El relato erótico "La depravación de una madre, Parte 07" es un texto de ficción, ni el autor ni la administración de blogSDPA.com apoyan los comportamientos narrados en él.

No sigas leyendo si eres menor de 18 años y/o consideras que la temática tratada pudiera resultar ofensiva.

Esta publicación es la parte 8 de un total de 8 publicadas de la serie La depravación de una madre

Cuando ya había caído la noche y estaban reunidos viendo televisión.  María salió del cuarto con la cámara: «Niños pónganse cómodos para que vean lo que tengo aquí.  Pero primero vamos hacer unas cotufas.  ¿Qué dicen?»

«Sí mami.» Aplaudiendo, dijo Patty.

«Buenos niñas acompáñeme a la cocina, y ustedes chicos conecten la cámara al amplificador de video y pongan la pantalla.»

Los muchachos fueron rápidamente por un amplificador de pantalla que su padre había comprado y lo usaban para ver películas.  El aparato tenía una pantalla plegable de un material parecido a una tela blanca, que era de dos metros por dos metros.  Ellos fueron a la sala y dispusieron las cosas en su lugar, entonces conectaron la cámara.  Cuando terminaron su madre y las niñas traían un bol grande lleno de cotufas y refrescos que dio a cada uno. Todos se acomodaron esperando que su mamá encendiera la película, María dijo: «Niños, después que ustedes salieron con sus abuelos, yo me prepare y fui a la colina, porque tenía curiosidad para que estaban armando esa tarima en medio del charco.  ¿Recuerdan?» todos asintieron con la cabeza, «Bueno prepárense para ver esto.» Y María encendió la cámara.  Luego apago las luces de la casa dejando todo oscuro.

Mientras estaban viendo el video, María estaba pendiente de cómo sus hijos, tomaban aquel material.  Los varones no apartaban sus ojos de la pantalla, y sus manos manoseaban su horca.  Ella estaba segura que ese sería el comportamiento, de sus dos pequeños pervertidos, luego se fijo en las niñas.  

Las jovencitas tampoco apartaban su mirada de la cámara y sus manos también estaban en sus horcas, Patty tenía su mano debajo de falda, y Juanita se retorcía disimuladamente en su asiento, María supo que estaba excitada.  El video duró una hora y cuando sabía que iba terminar, se levanto y cuando termino encendió las luces.  Ella vio las miradas de sus hijos que no podían ocultar su excitación.

«Y entonces, que les pareció» dijo María.

Los niños no atinaban a hablar.  Para sorpresa de María fue Juanita quien dijo:

«A mí me gusta.»

«Estaba Cool» dijo Patty.

Pedrito agrego: «Nosotros también deberíamos organizar una fiesta así.»

«Estaba del carajo» dijo Pablito.  Todos soltaron una risita ahogada.

María dijo: «Esta bien, ustedes pueden usar el lenguaje que quieran, pero solo aquí en la casa.  Okey»

«Mami puedo decir coño.»

«Si cariño, tu puedes decir coño, guevo, culo, puta perra, cualquier cosa que te dé la gana, pero solo aquí en la casa okey.  Lo mismo va para todos» respondió María a Patty.

«Bueno después que termino la fiesta, yo estaba animada, y no quería regresar a la casa, entonces me acorde del camino extraño que llega al convento.  Pensé que iba a perder el tiempo, pero de todas maneras no quería regresar a la casa, así es que fui al camino y empecé a caminar hacía la montaña.  Ya llevaba una hora caminando y no veía nada diferente, pero de repente escuche un barbulló de voces a las afueras del camino, el lugar era un potrero, yo me desvié del camino porque quería saber que era toda esa bulla, con cuidado me acerque para que no me fueran a ver. 

Entonces vi a lo lejos lo que parecía un incendio, pero cuando estaba más cerca vi que eran personas que sostenían antorchas, me acerque todo lo que pude para que no me vieran, hasta llegar a un árbol donde me sentía segura. Las voces eran canticos religiosos.  Pero será mejor que vean el siguiente video.»

María apago la luz y encendió de nuevo la cámara.  El video era de aproximadamente otra hora.  María veía como sus varones apretaban sus muslos, mientras no quitaban sus manos de la bragueta, y los ojos de la pantalla, las niñas también estaban de igual manera.  Cuando el video termino María dejo que la pantalla quedara en blanco, y un susurro general de desaprobación se escucho en la casa.

«Oh mamá, esas personas son monjas.» Dijo Juanita.

«Mami vio como esa mujer se metió ese palo en el culo.  Que Cool»

«Me parece imposible, es eso posible.» Dijo Pedrito.

«Pues si es posible, ustedes lo vieron.  Y por el coño también es posible, ustedes lo vieron.  Bueno eso no es extraño si tomamos en cuenta que ustedes salen por allí cuando nacen.»

«No puedo creerlo, eran monjas.» Volvió a decir Juanita que parecía no entender.

«Y cuál es el problema, si eran monjas.  Son mujeres, como nosotras, y tienen coños como nosotras.»

«Si bueno es verdad.»

Después de hacer y responder preguntas, María termino la conversación mandando a sus niños a dormir, porque al otro día había colegio y ella tenía que trabajar.

Después de aquel fin de semana, las cosas empezaron a cambiar en la casa de María.  Los niños y niñas empezaron a ser más abiertos, no era extraño escuchar una mala palabra.  Las jovencitas empezaron a vestir sexy en la casa, con faldas cortas, y franelas que escasamente cubrían sus tetas y shorts de jean que ella les había cortado.  Los pobres niños tenían que tragar duro, cada vez que sus hermanas andaban por la casa exponiendo sus nalgas a ellos.  María sin embargo se dedico más a Vigilante, cuando tenía cualquier tiempo disponible lo soltaba de la cadena y jugaba con él.  

