Nos levantamos mi esposa, mi hijito Tomás y yo, nos dimos un beso de buenos días y besamos también al pequeño hermoso de Tomás en sus labios, y nos fuimos a la cocina a preparar el desayuno. Mientras mi esposa y yo lo preparábamos, le dijimos a Tomás que fuera a despertar a su hermano Gastón con un fuerte golpe en su pene y sus bolas. El niño subió a la habitación y comenzó a pegarle bajo las sabanas en sus pequeñas bolas. Gastón comenzó a gritar y llorar, en eso llegan a la cocina ambos niños, y Gastón llorando decía: “Mamá, papá, Tomás me pegó en mi pene.” En eso Tomás responde inocentemente: “Yo no hice nada.” Mi esposa responde: “Seguramente son inventos de este niño tonto, ahora deja de llorar o te abofetearé hasta que sangres.” Gastón dejó de llorar inmediatamente. Nos sentamos a desayunar los 4, mientras que mi esposa y yo solo bebimos un café con una tostada, a Tomás le preparamos una taza de leche y yogur con cereales, mientras que a Gastón, solo le dimos una taza de leche casi fría.
Luego de desayunar, los niños fueron a ponerse su traje de baño y nos fuimos al patio de la casa, a nuestra piscina.
Los niños se bañaban tranquilamente en la piscina, mi esposa y yo estábamos a un costado mirándolos, mientras que una mano de mi esposa me masturbaba.
Desde lejos veíamos como Tomás molestaba a Gastón y le daba empujones contra el agua, y Gastón con cara de estúpido, porque eso es lo que es, se defendía.
Pasaban los días, y cada noche, mi esposa, yo y Tomás jugábamos en nuestro dormitorio, probando nuevas experiencias, poco a poco fuimos utilizando productos de nuestro pasado, poniéndole esposas en sus manos, mientras lo masturbábamos o se le penetraba analmente, o también le vendábamos los ojos, y le hacía mamar mi pene o lamer la vagina de mi esposa, pero nunca nada violento con él, siempre suavemente y con mucho amor. También con el pasar de los días el comportamiento de Gastón fue empeorando, no obedecía, en reiteras ocasiones hacía destrozos por la casa, golpeaba a sus compañeros del colegio y con mi esposa estábamos harto de él, hasta que después de meditarlo varias veces, ambos ideamos un plan.
Al día siguiente, estábamos mi esposa y yo en la casa, suena el teléfono, y era desde el colegio, que nos avisaban de que Gastón había roto 2 ventanas jugando a la pelota. Esa fue la gota que rebalsó el vaso. En ese momento le conté a mi esposa la situación y le dije hiciera lo que teniamos planeado. Mientras yo fuí al colegio a retirar a Gastón y de paso me traje a Tomás también. Los niños se subieron al auto, Tomás en el asiento de co-piloto y Gastón atrás. Saludé amorosamente a Tomás y le dije a Gastón “supe lo que hiciste hoy en el colegio.” Gastón me responde: “Papá, es que…” Y sobre el mismo instante me di la vuelta, y apreté fuertemente a Gastón del cuello (como lo hace Homero Simpson con Bart) y le dije “cállate, cállate, porque hoy te las verás cuando lleguemos a casa.”
Cuando llegamos a casa, nos sentamos a almorzar los 4, sin dirigir ninguna palabra a Gastón, mientras que Tomás nos conversaba a mi esposa y a mi. Al finalizar, mi esposa fue a decirle a Tomás que se quedara tranquilito en el living de la casa viendo televisión, le dejamos sus juguetes y un envase con helado, que nosotros estaríamos con Gastón en el dormitorio, y que saldríamos dentro de un rato y que no se preocupara por lo que ocurriera.
Yo tomé a Gastón de un brazo y mi esposa venía a mi lado, entramos al dormitorio y cerramos con pestillo. Todo el dormitorio estaba cubierto con plástico, la cama también y el suelo. Mi esposa le da un fuerte empujón a Gastón y le dice “que carajos ocurrió hoy en el colegio?” Gastón intenta responder, pero luego yo le lanzo un fuerte puñetazo en toda su boca, en donde cae al suelo y comienza a llorar. Entre mi esposa y yo, le gritábamos cosas como “nos tienes harto”, “tienes un comportamiento de mierda”, “no sabemos como mierda te hemos tolerado estos 6 años”, el niño solo lloraba en el suelo, mientras mi esposa le pegaba patadas, yo continuaba pegándole fuertes puñetazos su boca y la cara. Con los puñetazos, logré que el niño sangrara por su boca y de paso, se le cayeron 3 dientes, mi esposa le dice “párate, párate ahora”, el niño con pocas fuerzas se levantó del piso, y mi esposa le responde “miren quién se levantó”, y en eso, deja caer un fuerte bofetón en su cara. Lo acostamos en la cama, mi esposa saca del mueble un consolador y yo le digo “ponte en 4, hazlo ahora”, el niño lo hizo, mientras seguía llorando y sangraba por su boca, en eso mi esposa introduce sin piedad el consolador en el pequeño ano del niño. Un fuerte grito dejó escapar el pequeño, mientras mi esposa le decía “que tal eso?”, “ahora estás llorando y obedeciendo?”, mientras mi esposa seguía metiendo y sacando el consolador, yo jalaba fuertemente el pelo del niño. Al cabo de unos minutos, el niño comenzó a sangrar por su ano. El niño entre lágrimas decía “me duele mamá, déjame papá, déjenme”. A nosotros solo nos provocaba más ganas de lastimarlo. Mi esposa lo ahorcaba, yo le pegaba en su estómago, jalábamos sus pequeños testículos, hasta que decidimos que debíamos darle su final. Una pequeña soga colgaba del techo, lo montamos y le dijimos “hasta nunca, estúpido”, hasta que la soga hizo el resto del trabajo, le quitó la respiración, sus piernas se meneaban para todos lados, y al cabo de unos minutos, Gastón, si, el hijo que nunca quisimos y que siempre fue un estorbo, murió. Con mi esposa nos miramos, y una alegría enorme recorrió toda la casa, nos comenzamos a besar, e hicimos el amor en la cama, donde hace unos minutos, maltratamos a nuestro estúpido hijo.
Pero aún no terminaba todo, el niño colgaba del techo, salí del dormitorio y fui al garage a buscar una sierra, volví al dormitorio, mi estaba tenía al niño tendido en la cama, y comenzamos a descuartizarlo, yo corté sus piernas, mientras que mi esposa cortó sus brazos y su cabeza. Yo fui al patio de la casa a preparar el fuego, mientras que mi esposa se quedó sacando todos los plásticos del dormitorio. Primero quemamos los plásticos para eliminar toda la sangre, y luego tiramos los restos del niño descuartizado, agregábamos más gasolina, hasta que al cabo de unas 3 horas, eliminamos todo resto del niño, quedando solo sus huesos.
Volvimos al living de la casa, en donde se encontraba Tomás, mi esposa lo besó fuertemente y luego yo, y le dijimos que Gastón nunca volvería a molestarnos, y el niño de gritó de felicidad. Al día siguiente empacamos nuestras cosas, nos deshicimos de los huesos del niño en un lago durante el camino, y comenzamos una vida nueva, al norte del país.
Fin