Pues comenzare este episodio de mi vida desde un punto trascendental. Habían pasado tres semanas desde aquel hermoso sábado en el que estuve con las tres preciosas niñas: Lili, Sofi y Lici. En todo ese tiempo no las pude ver ni un día, debido a que habían comenzado sus exámenes, y estaba un poco asustado por el hecho de que nos descubrieran en cualquier momento.
Ya no me sentía preocupado por el paradero de las infantes ya que sabia donde se encontraban, pero aun así trataba de evitar algún acercamiento con ellas. Sin embargo, el destino me tenia otro propósito. Faltaban dos días para las vacaciones; la mayor parte de las alumnas se estaban preparando para disfrutar de aquellas dos semanas de libertad, aunque había algunas que preferían quedarse en el colegio a disfrutar sus vacaciones; ¿la razón?, debido a que la mayoría eran de familias muy ocupadas, principalmente las niñas mas pequeñas, pobres pequeñas. Me llegaba un sentimiento de tristeza cuando veía a algunas de las nenas despedirse de sus amiguitas, porque se iban a quedar en el colegio. (nota: Si son de familias adineradas, que nada les impida estar con sus hijos, no los dejen solos). También me acordaba de Liliana que, cuando la conocí, la embargaba una tristeza por la falta de sus padres; fue cuando la abracé, ¿se acuerdan?.
Pero ya entrando en el meollo del asunto. Aquel día, jueves en la mañana, estaba limpiando las áreas verdes; muchas de las alumnas ya se habían marchado, y las pocas que se quedaron no significaban ninguna molestia para nosotros los empleados. Incluso la vieja bruja, Josefa, mostraba una ocasional sonrisa y alivio por la falta del alumnado.
-Hola, Quico- me saludo jovialmente una vocecilla detrás mío.
-Buenos días, Lili- respondí con igual simpatía mientras observaba a la pequeña. Liliana estaba mas preciosa que nunca ese día; con un vestido rosa, sin mangas y de tela ligera que se amoldaba a su cuerpecito mostrándome las bellas curvas de la infante; unas lindas sandalias con decorados de girasoles, trasparentes, que me dejaban ver aquellos lindos pies de niña; y un peinado en dos coletas que remataban su apariencia tan sexy.
-¿cómo has estado?, ¿cómo te fue en los exámenes?.
-me fue muy bien- respondió –gracias a que mi hermana me ayudo a estudiar.
-¿tu hermana?- pregunte incrédulo -no me dijiste que tenias una hermana. A ver si algún día me la presentas, jejeje.
-jijiji, tienes razón- me dijo sonriente.
-¿Y en que te puedo servir, nena?- le pregunte cariñosamente.
-bueno....- puso sus manitas en su espalda y se balanceo sobre sus tobillos muy tiernamente. –vine a invitarte a mi fiesta de cumpleaños, ¿quieres venir?. Es mañana, en mi habitación.
-¿tu cumpleaños?- pregunte con un asombro algo paternal –¿cuántos años cumples?.
-once, jijiji- me respondió alegremente.
-¿once?, ya eres toda una señorita; y además eres muy bonita- le dije sinceramente.
-gracias, jijiji- sonrió -¿y si vas a ir?.
-no me lo perdería por nada del mundo, ahí nos vemos- le dije entusiasmado.
-gracias, ahí te esperamos- me contesto y se fue corriendo con su energía habitual. Una vez que se fue, yo seguí con mis labores. Mientras cortaba unos arbustos me preguntaba que darle de regalo a esta niña preciosa; mi mente relajada estaba feliz con la sola idea de asistir a su cumpleaños; pero algo nublo tal sensación de felicidad; ¿y si en la fiesta solo estamos las tres niñas y yo?, Liliana me pediría de regalo mi........; agite mi cabeza y decidí pensar en mi trabajo.
-parece que te llevas muy bien con las niñas, ¿verdad, Quico?- me pregunto una voz maternal junto de mi. Era mi amiga Agustina.
-s...si- le conteste nervioso –me agradan los niños, jejeje.
-pues esa es una buena actitud- me dijo emocionada –porque recuerda que te quedaras solo por una semana, y las únicas que están en la escuela son las niñas pequeñas y una que otra muchacha, jajaja.
-es cierto- dije acordándome de las vacaciones de mi amiga y la otra señora, y maldiciendo mi mala memoria – ¿entonces yo me encargare de todo?.
-no te asustes, Quico- me dijo tranquilamente –recuerda que el colegio tiene guardias; además no tendrás mucho trabajo con las alumnas de vacaciones.
-tienes razón, Agustina- le conteste mas calmado.
