preparando un poco de limonada y tratando de conocerse un poco más.
Después de tomar un poco de la exquisita limonada todos juntos salieron de la casa y abordaron la camioneta, Juan al volante y de copiloto Pedro, en el siguiente asiento Claudia sola y las niñas en el último. El viaje fue tranquilo y efectivamente fueron dos horas de trayecto, la casa se encontraba en buenas condiciones ya que siempre iba una persona de un poblado cercano a hacer los quehaceres; la camioneta se estacionó frente a la cabaña, que en realidad más bien era una casa en forma con aspecto de cabaña, la casa cuenta con todos los servicios y una hermosa alberca que aunque no es muy grande si lo suficiente como para divertirse, en realidad uno no pensaría que está en el campo si no se asoma por las ventanas y ve la gran cantidad de árboles que rodean la casa; a un par de kilómetros de allí se encuentra un hermoso lago en el cual se pueden refrescar los visitantes, hay también alrededor del lago algunos buenos restaurantes de pescado y comida típica del lugar. Los hombres fueron los encargados de bajar el equipaje y mientras ellos hacían eso Claudia y las chiquillas fueron a dar un paseo por los alrededores y así poder ver donde ellas podrían pasear solas sin peligro.
Después de todo el ajetreo de la llegada todos se reunieron en la sala de casa, Juan llamó a Carolina para que le mostrará la casa, las niñas divertidas corrieron a las escaleras para ver las habitaciones en la planta alta. Entonces Juan le comento a Pedro que en su familia no había secretos y que Claudia su mujer sabía lo que había pasado con Nicole, por supuesto que Pedro se pone completamente colorado por la vergüenza que experimenta en esos momentos; Claudia lo reconforta platicándole lo que a ella le pasó, la situación era prácticamente similar, le comenta también de la escuela especial y de que ellos están dispuestos a recomendar a la pequeña Nicole y así ella pueda aceptar la situación, Pedro se quedó pensativo por largos minutos y por fin asintió con un movimiento leve de su cabeza.
En la planta alta de la casa Carolina lleva a la hermosa Nicole a su cuarto, Carolina le pregunta a Nicole que si le gustan los juegos de video, la niña responde que sí. Entonces Carolina prende el ordenador y como no queriendo deja en la pantalla una carpeta abierta en donde se ven varias fotografías, de pronto se pone de pie y deja a Nicole sentada allí diciéndole que va al baño.
Nicole se queda sola observando las miniaturas de la pantalla, se ven fotos de Carolina y sus padres, se acerca más a la pantalla para ver de cerca las pequeñas fotos que cubren la pantalla, se da cuenta de que en algunas fotos se ve a Carolina montada sobre su padre y al parecer ambos están desnudos, con curiosidad la niña selecciona una de esas miniaturas y le da un pequeño golpecito a la tecla intro, en segundos la fotografía llena la pantalla y Nicole retrocede un poco sorprendida por lo que en ella se observa: esta en la fotografía el padre de Carolina recostado sobre el suelo en una mullida alfombra color verde pálido, está desnudo, sobre él se encuentra montada Carolina, también desnuda y ambos le sonríen a la cámara, viendo más detenidamente la foto Nicole se da cuenta de que el pene del padre de Carolina está atravesando la vagina de la niña, se pueden ver los labios vaginales abiertos de la pequeña, un poco asustada decide dar otro golpecito al intro y cambia la fotografía, en esta otra se ve un acercamiento a la parte de los sexos de ambos, efectivamente la niña esta recibiendo el duro instrumento de su padre; Nicole continua pasando las fotos una tras otra y en todas se ve a Juan cogiéndose a su hijita.
Con las manos temblando Nicole decide cerrar el visor de imágenes y vuelve a aparecer la carpeta, baja un poco la barra de desplazamiento para ver que hay más abajo, ve que al final hay algunos archivos de video y entonces presiona dos veces sobre uno de estos, el reproductor se abre y comienza la película. Primero una imagen completamente oscura, poco a poco va apareciendo la imagen, Carolina esta en una cama, se encuentra en cuatro patas y su padre detrás de ella se la esta cogiendo, se ve claramente como la verga entra y sale de la apretada y húmeda vaginita de la niña, una y otra vez el duro tolete aporrea a la chorreante panochita. Entonces cambian de postura, esta vez la chiquilla se acuesta en la cama boca arriba y antes de que su padre se monte sobre ella la cámara se acerca y hace un close up de la panocha, está abierta completamente y segregando líquidos blanquizcos que le escurren hasta llegar a su arrugado anito, nuevamente la cámara se aleja un poco y se ve a Juan que se coloca entre las piernas de su hija de diez añitos y apunta con su mano la verga a la panochita, lentamente el pito se va perdiendo dentro de la vaginita y él comienza a bombearla rítmicamente en pocos segundos la chiquilla comienza a gemir y a quejarse, arquea su espalda y en su rostro se aprecia la satisfacción que esta experimentando. Nicole voltea para ver si no ha llegado Carolina, entonces cambia del reproductor a la carpeta y selecciona otro video, esta vez se queda aún más sorprendida que antes, en el video se ve a Claudia la mamá de Carolina y a esta recostadas en una cama, ambas están desnudas y se besar ardientemente en la boca, ambas abrazadas, lado a lado, con forme continúan besándose van cambiando de posición y ahora Carolina esta encima de su madre, los senos perfectos de su madre se le pegan en los aún pequeños pechitos de ella, luego ve como Carolina comienza a mamar cada una de las tetas de su madre y luego de unos segundos continua bajando por el estomago y por último comienza a mamarle la rajada, la niña saca la lengua y comienza a juguetear con el clítoris de su madre, luego baja un poco más para apoderarse de uno de los regordetes labios vaginales, lo chupa u mama con satisfacción, su lengua busca también el agujero de la panocha y se trata de introducir profundamente en este, más tarde regresa al clítoris y termina haciendo que su madre tenga un fuerte y satisfactorio orgasmo que anuncia entre gemidos y gritos de placer.
Antes de que Nicole pudiera decir cualquier cosa sé da cuenta de que Carolina esta parada detrás de ella y con cara de sorpresa, entonces le comienza a comentar que ese es un secreto que tiene junto con sus papás y que por favor no le vaya a comentar nada de lo que acaba de ver a Pedro, entonces Nicole le comentó lo que había pasado con su papá, le dijo que él había abusado de ella pero algo aquí fue diferente. Nicole le contó a Carolina que le había gustado sentirlo pero que no había sido la forma correcta de actuar por parte de su padre, que si tal vez hubiera ocurrido en una situación más amable a ella le abría encantado. También le contó que hace unos meses ella había descubierto en el cuarto de su papá una colección de revistas y videos pornográficos y que los veía continuamente cuando estaba sola en la casa y que mientras lo hacía se masturbaba largos minutos imaginando que su padre era el que se lo hacia, solo que ahora estaba resentida con él por la forma en que se lo hizo. Cambiando de tema le comentó que le sorprendió mucho que ella lo hiciera con sus padres y que al ver como lo hacían se excitó demasiado.