Lo había bañado e incluso, lo mantenía peinado, y le había cortado las garras. El viernes en la tarde María llego con nuevas para sus hijos: «Adivinen niños, mañana vamos a conocer el convento.»

La cabeza de todos se fijaron en su mamá, como si esto no era posible. María explico: «Yo estuve preguntando y me entere que el convento está abierto al público los sábados durante el día.  El lugar fue declarado como sitio turístico por su arquitectura.  El dinero que recaudan es una ayuda para mantener las instalaciones.  Por eso mañana vamos y le echaremos una mirada.»

«Yo quiero conocer a la mujer que se metió su palo por el culo.» Dijo Patty

«No vayan a mencionar nada que nos comprometan.  Ustedes van y se comportan como si no supieran nada, de todas maneras es difícil reconocer a las monjas una de otra, porque todas visten igual.»

Los niños estaban entusiasmados.

Al siguiente día temprano María y sus hijos estaban delante del convento, también habían unas quince personas esperando, la mayoría eran familias que estaban de paso.  Cuando abrió el convento una monja invito a entrar al grupo.  Todos entraron a una sala de recibo grande de unos diez metros de altura, el techo era una cúpula sostenida con columnas góticas, la sala era espaciosa y todos cabían en el lugar y aun quedaba espacio. 

Las paredes estaban adornadas con cuadros religiosos, y pinturas de artistas antiguos.  Las personas caminaban por la sala entusiasmadas por la arquitectura.  María y los niños recorrieron la sala, tomando algunas fotos con sus hijos al lado de alguna escultura o pintura.  Cuando se abrió una ventana al fondo, todos se dirigieron a comprar las entradas.  María también se acerco junto con sus hijos, y esperaron que todos compraran los tickets.  Había una cartelera a un costado de la ventana que distorsionaba la ambientación.  María se cerco para leer la información que allí se exponía.  Los papeles que llenaban la cartelera era información de cómo comportarse en un aposento sagrado.  A María le llamo particularmente la atención una nota que decía que el convento aceptaba contribuciones voluntarias de aquellas almas que a bien quisieran dar.  Había una nota al final de la cartelera donde invitaba a los padres a abrir sus almas a Dios, invitándolos para los estudios que impartían en el convento donde enseñaba a las familias a convivir bajo la protección del creador.

Cuando todos habían comprado sus entradas María se acerco a la ventana, donde una monja cariñosa estaba vendiendo los tickets, después de dar la bienvenida y felicitar a María por haber traído a sus hijos para que se acercaran al señor.  Le dio las entradas.

Cuando iban caminado a la puerta de acceso al interior del convento, Juanita le dijo en voz baja a María.  «Mamá ella era una de las monjas que estaba en el video, estoy segura»

«Tú también te diste cuenta.  Aunque como dije antes todas se parecen.»

Cuando atravesaron la puerta entraron a un pasillo, donde estaba la multitud reunida, mientras escuchaba a otra monja que se estaba presentando y que les sería la guía por el aposento.  Después que indico como sería el recorrió y que ella trataría de responder a todas las inquietudes que tuvieran, invito a seguirla.  Recorrieron un pasillo espacioso que estaba lleno de pinturas de tinte religioso, el pasillo rodeaba un jardín que parecía estar en el centro del convento, a medida que iban caminando se veían puertas cerradas, que los curiosos preguntaban porque estaban allí, a lo que la monja explicaba que estaba detrás de cada una.  De repente se desviaron y empezaron a subir por una escalera de madera.  Al subir la escalera llegaron a un lugar que parecía ser residencial.  La monja explico que era la residencia de la madre superior, y que ella los estaba esperando en su oficina, para saludarlos.  Al final había una puerta grande de madera de dos hojas, que estaba de frente al pasillo.  En la parte superior de la puerta se leía «Sor Teresa.  Madre superiora» la monja toco la puerta y empujo, las dos hojas se abrieron y con una reverencia ella hablo, después se volteo y mando a pasar al grupo.  Era una oficina digna del vaticano, y con un escritorio grande de madera, todo al mismo estilo de los muebles que habían visto.  La oficina era grande y todos cabían sin ningún problema. 

Detrás del escritorio estaba la madre superiora de pie.  Para María no había duda, esta mujer era la líder que ella había visto en el campo.  Los niños también lo notaron y se daban con el codo uno al otro en señal de conocimiento.  María hizo un ademan de silencio, la madre superiora fue presentándose a cada uno y les daba la bienvenida.  Cuando María estaba frente a ella no podía creer que ella había visto a esta mujer desnuda, y con un gran falo en su coño.  Se preguntaba si todavía llevaba los anillos y símbolos fálicos.  Disimulo, mientras la mujer le extendía la bienvenida, con una voz muy educada, y cariñosa.  Lo que más le preocupo a María era el

comportamiento de sus hijos que sabían quién era esta mujer, ella noto el nerviosismo de ellos, como si estuvieran viendo un fantasma.  Sor teresa noto el nerviosismo de los niños, pero no le parecía extraño, siempre le ocurría con la mayoría de los niños.  Después de salir del lugar, el recorrido parecía monótono porque todos los lugares que visitaban eran parecidos.  María y los muchachos no le importaban todas las explicaciones e historia que daba de cada rincón que iban visitando, ellos estaban más pendientes de las monjas que se encontraban por el camino.  Luego atravesaron otra plaza, para llegar a unos salones hechos al mismo estilo con ventanales grandes y estaba lleno de jóvenes aspirantes a monjas.  Al final fueron al patio trasero donde había estado María.  El lugar era una mini granja, donde cultivaban, cereales, papas, vegetales, aliños, etc.  A un costado estaba un establo.  La monja explico que allí se quedaban algunas bestias que se utilizaban para cargar, mercancía que tenían que comprar a los granjeros locales.  También dijo que a veces mantenían temporalmente un o dos toros que compraban, para luego mandarlo a matar para surtir la carne.  María recordó las fotos que estaban en el afiche.

