“Buenos días, bella durmiente.”
Me desperté al sentir algo sobre de mí. Abrí los ojos y fui recompensado por la sonrisa más maravillosa y por la chica más hermosa sentada encima de mí. Su cabello rubio suelto y cuando bajé la mirada vi que estaba desnuda tal como el día que nació. Sus piernas estaban muy abiertas por estar sentada sobre mi pecho. No puede aguantar y dirigí la mirada en medio de esas pequeñas piernas. Ahí estaba de nuevo, esa puchita inocente, sólo que está vez ligeramente abierta, mostrando el interior de esa hermosa cuevita.
“¿Qué estás mirando, tío Don?” Tanya hizo una mueca.
“Oh, sólo a ti, cariño”
“No deberías estar viendo eso, tío. Eso está maaaaal,” ella rió. Al decir eso alzó las rodillas y se empujó un poco hasta que su vulvita estaba casi en contacto con mi nariz.
“¡Y esto también está muy maaaaaal!” dijo, tomando con ambas manos los labios de su vulvita y separándolos completamente frente a mí”
La última vez que la había visto de esta manera fue hace unos tres años cuando le estaba cambiando el pañal, y fue una mirada rápida. Ahora esta niñita estaba abriendo su vulvita a centímetros de mi cara, ¡y debo de admitir que era toda una imagen! En la parte de arriba podía ver su monte de venus y de la forma que la estaba separando permitía ver su pequeño clítoris.
Más abajo se podía ver la entrada de su vagina. Todo era muy suave y rosado. No me pude resistir y planté un beso al centro de su vaginita. Ella exclamó:
“¡Oh tío Don, está sucio ahí!”
“No cariño. Ya te dije que tú no eres sucia. Pero eso fue algo muy incorrecto.”
“Entonces tú eres un tío travieso. Pero, yo también soy una niña traviesa.”
“Eres muy hermosa ahí abajo, ¿sabías?”
“¿Tú crees? Siento raro ahí abajo.”
“¿Cómo si quisieras hacer más cosas malas?”
“Sí, supongo…” habiendo dicho esto volvió a recostarse acercando sus partes privadas a mi cara.
“¿Quieres que la vuelva a besar?”
“Sip…..”
Le di a su vulvita lampiña otro beso y luego seguí con varios más. Ella empezó a gemir cuando pasé mi lengua desde su vagina hasta su pequeño clítoris. Regresé a su vagina y la dejé un momento ahí, disfrutando el sabor de la chiquilla. Su respiración era errática y pude sentir y saborear los fluidos que empezaba a producir.
“Oh, para tío Don. Me da cosquillas y ¡¡tengo que hacer pipí!!”
Solté sus nalguitas y miré hacia su carita sonrojada.
“¿Te gustó?”
“Sí, pero debes parar. ¡No quiero hacer pipí en tu cara!”
“Ok. Podemos seguir más tarde, si quieres”
Ella brincó al suelo y quitó la cobija que me tapaba.
“¡Oh! ¡Otra vez está grande tío Don!” Hizo una mueca y bajó rápidamente las escaleras. Si sólo supiera lo que me hizo la pequeña traviesa….
***
Fue un día hermoso y deseaba pasarlo desnudo. Después de todo no había mucho que ocultarle a Tanya. Y seguramente estaría encantada también de no tener que tener ropa puesta. Me arreglé un poco y bajé a la cocina encontrándome a Tanya haciendo el desayuno.
“¡Estás desnudo, tío Don!”
“Así es. Al igual que tú, por cierto.”
“Esperaba que pudiéramos estar en la casa sin ropa. ¿Está bien por ti?”
“Seguro, cariño, pero ¿puedo estar también desnudo?”
“¡Sí!”
“Vamos a desayunar afuera, ¿te parece?”
“No, pues entonces me tengo que vestir.”
“No hay problema, afuera también podemos estar desnudos, ¿sabes? Los vecinos no pueden vernos. Ayúdame a llevar las cosas y desayunaremos en el balcón.”
Y así lo hicimos. Hice café y tuvimos un maravilloso desayuno bajo el sol, desnudos y felices.
Cuando terminamos decidimos bajar al jardín y tendernos en el pasto sobre unas toallas. Fui primero por unas bebidas y un poco de bronceador.
