La secta, Parte 2 (de Cazzique)

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    Esta publicación es la parte 2 de un total de 9 publicadas de la serie La secta
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    Se dieron las dos de la tarde y sonó el timbre, cuando abrí la puerta vi con agrado que era Macaria, la hice pasar e inmediatamente nos dirigimos a lasala de la casa en la parte trasera del templo. Macaria se sentó en el lugarde costumbre y yo al lado de la pequeña de doce años, se puso a platicarme de cómo le había ido en la escuela mientras que yo acariciaba la suave y cálida piel de su pierna derecha. 

    Mis dedos se paseaban delicadamente desde la parte de la rodilla hasta el muslo interior, rozaba las bragas de la pequeña y poco a poco respiración se iba haciendo más agitada. En una de las pausas que la pequeña hizo yo me incliné hacia ella y la besé, mis labios se unieron a los de ella con delicadeza, primero jugué con sus labios, mordiéndolos con los mío, después comencé a hacer que ella fuera abriendo la boca para ya restregarlos con más pasión para luego comenzar a introducir despacio mi lengua dentro de su boquita, ella lo iba haciendo muy bien y a los pocos minutos ya comenzó a besar con toda naturalidad, fue un largo beso y cuando nos separamos ella se me quedo viendo con ternura.

    -Que rico fue eso...-

    -¿Te gustó? Podemos repetir...-

    Diciendo esto nuevamente la tome en mis brazos y volvía a besarla de igual manera pero ahora metiendo la mano bajo su blusa, pude palpar sus firmes senos en desarrollo sobre la tela de su brasier, para que no hubiera estorbos comencé a desabotonar la blusa escolar de la pequeña y ésta me fue dejando ver a cada botón que quitaba la canela piel de la pequeñita, su brasier blanco salió por fin a la vista y poco después de quitar el ultimo botón, también la blusa cayó al suelo. Su cintura pequeña, su ombligo, sus grandes senos aun bajo su brasier y su carita formaban una deliciosa escena, luego de separarnos del beso la puse de pie delante de mi y mis manos se posaron en su espalda para desabrochar el sostén, despacio retire la prenda y una extraordinaria visión de sus senos quedo a la altura de mi cara, grandes para su edad, con unos pezones oscuros, puntiagudos y firmes que prácticamente apuntaban hacia el cielo, despacio los fui acariciando, sintiendo la firmeza de estos, la piel de Macaria se erizo al sentir mis dedos y los pezones se erectaron aun más, el pecho de la pequeña subía y bajaba agitadamente por su respiración. La piel de los senos como toda su piel era tersa, suave, delicada, mis labios se abrieron hambrientos y mamé despacio cada uno de los montículos que se me ofrecían, despacio pasé mi lengua por cada uno de los pezones disfrutando de su virginal sabor, mis labios trataban de abarcar por completo el seno en el que se posaban, chupé, mamé y lamí cada parte de esos bellos senos, arriba, abajo, los costados, no dejé espacio sin caricias; mis manos por su lado se recreaban con las redondas nalguitas de la pequeña que acariciaba por debajo de la falda escolar tableada.

    Me separe de ella para terminar de desnudarla por completo, era la primera vez que la veía en su totalidad sin ropa, su cuerpo era perfecto, fino, delicado, de suave piel y con un color canela simplemente delicioso. En esta ocasión también yo comencé a desnudarme hasta quedar completamente en traje de Adán. Macaria lo primero que hizo fue observar la gruesa barra de carne que estaba completamente erecta, me acerque y tomando su delicada manita la puse sobre mi miembro, ella sonrió y palpó por completo la cálida y dura barra mientras que mis manos se posaron en sus senos dándole pequeños tironcitos sobre los pezones erectos, luego la estreche y levante su carita para poder besarla.

    Cuando termine de besarla le dije –Te voy a enseñar algo nuevo que te va a gustar.- La niña me observo con ojos gratos y se dejó llevar en todo lo que le indique después. Le dije a la niña que se pusiera en cuatro sobre la mullida alfombra de la sala, ella así lo hizo, se veía deliciosa, sus nalguitas se ensanchaban dejando ver de bajo su panochita completamente lisa y suave, mi mano se paseó por su rajadita, pude palpar cada pliegue de esa rica concha, Macaria suspiro dejándose llevar por las gratas sensaciones que le estaba proporcionando, luego de esto me agache para como el día anterior comenzar a mamar sus ricas nalguitas, mi lengua se poso sobre la morena piel y comencé a besar y a chupar cada milímetro de sus tersos cachetes. 

    Comencé con amplios movimientos y poco a poco fui acercándome al centro de mi atención, por fin llegué hasta el ano y ahí mi lengua se introdujo lo más profundo posible haciendo que la niña pegara un leve brinquito, comencé a menear mi lengua circularmente dentro del apretado agujerito empezando a dilatarlo, a los pocos minutos uno de mis dedos se hundió en el cálido huequito, Macaria comenzaba a experimentar sensaciones agradables y me lo hacia saber con los gemiditos que iniciaban.

    Varios minutos me tarde en dejar el culito de Mariana preparado para la penetración pero por fin lo conseguí, me hinque detrás de ella y con mi mano apunte la verga hasta colocar la cabeza sobre la entrada del ano, -Te va a doler un poco al principio pero después ya veras.- fue lo que le dije a la niña con mi pene ya apoyado en su anito, empuje con un poco de fuerza y la cabeza se comenzó a abrir paso por la apretada entrada, avanzando ésta se perdió en la húmeda y cálida cueva; continué avanzando, empujando con más fuerza por la resistencia que me estaba ofreciendo el lindo culito, la niña entonces pego un pequeño respingo por el dolor producido, me quedequieto por unos instantes pero poco después reinicié la penetración,tardamos en este proceso cerca de veinte minutos pero al final la verga se clavo en su culo hasta que las bolas chocaron con su panochita, la sujete entonces de las caderas y comencé un leve bombeo, placidamente podía sentir en mi palo como los pliegues internos de la niña me apretaban la macana, la sensación es increíble y esto me estaba llevando rápidamente a mi orgasmo, continué meneándome cada vez más rápido y por fin ella logro alcanzar un orgasmo, mis manos ahora masajeaban sus senos, sus pezones estaban completamente duros, con su orgasmo apretó más los músculos y entonces yo ya no pude evitar mi propia venida, calientes y espesos chorros de esperma comenzaron a salir dentro de lo más profundo del culito de Macaria, fue una espectacular venida que me dejo completamente seco, los dos caímos sobre la alfombra besándonos y abrazándonos; después nos vestimos y ya cuando ella se iba le dije que para los próximos días le tenía una sorpresa preparada.


    Continuará

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