Después que termino la visita, María hablo con la monja que servía de guía, para ver si era posible hablar con la Madre Superiora.  Le explico que ella había leído la cartelera y estaba interesada en colaborar.  La monja inmediatamente llamo a alguien a quien llamaba hermana, después de un rato recibió la llamada de la misma persona y le dijo que la madre superiora podría atenderlos.  Cuando entraron de nuevo a la oficina de la madre superiora, la madre superiora invito a los niños a sentarse en un mueble grande que estaba retirado, al lado de un ventanal.  A María la invito a sentarse en una silla que estaba al otro extremo del escritorio.

«La hermana Sara me dijo que usted estaba interesada en contribuir con nuestra sagrada hermandad.  Y en nombre de todas yo le estoy muy agradecida.»

María le explico a la madre superiora que ella vivía en el pueblo, detrás de la colina, que era dueña de una granja, que vendía el producto a los comercios, y también tenía bajo su propiedad algunos animales.  María dijo que ella podría contribuir, con mercancía que ella cultivaba en la granja, o con algún animal que ellas necesitaran o con dinero.  La madre superiora agradeció.  María dijo que al menos que ellas tuvieran alguna necesidad especial, ella contribuiría modestamente con algo de dinero semanalmente.  La Madre superiora saco una tarjeta de la hermandad donde estaba escrito la cuenta bancaria.  María objeto y dijo que si no le importaba ella haría la contribución personalmente, y si necesitaban alimento o algún animal, lo podría pedir con confianza.  María le dio la dirección de la casa.  La conversación se hizo amena entre las dos mujeres, empezó a nacer una filis entre ellas.  María llamo a los niños que estaban mirando por la ventana, les presentó a sus hijos.  Luego la conversación fue amena entre todos como si ya se hubieran conocido de hace tiempo.  Para sellar la amistad la madre superiora fue a un gabinete y saco una botella de vino, que abrió y brindo.  Cuando salieron del convento, había un sentimiento de frustración generalizado, no era lo que ellos esperaban.  María los animo diciendo: «habrá otras oportunidades, tranquilos.»

Después que estaban en casa, María salió a atender los asuntos de negocios con el capataz.  Las cosas estaban mejorando y las ventas habían subido.  Ella ya estaba cansada de salir a vender.  Por lo que quería hablar ese asunto con el capataz.

El señor Rodrigo era un hombre que estaba en sus sesenta.  Era un hombre grande y fuerte de tez trigueña.  Su esposa era una mujer negra de unos cincuenta años y parecía no envejecer.  Sus hijos ya estaban casados y vivían en otro pueblo.  El señor Rodrigo y su esposa vivían en una de las casas que José su difunto esposo había construido para albergar a aquellas familias que trabajaban en la granja, y no tenían donde vivir.  En la granja vivían diez familias que habitaban en pequeñas casas también construidas por su esposo, todos eran extranjeros.  El señor Rodrigo no era extranjero pero el señor José le había pedido que viviera en la granja después que le dio el cargo de capataz para que pudiera atender de cerca los asuntos.  En el campo trabajaban unas veinte personas durante todo el año.  Pero en temporada de cosecha, se empleaban trabajadores temporeros, que ocupaban un salón grande que tenía cocina y baños y les servía de habitación.  También se contrataba una cocinera.

Cuando ella llegaba a la casa del señor Rodrigo, él y su esposa se dedicaban a atenderla.  A María siempre le gustó, el deseo de trabajar y la dedicación de él.  En sus veinte años que tenía trabajando nunca conoció de él alguna falta.  Era un hombre recto.

Después que ella había llegado y recibió las atenciones de siempre.  María, el señor Rodrigo y su esposa, se sentaron en el corredor de la casa. María le explico al señor Rodrigo que ella le estaría eternamente agradecida si él asumía el reto de ser el repartidor de la mercancía, porque ella quería dedicarse a sus hijos como lo hacía antes que su esposo muriera.  Le dijo que no conocía a otra persona a quien le pudiera dar esta responsabilidad.  El señor Rodrigo acepto.  Entonces ella le dijo si conocía a alguien de los trabajadores de confianza que pudiera asumir elcargo de capataz.  Él le dijo que sabía quién podía asumir esa responsabilidad, y él mismo se encargaba de ese asunto.  María agradeció a él y a su esposa.  Después ella le explico cómo era la ruta que ella seguía. Y se despidió.  María en su regreso a la casa no podía contener su felicidad, porque ahora podría tener más tiempo con su Vigilante.  Sus hijos se iban en la mañana al colegio y regresaban cuando ya estaba cayendo la tarde.

Cuando ella llego a la casa, los niños estaban ante la televisión, las niñas estaban usando de nuevo los shorts de jean, con franela.  Ella termino de llegar y después se sentó con ellos.  Sus hijos se habían acostumbrado a las experiencias fuertes, y parecían estar aburridos, con estos programas de televisión que unas semanas atrás se peleaban por tener el mejor puesto. 