“Te pondré bronceador, Tanya. Recuéstate.”
Se recostó boca abajo y le comencé a aplicar en todo su cuerpecito sin olvidar por supuesto su firme trasero. Cuando mi dedo se coló entre sus nalguitas ella soltó una risita y me llamó tío travieso. Luego le pedí que se diera la vuelta y disfruté de ponerle bronceador enfrente. Sus brazos, hombros, pecho y pezones, luego su pancita hasta que casi toque su zona privada hasta terminar con sus piernas.
Me moví hacia arriba deteniéndome justo antes de su vulvita. La miré a los ojos y ella asintió.
“Está bien, quiero que me toques ahí ahora.”
Así que deslicé mis dedos acariciando alrededor de su vulva. Cuando me moví entre sus piernas alzó las rodillas y las tomó con sus manos. Abriéndose por completo para mí.
Un retrato verdaderamente hermoso. Apliqué bronceador por todos lados. Ella se retorció.
“¡Espera! Ahora regreso”
Corrió adentro de la casa y regresó cinco minutos más tarde. Se recostó y volvió a tomar sus piernas en alto. Lo que sea que hubiera estando haciendo dentro había quedado bien limpia. Su colita olía a limpio y aún estaba húmeda.
“¿Puedes poner un poco? ¿Y adentro también?”
A pesar de que el sol nunca iba a entrar ahí apliqué un poco dentro de la colita de la pequeña, sintiendo como el agujerito apretaba mi dedo al meterlo y sacarlo. Gimió al sentirlo dentro de nuevo y cerró los ojos con satisfacción.
“¿Quieres un beso ahí abajo?”
Tanya abrió los ojos y asintió. Me acerqué y le di a esa puchita una larga lambida. Luego pase mi lengua entre sus nalguitas hasta llegar a su anito rosado. Se retorció de nuevo pero no dijo nada. Tomé eso como una buena señal e hice más presión. El ano de Tanya se abrió un poco, y la punta de mi lengua entro por la puerta trasera, para su gran placer. Gimió un poco y metí y saqué mi lengua por un rato.
“Oh, tío Don, ¿Por qué se siente tan bien? Por ahí es donde hago caca.”
“Hay muchas cosas que no sabes aún, y esa es una de ellas. ¿Recuerdas en la mañana cuando pensaste que ibas a hacerte pipí?”
“Sí, fue extraño”
“No ibas a hacerte pipí. Lo que iba a pasar es que ibas a tener una sensación que las personas tienen cuando tienen sexo…”
“¿Era un orr-gasmo, tío Don?”
“Sí, cariño. ¿Cómo sabes de esto?”
“Mi mamá me dijo cuando me descubrió frotándome el otro día. Me contó acerca del sexo y todo eso y me dijo que era privado. Tú sabes lo que es incorrecto y todo eso.”
“¿Y entonces que pasó con todo lo que hemos estado haciendo? ¿No te dijo que nunca lo permitieras?”
“En realidad no. Dijo que tenía que tener mucho cuidado y que no permitiera que nadie me tocara que no confiara. Me dijo que las malas personas me podían hacer daño.”
“¿Así que yo no soy una mala persona?”
“¡Claro que no, tontito! Te amo y tú me amas. Es por eso que está bien.”
“Eres una chiquilla inteligente. No permitas que nadie te haga daño.”
“No lo permitiré. Pero ahora es mi turno de ponerte bronceador”
Y puso manos a la obra. Primero en mi espalda. Cuando llegó a mis nalgas se tensaron de manera automática, lo que hizo que soltara una risita. Cuando me di la vuelta, mi miembro estaba completamente rígido. Lo miró con curiosidad pero no lo tocó.
“Tío, ¿puedo?”
“Sólo si quieres, dulzura.”
“¿Pero tío?”
“¿Sí?”
“¿Cómo es que no tienes pelo ahí? Los mayores tienen mucho pelo en esa parte.”
“Me gusta más así.”
“A mí también me gusta más así. Como los niños de la playa, sólo que es mucho más grande. ¿Puedo ponerle bronceador?”
“Si quieres. ¿Pero recuerdas lo bien que se sintió cuando te acaricié esta mañana?”
