El señor de las golosinas, Parte 11 (Final) (de Falkop3d)

    ATENCIÓN

    El siguiente relato erótico es un texto de ficción, ni el autor ni la administración de BlogSDPA.com apoyan los comportamientos narrados en él.

    No sigas leyendo si eres menor de 18 años y/o consideras que la temática tratada pudiera resultar ofensiva.

    Esta publicación es la parte 11 de un total de 11 publicadas de la serie El señor de las golosinas
    4.8
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    Durante un par de años estuve en contacto con Yoli que ahora era una respetada comerciante y que tuvo gemelos con su marido Jorge. También mantuve contacto con Darío, Lorena y Micaela quienes en un principio no la pasaron muy bien en la capital, pero después de un poco de mi ayuda repuntaron vuelo. Darío seguía tomando sus hormonas femeninas pero jamás se volvió a prostituir al igual que su esposa Lorena. Lo último que supe de ellos es que se mudaban al sur del país y que Micaela se había vuelto una famosa modelo juvenil. Transcurrieron 9 largos años; yo recientemente había cumplido los 43 años, Paula había cumplido 11 años y Zara estaba por cumplir 9 años. Si bien las niñas cuando eran más chicas solían preguntar sobre su madre; yo les inventaba un cuento en que ella había fallecido en un accidente poco después de nacer la más pequeña y eso las conformaba. Claro está que después de un tiempo no volvieron a preguntar más por ella. Paula con sus 11 años tenía el cabello castaño claro largo hasta casi su cintura y sus ojos eran grises. Media 1.42 centímetros de altura y sus pechos ya había comenzado a crecer haciéndola lucir dos pequeños globos del tamaño de medio limón. Zara con sus casi 9 años tenía el cabello rubio como yo y tan largo que le llegaba a sus nalgas.

    Sus ojos eran de color verdes.  Media 1.30 centímetros de altura y sus pechos recién comenzaban a crecer y dos pequeños conos se formaban en ella. Ambas eran muy aplicadas en sus estudios sacando siempre buenas notas. Además eran deportistas y practicaban valet y canto. Esto fue lo que les formo sus cuerpos desde temprana edad ya que las dos eran delgadas y un poco más altas que las niñas de su edad. Las clases estaban por finalizar y el verano parecía haberse adelantado un poco. Como la casa en que vivíamos tenía una pequeña piscina; las niñas generalmente invitaban a sus amigas y compañeras a pasar el tiempo libre. Yo trataba de mantener mi cuerpo en forma yendo al gimnasio y practicando artes marciales en la medida que mis obligaciones laborales lo permitían. Había tratado de mantenerme fuera de la vida del libertinaje y el jolgorio; aunque en más de una ocasión tuve que recurrir de alguna prostituta para saciar mis deseos sexuales. Me había prometido no volver a realizar actos sexuales que pudieran ocasionar dolor y más si se tratara de un menor de edad.

    Prácticamente me había convertido en lo que nunca había pensado; un padre soltero ejemplar y muy dedicado para con sus dos niñas. Un día, faltando un par de semanas para que terminar las clases y el verano ya se hacía presente. Regrese a la casa después de un agotador día de trabajo en la fábrica y el escuchar el bullicio que hacían varias niñas en el patio me hizo ir hacia allí. Las niñas parecían estar disfrutando de la pileta en compañía de un grupo de 10 niñas más de sus mismas edades; pero en realidad estaban observando atentamente algo que escondieron ni bien notaron mi presencia. Después de saludarlas me dirigí a mi dormitorio para cambiarme de ropa aunque algo intrigado por la forma en que habían actuado las niñas. Después fui al baño y como este posee un pequeño ventifuz que da justo al lado de la pileta trate de escuchar lo que las niñas charlaban entre ellas sobre lo que supuestamente estaban viendo. Realmente me intrigo lo sucedido ya que las niñas cambiaron repentinamente la charla sobre lo que hayan estado viendo; así que después de colocarme mi traje de baño me dirigí hacia la piscina y en cuanto me vieron solo sonrieron picaronamente como si no me hubiera dado cuenta de lo sucedido.

