Desde ese día fue motivo de mis pajas, y cuando tenía la oportunidad la colocaba frente a mi y no me perdía detalle de su entrepierna, mientras pensaba como hacer para poder tocar ese coñito que me estaba llenando mi cabeza de pensamientos tan carnales. Cuando me tocaba ir al pueblito cada mes, me acostumbré a traer regalos para los tres chicos y esto mas mi caracter bonachón me fueron ganando la confianza de los tres y de sus padres que en cierta ocasión dejaron que me acompañen al pueblo las dos chicas, en el pueblo las invité a comer al único restaurante que había y luego les invité a helados, dulces y todo lo que quisieron, por la tarde y al regreso a Maria se le aflojó la barriguita y tuve que parar la camioneta a un costado del camino para que hiciera sus necesidades. Se bajó y con la puerta abierta se puso a cagar a un costado del camino y a la vista de Lucrecia y mía. Maria cuando terminó se medio limpió con una manita y luego limpió su manita contra el pasto. Al ver esto saqué un rollo de papel higiénico de la guantera de la camioneta y me bajé y le dije que no estaba bien limpia y que podía manchar la camioneta, que yo la limpiaría bien con el papel que tenía en la mano.
Ninguna de las dos sabía lo que era eso y se los expliqué mientras le levantaba la falda larga a Maria, la hice agacharce contra el asiento y cortando un pedazo se lo pasé por su culito desnudo, le mostré como salió sucio y corté otro pedazo y le volví a limpiar el culito, hasta que se lo deje bien limpio. Luego con una mano abrí sus nalguitas y le pase un dedo por su culito diciéndole que estaba bien limpio. El culito de Maria era solo un puntito negro y arrugadito pero me excitó mucho tocárselo y mas ver sus piernitas y sus nalguitas desnudas. Lucrecia que había visto todo sin decir ninguna palabra, me dijo que ella también tenia ganas de cagar y haciendo a un lado a su hermana que se estaba bajando la falda, se bajó de la camioneta y se paró un poco mas alejada del lugar donde su hermana estaba y se subió la falda hasta la barriguita y se agachó y comenzó a pujar hasta que comenzó a cagar.
Como lo hacía de costado solo veía sus piernitas desnudas y su carita congestionada. Mientras tanto Maria se subió a la camioneta y se puso a mirar unas muñequitas de plástico que les había regalado. Cuando Lucrecia terminó de cagar se medio levantó y me miró sosteniendo su vestido sobre su barriguita con sus manitos. Caminé hasta donde se encontraba y me coloque a un costado y esta vez me agaché para limpiarla y así poder mirar de mas cerca su culito, corté varios pedazos y la limpié bien mientras ella brotaba hacia atras su culito para que se lo limpie mejor. Cuando la terminé de limpiar se lo dije y como hice con su hermanita le abrí con los dedos de una mano los cachetes de sus nalguitas para dejar totalmente expuesto su negro culito, se lo toqué con un dedo y le dije que estaba bien limpio, me miró y me sonrió y como vi que no se movía se lo comencé a sobar sintiendo en mis dedos la rugosidad de su culito y apretándolo levemente con un dedo sentí su calor. La excitación que sentía me hacía temblar las piernas y para no cometer una tragedia dejé de tocar su culito y la ayudé a bajar su vestido y de la mano la acompañé hasta su lugar en la camioneta.
Reanudamos la marcha y mientras conversamos les pedí que no le digan a sus padres lo que habíamos hecho y me prometieron que no lo dirían. Al día siguiente mientras trabajabamos en el jardín, Lucrecia me dijo que quería cagar, le pedí que esperara un momento mientras iba a mi baño y regresé con un pedazo de papel higiénico. Al verme Lucrecia caminó hasta la sombra de unos arboles altos y ocultos de la cabaña, para que no nos vieran su madre y su hermana, se subió su falda y se agachó a cagar, me senté apoyado contra uno de los arboles y esperé que termine sin dejar de mirar sus nalguitas y sus piernitas.
Cuando terminó de cagar se levantó y se vino caminando casi agachada hasta donde yo estaba, me incorporé y la esperé de rodillas, se colocó dandome la espalda y me colocó su culito ante mis ojos, la limpie con dos pedazos de papel, y luego le acaricié como la vez anterior con un dedo el culito, le dije que su culito era hermoso y si dejaba que le diera un beso, movió su cabeza afirmativamente y dobló mas el torso brotando hacia fuera su culito, con mis dos manos le abrí bien sus suaves nalguitas y le besé su culito varias veces, luego le pasé mi lengua mientras Lucrecia me decía que le hacía cosquillas, se lo chupé por un momento y luego la ayudé a bajar su vestido. Yo seguía de rodillas y tomándola de las caderitas la coloqué de frente a mi y le pregunté si le había gustado lo que le había hecho, bajo la vista sonrojandose y me dijo que si con su vocecita casi inaudible. Le pedí que no se lo cuente a nadie para que no tengamos problemas ninguno de los dos y me dijo que si. Desde ese día siempre que tenía que cagar me buscaba para que la limpie. Maria también cuando tenia que cagar venia a buscarme para que la limpie, pero Lucrecia siempre nos acompañaba y me di cuenta que era celosa de la hermanita.
