La secta, Parte 4 (de Cazzique)

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    El siguiente relato erótico es un texto de ficción, ni el autor ni la administración de BlogSDPA.com apoyan los comportamientos narrados en él.

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    Esta publicación es la parte 4 de un total de 9 publicadas de la serie La secta
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    El siguiente domingo me fije en otra de mis pequeñas feligresas, esta vez se trataba de Paola, la hija de una viuda que estaba aun de muy buen ver, Manuela, ese es su nombre, ella era dueña de varios acres de tierras y al parecer nunca se quiso volver a casar solo por cuidar a su hija, le dije a ella que al final de la oración fuera para la parte trasera del templo ya que deseaba hablar con ella. Así que cuando ya varios comenzaban a salir fui para atrás, ahí estaba Manuela junto con la pequeña de tan solo 8 añitos, también se encontraban Felipe y Macaria junto con su madre Ana... ellos querían hablar con migo, así que los hice pasar a la oficina mientras que Manuela y su hijita esperaban unos segundos; ellos me comentaron que gracias a mis sabios consejos ahora eran muy felices y que deseaban invitarme a comer a su casa una de esas tardes, nos pusimos de acuerdo en el día y la hora.  

    Después los despedí e hice pasar a Manuela junto con la pequeña.

    Comencé por comentarle que era malo que estuviera sola en la vida que le hacia falta un poco de amor, todo esto mientras me colocaba detrás de ella y ponía mis manos sobre sus hombros para darle un delicado masaje que poco a poco fue siendo más atrevido, en escasos minutos mis manos estaban rozando sus senos, Manuela no decía nada y su respiración comenzaba a ser más difícil, yo por supuesto continuaba hablándole y diciéndole de las cosas bellas que el amor le podía proporcionar, que era malo también para la pequeña crecer sin ese amor y etcéteras... 

    Manuela comenzó a revolverse sobre el sillón en el que estaba, señal de que estaba excitada, la pequeña Paola estaba sentada detrás de nosotros y no perdía detalle de lo que yo hacia con su mami, mis manos entonces subieron a cuello de la bella mujer y comencé a acariciarlo con suavidad, su cabello lacio de color castaño y largo caía por la espalda de esta y despedía un delicioso olor a shampoo de hiervas, mis dedos al contacto con su piel lograron causar en ella cierto estremecimiento, mientras le hablaba continué meneando mis manos por su piel, poco a poco fui haciendo descender mis caricias y de su cuello fui bajando por sus hombros y así logre meter mis dedos por debajo de la tela de su vestido, continué bajando hasta llegar al inició de sus senos, ya mis manos estaban completamente bajo la suave tela de su vestido, sin darle tiempo a más comencé a acariciar sus senos por sobre el brasier, firmes, cálidos y con unos puntiagudos pezones que ya estaban completamente duros, los podía sentir bajo la tela que cubría a sus tetas. Con delicadeza mis dedos recorrieron las dos protuberancias mientras que ella se quedo inmovilizada y respirando agitadamente.

    Deslice el brasier hacia abajo con mis dedos dejando las dos masas de cálida carne desnudas y nuevamente pasee mis dedos por todo su contorno, en esta ocasión si pude sentir los erectos pezones de Manuela, Todas mis palmar se acomodaron en sus senos, me agache y la comencé a besar en el cuello, la mujer se retorcía en el sillón sin atreverse a nada, la pequeña Paola solo se limitaba a mirar sin dar crédito a lo que su madre y yo estábamos haciendo, mis labios recorrieron la dulce piel de Manuela y después de pasearme por todo su cuello saque mis manos de sus senos y la hice ponerse de pie, girarse y recargarse en el escritorio, frente a ella deposite en sus labios un intenso beso metiéndole mi lengua en lo más profundo de su boca, luego mis manos jalaron las mangas del vestido permitiendo que este resbalara por el cuerpo de Manuela, quedó con las tetas al aire ya que el sujetador se había quedado bajo sus tetas que se alzaban retadoramente con sus pezones rosados apuntándome, abajo solo quedo con sus medias y sus bragas de bajo de éstas; puse mis manos en su cintura y la jalé hacia mí, nuevamente la volví a besar pero pronto me separe de sus labios para ir bajando por su mandíbula hasta su cuello y de ahí a sus tetas a las cuales les brinde un especial trato, chupando y lamiendo cada uno de los erectos pezones en lo que mis manos se recreaban en las duras nalgas de la mujer.