    -Como está el agua niñas – dije algo risueño –

    -Bien… linda… fresca… - respondieron las niñas –

    -Papi te vas a meter??? – pregunto Zara –

    -Solo me daré un chapuzón y después las dejo solas nuevamente – respondí –

    -Papi… llamaron de una inmobiliaria sobre una finca y que terminaron las reparaciones – dijo Paula después de que emergí del agua –

    -Maldición – dije yo –

    -Compraste una finca papa?? – pregunto Zara –

    -O es donde te escondes con tu novia – agrego Paula sarcásticamente -

    -Es de antes de que ustedes nacieran – respondí algo malhumorado saliendo de la piscina–

    -Y tiene pileta??? – pregunto Paula –

    -Si - respondí yo mientras tomaba una toalla y me dirija hacia la casa –

    Esas preguntas me paralizaron por unos segundos y una fría sensación recorrió mi espalda. Continúe mi camino sin responder a las preguntas que me habían formulado mis hijas. Esto hizo que todas las niñas se preguntaran que era lo que había pasado y porque mi repentino cambio de humor. La novia a la que se refería mi hija Paula; se llamaba Andrea y tenía 37 años. El destino quiso que nos volviéramos a encontrar y que casualmente Andrea sea la maestra de las niñas en el colegio al que concurrían.  Si bien hacía ya 2 años que nos veíamos a escondidas de mis hijas; estas me habían descubierto y cuando lo hicieron los celos hacia mi relación afloraron en las niñas, trataban de sabotear mi relación amorosa de cualquier forma posible. A Andrea la conocía desde mucho tiempo atrás, ya que cuando yo tenía 25 y ella 20años tuvimos un tórrido romance pero que no duro mucho ya que ella estudiaba en la capital federal dos carreras a la vez y yo trabajaba casi sin descanso tratando de convertirme en lo ahora soy. Como ya dije; a las niñas no les cayó muy bien que su padre, que solo vivía para ellas tuviera una novia y más que esta fuera su maestra. Por ello; las pocas veces que nos reuníamos, las niñas solían recurrir a berrinches o travesuras para aguar el momento.

    Generalmente era Paula la que más escandalo hacía para hacerme pasar mal rato con la mujer adulta. A medida que iba oscureciendo; los padres de las compañeras de mis niñas fueron acercándose para llevarlas a sus casas. Solo faltaba que se fuera una niña cuando Andrea llego a la casa. Las niñas se enfadaron ya que no les había dicho que vendría a cenar e hicieron su típico berrinche lo cual me hizo enojar más aún. Mi humor no era muy bueno y sabía que la cosa empeoraría. Andrea se dio cuenta rápidamente de que algo me sucedía y cuando Paula hizo un comentario inapropiado durante la cena; explote de una forma tan iracunda como nunca me habían visto ninguna de las tres. Mis hijas se asustaron por mi reacción y se fueron llorando a sus habitaciones.

    Andrea trato de calmarme pero con mi terquedad y enojo del momento no lo logro; así que se levantó de la mesa y se dirigió hacia la habitación de las niñas. Estuve un par de horas sentado solo en la mesa con mi mal humor y divagando mentalmente con mis recuerdo y pensamientos. Cuando al fin el cansancio me hizo dirigirme a mi habitación. Al pasar frente a la puerta de la habitación de las niñas note que esta estaba entreabierta y la luz encendida. Me asome para ver que sucedía y me sorprendí al ver que mis hijas estaban dormidas en una de las camas y que estaban abrazadas una a cada lado de Andrea, como si se tratara de su madre. La escena me enterneció que hasta me hizo llorar y maldecir mi comportamiento anterior. Tome una cobija y cubrí sus cuerpo que aun llevaban sus ropas puestas. Después de darles un tierno beso en la frente a mis hijas y a mi amante, apague la luz y me fui  a mi dormitorio. Como era sábado y generalmente no trabajaba esos días; al despertarme y dirigirme a la cocina donde me encontré con Andrea que ya estaba tomando una taza de café. Me miro fija y  seriamente por unos segundos sin pronunciar palabra algún; para después de servirme una taza de lo mismo que estaba tomando decirme:

    -Pablo es hora que hables con tus hijas

    -A que te réferis – pregunte yo –

    -Sabes a que me refiero – dijo ella seriamente –

    -Si tanto las quieres no les mientas más – agrego Andrea –

    -No entiendo… que paso anoche – dije yo –

    -Tus hijas encontraron esto – dijo a la vez que me entregaba un pequeño y viejo álbum de fotografías –

    -Así como me contaste sobre sus madres y las cosas que hiciste con ellas deberías decírselo a tus hijas – agrego –

    -Andrea… yo… no sé si sería capaz de ello – dije temblorosamente –

    -ellas te seguirán queriendo a pesar de lo que les digas – dijo para después darme un beso en la mejilla –

    -por cierto. Gracias por arroparnos anoche – me susurro al oído –

    -buenos días – dijo la vos entre dormida de Zara mientras se refregaba uno de sus ojos con su mano –

    Rápidamente escondí el álbum de fotos y pronto se nos unió mi hija Paula que parecía no estar enojada por la presencia de mi amante adulta. Después del desayuno; Andrea dijo que tenía cosas que hacer y se despidió dándole un tierno beso en las mejillas a las niñas y susurrándole algo al oído que no pude escuchar tras lo cual sonrieron ambas con picardía. Me encerré toda la mañana en mi oficina pensando cómo diablos se me había olvidado destruir ese maldito álbum de fotos y como lo habían encontrado las niñas. Otra de las cosas que me inquietaba era el rápido cambio de las niñas para con Andrea o como había hecho la maestra para ganarse la confianza de dos niñas que hasta hace poco la odiaban. Cuando volví a reencontrarme con Andrea después de tanto tiempo; algo me hizo contarle de cómo me había convertido en padre de dos niñas a las que adoraba demasiado y que no solo las mimaba, sino que también las protegía de la crueldad social en la que vivíamos.

    Es por eso que Andrea me había dicho que debía confesar mi pasado para estar en armonía con el presente. Era mediodía y en la casa había una abrumadora tranquilidad; algo raro en una casa donde dos niñas solían ser hasta ensordecedoras realizando tareas sencillas. Mis hijas se encontraban en su habitación; Paula escuchaba música con los auriculares, mientras Zara jugaba con su computadora portátil. Les ordene que dejaran lo que estaban haciendo y que me siguieran. Nos subimos a la camioneta y sin decir nada conduje por un rato. Cuando llegamos a la finca; las niñas quedaron maravilladas por el lugar. Si bien las remodelaciones que le había realizado a la casa le habían cambiado totalmente su apariencia; los recuerdos de lo vivido perduraban. Las niñas siguieron mis pasos y al ingresar a la casa se encontraron que sus muebles estaban cubiertos y que se notaba que hacía tiempo que nadie la habitaba. Después de inspeccionar la casa silenciosamente volvimos a nuestro punto de inicio; el comedor.

    Arroje el álbum fotográfico sobre la mesa y las niñas a verlo cruzaron sus miradas algo asustadas. El álbum contenía fotos de las personas que antiguamente habíamos habitado la finca y todas eran de desnudos y actos sexuales que se habían realizado allí. Detrás de cada fotografía había una leyenda escrita por mí detallando a qué momento correspondía. Me senté en una de las sillas y comencé a contarles toda la verdad sobre la relación entre el álbum, la finca y las niñas. Valiéndome de la única evidencia que contaba en ese momento (el álbum fotográfico) les mostré quienes eran sus madres, las cosas que hacíamos y a lo que se habían dedicado. Solo omití la muerte de Camila; la madre biológica de Paula. Para justificar su ausencia les dije que se había alejado poco antes de que naciera Zara, mi hija con Lorena. También a Andrea le había omitido ese acontecimiento cuando le conté sobre mi viva y la relación con mis hijas. A medida que confesaba mi pasado; sentía que me quitaba un gran peso de encima y esto hizo que hasta comenzara a llorar desconsoladamente a la vez que les pedía perdón a mis hijas por haberles mentido. Después de unos minutos de angustiante silencio; Paula tomo mi rostro con sus manos y mirándome fijamente a los ojos me dijo

