Agustina, la hija de mi prima, Parte 02 (Final)

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    Esta publicación es la parte 2 de un total de 2 publicadas de la serie Agustina, la hija de mi prima
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    Agustina trató levantarse, esta vez con éxito, pero apenas lo hizo, sujeté su faldita-short haciendo que ella misma se la sacara, verle la cola desnuda a la nena, bastó para que se me parara un poco.


    Agustina chilló y trató de levantarse nuevamente las prendas. Yo me incorpore y le abrace las piernas con un brazo y las caderas con el otro, haciendo que una de las nalgas de agustina se pegara con mi boca. Comencé a besarle las nalgas sin ningún pudor. La niña estaba en mala posición, así que hacía como podía para no caerse apoyándose en mí. Hasta que hice que se arrodillara, sentándome yo en el colchón y atraje el cuerpo la chiquita hacia mí.

    -Que tu colita sirva para algo, pendeja puta!- puse las nalgas de agustina entremedio de mi pene y moví el cuerpo de la nena para estimular mi pene entre sus cachetes. Agustina no toleraba que la moviera de esa forma, aun le dolía la conchita por la penetración inicial

    -No, no hagas eso, que mas me querés hacer, soy tu sobrina!- suplicaba. -Te juro, te juro que me porto bien, ya no no quiero mas!

    -Callate, putita!- mi mano que aun movía sus caderas paso a moverlas, pero desde su conchita. la nena abrió un poco las piernas por el dolor que sentía al agarrarle su conchita adolorida, aunque se notaba que no quería hacer tal cosa.

    -Aun falta mucho para que venga tu abue, vas a ser mi perrita muchas horas, nena!- Le dije en el oído por arriba de su pelo.

    Mi cabeza estaba sobre el hombro de la nena, su pelo me molestaba, pero en la posición en la que estaba no podía hacer nada, lamentaba no habérselo atado. sus brazos estaban contra su pecho sin poder moverlos, por que los abrasaba bien fuerte. Aun me dolían los golpes y los arañazos que me había dado (por suerte ella no era de tener uñas largas), y aun con todo mi odio que le tenia, evite por todos los medios, golpearla. Pero seguramente, con el gran esfuerzo que hacia para mantenerla junto a mi y moverla a la vez, la estaba lastimando.

    Mi pene estaba muy bien. Libere a Agustina, haciendo que se caiga en el colchón. La pendeja me había ensuciado el boxer con su colita sucia.

    -Tendrías que limpiarte mejor la cola, cuando haces caca.- dije cachetendo sus nalgas.

    Su la faldita y le bombacha estaban en sus rodillas, las agarre y tire de ellas para sacárselas por completo. Ambas prendas estaban ensangrentadas. Agarre las piernas de agustina levantándolas, extendiéndolas y acariciándolas en toda su extensión, acomodándola boca a arriba.

    La gordita lanzaba quejidos. Me acomodé sobre ella para penetrarla. Agustina se arqueo, recosté los tobillos de la alumna de quinto grado de primaria sobre mis hombros, me recosté sobre ella llevando sus piernas a su pecho y metiendo mi pene en su conchita. La agarre de las manos, mientras se metía hasta el fondo. La nena chillo, con esta posición tenia mi pene bien adentro de ella. Comencé a moverme en vaivén, haciendo que mi pene entrara y saliera de la conchita infantil de Agustina. Mis gemidos de placer, al volver a cojerme a la chiquita, se mezclaron con sus gemidos y quejidos, mientras mi cuerpo se apoyaba sobre el suyo, recorriendo su concha con mi pene.

    Le admití que hace mucho quería cojermela y hacerla mi puta, que todo era su culpa, que tenia la concha mas deliciosa que jamas penetre, que la odiaba. Hasta le mentí diciéndole que también lo hacia con sus amigas, y que ellas gemían mucho mejor, que me decían que preferían que se la pasaban mil veces mejor conmigo que con ella.

    Mi pene llegó a todo su esplendor disfrutando de la concha de Agustina, logrando penetrarla aun mas profundo. Ella gemía de dolor indefensa, mientras la envestía sin parar. Al poco tiempo y al grito de “como te voy a llenar tu panzita de bebes!!!” volví a rellenar a la nena como si fuera un pavo.

    Aun estaba exitadisimo, acababa de cojermela y ¡quería más! Le arranqué la remerita bruscamente, dejándola completamente desnuda, con solo las pulseras que ella usaba en las muñecas. Me saqué los boxers. Agus no tenía fuerzas para oponerse a mí. La besé, me comí rico sus labios mientras que una de mis manos amasaba sus pezones, moviendo sus pechitos. Besé sus tetitas con pasión, mientras recorría su cuerpo con mis manos. Apretando sus piernas, sus nalgas y su panza

    Al rato nuestros cuerpos volvían a fusionarse. Agustina era mi muñeca, le hacía lo que quería y como quería, sus gemidos habían cambiado, seguía sin querer tener nada conmigo, pero estaba claro que había algo mas. La cargue sobre mi, estando ella completamente empalada con mi pene, la agarre de las caderas moviendolas, moviéndome yo también, empapando nuestras entrepiernas de humedad hasta que por tercera ves, le llene la conchita de leche...