Sin más aviso Carolina se acerca a Nicole y deposita sobre los labios de la pequeña un tierno beso, se separa y espera, como toda respuesta la hermosa pequeña se acerca y besa esta vez con más excitación a Carolina, sus labios se entrelazan delicadamente y lentamente la lengua de Carolina sale de su boca para buscar la de su amiguita, ella al sentirla responde sin reserva y ambas chiquillas se abandonan en un ardiente y pasional beso que se prolonga por varios minutos, las manos de Nicole buscan las espalda de su compañerita y la abrasa a la vez que le comienza a acariciar el cabello, por su lado Carolina busca la cintura de la otra chiquilla y la acerca más a su cuerpo; ambas pueden sentir el calor que las comienza a abrazar.
En una pausa que hacen ambas chiquillas se ponen de pie, se paran la una frente a la otra y ambas a la vez comienzan a acariciar su cabello, con una mano, con la otra Carolina comienza a recorrer solo con la yema del dedo la carita, pasea por las cejas, los parpados, la nariz y termina recorriendo los hermosos labios de Nicole, ella le aplica la misma técnica pero esta vez la mano que acaricia el cabello pasea por su espalda y se detiene en las turgentes nalguitas de la niña, acaricia con delicadeza uno de los cachetes y puede sentir la firmeza de la carne de su amiguita, nuevamente las dos se unen en un ardiente beso que se vuelve largo, largo y que a su vez esta formado por infinidad de caricias, los brazos, la espalda, el cabello, la cabeza, las nalgas, los senos, las piernas, todo a su debido tiempo. Las lenguas de ambas se menean sin césar y los labios chupan y absorben la saliva de la otra sin detenimiento.
Las manos de Nicole se colocan entonces en la playerita que trae puesta Carolina y lentamente la comienza a subirla, la espalda perfecta de la chiquilla se comienza a mostrar, su piel suave, blanca y tersa se muestra cuando por fin sale por su cabeza la playera que vuela por el aire y cae encima de la cama. Ahora solo los senos de Carolina están cubiertos por un hermoso brasier de algodón color azul claro, debajo de este se aprecia lo que son un par de pequeñas protuberancias y también se marca bajo la tela un puntiagudo pezón que esta gritando que lo liberen. Sin perdida de tiempo Nicole desabrocha el sostén y comienza a liberarlo lentamente, retardando el momento de ver ese par de linda tetas, y sí, ¡que hermosas! Son blancas como la leche y su pezón es apenas un poco más oscurito que su piel, sus pezones están completamente erectos y son hermosos, sin titubear la pequeña se agacha un poco para tomar en sus labios uno de estos al que sin más esperar comienza a lamer, es delicioso piensa ella a la vez que amasa con su manita la teta contraria y puede sentir en sus dedos el pezón al que pellizca con delicadeza entre dos de sus dedos, luego pone toda la palma de la mano en él para sentir el calor que emana del pecho de Carolina, las manos de Carolina se colocan en la espesa cabellera de Nicole y la acaricia como diciéndole que no se separé de su posición y por supuesto que la niña no lo va a hacer ya que esta sumamente excitada mamando cada uno de los pezones que responden a sus caricias poniéndole a Carolina la piel chinita.
Nicole termina de mamar las tetas de su amiguita pero sin perdida de tiempo se hinca frente a ella y comienza a quitarle los zapatos tenis que trae, luego con delicadeza se endereza un poco y comienza a bajarle los pants, ve las bragas de color azul claro a conjunto con el sostén y se acerca para poder aspirar la fragancia de mujer de Carolina – es deliciosa – dice en voz alta y continua bajando los pantalones hasta que Carolina levanta primero uno y luego el otro pie para permitir que la prenda no estorbe más.
Las manos de Nicole regresan ahora hasta las bragas y sin bajarlas se pone a acariciarla toda, siente en sus hermosas manitas cada una de las protuberancias, oquedades y pliegues del cuerpo de Carolina, pone especial atención a la entrepierna en donde puede apreciar como la tela de las bragas se hunde levemente entre sus labios. Es el momento, piensa y comienza a bajar las bragas, el lampiño sexo de Carolina queda por fin a la vista, es hermoso, sus labios goditos se aprietan uno contra otro y apenas en la parte alta se alcanza a ver la pequeña protuberancia que esconde al clítoris, los dedos nerviosos de Nicole no se pueden contener más y se pasean por la panochita de su amiga, explora lentamente cada uno de los pliegues y rincones de esta.
Carolina se hinca junto con Nicole y luego de besarla en los labios la hace ponerse de pie, es su turno y lo sabe, comienza a quitarle la blusa a Nicole, ella es un poco más alta que Nicole pero las formas de sus cuerpos son muy similares, le saca la blusa por fin y pude ver que ella trae un corpiño que no tarda en salir y dejar a la vista los senos también hermosos, pero Carolina se da cuenta que aunque Nicole es más chica que ella tiene los senos un poco más grandes, sus pezones son más oscuritos y también están duros como piedras, se agacha para poder chuparlos y se tarda en esa labor un par de minutos. Carolina empuja a Nicole hasta la cama y la hace que se recueste, todo sin dejar de besarla en los labios, cuando esta se recuesta Carolina sigue de pie y la observa, realmente se ve bien, le quita los zapatos y las calcetas, luego ella se quita sus propias calcetas y regresa con Nicole para quitarle los pantalones, las piernas largas de ella son hermosas dice para sí y puede ver las bragas blancas con corazoncitos rosas que la niña trae puestas, en ellas se marcan cada una de las formas de su panochita y su culito, se agacha y sin más comienza a oler la entrepierna de Nicole, ella misma se comienza a quitar las bragas y a la vista de Carolina queda entonces su sexo desnudo. Los labios vaginales de Nicole son más delgados y no se le alcanza a ver el capuchón del clítoris, también esta completamente lampiña de esa son aún. Carolina acaricia la vagina de su compañerita por largos minutos y luego se recuesta junto con ella y comienzan a besarse y a acariciarse, las dos recostadas, se mueven de un lado para el otro de la cama, disfrutan de sus cuerpos, de su calor y de sus caricias.