    Desabroche entonces la hebilla de mi cinturón y dejé que mi pantalón cayera al suelo, no traía truza y entonces quede completamente desnudo de la cintura para abajo, mi verga salto como si tuviera un resorte y quedó apuntando directamente a la sensual viuda. Volví a acercarme a ella y nuevamente uní mis labios a los suyo iniciando una nueva batalla con nuestras lenguas, con mis manos le hice a la pequeña Paolita una señal para que se acercase a donde nosotros nos encontrábamos parados, tímidamente la pequeña se acercó y quedo parada a un lado de su madre, yo entonces tomé con una de mis manos su cabecita y con la otra agarre mi verga, giré las caderas para que el nabo quedara apuntando a su carita y entonces acerque su cabecita, la punta de mi pene quedo frente a sus labios que se encontraban cerrados. Empujé un par de veces con las caderas hasta que la chiquilla comprendió que debería abrir su boquita, así poco a poco la pequeña se fue tragando la punta de mi pito, me separé entonces de su madre que se quedo paralizada al ver como la niñita me estaba mamando torpemente el nabo. Me desabotone la camisa y quede completamente desnudo, luego le dije a Manuela que se quitara las pantimedias y que le enseñara a la niña como me debería de mamar, la mujer obedeció instantáneamente y entonces se agachó para quitarse las medias quedando solo con sus bragas negras, luego se hincó de frente a mí y aun lado de su hijita, le dijo a la niña que primero viera como lo hacía y empezó a mamarme delicadamente. Su boca se trago por completo todo mi miembro y luego empezó a lengüetearlo a todo lo largo, termino de lubricarlo perfectamente y luego lo comenzó a mamar, metiéndolo y sacándolo de su boca despacio, poniendo especial atención en la cabeza rojiza de la verga.

    Paolita observaba con mucha atención como su madre me la estaba mamando y pronto le dijo que lo quería intentar, la madre se separó de mí y dejo a la pequeña hacer el intento, las pequeñas manitas de Paola se enredaron en el tronco de mi pene y su boquita se abrió para recibir la caliente barra de carne, fue delicioso sentir como la inexperta chiquilla fue cobrando experiencia a cada chupada que le daba a la cabeza de la verga, pronto logro meter un poco más de la mitad de mi verga en su pequeña boquita, entre tanto su madre se puso de pie para besarme nuevamente, mis manos recorrieron sus firmes senos y luego fui bajando por su cintura hasta llegar a sus caderas, pase a las nalgas y las acaricié por sobre la tela de las bragas, era deliciosa la mujer, comencé a bajarle las bragas y cuando estaban a la mitad de sus muslo ella hizo un movimiento para que éstas cayeran al suelo, por fin la veía completamente desnuda su panocha peluda hacia un exquisito juego con su firme cuerpo, no pude evitar que mi mano completa palpara la hendidura caliente de la bella mujer y la restregué un poco con la palma para poder sentir su humedad.

    Paola continuaba mamándome la verga mientras que yo comencé a masturbar a su madre, con dos de mis dedos recorría su panocha de atráspara adelante y procuraba rozar en lo máximo su hinchado clítoris que sobresalía en la parte alta de su pepa, me separe un poco de la niña y entonces recosté a su madre en el escritorio, sus piernas quedaron elevadas y las tome con ambas manos, le pedí a Paola que viera muy bien lo que iba a hacerle a su mamá ya que después ella lo iba a experimentar, la chiquillase puso entonces a un costado de nosotros y yo apunte mi verga a la rajada de la mujer, puse la cabeza entre sus labios vaginales y empuje un poco, despacio la verga se fue introduciendo entre las cálidas y húmedas paredes de la panocha de Manuela, su rajada se tragó por completo mi erecto garrote y entonces comencé a bombear rítmicamente en su interior, la vergaentraba y salía rápidamente y Paolita no perdía detalle de esto, poco a poco los jugos de Manuela comenzaron a salir a cada una de las arremetidas del ariete que la penetraba, los chasquidos comenzaron a expandirse por toda la habitación al igual que sus gemidos y suspiros, dejé una de mis manos libre ya que con la otra estaba acariciando los senos y en especial los erectos pezones de Manuela; con la mano libre comencé a desnudar a la pequeñita Paola, ella se dejó hacer todo hasta que solo quedo con sus braguitas de color rosa, esperé hasta que la madre de la niña llegó a un intenso orgasmo que la dejó rendida por algunos minutos, mismos que yo aproveche para terminar de desnudar a Paola, entonces le pedí que se colocar en medio de las piernas de su madre y comenzara a darle besitos en su panocha, la niña obedientemente se colocó entra las piernas de su madre que ahora caían a la orilla del escritorio. Me puse detrás de la pequeñita y a la vez que acariciaba su virginal cuerpecito le iba dando indicaciones para que pudiera mamarle muy bien la panocha a su mami.