María se levantó y fue por sus tijeras, entonces regreso a la sala.  Se sentó y dijo: «Patty cariño ven acá.» Patty se levanto de su asiento y se acerco a su mamá.  María la llevo entre sus piernas, la observo y dijo: «Vamos hacer algunos arreglos a esta franela.» Tomo las tijeras e hizo un corte en la franela alrededor un poco más abajo de sus pequeños meloncitos.  Luego hizo cortes verticales pequeños hasta justo debajo de los senos, todo alrededor de la franela, cada tira era como medio centímetro de ancho.  Después dejo las tijeras en el mueble y retiro a su hija, admirando lo sexy que le quedaba la franela.  Todos los demás niños habían dejado de ver televisión y estaban pendientes de lo que estaba haciendo su mamá.

«Te gusta, anda al espejo.» Patty fue al espejo, y modelo ante él.  Admirando su pequeño pero bien desarrollado cuerpo, cuando regreso donde su mamá. 

María agrego: «Perfecto cariño, menos mal que aquí no hay viejos, porque estarían babeándose.» Patty y los demás sonrieron.

«Aún hay otro detalle que solucionar.  Porque no te quitas esas pantaletas molestas.»

«Mamá, ¿Puedo?  Digo que hay de Pablito y Pedrito»

«cariño yo estoy segura que a ellos les encantará.  Yo he visto como estos pervertidos las ven a ustedes dos.  No se preocupen por ellos.»

Patty fue a su cuarto y regreso sin pantaletas.  La vista era para matar pervertidos que sufren del corazón.  Ahora las nalgas quedaban completamente expuestas porque la horca del short se metía completamente en la raja de las nalgas, y parte se metía en la raja de su pequeño coño, exponiendo los labios externos.  Las manos de los muchachos inmediatamente fueron a la horca de sus shorts, tratando de ocultar el hard-on que la vista le provocó.  María vio y dijo.  «No te dije cariño.  Parece que tus hermanos les gusta lo que ven.»

«Juanita ven ahora tu.» Juanita ya había perdido sus inhibiciones y se acerco donde su mamá.  María hizo lo mismo con la franela de Juanita.  Entonces ella fue al espejo y sonrió ante la vista erótica de su cuerpo.  María le dijo que se quitara los sostenes y las pantaletas, justo como había hecho su hermana.  Juanita fue a su cuarto y cuando regreso, hasta María se lamio los labios por lo que vio.  Sus tetas parecían saltar con orgullo, y sus pezones estiraban la tela de la franela.  María supo que ella estaba excitada.  Entonces la mirada bajo al coño de la adolecente.  Que tenía la horca del short completamente metida en el coño desarrollado e hinchado, exponiendo sus labios.  Luego se volteo y las nalgas blancas estaban completamente expuestas, al igual que Patty la tira de la horca se metió en la raja del culo.

«Ve así está mejor para dos pervertidas exhibicionistas.»

María vio los bultos en las horcas que los niños no podían ocultar.  Entonces dijo: «Bueno niños ya es hora que dejen a un lado esa timidez.  Vamos quítense esos shorts sin protestar.»

Los dos jovencitos hicieron justo como les dijo su mamá.  Quedando en interiores.  «Ahora quítense esos interiores.» Los dos muchachos se quitaron sus interiores quedando en pelotas.  Pero inmediatamente pusieron sus manos cubriendo sus penes erectos.

«Ya está bueno.  Pongan sus manos atrás.»

El pene de Pablito era de unos diez centímetros de largo, y unos dos de grueso.  Pero el de Pedrito era de unos orgullosos dieciocho centímetros y tres de grueso.  Las miradas de María y Juanita se admiraron por tremendo tamaño de pene para un niño de trece años.

«Yo sospecho que es lo que hacen ustedes con sus penes cuando están arriba en la colina.  Y quiero que ustedes sean sinceros, con nosotras.  Le prometo que nada de lo que pase aquí sale de la casa, y ustedes saben muy bien que yo les dije que las cosas que hagamos entre nosotros nadie las debe saber.

Vamos niños, no tienen que temer nada.  Eso es muy normal.  Mira yo se que Patty y juanita juegan juntas en la cama.  Y se lamen sus coños.  Yo lo sé y ustedes ahora lo saben.»

Las niñas no podían creer lo que escuchaban.  ¿Cómo sabía su mamá que ellas jugaban en la cama?  pero era cierto.

María siguió: «vengan acá niños.»

Los dos se acercaron a su mamá.  Ella los acercó y los puso frente a frente, entonces ella tomo la mano de Pablito y la puso en el pene de Pedrito, luego la mano de Pedrito y la puso en el pene de Pablito.  Luego los empujo.  Los niños no sabían que decir o hacer, pero ya sabían que su madre conocía su secreto.  El saber que su madre y sus hermanas supieran, y que su madre les hubiera prometido que sus secretos se quedaban entre ellos, los animo.  

Entonces ellos se entregaron al desenfreno, como lo hacían en la colina.  Se besaron como dos amantes, se mamaron sus guevos, se lamieron el culo.  El espectáculo terminó después que Pedrito cogió a Pablito y Pablito cogió a Pedrito.  Después que quedaron agotados en el piso, las niñas y su mamá aplaudieron.  Después que ellos se repusieron y sintieron vergüenza por el desenfreno.  María dijo:

«Niños, nadie debe sentirse avergonzado por lo que es.  Mira todos los niños, alguna vez han tenido sexo con otros niños o incluso con hombres, y las niñas con otras niñas o mujeres.  Si a ustedes les gustan los niños o los hombres ese es su problema y todos aquí lo respetamos.  ¿Dime algo, les gusta sentirse femeninas?»