“Me chupaste, querrás decir”
“Sí… se sentirá igual de bueno si me acaricias ahí.”
“¿Y sentirás como que quieres hacer pipí? ¿Y tendrás un orr-gasmo?”
“Sí, cariño. Y eso puede volverse muy sucio.”
“¿Por el esperma?”
Esta chiquilla sabía mucho.
“Así es. ¿Podrás con eso?”
“No lo sé. Nunca lo he visto. Mi mami dice que es como crema. ¿Es cierto?”
“Más o menos. Es pegajoso y huele diferente. Pero es inofensivo.”
Tanya no respondió, sólo puso bronceador en sus manos y comenzó a repartirlo. No sé si fue por instinto, pero cuando llegó a mis testículos lo hizo con sumo cuidado. Entonces tomó mi pene con ambas manos y empezó a subir y bajar. Yo suspiré.
“Oh cariño, ¡que delicia!”
Tanya sonrió y aceleró los movimientos. Miré sus manos mientras me masturbaba. Necesitaba ambas manos para lograr tomar mi miembro por completo. A los quince minutos sentía que iba a explotar.
“Oh Tanya, va a suceder. ¡Sigue haciéndolo!”
Y así lo hizo. La chiquilla me estaba haciendo una chaqueta como si fuera lo más normal del mundo y al ver esa figura desnuda junto a mí me llevo a un clímax como nunca lo había experimentado. Traté de aguantar lo más que pude pero al final convulsioné y un geiser de semen emergió cayendo en mi abdomen, sus manos, su cara y su cuerpo. Mi hermosa sobrinita me había dado el mayor placer.
“Puedes parar ahora. Oh, ¡fue el mejor que he tenido!”
“¿Lo hice bien, tío?”
“Excelentemente. Fue la mejor sensación que he tenido en mi vida. ¡Gracias!”
Ella rió. “Fue divertido. Pero esto es bien pegajoso” Miró sus dedos y los olió.
“¿Huele mal?”
“En realidad no, sólo diferente, creo. ¿Yo huelo igual entre mis piernas?”
“Para nada. Yo creo que tú hueles delicioso. Pero entremos a lavarnos.”
Así que entramos y nos limpiamos entre risas.
“¿Quieres recostarte de nuevo en el jardín?”
“No tío. ¿Podemos ir a caminar?”
“Seguro. Podemos traer algo de almorzar y sentarnos bajo un árbol.”
Y así lo hicimos.
“¿Debemos traer ropa? A lo mejor allá hay gente.”
“No es necesario. Muchas personas toman el sol desnudos y aparte no está lejos.”
“Ok. No estoy acostumbrada a ir muy lejos desnuda.”
“Pues, es porque no vives en el campo. Y aparte a tus papás no les importa que estés dentro de la casa desnuda.”
“Supongo que tienes razón. Me gusta estar desnuda,”
Tomamos las toallas y el bronceador y nos dirigimos a un logar acogedor. Después de un tiempo ella habló:
“¿Tío Don?”
“¿Sí, cariño?”
“Supongo que no debo de contarle nada de esto a nadie, ¿verdad?”
“¿De qué?”
“De todo.”
“Pues ahora sólo estamos sentados como tantas veces lo hemos hecho en la playa.”
“Si, pero me refiero a lo que hicimos en la tina y en el jardín.”
“¿Quisieras poder hacerlo?”
“No lo sé. Como que es privado. He escuchado como hombres son malos con las niñas y que ellas deben de contarlo.”
“¿Eso es lo que te dijo tu mamá?”
“No… me lo dijeron en el parque. Mi mamá me dijo que estaba bien con buenas personas, Así que no lo sé.”
“Eres muy inteligente, Tanya. Así que debes hacer lo que creas que está bien. Pero debo decirte que muchos dirán que lo que hice estuvo muy mal. Puedo ir a la cárcel por eso.”
“Y ¿Qué pasa con lo que yo te hice? ¿Puedo también ir a la cárcel?”
“No. Porque eres una niña.”
“Eso es tonto. Yo te pedí que me lavaras mi colita, y eso estuvo mal.”
“Así es como funciona. En la mente de la gente yo soy el que tiene la responsabilidad.”
