Mi experiencia como niñera

ATENCIÓN

El siguiente relato erótico es un texto de ficción, ni el autor ni la administración de BlogSDPA.com apoyan los comportamientos narrados en él.

No sigas leyendo si eres menor de 18 años y/o consideras que la temática tratada pudiera resultar ofensiva.

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Mi nombre es Martina, tengo 22 años, soy de Buenos Aires y soy bisexual. Descubrí que lo era a mis 18 años, cuando empecé a trabajar de niñera de una chica que en ese momento tenía 11 años llamada Lucía, o Luli, como le digo cariñosamente.

Por darles una breve descripción de mi apariencia, mido 1,68 cm. y peso unos 58 kilos (y en aquel entonces era bastante parecida a esto), soy blanca de piel pero no pálida, pelo y ojos marrones oscuros. Estoy contenta con mi culo y pechos pero una siempre se compara con una mejor, jajaj.

El trabajo en lo de Luli consistía en cuidarla cada vez que sus padres salieran de noche. Al llegar a mi primer día, su madre me dio las llaves y se fue sin demasiadas instrucciones.

Ni bien conocí a Luli, tuve un pantallazo de lo que era esa nena. Qué les puedo decir, una loca linda, cantaba, bailaba, jugaba, saltaba, gritaba, reía, era re simpática y divertida. Tez bien blanca, ojos verdes, pelito negro y una colita perfecta. Quedé atónita, y por primera vez en mi vida dudé de mi sexualidad. Pero decidí no alarmarme. «Es sólo que me genera mucha ternura», me dije.

Todo marchaba normal hasta que llegó la hora de bañarse.

—Martu, me da cosa bañarme sola. Vení conmigo.—me dijo, poniéndome algo tensa.

—Luli, no puedo, ya sos grande y te tenés que bañar sola. Imaginate si voy a estar ahí con vos desnuda…—traté de responderle con profesionalidad.

—No importa, va a estar todo bien, vení conmigo—Insistió y rápidamente, sin darme posibilidades de negarme, entró en el baño tirándome de la remera. Sin pensarlo, como por reflejo, la seguí.

En el baño inmediatamente y sin ninguna vergüenza empezó a sacarse la ropa frente a mí, y ya ni me resistí. Me dediqué a contemplar cómo se desnudaba frente a mí y ahí fue cuando vi lo que me faltaba para que perdiera los estribos: su virginal conchita, excitante y perfecta, como de una escultura, sin mencionar unas tetitas que ya empezaban a asomar precozmente grande para sus once años.

Mi instinto me pedía a gritos empezar a toquetear y desnudarme yo también pero me contuve, era sólo una nenita. Terminado el show, Luli entró a bañarse pidiéndome que me quedara sentada en el inodoro. Fue ahí cuando arrancó con las preguntas:

—Martu, ¿Tenés novio?—

—No, Luli, hace un tiempo que no tengo.—dije

—¿Pero alguna vez tuviste?—

—Sí, jajaja—

En ese momento empezó a hacerme muchas preguntas de sexo, terminé por explicarle varias cosas del tema, siempre aclarando que esas cosas mejor las hablara con su mamá. Me sorprendió lo poco que sabía de sexo a sus 11 años, aunque fuera niña, yo a esa edad más o menos algo sabía. Ella no. Derrochaba inocencia. Ya habiéndome dado cuenta de que le tenía ganas sexualmente, esas preguntas me calentaban más y más.

—¿Y le viste el pito?—

—Jaja, esas cosas las tendrías que hablar con tus papis…—respondí, a punto de estallar.

—¿Y qué hiciste con el pito de tu novio?—

Cuando me dijo eso perdí los estribos y corrí las cortinas de la ducha.

—Me lo metí acá…—dije, tocándole el monte de venus. Todo esto con la ducha todavía andando.

—¿Cómo, por dónde?—me preguntó entusiasmada. Me tentó demasiado.

—Por acá…—le dije, metiéndole el índice en la concha. Inmediatamente Luli reaccionó con entusiasmo y exitación por su primer contacto sexual.