-vaya, ¿desde cuando me hablas de tu?- me pregunto con una sonrisa –bueno, no hay problema, eso quiere decir que ya somos amigos, jajaja.
-en serio, gracias- conteste. -la amistad no se agradece, Quico- me respondió –ahora sigue con tu trabajo, nos vemos. Cuando la señora Agustina se retiro, una gran felicidad me lleno todo el cuerpo. Tener como amiga a la señora Agustina, e ir a la fiesta de cumpleaños de Liliana me emociono mucho. Me encantaba mi vida.
Y entonces llego el día esperado. Iba vestido como siempre, pantalones de mezclilla y camisa de manga corta, pero un poco mas arreglado. Como regalo para la pequeña: una bolsita llena de galletas y decorada con un moño rosa. Golpee suavemente la puerta de la habitación de la pequeña, esperando la invitación para pasar; pero fue la pequeña Lici la que me abrió la puerta, mirándome a los ojos, y me dejo pasar. La niña traía puesto un lindo disfraz de diablita, de esos que parecen leotardos de gimnasia, dejando al descubierto sus lindas piernitas pero cubriéndole los brazos hasta la muñeca y pegándosele al cuerpo, de tal forma que se veían muy claramente las curvas de la pequeña; en su cabecita tenia unos cuernos que, mas que miedo, le daban un toque muy tierno y sensual; y para rematar, Lici estaba perfectamente maquillada con unos labiecitos rojos que la hacían verse sexy.
La habitación de las niñas estaba muy bien arreglada para la fiesta de Liliana; Lici cerro la puerta detrás mío y después, tímidamente, se sujeto de mi brazo esperando que caminara junto con ella; Alicia no me miraba a la cara, sus mejillas se pusieron coloradas cuando se percato de que la miraba con dulzura, por lo que tuve que encaminarnos hacia una de las camas, la cama mas alejada, la cama de Lili.
-¿cómo estas , Lici?- le pregunte cordialmente, mientras veía como la pequeña se ponía cada vez mas roja y me percataba de que no había nadie mas. -¿estas solita?.
-si- contesto mirándome fugazmente los ojos para luego volver a ver el piso.
-¿y tus amiguitas?- le pregunte.
-Sofía se fue de vacaciones con sus papas- me respondió casi en un susurro, parecía un tomatito por lo rojo de su cara. –Y Lili fue por su hermana y unas compañeras que invito a la fiesta.
-bueno.....- afirme a su respuesta. -¿Y porque estas disfrazada, nena?.
-pu...pues, po...porque- la pequeña empezó a tartamudear; ya había averiguado el porque del color rojo de sus delicadas mejillas. –A Lili se...se le ocurrió hacer una fiesta de disfraces y....y me dijo que me disfrazara de diablita.
-¿pero porque te pones tan nerviosa, Lici?- le pregunte cálidamente mientras la sentaba sobre mis rodillas y la abrazaba cálidamente.
-es...es que me da pena este disfraz- me dijo sin mirarme. Sus lindos ojitos, aun detrás de las gafas, se veían tiernos e infantiles.
-que no te de pena, pequeña- le dije sinceramente y sin morbo. –las niñas lindas como tu se ven preciosas cuando están disfrazadas de diablitas, y además se merecen un beso y muchas cosquillas, jejeje- le comente mientras le daba un beso en la frente y le hacia cosquillas en su abdomen. La excitación no fue la que me incito a hacer eso, fue la alegría de ver a la pequeña disfrazada de esa forma, apenándose por su vestimenta; por lo que le hice cosquillas para que se relajara un poco.
-jijiji, no, cosquillas no, jijiji- me suplico entre suaves risas, relajándose por fin.
-¿Y esta diablita no tiene zapatitos?- le dije paternalmente al ver sus infantiles pies desnudos.
-sipi, pero me gusta andar sin zapatos- me contesto mas alegre, con la misma actitud de Liliana; por fin, la niña mas tímida del trío coqueto, empezó a confiar mas en mi; y desde ese día, cuando habla conmigo, se pone muy alegre. Que interesante es la forma de actuar de las niñas; cuando son tímidas, como Alicia, solo se portan alegres con sus amigas o con las personas que estiman. Cuando las niñas son curiosas, como Liliana, no les importa mucho si son familiares o amigos, se comporta felices de la vida con todos. Y cuando son un poco atrevidas, como Sofía, un poco de trato con las personas y ya los consideran buenos amigos. Y es aquí, amigos lectores, donde se da la pequeña curiosidad de tres amigas con personalidades diferentes; y no trato de engañarlos, así es como recuerdo a las tres pequeñas, cada una diferente.
