El relato erótico "Esta soy" es un texto de ficción, ni el autor ni la administración de blogSDPA.com apoyan los comportamientos narrados en él.
No sigas leyendo si eres menor de 18 años y/o consideras que la temática tratada pudiera resultar ofensiva.
Mi vida no es como la vida de las demás personas o por lo menos es así como yo lo veo desde mi perspectiva. Nací mujer solamente que con un pequeño aditamento que vulgarmente es conocido con el nombre de verga (si es que se le pueda dar ese nombre debido al tamaño que tiene.)
Mí familia únicamente está compuesta por mi padre, mi mamá y obviamente yo. Recuerdo que por aquél entonces la familia pasaba por amargos momentos pues la economía no iba muy bien para nosotros; papá no tenía un trabajo fijo y ese era el principal motivo por lo qué el dinero escaseaba. Mamá hacía milagros a la hora de prepararnos los alimentos y vestirnos. Recuerdo que vivíamos en una casa en la que únicamente había un cuarto y por lo tanto todos dormíamos juntos, bueno no tan juntos. Mis padres tenían su cama y yo dormía en una colchoneta que se encontraba en uno de los rincones del cuarto.
Obviamente mis padres tenían sus relaciones sexuales cuando se daban cuenta de que yo dormía, mas sin embargo en algunas ocasiones yo me encontraba sin poder dormir y los miraba mientras se amaban. Llegué a ver como mi madre le chupaba su garrote a papá mientras le decía entre chupada y chupada lo deliciosa qué la tenía. Escuchaba todos los suspiros y gemidos de mamá mientras se tragaba la verga completa de mi padre, esos sonidos de ella tratando de abarcar ese grueso y largo instrumento que solamente imaginaba en la semi-oscuridad del cuarto eran por demás excitantes. Yo imaginaba que la barra de papá debía de ser muy sabrosa porlos son idos, pujidos y gemidos que daba mi mamá.
Por aquel entonces yo tendría aproximadamente nueve o diez años y ya sabía perfectamente que mi garrote no era garrote y tampoco se trataba de un clítoris pues no tenía ninguna rajada entre las piernas. Pero desde pequeño se me comenzó a tratar como a toda una damita. Debo hasta este momento aclarar que yo nací con una verga demasiado pequeña y que mi cuerpo comenzaba a desarrollarse como el de una niña. Por supuesto se me llevó al médico y desde ese entonces se me recetaron medicinas, mismas que hasta la fecha sigo tomando. Por esos años yo no sabía de que tipo de medicamento se trataba, pero ahora sé que son hormonas femeninas. Siempre me vestían como niña en casa y para dormir utilizaba una playera de mi padre como pijama y con ella me la pasaba casi todo el día cuando me encontraba en la casa. La playera me llegaba un poco arriba de las rodillas y como comprenderán me quedaba bastante holgada, nunca usaba ropa interior cuando me encontraba con mi playera y la verdad es que me sentía bastante cómoda vestida únicamente con ella.
Durante una helada noche me desperté quién sabe a que horas pues era tan intenso el frío que en mi pequeña colchoneta en el rincón del cuarto me estaba congelando y entonces en esos momentos escuché a mi madre rogándole a papá para que la dejara mamar su verga, obviamente al escucharla pedir verga me excité enseguida y miré como mi padre se sentó en la orilla de la cama con su tremendo paquete dibujándose en la oscuridad del cuarto completamente erecto. Mamá enseguida se bajó de la cama y se arrodilló entre las piernas de su marido, rápidamente se llevó la daga de papá a la boca y comenzó a mamarlo. Papá sumamente excitado le decía:
– ¡Así mamita!… Hazlo sabroso… ¡Trágate toda mi verga!… Lo haces muy rico mamita, tienes una deliciosa boquita… ¡Me encanta como me la chupas!