    -Siempre vas a ser mi papá y te voy a querer igual que ahora.

    Después de eso, cerró sus ojos y lentamente poso sus labios junto a los míos y me dio un tierno y suave beso en los labios. Esto no solo me dejo petrificado, sino que también hizo que una descarga eléctrica recorriera mi espalda y que mi verga diera señales de excitación que trate de disimular. Fue así como después de ese beso empezamos a charlar mis hijas y yo. Paula y Zara me confesaron que hacía más de un año; buscando en el altillo de la casa unas cosas para un trabajo escolar habían encontrado el álbum de fotos, lo cual las llevo al investigar en internet sobre la pornografía y desde entonces se masturbaban, pero aún eran vírgenes.

    Les pregunte si era eso lo que estaban viendo con sus amigas el día anterior y que escondieron apresuradamente cuando yo regrese del trabajo. A lo que ellas me respondieron afirmativamente con una pícara sonrisa en sus rostros. Volvimos a la ciudad ya de noche y al llegar a nuestra casa; Andrea nos estaba esperando. Mis hijas no hicieron ni siquiera un comentario sobre ella; solo la saludaron amablemente, lo cual me hizo volver a preguntarme como había hecho para que cambiaran tan rápidamente de actitud. Intrigado le pregunte a Andrea sobre ello y esta después de observar a las niñas atentamente como esperando una respuesta de ellas y me dijo que ese mismo día había descubierto a Paula que junto a un grupo de compañeras ojeaban el álbum de fotos en el colegio y que si bien no había ninguna foto de mi rostro si lo había de mi descomunal verga y que sumado a las escrituras en la parte trasera de estas inmediatamente me reconoció y supuso quieres eran esas personas. Como maestra; Andrea podría hasta haber expulsado a mi hija del colegio por eso. Pero en cambio decidió tener una charla con esta sobre el álbum sin decirle lo que ella suponía y sobre lo que ella sabía.

    También Andrea le confeso que ella me quería y que eso no significaba que yo ya no quisiera a mis hijas; lo cual era lo que pensaban ellas. Su visita a la casa se había debido a que quería contarme lo que había sucedido en el colegio para prevenirme pero la situación de la noche anterior se había salido de control para todos. Es por eso que cuando las niñas huyeron a su dormitorio asustadas por mi actitud ella fue las siguió y no solo volvieron a hablar del tema del colegio; sino que también sobre otros temas que hicieron que las niñas le tomaran confianza y algo de cariño y respeto. El día aun no terminaba y yo me encontraba totalmente agotado, así que después de la cena fui a darme una ducha mientras Andrea y las niñas acomodaban el comedor. Estaba recostado en la bañera y casi a punto de dormirme en ella; cuando sentí que una misteriosa boca me besaba. Abrí los ojos y me di cuenta que era Andrea, pero me asuste al sentir que un par de manos frotaban mi pecho y descendías hasta mi verga.