En la parte baja de la casa Claudia, Juan y Pedro continúan platicando, pero como Claudia y Pedro ya saben lo que debe de estar pasando con las niñas pues es parte del plan, deciden comenzar con su parte, Juan comienza primero a acariciar las piernas hermosas de su mujer, y poco a poco va subiendo el tono de las caricias, ya esta acariciando disimuladamente la vagina de ella y Pedro se aprecia sumamente incomodo, no sabe para donde mirar y ve un cuadro, las escaleras, la puerta, lo que sea. Juan entonces abraza a Claudia y la comienza a besar intensamente, ella por supuesto le responde y se deja llevar, las manos de Juan acarician las curvas de la bella mujer por encima de la ropa, se puede apreciar bajo el pantalón de Juan una enorme protuberancia; Pedro incomodo les dice a la pareja que va a dar una vuelta por el bosque y se encamina a la salida, pero antes de que pueda siquiera tomar el picaporte de la puerta una mano lo toma por el hombro, él voltea para ver de quien se trata y entes de que pueda hacer cualquier cosa siente como unos labios se aprisionan contra los suyos y una lengua lo invade, no trata de escapar pero se hace un poco hacia atrás por la sorpresa y luego abre los ojos para encontrarse con el bello rostro de la amiga de su amigo. Las manos de ella lo sujetan por los cachetes y entonces el comienza a responder al beso, su lengua se enreda con la de ella y sus manos se colocan en la cintura de la hermosa mujer. Pedro puede sentir como su verga se comienza a poner dura como el hierro y se pega a Claudia para hacerla sentir su paquete, ella sin más preocupación baja una de sus manos y agarra el enorme bulto sobre la tela del pantalón, lo restriega de arriba para abajo y no afloja el beso que le da. Juan desde su sitio comienza a quitarse la camisa, los zapatos, los calcetines y los pantalones para quedar completamente desnudo, su verga esta completamente parada. Se acerca hasta donde están Claudia y su amigo y entonces colocándose detrás de ella la comienza también a desnudar, ella sin más se deja ir quitando prenda tras prenda sin soltar el pene de Pedro, este puede apreciar el hermoso cuerpo de Claudia cuando ella queda solo con la ropa interior, sus senos se marcan hermosos bajo la tela del sostén y bajo las bragas se aprecia una hermosa mata de vellos finamente arreglada, sus nalgas paraditas se ven firmes y tersas, en verdad es una hermosura, Juan le quita su esposa a Pedro y ella se hinca para comenzar a mamarle la verga a su marido. Pedro se queda parado mirando como la hermosa mujer se lleva la gruesa verga a la boa y comienza a chuparla lujuriosamente
– Y tú ¿Qué esperas para desnudarte? – le dice Claudia sacándose el duro miembro de la boca y volteándolo aver.
Continuará

Dos niñas, una cabaña y mi vida por el caño, Parte 03 (Final) (de Kruger)
11 de febrero de 2025 en Incesto, BDSM, Relatos SDPA, Jovencitas
Guardo mis juguetes e instrumentos que tanto dolor le infundieron a Diana, los observo por una vez más antes ponerlos bajo mi cama. Quizá nunca más los vuelva a tocar.
Me acuesto en las sabanas de satín blancas con Mika a mi izquierda y Diana a mi derecha, esta última se duerme en seguida. Abrazo a Mika con fuerza pues quiero sentir el calor de su cuerpo desnudo junto al mío al igual que la suavidad de su piel. Poco a poco me adentro en un ensueño melódico y sueño, sueño con el futuro.
Me imagino un futuro a lado de Diana y Mika, juntos, viviendo en la cabaña por siempre. Encendiendo la chimenea en invierno y abriendo todas las ventanas en verano, yendo juntos al lago cercano a la cabaña, desnudándonos y chapoteando en el agua, acariciando nuestros cuerpos lo unos a los otros. No habría prohibiciones, ellas podrían hacer conmigo lo que quisiesen y yo haría lo propio.
Tendríamos orgías nocturnas y vespertinas, matutinas y meridianas. Ellas se acostumbrarían a darme placer en los momentos más inesperados y yo las complacería incluso cuando ellas no lo pidiesen.
Me imagino estando sentado en la mesa del comedor con un vaso de vodka en la mano y un cigarro en la otra. Llueve afuera y hace calor. De repente aparece una Diana ya crecida con 14 años cumplidos, lleva una puesta una bata tan delgada que se le puede ver todo incluido esos lindos senos bien formados y pequeños, acompañados por ese cuerpo tan esbelto y delgado que posee.
La atraigo hacia mí y la hago sentar en mi regazo, ella se ve tímida pero sumisa, le hago sentir mi verga erecta que aflora por la suavidad de sus nalgas. Su pequeño camisón se abre y no hay nada más que hacer.
Beso con locura sus labios y sus senos, la desprendo de su prenda intima mientras la manoseo toda. La obligo a bajar la cabeza hasta llegar a mi falo y ella instintivamente comienza a succionarlo. Me quedo delirando de placer por esos instantes, lo hace muy bien, ya es toda una experta.
La echo sobre la mesa y le abro las piernas de par en par, apunto mi verga a la entrada de su conejito desvirgado desde los 8 años y la penetro con furia. Hago temblar la mesa y todo lo que esta encima de ella. Diana gime como si fuese una prostituta bien pagada.
Veo como rebotan sus senos y su cabeza que sigue el compás de mis movimientos pélvicos. La sujeto de las manos mientras mis labios buscan los suyos. Estoy a punto de venirme y pienso que si la embarazara no sería tan malo después de tan buen sexo, incluso si llegara a viejo, mis propios “hijos-nietos” me consolarían muy bien.
Despierto de mi ensueño.
Miro a mí alrededor, todo esta oscuro, pero siento las palpitaciones de mi verga por culpa de aquella visión del futuro en forma de sueño.
Sigo abrazando a Mika pero algo es diferente. La escucho sollozar por debajo de la sabana con la que estamos tapados. Levanto la sabana y se me dibuja una sonrisa en el rostro; sin quererlo la estoy penetrando de nuevo.
Observo su culito abierto por la entrada de mi pene erecto que se había introducido en su totalidad.
¡Mierda realmente soy un monstruo! Incluso dormido soy un maldito pervertido.
Pongo mis manos encima de sus caderas para ahondar la penetración: Me gusta esta posición, la de costado, hace que mi pelvis se mueva rápido y mi falo se adentre hasta el fondo de su cavidad anal y vuelva a salir en cuestión de segundos. Nunca antes me la había cogido de esta manera, siempre mantuve mis recaudos para no lastimarla demasiado, pero ahora pisaba el acelerador a fondo y nada podía detenerme.
Hicimos vibrar la cama de forma magistral, el colchón zumbaba y rechinaba como si se tratara de un terremoto de gran magnitud. Sus nalgas sonaban al hacer contacto con mi pelvis una y otra vez haciendo eco en las paredes de la habitación. Mika lloraba y se quejaba por mis tremendas arremetida parecía que en cualquier momento iba a desfallecer.
-¡Eres mía Mika!, tú y tú cuerpo me pertenecen. Y aunque pronto yo ya no estaré aquí sabrás que siempre me perteneciste ¿Lo entiendes?