-¡Ahh, me re gusta, dame más!—

Perdí el control, le metí dos dedos de forma furiosa por la concha mientras con la otra alternaba entre tocarle el culito, las tetitas y estimular mi propia concha.

Así nos mantuvimos por unos minutos hasta que me sobresalté por lo que estaba haciendo y sin decir nada, dejé de tocarla y empecé a bañarla rápidamente.

Cerré la ducha una vez que estuvo lista, y la sequé como a una beba. Totalmente desnuda salvo por la toalla, me la llevé a su cuarto y prendí el televisor con el volumen bajo. Ahí me di cuenta que por estar cojiendo con ella en la ducha, tenía toda mi ropa empapada de agua y decidí que tenía que ponerla a secar.

Vi el reloj, eran las nueve de la noche. Sus papás llegaban a las once, así que había tiempo para resolver la situación. Tenía puesta una remera y unos pantalones de jean, ambos empapados, que decidí quitarme y poner en la estufa del cuarto de Luli. Después de lo que habíamos hecho en la ducha, perdí el pudor de mostrarme en bombacha y corpiño frente a ella.

Me senté a su lado en la cama, ella estaba aún desnuda, mirando la TV pero buscando con el dedo el agujero por donde le había metido los dedos. Cada tanto lo tocaba, pero se asustaba y decidía no penetrarlo.

—Luli, de lo que hicimos recién en la ducha no tenés que contar nada de nada de nada, ehh…— Le dije buscando complicidad.

—Obvio, ni loca les digo nada, me re castigan sino.—Me dijo, para mi calma.

—¿Segura?—

—Sí, super re mil re segura—dijo, dándome un abrazo.—Sos mi niñera favorita.—

—Jeje—dije, recordando su simpatía—dale que te doy algo de comer, vení.—

—No quiero comer, Martu… no tengo hambre—

—Pero algo tenés que comer, o te va a doler la panza—

—No, a veces no como y nunca me duele nada—me dijo, y luego me chantajeó—Si no querés que diga nada de los jueguitos, no digas nada de que yo no quise comer.—Propuso con una sonrisita traviesa.

—OK, trato hecho.—

Ya que no teníamos hambre y ya teníamos algo de confianza, decidí seguir explorando.

—Entonces ¿querés seguir jugando, Luli?—

—¡Sí, dale, porfis!—me gritó, entusiasmada.

Inmediatamente busqué su conchita con los dedos y se los empecé a colar. Exitada se sobresaltó.

—Mirá, yo con mi novio hacía así.— y le enchufé un beso en la boca con mucha lengua, casi un minuto seguido.

—¡Guau, Martu! ¿me das otro?—sin responder obedecí y volví a chapármela con furia.

—Las nenas grandes son así.— Le dije casi exclamando, y me saqué violentamente el corpiño mostrándole mis tetas. Luli abrió los ojos en incrédulo asombro.

—¿Y qué hacen los chicos grandes con eso? —Me preguntó, curiosa.

—Esto, mirá—Respondí y llevé sus manos a mis pezones, haciéndola masajearlos con fuerza mientras yo le colaba dos dedos hasta el fondo. Excitada a mil quería que me los chupara, así que me acosté y la acosté panza abajo contra mi panza, y le dije que los chupara. Al principio tenía timidez pero después de un rato le enganchó la mecánica, y me estaba excitando mucho. Cambiaba de pezón en pezón cada más o menos medio minuto.

Hasta que no aguanté más, la tomé de la cintura, la puse sobre mi boca y empecé a chuparle la concha. Era la primera vez que chupaba una en mi vida y debo decir, el placer fue inmenso. No podía parar de darle labio y lengua a esa conchita excelente.

Tal fue mi excitación que metí mi mano debajo de mi bombacha y me hice acabar a dedazos.
Cuando terminamos, vi la hora y me sobresalté: eran las once menos diez.

Rápidamente mandé a Luli a lavarse los dientes, la vestí con una bombachita, y la puse a dormir. Me vestí con mi ropa ahora seca y recibí a sus padres que no sospecharon nada.


Fin

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