Cuando llegó el día del viaje, Anselmo me despertó casi de madrugada ya que me esperaba un viaje de casi 13 horas de mal camino, hasta la ciudad. Las cosas las habíamos acomodado la noche antes en la camioneta y después del desayuno nos despedimos de Anselmo y su hijo y partimos rumbo a la ciudad. Adelante iba Maria y Eulogia, en la parte de atras Lucrecia, sentada sobre los bultos. Durante casi dos horas no pasó nada de importante, salvo lo accidentado del camino y mi precaución para manejar. A las nueve de la mañana pasamos por el pueblo y no paramos, seguimos viaje hasta casi las doce del medio día en que hicimos un alto para comer las cosas que Eulogia había preparado la noche antes. Durante el viaje casi no hablabamos y yo me dedicaba a conducir con cuidado ya que el camino es de montaña y muy peligroso. Serían las dos de la tarde que Maria me dijo que quería cagar, su madre le dijo que no me moleste, pero yo le dije que no había problemas, estacioné a un lado del camino, en un lugar solitario, me bajé con el rollo de papel en la mano y Maria se bajó por mi lado, le dije a Eulogia y a Lucrecia que bajen a estirar las piernas, que todavía faltaban muchas horas de viaje.
Las dos se bajaron mientras Maria cerca a la llanta trasera de la camioneta se puso a cagar, me acerqué a ella y cuando terminó la limpié ante la atenta mirada de su madre, que me vio hacer sin decir nada, pero después le expliqué que lo hacía para que no ensucien el asiento de la camioneta. Lucrecia solo hizo pis y me pidió que la limpie y eso hice mientras Eulogia nos miraba sin decir nada. Las chicas corrieron al arroyo que había cerca a lavarse, mientras Eulogia me decía que ella también tenía ganas de cagar, pero que le daba vergüenza, ya que ella jamas había visto eso con lo que había limpiado a sus hijas y que me tenía mucha vergüenza, le dije que para que no tenga vergüenza que lo haga dándome la espalda y que cuando termine solo se levante un poco la falda y que yo que estaría atras de ella, la limpiaría sin que me vea. Eulogia fue caminando hasta donde la hija menor había cagado y se agachó a cagar, dandome la espalda, cuando terminó se levantó un poco y levantó su falda para no ensuciarla, pero sin mostrarme su culo.
Me acerqué y metí mi mano bajo su falda desde atras, y procedí a limpiar suavemente su culo con un primer pedazo, luego subí su falda hasta su cadera y dejé a mi vista su culo desnudo, sus nalgas eran un poco morenas y al medio se veía su negro y arrugado culo, la piel de su alrededor estaba bien curtida, casi de color negro, se lo limpié con otros dos pedazos y le dije que ya estaba limpia. Ella se irguió del todo bajandose la falda y dandose la vuelta me miró y con una sonrisa me dijo que se sentía bien y que sentía su culo bien limpio. Le dije que en la ciudad los baños son diferentes a los del campo y que una vez que lleguemos le enseñaría a usarlos. El viaje continuó sin novedad hasta que llegamos ya entrada la noche a la ciudad, las luces se veían desde lejos. Paré a un lado del camino y hice que Lucrecia se venga adelante con su madre y su hermana ya que estaba haciendo frío, y para que escuche las explicaciones que les iba diciendo sobre la ciudad.
Llegamos al edificio donde estaba mi Departamento ante el asombro de las tres mujeres que por primera vez veían edificios y tantos autos, todo las asombraba, y me llenaban de preguntas sobre cada cosa que veían. Cuando introduje la camioneta en él parqueo interior y paramos en mi sitio particular apenas podían salir de su asombro. Bajamos los bultos y nos dirigimos al ascensor y cuando les expliqué para que servía, no lo podían creer y tenían miedo de entrar. Después de regarles y amenazarlas de que si se quedaban abajo se las robarían, logré que entren y cuando el ascensor comenzó a moverse el temor y el miedo se reflejaban en sus caras.
