
Aventuras pornográficas de pedófilos, Parte 02 (de CuPed)
22 de febrero de 2025 en Sexo en grupo, Relatos SDPA, Jovencitas, LGBTQ+
—¡Todos a sus lugares!—, gritó Jack. —¡Grabemos todo en una sola toma! ¡Cámara corriendo... y acción!
—Entonces, Helen, ¿ya estás de vuelta? —dijo George con severidad. El hombre mayor estaba recostado contra su escritorio. Helen estaba sentada en una silla frente a él, con la mirada baja y con expresión asustada—. ¡Es la tercera vez esta semana!
—Lo siento, señor Jeffers—, respondió Helen con un tono de tristeza. Jack sonrió ante el buen trabajo que estaba haciendo la chica. ¡Sonaba perfecta!
—¡Esta vez no será suficiente con disculparme!—, afirmó George con firmeza. —Tres veces esta semana, dos la semana pasada. He intentado castigarte y suspenderte dentro de la escuela. ¡Me temo que es hora de llamar a tus padres!
—¡No, por favor! —suplicó Helen mirando al hombre mayor a los ojos—. ¡Papá me matará si se entera!
—Me temo que no me dejas muchas opciones, señorita —dijo George sin ceder ni un ápice—. Ya te lo he dicho antes, ¡esta es una escuela apropiada y exigimos un comportamiento apropiado! ¡No podemos permitir que estés en el bosque con esos niños pequeños enseñándoles tus bragas! ¡Sobre todo no para que puedas conseguir unos postres extra en el almuerzo! ¡Simplemente no lo vamos a tolerar!
—¡Le prometo que no lo volveré a hacer!—, suplicó Helen. —¡Pero por favor no se lo diga a mis padres! ¡Papá me matará y luego mamá me matará otra vez!
—Ya has hecho esa promesa antes, jovencita —afirmó George con severidad—. Pero entiendo que no quieres que tus padres lo sepan —agregó, aparentemente cediendo.
—¿No se lo dirá? —preguntó Helen, con la voz reflejando la dosis justa de esperanza.
—Eso depende de ti —dijo George con los ojos entrecerrados y un tono astuto en su voz—. ¡Tendrá que haber un castigo! Pero si aceptas un castigo especial, entonces supongo que podemos evitar decírselo a tus padres esta vez.
—¡Aceptaré el castigo! —dijo Helen, aliviada—. ¡Siempre y cuando papá y mamá no se enteren!
—Muy bien—, dijo George, con una expresión severa en el rostro. Se dio la vuelta y presionó un botón en una pequeña caja que estaba sobre su escritorio. Jay captó la sonrisa lasciva que se dibujó en su rostro, que el niño de seis años no vio, mientras decía: —Marla, ¿podrías venir aquí, por favor?
Joyce entró al plató a través de una puerta que se encontraba detrás de Helen. Se detuvo para simular que la cerraba con llave y dijo: —¿Sí, señor Jeffers?
—La joven Helen ha decidido aceptar un castigo especial en lugar de que se lo digan a sus padres—, afirmó George. —Parece que le gusta mostrar sus bragas y lo que tiene entre las piernas a los chicos de aquí. Así que ahora tiene que pagar el precio.
—Ya veo—, afirmó Joyce dándole a la joven una mirada de desaprobación.
Helen se movió incómoda en su asiento mientras la mujer la miraba fijamente. —¿Q-qué tipo de castigo recibiré?— preguntó Helen nerviosa.
—¡Primero, unos azotes! —dijo George, levantándose y tomando a la preadolescente por el hombro. La levantó de la silla, la movió hacia donde él se había apoyado contra el escritorio y le ordenó: —Inclínate hacia aquí. Mientras Helen se movía de mala gana para obedecer, Joyce tomó el asiento que Helen había dejado libre, deslizándolo hacia adelante para quedar justo detrás de la niña.
—Por favor, no tan fuerte —suplicó Helen. Se quedó sin aliento cuando George la empujó y la tumbó boca abajo sobre el escritorio.
—Marla, si pudieras hacerme el honor, por favor —dijo George mientras sujetaba firmemente la mano de la niña sobre el escritorio.
Helen volvió a jadear cuando sintió que su falda se levantaba sobre su espalda. —¿Q-qué estás haciendo?—, preguntó con miedo. Jack volvió a sonreír ante el excelente trabajo actoral que estaba realizando la pequeña de seis años.
—Como te gusta tanto presumir, ¡aquí es donde te darán los azotes!—, afirmó George, aparentemente apretando su agarre para mantener a la chica firmemente sobre el escritorio. George asintió con la cabeza a Joyce y la mujer agarró las bragas transparentes de la preadolescente y las tiró al suelo con un movimiento rápido.
—¡Oye! —jadeó Helen—. ¡No puedes hacer eso!
—¿Ah, no? —preguntó George—. Supongo que tienes razón. Será mejor que llames a tus padres —continuó con crueldad.
—¡No! ¡E-está bien! —gritó Helen.
—Entonces cállate y acepta tu castigo como una niña grande —dijo George con severidad. Sin que la preadolescente los viera, tanto Joyce como George tomaron las bragas de Helen y las sostuvieron hasta sus narices, inhalando profundamente. —Ahora es el momento —afirmó George. Mientras lo hacía, bajó la mano con fuerza y le dio una palmada a la niña en el trasero. —¡Ay! —gritó Helen.
—¡Corten!—, gritó Jack. Ray y Bob detuvieron las cámaras mientras George y Joyce miraban de reojo. —George, tensa los dedos un poco. Necesito que el azote haga más ruido. Dale una buena nalgada y luego pasa a la fiesta—. George asintió con la cabeza en señal de comprensión. —¡Bien, acción!—, gritó Jack.
George bajó la mano una vez más, esta vez emitiendo un sonido mucho más satisfactorio y provocando un —¡Ay!— ligeramente más fuerte de Helen. Pero esta vez no apartó la mano. George comenzó a apretar y acariciar la nalga de la joven mientras le preguntaba: —Ahora, ¿vas a mostrarle esto a más chicos?—
—No—, gritó Helen.
—No te creo —respondió George, sin dejar de mover las manos sobre el trasero de la chica—. ¿Te dolió ese golpe? —preguntó.
—¡Sí, me dolió! —respondió Helen con voz estridente.
—Ya sabe, señor Jeffers —interrumpió Joyce, uniendo su mano a la de la chica, pero Helen empezó a retorcerse—. Tal vez el dolor no sea la respuesta en este caso.
—¿Qué quieres decir? —preguntó George con voz desconcertada.
—Es solo que Helen no ha reaccionado bien al dolor. Tal vez lo opuesto al dolor la ayude a ver la luz.
—¡Qué idea más interesante! —dijo George con una sonrisa lasciva—. Dime, Helen. ¿Lo que estamos haciendo ahora te hace sentir mejor que la nalgada?
—S-sí —respondió Helen vacilante.
—Hmm, Marla, puede que tengas razón —dijo George mientras la mano que sujetaba a Helen acariciaba su espalda mientras la otra le acariciaba el trasero—. Ya que fue tu idea, ¿qué tal si una vez más haces tú los honores?
Joyce sonrió radiante y dijo: —¡Por supuesto, señor Jeffers!—. Luego, Joyce se inclinó hacia delante y lamió toda la longitud de la húmeda hendidura del preadolescente.
Helen se sacudió como si le hubieran disparado y dijo: —¡Oye! ¡Espera! ¿Qué estás... oh... qué me estás haciendo? Ohhhhhhh mmmmmmmmm.
—Se siente bien, ¿no?—, le preguntó George a la chica que gemía mientras Joyce se ponía a trabajar en su coño con seriedad. Helen no respondió, simplemente comenzó a gemir más. Al mirar la escena en vivo y el monitor que estaba a su lado, Jack pudo ver que Bob estaba tomando excelentes fotografías de la lengua parpadeante de Joyce mientras trabajaba a la chica.
George comenzó a mover cosas sobre el escritorio y luego giró a la quejosa niña de seis años para que quedara boca arriba. La deslizó hacia atrás sobre el escritorio hasta que su cabeza quedó colgando. Joyce no se perdió ni una lamida mientras George la movía. Una vez que la preadolescente estuvo en posición, George se movió para sentarse en la silla del otro lado del escritorio y miró profundamente a los ojos vidriosos de Helen.
—Nunca supiste lo bien que te podías sentir ahí abajo, ¿eh? —le preguntó George a la niña. Helen sacudió la cabeza de un lado a otro—. Te vamos a mostrar muchas cosas buenas. Te estamos haciendo sentir bien, pero tú también nos harás sentir bien a nosotros —le informó George. Luego se acercó y besó a la niña. Ray captó la acción a la perfección cuando George metió la lengua en la boca gimiente de la niña de seis años. Mientras George besaba profundamente a la excitada niña, su mano derecha se movió hacia su camisa, donde comenzó a desabrochar los botones.
Mientras George le abría la camisa, Jack miró hacia la cámara de Bob. Joyce se había inclinado hacia atrás para darle a la cámara una vista excelente del coño sin vello de Helen. Su raja estaba roja e hinchada y brillaba por la humedad. Helen respiraba rápidamente y su pequeño clítoris se movía hacia adelante y hacia atrás mientras se tensaba y se relajaba. La mano de Joyce bloqueó la maravillosa vista cuando dos dedos comenzaron a frotar el clítoris de Helen, haciendo que la niña de seis años gimiera una vez más. Joyce comenzó a frotar a la niña, frotando furiosamente su pequeño bulto, la mano se volvió borrosa. Helen se retorcía como si estuviera sentada en un hormiguero. Entonces, el rostro de Joyce apareció a la vista cuando una vez más comenzó a lamer a la preadolescente.
Mientras Joyce volvía a lamer, George se inclinó hacia atrás y atrapó la mirada de Helen. —Dime algo, niña —ordenó George con firmeza—. Cuando estabas en el bosque con esos chicos, no eran solo ellos los que te miraban, ¿verdad? También te gustaba mirar lo que tenían en sus pantalones, ¿no?
Helen dudó antes de asentir.
—¿Te gustó ver esos penes de niño? —Asintió de nuevo—. Bueno, creo que ya es hora de que veas la versión para adultos —dijo George mientras se ponía de pie. Comenzó a desabrocharse los pantalones, liberando su pene de siete pulgadas de su confinamiento. Los ojos de Helen se abrieron de par en par cuando el pene del hombre mayor apareció a la vista, firme en su gloria—. Un poco más grande que el que viste en el bosque, ¿eh?
—S-sí—, tartamudeó Helen antes de lamerse los labios.
—Ahora vas a aprender cómo hacer que se sienta realmente bien—, afirmó George moviendo su pene hacia la cara de la chica.
Jack se dio cuenta de que la pequeña ansiosa estaba lista para recibirlo. A Helen le encantaba chupar pollas. Era una de sus especialidades. Aunque solo tenía seis, ya podía tragar un pene hasta el fondo, siempre que no fuera demasiado grande. Los dieciocho centímetros de George eran lo suficientemente delgados como para que no tuviera problemas.
Sin embargo, que ella agarrara la polla frente a ella no encajaba con la escena. —Recuerda, se supone que debes ser reacia—, gritó Jack. —Quiero que intentes darte la vuelta cuando él la ponga en tus labios. George, cuando ella intente darse la vuelta, quiero que pongas tu mano derecha sobre su garganta y agarres su nuca. Usa tu mano izquierda en la parte superior de su cabeza para darle la espalda hacia ti. Helen, quiero que pongas tu mano izquierda contra la parte superior de su pierna e intentes empujarlo hasta que consiga un par de buenas embestidas, luego muévela lentamente para ayudarte a ponerte sobre su polla.
La pareja se movió para hacer lo que se les ordenaba. Cuando la polla de George se acercó a los labios de la joven, Helen comenzó a girar la cabeza. George movió las manos como le habían ordenado, improvisando: —No, no, niña, es un poco tarde para eso. Ahora abre esos lindos labios y hazme sentir bien—, mientras volvía la cabeza hacia su hombría que se acercaba. Los labios de Helen se separaron como si fuera a decir algo, pero George empujó sus caderas hacia adelante, metiendo su polla en la boca de la chica. La mano de Helen voló hacia la pierna de George y parecía estar tratando genuinamente de apartarlo, pero el firme agarre de las manos del hombre se lo impidió. George folló su polla en la boca de la chica cuatro veces, luego el rostro de Helen se calmó y su mano se movió lentamente hacia la parte posterior de la pierna de George y sus mejillas se hundieron hacia adentro mientras la preadolescente se ponía a hacerle una mamada.
Jack sonrió ante la escena que había dirigido. Se veía fantástica en el monitor, una ilusión de fuerza fantástica para darle emoción al cliente. ¡Era muy sexy! Jack dejó la acción en el set durante dos minutos, George cogiendo la boca de la niña de seis años mientras Joyce hacía sonidos lascivos entre sus piernas. Después de juzgar que había pasado suficiente tiempo, Jack ordenó: —Está bien, Joyce, la siguiente linea, por favor.
La cámara de Bob se acercó al rostro de Joyce cuando ella dejó de lamer a Helen para decir: —Joder, jefe, ¡eso es lo más hermoso que he visto en mi vida! Haz que ella tome esa polla. ¡Dáselo todo!.
George sonrió. Sólo había estado metiendo la mitad de su pene. Era todo lo que podía colocar entre los labios ansiosos de la chica en la posición en la que se encontraba. Sonriendo ampliamente, dijo: —¿Crees que puede soportarlo todo, Marla? ¿Quieres ver a esta pequeña zorra tragar profundamente esta cosa?"
—¡Sí, sí, joder, sí! —respondió Joyce con voz ronca—. ¡Frota tus bolas contra la nariz de esta perra! ¡Quiero verla tomar cada centímetro! ¡Enséñale lo que es realmente ser una chica mala! —Dicho esto, Joyce renovó sus esfuerzos en el pequeño y resbaladizo coño de Helen.
—La has oído —dijo George a los ojos vidriosos de Helen. Moviéndose hacia donde estaba él de pie mirando a lo largo del cuerpo de la niña, con la cabeza inclinada hacia atrás sobre el escritorio, dijo—: ¡Prepárate! Vas a tener que recibirlo en la garganta. Relaja los músculos de tu garganta, ¡o esto te dolerá! —Helen logró transmitir miedo cuando George comenzó a empujar su polla hacia adelante. Con las manos a ambos lados de la cabeza de la joven, George se hundió lentamente centímetro a centímetro en la boca de la niña. Ray consiguió el ángulo perfecto mientras la garganta de Helen se expandía para recibir la polla que se introducía en ella. —¡Ahhhhhhhhhhhhhh! —gritó George de placer cuando sus nueces cubrieron la nariz de la preadolescente. Retirándose completamente de su boca, agregó—: ¡Eso fue genial! ¡Tan jodidamente apretado! ¿Cómo se sintió?
—¡Hazlo otra vez! —dijo Helen con voz ronca, abriendo bien la boca mientras George volvía a poner su polla en posición.
—¡Oh, Dios mío!—, dijo Joyce con asombro en su voz mientras George comenzaba a follar la garganta de la niña con seriedad. La cámara estaba disfrutando de la acción, ya que la toma de Ray mostraba tanto la polla invadiendo la boca de la niña como la hinchazón de su garganta cada vez que lo tomaba todo. George tuvo cuidado de dejar tiempo para que la niña respirara. Joyce se puso de pie para tener una mejor vista de la acción. La ex estrella infantil comenzó a quitarse la ropa mientras miraba.
—Joder, excelente —susurró una voz desde el costado de Jack. Jack le dedicó una rápida mirada al padre de Helen. Había olvidado que el hombre estaba allí—. Nunca supe, cuando empecé a follarla el año pasado, que eso llevaría a una mierda como esta.
—Es bueno que Tom te haya indicado mi camino—, susurró Jack a cambio. —Estoy tan contento de que la hayas compartido con nosotros. ¡Todos hemos llegado a querer a la pequeña Helen como a una de los nuestros!—. Luego, a los actores en el set, Jack gritó: —¡Muy bien, pasemos a la siguiente escena!.
—Marla, ven aquí y aprovecha esta dulce boca, TENGO que tener ese coño—, afirmó George mientras sacaba su polla de la boca caliente y ansiosa de Helen. Helen intentó recuperar el premio antes de que George pudiera escapar. Jack decidió que eso quedaría en la película.
George rápidamente rodeó la mesa y se hizo cargo del lugar donde los labios de Joyce habían dejado el coño de la niña de seis años. Joyce se paró sobre Helen, miró sus ojos vidriosos y preguntó: —¿Te gustó cómo te sentiste cuando te lamí ahí abajo?— Helen asintió con entusiasmo, gimiendo mientras lo hacía por los esfuerzos de George. —Bien—, continuó Joyce, ahora posicionándose para pararse con las piernas a cada lado de la cabeza de la preadolescente. —Ahora quiero que me hagas sentir bien de la misma manera. Lámeme como te lamí antes, y como el Sr. Jeffers te está lamiendo ahora—.