Mika no paraba de llorar y gritar pero eso solo provocaba que aumente mi excitación. De nuevo estaba a punto de descargar mi semen por lo que no deje de parar las arremetidas que le daba. Mi verga entraba y salía con facilidad, se deslizaba dentro y fuera, como quien bombea una pelota de futbol hasta que esta
explote.
Yo gemía, gruñía, inclusive gritaba de tanto placer y cuando finalmente me vine dentro del culito de mi hija mayor caí exhausto y rendido a su lado en la que fue la mejor noche de toda mi vida.
Mi semen chorreaba de su ano y se deslizaba por sus piernas hasta quedar pegada en las sabanas, no quise levantarme a limpiar, así que me quede profundamente dormido en esa posición.
El alba llegó y los primeros rayos de sol me despertaron, lo primero que sentí fue el semen pegajoso que se coló en el tallo de mi falo y el sudor también pegajoso que invadía mi cuerpo al quedar agotado de tanto sexo.
Mika dormía. Gire la cabeza y vi a Diana que me miraba de forma silenciosa, se la veía igual de angelical y hermosa, como si no hubiese sucedido nada. Sin pensarlo demasiado le ordene lamer los restos de semen de mi falo. Ella dudó unos instantes pero obedeció sin decir nada. Puso su boquita a succionar mi verga y quitar los restos de semen que había en el.
Los rayos de sol iluminaba su rostro perfecto, hacían brillar sus cabellos dorados y resaltar sus ojos azules; se me paró de nuevo. Mi verga crecía rápidamente y se le hacía más difícil seguir succionándola, su boca se henchía y de sus labios chorreaba abundante saliva combinada con líquido pre-seminal. A los pocos segundos mi semen salió disparado dentro su cavidad bucal, llenándola de potentes chorros que aún me quedaban. Diana quiso escupirlo todo pero se lo impedí, cerré su boca y le pedí que se lo tragara. Ella con un poco de esfuerzo y como si se tratara de tragar una sandia, tragó.
Finalmente vi cumplido mi sueño y me sentí en paz. Mi fantasía se hizo realidad por partida doble, mis bajos instintos superaron a la razón, e hice mella en el cuerpo y la mente de mis hijas, una noche que recordaran por siempre ya sea para bien o para mal, dependiendo como lo vayan a sobrellevar.
Nos duchamos todos juntos en la pequeña regadera de la casa. Todos muy serios y pensativos, muy callados y distantes.
Pasaban las horas y nada cambio, mis hijas trataban de asimilar lo ocurrido, cada una en un rincón de la casa. Mika escuchaba música en la sala y Diana en su habitación con sus muñecas pero en si desapareció esa inocencia y vitalidad infantil que tanto la caracterizaba, es como si le hubiesen quitado una parte de su ser y la lanzaron muy lejos de aquí. El culpable (yo) sólo podía sonreír, esto era lo que yo quería lograr.
La madre de las pequeñas me llamó al celular diciéndome la hora en que las recogería. Se suponía que Mika sólo se iría una semana con su madre, pero ambos acordamos que debía quedarse con ambas de aquí en adelante.
Las niñas alistaron sus maletas en silencio, mientras yo me disponía fumar y beber afuera de la cabaña. Era un día estupendo, un cielo claro, pájaros cantores y el sonido de los árboles meciéndose al compás de las ventiscas veraniegas. Todo era paz, mi mente estaba en paz.
La madre de las niñas llegó y era el momento del adiós. Mika me dirigió una mirada de pocos amigos antes de dirigirse hacia la puerta. La tomé del brazo.
-Cumple nuestro acuerdo – le dije en tono amenazante – No le dirás nada a tú madre hasta mañana ¿ok?
Ella se zafó de mi agarre y asintió. Nunca antes la había visto tan enojada, su odio tenía fundamento y su desdén me indicaba que había perdido su cariño. En cierta forma eso me molestaba pero no podía hacer nada al respecto así que la deje ir.
Diana se fue tras ella pero para mi sorpresa se detuvo en el marco de la puerta y se volteo a verme, a diferencia de su hermana mayor su mirada no era de odio o desdén sino de compasión como si yo fuese la victima. Me acerque, puse una mano sobre su hombro y le dije:
-A ti es a quien más voy a extrañar.
Diana susurro algo que apenas alcance a oír y que casi me hace dar una ataque de risa.
-Yo también Mi Señor.
Se subió al auto y este arrancó perdiéndose entre los matorrales y árboles de pino.
Deambule por la casa solitaria, recordando cada minuto de aquella noche fantástica. ¿Realmente valió la pena todo esto? El dejar huellas en la mente y cuerpo de mis hijas. Recuerdos que las perseguirán hasta el día de su muerte. El convertirme en uno de los hombres más odiados por mis propios familiares y amigos que se enteraran de todo. Porque es seguro que lo sabrán, las malas noticias son las primeras en llegar.
Dirán: pero si él era una buena persona ¿Cómo pudo hacer algo así?
Se sorprenderán pero igual me odiaran. Miraran mi tumba con desprecio y escupirán sobre ella o quizá eso sea mucho pedir, a lo mejor me cremarán, votaran mis cenizas junto con la basura porque así es como piensan vengarse de mí; pobres idiotas.
Me dirigí a mi habitación pensando en limpiarla, pero era el mejor y último recuerdo de mis hijas. Sábanas botadas, semen salpicado por diversos lugares, hasta la soga con la que até a Diana estaba ahí colgada en el perchero. Era una perfecta escena del crimen, cada centímetro del cuarto retrataba los intensos momentos que vivimos esa noche, así que me quede ahí, justo a lado de la entra de mí habitación, rememorando una cada detalle de todo lo sucedido hasta quedarme dormido.
Fue una noche muy solitaria, pero cada vez que conciliaba el sueño la imagen de Mika y Diana desnudas y atadas me despertaba. No quería sentirme miserable, era tonto pensar que así me debería sentir cuando mi ego todavía estaba por las nubes. Terminar con mi vida en este momento sería glorioso, un punto final digno de un héroe solitario como yo.
Me levanté, busque la carabina vieja con la que mi padre solía cazar, busque un par de balas en el armario, la cargué, puse una silla frente a la puerta de entrada, me senté y esperé el sonido de las sirenas.
El trato con Mika era que no me delataría por los años de abuso que sufrió de mi parte hasta un día después de regresar con su madre. Esto me permitiría dejar las cosas en su lugar, disfrutar mis últimos momentos sólo y antes de que llegue la policía para cargarme, pegarme un tiro en frente de ellos. No les daría el gusto de llevarme con vida, claro que no, yo soy dueño de mi vida y si alguien me la llega a quitar sería yo mismo y no el Estado.
