El relato erótico "La depravación de una madre, Parte 06" es un texto de ficción, ni el autor ni la administración de blogSDPA.com apoyan los comportamientos narrados en él.
No sigas leyendo si eres menor de 18 años y/o consideras que la temática tratada pudiera resultar ofensiva.
- La depravación de una madre, Parte 00 (Introducción)
- La depravación de una madre, Parte 01
- La depravación de una madre, Parte 02
- La depravación de una madre, Parte 03
- La depravación de una madre, Parte 04
- La depravación de una madre, Parte 05
- La depravación de una madre, Parte 06
- La depravación de una madre, Parte 07
Cuando estaban llegando a la casa vieron una camioneta vieja estacionada frente a la casa. Patty con su espontaneidad dijo: «Mi abuela, mami mi abuela está en la casa.»
«Coño se me había olvidado que tus abuelos venían hoy a la casa para llevarlos a ustedes a su casa.»
Los niños vieron a sus abuelos en el porche sentados en las sillas que estaban en el corredor. Ellos amaban a sus abuelos. Y cuando estaba vivo su papá, él siempre los llevaban los fines de semana. Sin embargo después que su padre había muerto, sólo habían ido unas pocas veces. María no tuvo buenas relaciones con sus suegros, esto es porque ellos nunca estuvieron de acuerdo con su matrimonio. Las veces que ella fue a casa de sus suegros se podía contar con los dedos de las manos. Ya tenían tiempo que no iban, por
lo que su abuela había pedido a María que los dejara este fin de semana.»
Cuando estaban cerca, los niños corrieron y estaban abrazando a sus abuelos cuando llego María. María saludo a sus suegros y después dijo: «Perdóname mamá, pero estábamos paseando por el lugar y se nos hizo tarde.»
«No se preocupe cariño, acabamos de llegar», respondió cariñosamente Doña Josefa. A pesar de sus 65 años se conservaba muy bien, ella se sentía orgullosa de su voluptuoso cuerpo, y lo cuidaba. Ocultaba las arrugas con maquillaje, y pintaba su cabello. Ella había aprendido aceptar a María como su nuera. Aunque no podía negar que al principio peleaba a su hijo para que rompiera esa relación. Ella comprendía el resentimiento que sentía María y no la culpaba. Mientras tanto Don José era un hombre de 70 años. Él estaba orgulloso de su cabello blanco, y a pesar de su edad mantenía en forma su cuerpo, por el duro trabajo de granjero. María les ofreció alguna merienda, y después que todos habían comido, y hablado de sus asuntos personales por cerca de una dos horas, los niños y sus abuelos salieron, dejando sola a María por dos días.
Ella nunca se acostumbro a estar sola, y al principio sentía la soledad pero luego se acostumbraba. Luego de dormir un poco para descansar, ella se levantó y miro el reloj, ya estaba anocheciendo. Ella estaba curiosa de lo que estaba sucediendo en casa de Don Tomas, principalmente por la tarima que estaban armando. Después que dejo todo en orden en la casa, ella fue a su cuarto para alistarse para salir. Ella miro los pantalones y franela que llevaba en la mañana. Ella quería sentirse como una prostituta callejera de mala muerte, entonces fue a una de las gavetas y saco un frasco de repelente para plagas. Se baño de repelente desde la coronilla hasta la punta de los pies. Luego fue al tocador y se puso maquillaje, como si fuera a trabajar de puta en la calle. Uso un lápiz labial negro para resaltar las grandes aureolas de sus tetas. Después uno rojo para los labios de la labia, entonces se miro al espejo y le gustó lo que veía. Se giro y vio sus grandes nalgas redondas, tomo de nuevo el lápiz labial negro y se agacho hasta que su culo estaba a la vista. Entonces pinto su culo con negro, y hizo un círculo grande. Después de colocar el lápiz labial en el tocador dio la espalda y el círculo negro parecía como un blanco, ella se sintió sucia y esto le gustó. Se puso los zapatos de goma que llevaba en la mañana. Era lo único que quería usar. Para terminar ella fue a la cocina y busco en un gabinete, entonces saco un frasco que había guardado hace años cuando su esposo lo trajo. Él le había dicho que se lo había dado un cliente como regalo. El cliente era de descendencia hindú y había traído varios frascos de esta medicina milagrosa como él lo llamaba y le dio uno a José. María lo había guardado en el gabinete porque ella no creía en medicina milagrosa. Pero esta noche ella quería saber la efectividad de la medicina. Saco el frasco y leyó las instrucciones en español que el amigo de José le había dado con el frasco.