Los brazos de Helen se levantaron para agarrar a Joyce por las caderas mientras su cabeza se movía ansiosamente entre las piernas de la mujer mayor. Jay estaba allí para captar la acción a la perfección cuando la lengua de Helen se lanzó para lamer el coño ya chorreante de Joyce. Bob captó la vista del rostro de Joyce cuando Helen comenzó a sorber con entusiasmo, atrapando los jugos de Joyce en su lengua. Joyce comenzó a apretar y pellizcar sus pezones, gimiendo lascivamente y frotando su coño contra la boca de la niña de seis años.
Mientras Helen se ponía ansiosamente a chupar y lamer el coño de Joyce, George se puso de pie y apuntó con su polla al coño húmedo y sin vello que tenía delante. Al entrar en contacto con ese pequeño y apretado agujero, empujó hacia delante, enterrando la cabeza de su polla en Helen. Helen se acordó de chillar contra el coño de Joyce. George empujó su duro pene hacia delante lentamente. Bob captó la escena a la perfección mientras desaparecía centímetro a centímetro en el estrecho coño de la niña de seis años. Cuando ya había llegado a tres cuartas partes, se detuvo como para dejar que la niña se acostumbrara a que estuviera allí.
—¡Congela la imagen!—, gritó Jack. George dejó de moverse mientras Richard se apresuraba a aplicar un poco de astrolubricante teñido ligeramente de rojo con colorante alimentario. —No demasiado—, advirtió Jack. Cuando Richard terminó, Jack reanudó la acción.
George comenzó a salir lentamente del coño de la niña, el astrolubricante teñido de rojo hacía que pareciera que le había reventado la virginidad a la niña. George se retiró hasta que solo quedó la cabeza de su pene dentro, luego comenzó a avanzar un poco más rápido mientras Helen gemía. George no pudo evitar una sonrisa de placer en su rostro mientras comenzaba a follar a Helen. Lentamente al principio, pero ganando velocidad.
Ray se movió para captar la expresión de Joyce mientras veía a George follando a la niñita. Joyce susurró: —Sí, fóllala, folla fuerte su coñito. ¡Haz que le encante!— Joyce se quedó sin aliento a medida que George aceleraba sus embestidas. Ray movió la cámara hacia abajo para mostrar la cabeza de Helen moviéndose furiosamente mientras trabajaba en comer a Joyce. De repente, Joyce comenzó a jadear pesadamente mientras decía: —¡Oh, Dios, casi estoy ahí! Voy a... ¡ME ESTOY CORRIENDO!— Ray se apartó cuando la mujer mayor comenzó a temblar y estremecerse en reacción a su orgasmo. Mientras lo hacía, el cuerpo de Helen también comenzó a imitar el de Joyce.
—¡Oh, maldita sea!—, gritó George cuando sintió que la niña llegaba al orgasmo. El coño de Helen ordeñó su polla mientras su pequeño cuerpo se contraía en el escritorio. —¡La pequeña zorra se está corriendo! ¡Lo estoy sintiendo!—, gritó George, agarró las piernas de la niña y comenzó a golpear su polla de un lado a otro dentro de ella, desapareciendo casi cinco centímetros de su polla dentro de la niña. Helen comenzó a gritar de placer, con la voz apagada por estar todavía entre las piernas de Joyce.
—¡Mierda! —gritó George—. ¡Allá voy! Apenas tuvo tiempo de salir del coño empapado de Helen antes de que el primer chorro de semen saliera volando, aterrizando con un plop húmedo en el estómago de la chica. —¡Argh! ¡Arghh! —gritó, con un nuevo chorro de esperma saliendo de su polla con cada uno. El segundo aterrizó junto al primero en el estómago de Helen, el tercero empapó la falda a cuadros, luego dirigió el resto a su montículo sin vello.
Cuando la polla de George dejó de soltar esperma, lo devolvió al coño de la jovencita. La penetró y la sacó muy lentamente y dijo: —Está bien, Helen, ¡ahora quiero tu palabra de que no volverás a mostrarles este lindo coñito a los chicos!— Joyce se apartó del rostro de Helen y comenzó a usar su mano para esparcir el semen de su vientre sobre la barriga y el pecho de Helen. Helen se incorporó débilmente, apoyando los brazos en el escritorio para mirar a George a la cara mientras decía: —Te lo prometo.
—Buena chica —dijo George lascivamente, todavía follando lentamente su polla desinflada dentro y fuera—. Cuando quieras mostrarle ese coñito apretado y lindo a alguien, solo tienes que venir aquí y enseñármelo a mí o a Marla, ¿entiendes? Helen asintió con entusiasmo. —Y asegúrate de no contarle a nadie sobre este pequeño castigo especial también —advirtió George—. Si lo haces, tendremos que negarlo y contarle a todos lo que estabas haciendo en el bosque. Especialmente a tus padres.
—No se lo diré a nadie —prometió Helen con voz ronca—. ¡Quiero que me castiguen así todos los días! —añadió, provocando la risa de George.
—¡Bien, corten! —gritó Jack—. ¡Buen trabajo, chicos! ¡Eso es todo! Helen le sonrió ampliamente a Jack, pero la expresión no duró mucho. Ray dejó la cámara con cuidado, se acercó a la preadolescente y la tiró hacia el escritorio con un chillido mientras se bajaba la cremallera de los pantalones y liberaba su dura polla de quince centímetros. Helen la agarró con entusiasmo y la besó. Bob fue a por Joyce, empujando a la mujer sobre el escritorio junto a Helen y luego deslizó su polla rápidamente en el coño de la joven de veintitrés años. El padre de Helen apareció en el plató, liberó su polla y desplazó a George dentro del coño de su hija.
Richard fue el único que no intentó participar en la acción. Mientras los cinco adultos y una niña gemían y gemían, él se acercó a las cámaras y extrajo las cintas, llevándolas a la sala de edición para que Jack las cortara más tarde. Richard siempre se negaba a sí mismo el placer después de las escenas en el set, pero en la reunión habitual del fin de semana siguiente, se follaba a cualquier niña que se le cruzara en el camino.
Jack observó la orgía en el plató durante unos minutos antes de mirar su reloj. —¡Escuchen todos!—, gritó Jack. —Después de divertirse, asegúrense de preparar todo para la escena del aula. Volveré a las dos de la tarde, me aseguraré de que todo esté listo—. Después de escuchar las garantías a gritos, Jack abandonó el edificio.
Continuará

La primera audición de Sandy (de BadDad)
22 de febrero de 2025 en Relatos SDPA, Jovencitos, Sexo en grupo
Jim nos había llamado para que fuéramos sin Heidi un par de semanas después, para hablar sobre el pago y futuras sesiones fotográficas. Realmente no le dimos mucha importancia, así que fuimos a su estudio un sábado por la tarde. Cuando llegamos, encontramos a Jim en su oficina, con la mayor parte del estudio a oscuras y su asistente ausente. Nos sentamos en su oficina y comenzamos a charlar sobre cuánto estaba dispuesta la gente a pagar por las fotografías de Heidi, cuántos compradores diferentes había para ellas y otras cosas. También sacó su computadora y comenzamos a revisar algunas de las mejores tomas de su primera sesión fotográfica. Mi polla comenzó a palpitar y miré las fotos, y también recordé ese momento en mi mente. Ella estaba tan linda con su minifalda, y cuando mirabas las fotos, podías ver todos los ángulos de su cuerpo y piernas, y eso lo hacía todo mucho más sexy. Realmente parecía una modelo preadolescente guarra, especialmente por la forma en que Jim había elegido ciertas tomas para usar. También usó algunas sombras y retoques con Photoshop para retocar algunas fotos y hacer que pareciera una profesional. Inconscientemente froté mi pene a través de mis jeans, y Jim comentó que se le puso tremendamente duro cuando volvió y trabajó en este álbum electrónico. Sandy estaba empezando a retorcerse ligeramente en su silla, abriendo y cerrando ocasionalmente sus piernas y frotándolas. Aunque no lo dijo directamente, se notaba que se estaba poniendo cachonda como el infierno. Ese pensamiento en sí casi me hizo perder el control, el coño de mi esposa se mojó al mirar fotos desnudas de su hija. Deslicé mi mano por la parte de atrás de la camisa de Sandy y la coloqué sobre su espalda baja desnuda para su comodidad. Ella pareció apreciar esto realmente. Jim también se dio cuenta de esto y comenzó a frotar su pene con más fuerza a través de sus pantalones mientras hojeaba las fotos para nosotros.
Dijo que quería que viéramos también la segunda sesión, pero nos advirtió que tenía menos fotos. Miró a Sandy con una sonrisa irónica en el rostro y dijo que la sesión había comenzado bien, pero cuando su boca necesitaba estar llena de polla, perdió su profesionalismo por culpa de ella. Sandy se tambaleó un poco hacia adelante en la silla ante esto. Pude deslizar mi mano un poco más hacia abajo y trabajar más sus nalgas después de este movimiento. No estaba seguro de si eso fue planeado por ella, o si su comentario sobre ella chupándole la polla la hizo saltar y eso me permitió hacerlo. Los comentarios de Jim también cambiaron, ya que cuando miró el primer conjunto de fotos se refirió a Heidi como la pequeña modelo, dulce, linda, etc. Ahora, mirando el segundo conjunto, Jim se refería más a ella como mira cómo la zorra abrió sus piernas para esta toma, o, a la pequeña zorra realmente le gusta mostrar su coño calvo como una buena zorra. Sandy se retorcía cada vez más y empezó a golpear sus muslos con mucha más fuerza. También seguía sacando el pecho hacia afuera, como si me rogara que le manoseara los pechos. En algunas ocasiones parecía que su mano se deslizaba hacia arriba y lo hacía ella misma. La atención de Jim estaba ahora casi por completo en mi esposa cachonda mientras terminaba la serie de fotografías.
En un movimiento que nos tomó por sorpresa, Jim tomó una pipa de vidrio y un encendedor del cajón de su escritorio y se lo entregó a Sandy diciéndole que le diera una gran calada. Dijo que muchas de sus modelos hacían eso y que quería que Sandy supiera cómo sería si Heather lo hiciera. Sandy estaba tan cachonda que hizo lo que le dijeron y cuando Jim se inclinó hacia atrás por encima del escritorio para recuperarlo, la mano de él fue a una de sus tetas y la manoseó por encima de su camisa. Ella inmediatamente se sentó y casi arrojó su teta en su mano, como si hubiera deseado tanto ese toqueteo. Él continuó apretando y le dio un rodillazo en la teta por encima de su camisa durante un minuto, luego se sentó de nuevo.
Para entonces, lo que fuera que había fumado había empezado a hacer efecto, porque estaba casi inestable en su silla. Jim sonrió ampliamente ante esto, se puso de pie y caminó hacia la trastienda por un segundo, antes de regresar con 3 chicos no mayores de 15 años a cuestas. Todos vestían pantalones cortos y camisetas. Sandy se enderezó de golpe en la silla e hizo lo mejor que pudo para recuperar la compostura. Acompañó a los chicos hasta la computadora y les mostró las fotos de Heidi, y todos silbaron y vitorearon. Jim explicó que también usaba chicos jóvenes en sus fotos, a veces solos, a veces con chicas. Todos los chicos comentaban sobre el coño y las piernas de Heidi, diciendo que parecía que necesitaba comida, que apuesto a que es una gran chupadora de pollas, etc. Uno de los chicos le preguntó a Sandy si su coño era calvo como el de Heidi, y Sandy se sonrojó ante eso.
Jim había girado la pantalla de la computadora para que nos mirara de frente, por lo que los chicos tuvieron que venir a nuestro lado del escritorio para ver las fotos. Todavía estaban aullando y ululando y Jim les mostró más fotos del coño de Heidi siendo tocado. Se podía ver la confusión en la cara de Sandy, ya que en un momento estaba increíblemente cachonda todavía mirando fotos de su hija puta y escuchando comentarios de los chicos sobre ella, y sin embargo avergonzada porque todavía era la madre de Heidi. Uno de los más jóvenes del grupo se inclinó bruscamente y agarró una de las tetas de Sandy, y comentó sí, son reales, así que Heidi probablemente también tendría tetas como esas. Sandy hizo un débil intento de quitarle la mano del pecho, y cuando no lo hizo, el chico se centró en sus tetas, ya que a ella realmente no le importaba que él las tocara. Bajó su segunda mano, y ambas manos ahora estaban toqueteando una de sus tetas por encima de su camisa y sujetador.
Me levanté para darles más espacio a los chicos y Sandy también intentó levantarse, pero sus piernas estaban muy débiles y temblorosas en ese momento. Jim se rió y le dijo que resistirse no tenía sentido con lo que le había dado y lo cachonda que estaba. Sandy estaba tan temblorosa de pies que apenas podía mantenerse en pie mientras los chicos la acosaban. Hizo todo lo posible por apartarlos, pero ahora tenía manos por todo el cuerpo, sintiendo sus tetas, su trasero y frotándola por todas partes sobre su ropa. Uno de ellos logró meter una mano por la parte delantera de su camisa y comenzó a trabajar sus tetas desnudas. Sandy gimió mientras trataba de pronunciar las palabras oh dios no, ya que esto no hizo más que aumentar los esfuerzos de los chicos.
Mientras ella luchaba débilmente contra sus manos sobre sus tetas, uno de los chicos tomó la abertura y deslizó sus manos hacia abajo y comenzó a tirar de los botones y la cremallera de sus jeans. Ella inmediatamente movió sus manos hacia abajo para detenerlo, lo que dejó sus tetas desprotegidas, y los otros dos subieron sus manos por el frente de su camisa y comenzaron a trabajar sus tetas desnudas sin piedad. Los chicos habían comenzado a trabajar su camisa hacia arriba y la estaban subiendo sobre sus senos, cuando ella se estiró de nuevo para detenerlos, el tercer chico había logrado bajar la cremallera de sus jeans y estaba tratando de deslizar su mano por el frente de ellos. Uno de los chicos tomó la iniciativa y sostuvo los brazos de Sandy detrás de su espalda mientras sus amigos la molestaban ahora sin resistencia. La forma en que Sandy de repente se puso rígida, se podía decir que uno había logrado meter sus manos dentro de sus bragas y meter su dedo en su raja fija. Continuó trabajando lo mejor que pudo, metiéndolo y sacándolo de su agujero. Su voluntad de luchar contra todo esto ahora estaba casi completamente desaparecida. El chico que la sujetaba por los brazos la había soltado y estaba deslizando la mano por la parte trasera de sus pantalones vaqueros, tocándole el trasero. Jim inmediatamente limpió el escritorio de la computadora y los chicos habían podido quitarle los pantalones vaqueros por completo, ya que estaba parada allí solo con su camisa.
Con muy poca fuerza, empujaron a Sandy para que se tumbara sobre el escritorio de Jim. Uno de los chicos siguió trabajando furiosamente su coño mojado, metiendo y sacando rápidamente su dedo, mientras sus caderas se empujaban hacia delante para recibir esta digitación. Los otros dos se habían quitado los vaqueros y estaban de pie junto a la cabeza de Sandy con sus pollas jóvenes y duras justo al lado de su cara. Con casi un gemido primario, Sandy empezó a chuparlas frenéticamente, corriendo de un lado a otro de las pollas jóvenes, comiéndose cada una lo más profundamente que podía antes de correr de nuevo hacia la otra polla. Estaban trabajando sus tetas y pezones tan duro y profundo, y ella dejó que se turnaran para follar su boca húmeda, todo el tiempo gimiendo y gimiendo de placer. El chico entre las piernas de Sandy ahora tenía su polla fuera, y estaba separando sus piernas para acceder a su coño húmedo y deseoso. Con un movimiento rápido y una embestida, enterró su suave polla joven profundamente en su coño deseoso. Ella gritó de placer, ya que una vez que él había disfrutado de su embestida inicial, comenzó a adoptar un movimiento de baqueta, embistiendo brutalmente su coño mojado. Esto continuó durante un tiempo, con los chicos cambiando de posición periódicamente y embistiendo con sus pequeñas erecciones su coño ansioso mientras los otros le daban polla como a una zorra hambrienta.
Finalmente, los chicos empezaron a tener orgasmos, aunque no estaba completamente segura de que estuvieran eyaculando en ella o de que todavía se tratara de semen seco. Sin embargo, ella permaneció allí como una puta obediente, dejando que sus agujeros se usaran para su placer, sin protestar. Jim fue el último en llenarle el agujero, y lo embistió muy profundamente y lo mantuvo allí, mientras su polla bombeaba su semen profundamente en su útero.
Todos nos relajamos y nos recostamos en el escritorio, completamente agotada. Apenas tenía fuerzas para moverse, y tuve que envolverla en una manta y llevarla al auto y ponerla en el asiento trasero, ¡ya que no tenía energía para hacerlo sola! Me sorprendió lo agotada que estaba y supe que mi esposa guarra podría conseguir más sesiones de fotos como modelo.
Continuará

Mi aventura, Parte 05 (de Melkor)
22 de febrero de 2025 en Violacion, Relatos SDPA, Jovencitas, Incesto, Zoofilia
Entonces, ¿alguien aquí se sorprende de que mi nuevo perro inmediatamente saltara sobre mí y comenzara a montar mi pierna? Excepto que una vez que estaba sobre sus patas traseras, era casi tan alto como yo. Y muy pesado. Y mis piernas todavía estaban temblorosas por ese increíble orgasmo que acababa de experimentar.