    Nos bañamos juntos, descansando mientras el agua caía sobre nuestros cuerpos, después de tener sexo todo el día hasta mitad de la tarde. Agustina estaba como ida... Y comenzó a invadirme la culpa y el miedo, el terrible miedo. Pero no se lo exprese, disimule mis sentimientos, comportándome como si fuera su dueño.

    Lavé su cuerpo examinándolo, le había dejado algunas marcas en los brazos, pero la peor parte se la había llevado sus piernas a ambos lados de su vagina, por la violenta primera vez, lavé su concha y sus heridas lo mejor que pude. Por suerte no era tanto. Seque su cuerpo y le di unos shorts que yo usaba cuando era niño y arriba uso su propia remera. Tire a la basura la faldita short con la bombacha ensangrentadas y puse mis sabanas a lavar.

    Agustina se quedó en la cama de mi madre en posición fetal. Yo esperaba en el living que mi madre y mi tía llegaran, pensando como seria mi desastroso futuro. Cuando llegaron, lo único que se me ocurrió decirles fue que agustina se hizo pis en sima, y que se altero mucho. Historia que se creyeron, por que sabían lo orgullosa que era. Cuando fueron a verla tuve unas ganas tremendas de desaparecer.

    Al rato apareció la abuela con la niña diciéndole que no era nada, que bastaba con que tuviera mas cuidado para que no le volviera a suceder. Agustina se abrazaba a su abuela pero no decía nada. Se fueron, no dormí en toda esa noche y estuve en vilo durante días, esperando la llamada de la abuela o de la madre de la nena insultándome y odiándome, pidiéndome explicaciones. Pero no sucedió...

    Al pasar la semana, me arme de valor y fui yo mismo a lo que pensaba seria meterme a la boca del lobo. Pero para mi sorpresa fui bien recibido, como siempre. Pero Agustina evitaba mi mirada y estar en el ambiente de la casa donde yo estuviera. Mi corazón latía, estaba claro que ella no había dicho nada, no sabia por que y trate de no pensar en ello, por que mi cuerpo me pedía carne de nena cada vez que la veía. Una vez ella en su cuarto, y con poco gente en su casa fui con ella.

    -No, ¡salí!- me ordenó, estaba llorando. Hace mucho que Agustina, desde que sus padre se separaron, no me causaba pena o ternura. La tire en la cama, chillo, pero le tape la boca le baje la calsa y su bombacha. Metí mi cabeza entre sus piernas dejandole las dos prendas a la altura de sus tobillos, comiéndole la concha. Acariciando su cuerpito con mi mano libre, diciéndole lo mucho que la extrañe y lo mucho que me encantaba su conchita, lo deliciosa que era, la nena se tapo la cara con las manos, pero no hizo nada para sacar mi mano de de su boca... Al rato agustina tubo un orgasmo, pero no me detuve, seguí besando su conchita, hasta que volvió a correrse. La deje en su cama, ayudándole a subirse su ropa. Y salí del cuarto.

    A los 4 días volví a verla y le hice lo mismo. Volvió a correrse y a la segunda vez ya no le tape la boca, mis manos se concentraban en acariciar tu cuerpo como pudiese, mi lengua conocía la conchita de Agustina a la perfección y ella nena claramente gozaba con ella. La jovencita respiraba agitada, gimiendo, mientras seguía comiéndome su almeja, hasta que arqueo su cuerpo estallando de placer una vez mas y cruzando sus piernas detrás de mi espalda.

    Al día siguiente volvimos a hacerlo. Luego de que se corriera una sola vez y la convencí para que me devolviera el favor. Agustina aprendió a ser una buena petera poco a poco y cada vez me la chupaba mejor aunque no se tragara mi leche en principio. Hasta que después de días y de cesiones de sexo oral, finalmente volví a cojermela en mi casa. Volvía a hacerla mía donde había comenzado todo, en mi cama.

    Yo me volví adicto a ella, sentía que tenia que verla una vez a la semana y así lo hice por meses y años. Teníamos sexo en su cuarto, en mi cuarto, una vez en el cuarto de la madre. También practicábamos sexo oral en el baño de su escuela primaria, pero esto ultimo hasta que termino el séptimo grado. Y su secundario tenia mucha mas seguridad y ya no fue posible hacer lo mismo.

    Ahora agustina tiene catorce, y una hermanita, ya que la madre volvió a enamorarse de otro hombre. Y aunque ahora no nos vemos tanto como antes, ya que ella se mudo de lo de su abuela, aun lo hacemos.


    Fin

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