Las indicaciones rezaban: Para hombres vaciar en un vaso una copa de la medicina y terminar de llenar con leche, en caso que pueda conseguir leche materna, llenar con la mayor cantidad que consiga, para mejores resultados. Para las mujeres vaciar en un vaso una copa de la medicina y terminar de llenar con leche. Si quiere mejores resultados usar la mayor cantidad posible de semen.
Ella saco un vaso y coloco la cantidad de medicina que indicaba las instrucciones después fue a la nevera por la leche, lleno el vaso. Y lo tomo. Luego hecho un último vistazo a todo para asegurarse que todo estaba bien, tomo una linterna y la cámara, miro por la ventana hacia la carretera y salió. Ella tenía que atravesar la carretera, para dirigirse a la colina. El temor de ser vista por alguien que apareciera de repente por la carretera, la excito. Para cuando llego a la carretera, ella empezaba a sentir un calor por todo su cuerpo. Ya no le importaba nada si alguien la veía, al contrario la excito. Cualquier inhibición se esfumo y se empezó a sentirse completamente desvergonzada. Ella cruzó la carretera y se metió entre los árboles que la llevaba a la colina. Cuando había caminado unos cien metros entre los matorrales, empezó a sentir un deseo incontrolable de orinar. Su coño le estaba picando y María tenía que estrujarlo con la mano para calmarlo. La sensación era extraña, ella nunca se había sentido así, pero era como si estuviera al borde de un orgasmo. Ella ni se preocupo por agacharse, sino que soltó el orines mientras caminaba, mojándose completamente sus muslos y piernas. Mientras orinaba sintió un orgasmo, que casi la hace gritar. Después que orino ella miro su coño y este estaba completamente hinchado. Los labios externos e internos eran tan gruesos como un pulgar. Pero la sensación de orgasmo no le pasaba. El coño le seguía picando y ella lo estrujaba duro hasta que quedó completamente rojo, el clítoris sobresalía de los labios y parecían un pequeño pene de un recién nacido. Entonces de repente sintió deseos locos de cagar, ella no se molestó en agacharse sino que extendió sus piernas, y la mierda salió dejando una gran plasta en el camino. Ella sintió una sensación de alivio, también el culo le estaba picando, ella llevo la mano a su culo. Y cuando lo toco sintió un alivio y un cosquilleo que recorrió todo su cuerpo. Su ano estaba suelto y podía meter la mano hasta la muñeca. Cuando metió su mano en el culo sintió un alivio, entonces saco su mano del culo y la llevo a su coño hinchado y boquiabierto. Se metió su mano y también sintió un alivio. Ella agarro la linterna de unos treinta centímetros de largo y unos cinco de diámetro y se la metió en su culo, no tuvo que hacer ningún esfuerzo, esta se deslizo fácilmente hasta que quedo fuera la pantalla.
Sintió un alivio que la hizo tener otro orgasmo, no teniendo otra cosa para su coño ella siguió caminando pero mantenía su mano adentro y jugaba con él. En el recorrido de unos 300 metros había tenido varios orgasmos. Cuando llego al lugar de observación donde había estado en la mañana ella estaba completamente exhausta. Llego y se tiro en la tierra para descansar y así estuvo por una media hora más hasta, que comenzó a sentir un alivio. Cuando se levantó ya la noche había caído sobre la montaña. Ella se sintió un poco sobrecogida al sentirse sola de noche, en una montaña. Fue a la piedra, abajo se escuchaba la música y una gritería. Tomo la linterna de su culo que aún la tenía allí, la linterna estaba toda llena de mierda.
Pero María no sintió repulsión. La encendió y se miro el coño, este todavía estaba hinchado y su clítoris sobresalía, ella apunto la luz a la piedra y se monto en ella. Limpio su mano en sus muslos y tomo la cámara para observar. Lo que vio hizo que su coño comenzara a picar de nuevo. Las mujeres estaban en pantaletas, y algunas incluso no tenían sostenes.