Me tambaleé hacia adelante varios pasos, casi logrando ponerme de pie de nuevo, las patas delanteras de mi nuevo perro buscando apoyo contra mis costados. Estoy segura de que no era su intención, pero sus garras me arañaron terriblemente. ¡Eso realmente dolió! Bueno, más o menos, relativamente hablando. En ese momento sentí que dolía mucho. Qué poco sabía yo lo que REALMENTE significaba mucho. Recuerdo que me solté con la habitual corriente automática de quejas.
—¡Oye, para! ¡Agáchate! ¡Deja de arañarme! ¡Eso duele!
Las cosas estaban sucediendo demasiado rápido como para que pudiera procesar lo que realmente estaba pasando. Todavía estaba pensando en mostrarle a papá mi nuevo perro y estaba más interesada en intentar quitármelo de encima para que dejara de arañarme. Entonces llegó el tercer evento.
No puedo decir que fue un error de mi parte. Fue más bien un accidente. De todos modos, entre el peso de mi perro sobre mi espalda combinado con mis piernas temblorosas, lo adivinaste, tropecé y caí hacia adelante. Me las arreglé para agarrarme con las manos para no caerme de cara, pero ahora me encontraba sobre mis manos y rodillas en la clásica posición de perrito, con mi gran perro todavía sobre mí, sin absolutamente nada que protegiera mi trasero desnudo de sus atenciones. No era nada bueno.
La caída me lastimó las rodillas y las muñecas. La nueva posición cambió el agarre que tenía mi perro sobre mí, sus patas delanteras ahora rodeaban mis delgadas caderas y me arañaban los muslos con fuerza. Luego, para colmo, recibí un pinchazo en el trasero con algo dolorosamente duro. Sí, me estaba pinchando el trasero con el pene de un perro ahora muy cachondo, pero no me di cuenta en ese momento.
Entre mis rodillas, muñecas, costados y muslos, el doloroso pinchazo en mi trasero fue la gota que colmó el vaso y pensé que necesitaba ayuda ya que no estaba teniendo suerte para quitarme a mi perro de encima. No escuchaba ninguna de mis órdenes ni quejas. —¡PARA, perro tonto! ¡Quítate de encima!—, lo habitual. De hecho, agregué —¡Perro estúpido!— en algún lugar. Sin embargo, no lo decía en serio. En realidad, no.
Me tenía agarrado con demasiada fuerza y no me escuchaba en absoluto, así que grité a papá. Debo haber asustado a mi perro porque realmente me gruñó. ¡Gruñó!
—Deja de hacer eso, tonto. —Luego grité bastante más fuerte: —¡Papá! —Seguía sin obtener respuesta. Estúpida ducha. Finalmente, grité tan fuerte como pude: —¡PAPÁ!
Como mencioné antes, leí la versión de papá sobre lo que pasó. Dijo que sonaba asustada y que debería hacerse revisar la audición. En realidad, en ese momento yo estaba más irritada.
Lo vi salir corriendo por la puerta del patio, vestido sólo con sus pantalones cortos, con el pelo todavía empapado. Casi me reí de su apariencia. Creo que logró dar unos dos pasos antes de detenerse como si se hubiera estrellado contra una pared de ladrillos. Al menos en esa parte acertó. Sin embargo, su mirada me quitó cualquier humor que pudiera haber sentido. De hecho, casi me asustó. Nunca había visto una mirada tan asustada en su rostro. Incluso aquella vez que volví a casa con mi muñeca torcida no se comparaba. Sin embargo, lo perdonaré por tener una impresión equivocada. Quiero decir, allí estaba yo de rodillas, mi perro sobre mí sosteniéndome por las caderas con sus patas delanteras y él dando saltos en el aire. Mientras tanto, todavía estaba tratando de ordenarle que se quitara de encima con mi —¡Para! ¡Quítate de encima! ¡Papá, date prisa!—. Todo el tiempo mi perro seguía gruñéndome por asustarlo con mis gritos llamando a papá. Ahora me da risa cada vez que pienso en eso.
Afortunadamente, la llegada de papá distrajo a mi perro lo suficiente como para que aflojara su agarre alrededor de mi cintura, lo que me dio la oportunidad de moverme hacia adelante y salir de debajo de él. Desafortunadamente, eso resultó ser una MUY MALA IDEA. Esta es la parte en la que mi historia ya no deja de ser divertida y se convierte en esa parte dolorosa sobre la que les he estado advirtiendo. También comenzó a volverse un poco aterradora.
Antes de que pudiera arrastrarme más de un par de centímetros, las patas delanteras de mi perro me agarraron con fuerza, arañándome los muslos aún más. Luego inclinó la cabeza y me agarró la nuca con los dientes. ¡Me mordió! ¡Realmente me mordió! ¡Me mordió FUERTE! Fue tan doloroso que grité de dolor.
El sonido debió haber sacado a papá de la parálisis de su sorpresa. Lo vi dar un paso hacia la red de la piscina que colgaba en la pared junto a la piscina. ¿En qué estaba pensando? ¡Será mejor que no esté planeando golpear a mi perro con eso! Sin embargo, mi protesta a mi papá por siquiera PENSAR en golpear a mi perro fue interrumpida cuando el movimiento de papá hizo que mi perro mordiera aún más fuerte.
El dolor en la nuca hizo que mi tono cambiara de irritación a un poco de miedo. Esto ya no tenía ni la más mínima gracia. Empezaba a preocuparme de que mi perro pudiera hacerme mucho daño sin querer. Hasta yo podía oír el cambio de tono en mis quejas. —¡AY! ¡Está mordiendo más fuerte! ¡Ayúdame, papi!
Papá se quedó paralizado de nuevo antes de dar siquiera un paso. Podía ver el miedo en sus ojos por mí, y eso me asustó aún más. Su intento de tranquilizarme no ayudó. —¡Nena, aguanta! Cada vez que me muevo, solo te muerde más fuerte. ¡Dame un minuto y pensaré en algo! ¡Intenta no provocarlo!
Pude ver a papá abrir y cerrar los puños mientras trataba de encontrar una manera de resolver mi problema. Al menos mi perro había dejado de gruñir tan fuerte y de hecho había aflojado su agarre en mi cuello. Eso fue un alivio. No podía ver lo que mi perro estaba haciendo detrás de mí, pero un segundo después no importó. Podía SENTIR lo que estaba haciendo. Fue entonces cuando me di cuenta abruptamente de que lo que me había estado pinchando las nalgas era en realidad el pene de mi perro, y que estaba en una posición bastante comprometida para que eso estuviera sucediendo.
Soy una apasionada de la naturaleza, me encantan los animales y algunos de los programas de vida salvaje que he visto mostraban escenas ocasionales de apareamiento. Sin embargo, NO quería que mi perro me cogiera en ese momento. Estaba guardándome para papá. Creo que eso fue lo que me asustó más que cualquier otra cosa.
Entonces, cuando sentí que el atizador puntiagudo y caliente (ese fue un juego de palabras muy malo) se deslizaba a través del surco entre mis labios y la punta puntiaguda se enganchaba en la pequeña abertura de mi vagina, me asusté. Logré decir con pánico: —¡Oh, Dios mío!— antes de que las piernas alrededor de mis caderas se apretaran y sintiera la presión más agonizante hasta ahora contra la entrada de mi pobre vagina.
La presión aumentó y aumentó, y el dolor también. Sentí el anillo de músculo en la entrada mientras se dilataba y luego, con un repentino "POP", sentí la punta del pene de mi perro entrar. No creo haber gritado más fuerte en mi vida. Bueno, todavía no. No fue solo el dolor repentino, la sensación de estiramiento o el saber que en realidad estaba siendo... ¿violada? por mi perro. Fue darme cuenta de que acababa de perder el regalo más preciado que estaba guardando para papá. ¡No era justo!
Esa declaración de "¡No fue justo!" realmente no refleja lo devastada que me sentí, y todavía me siento, por haber perdido mi preciado regalo que estaba guardando para papá. Es solo que todavía no puedo pensar en palabras para describir mi sensación de pérdida. Me gustaría profundizar más en eso, pero no quiero arruinar mi historia.
Hablando de mi historia, antes de que pudiera procesar el dolor mental de mi pérdida, el dolor FÍSICO logró eclipsarlo. Resulta que debería haberme alegrado de que el pene de un perro sea puntiagudo como lo es. En realidad, logró hacer que lo que se avecinaba fuera un poco más manejable. Apenas. Hasta ahora solo era la punta, pero rápidamente se ensanchó hasta el punto de estirar ese anillo en la entrada de mi vagina hasta el punto en que sentí que se iba a partir por la mitad.
El dolor en la boca de mi coño en realidad superó la sensación de estiramiento desde más adentro, mientras la punta puntiaguda de esa polla de perro insoportablemente dolorosa (ya no era un pene, esto dolía demasiado, se había convertido en una polla de perro), extendió las paredes de mi pobre coño abusado permitiendo que el resto de ese monstruoso intruso entrara más profundamente en mi cuerpo.
Clínicamente, creo que debería estar realmente agradecida por ese orgasmo monstruoso de hace unos minutos. Todavía estaba empapada, lo cual fue algo bueno y malo a la vez. Lo malo fue que le permitió a esa enorme polla de perro un camino más fácil... o sea, lo que sea. Le permitió deslizarse dentro de mí con mucha más facilidad. No podía imaginar cuánto peor habría sido si hubiera estado seca. ÉSE es un pensamiento aterrador.
De todos modos, tenía un dolor terrible, estaba emocionalmente angustiada. Solo quería que esto terminara. NECESITABA que papá hiciera que dejara de doler tanto. Sentía como si alguien estuviera clavando un martillo neumático en mi coño. Empujaba tan rápido y tan fuerte, que cada embestida incluso me dejaba sin aire en gruñidos profundos.
—¡Uf! ¡Papá! ¡Uf! ¡Ay! ¡Uf! ¡Me duele! ¡Uf! ¡Haz que pare! ¡Uf! ¡Me está partiendo en dos! ¡Uf!
Cerré los ojos con fuerza y apreté los dientes para contener el dolor. Juro que mi perro estaba intentando meterme un poste de luz en el coño. ¡Me iba a partir en dos, lo sabía! Cuando volví a mirar hacia arriba, ¡papá se había movido! ¡Me estaba dejando! Le grité presa del pánico.
—¡Papá! ¡AY! ¿A dónde vas? ¡AY! ¡No me dejes! ¡Uf! ¡Me duele mucho! ¡AY! ¡Me está partiendo en dos!
Me alegré mucho de oírle responder con voz tranquilizadora.
—Tranquilízate, cariño. Papá está aquí. No me voy a ir a ningún lado. Sólo me voy detrás de ti para ver si puedo ayudarte. Si te calmas, no debería volver a morderte.
¡Gracias a Dios! ¡No me iba a dejar! Su respuesta realmente me hizo sentir más tranquila.
—Está bien, papi... ¡Uf! ¡Me arde el coño! ¡Uf! ¡Me está partiendo en dos!—. Definitivamente había algunos gemidos y quejidos dolorosos mezclados allí, y los gruñidos constantes del aire que salía de mis pulmones. Pero al menos el dolor se había vuelto algo manejable. Por unos segundos, claro...
Eso fue hasta que sentí un repentino pinchazo ardiente en la boca del estómago. Para entonces, el estiramiento de ese anillo en la entrada de mi pobre coño maltratado había dejado de aumentar. Dolía muchísimo, pero al menos no aumentaba continuamente como antes. No podía creer lo profunda que era esa dolorosa sensación de estiramiento en mi vientre. Pero ese pinchazo caliente contra lo que parecía el fondo de mi coño hizo que todo lo demás quedara en un segundo plano en mi mente. Eso dolió REALMENTE.
Ese día hice un descubrimiento realmente asombroso sobre el dolor. Mientras nada te haga concentrarte en él, ya sabes, como un aumento repentino o si realmente le prestas atención, es posible ignorarlo. Está ahí, no me malinterpretes, y definitivamente no lo disfrutaba, pero al menos podía tolerarlo. Eso fue hasta que apareció algo y me lo recordó. Y cada vez que ESO sucedía, se lo contaba a todo el mundo, o al menos a papá, ya que él estaba allí.
De todas formas, de repente sentí un palo ardiendo en la boca del estómago. No grité ni grité, fue más bien un gemido: —Oh, me duele. Oh, me duele. ¡Oh, papi, tengo algo en la barriga y me duele!—. Puede que antes hubiera estado llorando de dolor, pero esto REALMENTE me hizo llorar.
Esperaba que papá hubiera estado allí el tiempo suficiente para pensar en algo que pudiera hacer para detener esto. Me dolió cuando empezó, me dolió cuando mi perro logró meterme esa enorme polla y robarme el regalo de papá, me dolió ahora que me estaba pinchando en la boca del estómago. ¡Estaba lista para que esto TERMINARA!
—Umm, ¿Papá? ¡Uf!— Creo que lo asusté. Aun así, respondió rápidamente.
—Sí, cariño?
Tenía la esperanza de que hubiera descubierto una manera de detener a mi gran perro, que todavía estaba descansando sobre mi espalda mientras empujaba su enorme pene dentro de mí, de seguir lastimándome como lo estaba haciendo. Me refiero al perro.
—¿Puedes ver lo que está haciendo?— De repente, sentí una curiosidad increíble por cómo se veía esa gran polla en mi pequeño coño, a pesar del dolor. REALMENTE necesitaba una cámara. Concéntrate, chica. —¿Puedes sacarlo... ¡Ay! de mí?
Había algo raro en su respuesta, ¿el tono de voz de papá tal vez? AHORA sé que estaba en camino de convertirse en un completo pervertido, aunque eso está bien, yo también. Es mi papá y lo amo más por eso. Por ser un pervertido, quiero decir. De todos modos, su respuesta de —No lo creo, nena, no sin que nos muerda a alguno de los dos. Está muy dentro de ti—, todavía sonaba un poco fuera de lugar en ese momento.
¡Hola! ¡Capitán Obvio! ¡Por supuesto que mi perro estaba muy bien dentro de mí! Era yo en quien estaba muy adentro, y podía sentir cada último milímetro palpitante de él. ¡No necesitaba que nadie me dijera ESO, ni siquiera papá!
Creo que mi indignación por una declaración tan obvia desencadenó una declaración obvia por mi parte. O tal vez estaba siendo presuntuosa. —¿Papá? ¿Me está cogiendo?
Fue una estupidez decir eso por varias razones, pero estaba un poco estresada. Supérenlo. Primero, tengo doce años, por el amor de Dios. Sé lo que es follar, de hecho lo sé desde hace años. Diablos, Becky y yo habíamos visto un montón de cosas hace apenas tres meses en la computadora de su hermano durante esa memorable fiesta de pijamas.
En segundo lugar, a papá no le gustaba que dijera palabrotas. Se enojaba MUCHO conmigo cuando, sin querer, decía una palabrota. Es un tipo anticuado. ¿Te puedes creer que el hecho de que yo dijera «coger», mientras me estaban cogiendo delante de él, hizo que pensara «no puedo creer lo que acabo de oír salir de tu boca»? ¡Dios, puede ser tan anticuado!
—¡Amy! ¡Sabes que esa es una mala palabra que no deberías usar!—. De hecho, me puso a la defensiva. Supongo que los viejos hábitos son difíciles de abandonar.
—Lo siento papá, pero no conozco otra palabra para lo que está haciendo.
Debió haberse dado cuenta de lo tonto que era su comentario, porque solo le tomó un segundo dar marcha atrás: —Está bien, princesa. Puedes decir joder, solo ten cuidado de no usarlo fuera de la casa.
Capitán Obvio, ¿sigues aquí? —Papá, no soy idiota—. Y para comprobar si realmente había dejado de insultar, dijo: —¿Me está cogiendo?
—Sí querida, ese perro te está cogiendo con ganas.
No sé por qué, pero su declaración simplemente dejó caer el hecho de que mi perro me había arrebatado mi virginidad justo delante de mí. Mi regalo especial lo estaba guardando para papá. ¿Por qué no había encontrado una manera de darle mi virginidad a mi papá antes de que me la arrebatara un perro, nada menos? ¡No era justo!
Sentí un enorme sollozo de angustia brotar de mi corazón roto. ¿Por qué tenía que suceder de esta manera? No quería que papá escuchara lo que probablemente será el mayor arrepentimiento de mi vida cuando le dije entre lágrimas: —No es justo. Esta no es la forma en que quería que fuera mi primera vez—. Al menos no escuchó la última parte. —Quería que fueras tú—. A pesar de todo lo que ha sucedido desde entonces, todavía lamento esto más que nada.
Probablemente me hubiera hundido en la miseria durante algún tiempo por mi pérdida, si no fuera porque un recordatorio repentino de la realidad me hizo volver al presente. No solo un recordatorio, sino un recordatorio repentino, increíblemente doloroso. Un dolor del tipo "alguien tomó un cuchillo al rojo vivo, me lo metió en el coño y me estaba arrancando las tripas con él". Ya sabes, un dolor del tipo "si no me hubieran sujetado tan fuerte por la cintura, probablemente me habría derrumbado en una bola de dolor".