“Pero…”
“No hay pero que valga. Así son las cosas. Te toca decidir qué hacer.”
“Nunca lo contaré a nadie. No estuvo mal lo que hicimos.”
“Le puedes contar a tu mamá. Ella entenderá.”
“Oh, a lo mejor. ¿No te importa?”
“No, Tanya. De hecho he platicado de eso con ella y no le importa que te toque mientras tu así lo quieras.”
“¿Has hablado con mi mamá de mí?”
“Así es. Sabe que tú eres una chica muy inteligente y que un día ibas a hacer lo que hiciste ayer. Probablemente pensaba que esperarías unos años, pero te conoce.”
“¡No soy muy inteligente!”
“Sí que lo eres. ¿Cuántos niños de cinco años conoces que hablen como tú?”
“No sé. Supongo que ninguno de ellos.”
“Hay veces que actúas como un adulto.”
“¡También puedo hacer muchas cosas tontas! Mira”
Y Tanya tomó el frasco de mermelada y se la vació sobre su pecho.
“Ups.” Rió.
“Eso quiere decir que tendré que tomarme el tiempo de limpiar a esta niñita. ¿Sabes? Me apetece comerte.”
Me acerqué a su pecho y comencé a chupárselo lo que provocó una gran cantidad de risas.
“¡Tío! ¡¡Me haces cosquillas!!”
“Tengo que asegurarme que quedes bien limpiecita.”
Continué chupando su pecho poniendo especial atención en sus pezoncitos. Paró de reír y comenzó a respirar con dificultad. Noté que sus pezones empezaban a endurecerse. Empezó a gemir.
“Oh tío. Esto esta riquísimo.”
Fui bajando poco a poco hasta su pancita y su ombligo. Cuando me fui acercando a su pubis se quedó callada y sólo se escuchaba su respiración.
Miré abajo y me di cuenta de que también había que hacer limpieza de puchita. Me acerqué a su pubis y comencé a chupar alrededor sin ir al centro. Fue cuando sentí sus manitas tratando de acercarme a su vagina.
“¡Por favor, tío! Chupa mi puchita”
Comencé a chupar a detalle esa hermosa vulvita. Quitando primero la mermelada y para luego probar algo más rico. Tanya abrió por completo sus piernas y pronto empecé a darme un banquete de sus juguitos que brotaban de su huequito. Pasé mi lengua a su abertura anal y comencé a metérsela. Luego traté de localizar su minúsculo clítoris entre sus labios. Enloqueció.
“¡Me voy a hacer pipí!”
Trató de quitarme pero yo continué mi ataque a su vaginita hasta que de repente se puso rígida y su cuerpo empezó a temblar con su primer orgasmo de su vida. Me retiré de entre sus piernas.
Estuvo quieta por un minuto o dos.
“Oh, oh, oh…tío, ¿eso fue un orr-gasmo?”
“Sí pequeña, y uno muy bueno diría yo”
Me miró tiernamente echó la cabeza hacia atrás y suspiró:
“Delicioso. Mi mamá nunca me dijo que se sentía tan bien”
“no puedes explicarlo, tienes que sentirlo.”
“Fue muy, muy, muy rico. ¿Tú sientes igual?”
“Probablemente. Lo que sí sé es que me encanta.”
“¿Puedes hacerlo de nuevo?”
Miré esa carita de ternura. Que una chiquilla de cinco años te pida otro orgasmo es único. Es algo para ser experimentado.”
“Esperemos un rato.”
“Ok. Pero estoy toda pegajosa. ¿Me puedo lavar en el lago?”
“No sin mí. Vamos los dos.”
“¡Sí!”
Nos metimos y comencé a lavarla tomando especial atención entre sus piernitas. Con cuidado empecé a meter un dedo en su anito a lo que ella hacía presión para meterlo más. Me di cuenta que se encantaba. Su culito apretaba mi dedo y cuando lo saqué ella se quejó:
“¿Por qué lo sacaste?”
“Mis brazos están cansándose pero más al rato podemos seguir jugando.”
“Ok”
Recogimos las cosas y nos encaminamos de regreso.
Cuando llegamos le dije a Tanya que tenía que hacer unas cosas y que si podía jugar un rato por ella misma. Pasé la tarde viendo unas cosas de la semana.
Continuará