Las mujeres, los niños y los hombres estaban reunidos gritando y animando. Mientras en la tarima que estaban preparando en la mañana había dos mujeres, luchando entre ellas mientras una de ellas trataba de empujar a la otra al barrial. Las barras estaban divididas y se podía escuchar a los hijos animar a su mamá. Al rato una de ellas caía en el charco, donde la esperaban las otras mujeres que habían caído al charco completamente embarradas de pies a cabeza y estaban alrededor de la tarima esperando que cayera otra víctima. Cuando caía le caían encima y la sumergían completamente en el barrial hasta que estaba completamente embarrialada. Un hombre que estaba sentado con un lápiz y un cuaderno llevaba un record de las perdedoras y las ganadoras. Después se colocaba una pasarela de madera para que la mujer ganadora se bajara de la tarima y otras dos mujeres iban a la tarima. Cuando María llego ya habían luchado la mitad de las mujeres, y trascurrieron otras dos horas más hasta que quedaron dos mujeres nada más. Cuando quedo una ganadora explotaron los aplausos, y la mujer desfilaba por la tarima como si hubiese ganado una medalla de oro.
Después de declarar a la ganadora, los hombres comenzaron a desnudarse delante de sus hijos e hijas y esposas que para entonces estaban en el barrial llenas de barro a excepción de una. Solo un hombre no se desnudo lo que hizo suponer a María que probablemente era su esposo. Luego pusieron la tarima y los hombres fueron a la tarima. La ganadora era cogida por todos los hombres, delante de sus hijos y su esposo. Las mujeres que estaban en el charco salieron y fueron a los tanques para quitarse el barro. Una hora después la mujer quedaba completamente exhausta y llena de semen que la cubría completamente.
Entonces los hombres la agarraron como si fuera una muñeca de trapo y la lanzan al charco. Los niños y mujeres que para entonces están al lado de sus hijos mirando, aplauden y gritan hurras.
Después de esta orgía, la fiesta se da por terminada y poco a poco van abandonando el lugar. Mientras María miraba el espectáculo usaba la linterna como un falo. Y tomaba un video con la cámara. Después de terminar el show María se dispuso a regresar a su casa. Ella se sentía excitada y no quería que este sentimiento terminara. Entonces en vez de bajar a su casa, ella subió al otro lado de la montaña. Llego al claro donde se veía el convento. Este estaba bañado por la luz de la luna que estaba completamente llena. María empezó a bajar la colina hacia el convento. Minutos después estaba en el camino que iba al convento. Ella empezó a caminar en dirección a la montaña, después de caminar un kilometro aproximadamente, ella escucho un bullicio que sonaba a lo lejos, pero fuera del camino. Ella apago la linterna y se desvió por un potrero, cuando había caminado cierta distancia vio que más adelante estaba iluminado por lo que parecía fuego, ella avanzó cuidadosamente, y se escondió en una piedra grande, luego se asomo y vio una gran multitud de personas, que entonaban una especie tonada religiosa, todas estaban reunidas mirando al centro de la multitud, cada una de estas personas llevaba una antorcha.
María no podía ver quienes eran estas personas que parecían que llevaban una especie de atuendo que las cubría completamente, parecía ser negro, pero no estaba segura. Su excitación había cambiado a curiosidad y miedo. Ella quiso devolverse al camino, pero su curiosidad era más fuerte. Entonces ella empezó a acercarse más escondiéndose entre las piedras. De repente vio un árbol grande cerca del lugar donde estaba la multitud. Ella se acerco hasta que estaba protegida detrás del árbol. Ella tomo la cámara y empezó hacer tomas. No podía ver quiénes eran estas personas, pero estaba segura que era una especie de rito religioso. Ella no podía acercarse más entonces espero. Cuando finalizaron los canticos toda la multitud se agacho en señal de humildad y devoción. María pudo ver que el centro estaba colocadas como en un altar, velas en forma de palos fálicos encendidos, pero su tamaño era inmenso, eran de aproximadamente un metro de largo y unos diez centímetros de diámetro, había tantos como personas habían reunidas. Delante a modo de icono había un afiche grande de unos dos por dos metros de altura por ancho. Había dos falos grandes cruzados, haciendo una cruz. Alrededor de la cruz fálica, había dibujos. María miro fijamente y pudo visualizar las pinturas: en la parte superior izquierda había una especie de demonio con un órgano gigante que era tan largo como sus piernas, luego seguían dibujos de animales, había un burro con su miembro colgando, también un caballo, un toro con un miembro largo que casi llegaba al piso pero no era grueso como el del burro o el caballo, pero parecía estar enrollado como un espiral, un elefante y para finalizar había un hombre negro con un miembro gigante, que a María le recordó al reo.
