Las compañeras de Magdalena, Parte 01 (de Cazzique)

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    Esta publicación es la parte 1 de un total de 6 publicadas de la serie Las compañeras de Magdalena
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    La primera vez que Ivonne llegó a esta casa se veía completamente diferente, la describiré para que se den una idea de lo mucho que ha ido cambiando. Esa primera vez ella traía puesto su uniforme, de suéter verde con la falda gris y blusa blanca, sus calcetas blancas y zapatos negros; su cuerpo delgado dejaba apreciar las leves curvas de sus pechos y las caderas que ya se comenzaban a acentuar. 

    En esa ocasión solo pudimos platicar escasos minutos. Minutos que por supuesto aproveché al máximo para sacar toda la información necesaria para futuras ocasiones. Allí me enteré de las necesidades que la chiquilla tenía y de algunos de los problemas que ella y su madre mantenían, de igual manera me enteré de que su madre trabajaba y que por lo tanto se pasaba buena parte del día sola en su casa. Así busqué la forma de aprovechar esas situaciones y desde el primer momento le ofrecí a la chiquilla todo mi apoyo incondicional.

    La segunda ocasión que Magdalena me avisó que traería a su amiga yo ya estaba más preparado y de antemano le di instrucciones a mi nena para que me dejara un poco de más tiempo a solas con su amiguita. Así efectivamente sucedió y tuve la oportunidad de avanzar un poco más en mis planes. Mi hija excusándose por la falta de un material que tenían que ocupar para su trabajo escolar hizo como que salía para la papelería y como yo me encontraba justo con ellas me quedé con la linda Ivonne. En esa ocasión ella traía el cabello sujeto en una cola que le caía hasta la mitad de la espalda, se había quitado el suéter escolar y debajo de su blanca blusa se podía apreciar su brasier de color blanco también. Para comenzar a preparar mi estrategia saqué a la plática que mientras llegaba Magdalena deberíamos de buscar en Internet algunos de los textos del trabajo, cosa con la que la chica estuvo de acuerdo. La hice sentarse frente a la computadora y mientras que buscaba lo relacionado con su trabajo yo aprovechaba para acariciar ya sea su cabellera o su espalda levemente. La chica se dejaba tocar auque un poco ruborizada por la falta de confianza. Así mientras que ella buscaba logre además de tener un poco más de contacto físico con ella sacar un poco más de información con respecto de sus problemas familiares.

    Ivonne me contó detalladamente cosas que muy probablemente no le confiaba ni a mi hija y así en cada una de las visitas que la niña hacía a la casa su confianza en mí iba creciendo, visitas por supuesto que cada vez se hacían más frecuentes gracias a la complicidad de Magdalena. Después de varios meses de labor por fin una de tantas tardes se presentó una excelente oportunidad que de inmediato aproveché. Magdalena como de costumbre nos dejó a solas e Ivonne se encontraba sentada en el sofá platicándome los últimos acontecimientos de sus problemas, la chiquilla comenzó entonces a llorar. Inmediatamente me senté en un sillón frente a ella y consoladoramente mis manos se apoyaron en su espalda acariciando delicadamente sus hombros. Poco a poco la chiquilla se fue abriendo más hasta permitir que la abrazara completamente mientras lloraba en mi hombro. Con besos suaves en las mejillas me iba acercando muy cuidadosamente a sus labios hasta que por fin pude darle un delicado beso en ellos. Ella un poco perpleja se dejó besar sin decir nada, mis manos le acariciaban el cabello y la espalda. En esa ocasión la cosa no pasó a más pero dejé el precedente para futuros encuentros con la amiguita de mi hija, le regalé una buena suma de dinero diciéndole que era para lo que pudiera necesitar.

    Así en cada nueva visita ella me tenía más confianza a demás de interés y ya a veces la bella Ivonne solo venía a casa para platicar con migo. Y aquí se preguntaran que es lo que hago tanto tiempo solo en casa, pues bien, yo trabajo desde casa pues aquí tengo puesta mi oficina, y solo en muy pocas ocasiones tengo que ausentarme. Mi mujer trabaja fuera y además a ella la tengo muy bien controlada pero esa historia será un poco más adelante. 

    Una de tantas tardes llegó la pequeña Ivonne y nos encerramos en mi oficina pues ella deseaba platicarme sus problemas. Nos sentamos frente a frente y cuando ella me comentaba sobre los problemas con su madre yo la abracé y la hice ponerse de pie, como en otras ocasiones con delicados besos me acerqué hasta su boca pero en esta ocasión el beso fue más atrevido. Mis labios atraparon a los suyos y jugué muy lentamente apretándolos y soltándolos, tragándome su deliciosa saliva y regalándole a ella la mía, dócilmente Ivonne se dejó conducir por esos senderos posiblemente nunca antes experimentados o si bien ya conocidos, no tan sutil y sensualmente como ahora. La jovencita se abandonó poco a poco dejándome maniobrar a mi antojo y con mucho cuidado y lentamente mi lengua se fue introduciendo en su boca. Al principio ella un poco remilgosa me negó su lengua pero sin dejar de evitar la mía. Pasados unos minutos la jovencita me entregó su lengua y jugó junto con la mía haciendo el beso extremadamente húmedo y erótico. La chica respondió tímida pero decididamente al final y se entregó a un apasionado beso francés. Me puse en pie y tomando de la mano a la pequeña Ivonne la invité a hacer lo mismo, quedamos frente a frente y nuevamente la besé, sus pequeños senos se pegaron a mi pecho mientras que mis manos acariciaban desde su cabello hasta su cintura, delicadamente, ella se entregó nuevamente a mis besos y en sus mejillas morenas se dibujó un rubor cómplice. Traía puesto el uniforme, cosa que me excitaba mucho más. La despojé con mucho cuidado de su suéter verde y acaricié con mucha delicadeza los costados de su cuerpo rozando muy levemente los lados de sus pechos. Ella no dijo nada permitiendo que mis manos siguieran recorriendo su cuerpo delgadito.