Mi mamá seguía arrodillada y su cabeza no dejaba de moverse arriba y abajo con la verga de papá entre sus labios. De pronto escuché como mi mamá comenzaba a dar de arcadas pues al parecer la verga le había entrado más allá de lo que ella misma hubiera querido. Papá protestó diciéndole a mamá que no se la sacara pero cuando ella por fin pudo sacarse ese largo instrumento le dijo que le había llegado hasta la garganta y eso le había provocado las arcadas. Y aunque le gustara mucho pues era demasiado llegar hasta su garganta.
Por supuesto que yo no movía ni siquiera un músculo pequeño, ni un dedo y mucho menos les quitaba la mirada de encima. Mis ojos ya se habían acostumbrado un poco más a la oscuridad del cuarto y podía apreciar el largo y grueso instrumento de mi padre completamente lleno de la saliva de mamá, está brillaba con la poca luz que entraba, claramente noté como la saliva le escurría por el garrote y estaba tan excitada que me dieron ganas de levantarme y ayudarle a mi mamá en esa tarea. Pero como ya mi cuerpo comenzaba a molestarme me tuve que mover y mi padre se dio cuenta de ello. Me llamó pero yo por supuesto no contesté, pero era obvio que mi padre se había dado cuenta de que los estaba mirando. Para mi sorpresa el se puso de pie con su verga completamente al aire y yo la pude apreciar mucho mejor, imagino que él se levantó para que se la viera completamente y la verdad es que se me antojó demasiado. ¡Quería mamarle la verga a mi papá! ¡Quería hacer lo que mamá le había estado haciendo! ¿Quería tener la verga de mi papá en la boca! ¡Quería saborearla y deleitarme con su largo y grueso tronco!
Finalmente mi padre se volvió a sentar y mamá siguió chupándosela después de que logró reponerse. Mamá se tragó toda la leche que mi padre depositó en su boca con esa larga manguera que tiene como verga. Al día siguiente mi padre me llamó.
– Me di cuenta de que anoche nos estabas mirando mientras teníamos relaciones ¿No es así?
– Sí, loe he mirado.- dije con la cabeza baja.
– ¿Y que es lo qué has sentido al mirarnos? – me preguntó.
– La verdad es que me he excitado muchísimo. – dije borrando de mi mente la vergüenza y haciendo acopio de todas mis fuerzas añadí – creo que me gustaría hacer lo mismo.
Le pedí a mi padre que me dejara chuparle la verga, qué quería hacer lo mismo que mamá le hacía. Él me contestó que no, que estaba muy pequeña para eso. Desesperada le pedí que siquiera me dejara besársela, solo eso, darle un pequeño besito en la gruesa barra de su entrepierna. Él me volvió a decir que no qué era demasiado pequeña para eso.
Le rogaba a mi papá que me dejara hacerle lo que mi mamá le hacía por las noches pero el siempre se negaba. Mis ruegos fueron día a día los mismos y durante demasiado tiempo, creo que unos cinco o seis meses. Sí, durante todo ese tiempo le estuve rogando a mi padre que me dejara mamarle su verga. Ya era una obsesión la dura tranca de mi padre.
Una de esas noches en que comenzaron atener relaciones y en que yo los estaba observando mi padre se dio cuenta e hizo que mi madre se tragara toda su verga por la boca y ella encantada de la vida así lo hizo. Mamá gemía y sujetándose de las nalgas de mi padre lo atraía más contra su cabeza, parecía como si quisiese comerse a mi papá completito. Ya estaba toda la daga de papá dentro de su boca pero ella quería más y más. De pronto mamá se sacó toda la barra de carne de su boca y le dijo a papá lo deliciosa que la tenía (por supuesto que yo escuchaba y miraba todo lo que estaba ocurriendo.). Luego mamá le pidió, casi le rogó a mi papá que se la metiera por el culo. Papá obviamente no se hizo del rogar e inmediatamente hizo que mamá se empinara con su culo completamente al aire y le puso la verga en su agujero. Lentamente comenzó a metersela, mamá gemía, suspiraba y pedía más. Yo estaba por supuesto sumamente caliente viendo y escuchando todo eso.