Pero este era más grande. De repente detrás del afiche salió una figura con un manto negro que la cubría completamente. Se coloco entre el afiche y los falos encendidos. Se agacho delante de la cruz fálica en señal de humildad, luego se levanto y miró a la asamblea. Empezó rezando unas oraciones en un idioma que María no entendía, cuando terminaba la oración el grupo que estaba con la cabeza en la tierra boca abajo, decía «Amen»
Después de terminar las oraciones, dos personas de las que estaban en la multitud se levantaron y en forma ceremonial le quitaron la manta que la cubría. La persona que parecía ser la líder era una mujer de nos cincuenta años, blanca con grandes caderas y un cuerpo envidiable. La mujer estaba desnuda a excepción de la cabeza, que llevaba un velo como de una monja.
También salía de su coño un palo fálico de plástico gigante colgando que llegaba hasta sus rodillas y de unos diez centímetros de grueso, que sostenía con unas correas de cuero. Las tetas eran grandes, y llevaban dos anillos grandes con crucifijos fálicos que colgaban de ellas. Las dos personas que le quitaron el manto regresaron a su posición. Entonces la líder tomo una vasija del piso y rezo otra oración, cuando la multitud dijo amen al finalizar la oración levanto la mirada y vieron a su líder tomar una brocha, y untarla con el liquido que había en la vasija y bendijo las velas fálicas rociándolas. Después que termino su bendición ella se retiro. La multitud se incorporo y nuevamente tapo la visión a María. La multitud empezó a quitarse las mantas que las cubrían y María vio que todas eran mujeres, con los velos de monjas. Aunque estaban de espalda vio que todas tenían tatuajes en su cuerpo, aunque no estaba segura de que. Cada una de estas mujeres fue retirando su vela fálica. La líder estaba sentada en una silla que habían colocado en el altar delante del afiche. María se enfoco en la multitud y vio que casi todas las mujeres llevaban crucifijos colgando de sus tetas, también la mayoría tenía anillos grandes que atravesaban su clítoris, con un crucifijo colgando. Después siguió una orgía entre ellas. Algunas bañaron sus velas con aceite que estaba en la vasija y se montaron sobre estos miembros. María quedo sorprendida la capacidad que tenían estas mujeres para meterse estos monstruos. La mayoría de las que estaban jugando con estos falos se podían meter casi todo el palo, escasamente quedaban unos veinte centímetros fuera de sus coños. María vio a una mujer grande de casi dos metros de altura y unos ciento cincuenta kilos de peso. Pero no porque estaba obesa. Su cuerpo parecía de una físico culturista, que tomo el falo y se lo metió por el culo hasta que la base del mismo quedo entre las raja del culo. Media hora después la líder se sumo a la orgia, cogiendo con su palo que estaba colgando a su pareja. Cuando la líder se alejo del grupo, soltó las correas de cuero y tomo el miembro de plástico y lo halo. El palo era de dos cabezas y ella tenía metido como un metro de palo en su coño. María comprendió que la fiesta estaba por terminar y dejo de filmar, y se escondió bien. En los siguientes quince minutos se vistieron de nuevo con sus mantas y recogieron todo. Cada una llevaba su falo bendito y la antorcha, recogieron el afiche e hicieron un rollo y una lo cargo mientras otras la ayudaban con sus cosas. Cuando se había alejado suficiente, María las siguió a la distancia. El regreso era callado y como María había supuesto estas mujeres eran monjas del convento. Cuando la puerta del convento se cerró detrás de la última, María se acerco a la puerta y se quedo pensando en toda la aventura que había vivido esa noche. Ella empujo la puerta con cuidado y esta cedió. Ella asomo la cabeza y vio que no había nadie alrededor. Todo estaba oscuro a excepción de la luz de la luna. Ella pasó y camino unos metros luego se detuvo y miro alrededor, el patio del convento estaba cubierto de sembradíos, también noto que a lo lejos había un establo. Entonces escucho los gallos cantar y supuso que estaba por amanecer. Entonces regreso, salió del convento, ajusto la puerta y empezó a subir la colina para regresar a la casa.