Los dos niños asintieron con sus cabezas.  «Bueno, ya todo está dicho, si quieren se visten o se quedan desnudos.  Ustedes deciden, es más les doy una idea.  Porque no van y me traen un jean cada uno y le hacemos algún arreglo.  Y franelas.»

Los dos niños ya animados se fueron a sus cuartos y trajeron cada uno un jean y franela.  María corto el jean de Pablito haciendo un short del pantalón como los que había hecho a sus niñas.  Después se los dio para que se lo pusiera, sin usar interior.  Pablito se puso el short y así como en sus hermanas, la tira de la horca del short se clavo en su culo exponiendo sus nalgas.  La horca apenas protegía que su pene y bolas no se expusieran. María observo y dijo: «Quítate el short que no te quedan.  Patty ve por unos de tus cacheteros y me lo traes.»

Patty corrió y busco un cachetero.  María tomo el cachetero y le hizo algunos cortes entonces se lo lanzó a Pablito.  Pablito se puso el cachetero.  El cachetero se ajustaba al cuerpo del jovencito, sus bolas y pene abultaban la horca.  Sin embargo María había dejado una tira que se metió en la raja del culo, exponiendo sus nalgas.  Después le pidió que se pusiera la franela, y María le hizo un corte como había hecho con las franelas de sus niñas.

Pablito se veía completamente femenino.  Después pidió a Juanita que buscara un cachetero de ella e hizo lo mismo que había hecho con el de Patty.  Cuando termino los dos niños parecían dos niñas.  María agrego: «Yo voy a comprarles ropa femenina para ustedes, y lo pueden usar aquí en la casa.  Es más, vamos hacer una regla.  Mientras cualquiera de nosotros este en casa, está completamente prohibido usar ropa masculina.  ¿Aceptan o no?»

Todos dijeron al unísono, «De cuerdo»

María agrego.  «Como aquí todos estamos siendo sinceros, yo tengo un secreto que quiero que ustedes sepan.  Ustedes saben que yo soy una exhibicionista.»

Todos asintieron con sus miradas.  «Bueno cuando ustedes se fueron con la abuela y abuelo, yo les dije que me prepare para ir a la colina.  Bueno esto fue lo que paso.  Me acosté a descansar un poco y me quede profundamente dormida, cuando me desperté ya era de noche.  Yo decidí que iba a ir desnuda a la colina esa noche, entonces me desnude y me bañe con la loción anti repelente, después busque la linterna y la cámara.  Yo me sentía excitada, pero quería que aquella noche fuera inolvidable para mí, entonces fui a la vitrina y busque una medicina, que sirve como afrodisiaco, que mi esposo una vez había traído, porque un cliente que tiene familia en la india le había mandado.  La medicina la guardamos en la vitrina y nos olvidamos de ella.  

Pero aquella noche me acorde de la medicina, y la saque, entonces después de leer las instrucciones me tome en un vaso de leche una copa de ese afrodisiaco, aunque recomienda que agregue cum, para mejores resultados. ¿Saben ustedes lo que es cum?»

Nadie respondió, «Cum es el semen que escupen los guevos cuando están acabando.  Las mujeres también echamos cum pero normalmente queda dentro de nuestros coños cuando acabamos también.  Después salí desnuda de la casa rumbo a la colina, cuando había caminado un trayecto empecé a sentir un calor por el cuerpo y una sensación de excitación que nunca había experimentado.  El coño me picaba tanto que tenía que estrujarlo violentamente, pero lo que lograba era aumentar la excitación, el culo también me picaba que me tuve que meter la linterna para calmarlo, cuando llegue a la colina ya había experimentado como cinco orgasmos.  A pesar que estuve andando por ahí hasta la madrugada, la excitación no menguaba, a pesar que ya había perdido la cuenta de todos los orgasmos que había tenido. 

Cuando llegue a la casa en la madrugada, el perro me reconoció y se me abalanzó lamiéndome por todas partes, incluso por mi coño y culo, la lengua del perro aumento mi excitación, que incluso me abrí de piernas para darle más acceso a mi coño, yo vi su guevo rojo colgando de la barriga, para entonces mi mente no pensaba, sino mi coño.  Entonces metí al perro a la casa y lo lleve a mi cuarto.  Fui de nuevo a la vitrina y me prepare otro vaso de medicina y lo tome, luego busque la colchoneta que está en el cuarto de chécheres, cuando iba de regreso al cuarto vi el collar de Bianca que guardamos de recuerdo, después que murió.  

Me lleve el collar y la colchoneta al cuarto, extendí la colchoneta en el piso, luego fui al espejo. Recuerdo que cuando ustedes llegaron de donde la abuela, Patty me pregunto que tenía debajo de la franela, y yo no le respondí.  

Bueno cuando me vi en el espejo, los pezones habían crecido casi cinco centímetros y estaban duros como piedras, los toque y un rayo me sacudió de las tetas hasta mi coño, haciéndome chillar de placer, entonces mire mi coño y este estaba completamente hinchado las labias eran tan gruesas como los dedos pulgares míos, mi coño parecía una flor, y el clítoris parecían un pequeño pene, del tamaño de un dedo meñique, entonces me puse el collar de Bianca, y jure que sería la perra de Vigilante, incluso pensé que desde entonces me llamaría Bianca María, la perra de Vigilante.  Después fui donde el perro y me cogió como nunca alguien me había cogido en la vida.  Por eso es que desde aquel día, mis sentimientos hacia el perro han cambiado y me he sentido deprimida porque desde aquella noche no he podido estar de nuevo con mi amante.  «

Las últimas palabras sonaron melancólicas, «Bueno, ya ahora no hay secretos entre nosotros.  Pero es muy importante y quiero que juren.  Que cualquier cosa que nosotros hagamos, no sale de la casa.  Entendido.»