La espera se hizo eterna. Las horas pasaban, el sol salió e iluminó toda la casa pero no había rastros de policías en los alrededores. Las sirenas podías escucharse a kilómetros de distancia o el sonido de cualquier vehiculo acercarse. Tal vez yo me estaba volviendo paranoico viendo una y otra vez por la ventana, tocar el rifle cargado y golpear mi cabeza contra la puerta en señal de desesperación.
Las horas pasaban y mi paciencia se agotaba, era estúpido lo que estaba haciendo, ¿Esperar para que unos policías me vean morir? Ya debería haber jalado del gatillo al ver a las niñas irse de mi vida para siempre, pero no, quería hacer mi pequeño y último show de hombre inmaduro, patético. Es más debería agarrar la pistola en este mismo instante y volarme de una puta vez los ses……………..
¡Toc!, ¡Toc!, ¡Toc!
¡Pero que Diablos!
¿Los policías se adelantaron a pie? ¿Me tienen rodeado?
No, es imposible. Los hubiera escuchado acercarse y………. Eso no importa ahora.
Corrí hasta mi silla de ejecución, agarré el arma, me la puse bajo la barbilla…………..
– ¿Papá estas ahí?
Me quede congelado.
-¿Diana? ¿Diana eres tú? – pregunté al tiempo que me levantaba de la silla a toda prisa y dejaba el rifle en el suelo.
-Si, Papá. La policía esta en camino. Mika le contó a mamá todo lo ocurrido el fin semana. Mamá se puso furiosa y llamó a la policía, les dio tú dirección y vienen en camino. ¿Qué hacemos? No quiero que te encierren papá.
Me quedé sin palabras, definitivamente no me esperaba algo como esto. Mil preguntas rondaron por mi cabeza y no sabía que hacer.
-Hmmmmm – Alcancé a decir antes de abrir la puerta y dejarla pasar. Una sola duda me carcomía el cerebro ¿Por qué? ¿Qué no era yo el villano en esta historia?- Tenemos que irnos.
Afortunadamente tengo un plan B. Aliste un mochila de supervivencia en caso de que me acobardara con esto del suicidio, gracias a Dios soy un hombre precavido.
Bajé al sótano para recogerla junto con un par de balas que puse rápidamente en mi bolsillo derecho. Al salir se escuchaban las sirenas a lo lejos. No tenía mucho tiempo, 10 minutos a lo mucho.
Me cargué la mochila a la espalda al igual que el rifle. Miré a Diana que también tenía colgada una mochila en sus hombros.
-¿En serio quieres venir conmigo? ¿Quizá nunca más vuelvas a ver a tu mamá o a Mika?
Ella lo medito unos segundos antes de asentir enérgicamente con la cabeza, pareciera que ya lo había meditado la noche anterior, sus ojeras la delataban, pero el brillo en sus ojos me indicaban que estaba decidida. No pude evitar emitir una enorme sonrisa.
Salimos por la puerta de atrás, mi ventaja ahora era conocer los bosques que nos rodeaban, adentrarnos y perdernos en ellos sería nuestra primera misión. En eso sí que era experto. Lo ocurría después sería incierto.
Me dí la vuelta la una última vez para ver lo que dejaba atrás, la hermosa cabaña de mis padres donde los sueños se cumplen, iba a extrañar enormemente ese lugar. Apreté la mano de Diana con fuerza y nos adentramos en la oscuridad de la noche, cobijado por los oscuros árboles de gruesas ramas y la luz de la luna.
Fin

Harem de nenitas, Parte 07 (Final)
11 de febrero de 2025 en Relatos SDPA, Jovencitas
Celina la miedosa, es la última de “Las Nenitas de mi Harem”.
Celina es una pequeña de 11 tiernos añitos. Aun cuando parecía de menos edad, pues cuando la vi por primera vez me pareció de menos edad, quizás unos 10 añitos.
Celina es alta para su edad, pero de cuerpo delgadito, muy parecido a la contextura de mi preciosa Mindy.
Sus ojos son achinaditos muy negro y vivaces, piel canela y melena negra ondulada hasta la cintura.
Recuerdo el día que la vi aparecer junto a Mindy en el altillo de la bodega, muy tímida casi al estado de llorar.
Acepte que se quedara a vivir con las demás nenitas junto al grupo en la bodega, sólo por el hecho que sería la séptima, de manera tal que completaría la nenita para cada día de la semana.
Al día siguiente de haber disfrutado de Lali, correspondía según el orden dado por las propias nenitas de que la recién llegada Celina fuese quien pasase a ser mi delicia de aperitivo de esta noche, antes de la cena con mis nenitas.
Esta vez yo había llegado muy temprano a cumplir mi turno en la bodega y había traído dos grande róbalos los que limpie y deje listos en ocho trozos, para que fuesen freídos y acompañados con vegetales, aliñados con sal, pimiento y un poco de nueces molidas.
Es así que cuando mis nenitas comenzaron a entrar por la puerta trasera que siempre dejaba abierta al comenzar mi turno de nochero, vi como siempre mi preciosa Mindy se acercaba a saludarme al altillo.
Con ello ya sabía que era la hora de bajar al baño a esperar a una de las nenitas, y mi mente divagaba, pues sabía que seria Celina, con ese cuerpito diminuto, casi tan chiquito como el de mi preciosa Mindy.
Terminé de ordenar las listas de mercaderías del día y me dispuse a bajar.
Mientras lo hacía en dirección a la sala de baño, pensaba que delicia tener una chiquita cada día y que con la llegada de Celina, se completaba los siete días de la semana.
Una vez ya dispuesto en espera a que llegara como siempre la nenita que correspondía; de improviso de abre la puerta del baño y entra Celina, “casi a la fuerza llevada por las demás nenas”.
Con una timidez que me hizo estremecer de ternura, camina hacia mí con una expresión de mucho temor en sus ojitos negros almendrados, casi al punto de llorar.
Se veía tan exquisita con su carita de miedo y sus pequeños ojos negros abiertos como nunca y sus pies descalzos.
Las chicas le habían sacado su ropa y la cubrieron con una bata de baño.
Celina se quedo inmóvil en la entrada al cerrarse la puerta del baño por las demás nenas; quedando a solas conmigo en la habitación.
Ella me mira con miedo, sabía lo que se venía en camino y como era una nenita que jamás había sido penetrada, su miedo era grande.
Se cubría con sus manos y sus delgadas piernas entrelazada una con la otra.
Creo estaba aterrada por la situación del momento.
Me levante le tome sus manos y ella sin resistencia camino conmigo hacia la banca donde me senté y la ubique en sentada en mis piernas.
Se abrazo a mi como un pequeña con su protector y comenzó a lagrimear.
En aquel momento no entendía si era de miedo o tristeza.
Le acaricie su larga cabellera y se acurruco en mi hombro.
Le consulte que es lo que le pasaba.
