Casi no pude dormir esa noche. Estaba muy emocionada. La luz a través de la ventana me despertó. Decido levantarme, bañarme, y ponerme un traje de baño. Uno especial, pues tengo una cita (de juegos) con una hermosa chica (de 6 años). Es un trikini con el abdomen casi descubierto, la espalda desnuda y con cachetero. Muy sexy en realidad, por lo que mejor me cubro ligeramente con una capita. Bajo el elevador casi temblando, y tras desayunar rápidamente, pues ya eran las 8:50, voy a recostarme en un camastro. La alberca está sola. Es temporada baja y además hoy es lunes. En eso, oigo unos pasitos y la veo. Allí está ella, con un traje de baño de dos piezas, con un top muy coqueto, verde con rosa, y un calzoncito verdecito, ajustadito, tanto que se notaban sus labios vaginales. Casi me muerdo el labio al verla.
– Hola Caro buenos días! Cómo me veo?
Me pregunta al tiempo que da una vuelta, lo que me permite ver su espectacular trasero, con su traje de baño dejando ver fácilmente más de la mitad de sus nalgas, e introduciéndose en su pliegue.
– hola Mel. Te ves divina princesa.
– Gracias, tu también te ves muy bonita y muy…
Creo que Mel buscaba la palabra correcta para describirme. Pero por su inocencia no sabía cual emplear. Pero mi sorpresa fue grande cuando finalmente la dice, a la vez que inconscientemente se muerde el labio inferior.
– muy… buena.
Riéndome, me levanto, la tomo de la mano y nos metemos a la alberca. Nadamos un poco, platicamos de esto y lo otro, de su escuela, de cómo su madre es divorciada y trabaja demasiado, al igual que su padre. De su hermana mayor que estudia en otra ciudad, de su gato y de su perro. De que iba a clases de gimnasia y natación también. De su soledad… Yo le platico de mi trabajo, de mi niñez, en fin. Fue una plática soprendentemente amena y relajada. La alberca aún estaba vacía. En eso, ella sale de la alberca, mostrando su infantil pero espectacular cuerpo reluciendo ante el sol de la mañana, y me dice:
– cáchame, Caro!
Y se arroja hacia mí al agua. La atrapo y nos sumergimos en el agua. La tomo de la cintura y salimos juntas, riéndonos. Sigo con mis manos en su cintura y ella me abraza del cuello. Nuestros rostros frente a frente. Sonriendo, sonrojándonos. Con el agua escurriendo en nuestras caras. La abrazo sujetándola más fuertemente, pegando su cuerpo al mío. El sentir su calidez me excitó demasiado. Era obvio que ella también estaba excitada, pues inconscientemente se frotaba los muslos uno contra el otro y los apretaba. Casi automáticamente, mis manos descienden poco a poco, hasta su cadera, y finalmente la tomo de las nalgas, quedándo sentada en mis manos. Estaba en el cielo. Sus firmes y redonditas nalgas estaban ardiendo. La pego más a mi cuerpo haciéndo que ella abra sus piernas y yo quede en medio de ellas, abrazada. Sentía su intenso calor genital en mi abdomen. Comienza, muy lentamente, por instinto, a mover sus caderas y a frotarse contra mí, mientras cierra los ojos. No podía creer que ésto estuviera pasando. Mi clítoris estaba a punto de explotar. Con mis dedos acariciaba sus glúteos lentamente, sintiendo su piel de gallina por mis movimientos. Acerqué mis dedos aún más al pliegue interglúteo, por encima de su bikini, y apreté cariñosamente sus nalgas. Estaba al límite. En eso, ella abre sus ojos, voltea alrededor, y al no ver a nadie más, me pregunta:
– Caro, alguna vez has besado a alguien?
Tragué saliva. Si las cosas iban como pensaba (y esperaba) que iban a seguir, sería un gran paso (y también uno sin vuelta atrás).
– sí, porqué princesita?
– se siente rico?
– pues, sí, sobre todo si es con alguien que quieres y que te gusta
se queda en silencio un momento, y con su rostro encendido me pregunta:
– me quieres?
– pues.. sí, princesa, claro que te quiero!