Maria y Lucrecia se aferraban a mis piernas, apretándose contra mi con mucho miedo. Eulogia no decía nada, pero en su cara se notaba el temor. Mi Departamento quedaba en el cuarto piso y cuando el ascensor paró y abrí las puertas metalicas del mismo, casi salen disparadas las tres. Después de dejar el ascensor caminamos por el pasillo tenuemente iluminado, ninguna de las tres hablaba, solo me seguían. Abrí la puerta de ingreso al Departamento y las hice pasar al Living comedor y cuando encendí la luz, las tres lanzaron un grito de exclamación al ver los muebles, las alfombras, los cuadros, los espejos y las cortinas. Como mi Departamento es de dos Dormitorios las llevé a las tres a uno de ellos y las hice dejar sus cosas a un costado de la única cama de dos plazas que había al medio del cuarto.
Después les mostré mi cuarto y Lucrecia y Maria no salían de su asombro por todo lo nuevo que iban descubriendo, les mostré el baño de mi dormitorio y luego el baño de visitas, la cocina, el cuarto de lavandería y por ultimo la terraza, a la que salieron con temor, menos Maria que era la mas valiente de todas. Les dije que como estabamos cansados encargaría la comida y que luego de un baño nos iríamos a dormir porque al otro día teníamos mucho que hacer. Después de la comer las hamburguesas y la gaseosa que trajo un mensajero, que les encantó a todas, nos fuimos a la cocina y les enseñé a usar el lavaplatos y las otras cosas de la cocina. Eulogia decía que jamas podría aprender a manejar todas estas cosas modernas, le dije que le enseñaría ya que mi meta era poder ir llevando todas estas cosas a la granja tras que tengamos un motor de luz. Después de lavar y acomodar todo, las llevé hasta el living y las hice que se sienten en los sillones y yo me senté al medio de las dos chicas en el sofa. Prendí con el control remoto el televisor y las caras de asombro de las tres al ver las primeras imagenes fueron increíbles. Las dejé mirando televisión y le dije a Eulogia que primero bañaría a Maria, luego a Lucrecia y que luego le enseñaría a ella a usar el baño, me respondió que estaba bien y que me agradecía por todo y que las perdonara por ser tan ignorantes.
Me llevé casi a la fuerza a Maria hasta su baño y la desnudé, luego prendí el calefón y largue el agua de la ducha para que entibie. Cuando el agua estuvo tibia la metí bajo la ducha y la bañe concienzudamente hasta dejarla bien limpia. Luego la envolví en una toalla y la llevé hasta su cama donde le puse una polera mía y la acompañé hasta su asiento en el living. Eulogia y Lucrecia seguían viendo las imagenes sin pestañear, nos miraron y luego siguieron mirando la televisión. Tomé de la mano a Lucrecia y la llevé hasta el baño, donde la desnudé y la metí a la ducha, después de bañarla igual que a su hermana le chupé el coñito y el culito hasta que la hice tener un orgasmo, luego hice que me la chupe hasta que terminé en su boquita como siempre, luego la llevé a su cama y la sequé bien y le puse una polera mía, luego la llevé al living y la dejé viendo televisión. Maria se había dormido y Eulogia estaba cabeceando muerta de sueño. Llevé en mis brazos a Maria hasta su cama mientras Eulogia me seguía.
La dejamos en su cama durmiendo y luego le dije a Eulogia que me siga hasta el baño. Le expliqué como funcionaba la ducha y para que servían los frascos de shampoo y cremas, pero me miraba sin entender nada, así que le dije que la bañaría como a sus hijas, ella se rió nerviosa y me dijo que le daba vergüenza, le dije que no la tenga y la ayudé a desnudarse, su cuerpo no era gran cosa, ya que era muy flaca, pero su entrepierna era bien peluda, con un vello negro y largo, sus tetas eran en forma de copa, de tamaño mediano y un poco caídas, con pezones bien grandes y de un color oscuro, la ayudé a meterse bajo la ducha y empecé por lavarle el pelo que lo tenía bien largo y era de color negro y lacio, mientras se lo lavaba le iba explicando como usar el shampoo y la crema, luego le enjaboné todo el cuerpo y después la enjuagué bien, por último le lavé su coño peludo y aproveché para meter mis dedos dentro de su vagina, ella a ratos reía nerviosa y me decía que le daba mucha vergüenza, pero se dejaba hacer todo conmigo. Por último le lavé el culo y terminé con sus piernas, la enjuagué y luego de ayudarla a secarse, la llevé alzada hasta mi cuarto, mientras ella se moría de vergüenza y me decía que podía caminar, pero en sus ojos veía que estaba gozando de lo que le hacía, ya que no dejaba de sonreír, no pesaba casi nada ya que como era pequeña y flaca, no debía de pesar mas que unos 45 kilos, la dejé parada sobre mi cama, con sus manos trataba de medio cubrir sus tetas y su sexo, me di la vuelta y de mi ropero saqué un camisón que era de mi mujer y le dije que se lo ponga.