No se lo recomiendo a nadie, ni siquiera a esa perra de Sarah Jorgensen que entró en mi casillero mientras me estaba duchando después de la práctica de natación el otoño pasado y se llevó todo y lo escondió en el vestuario de los chicos dejando solo una nota que me decía dónde estaban mis cosas. Tuve que colarme en el vestuario de los chicos vestida solo con una toalla y buscar mis cosas. Estuve MUY cerca de que me atraparan. Afortunadamente, la echaron del equipo por esa maniobra cuando la descubrieron. Perra estúpida.
De todos modos, estaba tan sumida en la autocompasión que no me di cuenta de que mi perro había cambiado un poco la velocidad y la fuerza de su jodido movimiento. ¿Sabes qué? Es agradable poder decir joder. Tampoco me di cuenta de que mi perro había comenzado a gruñir de frustración. No había mucho que pudiera haber hecho al respecto, pero al menos podría haberme preparado. Preparado para qué, no lo sabía en ese momento, pero seguro que lo descubrí.
¿Mencioné que me arrancaron las tripas con un cuchillo ardiente clavado en mi coño? Eso fue lo que sentí que estaba sucediendo. Creo que esto fue lo que más me dolió. Nunca. Ni siquiera me oí gritar de dolor, me dolía muchísimo. Lo único en lo que podía concentrarme era en el dolor desgarrador en la boca del estómago, una sensación de ardor y desgarro seguida de un "POP" interno.
Conseguí recuperar la voz. —¡Dios mío, DUELE! Duele, papi. ¡Dios mío! ¡Haz que pare, papi!—. Y entonces, justo antes de que pensara que no podía soportarlo más, ¡se detuvo!
Fue increíble. En un momento sufría un dolor agonizante, como si me muriera, y al siguiente había desaparecido. Bueno, no del todo. Todavía me dolía y el estiramiento constante me dolía. Me sentía como si tuviera una banda elástica estirada al máximo, a punto de romperse. Además, podía SENTIR que esa gigantesca polla de perro se deslizaba más dentro de mí. ¿Cuánto había? ¡Casi podía imaginar que iba a salir de mi boca!
Podía oír a papá intentando tranquilizarme. Me dio algo externo en lo que concentrarme, en lugar del dolor omnipresente que estaba padeciendo.
—Está bien, Ángel, está bien. No queremos que el perro grande y malo se enoje y te muerda. Creo que ya casi está acabado. Luego se irá y estarás bien. Mira, ya dejó de empujar tan rápido.
¿En qué estaba pensando papá? ¿Perro malo? No era malo. Si no lo hubiera molestado como lo hice, habría estado bien. ¿Y qué quieres decir con que "se irá"? Es MI perro, no se irá a ninguna parte. Desafortunadamente, no pude verbalizar mis pensamientos. Para ser honesta, no estaba pensando con claridad. En cambio, olfateé y respondí la pregunta de papá. Concentrarme en responder sus preguntas me proporcionó una distracción sorprendentemente eficaz de mi dolor.
—No es tan rápido, pero es mucho más duro. ¡Y me duele muy profundo en la barriga! ¿Estás seguro de que ya casi ha terminado, papi? —No es que no confiara en papi, lo hacía, pero no podía imaginar cómo ese dolor podría terminar pronto. Literalmente se había convertido en mi mundo.
—Sí, cariño, estoy bastante seguro. Relájate y deja que este grandullón termine, luego se irá y podremos volver adentro—. ¿Relajarse? Dejémosle que intentara relajarse con un poste de teléfono metido en su... Oh, es un hombre. Bueno, metémoslo en el culo y veamos si podía relajarse. Además, ¿qué pasa con estas constantes referencias a que mi perro se irá? Estaba a punto de dar rienda suelta a mis sentimientos sobre el tema cuando me sorprendió por completo de la nada.
—Quizás te lleve mañana a Victoria's Secret. Te dejaré comprar todo lo que quieras.
Eso me llamó la atención. ¡Fue como un sueño hecho realidad! Siempre aminoraba la marcha cuando pasábamos por Victoria's y contemplaba con nostalgia todas las cosas maravillosas que podía ver allí, pero nunca me había atrevido a entrar. Si había algo que pudiera hacer que mi padre se volviera anticuado, era la idea de entrar allí.
Acepté la oferta con entusiasmo. Tenía que aceptar antes de que cambiara de opinión. —¿CUALQUIER COSA? ¿Lo que yo quiera y no me vas a decir que no?
—Así es cariño, lo que quieras.
¡Dios mío! ¡Esto fue fabuloso! ¡Lo juro, si no estuviera de rodillas mientras mi perro me cogía (ahí está esa palabra otra vez) estaría bailando de alegría!
Me olvidé por completo de todo mientras mi gran perro, que seguía jadeando encima de mí, empujaba dolorosamente su enorme pene de perro dentro de mi increíblemente dolorido coño. Todo lo que podía soñar era con toda esa lencería sexy y con qué podría conseguir que inflamara más la lujuria de papi. Estaba tan absorta en mi planificación que, honestamente, no podría decirte cuándo la intensa y dolorosa sensación de estiramiento que había estado experimentando... cambió. En algún lugar, el agudo y doloroso estiramiento se había convertido de alguna manera en una sensación agradable y sorda de dolor. Algo así como lo que sentían mis brazos y piernas después de ganar los 400 metros estilo libre. Solo que mejor, MUCHO mejor.
Mientras mi perro empujaba su polla dentro de mí, sentí como si mis labios vaginales fueran succionados junto con mi clítoris. La parte inferior de esa polla de perro mientras se frotaba contra mi clítoris era INCREÍBLE. Luego se repitió en la salida cuando esa maravillosa polla giró mi coño hacia el lado correcto. A eso se suma la sensación de ese enorme, caliente y palpitante tubo de carne (uh-oh, alerta de novela romántica), mientras se deslizaba de un lado a otro a través de las profundidades de mi vientre. ¡Dios mío, la sensación me estaba poniendo mojada! ¡Que mi perro me follara realmente me estaba poniendo cachonda! ¿Puedes creerlo?
No pude evitarlo. Mis ojos seguían cerrados soñadoramente mientras hacía una lista mental de lo que iba a comprar durante la salida de compras del día siguiente, pero comencé a empujar hacia atrás contra las caderas de mi maravilloso perro mientras me follaba. Me tomó un minuto encontrar su ritmo, pero una vez que lo hice, ¡GUAU! Ya podía sentir esa ola familiar creciendo. Había tenido orgasmos al frotarme, frotarme con Becky, ser lamida por mi perro, pero ESTO tenía todas las señales de dejar todo eso en el polvo. Solo tenía que decirle a papá que venía. Quería que me dijera cómo lucía. ¡Maldita cámara!
—Um, ¿papá? Estoy empezando a sentirme rara. Siento un hormigueo y como si tuviera mariposas en el estómago. —Eso fue lo más lejos que llegué antes de que esa ola enorme se estrellara contra mí. No era una ola, ¡era un tsunami! Gemí con los dientes apretados, me retorcí, vi fuegos artificiales, todo eso. Por un momento pensé que me iba a desmayar. ¡Fue ESTUPENDO!
Recuperé el sentido al oír a mi perro gimotear y gruñir suavemente sobre mí y sentir a papá acariciando mi pantorrilla izquierda. Me hubiera gustado tener la oportunidad de recuperar el aliento, pero el ritmo de mi maravilloso perro había vuelto a aumentar y podía sentir una punzada en las profundidades de mi coño atiborrado de que otro orgasmo se escondía allí. ¿Cuántos podría soportar?
Seguía igualando ese ritmo de jodida cogida con mis caderas. No pude evitarlo, no creo que hubiera podido parar aunque hubiera querido. Y NO quería. Todavía me dolía que no fuera papi el que me follaba, pero de todos modos esto era increíble.
De todos modos, podía sentir que la semilla de otro orgasmo comenzaba a crecer y, para ayudarla, empujaba cada vez más fuerte contra las poderosas embestidas de mi cachorro. Solo que comenzó a doler de nuevo. La boca sobredimensionada de mi vagina, ese anillo muscular que envolvía el eje de esa maravillosa polla saqueando mis profundidades (lo estoy haciendo de nuevo), comenzaba a arder con esa sensación de estiramiento y desgarro. ¿Qué estaba pasando allí atrás? La próxima vez habrá una cámara para grabar esto.
—¡Ay! Papá, ¿qué pasa ahí atrás? Me está empezando a doler otra vez—. Miré a papá, que estaba arrodillado en su posición privilegiada. Estaba tan celoso que él podía VER lo que estaba pasando. Una vez más, deseé tener una cámara. Tal vez debería comprarme una y llevarla colgada del cuello para poder capturar momentos como estos...
Me dolía de nuevo, cada vez que mi orgasmo comenzaba a crecer, ese dolor ardiente lo obligaba a bajar. Quería que el dolor se detuviera. Ansiaba ese próximo orgasmo. Lo NECESITABA.
—Cariño, solo está tratando de meterte el último trocito de su polla. Solo falta un poquito y habrá terminado.
—¡Ay! Ojalá se apurara. Esta parte es bastante dolorosa—. Entonces debí haberme movido, porque mis rodillas de repente me recordaron lo destrozadas que estaban. ¿Recuerdas lo que dije sobre olvidar el dolor a menos que te lo recuerden? —¡Ah, y también me duelen las rodillas!
—Déjame ver si este bruto me deja conseguir algo para tus rodillas, nena. Luego veré si puedo ayudar a este gran perro a terminar de follarte. ¿No sería genial?
—Sí, papi. —Un empujón particularmente doloroso contra mi pobre coño maltratado me hizo agregar—: ¡Ay! Date prisa, por favor, me duele mucho.
Papá se levantó con cuidado, le habló a mi perro con dulzura mientras se acercaba a mi tumbona y tomaba mi toalla. —Está bien, muchacho. No quiero detenerte. Quiero ayudarte. Déjame conseguir algo para que tu perra sea más fácil—. No podía creer que acababa de escuchar a mi papá llamarme perra. ¿Quién se creía que era yo, Sarah Jorgensen?
—¡No puedo creer que me hayas llamado perra, papi! ¡No soy mala contigo en absoluto! —Me enojé muchísimo. Probablemente le habría dado un golpe en el brazo por insultarme si hubiera podido levantarme y alcanzarlo. ¡Y luego tuvo el descaro de reírse de mí!
—¡Oh, Amy! Una perra no es sólo una mala persona. También lo es una perra, especialmente cuando está siendo preñada—. ¡D'oh! ¡Lo sabía! Debió haber sido culpa de esa estúpida perra de Sarah. Estaba pensando en ella y saqué conclusiones apresuradas sin pensar en el OTRO significado de perra.
Entonces, mientras me sentía estúpida por ser olvidadiza, papá dobló mi toalla y trató de colocarla con cuidado debajo de mis pobres rodillas. Me moví demasiado rápido para la primera rodilla, haciendo que mi perro perdiera el equilibrio. Se agarró con una pata trasera y me arañó la pierna.
—¡Ay! ¡Deja de arañarme, perro estúpido! —Ups, no quise decirle estúpido—. ¡Papá, ten más cuidado, eso duele! —La segunda rodilla estaba mejor, sin más rasguños. Los ojos de papá brillaban como si se estuviera riendo de mí. Estaba a punto de golpearlo cuando me vino a la mente algo que acababa de decir—. ¿Papá?
—¿Sí, querida?
No había pensado en el resultado final de que mi perro me follara. ¿Tenía razón papá? —Si ahora me estoy portando como una perra, ¿eso significa que mi perro está tratando de reproducirse conmigo?— Papá no se dio cuenta de nada de lo de "mi". Dios mío, debería programarle un examen de audición.
Su respuesta me desconcertó un poco: —Sí, querida, no creo que falte mucho.
¿Qué estaba diciendo? ¿Mi perro me estaba reproduciendo? Eyaculando su esperma de perro dentro de mi cuerpo y haciéndolo llegar a uno de mis óvulos... Recuerden, había pasado por la clase de educación sexual. No era estúpida, pero había varios detalles que mi educación había pasado por alto. ¡Oh, Dios mío! ¿Y si...? Con una vocecita asustada le pregunté: —¿Papá? ¿Voy a tener cachorros?
¡Oye! ¡No te rías! ¡Era una pregunta legítima! ¡No lo sabía! Papá no ayudó en nada. Se rió tanto que se le llenaron los ojos de lágrimas. —¡Ja, ja! No, cariño. No tendrás cachorros.
Debería haberme sentido feliz por eso. Aliviada. En cambio, estaba... triste. No podía entender por qué. Logré decir "Oh" en voz muy baja.
Entonces recordé que mi maravilloso perro todavía me estaba follando, un recordatorio bastante doloroso, un empujón particularmente fuerte contra la boca de mi coño, una especie de recordatorio. ¿Qué estaba pasando allí atrás? Consideré por un momento enviar a papá para que tomara la cámara y así poder averiguar en ese momento qué estaba pasando, pero realmente no quería que me dejara. Su presencia era reconfortante. No podía imaginar cómo habría lidiado con el dolor si él no estuviera aquí.
De todos modos, un doloroso recordatorio. Con empujes más firmes que me hicieron gruñir de nuevo. Podría prescindir de los empujones que implicaban gruñidos. Me recordaban lo profundo que había llegado esa polla de perro dentro de mi vientre. Y cada vez que me lo recordaba era cada vez que notaba que todavía me dolía.
—Papá... ¡Uf! Cuando me trajiste la toalla... ¡Uf! Dijiste que lo ayudarías a darse prisa. ¡Uf! Mi barriga todavía me duele muy adentro... ¡Uf! Pero no tanto... ¡Uf! Lo que realmente me duele... ¡AY! Es donde está empujando contra... ¡Uf! Mi coño. Me estoy cansando. ¡Uf! ¿Podrías ayudarme? ¡AY! ¿Por favor? Creo que me gustaría... ¡Uf! Que él... ¡Oh! Me aparee.
¡No podía creer que dije eso! No me refería a la primera parte sobre la promesa de papá de ayudarme. Me refería a la última parte sobre querer que mi perro me apareara. Honestamente, me gustaba. En realidad, me gustaba la idea de tener esperma de perro nadando en mis entrañas. La idea de todo eso despertó esa pequeña semilla del orgasmo que había estado escondida desde que comenzó el doloroso golpeteo contra la entrada de mi coño. ¡Date prisa, papá, estaba lista!
Las maravillas de la ingenuidad. Es una pregunta bastante interesante si me habría entusiasmado tanto con el último paso de ser apareado por un perro si realmente hubiera sabido lo que implicaba. Sé la respuesta AHORA, pero la pregunta sigue en pie.
Vi que los ojos de papá se iluminaban con una idea. —Amy, creo que puedo ayudar al perro a terminar, pero necesitaré tu ayuda. Cuando cuente hasta tres, empuja contra su pene de perro tan fuerte como puedas. Ten cuidado, podría doler un poco.
Continuará

El señor de las golosinas, Parte 05 (de Falkop3d)
22 de febrero de 2025 en Relatos SDPA, Jovencitos, BDSM
De las propiedades y negocios que me había adueñado extorsivamente de mi amigo Eduardo; realmente había dos que me interesaban. Uno era un boliche bailable y el otro era un prostíbulo o cabaret.
Los dos tenían mala fama por así decirlo y cuando tome el control de ellos pase a convertirme en algo parecido al personaje de Patrick Swayze en la película Road House o El Duro. En muy poco tiempo, logre que el boliche bailable se transformara en el lugar predilecto de los jóvenes de la ciudad y de la zona. En cuanto al prostíbulo; allí las cosas eran algo distintas ya que mi amigo había mal acostumbrado a las mujeres que allí trabajaban.
Allí; tome el toro por los cuernos como dicen y valiéndome de mi poder de dueño del lugar no solo impartí las nuevas normas del negocio; sino que les demostré a las mujeres quien era el que mandaba allí. Obvio esta decir; que catee a cada una de las meretrices cuyas edades oscilaban entre los 20 y 40 años.
La casi veintena de estas mujeres no solo demostraron hasta qué punto llegarían; sino que descubrieron el motivo de mi sobrenombre “tripo” o trípode. Varias de ellas llegaron a preferir hacer trabajos extras u orgias a tener que satisfacer mis deseos sexuales. Solamente una de estas meretrices disfrutaba de mis caprichos y además poseía un carácter especial que en poco tiempo la convirtió en mi mano derecha
Su nombre artístico por así decirlo es “Yoli” pero su nombre real es Jesica. Tenía 28 años y ella me conto sobre su vida pasada. Su historia era pornografía pura. Según me relato ella; a la edad 5 años descubrió el sexo y el incesto. A los 15 años huyo de su casa estando embarazada y así fue como ingreso en el mundo de la prostitución.
Un día; fui testigo de una discusión entre Yoli y una niña que supuse era su hija. Esta discusión termino con una fuerte y sonora bofetada de parte de la meretriz hacia la niña que instantáneamente después salió corriendo. Más tarde supe que la niña si era la hija de Yoli y que esta desde hacía ya un par de años se revelaba hacia su madre y no solo faltaba a clases; sino que en ocasiones se ausentaba del hogar. Además de esto; la niña solía ocasionar travesuras típicas de niños y otras no tanto.
Desde antes de que me hiciera cargo de estos negocios; había un grupo de políticos y empresarios hipócritas y moralistas que deseaban la clausura de los mismo. Sus ambiciones no cesaron con mi nueva administración aunque si disminuyeron los aprietes para llevar a cabo sus deseos.