– y… te gusto?
Suspiro y finalmente salgo (de nuevo) del clóset:
– Sí, me gustas mucho.
Ella sonríe, y me dice dulcemente:
– me das un beso, por favor?
Me sentía en trance. Finalmente, sonrío, y sacando mi mano derecha del agua, le quito el cabello del rostro, la tomo de la barbilla y la acerco a mi cara. Ella cerró sus ojitos y yo, tras echar un último vistazo alrededor, también. Me voy acercando a ella hasta sentir sus suaves labios en los míos. Le doy un pequeño y tierno beso. Me retiro un poco. La veo sonreir y le pregunto:
– quieres otro?
– sí, sí, claro que sí!
En esta ocasión, abro mis labios un poco, y hago que ella también los abra. Tras un rato más largo, me retiro un poquito, ella sigue con su rostro hacia mí con su boquita entreabierta, y le doy otro beso, más apasionado, más largo, más sonoro, acaricio con mi lengua la suya, siento sus dientes, sus labios, su saliva mezclándose con la mía. Finalmente nos separamos, jadeando. Ella sonríe y se recuesta en mi pecho, abrazándome.
– me gustan tus pechos, son grandes y suaves. Crees que yo los voy a tener igual?
– seguramente, querida
Lo más seguro es que así fuera, considerando la figura de su madre.
Duramos abrazadas un rato, luego me suelta, la suelto y se echa a nadar otro poco, y comenzamos a juguetear de nuevo, salpicándonos, o cachándola cuando salía del tobogán, momento que aprovechaba para tocarla más.
Finalmente llegó más gente a la alberca y la intensidad de nuestros juegos tuvo que cambiar. Llegaron más niños, los cuales la invitaron a jugar. Le dije que fuera a divertirse y que yo la observaría desde fuera.
El ver a esa niña inocente jugar como cualquier otro niño en la alberca me causó algo de conflicto. Hace unos momentos estábamos besándonos y acariciándonos, y ahora, sólo era una niña más en la alberca. Pero a la vez, esa misma inocencia que me causaba culpa me provocaba más morbo y excitación.
Tras un rato, llega la madre de Mel, luciendo un traje de baño que resaltaba sus grandes senos y su espectacular trasero. Admito que me parecía sumamente atractiva, pero nada comparado con lo que sentía por Mel. Me quedo otro rato más, luego Mel y su madre salen a comer. Mi estómago me hace hacer lo mismo. Me dirijo al cuarto a cambiarme. Mientras lo hago, me quedo pensando en lo que hicimos Mel y yo. Tenía ganas de masturbarme, pero dejan de servir la comida a las 5 y ya tenía hambre.
En el restaurante no ví a Mel ni a su madre. Supuse que salieron a pasear nuevamente, lo que se confirmó con otro mensaje de Mel:
“mi mami y yo salimos a pasear de nuevo me gustó mucho lo de hace rato ojalá lo hagamos de nuevo tengo muchas ganas de verte y besarte otra vez cuando llegue te aviso tqm”.
Hora de la cena. Mi mente está un poco distraída, al grado que olvidé mis llaves en el cuarto y tuvieron que abrirlo por mí. En la cena ví a Mel y a su madre en otra mesa, algo lejos. Resignada, comí de prisa y salí a tomar la brisa nocturna. Sonó mi teléfono. Era Mel:
– Hola Caro donde estás?
– hola princesa, estoy en la playa!
– oye, mi mami va a salir hoy a un pueblo cercano y va a llegar hasta mañana…
Supuse que la señora consiguió alguna cita, nada extraño considerando lo atractiva que es.
– … y voy a estar solita… no puedes venir a acompañarme?
Ni en mis más locas fantasías aparecía este tipo de escenario. Pero, le dije que ahí la veía en un momento.
Por algún motivo, en mi cuarto, decido ponerme algo sexy. No me puse bra pero sí una tanga muy chiquita y sexy, que deja muy poco a la imaginación. Decidí ponerme un liguero incluso. No sé por qué lo traje conmigo, quizá en caso de tener suerte (aunque no era mi objetivo del viaje). Me puse un ceñido vestido largo, con una abierta casi hasta la cadera de cada lado, espalda desnuda y con un escote bastante generoso, y ante la ausencia de bra, mis pezones rosados resaltaban a través de la tela. Me maquillé, me peiné, me perfumé… cuello, pliegue de codo, abdomen, escote… y entrepierna.