Al mes siguiente cuando llegó el día en que tenía que ir al pueblo por víveres, Anselmo me dijo que las chicas le tenían que ayudar en la cosecha de duraznos y Lucrecia insistió tanto en ir conmigo para ayudarme con las compras que al final su padre aceptó ante el llanto de Maria que también quería venir. Con la promesa que en el siguiente viaje sería ella la que me acompañaría y que en este viaje le traería un regalo, se calmó y dejó de llorar.
En el viaje de ida y a diez minutos de haber salido de la granja Lucrecia me dice que tenía ganas de cagar, por su cara me di cuenta que lo que quería era otra cosa. Paré la camioneta a un costado del camino en la parte baja, entre dos cerros. Lucrecia bajó por su lado y yo por el mío, la seguí mientras ella caminaba hacia unos arbustos que habían al lado de un pequeño arroyo de aguas cristalinas, cuando se comenzaba a levantar la falda le pedí que esperara mientras me acercaba hasta pararme a su lado, ella me miraba interrogante con la mirada, me arrodillé mientras le pedía que si se podía sacar toda la ropa para después cagar. Lucrecia se rió con su risa de niña, cantarina y alegre, pensando que mi pedido era tal vez un poco loco, y se comenzó a desprender los botones de su camisa de color indefinido por lo vieja y sucia, le ayudé a sacársela y luego le desprendí el único botón que tenía su falda y se la saqué haciendo que levante los pies.
Como ya sabía que en estos lugares nadie usaba ropa interior, Lucrecia quedó totalmente desnuda ante mi vista. Admiré su cuerpito desnudo, sus pechitos eran como dos pequeños limones, dos protuberancias pequeñas un poco mas oscuros que el resto de su piel, sus pezones casi no se notaban, su barriguita era un poco abultada y en su entrepierna apenas se notaba la rajita de su sexo. Sus piernitas eran largas y flacas y sus pies pequeños con sus deditos separados por el continuo uso de sandalias abiertas. Me preguntó si ya podía cagar, sacándome de mis ensueños y le respondí que lo hiciera. Se agachó frente a mi y se puso a hacer sus necesidades con una inocencia increíble, como si delante de ella no hubiera nadie.
Cuando terminó se medio incorporó y mirandome me dijo si la podía limpiar. Corté dos pedazos del rollo de papel que tenía en mi mano. La atraje mas hacia mi y le di la vuelta hasta dejarla de espaldas, me hinqué atras de ella y la limpié separando sus nalguitas con una mano, cuando quedó bien limpia, con las dos manos separé sus nalgas y le di un beso y acaricie con mi lengua su culito, mientras ella se mantenía con el tronco doblado hacia delante y con las piernitas semi abiertas, al sentir mi beso suspiró suavemente y apretó su esfínter, haciendo que su culito se contraiga. La solté y la hice dar vuelta hasta que estuvo mirandome de frente, la abrasé y le dije que la quería mucho, ella me sonrió con su rostro congestionado y con rubor, me puso sus bracitos por mis hombros y se pegó mas a mi cuerpo, le acaricié con una mano su espaldita y sus nalguitas y luego dejé un dedo tocando la entrada de su culito mientras le preguntaba si le gustaba lo que estabamos haciendo, me contestó afirmativamente con su cabeza mientras me sonreía, le di un leve beso en su pequeña boquita. Como me di cuenta que no sabia besar le dije como lo tenía que hacer y luego tratamos de nuevo, esta vez ella abrió los labios y respondió a mi beso. Al comienzo lo hacia mal, pero poco a poco lo fue haciendo mejor y pronto estaba respondiendo a mi beso metiendo su lenguita en mi boca y tragandose mi saliva. Mas tarde la coloqué en cuatro patas en el suelo, me hinqué atras de ella y abriendo sus nalguitas le chupé el culito y la rajita de su coñito.