    Esto hizo que interrumpiera el beso que Andrea estaba dándome para sorprenderme al ver que también se encontraban mis hijas allí y que estas eran las que acariciaban mi miembro viril. Además de eso; las tres estaban desnudas y si bien tenían una pequeña sonrisa en sus rostros también había algo de miedo y vergüenza principalmente en las niñas. Volvía besar a Andrea pero de una forma muy apasionada por unos segundos. Después tome por la barbilla a mi hija Paula y la bese suave y tiernamente en los labios. De la misma forma hice lo mismo con Zara unos segundos más tarde. Note como a ambas se les aceleraba la respiración y aceptaban con avidez que mi lengua explorara sus bocas inexpertas. Salí de la bañera y Andrea con la ayuda de mis hijas secaron mi cuerpo. Paula y Zara no podían dejar de observar mi descomunal verga y sus rostros se habían enrojecido de vergüenza y excitación. Los cuatro nos dirigimos a mi dormitorio tomados de las manos. Al llegar allí; volví a besar a Andrea ante la atenta mirada de mis hijas. Después hice lo mismo con mis hijas que esta vez se mostraron más efusivas.

    -Papi… me va a doler mucho – pregunto mi más pequeña hija después de que la besara –

    -La primera vez siempre duele… pero prometo que no te lastimare – le respondí tiernamente para después abrazarla –

    -Papá vas a hacernos lo mismo que hiciste con nuestras mamás??? – pregunto mi hija Paula –

    -Solo si ustedes lo desean – respondí yo para después abrazarla junto a mi otra hija-

    -Quiero ser tu putita papá – dijo Paula –

    -Yo también – agrego Zara –

    -Y quiero ser de los tres – dijo Andrea colocándose detrás de Zara y rodeando a las niñas con sus brazos –

    -Así será… - dije yo -

    -Empezamos – dijo Andrea mirándome fijamente a los ojos –

    Algo que no sabían las niñas sobre Andrea; era que ella era bisexual y que su gusto por las mujeres era especialmente adolescente de entre 18 y 21 años, pero que esta sería su primera vez con dos niñas de 11 y 9 años. Esto yo ya lo sabía ya que ella no solo me lo había dicho; sino que también me había confesado que solía mantener relaciones con una sus alumnas mayores. Andrea hizo que Zara se girara y quedara frente a ella. Después de darle un tierno beso en una de sus mejillas la beso en los labios y mi pequeña hija solo se dejó hacer. Yo hice lo mismo con mi otra hija y unos minutos después Andrea y yo cambiamos de parejas para así yo besar a Zara y Andrea besar a Paula. Una breve pausa sirvió para que Andrea y yo nos besáramos nuevamente y que mis hijas se nos unieran para así entrelazar nuestras lenguas. Me senté en el borde de la cama y Andrea se arrodillo entre mis piernas e hizo que Paula y Zara hicieran lo mismo una a cada lado. La mujer mayor tomo mi verga y se la metió en su boca un par de veces para después indicarles a las niñas que hicieran lo mismo. Primero fue Zara la que intento engullirse mi barra de carne caliente en su boca; pero solo llegaba a tragarse el grande y una pequeña parte. Cuando le tocó el turno a Paula esta logro tragarse algo más de la mitad de mi falo; lo cual me sorprendió ya que no creía que le fuera tan fácil. Andrea noto que en cualquier momento realizaría mi descarga de semen y para retrasar ese momento hizo que las niñas se recostaran en la cama interrumpiendo la mamada a mi verga. La mujer de 37 años separo las piernas de mi hija Paula y comenzó a lamer su vagina; lo que en un principio le ocasiono cosquillas y una tímida risa pero rápidamente su respiración aumento y de su boca comenzaron a salir unos suaves gemidos entrecortados. Mi novia se colocó a un lado de la niña de 11 años cuando noto que esta ya estaba lista para que la penetrara. Me ubique entre sus piernas y dirigí mi verga hacia la vagina de mi hija y mirándola a los ojo comencé lentamente a introducirla. Paula noto mi ariete y levantando su cabeza intento ver lo que sucedía, pero Andrea la giro para darle un apasionado beso a la vez que una de sus manos se colocaba en uno de los pequeños pechos de la niña y aprisionaba su pezón con los dedos. Me sorprendió que mi hija habiendo sido lubricada con la saliva de mi amante y con su estado de excitación estuviera algo estrecha; pero aun así continúe con mi labor. Sentí como su himen se rasgaba ante mi ariete y vi como mi hija frunció el ceño levemente en señal de dolor. La estreches de su vagina aprisionaba mi miembro de una forma que hacía tiempo no había sentido algo igual y hasta me causaba dolor a mí también. Aunque Paula se quejaba sutilmente no desistí en mi intento de empalarla. Más de ¾ de mi verga ingresaron en mi hija y Permanecimos unos minutos quietos los dos; tratando de amoldarnos el uno al otro para después comenzar un suave bombeo. Andrea le susurro algo al oído de mi hija que no pude escuchar a la vez que dirigía la mano que tenía en uno de sus pechos hacia la entrepierna de la niña para así comenzar a acariciar su clítoris. Pronto los gemidos de mi hija Paula llenaron la habitación y cuando su pequeña hermana comenzó a succiónale uno de los pecho estos aumentaron aún más. Poco después; el cuerpo de mi niña de 11 años comenzó a temblar en señal de haber llegado a su primer orgasmo. Hice que Paula y Andrea formaran un 69, quedando el cuerpo de mi hija sobre el de la mujer adulta. Así fue como comenzó a penetrar a mi amante. Andrea entendió cuales eran mis intenciones ya que además de lamer la vulva de Paula también lamia su ano. También hizo partícipe de esto a Zara y en poco tiempo la niña no solo recibía las lenguas juguetonas de Zara y de Andrea; sino que también los dedos de estas que entraban y salían de su virgen ano. Andrea rompió la formación amatoria para así ordenarle a mi hija Paula que se colocar en posición de perrito delante mí y dijo:

    -Esta ya tiene el culo listo para que se lo rompas – dándole una fuerte palmada en una de las nalgas a Paula -

    -Aauuuchhh – expreso la niña de 11 años volteando su cabeza hacia la mujer –

    -Las putitas no se quejan – dijo Andrea dando otra nalgada a la niña –

    -Aaaaayyyyyyy… me dueleeee – dijo mi hija Paula al sentir como mi verga traspasaba su esfínter -

    Sujetando a la niña por su cadera; mi verga ingreso totalmente y como poseído comencé a bombearle frenéticamente sin que me preocupara su dolor. Andrea se recostó a un lado y mientras se masturbaba ferozmente succionaba uno de los pequeños pechos de la niña de 11 años. Esto hizo que dejara de quejarse y comenzara gemir a la vez que decía:

    -Rómpeme el culo papi… siii

    -Voy a ser tan puta como mi mamá

    -Oh si… cógeme papá… culiame

    -Te quiero papá. Soy tu puta

    No pude contenerme mucho tiempo más y mi verga comenzó a escupir semen dentro del ano de mi hija Paula en el preciso instante en que Andrea tenía su orgasmo y con algo de rabia y pasión mordió el pezón de esta haciéndola gritar. Segundos después, Paula tenía su segundo orgasmo de la noche y al desprender mi verga de su ano;  esta cayó agotada y casi sin aliento en la cama para casi de inmediato dormirse profundamente. Cargue el desfallecido cuerpo de Paula y lo lleve a su dormitorio; donde después de recostarla en su cama y arroparla le di un cálido y tierno beso en la frente. Después de eso; me dirigí al baño donde limpie mi verga ya que esta estaba embadurnada con semen, excrementos y algo de sangre. Al volver al dormitorio; me encontré que con que mi pequeña hija de 9 años succionaba uno de los grandes pecho de Andrea como si un bebe fuera. Así vez; Andrea frotaba una de sus manos en la vulva de la niña. Esto hizo que mi verga se irguiera nuevamente casi en el acto. Al aproximarme a ellas; mi hija Zara dijo:

    -Ahora me toca a mí??? – pregunto sonriente dejando la teta adulta –

    -Si linda… es tu turno – dijo Andrea mirándome –

    -Estas lista Zara??? – pregunte yo –

    -Si papi estoy lista – respondió ella tomando con sus pequeñas manos mi verga y llevándosela a la boca –