Así, vestida para algo que no sabía si quería que pasara (o si pasaría en absoluto) me dirigí a su cuarto. En el camino resultaba obvio que atraía todo tipo de miradas: libidinosas, celosas, envidiosas, de admiración, tanto de hombres como de mujeres. Así, llego a su habitación. Toco a la puerta y oigo su vocecita:
– quién es?
– Soy Caro, princesa.
Ella abre la puerta, y entro. Ella se queda de pie, viéndome, con la boca abierta, y los ojos abiertos por completo. Era algo graciosa esa escena. Casi estaba babeando.
Ella por su parte se veía deliciosa. Un vestidito corto holgado con diseño floral, unas medias blancas hasta el muslo y dos colitas con moños blancos. Además, creo que se robó algo del perfume de su madre porque olía a tal. Me pregunté qué clase de pantaletita tendría debajo de ese vestido, pero dejé eso para después.
Conversamos un rato, vimos TV, bailamos un poco con los videos, y finalmente, nos sentamos en la cama, y nos recostamos. Ella me toma de la mano y me dice:
– muchas gracias por tus panties Caro, las voy a guardar muy bien como recuerdo.
Río un poco, y mirándola a los ojos le digo:
– de nada princesita, espero que no te las cache tu mami.
– yo también… pero…
Su semblante se pone un poco triste. Y me dice:
– … ya están secas, no huelen ni saben igual.
Trago saliva. Ésta es la charla sexy que estaba esperando. Tenía que ser sutil, suave, cariñosa, y dejar que pareciera que era ella quien toma la iniciativa.
– pues… si quieres te doy estas también. Ahorita están ya muy mojadas.
Voltea a verme y emocionada dice:
– en serio? Que bien!
Luego medita unos segundos y me dice:
– y por qué nos mojamos? Yo también me siento mojadita
– pues es algo que el cuerpo hace cuando nos sentimos bien con alguien y queremos que ese alguien nos bese y nos toque.
– … puedo olerlas?
Obviamente se refería a la tanga. Nos incorporamos y me dispuse a quitármela, pero se me ocurrió otra cosa. Con la voz temblando, el corazón a máxima capacidad, y con mis rodillas apenas soportando mi peso, le digo:
– si quieres, va a oler más rico si la hueles mientras la traigo puesta…
Éste era el momento de la verdad…
– está bien eso? No te vas a enojar o algo si lo hago?
– claro que no corazón… al contrario, voy a disfrutar mucho si lo haces.
Le doy un beso en los labios, y le acaricio el rostro. Me pongo de pie y me levanto el vestido dejándola ver mi tanga húmeda, y mi liguero.
– te vez muy bien con esas medias…
– gracias princesita linda…
Ella se hinca frente a mí. Coloca sus manos en mis caderas haciendo que me estremezca un poco. Cierra sus ojitos y se acerca casi hasta tocar me vulva con su nariz. El verla allí, hincada, tan cerca de mi zona íntima, con tan sólo 6 añitos de edad, me llevó al máximo de excitación. En eso siento su respiración en mi clítoris. Comienzo a jadear de placer. Ella me aprieta las caderas con sus manos las recorre hasta tocar y acariciar mis nalgas. Mi vagina sigue produciendo más y más fluidos. Es cuando ella pega su nariz en mi tanga, haciendo que deje escapar un gemido.
– estás bien? Te dolió?
Me preguntó mirándome a los ojos
– No princesa, al contrario, gemí porque se siente muy rico cuando haces eso…
Diciendo ésto, ella sonríe y pega su nariz a mi vulva, inhalando profundamente. Estoy ardiendo. Con mi voz quebrada le digo:
– también si quieres puedes probarla…
– ah! Sí de veras!
