Mi familia campesina, Parte 3

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Esta publicación forma parte de la serie: Mi familia campesina
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La siguiente semana hice un viaje al pueblo con Anselmo y su hijo Gregorio y me sentí mas tranquilo ya que en ningún momento salió el tema de lo que había pasado con las chicas, para que no existan sospechas los invité a comer al restaurante al que íbamos con las chicas y luego compramos las herramientas, los abonos y regalos para los chicos. Regresamos sin novedad y el recibimiento de las chicas fue mas expresivo hacia mi, que a su padre. Anselmo y su familia eran bien ingenuos e ignorantes ya que la mayor parte de la gente de estos lugares jamas habían estado en una escuela, ni siquiera sabían lo que era la televisión, ya que ni en el pueblo que había cerca lo conocían. Así que me propuse que en mi próximo viaje a la ciudad traería un aparato con casetera y varios videos de películas.

Los chicos me comentaron que en el pueblo a veces llegaban unos cines ambulantes que van de pueblo en pueblo, pero que como era muy caro, solo sus padres habían visto alguna vez alguna película. Durante esa semana Lucrecia me ayudaba en el trabajo del jardín sin separarse de mi ni cuando entraba al baño. La seguí limpiando a ella y a su hermanita cuando iban a cagar. Por las mañanas con Lucrecia teníamos algunas sesiones de sexo, yo le chupaba su coñito y su culito hasta que la hacía tener unos orgasmos cada vez mas intensos y ella me comenzó a chupar la pija hasta que me hacía terminar en su boquita, se acostumbró a tragarse todo mi semen y no la sacaba de su boquita hasta dejarla bien exprimida. Lucrecia tenía ya ocho años cumplidos, pero como era bien flaca y un poco desnutrida parecía en comparación de unos cinco ó seis años de una chica de la ciudad. Maria que recién había cumplido siete años era casi del tamaño de Lucrecia y era un poco mas despierta, después de cagar dejaba que le toque su coñito y su culito solo por un momento y luego salía disparada riéndose, bajándose su falda, sin dejarme opción a hacer nada mas.

Cuando llegó el fin de mes, fecha en la que tenía que ir al pueblo por víveres, Maria saltó de alegría y me dijo delante de todos que ahora era a ella a la que le tocaba ir conmigo. Muy temprano al día siguiente salimos para el pueblo, como a la media hora de viaje Maria me dijo que quería hacer caca, como la vez anterior con su hermana, paré a un costado del camino la camioneta y la ayudé a bajarse, ella se alejó un poco, casi al lado de la rueda trasera y se levantó su falda y de puso a hacer caca, saqué un poco de papel de la guantera y me paré al lado del asiento, con la puerta de la camioneta abierta.

Cuando Maria terminó medio se levantó y le dije que se acerque a donde yo estaba, ella vino y se paró a mi lado, me agaché y la limpie bien, luego la acomodé hincada sobre el asiento dandome la espalda, le dije que se coloque como los perritos, cuando ella se acomodó le subí la falda y dejé su culito desnudo a mi vista, con las dos manos le aparté sus nalguitas y comencé a besar su culito y la rajita de su coñito, pero solo por un momento ya que sentí que ella estaba incomoda. Con mis manos se lo abrí bien y estuve un rato mirando su inberve coñito y su minúsculo culito, saque mi pene de su encierro y me masturbé, hasta acabar sobre mi otra mano, luego le bajé su falda y le dije que se siente bien, mientras yo daba la vuelta a la camioneta y me sentaba en mi lugar. Continuamos viaje y una vez en el pueblo hicimos las compras, comimos y por la tarde iniciamos el regreso a la granja. Ya en el camino Maria se durmió en su asiento al rato que salimos del pueblo, así que no pasó nada mas.

Los días siguientes, fueron igual a los anteriores, con Lucrecia haciéndome unas pajas fenomenales y yo chupando y lamiendo su coñito y su culito cada vez que podíamos. Con Maria no pasó nada mas, solo que cuando quería hacer caca venía hasta donde yo estaba para que la limpie. Cerca a fin de mes les avisé que la siguiente semana quería ir a la ciudad a hacer varias compras importantes, como ya sabía Lucrecia y Maria gritaron que querían ir conmigo y su madre les dijo que no podían ya que serían una carga para mi, les dije que pensaría la forma en que se podría hacer ese viaje y ver la forma de que puedan venir conmigo, que esperaríamos unos días y que ya les avisaría. Por la tarde después de la siesta recorría la granja y junto con Anselmo planificabamos los trabajos para las siguientes semanas.

Fue en una de esas tardes que salió el tema de mi viaje a la ciudad y Anselmo me pidió que si le podía traer ropa para su familia y le dije que porque mejor no se venían conmigo hasta la ciudad Eulogia y las dos chicas y así ellas mismas se podrían comprar lo que les hiciera falta, y que en mi siguiente viaje a la ciudad vendría él y su hijo. Anselmo lo pensó un momento y me dijo que estaba bien siempre que no fueran molestia para mi. Le dije que no eran molestia y por el contrario, que yo me había encariñado con su familia y las consideraba como mía. Al día siguiente Lucrecia me dijo durante el desayuno que su padre les había dado permiso para ir conmigo a la ciudad y que su madre y su hermana estaban muy contentas.

Mas tarde Eulogia me dijo que su marido había hablado con ella y que estaba asustada, ya que ninguno de su familia había ido a una ciudad grande y que por lo que le habían contado la ciudad era muy peligrosa. La tranquilicé diciéndole que conmigo no tendrían problemas de ningún tipo y que yo velaría por la seguridad de las tres. Lucrecia estuvo muy zalamera y contenta toda la mañana, y cuando Maria vino para que la limpie, la acompañé hasta el lugar donde cagaban y esta vez Lucrecia no nos acompañó como hacía siempre, después la limpié y le besé y chupé un rato su culito y su pequeño coñito y mientras lo hacía se me ocurrió una idea que pondría en practica con el fin de cogerme a la madre de las chicas. Cuando se fue Maria a seguir ayudando a su madre, Lucrecia vino a donde yo estaba y esta vez me dijo que lo que quería era que le chupe su coñito directamente, se subió la falda y me mostró su coñito. La recosté sobre el pasto y me hinqué entre sus piernitas y me puse a chuparle su coñito y su culito hasta que hice que tenga un orgasmo bastante ruidoso, mientras yo me masturbaba. Después me pidió que quería chupar mi pija que ya estaba con una media erección, me senté en el suelo mostrandole mi pene, inmediatamente Lucrecia se hincó frente a mi y se metió mi pija en su boquita y me comenzó a realizar una mamada, pajeándome con sus manitas al mismo tiempo hasta que me hizo terminar en su boquita, se tragó todo mi semen y después de limpiarse su boquita continuamos trabajando hasta que Maria vino a avisarnos que era la hora del almuerzo.


Continuará

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