Ya había trascurrido varios días desde que ella había recibido aquel mensaje. Su esposo seguía siendo el mismo y no noto ningún comportamiento extraño en él, la preocupación de Mary se fue desvaneciendo poco a poco, al final ya estaba pensando que todo aquello fue simplemente una broma.
Su esposo salía temprano cada mañana de lunes a viernes para la oficina donde era el administrador y dueño de una importante firma y no regresaba hasta tarde en la noche, ella nunca le gusto el trabajo que él desempeñaba, aunque les iba muy bien, y todos en la casa podían tener lo que quisieran, además que podían costear la casa que tenían en una importante zona en la ciudad. Sin embargo la dedicación a su trabajo había hecho que ella quedara relegada a un segundo plano, y últimamente se sentía deprimida y frustrada sexualmente. Sus hijos estudiaban y salían temprano para el colegio, entonces ella se quedaba sola casi todo el día en la casa hasta que sus hijos regresaran. Aquella mañana mientras atendía sus quehaceres en la casa, sonó el teléfono y ella corrió atenderlo.
"Usted creyó que me había olvidado de usted puta" dijo una voz con tono distorsionado.
El teléfono casi se le cae de la mano de Mary, cuando supo de qué se trataba aquella llamada. Cualquier otra persona quizás se le hubiese ocurrido preguntar cómo consiguió el número de su casa, pero sus nervios no le permitían pensar. Sencillamente se quedo paralizada sin atinar hacer algo.
"Hoy se inicia tu entrenamiento puta. En una hora va recibir la visita de cinco amigos míos y le vas abrir la puerta vestida sólo con un delantal y en tacones altos, asegurándose que esas tetas estén a la vista, usa uno blanco y vas a escribir en él lo siguiente: "USAME COMO LA PUTA QUE SOY" en letras visibles y grandes. Estas entendiendo perra sucia."
Mary sólo atino a responder: "SÍ."
El tipo colgó mientras Mary quedo perpleja con el teléfono en el oído, y sus piernas le temblaban. Después de colgar el teléfono se sentó en el mueble de la telefonera, tratando de asimilar lo que acababa de escuchar, así permaneció hasta que el teléfono colgado en la pared la hizo reaccionar y se dio cuenta que casi había trascurrido una hora desde que ella recibió la llamada. Mary corrió a su cuarto y se desnudo después fue a la ducha y se dio un baño. Cuando salió de la ducha busco entre las gavetas un delantal blanco de los que ella usaba cuando estaba en la cocina. Cuando estaba cachonda y sus hijos no andaban por la casa pero si su esposo, ella le insinuaba a su esposo que la llevara a la cama usando sólo un delantal como aquel y andaba por la casa pavoneándose mientras meneaba su orgulloso trasero a él. Casi nunca fallaba y terminaba en la cama. Después de encontrar el delantal ella busco rápidamente un marcador negro de tinta gruesa y escribió las palabras que la voz le indicaba que escribiera, cuando termino de ponerse el delantal y los tacones y estaba admirándose en el espejo, sonó el timbre de la casa. El corazón dio un salto en el pecho de Mary, entonces respiro profundo y fue a la puerta. Mary se asomo por el ojo mágico de la puerta y vio la silueta de un hombre asomado que le hacía ademanes con la mano, ella entendió que eran los hombres y abrió la puerta.
Cuando abrió la puerta cinco hombres grandes entraron atropellados y cerraron la puerta tras de sí como si quisieran no ser vistos. Mary nunca había visto a estos hombres, todos parecían pandilleros de una banda de motocicletas, llenos de tatuajes y con expresión de malhumorados. Los tipos se quedaron admirando las tetas y el cuerpo de aquella mujer que se les estaba presentando como un regalo en una despedida de soltero, de parte de un amigo. Mientras ella se preparaba para el encuentro con los cinco personajes, se había hecho a la idea que no tenía otra alternativa, y había asimilado la experiencia, con la intensión de disfrutarla, pero ahora estaban frente a ella cinco tipos todos con cara de mal encarados y no parecían en ningún momento amigables. Ella se asusto tanto que intento salir corriendo, pero uno que parecía ser el líder la tomo por un brazo, y como si fuera un juguete la alzó y la llevó directamente al cuarto principal, Mary forcejeaba pero el tipo era demasiado fuerte, cuando entraron al cuarto la lanzó a la cama como un juguete, entonces dos tipos rápidamente la tomaron por los brazos mientras otro se posiciono entre sus piernas, saco su palo y sin ninguna compasión la penetro. Mary gimió de dolor aunque su coño estaba mojado. Ella forcejeaba tratando de zafarse, pero poco a poco sus fuerzas iban mermando y al rato no tenía fuerzas para moverse. La sensación de estar allí desvalida sin nadie que la pudiera ayudar, hizo un efecto en ella y a los minutos ella empezó a mover sus caderas al ritmo de los golpes, cuando las bolas del tipo chocaban contra su culo.
El tipo que estaba esperando su turno, con su palo en la mano y manoseándolo dijo en tono sarcástico: "A la puta le está gustando. Dale duro amigo que chille como una perra callejera."
Las palabras vulgares del tipo hicieron un efecto directo en Mary y empezó acelerar el movimiento de sus caderas, mientras empezó a gemir de placer. El hombre que la estaba cogiendo dijo a los tipos que la sostenían: "Suelten a esa puta que no va para ninguna parte. Tú perra, agradezca a mis amigos que te soltaron."
Mary ya había perdido toda sus inhibiciones y sin que le explicaran, rápidamente se incorporo apoyándose en un codo y soltó la bragueta del hombre que estaba a su derecha sacando su miembro y empezó a mamarlo. "Eso puta mámame. Oh que rico. Dale puta más rápido."
Los otros tipos se burlaban de ella y le gritaban cosas vulgares, aumentado su libido. Mary no solo había cambiado su actitud hacia ellos, sino que ahora pedía que le dieran más duro. Ella se había trasformado de la asustadiza mujer que se resistía, a la más vulgar de todas las putas que deseaba que aquella orgía no terminara nunca. Cuando los tipos salieron de la casa ya había trascurrido tres horas desde su llegada, y Mary quedo en la cama bañada en sudor y semen por todos lados. Cuando su último orgasmo menguó y se sintió sola, de nuevo un sentimiento de culpa la empezó a embargar. Las lágrimas empezaron a fluir de sus ojos y se sintió como la esposa más adultera de la tierra. Mientras meditaba en lo que acababa de pasar se dio cuenta que estaba desnuda en la cama matrimonial toda echa una porquería. Ella rápidamente se levanto y recogió todo, mudando la cama, asegurándose que no quedara ningún rastro de su adultera aventura, después fue a la ducha.
Continuará
Casi siempre nos sentimos culpables... pero después de hacerlo ¡Ánimo Mary, no eres la única!