    Su lengua buscó el clítoris y lo comenzó a masajear inexperta pero excitantemente, a los pocos minutos las manos de Manuela se colocaron sobre la cabecita de su pequeña para evitar que parará de mamarle la rajada, minutos más tarde un fuerte orgasmo comenzó a explotar en el interior de la bella dama, le indique a Paola que debería de beberse todo el jugo que saliera de la panocha de su madre. La niña aprendía muy rápido y ya le mamaba deliciosamente la vagina a su madre y logró hacerla llegar a dos orgasmos que la dejaron completamente agotada, quedándose ahí sobre el escritorio en la misma posición.

    Yo tomé a Paolita y la recosté sobre el sofá de la oficina, comencé entonces a mamarle su rica y virginal conchita, mi lengua se abrió paso entre sus pequeños labios vaginales, se introdujo solo un poco para poder palpar el cálido interior de su panochita, lamí varios minutos preguntándole de vez en vez a la pequeñita si le estaba gustando, ella respondía que si. Busque después su clítoris y me dedique a chupárselo hasta que esté se puso completamente erecto, la niña respiraba con dificultad y pedía que le siguiera haciendo esto ya que le estaba gustando mucho. Se la mamé por largo rato y después me subí junto con ella al sofá, levanté sus piernitas e hice que las flexionara sobre su pecho, dejándome completamente expuestos sus dos agujeritos, le comencé a ensalivar perfectamente la vaginita y luego yo me ensalivé muy bien mi pene; me encaramé sobre la chiquita y apunte mi pene a la entrada de su vagina, lo empuje con fuerza logrando que la cabeza completa se clavara entre sus apretados labios vaginales, así estuve meneándome por varios minutos entre los apretados pliegues de Paola hasta que logre que se dilataran un poco, para este entonces Manuela ya estaba a un lado de los dos, observando las maniobras que yo hacia con mi verga en la conchita de su nena.

    Manuela quería tomar parte en el desvirgamiento de su pequeña y estiró su mano para coger mi pito erecto, ella sola lo comenzó a restregar por la vagina de su hijita y pasados algunos minutos me indicó que era el momento, yo sujeté de las caderas a la pequeña niñita y entonces apunte derecho la verga contra su gruta, sentí en la punta de mi garrote la tela de su himen y empuje con fuerza, la verga se introdujo entonces hasta la mitad de la tierna conchita y Paola pegó un fuerte grito a la vez que de sus ojitos escaparon un par de lágrimas. Me quedé detenido en su interior, esperando que cesase el dolor que en esos momentos experimentaba, varios minutos transcurrieron, entonces comencé a bombear lentamente, mi verga era fuertemente apretada por sus paredes vaginales, la niña aun sollozaba pero ya no sentía tanto dolor como al principio. Le pedí a Manuela que lubricara bien nuestros sexos para que la penetración fuera menos dificultosa. Ella entonces se inclino entre nuestros sexos y sacó su lengua para comenzar a lamer mi verga que continuaba entrando y saliendo, deposito gran cantidad de saliva entre mi tranca y la panochita de su hija, poco a poco las penetraciones se fueron haciendo más y más profundas y mucho más placenteras para ambos; me estuve cogiendo a la niña por largos minutos hasta que ella comenzó a gemir fuertemente y a los pocos minutos de comenzar a gozar fue que logre sacar de su interior sus jugos vaginales, su primer venida, un fuerte orgasmo que la hizo gritar y agitarse, su vaginita se apretó entonces sobre mi chile y yo también comencé a venirme, inunde su cuevita con gruesos chisguetes de esperma que comenzaron a escapar pos las comisuras que quedaban entre sus pliegues y mi verga, fue una venida fabulosa. Me dejó  completamente seco, su madre cuando vio que me retire de la conchita de su hijita corrió y se puso a mamársela hasta limpiarle completamente la conchita de mi leche y logró que la pequeña llegara a un segundo orgasmo.


    Continuará

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