    -Ooohhhh!!! Zara…– dije yo –

    Suponía que Zara sería algo más estrecha de lo que había sido hermana cuando la desvirgue y el morbo de que eso fuera así me excitaba; pero también me preocupaba el lastimarla. Andrea al notar mi temor, me susurro al oído que ella me ayudaría como lo había hecho con la otra niña para después de eso besarme fogosamente. Andrea se recostó en la cama e hizo que la pequeña Zara casi se sentara sobre su rostro y comenzó a lamerle la vulva. Yo dirigí mi ariete hacia la entrepierna de la mujer adulta y la penetre con violencia ante la atenta mirada de mi hija de 9 años para después besarla con ternura. Andrea tuvo un orgasmo que ahogo magistralmente entre las nalgas de Zara y que la dejo casi sin aliento. Después de eso; yo me recosté y le dije a la pequeña que se me montara encima. La niña de 9 años comenzó a frotar suavemente ella misma su vulva contra mi verga por unos monitos; esto casi me hace acabar, pero me contuve. Dirigí mi verga hacia la vagina infantil de mi pequeña hija y esta al sentir que estaba a punto de ser penetrada gimoteo con algo de dolor. Al ver esto, me hizo decirle:

    -Zara… eres tú la que tiene el control… si lo deseas puedes levantarte e irte a dormir.

    -No papi… quiero ser tuya

    -ya te lo dije… eres tu quien tiene la rienda de esto.

    -Aaayyy!!!

    El grito de dolor retumbo en la habitación producto de que la propia Zara dio un fuerte empujón haciendo de esta forma que ella misma se introduzca mas de la mitad de mi verga en su vagina. En un pestañeo sentí no solo como su himen se rompía para siempre; sino como mi verga golpeo su cérvix uterino. El grito no solo me asusto y sorprendió; sino que también afecto a Andrea que estaba al lado nuestro algo aletargada por su orgasmo. La mujer rápidamente se acercó y observo la escena para después tomar con sus manos el rostro sollozante de mi hija de 9 años de forma consoladora le dijo:

    -Bien Zara… tranquila… ya eres una mujer – dándole un tierno beso en los labios –

    -Me duele un poco – dijo la niña sollozando –

    -Quédate así quieta hasta que te acostumbre – le respondió Andrea –

    -Me entro toda mami – pregunto Zara –

    -No… pero con el tiempo lo lograras – dijo Andrea sonriente por como la niña le había llamado –

    Andrea se ubicó detrás de la niña y rodeándola con sus brazos comenzó a frotar los pezones de esta con una de sus manos, mientras que con la otra acariciaba su clítoris. Además; besaba el cuello de la niña y ocasionalmente le susurraba palabras al oído que no alcanzaba a escuchar. Como lo había imaginado; mi pequeña Zara era más estrecha que su hermana y esto nos produjo dolor a los dos por unos minutos. Bese a mi hija con ternura y con delicadeza comenzamos a moverme lentamente. Podía sentir como la punta de mi barra golpeaba su útero y como a medida que avanzaba; su capacidad de alojarme dentro de ella aumentaba. No se cuánto tiempo estuvimos así; pero cuando su cuerpo comenzó a temblar en señal de llegada de su orgasmo, acelere el ritmo de mis envestidas para así descargar mi semen en el mismo momento que ella llegara a su clímax. Aunque había inundado con mi semen la vagina de mi pequeña Zara; mi verga aún estaba adentro y seguía erguida. Continuamos moviéndonos lentamente y pausadamente; pero ahora Zara estaba recostada sobre mí. Andrea se dirigió hacia el ano de Zara y comenzó a lamerlo jugando con su lengua; esto hizo que la niña diera un pequeño respingo y recordase que aún faltaba vulnerar su orificio trasero. Después de unos minutos; pude sentir como uno de los dedos de Andrea entraba y salía del diminuto agujero de mi hija y que esta disfrutaba de esa caricia especial que recibía gimoteando intermitentemente. Cuando Andrea considero que era el momento; quito mi ariete de la vagina de mi hija y la redirigió hacia su ano. La niña al sentir la punta de mi verga en su entrada trasera; lentamente se fue levantada para así irse introduciéndola. Podía sentir como su esfínter cedía ante mi barra de carne y lentamente su fue metiendo en los intestino de la niña de 9 años a la vez que esta exhalaba agónicos suspiros de placer. Andrea volvió a colocarse detrás de Zara e hizo lo mismo que un rato atrás; pero esta vez, introdujo sus dedos medio y anular en la vagina de la niña para así penetrada coordinar los movimientos de la pequeña. A medida que los movimientos aumentaban; también lo hacían los gemidos de Zara y para cuando su pequeño cuerpo comenzó a convulsionarse ante la llegada de su clímax acelere mis movimientos para tratar de llegar junta ella. Andrea quito sus dedos de la vagina de mi hija y se los llevo a su boca para degustar los flujos de la niña y lo que había quedado de mi esperma. Cuando descargue mi semen dentro de mi niña; la mujer retiro mi ariete para mamarlo y limpiarlo. Después lamio el ano de Zara hasta que de este no broto más nada de mi esencia.