Cuando ya se había tranquilizado de todas las emociones que había vivido, de nuevo se dio cuenta que estaba desnuda, caminado en la noche por una colina por donde jugaban sus dos hijos desnudos. Empezó a sentirse de nuevo excitada. Apunto la luz de la linterna a su coño y vio que este aún estaba hinchado y su clítoris parecía más grande, parecía un pequeño pene.
Llevo la mano a su culo y noto que su ano también estaba relajado. Ella apago la linterna y noto que la vista ya se había acostumbrado a la oscuridad, además el camino ya no era extraño para ella. Ella tomo la linterna y se la metió de nuevo en su culo, recordando la visión de la monja y el palo en su culo. Ella se sintió más excitada y empujo la linterna hasta que esta desapareció completamente en su recto. La excitación parecía hervir de nuevo en su cuerpo. Mientras subía por la colina ella se iba estrujando su coño, hasta que alcanzaba el orgasmo. Cuando llego a la cima de la colina ya había tenido tres orgasmos. Miro para la casa de Don Tomás y todo estaba tranquilo. Ella deseaba tener algo para meterse en su coño que le picaba constantemente. De repente ella recordó que en la mañana habían traído merienda, y la habían dejado en la cueva. Entonces se dirigió a la cueva. Pero esta estaba completamente oscura, pujo duro y saco la linterna de su culo que salió llena de mierda.
María la agarro sin ninguna repulsión y limpio la pantalla en sus nalgas. Ella encendió la linterna y entro a la cueva. La bolsa de la merienda estaba justó donde la habían dejado. Se sentó en la tierra y tomo la bolsa de papel, la abrió y estaba todo justo como lo había dejado. Ella vacio las cosas en la tierra y tomo un refresco de lata lo abrió y se la tomo, Calmando la sed que tenía. Luego agarro una bolsa de plástico y saco los panes rellenos que ella había preparado en la mañana. Tomo uno y se lo comió. Luego un pensamiento perverso cruzo por su mente. Agarro otro pan relleno y se incorporo poniéndose en cuclillas, y se lo metió en su culo, agarro otro y otro hasta que los cuatro que quedaban en la bolsa se los metió. Tomo una lata de refresco y se la metió en su coño, haciendo que ella exhalara un suspiro, entonces empujo la lata, se metió otra y otra hasta que tenía tres en su coño. Luego destapo la otra y se la tomo.
María empezó a caminar colina abajo para la casa, con su culo y coño picando pero sintiéndose llena. Ella apago de nuevo la linterna y empezó a meterse la linterna en su culo, se esforzó y esta se abría paso entre los panes, hasta que la pantalla era cubierta por sus nalgas. Ella sentía que su culo iba a estallar, cuando camino otros doscientos metros ya casi llegaba a orillas de la carreta. No aguanto y empujo botando la linterna y los panes fuera de su culo. Ella sintió un alivio, entonces tomo la linterna que estaba llena de pan con salsa y mierda y se la metió de nuevo en su culo boquiabierto. No hubo necesidad de empujar, esta entro completamente en su recto. María agarro la masa de pan lleno de salsa con ensalada y tocineta y mierda que estaba amontonado en la tierra. Y empezó a untárselo por todo su cuerpo. María se sentía como una cerda, pero no sentía ninguna vergüenza sino más bien la excito. Los trozos que cayeron a la tierra ella los recogió, comenzó a tragárselos. Extrañamente el sándwich con sabor a mierda le pareció delicioso, después que se había comido todo se lamio los dedos. Cuando termino ella siguió el camino, llego a la carretera, y cruzo. Cuando entro a su parcela, escucho al perro ladrar en la parcela. Ella sabía que este no se quedaría tranquilo hasta que no la reconociera, entonces se dirigió a la perrera. Cuando el perro reconoció a su ama, dejo de ladrar y empezó a menear la cola.
El perro se acerco y empezó a oler a María, luego empezó a lamer su cuerpo, María dejo que la lamiera hasta que se cansó. Ella se alejó del perro y fue al patio de atrás, pero el perro la siguió. María se sentía sucia y excitada. Fue al chorro de agua que llenaba los tanques y abrió la manguera. El agua estaba fría pero María se empezó a quitar toda la suciedad, después que se había quitado toda la suciedad, se saco la linterna del culo y la lavo. Entonces tomo la punta de la manguera y se la metió lavándose su culo. Después que se baño recogió una toalla se secó y fue adentro de su casa. Cuando estaba por cerrar la puerta noto que el perro la había seguido, y se quedo mirándola como con una mirada de súplica o eso fue lo que le pareció a María. Un pensamiento perverso paso por la mente de María. «Porque no, total estoy sola.» Ella fue por la cadena del perro y la puso en el collar, entonces lo llevo adentro. El perro se resistió, algunas veces que tenía la osadía de hacerlo era castigado.