Finalmente mi madre le dijo a papá que se le dejara ir completa y él entonces la empalo por entero, poco después se iniciaba un armonioso vaivén de cuerpos que me enloquecían. Mamá comenzó a decir sandeces pidiéndole a papá que le rompiera el culo, qué tenía la verga más grande y que la llenaba completamente. Era la gloria ver y escuchar todo eso y papá sabía que yo lo estaba atestiguando todo. Él se hacia el desentendido de que yo los veía y siguió cogiéndose a mi madre como si nada. Tras largos minutos de estársela bombando por el culo mi padre llenó los intestinos de mi madre con su semen, éste le chorreaba por las piernas a ella y en su cara se reflejaba la intensa felicidad que estaba recibiendo. Para terminar cuando por fin papá le sacó la verga del culo, mamá se arrodilló frente a él y comenzó a chuparle la tranca y así se la dejó limpiecita. Aun con todo lo que ya le habían dado mamá siguió pidiendo verga y continuó mamando a mi padre hasta hacer que él eyaculara en su boca.
– Que semen tan delicioso tienes… ¡Me encanta tenerlo en mi boca!…
¡Me encanta tragármelo todo! – decía excitada mi madre.
Esa noche no pude dormir pensando únicamente en lo que había visto y escuchado, estaba súper excitada y no sabía como sacarme la calentura.
Cuando palpé mi sexo noté que me encontraba completamente mojada ¿En qué momento sucedió? No lo sé. Lo único que sé es que para mí fue un extraordinario deleite el ver y escucar como mis padres tenían sexo y a la vez eso también fue una tortura, pues yo no podía participar en sus actos y así toda esa noche la pasé deleitándome y atormentándome con los sucesos vistos y escuchados. Al amanecer lo primero que hice fue ir a darme una refrescante ducha.
Las suplicas a papá de que me dejara chuparle su verga fueron todavía más insistentes y siempre buscaba algún momento para pedírselo. Pero para mi desgracia papá siempre me salía con la misma respuesta “Estas muy pequeña para eso”.
Otra de esas deliciosas noches llegó y papá sabiendo que yo los miraba dejó que mamá le hiciese lo que se le antojara, ella le chupó la verga, se la tragó completita, luego se arrodillo e hizo que mi papá se la metiera, solo que esta vez no supe por qué agujero se la clavó pues no me encontraba en buena posición y demasiado lejos además. Eso sí, alcanzaba a mirar perfectamente la cara de satisfacción que ponía mi madre, su semblante no solamente reflejaba satisfacción sino lujuria y glotonería, eso todavía me excitaba mucho más.
Dicen por allí que no hay mal que dure cien años ni quien lo aguante y así efectivamente sucedió. A la mañana siguiente mi padre se acercó hasta donde yo me encontraba y me dijo que deseaba platicar conmigo, nos sentamos en la cama y el se quedó en silencio por algunos minutos en posición de estar pensando algo.
– Dime, hija ¿Te gusta lo que hace tu mamá?
– Sí, me gusta mucho… Pero más me gustaría encontrarme en su lugar.
– ¿Te gustaría darle unos besitos a mi verga?
– ¡Sí! –dije inmediatamente toda atolondrada y muy asombrada por lo que estaba escuchando y añadí. – ¡Me encantaría hacerlo!
– Bueno, lo he pensado mucho y ahora que tú madre no se encuentra te voy a dar la oportunidad de que lo hagas… Pero únicamente si me prometes que no le vas a contar de esto a nadie, tiene que ser un secreto entre nosotros dos solamente ¿Comprendes?
– Claro, papi… ¡Lo entiendo muy bien!
