Juan llega a su casa a eso de las siete de la noche y se encuentra a su esposa, Claudia, en la cocina, ella esta preparando la cena, se acerca y metiendo sus manos por debajo de la minifalda de ella le acaricia las nalgas al momento que le da un beso en la nuca como saludo, ella se ríe y no hace más que restregar sus nalgas contra el cuerpo de su marido, en esas están cuando escuchan pasos que se acercan a la cocina. Juan se separa un poco de su mujer y voltea a la entrada de la cocina.
Carolina viene corriendo por el pasillo y Juan la ve ya casi cuando ella esta por entrar a la cocina, entre gritos y vivas la niña sigue corriendo y salta literalmente a los brazos de su padre quién ya la esta esperando, pues sabe como es ella. La chiquilla lo abraza poniendo sus piernitas alrededor de su cintura y le da un beso en los labios, la lengua de la bella Carolina se introdujo dentro de la boca de su padre. El beso se fue haciendo más y más apasionado; las manos de Juan buscan las hermosas y tersas nalguitas de su hijita y comienza a sobarlas por encima de la falda escolar que aún traía puesta la niña. Con movimientos lentos el comenzó a sobar ese par de hermosos cachetes y de vez en cuando paseaba su mano a lo largo del canal que separa ambos cachetes y se detenía unos instantes sobre el ano de ella en donde trataba de meter un poco uno dedo y aunque la tela de la falda y sus bragas se lo impedían podía muy bien apreciar el calor que del agujero manaba.
Intempestivamente ella se separa del apasionado beso y aun abrazando a su padre con las piernas y las manos de este en sus nalgas ella le dice:
– Papi, saque un nueve en matemáticas…
– Muy bien pequeña, sabía que lo podrías hacer.
– Claro papi, pero ahora debes de cumplir lo que me prometiste.
– Por supuesto que te lo voy a cumplir, ya hablaremos después.
– No, papi… ¡Ahora!
– ¿Aquí? ¿Ahora?
– Si, papi… tú me has enseñado que las promesas se deben de cumplir. – Carolina voltea a donde su madre prepara la ensalada de pepinos y le dice:
– Verdad mamá, que papá debe cumplir.
Claudia la madre de Carolina voltea a verlos pero sin dejar de cortar los pepinos que tiene en la mano, entonces asiente con la cabeza y una sonrisa cómplice a su pequeña hija. Sin decir más las manos de Juan se introducen esta vez bajo la falda azul de la pequeña y acaricia despacio los muslos de la pequeña y va subiendo has toparse con las bragas, pasea su mano por los dos cachetes y a su vez vuelve a reanudar el beso, su lengua se introduce profundamente dentro de la boquita de la niña, ella cierra los ojos y le ofrece a su padre su propia lengua la cual comienza a enroscarse con la de él. Con una mano Juan puede palpar la vaginita de su pequeña y hace a un lado la parte baja de las bragas hasta que siente en sus dedos la suave piel de los labios vaginales de su pequeña, comienza a frotar de arriba para abajo los dedos a lo largo de la lampiña rajada de la niña, y ella aprieta más sus piernas en torno a su padre. Con la mano que esta desocupada Juan busca la palanquita del cierre y comienza a bajarlo, con un poco de esfuerzo logra sacar de entre su truza la dura tranca que ya se ha formado, la rojiza cabeza se balancea de arriba para abajo cuando por fin logra la liberación completa del miembro; nuevamente regresa sus manos hasta las nalguitas de la niña y con una la sujeta mientas que con la otra mantiene a un lado las bragas, dejando así la panochita de la pequeña libre.
La morada punta del palo de Juan se anidó entre los regordetes y lampiños labios vaginales de Carolina, lentamente comenzó a dejar caer a la pequeña y la cabeza se introdujo completamente, la niña ya se encontraba excitada y muy lubricadita por sus propios jugos, el ariete fue ingresando más y más y pronto la mitad de la verga ya estaba completamente enterrada en la apretada panochita de la nena de diez añitos; con leves movimientos de su cadera Juan comenzó a bombear a su pequeña niña, la mojada verga comenzó a retroceder para pronto volver al interior de tan exquisita conchita. Carolina se aferró fuertemente al cuello de su padre pero ninguno de los dos dejó de besar al otro, las manos de su padre se paseaban de un lado al otro de sus nalguitas y luego una mano en cada cachete haciendo que el ritmo de las bombeadas fuera más intenso mientras la subía y bajaba a ella. La niña sentía como la gruesa daga de su padre la comenzaba a llenar, era una sensación mezclada, un poco de dolor y eso si, mucha satisfacción, su respiración era agitada y su lengua no dejaba de responder a la lengua de su padre que se meneaba e introducía profundamente en su boquita
Claudia los observaba desde el otro extremo de la cocina y su calentura se despertó al ver como su padre le comenzaba a introducir lentamente la verga a la niña, ella se acercó entonces y se colocó a un lado de ambos, al principio ellos no se dieron cuenta de su presencia pero en una pausa que hicieron Carolina pudo ver que su madre estaba a un lado de ella, la hermosa mujer acercó su rostro al de la pequeña y sus labios se unieron, primero delicadamente, como palpando el terreno, luego la lengua de la niña buscó la de su madre introduciéndose en su boca, el beso se volvió entonces más caliente, madre e hija se besaban con esmerado frenesí a la vez que Juan seguía bombeando la apretada y húmeda cavidad vaginal.