María sabía porque no quería entrar, entonces tenía que hacer algo que hiciera que el castigo valiera la pena. Ella se acerco al perro, abrió sus piernas y con las dos manos abrió su coño hinchado y se lo puso en la nariz del perro. El perro inmediatamente lanzó una lengüetada que sorprendió a María, pero la sensación era agradable. Dejo que el perro lamiera su coño un rato. Ella miro de reojo bajo su barriga y vio que su miembro estaba saliendo de la vaina. Entonces ella se retiro de nuevo dentro de la casa y tiro de la cadena, esta vez el perro avanzó, después que había entrado, María tranco la puerta y llevando al perro por la cadena fue a su cuarto.
Cuando entro al cuarto se tiro a la cama, mientras el perro quedo de pie al lado de la cama. Se quedo pensando que hacer. El perro botaba mucha baba y de seguro no lo podía subir a la cama, también tenía días que no se había bañado, e iba a dejar la cama hedionda a perro. Ella se levantó de la cama y fue al closet. Entonces recordó que tenía unas colchonetas que una vez había comprado para hacer ejercicios. Dejo al perro en el cuarto y fue a un cuarto que usaban de depósito. Buscó hasta que hayo las colchonetas y las tomo. Cuando iba saliendo vio colgando de la pared un collar de perra con una placa que decía Bianca. Ella recordó que este collar era de la compañera de Vigilante. Su esposo había comprado la pareja, cuando eran cachorros, pero cuando la hembra justo había cumplido el año, murió arrollada por un camión. Ella se había soltado de la cadena y empezó a corretear otro perro que había entrado a la finca. El otro perro corrió a la carretera y Bianca fue detrás de él. Pero en ese momento bajaba por al carretera un camión cargado y se llevo a Bianca por delante. Matándola en el acto.
La muerte de Bianca había sido un duro golpe para todos. Entonces ellos habían guardado el collar como recuerdo. María bajo el collar y lo llevo al cuarto junto con las colchonetas. María tiro las colchonetas en el piso, después fue al espejo y se puso el collar, ella empezó a sentirse como una perra, pensó: «Me llamo Bianca, la perra de Vigilante» después miro sus pezones que estaban duros y habían crecido unos dos centímetros, y las aureolas estaban más marrones. Luego bajo la mirada a su coño y sus labias seguían hinchadas, y el clítoris sobresalía como un pequeño pene.
María golpeo su clítoris con el dedo índice, y la hizo brincar de placer. Entonces se giro y agacho un poco, su culo seguía relajado y parecía más grande, su cuerpo parecía hervir de excitación. Ella de nuevo tomo el maquillaje y se pinto sus cejas, se acomodo las pestañas, se maquillo su rostro y se pintó los labios con un color negro, haciendo resaltar sus labios que parecían más carnosos ahora. Luego tomo la pintura de labios negros y se pinto las aureolas, tomo el lápiz rojo y se pinto las labias, que sobresalían como unos pétalos hinchados. Agarro una pintura de unas negras y se pintó su clítoris haciendo que resaltara. Le gusto lo que veía. La acetona de la pintura de labios ardía en el clítoris creando una sensación de dolor y placer, pero poco a poco se fue esfumando a medida que la pintura se secaba. Se dio vuelta y se agacho exponiendo completamente su ano abierto. Tomo el lápiz labial rojo y lo pinto, después se miro en el espejo. Ella se sentía vulgar, pero cachonda. Fue al closet y saco unos tacones de unos diez centímetros de alto que había comprado pero nunca los había usado. Se los puso y camino. Cuando caminaba el cuerpo se movía sensualmente y sus nalgas ondulaban. Le pareció que ya estaba lista para su parejo, Pero faltaba algo, fue de nuevo al espejo y abrió sus piernas completamente, entonces con una mano empezó a sacar las latas de refresco que se había metido en la colina.