    Los tres estábamos agotados y rápidamente nos quedamos profundamente dormidos; había observado brevemente el reloj despertador y este acusaba las 3:45 de la madrugada. Cuando desperté a la mañana siguiente; Zara estaba recostada sobre mi pecho durmiendo aun y el reloj marcaba las 10:28 de la mañana. Por unos segundos acaricie el revuelto cabello de mi hija a la vez que recordaba lo sucedido la noche anterior.

    -Buenos días dormilón – dijo la melosa vos de Andrea cargando una bandeja con el desayuno y aun desnuda –

    -Hola papi – dijo Paula también desnuda y trayendo una jarra de café en sus manos-

    -Buenos días a las dos – dije yo sonriente al verlas –

    -Paula y yo nos despertamos hace un rato y queríamos sorprenderte – dijo Andrea depositando la bandeja en la cama –

    -Te siente bien Paula??? – pregunte yo –

    -Si papá. Me duele un poco la cola pero Andrea me dijo que ya me acostumbrare – respondió risueña –

    -Hora de levantarse pequeña – dijo Andrea y besando la mejilla de Zara –

    -Mmm… aaauuuccchhh!!!! …. Me duele todo – dijo Zara refregándose los ojos con las manos –

    -Jajajaja… - rio Paula – a mí también hermanita

    -Estas bien Zara – pregunte yo –

    -Si papi… pero me duele un poco – dijo llevándose una mano a su entrepierna a la vez que se sentaba en la cama

    -Ya se te va a pasar y te acostumbraras – dijo Andrea dándole un leve beso en los labios –

    -Hacía tiempo que no tenía un noche así – dije yo casi lamentándome por el tiempo perdido –

    -Podemos repetirlo – dijo Andrea dándome un suave beso –

    -Andrea… perdón por todo lo que te he hecho – dijo Paula bajando su cabeza –

    -Está bien linda… yo habría hecho lo mismo – le respondió la mujer a la vez que con su mano alzaba su rostro nuevamente y depositaba un tierno beso en sus labios –

    -Después de lo de anoche siento que son parte de mi ahora – agrego la mujer –

    -Puedes ser nuestra mamá ahora – dijo Zara sorbiendo un trago de café y sorprendiéndonos a todos –

    -Nuestra mamá que nos hace el amor – agrego Paula -

    Desde ese día formamos una familia que duerme en una misma cama y tenemos furiosos encuentros sexuales. Andrea y las chicas se llevan de maravillas y se han vuelto muy cercanas. Las clases ya han terminado y las niñas me ha pedido que pasemos el verano en la finca. Además de que quieren que les muestre la mazmorra de la que les he hablado varias veces ya.


    Fin

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