-bueno, Lici, ¿cuánto crees que tarden en llegar Liliana y las demás?- le pregunte mientras miraba el reloj, eran la 1 de la tarde.
-no tardaran mucho - me respondió viendo también el reloj.
-¿por qué?, ¿ya te vas?.
-es que tengo cosas que hacer- le dije; su carita se empezó a entristecer. –pero no te preocupes, volveré en la tarde.
-¿en serio?, ¡¡¡que bien!!!- me contesto animada y me abrazo rodeándome el cuello con sus brazos. Yo, mientras tanto, la abrace de la cintura hasta sentir el contacto de su infantil cuerpo y, casi por instinto, mi mano derecha acariciaba su redondito trasero.
-bueno, ya me voy, nos vemos al rato- le dije, despidiéndome de la niña con un beso en la mejilla. Yo no tenia muchas cosas que hacer en esos momentos; muchas habitaciones de mi área estaban vacías; los salones de clases ya no tenían “prisioneras”; las áreas verdes estaban perfectamente arregladas y el gimnasio se encontraba reluciendo; realmente no tenia nada que hacer en todo el día, pero le mentí a Lici para evitar tentaciones; la excitación casi me controlaba cuando vi a la niña con tan lindo disfraz, y para evitar problemas decidí retirarme. Volví al cuarto de empleados para descansar un poco, sentándome en una de las sillas de aquel cuartucho; y empecé a soñar despierto, imaginándome a Lili con un disfraz de diablita como Lici; y mejor aun, imaginándome a Amanda con el mismo disfraz.
-Oye, Quico- escuche una voz que me bajo de las nubes, era mi amiga Agustina.
–La directora nos dio permiso a los tres de salir temprano, ¿nos vamos ya?.
-¿irnos?, bueno, lo que pasa, es que, y luego- dije tartamudeando como Lici.
-Si, si, ya se: una de las niñas te invito a su fiesta y vas a ir- me dijo con sabiduría materna.
-¿co...como lo supo?- pregunte nervioso. -pues porque aquí afuera esta la hermana de la cumpleañera- me contesto señalando hacia la puerta. –Y quiere que la ayudes con la música.
-¿la hermana?- me quede confundido, intentando ver quien era la hermana de Liliana. Pero ustedes ya se imaginaban desde el principio quien era la hermana de Lili, ¿verdad?. Afuera, buscándome a través de la puerta, se encontraba Amanda; vestida con unos pantalones de mezclilla y una blusa blanca de mangas largas; con una diadema que sostenía su cabello, dejando al descubierto su hermoso rostro, con esos ojos verdes que me miraban con alegría.
-Hola, Federico- me saludo con su voz melodiosa. –¿Podrías ayudarme con la música?, por favor.
-¿Amanda?.....si, si, ahora te sigo- dije atontado por la que en esos momentos era mi amor platónico.
-pero apresúrate, que la fiesta ya va a empezar, jajaja- me dijo Agustina, dándome una palmada en la espalda y sacándome de mi bobo estado. –nos vemos en una semana, ADIOS.
-Adiós, que te la pases bien, Agustina- y me despedí de mi amiga. Después de despedirme me dedique a seguir a Amanda a la habitación de Lili. No podía creer en mi suerte; Lili, la pequeña a la que le desvanecí la pureza, era hermana de mi amor platónico. El miedo me lleno el cuerpo al pensar en ellas como hermanas; ¿qué pasaría si Lili le confiesa a su hermana lo que le hice?, no solo perdería a mi amor platónico, también me iría directamente a la cárcel. Que nervioso estaba.
-¿por qué estas tan nervioso?- me pregunto mi hermosa acompañante.
-bu...bueno, no, no es nada, jejeje- sonreí nervioso. -Mi hermana me contó muchas cosas sobre ti. - me comento sonriente.
-¿en...enserio?- pregunte mas nervioso.
-si, me ha dicho que eres muy amable con ella y sus amigas- me respondió con una sonrisa. –también que le has regalado muchos dulces y que las haces reír, jejeje. Además, algunas de mis amigas me dijeron que eres muy buena onda.
-gra...gracias- le respondí un poco aliviado. También me acorde de muchos de los favores que les hacia a algunas de las alumnas, cuando trabajaba con los últimos grados. ¿recuerdan que les dije que le caía bien a las alumnas?.
-bueno, espero que no te estorben las amigas de Liliana- me comento en cuanto llegamos a la puerta de la habitación de Lili. Incluso antes de abrir la puerta, las voces de las niñas se escuchaban fuertemente salir de la habitación. Amanda abrió la puerta y nos encontramos con un mar de infantes; casi treinta niñas, todas con disfraces de todo tipo, platicando entre si o jugando entre risas. -A ver niñas, dejen pasar a los adultos- les pidió Amanda mientras me tomaba del brazo y nos abríamos camino entre el mar de pequeñas. Yo me puse feliz al sentir su delicada mano en mi brazo.