Ella respondió que estaba muy asustada, porque no sabía que sería de su vida, estaba acostumbrada a vivir con sus padres y tíos en el campamento y que de un momento a otro sus padres desaparecieron (habían muerto en un accidente de bus) y por un tiempo vivió con sus tíos.
Pero ellos le habían echado a la calle.
Sabía que este era su única alternativa para poder vivir lejos de los maltratos de sus parientes y protegida por las demás nenitas.
Le consolé y le dije que no se preocupara que las chicas cuidarían de ella y por de pronto tendría cobijo y comida todos los días acá en la bodega.
Eso le tranquilizo y en mis brazos apretada a mi, quedo como dormida.
La deje tranquila en la banca recostada y me predispuse a bañar en la regadera.
En el momento que la miraba ella se incorpora y se acurruca en un rincón de la banca, al parecer temía lo que haría con ella.
Me salgo de la regadera y la tomo de sus manitos.
Ella se resistía y con fuerzas le arranco la bata que la cubría.
Celina ya bajo la regadera sentada en el suelo y bajo el agua trata de cubrirse de manera tal de no mostrar su cuerpo diminuto.
Al ver ese cuerpito diminuto desnudo y completamente empapado, hace que mi deseo de disfrutar una nenita virgen y pequeñita me pone muy excitado y mi pene se erecta a más no poder.
Ella mira mi enorme pene y sabe que pronto la penetraría y se resiste a levantarse del suelo, doblándose cual pequeñito bichito de tierra de los jardines.
Me desespera y la alzo de su cintura de una manera tan fácil que me pareció que fuese una pluma.
Ella entrelaza sus piernas evitando dejarme ver su chochito pequeño.
Sin embargo ya en el suelo de la ducha le abro sus brazos y con mis piernas separo las de ella y me dispongo a penetrarla.
Me grita que no lo haga, que le va a doler.
Mi deseo era inmenso y desoyendo sus gritos, pongo mi glande a la entrada de su pequeña vagina y comienzo a tratar de penetrar esos labiecitos apretados.
Me parecía que seria imposible hacerlo pues la pequeña de movía tratando de impedirlo.
Suelto una de mis manos que sujetaba sus brazos y meto me dedo índice en su interior vaginal. Celina grita de dolor, era que primera ves que se abría su virgen vagina.
Retuerzo fuertemente mi dedo de lado a lado en forma de rotor, a manera de poder abrir esa agujerito pequeño y poder prepararlo para meter de una vez mi pene, que ya no aguantaba más.
Al sacar mi dedo veo que viene manchado totalmente de sangre; había roto su himen y entonces ya era que podía penetrarla.
La pequeña gritaba y se retorcía; es así que nuevamente tome sus brazos y poco a poco fui metiendo mi erecto pene, aun cuando mi pequeña Celina no cedía a mis deseos.
Cuando logre al fin introducirla mi glande, sentí su estrecha vulvita que presionaba mi pene y no lo dejaba entrar, así que poco a poco bombeando metí cada vez más dentro hasta lograr introducirlo totalmente.
Celina, gritaba de dolor y me pedía que la dejara
Comencé a bombearla muy insistentemente hasta que por fin su vulvita comenzó a dilatarse y abrirse sus labiecitos, aun cuando sentía su estreches interior.
Después de algunos minutos de disfrutar esta delicia de desfloración vaginal y de bombearla hasta mas no poder, siento como comienzo a llenarla de mi semen, que sale a borbotones con la presión y estreches de su pequeña panochita.
Ya satisfecho mi pene y al sacarlo siento como su vulvita se abre con los bordes de mi glande.
Veo como la pequeña casi desmayada le sale de su pequeña vaginita el resto de semen que no cabe en su interior.
Cuando la pequeña se sienta con su espalda apoyada en la muralla de la regadera yo me pongo de pie, la tomo de sus manos y la incorporo para limpiarla con el agua que caía sobre nosotros.
Cuando le limpio siento con mi mano y veo que su vulvita esta completamente abierta y aun posee la abertura que le produje con mis embestidas y como están sus labiecitos hinchados y completamente separados.
Seco sus lágrimas y le prometo que para la próxima semana cuando le toque nuevamente que la penetre, ya le será más fácil.
Además le advierto que se prepare pues en aquella próxima oportunidad será más fácil pues ya esta más abiertita y que también la disfrutare por su culito.
Es así que se vaya preparando.
Las chicas entran al baño, mientras yo me dirijo al altillo a secarme y vestirme para la cena.
Cuando llego a la mesa, ya el róbalo esta servido con las verduras, y Celina esta sentada junto a las demás nenitas cenando y acompañada por Mindy, quien al parecer le cuenta su experiencia.
Situación que va haciendo que la pequeña Celina se calme.
De esta manera que ya poseo siete nenitas para disfrutar de ellas.
Una cada día de la semana.
Así pasaran muchos días y el día que estuve con cada una de ellas fue el día fijado para que sepan que día le toca en la semana a cada una pagar su estadía en la bodega.
De esta manera termina estas siete historias, y espero les hayan gustado.
Fin

Verano en Buenos Aires
10 de febrero de 2025 en Relatos SDPA, Jovencitas, Incesto
Era una noche calurosa de buenos Aires, no había luz desde la tarde y estábamos solos en mi departamento. Era día de semana, pero por fuerza mayor mi nena de 8 años se tenía que quedarse conmigo en mi departamento, ya que mi exmujer tenía que cuidar a su madre porque estaba en el hospital.
Solo por la ventana de mi cuarto entraba una pequeña brisa por lo que mi hija se quedó a dormir en mi cama y yo me fui al living a dormir. En el medio de la oscuridad escucho que mi hija se levanta de la cama y va hacia la cocina a buscar algo de agua en la heladera.
Mientras regresa la veo con su cuerpito semidesnudo, solo tenia puesto una remera larga y sus bombachita. Al verla tan así enseguida se me despertó la pija. No siempre tuve estos deseos por ella, pero últimamente de solo verla se me ponía dura la pija. Su cuerpito estaba cambiando tenía apenas unos pechitos hermosos, y una colita tan chiquita y tan preciosa que me quedaba largo rato admirando la belleza de mi hija.
AL verla deambular por la casa intentando no llevarse nada por delante, llegó hasta el sillón donde yo estaba durmiendo y me dijo al oído… “papi, hace mucho calor, ¿me puedo dar un baño?”
A lo cual mi respuesta fue: “claro mija, ahí te busco las toallas”
Me levanté del sillón con una erección tremenda, pero al estar oscuro no se dio cuenta. La acompañé hasta al baño alumbrando con la luz del celular, le abrí la canilla y se metió a la ducha mientras yo buscaba las toallas.