Después de que ambas terminaron de besarse Claudia se separó de ellos y se coloco de rodillas frente a su marido, desde esa posición podía ver claramente como la gruesa tranca de Juan entraba y salía de entre los regordetes labios que se movían al ritmo de la bombeada, la hermosa mujer acercó su rostro a el sexo de su marido y comenzó a lamerle las bolas mientras en sus ojos se aplastaban el rico culo de su hija, la juguetona lengua de la mujer hizo un excelente trabajo y entonces Juan decidió recompensarla sacando de vez en cuando la gorda macana de la panochita de carolina para que ella la pudiera mamar y devorar a su vez los ricos jugos de la pequeña. Por supuesto que Claudia aprovecho para además mamarle la rajadita a su niña, introdujo profundamente su lengua dentro del agujero que había dejado el garrote y lamió con satisfacción los jugos que manaban de la gruta de la niña, después volvió a regresar hasta la verga de su marido y la mamó unos minutos para luego con su mano dirigir de nueva cuenta la gruesa manguera al interior de la panochita de la niña; Juan continuó bombeando entonces a la niña mientras que Claudia se dedico a chupar y lamer el apretado ano de la niñita. Al poco tiempo la madre comenzó a meter un dedo dentro de culito de la niña que ahora era invadida por ambos lados, trató de meter dos y tuvo que lubricar un poco más su dedo para que pudieran entrar ambos dedos, la niña bufaba de pasión y de vez en vez fuertes gemidos se escapaban sin querer de su garganta, después de que la mamá de la niña pudo comprobar que ya no había dificultad en meter sus dedos se puso de pie y fue hasta donde estaba preparando la ensalada, tomó uno de los pepinos más delgados que encontró y fue de nuevo hasta su lugar, mamó el pepino como si de una verga se tratara y luego apuntó al culito abierto de su niña, lentamente fue haciendo que el grueso y duro pepino se fuera introduciendo en el culito de su niña, está gimió y gritó cuando sintió la dura verdura perforándole el ano, pero en lugar de apartarse reculó para permitir que esta se fuera introduciendo más. Poco tiempo después la niña ya era penetrada por el palo de su padre y el grueso pepino que su madre se encargaba de meter y sacar de su anito.
Mientras con una mano mete y saca el pepino de la rajadita de su hija con la otra ella se masturba frenéticamente el clítoris, gime y gira sus caderas para aumentar el placer; justo en ese instante una fuerte oleada de calor ,comienza a formarse en el interior de Carolina quien comienza a gritar y gemir con más intensidad, su vagina aprieta fuertemente el garrote de su progenitor y esté sabe que ella comienza a venirse, aumenta entonces la velocidad de los movimientos de sus caderas y la verga entra y sale cada vez a más velocidad, la venida que esta teniendo la chiquilla la hace retorcer su hermoso cuerpecito hacia atrás y el largo cabello se mueve de adelante para atrás junto con todo su cuerpo, las contracciones son tan intensas que su padre también comienza a escupir dentro de lo más profundo de la panochita espesos y calientes chorros de semen, un disparo tras otro hacen aún más rica la venida de la niña, pues siente como la crema de su padre la comienza a inundar, ambos están gimiendo y moviéndose con intensidad y Claudia también acelera los movimientos de su mano contra su panocha a la cual ahora restriegas con toda la palma mientras que uno de sus dedos se introduce lo más profundamente posible, su vagina comienza también con contracciones y un intenso placer recorre toda su columna vertebral, ella suelta un candente gemido tras otro mientras de su pantaleta comienza a absorber todos los jugos que tratan de escapar, ahora suelta el pepino y este se queda clavado por unos instantes en lo más profundo del ano de su hija Carolina, lleva su otra mano hasta su raja y termina de masturbarse; cuando voltea para arriba lo único que ve es como su marido comienza a sacar su aun duro palo de la panochita de la nena, se levanta y toma en su boca la tranca, la chupa y lame hasta tragarse todos los líquidos que tiene en la superficie, es una deliciosa mezcla de semen de su marido con jugos vaginales de su niña, la verga queda brillando por la saliva de Claudia y esta luego se pega a la panochita aun abierta de par en par de su hijita, su lengua trata de tomar todos los jugos que están aun escurriendo, el olor es fuerte y penetra hasta las últimas fibras cerebrales de la mujer, es un olor a sexo, a pasión que la enciende más, le chupa muy bien la rajada a la niña y la hace tener otro orgasmo, su lengua no deja de pasearse por las cavidad y lame cada uno de los labios vaginales, se pasea también hasta meterse por el ano y lamer el rico sabor de su nena, terminando se pone de pie y los tres, madre, padre e hija se unen en un hermoso y rico beso, sus lenguas se restriegan unas con otras, Claudia se separa de su marido y besa exclusivamente a la niña y luego hace lo mismo con él, así completamente satisfechos descansan por algunos minutos, sentados en la mesa del desayunador.
Después de pasada la excitación los tres se sientan en la mesa del comedor a cenar, entre la platica Juan les comenta lo que su amigo esta pasando y ellas lo escuchan con atención cuando el comienza a platicarles sobre la violación del padre a la pequeñita, la mujeres se molestan un poco por lo escuchado pero a la vez entienden la situación y acuerdan ayudarlo, ellas piensan que al final el sexo y el amor debe ser algo compartido y hermoso que todos disfruten, como minutos antes lo habían conseguido. Recuerdan también que Claudia alguna vez pasó por una situación similar y que de no ser por la escuela especial a donde la enviaron sería posiblemente un trauma dramático e imborrable en su vida, ahora era un recuerdo imborrable pero muy excitante y agradable. Por esa razón a la pequeña Carolina la inscribieron en esa misma escuela cuando ella tenía tan solo seis añitos, allí a les enseñan a los alumnos lo hermoso y maravilloso que es el amor, el sexo y como deben de compartirlo con quien más aman, así las cosas la niña no tenía ese trauma de disfrutar del sexo con quién más amaba.
Continuará