–aquí esta el estereo, ¿puedes poner música?, porfis.
-si, ahora mismo lo hago- le conteste entusiasmado, esperando hacer un buen papel para impresionarla.
–ya esta.
-¡¡¡increíble!!!, eres muy rápido- me dijo sorprendida por la velocidad en que conecte el aparato musical.
-gracias- conteste orgulloso.
-Hola, Quico- me saludo una vocecita atrás de mi.
-Vaya; por fin se aparece la cumpleañera- contesto alegremente Amanda. Cuando me di la vuelta encontré a una hermosa muñequita vestida como bailarina de ballet; sus lindas mallas blancas, que se asemejaban al disfraz de diablita de Lici, se pegaban al cuerpo de la niña; su faldita, osea su “tutu”, venia decorado con plumas; su cabello arreglado en un único chongo, sostenido con mas plumas, y que dejaba al descubierto un hermoso rostro infantil con los labios pintados de un rosa claro muy sexy; y para dar el toque final, unas zapatillas blancas de bailarina.
-Hola, Lili- salude alegremente a la linda muñequita.
-Gracias por las galletas- me agradeció por la bolsita que había dejado hace rato.
-No hay de que, ¿te gustaron?- le pregunte sonriente.
-Si, mucho, aunque mi hermana me robo algunas- contesto mirando con un enojo tierno a su hermana.
-Bueno, bueno, perdóname, luego te compro mas- se disculpo con la sonrisa que me había conquistado. -¿y donde esta Lici?.
-Aquí estoy- respondió Alicia mientras salía de entre sus demás compañeras.
-Que bonita pareja; parecen una diablita y una angelita muy amigas- las elogie, aunque pensé que había sonado un tanto pervertido.
-jejeje, tienes razón- sonrió Amanda. –Aunque la diabla debió ser Liliana y el ángel Alicia, jejeje.
-¿tu crees?- me pregunto confusa Lili mientras rodeaba a su amiga para compararse.
-no, así están bien; ahora diviértanse con sus compañeras, ahorita pondré un poco de música.
-¡¡¡SIIII!!!- contestaron emocionadas las chiquillas y se adentraron en el mar de niñas. La fiesta fue muy divertida; todas las pequeñas disfrutaban de la música; bailaban sin descanso mientras yo platicaba con Amanda, pues éramos los únicos adultos que se encontraban en la habitación.
A veces, sin que Amanda se diera cuenta, contemplaba a Lili y Lici que estaban bailando con suma alegría desbordante; moviendo sus infantiles cuerpos con el ritmo de la música, mientras yo veía las hermosas curvas de ambas. Ya eran las ocho de la noche y Amanda decidió que era el momento de terminar con la fiesta de disfraces. Todas las pequeñas, por supuesto, se mostraron descontentas por tan repentina decisión; pero en cuanto la pelirroja les ofreció bolsas de dulces todas estuvieron de acuerdo. Rápidamente la habitación se vació y solo quedamos nosotros cuatro: Amanda, Liliana, Alicia y un servidor. Los cuatro en una habitación increíblemente desordenada.
-parece que tengo mucho que limpiar, jajaja- les comente carismáticamente en broma.
-no te preocupes, ahorita te ayudamos- dijo presurosamente Amanda.
–vamos, niñas, ayudemos a Federico.
-no, no se preocupen, yo puedo con todo esto- les dije deteniéndolas antes de que movieran un músculo.
-pero....-pareció preocupada mi pelirroja.
-no hay problema, ahorita mismo limpio todo, además es mi trabajo, no te preocupes- le comente, esperando ganar puntos en su corazón tratando de impresionarla.
-bueno....entonces me retiro a mi habitación- comento. –no le causen problemas, niñas.
-no te preocupes- le dijo vivazmente su hermanita.
-bueno, ya me voy....y gracias- me agradeció con un beso en la mejilla que me hizo ponerme rojo, luego se retiro.
-adiós- se despidieron las niñas, cerrando la puerta con seguro cuando Amanda salió. Mi reacción por aquel beso me dejo anonadado; me sentía feliz, agradecía mi suerte y el haber nacido humano. El amor es tan hermoso, y, si, amigos, yo estaba enamorado de aquella hermosa pelirroja. Me encontraba en un estado sin reacción, del que parecía que no podía salir por mas que lo intentara; hasta que sentí un ligero jaloncito en ambos brazos que me devolvieron a la realidad.
Las niñas se habían sujetado a mis brazos y me miraban sumamente felices, sin soltarme, cada una, de un brazo.