AL regresar con las toallas vi su cuerpito y su conchita diminuta sin un solo pelito. Su hermosa figura y sus largas piernas. Por suerte la luz del celular solo apuntaba a ella. Ya que mi pija se salió un poco de mi slip. El elástico se venció y la punta de mi pija salió por un costado, pero no importaba porque estaba tapándome con las toallas.
“aca están las toallas mija”- le decía mientras admiraba su pequeño cuerpo
“papi, me ayudas con la luz del celu q me veo bien”
“si preciosa mia”
Con la luz del celular pude alumbrarla y fijarme con más detalles cada parte de su cuerpo, su cola, su conchita, sus pechitos, sus caderitas. Estaba muy al palo en ese momento y no podía más de la excitación.
“necesitas ayuda para secarte?”
“no papi, ya estoy seca por el calor que hace”
“¿queres dormir asi sin ropa?”
“¿puedo papi?”
“claro, eso si no le digas anda a mama sino nos mata a los dos”
“si” dijo mientras se reía.
Una vez que se acostó y se durmió. Yo seguía aun en la pieza acostado al lado de ella observado su cuerpito. Se había tapado con la sabana, así que aproveché cuando se durmió para correr la sabana. El corazón me latía a mil por horas y mi pija me latía aún más. Ya tenía el slip casi todo mojado de mi presemen. Lentamente mojé mi dedo con un poco de mis jugos y se lo pasé despacio sobre la conchita de mi hija dormida. Al principio tenía miedo que se despertara, pero al ver que seguía dormida aproveché para poner mi cara más cerca de su conchita y oler esa hermosura. Una vez ahí abajo, en una pose media extraña para no despertarla, pasé mi lengua por toda su rajita chiquita. Y mientras disfrutaba de pasarla mi lengua mi pija pedía a grito descargar la leche. No me pude contener mucho más y terminé manchando mi slip de mi leche mientras aún seguía chupando la conchita de mi nena. Fue una sensación única con el corazón latiéndome a mil por horas y mi pija largando leche a morir. A lo que yo también me levanté y me fui a dar una ducha de agua fría para bajar mi calentura.
Después de la ducha volví a la cama para encontrar a mi nena boca abajo con el culito para arriba.
Fin

Dos amigos, Parte 02 (de Cazzique)
10 de febrero de 2025 en Relatos SDPA, Incesto, Sexo en grupo
Juan llega a su casa a eso de las siete de la noche y se encuentra a su esposa, Claudia, en la cocina, ella esta preparando la cena, se acerca y metiendo sus manos por debajo de la minifalda de ella le acaricia las nalgas al momento que le da un beso en la nuca como saludo, ella se ríe y no hace más que restregar sus nalgas contra el cuerpo de su marido, en esas están cuando escuchan pasos que se acercan a la cocina. Juan se separa un poco de su mujer y voltea a la entrada de la cocina.
Carolina viene corriendo por el pasillo y Juan la ve ya casi cuando ella esta por entrar a la cocina, entre gritos y vivas la niña sigue corriendo y salta literalmente a los brazos de su padre quién ya la esta esperando, pues sabe como es ella. La chiquilla lo abraza poniendo sus piernitas alrededor de su cintura y le da un beso en los labios, la lengua de la bella Carolina se introdujo dentro de la boca de su padre. El beso se fue haciendo más y más apasionado; las manos de Juan buscan las hermosas y tersas nalguitas de su hijita y comienza a sobarlas por encima de la falda escolar que aún traía puesta la niña. Con movimientos lentos el comenzó a sobar ese par de hermosos cachetes y de vez en cuando paseaba su mano a lo largo del canal que separa ambos cachetes y se detenía unos instantes sobre el ano de ella en donde trataba de meter un poco uno dedo y aunque la tela de la falda y sus bragas se lo impedían podía muy bien apreciar el calor que del agujero manaba.
Intempestivamente ella se separa del apasionado beso y aun abrazando a su padre con las piernas y las manos de este en sus nalgas ella le dice:
– Papi, saque un nueve en matemáticas...
– Muy bien pequeña, sabía que lo podrías hacer.
– Claro papi, pero ahora debes de cumplir lo que me prometiste.
– Por supuesto que te lo voy a cumplir, ya hablaremos después.
– No, papi... ¡Ahora!
– ¿Aquí? ¿Ahora?
– Si, papi... tú me has enseñado que las promesas se deben de cumplir. – Carolina voltea a donde su madre prepara la ensalada de pepinos y le dice:
– Verdad mamá, que papá debe cumplir.
Claudia la madre de Carolina voltea a verlos pero sin dejar de cortar los pepinos que tiene en la mano, entonces asiente con la cabeza y una sonrisa cómplice a su pequeña hija. Sin decir más las manos de Juan se introducen esta vez bajo la falda azul de la pequeña y acaricia despacio los muslos de la pequeña y va subiendo has toparse con las bragas, pasea su mano por los dos cachetes y a su vez vuelve a reanudar el beso, su lengua se introduce profundamente dentro de la boquita de la niña, ella cierra los ojos y le ofrece a su padre su propia lengua la cual comienza a enroscarse con la de él. Con una mano Juan puede palpar la vaginita de su pequeña y hace a un lado la parte baja de las bragas hasta que siente en sus dedos la suave piel de los labios vaginales de su pequeña, comienza a frotar de arriba para abajo los dedos a lo largo de la lampiña rajada de la niña, y ella aprieta más sus piernas en torno a su padre. Con la mano que esta desocupada Juan busca la palanquita del cierre y comienza a bajarlo, con un poco de esfuerzo logra sacar de entre su truza la dura tranca que ya se ha formado, la rojiza cabeza se balancea de arriba para abajo cuando por fin logra la liberación completa del miembro; nuevamente regresa sus manos hasta las nalguitas de la niña y con una la sujeta mientas que con la otra mantiene a un lado las bragas, dejando así la panochita de la pequeña libre.
La morada punta del palo de Juan se anidó entre los regordetes y lampiños labios vaginales de Carolina, lentamente comenzó a dejar caer a la pequeña y la cabeza se introdujo completamente, la niña ya se encontraba excitada y muy lubricadita por sus propios jugos, el ariete fue ingresando más y más y pronto la mitad de la verga ya estaba completamente enterrada en la apretada panochita de la nena de diez añitos; con leves movimientos de su cadera Juan comenzó a bombear a su pequeña niña, la mojada verga comenzó a retroceder para pronto volver al interior de tan exquisita conchita. Carolina se aferró fuertemente al cuello de su padre pero ninguno de los dos dejó de besar al otro, las manos de su padre se paseaban de un lado al otro de sus nalguitas y luego una mano en cada cachete haciendo que el ritmo de las bombeadas fuera más intenso mientras la subía y bajaba a ella. La niña sentía como la gruesa daga de su padre la comenzaba a llenar, era una sensación mezclada, un poco de dolor y eso si, mucha satisfacción, su respiración era agitada y su lengua no dejaba de responder a la lengua de su padre que se meneaba e introducía profundamente en su boquita
Claudia los observaba desde el otro extremo de la cocina y su calentura se despertó al ver como su padre le comenzaba a introducir lentamente la verga a la niña, ella se acercó entonces y se colocó a un lado de ambos, al principio ellos no se dieron cuenta de su presencia pero en una pausa que hicieron Carolina pudo ver que su madre estaba a un lado de ella, la hermosa mujer acercó su rostro al de la pequeña y sus labios se unieron, primero delicadamente, como palpando el terreno, luego la lengua de la niña buscó la de su madre introduciéndose en su boca, el beso se volvió entonces más caliente, madre e hija se besaban con esmerado frenesí a la vez que Juan seguía bombeando la apretada y húmeda cavidad vaginal.