El mismo día de la discusión entre Yoli y su hija; al prostíbulo concurrieron un par de estos empresarios y políticos. Sabía que eran clientes asiduos y me elogiaron falsamente sobre cómo había cambiado el local, la atención y precios. Ya conocía muy bien a estos hombres y hasta sabia cuáles eran sus fantasías sin cumplir.
Dos de estos hombres eran hermanos. Uno era el intendente municipal, tenía 52 años y se llamaba Alberto; el otro era diputado provincial, tenía 61 años y se llamaba Roberto. Hacía ya varios años que poseían estos cargos políticos y que permanecían allí gracias a las dadivas que entregaban antes de las elecciones. Ambos se hacían pasar por honestos empresarios y políticos; aunque no lo eran para nada. Tenían familia y asistían constantemente a la iglesia como si de un evento socia se tratara; al igual que concurrían al prostíbulo.
Sabiendo todo sobre ellos y como perjudicaban a mi negocio con sus ambiciones hipócritas y moralistas decidí erguir un plan para acabar con ello. Para ello necesitaría de un cómplice y nada mejor que Yoli ya que ella les aborrecía tanto como yo. Para ello debería de contarle sobre Belén; Laura y Mateo. Así que la cite en mi finca con la excusa de una reunión sobre algo del local y que yo no podía ir hacia la ciudad.
Yoli llego puntual y mientras tomábamos un café charlamos cosas relacionadas al prostíbulo para lentamente ir relatando mi plan; pero obviando a los niños. La meretriz me escuchó atentamente y no solo acepto ser parte del plan; sino que, hasta inclusive sugirió algunos cambios que me parecieron correcto.
-A que chicas del CATY (así se llamaba el prostíbulo) piensas usar – pregunto
-A ninguna – respondí
-Entonces – dijo extrañada con mi respuesta
-Sabes cuales son las fantasías de esos tipejos – espete yo
-Si … las jovencitas pero…
-Así es – dije interrumpiéndola – niñas menores de edad
-Yoli – dije seriamente – si aceptas ayudarme; nos desquitaremos de esos tipejos
-Hace años que busco hacerlo – dijo fríamente y desconociendo yo el motivo –
-Bien - dije yo – no se tus motivos, pero quiero que sepas…
-Tripo – interrumpió ella – hay algo que nadie sabe y que debes saber
-Dime que es – dije yo
-Conoces bien a Alberto; el intendente
-Si –respondí
-Él es mi padre y Roberto; su hermano, es el padre de mi hija
-Guau… - sorprendido – enserio??
Como si se hubiera librado de una gran carga que tenía en sus hombros; me conto como su padre y su tío la llevaron a la situación en que se encontraba allí. Esto era toda una novedad para mí; que si bien ya conocía algo de su vida, no conocía los detalles más íntimos.
Después de que Yoli me revelara todos sus secreto y los motivos por la cual aceptaba ser mi cómplice. Decidí contarle más detalladamente mi plan y para ello golpee mis manos; esto hizo que se presentaran Belén, Laura y Mateo totalmente desnudos en el comedor y que parecían acatar cada orden que les impartía con total obediencia producto de la programación mental a la que los había sometido.
La meretriz no se sorprendió ante la aparición de los niños; ni mucho menos se sorprendió cuando le dije que ellos serían usados en nuestro plan. Lo que si la impresiono fue saber sobre cómo cada uno de ellos llegó a mí y el hecho de que los haya sodomizado e hipnotizado tan fácilmente como le contaba.
Después de unos segundos de silencio; Yoli se levantó de la silla y comenzó a inspeccionar a cada uno de los niños como si fuera una doctora o alguien que está por comprar un vehículo. Lo que más le llamo la atención fue Mateo; que con 6 años parecía tener los pechos como los de su hija. Otra cosa que le llamo la atención del niño; es que su miembro no tan era diminuto como ella suponía (estando flácido como ahora, media 8 centímetros de largo y 2 centímetros de diámetros; esto se debía a que le colocaba una bomba de vacío para agrandárselo) y que gracias a la castración química de las hormonas ya casi no poseía testículos.
-No puedo creer que le hayas metido toda tu verga en el culo a este niño – dijo incrédula mientras le separaba las nalga e inspeccionaba el ano de Mateo -
–riendo respondí - La primera vez se me desmayo y hasta casi creí que lo había mataba cogiéndolo
-las hormonas le hicieron unas lindas tetas. – dijo mientras le apretaba fuertemente los pequeños pecho.
-Esto jamás lo había visto – dijo sorprendida al ver como de los pezones del niño salieron unos finos chorros de líquido producto del estrujamiento-
-Gracias a las hormonas; Laura y Mateo son lactantes –dije yo – jejeje
-Ósea que a esta también le das hormonas – pregunto Yoli señalando a la pequeña Laura –
-Así es. Cuando llego hace 9 meses atrás era plana como una tabla – explique yo –
-No se vos – dijo – pero yo en tu lugar ya las pondría a trabajar en el CATY
-Después de que solucionemos los problemas con Alberto y Roberto – dije yo – lo harán. jejeje
Después de esto; ordene a los niños que fueran a la cocina a preparar el almuerzo e invite a Yoli a quedarse. Durante el almuerzo; la meretriz me comento que deseaba que su hija de 13 años fuera igual de obediente que mis tres niños. Jocosamente le respondí que si estaba dispuesta a tomar el riesgo y la responsabilidad podría hacer algo al respecto.
Unos días después; a la finca concurrieron el señor intendente y su hermano el diputado. También estaba Yoli que se encontraba con un vestido ajustado de lentejuelas plateadas y un gran escote frontal; dejando ver parte de sus pechos adulto. Belén vestía un pantalón y una remera ajustada que daba la idea que no poseía ropa interior. Laura llevaba un vestido infantil inusualmente corto y también parecía no tener ropa interior debajo. Mateo vestía un pantalón de jean y una remera; debajo de esta, tenía puesto una faja para disimular sus pequeños pechos. Esto lo hacía lucir como un niño normal.
Los dos hombres llegaron con motivo de una supuesta cena de negocios y cuando vieron a la meretriz y a los niños dudaron momentáneamente del motivo; pero aun así se quedaron. No me costó mucho hacerles creer que Yoli estaba allí porque se trataría el tema del prostíbulo y ella era mi mano derecha en ese lugar. En cuanto a los niños; les hice creer que eran unos sobrinos lejanos que estaban de paso y de vacaciones escolares.
En la cena no solo abundo una buena comida; sino que también el vino y bebidas fuertes. Los niños no bebieron alcohol; para ellos había una jarra de jugo que poseía una baja dosis de MDMA. Durante el transcurso de esta; los dos hombres ocasionalmente observaban a Belén y a Laura de forma lasciva.
La finalizar la cena; le ordene a Mateo que fuera a la habitación y rápidamente las miradas de los dos hombres hacia Belén y Laura se hicieron demasiado obvias para todos. Y fue Yoli quien hizo el primer comentario que desencadenaría lo siguiente.
-Estas niñas lucen mejor que las chicas del CATY – dijo la meretriz –
-Realmente si – le respondí –
-Pero son niñas aun – dijo Alberto hipócritamente –
-Y dudo que tengan la experiencia de ellas – comento Roberto –
-Yo a la edad de Laura - comento la meretriz – ya hacía tiempo que lo hacía.
-Y a la edad de Belén tuve a mi hija – dijo –
-Tu caso es distinto – dijo Alberto con tono despectivo –
-Dudo que estas niñas tan bien educadas – dijo Roberto – sepan algo de sexo
-Porque no le preguntamos – dije yo –
-Buena idea – comento Yoli –
-Belén ya has tenido sexo – le pregunte a la quinceañera
-Si Pablo – respondió –
-Y vos Laura? – dijo Yoli –
-Si – respondió la niña –
-Y con quien lo… – pregunto Roberto -
-Pero quien sería capaz de hacerles algo – interrumpió Alberto –
-Yo conozco a dos que hicieron lo mismo a una niña de 5 años – dijo Yoli –
Ordene a las niñas que se desvistieran para evitar lo que podría haber sido el inicio de una discusión familiar. Las niñas obedecieron y levantándose de la mesa comenzaron a quitarse las ropas. Los dos hombres miraban sorprendidos, extasiados e incrédulos.
Yoli se aproximó a las niñas y colocándose entre ellas con una sonrisa cómplice se quitó su vestido. Les explique a los dos hombres que sabía de sus reprimidas fantasías ocultas y que a cambio de un pequeño favor podrían llevarlas a cabo con mis niñas; pero lo que no les dije es que serían filmados y que esa filmación me serviría para extorsionarlos mas tarde. También le explique; que las dos niñas estaban controlados mentalmente para obedecer mis órdenes y las de Yoli en caso de ser necesario. La meretriz susurro algo a los oídos de las hipnotizadas niñas y estas obedecieron.
Belén y Laura se aproximaron a los dos hombres y tomándolos de las manos los guiaron hacia los sillones. Allí comenzaron a quitarles sus ropas para después hacerlos sentar en los muebles.
Belén se arrodillo entre las piernas de Roberto y comenzó a mamarle la verga. Laura hizo lo mismo pero con Alberto. Ambos hombres poseían unos miembros de tamaños regulares; de unos 15 o 16 centímetros de largo no más y parecían estar disfrutando mucho lo que las niñas le hacían.
Yoli y yo dejamos solos a los hombres con las niñas y nos dirigimos a la habitación principal; donde nos esperaba Mateo.
El niño se encontraba ya desnudo y recostado en la cama esperándonos. Le había prometido a la meretriz que vería como empalaba al niño con mi verga descomunal.
Le dije a Yoli que podía hacer con el niño lo que quisiera mientras me desvestía. La meretriz; rápidamente se abalanzo sobre Mateo y comenzó a succionarle los pechos hormonados del niños.
Yoli no solo succionaba las pequeñas tetas de Mateo; sino que también las mordía de una forma sádica haciendo que el niño no solo gimiera sino que diera pequeños quejidos. Mientras observaba ese espectáculo maquiavélico comencé a desvestirme.
Yoli me había contado que en su inicio en la prostitución y estando de siete meses de embarazo; tuvo un encuentro sexual con un transexual. Este no solo la hizo gozar de placer, sino que también de dolor ya que la golpeo de forma brutal. El ver como trataba al niño hormonado de 6 años me hizo creer que era una especie de desquite de ella hacia el género transexual.
Habiendo dejado los pequeños pechos de Mateo enrojecidos y marcados con sus dientes; la meretriz separo las piernas de este y comenzó a prodigarle el mismo tratamiento al miembro infantil que rápidamente creció hasta llegar a los 15 centímetros de largo y 4 de diámetro. La brutalidad de este tratamiento sádico y perverso hizo que mi verga se elevara a su máxima potencia y mientras observaba comencé a masturbarme lentamente.
Después de ensalivarse un dedo; Yoli lo introdujo violentamente en el ano de Mateo y este solo emitió un leve quejido. De la misma forma; poco después introdujo un segundo dedo y posteriormente un tercer dedo. El niño soporto estoicamente todos los tratamientos abusivos de la meretriz y a cambio aumentaba el nivel de sus gemidos.
-Creo que ya le abrí bien el culo – dijo Yoli colocando a Mateo en posición de perrito y separándoles las nalgas para que pudiera ver el trabajo que había realizado en el ano infantil –
-Si – dije yo acercándome y apoyando la punta de mi ariete en ese rosado orificio – creo que con eso alcanza
-AAAAGGGHHHH – pronuncio el niño cuando más de la mitad de mi verga se introdujo en el -
-Guau - exclamo la meretriz – de una le metiste hasta la mitad.
-Jejejeje – reí yo y dije –y ahora el resto – dando un empujón final e introduciendo toda mi verga dentro del niño –
-Conozco al dueño de un cabaret de travestis – dijo Yoli– que pagaría fortuna por tenerlo en su negocio
-Después hablaremos de eso – dije yo mientras comenzaba a moverme entrando y saliendo de Mateo -
Con un poco de ayuda de la meretriz; me recosté en la cama sin quitar mi verga dentro del niño; para que este me cabalgara.
Yoli se colocó sobre Mateo y guio los 15 centímetros de su verga hacia su vagina para que la penetrase.
En esta posición comenzamos a movernos frenéticamente hasta que los tres llegamos a nuestro clímax y acabamos casi al unísono.
Yoli y yo volvimos al comedor una vez que finalizamos y nos encontramos que los dos hermanos políticos se estaban vistiendo para después retirarse de la finca prometiendo que con la atención que habían recibido no volvería a tener problemas con mis negocios.
Continuará

Recuerdos de mi niñez, Parte 09 (de Veronicca)
22 de febrero de 2025 en Incesto, Relatos SDPA, Jovencitas
Todos recordamos esos años en que descubrimos el sexo y llega a nosotros como algo mágico que nos llena de curiosidad. En mi caso sucedió en unas vacaciones donde nos reuníamos todos los primos en la casa de nuestros abuelos. Yo era la más pequeña con 10 años en aquella ocasión, otra prima de 11 y otras dos de 14 y 13 y mis primos tenían 19 el mayor y otros dos de 15 y 13.
Yo tenía predilección por mi primo mayor y siempre estaba provocándole para jugar con él, poniéndome encima y siendo muy pesada a veces, mientras él intentaba apartarme para que no le molestara, pero a veces también le gustaba jugar conmigo y hacerme cosquillas. A mi me encantaba subirme a su espalda y notar como se rozaba mi vulva con ella, que en ese momento no sabía porqué, pero me gustaba mucho y notaba como al poco rato se me ponía toda húmeda, mojando en muchas ocasiones mis bragas.
El solía hacerme cosquillas por la barriga y debajo de los brazos, pero yo cada vez sentía más picores en mi vagina y una vez le agarré la mano para que la pusiera en mi entrepierna y me las hiciera allí. El se quedó un poco sorprendido, no sabiendo si había sido por accidente que llevé su mano ahí o porque yo deseaba que me lo tocara, pero a la segunda ocasión que lo hice, ya sonrió como pensando en lo pícara que era yo, dejando que él me tocara toda la vagina incluso por debajo de las bragas, hasta que acababa bajándomelas del todo, enseñándole mi vulva blanquita y abultada sin un solo pelo, preguntándome él:
.- ¿Qué pasa, que también tienes cosquillas ahí, picarona?
.- Si primo, tengo muchas, más que en ningún sitio.
Pero la verdad es que esas primeras risas por sus toqueteos, se convertían al poco tiempo en gemidos que a él parecían encenderle mostrando también una excitación muy fuerte que le hacía intentar meterme un poco el dedo en mi estrecha vagina, que por sus frotamientos se había puesto más enrojecida y más abierta, que al estar tan mojada era como la gloria para mi, porque nunca había sentido tanto placer en mi vida hasta ese momento, hasta que llegaba un momento en que yo sentía como si me desmayara y sujetaba su mano con fuerza para que no la quitara hasta quedarme sin fuerzas..
En otra ocasión se decidió a pasar también su lengua a lo largo de mi vagina, lamiéndola toda de arriba a abajo, dándome más placer todavía que con el dedo, cuando prácticamente se metía toda mi vulva en su boca y hacía salir todos mis jugos como una naranja exprimida,
En aquella época mis primos mayores solían reunirse en un pajar que había detrás de la casa, pero a mi prima de 11 y a mi no nos dejaban entrar y yo le pregunté que cuando íbamos a poder entrar, y él me dijo que ya estaba preparada y que nos dejarían ir a mi prima y a mi
Las primera vez que fuimos ya pudimos ver lo que hacían allí mis primos. Se ponían a darse besos y a tocarse y luego ellos se bajaban los pantalones y enseñaban sus pitos empalmados a mis primas, presumiendo de quien la tenía más larga, quedándonos embobadas nosotras mirándolas como se ponían de grandes, y mis primas, que también se habían desnudado, enseñaban las tetas que nosotras mirábamos con envidia, porque todavía no teníamos, y mis primos se las manoseaban y chupaban y luego les agarraban las vergas jugando con ellas mientras mi prima pequeña y yo nos relamíamos cuando veíamos como se las metían en la boca y se las chupaban todas metiéndoselas bien dentro.
Mientras veíamos esto, mi prima y yo no podíamos evitar tocarnos la vagina, metiendo los dedos por dentro de las braguitas, sintiendo como el corazón nos latía a 1000 por hora al poder ver por primera vez esas cosas y yo exclame:
.- Hala, mira lo que hacen (dirigiéndome a mi prima que miraba conmigo)
.- Eso se lo vi hacer una vez a mi madre a mi padre y parecía que la gustaba mucho. Debe saber muy bien.
.- Pues yo también quiero chuparlos.
Al oír esto, mi primo mayor, dijo a mis primas que nos dejaran a nosotras hacerlo, y ahí nos pusimos intentando imitar lo que habíamos visto, con dudas al principio comprobando a que sabía eso, pero luego ya nos lo metíamos entero en la boca haciendo entrando y salir sus vergas de ella.
.- Qué bien lo hacéis (dijeron mis primos)
Al poco rato oímos a mi prima que se la estaba chupando al de 15, que gritaba y apartaba la boca de su pene viendo como le salía el semen y todos se pusieron a reírse y nosotras asustadas por lo que había pasado, pero mi primo mayor nos tranquilizó:
.- Jajaja, no pasa nada, eso es que lo has hecho muy bien y se ha corrido. Eso blanco es lo que embaraza a las mujeres, pero si os lo tragáis no pasa nada.