-¿qué pasa, niñas?- les pregunte, aunque ya sabia lo que querían cuando se frotaban mis manos en sus tiernos vientres.
-ya se fueron todos- me comento Liliana con un tono cómplice. –y yo quería que me dieras otro regalo.
-¿en serio?, ¿y que quieres?- le pregunte, notando que la inocencia había desaparecido una vez mas de su voz.
-quisiera que me metieras tu cosa en mi hoyito- dijo un poco descarada.
-¿que forma de pedir es esa?- le pregunte contrariado, aunque mi verga se empezaba a notar dura por debajo del pantalón. –mejor me pongo a limpiar y luego me voy- les conteste muy nervioso.
-por favor, yo...yo quisiera hacer lo mismo que hicieron Lili y Sofi- me rogó tímidamente Lici. Ya descubrí a donde se fue la inocencia, me dije a mi mismo mientras la pequeña me sostenía de la camisa mirando al suelo con un poco de vergüenza.
-porfis, solo un ratito- rogó Liliana con dulzura, sujetándose aun mas fuerte de mi brazo.
-pero...es que yo....- tartamudeaba. Estaba muy confundido; ¿a quien debía hacerle caso?, al placer o a la razón. Sabia que de cierta forma lo que hacia con las niñas estaba mal, pero sin embargo el tiempo que había pasado con ellas fue maravilloso; además, de cierta forma, ya era culpable de muchas cosas, entre ellas la de quitarle la inocencia a Lili y Sofi.
-vamos, solo un ratito y luego te ayudamos a limpiar- me dijo Liliana con un tono tan inocente que era casi imposible no aceptar.
-es...esta bien- les dije resignado. La excitación y el placer habían triunfado sobre mi persona.
Lamentablemente, hasta el día de hoy no me arrepiento de haber aceptado. Incluso Liliana, mi “cuñadita”, se ha mostrado mas cariñosa conmigo; y aun enfrente de su hermana, no duda en abrazarme y darme pequeños besos en las mejillas. Lo que paso esa noche fue como un sueño hecho realidad; e intentare contárselos lo mas fielmente posible. En cuanto acepte Liliana me tomo del brazo y me sentó en la cama de en medio, la de Sofi; yo inmediatamente, y con la excitación previa, me baje una vez mas la bragueta frente a las niñas y, con un poco de dificultad porque tenia pantalón de mezclilla, me saque mi pene. Cuando me quede mirando aquel pedazo de carne incluso me asuste; las venas saltaban de excitación, y el glande se ponía cada vez mas rojo, casi morado; incluso la sensibilidad de mi miembro había aumentado, porque la mas leve brisa parecía una caricia. El tamaño, de por si impresionante, me tenia agobiado con su aumento.
-que chistosa se puso tu cosota, jijiji- me comento Liliana entre risas. –hasta parece que se mueve sola, jijiji.
-ti...tienes razón- secundo Lici sin dejar de mirar mi verga, la cual estaba saltando de desesperación por dejar libre la leche sexual. –incluso....parece mas grande.
-bueno, vamos a empezar- le dijo Lili a su amiga. –Pero acércate, o sino como vas a aprender a hacerlo.
-esta bien, ya voy- dijo un poco temerosa la niña ante el reclamo de su amiguita. Se acerco lentamente y se arrodillo frente a mi.
-Si no quieres, no lo hagas- le dije a la pequeña cuando vi su temor y le acaricie su carita para que se relajara.
-Vamos, no es tan difícil- le decía Liliana sentada en la cama de enfrente, mientras se quitaba el tutu de su disfraz y dejaba el arreglo de plumas de su cabello sobre la almohada. –yo te enseñare. Lentamente la pequeña se acerco a su amiga y le tomo delicadamente las manos, las levanto poniéndolas sobre mi pene y le empezó indicar el movimiento que tenia que hacer.
-esta....esta caliente- contesto Alicia un poco sorprendida al sentir la piel de mi verga; pero dejaba que su amiga la guiara con sus propias manos hasta que por fin lo hacia ella sola.
-¿y por que no le ayudas, Lili?- le pregunte excitado. ¿qué clase de monstruo era?.
-¿y como?- me pregunto con ternura.
-pues así, nena- le dije mientras la tomaba de la mano. Acerque un poco a Liliana y puse sus manitas sobre mi glande, dejando que las caricias de la pequeña se cubrieran con el liquido preseminal, mientras Alicia seguía con el movimiento de arriba abajo desde la raíz de mi verga. Verlas tan sumisas, vestidas con aquellos disfraces tan provocativos me calentaban horriblemente. La pequeña diablita, con su aire inocente, sobando el tronco de mi enorme falo me hacia pensar en metersela en su boquita; pero me contuve muy bien.