Y así, saca su lengua y procede a lamerme y a chupar la prenda. En su inexperiencia, sus movimientos eran bruscos pero se sentían divinos. No podía más, la tomé de la cabeza y con mucho cuidado, sin dejarme llevar por la pasión y exitación, la presioné contra mi vulva, muy suavemente para que no se asustara. El orgasmo recorrió todo mi cuerpo, hasta hacerme caer de rodillas, gimiendo, casi llorando de felicidad. Tratando de recuperar el aire, volteo a ver a mi joven amante, con su carita mojada por mis jugos, y quien se ve fascinada por lo que acaba de suceder. Le tomo el rostro entre mis manos y la beso apasionadamente.
– eso fue maravilloso Mel… fue maravilloso
– en serio?
Luego de pensar un ratito, algo pasó por la cabecita de Mel y me pregunta:
– Caro, a tí también te gusta oler panties?
– claro…
– quieres oler las mías?
Eso sin duda era algo de las muchas cosas que quería hacer esa noche, así que le dije:
– por supuesto cariño, pero tengo una idea mejor.
La pongo de pie y le desabrocho el vestidito. Se lo quito lentamente, mientras la beso en sus labios, cuellito, y hombros. Se ve algo nerviosa.
– Estás bien princesita?
– Sí, un poquito nerviosa…
– quieres que me detenga?
– n… no
– si algo que haga no te gusta o si te sientes incómoda, dime de acuerdo? Yo voy a hacer todo para que te sientas bien y sientas muy rico, como tú me hiciste sentir hace unos momentos. Pero si te sientes mal, o quieres que me detenga, dime. Te juro que no me voy a enojar y tampoco voy a dejar de quererte. Sale cariño?
Más tranquila, y sonriendo, asiente con la cabeza. Nuevamente comienzo a besarla en el cuello. Trato de contener mi impulso de saltar sobre ella y follarla apasionadamente. Al besarla la oigo gemir de placer, suavemente. Le deslizo el vestido que tenía ya a la altura de la cintura. Se lo quito por completo. Me hago un poco para atrás para contemplarla. Su torso desnudo muestra sus rozados pezones, erectos. Observo su vientre plano con su hermoso ombliguito, y su zona femenina está cubierta por unos calzoncitos de algodón, bastante tiernos, con las figuras de las heroínas de Frozen al frente. Éste último detalle me golpeó como un camión, pues volví a caer en la cuenta de que se trata de sólo una niña. Casi me hace detener todo por completo, pero al verla allí, semidesnuda, con sus medias sexys en sus piernas, con el pecho rubicundo, su mirada ansiosa, sus labios entreabiertos, me hicieron desear el seguir con ésto. Quería que esa niña fuera mía.
La tomo de las axilas y de un impulso la subo a la cama. La recuesto mientras la acaricio en el rostro y el cabello, besándola en los labios. Me excitaba demasiado el hecho de que ella respondía cada vez mejor a mis besos, y a veces era ella quien buscaba mis labios y metía su lengua en mi boca. Con mis labios y lengua recorro su cuello, su pecho y con ansias comienzo a lamer suavemente sus pezones, primeo el derecho y luego el izquierdo. Mientras lo hacía, volteaba a ver la carita de mi joven amada. Ella estaba cerrando sus ojitos, con el rostro encendido, gimiendo de placer, moviendo involuntaria y ligeramente sus caderas. Yo me sentía explotar, y pensé en masturbarme mientras hacía todo ésto, pero éste era su momento, y quería que lo disfrutara al máximo. Comienzo a besar su vientre y a lamer su ombliguito. Aún olía a jabón de baño y al perfume de su madre. Al llegar a su pelvis, comienzo a besarle los muslos y a lamérselos, haciendo que se estremeciera.
– estás bien querida?
Le pregunté. Ella, volteándo a verme, muy sonrojada, y mordiéndose el labio, me contesta:
– sí, si Caro… es que se siente muy rico todo esto que estamos haciendo.