Todos estaban sorprendidos por la historia que acababan de escuchar.  Pero después de reaccionar dijeron con voz alta.  «Lo juramos.»

Juanita agrego.  «Mami, no tienes porque privarte de tus placeres, ahora ya todos sabemos, y todos estamos contentos con lo que somos.  Es más yo propongo algo.  Desde este momento usted será llamada Bianca María, la perra de Vigilante o de cualquier otro Perro, que se quiera tirar.  En esta casa usted será la perra de la casa, y nosotros la llamaremos, Bianca o Perra.  El que esté de acuerdo conmigo levante la mano.»

Todos levantaron la mano.  Juanita agrego: ¿Mamá está usted de acuerdo con todo lo que dije?  María con voz fuerte dijo: «lo estoy» Juanita agrego: Bueno levante tu mano derecha y ponga la otra en el pecho.  María hizo como Juanita había dicho, Juanita agrego: «¿Jura usted a partir de este momento ser la perra de Vigilante o cualquier otro perro que se quiera tirar, y que en esta casa será llamada perra, o Bianca?» María juro con voz fuerte.

Todos aplaudieron, Juanita siguió: «no es justo que el perro este apartado de su perra, la perra debe cuidar de su perro, el perro estará siempre con la perra y dormirá con él.  También debe llevar el collar que la identifica, y andar desnuda mientras esta con su perro.  ¿Los que estén de acuerdo conmigo levanten la mano?»

todos al unísono levantaron la mano.  Juanita siguió: Patty ve al cuarto y te traes el collar para la perra.» Patty fue corriendo y trajo el collar.

«También propongo que Pedrito y Pablito sean llamados en esta casa, Pabla y Petra.  Los que estén de acuerdo levanten la mano.»

Todos levantaron la mano.  Luego dirigiéndose de nuevo a su mamá dijo: «Ahora perra ya no tienes derecho a estar vestida en esta casa.  Niñas vayan y desnuden a la perra.»

Patty, Pedrito y Pablito, fueron y quitaron el vestido de María dejándola en sostenes y pantaletas.  Después sin miramientos le quitaron sus sostenes y pantaletas dejando a María desnuda delante de sus hijos.  María no sentía ninguna vergüenza, más bien su excitación la tenía al borde. «Vamos en cuatro perra» dijo con voz autoritaria Juanita.  María se puso en cuatro sumisamente.  Sus tetas redondas colgaban, y sus nalgas se erguían orgullosamente, los niños rodearon a María admirando su cuerpo, María sentía un fuego que le quemaba el coño, sin que le dijera nada ella abrió sus piernas exponiendo a los niños su coño inflado por la excitación.

Juanita dijo: «Parece que la perra esta en calor.» Después ella puso el collar alrededor del cuello de su madre.  «Bueno perra ve por tu perro.  Pero espera, Petra anda al gabinete y traiga la medicina» Pedrito fue al gabinete y trajo un frasco que estaba escrito en un idioma extraño, junto al frasco había otro papel, lo leyó, y lo recogió trayéndolo a Juanita.  Juanita leyó las instrucciones entonces dijo: «Petra y Pabla.  Háganse la paja ahora» sin escrúpulos los dos niños sacaron sus penes por un lado de las licras, y comenzaron a masturbarse.  Cuando acabaron vertieron el semen en un vaso que Patty había traído, después Juanita vertió una copa del afrodisiaco y lo lleno de leche.  

«Vamos perra tómate tu medicina» Antes de tomar el vaso María dijo: «Vamos aclarar algunas cosas.  Yo estoy de acuerdo con todo lo que tienen destinado para mí, pero como yo voy a ser una perra, significa que los quehaceres de la casa serán responsabilidad de otro, no voy a cocinar, ni lavar.  Entendido» Juanita pensó y vio sentido en lo que ella estaba diciendo.  María noto la preocupación entonces agrego. «Yo tengo la persona que se puede encargar de todo.»

«Pero si traemos a un extraño a la casa, ya no podemos seguir con este juego.»

«No hay problema, por esta persona.» Luego María contó con detalle como ella había conocido a la mujer e hija del tipo aquel que se había escapado de la cárcel y que tuvo a punto de violarla.

«La mujer y la hija son unas zorras, la esposa tiene sexo con su pequeño nieto y su hija, y cualquiera que se le atraviesa, incluso con el perro.  La hija trabaja en un bar y está preñada de nuevo.  Ellas mantendrán silencio, estoy segura.»

«Okey entonces mañana será mejor que vaya y le haga una visita, mientras tanto yo me encargo de la cocina y Pabla y Petra, de lo demás.»

«otra cosa cuando me tome esa medicina será, mejor que vaya al baño, porque cuando hace efecto, inmediatamente relaja el culo y el coño, limpiando el recto y la vejiga.»

«usted tiene libertad de hacer lo que quiera en esta casa, nadie le va ordenar donde ir o que hacer, será como vigilante, el andará por la casa libremente.  Recuerde que usted es una perra y tiene que comportarse como una perra.»