Papá se levantó de la cama y se sacó su hermosa verga aunque todavía se encontraba un poco flácida, me la mostró y se acercó un poco. Yo me levanté y me arrodillé justamente frente a él y besé la enorme cabeza de su pene, fue apenas un roce y papá me pidió que continuara besándosela. Continué mas sin embargo lo que yo deseaba era chuparla y se lo hice saber a mi padre. Entonces me pidió que abriera muy bien la boquita para que me cupiera y eso fue efectivamente lo que hice, abrí mi boca de par en par y dejé que parte de su cabeza se metiera. Desde esos momentos papá comenzó a guiarme diciéndome paso a paso lo que debería de ir haciendo.
Me pidió que utilizara mi lengua para acariciar su garrote y seguí sus instrucciones, papá comenzaba a excitarse y su verga se erguía más y más dentro de mi boca pero yo continuaba con mi tarea tratando de meterme más y más del delicioso aparato, era tanta mi excitación que no me detuve y pronto sentí que me asfixiaba, algunas lágrimas rodaron por mis mejillas mientras seguía mamando y pronto éstas comenzaron a mojar la gruesa tranca de mi padre. Él entonces me preguntó porque lloraba y yo sacándome su deliciosos caramelo le contesté que era porque deseaba tragarme como lo hacía mamá toda su verga y no podía hacerlo. Una leve sonrisa se dibujó en sus labios y entonces muy comprensivamente me dijo:
– Poco a poco nena… Ya verás que sí puedes tragártela toda, dale tiempo al tiempo… Tu boquita se irá ensanchando y pronto podrás comértela toda. – fue así como comenzaron mis clases de mamarle la verga a mi papá.
Estas sesiones las teníamos cuando mamá no se encontraba en casa, ella salía afortunadamente a diario y enseguida de que yo llegaba de la escuela mi papá me pedía que me fuera a cambiar, yo rápidamente me ponía la playera de mi papá que utilizaba para dormir (la que ya les había comentado), pero ésta ahora me llegaba a la mitad de los muslos. Papá me decía lo hermosa que me veía y desde el primer día me dijo que yo sería su nena desde esa fecha y en adelante. También me dio permiso de qué mientras mamá no se encontrara en la casa yo podría acariciarle o mamarle su nabo según lo deseara, y la verdad es que yo lo deseaba a diario después de acariciarle la verga por encima de los pantalones a mi papi le bajaba el pantalón y se la sacaba del calzón y comenzaba a disfrutar de ella. Me fascinaba cuando mi papá me llamaba nena y mucho más me encantaba cuando me decía que se la mamaba muy rico, que le gustaba sentir mi boca y mi lengua sobre su tolete. Cuando él se descargaba le gustaba hacerlo en mi boca para que yo pudiera saborear su semen y yo, por supuesto que estaba encantada de hacerlo las veces que pudiera. Siempre me encantó el sabor de la lechita que mi papi botaba dentro de mi boca, la saboreaba y después me la tragaba con mucho gusto y satisfacción.
Por aquellos momentos todavía no entendía porqué papá no me quería penetrar por mi culito (después me enteré de que él todavía me consideraba muy pequeña y no me quería lastimar), pues a mamá se lo hacía y a ella le encantaba que se la metiera mi padre por el culo. Pero bueno, por lo menos ahora podía disfrutar y saborear la verga de mi padre.
Me la iba comiendo poco a poquito y así hasta donde podía, luego la volvía a sacar e intentaba de nuevo meterla lo más posible, papá me sujetaba por la nuca y me iba empujando contra su cuerpo metiéndome lo más posible de su dura herramienta en la boquita y de esta manera el media cuanto de su garrote me entraba en la boca y cual era mi resistencia. Para mí esas enseñanzas fueron muy provechosas pues hacían delirar de placer a mi papi y él siempre estaba muy contento con su nena entre las piernas.
Yo disfrutaba intensamente de esos momentos pues es lo que siempre desee, amo a papá y estaba y estoy dispuesta a entregarme a él por completo. Ahora le estoy pidiendo que me penetre ya que deseo tener el deleite de qué esa gruesa y larga verga entré en mi culo, sé que será delicioso y de que ambos lo disfrutaremos al máximo y ya llegará ese momento, lo sé.
Fin