Diciendo ésto, vuelvo a lamerle los suaves muslos. El delicado aroma de su vulva excitada me rodea. Elsa y Anna están ya un poco húmedas. Ese aroma infantil de sus genitales me está volviendo loca. Nunca había olido una fragancia tan deliciosa como la de una vagina infantil excitada. Me coloco frente a su vulva, aún cubierta por su ropita interior, e inhalo profundamente. No puedo más, y finalmente pego mi rostro a su calzoncito, inhalando su dulce perfume. Comienzo a acariciar su vulva con mi lengua a través de la tela de algodón, mientras ella mueve sus caderitas ansiosamente. Me incorporo la contemplo. Extasiada, disfrutando de mis caricias. Voltea a verme, un poco desilusionada porque me detuve.
– qué pasa? Por qué te detuviste?
Me pregunta. Con mucho cariño, le hago una petición:
– Mel, princesa… quiero hacerte algo aún más rico. Me dejas quitarte el calzoncito?
Ella me mira, tímida, y apretando sus ojitos y encendida como el carbón, asiente con su cabecita mientras se cubre la carita con sus manos.
– Segura? No me enojaré si no quieres dulzura.
– sí… estoy segura… pero…
Se sonroja aún más, si es que eso era posible.
– qué pasa cielo?
– … después tu también te tienes que quitar todo, si Caro?
Sonrío a la vez que le digo que así será. Con mi ansiedad al máximo, tomo los resortes de su calzoncito y comienzo a tirar hacia abajo. Queda al descubierto así su tersa y núbil vulva. Sus labios cubiertos por un suave vello como de durazno, dorado como el sol. Su vagina cerradita por completo, pero lubricada con su néctar infantil. El color de sus genitales hacía más que evidente que la niña estaba sumamente excitada. Casi lloro de alegría ante esa visión. Poco a poco, comienzo a acercar mi boca a sus genitales, mientras le digo nuevamente que si algo no le gusta, o si quiere que me detenga, me diga de inmediato.
Con suavidad comienzo a besar sus labios mayores. Yo misma siento un pequeño orgasmo al hacerlo. Comienzo a lamerlos, suave y delicadamente, como un gatito. Observo su carita mientras lo hago. La niña me mira, fascinada, mordiéndose el labio, con sus manitas agarrando las sábanas con fuerza. Comienza a menear sus caderas. Yo, sigo lamiendo, saboreando su infantil néctar. Lamo sus labios e introduzco mi lengua entre ellos hasta lamer los labios menores. Con mis dedos separo ligeramente sus labios hasta dejar al descubierto su pequeña uretra y encima, su clítoris. Su hermoso, hermoso clítoris, pequeño, rojito por su excitación, erecto. Comienzo a lamerlo muy delicadamente, pues sé que debía estar muy sensible. Ella comienza a gemir, más y más. Sus manitas comienzan a apretar aún más las sábanas. Su cabeza se echa hacia atrás. Comienza a mover sus caderas más bruscamente, haciendo más difícil en controlar mis lamidas. Siento que se moja más y más, y yo gustosa bebo sus jugos. Comienzo a lamer más rápidamente su clítoris. La niña me dice:
– Caro. Siento algo. Creo que me voy a hacer pis…
– no es pis querida. No pasa nada, deja que salga todo mi amor…
diciendo ésto, siento que unas manitas se colocan en mi cabeza, empujándo mi rostro hacia su vulva. La niña se estremece, se pone tensa de todo su cuerpo, y deja salir más néctar de su vagina. Está teniendo un orgasmo. Mi propia vagina estaba inundada.
Tras un momento, mi dulce amante se relaja, y jadeando, voltea a verme. Me acuesto a su lado, le doy un beso en los labios.
– eso fue increíble Caro… sentí demasiado rico. Te amo, Caro.
“Te amo”. Esas palabras tan hermosas casi me hacen llorar. Pero me contuve. No quise asustar a la pequeña. Así que la beso nuevamente, y la abrazo.
En eso, casi brincando, se sienta. Me asustó un poco. Creí que había escuchado algo en el pasillo:
– qué ocurre Mel?
– ahora me toca! Quítate los panties!