María bebió el contenido del vaso, entonces se levanto y fue a su cuarto, busco los tacones altos y salió de la casa.  Los niños se quedaron admirando la espectacular figura de su madre, sus nalgas se bamboleaban de lado a lado, mientras caminaba.  María salió de la casa y todavía era de día, aunque se veía que la noche se estaba acercando, ella corrió a los arbustos que estaban lejos en el patio trasero, y vacio su culo y vejiga. La medicina actuaba como una droga que le nublaba la mente, solo podía pensar en sexo, y en hacer cosas pervertidas.  Miro sus pezones y estos habían crecido hasta diez centímetros, se apretó la teta derecha, provocándole un orgasmo al instante, María noto que de sus pezones botaba leche como si fuera una mujer recién parida, además sus tetas parecían más grandes, luego miro su coño y este era el doble del tamaño de lo que fue la última vez, las labias parecían querer salirse, y se inflaron que parecían dos cambures, ella abrió un poco sus piernas y el coño quedo boquiabierto. Entonces llevo su mano al culo y este estaba completamente relajado, ella se metió una mano en su culo con facilidad sin ofrecer ninguna resistencia.

Ella no podía pensar, solo quería tener algo que le consolara su culo y coño, entonces regreso a la casa.  Cuando entro los niños estaban a la expectativa, la visión de su madre los impresiono.  Los ojos de María parecían ser más grandes, su mirada era de excitación, su boca se veía más sensual que nunca, los labios eran más gruesos.  Su coño florecía mientras su clítoris parecía el pene de Pablito, la tez de la piel se había tornado rojiza.  María corrió a la cocina y los niños la siguieron, María busco desesperadamente algo, no parecía hallar nada que le satisficiera, entonces busco en un gabinete y vio una bolsa de papel.  La rompió y al piso cayo un pan campesino de casi medio metro y unos diez centímetros de grueso.  Ella sabía que si usaba ese pan se quedaría sin cena.  Ella acostumbraba comer para la cena un emparedado con medio pan campesino relleno de tocineta y ensalada.  Los muchachos vieron como su madre buscaba un cuchillo y abría el pan por la mitad, después fue a la nevera y saco el tocino haciendo rebanadas, ellos ya habían visto a su madre preparar la cena de ella, por lo que se imaginaron que quizás le había dado hambre, como reacción a la medicina.  María termino de preparar el pan con tomate, lechuga, cebolla, y aceitunas que eran su debilidad.  Después de preparado el pan era más grueso, los niños esperaban que su mamá se dispusiera a comerse ese pan, pero en cambio maría se puso en cuclillas, entonces grito: «Coño no se queden ahí como los mismos estúpidos, venga y me ayudan», los niños se acercaron entonces María dijo: «Petra toma el pan con las manos sin dejar caer nada y métamelo en el culo, que no aguanto la sensación de tener algo grande en mi culo.  Ella agarro sus nalgas con las manos abriéndolas, exponiendo a sus hijos un culo boquiabierto, el anillo del culo estaba hinchado y sobresalía.  Pedrito sin ningún pudor agarro el pan, lo centro en el culo.

«Mételo ya, no aguanto.  Oh sí que rico.» Pedrito metió todo el pan en el culo de su mamá hasta que este desapareció completamente en su ano.  María no dejaba de gemir, y decir vulgaridades a sus hijos, cuando el pan estaba completamente en su culo, María se apoyo del mostrador para pasar el intenso orgasmo que sintió, los niños vieron como de su coño salía un liquido blanco, que baños sus mulos.  Patty dijo:

«Mira el coño de la perra, como esta chorreando leche, ¿eso es cum?»

María contesto: «si cariño ese es mi cum.  OH que rico.  Oh sí, soy una perra feliz.  «

Después de pasar el orgasmo María fue a la nevera y saco una lechosa madura, tan larga como el pan y tan gruesa, como de unos quince centímetros de diámetro, ella se apoyo su culo sobre el fregadero entonces agarro y abrió su coño que ya estaba boquiabierto.  Ella empezó a gritar de placer cuando apretó sus labias hinchadas con los dedos.  Cuando dejo de gemir dijo: «Ven Patty cariño consuela a la perra, necesito esa gran cosa en mi coño.»

Patty fue y tomo la lechosa y empezó a empujar en el coño de su madre, mientras esta no dejaba de gritar, y vociferar de placer, Patty metió la lechosa completamente, María grito: «Empuja todo lo que puedas hasta que no pueda entrar más, vamos cariño.» Patty empujo hasta que tenía medio brazo dentro del coño de su madre, cuando encontró resistencia ella saco el brazo. Los ojos de maría estaban vidriosos.  Cuando se sintió calmada, ella abandono la cocina, y salió al patio de nuevo.  Los niños la siguieron; a María no le importaba si alguien la podía ver, fue donde Vigilante soltó la cadena de donde estaba amarrado, luego se agacho y le dio un beso húmedo en la boca, ante la mirada de asombro de sus hijos.  Ellos miraron desde la esquina de la casa, ligando que nadie fuera a pasar en ese momento por el frente de la casa.  A María no le importaba, después de acariciarlo y manosearlo, María llevo a su perro a la casa.  Cuando entraron a la casa María soltó al perro, mientras este no dejaba de lamerla por todas partes, María expuso su coño y culo al perro.  Para que le diera un baño de baba.