Le quedó muy grande y este casi llegaba a arrastrar por el piso. Para no apurar las cosas la acompañé hasta el cuarto en donde estaba durmiendo Maria y la dejé acostada, le dije que Lucrecia estaba mirando televisión y que si ella quería Lucrecia podía dormir conmigo para que ella pudiera dormir tranquila en esa cama solo con Maria, en su ingenuidad Eulogia me dijo que si, que Lucrecia podía dormir conmigo pero que si me molestaba que se la trajera a la hora que sea. Me despedí hasta mañana y me fui al living donde estaba Lucrecia mirando televisión, al verme me preguntó por su madre y le dije que estaba durmiendo y que si ella quería nos podíamos ir a la cama, ya que su madre me había dado permiso para que ella pueda dormir conmigo. Lucrecia se alegró mucho, pero me pidió que le explique algunas cosas de los programas de la televisión y me senté a su lado y ella se pegó a mi y mientras yo le hablaba ella no dejaba de mirar. Mas tarde cuando la vi cabecear, la llevé alzada hasta mi cama y la acosté entre las sabanas. Me desnudé y entré a mi baño, donde me bañé y luego de ponerme unos calzoncillos de tela me fui a la cama. Lucrecia ya dormía, así que me acosté a su lado y no tardé en quedarme dormido abrazando el cuerpito de Lucrecia.
Por la mañana, la primera en levantarse fue Eulogia, quien al no poder encender la cocina vino a despertarme para que le enseñe. Salí con ella a la cocina y me di cuenta que se había vestido ya con su ropa habitual, el vestido tubo negro, la camisa blanca y el saquito negro de lana. Le enseñé como manejar la cocina, lo que había en la heladera y la dejé preparando el desayuno. Desperté a Maria y la llevé en mis brazos a mi dormitorio y entre los dos despertamos a Lucrecia. Le saqué la camiseta a Maria y la dejé desnuda, y entre risas desnudamos a Lucrecia y luego entre las dos me sacaron el calzoncillo, nos pusimos a jugar a las luchas en la cama los tres desnudos, yo me excité al estar acariciando los cuerpitos de las dos niñas desnudas y mi pene se comenzó a levantar.
Lucrecia que fue la que se dio cuenta primero, me la agarró con sus manitos y me comenzó a pajear, mientras yo me comía a besos la barriguita de Maria y le metía mi mano en su entrepierna y le sobaba las nalguitas, mientras tanto Lucrecia había metido mi pene semi erecto en su boquita y me lo comenzó a chupar. Maria estaba acostada de espaldas y reía de mis caricias en su barriguita, le abrí las piernitas y le comencé a acariciar su coñito lampiño, le separé las paredes de su rajita y con mis dedos se lo comencé a sobar, hasta que la escuché que comenzó a gemir bajito. Lucrecia me seguía chupando y pajeando la pija que se me había parado totalmente, mientras yo besaba ya el coñito lampiño y pequeño y hacía que Maria tenga varios orgasmos en mi boca.
Terminé en la boca de Lucrecia que se tragó todo mi semen, dejando a Maria acerqué a Lucrecia contra mi cuerpo y la besé en la boca sintiendo mi olor y mi semen en su pequeña boquita. Al rato me levanté y las alcé en mis brazos y las llevé a mi baño y mientras ellas hacían sus necesidades llené la tina de agua. Después de limpiarlas como a ellas les gustaba las metí a la tina y me metí con ellas, empezamos a jugar dentro del agua mientras las bañaba y me bañaba. Eulogia entró al baño y nos miró desde la puerta asombrada y sin hablar, al verla le dije que se saque la ropa y entre con nosotros, negó con su cabeza y me dijo que le daba vergüenza, sus hijas le rogaron que entre con nosotros y por fin aceptó. Se desnudó y entró en la tina, le hicimos lugar y mientras ella se sentaba, terminé de bañar a las chicas y me terminé de bañar yo mismo, luego me acerqué a Eulogia y la enjaboné con la ayuda de las chicas que entre risas me ayudaron a bañar a su madre. Salimos nos secamos y luego en mi dormitorio nos vestimos y mas tarde desayunamos. Me despedí de las tres diciéndoles que tenía que hacer unas compras y que a mi vuelta las llevaría a almorzar.