Mientras que la pequeña angelita, con aire pícaro y tierno, me hacia pensar en el calor de su cuerpo y el sabor de su piel. Hasta que, inevitablemente, empecé a chorrear mi leche varonil sobre el rostro de tan bella parejita; cubriendo con semen el rostro inocente de Lili y salpicado completamente el disfraz de diablita de la tímida Lici. Mientras que las pequeñas intentaban capturar con la boca los últimos chorritos saltones de mi pene. Suavemente me deje caer sobre la cama, agotado por tan maravillosas caricias; mientras las pequeñas, en juegos, se embarraban mi leche sexual por todo la ropa. Verlas jugar de esa manera me hacia, de cierta forma, feliz. Ni siquiera me importaba si me pasaba algo, porque era feliz; y hasta el día de hoy sigo siendo muy feliz por la vida que me toco. Estaba extasiado; pero inmediatamente sentí como unas cálidas manitas se aferraban nuevamente a mi flácido miembro, intentando despertarlo de su letargo.
-¿ya...ya podemos hacerlo?- me pregunto la tímida Lici, mirándome al rostro con sus tiernos ojos negros ocultos tras las gafas manchadas con semen, también veía ocasionalmente a su amiguita con aire cómplice, y mantenía mi pene mirando hacia el cielo.
-¿estas segura........Alicia?- le pregunte un poco temeroso de lo que pasaría.
-s....si, quiero hacerlo- me decía temblorosa mientras veía a su amiga, la cual le sonreía con dulzura. Sin dejar que la pequeña intentara lo mismo que sus amigas, pararse encima de mi y penetrarse solita, la tome de la cintura y la acosté sobre la cama. Se veía excitantemente inocente; tendida sobre la cama, viéndome con temor, cubriéndose el pecho con sus bracitos mientras yo la miraba con dulzura, acariciando su cara con mis manos.
-no te preocupes, pequeña, no te lastimare- le dije para calmarla, pues se veía claramente que tenia mucho miedo., incluso mas que siempre.
-si, no te preocupes, todo va a salir bien- le decía Liliana del otro lado de la cama, mirándola con un sentimiento de amistad que relajo mucho a Lici.
-esta bien.....- tomo aire y cerro sus ojitos. Verla disfrazada de diablita me tenia muy “caliente”; sus piernitas desnudas me incitaban a acariciarlas con mis manos, lo que hice sin chistar, mientras que Alicia solo sentía la calidez de mis roces acercándose cada vez mas a su pequeño tesoro. Aquel conejito cubierto con una tela muy delgada, que dejaba ver la forma de su vagina, y al que no cubría nada mas que el disfraz. Acerque mis manos con suma delicadeza e hice a un lado aquel pedazo de tela, revelándome aquélla conchita que ya había lamido hace días.
Aquellos labios infantiles que cubrían suavemente un pequeño clítoris me estaban llamando a besarlos. Me acerque lentamente para poder admirar mejor tan delicado conejito.
-por favor......me da vergüenza- me rogaba la pequeña cuando se dio cuenta de que solo le miraba la vagina.
-no te preocupes, todo saldrá bien- la reconfortaba Liliana, sujetándola de una mano y dándole ánimos.
Entonces con uno de mis dedos empecé a acariciar la pequeña hendidura de la niña; acariciaba con delicadeza el clítoris y abría suavemente los labios vaginales, mientras que Alicia empezaba a suspirar y su cuerpo se iba calentando.
-¿y por que nunca me hiciste eso a mi?- me pregunto Liliana viéndome a los ojos.
-¿por qué nunca me dejaste hacerlo, jejeje?- le respondí con una sonrisa.
-bueno.....¿y me lo harás a mi también?- me dijo con ilusión.
-si, pero ahora deja que tu amiguita se sienta bien- le dije mientras seguía acariciando la vagina de su amiga con mis dedos. Lici apretaba cada vez mas fuerte la mano de su amiguita, soportando mis manos que exploraban su conejito. Empecé a meter lentamente uno de mis dedos en aquella pequeña cuevita, sintiendo como su conchita se contraía sobre mi dedo, amoldándose poco a poco; mojándome lentamente la mano con su deliciosa miel mientras suspiraba cada vez mas fuerte. La temperatura de la niña iba aumentando conforme mi dedo entraba y salía, mientras que Liliana se sonrojaba con tremenda actuación y veía como intentaba acomodarse su “payasito”(así se le dice al traje de las bailarinas) en la parte entre sus piernitas, hasta que me di cuenta de que se estaba mojando con su miel y que la niña se excitaba con lo
apretado de su disfraz. Delicadamente saque mi dedo del conejito de Lici; coloque las piernitas de la niña sobre mis hombros y acerque mi boca a aquella hendidura, soplando lentamente, haciendo que la pequeña se excitara cada vez mas con mis suspiros. Saque mi lengua y empecé a saborear aquella húmeda conchita que se había puesto roja por el placer; metiendo mi lengua entre sus labios vaginales, bebiendo directamente sus jugos infantiles, mientras mis manos acariciaban sus piernitas sobre mis hombros hasta que estuvo completamente humedecida. Separe mi boca de su conejito; me levante, y sujetándola de sus tobillos le abrí levemente sus piernitas, acostando mi verga sobre su vientre y acariciándole con esta su vagina.