Los niños se sentaron en la sala mientras miraban a su madre y al perro que parecían dos amantes en celo.  María se tiro al piso y empezó a mamar el órgano de Vigilante, como lo había hecho con el reo.  Casi todo el palo del perro desaparecía en la garganta, el perro bombeaba, María saco el órgano mientras el perro seguía bombeando.  Unos minutos después un chorro de cum de perro fue directo a la boca de la mujer, María trago todo el cum sin desperdiciar nada, se saboreo después que el perro había vertido la carga dentro de su boca.  María no le importaba más, que estaba pasando a su alrededor o quien estaba mirando, ella sentía que solo vivía para complacer a su amante.  Mientras tanto los niños se habían olvidado de su madre y todos estaban desnudos en el piso en una orgía familiar.  Toda la familia estaba teniendo sexo, los hermanos entre sí mientras María estaba entusiasmada con el perro.  Después que el perro termino de vaciar su semen en la boca maría se incorporó y vio a sus hijos entretenidos en la más obscena orgía, ella sonrió, entonces metió su mano en el coño y saco la lechosa, que le había metido Patty.  Miro su coño que parecía tan abierto que parecía que acababa de dar a luz a un hijo, ella dejo la lechosa a un lado y se dedico de nuevo a su amante.  Media hora después ella y el perro estaban enganchados de nuevo.  Los niños ya habían acabado la orgía y veían a su madre enganchada, así como una perra se engancha con el perro.  

Ellos se levantaron de nuevo y se vistieron, entonces Juanita sugirió que Pedrito y Pablito debían parecer más femeninos, y todos fueron al cuarto de las niñas, dejando a su madre, jadeando mientras seguía enganchada.  Una hora después salieron del cuarto.  Juanita había maquillado a Pablito y a Pedrito, y Patty, también ella se había maquillado.  Para disimular el corte de cabello de sus dos hermanos, a cada uno le hizo dos colitas, cuando ellos se vieron en el espejo, estaban irreconocibles, cualquiera que los viera de seguro los confundiría con niñas.  Ellas le habían prestado zapatillas, para que no hubiera ningún rastro que los hiciera sentir masculinos.  Los niños vieron a su mama que estaba tirada en el piso dormida, toda bañada de sudor y baba, sus muslos y coño chorreaban en el piso semen del perro y de ella dejando un charco en el piso.  El perro se había alejado y estaba echado en un rincón.  

Los niños fueron a la cocina y prepararon su cena, comieron y acomodaron la cocina.  María seguía dormida en el piso.

Juanita fue y dijo, mientras la sacudía: «Perra levántate» María empezó a reaccionar y se quedo mirando al techo, como si quisiera recordar que había pasado, momentos después reacciono violentamente, sentándose en el piso mientras, sus hijos la miraban.  Ella hecho una mirada alrededor, luego sonrió cuando vio que Pablito y Pedrito parecían dos niñas.

«Qué hora es dijo, mientras se levantaba del piso.»

«Son las diez, ya es hora de ir a la cama.» Respondió juanita.

«Oh dios que sed tengo», fue a la nevera y se tomo como un litro de agua de un solo jalón.  Ella miro, en al cocina y se dio cuenta que ellos ya habían comido, entonces dijo.  «Dios mío que hambre tengo, me comería un elefante.»

«Sera mejor que prepare tu comida perra, ya nosotros comimos.»

«Yo ya prepare mi comida, antes que ustedes, mujerzuelas.» María sonrió.

«Quieren ver a la perra de su madre comerse la comida que preparo.  Bueno vean.  Quien de ustedes tiene que ir al baño a orinar», todos levantaron las manos.  Ellos iban al baño a orinar justo antes de irse a dormir para no tener que levantarse de noche.  María agrego: «Todavía no vayan.» Entonces ella se puso en cuclillas y pujo duro.  Los niños miraban como el pan campesino salía de su culo, todo lleno de mierda.  Después que el rolo de medio metro había caído al piso, maría se levanto, y con una sonrisa como de burla dijo: «Ven yo les dije que yo ya había preparado mi comida.» Los niños no podían creer lo que habían escuchado, mientras María se agachaba y tomaba el pan untado de mierda con las dos manos y empezó a comérselo, como si fuera la última comida que iba a comer en días.  Cuando termino se limpio las manos con la lengua, hasta que estaban limpias y se saboreo, extrañamente este bizarro espectáculo excito a los niños.  María agrego: Quien va orinar primero.  Patty levanto la mano.  «Bueno cariño quiero que te quites ese short» Patty se quito el short exponiendo un coñito rojo.  «Un que tenemos aquí» María se agacho delante de su pequeña Patty, metió el dedo corazón en el inflado coño de su hija.  «¿Quien te rompió la virginidad?»

«Petra» respondió la niña con ojos de excitación,

«Que suertudo, muchacho.» María se hecho al piso boca arriaba y abrió la boca completamente.  «Vamos cariño orina en la boca de la perra de tu madre.» Patty se agacho hasta que su culo toco la nariz de su mamá y soltó el chorro de orines, María trago tan rápido como pudo, mientras lo demás corría por su cuellos y barriga.  Entonces ordenó a Juanita hacer lo mismo. Después que Juanita vacio su vejiga en la boca de su mamá.  María se incorporo y fue donde Pedrito, saco su órgano por un lado de la licra, y empezó a mamarlo hasta que su hijo acabo en su boca un chorro de semen.

«Ahora orina, vamos dale a la perra de la casa el elixir.» Mientras mantenía su guevo en la boca, Pedrito soltó el chorro de orines, que María trago sin soltar ninguna gota.  Después hizo lo mismo con su pequeño.  Cuando todos habían vaciado sus vejigas los mando a dormir.  Mientras ella esperaba que le diera sueño de nuevo.

Continuará

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