Compré ropa para las tres y regresé a la casa, Eulogia estaba lavando en el cuarto de la lavandería mientras las chicas en el living miraban televisión. Las llamé a mi dormitorio y les di a cada una lo que había comprado, mientras les decía que con las ropas que traían en la ciudad no podían salir porque la gente aca no vestían así, las ayudé a cambiarse, primero a las dos chicas, les puse los pantalones vaqueros y unas camisas de franela, medias de algodón gruesas, un par de tenis blancos y una chamarra acolchada para cada una.
Cuando terminé las chicas corrieron a mirarse en el espejo, mientras tomé de la mano a Eulogia y la hice pararse al lado de mi cama. Me miraba con sus grandes ojos negros llenos de asombro mientras la desnudaba, me dejaba hacer sin decirme nada. Cuando la tuve desnuda le puse un calzón de algodón que le quedó un poco grande, un pantalón de buzo holgado de tela térmica color negro y luego una polera blanca de algodón gruesa y de manga larga y por último una chamarra haciendo juego con el pantalón, la senté en mi cama y le puse una media de algodón y unos tenis color negros, la llevé frente al espejo de mi ropero entre las risas de sus hijas y el asombro de ella por verse por primera vez con esas ropas.
Comimos en un Restaurante de comidas chino y les enseñé a usar los cubiertos y les gustó mucho la comida, luego las llevé a pasear por un parque y un zoológico, todo era novedad para las tres que se divertían y asombraban con todo, otra cosa que les gustó fueron las helados y las barras de chocolates. Casi al atardecer las llevé a un Supermercado a hacer compras. Como todo el día Eulogia no se soltaba de mi brazo y me di cuenta que tenía miedo de todo.
Las chicas empujaban cada una un carrito mientras yo compraba y le explicaba a Eulogia lo que iba comprando. Cuando terminé los dos carritos estaban llenos y Eulogia ayudaba a Lucrecia mientras yo ayudaba a Maria. Volvimos al Departamento en Taxi. Acomodar los víveres en las alacenas de la cocina fue otro juego para ellas, cuando terminamos nos sentamos a mirar televisión mientras Eulogia nos preparaba algo de comer. Después de la cena me llevé a Maria al baño de mi Dormitorio y después de desnudarla la metí a la ducha y le di un baño mientras Lucrecia traía la ropa de dormir para las dos. Cuando terminé de duchar a Maria, la llevé en mis brazos hasta mi cama y la dejé para que su madre le ponga la ropa de dormir, Cuando volví al baño ya Lucrecia se había desnudado y me esperaba dentro de la ducha, la bañé y la masturbé y le besé su coñito lampiño, hasta que la hice terminar. Luego la llevé hasta su cama ya que esa noche le tocaba dormir con su madre. Le puse su camiseta de dormir y la arropé dentro de las colchas.
En eso entró Eulogia y me dice que Maria estaba acostada en mi cama esperándome, pero que ahora le tocaba bañarse a ella, le pregunté si quería que yo la bañe y bajando la cabeza de vergüenza, me dice que si. La acompañé al baño y esperé que se desnude, luego la ayudé a entrar a la ducha y le ayudé a lavarse el pelo, mientras le explicaba como usar los shampoo y las cremas. Enjaboné su cuerpo, sus piernas y brazos y por último me dediqué a su sexo peludo. Después de lavar sus labios vaginales, penetré con mis dedos su vagina hasta que la sentí mojada por dentro, luego le lavé el culo, mientras ella se agachaba hacia adelante y brotaba su culo para atras, abriendo un poco sus piernas, por último le metí dos dedos en su culo y en su vagina y la masturbé hasta que la hice gemir de gusto, tenía el culo y la vagina estrecha y sus labios eran chicos, así que pronto sentí como le venía su primer orgasmo, frunció la cara y se le aflojaron sus piernas hasta que se sentó en el borde de la bañera jadeando. La tapé con una toalla y la alcé en mis brazos pese a sus protestas y la llevé hasta su cama. Les di un beso a ella y a Lucrecia y me fui a mi cama en donde me esperaba Maria.