Cuando saco las tres latas su coño estaba boquiabierto completamente, y las latas estaban calientes. María fue a la nevera y después de lavar las latas las metió de nuevo a la nevera. Cuando se disponía a ir al cuarto, vio la leche, entonces se mordió su labio inferior y fue y saco la medicina y preparo otra bebida. Después de tomársela fue al encuentro de Vigilante. La reacción de la medicina fue casi inmediata, cuando llego al cuarto se sentía mojada en sus muslos.
Ella bajo la mirada y vio que su coño estaba más hinchado: sus labias florecían intensamente y estaban resaltadas por el color rojo del lápiz labial, su clítoris era más grande y grueso, sus muslos estaban todos mojados pero no de orines. La excitación que sentía era tan intensa que le pareció que estaba flotando en un mundo donde su mente lo único que le importaba era el sexo. Ella fue al espejo y vio que los labios eran más provocativos y los ojos brillaban, también vio que sus pezones eran más grandes y tenían como cinco centímetros de largo. Ella se los toco e inmediatamente la hizo chillar de placer. La imagen que ella vio en el espejo fue la figura de una diosa del sexo. Se voltio y sus nalgas parecían más grandes y redondas, y tenían una tez roja, su culo le picaba, entonces se agacho y vio que su ano parecía una flor. Mientras estaba concentrada admirando su culo, sintió una lengua fría y babosa en su cara, ella se le había olvidado momentáneamente del perro. Ella se abalanzó sobre el perro como una amante que no había visto en años y empezó acariciarlo. María se entrego a las lengüetadas del perro y empezó a besarlo en la boca dándole besos húmedos, después de los besos, María llevo a Vigilante al la colchoneta y ella se acostó boca arriba y acerco al perro. Este tenía parte del miembro fuera de la vaina, ella se metió bajo el perro y empezó a acariciar y mamar el pene del perro, como si de una chupeta se tratara, el perro en cambio empezó a lamer el coño de María, que la hizo temblar y gemir de placer.
María abrió las piernas completamente y levanto sus lomos para darle más acceso. «Eso bebe, chupa mi coño de puta. Chupa a tu perra.» Repetía constantemente mientras ella se dedico a mamar y pasar el palo del perro que ahora era como de cuarenta centímetros y unos cinco de ancho en la parte más delgada y ocho en el medio sobre sus tetas. María gemía y se contorsionaba de placer. El perro empezó a bombear echando chorritos de cum bañando los pechos y cara de María. Ella abrió la boca y tomo un chorro de cum, tragando y saboreándolo, como si nunca hubiera tomado algo tan sabroso. María perdió la cuenta de los orgasmos, se incorporo y se puso en cuatro bajando sus tetas hasta que quedaron aplastadas en la colchoneta, abrió las piernas y con las dos manos extendió sus nalgas aparte exponiendo al perro un coño boquiabierto, hinchado, rojo, y el culo boquiabierto.
«Ven acá cariño. Cógeme, yo soy tu perra. Vamos» repetía
El perro parecía entender e inmediatamente se acomodo sobre la espalda de su perra y en unos segundos su pene había encontrado el hueco del coño, empujando con fuerza y metiendo todos sus cuarenta centímetros de un solo golpe, haciendo saltar y gritar a María. El perro se mantuvo bombeando y bombeando, mientras María gemía y chillaba, por cada choque como si fuera una corriente eléctrica que recorría su cuerpo.
«Sí, Sí, cógeme. Oh que rico. Vamos mi amor. Trátame como una perra.
«Soy tu puta. Oh si.» María no dejaba de gritar y decirle al perro cosas vulgares, de ella misma. Una hora después el perro y María estaban enganchados por un nudo que creció dentro de su coño, como si fuera una bola criolla. El perro se bajo de la espalda dejando a María completamente bañada de baba de perro, entonces se giro y quedaron en posición opuesta. Después del último orgasmo que acababa de pasar, María trato de zafarse del perro pero el nudo era demasiado grande. Ellos quedaron enganchados por otra media hora, hasta que el perro halo y se soltó, entonces se alejo y se hecho en una esquina del cuarto, lamiendo su pene aún colgando fuera de su vaina. María cayó en la colchoneta, satisfecha y sin fuerzas. A los pocos minutos quedo dormida, en la colchoneta.
María se despertó estirándose, por un momento no supo donde estaba, y porque estaba tirada en la colchoneta, bañada de baba seca y semen.