-se siente...calientito, me gusta- decía Alicia mientras mi verga se frotaba a poca velocidad sobre su conchita.
-ya, por favor, metesela, ya quiero mi turno. Además es mi cumpleaños- me reclamaba Liliana con un poco de desesperación, pero entre inocentes berrinches.
-ya voy, ya voy, no te desesperes- le decía para tranquilizarla. Pero desde la primera vez que había visto la vagina de Lici me pareció que era mas chica que la de Sofi o Liliana.
Debía tener cuidado de no lastimarla; tenia que ser muy cuidadoso o lastimaría a la pequeña. Deje de frotarle mi verga sobre su vientre y apunte mi aparato hacia la vagina de Alicia. Lento, muy lento fui introduciendo mi falo; entro mi glande, pero con muchas dificultades; Lici empezaba a sentir un poco de molestia por aquel pedazo de carne; seguí lentamente, metiendo mas a fondo mi verga, pero era muy difícil.
-me...me duele, me duele- decía Lici, mirando con temor y preocupación a su amiga que no le había soltado la mano.
-aguanta un poco, luego te gustara mucho- la reconfortaba; pero el palpitar de mi verga, o lo poco que se había introducido, la lastimaban bastante.
-aaaaayyy....no, ya no quiero, ya no quiero, por favor- gritaba levemente la niña cuando intente meter aun mas mi verga.
–esta muy grande, me duele.
-ya, ya, no te preocupes- le decía mientras le sacaba mi animal de su cuevita, viendo como unas pequeñas lagrimas recorrían su carita. Tome a Alicia entre mis brazos, la arrullaba como si fuera su papa y le daba besitos en la frente mientras le decía que no le iba a pasar nada. Puede que mis actos en esos momentos pudieran parecer degenerados, pero mis sentimientos seguían siendo los mismos al ver a la pequeña sollozar entre mis brazos, no podía soportarlo; incluso Liliana se veía un poco preocupada por su amiga. Paso casi media hora; los tres ya estábamos mas relajados. Alicia ya se había recuperado un poco y nos miraba a Lili y a mi con timidez.
-perdón, si hubiera aguantado un poco mas- nos dijo, tratando de disculparse ella misma.
-no es tu culpa, Lici- le dije. –estas cosas pasan, tu no tienes la culpa de nada.
-tiene razón, además recuerda lo que nos dijo Sofi- intento animarla su amiga. –Nos dijo que a su hermana tampoco le cupo la cosa de su novia, pero luego lo volvió a intentar y le gusto mucho.
-es cierto- afirmo con una tímida sonrisa. –lo intentare de nuevo.
-esta bien, esta bien, preciosa, pero no ahorita- le decía al ver su carita decidida. –Otro día, ahorita te puedes lastimar.
-esta bien- acepto la niña.
-bueno, ahora si es mi turno, quiero mi regalo- me comento Liliana mientras me abrazaba por el cuello con mucha alegría.
-muy bien, muy bien, pero déjame respirar- le comente al sentir la fuerza de sus brazos sobre mi cuello.
–pero antes, quítense sus ropitas. Las dos pequeñas obedecieron sin chistar y rápidamente se desnudaron, mostrándome aquellos delicados y exquisitos cuerpos que estaban en el apogeo de su belleza. -no, no te quites los cuernos- le pedí a Lici, que se iba a quitar los cuernos de diablita. –y tu Lili, ponte de nuevo las plumitas en tu cabeza. Cuando las pequeñas se colocaron frente a mi con sus hermosos cuerpos y sus tiernas caritas, con aquellas decoraciones de sus disfraces, un aire fetichista se apodero de mi al verlas. Las acerque a mi y las abrace al mismo tiempo, haciendo que sus cuerpecitos se tocaran el uno al otro mientras mis manos acariciaban sus espalditas.
-que suave es tu piel, Lici, jijiji- elogio Lili a su amiga cuando sintió su cuepecito tocar el suyo.