– claro, pero primero, besame un poco…
Y así lo hace. Siento su infantil boca lamiendo mis labios, mi cuello, mis orejas. Yo estaba extasiada. Mi clítoris estaba a punto de estallar, ansiaba venirme y ya. La niña comienza a jugar con mis pechos. Los soba, pellizca mis pezones, estaba muy divertida. Comienza a darles suaves besos y a succionar, bajo mi instrucción, mis grandes y erectos pezones. Ya no aguantaba, pero tuve que esperar un poco más. Finalmente, la niña me quita la mojada tanga, para lo cual le ayudo (a desabrochar el liguero) y se coloca en posición, con su rostro entre mis piernas. Miraba, fascinada, mis genitales.
– me gustas mucho Caro. Me gusta que tengas pelitos en tu colita. Me gusta mucho como hueles… me gusta ver como sale agua de tu cosita…
Yo sólo la miraba, ansiosa. Ella acerca su boca a mi vulva. Titubea un momento, y riéndose, pregunta:
– ehh … cómo le hago?
– recuerdas lo que yo te hice?, bueno, me gustaría que hicieras lo mismo conmigo…
Torpemente comienza a lamerme. Como puedo, le voy instruyendo dónde y cómo lamer, aún lo hace un poco brusco y arrítmicamente, pero sin duda es la sensación más excitante de mi vida. En ese momeno siento que necesito más, comienzo a decirle que lo haga más rápido y fuerte. Como puede, lo hace. No bastó mucho para que llegara el momento. Siento mis piernas tensarse y mi vagina contraerse. “Oh oh”, pienso. Estoy por venirme. Y yo soy una “squirter”. Esperaba que la niña no se asustara, pero ya no aguantaba más. Me vine en su carita y en su boca. Casi pierdo la conciencia tras la intensidad del orgasmo. Ella trepa hasta quedar acostada encima de mí. La abrazo dulcemente. Me dice:
– también sentiste rico verdad?
– así es Mel
– Salió mucha agua de tu cosita… tuve que tomármela casi toda. Sabía rara, pero muy rico…
La beso en los labios saboreándo mi propio néctar.
– Te amo, Mel…
Le dije, y antes de caer dormida, la escucho decir:
– y yo también te amo Caro…
Me despierto, aún con el cuerpo de mi infantil amante desnudo encima de mí. Con cuidado, volteo a ver el reloj: 6 am. Lenta y delicadamente, la recuesto a mi lado. Aún dormía. Tratando de no hacer ruido, comienzo a vestirme, y a buscar cualquier evidencia que nos delatara. A pesar de mis esfuerzos por no hacer ruido, Mel se despierta:
– qué haces Caro, a dónde vas?
– oh Mel, cariño, lo siento, no quise despertarte. Estoy vistiéndome pues ya es de mañana y voy a mi cuarto antes de que llegue tu mamá.
La niña asiente, se para, va al closet y se pone una pijama. Tras hacerlo, se vuelve a acostar.
– ya me voy princesita. Disfruté mucho lo de hoy.
Me acerco a ella y la beso tiernamente. Medio dormida, me dice:
– te veo al ratito en la alberca?
– claro amor. Te veo al ratito.
En mi cuarto, me recuesto otro rato, pensando en lo sucedido. Nunca me había sentido tan feliz en mi vida. Tan enamorada. Me parecía increíble que una niña de 6 años pudiera provocar éstas emociones en una treintona. Hundo mi cara en la almohada, y comienzo a llorar. Las lágrimas salen en abundancia. Algunas lágrimas son de alegría, porque es la primera vez que me sentía amada, y que yo amaba a alguien. Lágrimas de felicidad porque nunca había tenido un orgasmo tan intenso. Lágrimas de miedo: ¿qué pasaría si alguien se da cuenta de lo nuestro?. Lágrimas de culpa: ¿que tal si ella no sabía lo que hacíamos y después provoco un trauma en ella?. Lágrimas de incertidumbre: ¿que sería de nosotras una vez terminaran las vacaciones? Es decir, ella era de ota ciudad, retirada de donde yo residía. Todo ésto me provocaba tantas emociones que lloré por casi media hora.
Me dormí sin darme cuenta. Al despertarme, el despertador marcaba las 8:30. de prisa, me cambio, y bajo al comedor. Ya no había tiempo de bañarme, además la alberca se encargaría de eso no?.
Continuará