Hice que recueste su cuerpito sobre sus codos y que arquee su cuerpito con lo que su rajita se abrió y con la ayuda de mis manos pude ver la pequeña abertura de su vaginita y su pequeñisimo clítoris, se los comencé a chupar y a lamer hasta que comenzó a gemir cada vez mas rapido, con mi lengua estimulaba su clítoris, su vaginita y su culito hasta que sus gemidos se convirtieron en pequeños quejidos y pronto su cuerpito se convulsionó en el primer orgasmo de su corta vida. Yo había sacado mi pene por la bragueta del pantalón y me masturbaba, hasta que terminé momentos antes que ella. La dejé por un momento y me senté en el suelo, guardando mi pene dentro del pantalón, luego la atraje hacia mi y la senté en mi falda mientras la abrazaba, su respiración estaba agitada y no abría los ojos, se pegó a mi pecho abrazándome con sus bracitos mientras seguía con los ojos cerrados y sin hablar. Cuando se calmó la ayudé a vestirse y nos dirigimos a la camioneta.
Ya en el pueblo, hicimos las compras, paseamos un rato, compramos regalos para ella y sus hermanitos y después de almorzar emprendimos el regreso. Lucrecia estaba mas abierta hacia mi y durante todo el viaje se dedicó a contarme cosas de su familia y de su corta vida. Cuando me preguntó si con lo que habíamos hecho ella podía quedar embarazada, me reí y le dije que no, le expliqué como se hacía y le dije que lo que habíamos hecho era solo besos y chupar, ella me dijo que los domingos en la noche cuando sus padres llegaban borrachos hacían eso, sin importarles que ella y sus hermanitos estén dormidos.
Que ella había visto hacerlo a los chanchos, a las vacas y también a los perros. Me preguntó si mi “pichula” era igual a la de su padre, le dije que no sabía y que cuando había visto la de su padre, me respondió que cuando su padre se bañaba, su madre la mandaba con agua caliente al cuarto donde se bañaba su padre, y en esos momentos lo había visto, pero era como un dedo apuntando para abajo, y que varios Domingos cuando llegaban borrachos ella había logrado ver la pichula de su padre dura y grande antes de ponerla entre las piernas de su madre, después su padre se movía un rato sobre su madre que gemía bajito mientras su padre resoplaba un poco, luego se bajaba de su madre y se acostaba a un lado con su pichula fuera de su pantalón y ella había visto que de a poco se iba deshinchando hasta quedar de nuevo como un dedo gordo, mientras su madre se bajaba el vestido tapando su coño y sus piernas y los dos se quedaban dormidos casi al instante de hacer estas cosas.
Me contó que una vez había visto como su madre se metía la pichula de su padre a la boca y que luego que la había metido casi toda dentro de su boca, movía la cabeza metiendo y sacando la mojada pichula de su padre por mucho rato y cuando su padre se dio cuenta que ella estaba mirando, la mandó salir del cuarto, mientras su madre seguía con lo que estaba haciendo. Estuvimos un rato largo sumidos cada uno en sus pensamientos, hasta que Lucrecia me dijo si le podía mostrar mi pichula, sin responderle paré la camioneta a un lado del camino desierto y me acomodé en mi asiento hasta quedar casi de frente a ella, me abrí la bragueta y me bajé un poco los pantalones y los calzoncillos, luego saqué hacia fuera mi miembro que en ese momento estaba en reposo.
Lucrecia la miraba con sus ojos totalmente abiertos, me bajé un poco mas la ropa y abrí un poco mas las piernas para que lo pueda ver mejor. Lucrecia se acercó mas a mi y se puso a mirar de mas cerca, le dije que la toque con sus dedos, alargó un bracito y la tocó con la punta de sus dedos, luego la recorrió con sus deditos y por último la tomó con toda la mano, me la apretó suavemente y bajó el prepucio y dejó descubierto mi glande, el color de mi pene es un poco oscuro, pero no mucho y la cabeza de mi pene es muy roja cuando esta descubierta. Puse una mano sobre su manita y le enseñé como me la tenía que mover y ella sin dejar de mirar se puso a mover mi pene hasta que este comenzó a crecer en su manito. Me estuvo pajeando por un buen rato hasta que mi pene tomó proporciones considerables y sentí que me venía un orgasmo, corté un pedazo de papel y esperé que ella me siga pajeando y la ayudé con una mano para que me lo haga mas fuerte hasta que me salió el semen en varios chorros que apenas los pude contener con el papel en mi otra mano. Lucrecia miraba como mi pene soltaba todo el semen acumulado y como mojaba todo el papel, mientras con mi mano encima de la manito de ella seguía sobando mi pene hasta que dejé de convulsionar. Le expliqué lo que habíamos hecho diciéndole que no tenía que hablar de esto con nadie y me dijo que no lo haría. Me acomodé la ropa, limpié todo y seguimos viaje. Cuando llegamos a la granja todo estaba bien y Lucrecia entregó los regalos y después de la cena se fueron a su cabaña.
Continuará