Momentos después recordó todo y una sensación de satisfacción recorrió su cuerpo. Luego hecho una mirada alrededor y el perro no estaba. Ella se levantó, se miro en el espejo, y vio que sus labios aun estaban carnosos, aunque no tanto como antes. Los pezones seguían largos pero habían bajado su tamaño, su coño seguía hinchado pero no como antes sin embargo las labias se erguían orgullosamente del grosor de un dedo pulgar. Luego salió del cuarto y vio al perro echado al pie de la puerta de salida hacia el patio, giro la cabeza al reloj que colgaba en la pared de la sala, y vio que ya era mediodía. Ella fue y abrió la puerta y el perro salió corriendo al patio y jugando como si de un cachorro se tratara. María se quedó mirando al perro desde la puerta, los sentimientos que sentía ahora por Vigilante eran diferentes al de antes, ella había visto al perro como una mascota y un guardián que servía para proteger la casa, pero ahora veía al perro como si fuera parte de ella, el mismo sentimiento que ella sintió cuando se enamoro locamente de su esposo.
Ella fue a la cocina y preparo un plato de cereales para ella y comida para Vigilante. Ella regreso al patio con el alimento del perro, cuando se disponía llevarlo a la perrera se dio cuenta que todavía estaba desnuda, y la perrera estaba en el patio delantero, y cualquiera que pasara por la carretera la podría ver, sin embargo la sensación de andar desnuda la excitaba y no quería ponerse la molesta ropa. Ella salió y se acercó a la esquina de la casa, de allí a la perrera eran como unos veinte metros, desde esa posición ella podía ver si alguien iba por la carretera. Pensó, entonces se encogió de hombros, y salió hacia la perrera, con un movimiento rápido. Su corazón se aceleró, con temor, pero ella llevaba puesto los tacones altos y no podía ir más rápido.
Cuando llego a la perrera, vacio el alimento en el plato del perro, entonces miro alrededor. El miedo de quedar expuesta a cualquiera que pasara de repente, se tornó en placer, luego regreso a la casa, pero esta vez ya no le importaba si alguien la veía, y camino con paso lento, cuando llego a la esquina de la casa, una sensación de alivio pero también de frustración baño su cuerpo. Ella regreso a la casa, pero recordó que no podía dejar al perro suelto, entonces fue al cuarto por la cadena y regreso y amarro al perro, entonces regreso de nuevo a la perrera con el perro, lo amarro le dio un beso en la nariz. Le hablo como de un amante se tratara y regreso a la casa. Esta vez ella no tuvo ningún apuro. Si acaso, ella se tardo todo lo que pudo.
Ella regreso a la casa, entonces supo que en cualquier momento podían regresar sus hijos, fue al cuarto, se quito la correa de perra, lo miro sonrió, pensó: «Mi nombre ahora es Bianca, la perra de Vigilante.» Después de recoger y lavar las colchonetas fue al baño se baño, y fue al cuarto a vestirse. Los sostenes le molestaban, porque tenía sus pezones demasiados sensibles, y las pantaletas apretaban su coño causándole molestias también. Ella pensó y se quito la ropa interior, entonces busco una falda y se la puso, luego una franela pero los pezones forzaban el tejido, pensó y dijo:
«Que diablos» dejándose la franela sin sostenes.
Después ella se dedico a las cosas de la casa, tratando de olvidar todo lo que había vivido en las últimas horas. Escucho una corneta y supo que sus hijos habían llegado, miro el reloj, y se dio cuenta que la tarde ya estaba cayendo, salió al porche y vio a sus niños bajando de la camioneta y corriendo a la casa. El abuelo había traído a los muchachos, pero como había hecho en las oportunidades anteriores no se bajo, sino que saludo con la mano, y después que los niños se dirigían a la casa, arranco y se fue. Los niños que iban llegando se abalanzaban contra su madre y le daban el beso de cariño. Todos notaron que su madre se veía diferente, pero no atinaban que era. Patty dijo.
«¿Mami que tienes en tus tetas?»
«Nada cariño. ¿Por qué? Ah ya se a que te refieres. ¿Es esto?» tocando un pezón a través de la franela, enviándole un calambre que recorrió del pezón a su coño. «Entremos que quiero mostrarles algo.» Sin responder la pregunta. Los niños entraron.
Continuará