Después de que ambas terminaron de besarse Claudia se separó de ellos y se coloco de rodillas frente a su marido, desde esa posición podía ver claramente como la gruesa tranca de Juan entraba y salía de entre los regordetes labios que se movían al ritmo de la bombeada, la hermosa mujer acercó su rostro a el sexo de su marido y comenzó a lamerle las bolas mientras en sus ojos se aplastaban el rico culo de su hija, la juguetona lengua de la mujer hizo un excelente trabajo y entonces Juan decidió recompensarla sacando de vez en cuando la gorda macana de la panochita de carolina para que ella la pudiera mamar y devorar a su vez los ricos jugos de la pequeña. Por supuesto que Claudia aprovecho para además mamarle la rajadita a su niña, introdujo profundamente su lengua dentro del agujero que había dejado el garrote y lamió con satisfacción los jugos que manaban de la gruta de la niña, después volvió a regresar hasta la verga de su marido y la mamó unos minutos para luego con su mano dirigir de nueva cuenta la gruesa manguera al interior de la panochita de la niña; Juan continuó bombeando entonces a la niña mientras que Claudia se dedico a chupar y lamer el apretado ano de la niñita. Al poco tiempo la madre comenzó a meter un dedo dentro de culito de la niña que ahora era invadida por ambos lados, trató de meter dos y tuvo que lubricar un poco más su dedo para que pudieran entrar ambos dedos, la niña bufaba de pasión y de vez en vez fuertes gemidos se escapaban sin querer de su garganta, después de que la mamá de la niña pudo comprobar que ya no había dificultad en meter sus dedos se puso de pie y fue hasta donde estaba preparando la ensalada, tomó uno de los pepinos más delgados que encontró y fue de nuevo hasta su lugar, mamó el pepino como si de una verga se tratara y luego apuntó al culito abierto de su niña, lentamente fue haciendo que el grueso y duro pepino se fuera introduciendo en el culito de su niña, está gimió y gritó cuando sintió la dura verdura perforándole el ano, pero en lugar de apartarse reculó para permitir que esta se fuera introduciendo más. Poco tiempo después la niña ya era penetrada por el palo de su padre y el grueso pepino que su madre se encargaba de meter y sacar de su anito.
Mientras con una mano mete y saca el pepino de la rajadita de su hija con la otra ella se masturba frenéticamente el clítoris, gime y gira sus caderas para aumentar el placer; justo en ese instante una fuerte oleada de calor ,comienza a formarse en el interior de Carolina quien comienza a gritar y gemir con más intensidad, su vagina aprieta fuertemente el garrote de su progenitor y esté sabe que ella comienza a venirse, aumenta entonces la velocidad de los movimientos de sus caderas y la verga entra y sale cada vez a más velocidad, la venida que esta teniendo la chiquilla la hace retorcer su hermoso cuerpecito hacia atrás y el largo cabello se mueve de adelante para atrás junto con todo su cuerpo, las contracciones son tan intensas que su padre también comienza a escupir dentro de lo más profundo de la panochita espesos y calientes chorros de semen, un disparo tras otro hacen aún más rica la venida de la niña, pues siente como la crema de su padre la comienza a inundar, ambos están gimiendo y moviéndose con intensidad y Claudia también acelera los movimientos de su mano contra su panocha a la cual ahora restriegas con toda la palma mientras que uno de sus dedos se introduce lo más profundamente posible, su vagina comienza también con contracciones y un intenso placer recorre toda su columna vertebral, ella suelta un candente gemido tras otro mientras de su pantaleta comienza a absorber todos los jugos que tratan de escapar, ahora suelta el pepino y este se queda clavado por unos instantes en lo más profundo del ano de su hija Carolina, lleva su otra mano hasta su raja y termina de masturbarse; cuando voltea para arriba lo único que ve es como su marido comienza a sacar su aun duro palo de la panochita de la nena, se levanta y toma en su boca la tranca, la chupa y lame hasta tragarse todos los líquidos que tiene en la superficie, es una deliciosa mezcla de semen de su marido con jugos vaginales de su niña, la verga queda brillando por la saliva de Claudia y esta luego se pega a la panochita aun abierta de par en par de su hijita, su lengua trata de tomar todos los jugos que están aun escurriendo, el olor es fuerte y penetra hasta las últimas fibras cerebrales de la mujer, es un olor a sexo, a pasión que la enciende más, le chupa muy bien la rajada a la niña y la hace tener otro orgasmo, su lengua no deja de pasearse por las cavidad y lame cada uno de los labios vaginales, se pasea también hasta meterse por el ano y lamer el rico sabor de su nena, terminando se pone de pie y los tres, madre, padre e hija se unen en un hermoso y rico beso, sus lenguas se restriegan unas con otras, Claudia se separa de su marido y besa exclusivamente a la niña y luego hace lo mismo con él, así completamente satisfechos descansan por algunos minutos, sentados en la mesa del desayunador.
Después de pasada la excitación los tres se sientan en la mesa del comedor a cenar, entre la platica Juan les comenta lo que su amigo esta pasando y ellas lo escuchan con atención cuando el comienza a platicarles sobre la violación del padre a la pequeñita, la mujeres se molestan un poco por lo escuchado pero a la vez entienden la situación y acuerdan ayudarlo, ellas piensan que al final el sexo y el amor debe ser algo compartido y hermoso que todos disfruten, como minutos antes lo habían conseguido. Recuerdan también que Claudia alguna vez pasó por una situación similar y que de no ser por la escuela especial a donde la enviaron sería posiblemente un trauma dramático e imborrable en su vida, ahora era un recuerdo imborrable pero muy excitante y agradable. Por esa razón a la pequeña Carolina la inscribieron en esa misma escuela cuando ella tenía tan solo seis añitos, allí a les enseñan a los alumnos lo hermoso y maravilloso que es el amor, el sexo y como deben de compartirlo con quien más aman, así las cosas la niña no tenía ese trauma de disfrutar del sexo con quién más amaba.
Continuará