    Sin dejar de besarla comencé a desabotonar su blusa y en pocos minutos se la saqué, su cuerpo moreno claro quedó ante mi vista y sus senos solamente ocultos por el sostén blanco. Puse mis manos en su cintura y la abracé volviéndola a besar nuevamente, lentamente mis manos subieron por la delicada espalda hasta encontrar el broche del brasier, sin dejar de besarla lo zafé y ella trató de impedirlo pegando sus brazos a su cuerpo evitando así que la prenda se deslizara pos su cuerpo, me separé admirando la belleza de la jovencita y sujetando sus muñecas la hice separar los brazos, luego jalé los tirantes del sostén y corrí muy despacio la prenda, sus pequeños senos se me fueron revelando poco a poco hasta que por fin me quedé con el sostén en la mano. Sus pechos estaban hermosos, firmes, con sus pezones en flor apuntando hacia arriba. Mis palmas se apoderaron de los pechos y acaricié con ternura lentamente. Ella respiraba con agitación y tenía sus ojos bajos, le levanté la carita diciéndole que no tuviera vergüenza de eso, que ella era demasiado hermosa y que debería de sentirse orgullosa de su cuerpo. Seguí acariciándola y sus pezones se pusieron completamente duros, se los pellizqué delicadamente con las yemas de los dedos y ella no dejó de mirarme.

    Me incliné para probar esas frutas prohibidas y lamí cada uno completamente, desde arriba hasta abajo y de un lado para el otro para luego apoderarme del pezón y lamerlo, chuparlo y mamarlo como se debe de hacer. Mi hermosa compañerita solamente gemía muy levemente. Luego de eso la recosté en el sofá y le quité los zapatos, sus calcetas y acaricié desde sus pies hasta sus muslos, a estas alturas su pecho subía y bajaba rápidamente acelerando más su respiración. Ivonne no volvió a evitar ninguno de mis movimientos y se dejó llevar por sus sensaciones. Metí debajo de su falda gris mis manos tanteando los costados de sus caderas y llegué hasta el elástico de sus bragas, las jalé para abajo hasta sacárselas por los pies, luego frente a ella puse las bragas en mi nariz aspirando de ese delicioso y excitante aroma. Volví a sus piernas acariciándolas con sumo placer y luego subiendo por sus muslos fui dejando al descubierto ese recóndito y escondido lugar que estaba buscando. Entre sus piernas crecía apenas una insipiente mata de vello, la acaricié con los dedos y la palma completa, ella tenía las piernas cerradas, uno de mis dedos se introdujo levemente entre sus labios vaginales y palpé la humedad de su conchita. Lentamente la fui haciendo abrir las piernas para que me mostrara esa deliciosa cavidad, sus labios morenitos se mostraban apenas entre la delicada rayita que los separaba. Delicadamente abrí con los dedos sus pétalos y pude apreciar el rosado interior de su gruta, recorrí con la mirada hasta llegar a encontrar aún oculto su pequeño clítoris. Ante mis manipulaciones la chica pegaba ligeros saltillos y soltaba alguno que otro gemidito apagado.

    Le dije a la amiguita de Magdalena que era hora de descubrir algo completamente diferente y entonces me incliné entre sus piernas, inmediatamente su hedor de hembra me invadió las fosas nasales y sin poder contenerme más le di el primer lengüetazo sobre su vagina. Mi lengua recorrió la hendidura de su panochita desde abajo hasta la parte alta haciendo que Ivonne soltara un gemido de desahogo más que de placer. A este le siguieron uno y otro más, mi lengua no paraba de degustar los deliciosos jugos que ella al poco tiempo me comenzaba a regalar. Su juventud e inexperiencia eran el factor que convierte ese momento en mágico. Después de unos pocos minutos mis lengüetazos se centraron sobre su clítoris que ahora completamente erguido era presa fácil de mis ataques y entre espasmos y gemidos logré regalarle a Ivonne su primer orgasmo. Las caderas de ella se tensaron y levantaron permitiéndome completo acceso a su entrepierna, en estos instantes aproveche para introducir mi lengua lo más profundamente y disfrutar de los calientes fluidos que ella me estaba regalando. Al concluir su orgasmo ella quedó completamente flácida, extasiada y decidí que por el momento esto era suficiente.

    La ayudé a vestirse y en esta ocasión le di como regalo una blusa que había comprado para ella, era muy juvenil y de buena marca, a ella le encantó y ahí mismo se la probó luciéndomela, cosa que aproveché para acariciar nuevamente su hermosos y firmes senos. Mucho más relajada llevé a Ivonne a su casa y le pedí que fuera a visitarme al día siguiente.


    Continuará

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