Después de cerrar la puerta con seguro me acosté al lado de la pequeña Maria, después de desnudarme. Maria me miraba con sus ojitos bien abiertos. Apagué la luz del centro del cuarto y solo dejé encendida las de las mesas de noche. Destapé a Maria y le pregunté si le gustaba estar conmigo y en mi cama y me dijo que le gustaba mucho. Como estaba acostada de espaldas comencé a besarla en las mejillas el cuello y luego fui bajando a su pechito, le saqué la camiseta y la dejé desnuda. Continué besando sus pechitos y su barriguita hasta llegar a su inverbe coñito. Maria con sus seis añitos, su pequeño tamaño y la fragilidad de su cuerpito parecía una niña de cuatro años, lo que hacía que la situación me causara mas morbo. Le abrí las piernitas y me recosté entre ellas casi de costado para poder masturbarme cómodo, mientras le chupaba la vaginita. Maria comenzó a gemir y abría mas las piernitas al sentir mi lengua en su coñito.
Olía a limpio y tenía un sabor muy especial, la suavidad de su piel enervaba mis sentidos, pronto se humedeció y con mis chupadas se comenzó a inflamar su rajita. Yo comencé a masturbarme cadenciosamente, mientras sorbía sus jugos y me deleitaba chupando su rajita hasta que solté mi semen sobre las sabanas en una corrida monumental mientras Maria casi queda desmayada de los varios orgasmos que le saqué pese a su corta edad. Cuando se durmió me levanté a tomar agua a la cocina y me encontré a Eulogia levantada y sentada en el pequeño living. Me senté a su lado y la atraje contra mi cuerpo, le pregunté que le pasaba y me dijo que no podía pensar, que todo era nuevo, y que no sabía como actuar ante las cosas que estaba conociendo y las cosas que yo les estaba enseñando. La tranquilicé con palabras cariñosas, diciéndole que yo solo quería lo mejor para ella y toda su familia. Me dijo que tenía miedo de que yo me enoje ó me canse de ellas y las eche a la calle. Le dije que eso no sucedería nunca.
Entonces me dijo algo que me dejó asombrado. Que su marido le había dicho que se deje coger conmigo para que pueda tener un hijo conmigo y de esa forma asegurar el futuro de toda la familia, ó en todo caso que me entregue a Lucrecia que era la que estaba mas pegada a mi, y que si ella era mi mujer yo no los votaría nunca de la Finca. Le dije que la Finca sería de las tres mujeres y que yo a las tres las consideraba mis mujeres y que quería tenerlas a mi lado para siempre. Eulogia se puso a llorar y me dijo que era una pobre campesina ignorante y que todo el tiempo no sabía como actuar para agradarme. La atrage contra mi cuerpo y la besé en la frente y en las mejillas, mientras la sentaba en mis piernas.
Me preguntó después si ya me había cogido a sus hijas, le dije que todavía que esperaría que crezcan un poco, pero que mientras tanto les enseñaría todo para que cuando sean grande sean buenas amantes. Le pregunté a que edad ella había cogido por primera vez y me contó que fue un tío hermano de su madre el que se la había cogido cuando tenía ocho años y que después un hermano mayor que tenía se la estuvo cogiendo hasta que se juntó con Anselmo, embarazada de Lucrecia que era hija de ese su hermano mayor, y que desde que estaba con Anselmo no había estado con otro hombre. Estuvimos un rato mas charlando mientras le abría las piernas y le subía el camisón dejando a mi vista su coño bien peludo. Eulogia no decía nada solo me dejaba hacer. Le metí dos dedos a su vagina y la masturbé hasta que entre jadeos la hice tener un orgasmo. Cuando estaba terminando la acosté en el sofa y le chupé su coño hasta que me largó sus jugos en mi cara. Quedó como muerta tendida de espaldas y despatarrada en el sofa hasta que la tomé en mis brazos y la llevé hasta su cama. Lucrecia dormía tranquila, mientras depositaba a su madre a su lado. Limpié su coño con una toalla y luego la dejé bien arropada y me fui a dormir.
Continuará