Yo también quise que al que se la estaba chupando le saliera eso y me puse a hacérselo más rápido, hasta que al final también se corrió en mi boca tragándome algo para ver como sabía.
Luego mi primo mayor también se bajo los pantalones y nosotras exclamamos al ver que su polla era bastante más grande que las de mis primos, y mis primas mayores se pusieron enseguida a chupársela las dos a la vez y luego de estar un rato así, mi primo les preguntó que quien quería ser la primera en metérsela, y la de 14 ya se puso tumbada con las piernas abiertas esperándole a que se pusiera encima y nosotras nos pusimos a mirar muy interesadas como la polla de mi primo entraba en su coño, que ya tenía bastantes pelos y empezaba a moverse y mi prima se ponía a gritar y gemir de gusto hasta que de repente se la sacó y le echó el semen por encima de la vagina. Luego se puso mi otra prima de 13 sentada encima de él y como todavía la tenía dura, se la pudo meter y se puso ella a moverse y a saltar para que entrara y saliera dándole mucho gusto como a la otra prima, gimiendo muy fuerte y gritando que se estaba corriendo,.
Nosotras dijimos que también queríamos que nos la metieran, pero aunque mis primos iban a hacerlo, mi primo mayor dijo que todavía éramos pequeñas para eso y nos quedamos con las ganas por esa vez. Además, ya estaban esperándonos para la cena y mi abuela al vernos salir a todos del pajar dijo:
.- Que será lo que haréis vosotros todos juntos ahí.
Otro día que estuve con mi primo mayor a solas, después de empezar a jugar como siempre, le dije que si podía chupársela yo a él, y el la sacó y me dijo que se la pusiera dura y cuando la tuvo toda empalmada me fue enseñando como tenía que hacerlo pasando mi lengua por su pene como si fuera un caramelo y luego metérmelo entero dentro de la boca, pero como no me cabía todo, solo la mitad, me dijo que lo que tenía que chupar más era el capullo, También me enseñó como se hacían las pajas, al principio iba él guiándome la mano, para después hacérselo yo solita muy rápido con las dos manos y aunque todavía no la abarcaba, al final se acabó corriendo y me puse muy contenta por habérselo hecho tan bien.
Yo le dije que tenía ganas de que me la metieran como a mis primas, y aunque él no quería, le enseñé mi vagina abriéndomela con los dedos para que viera como estaba de mojada y que cabían mis dos dedos dentro de ella, así que después de mucho insistir, me mandó ponerme tumbada con las piernas abiertas, empezando a pasar su polla por mi rajita, frotándomela y apretando un poco hasta que casi entro todo su capullo, pero me empezó a doler un poco y él la sacó porque no quería hacerme daño:
.- Ves como eres pequeña todavía para esto, la mía no te cabe, pero cuando vayamos al pajar, a ver si te la puede meter tu primo el pequeño.
Así fue como cuando nos volvimos a reunir todos en el pajar, después de hacer las cosas de la otra vez, le dijo a mi primo de 13 que me la metiera y me puse tumbada, y al ser bastante más pequeña que la de mi primo mayor, empujando un poco pudo entrar y al moverse ya empecé a notar un gusto que no había sentido otras veces y me puse a gemir como una loca, pero mi primo se corrió en poco tiempo y me lo llenó todo por dentro de semen. Yo me asusté un poco por haberse corrido dentro, pero me tranquilizaron diciéndome que a mi podían echármelo, porque todavía no tenía la menstruación.
Por la noche vino a mi habitación el primo que me la había metido en el pajar y me dijo:
.- Me gustó mucho metértela, porque lo tienes más estrecho que mis primas y por eso me corrí tan pronto, pero ahora quiero metértela otra vez para durar más.
Se metió en la cama conmigo y mientras mi prima dormía en la otra cama y no se enteraba de nada, se puso a tocármelo para ponérmelo mojado mientras yo le hacía la paja, para acabar poniéndose encima de mi y me la empezó a meter y a darme gusto enseguida, hasta que creo que me corrí por el grito que di y él también se corrió después, aguantando más esta vez.
Otros días en el pajar mi otro primo también pudo metérmela varias veces y ya me entraban muy fácil, así que en otra ocasión que estaba con mi primo mayor, le dije que ya me cabía la suya, y como siempre, después de insistir, me dijo que vale.
Primero se puso a chupármelo mucho para ponérmelo muy flexible, dijo él y cuando ya estaba toda empapada, empezó a empujar su polla en mi coñito hasta que fue entrando poco a poco y a mi me hacía gritar con cada empujón, diciéndole :
.- Me da mucho gusto, primo, métemela más.
Al final entro toda pero se movía muy despacio para no hacerme daño, pero yo sentía un tremendo placer, porque cada vez se movía mas fácil dentro de mi y me hacía echar líquidos hasta que me corrí dando tantos gritos que le asusté.
El también se corrió echándome todo el semen dentro, pero se salía para afuera mojándome todo el culo. Eso le dio la idea a él de meterme un dedo por el ano lleno de semen para ir dilatándolo más fácilmente y me preguntó:
.- ¿quieres que te la meta por aquí también?
.- ¿Se puede ahí?
.- Claro, a tus primas mayores se lo hacemos por el culo muchas veces para poder corrernos dentro y da mucho gusto también, además cuando lo tengas bien dilatado te va entrar muy bien.
.- Ah, vale, a ver como se siente.
Y se puso a meterme un dedo primero, luego dos, y después de echarme una crema pudo acabar metiéndome tres, que aunque me dolía un poco, notaba mucho gusto igualmente. Cuando vio que ya estaba preparado, empezó a meter su polla en él y al empezar el movimiento del metesaca, casi me falta la respiración, al sentirla tan adentro, mientras con una mano me frotaba el clítoris para sentir gusto por los dos lados, llegando a un orgasmo brutal si es que ya podían ser mayores que los que había tenido antes.
Dentro de una semana iba a cumplir 11 años y no podía creerme que el descubrimiento del sexo pudiera darme tanto placer y haberlo practicado ya tanto o mas que muchas chicas mayores. Por eso cuando volví a mi pueblo y estaba con mis amigas y alguna que era mayor nos contaba como se montaba en las pollas de los chicos yo ya sabía como era eso, y cuando se lo dije ella se echó a reír y me invitó a un cumpleaños donde iban a hacer eso. Yo la pedí si podía llevar a una amiga que también quería verlo pero no lo había hecho todavía y me dijo que no había problema.
Al llegar a la casa donde se celebraba el cumpleaños, vimos como estaban todos bebiendo y que nosotras éramos las chicas más pequeñas que estaban allí, y se quedaron mirando para nosotras invitándonos a tomar algo. Yo no quise pero mi amiga si bebió y al poco rato estaba todo el rato preguntándome que cuando empezaban a subirse a las pollas.
Luego vimos como las chicas subían al piso de arriba y fuimos detrás de ellas hasta un grupo de chicas que esperaban en la puerta de una habitación donde estaban dos chicos tumbados en la cama desnudos con las pollas empinadas y las chicas pasaban y se iban subiendo en ellas y empezaban a moverse y a saltar hasta que les venía el gusto y se corrían y dejaban el sitio a otras dos. Cuando nos tocó el turno a nosotras yo enseguida me puse a follar con el chico, pero mi amiga gritaba mucho y la preguntaban que la pasaba:
.- Es que nunca lo he hecho, es la primera vez.
.- Eso tenías que haber avisado antes, aquí vienen las que ya saben. Bueno, da igual, ya se te metió toda y ahora vas a empezar a sentir gusto.
Y enseguida mi amiga se puso a decir sin parar:
.- Aaaahhhh, que bueno es esto, que rico, que rico, ya me meten la polla, que gusto se siente, aaahhhh, que me muero, métemela más fuerte, esto es mucho mejor que meterse el dedo, aaahhhh, que me corro.......
Continuará

Aventuras pornográficas de pedófilos, Parte 01 (de CuPED)
21 de febrero de 2025 en Relatos SDPA, Jovencitas
Presentaciones por todos lados.
Jack era un hombre feliz. El día iba realmente bien. La niña de ocho años que había estado en el rodaje esta mañana estaba inusualmente entusiasmada hoy. El actor que interpretaba a su "papá" también duró mucho tiempo. Se perfilaba una gran película. ¡Los pedófilos se la iban a comer!
No sólo eso, sino que una chica nueva iba a hacer una audición por la tarde. Jack tenía muchas ganas de que llegaran las audiciones. Su pene se endurecía dentro de sus vaqueros azules mientras pensaba en los pasos que haría pasar a la chica nueva. Su madre le había asegurado que la chica actuaría sin dudarlo. Jack había visto las fotografías que la madre había enviado y estaba deseando ver a la chica en directo delante de él.
—Pareces feliz—. Una voz femenina interrumpió sus pensamientos. Jack se giró y vio a Joyce sonriéndole. Joyce sería una de las actrices que participarían en la escena escolar planeada para la siguiente hora.
—Sí, hoy ha ido bien—, respondió Jack devolviéndole la sonrisa. —¡Y hoy tengo una audición que espero con muchas ganas!
—¡Oooooo! ¿Una chica nueva? —preguntó Joyce con los ojos muy abiertos—. ¡No puedo esperar a verla! Joyce, a sus veintitrés años, era una rareza. Joyce, tan pervertida como cualquiera de los hombres que participaron en la producción de pornografía infantil, había sido actriz infantil. Ahora que se había convertido en una mujer despampanante, nadie pensaría que se emocionaba al tener su rostro entre los muslos de una jovencita.
Joyce era una de las tres únicas mujeres adultas que Jack empleaba como actrices. Era, con diferencia, la más hermosa. Con un metro sesenta y cinco de estatura y un pelo negro azabache que enmarcaba su bonito rostro, Joyce estaba en forma y esbelta. Sus pechos eran un poco grandes para el gusto de Jack, pero a los clientes parecía gustarles de verdad. Algunos de ellos eran lo bastante mayores como para recordarla de cuando era actriz a los ocho años. Aunque Jack no había participado en su fabricación, poseía una copia.
—Estoy seguro de que pronto tendrás la oportunidad—, le aseguró Jack. —¡Esta chica es encantadora! Estoy seguro de que será muy popular.
—Mmmmm no puedo esperar—, repitió Joyce antes de ir a su lugar en el escenario. La escena estaba lista y preparada, Joyce fue la primera participante de la escena en aparecer. Tomó un guion y comenzó a aprenderse sus papeles.
El siguiente en aparecer fue George. George, que lucía resplandeciente con su traje desaliñado, parecía ansioso por comenzar la escena. A sus cuarenta años, George tenía el aspecto barrigón, pero severo, perfecto para interpretar a profesores o directores. Con un metro ochenta de altura, era una presencia imponente cuando aparecía en pantalla con una jovencita. Su cabello color arena estaba salpicado de canas aquí y allá para darle un toque de dignidad.
—¡Hola, Jack! —gritó George alegremente, acercándose a donde estaba sentado Jack con la mano extendida.
—Hola, George, ¿estás listo para irnos? —respondió Jack estrechando la mano que le ofrecían y luego dándole una palmada en el hombro al hombre mayor.
—¡Siempre!—, sonrió George. —¡Sabes que hacer estas películas es lo mejor de mi mes!
—Me alegra oírlo—, dijo Jack devolviéndole la sonrisa. —Realmente voy a necesitar algo de entusiasmo hoy. Esta será la décima vez que hacemos este tipo de escena en los últimos dos años. ¡No quiero que se vuelva monótona!
—Lo tienes, amigo—, respondió George antes de irse a unirse a Joyce en el escenario. Mientras la pareja hablaba y repasaba la escena, Richard, el encargado de iluminación y sonido de Jack, se acercó a los actores y los colocó en el escenario para comprobar las imágenes de la escena. Bob y Ray, los dos camarógrafos que se encargarían de la filmación, se unieron a la conversación. Pronto George estaba recostado contra su escritorio mientras Joyce se arrodillaba frente a él y le hacía una mamada lenta.
Mientras esto sucedía, la joven estrella de la escena hizo su aparición. Guiada por las manos de su padre sobre sus hombros, la pequeña Helen, vestida con una falda a cuadros y una camisa blanca con medias rojas hasta la rodilla y zapatos negros, dio un grito de alegría y se apresuró a saltar al regazo de Jack. Sus coletas volaron mientras rodeaba el cuello de Jack con los brazos y le daba un beso firme en la boca. Su pequeña lengua se adentró rápidamente y Jack apretó con fuerza a la preadolescente mientras le devolvía el beso.
Mientras Jack exploraba la boca de la niña de seis años con su lengua, sus manos se movían entre ellas. Levantó su falda a cuadros y comenzó a frotar su pequeño coño a través de las bragas de nailon que usaba la niña. Helen gimió suavemente mientras lo hacía. Interrumpiendo el beso, Jack miró a la niña a los ojos brillantes y dijo: —Hmmm, ya estás mojada aquí abajo. ¡Debes estar esperando con ansias el día de hoy!
Helen se rió y frotó su coño contra la mano de Jack mientras respondía: —¡Tenía TANTAS ganas de hacerlo! ¡No pude dejar de pensar en ello todo el día de ayer y anoche! ¡Tuve que hacer que papi me cogiera tres veces!— El padre de Helen parecía avergonzado y asintió.
Jack frunció el ceño de forma burlona y retiró la mano del coño de la encantadora chica mientras decía: —Espero que entre esas tres veces, ¡te hayas acordado de estudiar tus líneas!—. No era una gran preocupación para él. A Helen le había resultado fácil que la filmaran. Siempre recordaba las pocas líneas que le daban. A Helen le gustaba mucho hacer películas porno.
Helen puso los ojos en blanco y dijo: —POR SUPUESTO que recordé mis líneas—. En un tono altivo, agregó en tono de broma: —¡Después de todo, soy una profesional!—. Luego sonrió de oreja a oreja.
—Sí que lo eres—, dijo Jack con cariño. —Adelante, ve al set, empezaremos a filmar en breve—. Entonces Jack le dio un beso rápido a la chica y le apretó el trasero antes de dejarla en el suelo y girarla hacia el set.
—¡HOLA!—, gritó Helen al ver a George y Joyce. George estaba sentado en la silla del "director" con Joyce recostada en la mesa, comiéndole el coño mientras Bob y Ray revisaban los ángulos para asegurarse de no pillarse el uno al otro en la foto. —¡No es justo! ¡No hay sexo sin la estrella!—, añadió corriendo.
—Relájate, niña —dijo George con una enorme sonrisa mientras la niña corría a saltar a su regazo—. ¡Solo nos estábamos preparando el uno al otro para ti! —añadió antes de que la niña lo besara profundamente. Después de un momento, Helen se inclinó para besar también a Joyce, justo donde George había tenido su rostro entre sus piernas momentos antes.
Jack sonrió por un momento ante las payasadas de la niña antes de volverse hacia su padre Jason y preguntarle: —¿Recibiste los cheques?
Jason sonrió y asintió en respuesta. Sin embargo, no perdió de vista a su hija mientras lo hacía. En el set, George había sido reemplazado en su asiento por Ray. Helen había ocupado el lugar de Joyce en el escritorio, y Jay estaba ocupado lamiendo el coño de la pequeña niña, con sus bragas apartadas pero sin quitarlas. Mientras Jay hacía esto, Bob estaba aplicando pegamento de Actor en la cara de la chica que gemía. Después de que terminó con eso, colocó una máscara de látex negra que se ajustó sobre los ojos de la niña, enmascarando sus rasgos mientras la dejaba filmable para la acción oral que realizaría más tarde. Tanto Jay como Bob trabajaban como maquilladores. George y Joyce estaban haciendo su propio maquillaje.
Continuará

Sabrina se coge a cinco (de iLLg)
21 de febrero de 2025 en Relatos SDPA, Jovencitas, Incesto, Sexo en grupo
Sabrina se arrodilló en medio de la cama hundida, apartó su denso y oscuro cabello y miró hacia atrás por encima del hombro. La sonrisa que jugueteaba en sus suaves y anchos labios era coqueta, casi lasciva. Lentamente, se inclinó hacia delante, dejándose caer sobre sus manos, levantando un chirriante gemido metálico del antiguo marco de la cama. Arqueó su esbelta espalda. En la tenue luz de la habitación destartalada, la rica piel color café de su trasero brillaba con el aceite que se había aplicado un minuto antes. Inclinó la cabeza hacia la delgada y descolorida sábana, levantó sus delgadas caderas un poco más y meneó lentamente el trasero.
—Bueno—, dijo ella, —¿quién es el primero?
Cabe señalar que Sabrina es una ninfómana. Y no una ninfómana cualquiera, no la típica ninfómana común y corriente a la que le gusta mucho el sexo. Sabrina (con su pelo negro brillante, su piel latina suave y su boca sensual) es una ninfómana diferente, una ninfómana con una misión, una ninfómana con una letras mayúsculas... bueno, ya os hacéis una idea. Una ninfómana absolutamente guarra, una ninfómana devoradora de pollas y chupadora de semen, una ninfómana de gustos depravados y degradados, amante de los entornos sórdidos y del sexo arriesgado con varios desconocidos.