-gra...gracias, tu también estas muy suave- le comento la tímida niña.
-Las dos estas muy suavecitas, nenas- las elogie; ellas me miraron, se sonrieron, y luego se abrazaron felices. Excitadísimo con aquella escena las abrace para que sus cuerpos no se separaran; mis manos acariciaban sus espaldas y ocasionalmente les daba pequeños besos en las mejillas.
-ahora, Lili, te voy a dar tu regalo- le dije a la niña cuando nos separamos del abrazo.
-¡¡¡SIIII!!!, esta bien- grito emocionada la pequeña. Me volví a recostar sobre la cama, con mi verga completamente erecta por los abrazos de las niñas.
Inmediatamente, Liliana se paro en la cama sobre mi, apuntando mi pene a su conejito y lentamente se fue arrodillando hasta que la punta de mi falo rozaba sus labios vaginales. Puso, como siempre, una mano sobre mi pecho para apoyarse mientras que con su otra mano se introducía mi gruesa verga en su cuevita; su conejito ya estaba húmedo desde hace rato, por lo que mi verga entro fácilmente hasta la mitad, como siempre había sido.
-se siente mas rico que antes, jijiji- decía alegremente la niña cuando sintió como mi pene palpitaba dentro de su conchita.
-ven aquí, Lici- le dije a nuestra pequeña espectadora, que estaba mirando con mucho detalle y que con esos cuernitos se veía encantadora.
–ponte encima de mi cara.
-¿de...de tu cara?, ¿para que?- me preguntaba mientras veía como su amiga se iba metiendo y sacando la mitad de mi pene de su vagina.
-no te preocupes, solo párate sobre mi cara y quédate viendo a Liliana- le dije excitado por la idea que se me había ocurrido en esos momentos. La niña se acerco hacia nosotros, se subió a la cama, se paro con las piernitas abiertas sobre mi rostro en dirección a su amiguita y lentamente fue doblando las piernas, hasta que tanto su vagina y su ano se podían apreciar perfectamente sobre mi cara. Fue entonces que, con mis manos sujetándole las nalguitas, empecé a saborear aquellos huequitos que se veían deliciosos.
-se....se siente rico- decía la pequeña miedosa al sentir mi lengua metiendose en sus orificios, abrazando a su amiguita para no caerse. Podía sentir como ambas pequeñas empezaban a escurrir mas y mas miel; una sobre mi larga y gruesa verga, y la otra sobre mi rostro mientras abrazaba tiernamente a su compañera. El calor de ambas niñas me ponía en un estado inconsciente que no podía evitar.
-aaaayyy, creo que esta creciendo mas....aaaaaaahhh- decía Liliana entre suspiros y gemidos tiernos, mientras sentía como mi verga se iba hinchando dentro de ella.
–que rico. El movimiento de arriba abajo iba acelerando su marcha en la dulce Liliana, mientras que mis dedos exploraban detenidamente los orificios de Lici, sintiendo las contracciones de la vagina de la niña. Hasta que, como siempre debe suceder, las niñas empezaron a escurrir chorros interminables de miel; miel que se iba escurriendo sobre mi rostro y sobre mi verga, obligando a las pequeñas caerse sobre mi por el cansancio; con el traserito de Alicia sobre mi pecho, donde la había colocado; mientras que sujetaba a Liliana de la cadera para que no se lastimara con su propio peso sobre mi verga, la cual empezó a chorrear semen cuando sintió el peso de la niña.
Las pequeñas seguían abrazadas, respirando agitadamente sobre mi cuerpo, ensuciándome la ropa con su néctar. Suavemente las retire de encima mío y las deje abrazaditas sobre la cama de su amiga Sofía, exhaustas por tremenda excitación mientras que yo las veía sonriente, mirando sus caritas inocentes con los cuernitos y las plumas. Me recosté un momento para recuperarme un poco. Después de un rato, casi una hora, me levante encontrando a las pequeñas dormidas juntas en la misma cama. Sin hacer ruido me puse a limpiar la habitación de las infantes; y para no despertarlas, las deja dormir juntas cubriéndolas con unas sabanas. Cuando por fin termine de limpiar la habitación, me limpie los residuos dulces de las niñas y salí de la habitación; dejando a aquella angelita picarona y a esa diablita inocente dormir juntas. Me dirigí al cuarto de empleados para recoger mis cosas e irme a mi casa; porque esta semana va a haber mucho trabajo, con Agustina y el adefesio de Josefa de vacaciones.
Mejor me preparo.
Fin
No estoy segura si esta serie de relatos termina acá, pareciera ser que no, pero no tengo la continuación, ¿y tú?