Ah, y tiene ocho años.
Sabrina vivió una notable doble vida. Por un lado, era una colegiala recatada, que iba a la iglesia, llena de vida y de las frivolidades propias de su edad. Por el otro, una puta desenfrenada con un deseo insaciable de ser penetrada por penes e inyectada con fluidos corporales masculinos de muchos y diversos tipos, una adicta al sexo infantil a la que le encantaba conocer hombres en entornos secretos, lejos de su cómodo mundo de clase media, y follar con ellos. Su relación actual, en el tercer piso de un hotel verdaderamente insalubre del centro de la ciudad, había sido arreglada -como tantas otras- por su tío Pedro. Sabrina amaba entrañablemente a su tío Pedro: era su camello a la manera de su adicción, organizaba encuentros con hombres, la mantenía a salvo, lo mantenía en secreto. Su camello, su intermediario, el primer hombre que eyaculaba en su boca; tal vez, entonces, el hombre que lo inició todo, porque Sabrina adoraba el sabor del semen. Para ella, cada hombre era un sabor diferente de helado, un dulce y pegajoso bocadillo que podía devorar con avidez cuando y donde fuera.
También le encantaba que la llenaran, adoraba la sensación de penetración y plenitud que le proporcionaba el coito con hombres adultos. La penetración profunda y satisfactoria, tanto vaginal como, especialmente, anal, con un pene erecto era a menudo tan buena como (y a veces mejor) que chupar el semen de uno que eyaculaba en su boca. Y hoy era un día de llenura.
El tío Pedro la había recogido de la escuela y la había llevado directamente al Hotel Magnífico, un lugar ruinoso y destartalado que no era nada así. Se había sentado en la vieja cama que crujía, todavía con el uniforme puesto, con las piernas cruzadas como le habían enseñado en la escuela, y unos minutos después el tío Pedro había regresado con los hombres. Eran cinco, una mezcla de gente heterogénea, pero todos con esa mezcla de incredulidad, miedo y lujuria desenfrenada en sus rostros que ella había visto cientos de veces antes.
Dos de ellos parecían mecánicos por los monos manchados de aceite que llevaban, uno negro, otro hispano, ninguno de los dos era un Adonis, pero no estaba mal. Uno era un tipo de negocios, con traje, corbata, todo (no podía imaginar dónde lo había encontrado Pedro), pero era bastante lindo, con una barba recortada y un pelo lacio y ondulado. Uno era un hombre mayor, canoso, arrugado, desaliñado, y el quinto apenas había salido de la adolescencia, un joven negro que parecía muerto de miedo, pero cuya erección era evidente en sus pantalones.
Los había visto entrar arrastrando los pies y apiñarse al pie de la cama. El tío Pedro había llevado la silla desvencijada al rincón oscuro junto a la puerta y se había desvanecido en el fondo. Le gustaba vigilar a su pequeña Sabrina y, maldita sea, le encantaba mirar, por supuesto. A veces tomaba fotografías. Cuando Pedro cerró la puerta con llave silenciosamente, Sabrina se había levantado magníficamente sobre sus pies con medias blancas y había comenzado a desnudarse.
En primer lugar, se quitó la camiseta blanca de polo. Sonriéndoles a los hombres, se la sacó fácilmente por la cabeza y la arrojó a un lado. Levantó los brazos por encima de la cabeza, se dio la vuelta un poco y rebotó ligeramente en la vieja cama. Su pecho era plano, por supuesto, pero uniformemente bronceado, su piel del color del azúcar moreno suave, sus pezones eran pequeños círculos oscuros que rodeaban pequeños bultos duros. Se dio la vuelta lentamente, con cuidado de no perder el equilibrio, mientras se bajaba la cremallera de la falda del colegio, salía y la tiraba de la cama. Los hombres estaban fascinados; uno de los mecánicos y el hombre de negocios se habían bajado la cremallera de los pantalones mientras ella bajaba la falda. Ella se quedó de pie, con los brazos en jarras y la cabeza ladeada un poco, dejándoles admirar su cuerpo delgado y joven, antes de bajarse las bragas blancas ante un coro de gemidos apagados y mucho forcejeo con las cremalleras y la ropa interior.
Sin llevar nada más que unos calcetines blancos hasta la rodilla y unos pendientes, Sabrina se había sentado en el borde de la cama y, uno por uno, chupó las pollas de sus cinco pretendientes hasta que estuvieron duras, húmedas y bastante temblorosas por la intención.
Se notaba por la forma en que Sabrina chupaba la polla que realmente le encantaba el sabor. Al principio lamió lentamente, siempre con los ojos puestos en el rostro de su hombre, cubriendo lentamente con la lengua cada pequeño pliegue y arruga, y ordeñando suavemente el miembro y los testículos con las manos. Lamió las gotas de líquido preseminal que salían, saboreándolas todas, y cerró sus suaves y anchos labios alrededor de cada cabeza de pene para succionarlos hasta lograr una erección completa.
La polla del mecánico negro era modesta, tal vez, para un tipo negro, pero gruesa, la cabeza de su polla era rosada en contraste con el casi negro de su miembro. —Mmm, tu polla es de un color realmente bonito, señor, rosa y negro, ¡qué genial! ¡Mmm y sabes a helado de caramelo!
La polla de su compañero era similar en longitud, pero más delgada, con una suave curva ascendente. Se había quitado el mono cuando Sabrina llegó hasta él y ella lo había felicitado por sus grandes y peludas pelotas. Le había chupado la polla y le había hecho rodar los testículos entre los dedos y el sudor le cubrió toda la cara.
El hombre de negocios tenía una polla larga y recta, circuncidada, de color marrón dorado. Sabrina lo acarició y lo lamió y dejó que le sujetara la cabeza y le follara la boca durante un rato, algo que no hacía con todo el mundo. La polla del viejo estaba bastante tiesa cuando Sabrina llegó a él. La lamió y la acarició con la nariz mientras le desabrochaba los pantalones, bajándolos y lamiendo sus viejas y arrugadas bolas. —Mmm, me encanta cómo hueles, ¡todo caliente y sudoroso!—, se rió. Las rodillas del viejo temblaron cuando ella lo tomó en su boca.
Finalmente llegó hasta el chico negro, que estaba casi al borde del abismo, viendo a esta colegiala de ocho años, desnuda salvo por los calcetines de su uniforme, chupar a cuatro chicos de la forma más caliente imaginable. Sabrina le había sonreído, acariciándolo, provocándolo, diciéndole que era un joven semental caliente y que lo deseaba tanto, excitándolo tanto que casi tan pronto como lo tomó en su boca, con los ojos fijos en los suyos, él se estremeció, gimió y eyaculó. Sabrina gimió de vuelta, chupando fuerte, apretando sus bolas, ordeñándolo, tragando su semen mientras sus rodillas se doblaban. ¡Mmm, le encantaba! Caliente, cremoso, cada hombre un sabor único y dulce, entregado directamente a su boca. Lo chupó del miembro espasmódico del chico y deseó poder meter la lengua en su agujero.
—Mmm, señor, ¡oh, qué rico! ¡Ooo, tienes el sabor del helado más dulce, vainilla y coco! ¡Mmm, gracias, señor! —Ella había agarrado su polla mientras decía esto, mirándolo a los ojos extáticos e incrédulos, acariciándolo lentamente—. Ahora ponte duro de nuevo, ¿de acuerdo?
Después de eso, se apresuró a cruzar la cama, sacó la pequeña botella de aceite para bebés Johnson de su mochila y derramó una buena cantidad sobre su trasero y entre sus nalgas. —Fóllame el culo—, murmuró, —córrete en mi culo—, y se movió hacia el centro de la cama. —Bueno, ¿quién es el primero?
Se oyó un arrastrar de pies, un murmullo, un coro apagado de "fóllame", "qué puto calor", "oh, Dios mío". Sabrina volvió a mirar la fila de hombres al pie de la cama, cuatro pollas desenfrenadas y una que se estaba poniendo rígida rápidamente. Miró al segundo de los mecánicos, hizo un puchero suavemente y dijo: "Usted, señor, fólleme el culo, por favor".
Eso rompió el hechizo. El mecánico se sacudió, luego, quitándose rápidamente el mono caído y los calzoncillos, se subió a la cama detrás de Sabrina. Agarró su cadera izquierda con una mano y su polla con la otra. Ella acurrucó su trasero en su palma y le sonrió. —Sí, tómame, lléname, lo quiero. Lléname—. Él gimió, pasando la punta de su polla arriba y abajo por su trasero por un segundo, antes de acurrucarse contra su ano. Sabrina se flexionó, abriendo su ano, y con un rugido ahogado el hombre la penetró. Él agarró su cadera derecha con su otra mano mientras su polla se deslizaba dulce y suavemente por su pequeño y apretado trasero. Sabrina dejó escapar un profundo suspiro de satisfacción al sentir la carne masculina dura en su recto. —¡Ohhhh señor! ¡Ohhhh señor! ¡Qué bueno señor! ¡Oh, cógeme señor!
Ella agachó la cabeza de nuevo, empujando su trasero contra su entrepierna mientras él comenzaba a mecerse. Pronto él tenía su ritmo y su polla se movía hacia adentro y hacia afuera, diez centímetros a la vez, hundiéndose profundamente en el cuerpo joven y caliente de la chica. Sus dedos le apretaban las caderas, su muslo le golpeaba el trasero y su polla se hundía y palpitaba profundamente donde a ella más le gustaba. Mientras él la follaba, ella cantaba suavemente, una letanía de zorra con su voz de colegiala: "yeah yeah yeah yeah fuck me yeah yeah yeah oh fuck me yeah Yeah Yeah Yeah YEAH YEAH!"
Sintió que sus manos la apretaban con fuerza y que su polla se sacudía dentro de ella y echó la cabeza hacia atrás en éxtasis. El chico gruñó en voz alta mientras se corría; sintió los chorros de su semen dentro de ella y apretó sus pequeños puños en la sábana gris. —Oh, sí, señor, sí, señor, ¡ohhh!
—¡Oh, mierda! ¡Oh, mierda! —El mecánico se calmó lentamente, aturdido, su polla dura y húmeda resbalando fácilmente del ano de Sabrina. De inmediato, su amigo del taller lo empujó a un lado, su gruesa polla negra y rosa buscando el ano bien abierto de la chica. La tomó de inmediato, sin perder el tiempo, y Sabrina chilló de alegría cuando su polla embistió contra ella. —Eres una puta caliente, chica —gruñó, meciéndose rápido, su polla llenándola, follándola, chapoteando ligeramente en el semen del primer tipo. Él era más activo, tirando de sus muslos hacia él, golpeando su polla en su agujero, a veces retirándose para frotar arriba y abajo su raja del trasero antes de penetrarla de nuevo. A Sabrina le encantó. Apoyó la cabeza en la cama, su cabello salpicado sobre la sábana, presionó su pecho hacia abajo y levantó su trasero lo más alto que pudo. El mecánico negro la folló duro y rápido y no disminuyó la velocidad cuando su semen estalló dentro de ella.
Apenas había salido de ella cuando el hombre de negocios ya estaba dentro de ella, hundiendo su polla en la viscosa masa de semen que llenaba su recto. Su polla era larga; Sabrina sintió que llegaba deliciosamente hasta lo más profundo de ella. Él era más mesurado, trabajando de un lado a otro lentamente, empujando cada vez más profundamente hasta que sus bolas presionaron sus labios húmedos de la vagina y su vientre duro y plano se sintió maravilloso contra sus nalgas. La tomó más profundamente que cualquier hombre que pudiera recordar, y se sintió fabuloso: carne masculina larga y dura tan adentro de ella, llenándola, reconfortándola, haciéndola sentir amada, especial.
—Sí, sí, sí, oh señor, usted es tan profundo, me encanta tan profundo, oh sí, oh sí, oh sí!
Ella sintió su clímax un minuto antes de que llegara, mientras él disminuía la velocidad, acurrucándose profundamente en ella, sus movimientos se volvían diminutos mientras su pequeño cuerpo caliente, húmedo y apretado lo empujaba hacia arriba y hacia arriba y hacia arriba. Su pene estaba duro como una piedra; casi lo sentía palpitar. La anticipación era gloriosa; ella apretó los puños nuevamente, gimiendo suavemente mientras él se movía un poco... solo un poco... un pequeño movimiento... un poco más... tenso...
—¡Mmmm oh señor! ¡Mmmm oh! ¡Oh sí! ¡Oh señor!
Su semen inundó profundamente su cuerpo, una sensación deliciosa. Sabrina gimió en voz alta.
El anciano la tomó a continuación. Su polla tenía una curva lateral, una sensación diferente, una follada deliciosamente diferente. Su recto estaba lleno de semen; goteaba de su ano y chapoteaba y chorreaba alrededor de su polla mientras la follaba de manera constante, tenaz, su arrugada cara vieja se contraía con un esfuerzo lujurioso. Ella lo animó suavemente. —Oh, sí, señor, oh, eres tan bueno, tan amable, oh, me follas el culo tan bien. Mmm, siento tu polla, oh, sí, oh, fóllame bien, señor, oh, córrete dentro de mí, señor, quiero tu semen dentro de mí, señor.
El viejo soltó un grito estridente mientras se corría, y sus arrugadas pelotas bombearon un sorprendente torrente de semen en el culo de Sabrina. Ella gimió suave y prolongadamente mientras él se corría dentro de ella, y le sonrió con cariño mientras los dos mecánicos lo ayudaban a levantarse de la cama y lo obligaban a sentarse en la esquina para que se recuperara.
Sabrina flexionó los músculos anales, cerró el ano y dejó que se relajara de nuevo. Sintió el maravilloso estrujamiento y el goteo del semen en su recto, lo suficiente para sentir que necesitaba ir al baño. Contuvo los músculos, deleitándose con la sensación de retención. ¡Solo una más y sería su récord!
El joven negro fue el último. A pesar de que se había corrido en su boca hacía poco, una carga caliente, dulce y pegajosa, su hermosa polla oscura estaba desenfrenada nuevamente. Cuando se subió detrás de ella, Sabrina se estiró hacia atrás para tocar su vientre duro y acariciar su polla.
—Mmm, señor, ¡estás duro otra vez! ¿Te gusto? Eres mi último. ¿Quieres follarme? Yo quiero que lo hagas.
Ella se puso a cuatro patas de nuevo y levantó su culo mojado y resbaladizo. —Fóllame bien, señor, fóllame bien y fuerte y dame tu semen.
El chico la tomó, duro, rápido, su polla golpeando húmedamente dentro de ella, chapoteando de un lado a otro mientras la follaba duro en su pequeño culo de puta. Era vigoroso, más vigoroso que el segundo tipo, casi brusco. La embistió, sus manos apretadas sobre sus muslos, sus bolas golpeando su coño. Sabrina arqueó la espalda de placer mientras su masculinidad caliente y dura llenaba su recto, dentro, fuera, bañado en las cuatro cargas de semen que ya había recibido. Cuando se corrió fue otra gran carga - ¡la joven lo tenía todo! - y ella chilló de placer cuando la empujó hacia abajo al final, recostándose sobre ella, aplastando su cuerpo joven y delgado mientras su polla golpeaba y bombeaba dentro de su culo. —¡Agh! Jodida... pequeña... zorra... ¡ah... ah... ah... ah...!
—Oh señor sí señor sí señor sí señor ohhhh...
Sabrina yacía, jadeante, sobre la cama gris. Mechones de cabello se le pegaban a la cara. Tenía los ojos cerrados y una gran sonrisa soñadora se dibujaba en su boca sensual. Su trasero se sentía maravillosamente lleno, lleno de sexo, lleno de masculinidad cruda y un cóctel arremolinado de semen mezclado. Mmm, ¡se sentía tan BIEN! ¡Qué bien ser deseada, deseada por tantos hombres! Qué bien complacerlos y que la llenaran. Apretó las nalgas y se estremeció. Pronto se pondría de nuevo las bragas y la ropa del colegio y se iría a casa, y pasaría la tarde siendo una buena hijita, con el semen de cinco hombres en su recto.
Los hombres se habían ido; sólo quedaba el tío Pedro. Ella lo oyó reírse suavemente y abrió los ojos. —¡Sabrina, cariño, eres una chica increíble! ¡Eres una sobrina traviesa y sexy! —Se subió a la cama junto a ella. Ella le sonrió y lamió la cabeza roja y furiosa de su polla ofrecida. Él se inclinó hacia atrás mientras ella se la llevaba a la boca, terminando con él lentamente, juguetonamente, hasta que su deliciosa crema con sabor a limón llenó su boca. Ella lo bebió de un trago, ordeñando sus bolas de la manera que sabía que lo volvía loco. Se limpió la boca, lamió las últimas gotas que rezumaban de su agujero y se rió con su risa alta y dulce de colegiala.
—Mmm, ¡te amo, tío Pedro! —Se estiró, volviendo a apretar las nalgas y moviendo el trasero contra las sábanas ásperas y arrugadas. Se rió—. ¡Mmm, pero ahora tengo hambre! ¿Crees que aquí hagan servicio de habitaciones?
Continuará

Nuestra introducción al modelaje, Parte 02 (de BadDad)
21 de febrero de 2025 en Sexo en grupo, Relatos SDPA, Jovencitas, Incesto
Habían pasado dos semanas desde que llevamos a Heidi a casa de Jim para la sesión fotográfica. Sandy y yo hemos follado furiosamente desde entonces, pero nunca hablamos de ello con Heidi. Nunca salió el tema, pero ella nunca preguntó al respecto. Nos preguntamos si lo que Jim le había echado en su refresco la había hecho olvidar todo el asunto. Para Sandy y para mí, cada vez que pensábamos en ello, nos poníamos más cachondos que nunca y teníamos que follar. Sandy me dijo que una tarde estaba conduciendo de regreso a casa y que tenía el coño tan caliente que terminó deteniéndose y buscando una calle lateral apartada para poder meterse los dedos.
Aunque Heidi nunca lo mencionó, un día nos preguntó si no era una buena modelo, porque nunca hablamos de ello ni volvimos a verla para otra cita. Simplemente le explicamos que Jim nunca nos había llamado. No estoy segura de qué tipo de señal fue esa, pero al día siguiente, cuando volvimos a casa, teníamos un mensaje en nuestro contestador automático de Jim pidiéndonos que lo llamáramos de nuevo. Lo hicimos y nos explicó que había encontrado un comprador para el set de fotos de Heidi y que le habían adelantado algo de dinero pidiendo otro set. ¡Tenía su primer fan oficial! Estuvimos de acuerdo y fijamos una reunión en su estudio para el viernes por la noche siguiente.
Sandy salió y le compró a Heidi una nueva falda de jeans y una tanga. Dijo que la miraron un poco raro en la tienda cuando pidió una tanga que le quedara a una niña de 8 años, pero la encontró. La falda le quedaba increíble. Apenas cubría su trasero, y cuando caminaba se podía ver solo la parte inferior de sus nalgas asomando. Le puso una camiseta blanca ajustada con escote en V y sin sostén. Tuvimos que parar en el centro comercial para comprarle algo a Sandy para que se pusiera de camino a Jim, y las miradas que recibía Heidi nos decían que estaba vestida de manera perfecta. Algunos hombres intentaron ser muy sutiles, otros simplemente la miraban lascivamente mientras caminábamos. Bromeé con Sandy sobre que necesitábamos comprarle a Heidi unos tacones altos para ser una verdadera zorra con clase.
Llegamos al estudio de Jim y lo encontramos a él y a Mary montando un decorado tipo cocina en el estudio. Entramos, charlamos un rato y Jim dijo que el tiempo es dinero y que nos pusiéramos en marcha. El inversor no había especificado exactamente lo que quería, pero dio una visión general de una jovencita en una cocina. Tanto Jim como Mary comentaron que Heidi se había vestido perfectamente para lo que le habían pedido, así que no había necesidad de cambiarse. (Aparentemente, una putita es lo que le gustaba). Jim se estaba preparando y Mary trajo otra lata de refresco para que Heidi bebiera. Heidi se lo bebió todo y le pregunté a Mary qué era. Ella solo dijo que era algo que ayudaría a Heidi a relajarse un poco. Mary le ofreció otra bebida a Sandy, que también la bebió. Llevaron a Heidi al plató y le explicaron que debía empezar por el fregadero como si estuviera lavando platos y simplemente caminar por el plató.
Jim empezó a sacar fotos y se agachó para mirar a Heidi y mostrarle sus piernas. Tiene las piernas más hermosas, como su madre. Le dijo a Heidi que alcanzara un armario y, cuando lo hizo, se le subió la falda y se le vio el culo en tanga. Se podía oír a Mary y Jim jadear al ver su pequeño y perfecto culo. Sandy y yo estábamos más cerca esta vez y Sandy notó que a Jim se le estaba poniendo dura en los pantalones. Sin embargo, ¿quién podía culparlo? Allí estaba esta niña de 8 años vestida como una zorra mostrando su culo en tanga.
Jim le pidió a Mary que viniera a ponerle los pezones duros de nuevo, y Mary entró al set y de inmediato comenzó a masajear el pecho de Heidi. Sus pezones asomaron a través de su camisa casi de inmediato, y Mary se apartó y Jim reanudó la filmación. Jim luego le pidió a Mary que ayudara a Heidi a sentarse en el mostrador, y ella la ayudó a levantarse, pero cuando la bajó, las manos de Mary se deslizaron debajo de la falda de Heidi, y se notaba que rozaban el pequeño coño de Heidi. Heidi había respirado profundamente y se había mordido el labio inferior cuando lo hicieron. Mary la dejó allí por un segundo, antes de volver a pisar el set.
Jim empezó a hablar de nuevo. Sandy se estaba poniendo casi inestable de pie junto a mí, diciendo que lo que le habían dado la estaba haciendo sentir muy relajada. Jim escuchó esto y sonrió, y le dijo algo a Mary que no pudimos oír. Volvió su atención a nuestra hija de 8 años y le pidió que abriera las piernas mientras estaba sentada allí. Como una buena niña, Heidi lo complació. Él comentó lo lindas que eran sus bragas y lo sexy que la hacían lucir.
Heidi se estaba tragando los cumplidos y se notaba que se estaba excitando. Sin que nadie se lo pidiera, Heidi se agachó y se quitó las bragas, mostrándonos a todos su hermoso coño calvo. El momento fue exquisito. Jim la ayudó a ponerse la pierna sobre la encimera y, mientras lo hacía, bajó la mano y frotó su coño. Heidi se agachó, sostuvo la mano de él allí y lo ayudó a empezar a frotarla. Fui a rodear a Sandy con el brazo, pero cuando lo hice, no me di cuenta de que Mary se había movido a nuestro lado y había empezado a tocarle el culo a Sandy.
Jim había deslizado un dedo en el coño calvo de Heidi y estaba empezando a follarla lentamente. Heidi se movía hacia adelante y hacia atrás, metiéndose de lleno en él. A mi lado, Mary había deslizado la falda de Sandy hasta la cintura y, cuando Sandy la dejó, Mary se arrodilló detrás de Sandy, abrió las nalgas y enterró la lengua tan profundamente como pudo. Sandy gimió en voz alta y se inclinó hacia delante para que Mary tuviera mejor acceso. Jim me dijo que subiera al plató y viera mejor lo que estaba pasando. Me acerqué caminando, Heidi tenía los ojos cerrados y lo que había montado en el dedo de Jim. Me preguntó si ya había hecho algo con Heidi y, cuando le respondí que no, se sorprendió porque parecía una puta dispuesta. También dijo que eso no era sorprendente, porque su madre también era una puta. Señaló con la cabeza hacia donde Mary estaba lamiendo furiosamente el coño de Sandy.
Jim sacó su dedo y me invitó a que le metiera el dedo. Mientras lo introducía, no pude evitar sentir lo suave y sedoso que era su coño. Se deslizó divinamente. Me sorprendió lo húmedo que estaba su joven coño y Jim comenzó a tomar fotos de mí tocando a mi bebé.
Mary acompañó a Sandy hasta el plató con la falda alrededor de la cintura y la inclinó sobre una mesa. Colocó a Sandy de modo que pudiera ver cómo estaban usando a Heidi, se arrodilló y comenzó a comer a Sandy un poco más. Jim le dijo a Mary que se acercara a nosotros y desnudara a Heidi por completo.
Mientras hacía eso, Jim se acercó a Sandy y le metió tres dedos en el coño. Sandy se quedó sin aliento cuando Jim le dijo que era una putita mojada. Antes de que nos diéramos cuenta, Jim había sacado su polla y la había metido en la boca de Sandy. Sandy gimió en voz alta cuando su miembro comenzó a deslizarse dentro y fuera de su boca.
Jim le decía todo el tiempo que era una buena puta. Mary había desnudado a Heidi para mí y le había quitado la cámara a Jim cuando se dio cuenta de que estaba más concentrado en que mi esposa le chupara la polla que en tomarle fotos a mi pequeña zorra. Mary le dijo a Heidi que sacara mi polla y comenzara a acariciarla. Heidi lo hizo sin protestar y usó la mano para comenzar a acariciar mi dolorido eje de arriba a abajo.
Mary se agachó rápidamente y le dio una mamada breve a mi polla, hasta que quedó bien mojada. Heidi instintivamente abrió las piernas y se deslizó hacia adelante, como si fuera una zorra natural. Llevó mi polla a los labios de su coño y comenzó a frotarla alrededor de ellos. Poco a poco, la cabeza de mi polla se deslizó dentro de ella, hasta que aproximadamente la mitad estuvo dentro, y ella se soltó y envolvió sus piernas alrededor de mí.
Mary estaba allí masajeándose los testículos mientras mantenía una mano ocupada trabajando su propio coño. Jim y yo nos pusimos de pie y caminamos hasta detrás de Sandy, y la cogimos salvajemente por detrás. Sandy jadeaba cada vez que la embestía con su polla. Podía sentir la cereza de Heidi abriéndose cuando deslicé mi polla hasta el fondo. Ella hizo una mueca y yo me incliné hacia delante y la besé fuerte y profundamente. Nuestras lenguas se encontraron y giraron mientras exploraba su boca.
Me incliné hacia atrás y seguí follándola, ganando un poco de velocidad y ella pareció acostumbrarse a la polla. Me agaché y agarré sus pequeñas caderas y comencé a usar embestidas más largas y profundas, diciéndole lo bien que se sentía su coño en mi polla. Mary estaba metiendo frenéticamente los dedos en su coño mientras miraba, y Jim estaba martillando a Sandy haciéndole saber lo putas que eran ella y su hija. La respiración de Heidi se volvió rápida y superficial, y le dije lo apretada que estaba. Me preguntó si era el pequeño juguete de papi, y casi me corro allí mismo. Le dije que ahora era la pequeña zorra de papi y cuando lo hice, podía escuchar a Sandy correrse alrededor de la gran polla de Jim. Golpeé a mi pequeña puta cada vez más fuerte, hasta que mis bolas estaban listas para explotar en la zorra. Con una gran embestida, me quedé profundamente e inundé su pequeño y apretado coño con mi carga. Podía sentirlo palpitar profundamente en su coño.
Jim sacó su polla y comenzó a chorrear sobre las tetas de Sandy, y Mary también estaba terminando su orgasmo. Todos nos quedamos sentados allí en silencio por un rato, hasta que nos levantamos para limpiar sin decir una palabra. Jim había dicho que el cliente le había enviado $500 y que pagaría más al recibir las inyecciones. Estaba muy seguro de que esto generaría bastante dinero y se comunicaría con nosotros cuando llegara el dinero. ¡No podíamos esperar!
Continuará

Mis nuevas vecinas, Parte 02
21 de febrero de 2025 en Relatos SDPA, Jovencitas
Al día siguiente, me levanté muy temprano por la emoción que de nuevo iba a cuidar a mi angelito Eli, así que desayuné lo más rápido posible y preparé algunas cosas para nuestra diversión, puse todo en una mochila y me puse a esperar a Vanessa. Así fue, al poco rato ella llamó a mi puerta pidiéndome de nuevo que cuidara a su hija, yo le contesté: – ¡Claro! No hay problema. Ella me dio las gracias y las llaves de su casa (vaya mujer, si que confiaba mucho en mi, en cuidar a su hija) y se esperé a que se fuera en su auto, así que inmediatamente fui por mi mochila y me fui, meto la llave y entro, y ahí estaba mi angelito, viendo la tele mientras desayunaba su cereal y era de esperarse solo estaba con su panty. Al verla inmediatamente mi pene se paró. Ella al verme soltó su tazón y corrió hacia mí, yo la cargué jugando con sus nalguitas mientras ella me abrazaba. Emocionada ella me dice que ¿íbamos a jugar? Yo le contesté: -Hoy traje una sorpresa en mi mochila para poder jugar, ella muy emocionada grito, pero le dije, que primero tenía que terminar su desayuno. Ella inmediatamente bajó de mí y comió todo su cereal.
Cuando terminó yo de nuevo la cargué en mis brazos, pero esta vez jugaba con sus pezones mientras le preguntaba si había mantenido nuestro secreto, ella me dijo que sí. Entonces ella me pidió que la baje y ella me dice: -Oscar, vamos a quitarnos la ropa, hoy igual hay mucho calor. Yo vi que Eli empezó a quitarse su panty quedando totalmente desnuda ante a mí, yo entonces empecé a quitarme la ropa y mis jens quedando en bóxers mientras Eli me observaba mi palo tieso, entonces Eli me pregunta: ¿Hoy me darás leche? Le contesté: Si, si te portas bien, cuando terminemos de jugar. Ella inmediatamente me bajo el bóxer sin que yo se lo pidiera, luego me agarró el pene con sus dos manitos y empezó a masturbarme, para aguantar, le retiré mi pene en su manos y le dije, luego princesa y tuve el valor de darle un beso en su boquita.
Entonces le dije: ¿Por qué no jugamos a guerra de globos de agua? Entonces ella grito de la emoción tanto que me sorprendió. Vamos al patio para llevar los globos que traje le dije. Entonces salimos así ya desnudos y mientras Eli sacaba todos los globos que traje yo sacaba una manguera y la colocaba en la salida de agua.
Así fue jugamos a la guerra de agua, mi angelito estaba más que divertida, claro durante el juego aprovechaba a jugar con su vagina y sus pezones, por ratos yo me dejaba caer o “vencerme” y Eli se montaba sobre mi pene, rosando con su péquela vagina , eso fue lo más delicioso que sentí.
El juego acabó cuando los globos se acabaron, agitados de tanto correr fui a mi mochila y saqué dos toallas, me puse a secar mi princesa, le dije que entre a la casa mientras yo recogía todos lo globos reventados y guardándolos en mi mochila, así Vanessa no sospecharía nada y que el calor intenso de verano borre el gran charco de agua que nuestro juego dejó.
En eso, como tardé entrar a la casa mi angelito se desesperó gritando que entre de una vez, yo solo le grité ¡ahí voy! Estoy recogiendo la basura. Entonces entro y voy hacia la sala donde me estaba esperando mi angelito. Me siento a lado de ella y ella se sube a mis muslos quedando frente a frente y mi pene aún parado sobre su vaginita. Con su carita angelical me dijo: Me divertí mucho, nunca había jugado a guerra de globos. Yo solo sostuve su cara y le dije: me alegra Eli. En ese momento le di un beso lo cual sorprendentemente me respondí haciendo lo mismo, me animé metiendo mi mengua y saborear su lenguita vi que sus ojos reaccionaron. Mientras la besaba pellizcaba sus lindos pezones y le pasaba mi dedo índice en su rayita. Ese beso duró como 5 minutos y luego me separé de ella, puede ver su carita infantil roja y su respiración agitaba, esa expresión jamás la olvidaré. (Aún sigo sorprendido que una nena de tan solo 7 años de edad pueda disfrutar estos placeres y que no se incomode por estas mismas).
Después de nuestro apasionado beso le pregunté que si le gustó, ella me contesta: – No se Oscar, se siente raro, siento como que cosquillas en mi cuerpo cuando acaricias mi cosita, pero se siente muy bien. Entonces le dije, -¿Quieres que siga tocando tu cosita? Ella a duras penas con la excitación que tenía me contestó un sí muy erótico. Entonces yo me acosté en el sillón y le dije que hagamos un 69, así como lo hicimos ayer, ella entendió muy bien y se posicionó, como una bestia muy hambrienta empecé a comerme esa rica vagina virgen, busqué su diminuto clítoris y lo saboreaba, su vaginita sabía delicioso entre un sabor dulce y amargo con un poco de olor a orín, que rico sabía sentía que su respiración ya estaba más agitaba y empezaba a dar pequeños gemidos infantiles que la verdad tenía mi pene muy duro y morado por tanto placer, ella aún no se animaba chuparme el pene, así que le dije que lo haga, a duras penas lo tomó y empezó a masturbarme, ¡uuff! No se cómo puede contener mi venida, ella empezó a comerme mi pene, primero empezó a succionarme como si fuera un popote y luego pude sentir que ella con su lengua empezó a jugar con mi pene, ¡Que placer! dije en mi mente. (Enserio, yo pienso que algunas niñas nacen con un talento para estas cosas, lástima que la sociedad lo mal vea). Después de unos 10 minutos de sexo oral mutuo, tomé valor para meterle mi dedo meñique en su vagina, en ese momento cuando se lo metí ella gritó de placer como si su vagina esperaba eso. A pesar que metí mi dedo meñique sentí que su pequeña vagina me lo apretaba, así que pensé que penetrarla sería lo más delicioso, con esa presión.
Estuvimos un buen rato, lo cual perdí la noción del tiempo gracias a ese gran placer que me daba esa rica nenita, tanto que no escuché que el carro de Vanessa llegó, entonces mientras nosotros estábamos en lo nuestro, solo escuche la puerta abrirse e inmediatamente salté de un susto y puede escuchar la voz de esa mujer diciendo: – ¡Ya llegué hija! Me levanté inmediatamente casi casi lanzando a mi angelito y puede ver el rostro de Vanessa mirándonos desnudos y en plena acción, no lo puede creer, ya eran las 4 de la tarde. No sabía que hacer en ese momento, lo único que sabía es que mi vida estaba arruinada, esa mujer me iba asesinar por estar abusando de su propia hija de 7 años. Quería salir corriendo y escapar de esa casa.
Continuará